Los personajes no me pertenecen son creación del gran Akira Toriyama. La trama e historia si son idea original mía.

Vegeta suspiró cansado, desde que había decidido quedarse en ese sitio, esa mujer había intentado arrastrarlo a esa mentada cena navideña, era el colmo, lo fastidiaba.

Molesto por su insistencia le gritó — ¡Déjame en paz!— antes de salir volando frustrado. Era inconcebible que esa mujer a fuerza quisiera hacerlo asistir.

Se marchó pues a otro sitio, a algún lugar donde pudiera entrenar en relativa tranquilidad.

Bulma vio al saiyajin salir huyendo, y sintió su pecho doler, tenía poco que algo entre ellos había comenzado a pasar, era algo aún no definido, ni siquiera se atrevía a ponerle nombre, pero ella deseaba con todas sus fuerzas que él decidiera pasar la cena de navidad con ellos, aunque sabía perfectamente que él no entendía esa celebración terrícola.

— habría sido lindo que se quedara... Pero que se le puede hacer no se puede negociar ese saiyajin egoísta —

Decidió no quedarse con la tristeza que la repentina huida del saiyan significaba.

Se acercó a donde sus padres y varios de sus amigos estaban, Yamcha había decidido acudir, aunque ella apenas si lo volteó a ver, aún así mantuvo la alegría que la caracterizaba durante toda la hermosa cena navideña, llegó el momento de los regalos y abrieron todos y cada uno de ellos, hasta que solo quedó uno: una hermosa caja verde con un gran moño rojo.

— ¿Para quién es ese Bulma? — Preguntó Puar que también había obtenido unos hermosos guantes de regalo, la hermosa peliazul sonrió y tomó el regalo en sus manos, lo miró con emoción y lo puso bajo el árbol de navidad.

— Ese es para Vegeta— dijo alegre mientras regresaba a donde estaban todos disfrutando de sus propios regalos de navidad.

— No entiendo cómo es que vas a darle un regalo Bulma, ese tipo es un grosero y un orgulloso, ni siquiera fue capaz de asistir a la cena— Comentó con molestia Yamcha.

A pesar de que Bulma y él ya no andaban, ella siempre intentaba mantener la amistad, pues ambos coincidieron que después de tantos años juntos no podían acabar siendo simplemente extraños.

El amor boyante de juventud que algún día ardió como un fuego voraz, que los abrasó, y los consumió, se había por fin extinguido, las cenizas que quedaron mantenían entre ambos esa melancolía del amor transmutado ahora en cariño, en amistad.

— Yo creo que es un hombre muy decidido, siempre está entrenando para lograr sus objetivos— dijo alegre la madre de Bulma, y el doctor Briefs lo confirmó, — Sí, ese muchacho me sorprende, cada vez se exige más —

Yamcha prefirió no decir nada más, siguieron charlando otro rato hasta que por fin la hora de descansar llegó, y todos comenzaron a despedirse, todos se despidieron de la peliazul, hasta sus padres decidieron ir a descansar, pero Bulma no, ella decidió quedarse ahí esperando, mientras tranquila tomaba un poco de chocolate caliente, admirando la decoración navideña y el gran árbol de navidad que adornaba la sala de su hogar, donde el regalo solitario se mantenía debajo del mismo.

Fue así como la halló Vegeta, el saiyajin había pasado todo el día entrenando en el desierto, traía el traje bastante maltratado, pero se rehusaba a usar algo diferente a ese traje roído.

Él la miró antes de que ella se percatase que ya estaba ahí, estuvo por irse sin que ella se diera cuenta, pero algo en la mirada de la fémina lo hizo quedarse y alertarla de su presencia.

Bulma se sobresaltó al ver al saiyan caminar hacia ella, no se había percatado que él ya había llegado, se levantó alegre del sillón donde había estado esperando su regreso, una corazonada le había indicado que él sí regresaría en la noche, miró la hora era la media noche.

— Regresaste— Dijo alegre mientras se levantaba para recibirlo, — ¿Ya cenaste?— dijo feliz mientras se acercaba a él.

Vegeta se ruborizó, había esperado gritos y recriminaciones, tenían poco de que algo entre ellos había comenzado y todo era incierto, sus encuentros se caracterizaban por lo general por comenzar en medio de un pleito, pero lejos de lo que pensó, ella no estaba enojada, se veía contenta de verlo.

Vegeta asintió pero no dijo nada más, Bulma continuó — Anda ve a bañarte y a ponerte algo cómodo, en lo que caliento tu cena, debes estar hambriento — mientras volteaba y se dirigía a la cocina.

El saiyan silencioso se fue a asearse, había sido un día de mucho esfuerzo físico, se seguía sintiendo muy abrumado por la falta de resultados: El súper saiyajin lo evadía.

La frustración de no haberlo logrado aunado a los sentimientos raros que comenzaba a sentir por culpa de esa mujer escandalosa pero tan intrigante, tan atrevida lo tenían confundido.

Una vez que se terminó de bañar y se puso algo cómodo, bajó a buscarla y ahí la halló, Bulma había comido poco, casi nada cuando la cena con su familia y amigos se dio, en forma inconsciente había estado esperando al saiyajin.

— ¿Entrenaste bastante?— Comentó alegre, Vegeta tras comenzar a comer se sintió alegre, mientras asentía con la cabeza y degustaba sus platillos, Bulma alegre sonrió mientras le decía algo de jugo y comía su cena también, de pronto, Vegeta sintiéndose ahora de mejor decidió hablar — Aún no logro convertirme... así que no tan bien como debería ...— medio frustrado y confundido por la falta de resultados comentó, ella era con la única que a veces se abría y expresaba sus tribulaciones, aunque esos momentos eran tan esporádicos que cada vez que pasaba Bulma se sorprendía y se sentía contenta de que él confiara aunque fuera solo un poco en ella.

— Pronto lo lograrás no tengo duda de eso— Bulma comentó emocionada mientras le guiñaba el ojos, él se sonrojó.

Por cierto tengo un obsequio dijo mientras se levantaba de la mesa y corría como niña emocionada a tomar el último regalo que quedaba debajo del majestuoso árbol de navidad.

— ¿P-para mí? — Preguntó el saiyan mientras la miraba confundido.

— ¡Sí! Es para tí, ¡Vamos ábrelo!— dijo emocionada, Vegeta vio el regalo extrañado.

— ¿Qué quieres a cambio?— Escéptico preguntó pero Bulma solo lo miró con esos ojos azules tan transparentes, que comenzaban a hechizarlo.

— Nada, solo pensé que era el regalo perfecto para ti Vegeta— comentó risueña y alegre por poder por fin entregarle ese regalo que tanto le había costado hacer.

Nunca nadie le había dado un regalo a Vegeta antes, no al menos sin que quisieran algo a cambio, así que aunque no lo externó se sintió conmovido y emocionado, al entender que había alguien que se preocupaba por él en forma desinteresada, comenzó a abrirlo y el aliento se le fue: Un nuevo traje de entrenamiento con guantes nuevos incluido.

— Me costó mucho replicarlo, el material no existe en la tierra pero hice una aleación similar— alegre comentó, mientras le daba un beso que él no esperaba en el cachete.

— Yo sé que lograrás convertirte en súper saiyajin—

Dijo sonriente mientras se subía a horcajadas sobre el saiyan y él comenzaba a cariciar lentamente esas suaves y torneadas piernas mientras le daba una de sus características sonrisas de medio lado que le erizaban la piel a Bulma.

— ¿Claro que así será, soy el príncipe saiyajin, acaso lo dudas mujer?— comentó mientras su mano traviesa avanzaba por debajo del vestido acercándose a esa zona secreta y deliciosa que la mujer escondía, ella se arqueó al sentir esos dedos suavemente delinear la ropa interior que ella tenía puesta mientras el saiyan la besaba y comenzaba a profanar con sus dedos la dulce intimidad de la fémina.

— Confío en que lo lograrás Vegeta— Fue todo lo que pudo decir mientras Bulma se deshacía entre suspiros y jadeos enu lo fuertes brazos del guerrero.

Y así en esa madrugada, sin tener nada como tal establecido, sin un título que los definiese, saiyajin y humana pasaron su primera noche de Navidad juntos...

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Tengan una maravillosa Navidad con sus familias y gracias x seguir leyéndome