Los siguientes personajes no son de mi autoria, les pertenece a su respectivos creadores, Kyōko Mizuki y Yumiko Igarashi de Candy Candy y al universo de Star Wars George Lucas "LucasFilm" (crossover)
Candy Candy y La leyenda de Keepler
Episodio 3: el llamado al universo.
Soundrack : Rey's theme -John Wlliams (Anthony)
imperial attack -john Williams (carrera)
Las luces sobre la pista parpadearon en una cuenta regresiva mientras los competidores se alineaban en la parrilla de salida. El rugido de los speeders resonaba en el aire, sus motores vibrando con una energía electrizante. Stear aferró el manillar con firmeza, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo.
A su lado, Spike le dedicó una sonrisa burlona desde su speeder negro mate, cuyo diseño agresivo parecía hecho para la victoria.
—¿Seguro que no quieres echarte para atrás, Cornwell? —se mofó Spike, inclinándose ligeramente hacia él—. No quiero que termines estampado en la primera curva.
Stear esbozó una sonrisa confiada.
—Preocúpate por ti, Spike. Te haré morder el polvo.
¡BIP! ¡BIP! ¡BIIIIIP!
¡La carrera había comenzado!
Los speeders salieron disparados como relámpagos, levantando una nube de polvo y destellos eléctricos a su paso. Stear reaccionó con rapidez, maniobrando su speeder para mantenerse en la delantera, pero Spike, con su acostumbrada agresividad, intentó cerrarle el paso de inmediato.
La pista se extendía como un gigantesco circuito de metal flotante sobre un cañón profundo. A lo lejos, la multitud rugía de emoción mientras los vehículos se adentraban en la primera gran curva, una peligrosa espiral descendente.
Stear sintió cómo la fuerza de la gravedad tiraba de su cuerpo, obligándolo a inclinarse casi por completo para no perder el control. Spike aprovechó la oportunidad y lo empujó ligeramente con su speeder, obligándolo a desviarse.
—¡Maldita sea! —Stear apretó los dientes, corrigiendo el rumbo en el último segundo.
—¡Qué barbaridad! ¿Has visto eso? Es una brutalidad —expresó la señora Leagan, indignada por el espectáculo que acababa de presenciar con el speeder de Stear.
—Así es como se disfruta un verdadero entretenimiento, querida —respondió con calma el sofisticado señor Leagan, sosteniendo unos binoculares de oro que le permitían observar de cerca cada speeder.
A su lado, los hermanos Leagan observaban la escena con atención. Neal, al notar que el speeder de Stear seguía en la pista, llamó la atención de su hermana Eliza, quien se sorprendió igualmente. Rápidamente, la pelirroja dirigió la mirada hacia donde estaban sentados el resto de sus primos.
Entrecerrando los ojos, se fijó en quien supuestamente debía ser Stear. El muchacho llevaba un sombrero de copa, probablemente para ocultar su identidad.
El joven, al percatarse de la mirada insistente y analítica de Eliza, se encogió un poco más sobre su asiento, tratando de ocultarse de ella.
Cuando la pista los llevó a una zona de cavernas subterráneas, Stear supo que era su oportunidad. Maniobró hábilmente entre las estrechas paredes rocosas, usando su conocimiento del circuito para adelantar a Spike por un túnel alterno.
¡WOOSH!
Salió disparado justo delante de su rival cuando emergieron a la superficie.
—¡¿Qué demonios?! —gruñó Spike, sorprendido.
El último tramo de la carrera era un peligroso desfiladero con fuertes ráfagas de viento que podían hacer perder el control a cualquiera. Spike, frustrado, decidió jugar sucio.
Se colocó detrás de Stear y comenzó a embestir su speeder con fuerza.
¡CRACK!
Uno de los estabilizadores laterales de Stear se soltó levemente. Su vehículo empezó a tambalearse.
—¡No, no, no! —jadeó, luchando por recuperar el control.
Spike soltó una carcajada triunfal y aceleró a fondo.
Pero Stear no iba a rendirse. Recordó su promesa.
Con una maniobra desesperada, activó el refuerzo de velocidad que había modificado junto a Tom y los chicos. El speeder rugió como una bestia furiosa.
¡FWOOSH!
La aceleración repentina lo impulsó hacia adelante, justo cuando se acercaban a la recta final. Spike intentó alcanzarlo, pero su speeder empezó a vibrar peligrosamente. Había forzado demasiado el motor.
¡BOOM!
Una chispa saltó de su vehículo, obligándolo a reducir la velocidad.
Stear cruzó la línea de meta en primer lugar, mientras el público estallaba en aplausos.
¡Había ganado!
Desde los palcos, Archie y Anthony saltaban de emoción, Tom levantaba el puño en alto y procurando no gritar de emoción pues aun llegaba asentir la mirada de la pelirroja sobre el de vez en cuando y hasta desde las gradas Candy, entre la multitud, sonrió sin comprender del todo por qué sentía una felicidad inexplicable.
Stear levantó los brazos en señal de victoria.
Y mientras el polvo se asentaba sobre la pista… supo que su verdadera batalla apenas comenzaba.
Las pantallas gigantes que flotaban sobre la pista de carreras destellaban con luces vibrantes mientras el rugido de la multitud sacudía el estadio. Explosiones de fuegos artificiales iluminaban el cielo de Kepleer, celebrando la victoria del competidor desconocido que había cruzado la línea de meta en primer lugar.
Un grupo de reporteros alienígenas de diversas formas y colores se amontonó alrededor del speeder ganador. Un ser alto y delgado, con piel azul iridiscente y múltiples ojos en su alargado cráneo, extendió su micrófono tentacular hacia el piloto vencedor.
—¡Increíble, asombroso! —exclamó el reportero, su voz amplificada en los altavoces de todo el estadio—. ¡Una carrera épica! ¡Una victoria inesperada! ¡Dinos, campeón, cuál es tu nombre!
Stear, aún con el casco puesto, respiró hondo. Antes de que pudiera responder, sus ojos se encontraron con Spike, quien lo observaba desde su speeder averiado con una expresión de pura furia. Spike negó con la cabeza, su mirada lanzando una mirada retadora y clara: No te atreves.
Por un instante, el miedo amenazó con paralizar a Stear. Sentía las miradas del público, de los reporteros, de los competidores. Pero entonces recordó por qué estaba ahí. Recordó la promesa a Tom, la emoción de la carrera, el deseo de demostrar que era capaz de forjar su propio camino.
Con un movimiento decidido, se quitó el casco y dejó que la brisa le revolviera el cabello. El silencio cayó como una losa en el estadio.
—Mi nombre es Stear Cornwell —dijo con voz firme, tomando el micrófono de los tentáculos del reportero.
Un murmullo de asombro recorrió las gradas. Nunca antes un miembro de la familia Andley, los fundadores de la nueva civilización en Kepleer, se había atrevido a participar en una competencia de este tipo.
Desde el palco exclusivo, la señora Elroy se puso rígida en su asiento. La sorpresa fue momentánea; Los binoculares dorados del señor Leagan se bajaron lentamente mientras su esposa abría la boca sin saber qué decir.
Entre el público general, Candy observó con los ojos muy abiertos, llevándose las manos a la boca. ¿Stear? ¡Era el mismo joven que había visto junto a Anthony!
En el palco VIP, Anthony sintió que su pecho se agitaba, los hermanos Leagan intercambiaron una mirada y sonrieron con malicia. Su complicidad era evidente.
Los reporteros alienígenas se recuperaron del asombro y comenzaron a hacer preguntas a toda velocidad. Pero Stear ya no estaba pendiente de ellos. Sus ojos seguían fijos en la ventanilla del palco y solo se podía imaginar a la abuela Elroy, quien seguro lo miraba con una expresión fría y calculadora y asi era.
El joven tragó saliva. Sabía que se avecinaba una tormenta... pero por primera vez en su vida, no se arrepentía de haber hablado.
Aquella noche, la Mansión Andley resplandecía con un lujo sin igual. Las lámparas de cristal flotaban en el aire gracias a tecnología antigravedad, esparciendo un fulgor dorado sobre los invitados que se deslizaban por la pista de baile con elegancia ensayada. Los trajes y vestidos irradiaban sofisticación, con telas que parecían captar la luz de las estrellas, mientras los asistentes intercambiaban conversaciones envueltas en sonrisas medidas y miradas calculadoras.
Pero, a pesar del esplendor, había un tema en boca de todos: el atrevimiento de Stear Cornwell.
—¡Inaudito! ¿Cómo es posible que un joven de su linaje haya participado en una carrera semejante? —exclamó una dama de cabello plateado, abanicándose con dramatismo.
—Y no solo eso, querida —intervino un caballero con un monóculo digital—, ¡ganó! Derrotó a Xyron el Imparable y Spike Hallen, quienes hasta ahora había sido los favoritos e indiscutibles campeones.
Las conversaciones giraban en torno a la osadía del muchacho, la polémica que había generado su participación y, lo más impactante, la revelación de su identidad en plena transmisión pública.
Mientras tanto, en una de las entradas laterales del salón, Spike Hallen se escabullía fuera del recinto, con los puños apretados y la mandíbula tensa. Había perdido. Contra Stear Cornwell. Su prestigio estaba en ruinas. Sin dirigir palabra a nadie, desapareció entre las sombras de la noche, su mente urdiendo una venganza silenciosa.
En otra parte de la mansión, lejos de la música y el bullicio de la recepción, una tormenta estaba por estallar.
En una de las habitaciones exclusivas, apartada de la celebración, la atmósfera era densa. De pie frente a un ventanal, con las manos cruzadas sobre su regazo, la señora Elroy irradiaba autoridad con su sola presencia. Su expresión era de hielo puro, sus ojos afilados como dagas cuando se giró lentamente hacia sus bisnietos.
—Explíquense —demandó con voz cortante.
Stear, con el mentón en alto, sostenía su postura, pero era evidente que en su interior se debatía entre el orgullo y el temor a la reprimenda. A su lado, Anthony mantenía una expresión estoica, aunque su postura rígida traicionaba su incomodidad.
En cambio, Neal se removía inquieto, sudando frío bajo la mirada de su abuela.
—Abuela, yo... bueno, en realidad... —balbuceó el joven, pero la severa mirada de la anciana lo redujo al silencio.
—Así que sabías de todo esto —concluyó ella, su tono afilado como un cuchillo—. Y no dijiste nada.
Neal tragó saliva. Se había delatado torpemente.
—¡Fue idea de Stear! —intentó justificarse—. Yo no tuve nada que ver…
—¡Oh, por favor! —espetó Eliza, cruzada de brazos, observando la escena con diversión contenida.
La señora Elroy chasqueó la lengua con desdén antes de volver a fijar su mirada en Stear.
—Has puesto en entredicho el nombre de nuestra familia —su voz se volvió más fría—. ¿Tienes idea de la humillación que esto representa?
Stear inspiró profundamente.
—Lo hice por una causa justa —dijo con firmeza—. El premio de la carrera fue destinado al Hogar de Pony. No hay nada deshonroso en eso.
Elroy lo miró con severidad.
—¿Y crees que eso justifica tu imprudencia? —su voz se elevó apenas, pero fue suficiente para hacer que la tensión se hiciera palpable en la habitación—. Exponerte de esa manera… Poner en riesgo el apellido Andley… Y para colmo, hacer que un desconocido suplantara tu identidad.
Tom Steven, el muchacho que había entrado al palco de los Andley con el nombre y vestimenta de Stear, se mantenía en una esquina, observando la escena con una mezcla de nerviosismo y orgullo. Aunque había sido descubierto, en su interior se sentía satisfecho de haber ayudado a su amigo.
Anthony, que hasta el momento había permanecido en silencio, decidió intervenir.
—Tía abuela, Stear solo quería probarse a sí mismo —dijo con calma—. No hizo nada deshonroso, solo compitió en una carrera. ¿Realmente es tan grave?
La señora Elroy lo fulminó con la mirada.
—No esperaría menos de ti que defiendas a tu primo, Anthony —respondió con dureza—, pero hay cosas que la nobleza de nuestra familia no puede permitirse. Y esta es una de ellas. debes entenderlo ya que asumirás la responsabilidad algún día.
La tensión en la habitación era sofocante. Nadie se atrevía a hablar, pero todos sabían que esta discusión no terminaría allí.
Afuera, la música y las risas continuaban, pero dentro de aquellas paredes, se estaba sellando el destino de Stear Cornwell.
Pasado el tiempo y tras la dura discusión, la señora Elroy había regresado a la recepción con la cabeza en alto, su expresión imperturbable mientras se reunía con Sarah Leagan, Ambas damas intercambiaban comentarios en voz baja, disimulando la tensión con la gracia y la compostura que exigía su posición.
Mientras tanto, en la habitación apartada donde había ocurrido el regaño, el silencio era sepulcral.
Los seis jóvenes permanecían allí, sumidos en sus propios pensamientos. La incomodidad pesaba en el aire como una densa neblina, cada uno lidiando con lo sucedido de distinta manera.
Finalmente, Eliza fue la primera en romper la quietud.
Con un suspiro exasperado, se puso de pie, tomándose su tiempo para acomodar las elegantes ondas de su vestido. Su expresión era altiva, como si el encierro le resultara un castigo indigno de su persona. Sin molestarse en dirigirles una última mirada, caminó con paso decidido hacia la puerta y salió de la habitación.
Tom la observó con atención.
Desde el instante en que había notado la intensa mirada de la pelirroja mientras fingía ser Stear, algo en ella lo inquietaba No podía estar seguro, pero había algo en esa chica… No solo eran sus ojos calculadores o su porte distinguido. Había algo en ella que le llamaba poderosamente la atención.
Sin pensarlo demasiado, decidió seguirla.
Por otro lado, Neal también se levantó, aunque con menos prisa.
A diferencia de su hermana, él no tenía intención de marcharse con aire de superioridad. Solo quería alejarse cobardemente y evitar el inevitable ataque de sus primos.
Sin decir palabra, salió de la habitación, dejando a los demás sumidos en su propia tormenta de pensamientos.
Stear permanecía sentado, con los codos apoyados en las rodillas y la mirada fija en el suelo. Aunque sus primos intentaban animarlo, el peso de lo ocurrido aún lo mantenía ensimismado.
—No tienes nada de qué culparte, Stear —dijo Anthony, apoyando una mano en su hombro—. Lo hiciste por una buena causa.
—Exacto —intervino Archie, con un tono más firme—. Esa carrera significaba mucho más que una simple competencia. Ganaste por algo más grande que el orgullo.
Stear soltó un suspiro, pero no respondió de inmediato. Sabía que su primo y su hermano tenían razón, pero aún podía sentir la mirada severa de su tía abuela clavada en su mente.
Mientras tanto, Tom ya no estaba en la habitación. Había tomado una decisión impulsiva.
Sin dudarlo, salió tras Eliza.
No sabía exactamente qué le diría cuando la alcanzara. Tal vez la enfrentaría. Tal vez solo intentaría comprenderla. Pero una cosa era segura: aquella muchacha pelirroja le despertaba una curiosidad que no podía ignorar.
Tom siguió a Eliza por los pasillos de la mansión Andley, manteniendo una distancia prudente. La pelirroja caminaba con paso firme, su vestido ondeando con cada movimiento elegante, como si la reciente discusión no la hubiera afectado en absoluto.
Cuando ella giró por un corredor menos transitado, Tom aceleró el paso.
—Vaya, qué casualidad encontrarte aquí.
Eliza se detuvo en seco. Sus hombros se tensaron levemente antes de girar con lentitud para encontrarse con Tom. Sus ojos ambarinos lo escrutaron con desdén y curiosidad a partes iguales.
—¿Me estás siguiendo? —preguntó, cruzándose de brazos.
Tom esbozó una sonrisa ladeada, esa que solía usar cuando estaba a punto de meterse en problemas.
—No exactamente. Digamos que… quería charlar contigo.
Eliza arqueó una ceja, claramente escéptica.
—¿Ah, sí? ¿Y qué podría tener que hablar conmigo alguien como tú?
Tom se apoyó contra la pared con despreocupación, pero sus ojos brillaban con astucia.
—Sabes perfectamente de qué quiero hablar. —La miró fijamente, esperando cualquier reacción—. Tú sabías que yo no era Stear.
Eliza mantuvo la compostura, pero el ligero parpadeo en su expresión le confirmó a Tom que había dado en el clavo.
—¿Por qué dices eso? —inquirió ella con tono desinteresado, pero sin apartar la mirada.
—Porque te sentí observándome toda la carrera —respondió él con un toque de diversión—. No mirabas la competencia como los demás, no te impresionaban los adelantamientos ni te preocupabas por los choques. Solo estabas mirándome.
Eliza exhaló lentamente y entrecerró los ojos.
—Eres más observador de lo que aparentas —admitió finalmente, su tono un poco más suave, aunque aún desafiante.
Tom se encogió de hombros.
—Es un hábito. Saber cuándo alguien me está analizando me ha salvado más de una vez. —Se inclinó un poco hacia ella, su sonrisa aún presente—. Entonces dime, Eliza, ¿qué opinaste de mi actuación?
Ella no respondió de inmediato. En su mente, aún analizaba la situación. Había sospechado que aquel muchacho con el sombrero de copa sentado junto a sus primos en el palco no era su primo stea, pero lo que realmente la intrigaba era el descaro con el que este muchacho de clase baja se atrevía a desafiarla con tanta confianza.
Finalmente, sonrió con sutileza.
—Hiciste un buen trabajo, para ser alguien que no pertenece a este mundo —dijo con tono calculador—. Pero dime algo, ¿qué crees que pase cuando mi tía abuela decida tomar represalias?
Tom mantuvo la sonrisa, pero sus ojos reflejaban una chispa de desafío.
—No lo sé, ¿y tú qué crees?
Eliza lo miró unos segundos más, midiendo sus palabras, hasta que finalmente se dio la vuelta con elegancia.
—Eso lo veremos.
Y sin más, siguió su camino, dejando a Tom con la sensación de que acababa de entrar en un juego mucho más grande del que había anticipado.
Pero algo en él le decía que valía la pena jugarlo.
La habitación permanecía en silencio, con el eco lejano de la música de la recepción filtrándose a través de las gruesas paredes. Stear, Archie y Anthony aún estaban ahí, procesando todo lo ocurrido.
De repente, Anthony se irguió, su mirada perdida en el vacío. Algo… algo había cambiado en el ambiente.
Un susurro suave, casi imperceptible, llegó hasta sus oídos.
"Anthony..."
El joven abrió los ojos con sorpresa y se giró rápidamente, como si alguien estuviera justo detrás de él. Pero nadie más parecía haber escuchado nada.
Stear levantó la vista desde su asiento.
—¿Anthony?
Archie también lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué pasa?
"Anthony... ven..."
Era una voz delicada, cálida… familiar.
El corazón de Anthony se aceleró. Esa voz.
No podía ser…
—Mamá… —susurró sin darse cuenta.
Stear y Archie intercambiaron una mirada rápida.
—¿Qué dijiste? —preguntó Stear, levantándose con precaución.
Anthony no respondió. Su cuerpo se sentía extrañamente ligero, como si una fuerza invisible tirara de él. Una necesidad inexplicable lo impulsaba a moverse, a seguir esa voz misteriosa.
Sin pensarlo, giró sobre sus talones y salió de la habitación.
—¡Anthony! —exclamó Archie, poniéndose de pie de inmediato.
Stear lo siguió, algo no estaba bien.
Anthony avanzaba por los pasillos oscuros de la mansión como si estuviera en trance. Su mirada era distante, sus pasos firmes pero casi automáticos.
"Ven conmigo... te he estado esperando..."
Cada palabra lo envolvía, lo atraía más hacia un destino incierto. Su respiración se volvió agitada.
—¡Mamá! —llamó, con el corazón latiéndole en la garganta.
—¡Anthony, detente! —gritó Stear, alcanzándolo y sujetándolo del brazo con fuerza.
Anthony forcejeó.
—¡Déjame ir, Stear! ¡Tengo que verla!
Archie se puso frente a él, bloqueándole el paso.
—¿Ver a quién? Aquí no hay nadie.
Los ojos de Anthony brillaban con emoción y desesperación a la vez.
—No, ustedes no la escuchan… —murmuró, con la respiración entrecortada—. ¡Es mi madre! Me está llamando, tengo que encontrarla.
Stear y Archie sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.
—No hay nadie, Anthony. —Stear lo miró con seriedad, aferrándose a su brazo—. No puedes seguir esa voz.
Anthony se quedó paralizado. Su mente luchaba contra la lógica. ¿Era un sueño? ¿Era real?
La voz seguía llamándolo, envolviéndolo como un eco suave e hipnótico.
"Anthony... ven... estoy aquí..."
Su cuerpo se movía solo, como si algo invisible tirara de él, guiándolo a través de la mansión.
Stear y Archie intentaron detenerlo, pero en un movimiento ágil y casi instintivo, Anthony se zafó y echó a correr por los pasillos.
—¡Anthony, espera! —gritó Archie.
Pero él no escuchaba nada más que aquella voz.
Sus pasos lo llevaron hacia el ala más antigua de la mansión. Las luces eran más tenues, el aire más denso. El sonido lejano de la música de la recepción quedó atrás.
Un par de puertas dobles, altas y ornamentadas, aparecieron ante él.
La biblioteca.
Anthony empujó las puertas con fuerza y entró en la inmensidad del lugar. Las estanterías de madera oscura se alzaban hasta el techo, repletas de libros antiguos cubiertos de polvo. La única luz provenía de lámparas flotantes que parpadeaban con una extraña vibración.
El silencio era absoluto.
Pero la voz seguía allí, susurrando.
"Estoy aquí..."
Anthony avanzó entre los estantes, su corazón latiendo con fuerza. Cada paso resonaba en la enorme sala, cada sombra parecía moverse a su alrededor.
Y entonces…
Un libro cayó de uno de los estantes.
El sonido hizo eco en toda la biblioteca.
Anthony se quedó petrificado.
Con cautela, se inclinó y tomó el libro entre sus manos. Su portada era de cuero negro envejecido, con un símbolo dorado en el centro.
Era el emblema de la Orden Jedi.
Un círculo con la figura de una espada de luz en el centro, rodeada por dos alas estilizadas y antiguas inscripciones en un dialecto desconocido.
Cuando sus dedos rozaron aquel relieve, un escalofrío recorrió su espalda.
"Lo has encontrado..."
La voz ahora sonaba más clara. Más real.
Y entonces, las páginas comenzaron a pasar solas.
Un brillo tenue emergió del interior del libro, iluminando el rostro de Anthony con una luz azulada. Imágenes borrosas de guerreros con sables de luz, mapas estelares, nombres olvidados… una historia oculta que había permanecido enterrada en Kepler por generaciones.
Anthony sintió que su destino acababa de cambiar para siempre.
Continuara...
¡Hola preciosas! muchas gracias por regalarme un comentario y seguir entes aventura conmigo, mil gracias, aquí les traigo el siguiente episodio de esta aventura intergaláctica con nuestros personajes favoritos de candy candy.
espero que hayan disfrutado de este capitulo, aquí siento yo, que se puso emocionante jejeje no se ustedes déjenme saber que piensan de este giro para el bello rubio de Anthony. saludos cordiales a mi querida Geo y Mayely; nena muchas gracias!
Agradecimientos:
Mayely; Mil gracias hermosa, ¿sabes? me da muchísimo gusto, una emoción tremenda que te este gustando la historia, a ver que te parece este episodio, una vez mas; gracias hermosa! saludos cordiales.
GeoMtzR:¡Hola mi hermosa amiga! ¿Cómo tas? jeje Ya llegue bebe ¿o amor? (no me acuerdo como dice jeje pero citando a Hades de Hércules)
Espera!... ¿Cómo asi? ¿¡Enserio!? ¡AHHHH! Nena, pero que emoción! permíteme festejar contigo! Yei!, No inventes,, si me imagino hermosa que has de estar muy cargada de preparativos, pero awww, enserio que emoción hermosa muchísimas felicidades amiga bonita y a tus campeonas! yei! disfruta mucho amiga, festéjalas padre, mis mejores deseos a tus niñas amiga! y éxito mucho éxito!
Si, creo que si con las maldades de estos dos, tenían que ser amiga jiji y pues Eliza viendo que no puede alejarse o "distraerse" manda al hermano a los mandados(haha)
Oye si, que crees hermosa que la verdad no me acordaba de ese detalle del Bulldog de tom y jerry, y si los veía jajaj, te juro que no lo pensé, jiji, es mas me estaba quemando la cabeza en como debería llamarse este niño que le esta haciendo competencia a los Leagan jeje
vamos a ver hermosa, si Candy si puede hacer su examen sin ningún imprevisto ;) Eliza también lo tiene que hacer para que se le quite jajaj pero si, lo sentimos por Candy por que no tuvo culpa :'(
Lo de Archie, mmm, puede , tal vez, no lo se, nah jeje o si? jejeje no te creas amiga pero hay que admitir que igual no se puede negar lo bonita de la pecas jiji ahh si Eliza busca la oportunidad para molestar a Candy, aunque Sarah si se puso estricta con su hijs pero es porque no quiere problemas con Elroy jajaj y si no lo hacia seguro que Elroy se las regaña a ambas jajaja.
siii la hermana Maria que aqui juega hacer jedi (antigua jedi) conoce de la fuerza segun el poder de los jedi y efectivamente le tiene un cariño muy especial a la pecas
espero que hayas disfrutado de la carrera hermosa como ves a tu inventor favorito? temerario no? jiji
awwww tu sabes que me encanta que Tom quede deslumbrado con ella, aunque la tenga que aguantar un poco, awww amiga pues se podría decir que aquí si esta nadando en la edad de un puberto de secundaria jajaj todos en realidad, su primera impresión, tal vez no fue como se esperaba pero a ver que mas pasa con mis tortolitos jejeje
jajaja si hermosa esta un poco atarantado este Neil jajaja siii anda queriendo ahi unírseles pero vamos a ver que pasa mas adelante jajaja
awww que nostalgia efectivamente como los dias del rodeo y sinceramente espero poder marcar bien esa parte porque a mi también me encanta quería verlos convivir asi todos juntos aww
y pasamos con los rubios nena
Anthony busca respuestas nena, realmente no cree que su mama pudo haber solo desparecido asi como asi, un dato extra es que ella desaparece cuando Anthony estaba chico (como se presenta en el anime) osease que si la recuerda
ahhhh yo diría que están mas que solo ser el uno para el otro bella amiga a ver que te parece este giro jiji pero shiiii espero que te gusten de verdad las escenas con ellos vamos poco a poco hermosa, espero capturarlos bien
ya no estés ansiosa hermosa, aquí te traigo la carreja jiji,
Muchísimas gracias preciosa por todo tu apoyo por tus comentarios gorditos y por animarme cada día y en esta aventura que en verdad espero de corazón que estés disfrutando te quiero hermosa te mando un fuerte abrazo y una vez mas muchísimas felicidades nena! emoción al máximo jiji
para los capítulos estaba pensando si uno cada lunes, espero que el tiempo me de oportunidad para cada lunes jiji cualquier cosa ya estaré avisando ;)
