42. ¿Quién es Garby? II

A Kanon únicamente le costó cruzar dos pasillos para dar con Thane en el tercero. Al parecer un matrimonio mayor le estaba pidiendo consejo sobre el tipo de bombillas a elegir, y cuando se apartaron de él Kanon se le aproximó por la espalda, casi sin darle tiempo a reaccionar.

─¿Quién es Garby? ─ le preguntó, acercándose al médium todo lo que pudo, casi entorpeciéndole el trabajo de recolocar las bombillas descartadas en los soportes colgantes.

Thane suspiró y miró a Kanon de soslayo, dándose de bruces con una contraída mirada que no iba a admitir más excusas ni evasivas que las intentadas apenas tres horas atrás.

─Kanon, ahora no es momento. Estoy trabajando.

─Me la suda, Thane. Y no te preocupes, voy a fingir que necesito pintura para el salón, así que podemos ir andando hacia donde sea que la tengáis mientras me dices quién es este joven enfermero que sale junto a ti en varias de las fotografías publicadas en los anuarios del psiquiátrico.

─Lo acabas de decir: era un joven enfermero que trabajaba ahí.

Thane avanzó hacia la esquina de ese corredor, girando hacia la izquierda para dirigirse a la zona de las pinturas. Kanon le seguía pisándole los talones, planteando sus preguntas con un volumen un tanto desmedido, como si no hubiese nadie más en todo el establecimiento que pudiera ser partícipe de ellas.

─¿Qué relación tenías con él? ¿Y por qué nunca antes me has hablado de cómo fue tu fu_

─Porqué tú nunca me has preguntado al respecto ─ le cortó Thane hablando entre dientes para evitar explicitar más de la cuenta una conversación totalmente inadecuada al lugar.

─¿Te ayudó ese chaval?

─Qué importa ahora esto…

Thane llegó a la zona donde había los baldes de 20 litros de pintura blanca para exterior, deteniéndose ante ellos.

─Importa porque…porque importa y punto. Y otra cosa que me mosquea…¿por qué todavía no te has pasado por el juicio? Están procesando a tu gemelo por el asesinato de tu propia hija. Cualquier padre querría ver cómo cae semejante demente, pero no…tú siempre ajeno a todo – Kanon se posicionó al lado de Thane, tornándose incluso molesto.

─¿Y qué quieres que te diga, Kanon? ─ esgrimió Thane, encogiéndose de hombros ─ No voy porque no me interesa estar cerca de Hyppolitos. No voy porque pase lo que pase, nada ni nadie le devolverá la vida física a Pandora. No voy porque estoy cansado, Kanon…muy cansado. Estoy agotado de luchar por situaciones que no me van a devolver nada de lo que el destino me arrebató.

Ahí la mirada de Thane brilló peligrosamente y evadió la directa observación de Kanon, clavando las manos en su cadera y suspirando con pausada tristeza mientras parecía recobrar las fuerzas que necesitaba y así poder alzar el bidón de pintura, transportándolo a peso hasta una carretilla que había en la esquina.

Kanon continuó pegado a todos sus movimientos, y no encontró delicadeza a la hora de plantarle el móvil ante el rostro e invitarle sin amabilidad alguna a otear una de las imágenes que había capturado.

─¿Sabes quién es?

─Kanon, por favor…─ rogó, bajándole la mano con visible fastidio.

─¡Érais amigos, Thane!

─¡No, no lo éramos!

─¿Va todo bien, Thane? ─ inquirió el que parecía ser el supervisor del turno.

─Sí, sí…No se preocupe…

Kanon retrocedió un par de pasos, se guardó el móvil en el bolsillo del anorak y dejó que el encargado siguiera su camino. Ocasionar problemas laborales a Thane no era su intención, pero salir de ahí sin un mínimo de apertura confidencial por parte del médium era algo que no estaba dispuesto a permitir.

─Ese chico trabajaba en el ala donde yo estaba ingresado ─ comenzó a susurrar Thane una vez el pasillo donde estaban volvió a presentarse solitario ─. Era amable. Joven y confiado. Al menos conmigo. ¿Qué quieres que te diga? ¿Que gracias a él me pude seguir sintiendo un hombre cuerdo? Pues sí. ¿Que mi don o maldición le atrajo? Pues como a todo el mundo, Kanon, para bien o para mal…es algo que llevo implícito siempre conmigo…

Kanon le observó con tristeza cuando escuchó esas palabras nacidas de una profunda resignación, y no pudo evitar volver a experimentar esa sensación que le acercaba a Thane como si de un padre se tratara.

─ No digas que es una maldición…es un don extraordinario…

Thane iba a responder con unas palabras que se atascaron a medio camino. A esas alturas de su vida ya no tenía fuerzas ni ánimo para hacer comprender cuán solo y juzgado se podía llegar a sentir durante muchos periodos de su existencia. Se limitó a apretar los dientes, tragar saliva y paciencia y tomar la carretilla para encaminarse hacia la zona de las brochas.

─Me ha dicho un enfermero que ya trabajaba ahí por aquel entonces que Garby estaba metido en otros estudios…─ dijo Kanon, retomando el hilo de su tozudez.

─Puede ser.

─¿Qué estudios? ¿Algo más relacionado con la enfermería o medicina? ¿O algo totalmente distinto?

Un rodillo ancho y un palo extensible fueron a parar a las manos de Kanon, quien tomó los objetos sin siquiera darse cuenta que lo estaba haciendo gracias a su obcecación con un tema que Thane parecía tener guardado en la cámara acorazada de su silencio.

─No lo sé.

─¡No me jodas, Thane!

─¡No voy a exponer a nadie, ¿cómo tengo que hacértelo entender?!

─Señor ¿tiene algún problema? ─ la voz del encargado se personó detrás de Kanon, tomándole completamente desprevenido.

─No, no…lo siento.

─¿El señor Sifakis le está atendiendo bien?

─Sí, por supuesto…

─El cliente ya se va. Lo que sucede es que somos vecinos y estábamos un poco en desacuerdo con unos temas que se trataron en la reunión vecinal de ayer, eso es todo…El color de la fachada siempre trae disputas…─ mintió Thane, dejando tan perplejo a Kanon que a este no le quedó otra opción que seguirle la corriente, esbozar una forzada sonrisa y asentir ante la mentira.

El supervisor de turno les miró a ambos alternativamente y, después de decidir creerse esa excusa hilvanada con poca destreza, tomó rumbo hacia otra sección de la tienda.

─Han pasado veinte años ─ susurró Kanon, echando a andar otra vez detrás de Thane hasta llegar a la zona de pago ─. No creo que vayas a poner a nadie en peligro si me cuentas a mí cómo viviste ese tiempo encerrado ahí.

Thane dejó la carretilla frente a la caja registradora y señaló al compañero encargado del cobro que el cliente se llevaba el bidón de pintura y el rodillo que traía entre manos, objeto que le fue arrebatado para pasar sus respectivos códigos de barras.

─¿Pagará en efectivo o con tarjeta, señor? ─ preguntó el empleado, con las sonrisas agotadas y el hastío subrayando su rutina.

─¿Perdón? ─ dijo Kanon, mirándole extrañado.

─¿En efectivo o tarjeta?

─No es pintura para el salón ─ señaló Thane, mirándose el bidón y arqueando las cejas ante la completa descolocación de Kanon ─, es para exterior. Supongo que para la fachada de tu balcón tendrás suficiente.

─Serás cabr_ ─ Kanon se mordió el insulto y degustó el amargo sabor que le subía por dentro al saberse burlado sin misericordia y en toda su cara ─ La fachada de mi edificio es de obra vista. No necesito esta pintura para nada ─ masculló, frustrado hasta no poder más.

─Entonces tu hermano tal vez lo pueda usar para su terraza.

─No me lo puedo creer…¿qué clase de putada es esta?

─Has dicho que fingirías comprar pintura mientras charlábamos…Sé consecuente con tus encerronas.

─ ¡¿Encerronas, yo?! ¡¿Y lo que me estás haciendo tú qué es?! ─ se encabronó Kanon aún más.

─¿Tarjeta o efectivo? ¿Y quiere bolsa para el rodillo? Si es que sí serán 15 céntimos más…─ informó el responsable del cobro.

─¡Tarjeta, y no, no quiero bolsa!

Kanon cogió su cartera y efectivamente comprobó que de efectivo poco y nada le quedaba. Tirar de tarjeta era su única opción para salir de ese atolladero con algo de dignidad, pero todos los colores que habían subido a sus mejillas gracias a esa buena dosis de frustración se desvanecieron tan pronto su mirada recayó sobre el precio que le ofrecía la pantalla.

─¡¿62,45€?! ¡Ostia puta!

─Se está llevando la pintura de más calidad, señor…Seguro que mi compañero ya le ha informado de ello. Además, si cuida el rodillo le puede servir para varias ocasiones…

Cuando Kanon quiso darse cuenta, Thane ya había desaparecido de su campo de visión, dejándole colgado en la caja junto a unos productos que no necesitaba y las incógnitas que llevaba a su llegada todavía más exacerbadas. Tecleó el pin de la tarjeta con tanta mala leche que un número se le repitió dos veces, viéndose obligado a pasarla de nuevo y fijarse bien en lo que marcaba, uno a uno y con la respiración retenida, escapándole a golpes cada vez que su dedo índice parecía querer perforar el datáfono.

─No sé qué cojones te pasa, Thane, pero desde que ha comenzado el puto juicio que estás más raro que un perro verde…─ masculló para sí, insertando la tarjeta en la billetera con el mismo fervor que le había comandado todos sus gestos durante el pago.

─No olvide dejar la carretilla en la zona habilitada para ello. Gracias ─ le recordó el empleado, sin abandonar ese tono mecánico.

─¡Que sí, joder! Que sí…

Kanon metió el bidón de pintura en el maletero, junto al rodillo y el palo extensible, y lo cerró con rabia.

Con la misma que se prendió un nuevo cigarrillo y se dirigió a "estacionar" la carretilla en su supuesto aparcamiento, aunque la mayoría se veían olvidadas por todo el párking.

Al regresar al coche apoyó su trasero contra el capó y decidió esperar. La noche ya había caído sobre Atenas desde hacía rato, la humedad comenzaba a calar hasta los huesos y el frío nocturno arreciaba, aunque nada de eso era comparable a las gélidas temperaturas que había tenido que vivir en Lamia.

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Vestuarios de empleados

"Ayúdale…"

Thane abrió su taquilla luchando para no escuchar esa voz interna que había despertado en el mismo instante en el que Kanon había sido invitado a abandonar el lugar, previo pago de unos exquisitos materiales que no iba a necesitar.

"Dile lo que sabes…"

"No, Aspros…" ─ dijo Thane mentalmente ─ "No va a servir de nada."

"Deja que lo decidan ellos…"

"Basta, Aspros"

"Por favor…"

Un portazo fue el que dio cierre a la taquilla de Thane. La frente se presentaba perlada de frío sudor y la palidez había regresado a su rostro, como le iba sucediendo últimamente en cada ocasión que el espíritu de Aspros acudía a él para tomar su energía y establecer comunicación.

─ Qué frío hace…─ anunció un compañero al entrar en la zona de vestuarios.

─ ¿Se habrá jodido la calefacción? ─ cuestionó otro, barajando una de las probabilidades más habituales.

─¿Te encuentras bien? ─ se preocupó el primero, al darse cuenta del abatido aspecto que presentaba Thane.

─Sí, solo estoy un poco cansado…─ el médium trató de sonreír mientras se colgaba la mochila del hombro y se despidió hasta el día siguiente.

─Descansa y hasta mañana ─ le dijo el otro, dándole una suave palmadita a modo de despedida.

Thane salió por la puerta lateral que usaban los trabajadores para acceder y salir de su puesto de trabajo, y antes siquiera que pudiera ubicar su vehículo en el párking dio con la cansina presencia de Kanon esperándole.

El gemelo tenía las manos hundidas en el anorak, el rostro hundido hasta casi cubrirse la nariz y el trasero más que helado debido al rato que llevaba sentado en el capó del coche de Shaka.

─ No me vas a dejar tranquilo, ¿verdad?

Kanon negó con la cabeza. Apenas se movió de su posición, ya no sabía si por agotamiento, anquilosamiento muscular o petrificación hibernal y ahí seguía, con la mirada fija sobre Thane y los movimientos de éste al recolocarse el asa de la mochila sobre el hombro al tiempo que parecía darse unos segundos para pensar.

─Con Garby hablábamos de todo ─ comenzó a explicarse al fin, sintiéndose un poco amparado por la soledad que iba conquistando el gran espacio destinado al aparcamiento ─. Era un chico sencillo. Amaba su trabajo y tenía una capacidad intelectual abrumadora. Estuvo tiempo trabajando en turno de noche porque durante el día iba cursando otra carrera. La enfermería era su vocación y el Derecho era la ilusión de sus progenitores, los cuales provenían de un largo linaje dedicado al mundo de la abogacía.

Kanon pareció desperezarse de golpe y sacó el mentón de la calidez que le había estado confiriendo el cuello alzado del anorak.

─¿Has dicho Derecho?

Thane alzó una mano para demandar silencio y continuó con una explicación que no le apetecía, pero la que tal vez sí debía compartir para dejarla en manos de quienes pudieran analizarla y desgranarla con mejores fines de los que poseían él y su silencio.

─Garby se entregó a su pasión y a la de sus padres. Su joven corazón no deseaba defraudar lo que su familia siempre había recetado para él, razón por la que iba sacando adelante materias y cursos que muchas veces estudiaba por la noche, cuando el pabellón estaba en calma ─ Thane se detuvo en sus palabras para inspirar hondo y mirarse a Kanon con esos destellos paternales que les habían acercado desde hacía semanas ─. No encontraba justa la sentencia que me había encerrado ahí ─ confesó, sin dejar de conectar su violeta mirada con el silencio y expectación de Kanon ─, y sus ansias de justicia le llevaron a redactar cartas que enviaba a tu padre, explicándole las razones por las que él consideraba que mi diagnóstico de "enajenación mental" era erróneo.

─ ¡Es que lo sabía, joder! – exclamó Kanon, chasqueando los dedos.

─Jamás obtuvo respuesta por parte de Aspros y yo le rogué de todas las formas que pude para que se olvidara de mi situación. Que esa no era su lucha. Que si las cosas sucedían de ese modo era porque debían ser así…

─Mi padre guardó todas esas cartas, Thane…todas. Pero no lo hemos sabido hasta hace apenas unos pocos días, cuando yo fui a Esparta para dar con Úrsula. ¡Ellas las ha custodiado durante todo este tiempo!

Thane volvió a inspirar hondo. Todavía quedaban detalles que relatar y hacerlo no le resultaba cómodo. Ni fácil. Ni sanador.

─Durante un tiempo pactamos tácitamente no hablar más de mi situación, ni de las razones por las que estaba encerrado ahí, ni de quien podía estar detrás de todas las mentiras que la opinión pública adoptó como ciertas. Sí que seguíamos hablando…de sus estudios, de gastronomía, de viajes, de mi don…sí. De eso también ─ continuó Thane, ahora con la mirada perdida entre los recuerdos de sus días junto a Garby ─. Como todas las personas del mundo, Garby tenía a alguien que había dejado el plano físico a una edad prematura y le ayudé a establecer la conexión que en ese momento sus almas necesitaron…

─Como hiciste conmigo y mi padre…

Thane asintió y se entregó a otra profunda respiración antes de exhalar y proseguir.

─Un día Garby me dijo, textualmente: "Hoy a las 2:00 de la madrugada se realizará la actualización del sistema informático del centro. Dura cinco minutos. Alguien se olvidará de cerrar la puerta de la lavandería".

─Y fue ese día…

Thane asintió con un leve gesto de su cabeza.

─ Nunca más volvimos a hablar. Ni le vi durante las horas que le quedaron a ese día, ni mucho menos he vuelto a verle después.

─Ahora será un hombre de unos cuarenta y tantos años…─ reflexionó Kanon.

─Sí.

─Su aspecto físico puede haber cambiado, pero si te lo encontraras…¿le reconocerías?

─No lo sé, Kanon…─ Thane retrocedió un paso. Esa pregunta le había incomodado, quizás algo menos que la nueva mentira que ofrecía como respuesta.

─Yo recordé a Úrsula. Habían pasado diez años desde la última ocasión en que la vi, y aún así, la reconocí de inmediato. Y ella a mí también. Ni siquiera dudó en si estaba frente a Saga o frente a mí.

─Pues me parece fantástico, Kanon…

─A lo que voy es que…si tuvisteis una relación tan cercana lo normal sería que le reconocieras. Aunque hayan pasado veinte años.

Thane volvió a respirar con fastidio. Kanon se estaba acercando demasiado a ciertas cuestiones que el médium no deseaba afrontar, sencillamente porque le herían. Y lo hacían cuando él mismo había dado por hecho que ya nada más podría pasar en su vida que le hiciera doler el corazón, equivocándose estrepitosamente en todas sus suposiciones.

─¿Por qué no has acudido aún al juicio, Thane? ─ insistió Kanon, esta vez con sincero interés y preocupación.

─Ya te lo he dicho antes: no quiero verme en la obligación de tener que respirar el mismo aire que respira Hyppolitos.

─¿Es tu gemelo o es su abogado el que te mantiene alejado?

─No sé quién tiene suficiente estómago para ser su abogado defensor, y tampoco me interesa.

─O sí lo sabes, y te duele profundamente que esté defendiéndole. Es más…diría que te hiere. Que te defrauda. Que te decepciona…Porque le conoces, y le conoces bien.

─No. Te equivocas. No conozco a ese hombre. Y ahora, si me permites…quiero irme a casa.

Thane sacó las llaves de su coche y dio por zanjada la conversación con Kanon, ofreciéndole la espalda sin una despedida que acompañara los pasos que le conducían a su vehículo.

─¡Thane! ─ exclamó Kanon antes que el médium se adentrara en el coche ─ Dime cómo se llamaba el enfermero, por favor…

─¿Y de qué te va a servir? ─ Thane se situó detrás de la puerta abierta, apoyando el brazo sobre la parte superior ─ De nada.

─Quiero saberlo. Aunque no me sirva. Pero ese chico tenía un nombre, no sólo un apellido hecho mote. Por favor, Thane…si no va a servirme de nada ¿qué mas da que lo sepa o no?

El médium guardó unos segundos de silencio y tragó saliva con esfuerzo. Recordarle le sembraba el cuerpo de sentimientos encontrados, y otorgarle esa infinita humanidad que poseía cuando el destino les unió entre esas paredes vigiladas ahora le laceraba el alma profundamente.

─Lewis…─ confesó al fin, a media voz y con una latente desilusión ─ Se llamaba Lewis Dou Garbellen, pero no le busques Kanon…ese muchacho probablemente hace tiempo que desapareció.