Entré rápidamente a su oficina porque quería verme temprano. Y en solo dos semanas trabajando con él, me di cuenta de que le gustaba la puntualidad.

Toqué suavemente la puerta y él me recibió.

-entra- habló por lo bajo

Cerré la puerta al entrar y mi cuerpo comenzó a sudar frio. Desde que entré al edificio hasta llegar a su oficina, pensaba en que tal vez se había arrepentido de haberme dado el empleo.

-dígame señor- susurré

Se sentó en el borde de su escritorio. Entrelazando sus dedos, me miró sonriendo.

-tengo una proposición para ti- murmuró

Lo miré con ojos abiertos, y trague saliva para lubricar mi garganta.

-¿Qué proposición?- pregunté

-quiero que seamos amigos con derechos. Yo no me siento listo para casarme, y tú necesitas tiempo para digerir todo lo que te ha pasado. Y creo que esta relación nos beneficiara a ambos- terminó de hablar y me sostuvo la mirada

Tardé en procesar lo que me había dicho. ¿Amigos con derechos? ¿De donde había sacado él esa idea?

Di buenos días y olvida que esto ocurrió.

-ah… ¿disculpa?- exhalé la pregunta -¿estás diciéndome que quieres tener sexo conmigo?- pregunté enojada y me crucé de brazos –ni nos conocemos bien…y lo que conozco de ti es poco-

-no es eso- murmuró secamente –los amigos están para apoyarse. Y nos conoceremos más. Fui a tu casa para volver a verte y me encontré que habías desaparecido- murmuró

Negué con la cabeza en repetidas ocasiones. No quería volver a tener relaciones que incluyeran los sentimientos.

-te daré tiempo para pensarlo o mejor aún, cuando tú quieras. Pero de una vez te aviso- murmuró y se acercó a mí. Tomó mi barbilla entre sus dedos y la levantó para igualar su mirada, aunque me costó un poco de trabajo y sonriendo lobunamente me murmuró: -me gusta el sexo duro y sucio- y aspiró mi perfume –y este tipo de sucio…no se lava- sonrió de lado y un hoyuelo se profundizo en el lado derecho de su mejilla

-buenos días señor Black- murmuré fríamente

Me alejé de su agarre y me di la vuelta para estar en la seguridad de mi oficina. El roce seguía calentado mi piel, y su aroma…me recordó a las noches de verano. Cuando el jazmín perfuma la tarde y la noche es más negra que en cualquier otra estación.

Un momento…. ¿en qué estoy pensando?

Sacudí mi cabeza para despejar el perfume masculino y penetrante. y pensar en que la conversación que tuvimos, nunca ocurrió.

Encendí mi computadora y justo en ese momento sonó el teléfono. Tomé el pequeño auricular y lo coloqué en mi oreja derecha

-¿oficina de la presidencia?- pregunté en voz alta

-ven a mi oficina a dictarme la agenda- murmuró secamente y cortó la llamada

Por dentro gruñí y tomé la agenda.

Caminé a paso normal, ya que nada me serviría caminar como un caracol y aplazar las constantes idas y venidas de su oficina, no se podían evitar. Cuando llegué frente a su puerta me armé de valor para tocarla.

-solo hazlo- pensé y segundos después, ya estaba tocando su puerta.

Dio el pase y abrí la puerta rápidamente. Jacob estaba de espaldas, sus manos metidas en los bolsillos y contemplaba el paisaje citadino.

-¿Cuál es la actividad de hoy?- preguntó sin voltear a verme

Hojeé nerviosamente la agenda y encontré el día martes.

Había pocas citas para el día de hoy. Le empecé a dictar y en ningún momento volteo a verme.

Que hombre más raro.

-ya te puedes retirar- murmuró

Me di la vuelta y caminé a la salida.

Horas después ya estaba en la hora de comida con María.

-¿y qué te parece el jefe?- me preguntó sin despegar la vista del menú

Pensaba en mi respuesta. Y como no tenía hambre, pedí una hamburguesa de pollo con papas.

No podía decirle que me había pedido que fuera su amiga con derechos y tampoco decirle que lo había comparado con una noche perfumada de verano.

-¿y bien?- insistió

Dejé la carpeta en la mesa y aclaré mi voz.

-es muy frio, severo e intimidante- murmuré

Dejó su menú y llamó a la camarera para pedir nuestras comidas. Sus ojos color avellana brillaban con emoción.

-¿y no cuentas la parte en la que es guapo?- musitó

Negué rápidamente

-en la mañana estuvo algo extraño- hablé en voz alta

-¿Qué hizo?- preguntó muy interesada y pegó su silla a la mesa –solo que habla en voz baja porque este restaurante es suyo- susurró en lo ultimo

Sorprendida, acerqué más mi silla. Y le pregunté:

-¿y tu como sabes?- susurré

Me miró como si fuera una novata.

-¿Por qué crees que no nos cobran lo que comemos? La verdad, es que este-señaló la mesa con su dedo índice- es un restaurante de cinco estrellas. No nos cobran por que es nuestra cafetería y al jefe le gusta que sus empleados estén mejor porque él cree que, el trabajo sale mejor cuando eres feliz- sonrió –y tienen entrega a oficina. Al jefe no le molesta si comen postres, solo pide que tengan higiene y que sean puntuales a la hora de entregar su trabajo.

La cafetería era un restaurante de cinco estrellas para la disposición de todos.

-el jefe no es malo después de todo- hablé sin pensar

-ahora dime-pidió ella -¿Qué es lo raro de hoy- su sonrisa se ensanchó

-cuando entré a su oficina, él estaba mirando al horizonte y jamás me volteo a ver- terminé de relatar

María tomó un poco de vino y lo degustó lentamente.

-pobre hombre. Debe de tener muchas ocupaciones- dijo tristemente

Nos trajeron la comida y comenzamos a comer animadamente.

Pedí dos postres de zarzamora con queso y uno me lo comí, el otro lo guardé para más tarde. Y llegué a mi oficina rápidamente, tomé la agenda para volverle a recordar sus reuniones y a la vez, me dictaba reuniones para agendarlas en los días siguientes.

Tocaron mi puerta insistentemente y abrí rápidamente.

-seguro y es él- pensé

Me llevé una gran sorpresa al saber que no era él.

Una escultural y sensual rubia, pasó sin pedir permiso y miró todo a su alrededor (incluyéndome).

Su cabello era ondulado artificial, maquillada, perfumada empalagosamente. Zapatillas altas de color negro y con pantimedias del mismo color. Vestido rojo escarlata muy entallado, de manga corta y tenía una ridícula abertura en la parte de la falda.

-¿puedo ayudarla en algo?- pregunté fríamente

-dile al lobo siberiano que estoy aquí- murmuró sonriendo

¿Lobo siberiano? Seguramente se equivocó de lugar.

Achicó su vista y se rio sardónicamente –a Jacob Black, niña- murmuró enojada

-¿y quién lo busca?- pregunté

-Lauren Mallory- miró directamente a mis ojos y noté que los suyos eran de aspecto infantil y de un color azul grisáceo

Habiendo entendido a quien se refería, Salí de la oficina y caminé hasta la suya. Toqué la puerta suavemente y esperé a que me diera permiso para pasar.

-adelante- gritó

Abrí un poco la puerta y metí mi cabeza, Jacob estaba hablando por teléfono en italiano, y debía de admitir que lo hablaba bastante bien.

-¿se te ofrece algo?- preguntó

Me quedé unos segundos en blanco y luego recordé a la extraña rubia.

-ahm…una mujer rubia llamada Lauren Mallory- murmuré nerviosa

Arrugó su frente y me dijo que la pasara. Rápidamente asentí y cerré la puerta.

Llegué a mi oficina y encontré a la mujer sentada y sus piernas estaban cruzadas, haciendo una mueca de desaprobación, le dije que podía pasarlo a ver

-¡oh! Muchas gracias- murmuró

Se fue contoneando las caderas de manera sensual y cerré mi puerta.

-seguramente así le gustan las mujeres a él- pensé

Y recordé su ridículo sobrenombre ¿lobo siberiano? ¿Había nacido en Rusia o solo se puso así por que le gustaban los lobos de esa región?

Puse mis ojos en blanco. Que patético sobrenombre.

Me senté en la silla y seguí con mi trabajo, un minuto después sonó el teléfono y respondí la llamada.

-no me pases citas ni llamadas hasta que yo te lo diga- murmuró y antes de que le respondiera, ya había cortado la llamada.

¡wow!

Colgué el teléfono y seguí con mi trabajo.

Fui a firmar y traer documentación por todos lados. Y en ese momento maría me habló para decirme que había llegado un paquete y que era del jefe.

-no me dijo que recibiría un paquete hoy- murmuré

Lo tomé y decidí llevárselo. Seguramente ya había terminado de despachar a su visita.

Entré al ascensor y apreté el botón con numero 21.

El paquete era rectangular y envuelto en papel cartón, no tenía remitente o alguna etiqueta de referencia.

¿No será una bomba?

Cuando llegué a la oficina, me acordé que él tenía que avisarme, y de ese tiempo hasta ahora son una hora. ¿Cuándo tiempo más se tardaría?

El caso era que yo no podía esperar y opté por ir a tocar su puerta.

Caminé hacia su puerta y toqué brevemente.

Esperé unos segundos y me abrió Jacob.

Mi mente se quedó en blanco y no supe que decirle. Mis ojos se quedaron clavados en los suyos

-no son negros- murmuré

-no lo son. Son ámbar claro- murmuró

Abrió un poco más la puerta y salió de su oficina, su presencia ocupó todo el lugar y me sentí pequeña

-¿no te dije que esperaras por mi llamada?- preguntó molesto

Me sonrojé –si pero…era de verdad urgente. Le llegó este paquete- rápidamente se lo mostré

Sin querer ver, vi sus musculosos y bronceados pectorales. Lo peor era que no tenia camisa puesta y mis ojos bajaron hasta su cintura

Lo tomó y solo lo barrió con la mirada.

-lo veré después- murmuró secamente

Su cabello estaba despeinado y tuve el impulso de revolverlo un poco más. Volvió a mirarme y sus ojos me impresionaron.

-¿son reales?- pregunté

Asintió brevemente y no se mostraba feliz

-¿y porque usas lentillas de color negro?- pregunté

Sonrió mostrando sus blancos dientes.

-siento que intimido con el color de mis ojos y por eso decidí cambiarlos- murmuró

Nunca había visto ese color de ojos, era impactante y a la vez raro.

-si no tienes nada que decir. Buenas tardes- habló secamente

Se dio la vuelta y entró a su oficina