"ACCIDENTALLY IN LAW"
Por Light of Moon
NOTA DE LA AUTORA: Hola a todos, ya que estamos en la recta final de este largo fic que inicié por aquél lejano 2018 y que desde entonces, ustedes han apoyado con tanto cariño y amor. No me voy a cansar de agradecerles todo el apoyo y la confianza para con mis historias y que me ha hecho tan feliz; nunca pensé que este fic el que escribí un día en mi descanso en la oficina, con el ánimo de alejarnos un poco del drama del que veníamos por "Te Perdí" y "Vivir por ella", en donde utilicé referencias a películas populares y el nombre de una compañía que tuve que crear en aquéllos ayeres de universidad para un proyecto escolar (porque así es, gente, "Chambery" existió como tal, fue una empresa de trufas y chocolates que creamos unas compañeras y yo para fines académicos y que me pareció bonito traerla aquí, y ahora me parece canon jaja) llegaría a tanta gente.
Han pasado muchas cosas desde entonces, tantas, que incluso siento nostalgia por actualizar esta historia; para resumir, cambié de empleo por razones muy tristes, terminé la carrera, perdí amistades que yo pensaba que siempre estarían, perdí a mucha gente importante en el covid, entre ellos a mi papá, me casé, me mudé, finalmente vi a mis artistas favoritos en vivo (Guns N' Roses), ganó mi equipo de futbol (amo el futbol y particularmente al Cruz Azul de México jaja) y actualmente también estoy estudiando una maestría, razón por la cual, me he visto algo ausente, han habido cosas buenas y malas en este trayecto, pero ustedes han continuado apoyándome y me motiva mucho todo el cariño que siempre dejan en sus comentarios y me hace sentir muy bien. Continuar en este hobbie que siempre me llena el corazón.
Quería contarles esto porque estamos a un par de capítulos de finalizar y quería que supieran lo importante que ha sido su apoyo y esta historia en mi vida a la que le sigo guardando tanto cariño y que, les anticipo, todavía si Dios lo permite, tendrán Light of Moon y cleon para rato, seguiré escribiendo para que seamos felices leyendo sobre nuestro ship favorito y olvidarnos aunque sea un ratito de las preocupaciones adultas.
Bueno ya escribí mucho y lo que a ustedes les interesa es el capítulo y no la aburrida vida de su escritora, así que sin más, ¡a leer!
Siempre agradezco mucho sus comentarios y opiniones respecto de su historia, así que ojalá puedan dejarme un review para conocer lo que piensan, me motiva bastante.
RESPUESTA A REVIEWS:
Mercy Medical angel: Hola Mercy, , ha pasado un tiempo pero ya estamos aquí con actualización y posiblemente ante el antepenúltimo capítulo de esta historia, la cual todos ustedes con mucho cariño están dispuestos a apoyar. Es este episodio podrás ver más de Joey y de un Leon ya no tan calamado y paciente como antes, espero que no se sienta algo raro, sin embargo, es para fines de la historia. ¡Disfruta mucho el episodio!
DESTACADO117: Ya volví como el ave fénix de las cenizas jajaja. Bueno, Leon no podía destrozar a todos porque es ilegal además de que no está de servicio, por lo que hay que tener paciencia, pero calma, ya en la actualización no se verá tan calmado nuestro rubio favorito! Prometo ya estar más presente por aquí y espero sus impresiones de la actualización. ¡Te mando muchos saludos!
Esmeralda Miller: Muchas gracias por tus lindos comentarios, espero que disfrutes mucho la actualización de hoy. ¡Ya caso nos acercamos al final!
: Muchas gracias, realmente me siento muy honrada que esta sea tu historia favorita, espero que este capítulo esté a la altura. ¡Te mando un abrazo fuerte!
Clarita Camporojo: ¡Hola! Habemus actualización! Espero que la disfrutes mucho! Gracias por tus comentarios.
Charly el perron: ¡Hola, hola! Muchas gracias, un abrazote también desde México. ¡Saludos a León, es de mis ciudades favoritas!
CAPÍTULO 30: DE DAÑOS Y AÑOS
Llevaba varias horas encerrada en la habitación, mirando hacia la ventana, pensando en todo y nada, tratando de procesar cómo fue que todo lo que había luchado por formar y mantener en toda su vida se había ido al demonio en una tarde. Había ordenado no ser molestada por nadie, por lo que había permanecido en soledad por mucho tiempo, hasta que la puerta se abrió casi sin hacer ruido, dejando a la vista a Richard Kennedy, quien se desabrochaba la corbata con pesar y dejaba el saco del traje de negocios en uno de los percheros.
Su esposa, quien después de convivir a diario por poco más de cuarenta años con su marido, le bastaba con escuchar el sonido de sus pasos para deducir que se trataba de él. Sin apartar la mirada de la ventana, Meryl Kennedy le habló con su usual tono de voz tranquilo:
—¿Por qué nunca me lo dijiste? —Cuestionó sin rodeos.
El hombre de barba de candado dio un suspiro hondo y contestó:
—No quería hacer las cosas más difíciles, Meryl.
Ante tal respuesta, la aludida volteó a mirar a su marido por primera vez.
—¿No querías hacer las cosas más difíciles? —Replicó incrédula. —Le abrimos las puertas de nuestra casa a una desconocida, organizamos una boda, nuestro hijo tuvo que casarse obligado con alguien a quien no ama y todos nosotros vivimos una mentira. ¡Y aún así dices que no querías complicar más las cosas!
—Acepto que cometí un error. —Admitió el hombre acercándose a la madre de sus hijos. —Pero estás siendo injusta en muchas cosas.
—¿Injusta? ¡Nuestros dos hijos se odian en este momento y es culpa de esa intrusa!
—Nuevamente te estás equivocando, Meryl. Como dije antes, de todo este desastre, Leon y esa joven son los menos culpables, en todo caso, el primer responsable de esto soy yo y luego nosotros como familia.
—¿Ah, sí? —Replicó con sarcasmo.
—Sí. —Afirmó. —Cuando yo le propuse esto a Leon, ni él ni yo nos imaginamos que las cosas pudieran complicarse a este punto. Esa muchachita era su mejor amiga; se conocieron en Raccoon City.
Al escuchar esto último, la madre se estremeció. Tan sólo escuchar la mención del nombre de la extinta ciudad la hacía temblar de pies a cabeza; recordó los días de angustia y preocupación que pasaron como familia al imaginar que podían perder a Leon por causa del camino que había decidido elegir; Meryl era dura y estricta, pero al final del día, no dejaba de ser una madre que amaba a sus hijos, a su manera, pero al fin y al cabo, era una forma de amar.
—Ambos se apoyaron mutuamente y fue que haciendo equipo pudieron sobrevivir a esa calamidad; desde entonces han estado juntos y se volvieron inseparables, es por ello que Claire se había ofrecido a ayudar a nuestro hijo. Ya le había salvado la vida en varias ocasiones en el pasado, ¿por qué no iba a ayudarle con esto? ¿O acaso no te parece suficiente que nuestro hijo esté vivo gracias a ella?
—Aún así. —Insistió la madre, aunque ya estaba un poco más ablandada. —Ella podrá ser todo lo maravillosa y buena chica del mundo, pero un matrimonio no es un juego, Richard Kennedy, Leon debió casarse con la mujer que amaba y no con alguien que se prestara a este jueguito tonto.
—Nuevamente te equivocas; con el trato, la convivencia, ellos dos terminaron enamorados y el plan de Leon era continuar con su matrimonio y formar una familia con ella y, por su parte, Claire nunca buscó sacar ventaja de lo nuestro; debido a la naturaleza de su unión, firmó un convenio prenupcial en donde renunciaba a todos los beneficios económicos que por derecho le correspondían al ser la señora Kennedy.
Esto último la sacó de balance, pese a toda la explicación anterior, aún quedaban dudas en la mente de la exigente mujer, pensando que posiblemente, la pelirroja había decidido participar en toda esta farsa buscando tener una ventaja monetaria.
—¿Cómo?
—Así como escuchaste, no mentí cuando lo dije hace un rato; Claire nunca buscó beneficiarse en absolutamente nada, sólo quería ayudar a Leon aunque posteriormente, se enamoró de él y él de ella. Esa joven es la felicidad de nuestro hijo, Meryl, ¿qué más quieres para él? Leon siempre fue distinto a todos nosotros y ya debimos aceptarlo desde hace mucho.
La orgullosa matriarca muy en contra de su orgullo, derramó una lágrima, sintiendo que no podía ocultar su pesar mucho más tiempo y su compañero de vida, pese a sentirse disgustado, fue a abrazar a su esposa por los hombros.
—Admito que Claire nunca me gustó para nuestro hijo por las razones que tú quieras, pero hubiera podido vivir con eso, yo sabía que la elección de nuestro hijo no sería ni a tu gusto ni al mío, pero ese no era mi principal problema con ella. —Dijo la madre sincerándose por primera vez. —No soy tan frívola como todos creen, Richard.
El aludido la abrazó un poco más, eran pocos los momentos en que su esposa se mostraba totalmente vulnerable y no iba a cuestionarla ahora.
—Cuando me contaste que Leon volvería a casa, me sentí muy feliz; sabes que nunca acepté que decidiera abandonar la carrera de finanzas y se marchara para entrar a la academia de policía en los Estados Unidos de Norteamérica, siempre lo había imaginado ocupando tu lugar, sacando adelante este barco, viviendo una vida plena, tranquila, no enfrentándose a pesadillas y malvados en donde cada segundo se jugaba la vida; no es lo que yo quería para mi primogénito, ¿qué madre quiere eso para su hijo? —Lamentó. —Ya me había resignado a aceptar ese modo de vida de Leon, pero, cuando regresó, esa esperanza volvió a mí; luego de que supe que su prometida también estaba involucrada en ese ambiente, fue que mis esperanzas se fueron al diablo. Claire es joven, obstinada y bastante decidida, pude notarlo y, aunque son cualidades muy nobles, no las quería para la futura esposa de mi hijo; ambos comparten esa valentía imprudente y desmedida por salvar al mundo, se creen indestructibles, superhéroes... Aunque te suene irónico yo quería a una mujer que no apoyara a nuestro hijo en esos planes suicidas, sino a alguien que le exigiera estabilidad. Si surgiera el apocalipsis, sé que Leon lucharía contra eso sin dudarlo y Claire en lugar de detenerlo, iría tras de él hasta el fin del mundo. —Terminó con ironía, esbozando una sonrisa que no le llegó a los ojos llorosos. —Debe parecer una locura que mi problema con la esposa de mi hijo sea que lo apoye y le sea incondicional hasta las últimas consecuencias, pero ahora ves que tengo razón, ¿qué clase de persona se prestaría a participar en en este plan que ideaste junto con Leon?
Al oír esto, Richard invitó a su mujer a sentarse junto a él para abrazarla contra su pecho; si bien, estaba totalmente en contra de las actitudes de su esposa para con Claire, entendía perfectamente sus sentimientos con respecto a la seguridad de su hijo mayor, pues él también los compartía.
—Yo también hubiera querido una vida diferente para Leon. —Susurró a la vez que apoyaba su barbilla en la cabeza de Meryl. —Pero nosotros ya vivimos nuestra vida, querida, es momento de que él viva la suya.
—¿Acaso es mucho pedir que mi hijo entre en razón y busque una vida estable en donde su seguridad no esté en riesgo cada minuto? —Reprochó entre sollozos.
—No cariño, no lo es; pero esa decisión ya no depende de nosotros, sino de él y él ya decidió su camino; Leon tiene que ser feliz bajo sus parámetros, no de los nuestros.
—Tienes razón, absolutamente toda la razón. —Admitió finalmente la mujer de cabellos platinados. —Pero mira ahora todo lo que ha sucedido; nuestros hijos están enemistados, Leon está furioso, Joey se fue hace varias horas... Y todo es nuestra culpa.
El padre de familia dio un suspiro.
—Tranquila, todo se va a arreglar; a pesar de todo, tanto Leon, Joey y Julia son buenos muchachos, sólo hay que darles algo de espacio y luego hablaremos con ellos.
—¿Pero cómo, Richard? Leon y Joey estaban matándose a golpes. —Dijo con amargura. —¡David Joseph le echó en cara a su hermano que estaba enamorado de su esposa!
—Joey está muy confundido; siempre ha estado acostumbrado a tener a la mujer que le plazca y nunca se había relacionado tanto con alguien del género opuesto, fuera de sus frecuentes y poco serias conquistas. Yo hablaré con él.
—¿Esto también lo sabías, verdad?
—Me enteré hace poco. —Admitió.
Meryl se encogió de hombros; a veces olvidaba que su marido en afán de evitar problemas, se guardaba muchas cosas.
—¿Qué haremos con David Joseph?
—Ya te dije, hablaré con él.
—Ni siquiera sabemos dónde está.
—Volverá, querida. Démosle tiempo. Por lo pronto, tenemos que analizar la situación de Leon y Claire, ella se fue bastante alterada.
—Es cierto. —Afirmó la mujer sintiéndome terriblemente culpable por el trato que le había dado a la pelirroja. De repente, su teléfono comenzó a sonar y contestó a la vez que se limpiaba las lágrimas con un pañuelo.
—¿Sí?... Oh, es un gusto saludarte, Renee... Agradezco la invitación, pero en este momento, estamos en medio de una situación familiar y necesitamos cierta privacidad, espero que lo entiendas, ninguno de nosotros asistirá...
La mujer dio un respingo por lo que fuera que le estuvieran diciendo al otro lado de la línea y agregó:
—Gracias por preocuparte, pero lo que diga la gente, nos tiene sin cuidado. Hasta luego. —Diciendo esto, se limpió las lágrimas con un pañuelo y recobró la compostura para dirigirse a su esposo. —Tenemos que arreglar este lío.
.
.
.
Estando totalmente a solas, se encontraba Julia Kennedy en el despacho de la casa, cubriéndose el rostro entre las manos.
Decir que se sentía una estúpida era poco; había sido tan soberbia, tan ciega, inmadura; su ambición por desear la Presidencia de la compañía familiar la había hecho cometer una serie de tonterías en agravio de su familia y ahora, todo su entorno se hallaba destruido. Arruinó a Leon, a Claire, a Joey y lo que más le dolía, a sus padres. Y todo para que al final, el objetivo de ese plan orquestado entre su padre y su hermano era que ella obtuviera ese cargo que tanto ambicionó en la empresa.
Se sentía sumamente avergonzada, arrepentida... Pero el daño ya estaba hecho y no sabía cómo —ni tenía el valor —, de saber cómo remediarlo.
"Dios, soy una imbécil"
—¿Qué pasa con esta casa? —Dijo Stacy entrando al despacho, observando como toda la casa estaba inusualmente callada, sin ningún tipo de ruido y a oscuras. —Está más sola que un cementerio.
Julia, que no tenía ánimos de escucharla, se limitó a responder sin mirarla.
—Ahora no estoy de humor, Stacy.
—¿Qué pasa, Jules? No te quito mucho tiempo, sólo vengo a buscar a tu hermano. —Dijo restándole importancia. —El muy patán me dejó hablando sola en la Comisaría y no quiere que vuelva a hablarle fuera de temas de la empresa y me amenazó con despedirme. —Se quejó.
La rubia levantó la vista, sin ganas.
—No pierdas tu tiempo, Leon está muy enfadado y cumplirá su amenaza; va a terminar echándote.
La hija de los Watson se cruzó de brazos.
—¿Y crees que voy a dejarme echar? —Replicó colocando ambos brazos alrededor de sus caderas.
—No va a pedirte permiso. Ya te lo dije, está muy enfadado y su situación emocional en este momento no es la mejor.
—¿Y no era eso lo que queríamos? Que se enfadara con Claire y descubrir de una vez por todas su farsa.
Finalmente, harta y cansada, la rubia se puso de pie y encaró a su amiga.
—Escúchame bien, Stacy. Lo único que yo quería era obtener la Presidencia de la Compañía y tú querías a mi hermano, más no pretendía destruir a mi familia y ¿adivina qué? Es justamente lo que acaba de pasar. —Terminó con hastío.
—¿Qué quieres decir?
—Es algo que no te importa. —Masculló.
La actitud hosca de su amiga, enfadó a Stacy y también la ofendió.
—Ahora no sólo debo soportar el mal humor de tu hermano sino también el tuyo. —Se quejó. —Pues yo te voy a decir algo, princesa; que no se te olvide que estamos juntas en esto y no voy a admitir que me culpes de los problemas de tu familia, porque te recuerdo, que estuviste de acuerdo en todo. —Amenazó.
—¡Bien! —Replicó. —Lo acepto, estábamos juntas, pero ahora ya no. Haz lo que te venga en gana, pero conmigo ya no cuentes.
—¿Las cosas no salieron como tú pensabas y ahora te enfadas conmigo? Pues entérate querida, se llaman riesgos. Y eso es algo que como financiera experta, ya deberías de saber. —Ironizó.
—Claro que lo sé y por eso me retiro de este negocio. De ahora en adelante, no haré nada en contra de ninguno de los integrantes de mi familia. —Finalizó.
—Perfecto, no te necesito; tengo más aliados.
—Joey tampoco va a ayudarte. —Respondió. —No vas a poder chantajearlo.
—Sólo te recuerdo, que si me hundo yo, nos hundimos juntas.
—Ya estoy hundida, cariño.
Y dándose media vuelta, la hija de los Watson se fue de la residencia Kennedy, dejando a Julia completamente furiosa.
.
.
.
—Muchas gracias. —Agradeció la pelirroja, cuando le sirvieron su taza de chocolate caliente con malvaviscos. Desde que era niña, siempre que tenía un mal día, tomaba una taza de esta bebida y la hacía sentir un poco mejor y hoy, había sido más que un mal día. Todo lo que podía haber salido mal, salió peor y se sentía profundamente herida y devastada; no obstante, sentía cierto alivio de que ya se supiera toda la verdad o al menos, gran parte de ella; aún restaba el asunto de su embarazo pero la decisión ya estaba más que tomada, aunque aún dudaba si lo que estaba a punto de hacer era lo más prudente.
En ese momento, llegó a la mesa su invitado, quien a pesar de haberlo visto hace pocas horas, lucía con un rostro desencajado y demacrado, como si hubiese envejecido varios años.
—Agradezco de verdad que vinieras.
—Soy un caballero que cumple su palabra. —Dijo sentándose frente a ella.
—Aún así, lo agradezco, Joey. —Pronunció lentamente. —Te cité aquí porque creo que te debo una explicación.
El aludido sonrió de medio lado.
—¿No crees que ya es un poco tarde?
—No me siento menos mal que tú. —Afirmó la pelirroja encogiéndose de hombros. —Realmente nunca imaginamos que todo esto fuera a pasar.
—Supongo que no. —Admitó bajando la mirada.
—Pero creo que mereces saber la verdad, ya que de alguna manera, me siento responsable de todo lo que pasó. Entiendo que hicimos mal. —Dijo Claire con expresión triste. —Pero en atención a tu caballerosidad, no te pido que me entiendas, sino que me escuches.
El segundo hijo de los Kennedy guardó silencio y prestó toda su atención a Claire.
—Tu hermano y yo habíamos sido mejores amigos desde Raccoon City, no es difícil imaginar que en el medio en donde nos movemos, es complicado tener alguien en quien confiar y él y yo al haber compartido tanto juntos, fue sencillo compaginar rápidamente. —Explicó. —Siendo tan unidos, fue que hace un año él llegó a contarme que su padre tenía que retirarse de la compañía familiar y que por estatutos tenía que designar a un heredero, que aunque no estuviera de acuerdo, era él el siguiente en la línea de sucesión. Me contó que dejarle la batuta al sobrino de uno de los socios no era opción porque los llevaría directo a la ruina y que el único camino viable era que él tomara el cargo, aunque eso conllevara la absurda decisión de casarse. Dijo que si no tomaba ese puesto, el futuro de sus padres y sus hermanos estaba en juego, pero no sabía quién podía ayudarle. —Narró. —Me sentí fatal de verlo tan desilusionado y me ofrecí a ayudarle. ¿Qué podía salir mal, no? —Terminó con una expresión entre tristeza y sarcasmo.
—¿Fue mi padre quien les pidió que fingieran una boda? —Preguntó ligeramente sorprendido. —Eso iba a arruinarles la vida, tarde o temprano.
—No exactamente. El trato era hacerlo sólo por un año. Como lo dijo tu padre, sólo el tiempo prudente para que Julia tomara la presidencia y Leon y yo pudiéramos retomar nuestras vidas. —Mencionó.
—Un plan que sonaba sencillo. —Concluyó el abogado y se encogió de hombros, pensando en todo lo que había hecho Julia para intentar sabotear a su hermano, cuando todo lo que querían era que ella se quedara con la compañía que tanto ambicionó.
—Pero surgieron imprevistos. Ya sabes, hubo problemas con tu madre y tu hermana que nunca me aceptaron, Stacy y...
—Y yo. —Interrumpió.
La pelirroja bajó la mirada y el litigante insistió.
—Dilo sin ninguna pena, Claire. Yo también resulté en una complicación al haberme enamorado de ti. —Soltó sin tapujos. —¿Por qué no nos contaron nada?
—Tu padre y nosotros creímos que sería mejor entre menos gente estuviera enterada de esto.
—¿Y tú? ¿Por qué no me lo contaste? —Reprochó. —Creí que todo este tiempo había demostrado ser digno de confianza, yo lo hubiera entendido. —Continuó indignado.
Ella bajó la mirada, realmente el hijo menor de los Kennedy tenía toda la razón.
—Tal vez si lo hubiera sabido, yo nunca... —Se interrumpió abruptamente; estuvo a punto de soltar todo lo que sabía en relación a los planes de su hermana y de Stacy para destruir el matrimonio de Leon y Claire, pero se arrepintió de último momento; ya estaban metidos en un lío bastante grande como para hacerlo crecer aún más, así que decidió quedarse callado y se pasó una mano por el cabello con frustración de no poder decir lo que realmente sentía.
—¿Tú nunca qué, Joey? —Cuestionó.
Él dio un suspiro.
—Dime una cosa. —Solicitó. —Siendo consciente de que tu matrimonio tenía fecha de caducidad, ¿Alguna vez pensaste en mí como en algo más que un amigo? O, ¿te enamoraste de mi hermano?
La pelirroja enmudeció, no esperaba esa pregunta. Ciertamente, muchas veces había pasado la idea por su mente de que, quizás si no hubiera conocido a Leon, muy seguramente se habría enamorado de Joey; el hombre que tenía enfrente era guapo, atento, divertido, inteligente, con una personalidad tan magnética que, incluso muchas veces llegó a confundirla; no obstante, por otro lado estaba Leon, del que hoy por hoy estaba perdidamente enamorada y de lo cual no tenía ninguna duda, aunque también sabía que lo que tenían ya no podía ser.
—Yo siempre me manejé como la esposa de Leon, Joey. —Resolvió saliéndose por la tangente.
—¿Y si ese supuesto nunca hubiera existido?
—Yo... —Dudó. El castaño comenzaba a acorralarla. —No lo sé.
El ojiverde bajó la mirada; supuso que no tenía caso indagar en una respuesta que no iba a contarle.
—Te enamoraste de Leon en el camino, ¿no es cierto?
Claire, que ya no quería lastimar más los sentimientos de Joey, decidió contarle de tajo el otro motivo por el cual lo había citado aquí.
—Joey, voy a divorciarme de tu hermano.
Sabía perfectamente que la pelirroja la estaba evadiendo, pero aún en estas circunstancias no quería importunarla más; sumado a que no estaba de humor.
—Es por eso que te cité aquí; quería una asesoría para iniciar el procedimiento legal. Entiendo que no puedas representarme y tampoco te lo pediría, pero no conozco a nadie más aquí y deseo al menos tener una opinión informada para saber qué hacer antes de tomar una decisión.
Él asintió.
—¿Estás segura?
—Completamente.
En ese momento, Joey dejó el papel de amigo para convertirse en el abogado que era.
—Muy bien. —Dijo sacando un cuadernillo que llevaba en el traje y una pluma. —¿Qué es lo que tú quieres? Pese al convenio prenupcial que firmaste, aún está en tus posibilidades el poder solicitar una pensión que asegure tu futuro.
—Yo no quiero nada de eso, mi única pretensión es que todo esto termine rápido y volver a mi casa.
—En ese caso, será aún más rápido; sólo tendrías que presentar la demanda de divorcio, mencionar que tu única pretensión es la disolución del vínculo matrimonial, presentar la documentación correspondiente y serás libre en un par de días. —Resolvió.
La Redfield suspiró aliviada, al menos el procedimiento sería rápido.
—¿Y qué son estos documentos que debo de presentar?
—Reamente son documentos muy básicos, ya que no habrá un patrimonio por el cual pelear en este acto, por lo que son papales que todos tienen a la mano; copias de identificaciones oficiales, actas de nacimiento de ambos cónyuges, acta de matrimonio. —Explicó. —Y bueno, en tu caso un certificado de no gravidez.
—¿Qué es eso? —Preguntó al no tener ni idea de lo que se trataba.
—Bueno, es un certificado médico en el cual se comprueba que la esposa no se encuentra embarazada y así el divorcio pueda resolverse por la vía administrativa, que es la vía más rápida, ya que de lo contrario, tendría que resolverse por vía judicial, lo cual es más tardado. —Mencionó.
La mujer sintió como todos sus planes se veían desmoronados y su expresión cambió totalmente, lo cual no pasó desapercibido para el hijo menor de los Kennedy, dando la última estocada a su corazón.
Joey suspiró.
—¿Estás embarazada, cierto?
La pelirroja se mordió los labios y bajó la mirada.
—Por favor, guárdame ese secreto. Sólo mi hermano y mi médico de cabecera lo saben.
El litigante apretó los puños por lo bajo y tomó aire con resignación, para finalmente asentir. La Redfield, había comprendido que acababa de terminar por romper el corazón de su amigo sin pretenderlo; no obstante, ya no deseaba continuar inventando más mentiras.
—Bien, tu secreto está a salvo conmigo.
Diciendo esto, se puso de pie disponiendo a retirarse del lugar, ya no tenía nada que hacer allí. Había avanzado unos pasos, cuando intempestivamente se detuvo y volteó a mirar a la joven, para darle unas últimas palabras.
—Creo que, si te enamoraste de mi hermano, quizás debas reconsiderar el divorcio. Además, si su hijo es varón, él pasará a ser el dueño de todo esto.
.
.
.
No había podido pegar el ojo en toda la noche. Deseaba encontrar a Claire aunque no sabía en dónde ni en qué lugar, pensando que posiblemente había tomado un avión y se había marchado ese mismo día a los Estados Unidos de Norteamérica; sin embargo, su lado más racional pensó que ella no se iría así; conocía a la Redfield de años y sabía que no iba a dejar cabos sueltos, ella aparecería, aunque fuera para mandarlo al demonio. Además, de que estaba casi seguro de que ella estaba embarazada, que era lo que le mantenía más nervioso. Aunque no tenían planeado tener hijos en ese momento, no era una posibilidad que le desagradara, ya que deseaba formar una familia con ella cuanto antes, no obstante; sabía lo que significaba para él y el futuro de la compañía que él tuviera un hijo y más si este era varón. Si los estatutos se quedaban tal y como estaban, su hijo sería quien heredaría por derecho el cargo de la compañía familiar, asegurando que la empresa quedaría en manos de la familia Kennedy de manera mayoritaria, lo cual complicaría más el plan inicial, que dicho sea de paso, había fracasado miserablemente.
Deseando no estar en su hogar—aunque tampoco tenía ánimos de estar en ninguna parte—, fue que se marchó a primera hora a la Compañía, para lograr ordenar sus ideas o, si eso no era posible, al menos encontrar una distracción.
Se encontraba revisando un papeleo sobre un reporte financiero bimestral cuando en esas su padre ingresó a su despacho, tomándolo por sorpresa.
—Irma me informó que pediste no ser molestado, pero fui a buscarte muy temprano a tu habitación, pero las empleadas me dijeron que te habías ido. —Comentó el mayor.
—No deseaba estar en casa.
—Lo sé y nuevamente te pido perdón. —Solicót Richard, avergonzado.
—No es tu culpa, papá. —Dijo encogiéndose de hombros. —Realmente no esperaba que todo se convirtiera en un enorme desastre.
—Te ayudaremos a solucionar todo esto, hijo. Tu madre está muy arrepentida de su trato para con Claire. Y respecto a tu hermano...
—¿Qué? —Lo interrumpió. — ¿Le vas a exigir que se "desenamore" de mi esposa? —Ironizó.
En ese momento, el mayor de los Kennedy pensó que estaba siendo injusto con su padre respecto a lo ocurrido con Joey; sin embargo, su rabia lo superaba.
—No sé qué está pasando con David Joseph; francamente, creo que está confundido. Él nunca fue alguien que se tomara en serio estos asuntos, así que posiblemente, sólo la situación lo rebasó.
—Claro. —Dijo con sarcasmo.
—Hablaré con él, hijo. Tú deja este asunto en mis manos y en las de tu madre. Únicamente, concéntrate en buscar a Claire. —Animó. —¿Ya la encontraste?
—No. —Negó con la cabeza. —No tengo idea de dónde está y tampoco contesta mis llamadas. No quiere verme papá y, tampoco quiero molestarla o presionarla.
—¿Pasa algo que yo no sepa, hijo? —Preguntó preocupado.
Leon hizo una expresión que su padre no pudo descifrar y dudó unos segundos antes de responder.
—Ella no me lo ha dicho, pero, creo que está embarazada. —Finalizó con una sonrisa que aunque el momento no lo ameritaba, no podía ocultar su júbilo interno.
Al escuchar esto, el patriarca de la familia dio un paso hacia atrás por la sorpresa.
—¡¿Pero qué dices?! ¡¿Voy a ser abuelo?! —Cuestionó esbozando una enorme sonrisa.
—Aún no estoy seguro, papá. Encontré entre las cosas de Claire, medicamento prenatal y ella había estado sintiéndose mal los últimos días. Había ido a consulta con su médico privado y cuando volvió había quedado de hablar conmigo pero... —Se interrumpió. —Pasó todo lo que ya sabes.
Sintiéndose aún más culpable, Richard se acercó a consolar a su hijo y le dio un par de palmaditas en la espalda para reconfortarlo.
—Todo se va a arreglar, hijo. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para que así sea. Debo ir a ver a tu madre, está algo inquieta. —Se despidió dejando a su hijo mayor en la oficina, quien nuevamente trataba de averiguar cómo encontraría a su esposa, de una manera que no involucrara a sus respectivos empleos, ya que no quería molestarla más de lo que ya estaba. En caso de que sus sospechas fueran ciertas, no deseaba hacer nada que pudiera perjudicarla a ella y a su hijo, al contrario, ahora deseaba con más fuerza el futuro que había soñado para los dos.
En esas estaba, cuando nuevamente la puerta de su despacho se abrió y, concentrado como estaba, asumió que se trataba de su padre, quizás había olvidado algo, no obstante, cuando levantó la vista, se encontró con una persona totalmente diferente, que lo hizo ponerse de pie de inmediato.
—¿Qué haces aquí? —Reclamó evidentemente enfadado.
David Joseph se encontraba frente a él, sosteniendo un maletín con una mano y un folder en el otro, totalmente decidido a afrontarlo.
—Sólo vine a darte esto y te prometo que no volverás a verme la cara en un buen tiempo.
Diciendo esto, entregó el folder que llevaba en las manos y lo colocó en el escritorio para que Leon lo tomara; el aludido tomó el documento entre sus manos y comenzó a leerlo con detenimiento.
—Es mi renuncia irrevocable. —Anticipó el castaño.
—¿Qué? ¿Cómo qué renuncias? —Reclamó. Ante la partida de Joey, las cosas en la empresa iban a complicarse y era un problema más que no necesitaba en este momento.
—Ya me escuchaste. —Reafirmó.
Leon sonrió sarcásticamente. Después de que, en gran parte de culpa que las cosas se hubieren complicado era gracias a que su hermano se había enamorado de su esposa y ahora él dejaba todo a su suerte.
—Ese papel, no te queda. —Soltó con enfado. —El ofendido aquí soy yo; tú te enamoraste de mi mujer y te metiste en mi matrimonio.
—¿Cuál matrimonio? Ah ya recordé, la pantomima que nos hicieron creer a todos. —Masculló.
—Sabes por qué lo hicimos. —Dijo poniéndose frente a él para encararlo.
—Y no calcularon los daños colaterales, por supuesto. —Respondió enfadado.
—Aquí no habría ningún daño colateral, de no ser por ti—Acusó. —¿Por qué te fijaste en Claire? —Le cuestionó de manera directa.
—Porque yo descubrí en ella, en un par de meses, lo que a ti te tomó años.
Eso fue un golpe bajo; David Joseph tenía razón en esto. Perdió años valiosos enrollado en amores baratos y relaciones casuales sin ningún tipo de compromiso, cuando pudo haberlo tenido todo con Claire desde siempre. Y todo por necio, por tonto, por no darse la oportunidad de conocer a profundidad a la pelirroja desde el día uno.
—No vine a hablar de mis sentimientos y tampoco creo que sea un tema de tu interés, sólo quería entregarte mi renuncia y esto.
Diciendo esto, le entregó un pequeño pedazo de papel doblado en cuatro partes.
—¿Qué es esto? —Preguntó al mirar escrito en ella, la dirección de un hotel modesto en el centro de Vancouver.
—Para tu tranquilidad, Claire te ama a ti; tu ganaste y yo perdí. Nunca te traicioné porque nunca tuve una posibilidad real con ella; tu esposa está en este hotel, búscala.
Leon arqueó una ceja; este comportamiento era totalmente inesperado por parte de su hermano menor.
—¿Por qué me quieres ayudar?
—La estoy ayudando a ella. —Corrigió. —Búscala, te va a necesitar.
.
.
.
Pidió el servicio a la habitación y allí permaneció durante todo el tiempo; no quería arriesgarse a que algún paparazzi la siguiera y le arruinara el día, como últimamente sucedía con demasiada frecuencia. Necesitaba estar sola y pensar que debía hacer ahora.
Eso que Joey le había mencionado acerca de que si su hijo era varón se quedaría con todo lo relativo a la herencia, la mantuvo sumamente inquieta; ese bebé aún no nacía y ya cabía la posibilidad de que cargara sobre sus hombros una responsabilidad que no eligió y eso la tenía mal. Sumado a que, ahora como estaban las cosas, no sabía cómo iba a hablarle de su embarazo a su todavía esposo; comprendía que, ahora más que nunca, no podían estar juntos, le había roto el corazón a Joey, la familia Kennedy estaba en crisis por su causa y ahora tenía una guerra declarada con Stacy, una que no se iba a detener al menos por esa ex novia de su marido. Para ella, ahora las prioridades habían cambiado y la principal de ellas, era su hija o hijo que venía en camino y eso no estaba a discusión.
En la mesita, había colocado su laptop y comenzó a descargar los documentos que Joey le había comentado, además de que, buscaba los datos de algún abogado en Vancouver, mientras buscaba vuelos disponibles para viajar en un par de días de regreso a California.
Se encontraba concentrada en arreglar todo antes de irse de Canadá cuando tocaron a la puerta de la habitación y, creyendo que se trataba del servicio del hotel, abrió sin pensarlo demasiado. No obstante, su visita era otra persona totalmente diferente a lo que esperaba.
Recargado sobre el quicio de la puerta, yacía Leon S. Kennedy, vistiendo pantalones de chándal, una sudadera, gorra y lentes oscuros.
—¿Puedo pasar?
Sorprendida de verlo allí, asintió sin decir nada y el agente cerró la puerta detrás de él, quitándose la gorra y los gafas.
—No te preocupes, nadie me siguió.
Claire bajó la mirada y se sentó en la pequeña salita de la habitación.
—¿Cómo me encontraste?
—Eso no es importante; tenemos qué hablar.
—Siéntate. —Indicó la pelirroja y su todavía esposo se sentó en el sofá contiguo.
—Claire...
—No, espera, quiero hablar yo primero. —Le interrumpió, adelantándose. Sabía que no podía postergar ni un minuto más la noticia de su embarazo y aunque no eran las mejores circunstancias, tenía que contárselo ya.
—Leon, estoy embarazada.
Un silencio absoluto se apoderó de la habitación y ninguno de los dos se atrevía a decir palabra. Al soltar la noticia de golpe, pensó que su marido se sorprendería, sin embargo, lo notó inusualmente tranquilo y lo conocía lo suficiente como para saber que esta reacción no era normal.
—Ya lo sabías. —Concluyó.
El aludido se encogió de hombros con un asentimiento y la pelirroja se puso de pie enfurecida.
—¡Le advertí a Joey que no te dijera nada!
Al escuchar este reclamo, el agente inmediatamente reaccionó y también se puso de pie.
—¿Joey sabía de tu embarazo primero que yo? —Cuestionó mostrándose visiblemente herido. —¿Por qué él lo sabía y yo no? —Reclamó indignado.
La pelirroja entendió que su esposo no se había enterado de su embarazo por cuenta de su cuñado y, aunque por un lado no quería herir más a Leon, también le enfureció su interrogatorio.
—Porque hablé con él después de haberme ido de la casa.
Esa respuesta, lo cabreó. Si bien, su esposa no había tenido mayor culpa en todo el embrollo que había sucedido, le ofendía de sobremanera que ella de alguna forma, siempre recurría a su hermano cuando necesitaba ayuda, dejándolo totalmente de lado, sintiéndose sumamente frustrado por no poder hacerle ver a Claire que él siempre estaría para ella, como su primera opción.
—¿Ya lo ves? ¡Mis celos nunca fueron infundados! —Masculló. —¡Siempre lo buscas a él antes que a mí! ¿O qué? ¿Acaso vas a corresponderle ahora que sabes de sus sentimientos?
La Redfield, quien quería hablar tranquilamente con su marido, sentía como poco a poco la furia iba inundándole la cabeza. Leon sabía que la respuesta que acababa de darle a su esposa era demasiado dura e injusta, pero también era consciente de que le sobraban motivos para estar celoso.
—¿No te parece muy cínico de tu parte venir con esa sarta de reclamos? —Le cuestionó. —¡La que quedó como una imbécil delante de todos fui yo y todo esto es tu culpa! —Dijo empujándolo hacia a un lado con las manos, haciendo que Leon retrocediera un paso, sin embargo, él siguió detrás de ella hacia la recámara.
—Sabes perfectamente que yo no tengo nada con Stacy, ni con nadie más. —Afirmó.
—Por supuesto que lo sé, ¿acaso crees que soy idiota? —Dijo mientras sacaba su maleta y la colocaba sobre la cama. —Ese es el maldito problema contigo, que sé que no tienes nada con nadie, ni siquiera conmigo. —Reclamó al punto de las lágrimas, pese a que detestaba llorar cuando estaba enfurecida. —Ni siquiera ser tu esposa me da seguridad de lo que tenemos.
Después de rebuscar entre la maleta, le entregó un sobre que tenía entre uno de los bolsillos de la misma y se lo dio.
—Toma.
Recibiendo el folder, revisó que se trataba de un estudio médico de una clínica propia de la B.S.A.A., en donde unos estudios ordenados por la doctora Rebecca Chambers, afirmaron que Claire tenía ya un casi un mes de embarazo, coincidiendo las fechas en las cuales su esposa había viajado a Chicago a hacerse su chequeo médico.
—Cuando fui a ver a Rebecca, ordenó hacerme un chequeo general para descartar todas las hipótesis de mis síntomas y el resultado era que tenía casi un mes de embarazo. —Relató. —Usaba el DIU, pero como ya sabes, siempre estamos en el margen de error y el resultado lógico allí lo tienes. Pensaba contártelo en cuanto regresara del viaje, en otras circunstancias, pero pasó lo de Angela y ya ves que no fue posible. —Contó con la voz temblorosa.
Al verla tan afectada, Leon se sintió como un miserable; no había acompañado a su esposa en esos momentos tan importantes y ahora, que estaba confirmando una noticia en la que pensó que saltaría de felicidad junto Claire, estaban aquí los dos, ella llorando y él sintiéndose como la mierda.
—Y si vi a Joey, fue porque quería asesorarme con un abogado. —Explicó limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano. —Porque quiero el divorcio, Leon.
Al escuchar estas palabras, sintió como si lo hubieran golpeado con una porra eléctrica.
—¿Qué?
—Ya me oíste, quiero el divorcio. Quiero volver a mi casa.
En ese momento, el ex policía sintió como si le hubiesen movido el piso y estuviera a punto de caerse.
—Pero Claire, no podemos divorciarnos, tú y yo tenemos planes, vamos a mudarnos, vamos a tener un hijo.
Él quiso acercarse para tocarle el vientre pero ella lo apartó.
—Sí, vamos a tener un hijo, pero esto no estaba en el contrato. —Afirmó con lágrimas en los ojos. —Yo ya no puedo con esto.
Sintiendo cómo su mundo se caía a pedazos, necesitaba detener las pretensiones de su esposa a toda costa; él ya había construido su vida a su lado y no iba a renunciar tan fácil.
—Cariño, por favor, sé que esto no es lo que te prometí en un inicio, que después de un año te dejaría libre, pero por favor, ya no concibo mi vida sin ti, ya no podría seguir adelante si tú no estás, te necesito a ti, a nuestro hijo.
Estas palabras le dolían como el infierno; no obstante, ella ya había tomado una decisión muy firme.
—Por favor, no sigas. Lo nuestro ya no puede ser. —Dijo con la voz ahogada.
—¿¡Pero por qué no?! —Reclamó a punto de la histeria.
—¡Porque ya no confío en ti! —Respondió alzando la voz una octava. —¡Porque ya no te creo! ¡Porque si Ángela no logró mover algo en ti en diez años, yo no podré lograrlo en uno! ¡Porque a pesar de que intentes alejarte de Stacy, ella no se rinde y no tienes el coraje de mandarla al demonio! ¡Y porque no voy a arriesgar a mi hijo por ti!
Se pasó una mano por el cabello con frustración.
—¡Dios! ¿Qué tengo qué hacer para que me creas que yo te amo sólo a ti? —Insistió. —Estoy dispuesto a que mandemos a todos al demonio y nos vayamos en este momento tú y yo juntos. —Dijo guardando varias cosas en la maleta y cerrándola de golpe. —Vámonos ahora, haremos lo que tú digas.
—¡Lo que yo quiero es que me dejes en paz! —Se quejó visiblemente abrumada.
Sabía perfectamente que, en afán de no lastimar a más gente, Claire era perfectamente capaz de quedarse sufriendo sola y en silencio, porque esa era su esencia, ayudar a niveles insospechados. No obstante, él no tenía esa alma de mártir y no estaba dispuesto a renunciar a ella sin luchar con todas las armas que tenía a su disposición. Él no estaba acostumbrado a rendirse sin dar batalla y, aunque en un inicio su plan era molestarla lo menos posible, sabía que la única posibilidad de que la pelirroja siguiera hablando con él y dándole razones para convencerla era hacerla enfadar. Sólo había algo que diezmara el espíritu de sacrificio —y terquedad —, de la Redfield y eso era herir su orgullo.
—No, lo que tú quieres es seguir evadiendo todos nuestros problemas en lugar de resolverlos. —Reclamó. —¿O qué? ¿Acaso la gran Claire Redfield es en realidad una cobarde? —Retó.
Esto último le pegó en el su ego, como bien su marido lo había anticipado.
—¿Cobarde yo? ¡Tú fuiste en primer lugar quien no quiso despedir a la estúpida de Stacy!
—¡Porque no tenía pruebas! ¡Le pedí a Hunnigan que interviniera su teléfono y no había nada! —Explicó.
—Por favor, no seas infantil. Ella pudo haber usado cualquier otra línea o cualquier otra opción para perjudicarme. —Afirmó.
—¿Y por qué ella? ¿No piensas que pudo haber sido cualquier otra persona? —Reprochó.
—Nadie me odia la suficiente como para dañarme de esa manera.
—Sí tienes razón, nadie te odia, pero yo conozco a alguien que sí te quería lo suficiente como para sabotear tu matrimonio conmigo y ese es Joey. —Concluyó.
—¿Ahora sospechas de tu hermano y no de esa bruja?
—Soy agente federal, cariño. Yo sospecho de todos.
—Sospechas sólo porque estás celoso.
—¡Y tú estás celosa de Stacy! Y comienzo a sospechar, que también comenzabas a sentir algo más por mi hermano que una simple amistad. ¿Piensas dejarme para irte con él?
Diciendo esto, el agente comenzó a sentir ardor en una de sus mejillas producto de una bofetada que su esposa acababa de propinarle.
—Bien, esa es la Claire que conozco, la que pelea y no la que actúa como mártir. —Felicitó con una sonrisa sarcástica.
—Eres imposible.
—Y tú te ves más linda enojada. —Dijo en tono burlón, claramente para hacerla rabiar.
—Vete de mi cuarto, no quiero verte.
—No me iré hasta que no arreglemos esto. —Sentenció.
Ella iba a decir otra cosa, hasta que súbitamente, se desmayó.
