El agua del río corría con un murmullo constante, pero no lograba ahogar el tumulto de mis pensamientos. Desde el momento en que los vi, supe que no eran como el resto. Su ropa extraña, sus maneras, incluso el modo en que se mantenían juntos, formando un muro invisible entre ellos y el mundo, gritaban que ocultaban algo.

El hombre —Jasper, si había entendido bien— me observaba como un lobo dispuesto a atacar. Su postura era rígida, como si estuviera esperando el menor movimiento en falso para saltar. La mujer que había hablado primero, Bella, me desconcertaba más que ninguno de los otros dos. Sus ojos estaban llenos de algo que no pude identificar al principio: una mezcla de desafío, miedo y... ¿reconocimiento?

Eso no tenía sentido.

"Dhà mìle, dhà cheud bliadhna," había dicho Jasper con una seguridad que me habría parecido absurda si no hubiera sido por su mirada. No se trataba de un error o de una mentira improvisada; creían lo que decían, y eso era lo que más me inquietaba.

Retrocedí un paso, cruzando los brazos frente a mi pecho mientras los observaba. Necesitaba mantener la calma, no dar señales de duda. Estos forasteros podían ser cualquier cosa: espías enviados por mi hermano, aliados de algún enemigo, o algo peor.

Jacob, uno de mis guerreros más cercanos, se adelantó y susurró en voz baja: "Vigílalos." No quería que pensaran que no confiaba en ellos, pero necesitaba saber más antes de hacer un movimiento en falso.

Jacob avanzó con cautela hacia los tres forasteros. Su mirada era dura, evaluativa, y yo sabía que no perdería un solo gesto de los nuevos en nuestro campamento.

—¿Qué pensáis hacer ahora? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio mientras ellos bebían.

Bella levantó la vista hacia mí, con gotas de agua aún resbalando por su barbilla. Había algo desafiante en sus ojos, pero también vulnerabilidad.

—Intentar entender qué está pasando —dijo ella, con una honestidad que me tomó por sorpresa.

—Si es que decides no matarnos antes —añadió Jasper, con un tono que pretendía ser neutral, pero estaba lleno de advertencias.

—No mato sin razón —respondí, firme. Aunque, para ser sincero, no estaba seguro de cuál sería mi razón si decidía hacerlo.

Bella entrecerró los ojos, como si evaluara la veracidad de mis palabras. Era inquietante ser el blanco de su escrutinio. Nadie me miraba así, no desde...

La voz de Jacob se filtró en mis pensamientos. "Jacob," dijo, avanzando hacia nosotros. "Lord Cullen," murmulló, en gaélico. "Podemos llevárnoslos a la guarida. Quizás allí estén más seguros y podamos descubrir más sobre ellos sin la amenaza de ojos extraños."

Le dirigí una mirada rápida, buscando en su rostro algún indicio de duda o preocupación. Jacob siempre había sido leal, pero sus palabras me desconcertaron. ¿Por qué sugería un cambio de planes tan radical?

—¿Qué piensas, Jacob? —pregunté finalmente, tratando de sonar más calmado de lo que me sentía.

—Creo que es la mejor opción —respondió con firmeza, su voz un murmullo bajo para que solo yo lo escuchara. "La niebla no los dejó escapar del pasado. Quizás la única forma de ayudarlos es… dentro de nuestros muros."

Mis ojos se movieron rápidamente de nuevo a Bella, que había escuchado la conversación con atención. Ella parecía más desconcertada que antes, como si no entendiera del todo por qué estábamos hablando de llevarlos a una guarida de guerreros escoceses.

—¿Qué dices, Bella? —pregunté finalmente, decidiendo que era mejor ser directo con ellos. "¿Quieres venir con nosotros o prefieres enfrentarte a lo desconocido en este lugar?"

Bella miró a Alice y luego a Jasper, como si buscara consejo en sus compañeros. Por un momento, sus miradas se encontraron, y noté una chispa de entendimiento entre ellos. ¿Eran más de lo que aparentaban?

—Nos gustaría... saber más antes de decidir nada —respondió Bella finalmente, su tono decidido pero también inseguro.

—Entendido —dije, sintiendo la presión de la situación sobre mis hombros. "Podéis quedarnos aquí por ahora, pero no penséis que estaréis a salvo por mucho tiempo. Mis guerreros no confían en vosotros y no os darán tregua."

"Lo entendemos," asintió Bella, mientras Jasper la mantenía cerca, como si de un modo instintivo supiera que necesitaban protegerla más que a los demás.

Decidí mantener a Jacob cerca de ellos, no solo como una medida de seguridad sino también como un recordatorio constante de que sus acciones debían ser vigiladas. No podía permitirme el lujo de cometer errores nuevamente.

Alice rompió el incómodo silencio. "¿Tienen té, al menos? No creo que encuentre café en este año, ¿verdad?"

Bella soltó una risita, sacudiendo la cabeza. "Lo siento, Alice. Café no vas a encontrar en este año, ni en el siguiente. ¿Qué año piensas que es?"

Edward parpadeó, confundido. "¿Café? ¿Qué es eso?"

Bella sonrió con tristeza, como si tratara de no hacer que la conversación se volviera más rara de lo que ya era. "No te preocupes por eso ahora. Pregunta en qué año estamos."

—Jacob, ¿en qué año estamos? —preguntó finalmente, sintiendo la presión en mis espaldas mientras Jacob escuchaba la pregunta y luego se encogía de hombros.

"Estamos en el año 1568," respondió Jacob finalmente, en un tono que no dejaba lugar para la duda.

Bella miró a Alice y luego a Jasper, como si no estuviera segura de cómo tomar la noticia. Jasper entrecerró los ojos, como si intentara pensar en un plan, y Alice miró alrededor del campamento con un aire de incredulidad.

—¿Y cómo es que hemos terminado aquí, en 1568? —preguntó Alice finalmente, su voz llena de curiosidad.

—Eso es lo que también estoy intentando averiguar —respondí, con un gesto hacia el campamento. "Pero primero necesitamos saber si realmente sois lo que decís ser y no alguna trampa de mi hermano o sus espías."

Bella asintió lentamente, como si estuviera digiriendo mis palabras. "Entiendo. Por ahora, creo que Jacob tiene razón. Quizás sea mejor si nos lleváis a vuestro campamento. Necesitamos respuestas."

—De acuerdo —dije finalmente, sintiendo un peso en los hombros. "Seguidnos."