Se llegó el día del concierto, faltaban solamente dos horas para la primera interpretación, en menos de una hora sabían que la Reina saldría desde el Palacio de Buckingham rumbo al gran Royal Opera House, donde en uno de sus salones se llevaría a cabo el evento, el profesor de la Universidad de Londres se acercó hasta él para tratar de tranquilizarlo.

"Déjate de tonterías" le había espetado "Ésta es tu noche, disfrútala, déjalo tranquilo, sus motivos tendrá para abandonar esto, seguro se sintió desplazado" sonrió con dolo "Olvídale, después de esto aparecerán cientos, mucho mejores que él" trató de animarle pero sin mayor éxito, Trowa lo miró con cierto aire de molestia pero guardó silencio, ¿que aparecerían cientos de hombres después de eso? No le servía de nada, solo quería a uno, ese único ser tan maravilloso estaba lejos de él, era inalcanzable y no sabía por qué.

Miró por última vez su amada Universidad de Oxford, tan bella y esplendorosa, con aquella majestuosidad que siempre admiró, pero ahora llena de dolorosos recuerdos, dejó su violín sobre la cama del dormitorio, estaba resuelto a tirarlo a la basura, pero Duo se lo impidió, le dijo que lo dejara, él se lo guardaría para cuando decidiera volver, a pesar de las palabras de Quatre porque abandonara tal idea.

Ahora el rubio iba rumbo al Aeropuerto internacional, justo en cuatro horas saldría su avión, aquel transporte que lo alejaría de la ciudad que tanto amó y que también le hizo tanto daño "Adiós amada Londres, siempre te llevaré en mi corazón" decía con cierto aire jubiloso, dentro de su mente, en su corazón, mientras el taxi se alejaba de ahí para hacerlo dejar atrás tantos dolorosos recuerdos, quizás le seguirían hasta donde fuera, sin importar el tiempo o la distancia, pero prefería no estar en el lugar donde se originó todo, tal vez así podría obligar a su mente para que olvidara tan terribles memorias.

No hubo más batalla que pelear, se encontró frente al público que lo observaba, todos habían prestado atención a su interpretación con la Orquesta, ahora todos miraban expectantes lo que podía lograr como concertista, de pie frente a todos comenzó a tocar su parte especial, un cúmulo de sentimientos se arremolinó en todo su cuerpo, interpretó la pieza con la mayor maestría que pudo haber tenido en la vida, por primera vez las tonalidades de su interpretación tuvieron un sentido y el sentimiento del que careció durante toda su vida, los espectadores estaban asombrados, a punto de derramar las lágrimas, aquel joven no solo eran un prodigio, un genio nato, también estaba dotado de la calidez y amor con que debía contar todo artista.

Agitó su cuerpo estrepitosamente en las partes más altas, con el tempo en perfecta armonía, él y el instrumento, eran uno solo, por primera vez en su vida a causa de la tristeza y la frustración, cuando llegó al clímax de la música sus propios ojos eran lo que estaban derramando lágrimas, con la imagen de Quatre en todas y cada una de aquellas gotas de húmeda soledad, terminó la pieza musical con el mismo dominio con el cual comenzó, la familia real incluso se puso de pie, ovacionando a tal prodigio, hacía mucho tiempo que no se escuchaba algo así, los demás miembros de la orquesta lloraban también, todo mundo se empapó del sentimiento que Trowa transmitió con su música.

Aquel momento de gloria no fue lo que esperó, no estaba feliz, se sentía vacío, Quatre no estaba ahí para haberlo escuchado, el amor de su vida estaba lejos, quien sabe dónde, quizás no tan lejos, pero no estaba ahí con él, no estaban compartiendo las lágrimas. Hizo una sola reverencia y salió de prisa del recinto, tan rápido que no alcanzó a escuchar el regaño de su profesor, corrió por las calles de Londres, rumbo a Oxford, quizás le encontraría ahí, si tenía suerte; cuando no pudo correr más subió a un taxi. Al llegar corrió por los pasillos rumbo al dormitorio, tocó estrepitosamente, como si se tratara de una urgencia, ésta vez la puerta se abrió, era Duo, pero Trowa no esperó a preguntar por Quatre, entró rápidamente ante los reclamos del joven amigo de su novio, o ex novio, ya no sabía que estaba sucediendo.

"¿Qué diablos te sucede?" le preguntaba un molesto Duo que mantenía la puerta abierta, esperando que el chico se saliera, Trowa vio el violín en la cama e inhaló y exhaló aire con sutileza en un suspiro, eso quería decir que su amado estaba ahí, eso tenía que ser. Se giró hacia Duo y lo miró fijamente, sus ojos estaban cargados de una expresión que Duo jamás vio en el rostro tranquilo y casi frío de Trowa, pero no le importó, si estaba así se lo tenía bien merecido, Quatre le platicó todo, era su confidente, casi su hermano, por eso el chico de trenza estaba molesto, sabía que si su amigo se había ido era por culpa de él.

"¿Dónde está? Mi Quatre" preguntó con dolor, temiendo una respuesta que no quería oír, pero ahí estaba, Duo lo miró con odio, estaba furioso.

"¿No lo sabes? Deberías suponerlo" le decía en un tono lastimero, casi una burla, Trowa negó enseguida, estaba confundido, el violín, el instrumento estaba ahí, debía significar algo "Dímelo por favor, necesito hablar con él porque no tengo idea de lo que sucede" trató de explicar, pero Duo hacía oídos sordos a sus palabras, no le importaba la urgencia de Trowa.

"Se fue ¿sí? Ya no lo encontrarás aquí jamás" respondió con tristeza y enojo, causándole una gran sorpresa, una conmoción que al instante no tuvo cómo reaccionar, luego se acercó a él estrepitosamente, tomándolo por los hombros lo agitó.

"¡Es mentira! Él no pudo haberse ido" gritó molesto, nunca antes se sintió así, tuvo miedo, sus pupilas temblaban tratando de enfocar a un sorprendido Duo, no quería aceptar aquellas palabras "¿Por qué no habría de ser cierto?" le había respondido el otro sin aminorar su enojo "Después de lo que le hiciste, eres un cobarde" lo miró nuevamente, aquella expresión de desprecio, Trowa no entendió en un instante, luego se confundió, creyó entender, luego pensó que no había modo que se enterara de algo así, después encontró lógica a lo que pensaba y se alejó suavemente de Duo, desconcertado.

"Lo que él cree no es toda la verdad, de eso estoy seguro" dijo casi entre dientes, el otro no entendió aunque tampoco le importó, para Duo Trowa era un canalla y punto, no tenía justificación. "¿Por qué dejó su violín?" al cabo de unos segundos preguntó después de ver otra vez el instrumento, callado y hermoso, dentro de su estuche sobre la cama.

"Porque fueron tú y la música lo que más le ha lastimado ¿Encuentras otra explicación? ¿Por qué querría algo que le recuerda a ti? Eres un maldito, nunca lo mereciste, tampoco ese talento que tienes" espetó Duo con enojo, ya no soportaba ver a Trowa un momento más, lo quería fuera de su vista, así que se acercó y lo empujó, tratando de hacerlo salir de la habitación, la puerta seguía abierta, pero el chico de orbes esmeraldas no lo permitió, aunque Duo tenía apariencia frágil era fuerte, sin embargo Trowa estaba desesperado, no le importó empujarlo y abrirse camino.

Fue hasta la cama y agarró el instrumento de Quatre, enseguida Duo trató de arrebatárselo, no permitiría que se llevara tan preciado objeto, pero no pudo impedirlo, Trowa echó a correr con toda la fuera de sus piernas, escuchando en un eco la voz de Duo que corría tras él, gritándole que se detuviera, que dejara el instrumento, pero luego de algunos segundos la voz se fue difuminando hasta desaparecer, ya solo eran él y el violín de Quatre, corriendo por las calles ahora tristes y grises de Londres, todo cuanto conocía había perdido su color, nunca antes le importó tanto su vida como ahora pensándola lejos de Quatre.