GRACIAS A

Tanya Masen Cullen

Nath Hale Petrova

Cullen Calcetines

emily-FC

Estábamos en mi departamento tomando café, no quería verme muy desesperada por el sexo, tal vez, necesitaba platicar.

-¿y eres casada?- preguntó

-si- musité –pero mi matrimonio es fallido-

-¿Por qué?- preguntó

-me casé con él hace tres años, mi padre arregló mi matrimonio con mi amigo, a sus padres no les pareció la idea, pero tuvieron que aceptar y meses después nos casamos. Mi amigo se convirtió en mi esposo, y el, estaba comprometido con su novia de la infancia. En nuestra noche de bodas, el me confesó que jamás podría llegar a amarme como la amaba a ella, y desde ese momento hasta ahora jamás me habla, bueno, solo me habla para algunas cosas pero mis suegros tampoco me tienen en buena estima por qué me "metí" en un noviazgo- musité apretando la taza

-¿Por qué tu papa arregló el matrimonio?-

-le confesé que me había enamorado de mi mejor amigo y me dijo que ya era hora de que me casara, la verdad es que mis padres no me quieren, esperaban un hijo y salí yo- y esa era la verdad

-¿entonces, nadie te tiene afecto?- musitó y negué con la cabeza

-Edward fue mi único mejor amigo y ahora no lo es- oculté mi cara

-¿y hace cuanto lo conociste?-

-desde la infancia- musité

Y así estuvimos platicando de nuestras vidas, mi vida siempre ha sido muy solitaria y un poco de afecto, a veces en las noches me preguntaba, si había alguien en este mundo que me quisiera, pero al parecer todavía no había ese alguien. Mike se fue y me dejó su número móvil, no tenía ganas de regresar a esa casa y tampoco podía visitar a mis padres, porque me lo prohibieron.

Flashback

-como ya estas casada, no puedes venir a visitarnos, empieza a hacer tu vida- gritó mi madre antes de darme una bofetada.

-¿y por que fue esa bofetada?- pregunté derramando algunas lagrimas

-para que no se te ocurra molestarme- declaró

Mi padre felicitó a mi madre por la bofetada, si podía enamorarme, eso significaba que estaba lista para casarme, eso era algo que mi padre me lo repetía. Habíamos llegado a la iglesia y el estaba allí, esperándome. Mi corazón empezó a latir rápidamente y le sonreí, pero no me sonrió, me miró con el ceño fruncido.

Nos salimos de la iglesia y nos subimos a la limusina, tomé su mano pero rápidamente agarró mi mano y la apretó hasta aullar de dolor

-te odio- susurró viéndome

-suéltame, me lastimas- ordené

-no, juro que te lastimare hasta que te mueras, ya veo por que tus padres no te quieren, nadie te quiere en este mundo- dijo perforándome con la mirada

Aventó mi mano y las lágrimas comenzaban a salir rápidamente, me sentía desdichada pero tenía la culpa en no haberle confesado mis sentimientos primero, lo hice mal desde el momento en que fui a contárselo a mi padre.

-debí de haberte dicho la verdad, me enamoré de ti- susurré con mi estrangulada voz

-yo te quería como una amiga, y no podía aceptarte como novia, aun así, te rechazaría como novia pero, tendrías mi amistad y ahora, no tendrás nada- sentenció

Llegamos a la recepción y me bajé a paso veloz, entré a una habitación y vi mi ropa, esa ropa la había seleccionado con tanto esfuerzo. Me quité el vestido y me di un baño, al salir de la ducha, revisé que mi muñeca no tuviera serios daños pero un golpeteo en la puerta me sobresaltó

-¿Quién es?- pregunté

-tu esposo. Abre esa puerta- rugió

Me puse una bata y abrí la puerta, en cuanto entró me aventó del paso y se fue al baño. Me empecé a vestir y salí hacia la recepción, se suponía que este día debería de ser feliz, pero no era así. Edward salió y algunas personas me felicitaban deseándome suerte y muchos hijos en el matrimonio, quería llorar, jamás tendría hijos con él.

La recepción fue muy agobiante, quería ser feliz pero tampoco, podía ignorar las miradas envenenadas de mi esposo, mis padres y toda la familia Cullen, necesitaba un consuelo, alguien que me abrazara y me hiciera sonreír o tan solo, una palabra de aliento. Empecé a comer todo lo que me ponían sin poner mucha atención, y había llegado el momento de bailar con él.

Fin del flashback

Me desperté dándome cuenta de que me había quedado dormida, tenia lagrimas en los ojos y soñé con ese día de mi boda, vi la hora en mi celular y pero no había ni una llamada y tampoco ningún mensaje por su parte. Meses después de habernos casado, compré un departamento y una casa en Italia, el jamás los sabría. Me preparé un té y me dediqué a ver la tv, pasaba de canal en canal pero no hallaba nada de mi interés

Salí al parque a caminar, iba pasando por las tiendas de ropa cuando vi un anuncio de que se solicitaba vendedora, interesada, entré pidiendo informes. Me había quedado con el puesto de vendedora, necesitaba hacer algo, no me gustaba ir de compras, pero podía estar fuera todo el día y no esperar a Edward como si fuera una tonta, mañana empezaba a trabajar.

Comí un helado, no sabía qué hacer porque era la primera vez que salía de casa, y a lo lejos veía a una pareja que se besaba, después se tomaron de la mano. Me levanté enojada, no quería ver parejas frente a mí, y me recordaba que las cosas entre Edward y yo jamás podrían ser buenas, a veces quisiera aventarme a un precipicio, no le hacía falta a nadie, no tenía amigos, mis padres nunca me han querido y mi esposo me odia. Mi celular comenzó a vibrar y mire la pantalla, estaba sorprendida de que era Edward, toqué la pantalla

-hola cielo, que bueno que me hablas- dije emocionada

-no empieces con tus mamadas, te hablo por que tus padres están en la casa y no sé en donde estas, y la verdad no me importa, ven aquí ahora- se cortó la llamada

Fui a mi casa tranquilamente, no tenía ganas de ver a mis padres, abrí la puerta y entré con desgano. Llegué hasta la estancia y los vi platicando a los tres.

-la verdad yo no quería casarme con ella, solo era mi amiga- gritó Edward

-y nosotros no la queríamos tener, ha sido un peso enorme desde el día que nació- dijo mi madre

-¿entonces para que quieren verme?, yo no los quiero ver, así que váyanse- ordené acercándome mas

-¿así nos recibes?, venimos a verte, hace cuatro años que te casaste- respondió mi padre calmado

-yo no quiero verlos, no les importa como vivo, al menos de que hayan venido por dinero. Y eso no se los voy a dar, porque ustedes tienen dinero- los miré a los ojos

-no están aquí por eso- dijo Edward secamente y lo miré

-tu cállate, no te pregunté, quiero que se vayan y jamás en mi vida los quiero volver a ver, es mejor quedarme huérfana- dije desde lo más profundo de mi corazón

-ISABELLA- gritó Edward

Me salí de la estancia y corrí hacia mi único refugio, dejando atrás los gritos de ellos tres. Llegue a mi recamara y puse el seguro, dejé que las lagrimas salieran, no quería saber porque me estaban visitando, lloré hasta quedarme completamente dormida.

Sentí algo frio en mi frente y estaba mullido en donde reposaba, me levanté pero mi vista se nublaba con la luz cegadora.

-¿estoy muerta?- pregunté sintiéndome feliz

-no estás muerta, estas en la cama. Estúpida- la voz fría de Edward me hizo reaccionar de enojo

-vete, quiero estar sola- dije cortante

Me quité la compresa de la frente y la arrojé hacia el piso, hice acopio de mis fuerzas para tratar de levantarme, pero dos manos me lo impidieron

-no te muevas, tienes mucha fiebre y ¿qué putas hacías tirada en piso estando inconsciente?- gritó

-me quedé dormida y eso a ti que te importa- grité

-me importa por que eres mi maldita esposa y no quiero que me acusen de que te cuido mal- tomó la compresa y la volvió a poner en mi frente, apretándola un poco

Nos quedamos así en silencio, con sus roces, podía sentir descargas eléctricas y eso me hacia sonreír, sentir mi pulso a mil. Tenía ganas de abrazarlo y comérmelo a besos, y entregarme a él. Se alejó de mí, como si fuera una leprosa.

-¿Por qué ya no me quieres?- pregunté triste

-por que me arruinaste la vida, lo que yo quería de ti era amistad. Tenía una hermosa novia a mi lado y la amaba más que a nada en el mundo, y por tu culpa, ella se murió y llevándose a mi hijo.- dijo mirándome a los ojos

-¿crees que yo tengo la culpa de tu novia se haya suicidado?, no, ella lo quiso hacer- musité

-¡hubiera sido mejor, si te hubieras suicidado en su lugar, nadie te necesita en este mundo!- gritó

-¡NO!, no puedo soportar tu odio, ¿Por qué me tratas así?, ¿acaso olvidaste los bellos días en que nos reíamos juntos?, tú me hacías sentir bien, y ahora…me odias- susurré soltando lagrimas

-llevaras este odio, el día en que te mueras y yo volveré a hacer feliz. Olvida esos días, porque jamás regresaran- me empujó y salió. Yo siempre lo amaría en secreto.