Capítulo 9

"Por supuesto que salir del país no sería tan fácil", piensa Zero cuando uno de los guardias de seguridad detiene al pequeño grupo conformado por Saori, Zero y los tres santos dorados. Para ellos no hay problema, sus papeles están en orden, sin embargo, él no tiene nada, aparte de Bloody Rose y una carta de la asociación de cazadores dentro de su chaqueta, que confirme que él es Zero Kiryuu.

Suspira con resignación y se mentaliza sobre su regreso a la academia. Comienza a idear una y mil formas para evitar cualquier tipo de contacto con Kaname Kuran o Yuuki Cross, pero sabe que eso será imposible, en especial con Yuuki que no se cansa de meterse en lo que no la llaman.

—¿Zero? —De pronto, pregunta una voz conocida a su espalda. Zero voltea y la sorpresa lo invade.

—¡Kaito! —saluda con una leve sonrisa en sus labios, y ambos jóvenes estrechan sus manos con entusiasmo—. ¿Regresas de alguna misión? —pregunta Zero, sin percatarse que las miradas de sus acompañantes ya están sobre ellos.

—Sí, regreso de Osaka. —Kaito lleva los brazos hacia arriba, estirando los músculos entumidos de tan extenuante viaje—. ¿Y tú, vas a alguna misión?

Zero asiente con cautela, aunque no sabe qué responder.

—¿A dónde te diriges?

—A Grecia. —Pero no es Zero quién responde, sino Aioria que se acerca a ellos.

Kaito voltea a ver a Zero con algo de sorpresa.

—¿Grecia?, ¿estás seguro que es a Grecia?

Zero asiente y antes de que Aioria llegue junto a ellos, toma a Kaito del brazo para alejarlo un poco del grupo que lo acompaña.

—Necesito acompañar a estos sujetos a Grecia, al parecer son importante para la asociación, pero como ha sido una misión que se me ha dado de un momento a otro, no he podido tomar, ni mis papeles, ni mi equipaje. El presidente me aseguró que habría alguien aquí que me ayudaría a abordar el jet privado, pero no hay…

—Entiendo —dice Kaito interrumpiendo a su compañero mientras se cruza de brazos para analizar la situación.

—Mira, ahí está Minako, ella podrá ayudarte a abordar sin ningún problema.

Zero voltea a la dirección señalada por su compañero de armas para ver a una chica que, al parecer, al igual que Kaito, ha regresado de un extenuante viaje. Enseguida la reconoce, y aunque no ha entablado conversación alguna con ella, sabe que es una cazadora, igual que Kaito y él.

—¡Minako! —grita Kaito, sin importarle las miradas molestas de las personas a su alrededor, y para cuando logra llamar la atención de la mujer, toma a Zero del brazo para acercarlo aún más a la chica—. ¡Qué gusto me da verte!

Minako levanta una ceja, incrédula a lo que Kaito ha dicho.

—Ya conoces a Zero Kiryuu, ¿verdad?

—¿Kiryuu? —Y, pese a la sorpresa de Zero, cuando la mujer desvía la mirada hacia él, esa seriedad que momentos antes adornaba el bello rostro de la chica, desaparece para darle paso a una mueca completamente diferente. La mujer está emocionada y hasta parece que se encuentra frente a una superestrella. Toma sus manos mientras le dice lo honrada que se siente por tener al fin el privilegio de hablar con él, lo que confunde a Saori y a sus santos, en especial con las palabras que dice después.

—¿Sabes?, estoy dando mi mejor esfuerzo para llegar a ser tan buena cazadora como tú.

Zero sonríe, incómodo ante toda la atención que comienza a caer sobre él.

—Solo hago mi trabajo.

—Y aunque no lo creas, en estos momentos Zero necesita de tu ayuda —dice Kaito quién deshace el agarre que la mujer tiene sobre Zero.

—¿En serio? —Los ojos de Minako vuelven a brillar.

—Sí, verás. Estoy siendo enviado a una misión fuera del país, sin embargo, por insistencia del presidente para que esta misión se haga lo antes posible, no he podido tomar mis papeles.

—Entiendo —dice la mujer con una mano sobre su mentón—. ¿Cuál es tu puerta de abordaje?

Zero señala el lugar donde Saori y los tres santos dorados los observan. La mujer sonríe, toma a Zero del brazo y comienza a jalarlo hacia la dirección contraria.

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—¿Fue buena idea dejarlos marchar, así como así? —pregunta Milo, quien ya ha comenzado a impacientarse. Zero se ha ido hace más de una hora, acción que comienza a hacerle pensar al santo que ya no regresará.

—Tenemos que confiar en él —dice Saori intentando calmar a sus santos—, después de todo, él será quien detenga esta guerra.

Milo suspira, pero, aunque sea una petición de su diosa, él no confía en ese sujeto. Algo dentro de él le dice que es peligroso, y no precisamente por tener un fuerte lazo con el dios del inframundo.

—Miren, ahí viene —anuncia Saori.

Los tres santos voltean a su dirección y observan a Zero caminar hacia ellos con una sonrisa, pero no viene solo, esos sujetos de antes vienen con él, pero también lo acompaña un hombre, que a simple vista parece tener por mucho diez años más que aquellos jóvenes. El hombre vestido con un traje negro y que camina con un aire de autoridad que lo hace ver un poco intimidante, se detiene frente a aquel guardia con aspecto aburrido.

—¿Tú eres el guardia que no deja pasar al chico? —pregunta el hombre que acompaña a los tres jóvenes.

—Si no tiene papeles, no puede pasar —dice el guardia encogiéndose de hombros.

—Pues, aunque no tenga papeles, lo dejarás pasar en este mismo instante —ordena el hombre con autoridad y mirando con molestia al guardia. Pero el guardia no se intimida. Su ceño se frunce y se pone aún más derecho para confrontar a aquel sujeto que quiere darle órdenes. ¿Quién se cree?

—No puedo dejar pasar a nadie que no tenga papeles. Si el joven no los tiene —el guardia se encoge de hombros y sonríe con cierta arrogancia, como si en ese momento él fuera el dueño del aeropuerto—, lástima por él.

El hombre ya molesto estampa su mano sobre la mesa, sobresaltando no solo al guardia sino también a Saori y a sus santos. Cuando el hombre de traje levanta la mano del escritorio, el guardia nota la credencial sobre ella. La toma y palidece cuando lee el nombre impreso sobre el cargo que aquel hombre sostiene en aquel aeropuerto.

"Hamurama, Taiki Hamurama, director del aeropuerto internacional de Tokio"

—Yo… señor… no sabía que era conocido suyo —dice el guardia levantándose tambaleante; aquella arrogancia ha desaparecido dejando una palidez enfermiza y la sensación de que se desmayará en cualquier momento.

—Pues ahora lo sabes, así que déjalo pasar de una vez por todas.

El guardia asiente y después prosigue con las revisiones pertinentes que son meticulosamente observadas por el director del aeropuerto y hermano mayor de Minako.

—No pueden pasar armas de fuego —dice el guardia que saca de entre las ropas de Zero a Bloody Rose. Saori y sus santos se sorprenden ante aquello, y sin poder evitarlo llevan su mirada hacia Zero.

—Esa arma si pasa —dice Taiki cruzándose de brazos, lo que sorprende aún más a Saori y sus acompañantes.

—¿Pero, señor?

—He dicho que sí pasa. ¿Qué acaso no te han dado la información de aquellos que son los únicos autorizados para transportar armas?

El guardia vuelve a palidecer y mira a Zero con más detenimiento.

—Cazador.

—Así es, Zero es un cazador, y a causa de la falta de información que tienes lo has retrasado en su misión, así que te sugiero que devuelvas el arma y termines con esto cuanto antes, a menos claro, que ya no quieras seguir trabajando en esta empresa.

El guardia asiente y en un abrir y cerrar de ojos, Zero es autorizado para abordar el jet privado de la familia Kido.

—Le agradezco por su ayuda —dice Zero estrechando la mano de Taiki.

—No, al contrario, me dio gusto conocer al prodigioso pupilo de Toga.

Zero sonríe con vergüenza. ¿Quién hubiera imaginado que el director del aeropuerto internacional de Tokio, fuera también amigo de su maestro? Pero gracias a eso y a la intervención de Minako para con su hermano, ahora puede viajar sin ningún problema a Grecia.

—Salúdalo de mi parte en cuanto lo veas —dice Taiki, extendiendo por última vez la mano para que Zero la estreche.

—Bueno Zero, es mejor que te marches ya, al menos que quieras seguir retrasando tu misión —dice Kaito después de que Taiki se marchara.

Zero se vuelve hacia Kaito y una extraña sensación comienza a quemar en su garganta. No sabe si volverá a ver a su amigo, y aunque le gustaría decirle realmente a que se dirige a Grecia, sabe que no es conveniente, no cuando Kuran Kaname puede averiguarlo. Estrecha su mano, para después darle un fuerte abrazo.

—Cuídate.

Kaito asiente, antes de darse la vuelta y despedirse alzando una mano mientras camina.

—Idéntico a sensei. —Zero suspira y voltea a ver a Minako, a la mujer que ha hecho posible su viaje a Grecia.

—Te agradezco tu ayuda, Minako. Cuando regrese, si quieres puedo ayudarte en tu entrenamiento.

—¿En serio me ayudarías? —pregunta emocionada, y cuando Zero asiente, sus ojos se iluminan.

Academia Cross:

Se le ha hecho tarde, y Yuuki sabe que eso la meterá en problemas con el profesor de ética. "No quiero otra tarde más en detención", se dice mientras apresura el paso. Pero es tarde para que eso no ocurra, ella lo sabe y eso no hace más que forzarla a aceptar su realidad. Sin embargo, la sorpresa y el alivio la invaden cuando entra al salón de clases y observa a sus compañeros dispersos. Lleva su mirada a donde se supone debe de estar el profesor, pero no hay nadie.

—Llegué a tiempo —dice, sin poder ocultar su alegría.

—Te equivocas, Cross, has llegado tarde como de costumbre —reclama un chico con lentes que se acerca a ella con semblante molesto—. No entiendo por qué ni tú, ni Kiryuu pueden llegar a tiempo. Está bien que sean los prefectos de la escuela, pero precisamente por eso deberían de dar el ejemplo.

Para Yuuki, lo que acaba de decirle el presidente de la clase carece de importancia, sin embargo, hay algo que si llama su atención. Lentamente, voltea al lugar donde se supone Zero ya debería de estar, pero, como ha dicho el chico, está vacío. Eso no le gusta, en especial por la forma tan extraña que Zero se ha comportado desde que Kaname le dijo aquellas palabras: "Ellos no saben lo que en realidad eres".

¿Quiénes eran ellos?, era la pregunta que rondaba su cabeza desde que la escuchó. No obstante, no había tenido el valor suficiente para preguntárselo a Zero o a Kaname directamente. Y, ahora que Zero no estaba ahí, sospechaba que se debía precisamente a esas palabras.

—¿Piensas seguir parada en medio del salón? —pregunta Yagari detrás de ella. Yuuki da un respingo de sorpresa, y entonces nota a sus compañeros ya sentados en sus asientos, todos menos ella.

Sonrojada por la vergüenza, voltea con lentitud, solo para toparse con la mirada intimidante de Toga Yagari,

—Lo… lo siento —dice doblándose a la mitad en una torpe reverencia de disculpas, para después marcharse a su lugar.

Y a pesar de que la clase comienza como de costumbre, Yuuki no presta atención, su vista se mantiene fija en aquel lugar vacío.

Con Athena:

Un incómodo silencio rodea a los santos de oro que observan con detenimiento a Zero, quien ha decidido sentarse a dos lugares separado de ellos. Saori confía en él, Saori lo hace, pero ellos no, en especial ahora que saben, porta un arma de fuego.

—Estaremos en Atenas a las nueve de la noche, y si no ocurre nada, en el santuario a las doce —informa Saori que va saliendo de la cabina de piloto—. Zero, ¿qué haces hasta allá?

Zero levanta la mirada y suspira, consiente de las miradas que los santos de oro le regalan.

—No creo que a tus caballeros les guste que esté cerca de ti.

—Eres un chico listo —dice Milo cruzándose de brazos y entornando los ojos.

Saori suspira. No quiere discutir en esos momentos, así que opta por acercarse a esa pequeña mesa donde sus caballeros ya han tomado asiento. Se sienta junto a Aioria, en el único lugar vacío en la mesa.

El silencio vuelve a invadir el espacio. Para Zero no es molesto, pero está consciente que, si no les dice acerca de lo que en realidad es, todo se volverá aún más incómodo, y de algo está seguro, si realmente quiere detener aquella guerra entre dioses, es necesario que ellos sepan.

"¿Pero, realmente seré capaz de decirles lo que en realidad soy?"

No. Él sabe que no se atreverá a decirles que es un vampiro que poco a poco está cayendo en la locura del nivel E, lo que, si puede decirles, aunque duda que le crean, es sobre su trabajo.

Lentamente, voltea a ver la mesa donde descansan cuatro pares de manos. Ni uno dice nada, pero está seguro que esos tres hombres, aunque no lo demuestren, están atentos a cada uno de sus movimientos.

Zero suspira profundamente mientras se levanta de su asiento y siente como su corazón golpea con fuerza sus costillas. "Que pase lo que tenga que pasar", se dice cuando ya está junto a Saori. Ella levanta la mirada, a su vez que sus caballeros se levantan amenazantes.

Zero levanta las manos en señal de paz.

—Sé que tienen dudas, y es por eso que quiero esclarecérselas.

—Comienza diciendo por qué portas un arma de fuego —demanda Aioria mientras prepara sus manos para usar su plasma relámpago si es necesario.

—Es porque soy un cazador —dice mientras poco a poco introduce una de sus manos adentro de su chaqueta, pero cuando Zero saca a Bloody Rose, es Milo el que levanta su mano para atacarlo.

—¡Basta! —ordena Saori. Aioria, Milo y Mu voltean a verla, confundidos y anonadados por esa tranquilidad que tiene—. ¿Qué tipo de cazador eres? —pregunta Saori, sin perder la calma cuando Zero coloca el arma frente a ella.

—Soy cazador de vampiros.

—¿Vampiros? —pregunta Mu, incrédulo ante aquellas palabras.

Zero asiente, frunce el ceño y toma el único asiento que se encuentra disponible junto a la mesa, justo a la derecha de Milo.

—En este mundo no solamente existe la amenaza de los dioses —comienza diciendo—, también hay otras criaturas sobrenaturales, y una de ellas son los vampiros; bestias con forma humana que necesitan de la sangre para sobrevivir, y para que estas no hagan daño a los humanos, están los cazadores de vampiros como yo.

Aioria, chasquea la lengua

—¿En serio piensas que te vamos a creer?

Zero se encoge de hombros.

—Bueno, entenderán que tampoco es muy creíble que los dioses reencarnen sobre la tierra y que tengan guerreros que peleen con el único fin de ver quién se queda con el dominio de esta, ¿verdad?

Los santos dorados intercambian miradas.

—No pretendo que me crean, solo que entiendan por qué es que llevo esta arma conmigo. No se preocupen, no les hará daño, ya que no lastima a los humanos, simplemente elimina vampiros, y, al menos que alguno de ustedes sea uno de ellos, no tienen de qué preocuparse.

Zero vuelve a levantarse de su asiento, para después dirigirse a dónde momentos antes estaba sentado, dejando sobre la mesa a Bloody Rose, y debajo de ella un sobre, el cual Saori ve y toma. Delante del sobre hay un sello de cera rojo, de esos que se usaban en la antigüedad para mantener las cartas selladas. Sin embargo, el sello está roto.

Voltea a ver a Zero, quien la observa y asiente para que continúe inspeccionando.

Ya con autorización, Saori saca el contenido del sobre y extiende la carta que está ahí. Aclara su garganta y comienza a leer en voz alta.

Cazador, elite, Zero Kiryuu:

Como único representante de tan prestigiosa familia de cazadores, se le ha otorgado la misión rango E, de cazar y exterminar al vampiro nivel E que amenaza la seguridad del pueblo que se encuentra cerca de la academia Cross a la que usted asiste. Dicho vampiro ha cometido el acto imperdonable de alimentarse de, hasta el momento, cuatro jovencitas a las que las ha privado de la vida. Su misión, como antes ya fue descrita, es buscarlo y exterminarlo.

Esperamos que dicha misión no se vea interferida por cierta condición que, estamos seguros, todavía no se logra completar en usted, por lo que esperamos el informe detallado de una misión exitosa.

Atentamente: presidente de la asociación de cazadores de vampiros, Katsiki Kotaru.

Saori observa la firma cuidadosamente hecha junto a aquel nombre, el sello antes visto se encuentra ahora estampado con tinta negra junto a aquella firma. No reconoce el sello, pero eso no significa que no sea legítimo.

"Tendré que hacer que Tatsumi averigüe sobre esta asociación", piensa antes de pasarle la hoja de papel a sus santos para que ellos también la lean.

—Esto no significa nada —dice Milo, todavía sin poder confiar en Zero.

—No, no significa nada, pero podemos hacer que Shaka averigüe si esto es una mentira —informa Saori, y cuando los tres santos dorados entienden a lo que se refiere, la tranquilidad los invade.

Academia Cross:

La preocupación que Yuuki tiene por Zero, comienza a aumentar, en especial cuando la hora para que su labor como guardián llega, él no aparece. Lo ha buscado por todos aquellos lugares que comúnmente usa para estar a solas, sin embargo, ni con Lirio blanco, su yegua, lo ha encontrado.

Las puertas del dormitorio de la luna comienzan a abrirse, y para ninguno de los estudiantes con uniforme blanco, pasa desapercibido el creciente alboroto que comienza a salirse de las manos de una estresada Yuuki que no sabe cómo manejar a una hormonal multitud como aquella.

Las chicas la empujan con tal fuerza que está a punto de caer de espaldas, pero las cálidas manos de alguien la sostienen. Al levantar la mirada, Yuuki se sonroja al notar la mirada preocupada de su sempai.

—Yuuki, no deberías de esforzarte demasiado —dice Kaname con clara preocupación en su voz, y aunque Aidou hace un buen trabajo en mantener a las chicas lejos de Yuuki, la evidente ausencia de Zero hace que frunza el ceño—. ¿Dónde se supone que está Kiryuu?

Yuuki baja la mirada, y para Kaname no pasa desapercibido la preocupación que en esos momentos se ve reflejada en los ojos de su hermana.

—¿Ha ocurrido algo?

Yuuki sacude la cabeza.

—No… no lo sé. He buscado a Zero por todas partes, pero no lo encuentro. —Levanta la mirada, y Kaname puede ver las lágrimas que comienzan a asomarse por las comisuras de los ojos de Yuuki.

Kaname frunce más el ceño, aquello se le hace extraño, pero para tranquilizar a Yuuki sonríe y la toma de los hombros. A sus espaldas, Aidou ya ha convencido a las chicas del turno diurno para que se retiren a sus dormitorios.

—No te preocupes, lo más seguro es que haya salido a distraerse un poco.

Yuuki lo duda, pero si Kaname se lo está diciendo es porque debe ser verdad, así que asiente, se limpia las lágrimas que ya han escapado de sus ojos, y observa como la clase nocturna se dirige a clases. Sin embargo, cuando Kaname se encuentra lo suficientemente lejos, llama a su fiel servidora Serien, a quien le da como misión buscar a Zero Kiryuu.