Capítulo 5
El cielo poco a poco comienza a pintarse de negro, las pocas tonalidades anaranjadas van desapareciendo, y Zero que está de pie frente al edificio de los salones de clases, levanta la mirada, sumido en aquellas palabras que Saori Kido le ha dicho.
Perséfone, Hades, Athena, Zeus… todo aquello parece ser sacado de alguna novela de ficción, pero cuando baja la mirada y se topa con aquella de color granate, sabe que él también está sumido en su propia novela de ficción.
Desvía la mirada, molesto por la atenta vigilancia de Kuran Kaname.
No ha hablado con él desde hace dos noches, cuando después de que Yagari lo dejara salir de aquella prisión improvisada para cerciorarse de que no ha caído en nivel E, lo buscara para terminar de una vez por todas con aquella estúpida relación al que ya no le ve futuro. Tampoco es como si el sangre pura lo buscase después para evitarlo, incluso parecía que él estaba conforme con aquella ruptura, como si la oportunidad de librarse de él fuera la que por mucho tiempo hubiera esperado. Al comenzar a caminar, nota la posible responsable de aquello: Yuuki, la humana que siempre ha tenido a Kuran Kaname bajo sus pies y que en ese momento camina hacia él.
Se desvía de dirección, pero de nada sirve porque Yuuki corre, lo toma del brazo, aferrándose como una niña pequeña a él.
—¿Qué quería Saori Kido contigo? —pregunta con curiosidad.
—Cosas —responde sin más.
—¿Pero qué clase de cosas?
Zero frunce el ceño ante la insistencia de la chica.
—Cosas. —Y sin decir más, Zero rompe el agarre que la chica todavía sostiene sobre su brazo y comienza a caminar.
—¡Zero! —llama Yuuki que lo ha alcanzado—. ¿Por qué no quieres contarme por qué Saori Kido te buscaba?
Zero se detiene y voltea a verla, fulminándola con la mirada. En ese momento él está enojado con ella, no por su intromisión sino por aquello que sabe, jamás podrá romper. "Kaname la quiere a ella", se recuerda, y ese pensamiento no hace más que acrecentar la furia que en ese momento siente. "Pero eso siempre lo supiste", se dice con resignación cuando los recuerdos de un Kaname al pendiente y preocupado por una pequeña Yuuki, pegan con fuerza en su mente y corazón. Sí, él siempre ha sabido de aquel cariño que ambos se tienen, y, sin embargo, Zero no pudo no evitar enamorarse de él.
Zero suspira con fuerza. "Ella no tiene la culpa", se dice intentando calmar aquel feroz sentimiento que últimamente siente hacia la chica; aun así, ella da un paso hacia atrás y después baja la mirada.
—Lo siento, si no me quieres decir…
Zero abre los ojos, la culpa como un enorme gusano retorciéndose en el pecho lo comienza a sofocar. Intenta acercarse a ella, hacer las paces; después de todo, ella no tiene la culpa que Kuran Kaname no sea capaz de priorizarlo a él que es su pareja. Pero enseguida cambia de opinión, cuando nota la presencia del sangre pura acercándose. No quiere lidiar con él, no otra vez. ¿Para qué lidiar con él si aquello que alguna vez tuvieron ya está más que terminado? Aprieta los puños, consiente que si el vampiro está ahí es por Yuuki, no por él.
—Si tanto interés tienes en saber, ¿por qué no vas a preguntarle a Cross? Él también sabe lo que Saori quería conmigo, así que no me molestes, quiero estar solo.
Zero vuelve a retomar su camino, mientras que Yuuki se queda de pie, mordiéndose el labio con fuerza para retener las lágrimas que amenazan salir de sus ojos.
—¿Te ha hecho algo? —pregunta Kaname ya de pie frente a ella, y que mira con detenimiento el lugar por donde Zero Kiryuu se ha ido—. ¿Yuuki? —insiste al no tener respuesta.
—No… no me ha hecho nada, es solo que no entiendo, ¿qué le he hecho para que me trate de esa manera?
Kaname suspira y acorta la distancia que los separa.
—Debes de entenderlo, ha tenido unos días difíciles.
—Y precisamente por eso me gustaría que me dijera qué le pasa. Quiero ayudarlo, pero él no se deja.
Kaname acuna el rostro de la chica y levanta su rostro para que lo vea.
—No es que no te deje, simplemente no quiere preocuparte más de lo que ya estás.
Cuando Kaname baja la mirada al cuello de Yuuki, esta se separa de inmediato de él, pero de nada sirve, ella sabe que Kaname ha notado el parche que cubre su cuello.
—Tienes razón, Kaname-sempai; Zero lo que menos quiere es preocuparme… —Yuuki calla, el nudo que se le ha formado en la garganta es un claro indicio de que ni ella misma cree en esas palabras, sin embargo, cuando nota como la mano de Kaname comienza a acercarse peligrosamente a su cuello, se fuerza a sonreír para después hacer una ligera reverencia y salir huyendo—. Gracias, Kaname-sempai.
Kaname frunce el ceño, voltea a ver a la chica que ahora corre hacia los dormitorios del sol, después dirige su mirada hacia Zero que extrañamente ha entrado al edificio de los salones de clases.
"Esto se está saliendo de control", piensa antes de dirigirse también a dónde el cazador ha desaparecido.
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Su vista recorre libro tras libro, atento a que ningún título se le pase. Mitología de roma, mitología de Japón, revolución francesa.
"¿Por qué demonios la revolución francesa está junto a mitos de Japón y el mundo?" Sacude la cabeza y vuelve a concentrarse. Títulos y títulos hasta que al fin encuentra uno que lo llama, justo en medio del Popol Vuh y Los grandes dioses de Egipto: Dioses griegos.
Con nerviosismo lo toma, y en una rápida ojeada comienza a pasar dios a dios. Afrodita, los mellizos Apolo y Artemisa, Athena, Zeus, Poseidón, Deméter, se detiene cuando aquel nombre aparece. "Perséfone, hija de Deméter y Zeus, diosa de la primavera…" Aprieta los labios y pasa la siguiente hoja, y ahí está, Hades, dios del inframundo; y el solo leer el título ha provocado en él un extraño escalofrío. Hades, dios del inframundo, vuelve a leer como si temiera no recordarlo después.
—¿No deberías de estar haciendo los recorridos? —susurra Kaname sobre su oído, y cuándo Zero levanta la mirada, su sorpresa crece al notar como el vampiro está detrás de él, su cuerpo sumamente cerca al suyo, y su mano recargada sobre el estante frente a ellos. Las cosquillas comienzan a bailar sobre su piel, cuándo el aliento del sangre pura recorre su cuello —. Nunca hubiera imaginado que te interesara la mitología.
Zero cierra el libro de golpe y con el ceño fruncido se voltea para encarar al vampiro.
—¿Se te ofrece algo, Kuran?
Una sonrisa de lado se dibuja en los labios del vampiro, y la mano que tiene libre se levanta para después posarse sobre las arrugas que se han formado en la frente del cazador.
—Vas a envejecer muy rápido si siempre frunces el ceño así.
—¡Eso no es asunto tuyo! —responde Zero al mismo tiempo que se deshace de aquel contacto.
Kaname suspira, y aquella media sonrisa desaparece para darle paso a una mueca de dolor y tristeza.
—Vamos, Zero, sé que estás enojado conmigo, pero ¿hasta cuándo me vas a aplicar la ley de hielo? Estoy consciente que lo que pasó en la fiesta de Takuma te molestó mucho, pero ya te lo he explicado muchas veces. Si el consejo, incluso la asociación de cazadores, sospechan de nuestra relación, me obligarán a hacer cosas que no quiero con tal de no meterse contigo.
—¡Y yo ya te dije que no me importa! Hace tres noches dejaste muy en claro quién es a quien verdaderamente quieres cuando la sentaste junto a ti y a mí me aventaste al rincón como a un sucio perro. ¡No me interesa que hagas, no me interesa si eliges a Yuuki, pero a mí déjame tranquilo!
Kaname frunce el ceño y ahora es su mano libre la que se posa sobre el estante de libros detrás de Zero, acorralando al cazador sin posibilidades para huir.
—Me reclamas a mí que siempre esté al pendiente de Yuuki, pero ¿tú si puedes hacer lo que se te pegue la gana con ella? ¿Cuántas veces te he ofrecido que bebas de mi sangre para calmar tu sed? Siempre me rechazas, pero cuando Yuuki te la ofrece, ¿a ella no puedes decirle no? ¿Crees que no me doy cuenta cada vez que la muerdes?
—¡No es lo mismo!
El aura del vampiro comienza a tornarse oscura. Zero desconcertado no hace más que seguir aquellos impulsos que han sido entrenados desde niño. Su mano se dirige hacia su chaqueta, sus dedos apretándose firmemente en la empuñadura de Bloody Rose que saca en un rápido movimiento y apunta a la cabeza del vampiro.
Kaname frunce más el ceño y se acerca hasta que el cañón del arma aprieta su frente, en ningún momento dejando de ver aquellas furiosas amatistas.
—¿Tú puedes estar celoso, pero yo no? ¿Tú puedes cuestionar mis actos, pero yo no los tuyos? ¿Si sabes lo egoísta que es eso?
Zero baja el arma, después la mirada. ¿Por qué siempre, en cualquier "plática" que sostiene con Kaname Kuran, tiene que sentirse tan culpable?
—¿Tan deliciosa es la sangre de Yuuki que no puedes negarte a beberla? —pregunta Kaname inclinado sobre la oreja de Zero, y, mientras este abre los ojos con sorpresa, una sonrisa se extiende sobre los labios de Kaname—. Si fueran ciertas tus especulaciones, haría hasta lo imposible para que no bebieras de Yuuki; sin embargo, no me he metido en eso. Así que deja de hacerte ideas absurdas y ya perdóname.
Zero traga en seco al mismo tiempo que levanta la mirada a los ojos del sangre pura, y cuando Kaname ve la duda en sus ojos, entonces aprovecha la oportunidad. Se inclina más hasta sentir el tibio aliento del cazador y une sus labios a los de él. Zero no lo detiene, ni siquiera hace el intento de separarlo de sí, a pesar de ser consciente que necesita hacerlo. Sus lenguas comienzan a enredarse, Zero suelta el libro que ha ido a buscar, después a Bloody Rose mientras que las manos de Kuran Kaname ya están fuertemente aferradas alrededor del cazador que ya comienza a afianzarse a su cuello con la misma intensidad.
Poco a poco el cuerpo el vampiro empuja al de Zero hasta que su espalda topa con los estantes detrás de ellos.
—Kana…, ¿me? —llama de repente Takuma, obligando a Zero y a Kaname a separarse. Ambos voltean a la dirección de la voz y ven al vampiro mirándolos con la sorpresa reflejada en su rostro.
Zero se sonroja, aparta sus brazos del cuello del sangre pura para después bajar la mirada, al mismo tiempo que Kaname frunce el ceño ante la intromisión.
—¡¿Qué quieres?! —demanda el vampiro y Takuma todavía confundido por aquella situación, se sobresalta ante la molesta voz de su amigo.
—El… —Takuma aparta la mirada de Zero llevándola hacia Kaname—, el director quiere hablar contigo. Quiere que vayas a su oficina en cuanto te…, ¿desocupes?
Kaname asiente, sin embargo, Takuma que ha regresado la mirada a Zero, no se mueve de su lugar.
—¿Se te ofrece otra cosa?
Takuma traga y niega con la cabeza, después simplemente hace una ligera reverencia para darse la vuelta y salir de ahí.
Cuando Takuma se ha ido, Kaname suspira. Voltea a ver a Zero que, a pesar de tener la mirada gacha, puede notar el intenso color rojo que colorea sus mejillas y orejas.
—Lo siento, tengo que ir. Cross puede llegar a ser fastidioso cuando tiene algo importante que decirme.
Zero asiente sin levantar la mirada al sangre pura, pero Kaname no conforme con aquella respuesta, toma el rostro de Zero entre sus manos, obligándolo a mirarlo.
—Hablamos después, ¿sí?
Zero suspira.
—Bien. Ahora ve antes de que Cross decida salir a buscarte.
Kaname asiente, un rápido beso y entonces se separa de Zero.
Ya a solas, Zero baja la mirada a dónde ha caído el libro, y como si los dioses quisieran que se sintiera más culpable de lo que se siente, nota que la página expuesta es una donde habla sobre la historia que Saori le ha contado esa misma tarde:
El rapto de Perséfone y la creación de las estaciones del año.
Suspira profundamente, se agacha a recoger el libro con las intenciones de dejarlo en su lugar; no obstante, antes de llegar a él, la página cambia, como si una fuerte corriente de aire hubiera entrado a aquel lugar que ni ventanas tiene. Entonces Zero se petrifica en su sitio al leer el título de la página donde el libro ha quedado abierto.
Hades, dios del inframundo.
