Capítulo 18: Infortunio

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Un rayo cayó cerca y el trueno retumbó haciendo que ambos jurados, antes tensos en sus sillas, brincasen del susto.

Jacob y Akiko en la escena, apenas se movieron y continuaron interactuando como si ningún sonido hubiese estallado afuera. Ellos permanecieron mirándose fijos el uno al otro, como si estuviesen sumidos en una especie de trance, o como si distanciarse o apartar la mirada fuese un hecho inaceptable. Atraídos por una fuerza invisible, parecían inconscientes de que se acercaban cada vez más, causando que así, en el aire, creciere una imponente tensión.

Kento intentó aclarar la garganta, enderezó la espalda pero en un descuido dejó caer su bolígrafo. El tric del metal cayendo sobre la baldosa del piso hizo un sonoro estrépito frente al absoluto y asfixiante silencio. Los hombros de Risa saltaron en consecuencia; ella siguió con la mirada el bolígrafo que rodó cerca del trípode de la cámara. Kento entonces hizo un amago de incorporarse, pero volvió a sentarse, llevó las manos sobre la mesa y luego los bajó de nuevo a su regazo.

—¿Qué pretendes intentar? —dijo Jacob con tono invariable, pero con un toque de curiosidad.

Kento y Risa subieron velozmente la mirada hacia ellos.

Habían llegado a la parte en donde improvisarían y, sin embargo, el guion previsto no definió una cercana igualdad en actuación con las demás candidatas. Pese a tener los mismos diálogos la interpretación se diferenció con cada expresión, el encuentro de cada mirada, la intensidad que podía ocasionar una pausa, el sugerente acercamiento e incluso el asomo de un provocativo suspiro.

Akiko se hallaba muy cerca de Jacob, a solo un respiro de su cuerpo. Ella bajó la mirada a sus labios, mordió su labio inferior, y arrastró su mirada nuevamente a sus ojos.

—¿No te gustan las mujeres? —preguntó con tono seductor. Alzó el brazo y sus dedos rozaron en una caricia su antebrazo— ¿O por si acaso otra mujer hace que temas de que algo más suceda?

La tensión aumentó. Sus dedos comenzaron a subir entre roces su piel hasta llegar a su musculoso bíceps. Ella lo miró desafiante, pretendiendo hacerle perder la compostura.

Jacob la detuvo cogiendo de su muñeca. Se inclinó hacia su rostro y le dedicó una mirada inmutable.

—Las mujeres fáciles no son mi tipo —replicó con voz profunda, buscando insultarla.

Sin embargo, Akiko solo parpadeó y escondió una sonrisa de satisfacción.

—¿Te intimido? —Se acercó un centímetro más y sus pechos rozaron su masculino torso—. Tu corazón está latiendo muy rápido—Moduló la voz hasta un volumen muy bajo y erótico—. Y sintió mucha tensión.

Jacob soltó su muñeca y llevó la mano a su cintura, atrayéndola bruscamente hacia sí.

—Si quieres jugar a esto, ¿por qué no lo haces mejor?

Risa cubrió su boca para evitar un chillido del sobresalto y la emoción. Habían roto parte de la tensión solo para acrecentarlo aún más. Sus miradas eran muy intensas, apasionadas, tanto que parecían paralizados por el desmedido ardor que aquello provocaba. La respiración se volvía más pesada. El calor los envolvía y parecían conectados por un magnetismo electrizante y fieramente apabullante.

Con los labios muy cerca, él deslizó la mano hacia el costado de su corpiño, apretándola en un toque posesivo y ardiente que erizaba la piel.

Ya se hallaban muy cerca el uno al otro, aún más pegados, con los labios a escasos centímetros a unirlos, parecían cerca de besarse, y...

Takuma aún no detenía la escena.

Risa tragó en seco, sin atreverse a pestañear.

La escena aún no podía terminar. Akiko aún no había dado el siguiente paso para poder terminarlo, y si seguían así, creía que de un momento a otro ambos acabarían por besarse.

Takuma no había permitido que ninguna de las candidatas besase sus labios, pero con Kyoko la química que había era inmensurable, y hasta podía ser él mismo quien se precipitase primero.

Cuando Akiko, de repente, posó la palma de la mano sobre su mejilla, esbozando luego una sonrisa taimada, cualquier atisbo de la realización de un beso se esfumó.

—Si deseas jugar a esto —susurró ella, apartando su rostro unos centímetros para mirarlo a los ojos—, no debes temer dar el último paso, grandulón.

Takuma pestañeó una vez y alejó sus manos de ella.

—Bien, es suficiente.

Ambos dieron un paso atrás, mientras que sus rostros cambiaron su expresión de una manera drástica, como si el acercamiento y la atracción que manifestaron fuera causa de un encantamiento que había sido roto.

Tanto Risa como Kento parpadearon, anonadados por el raudo cambio del ambiente. La tensión y ascenso de temperatura se extinguieron para abrir camino a una mezcla de indiferencia y una pizca de incomodidad.

Takuma se alejó otro paso de la actriz, dio media vuelta y dirigió su mirada entre Kyoko y la mesa de jurados. Su expresión severamente seria cruzó con la mirada de Kyoko, quien tragó en seco y apretó los puños con nerviosismo.

….

Se equivocó.

¿Se equivocó?

Por dentro todas las alarmas de alerta sonaron, haciendo que pensar con claridad le fuese imposible. ¿Y si había cometido un error? ¿Y si su propia piel se hubiese atravesado en la piel de Akiko para hallar una excusa que la llevase a la decisión de no besar a ese hombre?

—Kyoko Mogami-san —Takuma seguía observándola bajo esa mirada inescrutable, carente de alguna señal que advierta su juicio sobre la actuación final—, antes de que te retires, quisiera hacer algunas observaciones relevantes.

Kyoko se tensó, creyendo oír las campanadas de la desaprobación.

Todo había empezado desde que entró, cuando no vio a Jun Fujiwara en la mesa y se enteró que Takuma lo reemplazaría como Jacob. Akiko no temía a ningún hombre, ella los dominaba, pero como Kyoko, su piel se estremeció ante la idea de actuar por primera vez una escena tan íntima con nadie más que con él.

Incómodo, debía ser incómodo, pero solo lo fue en la escena final.

El calor de su mirada azul recorriéndola entera, el tacto de sus grandes manos atravesando como fuego la tela del costado de su corpiño, la fricción de sus respiraciones que…

—Te seremos sinceros —Takuma habló y la interrupción de sus recuerdos hizo a Kyoko abrir más los ojos cuando regresó al presente—. Como una de las candidatas más jóvenes, no juzgamos tu falta de experiencia en este tipo de papeles más maduros, sin embargo, hay que advertir que este papel exige la completa resolución y entereza para actuar las escenas explicitas que lo implican.

La actriz se inmovilizó. ¿Debió haberlo besado?

Antes de que pudiese replicar algo, el director de casting habló.

—Es un punto importante, Takuma-san —dijo Kento, asintiendo—. Dejando a un lado el nivel de actuación, Kyoko-san es bastante joven para tomar un papel tan exigente, pero con eso no quiero decir que…

Otro trueno resonó y dejó de escuchar cuando palpó sus dedos y no sintió el tacto de su anillo. Un escalofrío recorrió su columna. Bajó la mirada y su corazón se le saltó un latido. No lo tenía puesto.

Su mente frenética pronto asimiló dónde lo había dejado. Fue en el salón de belleza, cuando le hicieron la manicura.

Respiró hondo un par de veces y alzó la mirada. Tembló ligeramente. No podía fallar en la audición, nadie ni nada se lo impediría.

—Kyoko-san es una actriz y como actriz estoy segura que está al tanto de las condiciones que abarca el protagónico —terció Risa curvando sus labios en una sonrisa.

—Aunque me siento muy curioso por la decisión del dialogo final —dijo Kento, analizándola—. Kyouko-san, ¿por qué Akiko no besa a Jacob cuando la ocasión lo apremia? ¿La causa lo motiva el personaje o se debe a tu decisión personal por la incomodidad que ocasionaría hacerlo?

—Coincido —manifestó Risa posando las manos bajo su barbilla—. Kyouko-san, ¿no era la ocasión perfecta para besarlo? —agregó dirigiendo una sonrisa maliciosa y divertida hacia Takuma.

Takuma entrecerró los ojos en señal de advertencia. Ladeó la cabeza cuando no oyó algo en respuesta, y de repente notó que Kyoko estaba aproximándose a él.

Aunque la estancia estuviese iluminada, intermitentes destellos de un relámpago alumbraron como látigos a través de las ventanas cubiertas de finas cortinas. Los truenos rugieron seguidamente luego de que el golpe de una fuerte lluvia cayese a raudales.

El actor parpadeó. Estupefacto y repentinamente mareado, consiguió posar la mano en una esbelta cintura, sosteniéndose de ella para no trastabillar torpemente hacia adelante.

Atrás, Risa y Kento no pudieron evitar dejar escapar una exclamación de sorpresa.

Takuma llevó la otra mano al costado de su cintura, apretándola cuando su boca poseyó la suya en un beso abrasador. Embriagado, intentó distanciarla, pero ella había cogido su nuca, atrayéndolo con firmeza hacia sus labios hábiles e intensos.

La empujó torpemente una vez más. Ella se apartó de su boca, aunque no pareciera que fuese por su causa sino por decisión propia. Se separó de él tal como antes se acercó a besarlo, con presteza y seguridad. Sin algo en que apoyarse lo dejó completamente inutilizado y alelado.

Kyoko avanzó dos pasos hacia la mesa de jurados y miró con determinación los estupefactos rostros de los jurados.

—No me rehúso ni siento incomodidad al besar a un actor. Como actriz estoy resuelta a interpretar las escenas explícitas que conlleva el personaje.

Risa balbuceó en respuesta.

—No obstante —continuó la actriz con tono seguro—, en la primera vez Akiko jamás se precipitará a besar a un hombre, ella lo tentará a que él lo haga primero para asegurarse de que lo tenga completamente cautivado.

Se hizo el silencio.

Después de unos segundos, Takuma se acercó a la mesa. Risa y Kento observaron con ojos amplios el rostro completamente ruborizado del actor, volvieron la mirada a la actriz e instante después oyeron un carraspeo masculino.

Takuma giró y recompuso una expresión de falsa pasividad.

—Así es. Akiko jamás se precipitaría primero a besarlo, así que lo habías hecho bien antes.

Se hizo otro largo e incómodo silencio, mientras Kyoko se paralizaba y palidecía, quedándose blanca como el papel.

—No hacía falta que me beses —añadió con un leve carraspeo.

Kyoko soltó una desafinada y corta exclamación, sintiendo que el calor subía por su cuello e inundaba su rostro.

Takuma desvió su mirada, señalando la puerta con la mano.

—Puedes retirarte —El tono de su voz sonó aguda al final. Carraspeó—. Estaremos llamando para informarte de los resultados.

Kyoko abrió y cerró la boca, inclinándose luego en una profunda reverencia.

—¡L-L-L-Lo siento muchísimo!

Se incorporó, giró, miró horrorizada la cámara y a su aturdido camarógrafo, y finalmente salió con pasos apresurados. Cuando cerró la puerta, se apoyó sobre ella, sintiendo aún arder todo el cuerpo de la vergüenza. No supo si fue solo su retorcida imaginación, pero creyó oír risas distantes burlándose de ella.

…..

—¿Qué es lo que más anhelas saber?

Ai se adentró en una profunda seriedad. Tomó la tetera de porcelana y cargó la taza de humeante té. No solía hacer taseomancia con frecuencia, así que necesitaba la mayor concentración para lograr buenos resultados.

Reino la observó y dejó caer la espalda sobre el respaldo del sofá.

—¿Ser dramática es parte del trabajo? —interrogó con sorna.

—Reino-sama —pausó dejando que el silencio dijera lo reprochable e inadecuadas que eran sus palabras en ese instante—. Necesito que se ponga serio y me ayude con esto —pidió con calma— ¿Qué es lo que te inquieta?

Reino fijó la vista en el vapor del té que desprendía la taza.

—El ritual para romper el hechizo de protección que poseo. Se supone que con ese ritual la maldición ya no afectará más a Kyoko —Frunció el entrecejo—. Necesito saber si ese ritual es un maldito engaño o si de verdad funcionará.

—Y tú… ¿no lo puedes predecir? —preguntó sintiendo una extraña tensión en el estómago. Era la primera vez que lo veía con tal severa seriedad.

—Cómo te dije, hay cosas que no practico tanto —Apartó la vista de la taza y subió la mirada con una expresión aburrida. La seriedad y la presión de hace momento se esfumó y Ai se preguntó si la frustración y el disgusto que creyó ver fue solo su imaginación—. No dejo que cosas como la predicción o la adivinación elijan por mí, soy quien forjo mi propio camino.

Ai entornó los ojos y observó la taza. No podía evitar sentir cierta envidia y admiración por su inexorable confianza. Sin embargo, no creía que Reino fuese un ser humano generoso y piadoso. Al parecer él estaba enamorado de su amiga, pero si Kyoko decidiese no corresponderle, no estaba segura de que le siguiese ayudando.

Debía averiguarlo.

—¿Es tan grave la maldición? —Alzó la mirada a la suya con una expresión severa. El sonido de los truenos aumentaron y la tormenta arremetió con violencia.

—Siempre pensé que este tipo de hechizo de protección es cruel, excesivo, pero acertado —Ai sintió unos escalofríos cuando lo vio torcer la comisura de sus labios en una sonrisa maliciosa—. La maldición es discontinua, irregular, esporádica. Está hecha para infligir de a poco el dolor, la desdicha, el infortunio y el martirio. En unos años Kyoko puede acabar mutilada o invalida de por vida, lo que sigue supongo que es la desolada muerte.

Ai apretó la mandíbula, disgustada con su aparente indiferencia.

La lluvia repiqueteando contra el cristal de las ventanas llenó el silencio por unos breves segundos.

—¿De verdad amas a Kyoko-chan?

Reino arqueó una ceja.

—Pero si lo has visto hace unos minutos, Maléfica.

—Dímelo —gruñó con contenida rabia.

Él la miró con detenimiento y suspiró.

—A Kyoko la deseo, quiero poseerla, anhelo que se entregue a mí, pero no deseo verla sufrir. ¿Es eso amor?

Ai cerró los dedos sobre la almohada que tenía a su lado y la estrujó.

—¿Qué pasará si ella no te corresponde?

—Lo nuestro no funcionará para siempre —respondió con rapidez y sin titubeo.

—¿Qué? —soltó perpleja, deshaciendo su puño.

—No creo en cosas como el amor o la felicidad eterna. Mi obsesión por ella algún día acabará y dejaré de ansiar tenerla. Los químicos del enamoramiento nublan mi juicio. Cuando la posea acabaremos con esto.

Ai abrió y cerró la boca, quedando completamente atónita. Aquella manera de expresarse era maquiavélica e insensible, podría ser en ciertos casos verídico, pero también dejaba al descubierto cómo era su personalidad y posiblemente su pasado.

Desde niña había tenido la habilidad de comprender fácilmente cada minúscula gama de color que rodeaba a una persona. Ellos muchas veces hablaban, contando la historia y el carácter de uno mismo. Su abuela le había advertido que su habilidad de ver el aura era contrario a los que otros poseían y contenía una potencia que jamás haya conocido. En cuanto Reino se mostró sorprendido de ello, supo que su manera de ver el aura no era tan normal como creía.

Lo escudriñó con discreción.

No lo entendía, Reino parecía amar de verdad a su amiga y sin embargo era tan frío, incrédulo y reticente al afecto. Y entonces lo vio, muy escondido en el interior de una grieta. Él no tenía lazos familiares, no tenía lazos de una infancia criada con amor, nunca fue amado.

Y eso era…muy triste.

—No mires tanto —La voz profunda de Reino interrumpió sus pensamientos—. Eso que haces es un delito contra la intimidad personal.

Ai sintió que sus mejillas ardían.

Desvió la mirada a la taza y lo señaló con un ademán.

—Por favor, empecemos —dijo modulando la voz a un tono serio y formal.

….

—K-Kyoko-chan, ¿qué ha…?

La actriz estaba sumida en su vergüenza que no percató la mirada recelosa de Yashiro.

—¿Acaso te afectó…? —Yashiro carraspeó—¿…la actuación con Takuma? —culminó con titubeo pero suspicacia. Había visto a las demás candidatas salir sonrojadas y atolondradas, pero no creyó que con Kyoko sucedería lo mismo. Takuma era un hombre bastante guapo y atractivo, además de ser un espléndido actor. No tenía dudas de que la gran mayoría de las actrices terminarían completamente enamoradas si tuviesen la oportunidad de actuar con él, lo estaban incluso sin actuar con el susodicho. Pero Kyoko no era como las demás mujeres y además estaba en una relación con Reino.

Kyoko dejó atrás su estado de azoramiento, cambiando su expresión y dirigiendo una mirada afilada hacia su mánager.

—No me lo habías advertido—acusó con un aura oscurecida—. Que iba a actuar con Takuma-san.

Yashiro tragó en seco. Esa expresión era igual a la de Mío de Dark Moon.

—No lo sabía —se excusó de inmediato, haciendo aspavientos—. Lo sospeche y solo lo escuche cuando entraste y Aya Maki-san le comentó a su manager —Se aclaró sutilmente la garganta—. Kyoko-chan, ¿acaso hiciste algo inapropiado?

Los ojos dorados se agrandaron antes de que el rojo cubriese hasta las puntas de sus orejas. Se cubrió el rostro con las palmas de sus manos y gimió con frustración.

—No, todo lo contrario, al parecer lo hice muy bien hasta que…

Yashiro se acercó y agudizó los oídos. No oyó nada, solo incoherentes murmullos, hasta que la vio alejar sus manos y erguirse con brusquedad, haciendo que él diese un paso hacia atrás del susto.

—Yashiro-san, disculpe, podemos… —Los ojos de Kyoko de repente reflejaron grave pánico. Meneó la cabeza y apretó los labios, haciendo que Yashiro se preocupe.

—¿Kyoko-chan?

—Olvide mi anillo en el salón de belleza —comentó con tensión—. ¿Podrías por favor ir y recogerlo?

—Claro, podemos ir a recogerlo de paso…

—No —Interrumpió con brusquedad, quedando de pronto callada y pensativa—. Puedo pedirlo de favor para que me envíen con el servicio de envío.

—Kyoko-chan —arrugó el ceño y la miró, preocupado por la expresión abatida que ponía. Sabía que el anillo tenía un gran valor monetario, y posiblemente sentimental, pero allí parecía haber algo más—. No hay problema, podemos ir a recogerlo de paso.

—No, yo…yo…—Unió las manos y él percibió un ligero temblor—. Es mejor que espere aquí para que me lo traigan.

—¿Qué? —exclamó con confusión—. Kyoko-chan, ¿acaso esperaras a alguien aquí? —Ella negó con la cabeza—. Entonces porque no vienes conmigo a Lme —Kyoko meneó la cabeza, sin embargo, no le interrumpió—. Sé que después de terminar la filmación del Loto Sagrado, no tienes otras ocupaciones para las siguientes horas, pero es mejor que vengas conmigo —Miró hacia una ventana lejana, aún llovía pero en ese momento había atenuado—. Ya es la hora del almuerzo y además está lloviendo. Podemos ir a recoger el anillo y luego ir a almorzar cerca de Lme.

Algo parecido al miedo cruzó los ojos de la actriz.

—N-No es necesario, Yashiro-san —dijo con un leve tartamudeo—. Gracias, pero esperaré aquí.

Kyoko hizo una reverencia y estuvo por irse a alguna parte, pero su manager la alcanzó, llevando una mano sobre su brazo.

—Kyoko-chan, ¿qué pasa? —preguntó severo—. Dime la verdad.

Ella dio media vuelta y lo miró, vacilante a lo que diría.

—Ese anillo…es mi amuleto de protección —confesó con seriedad.

—¿Qué?

—Sé que es difícil de creer —explicó apresurada—, pero ese anillo me protege de una maldición. Toda esa mala suerte que he tenido desde hace unos meses, es por culpa de la maldición, pero Reino me ha regalado este anillo para que me proteja temporalmente. Sin el anillo, yo…

Kyoko se detuvo y cerró la boca al ver la expresión de su manager. Él parecía aturdido, confuso, pero por sobre todo incrédulo.

Al ver que ella no continuó, él tomó la palabra.

—Si es así —dijo titubeante, aunque extrañado e incrédulo a lo que oía, creía que era mejor no opinar ni discrepar sobre las creencias de otros—, esperaré aquí contigo a que traigan el anillo y entonces iremos a comer.

Kyoko asintió con la cabeza gacha. Llamó al local del salón de belleza, y una vez les confirmó que tenían el anillo, les pidió el favor de enviárselo a dónde ella estaba. En cuanto colgó, se excusó de ir al sanitario, le dio su móvil para que lo guardase, y entonces se fue, dejándolo atrás.

Kyoko caminó lentamente por el solitario pasillo, preguntándose si su manager la creía una ingenua, una crédula o simplemente una retrasada. Frunció el ceño y miró a su alrededor. Mientras estuviese ahí, no creía que se accidentaría, no le atropellaría un coche, no caería entre vidrios rotos, no caería de culo en algún palo de fregona… El piso no estaba resbaloso, no se había filtrado ninguna gota de agua y tampoco había algún objeto punzante o peligroso que pudiese caer por su cabeza, al menos que el techo se derrumbase o…

Su mirada fue del techo a sus tacones.

Hizo una mueca y se descalzó. Que su manager creyese todo lo que quisiera, pero no se torcería el tobillo, ni caería al piso bajo el riesgo de hacerse algún daño.

Llegó al sanitario e hizo otra mueca al ver el piso. Podía retener sus necesidades, no entraría ahí descalza ni con tacones.

Se recostó por una pared y respiró hondo.

Por el momento parecía imposible que ocurriese algún infortunio, pero si le preocupaba la parte de la desdicha, y lo temió al creer que no podría obtener el papel.

Pegada a la pared, se deslizó hacia abajo hasta quedar en cuclillas.

—¿Por qué se me ocurrió be…?

Se cubrió el rostro con las manos. Estaba ardiendo. No podía evitarlo. Había besado a un hombre prescindiendo del personaje de Akiko, fue ella misma quien lo hizo frente a los jurados y, peor aún, frente a una cámara que había grabado toda esa atrocidad que cometió con un hombre que hallaría la manera de denunciarla por acoso sexual.

Él no se lo perdonaría, ¿o sí?

Trató recordar cuál fue su reacción, pero entonces rememoró sus aterciopelados labios capturados por los suyos, el sonido de sorpresa que lo calló con la presión y caricias de su boca, la grande mano que sintió caer y sostenerse por su cintura, e…

…Incluso había usado un poco de su lengua para demostrar que no tendría problemas en interpretar las escenas explícitas…

¡¿Se había vuelto loca?!

Se abanicó la cara con las manos. Su piel la sentía tan caliente que creía poder freír las hamburguesas y huevos que tanto le gustaban.

Su estómago gruñó.

¿Estaba pensando en comida en un momento crítico como ese?

Aunque, en realidad, pensarlo no le obsequiaría una solución porque no había una. Aunque Takuma no le denunciase con la policía, él no la querría en su película, sin embargo, aún albergaba esperanzas, la decisión no dependía solo de él; si obtuviese el papel aguantaría las constantes incriminaciones pero lo sobrellevaría.

Cogió sus tacones y se levantó. Iba a regresar junto a su manager, cuando oyó el sonido de un trueno seguido de unos aullidos caninos. Se paralizó, quiso ignorarlo pero los ladridos no cesaron y continuaron mortificándola. Cerró con fuerza los ojos, los abrió y giró sobre sus talones, persiguiendo el sonido de los aullidos lastimeros hasta detenerse y quedar ante una puerta de emergencia.

Respiró hondo.

Abrió la puerta y pestañeó.

No fue necesario buscarlo. Un perro bodeguero estaba a unos cinco metros, atado al tronco de un árbol, saltando y estirando de la correa para intentar liberarse. El perro enseguida había percatado de su presencia y la miraba mientras lanzaba fuertes y continuos ladridos.

Miró sus pies. Miró sus tacones. Miró el cielo horriblemente nublado. Miró la lluvia. Miró al perro estirar la correa y aullar con lamento. Miró el árbol.

No creía que un rayo cayese sobre su cabeza, ¿no?

Mierda…

….

—Basta

Ordenó con una voz profunda y oscura, pero Risa no pudo detener las carcajadas.

Takuma la miró a los ojos con frialdad y Risa cubrió su boca, respiró y escupió una risotada.

—Es suficiente, Risa —le dijo con severidad—. Ya, cálmate.

Risa abrió más los ojos y negó con la cabeza, mientras reía. Se levantó de la silla y se alejó, aproximándose hacia la ventana para intentar tranquilizarse.

Takuma se sentó en el asiento de Risa y suspiró, cuando de repente oyó una risa sofocada a su lado. Ladeó la cabeza y fulminó con la mirada a Kento.

—Lo siento —dijo de inmediato, tosiendo fingidamente—. Es contagioso.

Kento tomó el porfolio que tenía en la mesa y volvió a verlo.

—¿Qué te pareció ella? —preguntó Takuma.

Kento estudió por unos segundos más el porfolio de la última candidata antes de alzar la mirada.

—¿Te importaría si soy muy sincero y abierto con respecto a ti y a ella? No quiero pecar de grosero.

Takuma quedó en silencio antes de negar y permitirle dar la palabra.

—Fue desconcertante —dijo el director de casting con seriedad—, no solo la interpretación del personaje, la conexión y la química que lograron era inquietante, inmenso y…salvaje.

—¿Salvaje?

—Fue paulatinamente tenso, electrizante, provocativo…—calló, cavilando la palabra adecuada—, fue tanto que se podía palpar en el aire y solo podía acabar en un desenlace salvaje.

—¿Qué? —Un leve rubor cubrió las mejillas de Takuma.

Kento arqueó las cejas, aún asombrado de su descubierta timidez cuando fue el aludido quien, minutos atrás, no mostró ni una pizca de alteración al actuar apasionado con todas las actrices. En realidad, la insólita y repentina timidez de la última candidata y de él fue un motivo irremediablemente gracioso.

Cubrió con la mano una media sonrisa, entretenido por la situación.

—Creo que Risa pensó lo mismo —prosiguió Kento, poniéndose serio—, es por esa razón que aunque supiéramos que la escena acabó bien, no concebíamos que aquello no haya finalizado con un beso. Fue decepcionante e incongruente pese a que el guion y la creación del personaje determinen lo contrario —silenció unos segundos, reflexionando con más cuidado la última escena—. Fue una fascinante actuación excepto por la decisión que tomaron al final. Para la interpretación e improvisación que ustedes elaboraron era mucho más oportuno que se dejasen llevar y terminasen besándose, no que lo terminasen súbitamente.

Las palabras de Kento impactaron contra Takuma como si le hubiesen asestado una bofetada.

Había herido su orgullo de actor, pero sabía que aquellas palabras respaldaban una verdad exenta de un discernimiento irracional. Había apartado y tal vez rechazado la idea del beso por la escena pero, muy en el fondo, por su voluntad no había oído a sus instintos y había culminado su actuación pobremente. Jacob no se dejaba llevar por las emociones, pero estando junto a Akiko era diferente y, sintiendo esa inmensurable atracción que lo llevó incluso a tocarla y ansiarla, era lógico que al menos rozase sus labios con los suyos para probarlos.

—Lo actuamos mal —Negó y soltó una risa floja—. No, lo actué mal —Si rozase sus labios con los de Akiko, hubiese buscado incitarla a que diese el siguiente paso. Jacob la seduciría debido a su elevado orgullo y, desdeñado por la idea de que hubiese caído en las artimañas de una mujer, pretendería provocar una expresión contraria a aquella estudiada sensualidad; después de todo él no era ignorante y había apreciado la agitación y el calor que podría ocasionar la cercanía de su cuerpo en aquella mujer. Había tenido una y mil reacciones que podría haber interpretado, pero la sola idea de besarla lo había alejado de una razonable y perfecta escena.

Kento, ajeno a lo que dijo y pensaba el actor, se había enfrascado en la reinterpretación de la escena.

—Me ha gustado mucho esta interpretación que ustedes lograron—mencionó, repetitivo y pensativo—. No es que el guion este errado, pero con la química que ustedes desprenden no estaría mal modificar la escena final. Para tanta química sería mucho mejor que una causa exterior impida el beso si es que no se quisiera que se diera.

Takuma se tensó. Lo repetía de nuevo. Química, sí, él mismo lo había sentido, fue una intensa y apabullante química la que sintió al actuar con Kyoko. Lo había disfrutado desde el principio hasta casi el final, pero en ese casi final temió perderse en esa química y besarla como debió haberlo hecho.

Su corazón saltó con fuerza contra su pecho.

No sabía a lo que temía, pero aunque no quisiera reconocerlo, él no era del todo inmune a las tentaciones y como tal hombre, por un desconcertante momento, se vio tentado a probar y acariciar cada recóndito lugar de esa boca.

Tragó en seco e intentó dispersar esos pensamientos.

Su hermana se acercó a ellos, ya no reía pero tenía una sonrisa socarrona estampada en sus labios. Lo miró con una pizca de malicia pero también de auténtica curiosidad.

—¿Besa bien? —preguntó esperando sin dudas haberlo sobrecogido por su indiscreción.

Takuma, no obstante, la conocía y había esperado a que ella haga esa interrogación.

—Bastante bien —admitió sin dejar que la timidez se exteriorizase en sus mejillas.

Risa chasqueó la lengua, pero Kento carraspeó, en un intento de ocultar su impresión. Su hermana dejó de intentar hacer lo que toda hermana hace, avergonzarlo y mortificarlo, y entonces se irguió y suspiró.

—Ha sido grato verte actuar de nuevo —comentó con una sonrisa sincera.

Él le devolvió una amplia sonrisa, mostrando sus dientes.

—Me he divertido —confesó risueño. Aunque la interpretación de Jacob se vinculaba con la osadía y sensualidad de Akiko, había disfrutado volver por unos minutos a la actuación.

Risa lo miró por unos instantes en silencio, igualando su vasta sonrisa.

—Deberíamos ir a comer —comentó, mirando su reloj de pulsera—. Dentro de una hora y media Jun-kun por fin podrá llegar aquí —Volvió la mirada hacia su hermano con una expresión de disimulada indiferencia—. Tendremos que ver todas las grabaciones.

Takuma entrecerró los ojos, sabiendo que tramaba su hermana.

Debía planear alguna excusa para quedarse o escabullirse ahí cuando todos se marcharan. No era una mala idea tomar la cámara y borrar el minuto de la grabación en donde Kyoko lo besaba.

Apretó los labios, conteniendo un sonrojo.

No podía permitir que Jun ni cualquier otra persona más viera esa grabación.

La puerta se abrió de improviso cuando estuvieron por levantarse. El camarógrafo, quien había asistido con ellos en la audición, entró con pasos apresurados haciendo gestos y ademanes que poco entendieron debido a su mudez y nerviosismo.

—Es ella —Balbuceó precipitado después de abrir y cerrar la boca reiteradas veces—. Esa actriz, Kyouko-san.

Takuma se levantó del sillón como un resorte, inconscientemente había llegado al hombre antes de que siquiera este pudiese pronunciar las siguientes palabras.

—¿Qué demonios pasó? ¡Pero dilo ya!—Takuma no era un hombre que mascullase malsonantes, pero la ineptitud y demora del quien estaba frente a él, le superaba y estaba cerca de sacudirlo de los hombros para que hablase.

El hombre se echó hacia atrás, miedoso de su fiera y dura expresión.

—H-Hacia la puerta de emergencia…, allá a-afuera… —tartamudeó señalando torpemente con una mano—. Esa actriz…

—¿Qué ocurrió? —exclamó impaciente Risa, quien llegó a lado de su hermano, inquieta por el sobresalto y alarma que cubría el rostro del camarógrafo.

—Cayó en una especie de hoyo…y parece que…

—¡Maldita sea! —gruñó Takuma y salió corriendo por la puerta, seguido prontamente de Risa.

Kento, quien se detuvo frente al hombre, espero a que dijese lo que no había terminado pero este abrió y cerró la boca, y ese único gesto, hizo que gruñera y saliese también a la carrera.

Kento había trabajado en la producción cinematográfica durante más de veinticuatro años, y eran escasas las veces con las que se encontraban con actores o actrices que le causaran un elevado impacto como lo hizo aquella joven actriz.

Hizo una mueca y deseo que la excesiva reacción del camarógrafo fuese solo una exageración. Lamentaría que debido a una lesión inesperada esa joven actriz no pudiese protagonizar la película.

…..

—¿Y bien…? —dijo Reino inclinándose hacia la taza que cogía Maléfica, atisbando con aburrimiento los restos de hierbas en la taza—. ¿No qué se te daba la adivinación?

—Shhh —siseó Ai, arrugando el ceño e intentando concentrarse.

Reino se echó sobre el respaldo y bostezó, mientras miraba en la ventana la momentánea calma de la tormenta.

—¿Qué ves? —preguntó una vez más para mortificación de Ai.

—Veo tu penoso trasero siendo pateado si a la próxima te atreves a volver a molestarme —gruñó lanzándole una mirada asesina.

Reino enarcó las cejas y con un amago de sonrisa, se inclinó y se recostó sobre los almohadones del sofá. Poco había dormido y si ese remedo de bruja no predecía nada durante los siguientes minutos, preferiría aprovecharlo durmiendo.

—Salpicado por lo que describes un temeroso enamoramiento, en los últimos rastros, veo que no solo te dedicaste a pensar en el ritual sino que también no pudiste evitar pensar en Kyoko-chan, ¿no es así?

Reino abrió lentamente los ojos.

—¿Quieres saber como terminará lo de ustedes? —preguntó Ai, y pese a la socarronería que expresó antes, la última pregunta que hizo lo interrogó con seriedad.

—No —Él se incorporó y se sentó dando un vistazo a la taza—. Solo quiero saber si ese maldito ritual funcionará.

Ai apretó los labios y bajó la mirada a la taza. En realidad la predicción de la relación de él y su amiga era inexacto y precario, pero auguraba una positiva conexión en el futuro.

Alzó la mirada y habló una vez estuvo segura de lo que veía.

—El vestigio de las sombras y el odio te alcanzarán —expresó con tono enigmático—. La maldición que Kyoko posee acabará, pero una energía siniestra ambiciona alcanzarte —pausó, curiosa por aquella predicción—. Debes tener mucho cuidado, algo en las tinieblas ha estado esperándote y no dudará del propicio momento para lanzarte a las oscuridad.

—¿Eso significa que el ritual funcionará? —interrogó haciendo un ademán de impaciencia.

—Pues sí...

La comisura de los labios de Reino se estiraron en una sonrisa relajada.

Ai parpadeó, sorprendida por aquella sonrisa que por vez primera presenciaba.

—¿No tienes miedo?

—¿No me has escuchado antes, Maléfica? —Reino la miró y sonrió con suficiencia—. El destino no influye en mí, porque soy quien forjo mi propio camino.

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N/A: ¡Hola a todos! Aunque sea corto, espero que este capítulo les haya gustado :D