La tarde caía lentamente sobre la ciudad, y Edward caminaba por las calles sin rumbo, la lluvia comenzaba a mojar su chaqueta negra, pero no parecía importarle. Había algo reconfortante en la monotonía de la lluvia; lo hacía sentir menos solo, como si el mundo entero estuviera sumido en el mismo vacío que él sentía.

Aunque no quería pensar en ella, Bella estaba siempre allí, en cada rincón de su mente, acechando incluso en los momentos más tranquilos. Cada imagen de su rostro, cada recuerdo de su risa, se veía opacada por la única verdad que no podía olvidar: ella lo había traicionado.

Él se había entregado por completo a Bella, confiando en ella de una manera que nunca creyó posible. Había compartido su vida, sus sueños, y sus miedos. Y había creído, ingenuamente, que ella lo hacía también. Pero ahora, después de todo, después de enterarse de lo que había sucedido con James, su mejor amigo, la traición se había clavado como una daga invisible en su pecho.

¿Cómo pudo? se preguntaba una vez más, como si esa pregunta pudiera deshacer el daño que ella había causado.

Cada vez que pensaba en lo que había descubierto, su mente lo llevaba de vuelta a ese día, a ese momento en que se cruzó con la verdad. El dolor físico había sido casi insoportable, pero lo peor era la sensación de no haber podido ver las señales, de haber sido tan ciego ante algo que él había creído sólido y seguro. Bella no solo había quebrantado su confianza, había destrozado todo lo que él había construido a su alrededor.

Caminó un poco más, sin rumbo fijo, hasta que sus pasos lo llevaron a la misma calle donde había encontrado a Victoria esa mañana, en el minisúper. El edificio que tenía frente a él estaba tan lleno de recuerdos de Bella, de su vida juntos, que se sintió ahogado.

¿Por qué sigo pensando en ella? pensó. ¿Por qué no puedo dejar ir todo esto?

Cada rincón de su vida seguía estando marcado por Bella. La casa que habían compartido, las cenas que preparaban juntos, incluso la música que sonaba de fondo mientras ella le hablaba sobre sus sueños. Todo le recordaba a ella, y todo le recordaba la traición. El amor que él pensaba que era verdadero ahora se desmoronaba en pedazos, dejando solo vacío y dolor.

Sabía que el dolor de la traición nunca se iría por completo. Había intentado evitarla, mantenerse ocupado, pero las sombras del pasado siempre lo alcanzaban. Bella seguía siendo parte de su vida, no porque él quisiera, sino porque la sociedad, la maldita sociedad que los había unido en los negocios y en todo lo demás, lo obligaba a seguir viéndola.

Se detuvo frente a una tienda de comestibles, viendo su reflejo en el vidrio empañado. Su rostro estaba marcado por la fatiga, los días sin dormir, las noches en las que no podía dejar de pensar en todo lo que había perdido. Se había convertido en un hombre diferente, uno que ya no reconocía. Su confianza había sido destruida, su capacidad de amar destrozada.

¿Cómo podía confiar de nuevo en alguien? se preguntó. ¿Cómo podía volver a creer en el amor?

Esos pensamientos lo perseguían, y aunque no quería admitirlo, temía que nunca pudiera dejar ir lo que Bella le había hecho. A veces se sorprendía a sí mismo, reviviendo los momentos felices, las promesas que se hicieron el uno al otro, buscando algo, aunque fuera un vestigio de lo que alguna vez compartieron.

Pero luego, la rabia lo invadía, como una marea. ¿Qué me queda después de todo esto? El James en quien confiaba, el amigo que había estado a su lado durante años, se había convertido en un traidor. Bella, su esposa, la mujer con la que pensaba pasar el resto de su vida, lo había abandonado por él. No solo le había roto el corazón, había destruido su visión del mundo, su fe en las personas.

Acaso todo esto fue una mentira, pensó amargamente. Todo lo que compartimos... ¿acaso fue solo una ilusión?

Giró en la esquina, decidiendo regresar a su departamento. Sin embargo, una idea lo detuvo por un momento. Tal vez debería dejar todo atrás. Tal vez debería encontrar algo o alguien que me ayude a superar esto... Pero esa idea, tan lejana y difícil de alcanzar, se desvaneció tan rápidamente como vino.

A medida que las luces de la ciudad se encendían alrededor de él, Edward no pudo evitar pensar que su vida había dejado de tener sentido. Bella había sido su mundo, y ahora, al igual que sus recuerdos, todo estaba fragmentado y roto.

Se dio cuenta de que no solo había perdido a Bella, sino también a la persona que él mismo era antes. La traición había cambiado algo fundamental en él. Ya no sabía cómo amar sin miedo, sin duda. ¿Acaso el amor no está hecho para confiar? pensó. ¿O es solo una mentira que nos decimos a nosotros mismos?

De repente, se dio cuenta de que ya no solo estaba tratando de superar a Bella. Estaba tratando de entender si alguna vez podría confiar en sí mismo nuevamente.