One Piece NO ME PERTENECE. Solo hago esto para su entretenimiento y mi diversión.
Chapter 6.1: La Robin de Zoro.
― Le gusta hacerse de rogar, señorita Nico Robin. ― el hecho de que le recordara aquel episodio en Thriller Bark no estaba ayudando a su autocontrol.
Luego de dos años, Zoro se encontraba cumpliendo su promesa. Al principio, pensó que se habían enfrascado en una simple sesión de besos, para sellar la confortable cita que habían tenido, pero no sabía cómo, tal vez un poco inhibida por el alcohol, el joven espadachín le había preparado con todo tipo de caricias, desde mordiscos, lametones y como no, besos que le hicieron perder la razón a tal punto que solo registró la escurridiza mano de su pareja cuando esta se encontraba infiltrándose en su ropa interior. Apena registro lo que dijo ante lo sensible que se sentía su cuerpo, en llamas por las acciones de los esbeltos dedos en su sexo. Se sentía demasiado bien como para quejarse. Por dignidad, no quería llegar tan rápido. La sonrisa bellaca que vio en Zoro le hizo saber que esto era solo el inicio.
― Ya veo, quieres el mismo tratamiento, ¿no es así? ― creyó entender entre el calor y los jadeos que trataba de controlar. Sintió los besos subir por sus largas piernas, por lo que, se preparó para lo que venía. Robin mordió su puño para evitar el grito que sabía no podría controlar. Su cuerpo se arqueó, por lo que, Zoro la tomó de las caderas para mantenerla en su sitio mientras realizaba su labor. Los sonidos que escapaban de la boca femenina lo estaban tentando, pero su misión era retribuir, ya tendría muchas ocasiones para hacerla suya de toda manera posible.
―Zoro-kun…espera…― su súplica cayó en oídos sordos. El espadachín intensificó sus acciones, besando, succionando y haciendo todo tipo de maravillas con su boca. Para Robin era demasiado…le faltaba el aire ante la acumulación en su bajo vientre. ― Zoro… ― esta vez, utilizó sus dos manos, tapando su boca para poder desahogar a través de su voz la explosión que estremeció su cuerpo.
Tal vez haya sido suficiente para que los demás no le escucharan, pero el espadachín escuchó el glorioso sonido de la plenitud sexual en primera fila. Orgulloso, excitado, contento…levantó la vista, encontrando su respiración agitada por la potente descarga. Sus ojos se encontraban cerrados, sus mejillas sonrosadas eran atrayentes. Cuando su respiración pareció calmarse un poco, Zoro atacó sus labios, en un beso pausado que no tardó en ser correspondido. La idea de que esos labios eran los causantes de su estado actual, hizo que Robin disfrutara aún más del afecto.
Mientras una de sus manos se enredaba en el pelo masculino, Robin pensaba en la dualidad que representaba este hombre. Desde que lo conoció, era la representación de la virilidad, de lo bruto y lo poderoso que era como guerrero en batalla, pero había otras ocasiones donde podía ser paciente, dulce y sutil, como lo era gran parte del tiempo cuando estaban solos. ¿Qué otra faceta podría conocer? Le intrigaba, quería explorar lo que era Roronoa Zoro en toda su extensión. El beso concluyó. Aún con los ojos cerrados, siguió sus movimientos. Se había alejado, para colocarse a su lado. Con parsimonia, lo sintió arreglar su vestido para dejarlo como estaba antes de "saldar su deuda". Cuando terminó, la arqueóloga abrió los ojos.
― Eres tremendo…― dejó salir en un suspiro, una sonrisa plantada en su rostro. La mano del espadachín se aferró a su cintura, haciendo la moción para que se colocará de lado, imitando su posición. Zoro se acercó aún más a la arqueóloga.
― ¿Te ha gustado nuestra cita?
―Ha sido…muy placentera. ― el hombre sonrió, dejando un tranquilo beso sobre su frente, lo que hizo que Robin suspirara con complacencia. El espadachín le observó, como si esperase que dijera algo. ― Disculpa, es solo que…ha pasado tiempo desde que…me siento tan…tranquila luego de un encuentro como este.
―No tienes que contarme, si no lo deseas.
―Tampoco es que no puedas imaginarlo…Han sido veinte años y he encontrado todo tipo de hombres…y mujeres en el camino.
― Alguien…― no sabía cómo preguntarlo, pero era importante que supiera la generalidad en ese aspecto. ― quiero decir…
―No. No he sido abusada sexualmente en la extensión literal de la definición. Sin embargo, he tenido que hacer cosas. También he tenido que soportar ciertos toques y acciones íntimas que no me apetecía recibir. Nunca permití que…se concretara el acto. Siempre lograba mi objetivo antes de que pudiese pasar, haciéndolos creer que realmente había pasado, emborrachándolos y "dejando señales de la noche anterior". A veces, manipulaba para salir de la situación. Aun así, no lo hace menos desagradable. En ocasiones, parecía ser la opción más fácil, pero me causaba pánico que pudiese…― solo de recordarlo, le causaba vergüenza y se sorprendía lo sencillo que se estaba sincerando con Zoro. ― Cuando entré a la adolescencia, todo lo que te relaté comenzó a ser una cotidianidad, aunque no es como que de niña no encontrara a uno que otro depravado. Algunas más sutiles que otras. Era un blanco fácil, y tomé mis precauciones. Estoy en un régimen anticonceptivo desde los trece, cuando tuve mi primer periodo.
― ¿Tan joven?
― Así es. Muchas veces, el poco dinero que lograba conseguir, lo gastaba en las pastillas. Para mí, era más importante que la comida o la ropa. ― trata de controlar el temblor en sus manos. Nunca sería fácil rememorar su pasado. ― Me conozco y sabía que, si alguien lograse forzarme y provocar la concepción, no tendría la fuerza para…interrumpirlo. Tendría que dejarlo con alguien más por su seguridad y el ciclo volvería a repetirse.
― ¿Quieres ser madre? ― Robin se mantuvo en silencio por unos segundos. Era un tema sensible y contradictorio para ella porque quería serlo, pero no lo veía posible ante lo que significaba su nombre para el gobierno mundial, sin contar, que no se tenía confianza para desempeñar un rol que desconoce, sin ningún tipo de referencia que pudiese recordar claramente.
― Considero…que es improbable para mí.
―Esa no fue mi pregunta. ― rebatió de manera calmada. ― Aunque con tu respuesta, queda claro.
― Sería peligroso para el niño. ¿Qué clase de vida podría llevar si siempre estamos huyendo?
―Una vida acompañada de su madre y padre que lo criarán con amor. Además, mataré a quien se le ocurra acercarse a mi hijo o hija. ― La incertidumbre que estaba sintiendo la arqueóloga, pasó a ser extrañeza y hasta diversión. ― ¿Qué? ¿Te voy a preguntar de bebés para que los tengas con otro?
― Pero si apenas empezamos a…
―Me gustan las cosas claras desde el principio.
― ¿Qué pasa si es una niña?
― Daré lo mejor de mi como siempre hago. ― Para Robin, era surrealista lo que vivía. Habían discutido tantas cosas en la tan mencionada cita que pareciese que estuviesen a punto de casarse y no comenzando a salir. Zoro había sido elocuente, hablando de una manera que contradecía sus años de vida. El espadachín la atrajo hacia él, abrazándola de manera protectora.
Él sabía que, en realidad, Robin era una persona rota, insegura, que apenas estaba aprendiendo a vivir. Su inteligencia y perspicacia no podían ocultar los horrores de veinte años de soledad y dolor. Esa fachada fue creada para sobrevivir, para defenderse ante los malos del mundo, pero la verdadera Robin era aquella que se desvivía por Chopper, la que agradecía al estúpido cocinero para que se sintiera más útil, la que salía con Nami como si de una hermana mayor se tratase. Era aquella que trataba de asegurarle a Brook que su lugar se encontraba en los Sombreros de Paja. La que se reía de las ocurrencias de Luffy y Usopp, la que ayudaba a Franky cuando había que leer un enorme manual de usuario. Era la mujer que lo había atrapado de manera irremediable con su peculiar forma de ser. Su nuevo sueño y con la que quería seguir construyendo otros más. Se conocía, sabía que no era nada pasajero. Si aquello llegase a acabar, sería por decisión de la arqueóloga porque Zoro era consciente de que de su parte no pasaría.
Robin se acurrucó entre sus brazos, sintiendo la seguridad que solo aparecía cuando Zoro estaba a su lado. Las preocupaciones habían desaparecido en el momento que el abrazo se hizo presente. Había tomado riesgos en su vida, todos con el solo propósito de sobrevivir y seguir sus sueños. Nunca lo había hecho por cosas que la acercaran a la paz, a la felicidad, a los no arrepentimientos y por lo menos, con este hombre alrededor, era difícil pensar que algo era imposible o que no lo merecía. Desde aquel primer beso en Water 7, estuvo peleando una batalla perdida. Ante el pensamiento, levantó la vista, encontrándose de inmediato con la suya. Él fue el que inició el beso bajo la luna.
¡Gracias, Denis, por tu sintonía!
Originalmente, este sería un fic corto, pero ha cobrado vida y pretendo extenderlo más a futuro. Espero que, como tú, los que están leyendo, digan presente. ¡Me encanta leerlos!
¡Un abrazo!
