14. Hilos sin cortar
Domingo de madrugrada, ático de Saga y Shaka
- ¿Saga? ¿Qué haces levantado?
Shaka abandonó toda precaución de movimientos al descubrir a Saga sentado bajo la luz de estudio que iluminaba su escritorio, en el que era su rincón adaptado del gran salón.
- No podía dormir - Saga dejó sobre la mesa la pluma estilográfica con la que había estado escribiendo desde hacía largo rato, se quitó las gafas y se restregó ambos ojos con la ayuda de un par de dedos.- Desde que se fue Thane que tengo un dolor de cabeza terrible.
- ¿Cenaste algo? - Shaka dejó las llaves de casa sobre la consola y se despojó de la bolsa bandolera y del abrigo para colgarlos del perchero.
Saga negó con la cabeza mientras volvía a frotarse los ojos, ahora con las dos manos, girando levemente el asiento.- Se me cerró el estómago.- Aclaró, acariciándose el rostro en descenso hasta dejar caer las manos sobre los muslos. Shaka no quiso insistir. Las respuestas que le daba Saga se le antojaban muy directas y cortantes, y cuando sucedía ésto sabía que lo mejor en nombre de la paz doméstica era mantenerse al margen de todo.- ¿Cómo te fue la guardia? - preguntó Saga, dando la media vuelta completa a la silla de oficina para poder ver al forense de frente, quien aún estaba de pie cerca del recibidor, curioseando algo en el móvil que acabó descartando al decidir dejarlo sobre la mesa del salón.
- Ha sido larga...Y aburrida.- Confesó, acercándose a Saga para tantear con discreción su estado anímico.
- ¿Pero no le tocaba también a Mu? Siempre que tenéis guardia juntos os lo pasáis bien, haya trabajo o no...- Saga le observaba a través de la hinchazón que aún sufrían sus ojos después de haber sido atravesados por un maremoto de emociones que aún estaban a medio digerir.
- Sí, pero no sé qué le pasa últimamente a Mu. Hace días que está muy raro conmigo, como si estuviera enfadado u ofendido por algo.
- Pregúntale. Sois amigos, os tenéis confianza.
- Ya lo he hecho, Saga - el joven hindú arrastró uno de los pufs escondidos bajo el reposabrazos del sofá y se lo acercó hacia Saga para tomar asiento en él - y todo lo que me dice es que no le pasa nada. Que son imaginaciones mías.- Shaka inspiró un poco y volvió a pensar en varios momentos tensos de la noche - Que no me haya hablado ni una palabra en todo el trayecto de metro que hemos hecho juntos no son imaginaciones mías. Algo le pasa y no me lo quiere decir.
- Sea lo que sea, tal vez sólo necesite tiempo antes de poderlo compartir contigo.
Shaka asintió mientras se comía el labio inferior y pensaba en lo esquivo y callado que veía a su amigo, pero pronto lo olvidó para dirigir su mirada hacia Saga y formular la pregunta obligada.- ¿Y tú cómo estás? Ayer me fui porque no quería ser un estorbo. Creí que tal vez necesitarías espacio...- musitó, justificando así su temprana huida.
- Sí, lo sé Shaka.- Saga posó su mano sobre las del forense, las cuales mantenía entrelazadas entre la separación de sus piernas encogidas debido a la escasa altura que ostentaba su singular asiento.
- Entonces...¿pudiste...?...ya sabes...
- No quiero hablar de ello.- Saga le miró con una mezcla exacta de ternura y tristeza, insinuando el nacimiento de una pequeña sonrisa que rápidamente murió en el retraimiento de sus labios.- Perdóname, pero es que no estoy listo para poder hablar de ello sin que se me rompa la voz - admitió, entre caricia y carica de su pulgar sobre las manos de Shaka.
- Está bien. Lo entiendo. No pasa nada.- Shaka le sonrió con afecto, deshaciendo el nudo de sus manos para tomar la de Saga y estrecharla cariñosamente.- Has estado escribiendo...y a mano...- los azules ojos traspasaron la barrera que suponía el cuerpo del fiscal para aterrizar sobre la mesa, fijándose en la estilográfica que descansaba al costado de las finas gafas y esos folios de calidad suprema que el fiscal usaba en ocasiones especiales.
Saga ladeó el rostro para visualizar la misma estampa antes de volver su atención hacia Shaka.- Sí. He estado trabajando en el alegato con el que defenderé la validez de mi acusación. Y también en dos discursos para la rueda de prensa que deberé ofrecer una vez haya finalizado el juicio.
- ¿Dos? - se extrañó Shaka. Saga viró su cuerpo ayudándose de la rotación de la silla para tomar dos sobres ya cerrados que ofreció a Shaka. En uno había escrita la palabra Níki y en el otro Ítta*, detalles que hicieron nacer la preocupación en el rostro del hindú.- ¿Qué significa ésto, Saga?
Saga agarró el que lucía la palabra Ítta y lo sostuvo al aire como si así pudiera calibrar el peso de la decisión que guardaba sellada dentro.- Éste será el que lea si pierdo el juicio, Shaka. Aquí hay mi dimisión como Fiscal.
- Tu...¿qué? - Preguntó Shaka, negándose a creer lo que acababa de escuchar.
- Mi dimisión en el cargo de Fiscal General de Atenas.- Especificó de forma redundante.
- Pero ¿por qué?
- Siento que debe ser así, Shaka.
- Te estás precipitando al tomar unas decisiones que modificarán tu vida de forma muy drástica si las llevas a cabo...- Saga recuperó el sobre que leería en caso de victoria y lo juntó con el otro, esbozando unas expresiones que denotaban la firmeza de su voluntad, pese al presunto rechazo del forense.- Entiendo que la experiencia que acabas de vivir te haya sacudido por dentro, pero no creo que sea razón para echar por la borda toda tu carrera, Saga...
- Si no soy capaz de ganar este juicio no tiene sentido que siga ejerciendo de Fiscal.- El tono de voz de Saga se estaba poniendo a la defensiva y su mal carácter se asomaba a través de la contracción de su ceño.- Si no puedo mandar a Hypnos a la cárcel de por vida no se habrá hecho justicia, y si no puedo lograr que se haga justicia habrá muchas heridas que seguirán abiertas. Muchas, Shaka. Porque ya no se trata únicamente de demostrar que es el macabro asesino de una muchacha inocente...Este hijo de puta ha desgarrado la vida de incontables personas. De personas que han perdido años de libertad, años de inocencia, años de tranquilidad...Muchas vidas habrían sido distintas si se hubiese podido hacer justicia cuando se debió...- la agresividad de la voz iba transmutando hacia una peligrosa rabia contenida que comenzó a quebrarla por los bordes - Este hombre es un monstruo con más crímenes sobre sus hombros de los que legalmente tengo permitido imputarle, y si no consigo que se pudra en la cárcel no podré saldar todas las deudas morales que contrajo mi padre. Si sale libre no...no podré aliviar ni una pizca de todo el dolor y sufrimiento que ha esparcido, en su propia familia y en otras. No podré remendar ninguno de todos los errores que cometió mi padre, y mucho menos restaurar el honor que para mí siempre tuvo.
Saga se mordió los labios para controlar la tormenta emocional que seguía removiéndole por dentro, aunque sus ojos habían adquirido de nuevo ese brillo delator de las almas con vida, el cual se había contiado sin quererlo en la mirada de Shaka, quien ahora se hallaba alzándose para apoyar sus manos sobre los hombros del fiscal.- Te estás tomando este juicio de manera muy personal, Saga...
- ¡Es que es personal, Shaka! ¡¿Acaso no te das cuenta?! Es el proceso más personal que he afrontado nunca, y no puedo diseccionarlo para separar todas sus partes.
- No permites que Shura esté contigo por las mismas razones a las que ahora te estás aferrando tú y que, además, te hacen tomar decisiones precipitadas y erróneas.
- He meditado mis decisiones detenidamente, Shaka. No permito que pongas en duda mi capacidad de decidir ni mi derecho a elegir - se molestó Saga.
Shaka inspiró toda la paciencia y calma que pudo, cambiando una réplica que resultaría inútil por un reconfortante estrujón sobre los hombros.- ¿Por qué no te echas en la cama un rato conmigo? Necesitas descansar...- Propuso, cambiando drásticamente de tema para evitar un desgaste de energía innecesario.
- No tengo sueño...- refunfuñó Saga, desviando la mirada lejos de la atención de su joven forense sabiendo que su tono había excedido las pautas del momento.
- Pues no duermas, pero descansa. Al menos hasta el mediodía. No puedes llegar a mañana sin haber sosegado un poco el cuerpo y la mente.
Saga suspiró y se armó de valor para alzar sus agotados ojos hacia la tierna mirada de Shaka y aceptar su propuesta.- Tienes razón...- dijo, posando su diestra sobre una de las manos que Shaka aún mantenía en sus hombros.- Echarme un rato quizás me venga bien, pero antes debo pedirle un favor a Kanon. Algo que urge y por lo que no nos queda tiempo de margen.
- Un favor a tu hermano...- reflexionó Shaka en voz alta - No suena muy alentador.
- No le va a gustar pero no puedo recurrir a nadie más. Aún tiene tu coche, ¿verdad?
- Sí, claro. Por esta razón he tomado el metro al salir del IMF. Me dijo que me lo devolvería al regresar del aeropuerto y dejémoslo en que se habrá olvidado...- se medio molestó Shaka al ser víctima de la falta de palabra de Kanon.
- Pues mejor, porque me temo que lo va a necesitar...
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- ¡Me cago en la puta, Wyvern! ¡No te me duermas! - Un codazo poco medido fue directo al costillar del inglés, que se había quedado frito bajo el cobijo de sus gafas de sol.
- ¡Joder, Kanon! Déjame cerrar los ojos unos minutos...- Rhadamanthys inclinó el asiento hacia atrás y se removió en él hasta dar con una posición más o menos cómoda, cruzándose de brazos cuando la encontró.- Apenas he dormido...
- ¡Pues como yo! No te jode.
- Tú duermes poco, Kanon...no te quejes...
- ¿Que no me queje? ¡Saga me manda buscar a Úrsula Walden ¿y tienes los santos cojones de decirme que no me queje?!
- Calla y conduce...- masticó por lo bajo, acurrucándose mejor.
- Rada, búscame mis gafas también, que no veo una mierda.- Kanon alargó el brazo hacia atrás, tanteando el espacio hasta dar con un bulto que supuso que era su mochila, el cual agarró y lo lanzó directo sobre el vientre del Wyvern.
- ¡Joder! ¡No vas a dejarme dormir, ¿no?!
- ¡¿Tú qué crees?! Si te he pedido que me acompañes es para que me hagas de gps y me amenices el trayecto. ¿De qué me sirve que te pongas a sobar?
Rhadamanthys volvió a enderezar el asiento y se resignó a seguir sufriendo la involuntaria caída de párpados a cada momento mientras abría la mochila e intentaba esclarecer algo entre todo el caos que reinaba ahí dentro.- ¿Pero qué es toda esta mierda que tienes aquí?
Cajetines de tabaco vacíos, envoltorios de dulces industriales, un mechero barato sin gas, un paquete de chicles a medio consumir, las llaves de su piso, la billetera, el estuche que debía contener las gafas de sol junto con su paño para limpiarles, el cual debía haberse evaporado, dos cajetines más con cigarrillos y al fin, bajo todas esas capas de dejadez, las anheladas gafas.
Viejas.
Sucias.
Y ralladas.
Rhadamanthys trató de limpiar los cristales con el borde de su camiseta y al alzarlas para comprobar los resultados de su débil esfuerzo, todo lo que vio fueron rayones que las atravesaban en todos los sentidos posibles.
- ¿Cómo puedes ver algo con ellas?
Kanon se las arrancó de las manos y se las colocó fingiendo apreciar el horizonte con absoluta nitidez.- Pásame un cigarrillo también.
Debatirle todas sus órdenes era una tarea para la que el Wyvern no tenía fuerzas, razón por la que agarró el cajetín empezado y extrajo un par de pitillos. Prendió el primero con otro mechero que halló en los bajos fondos de esa mochila destartalada y se lo pasó a Kanon, quien lo sujetó entre sus labios al tiempo que bajaba la ventanilla y exhalaba la primera bocanada de humo. La marea de sueño que se estaba adueñando de Rhadamanthys amenazaba con dejarlo inoperante si no hacía algo al respecto, por lo que fumar le mantendría ocupado en algo y con el sueño un poco controlado.
- ¿Sabes algo de cómo le fue a Saga con Thane? - preguntó, bajando la ventanilla de su costado para propiciar una corriente de aire fresco que se llevara nicotina y modorra.
- No me ha querido contar nada al respecto. Como si ni se hubieran visto. Me ha esquivado el tema sin siquiera disimularlo.
- ¿Y por qué justo hoy tienes que ir en busca de Úrsula? - siguió hablando Rhadamanthys.- ¿Tendrá que testificar en el juicio?
- ¿Acaso lo sabes tú? Pues yo tampoco.- Las respuestas de Kanon eran ásperas. La llamada de Saga le había molestado por varios motivos; el primero porque ni se le había ocurrido preguntar nada acerca de cómo estaba Defteros ni de cómo había ido el viaje, el segundo porque lo había hecho alrededor de las seis de la madrugada dando por sentado que era de escaso sueño y que lo atendería fresco como una rosa, y el último porque le había exigido, en calidad de asistente del fiscal que era en ese momento, que fuera en busca de esa mujer que se había estado revolcando con su padre durante años y a quien él nunca había podido ver.- ¿Estás seguro que vamos en la dirección correcta, Wyvern?
- Teniendo en cuenta las últimas referencias que recuerdas de ella y el nombre completo, la única Úrsula Walden que vive en Grecia actualmente reside en Esparta...- Reafirmó el inglés, comprobando el perfil hallado en una red social, donde aparecía una tal Úrsula, de unos cincuenta y tantos, propietaria de una tienda de ropa en dicha ciudad.
- Pues acabamos de cruzar el estrecho de Corinto...aún nos quedan dos largas horas de autopista o más para llegar. Como te hayas equivocado te juro que te dejo ahí tirado, haciendo compañía a la estátua del Leónidas.
- ¡Oye! ¡Encima que te acompaño y dejo que me jodas mi preciosa mañana de sueño!
Kanon aspiró otra calada que sostuvo unos segundos dentro para luego irla soltando lentamente. Rhadamanthys apoyó el codo en el borde que dejaba la ventanilla bajada y se dedicó a observar el paisaje y a degustar su propio cigarrillo, evitando entrar en una estúpida discusión en bucle.
- Pon algo de música de lo que tenga Shaka - demandó Kanon, rebajando un poco la intensidad de su enfado mañanero, aunque estar escuchando la radio con constantes interferencias no ayudaba en nada.
Rhadamanthys se irguió en el asiento y rebuscó entre los cd's que Shaka tenía en la guantera.- Si te digo la verdad, de lo que hay aquí no me apetece nada. Es todo música hindú o rara...- señaló, pasando variso cds por la inspección de sus ojos.
- Y la radio aquí se escucha fatal...- se quejó Kanon, intentando por última vez sintonizar alguna emisora que llegara con el sonido claro, acabando en una que retransmitían una misa matinal.- ¡Ostias, no! Misa no, por favor...- Dar al botón de apagadado fue la solución elegida y toda la responsabilidad de poner una banda sonora a la excursión pasó a manos de Rhadamanthys.
- Pues estamos apañados. O música hindú, o instrumental o nada. O a ver, espera...Aquí hay un cd que pone "varios", tal vez no esté mal del todo.- masculló Rhadamanthys, sosteniendo el cigarrillo entre sus labios mientras abría las tapas y extraía el cd.
- Probémoslo...y ya que estás, búscame la tarjeta de crédito. Estoy a punto de tomar la autopista y seguro que nos sablean pronto.
Rhadamanthys volvió a tomar la mochila y hurgó hasta dar con la billetera de Kanon, abriéndola para sacar la tarjeta y de paso, curiosear el documento de identidad del gemelo menor.- ¡Por favor! ¡No podías poner aún más cara de macarra en la foto!
- No me gusta que me hagan fotos, ya lo sabes.- Kanon le miró de reojo, atento a todo lo que el Wyvern estaba curioseando sin su permiso.
- Pareces un traficante, jajaja.
- Creo que me la hice en un fotomatón...y déjalo ya, Wyvern. Ya sé que salgo mal en las fotos, no hace falta que me lo restregues.
Al escuchar esto a Rhadamanthys le embargó una oleada de nostalgia que le hizo viajar unos cuantos años atrás en el historial de sus memorias.- Tú y los fotomatones...¿Te acuerdas de esa vez que nos apoderamos del que había en la parada de metro de Syntagma?
Una larga calada fue la antecesora de otra más corta, y el Wyvern ahogó la colilla en el culín de café frío comprado en un bar y que Kanon había olvidado entre el cambio de marchas y el freno de mano. El abogado accionó el intermitente izquierdo señalando su intención de cambiar de vía y también tiró su colilla en el mismo vaso desechable. Ambos subieron las ventanillas para evitar que el aumento de velocidad creara molestas corrientes de aire. La autopista apenas se presenaba transitada, y alcanzar la velocidad máxima permitida fue un gusto que Kanon se dio mientras recordaba esa noche en cuestión.
- ¿Cuántas fotos nos llegamos a sacar? - Preguntó Kanon, dejando despuntar un pequeño destello de sonrisa.
- ¡Qué sé yo! Un montón.
Rhadamanthys seguía curioseando la billetera de Kanon, que le miró de refilón y frunció el ceño ante la descarada invasión de su intimidad más preciada.
- Va, Rada, deja de manosear mi billetera y dame la puta tarjeta de crédito.- Ordenó, acercándole la diestra con la palma hacia arriba para enfatizar su demanda.
- ¿Qué hace un condón cociéndose aquí dentro?
- ¡Rada, joder!
- Si hasta está caducado...- señaló el Wyvern, regresando el plateado envoltorio a su supuesto lugar.
- Se me ha caducado porque hace un par de meses que no me hacen falta.- Replicó con retintín, siendo obvio para ambos que sus aventuras callejeras habían cesado desde su reencuentro.
- ¿Y ésto? - una foto pequeña, con los bordes arrugados y el color gastado gracias a la tinta barata apareció entre los dedos del inglés - No me jodas, Kanon...¡si es de esa noche que te digo! - con gesto veloz Rhadamanthys se subió las gafas para asentarlas sobre su cabeza, y la sonrisa que no pudo reprimir iluminó los ojos con los que se reconocía en ese paréntesis de tiempo inmortalizado años atrás.
- ¡Sí, ya sé Wyvern! - Kanon comenzó a enfadarse al seguir siendo víctima de esa faceta fisgona que parecía haberse apoderado del inglés.- ¡¿Quieres dejar de meter mano en mis cosas de una jodida vez?!
- ¿Siempre la has llevado encima? - Preguntó Rhadamanthys, ladeando el rostro para observar el perfil concentrado y ceñudo de Kanon.
- Pues sí, ¿y qué? ¿acaso es un crimen?
- No, pero...no sé...es un detalle bonito, Kanon...- Rhadamanthys esperó unos segundos para ver si Kanon le ofrecía algún tipo de réplica, pero la vergüenza que sentía el gemelo al saberse descubierto en uno de sus secretos privó que ésta llegara, por lo que seguir curioseando fue algo a lo que Rhadamanthys no se pudo resistir, hallando otra fotografía pegada a la que les reflejaba de muy jóvenes, y en la que los protagonistas eran Kanon y Saga, con algunos años más de los revelados en la primera. Kanon inspiró sonoramente, haciendo obvio su malestar y se miró de reojo a Rhadamanthys, como si haciendo esto estuviera ejerciendo algún tipo de presión disuasoria.
- Rada, por favor...te lo estoy pidiendo bien, deja de inspeccionar mis cosas.- Dijo secamente.
- Vale, lo siento...- Rhadamanthys guardó las dos fotografías, juntas y en el mismo rincón donde las había encontrado, y abriendo la cartera por la mitad finalmente tomó la tarjeta de crédito y se la tendió a Kanon, que casi se la arrancó junto con algún dedo que se había pasado de invasor.- No te enfades, Kanon...- Susurró, apoyando la cabeza en el asiento, observando a Kanon con una mixtura de ternura y tristeza - es bonito que lleves contigo este tipo de recuerdos. Yo también tengo guardadas todas las fotos que nos hicimos esa noche.
- Déjalo de una vez, Rada. No me gusta verme así.
- ¿Así cómo?
- Pues como un cursi de mierda.
- Te equivocas, ésto no es ser cursi...- un bostezo asaltó la forzada sobriedad que estaba manteniendo Rhadamanthys y cuando pudo cerrar la boca prosiguió con su débil reflexión - ésto significa que tienes algo aquí dentro...- dijo, alargando el brazo para dar un par de palmaditas en el pecho de Kanon antes de removerse otra vez en el asiento, dejar caer la cabeza hacia el lado de su ventanilla y rendirse al ataque de sueño que hacía rato que le estaba acechando todos los sentidos.
Kanon le echó un vistazo por el rabillo del ojo y no pudo evitar sentir una pizca de ternura al descubrirle completamente vencido por el sueño. Aún quedaban muchos kilómetros de carretera, y si tenía que enfrentar el trayecto sólo con la compañía de sus propios pensamientos lo mejor era subir la música y concentrarse en ella.
El cd de variedades de Shaka no resultó ser tan nefasto como lo habían prejuzgado desde un inicio, presentando un completo compendio de clásicos del rock y pop internacional que fue haciendo la conducción más llevadera. La mala posición que al final había ido adquiriendo Rhadamanthys propiciaba que algunos ronquidos espasmódicos escalaran por su garganta, pero Kanon le dejó dormir hasta llegar a las puertas de Esparta, despertándole sin delicadeza alguna para exigirle sus funciones de gps y ubicar la supuesta dirección donde actualmente residía Úrsula.
Las indicaciones del Wyvern les llevaron a cruzar toda la ciudad hasta sus afueras por el flanco sur, yendo a parar a un barrio residencial de casas adosadas con jardín.
Estacionar fue sencillo.
Estirar las piernas, más que urgente y necesario.
Compartir entre los dos otro cigarro se convirtió en la excusa perfecta para ganar minutos a la incerticumbre de acción.
- ¿Vamos o qué? - Rhadamanthys le devolvió el pitillo a Kanon y exhaló el humo mientras escondía las manos en los bolsillos de sus jeans y se encogía ante el viento que escapaba a través de las montañas escarpadas que rodeaban la ciudad.
- ¿Y qué coño le digo, Rada? - Kanon también guardaba su zurda dentro la calidez del bolsillo contiguo a su entrepierna, entreteniéndose la indecisión con pequeños barridos del pie sobre el suelo de tierra de una pequeña plazoleta con juegos infantiles.- "Hola Úrsula ¿te acuerdas de mí? Sí, exacto, ese niñato que nunca te soportó, el hijo malo de tu amante" - expuso con voz de títere.
- ¡Kanon! - le regañó con la mirada - Ya se te ocurrirá algo decente. Va, tira.- El Wyvern le dio una palmadita en el hombro que le invitó a mover sus dudas un par de pasos al frente. La colilla fue apurada al máximo y todo el humo expulsado de sus pulmones, viéndose en la necesidad de carraspear para aclarar la voz antes de tocar el supuesto timbre afortunado con el premio de una buena investigación amateur.
Kanon lo presionó una vez y esperó.
Ambos esperaron notar algún tipo de reacción dentro de la casa, que al parecer estaba habitada, pero completamente en calma.
- Tal vez esté durmiendo aún...- apuntó Rhadamanthys, echando la vista hacia la parte de arriba para otear las ventanas.
- Son las nueve y media de la mañana...ya son horas de estar en marcha.- Refunfuñó Kanon, balanceándose sobre sus pies con evidente nerviosismo.
- Piensa que hoy es domingo. La gente duerme, Kanon...- le recordó Rhadamanthys por encima de su hombro.
- ¡Ya sé que es domingo, Rada! ¡Hasta aquí llego, ¿vale?! - exclamó Kanon visiblemente molesto, dándose media vuelta para acuchillar con la mirada todas las absurdas observaciones que iba haciendo el inglés.
El chasquido de la puerta al abrirse no fue suficiente para robarles la atención que tenían puesta en su estúpida riña, y cuando Kanon volvió la vista al frente palideció de inmediato al descubrir frente a él a una mujer bastante maltratada por la edad, con los cabellos rubios teñidos, ondulados hasta los hombros, los labios pintados de un intenso color rojo y el cuerpo cubierto por un batín de seda bajo el cual se divisaba una estampada camisa de dormir. En la mano que sostenía la puerta a medio abrir se consumía un cigarrillo fino y largo, y los ojos con los que les inspeccionó parecieron brillar cuando sus labios contraídos se partieron al pronunciar un nombre elegido sin apenas pensar.
Y sin errar en el intento.
- ¿Kanon?
#Continuará#
*Níki: Victoria
Ítta: Derrota
¡Gracias Krista!
¡Gracias Doris!
¡Gracias a todos los que nos seguís acompañando! ¡Saludos para todos!
