Gracias por leer este capitulo

Esme me llamó urgentemente a las seis de la mañana y le mentí diciendo que me dolía la cabeza y que iría al día siguiente. Esme se enojó y me ordenó que me presentara en el hospital…porque Edward así lo pide, rodeé los ojos furibunda.

-no creo que él esté en condiciones de pedirme algo. Por si lo recuerda, él intentó matarme- murmuré

Encendí la luz de la mesita de la noche pero sin salir de las cobijas. Y seguí hablando con ella hasta que al final le prometí que iría más tarde, por mi falsa migraña. Maldije en silencio la estupidez de él, solo me traía problemas. Volví a quedarme dormida…además era domingo.

Más tarde estaba desayunando con Mike en mi casa y creí necesario confesarle que tenía otro amigo.

-eh…Mike, yo debo de confesarte algo- murmuré dejando a un lado mi tenedor con fruta

Él me miró preocupado y dejó de comer.

-¿y qué es?- preguntó

-pues yo…conocí a un amigo saliendo del trabajo. Pero nada mas solo somos amigos. No creas que es otra cosa ¿de acuerdo?- hablé nerviosa

Mordí mi labio inferior, era un tic que tenía desde niña. No pronunció ninguna palabra y menos hizo gestos.

-Bella- murmuró tomándome de las manos –no te voy a negar que tengas amigos, creo que es natural y normal que los tengas. Yo confió en ti y sé que no me serás infiel. Yo también tengo una mejor amiga y se llama Jessica- murmuró

Sonreí cuando sentí que me quitaba un enorme peso de encima. Suspiré aliviada

-gracias cielo- murmuré

-¿y a que se dedica tu nuevo amigo?- preguntó

-ah…es actor- musité

No sabía cómo decirle que era un actor porno, podría tomarlo a mal

-¿actor? ¿Solamente?- preguntó

-pues…es que…- comencé a tartamudear y a sonrojarme violentamente –yo le pregunté bien y me dijo que era actor porno-

Comenzó a reírse entre dientes y le dije que era cierto

-¿y cómo se llama?- preguntó entre risas

-Jacob- dije en voz baja

Tomé un poco de jugo para ocultar mi vergüenza.

-¿ese es su nombre artístico o su verdadero nombre?- preguntó achicando la vista

Le dije que no sabía exactamente porque no jamás se lo pregunté.

-¿entonces no estás celoso?- pregunté

Me miró con una bella sonrisa que solo podía competir con un día soleado de verano

-claro que no mi amor- murmuró

Le sonreí agradecida de vuelta. Sin duda alguna, Mike era mi hombre perfecto. Seguimos desayunando en la terraza de mi casa. Esa vieja rana de Renata no estaba por suerte y podía estar con Mike todo el día, pero por desgracia, él tenía que trabajar y estudiar.

-te amo- murmuré

Las palabras salieron automáticamente sin darme cuenta y dejándome sorprendida.

-yo te amo más- confesó

También se sorprendió con mi confesión y nos levantamos brevemente de nuestros asientos para besarnos brevemente.

-debo de conocer a tu nuevo amigo- murmuró

-sí. Sería una buena idea- hablé

Volví a comer tranquilamente y minutos después él se despedía de mí, prometiéndome volver más tarde.

-llévame contigo- murmuré abrazada a su cintura

-si buena idea. Podría llevarte como una pequeña estatuilla de ángel- murmuró

Podría apostar que por su tono de voz, a que él estaba sonriendo. Mi corazón estaba latiendo rápidamente y haciéndome muy feliz. Se dio la vuelta para despedirse de mí con un enorme beso cargado de promesas. Su lengua barrió mi labio inferior y entró a mi boca, haciendo danza con mi lengua. Nuestros labios se movieron perezosamente y mis brazos se acomodaron en sus hombros para abrazarlo y los suyos me abrazaron por la cintura. Mi boca saqueaba la suya…estaba hambrienta de él, desde el día que lo conocí.

Me costó un poco de trabajo soltarlo pero tenía obligaciones que cumplir y era muy responsable.

-hasta en la tarde. Diente de león- murmuré en una amplia sonrisa

Y podía sentir mis labios hinchados y el sonrojo completamente diferente que tenía en mi cara.

-hasta en la tarde. Mi luciérnaga- murmuró

Después de que él se fue, yo me fui a recoger los platos y lavarlos. Forzosamente tenía que hacer una visita reglamentaria a ese patán ridículo. Solo seria breve y fijaría que la migraña no se me había calmado. Me vestí de manera normal, sin nada elegante. Solo iría a verlo a él y no merecía tanto esfuerzo en mi vestimenta.

-aquí vamos de nuevo- murmuré

Hice el recorrido tradicional y comencé a temblar bajo mi piel, los recuerdos se colaron sin permiso por mi mente y moví la cabeza para apartarlos. Llegué al jardín y no había nadie que yo conociera, hice un paseo entero en el lugar para ver si los podía ver en algún otro lugar.

-no hay nadie- murmuré

De mala gana tuve que regresar a la recepción y preguntar por Edward Cullen

-edificio B- murmuró el hombre –es el ala del hospital para pacientes problemáticos- explicó

¿Pacientes problemáticos? Enarqué una ceja y me alejé de la recepción para ir hacia el famoso edificio B. ¡Edward dando problemas!, pregunté donde estaba el edificio y finalmente llegué hacia las escaleras. Subí con calma una por una, y a lo lejos vi a Alice mirarme y caminar hacia donde estaba. Ella bajó las escaleras hasta encontrarme y cortarme el paso.

-qué bueno que llegas. Acompáñame- murmuró secamente

No dije nada y seguí mi ascenso ignorando su interrupción, ambas caminamos hasta llegar donde había una pequeña sala de espera con sillas plásticas de color azul. Estaban todos reunidos y como siempre…con cara de pocos amigos.

-¿Edward esta bien?- pregunté

No iba a decirles "buenas tardes" porque no se lo merecían.

-mi hermano ha estado muy agresivo. ¿Te das cuenta de que todo esto es culpa tuya?- acusó Alice

Hice una mueca de confusión por su comentario

-¿me estas culpando de algo que yo no tengo la culpa? Porque si te recuerdo, fui yo quien lo salvó de morir- exclamé calmadamente

Mi dedo índice apuntaba firmemente hacia ella y Esme me tocó el hombro para calmarme

-¿para eso me marcaste Esme. Para que tus hijos me culpen de cada idiotez que haga tu hijo?- pregunté retándola a que me contestara

-no fue para eso. Pero Edward ha estado murmurando que tú tienes la culpa y que te ha visto con…-

Sus palabras fueron interrumpidas por un medico que salió a acercarse a donde estábamos de pie.

-señora, su hijo necesita estar internado seis meses dado el problema que presenta- murmuró

-¿seis meses?- preguntó incrédula Esme

-sí. Solo es para observarlo- explicó –también se lo dije a su hijo pero parece no querer aceptarlo-

-no tenga muchas esperanzas en que ese imbécil pueda entender-pensé

-si usted cree que me hijo pueda recuperarse en ese lapso de tiempo…lo acepto- musitó su madre

-sí. Y yo también lo creo necesario- hablé para hacerme notar –perdón doc. Soy la esposa del señor Cullen…Isabella Cullen- murmuré

Estreché su mano en modo de saludo, yo era su esposa y a mí me tenían que preguntar mi parecer. Y hasta este momento era la primera vez que usaba mi apellido de casada.

-mucho gusto señora- contestó –y ahora lo transportaremos a un edificio de internamiento- finalizó la conversación

Se dio la vuelta y en ese momento salió Edward en bata corriendo hacia donde estábamos, se aferró a los brazos de Esme

-¡por favor mamá…no dejes que me quede aquí!- balbuceó desesperado

-¡Edward! Hijo. Tienes que quedarte aquí, solo para saber si estás bien y que no volverás a intentar suicidarte- murmuró

Negó varias veces con la cabeza y a todos los presentes les hizo la misma pregunta y todos compartían la misma idea de su madre

-lo siento hermanito…pero es por tu bien- murmuró Rosalie con lagrimas en los ojos

Yo estaba viendo el show con los brazos cruzados y divirtiéndome. Linda escena familiar. Él se acercó a mí rápidamente y murmuró mi nombre, di un paso atrás

-bella por favor- murmuró llorando y desesperado

Descrucé mis brazos y su tono me desarmó por completo. Acarició tiernamente mi pómulo derecho y no dejaba de llorar. En el pasado, ese gesto me haría derretir pero ahora no.

-¡te lo imploro! No…no dejes que me quede aquí- hizo una pausa para calmarse y yo seguí retrocediendo-se que no he sido un buen esposo, pero ¡te lo suplico! No quiero quedarme aquí Volvamos a empezar de nuevo- murmuró con una sonrisa que llegó a sus ojos

Entrelazó sus manos con las mías, y mi corazón saltó de mi pecho. Siempre quise que él me tomara de la mano así y volver a empezar de nuevo. Sus ojos estaban brillosos por las lágrimas y sonreía esperando mi decisión de apoyarlo, pero no sabía qué hacer…por primera vez, mi mente estaba en blanco.

-¿Qué dices bella?- preguntó

-no- susurré antes de escucharme

-¿no?- preguntó desesperado

Negué varias veces para confírmale. Había dicho que no.

-no Edward- solté sus manos –te guste o no, tienes que quedarte aquí. Y además sé que eso de "empezar de nuevo"- hice comillas con mis dedos –solo es una mentira para que te saque de aquí y a la primera oportunidad que tengas me maltrates- murmuré –si intentas volver a suicidarte, no podré salvarte-

Hizo un puchero derramando lágrimas y comenzó a llorar.

-¿sabes que siempre te quise y me he preocupado por ti?- preguntó

-Edward- negué con la cabeza –tienes que estar aquí seis meses. Te vendré a visitar solo si no me matas- hablé firme

Me miró con expresión implorante y no me inmuté para nada, no se merecía mi compasión ni mucho menos que lo rescatara

-pero bella. Entiéndeme…no quiero quedarme aquí, necesito estar contigo y volver a empezar- murmuró

-mi respuesta es no. Quédate aquí para que te recuperes y tal vez, volvamos a empezar de nuevo- hablé con voz firme y fria

-¿Qué no te vas a apiadar de él?- preguntó Alice –creí que serias tú la que lo sacaría de aquí-

Miré a Alice con ojos entornados ¿era idiota o se hacía?.

-¿Qué no escuchaste al médico? Tu hermano tiene que quedarse aquí porque tal vez, intente suicidarse. Piensa que no está en facultad de estar solo- murmuré

-eres una idiota- murmuró despechada

Me calmé antes de decirle lo que realmente pensaba

-¿y porque no te lo llevas?- pregunté –si tan anhelante estas por salvarlo- murmuré

-bella mi amor- escuché decir a Edward. Volteé a verlo y se estaba hincando

-te lo pido de rodillas- murmuró –no me dejes aquí- su voz se quebró y estaba por decirle que si

-no- murmure –y será mejor que se lo lleve doc-murmuré viéndolo

-mírame- ordenó –te lo pido de rodillas. Por favor, no me dejes aquí- susurró y extendió una mano para atrapar la tela de mi pantalón

-¡no!- grité quitándome

Me hice a un lado para estar más lejos de su alcance y él se arrastró sobre su pecho y sostuvo firmemente la bastilla. Sentí un jalón que aterricé sobre mis rodillas.

-¡por favor! No me dejes aquí y morir de la tristeza- dijo demandante

Los enfermeros se lo llevaron rápidamente y Edward estaba gritando a todo pulmón, puse ambas manos sobre mis orejas para amortiguar sus gritos de desesperación. Me levanté rápidamente y corrí a toda marcha hasta llegar a al sanitario de mujeres, refresqué mi cara y traté de asimilar lo que acababa de pasar hace unos momentos.

Mi propio esposo me rogó para que no lo dejara interno en el hospital psiquiátrico y yo…inmune a la piedad me negué por completo. ¿Qué consecuencias podría traer mi negación? Una hora más tarde estaba en mi casa platicando con jake sobre lo que aconteció y me dijo que mi esposo se lo tenía muy bien merecido, después de todo lo que me hizo sufrir.

No me sentía triste por la decisión que tomé. Y tampoco me importaban los negocios que él manejaba, después de todo, era bueno en los negocios.

Una semana después de su internamiento, le pedí a Mike que se fuera a vivir conmigo.

-¿y no recibes visitas?- me preguntó

Negué con una amplia sonrisa

-no quiero que mis padres me visiten y los padres de mi esposo no se atreverán a molestarme, después de que me negué a sacar a su hijo- expliqué

Aunque no había vuelto a recibir llamadas y mensajes por parte de Esme, me sentía más libre

-no sé. Déjame pensarlo- murmuró besándome

-solo por esta vez te dejare pensarlo- musité

Había dejado de ir a la tienda de ropa y decidí poner un anuncio que se solicitaba vendedora, la chica que compró el vestido rosa con su madre se quedó con el puesto y yo estaba en camino hacia el hospital. Pensé en que las cosas habían cambiado rápidamente y sin darnos cuenta, yo estaba feliz porque conocí a Mike y a Jacob. Edward triste en el psiquiátrico, eso no quería decir que estaba feliz por su situación pero si hubiera sido de otra forma conmigo…me lo hubiera llevado.

-así que… ¿has venido a burlarte de mí?- preguntó mi esposo mirándome

-no. Porque esto no tiene nada de gracia- musité desde el umbral de la puerta

-¿a qué vienes entonces?- su pregunta tenía el tono del fastidio

-vine a visitarte. Recuerda que soy tu esposa- dije acercándome

Estábamos en la cafetería por petición de él y no me negué. Ocupaba el asiento frente a él, parecía el fantasma del hombre que alguna vez fue, imponente, peligroso e intimidante.

Ahora estaba demacrado, pálido y con ojeras.

-¿Por qué estás aquí? Después de cómo te he tratado…eres como un perro. Entre más golpes recibes, mas me quieres y me perdonas- dijo con evidente alegría en su voz- a veces pienso que eres una puta masoquista-

Fruncí el cejo por su estúpido comentario.

-la única diferencia entre ellos y yo…es que un perrito perdona, pero no yo. ¿Prefieres a que tenga el comportamiento de un gato? ¿Ignorarte en tu dolor?- pregunté

Él sonrió abiertamente, esbozando una arrogante sonrisa.

-los gatos no ignoran a quien sufre, mi pequeña estúpida- murmuró burlándose –si tienen una conexión fuerte con el humano en cuestión, digamos que…son fieles devotos de ellos- murmuró

-si me sigues insultando, me voy a largar de este horrendo lugar y jamás volveré a verte. Maldito imbécil- murmuré de vuelta –y además…te ves bien en este lugar. Es horroroso y gris, al igual que tu- me levanté de mi asiento para finalizar la conversación

-siéntate. No te ordene que te fueras- murmuró sonriendo

Tenía su pie izquierdo apoyado sobre su rodilla derecha.

-la visita se acabó. Adiós- murmuré molesta

Me di la vuelta y caminé hasta la salida, por suerte no siguió mi camino y tomé un taxi para alcanzar a Mike en el centro comercial.