°3°
"La hice llorar..."

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Comúnmente tomaba la ruta corta para ir a la escuela, pero tras levantarse demasiado temprano y salir de su casa antes de la hora indicada, decidió desviarse, tampoco quería llegar antes a la escuela.

Y sin darse cuenta pronto se encontró pensando en Sakura.

La noche anterior fue todo un mar de emociones y descubrimientos.

Jamás, en su vida llegó a imaginar que aquella chica de aspecto angelical, delicada y estudiosa en realidad fuera una fanática extrema del anime y manga, y, sobre todo, desordenada.

Claramente tenía más tiempo para la diversión en vez de limpiar su departamento y cocinar algo comestible. Le sorprendía que después de la partida de su abuela no se haya intoxicado. La creía capaz de comer sopas instantáneas a todas horas.

Aunque ya no era su asunto, una espina se clavaba en su pecho a medida que analizaba a fondo la situación.

No pasó por alto el detalle de que el departamento era muy pequeño, a lo mucho podía vivir dos personas ahí —su abuela y ella— y ahora solamente había pertenencias de Sakura; en suposición, vivía sola.

Y sus padres, muertos...

"Mamá..."

Recordar el silencioso llanto de Sakura le taladraba el pensamiento. Sinceramente se arrepentía por un momento haberla juzgado antes de tiempo, sin conocerla realmente.

Cada quién cargaba con lo que podía.

Y ella apenas resistía la muerte de sus padres. A él le costó bastantes años asimilarlo, hasta la fecha no se adapta a la idea de cruzar el umbral de su hogar y escuchar el silencio.

"Bienvenido a casa Sasuke-chan".

No volvería a escuchar la dulce y melodiosa voz de su madre.

Tan perdido se hallaba en sus pensamientos que no previo a la persona que corría desde atrás, directo a su dirección. Repentinamente sintió un jalón en su brazo al ser arrastrado al interior del callejón cual pasaba.

Estuvo a punto de maldecir y lanzar un golpe a su agresor, en cuanto vio la cabellera rosada de la chica, se quedó quieto y soltando el aire por la nariz. Por poco y cometía una estupidez.

—Buenos días, Sasuke-kun —Sakura sonrió mostrando los dientes.

Sasuke la miró sereno, al pasar los segundos se percató de la situación y se liberó un poco brusco del agarre que ella mantenía en el brazo.

—Maldición. Sakura, estuve a punto de golpearte. No vuelvas a hacerlo.

La aludida infló sus mejillas en un gesto de inconformidad. Previo su mal humor mañanero. Pensó que le diría algo con respecto a la noche anterior, pero él no preguntó e internamente lo agradecía, no estaba preparada para hablar de ese asunto.

—Es que caminas muy rápido y apenas pude alcanzarte al correr.

Entonces Sasuke se permitió esbozar una sonrisa llena de burla.

—Pobre enana, no pudo alcanzarme.

Disfrutó el ver una mueca de molestia en su rostro. Sus cejas se juntaron y crispo los labios.

—Te contestaría como es debido si no fuera porque necesito que me hagas un favor.

—¿Qué te hace pensar que lo haré?

Le retó con la mirada. Y esta vez Sakura se permitió sonreír triunfal.

—Sino lo haces, he de suponer que deseas quedarte aquí rodeado de cucarachas.

Sintió cierto placer al ver el estremecimiento en el cuerpo del chico, cuyos ojos se entrecerraron al mirar a su alrededor mientras se aferraba a la cuerda de su mochila. Su mirada expresaba asco y desagrado.

—Me voy —murmuró asqueado girando sobre sus talones para huir de ese agujero.

—¡Espera! —Sakura lo agarró del brazo para detenerlo.

—Por supuesto que no. Tengo que salir de este asqueroso callejón antes de que las cucarachas vengan a nosotros —dijo un poco alterado tratando de zafarse de su agarre.

A grandes zancadas, avanzó rápidamente al exterior del callejón llevándose a rastras a Sakura quien se aferró a su brazo con insistencia y ahora parecía un bicho rosado pegado a su extremidad. No desistía, aunque él haya movido su brazo y le gruñera que se alejara.

—¿Quieres soltarme? —preguntó irritado, estaba comenzando a fastidiarle.

Sakura cerró los ojos negando frenéticamente con la cabeza, a cambio, se aferró más mientras murmuraba repetidamente "por favor".

A Sasuke le saltó una especie de tic nervioso en su ceja. Por alguna razón —cuál necesitaba saber— lo había arrastrado al interior de un callejón y ahora no se despegaba de él.

¿Qué era lo que quería la molestia rosada?

+/+/+

Se llevó los dedos a su rostro, frotando el puente de su nariz pidiendo paciencia a todos los dioses y deidades existentes porque la suya se agotaba.

—Veamos si entendí —el azabache componía una de sus mejores caras incrédulas—. ¿Quieres que vaya a comprar...?

—Sí —lo interrumpió mirándolo con seriedad.

—¡Ni loco voy a comprarte un maldito tomo de manga! —exclamó apuntando la tienda donde lo había llevado la pelirrosa exponiendo su antigua petición.

No imaginó que sería comprarle uno de sus entretenimientos.

—¿Y por qué no?

Sasuke separó los labios dispuesto a exponer sus —muy justificadas— razones, pero Sakura se adelantó.

—¡Por favor! Hoy es martes de "Jun pince" —dijo mientras extraía del interior de su mochila un tomo con una portada extravagante.

Se lo tendió a Sasuke, y este por simple curiosidad se lo arrebato de mala gana para verlo mejor.

—La semana pasada quedó en suspenso, nadie previó el final del capítulo —prosiguió ella señalando el tomo en manos de Sasuke— ¡El coprotagonista se reencontrará con su gemelo malvado!

—¿Qué es "Jun pince"? —preguntó irritado. No dejó que Sakura se lo explicara porque no estaba realmente interesado—. ¿Sabes qué? No me importa. ¡Cómpralo con tus propias manos! —exclamó lanzándole el tomo de vuelta.

Sakura tanteó el objeto en el aire hasta que logró atraparlo. Pasó por alto que casi cae en el lodo porque en verdad necesitaba que Sasuke fuera por el tomo.

—¡No puedo! Todos me verían con esto.

—¿Y?

La mueca desinteresada del azabache fue el incentivo para que ella soltará sus razones.

—Para empezar nadie, excepto tú, sabe de mis gustos. En la escuela cada vez que me preguntan sobre algo relacionado y me muestran algún peluche de la serie, digo: —se aclaró la garganta y compuso una voz más delicada al proseguir— En casa no me dejan leer Jun pince, así que no lo conozco, pero este muñequito está muy lindo —radicalmente compuso una mueca de resistencia—. Y yo no me comporto así —se señaló formando un puchero.

—Qué fastidio —murmuró Sasuke, irritado por el monologo—. Solamente cambia de actitud y ya.

—No puedo —negó con la cabeza—. Ciertos rumores se salieron de control... Dicen que leo poemarios en mi biblioteca —dijo resignada.

Si solo tiene un maldito cuarto pensó Sasuke entornando los ojos.

—Así que... ¿podrías comprarlo por mí?

—¡Olvídalo! Ve tú por él o espera de regreso —espetó ladeando el rostro cuando vio el puchero de la pelirrosa.

Esta compuso una mueca de súplica mientras entrelazaba los dedos frente a su rostro.

—Por favor, Sasuke-kun...

—No lo haré, y déjame en paz —comenzó a caminar directo a la preparatoria.

La chica al verse ignorada hizo algo que sacó perturbó y desconcertó a Sasuke.

De pronto Sakura se encaramó sobre su espalda y él por poco cae de espaldas si no fuera porque tensó el cuerpo y encorvó la espalda.

—¡Por favor, Sasuke-kun, cómpralo yo lo quiero! ¡Quiero leerlo ahora! —empezó hacer un drama—. ¡Tiene que ser hoy y ahorita! ¡Cómpramelo, por favor!

—Una adolescente de 16 años está haciendo un berrinche solo por un maldito manga —pensóSasuke a medida que Sakura exclamaba, su mirada tras los lentes se volvía incrédula—. Cuando la conocí no pensé que ella fuera como me mostró ni mucho menos que hiciera un enorme escándalo por un manga. Se supone que es "responsable" no una niña mimada...

En eso se percató que estaba siendo el espectáculo de algunas personas que transitaban por ahí, risas y miradas burlonas.

Se hartó.

Se arrimó a una banca y dejó caer a Sakura sobre ella, pero no dejó de replicar. Se volteó cruzando los brazos y rechinó los dientes.

—¡Guarda silencio que no lo haré! —exclamó colérico.

Al instante Sakura se calló, lo miró largamente antes de que sus ojos se cristalizaran.

Oh no, maldición. ¿No se pondrá a.…? Sasuke lo pensó y no creyó.

Hasta que lo vio.

—¡Quiero leerlo! ¡Quiero leerlo!

El tremendo gritó lo aturdió por completo. Sus tímpanos retumbaron y la sensación de que todo daba vueltas a su alrededor le hizo llevarse sus manos a las orejas tratando de que el chillido no le afectara.

—¡Cállate! —pidió doblegándose.

—¡Ve a comprármelo, Sasuke-chan! —pidió en medio de berrinche y con ojos de cordero degollado, mirándolo suplicante—. ¡Es lo único que te pediré en la vida! ¡No te volveré a pedir nada más!

+/+/+

—Gracias por su compra.

Agarró bruscamente la bolsa, sobresaltando a la cajera. Salió a grandes zancadas de la tienda de servicio con el coraje atorado en la garganta.

Maldita sea Sakura. Al final lo convenció —o más bien lo obligó— a ejercer su estúpida petición. Y todo para que dejara de hacer su berrinche.

En cuanto la chica obtuvo el tomo, esbozando una enorme sonrisa, él se encargó de reñirle.

—Eso que hiciste fue demasiado inmaduro... —dijo.

Y calló al ver la mirada apenada de la chica.

—Lo siento, Sasuke-kun —dijo sin despegar la vista del manga.

Al aludido se le iluminaron los ojos al pensar que la pelirrosa había recapacitado. ¿Por fin capacitaría sobre su estúpido berrinche?

Todo se fue al caño cuando escucho lo que dijo a continuación:

—Esta parte está interesante, ¿podrías callarte?

A Sasuke le brincó un tic nervioso en su labio ante su impertinencia.

Sakura lo miró burlona mientras hacía un gesto con la mano.

—Además, pudiste traerme unas frituras, no te costaba nada...

—Eres una... —la vena se marcó en su frente mientras apretaba los puños por el coraje—. ¡Ya es suficiente! —le arrebató rápidamente el tomo de las manos.

—¡Ah! ¡Regrésame mi Jun pince!

+/+/+

—¿Qué te sucedió Sakura-chan? —preguntó preocupada Ino al ver los ojos llorosos de la pelirrosa. Ésta sonrió nerviosa y negó con la cabeza.

—Tuve una discusión con un amigo, pero no hay de qué preocuparse —le sonrió amigable para retomar el tema de conversación.

Desde su asiento, Sasuke veía disimuladamente a la chica, aparentaba hacerse oídos sordos a toda clase de comentarios que escuchar desde ahí. A tal grado que tu tic nervioso en su ceja lo asaltó antes de tiempo. Soportaba los comentarios de algunos chicos que destilaban su inconformidad: «¿Quién fue el mal amigo que la hizo llorar?» o «¡Es un poco hombre quien la hizo llorar!» y «¡Pobre Sakura-chan!»

Y él tuvo ganas de gritarles: ¡Pero si ella es terrible!

+/+/+

—Eres un idiota, Sasuke.

Al regañarse así mismo al llegar a casa, solamente pudo llegar a casa, pasar de largo frente a su hermano que exclamaba lo feliz que estaba de haber cocinado —casi— como él, y encerrarse en su habitación.

Sí, lo más factible y patético.

Lo recordó perfectamente.

—¡Sasuke-kun!

Llegó corriendo por el pasillo, con una sonrisa de oreja a oreja hasta él. Varios rostros curiosos se voltearon a verlos a ambos, tuvo que fingir que no la escuchó y seguir de largo.

Que lo vieran con la mota rosada no estaba dentro de su lista de deseos. Había notado cierto recelo en los hombros por la mañana cuando los vieron llegar juntos a la escuela, y la verdad, prefería evitarse ser nuevamente el centro de agresiones.

Sintió la pesada mirada de Sakura sobre su espalda, le llamaba a casi medio grito. Tuvo que detenerse cerca de los baños y encararla de frente.

—Deja de gritar, todos nos ven —le riñó al tenerla frente a él.

Sakura lo miró con extrañez sin comprenderlo del todo.

—¿Y qué tiene que nos vean juntos?

—Ah —Sasuke gimió desesperado.

—Como sea, vengo a… —la expresión alegre de la chica cambió a una mas mesurada, se aclaró la garganta y sonrió apenada—… disculparme por el berrinche que hice en la mañana, fue muy vergonzoso.

—Estúpido, querrás decir —corrigió él afianzando la correa de su mochila.

La pelirrosa compuso una mueca indescifrable.

—Sí, fue eso —dijo.

Después apretó los labios y lo miró con insistencia, por la impaciencia que reveló y el movimiento de sus piernas, Sasuke descifró que esperaba algo en particular. Sabía que era, pero no le daría el gusto después de hacerle pasar el ridículo.

—¿Ya terminaste? Tengo cosas más importantes que hacer —espetó dispuesto a marcharse.

—¡Espera! —lo tomó del brazo antes que se fuera. Lo obligó a quedar nuevamente de frente y se acercó más a él—. Creí que… me devolverías mi manga.

—No entiendo porque demonios te gusta ese pedazo de basura —insultó cruelmente alejando su brazo de forma brusca. Fue testigo de como los ojos verdes de la chica decaían, pero no le importo.

—Oye, no sabes cuánto empeño puso mangaka en dibujar todo eso —objetó sin mucha fuerza en su voz.

—Tengo una misera idea de como comenzó.

—No lo creo —renegó con seguridad.

—¿Sabes? Sigo sin entenderlo. Ocultas esta afición a los demás, ¿por qué? ¿eh?

Sakura permaneció muda. Decirle sus razones no entraba en sus planes.

—Ya lo entiendo, tienes miedo de quedarte sola, ¿no es así?

Descargar su furia en ella no es una de las ideas más brillantes que ha tenido en su vida, lo sabía, la haría enojarse y le gritaría. Estaba siendo un mierdero con ella, y no le importo en lo absoluto.

Hasta que recordó el llanto del día anterior, su ahogada voz en medio de esa habitación solitaria, sin nadie quién la reconfortara.

Y se sintió una basura por haber mencionado lo anterior.

—¿Tú que vas a saber de mí? —murmuró Sakura muy bajo que apenas la escuchó.

Se acercó más a él, su rostro marcaba cada fracción en enojo y tristeza, sus ojos verdes amenazaban en derramar esas lágrimas que se acumularon. Quiso hablar, pero no encontró su voz a tiempo.

—Yo no soy como tú que te la pasas ocultándote de los estudiantes, cerrándote a una posibilidad de tener amigos porque tienes miedo de que te lastimen. Eres un cobarde porque no te arriesgas a intentarlo y prefiere ocultarse tras unos lentes, ¡eres patético!

Su grito retumbó en el pasillo, apenas perceptible para algunos.

Sasuke seguía mirándola cada vez más intenso.

—Yo no quiero quedarme sola, ¡bastante he tenido con perder a mi familia! ¿Crees que es bonito llegar a casa y verla completamente vacía? ¿Sabes cuantas veces he hundido mi cabeza en la almohada y llorado toda la noche?

No, hace tiempo que no experimentaba el llanto. Y siempre que llega a casa en la soledad, recuerda que Itachi o Izumi estarán ahí más tarde. La soledad que habla Sakura es más compleja, sin tener un apoyo emocional, nadie cruzara esa puerta en la noche ni le preguntara como estuvo su día.

Nadie.

—Por eso prefiero ser una persona mentirosa y estar rodeada de amigos, a ser una inadaptada social que prefiere alejar a cualquiera que intente ser amigable.

Un golpe bajo y certero. Su mirada se transformó a una de impresión y culpabilidad al ver las lágrimas resbalar por sus mejillas, un ceño fruncido y labios apretados.

Su mente apenas percibió su marcha, escuchando el eco de sus pasos al correr por el pasillo, envuelta en un llanto de procedencia dudosa. Un hueco en su conciencia, una carga para él. La silueta se volvió borrosa, se había quitado los lentes para frotarse el rostro.

El silencio fue abrumador, incluso para él. Tarde decidió seguirla, corrió como loco por los pasillos buscándola en cada salón, solamente para descubrir que se había ido.

—Maldición, la hice llorar —murmuró culpable.

Las emociones que experimentaban estaban en algún lugar de su mente, no las sacaba a flote con nadie, ni era considerado, mucho menos a tal grado de sentir culpabilidad.

Naruto era el único que lo conocía a fondo, por eso, la llegada de Sakura estaba dando un giro inesperado a su rutina, a sus emociones. ¿Preocuparse por alguien más? absurdo, pensó y no se convenció.

«¡Eres patético!».

Sí, definitivamente se ganó a creces ese insulto.

Gruñó, inconforme que su conciencia lo traicionara de esa manera. Se llevó las manos a su rostro, atormentándose con el rostro de Sakura envuelto en tristeza. Debería olvidarla, dejarla atrás, lo sabía.

Pero no podía.

Sacó de su mochila el maldito tomo de manga que inicio todo, y ciertamente tuvo que admitir que no era así. Se enojó irracionalmente, sabía el esfuerzo que hacían, por supuesto. Él lo hizo hace unos años, ¿y qué recibió? Desprecio, cuando comienzas en cualquier cosa no todos te apoyan y te alientan.

—¿Por qué le gustas tanto a Sakura? —le preguntó al libro como si fuera a resolver sus problemas.

—Si sigues así, pensaré que verdaderamente te volviste loco.

Sasuke dio un respingo, asustado ante la voz repentina de su hermano. Dejó caer el ejemplar a un costado de la cama y frunció el entrecejo.

—Debes tocar antes de entrar —gruñó.

—Venía a avisarte que serví la comida —señaló el mayor con el pulgar. Pero, en vez de salir, caminó hasta la cama e hizo una seña a su hermano para que le diera un espacio.

A regañadientes, Sasuke se movió e Itachi se sentó a su lado soltando un suspiro de satisfacción alegando que no hay nada mejor que sentarse después de un arduo día de trabajo. No dijo nada, estaba más concentrado en otras cosas.

—¿No me dirás qué te preocupa? —preguntó interesado.

—Nada me preocupa.

—¿En serio?

Sasuke guardó silencio, mirando meditabundo el manga.

—Oh, ¿será que escuché mal el nombre de una chica? —fingió demasiado la demencia que su hermano lo creyó—. Bueno, y yo que venía a darte unos consejos de arreglarte con ella, pero si no hay nada, que se le va a hacer —se encogió de hombros y se dispuso a levantarse.

Rápidamente lo jaló del brazo obligándolo a sentarse de nuevo en su lugar. Itachi le miró con una sonrisa triunfal, y no pudo hacer más que asesinarlo con la mirada.

—Se trata de una chica…

—¡No puedo creerlo! ¡A mi tonto hermano le gusta una chica!

—¡Que no me gusta! —exclamó colérico.

—Si no te gusta, ¿entonces…?

Suspiró tragándose su maldito orgullo.

—Es una… amiga, y la hice llorar.

Silencio.

—La cagaste en grande.

—Lo sé.

Itachi se enderezó cruzando los brazos. A decir verdad, nunca imaginó que vería el rostro de su hermano decaído y sin encontrar una solución. Normalmente Sasuke adopta ese papel intelectual, no pedía ayuda en esa clase de cosas.

Conforme fue creciendo, no dependía mucho de él, así que silenciosamente lo orientaba. Para que se viera realmente angustiado, sin saber cómo continuar, querría decir que esa chica le importaba.

Y lo comprendía. Sasuke no tenía amigos más que Naruto y los del pueblo de Kioto, cuales no veía a menudo. Se sentía en otro mundo, y tal parece que esa chica ha logrado entrar a su espacio de confort.

Sonrió sin pensarlo.

—Le dije cosas horribles e insinúe que es una falsa por ocultar sus verdaderos gustos y hacerse amigos falsos. No le pregunté cómo se sentía o repare de sus sentimientos, solo…

No habló más y le mostró el manga a su hermano cual agarró con curiosidad. Las piezas comenzaron a encajar, no bastó muchas explicaciones de Sasuke que dio a continuación, habló un poco más.

—¿Qué debería hacer?

La pregunta decisiva. Itachi estaba seguro de lo que pensó antes que no dudó en orientarle.

—Ella ve esto como tu ves el dibujo, ¿comprendes? —dijo, y vio en los ojos del menor una chispa de atención—. Se refugia en esto para olvidar el mundo, lo mantiene en secreto por miedo a ser rechazada. ¿No crees que se parecen mucho en eso?

Para ser sincero, Sasuke lo aceptó. Se parecían en hacer todo lo posible por ocultarlo. El dibujo era una de las cosas que le apasionan, retractar rostros a otro nivel, realistas y otros tipos de estilos. Pero como todo, tenía que aprenderlo.

—Y con respecto a tu pregunta —Itachi le devolvió el manga—. Ve y discúlpate con ella. Es lo menos que puedes hacer hermanito.

+/+/+

Sakura lanzó el quinto grito de frustración. Aventó la almohada que sostenía contra la pared, intentando desquitar la eminente tristeza que sentía. Su respiración pesada amenazaba con atribularla más.

Gimió, entristecida. ¿Por qué tuvo que herirla? Él no sabía nada de ella, y tampoco se esmeró por hacerlo. Se empeñaba en alejarla a cada momento, pero no hizo caso a las advertencias. Ser su amiga… quiso ese logro, porque no la miró con desagrado cuando supo de su afición.

Pensó que podía contar con él…

Y calculó mal las consecuencias.

—No entiendo, todo iba sobre ruedas. ¿Por qué tuvo que enojarse conmigo por gustarme el anime? ¿¡Por qué!? —exclamó dándole una patada a la almohada, volteandola, revelando el papel que tenía pegado con cinta: "Sasuke-insensible-e-idiota-kun".

Solamente necesitaba a alguien que estuviera dispuesto a pasar ratos agradable con ella. Eso y nada más.

—Tal vez fue pésima idea confiar en él —murmuró abatida.

Dio un golpe más y se movió con desgano hasta el computador. Despejar su mente con videojuegos le pareció tentativo. Lo mejor de todo es que se concentraría en el juego y olvidaría lo demás.

Sí, justo lo que necesitaba.

Justó cuando iba a ponerle inicio al juego en línea, el timbre sonó. Pero no estaba de humor para recibir a nadie, así que bajó el sonido del computador y se dispuso a jugar, ignorando a quién sea que estuviese del otro lado.

Tras unos segundos, el timbre sonó nuevamente con insistencia, a tal punto que llegó a hartarla y soltar un grito de frustración. Enojada, se levantó del suelo y tiró el control al cojín. Con un mohín, se aproximo a la puerta marcando sus pasos demostrando cuan inoportuno era.

Abrió la puerta sin molestarse en comprobar de quién se trataba. Se sorprendió de sobremanera al ver a Sasuke frente a ella, mirándola indescifrablemente.

Bastó un momento, frunció el ceño e intentó cerrarle la puerta en sus narices, pero Sasuke apoyó rápidamente su mano en la puerta y se acercó más.

—¿Podemos hablar?

—¿Y si no quiero ver tu feo rostro? —provocó mostrándole la lengua en un gesto ofensivo.

Sasuke tuvo que reunir todo su autocontrol.

—No seas infantil, Sakura.

—Mira quién habla.

Pero, al final, la fuerza de Sasuke era superior y terminó por alejarse de sopetón provocando que casi cayera al suelo por tan repentina acción. Escuchó su risa burlona y pasos alejarse. Se contuvo de regañarla, suspiró y cerró la puerta a sus espaldas.

Al entrar a su espacio privado, descubrió que, como supuso, seguía enfadada, especialmente al ver la almohada con esa estúpida etiqueta en la superficie. Incluso la caligrafía lo demostraba. Sonrió nervioso al imaginarse que clase de destino tuvo el pobre objeto al ver la hoja completamente arrugada.

Miró al frente, Sakura se sentó sobre el cojín, frente a la computadora y comenzó a jugar ignorando su existencia por completo. Silenciosamente le invitaba a marcharse de su morada.

Tragó grueso, aferrándose a la correa de su mochila. Debía dar el primer, él comenzó esto.

—Sakura yo… —dudó un momento—. Lo lamento, no debí insinuar que eres una persona falsa y vacía, no conozco mucho de ti, no me daba el derecho de juzgarte. Realmente lo siento por hacerte llorar.

La chica detuvo los dedos sobre el control al escuchar la última parte de su disculpa, pero no lo miró. Su vista se concentró en el suelo. Repitiendo en su mente una y otra vez las palabras de Sasuke, por el tono de su voz, dudoso e inseguro, le debió costar demasiado formularlo. Sobre todo, contando con lo seguro y petulante que demostró ser en este tiempo.

—Sé que no es justificación, pero me frustre porque me recordaste a mi en el pasado.

Captó su atención. Se giró a él con los ojos abiertos y un gesto de precaución.

—¿Te gustaba el anime?

—No, pero es algo parecido a tu manga.

Lentamente se acercó a ella, temiendo que su movimiento la alertara y lo alejara, pero no fue así, permitió que se sentara frente a él y pusiera la mochila entre ellos. De ahí sacó el ejemplar del manga y se lo entregó, mirándola intensamente.

—Esto es tuyo.

Sakura dejó de lado el control y agarró el manga entre sus dedos. Ciertamente el manga no era tan importante ahora, quería conocer lo que Sasuke guardaba en el interior de su corazón.

—Te diré mi secreto —dijo de pronto él atrayendo su atención. Alzó de sopetón la vista. Su rostro masculino parecía un poco tenso—. ¿prometes guardarlo?

—¡Claro que sí! —una sonrisa entusiasta se extendió por su rostro. Nadie le había confiado nunca un secreto con esa complicidad se sintió sumamente especial, sobre todo con él. Marcó una cruz sobre su pecho, donde estaba su corazón—. Lo prometo.

El moreno la miró por un largo rato, se convenció de que era lo mejor. A cambio de saber algo de ella, debía mostrarle una parte de él para que confiara. Se decidió a tratarla, saber más y estar con ella como amigo. Siendo sincero, tenía cierto miedo, las pocas interacciones que ha tenido con las mujeres ha resultado brusco y sin tacto para hablar.

Quería ganar su confianza.

Dejó de lado la mochila al sacar un cuaderno cual le entregó sin rechistar. Sakura lo abrió sin imaginarse que se encontraría con impactantes dibujos.

Ensanchó los ojos, impresionada por cada paisaje perfectamente elaborado que se trazaba en la página, y cuales le siguieron. Unos lobos con detalles asombrosos, un par de ojos que profesaban un sentimiento de pérdida, una emoción que se atoró en su garganta al descifrarlo.

Siguió observando con admiración, pasando los dedos sobre la hoja, en el río que se extendía por una colina y a sus faldas, unos árboles desprendían sus pétalos con la brisa invisible.

—Son hermosos, Sasuke-kun —dijo realmente emocionada. Quedó anonada al ver un pequeño rubor en las mejillas del pelinegro, en verdad le avergonzaba que vieran ese lado suyo, supuso.

—Ahora los son —masculló él sin mirarla.

Lo miró sin comprender. Así que él procedió a explicarse mejor.

—Hubo un tiempo que buscaba hacerme de amigos, ya que no soy muy sociables que digamos. No me gustaba pasar las clases sin, ya sabes, hablar con alguien —torció el gesto en molestia.

—Pensé que… te gusta estar solo —dijo ella. Nadie le hablaba en la escuela a menos que sea para molestarlo.

Sasuke la taladró con los ojos, tan profundos que se sintió intimidada por ellos.

—Como dijiste, a nadie le gusta estar solo. Pero aquí no tengo opción, la mayoría me detesta por ser el que tiene las notas más altas de la escuela.

Un nudo se formó en su garganta al ver su expresión solitaria.

—Un día, decidí mostrarles a todos mis compañeros dibujos. Y en ese tiempo era apenas un principiante. Y se burlaron de ellos —sonrió con tristeza al recordar las miradas de burlas que le dirigían sus compañeros de secundaria, como las palabras y después los apodos al no ver una mejoría—. Me hicieron tanto daño que desde ese día no volví a enseñárselos a nadie, y me volví más solitario. Eso sucedió en el último año de la escuela media. Todo se calmó cuando conocí al que ahora es mi mejor amigo, pero no confíe en nadie más.

Escuchar una pequeña parte de su vida, de sus heridas, le provocaba ternura a Sakura, en ese momento quiso abrazarlo al ver su rostro plagado de tristeza y resignación. Se prometió siempre alentarlo en todo lo que se propusiera, no quería ver más esa mirada.

—¿Pues sabes qué? Fueron unos ineptos y malos amigos al no alentarte a seguir, en vez de eso te desmotivaron —indignada, frunció los labios—. Nadie nace sabiendo, te costó años mejorar y es lo único que importa. No todos aceptan de buena gana que seas mejor en algo que ellos. La envidia… es natural en el humano.

Sasuke parpadeó varias veces anonadado por sus palabras tan centradas y cuerdas, se acercó rápidamente a ella poniendo una mano en su frente mirándola seriamente cuando ella lo miró nerviosa.

—¿Te sientes bien? Creo que tienes fiebre, no es normal que digas cosas interesantes —se burló disfrutando su reacción ofendida al cruzarse de brazos.

—¡Hmp! —se quejó haciendo un puchero—. En momentos serios puedo dar buenos consejos.

—Ya me di cuenta —concordó por primera vez sentándose de nuevo en su lugar.

El silencio se extendió sobre ellos. Mientras Sasuke devolvía la libreta a su lugar, Sakura sonrió de oreja a oreja. Apoyó las manos en el suelo, casi frente a él, lo miró de cerca a los ojos.

—Agradezco tus disculpas y que seas sincero conmigo, ahora te comprendo más.

Pudo apreciar su vergüenza, no lo demostró como tal, pero sus orejas rojas lo delataron. No dijo nada, se rio con disimulo al regresar a su lugar, guardaría ese pequeño detalle para flipar de emoción cuando él no esté cerca.

—Entonces… ¿nos hemos reconciliado como amigos?

—Creo que si —Sasuke se recobró asintiendo con la cabeza.

Sonrió más.

—¡Hay que celebrarlo viendo anime! —exclamó alzando sus brazos, al ver una mueca, bajó sus extremidades pensándolo mejor, no debía obligarlo —... Bueno... Creo que podemos hacer algo que te guste —ofreció.

Sasuke suspiro recordando las palabras de su hermano. «Recompensa tu comportamiento»

—O ponemos jugar —sonrió levemente al ver que los ojos de Sakura brillaron de alegría

—¡Yeah! ¡Veamos cómo estás en conocimientos gamer! —exclamó poniendo un cojín alado de ella y ofreciéndole un control a Sasuke.

No le quedó de otra más que sonreír derrotado y disponer el tiempo para divertirse. Tampoco es que fuera un gran sacrificio.

+/+/+

GAME OVER.

—Eres pésimo jugando, Sasuke-kun —dijo divertida Sakura al ver el tic nervioso del aludido. Apretaba fuertemente el control con sus dedos.

—¿¡Qué quieres que haga!? Era mucho mejor que yo porque de seguro te la pasas todo el día jugando —gruño enfadado por haber perdido un juego tan simple.

Sakura soltó una risilla divertida al verse descubierta y Sasuke resopló.

En serio, es terrible —pensó el azabache al escuchar que Sakura quería otra ronda de videojuegos.