24. Inevitables

El regresivo conteo mental al que se había encomendado Kanon llegó a su fin, y giró el pomo de la puerta sin siquiera alertar de su intención de acceder.

No se dignó a entrar con cautela, ni con respeto ni mucho menos con discreción. Kanon simplemente entró como si ese espacio fuera el salón de su casa y cerró la puerta a sus espaldas, todo ante la mirada de odio que Saga le mandaba a través del reluciente cristal de sus finas gafas.

- Vete, Kanon.

El menor de los dos hermanos fingió no haber escuchado esa orden masticada por la rabia, y andó desvergonzadamente hacia la zona de trabajo de Shura, huérfana de propietario. Dejó el casco y la chaqueta sobre una de las sillas dispuestas para las visitas, manteniéndose todavía esquivo de la mirada con la que le acuchillaba Saga.

- He dicho que te vayas.- Saga se quitó las gafas y las dejó al lado del papel que contenía el alegato con el que debía inaugurar su intervención. La americana y la corbata colgaban del perchero exclusivo para sus pertenencias y la camisa blanca la lucía con los dos botones superiores desabrochados, dejando entrever sugerentes destellos de su pecho agitado por la furiosa respiración. Kanon seguía obviándole la presencia, experimentando serias dificultades para hacerle frente, puesto que se sabía en gran parte culpable de ese estado de crispación en el que parecía estar adscrito Saga.- ¡Lárgate de aquí! - Exclamó el Fiscal de repente, viéndose obligado a levantarse bruscamente de su asiento para hacer valer su voluntad con sus propias manos si era necesario.- ¡Fuera! ¡No quiero ni verte la cara!

Saga le cogió del brazo para tirar de él y sacarlo de sus dominios a empujones, pero Kanon se zafó del agarre de un tirón, dándose media vuelta hasta quedar sintiendo la agitada respiración de su gemelo contra su rostro.- ¡Lo siento, ¿vale?! - Kanon detuvo los burdos intentos que Saga aún empleó para darle caza y echarlo de ahí, intentando seguir con su sumiso plan.- Ayer fui un gilipollas, lo sé...- admitió cuando Saga dio un par de pasos atrás y se apoyó una mano en la cadera mientras con la otra se sujetaba hacia atrás los mechones que caían en su frente, respirando furia y reteniendo demasiados impulsos que le demandaban reacción.

- En serio te lo digo. Vete Kanon. No quieres estar aquí, así que no estés. Vete donde te plazca.

- ¡Joder, Saga! ¡Me estoy disculpando!

- ¡Como haces siempre! - Gritó Saga otra vez, enfatizando su desazón con bruscos aspavientos.- Primero la cagas, luego te disculpas, pones a cero tus deudas morales y vuelta a empezar. ¡Ya no puedo más contigo, hermano! ¡Me has llevado al límite del hartazgo!

Kanon se mordió un gruñido y negó repetidamente con su cabeza al tiempo que vertía su mirada por las relucientes baldosas del despacho.- Mira quién habla - Contraatacó, observando a Saga de refilón, hallando injusto seguir siendo acusado después de haberse disculpado de corazón.- ¡El empático! ¡El solidario! ¡El agradecido! - Espetó con mordaz ironía.- ¡Aún espero que me des las gracias por haberme tragado un viaje en coche de seis horas que podrías haber hecho tú solito!

- ¡Yo tenía que preparar un juicio! ¡Tal vez no te acuerdes de ésto!

- Ay que joderse...- Masculló para sí mismo, no dando crédito a lo obtuso que se mostraba Saga.- "Gracias, Kanon. Sé que ha sido una putada pedirte ésto. A veces olvido lo suertudo que soy de tener un hermano como tú..." - pronunció con evidente socarronería, acercándose a Saga con el orgullo en alto.- Sólo me bastaba escuchar algo así de tu parte. Sólo éso, y se me olvidaba el no haber casi dormido, el mal rato que pasé e hice pasar a Úrsula y el haber molestado a Rada con algo que no es su problema, todo para no ir solo y matarme de sueño en la carretera.- Saga selló los labios con impotencia, reconociendo en vergonzoso secreto que las palabras de su hermano poseían una gran dosis de razón.- Pero no...- prosiguió Kanon, plantándose ante su gemelo con las manos apoyadas a ambos lados de su cadera.- Tú sólo quisiste "los papeles", "los documentos", "vamos a ver", "vamos a analizar"...- añadió, gestualizando con una mano cada uno de los escarnios despachados.- Ni me preguntaste cómo había ido el viaje, ni cómo había dado con Úrsula ni cómo se encontraba ella...- continuó, enumerando con la ayuda de sus dedos todas y cada una de las faltas de su gemelo.- Nada, Saga...¡Te importó todo una puta mierda!

Saga se rió paladeando el desagradable regusto de la acidez escalándole por la garganta y no se abstuvo de verter otro ataque gratuito.- Como si a ti te hubiera importado alguna vez...Siempre la aborreciste, hermano...

- Sí. La aborrecí. Durante años.- Aceptó Kanon, asintiendo a su vez con la cabeza y un complementario arqueo de cejas.- Jamás se lo oculté pero al fin fui yo quien llamó a su puerta para pedirle ayuda. Yo.- Remarcó, señalándose el pecho.- No tú, que siempre fuiste un asqueroso falso con ella.

Saga soltó un visible bufido mientras rodaba su mirada hacia el techo y también optaba por mantener sus manos adiestradas a lado y lado de su cadera, cambiando el apoyo de su peso de un pie a otro.- Tienes razón. Gracias Kanon. Qué gran honor poseer un hermano como tú. Sin ti no soy nada...- le soltó Saga, esclavo de una contradicción interna cada vez más creciente.- ¿Me arrodillo para besarte los pies también?

Kanon le miró con incredulidad y asombro, sintiendo cómo sus puños se cerraban con fuerza para retener las ganas que le nacían de arrearle un buen sopapo.- ¿Desde cuándo te has vuelto tan capullo? - Saga le evitó la mirada y le dio la espalda sirviéndose de un gesto que desechaba cualquier posibilidad de entendimiento, avanzando hacia su escritorio para evitar zambullirse aún más en una discusión sin sentido.- ¡Que te estoy hablando, joder! - se indignó el menor, que no salía de su desconcierto - ¡Saga! - Dos rápidos pasos le posicionaron justo a sus espaldas, facilitando que le pudiera agarrar del brazo y obligar a darse media vuelta.- ¡Mírame cuando te hablo, ostias!

- ¡¿Qué quieres que te diga, Kanon?! - Exclamó Saga, con la integridad de su voz peligrando. Ofreciendo una mirada que poco a poco iba transmutando de la rabia hacia la desolación.

- ¡Lo que sea, menos esta sarta de gilipolleces que estás soltando!

- ¡Tú mismo ayer me dejaste muy claro que te apartabas de todo!

- ¡Jodeeeeer! - Masticó Kanon, agarrándose con fuerza a sus greñas para no estrangular directamente a su gemelo.- ¡Porque me hiciste cabrear, Saga! ¡Ya sabes cómo de jodido soy cuando me reboto! Además...estoy aquí ahora ¿no? - Añadió, dejando que su zurda se apoyara sobre la mesa de Shura para intentar rebajar la intensidad de sus prontos.

- No te necesito para perder el juicio. Lo puedo hacer yo solo.- Saga ya no pronunció estas palabras a gritos. La aflicción que le embargaba desde que se había visto con Thane estaba sometiendo los últimos vestigios de razón y autoconfianza que aún le podían quedar en pie, y todo lo que pudo hacer en ese instante de absurda confrontación fue apoyarse con el trasero en su escritorio, rendirse sobre él y sostenerse con ambas manos al borde de la mesa.- No quieras participar de mi derrota...

Kanon arrugó el ceño y le penetró con la mirada al tiempo que decidía acortar la distancia que les seperaba.- ¿Qué cojones te ocurre, Saga?. El hermano con el que he llegado hasta este jodido punto de la vida no se deja acobardar por nada. Ni por nadie.

- El hermano que tú dices hoy no existe.- Un inconsciente encogimiento de hombros le hizo parecer frágil. Peligrosamente quebradizo.- Me he dado cuenta que he vivido empeñándome en emular a un hombre que jamás me encomendó dicha misión, y ahora no sé qué hacer sin amarrarme a esta idea...No sé cómo proceder...- La mirada de Saga comenzó a nublarse, pero su corazón ya estaba entregado a la complicidad que sabía que, a pesar de todo y todos, sólo hallaba con él. Con su gemelo.- Por primera vez en mi vida no sé cómo afrontar un juicio. Dudo de poder hacerlo, de ser todo lo capaz que siempre me creí...

- Eres imbécil.- Le soltó Kanon sin pensar.- Mil veces te lo he dicho, Saga...Mil veces. O más. Que no necesitabas imitarle para ser tan o más bueno de lo que pudo haber sido él. Pero claro...tú nunca me has escuch_

- Siempre lo he hecho, Kanon- Le cortó Saga.- Pero me daba miedo que tuvieras razón. Porque si la tenías y dejaba de aferrarme a la necesidad de honrarle con todos y cada uno de mis actos, temía olvidarle...

- Eso no lo harás nunca. Aunque quieras. No lo harás, Saga.- Le dijo Kanon, manteniendo sus miradas unidas.- Fíjate en mí sino...Convenciéndome durante toda mi vida que odiarle era lo mejor...¿de qué coño me ha servido? ¿Acaso he podido olvidarme de él?

Saga le sostuvo la mirada unos instantes más antes de verse con la necesidad de desviar la suya, borrando con sus dedos una incipiente lágrima que estaba a punto de escapar.- Tú y yo siempre tuvimos maneras muy distintas de relacionarnos con papá...- susurró Saga, aspirando una imperiosa bocanada de aire para destensar ese incipiente nudo que no quería en su garganta.- Muy distintas...- remarcó, ya no sabía si para los dos o sólo para él.

Kanon se quedó mirándole fijamente, hallándose huérfano de correspondencia. Descubriendo a su hermano desarmado por completo, y esa evidencia no le gustó.

No le gustó porque Saga siempre había sido su bote salvavidas, a sabiendas o como consecuencia de la vida que, sencillamente, les unía. Y ser consciente de cómo se estaba llenando de agua y comenzaba a hundirse sin hacer nada para mantenerse a flote, no le auguraba nada bueno. Y mucho menos cuando las implacables manijas del reloj les iban acercando a un juicio sin retorno donde había demasiado en juego.

Kanon ya no sabía qué hacer ni decir para conseguir que el Fiscal General de Atenas resurgiera de sus propias autocompasiones y recobrara esa seguridad en sí mismo que él tantas veces había envidiado. No estaban en sus manos las herramientas persuasivas que tal vez pudiera poseer Shaka, ni toda la colección de razonamientos lógicos y plausibles con los que le podría acompañar Shura. Kanon sólo se tenía a sí mismo para intentar rescatar a Saga de ese pozo dentro del cual parecía protegerse, y sin darse más tiempo para pensar comenzó a compartirle lo que le surgiera del corazón.

- Ayer vi a Thane.- Soltó, acercándose con lentitud hacia Saga, quien le miró de refilón sin abandonar ese gesto vencido. Y sin hacer nada para evitar que Kanon también apoyara su trasero sobre el mismo escritorio que sostenía sus desconocidos miedos.- Fui a su casa después de cabrearme contigo y le exigí comunicarme con papá...- Saga seguía observándole, ahora apenas a un par de palmos de él, guardando un necesario silencio ante una revelación que no le tomaba por sorpresa.- No se lo pedí, Saga...Se lo exigí...- Kanon ladeó el rostro, observando la imagen codificada de su gemelo gracias al velo que conformaban varios mechones desordenados.- Joder...ahora lo recuerdo y me doy cuena que me comporté como un completo egoísta. Como si Thane tuviera la culpa que el odio con el que yo mismo me he estado envenenando toda la vida quemara de esa forma dentro de mi pecho...- prosiguió, llevando la vista hacia ningún lugar, uniendo las manos en un lazo que dejó descansar sobre sus muslos.- También vi a papá, supongo que como pudiste hacerlo tú...Y tampoco me gustó lo que él hizo conmigo en ese momento...- susurró, buscando de nuevo verse reflejado en la mirada de cercanía que le ofrecía Saga.

Saga inspiró largamente antes de ceder a las demandas de empatía que Kanon le había reclamado instantes atrás.- ¿Qué fue lo que hizo?

Kanon esbozó esa media sonrisa tan suya mientras bajaba la mirada un instante y volvía a hizarla mostrándola más brillante.- Me arrebató de un plumazo todo ese odio que tan bien me había ido para protegerme de mis contradicciones, de toda esa mierda de sentimientos que nunca he sabido manejar...- Dijo, sin apenas respirar.- Me vi aceptando que...joder...- Las manos deshicieron su unión y también buscaron agarrarse al borde del escritorio para permitir que Kanon reacomodara el peso de su cuerpo y hallara algunas palabras que no arañasen su garganta - ...Que le extraño, Saga...- Confesó al fin, volviendo a refugiarse en los verdes y acuosos ojos de su gemelo - Sí, Saga. Le extraño. Pero lo más jodido es que hecho en falta todos esos momentos que yo mismo saboteé sin sentido. Me arrepiendo de haber sido tan desagradecido, tan distante...tan...imbécil...Me arrepiento, y ya no puedo solucionarlo...y esta sensación sigue doliendo, tanto o más que el odio este de los cojones que no deja de consumirme...Y...- Saga iba a decir algo, pero la borrosa mirada que le mandó Kanon impidió que lo hiciera - Y luego estuve con Defteros...él vino a buscarme a casa de Thane, y hablamos...durante horas, hablamos...De nosotros...de él y papá...de lo que pasó entre ellos...del daño que ambos hicieron a mamá...- Kanon tragó saliva antes de poder seguir, hallando en Saga esa cómplice compañía que en realidad jamás le había fallado - Mamá...también la vi, Saga...En "un mal día" como ya le avisó a Def la enfermera que estaba con ella...Durante todo el rato que duró la video-llamada estuvo confundiéndole con papá...y él le seguía el hilo...Y lo hacía con un amor tan incondicional que no sé si tú o yo llegaremos a experimentar jamás...

- ¿Y qué quieres decirme con todo ésto, hermano? - Preguntó Saga, dejando que un par de discretas lágrimas surcaran sus mejillas.

- No lo sé, Saga...- Kanon se encogió de hombros - No lo sé...Solamente que tal vez debemos asumir que nosotros dos somos sus consecuencias, y que no debemos responsabilizarnos de lo que ellos tres decidieron hacer con sus vidas...Que la vida misma ya los castigó bastante para que nosotros dos sigamos juzgándoles...Para que sigamos odiando...Odiar agota, Saga...Y yo ya no puedo más...

Saga se frotó ambas manos por el rostro, respirando a través del espacio que dejaban una vez se asentaron sobre sus ojos y mejillas, tomándose un tiempo antes de ascender y llevarse los sueltos cabellos hacia atrás.- Defteros a venido a verme esta mañana, y tampoco le he tratado bien...- Confesó a media voz, manteniendo la mirada fija en algún punto ilusorio frente a él.- Supongo que tienes razón...Nada debió ser fácil para él tampoco...

- No, Saga.

- Me ha dicho que estará en el juicio, para lo que haga falta.- Ahora sus ojos buscaron la complicidad de Kanon a la vez que bajaba los brazos.

- Pues úsale, Saga. Está aquí para ayudarnos. A los dos, aunque tú te empeñes en creer que sólo le importo yo.

- Ya lo sé...- admitió Saga, muy a su pesar.- Pero la cruda realidad es que no he preparado nada que valga la pena, Kanon. Nada de lo que tengo es consistente. Y para colmo, mi alegato es una mierda...- Añadió ojeando de refilón los papeles que se hallaban a sus espaldas, olvidados sobre el mismo escritorio que les servía de asiento.

Kanon se giró sobre sí mismo para poder dar alcance a dichos papeles y dedicarles una rápida ojeada. Una lectura en diagonal que se zanjó con la intempestiva rotura de todas esas palabras vacías por la mitad.

- ¡¿Pero qué haces?! ¡¿Te has vuelto loco?! - Exclamó Saga, con los ojos casi fuera de sus órbitas al ver que Kanon seguía desmenuzando en infinitos pedazos la inauguración de su intervención.

- Tienes razón. Es una mierda, Saga.

- ¡Pero al menos era "algo"!

- Improvisa.

- ¡Esto es un juicio, no un juego!

Kanon se plantó frente a Saga, dejando aterrizar las manos sobre los hombros de su gemelo. Aprovechándose de la ventaja en altura que le otorgaba la vencida posición del Fiscal, aún contra la mesa.- Los tribunales te gustan. Y tú les gustas a ellos. No necesitas un guión. Es la enésima vez que te lo digo, Saga...hazme caso, joder...

- Y es la primera vez que actúo ante un tribunal popular...no se puede ir así de desprovisto...

- Tú lo has dicho: "actúas". Y actuando eres jodidamente bueno, Saga...Cuando quieres lo petas, así que sal ahí y haz que todo este público que hoy tienes de regalo te mire. Que te escuche. Que te crea.

- Piensa que luego viene el alegato de la defensa, que no jugamos solos.

- ¡Lárgales el discurso de tu vida! Que en sus cabezas no les quede espacio para poner otras palabras. Que sean las tuyas las que se queden bailando con sus neuronas.

- Yo nunca he actuado así, Kanon. Siempre me he preparado los discursos, los interrogatorios...He obrado según mis esquemas y planes...No he dejado nunca nada al azar...

- Pues hoy será distinto. Hoy debutas en tu papel principal de Fiscal Saga Samaras. Y algo debe cambiar para que el rol del "Fiscal hijo de" quede atrás.

Saga no replicó. Bajó la vista y oteó el suelo. Las piernas de Kanon firmes frente a él. Sus propias piernas medio relajadas debido a su posición abatida. Focalizó las sensaciones de su cuerpo en la reconfortante presión que notaba asentada sobre sus hombros e inspiró fuerzas y coraje para buscar el reloj de pared que presidía su despacho y asumir de una vez por todas la realidad.- Quedan unos cuarenta y cinco minutos para que empiece el juicio...

- Entonces vamos bajando, ¿no?

Kanon se apartó de él lo suficiente para poder ofrecerle una mano que fue encajada por otra. Afianzada con fuerza y usada como tirante para abandonar la cómoda justificación de demasiados miedos.

- ¿Puedo preguntar qué o quién te ha hecho cambiar de opinión? - Kanon soltó la mano de su gemelo y andó hacia el territorio de Shura, enfundándose la chaqueta de cuero antes de colgarse el casco del antebrazo y hacerse con un cigarrillo que ya vería dónde se lo podría fumar.- Kanon...

- Soy tu gemelo.- Masculló, con el pitillo apagado entre los labios mientras sus manos se dedicaban a guardar en los bolsillos todos los pequeños objetos que hasta entonces habían estado dentro del casco.- Nos guste o no somos inevitables, hermano.- Concluyó, liberando sus labios para asentar el cigarrillo sobre su oreja a esperas de poder extinguirlo.

Saga se encaminó hacia el perchero donde había dejado la corbata y la americana, asiendo ambas prendas sin intención de vestírselas todavía.- Aunque seamos inevitables, te juro que hoy te daba por perdido.- El siguiente destino fue el escritorio, dónde recuperó y enfundó sus gafas y acto seguido se inclinó hacia los pies del mismo, zona reservada para el maletín que siempre le acompañaba y que esa mañana contenía la preciada información cedida por Úrsula.- Sea como sea, gracias Kanon.- Dijo, alcanzando la posición de su gemelo.

- Dáselas a Rada...- Murmuró a media voz, apresurándose hacia la puerta para evitar zambullirse en una espiral de admisiones que no dejaban su propia responsabilidad moral en muy buen lugar.

- ¡Lo sabía! - Exclamó Saga, sorpresivamente feliz.- Auguraba que Rhadamanthys ha tenido algo que ver.

- Bueno, vale. Sí.- Admitió Kanon al fin, abriendo la puerta.- Se puede decir que muchas ganas de venir no tenía, y que Rada me ha hecho ver las cosas de otra manera...

- Siempre aterrizándote ¿me equivoco?

La zona de los despachos de la Fiscalía quedó atrás, y sus acompasados andares les condujeron directamente hasta el ascensor.

- Que el Wyvern tampoco es un santo, eh. No jodamos.

- Es lo mejor que te ha pasado en la vida.

- Es un cabronazo que a veces tiene muy malas ideas.- El ascensor no acudía a su planta, y Kanon volvió a presionar el botón de llamada, puesto que era él quien había quedado más cerca.

- ¿Como cuales, a ver?

- ¿A ti te parece ético que me arranque las sábanas y me arrastre a la ducha para abrirme el grifo directamente con agua fría? Te juro que lo habría estrangulado. Es más, lo he intentado.

Saga se rio. Por primera vez en días se rio despejando un poco todas esas nubes que copaban su cabeza, consiguiendo que su hermano le mirara de refilón y esbozara una sonrisa que pasó de la ternura a la picardía en cuestión de milésimas de segundo, reviviendo ciertos momentos experimentados con el culpable de su mal despertar.

- Apuesto a que ha sido una escena digna de ver.

- Digna, digna...pues no sé. ¿Te cuento cómo ha acabado?

- No, no, gracias.- Saga declinó la oferta oliéndose el cariz que ese momento podría haber tomado.

- ¿Te acuerdas que Rada no puede con los chupetones?

- Kanon...no sigas, por favor...

Finalmente el ascensor abrió sus puertas y ambos se adentraron en él, gozando de la suerte de no tener que compartirlo con nadie más.

- ¿Te acuerdas o no?

- Sí. Me lo has contado desde que éramos jovencitos. Te encantaba hacerle rabiar con eso.

- Pues ahora lucirá uno que al menos le durará una semana.

Saga negó con la cabeza, liberando esa tenue sonrisa que le destensaba un poco el rostro, hasta que lo giró hacia Kanon y se fijó en su mirada de satisfacción ante la maldad perpetrada. Bajando lentamente su inspección hacia las vestimentas que adecentaban el cuerpo de su gemelo. Ardiendo de repente en la necesidad de convencerse que Kanon aún debía cambiarse de ropas...Que las buenas, las elegantes, las que él mismo le había dejado las debía tener en...

...en...

¿en dónde si el casco le revelaba que había acudido en moto?

- Kanon, dime que Rhadamanthys te está guardando algún atuendo más adecuado y que antes del juicio te cambiarás...

- Sí, sí. No te preocupes. Rada debe estar por aquí con la americana que me he olvidado en la moto antes de entrar.

- ¿Metiste mi americana en la moto? ¿Dentro de la moto?

- Bueno, sí...bajo el asiento. En el huevo, Saga.

La tez de Saga volvió a recuperar la palidez que le había embargado durante toda la mañana. Pero ahora el culpable de hacerle parecer sin vida no era el inminente juicio, sino el maltratado destino que había sufrido una de sus preciadas piezas de vestir dejadas en préstamo indefinido.

- ¿Y los pantalones?

- ¿Los pantalones? - repitió Kanon, mirándole con sincera sorpresa.- En casa. Iré con los vaqueros.

- ¡¿Qué?! ¡No puedes presentarte así en un tribunal! ¡Lo sabes, joder! - Se exasperó Saga.- ¡Te dejé dos trajes completos! ¡¿Cómo se te ocurre usar sólo la mitad?!

- ¡Los pantalones no me van bien!

- ¿Cómo no te van a ir bien si tenemos la misma talla de todo? - Masticó el Fiscal, incrédulo ante esa colección de burdas excusas.- Además, te estás quedando en los huesos. Hasta te deberían ir holgados.

- ¿Qué quieres que te diga? No se me amoldan bien y punto. Esta tela - dijo, pellizcando el tejido que cubría la entrepierna de Saga, quien se rindió a un inconsciente espasmo de protección - es tan...tensa...que no sé cómo acomodarme la mercancía. Todo roza ahí, y ya sabes lo que pasa cuando se roza demasiado.

- Me superas...- se quejó Saga, agradeciendo la apertura de puertas de la planta elegida.- Cuando te pones a pensar en guarro te juro que me superas...

- ¡Estoy hablando de temas fisiológicos! - Exclamó Kanon, asiéndose con ambas manos al borde de la apertura para impedir el cierre automático.- No me digas que al andar no te pones nunca cachondo con el roce de la tela por aquí y por allá...

- ¡No, Kanon, no! Estoy acostumbrado a ello.- Saga se detuvo para darse media vuelta y comprobar porque la voz de su hermano se iba alejando a medida que sus pasos avanzaban.- ¿Vienes conmigo a la sala procesal o no?

- Deja que vaya a fumarme el cigarro y a buscar la americana...Rada debe estar subiéndose por las paredes al no verme por ningún lado.

Saga comenzó a inspirar todas las dosis de coraje, temple y paciencia que le iban a urgir durante ese largo día repleto de aristas emocionales e incertidumbres procesales. Kanon seguía sujetando la puerta como si aguardara algún tipo de permiso para desaparecer y al final Saga sucumbió al influjo de su gemelo.

- Si ves a mi secretaria le pides las pertinentes disculpas por todo lo que has hecho con ella y le dices que ya puede subir.

- ¡¿Me has escuchado?!

- ¿Pero qué te has pensado? ¿Que mi despacho es un búnker aislado de todo mal? ¡Pues claro que os he oído!

- ¡¿Y no has hecho nada para evitarlo?! ¡Con lo fácil que habría sido que me abrieras la puerta y listo!

- Estaba muy cabreado contigo, Kanon. Lo último que deseaba hace apenas media hora era tenerte cerca.

- ¿Y ahora? - Inquirió, recuperando el tono guasón que tan bien le iba para destensar el mal humor de su gemelo mayor.

- Somos inevitables, Kanon. Tú lo has dicho. Te asumo como una parte indivisible e irreparable de mi razón de existir.

- Yo también te amo, Saga...- se rio Kanon, soltando las puertas y guiñando un ojo en plan picarón.- ¡Diez minutos y estoy contigo!

Saga dio media vuelta y emprendió el camino hacia la sala que el Juez Dohko había asignado para llevar a cabo el juicio más mediático que había conocido la ciudad de Atenas en años. Con él avanzaban toda una colección de miedos, dudas, reservas y nervios que sólo había experimentado cuando la mentira fue su bandera y el objetivo mantener a su hermano en la orilla segura de la vida. Aunque ahora todas esas sensaciones le acompañaban con una gran diferencia...

Ahora la verdad estaba de su parte, y debía convencerse de ello.

Únicamente convenciéndose a sí mismo podría lograr convencer a alguien más, y ya se estaba demorando en asumir que por la noche Hypnos ingresaría en prisión...

...y que lo haría para no volver a salir.

#Continuará#


¡Gracias Krista!

¡Gracias y saludos a todos los que sigáis con nosotros!