6. Decisiones
Tal vez hacía una hora que había conseguido dormirse, cuando el correr del agua de la ducha se deslizó por su oído y le arrebató esa frágil paz conseguida a base de agotamiento. Rhadamanthys no se había preocupado de cerrar la puerta, por lo que el ruido llegaba claro a la habitación, desvelándole por completo. Kanon se frotó los ojos con ambas manos y las dejó ahí mientras se hacía consciente de su respiración. Fuera aún no amanecía, y cuando alcanzó el móvil y lo arrancó del cargador comprobó que, en efecto, eran las 7:34 de la que prometía ser una tediosa mañana de invierno.
La discusión compartida con Rhadamanthys le había dejado mal cuerpo y pocas ganas de cruzarse con él, pero las ganas de ir al baño apremiaban y su apartemento no gozaba de la presencia de dos aseos, por lo que invadir territorio hostil se estaba convirtiendo en una urgente necesidad. Entró sin decir nada, sin fijarse siquiera en la presencia del Wyvern bajo la lluvia caliente y respiró de alivio una vez hubo vaciado su vejiga. El inglés parecía ignorarle completamente, y Kanon estuvo tentado de accionar la descarga de la cisterna y joderle la ducha gracias a un buen escaldado, pero se contuvo. Algo que días atrás hubiese sido sólo una broma de mal gusto, esa mañana podría convertirse en una peligrosa gota más llenando un vaso a punto de rebasar, por lo que bajó la tapa del inodoro e ignorando por qué, tomó asiento sobre ella mientras se disponía a esperar el cese del agua para poder descargar el wc. Tras la cortina de plástico se intuía el cuerpo de Rhadamanthys, que con sus enérgicos movimientos la iba golpeando. Kanon se apoyó con ambos codos sobre sus muslos, sujetándose el mentón con la unión de sus dos manos mientras se miraba de reojo la cortina, ahora medio pegada en el culo del Wyvern, puesto que éste se acababa de inclinar para enjabonarse con frenesí las piernas y los pies. Sabía que una de sus rutinas era enjabonarse primero el pelo, dejar la espuma del champú en su cabeza mientras procedía al lavado del cuerpo y luego enjuagarse entero. Y no falló en sus cabilaciones, puesto que cuando Rhadamanthys se incorporó, después de dejar su esponja en el soporte esquinero, se volvió a masajear la cabeza antes de echarla hacia atrás, buscar la caída del agua y deleintarse con un largo y agradable aclarado.
A Kanon se le escaparon todas las palabras. Quería decir algo, pero no sabía por dónde ni cómo empezar. Era consciente que su actitud había dejado mucho que desear, pero también sabía que a estas alturas de la vida y la experiencia, repetir disculpas que luego quedaban en nada comenzaba a ser una estrategia caduca, ineficaz y de dudosa fiabilidad. Inspiró hondo, se incorporó hasta que la espalda se apoyó contra la cisterna del wc y ladeó su vista directamente hacia la ducha, donde pudo avistar medio cuerpo de Rhadamanthys a través del trecho que la cortina dejaba al descubierto. El inglés seguía ignorando su presencia, y Kanon no sabía si lo hacía adrede o porque realmente no se había dado cuenta que llevaba ahí un rato. Sus ojos apagados se dedicaban a recorrer las partes de piel que los movimientos de Rhadamanthys le permitían ver, sin experimentar el deseo que, en condiciones normales, esa escena le despertaría. Inspiró de nuevo sin saber muy bien qué hacer, y sólo se le ocurrió tironear del papel de wc para cortar un par de cachos y dedicarse a hacer bolitas con él. Bolitas que iba lanzando totamente al lavamanos y que le cayeron al suelo cuando el agua cesó y la cortina se abrió de sopetón, asustándole por la rudeza con la fue ejecutado ese sencillo movimiento.
- ¿Piensas quedarte sentado en el wáter toda la mañana?
Hacía tiempo que Rhadamanthys no se comportaba de forma tan desagradable con él. En realidad, desde que se volvieron a encontrar, jamás le había hablado con este desprecio. Un desprecio que al mismo Wyvern le dolió al darse cuenta de lo desdeñoso que había sido, aunque no hizo nada para suavizarlo. Se limitó a alargar el brazo para coger la toalla que había dejado en el colgador de pared, sin preocuparse que varias gotas de agua cayeran sobre Kanon.
- Sólo estaba esperando para poder vaciar la cisterna.- La respuesta de Kanon fue seca, pero no se pronunció con la afrenta que Rhadamanthys había previsto encontrar. No hubo contraataque por parte del gemelo, sino únicamente el gesto de girarse para poder presionar el botón y dejar fluir la descarga.
- Habérmelo dicho y lo hubiera hecho yo al acabar.- El Wyvern se frotó la toalla por la cabeza con tanto nervio que hasta pareció brusco consigo mismo.
- Rada...no me gusta estar así...- Dijo Kanon al fin, saltando por encima del vacío que sentía en su estómago.
- Y a mí tampoco.- Con la misma toalla que se había dejado el cabello como el de un puercoespín se pasó a secar rápidamente el cuerpo, dejándola enrollada por debajo de su vientre antes de salir del plato de ducha, forzándose a realizar una gran zancada para sortear las piernas de Kanon.- Créeme que a mí tampoco, Kanon...pero ahora necesito espacio y soledad para pensar...- Ahora el tono se percibió más rebajado, y Kanon se limitó a guardar silencio mientras observaba cómo quitaba el vaho del espejo con una mano y se miraba a través de la imagen aguada que le devolvía éste. Se acarició la quijada para comprobar lo rasposa que se encontraba su piel, pero desistió de afeitarse.
- ¿Qué vas a hacer? - Kanon se alzó del wc para medio seguir los pasos del Wyvern hacia su habitación, se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta, mirando como un tonto cómo el inglés se vestía.
- Me voy al pub.
- ¿Tan pronto?
- Sí, tan pronto, Kanon.- Rhadamanthys cruzó el umbral aún con el torso desnudo, camiseta en mano y sin molestarse en evitar el choque de hombros con Kanon, que se vio obligado a apartarse para dejarle el paso libre. Una vez en el salón, se vistió la camiseta negra de manga larga, se pasó ambas manos por los cabellos en sustitución de un peine, fue en busca de su chaqueta de cuero, del casco de la moto y de todo el surtido de llaves que iba a necesitar.- Necesito echar cuentas, hacer comandas, re-negociar términos de pago con los proveedores...El pub lleva demasiado tiempo sin un ritmo de vida adecuado, y por si no lo recuerdas, "The Wyvern's Cave" es lo que a mí me da de comer. No puedo ni debo estar siempre orbitando a tu alrededor.
- Joder, Rada, ¡Ya lo sé todo ésto! ¡No hace falta que me hables de esta manera! - Kanon se acercó a Rhadamanthys con la vana intención de detenerle.- ¡Y lo siento! No sé que puedo decirte para que dejes de estar tan cabreado conmigo.
- No es lo que digas, Kanon. Es lo que hagas. A mí no tienes que decirme nada porque tus historias ya me las conozco todas.- Rhadamanthys vio el paquete de tabaco de Kanon encima de la mesa y lo abrió para coger dos o tres pitillos que se guardó en medio de la billetera. La ansiedad le carcomía por dentro, y la versión de sí mismo que estaba aflorando sin compasión le hería el alma, pero se sentía incapaz de controlarla.
- Te estás pasando, Rada...- Kanon ya no tenía fuerzas para presentar batalla, y el miedo de repetir la historia no hacía otra cosa que ensancharle el vacío que sentía en el estómago.- Sigo teniendo conflictos, no te lo niego, pero no soy el mismo de hace diez años. Por ahí no paso.- Andó hacia la mesa, tomó un cigarrillo del paquete que el Wyvern había vuelto a dejar ahí, lo prendió con uno de los tantos mecheros que tenía esparcidos por la casa y esperó a que sus palabras obtuvieran algún tipo de respuesta. Rhadamanthys se había quedado quieto, de espaldas a él, abrigado y con el casco pendiendo de una mano. Kanon expulsó el humo de la primera y amarga calada esbozando una mueca, y buscó sentarse en el reposabrazos del sofá, apoyando ambas manos en sus rodillas desnudas.- No soy el borracho estúpido de antes, Rada...Quiero pensar que...que en algo he cambiado...
El inglés se frotó los ojos. O el entrecejo. O se estrujó la frente. Kanon no pudo ver qué hacía Rhadamanthys, pero no se iba y había agachado la cabeza y parecía masajearse el rostro para ordenar ideas o palabras, hasta que se dio media vuelta y se miró a Kanon con los ánimos un poco más apaciguados.
- Tienes razón...No debo hablarte así, pero...a mí también me está resultando muy difícil toda esta situación.- Dejó el caso sobre la mesa y se llevó la mano a los labios mientras mordisqueaba la uña de su pulgar y dejaba que su dorada mirada fuera en busca de palabras más adecuadas y menos lacerantes. Inspiró hondo y volvió a centrar su mirada en el rostro compungido de Kanon.- Yo no quiero acabar con nuestra relación, Kanon...Joder...si regresé aquí por ti, aunque me alimentara con otras excusas para no asumir la verdad...- Dijo, pasándose una mano por los cabellos, despejando su frente durante los insantes que los mantuvo sujetos.- Pero...no podemos estar bien si uno de los dos no está bien. Y si además no hace nada para solucionarlo. Tus conflictos internos me están absorviendo otra vez, Kanon, y siento que si no pones de tu parte para solucionarlos, para darles un cierre, será muy difícil que podamos avanzar de forma sana...
- No es tan fácil, Rada...- Confesó Kanon después de dar otra calada que expulsó con rapidez, desviando la mirada hacia el suelo.
- Ya sé que no es fácil, pero creo que debes comenzar a admitir ciertas cosas. A aceptarlas, aunque no vayan de la mano con lo que te dicta tu corazón.- El abogado sabía por cuál camino estaba yendo el Wyvern. Un camino que él mismo llevaba años evitando andar, pero al que ahora se estaba hallando abocado sin remedio.- Empezaste a perdonarte a ti mismo por todo lo que habías vivido, y lo estabas haciendo bien, hasta que aparece la posibilidad de saldar cuentas con tu padre. Ahí has retrocedido casi todo el camino andado, y no llego a comprender por qué te resulta tan difícil enfrentarte a ésto.- Rhadamanthys sintió ganas de apretujarle el hombro, de ofrecerle algún gesto de cercanía y cariño, pero la intención murió en el cierre de sus puños y en la presión que se sometió su mandíbula.
Kanon agachó la cabeza hacia la hendedura que dejaban sus piernas abiertas, esclavas de un nervioso botar. Los antebrazos seguían apoyados sobre las rodillas y las manos, unidas entre ellas, sujetaban el cigarrillo consumiéndose por sí solo.- Me...resulta difícil...porque no sé por dónde empezar, Rada...- Dijo al fin, alzando la mirada hacia el Wyvern, que seguía de pie frente a él.- Y no me digas que por el principio, porque es que no sé cuál es...- La rabia que sentía le tomó el control de la voz, le aguó los ojos otra vez y le obligó a erguirse, buscar otro foco para centrar su mirada, aspirar una escueta calada y destrozar el pitillo restregándolo en un cenicero que había en la baja mesa frente al sofá.- No hay principio, Rada...- Repitió, encogiéndose de hombros y volviendo a fijarse en el serio rostro de Rhadamanthys, paciente ante sí.- Y todo lo que siento es muy contradictorio.
- Pues déjalo ir como te surja.
Kanon extendió sus brazos para anclar las manos sobre las rodillas, sosteniéndose así el peso del cuerpo y las emociones. Se mordió los labios y paseó la mirada por sus recuerdos antes de buscar el refugio que le suponía ese fulgor dorado que no quería perder de su lado. Rhadamanthys apartó una de las sillas para tomar asiento y permanecer cerca de Kanon, invitándole a empezar ese necesario proceso de vaciado y purga emocional.
- Odio a mi padre, Rada...no lo puedo evitar...- Confesó, sabiendo que no estaba diciendo nada nuevo.- Le odio por el daño que nos hizo de pequeños. Le odio por sus ausencias. Le odio por haber preferido siempre a Saga, aunque ésto sea infantil...- No quería que el nudo que sentía en la garganta le impidiera seguir con algo de dignidad, y se tomó su tiempo para tragar saliva y vadearlo con determinación.- Y sí, tienes razón Rada...Le odio por haberse ido tan pronto. Por dejarme con tantas cosas por decirle, por echarle en cara, por reprocharle...Es verdad...era muy fácil odiarle cuando vivía. Supongo que necesitaba hacerle pagar por todo el daño que nos hizo...o que me hizo a mí, puesto que Saga parece haber vivido otra historia distinta.- El verde de sus ojos se había intensificado por la presencia de los inevitables sentimientos, y se volvió a moder los labios antes de proceder con la primera liberación de lastre.- He intentado olvidarle. Convencerme que la vida sin él era mucho más fácil. Que jamás he extrañado cruzar palabras con él, aunque fuesen ofensivas. Y...joder...- desvió la mirada un segundo para frotarse los ojos y la nariz, centrándose de nuevo en Rhadamanthys - ...Me maldigo cada día por no haberlo conseguido. Y ¿sabes quién tiene la culpa de ello?. Saga. Porque es su puta réplica. Veo a Saga en los tribunales, y veo a mi padre. Y no puedo evitar pensar lo orgulloso que estaría el "gran" Aspros Samaras de ver a su hijo Saga ser su digno sustituto en el cargo de Fiscal, y lo defraudado que se sentiría de ver al otro como un puto fracasado.
Kanon calló y mantuvo la vista fija en Rhadamanthys, que inspiró hondo al tiempo que se daba unos instantes para reflexionar sobre todo lo que acababa de escuchar.- No sabes si en realidad serían estos sus pensamientos. Son los que a ti te gustaría que fuesen verdad para poder justificar un poco más tu odio...- Dijo al fin.
- Y porque es más cómodo así, ¿no? - Agregó Kanon, con un poco de cinismo.
- Exacto. Y pese a todo lo que sufrió tu familia, me niego a creer que no guardes ningún buen recuerdo de Aspros.- Kanon chasqueó la lengua con disgusto y bufó ante la retahíla de sandeces que preveía escuchar por parte del Wyvern, el cual no hizo caso de sus defensivos ademanes y siguió exponiendo sus propios sentimientos.- ¿Te acuerdas de la borrachera que cogimos los dos con una botella de Ouzo que tu padre tenía guardada por estar reservada, según él, "para alguna ocasión especial"? Apenas teníamos dieciséis años...- Rhadamanthys se sonrió con nostalgia, y Kanon le miró completamente descolocado.
- Sí que me acuerdo, pero no sé a qué cojones viene ésto ahora.
- Después de degustar el Ouzo de ida y de vuelta, y de pasarme un día entero con la cabeza a punto de estallar, lo aborrecí de por vida.
- ¿A dónde quieres ir a parar, Rada?
- Pues que yo echo en falta los momentos en que Aspros me agarraba del brazo y me invitaba a que le acompañase con una copita de su preciado Ouzo, sobretodo los domingos por la tarde. A pesar de sentir un asco tremedo por este licor, me agradaba fingir que me gustaba para acompañar a tu padre durante el tiempo que duraba tu ducha o lo que fuera que hiceras que te mantuviera alejado de nosotros. Me gustaban esos momentos, Kanon...y forman parte de mis recuerdos con Aspros, siendo independientes de la que pudiera ser su historia. Esos pedacitos de tiempo eran parte de mi historia con él, y los disfrutaba.
Una punzada de dolor achicó el estómago de Kanon. Ignoraba que tales situaciones hubieran tenido lugar, y no pudo evitar volver a ser presa de los celos, la envidia, la rabia y la frustración.
- Jamás me habías contado nada de ésto.- Dijo, secamente.
- ¿Lo habrías aceptado?
Kanon no replicó de inmediato. Se sintió atacado con sus propias verdades, y después de agachar la cabeza del enfado sólo pudo enfrentarse a la más sencilla realidad que surgía de su corazón.
- Supongo que no.
- ¿Y por qué no?
- ¡Joder, Rada! ¡Ya basta! - Se exasperó Kanon, sintiéndose cada vez más atrapado entre sus ganas de aceptar y su cabezonería para seguir haciéndose el rebelde.
- ¿Por qué no, Kanon? - Insistió Rhadamanthys.
- ¡Pues porque me hubiera jodido no estar ahí también!, ¡Y ahora ya es tarde para reconocerlo, joder! - Kanon sintió cómo su voz se quebraba, aún los esfuerzos que había estado haciendo para que no sucediera.- Ya es tarde para arrepentirme. Ya no voy a recuperar nada de lo que me dediqué a destruir, Rada...
La verde mirada de Kanon titilaba del verdadero odio que sentía hacia sí mismo, y Rhadamanthys tuvo que hacer acopio de todo su aplomo y fuerza de voluntad para alzarse de la silla, tomar el casco que había dejado sobre la mesa y dejar a Kanon solo con sus recién aflorados sentimientos.
- Yo me voy al pub. No volveré hasta la noche, por lo que tienes todo el día para tu solo. Si yo fuera tú, no dudaría en hablar con Thane. Ya has empezado a hacerlo conmigo, pero yo más no te puedo ayudar. Y no...no es tarde, Kanon. Aún puedes decidir tomar otro camino.
Otro camino para reprochar.
Para reconocer.
Para aceptar.
Para reconciliar.
#Continuará#
¡Gracias Monse!
¡Gracias Krista!
