27. Aquí mando yo
- Será muy extraño verte entre el público, Shura...Te juro que te preferiría a mi lado, más en un juicio como el de hoy, donde es imprescindible tomarlo con temple y cabeza...
Saga se hallaba a las puertas de la Sala del Tribunal, acompañado de su amigo y asistente. Cuando Shura había llegado únicamente le habían sido necesarias un par de señas para que el Fiscal le viera y descifrara la petición de compartir una rápida e íntima charla en zona neutral.
- No me precisas, Saga. Lo que sucede es que te has acostumbrado a la falsa sensación de seguridad que te da mi presencia, pero es justo eso, una sensación. No quieras engañarte hoy, amigo mío - dijo el español, permitiéndose una comedida sonrisa que le acercó a Saga para poder posarle una mano sobre el hombro - Tú solo puedes. Además...está tu hermano...¿no?
Saga tenía el rostro gacho, y le miró a través de las sombras de su propio ceño y de la corta distancia que les separaba.- Tal vez hoy no te necesite como asistente, pero sí como amigo. Tus consejos de amigo siempre me han aportado la sobriedad que en momentos puntuales de mi vida me ha faltado, y no estoy muy seguro que Kanon sea capaz de ofrecer un aporte similar. Ya le conoces...Fíjate en la hora que es y no sé dónde narices se ha metido después de caer en las provocaciones de ese periodista sueco.
Shura suspiró con resignación. No podía contradecir a Saga, ni aportar ninguna nueva luz a una realidad en la que el Fiscal le llevaba treinta y cinco años de ventaja.- Es tu mitad, Saga...Con sus virtudes y sus defectos, los cuales conoces a la perfección. Apóyate en él en esos puntos en los que puede ser más perspicaz que tú. Confía en su intuición y sus impulsos, puesto que tú y yo somos más de usar la mente y la lógica. Equilíbrate en estos aspectos...
- Supongo que tienes razón...- sonrió Saga, forzándose un poco - ¿Y Phansy? ¿Cómo está?
Shura cortó el contacto, inspiró hondo, buscó guardarse las manos en los bolsillos del pantalón de su traje oscuro y dejó escapar un soplo de su propia desazón.- Está angustiada. Y muy nerviosa. No ha podido dormir en toda la noche.
- Me gustaría poder prometerte que hoy acabará todo para ella también.
Shura iba a responderle algunas palabras más de ánimo, pero la estampida de fotógrafos y periodistas hacia el final del pasillo se lo impidió.
- La defensa acaba de llegar - anunció el español - Será mejor que regresemos dentro...- Agregó, rozando el brazo de Saga en señal de acompañamiento.
Una vez dentro, Shura ocupó un lugar en la bancada que le mantenía cerca de Saga, quien tomó asiento en la que siempre era su silla cuando actuaba en esa sala procesal. Sobre la mesa ya tenía dispuesta en varios montoncitos toda la información que necesitaba; las gafas las había dejado al lado derecho de todo ese despliegue de pruebas y un bolígrafo de diseño descansaba sobre un par de folios en blanco.
El público poco a poco iba llegando a la sala, y los periodistas acreditados se apresuraban a tomar sus plazas para comprobar que todos sus dispositivos informáticos y visuales funcionaban a la perfección.
Saga había clavado los codos en la mesa y apoyaba el mentón en la unión de sus manos, ocultando los labios apretados tras el amparo de los largos dedos entrelazados. Mantener sus piernas quietas y relajadas le estaba costando horrores, pero bajo ningún concepto se podía permitir ceder a toda la corriente nerviosa que le circulaba por dentro. Lo único que parecía gozar de movilidad en su cuerpo eran los ojos, los cuales radiografiaban cada detalle de su entorno en constante movimiento. Cuando barrieron la zona donde se encontraba Shura esbozaron una tímida expresión de reconocimiento y complicidad, y al llegar al asiento que había sido ocupado por Afrodita Eriksson se sorprendió al descubrirlo todavía vacío.
Su nivel de concentración estaba llegando a ese punto óptimo que le alejaba del entorno gracias a una especie de escudo etéreo que incluso minimizaba el ruido ambiental. Su imprescindible proceso de asilamiento mental parecía ir desarrollándose con eficacia, hasta que el rechinar de la silla contigua arrastrándose de sopetón consiguió que virara el rostro un mínimo ángulo.
- ¿Qué le has hecho? - Preguntó casi en un susurro, sin dar tregua. Kanon se dejó caer en la silla y se acomodó la americana con un par de tirones de solapa, ignorándole.- Kanon...- Nada. El menor hacía oídos sordos y Saga se iba impacientando más y más ante la indiferencia que le presentaba su gemelo.- ¡Kanon, respóndeme! ¡¿Qué le has dicho a Eriksson?! - Exclamó al fin, mordiéndose la voz.
- ¡Nada, Saga! ¡Nada! - Kanon también tuvo que frenarse el ímpetu de su tono, aunque la fuerza de éste subió a sus cejas, estrujándolas en una expresión de molestia.
- No te creo. Aún no ha entrado, y siempre es uno de los primeros. Algo le has hecho.
Kanon resopló. Volvió a tirarse de las solapas de la americana y la notó atrapada entre el asiento y un cachete de su trasero, impulsándose con rabia hacia arriba para liberarla.- Olvídale, Saga.
- ¿Qué narices le has hecho, Kanon? - Insistió Saga, agarrándole del brazo para obligarle a conectarse las miradas.
- ¡Joder, hermano! - Kanon acercó su rostro al de Saga en un intento de ocultar un poco su enésima discusión del día.- Primero estás molesto porque ese chaval está ahí, y ahora le echas en falta. No hay quien te entienda.
- ¿No te das cuenta que puede usar en tu contra sea lo que sea que le hayas dicho o hecho?
- ¡Pues que lo haga, Saga! Me la suda si así te deja tranquilo a ti.
Saga iba a responderle, pero la apertura de la puerta principal le sesgó la intención por la mitad. La entrada del abogado de Hypnos recabó toda la atención para sí, y los gemelos no fueron inmunes a ello. Lune de Balrog cruzó el pasillo central con aire erguido y solemne, recreándose un segundo en despachar una mirada directa e incisiva a los dos hermanos antes de dirigirse al lugar de la sala asignado para él y su cliente. Todos sus gestos eran pausados y seguros, incluso el sencillo acto de tomar asiento y comenzar a disponer sobre la mesa la documentación y apuntes de los que se serviría durante el juicio.
Aún iban entrando los últimos rezagados que deseaban asistir de público, hallándose entre ellos Rhadamanthys y Defteros. El lugar que eligieron para sentarse fueron un par de huecos que quedaban próximos a Shura. Una de las esquinas más lejanas fue la elegida por Úrsula, casi equidistante a la posición que iba a tomar el inspector Camus, manteniéndose fiel a su costumbre de permanecer esquinado de toda la acción central.
Saga cerró los ojos y se procuró un par de respiraciones lentas y profundas, tal y como le había enseñado a hacer Shaka mil y una veces para atemperar los nervios aunque esa era la primera vez en que el Fiscal se lo tomaba en serio. A su lado Kanon se removía como si tuviera chinches en el culo hasta que acabó despojándose de la americana y, con ella, de una pequeña parte de su incomodidad interna.
El ambiente de la sala se tensó cuando al abrirse una de las puertas laterales y contiguas al tribunal apareció la imponente figura de Hyppolitos Sifakis, momento en que Afrodita accedió por la zona central sin ser atendido por la curiosidad de nadie. Los pasos que le acercaron a su asiento fueron sigilosos y discretos, prestos a disimular el dolor que aún no remitía del todo en su entrepierna.
- Qué hijo de puta...el muy cabrón parece tranquilo y cuchichea con su abogado entre asentimientos y sonrisas...- informó Kanon, después de tener la decencia de colgar la prenda en el respaldo de su silla.
- No quiero mirarle ahora mismo - acotó Saga - Estoy tratando de concentrarme.
- Pues deberías. Él nos está mirando a nosostros, y se regodea en ello. Y está fijado en ti, más concretamente. Te está desafiando y el Saga que yo conozco nunca ha dejado que esto pase.
Saga hizo otra larga inspiración y abrió los ojos en el ángulo que le vertía la mirada sobre la mesa. El corazón le latía con tanta fuerza que casi ahogaba los susurros con los que le hablaba Kanon.- no voy a caer en provocaciones tal y como haces tú. No sirve de nada.
- No es caer en provocaciones, hermanito. Es dejarle bien claro a este condenado de mierda quien manda aquí.
Saga alzó la mirada lo justo para encontrarse de lleno con la insolencia que desprendía la figura de Hypnos, sintiendo verdadera repugnancia al descubrir su altivez vestida de exquisita etiqueta, su porte físico tan imponente como siempre, su seguridad tan indestructible. Un nudo atado con los cabos de las dudas y el dolor acudió a estrujar su estómago, pero Kanon tenía razón. Debía volver a creerse lo que siempre había sentido cuando se presentaba a un tribunal...
Ahí mandaba la justicia, y esa mañana la defendía él.
Más que nunca en su vida.
El acceso por el que había entrado Hypnos volvió a captar la atención de toda la concurrencia, enmudeciéndola cuando un funcionario anunció la llegada del tribunal popular y otro encabezó el séquito formado por las nueve personas titulares y las cinco suplentes.
Los rostros de los seleccionados como representantes de la justicia no lucían expresiones demasiado alentadoras y el instante cumbre de ese remolino de apariciones llegó con el anuncio del Juez que presidía la sala.
- ¡Todo el mundo en pie! - exclamó una voz mecánica, muy acostumbrada a ello - ¡Preside el tribunal el Honorable Juez Dohko!
Saga se levantó al acto, alentando a su hermano que hiciera lo mismo, aunque Kanon no disimuló la sensación de estupidez que le generaba esa parafernalia protocolaria.
Dohko entró vistiendo la típica toga negra, con paso ligero, la cabeza gacha, un par de dosieres bajo el brazo derecho y una taza humeante sostenida por su mano izquierda. Al llegar a su destino lo dejó todo bien colocado, dejó que el mismo funcionario que había dado el aviso de su entrada le apartara la silla, se levantó las faldas de la toga y se dejó caer en el asiento que él mismo arrastró hacia adelante sin esgrimir demasiada delicadeza.
Mientras el Juez seguía inmerso en sus propios protocolos, las partes implicadas, el jurado popular, el público y los periodistas seguían en pie, aguardando la orden de "descanso" que no llegaba. Dohko seguía sin alzar la mirada al frente, y se dedicaba a desplazar la taza unos centímetros, a abrir los dosieres, sacar algunos papeles, dar un sorbo a la taza, dibujar una mueca de disgusto al haberse quemado la lengua, volver a dejar la taza no sin antes mantenerla alzada mientras se procuraba un posavasos gracias a un DinA4 mal doblado en cuatro veces, dejarla definitivamente, medio alzar el pompis para arremangarse un poco más la toga, abrir un cajón para sacar un bolígrafo y comprobar que funcionaba...todo ante la creciente impaciencia y expectación que se estaba gestando en la sala, detalles de los que fue consciente cuando se acercó la pesada silla con un sonoro arrastre y alzó la vista al frente, hallándose acuchillado por centenares de ojos.
- Pueden sentarse - dijo, acompañándose de un gracioso gesto de su mano, como si espantara moscas en vez de dar permiso. Todo los presentes se afianzaron a esa necesaria libertad, aunque cuando todo el mundo estuvo sentado, al Juez le vino a la mente algo que tenía pensado desde antes de salir de su despacho y que había olvidado con tanta preparación.- Menos los hermanos Samaras y el Señor Balrog, que necesito que se acerquen aquí.
- ¡La madre que lo trajo! - Se enfureció Kanon - ¡Ni que estuviésemos en misa de domingo!
- ¡Cállate, Kanon! - Se le escapó a Saga, que estaba más acostumbrado que su gemelo a seguir la corriente de las rarezas del Juez más especial de todos los Juzgados.
- ¿Algún problema, Samaras segundo? - Sonrió Dohko, achinando más los ojos al encontrarse de frente con el enfurruñamiento de Kanon.
- ¡¿Cómo que "segundo"?! - se enfadó Kanon aún más, que se agarró al tribunal como si fuera a saltarlo por encima.- ¡Esto es una falta de respeto!
- Como lo es la tuya al venir vestido así, majo, con tejanos y a cuerpo de camisa.- Le replicó Dohko con voz suave y tuteándole, al tiempo que le recordaba que por muy distraído que pudiera parecer no se le escapaba una.- Y además, según tengo entendido...el primogénito de vosotros dos es el Fiscal, no su asistente circunstancial.
- ¡Sí es el primogénito, pero sólo me saca sie_
- Déjalo, Kanon. No importa.- Le sugirió Saga, agarrándole del brazo para tratar de frenar el nacimiento de una escena digna de ser el mejor aperitivo de toda la carrera de Afrodita.
- ¡A mí sí me importa, joder! ¡Son siete minutos de mierda los que te hace "primogénito", no siete años!
- ¿Tenía algo que comunicarnos, Su Señoría? - Intervino Lune de Balrog, haciendo palpable un excelente manejo de los modales, del tono de voz y del vocabulario.
- Sí.- Dohko volvió a reacomodarse sobre la silla, carraspeó un par de veces y dio otro sorbo al contenido de la taza.- No voy a tolerar despropósitos de ningún tipo - anunció, cruzándose de manos y permitiéndose unos segundos de inspección individual de los tres reunidos frente a él - Y sí, estas palabras van especialmente dirigidas a vosotros dos, y más que a nadie a ti, Kanon Samaras. A la mínima que me saltes a la yugular por cualquiera de mis decisiones o que interfieras en la dinámica del proceso sin respeto y sin cabeza, te echo de la sala. Recuerda que, te guste o no, aquí mando yo.
- Manda huevos...- Masculló Kanon para sí mismo, sintiéndose pre-juzgado por quien se suponía ser neutro e imparcial.
- ¿Algo que decirme, señor Samaras? ¿Verdad que no le ha gustado que yo le haya faltado al respeto llamándole "segundo"? Pues no se lo vaya ganando a pulso con su carácter indómito y su poca capacidad de freno y raciocinio - Le aleccionó, retomando el trato impersonal y respetuoso que le confería el uso del "usted".- Bastante tiene que agradecerme que le deje estar sentado al lado del Fiscal General de Atenas con este aspecto de administrativo de fincas. Y a las partes...- prosiguió Dohko, centrándose en Saga y Lune - Exijo profesionalidad. Respeto. Claridad en sus exposiciones y preguntas. Sé que será un proceso arduo y con momentos que generarán situaciones tensas, aún así les considero dos hombres profesionales que sabrán conducirlas con elegancia y buen proceder. Aclarado esto, pueden ocupar sus respectivos puestos en la sala.
Kanon ya se había retirado en el mismo momento en que Dohko había focalizado su sermón hacia Saga y la defensa. La frustración que le corría por dentro era indescriptible, y tenerse que contener justo en ese momento que tenía ganas de mandar al mismo Juez a las hordas del infierno le estaba llevando al límite. Recurrir a otro par de chicles quizás le aliviaría el ánimo, pero la realidad era que ya no había tiempo para dar ningún tipo de marcha atrás, y lo corroboró cuando vio palidecer la tez de Saga al escuchar las palabras que daban el pistoletazo de salida hacia un precipicio de oscuro final.
- Declaro iniciado el Juicio de la ciudad de Atenas contra Hyppolitos Sifakis. La Fiscalía puede proceder con la enumeración de los delitos que se le imputan al acusado y con la exposición de su alegato.
El mazo de madera se alzó por encima de sus hombros y cayó con fuerza sobre la base.
Saga tragó con dificultad y una gota de sudor tuvo el descaro de resbalar por su sien.
En ese preciso segundo en que se paralizó el mundo, todas las miradas de la sala recaían sobre su figura, sobre su inexistencia de palabras con las que comenzar el envite y sobre la desconocida fragilidad que parecía hacer mella él.
#Continuará#
¡Gracias Krista! Mis mejores deseos para ti y tu pronta mejoría :).
