10. Reencuentros II

- ¡No me jodas!

Kanon consiguió que varias miradas que orbitaban a su alrededor se fijaran en él cuando su queja se dejó oír a los cuatro vientos. No era el único que estaba plantado delante de la pantalla de información de las llegadas de vuelos, pero al parecer sí que era sólo él el que esperaba el vuelo procedente de Madrid, ciudad donde Defteros debía hacer escala.

Un vuelo que acababa de aparecer en el panel acompañado de la siempre renegada palabra "Delay".

Su mandíbula no cesaba de masticar la amalgama resultante de juntar dos chicles de menta y cuando se fijó en la hora que marcaba el móvil y en la hora de la supuesta llegada que le había pasado su tío, suspiró con algo de sosiego.

- Vale...- Dijo en voz audible, aunque se hablara a sí mismo.- Si el retraso ya viniese de Madrid supongo que Def me habría avisado...- reflexionó, llevándose la mano libre a la nuca para rascarse el cogote - por lo que deduzco que se debe haber cruzado con alguna tormenta...- Kanon se dio media vuelta, y con ambas manos y mirada puestas en el móvil, comenzó a avanzar de forma errática entre el inacabable grupo de gente que siempre se juntaba frente a esas grandes pantallas informativas.- A ver si hay alguna aplicación que de datos sobre los vuelos...

Tecleó el par de palabras claves en el buscador de Google y acto seguido le aparecieron un listado considerable de webs dedicadas a informar sobre los vuelos en curso. Eligió la primera por inercia y al ver que se solicitaba el número de vuelo se vio obligado a girarse otra vez y volver a buscar su vuelo en la pantalla. Tuvo que esperar unos instantes a que se refrescara la imagen y cuando leyó Madrid achicó los ojos, como si así fuera a focalizar mejor la retahíla de letras y números que necesitaba introducir. Al darle al "enter" le apareció la redundante información que le anunciaba "Flight on air", y al cabo de unos instantes se fue cargando un gráfico en movimiento que mostraba un avión cruzando Italia, con las respectivas aclaraciones de ruta las cuales, en efecto, detallaban un cambio de rumbo debido a complicaciones metereológicas.

- Si está sobre Italia como mínimo le quedará una hora para aterrizar...- murmuró, alzando la vista para echar una ojeada a su alrededor.- ¿Y ahora qué cojones hago yo?

Pasear por las tiendas del aeropuerto no le atraía en absoluto. Sentarse en una de las cafeterías a tomarse alguna bebida era ofrecerse a un atraco directo a sus bolsillos. Escuchar música no podía porque se había dejado los auriculares en su casa y jugar inocuas partidas de póker en el móvil no conseguía tranquilizarle los nervios. Otra opción era regresar al lugar donde había estacionado el coche de Shaka, sentarse dentro y escuchar música ahí, pero bajo el techo del enorme aparcamiento no había buena cobertura para captar bien las emisoras de radio y aficionarse a la música del joven forense era algo que requería de paciencia, buen humor y una excelente pre-disposición: una combinación de la cual Kanon no tenía ningún elemento en su posesión. Al menos no ese día en que los nervios ya se le habían comido gran parte de las uñas y sus pulmones le pedían algo de respiro y aire limpio. Hacía muchos días que hasta él mismo notaba que se estaba pasando con el tabaco hasta el punto que se había ido mentalizando de ir rebajando su exagerado consumo, pero en ese momento lo necesitaba a riesgos de cercenarse los dedos de la mano.

Salió por una de las amplias puertas de acceso y salida del aeropuerto y se plantó al lado de una gran basura coronada con un enorme cenicero. Justo al lado había un largo banco donde poder sentarse, pero prefirió quedarse de pie a pesar que la corriente de aire que circulaba por ahí desafiaba el orgullo de su porte alto. Extrajo el paquete de tabaco del bolsillo de su chupa de cuero, lo abrió, arrastró uno de los cigarrillos con el pulgar lo justo para hacerlo sobresalir del resto y lo asió con los labios al tiempo que volvía a guardarse el cajetín. Prenderlo requirió de varios intentos fallidos. Tantos que ni medio agacharse contra la pared y ponerse de espaldas a la constante ventolera consiguió satisfacerle su cometido, hasta que un alma caritativa le golpeó levemente el hombro y le ofreció llama. Kanon aceptó el gesto, cobijando el pequeño fuego entre sus manos, y cuando al fin tuvo el cigarrillo prendido guiñó un ojo a su anónimo salvador y le ofreció un sincero "gracias" amenizado con la primera bocanada de humo expulsada. Su benefactor le respondió con otro guiño de ojo, borroso por el humo que envolvía a ambos y le alzó el pulgar en señal de "OK".

Cuatro pasos alejaron a ese chico cargado con mochila y maleta, que se detuvo delante de un taxi estacionado y libre. Aspiró tres rápidas y ansionas caladas más y rodeó el vehículo para saludar al taxista y colocar la maleta en la parte trasera que el conductor abría para su equipaje.

Kanon se fijó en ese acto tan simple y sencillo. Observó al joven de aspecto extranjero y por un instante se vio asaltado por su antigo "yo". Una pequeña corriente de impulsos le empujó a intentar impedir que tomara el taxi, a ofrecerse él mismo para acercarlo a su supuesto hotel de destino con la excusa de evadir la escandalosa tarifa que los taxistas aplican a los foráneos, en abrir un flirteo que sabía por experiencia que siempre terminaba con un vacío final...La persona que Kanon era apenas unos meses atrás estaba reclamándole un rescate, pero la imagen de Rada aparecida en su mente se apresuró a coartar cualquier intento de retroceder al pasado.

Hacía días que el Wyvern estaba distante con él, y le jodía vivir rodeado con esa extraña indiferencia que el inglés le despachaba. Desde su úlitma discusión Kanon había tratado de no mostrarse tan volátil ni negativo, había intentado suavizar su temperamento y recuperar algo de cercanía con Rhadamanthys, pero éste o le rehuía o no le correspondía en la misma medida que él se ofrecía. Si eso era una suerte de castigo Kanon ya comenzaba a estar harto de ello, pero tampoco quería que al primer bache en su nueva etapa de relación reapareciera ese tío que se había pasado años viviendo al día y sin permitirse sentir apego por nadie. Las oportunidades de sexo rápido y anónimo no podían suplir nada de lo que compartir su vida con el Wyvern le ofrecía, y debía aceptar que Rhadamanthys también gozaba de un carácter especial, quizás menos intempestivo que el suyo, pero no por éso menos intenso o complejo de manejar.

El abogado vio cómo el taxi emprendía su marcha, y su observación no se vio correspondida por ninguna mirada que le dedicara atención. Ahí se dio cuenta que su boceto de fantasía había sido sólo suyo, que la oferta de llama no obedecía a ningún coqueteo ocasionado por su irresistible fachada sino que había surgido por pena o por mera solidaridad, que ya no tenía esos vertiginosos veinti y algunos años y que ya era hora de madurar y aceptar muchas cosas.

Expulsó el humo de la última calada lenta y largamente y decidió tomar asiento en el banco sacando el móvil y buscando el contacto del Wyvern. Se recostó lo suficiente para alzar una pierna y apoyar el tobillo sobre la rodilla de la otra, sujetándoselo con la mano que también sostenía el cigarrillo. Los tonos de llamada comenzaron a escucharse y la aparición de la voz de Rhadamanthys al otro lado hizo que se irguiera un poco su cuerpo, aunque sin cambiar de postura.

- Rada...no, aún estoy esperando, el vuelo viene con retraso...- se llevó el cigarrillo a los labios y lo aspiró de nuevo - ¿tú qué estás haciendo?...Sí, sí, claro, ya sé que estás en el pub, sólo me interesaba por ti...- se justificó ante las abruptas réplicas del Wyvern - ¿cómo estoy yo? Pues nervioso...- catapultó el cigarrillo con la ayuda de dos dedos, acertando el lanzamiento de lleno en el cenicero y se llevó esa mano a masajear su entrecejo mientras escuchaba la voz Rhadamanthys algo más cercana -...llevo toda la mañana pensando en qué decirle, cómo justificar que le haya echo venir otra vez...- la mano subió hacia sus cabellos, se enredó entre ellos y después de rascarle la cabeza tontamente regresó a quedarse sujetando el tobillo -...ya sé que si viene es porque quiere, que tampoco le he obligado pero...no sé...me siento como un crío consentido egoísta, tal y como me dijo Saga que soy...- bajó la mirada y se fijó sin ver en cómo sus dedos habían dado con un hilo escapado del calcetín y tironeaban de él hasta romperlo -...es mi hermano, aunque no quiera me importa y me afecta lo que piensa de mí...- una intensa inspiración fue necesaria para impedir que se le cerrara la garganta y deslizó su mirada hacia el techado que sostenía más vías de circulación de coches, taxis y autobuses - Rada...dime que no te irás...- rogó al fin, con voz vencida - ¡pues irte, joder! ¡como te fuiste esa vez, éso quiero decir!...- la necesidad de morderse los labios surgió para poder frenar la aparición de la flojera e impotencia que le llevaba acompañando fielmente desde hacía días -...Siento si me he comportado como un gilipollas integral, pero yo...- ahí detuvo las siguientas palabras que el corazón le pedía lanzar, a riesgos de sonar cursi o desesperado, o ambas cosas a la vez, y aprovechó esos instantes de silencio para reformalizar el mensaje -...Rada...no concibo mi vida sin ti y no quiero ser yo otra vez la razón por la que poder perderte...- la voz estuvo a punto de romperse, pero se esforzó en ocultarlo cuando ofreció su siguiente réplica -...¿lo dices en serio?...- la mano libre volvió a viajar hacia su rostro y le restregó los ojos cerrados antes de agarrarse en sus cabellos y quedarse ahí, sujetándole vairos mechoes por encima de la frente -...me gustaría que estuvieras aquí conmigo ahora mismo...ya sé que es algo que debo hacer solo, pero...te...te necesito Rada...

Un inesperado "Yo te amo, Kanon" desató la emoción que el gemelo se había estado conteniendo hasta ese momento. Los ojos se le aguaron pese a cerrase instintivamente y con fuerza, y se volvió a morder los labios mientras el Wyvern le seguía hablando. No era nada usual que el inglés se soltara con la exposición de sus emociones. En realidad ninguno de los dos era aficionado a ofrecerse palabras tiernas, pero de vez en cuando surgía la necesidad de ellas.

"Sólo hemos pasado un momento difícil, pero no me iré a ningún lado...Yo también he pensado mucho durante estos días...y...joder...regresé a Grecia por algo. Por alguien, y ese alguien eres tú. Y me callo ya. Tú recibe a tu tío, daros el tiempo que necesitéis y nos vemos en casa. Te lo prometo"

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Un vuelo que debería haber durado unas tres horas y media se había alargado una más debido a inclemencias metereológicas, sumándose todo ese tiempo a las horas de inmovilidad que Defteros ya llevaba acumuladas en su espalda y piernas. A la que se apagó la luz indicadora que obligaba a permanecer con el cinturón de seguridad amarrado, fue el primero en alzarse de su asiento y recoger la chaqueta y la mochila que había dejado guardada en el compartimento superior. Su segundo movimiento fue desactivar el "modo avión" del móvil, y no pasaron ni un par de segundos que ya comenzó a recibir toda la retahíla de mensajes que le avisaban del cambio de compañía operadora, de los datos del consulado de Estados Unidos, de los servicios de emergencia básicos de Grecia y ya no quiso ver de cuántas cosas más. Simplemente se apresuró a buscar el contacto de su sobrino para avisarle que ya estaba en tierra, y que era cuestión de poco tiempo que pudieran reencontrarse.

Cada vez había más personas ocupando el pasillo central, el único que tenía ese avión de compañía barata, y Defteros comenzaba a sentirse saturado de tanta presencia humana rodeándole por todos los costados de su todavía imponente embergadura. Alzó un brazo para apoyarlo sobre el compartimento del lado opuesto a donde había estado sentado y no pudo evitar arrugar la nariz al darse cuenta que el sudor acumulado durante todo el viaje se filtraba descarado a través de sus ropas. Le supo mal si eso efluvios de olor molestaban a los demás viajeros, pero no podía hacer nada al respecto, más que rogar que se abrieran pronto las puertas para poder salir de ahí y estirar los músculos cuerpo con total libertad.

Aún no había podido moverse de lugar cuando Kanon le mandó un whastapp en respuesta avisándole que ya estaba ahí esperándole, y justo en ese momento el corazón le comenzó a latir con fuerza. Un extraño hormigueo le recorrió cada fibra de su ser y una terrible incertidumbre se apoderó de su capacidad para razonar. Se había pasado gran parte de las horas de vuelo haciéndose un esquema mental sobre qué sería lo primero que le iba a decir a su sobrino cuando le tuviera en frente, pero en ese momento en el cual estaba siendo traspasado por esa indescriptible emoción no se veía capaz de elegir ni una sola palabra con la que empezar a hablar. Habían transcurrido treinta largos años separando sus vidas, y de repente parecía como si le hubiese surgido un hijo adulto que necesitaba de su guía y comprensión para seguir adelante con su vida a medio construir. Un hijo al que él ya no podía negarle nada.

Nada...

En medio de todos esos pensamientos paternalistas alguien le clavó un codo en todo el costillar en un vano intento de vaciar de pertenecias el compartimento superior, y cuando él no pudo evitar enviarle una mirada sesgada y ceñuda, una tímida pedida de ayuda logró que su altura fuera aprovechada por esa alma necesitada de alguien apto para llegar ahí arriba. Aceptó el agradecimiento con una escueta sonrisa y sus sentidos se pusieron alerta al percibir que por fin se abría la puerta.

Salir del avión fue como andar atrapado en una procesión histérica por pisar tierra. Defteros decidió no enfundarse la chaqueta, y se colgó la mochila de un solo hombro, adoptando ese aspecto juvenil que aún era capaz de lucir pese a la edad que acumulaba. No había llevado consigo demasiado equipaje, pero sí el suficiente como para haber tenido que facturar la maleta que ahora debía esperar en la cinta. Eligió una zona vacía de gente y esperó con el ánimo de quien no tiene otra opción.

Se mordió un par de uñas.

Inspiró profundamente mientras echaba la cabeza hacia atrás para intentar destensar la musculatura de esa zona.

Miró la hora actualizada en el móvil y a pesar de morirse de ganas de poder llamar a la residencia y hablar con Sasha se abstuvo siquiera de intentarlo, puesto que allí, en Estados Unidos, aún debían estar durmiendo.

Cambió el peso de su cuerpo hacia la pierna que había tenido más relajada y cuando al fin la cinta se puso en marcha, para colmo de su fastidios se dio cuenta que también era la afortunada para escupir las maletas provenientes de otro vuelo, detalle que consiguió agolpar más y más gente a su alrededor.

- Joder, qué impaciencia...- Masculló para sí mismo al verse empujado por un par de jóvenes que deseaban la primera fila.

Los chavales se lo miraron de reojo y se echaron a reír mientras se decían algo aparentemente muy gracioso y volvían a mirarle, momento en que Defteros decidió poner tierra de por medio entre él, su agotamiento físico y mental y toda esa muchedumbre ansiosa por recoger sus cosas y salir de ahí. Ubicó la zona habilitada para los fumadores y se internó en ese apestoso cubículo para liarse un cigarrillo fino y darle tiempo a la maldita cinta para que fuera rejurgitando maletas y despachando a la gente. No se sentó en ninguna de las sillas que había libres; tenía ganas de estar de pie y desentumecer un poco las visagras y músuculos de sus piernas. Su azul y enrojecida mirada se iba fijando en la móvil estampa que se desarrollaba tras esos gruesos y sucios cristales, y aunque fue capaz de detectar su maleta a la que asomó el asa adornada con un pañuelo, no se forzó a salir corriendo a por ella. Degustó ese cigarrillo con calma y lo sujetó entre sus labios a la vez que alzaba ambos brazos y se juntaba las manos tras la nuca en un intento de acabar de estirar el tren superior de su cuerpo. Intentó hacer borrón de cualquier lista de palabras preparada y después de tres o cuatro rápidas caladas, aplastó la colilla en el repleto cenicero antes de verse asaltado por una nueva orda de personas que se intuía con el rumbo fijo hacia donde él estaba. Agarró la chaqueta, se colgó la mochila y entonces sí. Entonces su maleta ya había dado algunas vueltas esperando un rescate y la asió con la mano libre para sacarla de ahí sin necesidad de ayudarse de la otra.

El trayecto hacia la salida era largo. Pese haber cintas transportadoras que acortaban el tiempo de camino, era demasiado largo. Daba tiempo para gestar la ilusión de traspasar las puertas de bienvenida a un nuevo país a todas esas personas que visitaban Grecia por primera vez. A él ese tiempo se le antojó despiadado y caprichoso, porque no hizo otra cosa que recordarle que Kanon estaba ahí fuera esperándole, y que si él había avanzado ese necesario viaje no era para atender los trámites legales que se veía obligado a hacer para poder regresar con Sasha, sino porque una llamada le había despertado de madrugada.

A cada metro que ganaba el corazón le iba latiendo con más fuerza, y cuando finalmente alcanzó las grandes puertas que se abrían al vestíbulo de "Llegadas" le vio ahí, rodeado de un montón de personas que como Kanon, esperaban con ansias a alguien.

Defteros le sonrió cuando sus miradas se conectaron.

Supo que lo hizo, aunque lo siguiente que casi al instante experimentó fue sentirse abrazado con una necesidad y gratitud culpables de hacer colpasar todas sus emociones.

Kanon no decía nada. Sólo se amarraba a él como si de soltarle fuera a perderle, y Defteros correspondió el abrazo con intensidad y sin prisas.

A su alrededor se escuchaban saludos a gritos, pequeñas carreras para poder alcanzar a los añorados objetivos, el rodar de diversas maletas...Un cúmulo de voces y movimentos circulaban entorno a sus cuerpos abrazados, convirtiéndoles en el núcleo de un vértice donde sólo existían ellos dos. Defteros escuchó como un sentido "gracias por venir" se ahogaba contra su hombro, al tiempo que dos manos se agarraban como garras en la tela de su camiseta, hacia la mitad de su espalda. No fue capaz de descifrar cómo su chaqueta y mochila habían acabado en el suelo, pero su cuerpo tenía total libertad para poder cerrar los brazos alrededor de su sobrino y estrecharle con fuerza.

Con afecto.

Con infinito amor...

- No podía negarme, Kanon...- Susurró contra sus alborotados cabellos mientras una de sus grandes manos los acariciaba como si fueran los de un niño.

- Claro que podías...- Kanon seguía abrazado a él, incapaz de separarse y mostrar su rostro completamente bañado en lágrimas.

- Estoy en perpétua deuda contigo y con tu hermano...- musitó Defteros, sintiendo como su propia mirada se licuaba.

- Soy un jodido egoísta...he pretendido pasar por delante de...de ...ella...

- No, Kanon, no...no pienses así...

Un pequeño hipido asaltó el cuerpo de Kanon y Defteros le dio todo el tiempo que necesitó para que pudiera recomponerse y sosegarse, aunque fuera ahogándose contra su hombro. Permaneció abrazado a él, frotándole la espalda con ternura...Asimilando el efecto que ese abrazo también tenía sobre sí mismo, como si fuera un pequeño gesto que daba inicio a su propio autoperdón.

- Joder...qué panorama más ridículo...- Dijo Kanon cuando se supo con fuerzas para romper el abrazo, separarse un poco y mostrar su rostro tomado por la emoción. Con una mano trató de borrar el rastro de lágrimas y sorbió la mocosidad hacia arriba mientras no sabía si perderse en la cercana y emocionada mirada de su tío o dejar escapar sus ojos hacia otro lado, fingiendo una estoicidad que no tenía.

Defteros se sonrió y también aprovechó ese necesario paréntesis para frotarse los ojos, recuperar la chaqueta y la mochila del suelo y colgárselo todo del hombro. Kanon acabó observándole como un estúpido y ante una nueva y engorrosa oleada de emoción se pasó el puño de su chupa de cuero por la nariz, se apresuró a tomar la maleta de Defteros y le miró de refilón mientras echaba a andar con prisas, exponiendo la primera excusa que le venía a mano para huir de esa laguna sentimental que acababa de reducirle al tamaño de un niño anhelante de aprobación.

- No sé tú, pero yo necesito un cigarrillo.- Dijo después de andar un par de pasos y medio girarse para mirar otra vez a Defteros, como si aún no se creyera que estaba ahí con él.

- Yo necesito aire...y estirar las piernas...- Defteros acortó la distancia que les separaba y al llegar a la altura de Kanon le pasó un brazo por los hombros y le invitó a que reanudara el camino hacia afuera - y quiero que me cuentes cómo estás.

Unos cuantos pasos se avanzaron, dando tiempo a Kanon para pensarse una respuesta que no resultó ser otra que su más íntima verdad.

- Pues jodido, Def...Estoy jodido...- Musitó al fin, inspirando una bocanada de aire que mantuvo la sensiblería un poco a raya.- Me siento muy...perdido.- Concluyó, encogiéndose de hombros en el mismo instante que cesaba su andar y buscaba cobijo en esa mirada azul que no cesaba de admirarle.

- Seguro que lo ves todo peor de lo que en realidad es.- El brazo con el que Defteros había rodeado a Kanon se deslizó hasta permitir que su fuerte mano se detuviera sobre el hombro de Kanon y lo presionara con ese torrente de afecto que le recorría las venas y pugnaba por emerger.- Va, cuéntame con más calma y detalle porque necesitas que esté aquí contigo...

Kanon lo observó en silencio. Clavó su mirada en la de su tío y se regaló unos segundos para perderse en el azul de esos ojos tan iguales a los que había poseído su padre. Se halló luchando contra las imágenes que su mente rescataba de Aspros, doliéndose con los últimos recuerdos que de él tenía, fabricándose la imagen del hipotético aspecto físico que luciría a día de hoy si las circunstancias hubiesen sido otras...Irremediablemente, las facciones de su tío eran la pura semejanza a las que había poseído Aspros, y tenerle ahí, con él y para él, le hacía nacer demasiados sentimientos encontrados. No sabía qué costura rasgar primero para empezar a dejar salir todo el veneno con el que se estaba contaminando. Aún no le había preguntado nada respecto al estado de su madre, pero es que el simple hecho de pensar en ella se le antojaba un acto extraño e incómodo. Admitirle que necesitaba de su cercanía cuando al fin diera el paso de verse con Thane le avergonzaba, y asumir en voz alta que su relación con el que había sido la persona más importante de su vida había estado a punto de quebrarse por segunda vez, le aterraba.

Eran tantos los frentes abiertos en su interior que decidirse por uno con el que empezar, justo en ese momento, le resultaba imposible.

Suspiró, arrugó la nariz, desvió la mirada...Se mordió los labios y después de reflexionar en vano, se centró en la atención que le prestaba Defteros y se encogió de hombros como un niño.- Ahora no puedo, Def...- arqueó las cejas instintivamente y se volvió a morder los labios para, seguidamente, humedecérselos y buscar un rescate a todas sus incertidumbres.- Prefiero que empieces tú...que me cuentes cómo te ha ido el viaje...

- Como quieras.- Defteros le sonrió sin dejar de mirarle con ese sentimiento paternal que sentía latir más vivo que nunca y dejó que la mano que había estado estrujándole el hombro se retirara para reacomodar sobre el propio el asa de la mochila.- El viaje ha ido bien, pero llega un momento en que uno ya no sabe cómo cojones sentarse. Todavía me siento las piernas entumecidas...

Ambos fueron andando hacia las grandes puertas que daban acceso al codiciado aire libre y a la zona de taxis y buses. Kanon no demoró en intentar prenderse un nuevo cigarrillo, viéndose rescatado con la llama por gentileza de Defteros, que declinó la oferta de tomar uno de los suyos. El que se había fumado mientras esperaba la maleta le había dejado la garganta resentida, y al ver una máquina de aguas y refrescos colocada en ese punto estratégico que quedaba a la vista de todo aquél que entrara o saliera, optó por comprarse una botella de agua fresca. Aún conservaba monedas de euro del viaje anterior, y ya le habían salvado media vida en la comida y cafés que se tomó en la impuesta escala de Madrid.

- ¿Voy avisando a algún taxi mientras acabas de fumar? - Preguntó después de dar tres largos y copiosos sorbos al agua.

Kanon negó con la cabeza a la vez que esbozaba una mueca y achicaba los ojos por la mal calulada subida de humo.- No, si he venido en coche. Está en el tercer piso del párking.

- ¿Te has comprado uno? - Se interesó Defteros, lleno de curiosidad.

- ¡Qué va! He venido con el de Shaka. Podemos ir tirando, me fumo el pitillo por el camino.- Propuso Kanon, cada vez con el ánimo un poco más tranquilo y cómodo.

- Te sigo.

Defteros se colgó la mochila de ambos hombros. La chaqueta la seguía sujetando con una mano y con la otra iba dando cuenta a la botella de agua hasta que se la acabó toda.

Pronto sus similares siluetas se perdieron entre el incesante movimiento de gente y vehículos, acercándose con paso lento pero firme hacia lo que para los dos parecía ser el comienzo de una nueva vida.

#Continuará#