Asalto 14.
Otra perspectiva.
(…)
Como sirviente, su deber taxativo era cuidar del bienestar de sus amos.
Sin embargo, la situación actual era menos que deseada.
Su amo estaba afuera buscando alguna manera de salvar al joven amo, mientras su trabajo aquí era
vigilar que nada ajeno entrara a la mansión otra vez.
¿Este ataque habría sido hecho por algún rival? ¿Un enemigo del pasado?
Todo era posible, pero lo más importante era asegurar la vida de Sylph, que se escurría de los dedos
como arena fina.
Justo entonces, escuchó suaves acordes de piano en sucesión. Una amena melodía sin apuros ni mácula.
Al llegar a un gran salón, fue cegado momentáneamente por un telón luminoso y blanco que lo cegó
momentáneamente.
Parpadeando para aligerar el efecto de la luz entrante, pudo arrastrar sus ojos sobre el salón.
Sus pupilas violáceas flotaron dentro de sus cuencas y buscaron el sonido, quedando fijos sobre una
figura que se movía grácilmente las manos por las teclas de blanco.
Mientras tocaba, su cabello soleado y de puntas ligeramente verdes como el pasto primaveral se mecía
de un lado a otro como un péndulo.
La luz entrante se reflejaba en su vestido blanco.
Su mundo era el piano. Nada fuera de él existía delante de sus ojos.
—...
Pasaron cinco minutos, en donde Xión siguió tocando con gentil pasión. Asura estuvo allí, oyendo su
música sin apuro. Provocaba calma en su corazón agitado, algo que ciertamente necesitaba mucho estos
días.
Una vez terminó de cerrar, Xión relajó los hombros, y masajeó su cuello.
He estado tan nerviosa estos días que apenas he dormido...
Cuando estaba así, tocar aplacaba sus preocupaciones y le daba tiempo de reordenar sus pensamientos.
Puesta de pie, pensó en marcharse fuera del salón una vez cerró el piano.
...hasta que vio a Asura parado a dos metros.
—...
Su mente, reiniciándose de cero, no pudo seguir el ritmo.
¿Eh?
¿Todo este tiempo estuvo mirándola sin que se diera cuenta?
¿Desde el principio?
—…
El rostro de la doncella se volvió escarlata como un atardecer.
Sonrió torcidamente.
— Hey. ¿Qué tal? ¿No toco excelente?
¡No, idiota!
¿¡Qué tipo de comentario era ese!? ¿¡Qué es ese lenguaje informal!?
Pero hablar normal le era imposible, ¡el pánico la golpeó sin avisar!
Asura sonrió.
— Es tal como dijo Jeff-San, tienes un gran talento en el piano, Lady Xión.
— Ujum... Supongo que sí.
Su voz no salía como quería. Un viejo tendría voz más dulce. ¿¡Por qué su garganta no la ayudaba!?
— ¿Se encuentra enferma? La he notado algo ronca...
— Ah, no es nada. ¡Estoy de maravilla...!
Se rio jocosamente, moviendo los brazos.
Necesitaba cambiar el foco, o terminaría derritiéndose.
— Eh... De todos modos… Asura-Kun, ¿qué piensas hacer después de esto?
Asura respondió sin contratiempos.
— Pensaba darle una vuelta al Joven Sylph... Aunque lo dejó a cargo directo de Dark-Kun, es mi deber
echar una mirada de vez en cuando...
"Sería bueno si pudiera hacer algo por él, pero no tengo idea de cómo ayudar."
—...
Xión guardó silencio.
Entendió su impotencia.
Ella tampoco tenía conocimiento de cómo ayudar a su hermanito. No tenía las conexiones de su padre,
la entereza de Dark, o la capacidad multitarea de Camelia.
Era solo ella. Un bloque sin uso.
Aun así...
Sus dedos rozaron la mejilla del mayordomo. Una sonrisa adornó su rostro.
— Entiendo tus sentimientos. Sin embargo, papá te dejó a cargo de la mansión porque confía en ti. No
defraudes sus esperanzas...
Abandonó el calor de su mejilla. El mayordomo estaba sorprendido, llevando una grieta en su expresión.
Xión volvió a sonreír, caminando a la puerta.
"Incluso las piezas más inútiles terminan siendo usadas en algún momento. ¿Cuánto más una pieza tan
capaz como tú?"
(…)
— No mejora…
Acariciando la mejilla pálida del elfo acostado en cama, Camelia dio este comentario sin aires de alegría.
Aunque era una sirvienta a su servicio, no podía despertarlo.
Del otro lado de la cama, estaba Darkness, enviando una mirada más fría pero con emociones igual de
intensas.
— Será mejor que Etanol traiga algo útil, o estaremos perdidos...
— Hey...
Camelia reemplazó su preocupación por molestia.
— ¿Qué te he dicho de llamarlo Etanol-Sama?
— ¿Qué te he dicho de no molestar más con eso?
Camelia expulsó aire por la nariz, nada contenta. Su personalidad seguía igual de descarada.
Hoy no traía su ropa de mayordomo, sino una camisa azabache y pantalones igual de oscuros.
Camelia no señaló nada sobre esto, demostrando claramente que su preocupación por Sylph ascendía
entre sus prioridades. No tenía tiempo para enojarse por el código de vestimenta.
Además que era un buen modo de dar a entender que no haría nada más que estar al lado del joven
amo.
— No te preocupes, Etanol-Sama seguro traerá algo que ayude...
— ¿Cómo estás segura? ¿Es confianza o seguridad?
— ¿Cuál es la diferencia?
— Una proviene del sentimentalismo, mientras que la otra de hechos verídicos.
— Entonces dices que me muevo a base de sentimientos.
— ¿Tienes sentimientos?
—...
Ese idiota...
Camelia necesitaba mucha paciencia, o habría una lucha aquí en la habitación.
— Antes de ser contratado por el Joven Sylph, ¿qué trabajos tomabas?
— De todo tipo.
— ¿De todo tipo?
— No te preocupes, nada demasiado escandaloso...
Como si pudiera creerle...
Es decir, tenía de compañero a un asesino sádico. Sus trabajos no podían consistir en arrancar malas
hierbas del patio de una casa.
— ¿Exactamente cómo obtuviste a Link de compañero?
Era demasiado...explosivo.
— Mamá me lo recomendó.
—...
No esperaba una respuesta tan...cómoda.
— ¿Por eso formaste equipo con él? ¿Por qué tu mamá te lo dijo?
— Por supuesto, comprobé personalmente sus habilidades. También le hice un examen de admisión.
No fue algo placentero para Link, quien estuvo obligado a sufrir mucho dolor.
Pero Camelia seguía teniendo dudas. ¿La familia de Link estaba en el mismo negocio, o era ajena a él?
— No me preguntes de eso.
— ¿¡...!?
¿Pero qué...?
Él sonrió malvadamente por primera vez, complaciéndose en su expresión.
— Tu expresión no es un libro privado.
Idiota.
Resopló molesta.
— Si quieres saber más, siempre eres libre de preguntarle a mi madre.
Camelia hizo una mueca desagradable.
Preferiría besar a Darkness antes que volver a encontrarse con ella.
Ella no parecía pertenecer a este mundo, envuelta por tinieblas y secretismo. Era un peligro en sí mismo
que solo traía mala fortuna.
— Pasaré.
— Buena respuesta.
La vida de Link no fue nada fácil.
No todo el mundo terminaba siendo vendido por su propia familia a un noble.
Era mejor no hablar de ello.
Camelia, que tenía una mano bajo su mentón, lo miró recelosamente.
Supongo que no hablará de Link por las buenas...
Podía ir por otro camino, entonces.
— ¿Eso significa que has trabajado para nobles corruptos?
— ¿Hoy por qué estás tan preguntona?
— Curiosidad.
Y estar en silencio en una habitación era estresante, incluso para ella.
Darkness, sin nada mejor que hacer, cedió a su capricho. Él también estaba aburrido.
— Bueno... Ha habido tantos que ha sido habitual. Aunque siempre aparecen algunos que son
problemáticos.
— ¿Problemáticos?
¿Problemáticos en qué sentido?
— Algunos intentan eliminarme luego de concluir el trabajo. Suele suceder con trabajos de asesinatos o
saboteo.
—...
¿Debería condenarlo a él, el que actuó, o a los patrones que lo contrataron? Ya no sabía qué hacer.
— Los nobles son así. Es imposible que sean totalmente blancos...
— Etanol-Sama no es malo.
— No digo que sea un villano. Pero, aun siendo quien es, ha tenido que tomar decisiones dudosas por el
bien de su casa y familia.
Nadie podía ser totalmente de un color.
Mucho menos del blanco.
Ni siquiera él.
Ni siquiera Sylph.
Todos tenían maldad y bondad. Las medidas dependían de la persona.
— ¿Y?
— ¿Y qué?
— Te he hablado un poco de mí, te toca. Di algo de tu madre.
— ¿Por qué de mi madre?
— ¿Entonces fuiste abandonado? Bueno, era de esperar...
Ella arrugó su entrecejo, cayendo en su trampa.
— No digas tonterías. Mi madre es una persona increíble y muy hermosa, y no me abandonó.
— ¿Lo es?
— Sí.
Sus ojos se bañaron en añoranza y cariño. El recuerdo de su madre arrancó de ella una sonrisa radiante.
— Pero sería mejor que nunca la conocieras.
— ¿Por qué?
¿Era aún más agresiva que Camelia?
— Se terminaría enamorando de ti.
—...
¿Qué?
— Mi mamá tiene un pequeño defecto. Se enamora muy rápido...
Eso no era un pequeño defecto.
— Mientras sea guapo, ella cae al instante.
—...
¿Esto no le daría muchos hermanos?
— Como mamá vive alejada de la sociedad, me he librado de tal cosa.
Siempre echaba los curiosos, de todos modos. No le gustaba arriesgarse.
A Darkness le pareció irónico. ¿Por qué?
Simples, porque pudo adivinar en qué condiciones fue traída al mundo.
Si su madre caía fácil, entonces su nacimiento tenía una base precoz. Que no hablara de su padre ya
decía mucho.
Odio admitirlo, pero en eso somos iguales.
(…)
Darkness miró a Sylph, pensativo.
Si antes parecía una persona a las puertas de la muerte, ahora era un espectro a punto de partir. No
tenía presencia y parecía desvanecerse con cada respiración.
Preocupado por el revés en su estómago, le tocó el dorso de la mano con levedad.
Tocó la punta de sus dedos, y notó que estaban tan fríos como la nieve. Frunció el ceño.
— ¿Eh?
— ¿Darkness?
Camelia lo llamó. Esto se debió a que la expresión de él cambió drásticamente. Convirtiéndose en una
llanura cubierta de desconcierto.
Ella no pudo identificar la razón del cambio.
Era normal que no pudiera, pues ella no podía ver lo que él.
Reflejado sobre sus ojos esmeraldas yacía el aura lima y difuminada que emanaba de Sylph. Tal como
tinta diluyéndose en un vaso de agua, esta aura ominosa se filtró de los poros del peli—verde,
lentamente abandonando su cuerpo.
De repente, los dedos de Sylph se sentían más fríos.
La sangre se le heló.
Sabía qué era esto.
El prana de Sylph.
A diferencia del maná, no constituía parte importante de su potencial mágico ni marcial.
Sin embargo...perderlo todo estaba fuera de cuestión.
...Bajo prana causaría que su cuerpo perdiera la voluntad de vivir...
Sus ojos no paraban de mirar la sombra de muerte cernida sobre Sylph.
El prana se diluía en el aire, abandonándolo sin mirar atrás.
Antes de pensar en hacer otra cosa, decidió actuar rápidamente.
— ¿...?
Camelia vio a Darkness tomar la mano de Sylph. Su expresión era todo menos buena.
Darkness infundió a través de la mano de Sylph de su propio prana.
Enredó sus dedos con más fuerza e inmediatamente y sin palabras de entrada introdujo un flujo lleno de
vitalidad a través de su mano.
Tenía que darle el doble debido a sus afinidades distintas.
Aun así, continuó compartiéndole.
— ¿Qué sucede? ¿Pasa algo malo con el Joven Sylph?
— Su prana se está filtrando.
— ¿¡...!?
¿Su prana...?
— ¿Por qué?
— No sé.
Pese a los esfuerzos de Darkness, el prana de Sylph no paraba de filtrarse de su piel, aumentando su
apremio.
Si entregaba demasiado prana, terminaría muriendo.
Aun con su reserva mucho más nutrida que la de un humano común, seguía teniendo su límite.
Solo podría aguantar 7 minutos...
Si Sylph seguía perdiendo más allá de eso, él no podría ayudarle...
Maldición...
Aunque quería evitar la filtración, aun no conocía la causa del mismo.
¿Sylph había perdido la voluntad de vivir?
¿O algo causó que su cuerpo se debilitara hasta este punto?
Tch...
Una luz blanca abrazó su espalda, donde dos manos sostenían.
Miró atrás, cruzando miradas con la doncella.
— Debería ayudarte a aguantar un poco más.
A ella le habría gustado hacer lo mismo que Darkness, pero no tenía tanto control como él.
Terminaría desperdiciando la mayoría sin ser ayuda real.
No era tan competente como su madre...
Parte de la fatiga de Darkness fue olvidada gracias a la magia curativa de Camelia.
Sin embargo, aún tenía serias preocupaciones sobre cuánto estaría Sylph filtrando prana.
...
...
.
Demonios...
Ya estaba en su límite. El sudor bañaba su frente. Su cabello caía sobre ella, más brillante por la
humedad...
Su garganta seca raspaba con cada respiración. El uso constante de prana le causó una fatiga tan intensa
y arrolladora que comenzaba a tambalearse y a perder la fuerza en sus extremidades.
Debería haber abandonado hace dos minutos, pero aun seguía...
Ya déjalo...
Pensó, viendo que la filtración no se detenía.
Sin embargo, continuó infundiendo maná a través de su mano...
Si seguía, moriría.
Debía abandonar. Rendirse ante lo inevitable.
—...
Apretó la mano de Sylph, apoyando la otra en el colchón.
Aunque su mente gritaba, él se negó a soltar su mano.
Su mente divagó. Fue Camelia quien evitó que se desmayara, pero eso estaba llegando a ser insostenible
también.
Debería soltar la toalla, a estas alturas, nadie lo culparía...
Pero una mirada a su rostro dormido enviaba de vuelta cualquier pensamiento similar.
Ese rostro no pegaba con él.
Debería abrir los ojos y ver con sus propios ojos la preocupación de sus seres queridos.
Tu padre se volverá loco si te pierde...
¡Sí que deja de morirte y despierta!
— ¡...!
— ¿...?
Como si el cielo oyera su plegaria silenciosa, el prana dejó de evaporarse fuera de Sylph.
Como un grifo cerrándose...
Pudo haberlo imaginado...
...pero su piel se vio un poco mejor.
—…
Soltando su mano, se separó de la cama y echó una exhalación desfallecida.
— ¿Ya pasó?
Asintió.
Camelia suspiró, también agotada después de usar tanto maná.
Lo ayudó a llegar al sillón más cercano.
Darkness no tuvo la fuerza para hablar de momento, ajustándose al sillón y tratando de no caer dormido
en el acto. Ella también tomó asiento, casi tan agotada como él.
— ¿Estás bien?
— ¿Me veo bien?
— No.
— Entonces no hagas preguntas tontas.
— No sabía que podías compartir prana...
Eso no lo hacía cualquiera.
— Mi madre me enseñó.
¿Ella?
— Dijo que podría ser útil.
—...
Seguía sin entenderla.
— De todos modos, será necesario que guardes reposo. Deberías regresar a tu habitación y descansar—
— No.
— ¿Eh?
Se negó inmediato, como le hubiera pedido algo insoportable de oír.
— No me iré de aquí.
No podía apartarse de Sylph, sin importar que tan cansado estuviera.
— Estás tan débil que hasta Lady Xión podría derribarte. ¿Qué utilidad tienes al quedarte con el Joven
Sylph?
— No cambiaré de opinión.
—...
Ella resopló, nada atraída por su obstinación.
— Como si pudieras evitar un ataque en tales condiciones...
— Dudo que tú puedas.
—...
—...
El silencio arribó a la habitación, donde solo podía oírse la suave respiración de la persona recostada en
cama.
Apenas sintió sus músculos relajarse, los párpados de Darkness se volvieron el doble de pesados,
sintiendo un impulso incontrolable de cerrar los ojos y perderse en la oscuridad.
— ¿...? ¿¡...!?
El cuerpo de Darkness cayó de lado, aplastando a Camelia.
Tratando de retirarse, apenas pudo deslizar más atrás la cabeza, dando como resultado que el torso de
Darkness se deslizara hacia su regazo.
Su destino final provocó que Camelia se escandalizara.
¿Debería lanzarlo?
Movió las manos, tomándolo de la ropa...
Ah, pero estaba cansado...
Aflojó las manos.
¿No sería descortés hacerle eso a alguien que acababa de sacrificarse por Sylph...?
—...
Tomando su frente, suspiró con exasperación.
Oyó un gimoteo del pelinegro, a quien acomodó sobre sus piernas para mayor reposo.
Será la única vez que haga esto por ti...
Movió sus dedos sobre su cabello, lamentando no tener a la mano algo con qué marcarla.
Comenzó a preguntar si obtuvo almohadas de regazo de su madre... Una pregunta hecha solo por ocio.
Su rostro dormido no era nada comparado a cuando estaba despierto. Tenía una florida paz en su
expresión somnolienta, y su cabello revuelto en su frente le quitaba la impresión de inabordable.
Una hora después de dejarle su regazo para dormir, la puerta se abrió, revelando la entrada de Asura y
lady Xión.
El CPU de la doncella tuvo un corte de luz.
Xión y Asura quedaron similares, con señales de "cargando" sobre sus cabezas.
— Él me obligó.
Dijo lo primero que se le ocurrió. Una tontería sin sentido.
Más, cuando había estado frotando su cabello por ocio.
Asura se recuperó con unos segundos de retraso. Xión seguía actualizándose.
— Discúlpenos la intromisión.
Se llevó a Xión fuera de la habitación, cerrando la puerta sin mirar atrás.
La doncella casi se muere allí mismo. Lamentó no tener poder pintar la cara del mayordomo dormido.
(…)
¿Dónde estoy?
El mar de alquitrán se hacía un poco más claro alrededor de esa pequeña luz esmeralda. Esta luz fluyó
como una fogata y emitió su brillo, purificando los alrededores de las aguas negras.
Quiso extender su mano. Logró moverla hacia aquella luz.
Sintió la presencia de alguien conocido.
¿Por qué esta luz le recordaba a Darkness?
(…)
Hundido bajo aguas ominosas de voces pasadas, entreabrió sus párpados.
Su cerebro volvió a conectarse pacientemente.
Pero no tuvo la paz que pidió.
Rojo flameante lo saludó, pero los valles predominaron por encima de todo.
— ¿¡...!?
Rodó fuera, alejándose de tales cosas.
Camelia parpadeó, ofendida.
— ¿Por qué toparte con mi pecho te provocó esa reacción?
No deseaba interés, pero ¿esto? ¡Era una grave ofensa a su persona!
Darkness peinó su cabello atrás, frunciendo el ceño.
Ella explicó.
—Caíste dormido.
— ¿Sobre tus piernas?
— ¿Impensable para ti?
— Lo impensable es saber qué seguía allí.
Lo normal habría sido echarlo al piso. No dejarlo dormir.
—...
Camelia enrojeció, negándose a responder.
Ella tampoco sabía.
(…)
Era tarde, pero Darkness seguía despierto.
Velaba mientras pelaba una manzana. Apenas estuvo lista y cortada en trozos, metió uno a su boca.
Miró a Sylph. Hace poco tuvo una ligera filtración de prana, la cual le hizo recuperar a través del propio.
Pero no era bueno.
Aunque esta vez no tardó tanto en dejar de filtrar, aún estaba en peligro.
Es decir, si se propasaba, Darkness no podría ayudarle. No tenía prana infinito.
Ojalá pudiera darle el prana de otros...
Ah...
Cierto...
Estaba él...
Terminó su manzana, moviéndose a la puerta.
Atrás estaba Camelia, quien le envió una mirada al verlo salir.
— Antes no te moviste aunque te lo dije, ¿por qué el cambio?
— Necesito intentar todo lo posible. Tengo algo en mente.
—...
Camelia suspiró, entrando en la habitación y enviándole una mirada mordaz.
— Será mejor que encuentres algo útil, o nada de esto habrá tenido sentido.
Asintió, dejándola a cargo de Sylph.
(…)
Todo eso los llevó al momento actual.
La cabaña de Blackguardly.
Todos, estáticos, no entendía la venida del hermano mayor de Orochi. Hace poco despidieron al
caballero atardecer, así que aún estaban adaptándose a los rápidos cambios.
Mucho más, sabiendo que la relación de ambos hermanos no era buena.
Orochi sintió su garganta vibrar.
¿Qué hace él aquí?
Orochi endureció su mirada hasta que salieron chispas de sus puntos rojos.
Por supuesto, todo esto fue un acto.
Estaba nervioso e inseguro.
Además, lo que dijo antes...
¿Venía a cobrar el favor? ¿El mismo favor de aquella vez?
Diablos, ¿tan pronto? ¿En qué, además?
— Dado que llegaste aquí sin avisar, ¿al menos tendrías la amabilidad suficiente de explicarn—
Sus mejillas fueron sostenidas. Darkness llegó a él tan rápido que no pudo reaccionar.
Perdió el aire, mareado y conmocionado.
Los ojos de su hermano parecidos a gemas nítidas ponderaban una intimidación carente de amenazas.
— Necesito tu ayuda. Ven conmigo.
— ¿E-Eh?
¿Su ayuda?
¿No la del grupo?
Instintivamente tragó saliva, para luego hacerse el duro.
Su hermano, tan tranquilo que daba miedo, conectó sus miradas. Pronunció calmadamente su pedido
una vez más.
— Necesito que me devuelvas el favor que me debes… Y eso solo es posible viniendo tú en persona.
—…
— Te lo explicaré mejor una vez estemos allá, por ahora preferiría que no hicieras preguntas…
Sonaba como un mafioso de los barrios bajos. No entendió el porqué de su afán.
— ¿Qu—¡Hk!
Cuando Orochi intentó formular una queja, el agarre se cernió con mayor fuerza.
No era una petición.
Su mirada cedió, dando espacio a Darkness de soltarlo.
Mistic y Urano, quienes estaban agitados, pudieron relajarse al ver a su líder ser liberado.
Pero...
¿Cómo podría serle útil?
El pelinegro dio media vuelta, sin esperarlo.
No tuvo de otra que acompañarlo, así no tuviera información.
Les dio una mirada breve a sus compañeros, a quienes ordenó no preocuparse.
Dar la orden no evitó que lo hicieran.
(...)
Otra vez estaba aquí, en esta aburrida mansión.
Prefería estar en el bar más mugriento del reino que en un lugar así.
No se sentía a gusto, como una cucaracha en medio de mariposas.
— Por aquí.
El pelinegro lo llevó dentro de la mansión después de hablar brevemente con un anciano a quien no vio
bien.
Después de caminar un rato considerable, llegaron a una puerta.
—...
Su hermano tuvo una extraña pausa antes de mover la manija sin tocar previamente. Lo siguió...
Adentro, vio un elfo dormido en una cama.
De respiración muy tenue.
—...
Paralizado por la impresión inicial, olvidó moverse al interior de la habitación.
Fue Darkness quien lo tomó del antebrazo y lo llevó al lado de la cama. Se dio cuenta muy tarde de
cómo fue arrastrado contra su voluntad.
Sobre la cama, una figura respiraba lentamente.
Su cabello, antes de un verde lleno de vida, ahora era ceniciento, a juego con una piel tan blanca como
papel.
¿Este era Sylph?
Estaba muy diferente. ¿Qué le pasó?
No, ¿por qué su hermano lo trajo aquí?
Camelia lo repasó, escéptica hasta la médula. Orochi se estremeció bajo su mirada, gruñendo en
respuesta.
— ¿Qué pasó exactamente…?
Preguntó.
Camelia y Darkness mostraron expresiones sombrías. Orochi presintió un hilo de ira correr por las
pupilas verdes de Darkness.
— Una quimera extraña lo atacó. Algo en su sangre le hizo esto...
—...
Orochi resopló, rascando su cabello.
— Ok, entiendo más o menos, pero... ¿Qué diablos tengo yo que ver con esto?
"No tengo poder curativo ni nada..."
¿No deberían buscar una sanadora competente que pudiera ayudar?
— La magia normal no lo puede curar. Ya lo hemos intentado.
¿Era así?
— ¿Entonces por qué estoy aquí? Mi trabajo no trata precisamente de salvar personas. Se trata de lo
contrario...
— Esto no tiene nada que ver con tu oficio.
— ¿...? Pero no veo cómo puedo ayudar—
— Puedes.
— ¿Eh?
Las esmeraldas lo atravesaron.
— Puedes hacer algo para ayudarlo.
— ¿...?
¿Qué estupideces decía ahora?
Él no podía sacar a alguien de un coma.
Además...
— A este tipo ni siquiera le queda mucho... Su prana se desborda cada 5 minutos. Nadie puede vivir
tanto así...
Camelia gimió.
Eso era cierto.
Darkness no era suficiente.
No podía darle prana para siempre. Necesitaba algo menos arriesgado que mantuviera a Sylph con vida
hasta la llegara de Etanol.
— Tú puedes hacer que Sylph dure más tiempo.
— ¿Crees que un asesino es capaz de hacer milagros? Incluso si compartiera de mi prana con él, no
bastaría.
— Eso sería si solo compartieras el tuyo...
— ¿¡...!?
Cerró la garganta, emitiendo un silencioso jadeo.
¿Qué?
¿A-Acaso él...?
Sus hombros temblaron. Sintió mucho frío recorrer su cuello. Jaló de su bufanda...
I-Imposible...
— ¿C-Cómo lo…?
— ¿Creíste que no lo sabía?
— ¿¡...!?
Ah...
¿Entonces sí estaba al tanto?
¡E-Es imposible! Nunca le hablé a nadie de eso...
Ni siquiera a él, su hermano...
— ¿...?
Camelia tenía signos de interrogación flotando sobre su cabeza, pues no entendía nada de los diálogos.
Darkness, reconociendo la pregunta no dicha, explicó:
— Orochi puede transferir el prana de otros.
— ¿¡...!?
¿Podía hacer tal cosa?
Una cosa era transferir el prana propio, ¿pero poder transferir el prana de otros?
Orochi sudó, notablemente pálido.
—… ¿D-Desde cuándo...?
¿Desde cuándo lo sabía?
Solo descubrió ese poder después de probar por ocio algunos hechizos. Su mente curiosa lo hizo probar
muchas cosas en secreto...
Así descubrió que podía transferir prana, algo indispensable para la vida de otros, así estos no quisieran.
¿Por qué no quiso que se supiera?
Obviamente, para no diferir de su hermano.
Cuando era niño su mayor sueño era parecerse a él. Como su hermano no tenía esa magia, lo hizo sentir
ajeno.
Por lo tanto, lo escondió, alegando que no tenía tal cosa.
Cuando se separó de su hermano, toda restricción auto-impuesta debería haberse desvanecido. Sin
embargo, incluso ahora nunca pensó en practicar esa magia, ni siquiera por curiosidad...
— ¿Qué…pretendes?
Dijo, humillado y sin fuerzas.
— Nada.
— ¿...?
La mirada de Darkness se movió a Sylph.
— Como puedes ver, Sylph está grave.
—…
— Es tal como dijiste...
"Sylph no durará mucho si continúa así..."
— Es por eso que necesito tu ayuda.
—...
Cualquier rechazo quedó abatido cuando oyó su petición. La lengua, trabándose en un nudo físicamente
inexistente, impidió que hablara y que emitiera algún ruido. La mente quedó en blanco, desechando
todo pensamiento o emoción.
Darkness necesitaba su ayuda.
Su hermano lo necesitaba.
—…
Sus manos temblaron por el borde de su bufanda oliva.
—… ¿De verdad es tan importante?
Podría solo resignarse. Dejarlo morir y buscar otro empleador...
— Sí.
La mirada fija de Darkness, más caliente que las llamas del infierno, desenterró los secretos que tenía
metidos en un baúl.
Tragó saliva, sintiéndose acorralado mientras sangraba en una esquina.
¿Tan importante era ese elfo para él?
Dos emociones contrarias batallaron dentro de su corazón:
La alegría...
...y los celos.
Era necesitado por el bien de ese elfo en coma.
Se mordió el labio inferior, frustrado consigo mismo.
Sentía que la garganta le ardía. No podía comprender las profundidades de sus propios deseos.
Al final, terminó soltando una risa arisca.
— Nunca creí que te moverías por el bien de alguien…
Darkness no contestó al instante, sino que dejó correr el tiempo, para finalmente murmurar:
—… Yo tampoco…
(…)
Una vez terminó el informe al cuerpo de caballeros sobre lo ocurrido en la aldea hace unos días, volvió a
casa, esperando que esto ayudara a Alexander a no tener toda la carga sobre sus hombros.
Hace no mucho un pueblo completo de semi-humanos desapareció sin dejar rastro, y ahora una aldea
era atacada por algún tipo de magia negra. Hubo especial prisa en llegar al sitio del desastre y de
recolectar datos esenciales. Se le agradeció a Sonata el informe tan conveniente.
Aunque él solo había estado allí de casualidad.
Apenas entró a casa, un anciano de bigote con mechas oscuras entre sus cabellos encanecidos.
Estrechando la mirada, le saludó calurosamente:
— Sonata-Sama, cuanto nos alegra que haya regresado. Nos preocupamos cuando no volvió…
Sonata sonrió a medias.
— Me quedé en casa de un amigo.
— ¿Un amigo?
¿Por qué sonaba tan sorprendido? ¡Él tenía amigos!
Bueno, los considero más compañeros de trabajo o conocidos amistosos que amigos como tal...
Llegó a una oficina, en donde una mesa forrada de papeleo rodeaba a un hombre rubio. Leía unos
informes con una mano, mientras su otra mano acercaba la taza de café a su boca.
— Volviste, Sonata…
— Sí, Padre.
Una gota de sudor bajó de su mejilla.
¿Ahora qué?
Cuando oyó que sería muerto por los asesinos, cualquier pensamiento de su familia voló lejos de su
mente y se despreocupó, pero ahora que tenía al frente a su padre, no podía formular las palabras ni
una buena excusa para estar fuera de casa durante una noche sin aviso.
¿Qué hago? ¿Qué hago?
Su mente reconectaba sus neuronas una y otra vez en busca de una salida viable.
— No volviste anoche, pasaste al menos medio día afuera...
— Sobre eso, me disculpo. Me quedé en casa de un amigo...
Respondió lo más natural que pudo.
— ¿Qué amigo?
Oh, rayos. Por supuesto que iba a preguntar por quién. Aunque tenía conocidos caballeros, no era amigo
íntimo de ninguno.
Calmó sus latidos erráticos y miró a su padre.
— Es un amigo que hice recientemente. Durante una de mis misiones me ayudó y fue muy amable
conmigo.
Enterrando las punzadas de culpa, continuó hablando – Era un momento especial, así que me quedé a
comer con ellos, y como ya era tarde, me ofrecieron pasar la noche.
Sonrió, pues esto no lo veía como una mentira. Su padre lo miró unos segundos antes de asentir.
— Deberías presentármelo alguna vez si es tan buena gente.
— Lo haré. Vive un poco alejado de aquí.
Dentro de un bosque melancólico y vacío.
— Oí que diste un informe preocupante sobre una aldea…
Asintió. Las noticias viajan rápido.
— Fue casualidad que me topara con el incidente. Debo decir que nunca antes vi nada igual.
— Hmm. ¿Tu amigo está bien?
— Ah, él no vive en la misma aldea, así que no sufrió ningún daño.
— Veo... Ya puedes irte a descansar. Seguro estás cansado...
— Gracias.
Con eso, fue liberado de su padre, que continuó los informes con ojo crítico.
Al girarse, una gota de sudor rodó de su frente.
Salvado…
Palpándose el pecho durante un instante, prácticamente corrió hacia su habitación.
Entre las cosas que trajo de ese lugar, estaba el pan que le fue obsequiado. Ordenó momentos antes
que lo llevaran a su habitación...
¿Debería probarlo?
Se oyó el papel ser movido, después un mordisco.
— ¿...?
Volvió a mirar, y, al lado de su cama tenía a su hermano, mordiendo uno de sus panes sin haber pedido
permiso.
— ¿¡...!?
El cabello cayó fuera de la cama.
Su hermano lo vio desde arriba.
— ¿Qué sucede?
— ¿¡H-Hermano...!? ¿Q-Qué haces aquí?
Silver lo saludó con una mano, devorando lo que quedaba del pan.
— Estaba algo preocupado. Me dijeron que estuviste involucrado con el incidente en la aldea...
— Ah...
— También tenía algo curiosidad por tu nuevo amigo.
¿Ah?
— ¿Tienes curiosidad por él?
¿Y cuándo se enteró de eso? ¿Acaso las paredes eran de papel?
— No tienes amigos cercanos, así que quiero saber qué tipo de persona te haría llamarlo amigo.
¿Cómo reaccionaría si se enterara de que tal persona era un asesino?
Bueno, no podía mantener todo en secreto, o se vería sospechoso.
— Fue alguien que conocí recientemente. Nada que valga la pena mencionar.
— ¿Hombre o mujer?
— ¿Hombre...?
¿Por qué la pregunta?
— Ah...
Su hermano tuvo alivio cruzando sus rasgos.
— Y yo que pensé que te habías escaqueado con una mujer...
— ¿¡...!?
¡Él nunca haría eso!
— Ahora llegando a un tema más serio, ¿exactamente qué pasó en esa aldea?
La mirada de Sonata se ensombreció.
— No tengo idea, pero creo que tuvo que ser algún tipo de influencia maligna. Solo eso explicaría
porque todos los aldeanos se volvieron violentos sin razón aparente...
Silver se llevó una mano a su mentón, pensando profundamente.
— ¿No encontraste al causante?
Sonata negó.
— No encontré rastros. Probablemente se marchó antes de que llegáramos…
— ¿Alguna idea de sus intenciones?
— Ninguna de momento. No hubo saqueos ni acciones que demostraran obvias.
Silver frunció el ceño. Pero decidió dejarlo aquí.
Mejor intentaba subir el ánimo.
—También oí que te encontraste con Alexander Istogracia—Sama.
La mirada de Sonata dejó de estar abatida.
— Sí. Incluso pude luchar a su lado. Fue mucho mejor que los relatos sobre sus heroicas hazañas. Aun no
puedo creer que haya intercambiado palabras con él...
—… Entonces detuvo el ataque de la mujer antes de que pudiera hacer algo—
Ah, espera...
No supo en qué momento Sonata comenzó a relatar sus andanzas con Alexander, ni cuando se convirtió
en solo un narrador sobre lo que hizo durante la resolución del Caos de la aldea.
Debería haberme ido antes.
(…)
Mansión Clover.
Tensando las mejillas, Orochi miró inquieto a la pelirroja al otro lado de la cama.
— Ella tiene que irse.
— ¿Qué? ¿Por qué debería? ¿No necesitas el prana de otros para compartirlo con Sylph?
Orochi gruñó.
— Primero quiero probar con Darkness...
Darkenss no cambió su estado de ánimo y miró atentamente a la chica. Ella se crispó.
— ¿Realmente te quedarás solo con él? ¿Y si hace algo contraproducente?
— Tengo la confianza de contenerlo si tal cosa sucede.
— Pero el Joven Sylph...
— Lo tengo cubierto.
—...
Ella suspiró.
— Bien, pero estaré a la puerta en caso de emergencia. Llámame si sucede algo.
— Hmm.
Camelia salió de la habitación, dejando a ambos hermanos solos.
— ¿Comenzamos?
Orochi bufó por lo bajo y tomó un minuto para contestar.
— Tu novia es realmente molesta.
La cara de su hermano se torció tanto que le causó miedo.
Orochi llegó a Sylph, nada contento por cómo avanzaba el guion.
Arremangándose las mangas, respiró hondo.
—...
Orochi tragó saliva.
Lo miraba tan fijamente que bien podría hacerle un hueco en la frente.
Era incómodo y desagradable, pero no podía quejarse.
Estiró la mano.
Su hermano levantó una ceja.
La cara de Orochi ardía como fuego. Tardó un raro en mover la boca.
— Necesito...tener contacto contigo para hacer la transferencia...
— Hmm.
Darkness le entregó la mano, provocando un espasmo en Orochi, quien estuvo a punto de lanzarla lejos
de él.
Mantener contacto le provocaba muchas sensaciones. Lo peor de todo es que no sabía identificarlas con
precisión.
Cerrando los ojos, tocó la mano de Sylph, sirviendo como intermediario para la transferencia.
Comenzó, enviando prana de su hermano al elfo dormido.
Aunque al principio estuvo nervioso, con el tiempo Orochi dejó de mostrar inquietud, dejando su perfil
calmado durante el proceso.
5 minutos después.
— Uh…
Emitiendo un suspiro cansado, las manos de Orochi dejaron de tocar las manos ajenas a la suya.
Marcando el final de "tratamiento"
Se limpió el sudor de la frente. No estaba nada acostumbrado a esto.
Ya era muy bueno que sin práctica hubiera salido decente.
Su hermano dejó caer los hombros, agotado.
Pero no se olvidó de mirar la tez de Sylph.
Aún seguía vivo.
Con eso podría mantenerlo vivo más tiempo.
Incluso si Etanol no regresaba con una cura, al menos tendría la oportunidad de seguir buscando...
Sonrió levemente.
Orochi resopló.
— Tendré que hacerlo de nuevo una vez recupere mi maná—¡Ng!
— Bien hecho.
Frotando entre la sien y el cabello negro de Orochi, Darkness lo felicitó de plano como si fuera un perro
que ejecutó un truco recién aprendido.
Repentinamente dócil, Orochi permaneció estático y con la mirada baja, enrojeciéndose sin control.
Ni siquiera pudo insultar mentalmente al ex mercenario.
(...)
Pensar que terminaría durmiendo en esa mansión tan cara...
— Extraño mi cabaña...
Lo cenicienta que era, lo silencioso de los alrededores...
Ahora mismo estaba mirando el techo, mientras trataba de conciliar el sueño. La excesiva comodidad
debajo de él era contraproducente para su irritante estado de ánimo.
Además...
Retirando parte de su bufanda, tocó detrás de su nuca, lugar donde acabó la mano de Darkness.
Hace mucho tiempo que no me felicitaba...
Después de hacerse mercenario y abandonarlo, endureció su trato con él de tal manera que no hubo
espacio para reconciliación.
Él tampoco la quiso, no después de ser dejado atrás.
Se movió, cubriéndose la cabeza con varias almohadas.
Solo duerme y olvídate de todo.
Pero, ¿Cuánto tiempo estaría cuidando de ese elfo?
Es decir, por sí solo no podía despertarlo. Solo lo mantenía vivo.
Pero Darkness se negó a darle esa información, al menos de momento.
Bueno, una vez termine aquí, ya no le deberé nada...
(...)
Habló muy pronto...
Llevaba cuatro días, ¡y seguía manteniendo a ese elfo respirando!
Y ese idiota no decía término para su servicio. ¿Pensaba usarlo toda la vida?
"Te necesito..."
—...
Se echó tras la cama, moviendo las piernas.
— ¡AAAHHH! ¡Púdrete! ¡Cómo si me importara...!
Mañana sería el quinto día de servicio. ¿No estaba abusando mucho de este favor?
— Ahhh...
Mejor dormía y esperaba el mañana.
Quizás sucedería algo importante.
(...)
— Ey.
— ¿Qué?
La genuina confusión de Darkness al responder su llamado lo irritó. Hoy usaban el prana de Camelia,
mientras que días anteriores usaron el de Asura, y otros sirvientes.
El anciano no fue incluido, pues necesitaba siempre estar en óptimas condiciones por si sucedía algo en
ausencia del amo. Link tampoco se ofreció.
Orochi exprimió la pregunta que había guardado todos estos días.
— ¿Hasta cuándo estaré aquí?
—...
Darkness parpadeó, alterando sus nervios. No era una pregunta sin fundamento.
Pero la respuesta de Darkness lo dejó boquiabierto.
— Oh... ¿Ya estás cansado?
— ¿¡...!? ¡Claro que no!
¡Esto no se debía al cansancio! ¡Sino de intereses! ¡In-te-re-ses! ¡El favor de salvarle la vida no debería
ser tan grande...!
¿O sí?
— ¡Chicos!
— ¿¡...!?
Sin tocar previamente, Stone entró, llevando a la mano una amplia sonrisa. Antes de que Camelia
pusiera a la mesa su mala educación, las palabras que salieron de su boca derribaron toda queja.
"Etanol-Sama ha vuelto..."
(...)
El padre del elfo era mucho más...común de lo que imaginó en un principio.
Pelo más oscuro y liso y mirada corriente. No destacaba en altura, complexión o porte. Tampoco se veía
majestuoso o extremadamente hermoso como algunos elfos. Vio la última hija, ella se asemejaba más a
este último tipo.
Ahora este hombre lo sostenía de los hombros, dando palmadas pesadas.
— Oí todo de Asura-Kun. Nos has ayudado mucho, Orochi-Kun.
— Ah, no...no fue mucho.
Habría sido mejor que hubiera sido un noble manipulador. Que fuera tan sincero le caía como veneno a
una herida abierta.
Además, dado que este tipo ya estaba aquí, ¡necesitaba irse pronto!
— Organizaremos un gran banquete para ti...
— Eso no es necesario...
— ¡Y no nos olvidemos de una recompensa! No puedo dejar que te vayas con las manos vacías...
Un sonido de billetes corriendo entró en los oídos de Orochi.
La recompensa de un noble no sería nada insignificante.
— Claro...
No podía dejar ir esto. Es decir, ¡se lo merecía!
Su hermano no tuvo quejas al respecto, dejando que Etanol hiciera lo que quisiera.
Lo que más le importaba, por otro lado...
(...)
— Un ojo de lobo...
— ¿Lo conoces?
Apenas abrió la pequeña caja de cerámica, Darkness reconoció el objeto con una breve mirada, dejando
asombrado a Etanol.
— Mi madre tenía muchos libros.
— Oh...
Etanol chistó la lengua.
¿Acaso todo el mundo los conoce menos yo?
Pensó que Yire era estudiosa, ¿pero incluso alguien como Dark sabía sobre el Ojo de lobo?
Tal vez necesite estudiar un poco más.
(...)
¿Por qué hay tanta gente aquí?
Orochi no podía sentirse cómodo, no con este gentío dentro de la habitación.
No solo estaba el patrón, también sus dos hermanos, su madre, y algunos sirvientes... ¿¡Acaso pensaba
entrar todos aquí!? ¡No podía respirar!
La medicina la tenía el chef, quien la cocinó para la ingesta de Sylph.
El ojo se había convertido en un líquido multicolor.
Eso parece veneno por donde lo mires.
Si no supiera lo mismo que Darkness, entonces habría sido engañado.
Etanol decidió darle de beber esto a Sylph. Camelia lo asistió, asegurándose de que no lo matara
ahogado.
Contrario a lo que muchos pensaron, el proceso no fue espectacular de mirar.
Bueno, no es que todo necesite rayos y centellas...
Opinó Darkness, viendo las expectativas de la gente.
En cuanto se terminó la solución, Etanol y Camelia reacomodaron a Sylph en la cama.
— ¿Por qué no despierta?
Preguntó Xión, impaciente. Reishell le respondió.
— ¿Olvidaste que debe digerirlo?
— Ah.
¿Solo digerirlo? ¿Cómo una comida normal?
¿No era una medicina milagrosa? ¿Por qué era tan normal?
— ¿Entonces tendremos que esperar hasta que lo digiera?
— En realidad...puede tardar más que eso... No se sabe con exactitud...
Oh...
—...
¿¡ENTONCES QUÉ DIABLOS HACÍAN AQUÍ!?
(…)
El perfil de Sylph mejoró mucho, pero aún estaba sin despertar.
— Apenas ha pasado unas horas, no deberías estar tan ansiosa...
Darkness, adivinando su ansiedad, cerró el libro que tenía a mano. Camelia siguió alisando el cabello
verde de Sylph.
— Me sorprende que no lo estés.
— No ha pasado mucho desde que bebió la medicina.
— Eso no evita que me preocupe.
— Hmm...
Darkness apartó el libro y lo dejó de vuelta en una pequeña mesa. Puesto de pie, se movió a la salida.
— ¿A dónde vas?
— A buscar a Orochi…
—...
Deberías ser más sincero…
...Y no encubrir tu preocupación como signo de debilidad.
(…)
¿¡HASTA CUANDO ESTARÍA AQUÍ!?
¡Ya iba a una semana quedándose en esta mansión, y nada parecía indicar que pronto se iría!
¡Debería quejarse con Darkness sobre este abuso al contrato!
— ¿Debería ir a decírselo ya mismo?
No podía seguir ocultando su voz. ¡Ya debería haber cubierto la cuota pendiente!
— ¿Uh?
Al pasar junto a los establos (y contenerse de robar un caballo y huir), encontró la vista del mayordomo
de canas acariciando la melena de un caballo.
Era uno de los mayordomos más respetados, según sabía.
Se llamaba Jeremy, ¿verdad?
— ¿Quién está ahí?
¡...!
Elevando sus cejas, el anciano encontró unos cabellos oscuros escondidos tras la entrada.
Orochi asomó la cabeza, preguntándose qué tipo de anciano era tan perceptivo.
Las cejas de Jeremy se relajaron.
— Eres el hermano menor de Dark—Kun... ¿Qué te trae por aquí?
— Ah, solo paseaba un poco...
Venir aquí no estaba prohibido, ¿verdad?
El anciano soltó una risa.
— No está prohibido que pasees un poco. No te arrestaré ni nada.
— Ah...
Ruborizado, mordió una maldición.
Pero la mirada de Jeremy se hizo un tanto más seria.
— Orochi-Kun, ¿Cuánto años tienes?
— ¿Hmm? Quince, ¿por qué?
— Quince, eh...
El anciano sopesó distintos pensamientos. Una mano sostuvo su barbilla de canas blancas.
— ¿Has oído de las Bestias antiguas?
— ¿...?
¿Qué diablos era eso? ¿Un grupo? ¿Una banda?
— Supongo que no...
El anciano asintió.
— Según los libros, son bestias que han existido desde la antigüedad y que tienen poderes más allá de la
imaginación. Algunas vagan por las tierras de este mundo causando catástrofes, y otras permanecen
ocultas en la densa población. Son insondable y pocas personas las han visto.
¿Era eso así?
Nunca leí nada similar en la biblioteca de madre...
Bueno, no es que pudiera tener todos los libros existentes.
Pero era raro que algo así de fascinante no fuera mencionado por ella.
— ¿Por qué me mencionas sobre ellas?
— Porque de alguna manera me recuerdas a una que conocí.
— ¡...!
¿Él conoció una personalmente?
Jeremy, teniendo la total atención del adolescente, no pudo evitar hincharse orgulloso.
— La conocí cuando era mucho más joven. Tuve la suerte de que fuera uno amistoso. De otro modo, no
habría sobrevivido...
"Mi tierra natal fue golpeada por una peste muy contagiosa. Las personas morían a diario, convirtiendo
la vida de todos en un luto constante. Muchos niños quedaron huérfanos, incluido yo..."
Ugh...
— Entonces apareció esa Bestia antigua...
"La enfermedad que nos tenía aterrorizados terminó siendo vencida por sus manos. Respirar el mismo
aire sanaba cualquier dolencia. Fue increíble..."
Orochi ensanchó los ojos.
— ¿Tan poderoso era?
— Pocas semanas bastaron para que todos los hombres, mujeres y niños fueran purificados de cualquier
enfermedad. Incluso la tierra fue limpiada...
Que poder más grande...
— Lo más irónico, es que la mayoría de las personas de aquellos tiempos aún viven... Me pregunto si la
magia de él tuvo algo que ver...
— ¿Cómo se veía?
— No parecía diferente a un humano. Como tenía largo cabello blanco, lo apodamos el Hombre de
blanco...
Hmm...
— Y sobre lo que dije antes...
"Me recuerdas un poco a esa persona..."
—...
Tengo pelo negro y mala mirada, ¿y nos comparas?
¿Este viejo estaba ciego?
Jeremy se rio.
— Tu cara es un libro abierto. Deberías cerrarlo un poco más...
Tampoco se refería a su aspecto, sino a su presencia...
Apenas sentía algo, pero podía distinguir una chispa breve de similitud.
Bueno, no era algo que pudiera descubrir ahora.
— Orochi...
— ¿¡...!?
Apareció Darkness a poca distancia, tomándolo del brazo. ¿Pensaba que iba a escapar? NI siquiera
intentaba salvar las apariencias.
— Tch...
Llevándolo fuera del lugar, le dio un asentimiento efímero a Jeremy.
Orochi, a punto de desaparecer, dijo:
— Adiós, abuelo... Gracias por la historia...
—...
El anciano, después de un raro, sonrió cómodamente.
Me pregunto si Dark-Kun podría comenzar a llamarme así también...
(…)
¿Cuántas veces tendré que hacer esto?
Primero que nada, odiaba tener que tomar la mano de Darkness. Prefería mil veces a la doncella de mala
vibra...
Camelia tuvo que regresar al trabajo que había dejado acumular. No tuvo de otra que aceptar la mano
del pelinegro.
Pasaron los minutos, y el tratamiento llegó a su fin. Darkness se recostó en el sillón, cerrando los ojos.
Siempre quedaba muy cansado. Orochi no entendía por qué llegaba a estos extremos.
Solo tendrías que dejarlo a su suerte. ¿Por qué esforzarte?
Sin embargo, insistía en continuar.
Miró el perfil de Darkness, quien parecía haberse entregado al mundo de los sueños.
Bueno, era un buen momento para marcharse, ya había terminado aquí...
Ah...
Cierto, ¡no le dije nada sobre querer irme!
Se olvidó...
Masajeó el puente de su nariz, maldiciendo su propia idiotez.
Bueno, luego lo intentaría. Pensó en moverse hacia la salida y descansar un poco, pero algo cambió.
Un sonido salido de la nada, algo extraño y algo bizarro...
...ratones royendo madera, pero más húmedo.
Al girar, encontró algo de lo más inesperado.
Sylph estaba despierto.
...Arañando sus brazos, manchando sus dedos de sangre.
Como si sintiera picazón e incomodidad...
Saltando tan rápido como pudo, alejó sus manos de sus heridas antes de que las agravara más.
Sylph, con sus ojos vacíos como cáscaras sin contenido, lo observaron como una criatura en medio del
fango.
— ¿¡Qué estás haciendo!?
¿Despertaba, y hacía esto?
Aunque tenía arañazos por los brazos, y la piel enrojecida alrededor parecía palpitar, no mostró signos
de sentir dolor.
Reconocimiento entró en sus ojos rubís.
— ¿Darkness?
El corazón de Orochi se detuvo. Sylph llamaba por su hermano como una mascota abandonada.
Deja de mirarme así…
Lo miraba como si fuera su salvador. La similitud que compartía con su yo pasado arrastró fuera de él
una mueca retorcida de enojo.
Su yo ingenuo, que seguía a su hermano mayor como si estuviera inscrito en su ADN. Un total idiota que
idolatraba a su hermano y quería imitarlo.
Le provocó tanta ira que pensó en arrancar esa mirada soñadora de su cara.
No, espera… Respira, respira…
Provocarle aunque sea el mínimo daño haría que Darkness lo colgara vivo. Tenía que curar esas heridas.
No era experto en esa magia, pero curar esos rasguños debería ser posible.
— Quédate quieto. Si vuelves a lastimarte, te golpearé.
—…
El chico obedeció dócilmente, dejando que la gravedad atrajera sus brazos a la cama.
— Bien…
Debía curarlo antes de que Darkness despertara. Sabía que no llevaría mucho para que eso pasara.
Abrió las manos por encima del brazo de terribles arañazos, y respiró hondo.
La magia empezó a desbordarse. Era tan tenue como la primera nevada, pero las heridas empezaron a
cerrarse poco a poco.
Sylph ladeó el mentón, sin parar de observarlo. Probablemente no entendería ni la mitad de lo que
sucedía, pero su manera de mirarlo le provocó escalofríos.
Casi parecía un ser sin alma.
Una muñeca que se movía sola.
(…)
— ¡Sylph!
Entrando en la habitación, Etanol sonrió al ver a su hijo despierto. El cual, era alimentado con trozos de
manzana por mano de Camelia.
Su hijo...estaba de vuelta.
Lo que hizo no fue en vano.
Aun cuando temió que fuera así todo este tiempo...
Las lágrimas cayeron bajo sus ojos... Se acercó torpemente a la cama, tomando una mano de su hijo.
— Sylph...
—...
— Lamento no haber estado allí para ayudarte... Ahora estarás bien. Supongo que tendrás muchas
preguntas, jaja...
—...
— ¿Sylph?
¿Este silencio perpetuo no era raro?
Vio sus ojos. Estaban algo idos, sin fijarse en él...
¿Qué?
¿Por qué estaban así?
Miró a Camelia, pero Darkness contestó por ella.
— Ha estado así desde que despertó. Algo desvanecido...
—...
— Parece confundido, pero nos reconoce a todos hasta cierto punto...
¿Entonces era una consecuencia del coma?
Bueno, cualquiera estaría confundido.
Pronto mejoraría, así que no debería desesperar. Sería tonto enviar pánico en el resto.
Apretó la mano bajo la suya. Le pareció tan frágil.
—...
A decir verdad, Darkness estaba algo alterado por esto, oyendo el anterior testimonio de Orochi.
Apenas despertó de su coma, se causó lesiones. Además de actuar como un contenedor sin alma y que
se movía por instinto. Esperó confusión de su parte, pero esto sobrepasaba todos los posibles
escenarios que tramó en su cabeza.
¿Por qué se causó esas heridas? Orochi le dijo que no habían sido nada bonitas...
—...
Sylph mordió el siguiente bocado de manzana, casi ignorando a su padre.
¿Las heridas de antes?
No las causó por despecho o histeria.
Sino porque sentía algo extraño bajo su piel, algo que lo hacía sentir sucio.
Como brea fluyendo por sus venas...
Lástima que su sangre fingía ser del mismo color...
(…)
Una vez Darkness dejó un tiempo para que la familia de Sylph se pusiera al día con él, se reunió con
Orochi, quien se tomaba el tiempo de acomodar la habitación que le dieron temporalmente (nunca se
podía ser demasiado ordenado).
Sus ojos se cruzaron.
La saliva se le secó, tardando un tiempo en hablar.
¿Qué sucede? ¿Por qué estaba nervioso?
Es más, ¿por qué este tipo estaba aquí?
El pago (recompensa) ya se le había dado, y el banquete que disfrutó fue muy bueno, no debería querer
nada más de él.
— ¿Qué haces aquí?
No pensaba hacerlo trabajar más tiempo ¿verdad? ¡El elfo estaba despierto, así que no existía la
necesidad de eso!
— ¿Piensas hacerme trabajar más?
Se preparó para huir si la respuesta terminaba siendo un "Sí".
Darkness dio un paso adelante. Orochi retrocedió.
— ¿Por qué retrocedes?
— ¿Por qué avanzas? Ya te pagué el favor, así que solo deseo irme lo antes posible...no me interesa lo
que tengas que decir...
Agitó la mano con desdén, rogando que Darkness asintiera y se fuera, pero…
— ¿¡...!?
Saliendo Darkness a una velocidad de un relámpago, Orochi no pudo prever su próximo movimiento y
quedó boquiabierto mientras miraba a los lados. Un tirón salido de la nada sobre su bufanda lo hizo
inclinarse.
La mano de Darkness sujetó uno de los extremos de su bufanda oliva. Enrolló la tela hasta que Orochi
fue atraído hacia él.
— ¿¡Q-Qué!? ¿¡Qué haces…!?
Todo sería más sencillo si solo se olvidara de la bufanda...
Pero no podía.
Era su escudo. No podía ser despojado de él.
Por lo tanto, tuvo que resignarse.
Darkness, asintió ante su obediencia forzada, diciendo:
— Sylph no habría logrado resistir tanto tiempo sin tu asistencia... Gracias por eso.
¿¡...!?
¿Eh? ¿¡Eh!?
Las conexiones cerebrales de Orochi fallaron una tras otra, dejándolo con una expresión facial aturdida.
Sus afilados ojos escarlatas estaban abiertos como platos y su boca como una O.
La sorpresa que sintió no podía describirse en palabras.
Literalmente dejó de pensar, quedando con la mente en una perfecta planicie.
La tela verde ceniza de su bufanda se aflojó hasta escurrirse de los dedos de Darkness. Le embargó la
nostalgia cuando Darkness se apartó.
¿Su hermano acababa de darle las gracias?
¿El mismo tipo frío?
Una sola palabra se llevó la pesadumbre de Orochi, tragando su enojo como si solo fuera un bocado de
pan suave.
¿Es más? ¿Esto era alegría?
Ah, demonios...
Su cara enrojeció, volviéndose una imitación de un tomate maduro.
¡No reacciones...!
Él mismo se asombraba de lo rápido que su ira se había esfumado de su mente y ahora un sentimiento
indescriptible se paseaba dentro de él.
Era la alegría. Alegría de ser reconocido.
Como en aquellos tiempos, cuando eran niños.
Tuvo que darse la vuelta, tapando su boca.
— Solo pagaba un favor...
Incluso su voz temblaba.
(…)
— Por Dios, ¿cómo puede dejar al Joven Sylph en un momento así?
Aunque se quejaba, sabía que se despedía de su hermano, quien ofreció ayuda a la causa del Joven
Sylph.
Después de un conmovedor encuentro familiar, llegó la hora de dejar descansar a Sylph. Ella pasó a
darle un vistazo, preocupada de que se volviera a hacer daño, según le dijo Darkness.
Miró el blanco de la luz entrante por la ventana, pensando que el día se veía inusualmente brillante.
El estado de ánimo repercutía directamente en la percepción del mundo.
Retiró los cabellos de la frente del Joven Sylph. El tiempo en cama se lo dejó algo largo.
Aunque ahora estaba en un estado desorientado e irregular, confiaba que el tiempo curaría sus heridas
internas y regresara a ser el joven intrépido de siempre.
Sonrió dulcemente, acariciando la cabeza de Sylph como una madre.
— El cabello de Darkness era más grueso…
Dijo pensativamente mientras frotaba entre sus yemas las hebras delgadas de Sylph.
— ¿Mi cabello es qué…?
— ¡EEEKKKK!
Camelia saltó como un conejo.
— ¿Dark—
El pelinegro introdujo una manzana a su boca. Ella quedó censurada.
— Ya Sylph está bien, así que no es necesario que estés aquí.
¿Qué?
¿La estaba echando?
— Tienes unas orejas terribles. Deberías borrarlas...
— ¿¡...!?
Ojeras...
Cierto, estos días no durmió bien. No se dio ese lujo por la constante ansiedad provocada por el coma de
Sylph. Le fue natural perder parte de su sueño habitual, llevando algunas consecuencias notables...
Sacó la manzana de su boca. ¿Tanto le costaba pedir directamente que reposara?
— Lo que tú digas. No te ves mucho mejor.
Bueno, un poco mejor, pero igual se le aplicaba.
Por supuesto, no podía ignorar su propio cansancio. Una mujer ojerosa no era atractiva para nadie.
(…)
Emergiendo rápidamente de las aguas luminosas, la bella dama se limpió el cabello pegado a su espalda
y lo colocó sobre su hombro.
Sus ojos barrieron la habitación, encontrando alguien que acababa de entrar; un hombre misterioso, el
cual no le agradaba en ninguna de sus presentaciones.
— ¿Espiando a esta bella dama mientras se da un baño?
Towin tiró una risa contenida.
— Pero mira a quién tenemos aquí, a mi queridísima Yix. ¿Cómo te ha ido?
— De maravilla, Towin. Solo me atravesaron con una espada, nada impactante.
— Oh, ya veo. ¿Mizue no hizo nada para darte el golpe de gracia? Que decepción. Esperaba algo de
traición dentro de los estándares.
La mujer resopló sonoramente y tiró su cabello atrás de su oreja.
— ¿Enserio crees que mi lindo Mizue me traicionaría?
El científico tiró los ojos atrás.
— Me preocupa que creas que es imposible, pero como sea. Quería preguntarte si pudiste recolectar el
lote...
— ¿Me crees incapaz de algo tan simple? Por supuesto que sí...
Ella le entregó una piedra negra. Dentro de ella bailaban rostros deshumanizados por el dolor, la rabia y
la desesperación, tirando gritos silenciosos y en busca de ayuda.
Towin lo tomó de su mano, dándole una mirada analítica.
— ¿Uh? ¿Solo 300?
Yix cruzó sus brazos, sin preocuparse de esconder su cuerpo. Resopló.
— Apareció un personaje de relleno que arruinó mi obra...
— ¿También fue el responsable de lastimarte?
De otro modo, no habría venido a este lugar...
Ella frunció el ceño, rodeando su cuerpo con una toalla.
— ¿Podrías cerrar esa estúpida boca de una buena vez? Confórmate con lo que traje...
— ¿Serías tan amable de no maldecir aquí? Me molestaría que mi hija oyera tal cosa...
— Ja, ¿hablas de esa mocosa? ¿Hasta cuándo la harás pensar cosas inciertas? Ni siquiera la consideras
tuya...
Hiel brotó de su lengua y desplegó una red viciosa de saetas, pero Towin permaneció inconmovible.
Él sonrió amablemente, recordando a la pequeña infante de pelo rosa.
— Eso no es cierto. Simplemente sacó todo lo bueno de mi ADN. Por eso no la creo solo mi hija, sino mi
mejor creación...
Cuando un científico como él lo decía, sonaba escalofriante.
Ella bufó. No obtuvo la reacción que tanto quería.
Solo después de un rato que ella se fue, Towin tiró un respiro hondo de sus pulmones. La acción figuró
como si hubiera salido de un pútrido pantano y hubiera tomado aire fresco.
— ¿Cuándo la van a despedir? Está loca...
Demasiado para su gusto. No se comparaba con su querida hija...
Luego de colocar el Lote en el lugar que pertenecía, se metió en una sala espaciosa. Esta era diferente
de todo el lugar, siendo una habitación pulcramente construida y de construcción burocrática. Podría
confundir este espacio con el salón de un hermoso castillo.
Moviéndose hacia la mesa, miró detenidamente los detalles del mapa.
Este mapa contenía el Reino de Eclipse y un poco más allá de las fronteras. Poseía una cantidad munífica
de detalles y puntos importantes.
Sus ojos se dirigieron a la frontera con Flyiers. Ese lugar estaba cercano al Fuerte Tyuna y era el lugar
más resguardado de las fronteras.
—Ah, ¿estabas aquí?
—…
Como si encontrara una persona, Towin habló con una esquina cubierta de oscuridad. De ella no podía
verse absolutamente nada, menos una persona. Pero él habló cansinamente como si fuera lo más
normal del mundo.
— La recolecta de Yix no fue tan bien como se esperaba. Tendremos que aumentar nuestros esfuerzos si
queremos llegar a tiempo.
—…
— Eso no servirá. Una organización secreta no es una organización secreta si hace sus actividades a
plena luz del día.
—…
— Puede que tú no tengas problemas, pero nosotros sí los tendremos. Si traen a esos caballeros,
estaremos perdidos. Hay que ser prudentes…
—…
— En realidad, me importa un bledo si somos descubiertos, pero sería malo que termináramos siendo
extremidades antes de tiempo.
—…
— No es que nadie vaya a detenernos sin saber nuestros planes en primer lugar...
Aquella sombra se movió ligeramente, enviando un escalofrío a la espalda del científico.
La sombra sacó a relucir una mano. Las uñas desfilaron finamente de sus dedos, moviéndose por los
puntos clave en el mapa.
Towin escondió su miedo.
Se consideraba un hombre curioso por la naturaleza de los seres vivos, pero dudaba que pudiera
aguantar un segundo más con ese ser mítico. Creía que si pasaba un segundo más con él acabaría su
alma siendo devorada.
¿Qué tipo de persona podría estar codo a codo con este monstruo?
...
Muy lejano del salón de arreglo burocrático, una dama de pelo blanco bebía de su taza mientras ojeaba
un libro. Un segundo bastó para que sus ojos divagaran en el aire y las letras impresas en tinta.
— ¿Sucede algo, Yiresia-Sama?
Su sirviente preguntó por su inesperada pausa al leer.
— Nada importante. Solo me distraje un poco.
El sirviente asintió.
Ella entrecerró sus ojos. Una voluta de soledad inundó el mar lavanda.
Sonrió en sus adentros, añorando aquellos días.
— Incluso una mujer distante como yo tiene momentos de añoranza...
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
La parte donde Sylph casi muere fue tan mal escrita que casi lo borro todo de golpe. Me contuve para
poder editarlo y no perder lo más importante.
Aunque quien sabe, tal vez habría sido mejor reescribirla desde cero. ¡Era un desastre sin sentido!
El encuentro con Orochi fue incluso peor. Del tipo que pensé de golpe "¿Acaso todo el mundo aquí está
en sus días o qué? ¿Por qué todos están tan irritables y fuera de sí?"
Y como no, sobraron escenas que no aportaban nada a la historia. Del tipo "No entiendo qué pensaba el
autor a poner esta escena. Que lata me da leer esto". Lo sé porque antes de ser escritora, soy lectora,
así que yo misma me di de lleno cuando la escena hacia un cambio extraño y sin seriedad.
Soy mi peor enemigo, mi peor crítico, XD.
Además que todo se resolvió tan rápido, que de no ser por los cambios de escena, probablemente se
habría resuelto en uno o dos capítulos, ¿pueden creerlo? ¡Un coma se resolvió en tan poco tiempo!
¡Apenas unos pocos días!
Me dije que eso no estaba bien. Si alguien va a ser atropellado, necesita tener un tiempo en cama como
mínimo. Una curita no lo va a levantar como si nada. Sylph no es Zack de Tenshi para poder sobrevivir a
un apuñalamiento, silla eléctrica, veneno, etc, (¿Seguro es humano?)...
Si piensan que el capítulo es corto, solo quedó así después de sintetizarlo. La versión anterior era un
desastre. Me dieron náuseas de lector al tener comida mal cocinada en mi plato, XD.
Y acabo de darme cuenta de lo sádica que soy... Otras veces soy tierna, y otras veces más tóxica. A
quienes han leído mis otras historias cortas sabrán de lo que hablo. Algunos son parecidas, lindas y
agradables, y otras más...bueno, oscuras.
Y eso que ni siquiera soy de los que odian a muerte su propio personaje, como Tappei, que siempre
anda desviviendo a Subaru (Si desviviera a Emilia con la misma intensidad y constancia, no sería tan
malo), o Gege, que mató a Gojo-Sensei ToT, ¡el tipo más amado del fandom de Jujutsu Kaisen!
A veces no sé en qué piensan... Ni hablar del autor de Kimetsu no Yaiba... Ese tipo no tuvo piedad.
Espero que estén bien desde donde estén. Prácticamente nadie que hable español lee lo que escribo XD,
¿por qué será?
Bueno, yo leo historias en inglés, así que es lo justo, supongo...
Con todo eso dicho, Analyn se despide, ¡Bye bye!
