Capítulo 6
—Entonces Cross, ¿por qué ha mandado a llamarme con tanta urgencia? —pregunta Kaname, al mismo tiempo que agita la copa que tiene en su mano para que la tableta de sangre se disuelva. Kaien que permanece de pie al otro lado del escritorio, dándole la espalda, entorna los ojos sin dejar de ver la oscura noche a través de su ventana.
—Tenemos problemas graves con Zero, Kaname-kun.
Kaname se tensa y detiene el movimiento de su copa.
—¿Qué problemas? —pregunta en un gran esfuerzo de sonar desinteresado.
—Han seleccionado a Zero para ser transferido a Grecia. —Kaname levanta una ceja, incrédulo a lo que está oyendo. Kaien voltea a verlo, su semblante frío e inexpresivo como muy pocas veces el sangre pura ha visto—. No lo sabes, pero la academia está inscrita a un programa que la fundación Kido financia para ayudar a jóvenes talento. Zero ha sido seleccionado y, a menos que él lo rechace, se marchará a Grecia dentro de dos días.
Kaname abre los ojos con sorpresa. ¿Por qué Zero no le ha dicho nada de esto hace unos momentos atrás?
Bueno, tampoco es como si él le hubiera preguntado acerca de la visita de Saori Kido, tampoco es como si le interesara saberlo… Hasta ahora.
—Eso…, eso no puede suceder —dice Kaname que por primera vez no sabe cómo actuar ante una situación que, al parecer, lo ha sobrepasado.
—Eso lo sé, por eso te lo estoy comunicando. Sé que Yuuki no quiere que Zero sea trasladado a la clase nocturna, pero creo que ahora es lo mejor que podemos hacer. Bajo tu protección, estoy seguro de que será imposible que Zero pueda salir del país.
Kaname niega.
—Creo que sé cómo convencerlo —menciona mientras que su mirada se posa en la copa que sostiene para después dar paso a que una ligera sonrisa se dibuje en sus labios.
.
.
.
Un pesado suspiro sale por sus labios en cuanto entra a su habitación. Se acerca a su cama y coloca aquel libro (que a pesar de sus intenciones de dejarlo en el mismo lugar donde lo encontró, no ha podido), sobre la pequeña mesa que está junto a su cama. Se sienta con pesadez, y cubre su rostro con ambas manos.
"¿Qué se supone que debo hacer?", se pregunta mientras que las palabras de Saori resuenan en su cabeza, y aquel intenso beso continúa erizando los bellos de sus brazos.
Hasta hace unas horas estaba dispuesto a irse a Grecia y olvidar todo lo vivido en ese lugar, dejar atrás su pasado y ese futuro tan inverosímil al que tanto se aferraba junto a Kaname Kuran. Sin embargo, ahora, después de que los labios del sangre pura se unieran a los suyos y después de ver las intenciones de este para hablar y tal vez solucionar aquello, ya no está tan seguro.
Voltea a ver el libro y nuevamente esa pregunta resuena, "¿qué se supone que debo hacer?"
Repasa con meticulosidad sus opciones; ir a Grecia con el único objetivo de detener a nada más y nada menos que al dios del Inframundo, no suena tan alentador como Saori lo hizo ver, en especial cuando él todavía no se convence que sea la encarnación de Perséfone. Pero el quedarse en la academia Cross, sin la completa certeza que "su pareja" decida de una vez por todas priorizarlo antes que a ella, tampoco es una razón de peso que lo obligue a quedarse, en especial cuando mejor que nadie sabe, jamás sucederá.
¿Entonces por qué seguir buscando escusas para quedarse en aquel lugar? Tal vez por el miedo que siente al pensar en aquel dios. El pensar que Hades es tan real como todo lo que ahora lo rodea…
Otro pesado suspiro abandona sus labios. Cierra los ojos y se recuesta sobre la cama. Poco a poco la pesadez lo sobrepasa y comienza a caer sobre su cuerpo. El techo color blanco comienza a transformarse en imágenes distorsionadas que poco a poco toman la forma de aquellos penetrantes ojos azules.
"Otra vez ese sueño", se dice mientras que aquellos ojos se transforman ahora en un extenso campo de flores tan hermosas y exóticas que está seguro, jamás existirían sobre la tierra. Sin saber porque sonríe, se agacha a tomar una, pero enseguida nota su cuerpo extraño, como si no fuera del todo suyo, como si una extraña neblina estuviera cubriendo sus sentidos. De repente voltea. No está seguro, pero cree que le han llamado, y lo confirma cuando un hombre se acerca a él, vestido con algo parecido a una armadura negra.
Aquel sentimiento de reconocimiento y familiaridad, el mismo que ha experimentado con Saori, ahora lo experimenta con aquel hombre ya parado frente a él. No lo conoce, pero algo dentro suyo si, y no es precisamente por aquellos ojos, los mismos ojos que han aparecido en todos sus sueños y que en ese momento lo miran con una mezcla de preocupación y dolor que lo deja sin aire.
Odia esa mirada, ya no quiere verla y sin importarle que es lo que aquel hombre le dice en ese momento, su mano acuna aquel hermoso rostro. El hombre frente a él pareciera disfrutar el toque, ya que entrelaza sus dedos con la mano sobre su piel, a su vez que una sonrisa se extiende sobre aquellos labios que ahora sonríen…
Después la oscuridad aparece.
La tranquilidad que hasta hace unos segundos existía en aquel prado de flores desaparece, dando lugar al caos.
Aquel hermoso rostro se descompone en una gran desesperación que el mismo Zero siente suya, mientras que, a su alrededor, cree notar el mundo moviéndose a extrema velocidad. El hombre comienza a gritar, la desesperación crece mientras su imagen comienza a difuminarse hasta desaparecer por completo.
Está confundido. A su alrededor ya no hay flores, ya no hay caos ni mucho menos está aquel hombre. El mismo lugar que vio cuando estrechó la mano de Saori se extiende ahora frente a él, sin embargo, algo está mal. Los edificios que antes se levantaban orgullosos ahora están en ruinas y una penetrante oscuridad rodea el lugar.
Algo parecido a lo que sintió cuando Hio Shisuka asesinó a su familia comienza a oprimir su pecho. Enseguida reconoce el sentimiento. Es el miedo, ese maldito miedo que como aquella vez comienza a paralizarlo.
Sacude la cabeza, y esa sola acción es suficiente para que aquello que lo mantiene anclado sobre la tierra lo deje libre. Entonces comienza a correr, no sabe a dónde y no le importa, solo quiere huir de lo que sea que signifique aquellas tinieblas que parecieran ir por él.
De repente las personas aparecen, completos desconocidos que tienen la mirada fija en algo sobre el cielo. Se detiene de golpe y también levanta la mirada, solo para ver como un halo de luz, lo único que ilumina el cielo cubierto de oscuridad, comienza a hacerse más y más pequeño.
—Es tu culpa —dicen en coro aquellas personas que en un movimiento coordinado bajan la mirada a su dirección—. Es tu culpa —repiten, al mismo tiempo que, como una horda de zombis hambrientos comienzan a acercarse hasta rodearlo por completo.
Zero abre los ojos de golpe, desconcertado y confundido por aquello que ha soñado. Definitivamente, no ha sido el mismo sueño, ha sido algo más y él lo sabe, lo intuye. Con lentitud se incorpora y entonces nota la cálida luz del sol filtrándose por su ventana. Se levanta y camina hacia ella. No sabe por qué, pero por primera vez en su vida agradece sentir esa calidez sobre su piel.
—¿Zero?
Zero se sobresalta y voltea a ver al dueño de aquella voz, no obstante, cualquier indicio de tranquilidad que pudiera haberle proporcionado la presencia del sangre pura, no aparece. Cierra los ojos y regresa su atención a la calidez que el sol le proporciona en ese momento, para enseguida recargar su brazo en el marco de la ventana y su frente encima de este, intentando de esa forma aminorar el punzante dolor de cabeza que comienza a aparecer.
—Él está cerca…—Aquellas palabras que, aunque no signifiquen lo mismo, hacen que Kaname se tense y entorne los ojos al mismo tiempo que da un paso hacia Zero que se niega a voltear a verlo
—¿Qué sabes tu sobre Él? —pregunta tentando el terreno.
Zero sacude la cabeza, después abre los ojos y fija la mirada al extenso bosque que rodea la academia Cross.
—Creo que este miedo que siento en estos momentos —Zero baja la mirada a su mano que tiembla sin que él pueda evitarlo—, es producto de su presencia. —Una sonrisa se dibuja en sus labios, una sonrisa triste y desganada—. Ahora entiendo lo que ella quiso decir con que aquel sello que lo mantiene prisionero no tardará en romperse. Ahora entiendo todo
Kaname cierra los puños, aquello que está escuchando es algo que jamás imaginó oír de Zero. Sin embargo, si Zero lo ha sentido, quiere decir que aquel por el que ha esperado desde hace años despertará mucho antes de lo previsto.
Aprieta los dientes. "Esto es malo, Yuuki no está lista, y Zero…" Regresa la mirada al cazador que todavía está observando su mano, sumergido en sus propios pensamientos "… Zero tiene que hacerse más fuerte para terminar de una vez por todas con Él". Con aquello en mente, Kaname Kuran sabe que, en definitiva, no puede permitir que Zero parta a Grecia.
