39. Mu al estrado
No lo podía negar. Estaba nervioso, y mucho.
Era la primera vez que Mu acudía a los Juzgados para prestar testimonio, y el sudor que cubría sus manos le recordaba sin cesar por qué se sentía siempre tan a gusto en su particular sala de operaciones en vez de estar expuesto frente a centenares de ojos inquisidores.
Ser el centro de atención no iba con él. Participar activamente en el desarrollo de cualquier juicio había sido una lotería que siempre premiaba a Shaka, aunque fuera por costumbre tácita. Y ahora, el simple hecho de estar frente a Saga le incomodaba.
Mu conocía al Fiscal. Por supuesto que le conocía, desde hacía unos tres años y quizás más gracias al hecho de haber tejido muchas conversaciones alrededor de él que del trato personal que pudiera tener, pero si algo poseía Saga era una presencia abrumadora, por mucho que en ese momento estuviese frente a él, luciendo una de sus sonrisas más calculadas y afables y acercándose lo suficiente a su posición para comenzar con una retahíla de preguntas que no iba a tomarle desprevenido.
─Señor Lhawang, si me permite vamos a hacer una recopilación de diversos datos que son de interés ─anunció Saga, acercándose un paso más a él─. Sabemos que la Señorita Pandora Sifakis, Heinstein antes de ser adoptada por el Señor Hyppolitos, fue violada y asesinada. Además, en su cuerpo se hallaron restos de sustancias químicas alucinógenas y de adn ajeno. ¿Puede refrescarnos la cronología del trabajo que llevó a cabo el IMF, Señor Lhawang? Le pido que lo haga con lenguaje que pueda ser comprendido por todos los presentes, si es tan amable.
Mu tragó saliva. Cerró los ojos e inspiró hondo durante el segundo en que focalizaba su mente hacia el planteamiento que le proponía Saga y recordaba la de veces que lo había visualizado esa misma mañana, acompañado por Shaka. Empezar por ahí era sencillo, puesto que no debía hacer otra cosa que relatar cómo se procedió con su trabajo rutinario, aunque existían tres puntos críticos a los cuales Balrog se podría agarrar para hacerle pasar un mal rato que no deseaba en absoluto: la sustracción de la fenciclidina de su laboratorio, la supuesta pérdida del bisturí con el que se seccionó la garganta de la joven y, por último, la necesidad de realizar una segunda autopsia para hallar una nueva secuencia de adn en la cavidad bucal de Pandora, responsable directa de la detención de Thane Sifakis y de la imputación de asesinato en primer grado que posteriormente la Fiscalía retiró.
Mu exhaló de golpe todo el nerviosismo que se había acumulado bajo su garganta y al abrir los ojos se concentró en la proximidad de Saga, comenzando a exponer sus palabras con voz clara, pausada y pretendidamente segura.
Saga escuchaba paciente, sin ejercer presión. Había estimado oportuno mantener una distancia física magistralmente calibrada para no parecer agresivo con las preguntas ni exigente de rápidas respuestas, ofreciendo a Mu el espacio y el tiempo oportuno para ir respondiendo sin permitirse el lujo de vacilar.
En todo momento Saga trató de remarcar que el trabajo desempeñado en el IMF sobre el caso se Pandora fue sumamente efectivo y profesional, a pesar de las dificultades, prisas y baches que la impaciencia policial les impuso desde el primer momento, pero dentro de sí era consciente que la intervención de Balrog daría mucho tema para teclear a toda la aglomeración de periodistas que sembraban la sala procesal.
Lo intuía en las sonrisas de descrédito que le llegaban sesgadas por el rabillo de su mirada y lo temía gracias a la incisiva praxis que el abogado defensor había demostrado poseer.
Cuando Saga concluyó con su intervención Mu aprovechó para apurar de un tacazo la mitad del vaso de agua que el funcionario había dispuesto para él. La sequedad con la que los nervios le habían atacado la garganta le molestaba tanto o más que el sudor que seguía emergiendo a través de las palmas de sus manos, las cuales restregó contra la tela de los pantalones sobre sus muslos.
Afortunadamente Dohko no se había visto inmerso en la tesitura de intervenir, y únicamente procedió con alguna anotación en sus propios apuntes mientras Saga abandonaba la zona central de la sala sin entrar en el juego de miradas y ladinas sonrisas con las que el día anterior, defendido y abogado consiguieron aportar una gran parte de la amargura que saboreó durante toda la jornada.
Lune de Balrog abandonó su asiento cuando el Juez Dohko le cedió el turno de palabra, y Saga se sentó en la silla que el día anterior había ocupado Kanon, quedando más cerca de la zona dispuesta para el público y, en consecuencia, más próximo a la presencia de Shura.
─¿Dónde está tu hermano? −le susurró el español, acercándose todo lo que pudo a él para hacer de su intercambio de palabras un acto discreto.
─Ha ido a Lamia −Saga lo dijo entre dientes, apenas virando la mirada hacia la cercana posición de su amigo.
−¿Lamia?― se sorprendió Shura―. Lamia está lejos, Saga…¿Por qué ha ido allí?
−Ahí está el psiquiátrico donde fue recluido Thane. Entre los papeles de mi padre Kanon encontró cartas procedentes del hospital y cree que ahí puede dar con información válida para el juicio ―trató de resumir Saga, en forzados susurros que no pasaron desapercibidos por el perspicaz Balrog.
Shura arqueó las cejas con incredulidad ante lo inútil y descabellada que le parecía la idea pero no acotó nada más, aunque Saga le olió la discrepancia justamente en el mutismo forzado en el que se sumió el español.
−Shura… −Saga medio ladeó el rostro hacia él para poderle mirar directamente a los ojos −.Llegados a este punto, cualquier información que se pueda obtener va a ser bienvenida, provenga de donde provenga.
−Tienes razón, Saga…Discúlpame…Supongo que, en el fondo, envidio a tu hermano ahora mismo. No es fácil estar entre el público ―admitió Shura en otro susurro.
Al percatarse de los cuchicheos entre Fiscal y asistente relegado, Balrog optó por dilatar todo lo que pudo su puesta en escena, poniendo en alerta todas sus dotes de escucha a distancia al tiempo que fingía estar repasando las preguntas que traía anotadas en los papeles sostenidis entre sus manos.
Saga le oteó de soslayo y a Shura no le hizo falta nada más para ampliar la distancia con el Fiscal y recuperar su posición en el asiento que había elegido esa mañana.
−Señor Lhawang…−dijo Balrog con voz alta y segura cuando ya no tuvo más remedio que actuar−, me consta que en el primer informe que se redactó se omitió una información sumamente valiosa para ayudar a comprender en qué estado se hallaba el cuerpo de la víctima. No se reflejó que en su sangre se habían hallado restos de Fenciclidina y se procedió a la entrega de un segundo informe presuntamente corregido. ¿Es esto cierto?
−Así es −admitió Mu, tragando la poca saliva que su estado nervioso le permitía fabricar.
−Luego se supo que dicha sustancia había sido sustraída del laboratorio donde usted trabaja y posteriormente vendida en el mercado negro a cambio de alguna ridícula cantidad de dinero.
─¡Protesto! ―esgrimió Saga―. Estas cuestiones ya se han tratado con anterioridad y se han procesado a las personas implicadas.
―Se acepta ―convino Dohko, por primera vez en lo que llevaban de mañana.
―También presuntamente se "perdió" ―Balrog alzó su zurda para realzar con mímica digital el entredicho de la última palabra ―un bisturí, el cual posteriormente fue hallado en un descampado con la sangre de la víctima en su hoja. Y huellas dactilares pertenecientes a dos médicos forenses del IMF.
―¡Protesto!
―Se acepta ― Dohko dejó escapar un bufido por la nariz y dirigió su atención hacia el abogado defensor ―. Señor Balrog, proceda con sus preguntas y absténgase de gesticular en vano y merodear por cuestiones ajenas a la presencia del testigo.
― ¿Ajenas?― replicó Balrog escenificando una gran sorpresa, acompañándose de una expresión de incredulidad que parecía querer cuestionar las palabras del Juez―. Con la venia, Señoría…el testigo ejerce como médico forense en el IMF y trabaja conjuntamente con dos personas cuyas huellas están en un arma homicida, sin olvidar que dicha arma fue sustraída de sus quirófanos y la sustancia estupefaciente de un alijo de componentes químicos en desuso siendo, lo más rocambolesco del caso, que seguían almacenados a la espera de…¿de qué? ¿de que alguien del mismo centro médico forense los robara para traficar con ellos?
―¡Protesto! ―exclamó Saga, alzándose en pie para enfatizar más su disconformidad―. Aún no se ha planteado ninguna pregunta digna de serlo, y el abogado de la defensa parece que esté más interesado en desacreditar la labor profesional que desarrolla un ente del Estado que en esclarecer dudas acerca de un caso de asesinato.
― Se acepta…― bufó Dohko, pasándose ambas manos por sus cabellos antes de cruzarlas sobre los papeles y mirarse alternativamente tanto a fiscal como defensor ―. La última vez que se lo digo, letrado…¿Tiene alguna pregunta que hacer sobre el caso del asesinato de la joven Pandora al Señor Lhawang o no?
Mu había presenciado la pugna de egos entre Balrog y Saga como si de un partido de tenis se tratara, y cuando se dio cuenta que el primero se sonreía con ese empaque altanero que tanto le caracterizaba y le miraba directamente, no pudo hacer más que beber el último sorbo de agua que le quedaba y aguardar la siguiente estocada.
―Señor Lhawang…― pronunció Balrog después de esperar unos segundos que contribuyeron a aumentar la tensión del momento―, ¿por qué necesitaron practicar dos autopsias? ―Mu iba a responder, pero antes que pudiera hacerlo Balrog se le adelantó para incidir en la llaga que esa parte aún tenía tierna ― Recordemos que se procedió a la exhumación del cuerpo de la joven muchacha…― pronunció con la misma malicia que paseó su mirada por la zona donde estaba sentado el jurado popular, sabiendo que la sola mención de la palabra "exhumación" causaría el impacto morboso que necesitaba para atraer toda la atención a su personal objetivo de difamación.
―Se practicó la segunda autopsia porque el Inspector Camus así lo exigió, previa petición y consiguiente adquisición de la orden judicial que daba el permiso para hacerlo, ejecutada por el Honorable Juez Dohko, aquí presente ―espetó Mu, sorprendiéndose a sí mismo de la energía con la que lo había soltado.
― Así pues, se detectaron lagunas en la primera, aún más de las anteriormente mencionadas…
―¡Protesto!
―¡Aceptada!
―¡No había carencias en el trabajo ejecutado! ―exclamó Mu, frunciendo su curioso entrecejo hasta el punto de ofrecer una expresión bastante inusual en él ―.¡Únicamente se procedió a la realización de un estudio más exhaustivo y con el tiempo necesario para hacerlo correctamente!
Saga negó con la cabeza mientras volvía a sentarse. Balrog amplió su sonrisa y entre el público, Shaka dejó escapar un suspiro de rendición ante lo que acababa de convertirse en otro punto de juego favorable a la defensa.
―¿Está afirmando, Señor Lhawang, que en el IMF se realizan las autopsias con prisas y de forma incompleta?
Saga se quitó las gafas, las lanzó sobre la mesa y se estrujó los ojos como si no deseara seguir presenciando la caída en picado de otro de sus testigos. Shaka rogaba para sus adentros que esa intervención cesara lo antes posible y los periodistas no daban abasto en redactar todas las carencias que al parecer se escondían tras una importante herramienta judicial y policial como lo era el Instituto de Medicina Forense.
―Estoy diciendo que se hace el mejor trabajo que se puede con el tiempo que se nos concede.
―De acuerdo ―aceptó Balrog, abriendo un pequeño paréntesis en su ataque antes de cambiar el rumbo de sus estocadas verbales ―, asumamos que el trabajo que se realiza es "excelente" dentro de las posibilidades que tienen, entonces, en la segunda autopsia, hallan una nueva secuencia de adn.
―Correcto ― respondió Mu, incapaz de relajar la frunción de su curioso entrecejo.
―¿A quién pertenece?
―Coincide en el 99% con la del Señor Hyppolitos Sifakis.
―¿Y con la del Señor Thane Sifakis? ―inquirió Lune, oliéndose de antemano que Mu omitiría la mención del segundo nombre.
―También.
―Entonces…¿cómo es posible que exista una coincidencia del 99% entre dos personas distintas? ―preguntó, tomándose la libertad de exagerar una expresión de sorpresa que dejó pasear por todos los miembros del jurado popular.
―Porque ambos hombres son hermanos gemelos idénticos, razón por la cual los dos comparten una secuencia de adn de similitudes tan altas que es casi imposible de diferenciar.
―Sin embargo, solo uno de ellos está sentado en el banco de los acusados, Señores del Jurado…¿No cree, Señor Lhawang, que el Señor Thane Sifakis también debería estar siendo procesado por el crimen de asesinato de Pandora? Usted mismo ha dicho que es imposible diferenciar sus respectivas secuencias de adn…
―¡Protesto!
―¡Aceptada!
―No es mi trabajo decidir quien se sienta ahí o no, Señor Balrog ―se molestó Mu ante tanta manipulación de conceptos ―, yo soy médico forense y me limito a hacer mi trabajo…
―Ya se ve con la eficiencia que lo ejecuta, Señor Lhawang…― la sonrisa con la que Lune se dirigió a Mu cuando pronunció sus últimas palabras no podía ser más sardónica ―. No tengo más preguntas, Su Señoría ― anunció, ahora sí, alzando su mirada hacia el serio Juez Dohko.
―Es el turno de contrarréplica para la Fiscalía. ¿Desea proceder, Señor Samaras?
Saga ni se movió de la silla. Pronunció un rápido "No, Su Señoría" con el que consiguió que Mu exhalara todo el aire que aún seguía retenido dentro de sus pulmones y respirara con cierta sensación de libertad, a pesar de sentirse terriblemente vapuleado por las retorcidas intenciones de un hombre cuya única finalidad había sido destruir la credibilidad del IMF.
―¡Decreto un receso de veinte minutos!
Dohko selló esa primera parte de la sesión matinal por decisión propia, dando un respiro a la nefasta dinámica en la que se hallaba sumido Saga.
En otras ocasiones el Fiscal no habría abandonado la sala, menos aún si el intervalo de descanso era de minutos, pero esa mañana no pudo resistirse. Ni siquiera quiso cruzar la mirada con Shura, observador pasivo de una puesta en escena dura de roer, ni buscar apoyo en la presencia de Shaka entre el público, quien parecía más preocupado por el mal rato que acababa de pasar su amigo que con las continuas pérdidas de juego que iba acumulando él mismo.
Saga podría haberse internado en el baño del pasillo, o caminar hacia una esquina de la planta que acogía el Tribunal más amplio de los Juzgados, pero sus pasos eligieron el camino del ascensor y sin apenas darse cuenta, se halló dando un tremendo portazo en lo que eran los dominios de su despacho.
Dio dos o tres rodeos, se pasó ambas manos por los cabellos y las retuvo ahí, al costado de las sienes, agarrándose a las ideas antes de que estas también decidieran alzarse en rebelión e huir. La mirada la tenía vertida hacia la rabia y la impotencia que le generaba Lune de Balrog y cediendo a un impulso puramente fraternal, buscó su teléfono móvil y dio con el contacto de Kanon, ejecutando una llamada que fue respondida casi al acto.
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Mientras tanto, en el Hospital Psiquiátrico de Lamia…
Kanon estaba sacando una foto de la foto que le había llamado la atención en el primero de los anuarios revisados cuando el móvil se puso en modo "llamada entrante".
―Saga, ¿cómo va la mañana?― inquirió, dejando el móvil sobre la mesa con el "manos libres" activado.
"Como una puta mierda, hermano…"
La voz de Saga ni siquiera tuvo el detalle de saludar. El Fiscal dejó salir lo primero que acudió a sus labios, aunque fueran palabras que pudiera adjudicarse sin dudar a su gemelo.
―¿Tan mal lo ha hecho Mu?
"No es que Mu lo haya hecho mal, es que este jodido de Balrog es tan condenadamente retorcido y manipulador que consigue desacreditar a todos nuestros testigos con un simple chasquido de dedos".
―Pues vaya mierda, Saga…
Kanon tomó otro anuario y fue directo a la zona donde se apreciaban las fotografías de las actividades lúdicas llevadas a cabo con los internos, buscando directamente la estampa de ese enfermero que le estaba llamando la atención.
"Sí, lo sé…Pero cuéntame tú…¿Qué tal te ha ido el viaje? ¿Has dado con algo?"
―Aquí hace un frío de mil pares de cojones, pero a parte de esto…bien ―Kanon se acercó más la revista al encontrar una fotografía que ocupaba la mitad de la hoja, donde se veía lo que parecía ser un picnic en los jardines en un día veraniego, descubriendo a lo lejos del plano principal la silueta de un joven Thane, curiosamente acompañado por ese enfermero sin nombre ―. Mira esto, Saga…ahora te lo mando…―Kanon tomó el móvil para hacer una captura de esa nueva imagen y enviársela a Saga vía whatsapp ―. ¿Lo estás viendo?
"Sí…el del fondo es Thane, ¿verdad?"
―Tú fíjate en el tipo que está a su lado.
"Parece un enfermero, un trabajador del hospital…"
―¿No crees que podría ser el que mandaba los anónimos a papá? Se le ve en una actitud muy cercana a Thane…quiero decir, parece que estén charlando…como colegas, no como cuidador-enfermo ―añadió al centrar más su atención justo en el costado de la foto donde se ubicaba a Thane.
"Es posible…Bueno, tú sigue investigando lo que te parezca y por la tarde nos vemos y me pones al día como es debido. Ahora debo dejarte".
― No sé cuándo regresaré a Atenas, Saga…Me voy a quedar a comer porque hay un enfermero que ya trabajaba aquí cuando Thane ingresó, y termina su turno a las dos. Se ha ofrecido para aclararme dudas, y si lo ha hecho con intención quedar bien, la ha jodido porque pienso esperarme a que salga y así hablar un rato más con él.
"Pues pásate por casa cuando llegues, ahí estaré".
Saga cortó la llamada sin ofrecer despedida alguna y Kanon siguió tomando fotos de todas las imágenes en las que le parecía ver a Thane, al jovencísimo enfermero de apodo extraño, o a ambos a la vez.
Con una rápida ojeada al reloj que presidía esa solitaria biblioteca vio que todavía no eran ni las doce del mediodía, pero su estómago ya hacía rato que rugía. Las ganas de fumarse un pitillo también le cosquilleaban sin cesar por todo el cuerpo y mente, pero el gentil Aldebarán le había encerrado por fuera con el pretexto de evitar problemas con los internos, dejándole con la única opción de que cambiar cigarro por café de máquina y snacks de chocolate.
―Ya puedes conocer algún bar que ofrezca menús de cuchara, Aldebarán…Seguro que tienes cosas que contar…―murmuró, con la boca llena del primer mordisco a lo que pretendía ser un donut con chocolate rosa y fideos de colores por encima.
El café ya estaba llenando la taza de cartón y al donut, apurado de dos tacadas, le siguió un bollo también recubierto de chocolate y jugoso bizcocho regado con un sinfín de calorías, conservantes y colorantes que a Kanon ni colesterol le producían.
Anotaciones al capítulo en concreto y a la historia en general: Llegados a este punto en que entran en juego cuestiones científicas y médicas como son los efectos secundarios del uso y/o consumo de sustancias químicas, añadiendo el complejo tema de las secuencias de adn, me permito unas licencias personales a las cuales me entrego para poder desarrolla trama con cierta fluidez y sin base científica de ningún tipo.
Una de ellas, y la más chocante, es la diferencia de características físicas que poseen los gemelos Sifakis. Si bien se supone que son gemelos idénticos, razón por la cual comparten un porcentaje elevadísimo de coincidencia en sus secuencias de adn, ciertos aspectos de su parecido son casi opuestos. No es un detalle que calce bien con lo que se daría en la realidad, pero Kurumada los diseñó diferentes, Shiori Teshirogi siguió su planteamiento y son sus versiones las que me he permitido usar para sus descripciones. En resumen: en esta trama son gemelos idénticos pero no comparten similitudes físicas. ¿Contradictorio o surrealista? Sí, soy consciente de ello.
Mis disculpas vayan por delante en el caso que haya alguien que lo lea bajo un punto de vista purista. A pesar de dichas licencias científicas, espero que se siga disfrutando del desarrollo de la historia.
