Hola lectores!
Cómo va la vida?, por mi parte hartísima del calor, lo único que quiero es que sea invierno :c, el sol ni siquiera me permite salir, ya que no puedo exponerme a radiación uv por mucho tiempo, asi que el aire acondicionado es mi mejor amigo jaja.
Logré terminar el cap antes de que pasara la semana, y sé que lo han esperado con ansias, asi que nada, muchas gracias por sus reviews:
- Kayla Lynnet: Yo te diría francamente no confies en nadie en este fic ajajajaj, todos son unos mafiosos asesinos con decisiones poco criteriosas y baja moral. Por un lado Inu tomando las peores decisiones a cada momento, mira que venir a regalar el anillo a Kikyo... salvandose por el momento, porque en su mente no volverá a ver a Kag. Por otro lado Touga amenazando con desheredarlo (porque obvio, los intereses familiares son primero antes que la felicidad de su hijo) y Kikyo como un personaje que aún no se nota muy bien si es buena o mala o tal vez sólo muy ingenua. Muchas gracias por leerme y siempre darte el tiempito de escribir!, me ayuda bastante cuando tengo flojera de escribir saber que hay gente como tu esperando :3 Un abrazo enorme!
- Cbt1996: AJAJAJAJ amigaa, es que asi funciona el italiano, nos derrite de puro imaginarnos el tonito cantado, sobretodo si a ese tonito le ponemos un personaje como Daemon, es cierto que lo InuKag no se nos quita, pero siempre es entretenido un triangulo amoroso metido por ahi jiji. Muchas gracias por tanto cumplido Cin, disfruto un montón escribir por y para ustedes, pero la verdad es que a veces cuando hay bloqueos mentales siempre es bueno leer tanto amorcito por aquí. Falta para ese reencuentro que estamos esperando, pero en consuelo este cap trae cosas bastante interesantes MUAJAJ (inserte risa malvada aqui). Un abrazo enorme amiga mía y nos estamos leyendo!
- Karii Taisho: Karii! Que alegría leerte por aquí, siempre dejandome tus mensajitos, lo valoro montones. Es probable que no recuerdes el anillo porque no apareció antes. Kagome lo dejó tirado allí la ultima vez que estuvo en el depto de Inuyasha (y era necesario que se mantuviera como una sorpresa hasta ahora). Inuyasha y Sesshomaru saben que Daemon es su medio hermano, era dificil para Touga ocultar ese detalle dado el parecido que hay entre todos ellos jajaja, no se llevan muy bien en todo caso, ya veremos esa interacción mas adelante. Daemon no ha dicho que tiene a Kag, al menos por el momento, ya veremos sus razones. Espero este cap te guste mucho! Vamos de a poquito subiendo el drama jiji. Un abrazo
- Rosa Taisho: Rosita de mi corazón!, que alegria ha sido verte de nuevo con tu página, no te imaginas lo mucho que te extrañé. Me gusta mucho leerte tan entusiasmada con Noah! Ajajaj es que yo tambien lo amo mucho, la secuela es un plan a mediano plazo, pero va si o si, asique paciencia paciencia. Con respecto al cap, pucha, Inuyasha sigue siendo tan idiota como siempre, Kikyo ahi con un anillo que es de Kag (y va a arder troya cuando esta lo vea en su dedo mas adelante), y por otro lado Inu no Taisho con toda esta aura poderosisima que se siente de puro leer su nombre ajajaj imagínate tener que enfrentarlo, la verdad es que Inu no tenía muchas de ganar en esa discusión. Veremos que tanto pasa en este cap, se vienen algunas sorpresillas por ahi.
- joiscar: Siempre amo leerte por aqui!, efectivamente, se vienen varios dolores de cabeza ajajaja, para Kag la venganza será un plato que se servirá frío, y para Inu... ya tendrá su redención, lo prometo jaja. Mil gracias por tu comentario
- DidoSonco: Todos/as amamos a Daemon ajajaj, Va a estar complejo ese triangulo amoroso para ustedes como lectoras (y para mi como escritora uff)
- Marlenis Samudio: Marlenis! Mil gracias por escribir. Con respecto al anillo de Kag, no te preocupes que si, llegará el día en que Kag lo vea en el anillo de Kikyo, y si, va a quedar la grande cuando eso pase jajaja, las malas decisiones de Inuyasha parecen no tener tanta consecuencia por el momento, pero le va a llegar sendo pastelón en la cara cuando Kag llegue a Japón. Y si :c entiendo la bronca con Touga, la verdad es que se me ha hecho tannn dificil escribirlos a todos tan desgraciados como mafiosos ajajajja pero asi debe ser, al menos por el momento. Con respecto a tu pregunta del final, si, Sesshomaru e Inuyasha saben que Daemon es su medio hermano, incluso Izayoi lo sabe (perdonó a Touga sendo error). Paciencia que el InuKag a veces tarda en regresar pero siempre lo hace ajajaj. Un abrazo querida y nos estamos leyendo!
- inukag22: Hola! Muchas gracias!, a mi tambien me encanta ver a Inuyasha tan frustrado jajajj, la verdad es que cuando se porta asi de tonto me gusta hacerle sufrir un poquito, pero ya tendrá su recompensa cuando cambie por Kag. Me he tomado estos días para escribir el cap, ojala te guste!
- Carli89: Hola querida Carli! Es que la idiotez de Inuyasha... ajajaj, todos somos InuKag, pero el gustito que dará cuando la vea con alguien más y quiera matarse no me lo sacará nadie. Ha sido entretenido escribir los errores de Inuyasha, su arco de redención será épico cuando llegue jaja. Un abrazo!
- kcar: Gracias por leerme y que : alegria que lo hayas disfrutado! Las interacciones entre Daemon y Kag van cada vez mas intensas jiji (mientras la idiotez de Inuyasha sigue superandose -.-), espero esta actualización te agrade y nos leemos pronto. Un abrazo enorme
- Valentinehigurashi: AJAJAJAJ leerte siempre es un agrado querida Valentine. Esta actualización quizás cumpla parte de tus deseos, asique hazte un tecito y preparate para leer. La verdad es que Kag tiene la cabeza en otro lado por ahora, sobrevivir al parecer es mas importante que notar al tremendo hombre que se vino a encontrar, terrible ajajajaj, su interacción va cada vez mas entretenida en todo caso, he disfrutado harto escribirla. Por otro lado Naraku va a aprovechar cualquier cosa para provocar a los Taisho, asi que ese llamado de chismoso fue con toda intención de revolver las aguas. El casamiento de Inu y Kikyo se ve como un hecho por el momento, Kikyo no es mala :c realmente está enamorada de Inuyasha (y quien no, cof cof) y eso evita que vea lo desgraciado infiel que ha sido ajajajja, asique sip, malditos hombressss, nunca dejan de sorprenderte la verdad, yo ahora soy una papa casada y con un hijo, pero uff, si te contara de todas las mentiras que tuve que escuchar de mis ex parejas y de lo creativos que eran ajajajajja. Estoy notando que el hype por Daemon ha sido intensisisiismo ah ajajajaj, no voy a negar que he disfrutado escribirlo letra por letra, porque me lo imagino y me derrito francamente, alimentando tu esquizofrenia y la mia sin pudor alguno AJAJAJAJ. Buscaré tu recomendación y le echaré un ojo, es divertido escribir, pero hace tiempo que no leo de otras escritoras de fanfics. Un abrazo amiga! Ya quiero leerte a ti y a tu reacción con este cap (te va a gustar muchisimo yo lo sé)
Cap 19 esta avanzado a medias, estoy aún con licencia asi que si la vida y mi bebé me lo permiten, intentaré actualizar dentro de la próxima semana. Los leo con sus reacciones!
Un abrazo
Frani.
Capítulo 18.- Sombras en Toscana
– Tanto esfuerzo y sigo en Italia… Sigo al alcance de mi padre.
– La paciencia definitivamente no está dentro de tus virtudes… - Exclamó mientras me miraba de reojo. - probablemente el problema es tu belleza.
– ¿Mi belleza?
– Ajá, esa es tu única gran virtud, tan grande como para no dejar espacio a otras.
– Me molesta como hablas de mí sin siquiera conocerme.
– Corrijo: Te molesta todo, acabo de decirte bella y lo único que tu cerebro es capaz de procesar es lo malo de la oración.
Su teléfono sonó de pronto y ambos nos tensamos. Lo que más me sorprendió fue que no se movió de la habitación para contestar.
– ¿Sucede algo? - No hubo saludo ni cortesía. - Seguro, dime que necesitas averiguar. - Continuó mientras llevaba su mano libre a uno de los bolsillos de su pantalón negro. - Kagome Russo… No, no he sabido nada al respecto, pero puedo llamarte cuando me entere de algo. ¿Necesitas algo más?, Okey, hablamos. - Y cortó.
– ¿Quién pregunta por mi?
– ¿Quién más? Mi padre por supuesto.
Daemon me sonrió y yo sentí mi sangre helarse poco a poco.
'
Kagome
Había escuchado toda la conversación, sin embargo la repasé un par de veces en mi mente antes de preguntar en voz alta.
– ¿Y eso?
– ¿Eso qué?
– No le mencionaste que me tienes aquí.
– Ajá. - Exclamó sin darle importancia, mientras volvía a sentarse a mi lado y agarraba el control remoto sin volver a mirarme.
– ¿Por qué no lo has hecho?
– No es relevante. - Tomé su mano, aquella que sostenía el control y lo miré seria mientras tironeaba de él. - Suéltalo.
– No hasta que me digas por qué. - Exigí.
– Porque no es el momento indicado, revelaré que te tengo sólo de ser necesario y en el momento justo para obtener la mayor ganancia posible, de lo contrario soportar compartir oxigeno contigo no sirve de nada. - Me sonrió y tiró con fuerza, liberándose de mi agarre. Guardé silencio y permanecí allí completamente aturdida mirando mi mano. - ¿Qué pasa?
– Gracias. - Exclamé bajito y levanté mi mirada hacia él, sonriéndole por primera vez.
– No lo hice por ti.
– Lo sé, pero gracias de todas formas. - Arrugó su entrecejo y sin darme respuesta alguna se giró hacia la televisión otra vez. - ¿Puedo bañarme?
– No.
– ¿Por favor? Aún tengo toda esta sangre seca en mi pelo y en mi piel y comienza a tornarse incómodo.
Para ser franca odiaba esa versión de mi, aquella indefensa y poco autoritaria que debía rogar por algo básico como un baño, sin embargo no era estúpida y en la posición en la que estaba era la única manera de llevar la fiesta en paz. Daemon no tenía idea de lo terrible que podía llegar a ser y era mejor de ese modo… Al menos por ahora.
– Si te bañas te vigilaré todo el tiempo. - Amenazó.
– No me importa.
– ¿Ah no? - Me encogí de hombros.
– Prefiero eso a seguir sintiéndome sucia. - Me sonrió y se puso de pie, desapareciendo por un instante para volver a aparecer con una toalla esponjosa de algodón blanco y lanzarla hacia mi regazo.
– El baño está en la habitación. No tardes más de cinco minutos o iré por ti. - Asentí y me puse de pie.
Di un par de pasos y me detuve en seco.
– No tengo intenciones de huir de ti. - Musité sin mirarlo. - Eres mi mejor opción.
– Lo sé.
– ¿Y entonces por qué me vigilarías?
– Porque podrías cambiar de opinión y porque no confío en ti. - Musitó para luego sentarse en el sofá y volver a reproducir la película. - No creo que te moleste perderte lo que queda, no es como que hayas estado poniendo atención de todas formas. - Puse los ojos en blanco.
– El protagonista muere al final, se suicida. - Exclamé.
– ¡¿Es una puta broma?!
– De nada. - Le sonreí y corrí a encerrarme en el baño.
La bañera era pequeña en comparación a la que estaba acostumbrada, pero estaba limpia y eso era lo único que necesitaba. Me sumergí en el agua caliente cuando esta llegó al tope y dejé ir un suspiro de placer involuntario cuando sentí el escozor por la temperatura excesiva sobre mi piel. Cuando volví a salir a la superficie me abracé a mi misma y cerré los ojos, sintiendo con mis dedos la nueva y pequeña cicatriz en mi brazo, donde la plata había hecho lo suyo.
"Te miro y siento que estoy intoxicándome lentamente, como si tu sola existencia me sofocara poco a poco... ¿Cómo soluciono ese jodido problema? ¿Te destruyo de una vez por todas? ¿O bajo la guardia y me permito admitir que te quier…"
– Idiota. - Exclamé en voz alta.
Los últimos acontecimientos habían sido lo suficientemente traumáticos para evitar que el peliplata ocupara algún lugar en mi mente, sin embargo el muy maldito volvió a aparecer apenas bajé la guardia. Ahora, si era realista… Tampoco ayudaba mucho tener a un chico idéntico a él sentado en la habitación contigua.
Brutalmente similares y a la vez brutalmente distintos. No tenía ningún motivo real para confiar en Daemon ni en su historia de origen y aún así le creía cada palabra, probablemente porque su rostro era el vivo reflejo de su padre y hermanos. Debía ser molesto para él, ser consciente de la vida lujosa de sus pares y vivir así, en una modesta cabaña, perdida en el medio de la nada, solicitado por su padre sólo cuando se necesitaba de él. Y aún así, siendo mejor padre que el mío. Sonreí. Debería sentir lástima por mí, el tipo era un afortunado si lo comparaba conmigo.
– ¿Russo? - Su voz ronca me sobresaltó del otro lado de la puerta.
– ¿Hmm?
– Pasaron cinco minutos.
– Okey.
Me puse de pie y envolví mi cuerpo en la toalla. Abrí y me encontré de frente con él, mirándome desde su altura imponente sin pestañear.
– Ten. - Me entregó una camisa negra doblada. - Tu ropa está asquerosa. - Sonreí.
– Es cierto, gracias.
Cerró la puerta y dejé caer la toalla, colocando la prenda limpia y abrochando uno a uno los botones. Al salir él estaba colocándose su chaqueta de cuero, con las llaves en la mano. Tironeé lo más que pude la camisa intentando tapar un poco más mis muslos antes de acercarme.
– ¿Vas a salir? - Asintió.
– Necesito conseguir las cosas para sacarte de aquí tarde o temprano y antes de que lo preguntes no, no puedes ir conmigo.
– ¿Y si alguien viene aquí? - Me miró sin contestarme y se acercó para tomar mi mentón con poca delicadeza y sonreírme.
– Ascoltami, ragnetta mia (escúchame, arañita mía), tu y yo sabemos perfectamente que no eres una damisela en apuros y que de hecho eres bastante letal si te lo propones, después de todo he perdido varios amigos del rubro a manos tuyas. - Me empujó hacia la pared sin soltarme, pegándose a mi cuerpo de forma amenazante. - Todo este acto de niñita indefensa te lo compro sólo porque nos conviene a ambos si significa que vas a comportarte hasta que tu camino y el mío se separen de una vez por todas. Asi que si alguien viene aquí, te encargas del problema, así de sencillo.
Lo miré molesta mientras sentía las gotitas de mi flequillo caer sobre mi nariz.
– No tengo armas.
– No las necesitas. - Me soltó y caminó hacia la puerta. - Vuelvo en un par de horas.
La puerta sonó en un golpe seco al cerrarse y me quedé allí, completamente sola en medio de esa pequeña sala de estar silenciosa. Suspiré y fui por mi ropa sucia, dispuesta a lavarla.
– A ver… - La lavadora encendió un montón de luces en el momento en que la enchufé. Eché mis 4 prendas en su interior y una medida completa de detergente. - "lavado diario, "lavado delicado", "quita manchas", hmm… quitar manchas le vendría bien. - Presioné el botón de iniciar y el pequeño temporizador digital marcó tres horas. - ¡¿Tres horas?! ¿Cómo va a tomar tanto tiempo lavar 4 prendas?
Yep, no tenía idea de lo que era la vida ni de programar una puta lavadora, no hasta ahora.
Me recosté en la cama de Daemon y cerré los ojos. Comencé a deprimirme cuando noté que no estaba en la mejor de las posiciones. No tenía dinero, no sabía como cocinar y apenas tenía nociones básicas de una vida sin lujos… Esto iba a ser un desastre.
Debo haber estado en la misma posición al menos un par de horas, hundiéndome a voluntad en mis propios pensamientos depresivos. El sueño me invadió poco a poco y pronto comencé a sentir mis párpados pesados. Había tanto silencio en aquel lugar que era fácil relajarse y perder la noción del tiempo, sin considerar que las sábanas olían a perfume y suavizante, una mezcla que me drogó poco a poco.
Y de pronto ya no estaba en la cabaña, ahora me encontraba en una habitación oscura, apenas iluminada por una luz parpadeante y fría que no alcanzaba a revelar las paredes. El aire olía a humedad y a algo más, algo rancio. Intenté moverme, pero mis pies jamás tocaron el suelo.
Fue entonces cuando lo sentí; algo áspero rodeando mi cuello, presionando, cerrándose poco a poco. Llevé las manos al lugar, pero la soga ya estaba ahí, firme e inmóvil. No importó cuánto tiré de ella, simplemente no cedió.
¿Ves lo que sucede cuando no me obedeces? - La voz de mi padre, profunda y en eco me provocó escalofríos.
Intenté gritar en vano, desesperándome aún más cuando ningún sonido salió de mi boca. El aire comenzó a escasear en mis pobres pulmones a la vez que el pánico trepaba por mi pecho como una jodida araña. Mi vista se tornó borrosa y la sombra frente a mi comenzó a moverse, a reírse en mi cara mientras acababa con mi vida.
Mis pulmones ardieron con cada bocanada inútil, mis ojos se tornaron vidriosos poco a poco y entonces, justo cuando la oscuridad estaba a nada de consumirme por completo, abrí los ojos.
Mi corazón martilló con fuerza contra mis costillas y jadeé desesperada ocupando el último atisbo de oxígeno cuando descubrí que no era un sueño; que alguien realmente me estaba ahorcando.
– Buenas noches bella durmiente, tu padre te envía saludos. - Y entonces el ente apretó con más fuerza.
Mi visión se tornó borrosa, pero pude distinguir una silueta enorme sobre mi, con sus ásperas manos apretadas alrededor de mi cuello y su rostro desconocido con el ceño fruncido, concentrado en lo que estaba haciendo. Me retorcí como pude bajo su cuerpo y estiré mis manos para quitar las suyas, cuando eso no sirvió de nada busqué desesperada cualquier cosa a mi alrededor para defenderme, alcanzando a duras penas la lámpara sobre el velador y golpeándolo con fuerza desmedida en la cabeza. Su agarre aflojó de inmediato y aproveché para patearlo en el estómago, sacándolo finalmente de encima. Tomé una bocanada de aire desesperada y comencé a toser de forma compulsiva.
Me arrastré esquivando su cuerpo en el suelo hasta alcanzar el cable de la misma lámpara y lo utilicé para devolverle el favor, dando dos vueltas rápidas alrededor de su cuello y jalando con fuerza mientras me sentaba sobre su espalda. Sus brazos se movieron rápidos, apuntando en todas direcciones con una pequeña daga, la que alcanzó a enterrar en mi muslo derecho. Di un grito cuando una vez más se extendió esa sensación de mierda que sólo la plata provocaba, sin embargo me obligué a ignorar el dolor, consciente de que no era lo más relevante en ese momento. Los segundos de lucha se me hicieron eternos y cuando por fin dejó de moverse y el silencio volvió a reinar me permití soltar el cable. Miré el cadáver allí, asustada de que se levantara de la nada. Me arrastré hasta un rincón y abracé mis piernas, respirando agitada mientras evitaba con todas mis fuerzas caer en una crisis de pánico.
Sentí la puerta de entrada cerrarse de golpe en la habitación contigua y en acto reflejo quité la pequeña daga de mi pierna, lista para utilizarla a mi favor si era necesario. La sangre brotó con fuerza pulsátil en un tono rojizo brillante, creando una poza escarlata que se expandió poco a poco a mi alrededor. Pasos rápidos se acercaron cada vez más a la habitación y cuando la silueta de Daemon apareció, con sangre en su rostro y cara de pánico sentí mis hombros caer, relajándome de inmediato con su presencia. Se acercó hasta mí, me quitó la daga ensangrentada de las manos y revisó meticulosamente la herida en mi muslo derecho. Corrió al baño, volvió con vendas y se agachó otra vez.
– Voy a hacerte un torniquete mientras la herida cierra. Es una daga de plata, así que probablemente tarde un poco. - No fui capaz de responder, sólo permanecí allí, dispuesta a lo que quisiera hacer conmigo. - ¿Estás bien? Te dije que podías defenderte sola. - Me sonrió y entonces apretó el vendaje, provocando un grito en mí, el primer sonido audible desde su llegada.
Mis ojos se tornaron vidriosos cuando comencé a hiperventilar. No podía verme a mí misma, pero estaba segura de que esa no era la imagen de mujer fuerte que había obtenido con los años. Odiaba sentir ese miedo a la muerte, sobre todo cuando jamás había existido antes, no en la posición de poder que siempre había poseído.
– Hey. - Sus manos me sacudieron por los hombros con suavidad. - Hay que salir de aquí, no puedes entrar en pánico ahora. Lo hiciste bien, estás viva. - Su mano derecha subió a mi mejilla, acariciando la zona con su pulgar.
– Tienes sangre en tu rostro. - Musité.
– No es mía. Venía ya de regreso cuando encontré un auto estacionado a unos cuantos metros de aquí, asumo que los dos sujetos que esperaban dentro venían con este y que todos son amigos de tu padre. Usaremos esa misma camioneta para salir de aquí. - Asentí. - Lo importante es que conseguí lo que necesitaba, podemos viajar a Japón en un par de días.
– ¿Qué hora es?
– ¿Cerca de las cinco… creo?
– Mi ropa está mojada, le debe quedar aún una hora de lavado, si esperamos un poc…
– ¿En serio? ¿Eso te preocupa ahora? - Se puso de pie y tironeó de mi brazo para levantarme, abrazándome por la cintura cuando me desvanecí al no poder apoyar mi pierna herida. - Olvídalo, te buscaremos ropa en el camino.
– ¡No voy a salir así!
– Por supuesto que no. - Exclamó y se sacó su chaqueta poniéndola sobre mis hombros. - Está sucia, pero te cubrirá mejor que tu ropa empapada.
Lo miré en silencio y asentí. No era el momento para preocuparme por eso.
– ¿Puedes caminar o necesitas que te lleve en brazos?
– No te atrevas a ponerme un dedo encima. - Exclamé soltándome de su agarre y utilizando en acto seguido las paredes como apoyo para salir de allí. Penosa, pero independiente.
– Como quiera su alteza, me encantará ver como llega a su carruaje sin ayuda. - Musitó sarcástico y suspiré derrotada.
Estiré mis brazos hacia él como una niña pequeña y me sonrió triunfante antes de levantarme en estilo nupcial y cargarme sin mayor esfuerzo hacia la salida.
'
Inuyasha
El reloj de pared marcaba las tres de la madrugada, pero el sueño no llegaba. Caminé de un lado a otro en mi habitación, con el ceño fruncido y los puños cerrados. Agradecí que Kikyo ya no estuviera cuando volví, porque no habría sido capaz de ocultar el estrés por lo que estaba pasando.
El rostro de Kagome apareció en mi mente una y otra vez, sin poder dejar de pensar en que debía estar en peligro y no sabía cómo demonios iba a salvarla.
Preocupado por salvar a la chica que intentó matarte no una sino dos veces… Perfecto, Inuyasha.
No debía importarme a estas alturas, lo sabía, sin embargo el no saber dónde estaba ni en qué condición me estaba carcomiendo rápidamente por dentro. ¿Realmente la habían raptado? ¿O quizás ella misma había huido de su padre?
Si había huido de Naraku debía tener motivos suficientes y si este la encontraba…
Sacudí mi cabeza intentando quitar la imagen mental horrible que se alojó en ella. Cada idea que tenía era peor que la anterior. Si enviaba a mis hombres a Italia, mi padre se enteraría tarde o temprano. Si yo viajaba, significaba perder automáticamente a Kikyo y con ella la alianza para mi familia. Si llamaba a Kagome… Espera, llamar a Kag, esa es buena idea.
Corrí a mi oficina y busqué el teléfono cuyo número no era rastreable. Busqué su número en mi celular y tecleé con rapidez, decepcionándome con creces cuando el buzón de voz sonó al instante.
¿Enserio? ¿Esperabas algo distinto?
Lancé el aparato a la pared y entonces mi ira solo escaló. El escritorio se rompió en dos cuando lo volqué contra el suelo. El cristal de mi ventanal se hizo añicos cuando lo pateé con fuerza y el whisky escurrió por el piso de madera cuando rompí la botella contra él. Me senté rodeado por mi propio desastre, mordiendo mis garras completamente frustrado.
Levanté la cabeza hacia el marco de la puerta cuando la silueta de Miroku apareció, mirándome como si hubiera tenido un brote psicótico frente a él.
– ¿Qué quieres?
– "Hola amigo, ¿cómo estás? No te veo hace siglos"
– No estoy de ánimo, Miroku.
– Algo así mencionó Sesshomaru cuando me pidió que viniera a verte, dijo que necesitarías un amigo, aunque no me dijo por qué.
Caminó hasta mí, intentando esquivar los trozos de vidrio y madera.
– ¿Has discutido con el señor Taisho?
– Algo por el estilo.
– Y no quieres contarme… - Levanté mi mirada hacia él con una respuesta clara y silenciosa, lleno de odio. - Por supuesto que no. - Tomó una botella de brandy de mi colección y tomó un sorbo. - Dime amigo, ¿Te has vuelto loco por Kagome Russo?
Escuchar ese maldito nombre en la boca de alguien más me revolvía el estómago.
– ¿Qué?
– Sanguito me contó todo. - Apreté el puente de mi nariz, completamente superado.
– Sanguito va a terminar perdiendo su lengua si no es capaz de quedarse callada. - Exclamé.
– ¿Es verdad? - Lo miré con el ceño fruncido. - ¡Hey no me mires así! ¡Tú y yo no tenemos secretos!
– Okey, tienes razón - Sonreí y caminé hasta él para quitarle la botella y beber un poco antes de seguir. - ¿Qué quieres que te cuente maldito chismoso? ¿La parte donde me cogí hasta cansarme a la heredera del clan enemigo? ¿O tal vez la parte donde la ofendí y me apuñaló con su propia mano minutos después de que intenté decirle "te quiero"?
– Oh…
– Y no olvidemos el pequeño detalle de que ha desaparecido y su padre, el peor enemigo del mío, piensa que yo soy el responsable… - El volumen de mi voz aumentó poco a poco.
– Inuyasha…
– ¡CUANDO ESTOY A MILES DE KILÓMETROS Y NO PUEDO HACER ABSOLUTAMENTE NADA! - Mi respiración agitada llenó el vacío de ruido en aquella oficina, mientras Miroku me miraba con lástima. - NO TE ATREVAS A MIRARME ASÍ.
– Lo siento. - Bajó la mirada a sus zapatos y sonrió. - Es la primera vez que te veo descontrolado por una mujer, pero eso es bueno ¿no?, significa que tienes corazón.
– Estoy a un segundo de reventarte el cráneo contra el suelo amigo mío, no tientes mi paciencia. - Miroku levantó sus manos rindiéndose al instante.
Tomé mi cabeza entre mis manos, enterrando mis garras en mi piel, consumido por la ansiedad.
– Necesito saber como está. - Admití en voz baja. - Sólo eso.
– ¿Probaste averiguar algo con Daemon?
– Sabes que no nos llevamos bien. Además, mi padre lo ha pensado antes. - Me senté en el suelo a seguir bebiendo, ¿Qué más iba a hacer?
– ¿Y entonces por qué no le preguntas a tu padre?
– ¡Oh claro!, mostrarme preocupado por la heredera Russo es exactamente lo que debería hacer, ¿Cómo no lo pensé antes? - Puso los ojos en blanco cuando detectó mi sarcasmo.
– Entonces lo superas y sigues con tu vida. - Lo miré incrédulo. - Lo siento amigo, pero si somos brutalmente realistas no tienes otra opción.
Se sentó a mi lado en el suelo y me quitó la botella de brandy, permaneciendo ambos en silencio después de beber un sorbo.
– Es un buen brandy. - Comentó de pronto, intentando alivianar el ambiente.
– Lo recibí en parte de pago por un favor hace algunos años. - Asintió y bebió un poco más. - Amigo…
– Dime.
– Gracias por venir. - Me sonrió y palmeó mi hombro.
'
Kagome
– ¿Cuánto falta?
– Me has preguntado veinte veces, Kagome.
– Y me has contestado solo tres. Tengo frío.
Su mano se estiró al botón del aire acondicionado y lo encendió, manteniendo su atención en la carretera.
– Conozco un hostal perdido en el medio de la nada en Toscana, su dueña es una anciana que no tiene idea del mundo de la mafia, asi que claramente no tendrá idea de quien mierda eres y eso es justamente lo que necesitamos.
– ¿Vas ahí a menudo?
– Sólo cuando tengo trabajo cerca.
Lo miré en silencio, ¿ser un cazarrecompensas podía siquiera considerarse un "trabajo"?
– Asi que te dedicas a asesinar gente por dinero.
– Yep.
– ¿Y pagan bien?
– Depende del objetivo.
– ¿Y quien te paga?
– Gente mala. - Sólo entonces me miró. - Gente como tú.
– No olvidemos que eres parte del grupo también, es cierto que alguien te da la orden, pero tú decides si la cumples o no. - Esbozó una sonrisa torcida y suspiró.
– ¿Te sentiste ofendida porque te he dicho que eres mala?
– Nada me ofende a estas alturas, sólo quiero dejar en claro el punto de que si yo lo soy tu también lo eres.
– No dije "gente mala" como un defecto, si me preguntas, a mis ojos somos los más inteligentes en este mundo de mierda, no es como que ser "bueno" te asegure una buena vida.
– Tampoco ser "malo"
– Si eres del grupo malvado que gana dinero entonces si, ser malvado definitivamente te asegura una buena vida, con sus riesgos, obviamente.
De pronto detuvo el auto a un costado de la carretera, justo frente a un minimarket.
– Voy a bajar a comprar algunas cosas.
– Obviamente no quieres que baje contigo.
– Vuelvo enseguida. - Recibí el sonido del portazo como última respuesta.
Pasaron cerca de 20 minutos antes de volver a verlo caminar de regreso hasta mí. Echó un par de bolsas en el pick up de la camioneta y abrió la puerta del conductor para sentarse a mi lado y entregarme una.
– Te compré algunas cosas básicas.
– Gracias.
– Adorable, pero nada de gracias, cobraré en tu deuda cada maldito euro que gaste en ti. - Encantador.
Revisé la bolsa, en ella encontré un shampoo pequeño con olor a chicle que parecía ser para bebés, cepillo de dientes, desodorante y una bolsa de maní. ¿ENSERIO?
– ¿Daemon?
– ¿Hmm?
– ¿En tu mente es más importante comprarme maní que ropa? - Pregunté sarcástica.
– No había ropa, pero anímate, compré cervezas también. - Resoplé, cruzándome de brazos completamente indignada por tener que aguantar vestir en paños menores por más tiempo.
El atardecer terminó por alcanzarnos luego de un par de horas de viaje silencioso por la carretera. Terminé por rendirme, tomando el pequeño paquete de maní de la bolsa y abriéndolo para echarme un puñado a la boca. Daemon sonrió sin mirarme al escucharme masticar y estiró su mano para pedir su ración.
– Compra el tuyo.
– Ese era mío pequeña ladrona, es mi maní favorito. - Musitó y yo le di un puñado, sintiéndome culpable.
– Es un buen maní. - Exclamé.
Soltó instantáneamente una carcajada liviana en el tono ronco característico de su voz y llevó el puño a su boca, tapándose con el antebrazo mientras intentaba reír y masticar a la vez.
– ¿Qué? - Pregunté.
– ¿"Es un buen maní"? - Me citó.
– ¡Pero es bueno! - Fruncí el ceño al sentirme foco de risas, sin embargo las suyas terminaron contagiándome y ambos terminamos riendo como idiotas.
Luego de un rato volvimos a quedar en silencio y él me sonrió por un instante para luego volver la vista a la carretera.
– Es la primera vez que te escucho reír. - Musitó. - Es un sonido armónico, le daría una puntuación 8/10.
– Vaya… ¿Y qué le falta para ser un 10?
– No estoy seguro.
– Entonces me estás quitando dos puntos por nada.
Giró el manubrio y la camioneta derrapó al cambiar de asfalto a terreno de tierra pedregoso. Siguió avanzando por un par de kilómetros hasta que finalmente vislumbré una luz parpadeante en el frente, proveniente de un letrero que destacaba la palabra "hostal" en un tono rojo.
– Estoy segura de que esta señora no tiene demasiados clientes, su hostal está perdido en el medio de la nada.
– Y afortunados somos por ello. - Estacionó a un costado y detuvo el motor. - ¿Cómo sigue tu pierna? ¿Puedes caminar? - Miré mi muslo, donde el vendaje apretado estaba manchado de sangre. Moví la pierna y si bien se sintió un poco incómodo no dolía tanto para detenerme. Asentí. - Perfecto.
Se bajó de la camioneta y lo imité al instante. Me tomé mi tiempo en caminar hasta la entrada mientras él buscaba las bolsas restantes en el pick up. El lugar no era para nada atractivo. Una campanita sonó cuando abrimos la puerta de entrada. Allí en una recepción lúgubre y poco iluminada nos sonrió una abuelita.
– ¡Daemon! - Ella le sonrió con estima y lo esperó con los brazos abiertos. Si eso no me había sorprendido suficiente, si lo hizo el hecho de que el idiota le respondiera el gesto, abrazándola con… ¿ternura?
– Buonanotte, nonna (buenas noches, abuela) - Estuve a un segundo de ahogarme con mi propia saliva debido a la sorpresa, ¿CÓMO QUE ABUELA? - Porto compagnia oggi, lei è un'amica (Traigo compañía hoy, ella es una amiga)
– Bella ragazza, qual è il suo nome? (Hermosa chica, ¿cuál es su nombre?)
– Non è importante (No es importante) - Le respondió él y yo me sentí mal educada.
– Sono Mia, è un piacere conoscerla (es Mia, es un placer conocerla) - Interrumpí y ella me sonrió para luego mirarme de la cabeza a los pies.
– Perché viene vestita così? (¿por qué está vestida así?) - Le preguntó a Daemon.
– Le hanno rubato i suoi averi, sai com'è brutto il mondo. (Le han robado, ya sabes como esta de malo el mundo) - Su nonna me miró con lástima. - Passeremo la notte qui e ce ne andremo domattina. (Pasaremos la noche aquí y nos iremos en la mañana)
– Nessun problema. (No hay problema) - Se giró al mueble a sus espaldas y tomó un par de llaves. - Camera 301 e 302 (Habitación 301 y 302)
– Ti amo, sei un sole. (Te amo, eres un sol) - Besó su mejilla y se giró hacia mi, borrando todo rastro de ternura cuando me indicó donde estaban las escaleras.
El hostal tenía 4 pisos y escalera de caracol. El piso era de madera antigua, podía decirlo por cómo rechinaba con nuestras pisadas, las paredes tenían un papel tapiz desgastado y el lugar olía a antigüedad de una forma agradable, con lámparas colgantes en luz cálida que apenas eran capaces de cumplir su función. Todo allí era estilo retro y para mi sorpresa me sentí a gusto con ello.
Daemon me entregó la llave de mi habitación cuando llegamos al tercer piso y yo le sonreí antes de darme la vuelta.
– Russo… - Me llamó y me detuve en seco. - …No mentí cuando dije que compré cervezas, por si quieres quedarte un rato a beber conmigo. - Lo miré por sobre mi hombro. - A menos que tengas sueño…
– ¿Me las vas a cobrar también?
– Depende.
– ¿De qué?
– De que tan entretenida sea nuestra conversación. - Sus ojos heterocromáticos me miraron fijo y olvidé como respirar por un segundo. O este chico sabía lo brutalmente bello que era y tomaba provecho de eso, o no tenía idea y lo encantador le salía natural.
Miré la llave en mi mano y suspiré justo antes de asentir y aceptar con ello su invitación. Sonrió por un instante antes de abrir la puerta de su habitación y se hizo a un lado para dejarme pasar.
– Donne prima. (Mujeres primero) - Puse los ojos en blanco y entré.
La habitación era del mismo estilo antiguo y poco acogedor. Tenía una cama matrimonial en el centro, dos veladores y una televisión que probablemente llevaba existiendo más tiempo que yo en el mundo. El cobertor burdeo y el dosel de la cama le daban un estilo delicado. Al menos olía a limpieza y desinfección, eso era lo único que pedía a esas alturas.
Sentí el sonido de una cerveza al ser destapada y me giré hacia Daemon, quien me la ofrecía estirando su mano.
– Gracias. - Musité y me senté al borde de la cama.
– Tan silenciosa ragnetta, apuesto a que tienes mil preguntas atoradas en la garganta.
– ¿Nonna? - Pregunté y él me sonrió al sentarse a mi lado y tomar de su propia cerveza.
– Yep, la anciana dueña del hostal es mi abuela materna.
– Pero es anciana…
– Si, eso es lo que hacen los abuelos, envejecer. - Exclamó sarcástico.
– Los abuelos humanos. - Corregí.
– Y con ello puedes sacar conclusiones suficientes, sé que eres rápida en eso. - Exclamó.
Si el chico a mi lado tenía una abuela que sí parecía abuela, significaba que era humana, y eso hacía a la madre de Daemon de la misma especie.
– Tu no eres un yōkai. - Acusé. - Tú eres un hanyou.
– Ajá, ¿Por qué crees que no formo parte del clan Taisho? Touga no puede perdonarse a sí mismo por haberse involucrado con una humana y mi existencia le recuerda su error todo el tiempo, un error que habría ensuciado su apellido.
– Eso es triste.
– Meh, ya dejó de importarme. - Admitió y bebió un poco más. - ¿Y tú? Hija de Naraku Russo ¿Tienes una familia un poco más funcional?
– Seguro, por eso huyo de mi padre. - Se rio y me miró, esperando la continuación de mi respuesta. - Mi madre era el punto funcional de mi familia, ella murió y todo se fue al carajo.
– ¿Cómo murió?
– Mi padre la mató… O eso dicen las malas lenguas.
– ¿La extrañas?
– No te imaginas cuanto. - Susurré, bajando el nivel de mi voz de forma inconsciente al admitir cosas que me hacían lucir vulnerable. - ¿Y tu madre?
– No tengo la menor idea.
– ¿Viva?
– Eso espero, no la conozco. Mi nonna me crió luego de que mi madre huyó lejos dejándole el problema.
– Lo siento.
– No lo hagas, tu familia está tan rota como la mía.
– Salute a questo. (Salud por eso) - Exclamé y él estiró su botella para chocar con la mía.
Dejé caer mi cuerpo hacia atrás en un suspiro y él mantuvo su posición, mirándome desde allí, procurando dejar una distancia segura entre los dos.
– ¿Qué se siente saber que tu padre te quiere muerta?
– Totalmente esperable.
– Sabes, a mi me ha sorprendido un poco y la verdad es que pocas cosas me sorprenden hoy en día. - Admitió. - Primero porque el muy maldito fue capaz de encontrar mi cabaña en el medio de la nada y segundo… porque ha enviado gente no a capturarte, sino a matarte, y mi percepción siempre fue que eras valiosa para él.
Suspiré y miré al techo, enfocando mi concentración en una pequeña mancha sobre la pintura.
– Si no obedezco me convierto en un problema, piénsalo con frialdad; si eres un mafioso inmortal en realidad no necesitas tanto de una heredera, no si no te sirve para seguir agrandando tu imperio.
– Hmm, si, si lo pones así tiene bastante sentido. - Hubo un silencio momentáneo. - ¿No te duele?
– Un poco. - Musité honesta. - Pero lo superaré, sólo me sirve para reforzar la idea de que tomé la decisión correcta al huir.
Se recostó a mi lado, aún manteniendo una distancia prudente entre los dos y sentí ese gesto como la prueba tangible de que ambos dejábamos caer nuestra pared defensiva.
– A mis ojos eres una chica bastante valiente.
Guardé silencio, sin embargo ese cumplido me hizo sonreír.
– ¿Cómo te llevas con los herederos Taisho? - Pregunté.
– No hablo mucho con ellos y las pocas veces que lo he hecho ha sido con Sesshomaru. - Jugueteó con un mechón de su cabello oscuro que caía sobre su frente, tironeándolo de vez en cuando. - E Inuyasha Taisho es un idiota.
– ¿Por?
– No sabe cuando callarse. - Sonreí.
Para mi sorpresa mi permanencia en esa habitación se extendió por horas, girando en torno a una conversación que resultó ser bastante interesante para los dos. A medida que las cervezas se fueron acabando; la profundidad de nuestros temas fue aumentando. Hablamos de nuestros traumas de infancia y de lo disfuncional que eran nuestras familias, también hubo un poco de enfoque en nuestros lugares favoritos, en asesinatos cometidos y mascotas de la infancia.
Me incorporé de golpe cuando las ganas de orinar me quitaron la concentración.
– Pausa, necesito hacer pis. - Exclamé poniéndome de pie.
Después de un viaje de tres horas e infinito diurético alcohólico mi vejiga no daba más. Caminé hacia el baño, me encerré allí y al prender la luz me vi en el espejo como la peor versión de mi misma. Tenía cabello con más ondas y frizz de lo habitual por haberme dormido sin secarlo, eso incluía mi flequillo, completamente desordenado sobre mi frente; mi cuello no tenía marcas, pese a que aún podía sentir la presión del ahorque en el lugar. Me encargué de vaciar mi vejiga y lavar mis manos para luego lavar mi cara y despertar un poco antes de abrir la puerta y salir. Para entonces Daemon estaba de pie frente a la pequeña ventana de la habitación y se giró a mirarme con deliberada lentitud, iluminado apenas por la luz de luna que se filtraba del exterior.
– ¿Cómo sigue tu pierna? - Sus ojos viajaron por mi cuerpo lentamente hasta detenerse en mi muslo derecho, donde su camisa se había subido lo suficiente para revelar el borde del vendaje.
– Cada vez molesta menos. - Admití tironeando de la tela.
– Eso es bueno.
Se separó de la ventana y avanzó con deliberada lentitud hasta detenerse frente a mí. Se arrodilló y me miró desde su posición. Fui cautivada por como el dorado de su ojo derecho destacó incluso con la iluminación pobre del lugar, mientras el verde olivo del izquierdo lució aún más oscuro y sombrío. El corazón se me apretó cuando su mano derecha rozó mi piel.
– ¿Puedo? - No contesté, sin embargo fue respuesta suficiente. Daemon deslizó el borde de la camisa hacia arriba, revelando centímetro a centímetro el vendaje apretado que envolvía mi muslo. Sus dedos presionaron con fuerza controlada, provocando un deje de malestar que me hizo temblar. - ¿Duele? - Negué con la cabeza, completamente perdida en sus ojos y demasiado absorta para formar una palabra coherente. - ¿Y por qué tiemblas?
Puse todos mis esfuerzos en controlar mi respiración mientras su mirada me quemaba poco a poco, una sonrisa torcida iluminó su rostro y sin romper el contacto visual, inclinó su cabeza y presionó sus labios suavemente contra el vendaje. El gesto, tan inesperado, tan íntimo, hizo que un pequeño gemido ahogado escapara de mis labios. Se incorporó hasta erguirse por completo y tomó las solapas de la chaqueta de cuero que me abrigaba, su chaqueta de cuero.
– ¿Esta chaqueta no te abriga lo suficiente? - Preguntó y tiró de la prenda para atraerme a su cuerpo.
Su mano derecha subió hasta mi mejilla, con su pulgar trazando el contorno de mi mandíbula mientras sus otros dedos se deslizaban hasta mi nuca, enterrándose suavemente en mi cabello. Sentí cada punto de contacto como pequeñas descargas eléctricas: la presión de su palma contra mi piel, la suave fricción cálida que irradiaba de su tacto. Me sentí ebria y no por las cervezas, si no por el deseo.
La punta de su nariz rozó suavemente la mía en un gesto adorable y mis labios se entreabrieron casi por instinto. Su aliento cálido me provocó escalofríos y él sólo sonrió, disfrutando el ver como mi cuerpo reaccionaba a su cercanía.
– ¿Este era el plan al invitarme a tu habitación? - Pregunté en un susurro mientras intentaba mantener la distancia entre los dos poniendo mis manos sobre su pecho.
– No, pero me gusta improvisar de vez en cuando. - Acercó su boca a mi oído derecho, mordiendo el lóbulo con suavidad.
Mis dedos se curvaron en respuesta, aferrándose a su camisa, atrayéndolo imperceptiblemente más cerca. Con una lentitud exquisita, casi dolorosa, siguió con sus labios entreabiertos el arco de mi mandíbula, llegando a rozar mi comisura en un toque fugaz.
Era una pésima idea y fue quizás por eso mismo que no pude resistirme a ella.
