26. Afrodita
Afrodita apenas se movió cuando detectó la presencia de Kanon acercándose hacia él, aunque su mirada sí que se atrevió a realizar un veloz análisis de la jugosa escena que se estaba gestando a su alrededor, estirando los labios en una traviesa sonrisa que culminó con la reanudación del rápido tecleo de las letras de su portátil.
Kanon tomó asiento detrás suyo y no se le ocurrió otra cosa que cruzarse de brazos sobre el respaldo de la silla ocupada por el periodista. El nuevo chicle con el que intentaba calmarse el nerviosismo ya había conseguido esa textura propicia para estirarse a voluntad, y su lengua comenzó a jugar con la masa hasta conseguir formar un proyecto de burbuja que tuvo la decencia de hacer hacer explotar de labios para adentro. Afrodita parecía ser inmune a las ganas de incordiar que le presentaba Kanon, pese a sentirle la respiración cerca de su oído. Una ligera sacudida de cabeza hizo que los cabellos del joven reportero se estamparan contra la entrometida faz del abogado, ocasionándole un repentino cosquilleo en la nariz que tuvo que aliviar con un par de fregatones de su dedo índice.
Estaba claro que ese gesto había sido toda una declaración de intenciones y Kanon le respondió con la ejecución de un nuevo globo de chicle, esta vez con vistas hacia fuera y sirviéndose de la suficiente insuflación de aire para hacerlo estallar, tal vez un poco demasiado cerca de unos cuidadísimos y perfumados cabellos ondulados.
- ¿Tu hermanito el Fiscal no te hace caso y ahora buscas jugar conmigo?
El sueco giró levemente el rostro, oteando muy de refilón el rostro de Kanon, concentrado en las palabras escritas sobre la pantalla de lo que parecía ser un servidor de publicación en streaming.
- Vaya...veo que sabes quién soy...
- Por supuesto. Eres la copia en blanco y negro del excelentísimo Fiscal General de esta ciudad, el cual hoy parecer haber perdido todo el brillo que alguna vez le caracterizó.
- ¿Y ésto es lo que estás relatando en tu periódico online de "alta gama"? - preguntó Kanon sin escatimar en retintín - ¿Que el Fiscal llega sin brillo?
- "Sin brillo...- repitió Afrodita, llevándose el bolígrafo a los labios para darle unos sensuales mordisquitos antes de proseguir, rindiéndose del todo al juego presentado por Kanon al hacer rotar el portátil sobre su rodilla alzada para facilitarle una lectura más clara de lo que estaba a punto de subir - sin elegancia y sin la seguridad a la que nos tenía acostumbrados, acercándose muy peligrosamente al borde del abismo por el que siempre camina su hermano gemelo, ese abogado de farándula incapaz de dar un paso sano y que por fortuna hoy parece dispuesto a regalarnos el estreno de su último espectáculo".
- Shhhh...Silencio por favor. Se recuerda que no están permitidas las interacciones entre las partes procesales y el público asistente.- Alertó uno de los alguaciles.
Afrodita sonrió con enorme satisfacción, apretó la tecla "enter" y el post apareció publicado en la crónica al minuto que estaba redactando. Kanon hundió la nariz en el cruce de brazos que aún se apoyaba en el respaldar del periodista y tragó con pesadez la rabia que sentía escalarle la garganta.
- Lo que escribes es bazofia. No debe interesarle a nadie.- Masticó con desdén, ahogando su voz contra la manga de la americana.
- ¿Tú crees? - Afrodita volvió a mordisquear el extremo del bolígrafo con el que entretenía sus dedos, aguardando el momento en que el cómputo de "likes" comenzó a subir y los feedback de los lectores pasaron a engrosar una larga lista de opiniones subjetivas que iban desde algunas palabras que clamaban moderación hasta el escarnio más bajo y sucio, sin olvidar de compartir varios emoticonos que reflejaban risas y burlas además de la aparición de algunos "memes" donde se veía a los gemelos retocados con garabatos ofensivos y frases de pitorreo.- Tú y tu hermano hoy sois las estrellas...- Añadió, deslizando el dedo por el mouse del portátil para ir revisando todas las instantáneas respuestas que estaba obteniendo su última publicación.- Os estoy haciendo famosos. Deberías agradecérmelo.
- Eres un jodido asqueroso...
- ¡Silencio! - Bramó el mismo funcionario de antes, que ya no les quitaba el ojo de encima.
Este repentino grito consiguió arrancar a Saga de su propio mundo de dudas y nervios, y cuando alzó la vista únicamente atinó a ver cómo Kanon afanaba el ordenador portátil de Afrodita y se lo llevaba con él fuera del tribunal, siendo perseguido al acto por su sorprendido y legítimo propietario.
Las grandes puertas de acceso se abrieron de sopetón para dejar salir la figura espiritada del abogado seguida del molesto periodista, quién logró detener ese derroche de estupidez con un certero agarrón del brazo de Kanon.
- ¡Devuélvemelo!
- ¡Lo que haces con ésto es una mierda! - exclamó Kanon, estirando el brazo para apartar el ordenador portátil lejos del alance de Afrodita.- No es periodismo objetivo. Manipulas el pensamiento de los lectores y te revuelcas como un cerdo en detalles que no aportan información contrastada.
- Lo que yo ejerzo se llama "libertad de prensa y expresión" y está avalada por la Constitución de este país. Te lo aclaro por si es un detalle que se escapa de tu conocimiento.
A Kanon no le faltaban ganas de estampar ese chisme contra el suelo y hacerlo estallar en mil pedazos, e incluso cedió al irracional impulso de alzarlo aún más para que el choque fuera más destructivo. Afrodita tragó saliva al apreciar cómo la integridad de su caro ordenador peligraba, pero no hizo nada. Sencillamente aguardó el desastre sabiendo que si se hacía añicos gracias a la acción de manos ajenas tenías todas las de ganar, aunque el suspiro de alivio que escapó a través de sus labios cuando vio que Kanon recapacitaba fue imposible de disimular.
- Aunque me lo cargue puedes seguir publicando con alguna tablet o el mismo móvil...- Kanon cambió el rumbo de su rabia y dejó que ésta se descargara contra el pecho del periodista, que abrazó el ordenador como si fuera su tesoro más preciado.- Métetelo por donde te quepa.
- Vaya, veo que a veces eres capaz de armar una deducción aceptable...- se sonrió Afrodita, acompañando sus siguientes palabras con un tono picarón.- Tus pataletas infantiles no van a callarme, querido. Y tienes razón en algo: con portátil o sin él, seguiré compartiendo mi visión de la jugada.
Kanon había intentado pasar de él. Hacer caso de las mismas recomendaciones que instantes atrás había ofrecido a su hermano. Incluso había sido capaz de reconsiderar sus acciones y darse cuenta que no ganaba nada rindiéndose a la furia interna que le generaban la prepotencia y el descaro que poseía ese niñato de postín.
Pero la realidad era que le había superado. Tal y como ahora comprendía que le sucedía a Saga cuando lo sabía cerca.
Ese periodista de medio pelo era, simple y llanamente, irritante.
Muy irritante.
El ser más jodidamente irritante que se había echado en cara en mucho tiempo, y que siguiera fanfarroneando a sus espaldas, recordándole cuán avalado estaba por la ley y cuántas sandeces más tenía pensado publicar sin que nadie pudiera impedírselo...éso...
Éso le remató.
Kanon se giró de una arrebolada, extinguió la distancia que le separaba de Afrodita y su perfumada petulancia, lo agarró de las solapas de la camisa y lo empujó hacia una puerta próxima que pasaba desapercibida a la vista de casi todo el mundo. El ruido de un cubo precipitándose al suelo fue sólo el preludio del desastre que culminó con la caída de dos palos de fregona sobre la cabeza de Afrodita y algún rollo de papel de WC de tamaño industrial rodando por el suelo. La luz se prendió automáticamente al detectar presencia y Afrodita se halló preso entre una estantería de productos de limpieza y las garras de Kanon amenazando la pulcritud del cuello de su camisa.
- ¡Te juro que me vienen ganas de bajarte la fanfarronería junto con todos tus dientes!
- ¿Ahora sale a flote el macho alfa que llevas dentro? Creía que ese era tu hermano...
- ¡Cállate de una jodida vez!
Las baldas de la estantería metálica se clavaban en la espalda del periodista, pero Afrodita no dio ninguna muestra de dolor o incomodidad. Es más, a pesar de sentirse amenazado y acorralado, esa situación se le antojaba sumamente divertida, sabiendo que tenía en su mano todas las cartas para ganar ante la burda jugada de farol que se empeñaba en presentarle Kanon.
- ¿Y qué vas a hacer sino? - Inquirió a través de su media sonrisa, entrecerrando los ojos en plan juguetón al tiempo que alzaba el ángulo de su mentón.- ¿Vas a golpearme? ¿Vas a...robarme el ordenador y el móvil y la billetera? ¿Vas a...meterme mano...? - Continuó enumerando con pensada cadencia.- Tienes un buen polvo...esto no te lo puedo negar, querido...
La puerta del cubículo se abrió sobresaltándoles a ambos, dejando entrever el hocico de un carrito de la limpieza junto con sus intenciones de entrar. Un carrito que Kanon se apresuró a echar de allí sirviéndose de otro empujón que colisionó contra la señora que iba con él.
- ¡Largo de aquí! - Bramó Kanon, completamente fuera de sí.- ¡¿No ve que estamos ocupados?!
Ahí Afrodita no pudo contenerse más. Comenzó riéndose por lo surrealista que se estaba volviendo esa situación, terminando siendo víctima de una infinita carcajada capaz de arrancarle algunas lágrimas que inundaron sus ojos y acompañaron la tensión abdominal que le producía el no poder parar de reir.
- ¡Qué maravilloso eres, Kanon! - Continuó riéndose Afrodita, luchando consigo mismo para poder mostrarse un poco más calmado.- ¡Qué artes tan deliciosas tienes para echarte piedras en tu propio tejado! - Kanon sentía su respiración acelerada. Notaba cómo le dolía la quijada por la presión con la que apretaba sus dientes, y la furibunda mirada con la que pretendió amedrentar al peridoista no consiguió otra cosa que volver a despertarle una nueva serie de risotadas que le doblaron los abdominales.- ¿Y...y ahora...qué harás cuando salgas de aquí? - Afrodita aspiró una gran bocanada de aire para tratar de recuperar un poco de compostura. La atmósfera de ese cuartito era asfixiante y sus mejillas se presentaban arreboladas por el golpe de calor que esos ataques de risa le habían ocasionado. Con la mano que no protegía el ordenador portátil se peinó los mechones ondulados que jugaban a esconder su rostro completamente extasiado por la diversión al tiempo que su mente cabilaba mill y una ideas para postear en su sección informativa.- ¿Cómo justificarás que salgamos los dos de un cuarto oscuro? Puedo...jajaja...puedo escribir que me has acosado...Que el circunsancial asistente del Fiscal sigue siendo víctima de una preocupante promiscuidad que no le impide buscar saciar sus instintos más básicos aprovechándose de la buena fe de cualquiera que se le ponga delante...- La respiración de Kanon escapaba por su nariz con ráfagas cada vez más furiosas, viéndose obligado a cerrar sus puños con fuerza para impedir que se descargaran contra el fino rostro de ese joven enfermo de desfachatez extrema.- Puedo redactar que me has intentado sobornar con favores sexuales para que no "toque" la reputación de tu hermanito...¡Puedo redactar tantas cosas amparado por la estupidez que has cometido de meternos aquí! Jajajaja...Eres divino, en serio...
La risa que hacía estallar las lágrimas de Afrodita cesó de golpe.
El periodista no supo cómo pasó...
Sólo que pasó.
Como si se hubiera producido un recorte en el espacio-tiempo. Un lapsus dimensional que le posicionó de nuevo con la espalda contra los estantes y le presentó sus partes bajas estrujadas con tanta fuerza que el dolor que le nació en la entrepierna se extendió rápidamente por todo su cuerpo, robándole el color de sus mejillas y sembrándole la frente de un sudor frío que nada tenía que ver con la transpiración surgida de su reciente ataque de diversión.
- Sigue escupiendo capulladas y te juro que no sales de aquí con los huevos enteros...- Masticó Kanon, hallándose al borde de la pérdida absoluta de auto-control. El brazo izquierdo se apoyó contra el cuello de Afrodita, inmovilizándole aún más al tiempo que su diestra ejercía una nueva presión al agarre de sus testículos.- Puedo seguir apretando hasta dejarte inútil como un eunuco...sin ganas de follar para el resto de tu vida...- La garra de Kanon se clavó un poco más, gestando la aparición de un leve gemido que traspasó la garganta del peridosita a duras penas. La presión que ejercía el brazo del abogado sobre el cuello comenzaba a ser excesiva y Afrodita se vio en la tesitura de reclamarle compasión con una muda demanada expresada a través de la mirada casi opacada. Kanon le observaba de cerca a través de la ceguera que le provocaba su propia frustación. Su ofuscada y verde mirada oteaba con rápida intermitencia el clamor que le enviaban los irises del joven periodista y su respiración agitada rebotaba contra el rostro cada vez más pálido que comenzaba a agonizar de verdad.- ¡Mierda! ¡Mierda, joder!
Kanon le soltó.
De arriba y de abajo.
Le soltó y se apartó de él todo lo que el pequeño espacio le permitía, hallándose sumido en la propia impotencia de haber fracasado ante un chaval de ego inflado y lengua viperina.
Afrodita se dobló sobre sí mismo, protegiéndose la entrepierna con ambas manos a la vez que batallaba con un asalto de tos por la descompresión de su garganta, y Kanon le observó odiándose por haber sido tan pueril de caer en unas redes que se había tendido él solito. Maldiciéndose por haber dejado a Saga solo...otra vez. Fustigándose en silencio al darse cuenta que había cedido al pulso presentado por su propia frustración y había acabado ejerciendo el uso excecrable de la violencia ante unas provocaciones que deberían haberle resbalado como el aceite.
- Escribe lo que te de la puta gana...- Masculló con la voz vencida y la adrenalina completamente diluída.- Métete conmigo todo lo que te salga de los cojones, porque seguramente lo que puedas decir de mí será verdad.- Reflexionó, más para sí mismo que para el periodista.- No debo pretender engañar a nadie...Soy lo que soy y no brillo en nada, pero no juegues con el trabajo y la responsabilidad de mi hermano...- Afrodita seguía doblado, hasta el punto que se dejó caer de rodillas para poder lidiar con el intenso dolor que seguía emanando de su entrepierna.- Esto es un juicio muy serio, chaval...- prosiguió Kanon, acortando la distancia para agacharse ante Afrodita y recoger el ordenador portátil que en algún momento se había precipitado al suelo.- Que yo no cuaje dentro de las circunstancias no implica que lo que hoy se juega aquí no sea algo gordo e importante...- después de abrirlo levemente y comprobar que ni la pantalla ni el teclado habían sufrido daños lo volvió a cerrar, tomando el brazo del periodista para poder entregarle su herramienta de trabajo.- Si quieres postear mierda sobre mí, adelante...siéntete libre...Tal y como dices, nadie ni nada puede impedírterlo, pero yo te pido por favor que no humilles el trabajo y el esfuerzo de mi hermano. Hoy aquí no se juzga solamente un asesinato...Hoy aquí hay muchas personas que han sufrido atrocidades que ni tú ni yo hemos experimentado en carne viva, así que sé un poco humano...Eres un tipo listo y perspicaz, no te desperdicies escribiendo sensacionalismo barato.
Afrodita trató de respirar hondo y con pausa, suavizando las oleadas de dolor que seguían recorriéndole todas las fibras nerviosas de su cuerpo, y hallándose otra vez desubicado se vio tomando la mano que le ofrecía Kanon para levantarse del suelo.
- Si quieres que respete el trabajo de tu hermano tendréis que poner de vuestra parte...- Murmuró a duras penas, después de toser un par de veces más.- Sois vosotros dos los que durante los últimos meses habéis convertido la justicia en un circo mediático...Yo únicamente he sacado provecho de vuestras estúpidas riñas públicas, de vuestros espectáculos...y es lícito...Mi trabajo es lícito...- se defendió el joven, por primera vez, con el ceño fruncido y la mirada seria.
- Pues dignifícalo.
Kanon no dijo nada más. Salió del cuartito de la limpieza dejando a Afrodita solo ahí dentro. Rezando que fuera lo suficientemente discreto e inteligente de dejar pasar un tiempo prudencial antes de salir, evitando dar foco a ese desgraciado momento confeccionado gracias a sus intempestivos arranques de estupidez. Por fortuna esa zona cercana a los tribunales no se hallaba transitada, puesto que todo el jolgorio y la atención parecía estar centrada en la embocadura del pasillo, lugar dónde se comenzaban a apreciar flashes de cámaras fotográficas y varias voces solapándose en un vendabal de preguntas dirigidas al recién aparecido abogado de la defensa.
La hora se acercaba...
Hypnos ya debía estar en camino y a Saga se le agotaba el tiempo para dudar.
#Continuará#
¡Gracias Krista!
