[2]

Doble vida

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Sasuke se detuvo de golpe en medio del pasillo con una expresión irritada, algo chocó con su espalda seguido de un quejido agudo. Rechinando disimulamente los dientes, se cruzó de brazos sobre su torso y encaró de frente a la causante de su horrible estado de ánimo.

La miró entre sus lentes esperando intimidarla lo suficiente para que saliera corriendo despavorida, pero, al parecer, Haruno Sakura se había vuelto inmune a sus muestras de rechazo absoluto. Después de todo, ella llevaba toda la semana aprovechando la más mínima oportunidad para toparse con él teniendo la estúpida idea de agradecerle adecuadamente su ayuda con el casillero el otro día.

Y vaya que, en verdad, ese no era la causa que provocó su rechazo a ella, para nada, si no, un asunto completamente diferente.

¿Cómo es que ella poseía una inteligencia nata capaz de igualarlo en el primer lugar en calificaciones?

Lo ponía furioso. Aceptaba que tenía sus prejuicios con las chicas atractivas y ligarlas con la falta de intelectualidad, pero este asunto era diferente. ¡Incluso tenía una habilidad nata para los deportes! En menos de tres días le habían puesto la mirada dilecta a la capitana del equipo de baloncesto.

Todos, sin duda alguna, la trataban cómo su boleto de lotería. No le sorprendía lo ingenua que podía llegar a ser Sakura. La había observando disimuladamente estos días, siempre sonriente sin rastros de molestia o alguna otra expresión de burla. ¿No tenía corazón o un lado irónico?

Y sumándole al cuento, ella "quería ser su amiga" —como lo expresó de forma empalagosa que le causa náuseas—, ¿así o más caprichosa la chica?

Se suponía que se mantendría alejado de ella, y lo estaba consiguiendo de su parte. Sin embargo, Sakura era quién lo buscaba sin restricciones intentando llamar su atención en la cafetería, incluso una vez se fue a sentar a su lado lo que consiguió que él se levantará en ese mismo instante y se fuera a refundir a la biblioteca.

Él no sería más del montón se idiotas que besaban el piso dónde pisaba —y esto es peor—, pues Sakura no tenía complejos de superioridad o creerse la más popular, no. Era amable y atenta, la admiración del cuerpo estudiantil se debía a su admiración por lo inocente y devota de su personalidad.

—Por favor, acepta la comida que te compre en forma de agradecimiento —Sakura se inclinó un poco extendiéndole la bolsa, sus ojos verdes no perdían detalle del rostro molesto del azabache.

—Mira, ya te dije que abrir un casillero no es nada del otro mundo —negó con la cabeza acompañado de un ademán de desagrado—. Así que no me sigas a todos lados como si fueras mi sombra, es muy molesto —y sobre todo tener la atención de todos. Incluso ahora, mientras las irremediables ganas de sacudirla acudían a su cuerpo, varios ojos curiosos los observaban.

—Pero, Sasuke-kun...

¿Debía mencionar que ella opto, simplemente y sin consultarle, agregarle el "kun" a su nombre?

¿Y también qué le purgaba?

Alzó su mano deteniéndola de su habla.

—Perfecto —espetó—. Si tú no te vas, yo me largo.

Dio media vuelta y emprendió de nuevo su marcha a la azotea de la escuela, si llegaba antes que ella, podía cerrar la puerta justo a tiempo.

—¡Espera! Sasuke-kun —se lamentó Sakura corriendo detrás de él puesto que avanzaba a grandes zancadas.

La ignoró.

—¡Háganos un trato!

Sasuke apresuró más el paso al sentir el peligro aproximarse.

—Si aceptas la comida, te dejaré de hablar durante un día.

No era un precio que pagar razonable, pensó el azabache bufando. Ahora tenía la maldición: ella no dejaría de buscarlo hasta que acepte sus agradecimientos, y presentía que después de esto también...

—¿Un día? Vaya sacrificio de tu parte —mascullo. ¿Sería peligroso saltar del segundo piso? Estaba considerando sus opciones de escape.

Desde atrás, Sakura formó un mohín al sentirse ofendida, lo que Sasuke captó en una mirada de reojo despertando un poco su curiosidad puesto que no era una mueca frecuente en el rostro femenino.

—¿Qué tal tres días?

—Una semana —objetó Sasuke girándose a ella, sus ojos se entrecerraron.

Ella imitó su acción estando de brazos cruzados. Se miraron por unos escasos segundos hasta que Sakura soltó un suspiro de resignación.

—Es un trato —aceptó extendido la bolsa a él que negó con la cabeza retrocediendo.

—Acepto tus disculpas más no la comida.

—Oh, ¡vamos! Son onigiris de atún —informó.

Sasuke aparento desinterés al observarla fijamente. Vaya, podía componer ese tipo de expresión. Alternó su vista en ella y la bolsa. Atún... su favorito.

—Bien, sólo porqué es malo desperdicar la comida —lo tomó a regañadientes—. Y recuerda, una semana.

Le causa un deleite sádico al ver las comisuras de los labios femeninos curvarse hacia abajo. Sin dedicarle otra mirada, camino por el pasillo. Antes de alejarse lo suficiente, le dijo sólo para que ella lo escuchara:

—Ah, y removemos el trato cada vez que pase esa semana.

—¡No es justo Sasuke-kun! ¡Jamás podría hablarte! —casi vuelve a perseguirlo pero él fue más rápido y desapareció de su vista no sin antes de mostrarle su sonrisa triunfal.

De eso se trata, pensó triunfante.


No podía estar de mejor humor. Incluso el aura a su alrededor no era oscura y repelía a los demás, para nada, soportaba moderadamente a las personas de su alrededor con éxito.

Sus días volvieron a ser normales, ¡toda una semana sin que la molestia se le acercara! Bueno, por lo menos comprobó que la chica era de palabra, utilizaría eso a su favor.

No le hablo, ni si quiera lo miró. Lo ignoró desde ese mismo día, y ah, se sentía tan bien no escuchar si voz chillona a su lado. Suspiro aliviado. Este último día lo gozó plenitud, mañana de nuevo ella se le acercaría y él tendría que sacar su carta maestra y obtener una semana más mientras se le ocurría otra idea mejor.

Por lo menos tendría toda la tarde para fabricar un nuevo plan.

Entro a su departamento atento a no encontrarse con "sorpresas", al comprobarlo, anduvo confiado atento al sepulcral silencio en el que sumergía la estancia. ¿Dónde estaba Itachi? Ah, lo recordó. En su día de descanso su hermano se encargaba de ir al supermercado a comprar su "kit de supervivencia" como le dicha Izumi.

Se encogió de hombros, mejor para él no verlo revolotear en la casa sin hacer nada. Vaya adulto maduro y responsable que era su hermano mayor.

Rodando los ojos, se dirigió a la cocina por un vaso de agua pero una nota colgada en el refrigerador captó su atención, la singular y horrible letra de su hermano resaltaba sin mucho esfuerzo.

Acercó su rostro para asegurarse que su vista no le fallaba.

"Sasuke-chan, fui a visitar a mis queridos y amigables suegros, regresaré para la cena. Por cierto, se me antoja algo de piollo con salsa de soya para le cena"

Hasta ahí dejó de leer por la pequeña falla de su hermano al escribir. Respirando aceleradamente, sacó su celular y marcó rápidamente a su hermano. Al segundo timbre descolgó.

—¿Qué significa la nota del refrigerador? —fue lo primero que preguntó.

—Hola Sasuke-chan, ¿llegaste bien a casa?

—No estoy para que me jodas, se supone que hoy te toca cocinar —gruñó enojado—. Además, se escribe pollo, no piollo, estúpido.

—Ya te dije que es piollo... y lo quiero en salsa de soya. Ah, hermano, no te cuesta nada cocinar por hoy, tocó la visita mensual con los suegros —susurró muy por debajo.

Sasuke agudizó su oído comprobando las voces de fondos, y supo que no le mentía.

Suspiró frotándose el tabique de la nariz.

—Bien, prepararé el pollo, sólo por hoy. Pero preparar el desayuno por una semana, ¿entendido? —amenazó.

—Claro que sí hermanito. Bien, tengo que irme, nos vemos en la casa... ¡Ah! Y compra algo de miso para acompañarlo.

—¿Comprar...? ¿Hola? ¿Itachi? —el muy inteligente había colgado.

Dejó sin delicadeza el celular sobre la barra y se giro al refrigerador a sacar lo necesario para cocinar el dichoso pollo en soya y miso.

—¿Qué significa esto? —murmuró aparentando la puerta con su mano.

Dentro no había absolutamente nada pase a las botellas de agua y unaa cuantas frutas. Fijando su vista al techo, recordó que su hermano le pidió comprar miso... ¡Ah, con que a eso se refería el bastardo! No había ido a hacer las compras. Claro, por eso acepto gustosamente su advertencia aprovechándose de él.

—¡Itachi! —exclamó fuera de sí.


—... Y no volveré a caer en su engaño —refunfuñaba Sasuke para sí mientras se dirigía a la fila a pagar lo que llevaba consigo, sólo compraría lo esencial para la noche. De las compras de los vívires no se escapaba Itachi—. Tampoco a cocinarle su piollo con soya, que se joda y lo haga él —soltó burlón.

Alguien lo miró por el rabillo y él le gruñó tal cual perro rabioso, el hombre rápidamente aparto su cabeza murmurando que los adolescentes eran extraño hoy en día al hablar solos.

Le restó importancia al comentario enfocándose en el tiempo que llevaba formado en la inmensa fila y todavía no era su turno. Le hostigaba estar entre las personas, y sobre todo, esperar, su paciencia se limitaba a muchas cosas, y esta, no era una de esas.

Cuando le tocó pagar, su rostro era una perfecta capa de irritación y enojo visible a kilómetros, sus lentes le hacían ver realmente tétricos. El pobre muchacho de la caja pasaba los productor con suma rapidez y las piernas le parecían de gelatinas por el miedo.

—S-Son 2037 y-y-yenes —tartamudo muy nervioso.

Sasuke le entrego la cantidad exacta, no soportaba estar ni un segundo más ahí. Agarró la bolsa y empezó a caminar a la salida.

En su trayecto algo llamó inusualmente su atención. Una cabellera rosada destacaba a tres cajas de dónde él había estado formado, le tocaba pagar.

Retrocedió unos pasos atemorizado, ¿ella lo siguió hasta ahí? Se preguntó al ver que tenía puesto su uniforme de la escuela, y lo descartó de inmediato al ver que buscaba algo dentro dengro de su mochila, seguramente la cartera.

¿Qué hacía? Lo sabía, dar la media vuelta y fingir que no la vio ahí. Sí, podía hacerlo, se dijo motivándose. Sus piernas no se movieron a la dirección que deseaba principalmente. No supo como, terminó por acercarse siligiosamente esperando no hacerse ver por ella, y observó a cierta distancia al chico que la atendía embobado por la belleza que tenía frente a él, mientras que Sakura mostraba un gesto de confusión al remover todo dentro de su mochila.

La vio suspirar resignada.

—No lo he encontrado, tendré que regresar todo —se lamento.

El cajero salió de su alucinación agitando la cabeza y la miró con lástima, por él regalaría toda la mercancía. Y eso lo supo Sasuke.

¿Es que acaso eran estúpidos? Ella no era la única chica atractiva de la ciudad... pero sí la única con esa extraña combinación de ojos verdes y cabellera rosada —teñida por supuesto—.

Un hombre joven, que estaba detrás de Sakura le tocó el hombro. Ella se giró curiosa a sus espaldas.

Sasuke alzó una ceja esperando ver lo que diría el hombre.

—Podría prestarte dinero, querida —sugirió dejando ver su sonrisa libidinosa, incluso un ciego podría verla.

Ella no puede ser tan ingenua, pensó Sasuke atento a su reacción. De seguro ese hombre le pediría algo a cambio con intensiones ocultas y ella tendría que advertirlo.

—¿En serio lo harías? —preguntó Sakura maravillada.

—¡Claro que sí! Pero me darás algo a cambio —el hombre sonrió de forma lasciva al ver que su presa caería directo a su trampa.

A Uchiha le saltó un tic nervioso en la ceja ante la falta de compresión de Sakura. Por favor, hablamos de ella, era peor que un ciego, ¡el peligro estaba de frente y no lo veía! Gruñó debatiéndose internamente, si la ayudaba ella no lo dejaría en paz por el resto de su estadía en la preparatoria. Pero si ignoraba este hecho... quedaría en su conciencia si le sucedía algo.

Se golpeó la frente con su puño, maltida sea su conciencia.

—¿Cuánto es?

Sakura se sobresaltó al escuchar su voz. Notó emoción en sus ojos viéndolo cómo su salvador.

—Hola Sasuke-kun —aludió con voz chillona, ligeramente diferente a su forma de hablar.

Optó por ignorar su saludo esperando impaciente al cajero, este lo miraba furtivo mientras se aclaraba la garganta.

—Oye, no te entrometas. Yo le prestare el dinero —enojado, el hombre que estaba detrás de Sakura, intento amenazarlo.

Sasuke le lanzó una mirada que hubiera asustado el mismo diablo en persona. Con el ceño fruncido y su irritación al máximo, se acercó al hombre que por su puesto, era más alto que él, pero el azabache no conocía el miedo —aún pensaba que era una clase de comida o algo por el estilo—. Afilo su mirada asesina logrando el efecto que más disfrutaba de forma sádica: introducir intimidación a ese gorila.

—¿Tienes algo que comentar o prefieres conservar tu rostro libre de matices morados? —dijo fríamente.

Por la visión tétrica del chico frente suyo, el hombre tragó el nudo de su garganta y negó varias veces sudando frío. Ese chico inspiraba escalofríos nada agradables.

—Para nada. Lamento haber molestado a tu novia —se inclinó a él pidiendo disculpas.

Sasuke ignoró el hecho de que haya confundido a Sakura con su novia. Se dirigió de nuevo al cajero y una vez pagado la mercancía, agarró la bolsas más pesadas —maldiciendo mentalmente sus modales de caballero— y partió del punto con la chica pisándole los talones. Podía intuir su sonrisa que iluminaba todo el lugar.

Caminaron en silencio hasta el parque cercano al establecimiento. Extrañado por la falta de habla, Sasuke dejó caer sin delicadeza las bolsas cerca de una banca, entorno los ojos buscándola. Estaba sentada en el otro extremo de la banca rebuscando en el interior de la bolsa que cargo.

—Gracias por pagarlo Sasuke-kun, te devolveré el dinero mañana sin falta —Sakura se detuvo de su acción para mirar a su dirección con una sonrisa de oreja a oreja.

—No fue nada —apenas murmuró y dudo de ser escuchado, lo que agradeció internamente.

Ella no debía saber que fue importante para él. Solamente fue caballeroso y la ayudó. En este momento agradecía con una fuerza irónica a los modales que su madre le inculcó desde pequeño. Miró al cielo —por qué estaba seguro que Mikoto estaría ahí, burlándose inocentemente de él y su falta de tacto, diciendo algo como: "no seas gruñón, Sasuke-chan. Acompaña a Sakura a su casa, no podrá con todas las bolsas".

No y no. Sería pasar la línea que él mismo trazo con mucho esfuerzo. Y no estaba dispuesto a arriesgar si integridad física sólo por ejecutar sus habilidosos rasgos de chico inteligente y educado.

Bajo su mirada al escuchar un sonido curioso, una de las bolsas se desparramo, de ahí, una botella de refresco salió rodando de su dirección hasta chocar a los pies de Sakura. Esta se fijó en el ligero goleocito con curiosidad. El instantáneo silencio fue cortado de la manera más inesperada a perspectiva de Sasuke.

—Oh Coca-kun, ¿decidiste adelantar tu destino? —preguntó Sakura de la misma forma que se le habla a un perro, a diferencia que eso era una botella de refresco—. No te preocupes, tu sacrificio será recordado.

Ella la recogió y siguió buscando lo propio en otras bolsas alegando que le daría una pequeña compensación por su ayuda.

—¿Te gustan las frituras con sabor a barbacoa?

—¿Debería? —seguía estupefacto.

Y Sasuke empezó a cuestionarse si se había equivocado de persona, ¿quién era la chica que tenía frente a él? Recordaba perfectamente que Sakura mantenía una imagen refinada de su personalidad y... ¿Acaso está bebiendo el refresco desde la boquilla?

Negó inmediatamente con la cabeza y se cruzó de brazos reafirmando su sentencia. Maldición... No podía simplemente dar la media vuelta y dejarla sola en medio del parque con todas las bolsas, a vista de cualquier hombre que aprovecharía la situación para acercarse y... Sin duda, si llegaba a ser secuestrada o acosada, se sentiría responsable.

Soltó un gemido de exasperación.

—Bien. Te ayudaré a llevar las cosas —dijo resignado—. ¿Dónde vives?

—Uh... —en ese momento. Sakura dejó el refresco a la mitad a un lado y sonrió nerviosa causando un efecto en Sasuke: ojos entrecerrados y labios apretados—. El detalle es que... no sé la dirección —admitió de forma queda.

—¿Qué? —apenas Sasuke captó las palabras.

—¡No me culpes! Llegué a la ciudad apenas hace unas semanas —se excusó levantándose de su asiento y encarandolo de frente, con una mano en el pecho, prosiguió con su desdicha—, así que solo me sé el camino de la casa a la escuela, al centro y el cajero automático —habló atropellada que apenas y Sasuke comprendió su delirio—. Mi abuela, quién se encargaba de mantener limpio mi departamento y hacer las compras, se mudó de país y me dejó un croquis al supermercado pero... —se encogió de hombros restandole importancia— se la llevó el viento cuando apagaba por las puertas automáticas.

Ahora sí que no podía ocultar su incredulidad. Mierda. ¿Sakura es normal? ¿Quién no podría recordar su propia dirección? ¡Es una ley básica de supervivencia! No, la pregunta más razonable es: ¿Quién es Haruno Sakura y por qué se ve tan distraída? Una imagen completamente diferente que mostraba en la escuela.

—Pareces sorprendido.

Sasuke sonrió sardonico.

—Como no estarlo, ¿qué clase de persona no recuerda su dirección?

—Antes no tuve necesidad de aprenderlo, así que no le vi necesario hacerlo.

Uchiha se frotó la cien con los dedos pulgar e índice, soltando un gruñido, se dijo que no podía ser peor.

—Dame tu mochila.

—¿Eh?

—Tu credencial de estudiante debería tener tu dirección —apremio él extendiendo su mano. Estaba perdiendo absurdamente su tiempo.

Ella se lo entregó.

—Suerte intententando encontrarlo —y volvió a sentarse a comer las frituras, le tendió la bolsa preguntando su quería.

Sasuke la miró con mala cara y se propuso en buscar el dichoso pedazo de plástico dónde tenía grabado la dirección de su residencia.

Al abrir la mochila, entendió porque Sakura le deseo suerte en su búsqueda. Un tic nervioso se instaló en su frente al visualizar un calcetín entre todo el revoltijo.

—¿Es en serio? ¿Un calcetín?

—Nunca sabes cuando necesitarás uno, ya sea de repuesto o como un arma mortal.

Y Sasuke se limitó a mantener su boca cerrada. No quería escuchar sus absurdas y desconcertantes respuestas.


Resultó que, el departamento de la molestia estaba muy seca del suyo —para su mala suerte—, aunque no lo revelaría en voz alta, no quería que ella anduviera rondando por ahí poniéndolo más nervioso en el sentido de esperar lo imprevisto.

El edificio era pequeño, de tres niveles y cada uno albergaba el mismo número de apartamentos. De fachada común, incluso desde afuera apostaba que el espacio era reducible pero habitable para una sola persona. La fachada blanca combinaba con las puertas azules y su distinción era el número trazado sobre el metal. El número siete le pertenecía a Sakura, en el último piso después de subir algunas escaleras, no tantas como pensó en un principio —en verdad estaba traumado—.

Con el entrecejo fruncido, espero a que ella abriera la puerta. Lo hizo tan rápido a sabiendas de que lo tenía detrás reprimiendo las ganas de gruñirle en protesta. Una vez adentro del recibidor, dejó las bolsas en el desnivel de madera y se enderezó haciendo movimientos circulares con sus muñecas, se le habían acalambrado.

Sakura se quitó los zapatos con un movimiento de pies y se apresuró en arrastrar algunas bolsas por el pequeño pasillo, pasando por una puerta corrediza y doblando en la única interseccion.

Sasuke la imitó, a diferencia que cargo las bolsas dejando la de él en la entrada, se iría en cuanto dejara el encargo. Siguió apresurado el camino que ella recorrió, y en cuanto piso terreno diferente, quedo estático en la entrada de lo que parecía ser una cocina... esto sería una definición pobre y sin sentido. Porque lo que visualizaban sus ojos solamente era desastre.

La cocina estaba equipado con todo lo esencial: una estufa de cuatro hornilla y horno, un lavamanos, refrigerador enorme que podía caber en él, alacena colgado en la pared y lo que venía de encaje. Todas las características pertenecían a esa clasificación, lo sería si apartara el desastre que agazapaba el lugar.

Especialmente el lavamanos.

Soltó de nuevo las bolsas llevando las manos a su boca y nariz en un intento de no soltar una arcada producido por la visión. La tina estaba llena trastes sucios y botes de ramen instantáneo, además de otras cosas que no supo identificar por el color extraño, y el agua rebasaba el límite. ¿Por qué...? ¿¡Acaso algo se movió en el agua verde!?

Iba a vómitar. Juraba que lo haría.

A tientas, se aferró al marco de la puerta de la única habitación espaciosa, y vaya, ¡sorpresa! Estaba en las mismas condiciones que la cocina: un caos total. Pareciera nadie se molestó en cerrar las ventanas para evitar que el huracán destruyera todo a paso.

El estante de libros medio vacío con las revistas y... ¿mangas? Esparcidos en el suelo, al igual que figuritas animadas y envolturas de todo tipo. El armario abierto y sin ropa colgada, más adelante, la cama repleta de una pila enorme de ropa, y a la derecha, el escritorio desacomodado, al igual que la mesa mesita del centro fuera de su sitio y con las compras sobre la basura antes puesta ahí.

Le entraron unas ñañaras terribles que temió pisar alguna clase de animal, o mejor dicho, cucarachas, esos insectos que habitaban entre el desastre y la basura. Ese sitio era un lugar perfecto para ese mal. Le entraron escalofríos y retrocedió de inmediato. Esperaba que ninguna apareciera por ahí.

—Gracias por acompañarme hasta aquí —dijo Sakura sonriéndole sincera, ignorando por completo lo que pasaba por la mente del azabache al ver el desorden de su casa en general.

Él la miró con enloquecido por lo que Sakura se sorprendió.

—¿Cómo carajos puedes vivir así? ¡Parece un basurero! —exclamó aputando a su alrededor.

Sakura no comprendió su pregunta, pase a lo obvio.

—¿Así cómo? ¿Sola?

Sasuke deseo golpearse la frente contra la pared por su falta de compresión. Claro que sí.

—¡Con este desorden! —refutó con mueca de asco alejándose de la entrada.

—Ya te había dicho que mi abuela se encargaba de limpiar y cocinar. Cuando ella se fue, opte por comprar comida instantánea —se encogió de hombros—. Y la verdad, me da pereza ordenar mi habitación. Además, tengo muchas cosas más importantes por hacer —alegó cruzándose de brazos y asintiendo con la cabeza, afirmando ella misma su lógica.

Sasuke no contuvo las ganas de soltar un gruñido entre dientes y golpearse ligeramente la frente con la palma de su mano, tratando de hallarle alguna lógica a tal situación anormal.

Retiró la mano dispuesto a presentarle en que estaba tan ocupada como para eludir el desastre a su alrededor. No la vio frente a él, si no que, ahora estaba sentada en uno de los tantos cojines frente a la pantalla que reposaba en el suelo, sostenía una control de video juegos y de la televisión procedían sonidos extraños.

No tuvo que acercarse para adivinar que se trataba de un juego, puesto que ella gritaba emocionada mientras apretaba sin consideración los botones, digno de una persona acostumbrada a repetir su pequeño delirio personal.

¿Qué diablos? ¿De verdad Sakura que parecía desordenada, adicta a los videojuegos, anime y manga; es la misma chica delicada e inteligente que mostraba en la escuela?

Se quitó los lente considerando la posibilidad de que si visión le engañara, los limpio con su camiseta y al colocárselos de nuevo, Sakura seguía inversa en su mundo personal, olvidando su mísera existencia.

Volteó la cabeza. No tenía porqué importarle que ella viviera en esas condiciones, fue derivado a su hogalzaneria.

Dispuesto a dar marcha a su casa, recogió la bolsa que le pertenecía y se acercó al umbral sin despedirse siquiera.

Sin embargo, al pisar la cocina, su vista de águila capto cierto bicho de cuatro diminutas patas, con dos antenas y de color café, pasar en la orilla posterior de la estufa hasta meterse entre el hueco de la pared.

Se quedó paralizado en ese instante y bajo la mirada, su flequillo oculto sus ojos.

Una cosa es que estuviera un desorden total el departamento. Y otra muy diferente que haya cucarachas en ese lugar.

No podía dejar, en definitiva, que esos bicuelos habitarán ese cuatro. No ¡No! ¡NO! Sus enemigas mortales no ganarán esta batalla, ¡claro que no!

Decidido, alzó la cabeza apretando el puño y soltó la bolsa. Regresando sobre sus pasos, se paro detrás de Haruno que estaba tan sumergida en su videojuego que no previno la mano que emergió de sus espaldas para quitarle el control.

Dio un grito de lamento al escuchar el temeroso "Gamer over" producto de su avatar mutilado. Enojada, viró a sus espaldas alzando su cabeza para ver al azabache, su ceño se contrajo.

—Hey, ¡por tu culpa perdí la partida —reclamó apuntándolo con un dedo.

—Ma vale un comino tu dichoso juego —espetó seco. Ella infló sus mejillas—. Escucha, te ayudaré a limpiar el desastre de tu habitación...

Ella se mostró sorprendida.

—¿Por qué lo harías?

—Cualquier humano normal tendría el sentido común de, por lo menos, levantar su ropa del suelo —sonrió sarcástico—. Pero al ver que ni eso hace, estoy considerando seriamente en clasificarte en algo como... "persona holgazana".

—Gracias.

—No es un cumplido.

—Oh.

—Además —añadió para justificarse por la pregunta que Sakura lanzó al principio—. Nadie podría pasar por alto el basurero que tienes aquí. Especialmente por las cucharachas...

—Tengo el presentimiento que no son de tu agrado —murmuró ella sonriendo por debajo con cierta malicia.

Sasuke entorno los ojos. Una nueva faceta de la chica salió a la luz. Desde hace unos minutos no le sorprendía mucho.

—Comienza recogiendo un poco por aquí, me encargaré de la cocina.

—Uh... —ella miró a su alrededor y lo que vio no la motivo lo suficiente. Así que, sonriendo inocentemente, extendió su mano y contrajo los dedos en un ademán—. ¿Podrías... devolverme el control? Recogeré en cuanto termine la partida.

Sasuke se cruzó de brazos sobre su torso, y afilió su mirada. Estaba de más en decir que ella la sostuvo en todo momento.

—Mira, creo que no entiendes que te estoy ofreciendo la oportunidad de tu vida. No todos los días soy generoso.

—Y creo que tu tampoco comprendes la importancia de ganar esta partida. Si completo el piso antes de las tres, ganaré un juego ilimitado con sólo mil copias en el mundo.

—En resumen: es más importante tu juego que la limpieza de tu apartamento.

—Por supuesto. El desastre no se irá a ninguna parte. En cambio, el juego se agotará.

—Muy bien —susurró Sasuke.

Entonces, metió el control en su bolsillo delantero y se giró a la cocina.

—Sasuke-kun, devuélveme mi control —sentenció Sakura— o te morderé el brazo.

—Si haces eso, destruiré tu preciado objeto —la mueca macabra que compuso al dar una palmada el control, provocó sudor frío en Sakura.

Vale, estaba agradecida infinitamente por su ayuda en el supermercado y que la trajera a casa, pero nadie se metía con su control. Estaba indignada, y aunque no quisiera aceptarlo, era un oportunidad para limpiar su desastre sin mucho esfuerzo. Él se encargaría de la cocina, por lo menos, el trabajo pesado no le tocaba a ella.

Resignada, mascullo entre dientes:

—Bien.

Sasuke le sonrió de lado.

—Sabes lo que te conviene, que inteligente.

—Obviare el insulto sólo porque me ayudarás a limpiar mi desastre. Porque si no fuera así, ya no tendrías un pedazo de tu brazo.

Vaya, era peligrosa. Sasuke giró el rostro mientras sacaba su celular y buscaba el número de su hermano entre la agenda. Lo pensó por dos segundos y dijo calmado:

—Apremiacion de que detectaras mi sarcasmo, tal vez te preparé algo de comer.

A Sakura le brillaron los ojos.

—¡Genial, comida!

Bastó con eso para que prácticamente corriera de un lado a otro dispuesta a comenzar.

Fue al final del pasillo y abrió la puerta de servicio en busca de detergentes, guantes y un delantal. Con una mano sostenía el celular y la otra sacaba las cosas que utilizaría. Empezó a impacientarse cuando su hermano contestó al cuarto y último tono.

—Llegaré tarde a la casa, así que salgan a comer algo por ahí —dijo incluso antes que su hermano hablara.

—¿Por qué no puedes saludar primero? Ya no le tienes respeto a tu hermano mayor —Itachi lloriqueo del otro lado de la línea.

—¿Respeto? ¿Qué es eso? —se mofó a propósito estirando las piernas.

—Y si no fuera poco, me privas de mi apreciado piollo...

—Ya te dije que se dice pollo, idiota —gruñó de nuevo.

—¡Me vale! Así me gusta decirle.

En ese instante, sintió la presencia de Sakura a sus espalda y volteó sobre su hombro interrogándola con la mirada. Ella buscaba bolsas de plástico en el cesto cerca de la puerta, la vio tomar de las negras que eran las más chicas.

—Agarra la transparente, es más grande —le sugirió con voz pasible olvidando por un momento a su hermano.

Ella entrecerró los ojos y negó rápidamente con la cabeza.

—Si pongo la basura en la transparente, los vecinos se darán cuentas de todo lo que almacene en mi departamento y rompería mi imagen perfecta. En cambio, su lo pongo en las negras, asumirán que me deshice de algunas cosas que no utilizo, cómo revistas viejas o algo así.

Sasuke alzó manas cejas.

—A estas alturas no importaría.

—¡Claro que sí! ¿Qué imagen daría a mis amables vecinos? —refutó ella saliendo del cuarto.

—Oh... ¿mis majestuosos oídos captaron la voz de una delicada dama? —la voz de Itachi lo trajo de vuelta de sus pensamientos.

—¿Delicada? Por favor, si es más desastrosa que Naruto..., bueno, no tanto pero si le roza —murmuró pensativo.

—No digas mentiras hermanito. A las chicas se les debe de tratar con delicadeza y...

Sasuke colgó de sopetón para no escuchar la charla de su hermano. Tendría suerte si Itachi se quedaba hablando como idiota sin percatarse de que había cesado la línea. Se lo imagino y no pudo evitar sonreír a tal aspecto mental.

Se colocó el delantal azul sobre su cuerpo, cubrió su cabello con un trapo blanco junto con un cubrebocas, y magistralmente se colocó los guantes azules asegurándose que le llagara al hombro. Una vez que tuvo su armadura de batalla, agarró la esponja sumergida en jabón, y se plantó frente al lavabo mirando de forma retadora la monstruosidad que se alzaba los trastes y agua verde.

Un brillo de desafío se instaló en sus ojos, el reflejo de la luz chocó en sus lentes.


—Al fin.

Sasuke retiró los fuentes y cubrebocas tirándolos a la basura. Apoyó las manos sobre sus caderas observando satisfecho y orgullo el resultado de su esfuerzo. Y no exageraba, todo rechinaba de limpio, incluso podía verse reflejado en la vasija. Y el olor a detergente y aroma... ah... se sentía en paz. Juraba que escuchaba el coro de ángeles a sus espaldas por tal obra maestra.

Además de limpiar, había ordenado lo que compró Sakura en su almacena, y ahora se proponía en cocinar algo rápido para comer porqué sus tripas rugían.

Antes de ponerse en acción, se adentro a la habitación observado el avance de Sakura. Por lo menos se veía un poco de orden sin las basura y la ropa acomodada en su sitio. Faltaba acomodar los libros, mangas y figuras de anime, cambiar las sábanas de la cama y terminar de limpiar el suelo.

Fue a buscar la aspiradora, y cuando volvió, la conecto en el enchufe más cercano y comenzó a pasarlo por la habitación.

Mientras tanto, Sakura comenzó a recoger sus apreciados mangas del suelo y acomodarlos en el estante, en un orden prelectivo por nombres. Se encontró con uno que no se acordaba y, por curiosidad, se sentó en el suelo para hojearlo.

De pronto, sintió una presencia oscura detrás de ella y volteó por inercia, alzando la cabeza, se encontró con la mueca forzada de Uchiha inclinado hacia ella con los brazos cruzados y su tic nervioso saltando sobre su ceja.

Ella le sonrió inocente.

—En vez de estar leyendo, deberías acomodarlos. Claro, a menos que no quieras comer hoy —murmuró tétrico.

—Ya voy —resignada, continuó acomodándolos refunfuñando lo malo que podía llegar a ser Sasuke.


—¡Estuvo delicioso! —exclamó Sakura lanzándose sobre su espalda dándose palmaditas a su estómago—. Deberías poner un restaurante, ¡sería un éxito!

Sasuke solamente aceptó el elogió subiéndole el ego. Hump. Ya sabía de sobra que cocinaba de maravilla. En cuanto terminó de lavar los platos, regreso a la habitación percatándose de que Sakura mantenía la vista fija en la caja que reposaba a un costado de la cama.

Identificó cierta emoción negativa en sus ojos verdes, tan rápido como llegó, se esfumó en cuanto ella se sentó y estiró su cuerpo para atraer la caja más cerca. Indecisa, buscó con la mirada a su alrededor.

—¿Podrías pasarme la navaja?

El chico abrió un cajón del escritorio y sacó el objeto. Se sentó del otro extremo viniendola abrir la caja con cierta renuencia.

—Veamos que mandaron esta vez —comentó como si nada, confundiendo a Sasuke.

Sakura metió las manos palpando y de inmediato saco una caja rosada, parecía ser un estuche. En cuento levantó el pliegue, reveló un hermoso juego de acuarelas de diferentes colores, dos docenas de ellos. Al parecer también enviaron varios pinceles de diferentes tamaños y texturas.

Sasuke no supo interpretar la mirada oscura que pasó por el rostro de Sakura y perduró más que la primera vez. La vio apretar con fuerza los objetos antes de devolverlos a la caja y empujarla por debajo de la cama.

—Al parecer ya no tienen imaginación —soltó una risa temblorosa. Incluso ella lo notó.

El azabache no dijo nada al respecto. Se quedó en silencio observándola fijamente, tratando de interpretar la razón de la mirada triste y frustrada que ella mostraba. Preguntándose el porqué su hermoso rostro se teñía de sufrimiento cuando era una chica alegre... o eso aparentaba.

¿Quién la perturbaba de esa forma? ¿Algún familiar? ¿Sus padres? No conocía nada de su vida pase a datos vagos que ella daba a sus amigos, pero no revelaban mucho.

Debería tener una vida perfecta, ¿no? Por algo era hermosa.

Casi se golpeó a voluntad con el último pensamiento que tuvo. Jamás lo admitiría en voz alta.

—¿Sabes? Dicen que a veces son muy confiada e ingenua —comentó de pronto la chica.

Sasuke sacudió un poco la cabeza agarrando el jugo de cartón, y antes de meterse la pajilla entre sus labios, murmuró que no le sorprendía. Recordó el suceso del supermercado y el hombre que intentó ofrecer su ayuda con intenciones nada gratas.

Ella sonrió melancólica.

—Mi mamá me lo decía mucho, me regañaba cuando podía.

—Debería hacerlo más a menudo —dijo él apoyando el codo en la mesa y la mejilla en su palma, sin dejar de beber jugo—. Te hace falta una buena dosis para evitar ser engañada con facilidad.

—Bueno, se lo diré cuando la visité. Pero no creo que pueda hacer mucho al respecto, ella no puede hablar más —murmuró encogiéndose de hombros—. Ya no tiene la dicha de pertenecer a este mundo.

Entonces Sasuke se quedó estático en ese instante. Dejó toda acción, incluso no parpadeo.

—Mis padres murieron hace tres meses en España. Vivía ahí con el resto de mi familia, una situación compleja que terminó saliendose de mis manos —relató mirándose las palmas, y cerrándolas en puño sobre sus piernas. No lo miraba. Simplemente estaba absorta en sus pensamientos—. Decidí cambiar de aires para... no sentirme sofocada con todo a mi alrededor, ¿me creerías si te dijera que en este pedacito de piso, me siento libre? —entonces lo enfocó con sus grandes gemas verdes, brillando tras la capa de lágrimas que amenazaba sus retinas. Con una emoción contenida en su corazón, siendo revelado por una mirada.

Por un momento, Sasuke sintió simpatía por ella. Diablos. Debería morderse la lengua de vez en cuando antes de juzgarla, los sentimientos que albergaba sus ojos no eran falsos como pensó, ni siquiera la tensión de su cuerpo y los ademanes de nerviosismo. Claramente, debía ser duro para ella compartir un poco de su mundo a los demás, sobre todo porque fingía sonreír frente a todo el mundo cuando la verdad ella estaba destrozada y rota por dentro.

Su alma clamaba a ser rescatada y reparada. Lo podía sentir.

No tuvo la suficiente valentía para opinar al respecto. Incluso al saber que compartían el mismo sentimiento de dolor y sufrimiento por la pérdida de sus progenitores. Un hecho en común. Pero, no supo por qué su lengua se quedó pegada a su paladar.

La vio suspirar.

Entonces, ella sacó debajo del colchón un pequeño sobre amarillo y lo deslizó sobre la mesa, él lo enfocó confundido.

—Es el dinero que pagaste por mí. Te agradezco de corazón tu ayuda de hoy —le sonrió de oreja a oreja, sincera. Más el esfuerzo por mantenerse serena era visible para sus ojos negros y penetrantes—. No te quito más tu tiempo, debes de estar exhausto.

La implícita invitación para irse fue más que clara para él. No se molestó como supuso en un principio, al contrario, una fuerza desconocida le susurraba que era mejor obviarlo que quedarse. Pero, ¿para qué? No tenía nada más que hacer ahí, lo aceptaba por las buenas y se levantó de su asiento tras guardar el sobre, debatiéndose por una milésima de segundo su opciones.

Al final, se resistió a sus impulsos recordando sus propias reglas auto-impuestas y se apoderó de su bolsa de vivires y su mochila. Caminó al umbral y se detuvo de golpe. Por último, dio una mirada sobre su hombro, ella mantenía su sonrisa y agitaba su mano en despedida.

—Nos vemos mañana en clases —apenas habló.

Sasuke trató de ignorar el temblor en su delicada voz. Rehuyendo, siguió su camino.

En cuanto escuchó la puerta cerrarse en un ligero susurró, la sonrisa de su rostro decayó muy rápido, y finalmente, se llevó las manos a su pecho apoyando la mitad de su cuero en la mesa, tratando de serenarse y retener las lágrimas que amenazaban sus ojos.

No le gustaba llorar en soledad. Le hacia recordar el primer día sin su madre. Odiaba ser débil. Y sobre todo, el remordimiento que carcomía su pecho. Sobre todo, sus cambios de humor al ser sensible a lo que la rodea, hace unos minutos estaba sonriendo con Sasuke, y ahora, se retorcía agónica.

Hasta ese momento entendió que jamás podría ser indiferente al hecho de que su madre no estaba con ella. Le costaría mucho recordarla con una sonrisa, pues casa detalle le recordaba a ella.

—Mamá... ¿qué hago para ya no llorar cada vez que te recuerdo? —habló sin molestarse en ocultar el dolor y temblor de su voz. Apenas un sollozo, y se soltó por completo gimiendo cuál niña pequeña, estremeciéndose ante la soledad de su habitación, y la fría compañía de la nada.

Su voz jamás alcanzaría a nadie.

O eso creía ella.

Pues, aquella presencia solitaria cuya mirada reflejaba el mismo universo extenso en todo su enigmática expresión, apoyaba su espalda en la puerta escuchando en silencio los gemidos agotados y los tenues sollozos de la criatura inocente envuelta en sufrimiento.

Un inesperado giro de acontecimientos.

Jamás olvidaría los lamentos regidos por el dolor de esa chica. Estaba seguro de ello.


Muakaka

Sé que dije que actualizaría en una semana pero, ¡ups! Perdónnnnn

El capítulo estará sujeto a cambios (? Esperen pacientemente, por lo pronto perdónenme los dedazos.

¡Gracias por leer! Bienvenido si eres nuevo lector, y los viejo, holis —incerte imagen de Stich— JAJAJA.

¡Alela-chan fuera!