Notas: Después de un merecido descanso, estoy de vuelta. Tengo que decir que me da la sensación de que este capítulo ha quedado un poco más caótico de lo que pretendía, aún así espero que os guste 3
Sesshomaru me ordenó desnudarme de cintura para arriba mientras me observaba, recostado cómodamente sobre la cama. Me quedé vestida únicamente con el sostén, la falda blanca de volantes y las bragas.
- Quítatelo todo, Rin.
Su grave voz era tan hipnótica que resultaba imposible revelarme contra sus deseos. Demasiado consciente de que aquel hombre no perdía detalle de la escena, me bajé las bragas en primer lugar, haciéndole esperar un poco más. Después, desabroché el cierre del sujetador y lo eché lentamente sobre el suelo. Pude apreciar cómo sus pupilas de dilataban cuando comencé a bajar la cremallera de la última prenda que ocultaba mi cuerpo. Con el corazón latiendo desbocado, deslicé la prenda por mis piernas hasta dejarla caer junto al resto de ropa. Sesshomaru me observaba completamente absorto en aquella única tarea.
- ¿Así te parece bien? – Pregunté, sacándole de su trance.
- Perfecto… - Respondió, con la voz ronca. – Ven aquí.
Me acerqué a la cama y apoyé los codos a ambos lados de su cabeza para darle un beso. Su lengua acarició mis labios, aunque se mostraba reticente a entrar en mi boca.
- Creo que no me he explicado bien. – Murmuró él. – Quiero ese hermoso trasero en mi cara.
Algo se retorció complacido en mi interior tras escuchar aquellas palabras. Superando el pudor inicial que conllevaba aquella petición, me coloqué en posición de perrito, con mis cuartos traseros justo sobre su rostro. Mis manos se apoyaban a ambos lados de sus caderas, dejándome frente a frente con la inevitable visión del enorme bulto que se estaba gestando en su entrepierna.
- Entonces, me habías dicho que se encendía aquí, ¿verdad?
Escuché a mis espaldas cómo el vibrador comenzaba su marcha. A pesar del aviso, no pude evitar un ligero sobresalto cuando rozó la cara interna de mi muslo con el aparato. Su mano sujetó mi trasero para evitar que volviera a apartarme. Gimoteé, mordiéndome el labio, mientras recorría mis piernas con aquella ligera reverberación.
- No es justo que seas el único que se divierta con esto… - Jadeé, liberando su erecto miembro y conduciéndolo fuera del pantalón.
- Oh… ¿De verdad soy el único que está disfrutando? – Inquirió él, rozando finalmente mi clítoris.
Chillé, con las caberas agitándose en un espasmo. Él sujetó mis muslos con más firmeza para que no pudiera escapar de aquella dulce tortura. A modo de acallar mis propios gemidos, introduje su miembro en mi boca. Esperaba que aquello lo desconcentrase lo suficiente para reducir la intensidad, aunque no dio el resultado esperado.
Sesshomaru experimentaba conmigo como un conejillo de indias. Comenzaba a estimular mis pliegues en las velocidades más bajas del vibrador, pero aumentaba rápidamente al notar que yo me acostumbraba, arrastrándome a una placentera espiral de deliciosos escalofríos. Ante aquella montaña rusa de sensaciones, no tuve más remedio que darme por vencida y abandonar su miembro. No podía hacer otra cosa que no fuera rendirme al placer. Sin embargo, entonces él se detuvo en seco, apagando el aparato.
- ¿Vas a dejar que yo sea el único que trabaje? – Me reprochó.
- E-es que… - Hablé entre débiles jadeos. – Si haces eso, n-no puedo concentrarme…
Sesshomaru dejó escapar una risa de satisfacción. Sus dedos alcanzaron mis húmedos pliegues, extendiéndolos para dejar completamente expuesto aquel rincón tan íntimo de mi cuerpo.
- Qué injusta eres… Tendré que detenerme si tú también lo haces, pues…
A aquel hombre le gustaba ser cruel conmigo, y además yo no tendría derecho ninguno a quejarme porque me encantaba. Aunque agotada, sujeté su erección con ambas manos y lo masturbé con las fuerzas que me quedaban. Me detuve por un instante cuando introdujo su caliente lengua dentro de mí. Jadeando, saboreé la punta de su erección, de la cual goteaba el líquido preseminal.
Sesshomaru succionó mi sensible clítoris y tuve que luchar por no derrumbarme sobre él. Gemí, abrumada por el éxtasis, mientras intentaba seguir lamiendo su extenso miembro. Resultaba casi tortuoso no poder centrarme en las olas de placer que enviaba mi centro nervioso, pero no podía permitir que él también se detuviese. Para aumentar la crueldad de sus condiciones, el profesor deslizó dos dedos con facilidad en mi húmeda entrada. Trazó un recorrido circular, presionando mis paredes, e insistió en los lugares que percibió como más sensibles por mis más que evidentes reacciones.
Jadeando y entre temblores de placer, finalmente no pude evitar caer rendida sobre él.
- N-no puedo, es… Demasiado como para concentrarme… - Le rogué.
- Una lástima. – Respondió él, retirando sus dedos recubiertos de mi flujo. – No me dejas más opción. Métetela en la boca. – Me ordenó, completamente implacable.
Aún sin fuerzas como me encontraba, obedecí sin rechistar. Acogí su duro eje entre mis labios, retrayendo mi dentadura para evitar lastimarlo.
Sesshomaru agarró entonces mi trasero con fuerza y hundió su boca en mis pliegues. Su lengua me acariciaba por dentro y por fuera alternativamente, provocándome intensas sacudidas de placer. Su cadera embestía mi boca a largos intervalos, haciéndome estremecer de pies a cabeza. Entonces presionó mi sensible clítoris, y supe que no iba a resistir por más tiempo. Hice mi mayor esfuerzo por seguir el ritmo mientras él succionaba todo de mí, mis gemidos acallados únicamente por el sexo oral.
Una vez sentí que había alcanzado el clímax, poderoso y devastador, me deshice entre temblores mientras las lágrimas acudían a mis ojos, incapaz de contener más sensaciones. Gimoteé y jadeé cuando su erección salió de mi boca, y me dejé hacer mientras él seguía devorando cada rincón de mí, saboreando mi flujo vorazmente. Alcé las caderas hacia él, completamente adicta al movimiento de su lengua, gimiendo cada vez que rozaba un área sensible.
Una vez pareció satisfecho tras haber bebido mis fluidos, Sesshomaru me tomó entre sus brazos con gracilidad para recostarme en la cama con mimo. Depositó la cabeza sobre la almohada, y me cubrió con el colchón hasta la barbilla, asegurándose de que no pudiera sentir frío en ninguna parte de mi cuerpo. Aspiré su limpio aroma, relajada, en mitad de una nube de calma gracias a su presencia y cariño.
- Tengo que marcharme, Rin. – Anunció él mientras terminaba de arroparme.
Aquello me pilló completamente desprevenida. ¿Así, de repente?
- ¿No vas a quedarte a pasar la noche…? – Musité, mientras le observaba con los ojos entrecerrados. - ¿No lo has pasado bien hoy?
- No es eso, ha sido un día maravilloso. - Contestó con dulzura. – Pero lo último que querría es perturbar tu sueño.
Su expresión era triste mientras pronunciaba aquellas palabras.
- Quédate. – Le pedí mientras le sujetaba por la manga del jersey con mis débiles dedos. – No me molestas, y no quiero que te marches…
- Hoy… Es completamente imposible… - Respondió, retirando mi agarre con sus gentiles manos. – Pero puedo permanecer aquí hasta que te quedes dormida.
No tenía más fuerzas para objetar, por lo que accedí mientras me aferraba a sus manos. Otro día que no estuviera tan agotada le pediría que pasase la noche conmigo.
- No dormiré bien si te vas… - Refunfuñé de forma infantil, cerrando los ojos.
- Seguro que sí, estás tan cansada que cuando abras los ojos será de día y no te habrás dado ni cuenta. – Me aseguró él en voz baja.
Apenas terminó de decir aquella frase mis párpados pesaban tanto que no pude evitar cerrarlos. Lentamente, mi consciencia se hundió en la profunda oscuridad del sueño, con la calidez de la mano de Sesshomaru adherida a mi mejilla. Sin embargo, no fue nada agradable lo que me encontré en lo más profundo de mi mente.
Diferentes ruidos caóticos hacían eco en mi cabeza, como una cacofonía a todo volumen. Entre aquella amalgama de sonidos, se lograba distinguir un sonoro rugido como el de una bestia, y golpes metálicos entrechocándose, llantos de un bebé a lo lejos… A todo aquello se sumó el desagradable olor de la sangre, que invadió mis fosas nasales, provocándome unas fuertes náuseas.
Verás tu deseo concedido, como mi esposa.
Aquella críptica voz me hizo despertarme de un sobresalto. Completamente desnuda, todo mi cuerpo estaba bañador en un sudor helado, haciéndome tiritar. Examiné la oscuridad de mi cuarto, en busca de consuelo, de un lugar seguro el que refugiarme.
Pero Sesshomaru ya no se encontraba allí.
"Ataques en los alrededores del templo Higurashi. Se han registrado múltiples intentos de agresión con el edificio sagrado como epicentro de los sucesos. Se desconoce el motivo o el autor de los hechos, pero varios testigos aseguran que se trata de una única persona, de edad y sexo desconocido, con el cabello largo y blanco. También aseguran que presenta tatuajes morados tanto en las mejillas como en los brazos. Se ruega precaución a los habitantes de la zona, y que se abstengan de caminar solos a altas horas de la noche."
Escuché el reporte completo al respecto mientras viajaba en el tren, de camino al trabajo. Había estado durmiendo demasiado tras la última pesadilla que había tenido la noche que había estado con Sesshomaru, por lo que me obligaba a leer algo en el metro para no quedarme dormida en el sitio. Aquella noticia había estado en boca de todo el mundo desde hacía un tiempo, pero finalmente se había hecho eco en los medios de comunicación, haciéndose pública toda la información recopilada en la investigación policial. Nunca había visitado el templo Higurashi, pero no estaba de más informarse para evitar posibles disgustos.
Suspiré. Había llegado a mi destino. Aquel día llegaban los primeros prototipos de mis diseños, tendría que comprobar que el resultado era el correcto, y en cuyo caso redactar muchísimos informes, contactar con las compañías de modelaje para la elaboración del catálogo y las imágenes promocionales de la colección de la temporada, ajustar los patrones a las medidas de las modelos…
Iba a ser un día cargado de trabajo. Y no me sentía con fuerzas suficientes para ello.
Tal y como me había temido, había sido completamente agotador, en efecto. Me arrastré desde de la puerta hasta el sofá, donde dejé caer mi abrigo y mi bolso. Emití un quejido mientras estiraba los brazos hacia el cielo, tratando de descomprimir mis músculos. Mi estómago rugió, protestando por la ausencia de comida, había estado tan ocupada que no había tenido tiempo para parar ni un segundo. Suspiré al comprobar que el reloj de la pared marcaba las nueve de la noche. Era tardísimo.
Decidí pedir comida a domicilio, y me tumbé sobre el sofá a esperar mientras veía la televisión distraídamente. Cuando el repartidor tocó a mi puerta, me levanté perezosamente para recoger la pizza. En ese mismo instante decidí que iba a cenar tumbada en el sofá, fueran cuales fuesen las consecuencias.
A medida que la comida caliente entraba en mi organismo, comenzaba a recuperar fuerza vital, volviendo a ser persona. Entonces revisé mi teléfono móvil, y noté que tenía un mensaje sin leer de Sesshomaru:
"¿Qué tal tu día?"
Aquello me sorprendió, era normalmente yo la que iniciaba la conversación con él. Revisé nuestro historial, comprobando que no le había dicho nada en tres días, ocupada como había estado en el trabajo, sin apenas tiempo para respirar. Además, tampoco quería darle más importancia de la cuenta a mis sueños de nuevo, por lo que no me había atrevido a hablar con él. Me sentí ligeramente culpable por no haberle contactado en tanto tiempo:
"Increíblemente agotador, como el resto de la semana…"
"Perdona que no te haya escrito, hoy no he tenido tiempo ni para comer."
Acompañé mis mensajes de millones que corazones rotos y caritas llorando.
"¿Estás bien? ¿Quieres que vaya a prepararte algo de comida?", respondió él casi de inmediato.
Sonreí, enternecida. Me lo imaginaba consultando su teléfono constantemente, ansioso por mi respuesta. Aquella imagen mental era adorable.
"Muchas gracias, pero ya me he servido una buena pizza."
Sesshomaru se tomó su tiempo en escribir un nuevo mensaje. Después, se detuvo y comenzó a escribir de nuevo. Finalmente, mandó:
"Es una pena. Avísame antes la próxima vez, así podré ir a cocinarte algo."
Le agradecí sus intenciones con varios emojis de corazón.
Interrumpí entonces la conversación para recoger los restos de la cena y guardarlos para el día siguiente en la nevera, no se podía desperdiciar nada. Entonces me dirigí al baño para llenar la tina. Mientras esperaba a el agua llegara a un nivel considerable, volví a abrir el chat con Sesshomaru. No había dicho nada más…
"Te echo de menos estos días", le escribí, sin pensar.
No sabía si hacía bien en decirle algo así de repente, pero no pude evitarlo. Observé mi reflejo en el espejo del baño, y tuve una traviesa idea. Me quedé en ropa interior y me deshice de mi sostén. Entonces, volví a colocarme la arrugada camisa que había llevado todo el día, y me hice una foto frente al tocador, sin abotonar la prenda. Mi teléfono móvil tapaba la mayor parte de mi rostro, mientras que bajo la tela podía apreciarse el color rosado de mis pezones. La carne entre mis pechos y mi estómago asomaban entre la camisa entreabierta, y mis bragas eran perfectamente visibles, discretas, pero con encaje.
Me atreví a enviarle la imagen acompañada del texto: "¿Tú también tienes ganas de verme?"
Comprobé el nivel y la temperatura del agua, que ya estaban en su punto idóneo, por lo que terminé de desnudarme y retirarme el maquillaje del rostro. Curiosa, volví a tomar mi teléfono móvil antes de darme mi merecido baño, para encontrarme con múltiples notificaciones por parte del profesor Taisho.
"¿Eso es una invitación para que vaya a tu casa ahora mismo?"
"Tentador…"
"Acabo de terminar de vestirme, tomo las llaves del coche y salgo."
Entré en pánico. ¡¿Acaso pretendía en serio venir a esas horas?! Pero mi habitáculo estaba hecho un desastre, sucio, y ambos teníamos que trabajar el día siguiente…
"¡ESPERA!"
"No puedes venir ahora, pero…"
"Tengo otra idea igual de buena. Dame unos minutos."
Me quedé unos segundos vigilando la pantalla del teléfono, a la espera de confirmación. No quería que él se plantase en mi casa mientras aún me estaba aseando, tenía un aspecto horroroso tras haberme quitado el maquillaje y me sentía realmente calmada…
"Soy todos oídos", dijo él.
Respiré aliviada al leer aquel mensaje. Esperaba que no hubiera llegado a salir a la calle, al menos.
"Ahora iba a darme una ducha."
"Te llamaré por teléfono cuando haya terminado, y entonces te explico."
"¿Puedes esperar?"
Pude dejar el aparato reposando sobre la superficie del lavabo tan pronto como Sesshomaru me confirmó con un escueto "De acuerdo".
Entonces pude meterme en la bañera con un sonoro sonido de alivio. Aquello era lo que más llevaba deseando todo el día. Estiré los dedos de los pies y las manos, sintiéndome más liviana. Mi corazón saltaba de contento al rememorar todas las tareas que había completado en aquella semana. Muy pronto sería la sesión de fotos para el catálogo de temporada y estaba nerviosa, aunque muy emocionada. Tarde, pero parecía que por fin toda mi constancia y esfuerzo estaba dando sus frutos.
Distraída con mis ensoñaciones, recordé que no podía alargarme mucho en el baño, ya que había dejado al profesor Taisho esperando. Aquel distante hombre, a pesar de su rostro inexpresivo, realmente estaba… Mostrando genuino interés en mí. Me abracé las piernas, pensativa. Aún se me hacía difícil de creer que una persona tan talentosa y admirada por tantos hubiera visto algo en mí. Me hacía sentir cuidada, deseada, querida… Como hacía demasiado tiempo que no me sentía. Él… me estaba haciendo feliz.
Recorrí mis brazos con los dedos, tratando de evocar su tacto. Muy en el fondo, deseaba que él estuviera allí conmigo, dejando que me consintiese. Estaba segura de que era el tipo de persona que me lavaría si le dijese que estaba cansada, ya que su carácter era tan dulce y considerado…. Además de condenadamente atractivo.
El vapor comenzaba a flotar en el aseo. Mi cara se sentía caliente, aunque sabía que no tenía nada que ver con la temperatura del agua. Salí de la tina y saqué el tapón del desagüe para dejar que se vaciara mientras me enrollaba la toalla alrededor del pecho.
Entonces regresé a la habitación, con el teléfono en mano, y me dejé caer sobre la cama tal cual me encontraba.
"Ya estoy disponible", le escribí.
Apenas unos segundos más tarde estaba recibiendo una llamada del profesor Taisho.
- Buenas noches, – Me saludó. – Kaori.
No pude contener mi sonrisa al escuchar su aterciopelada voz a través del aparato.
- Buenas noches, Sesshomaru. – Respondí con una risilla nerviosa.
- ¿Y bien? ¿Cuál era tu idea? – Inquirió, curioso.
Puse la llamada en altavoz mientras depositaba el teléfono móvil sobre la almohada.
- Bueno, estaba pensado que… si ambos tenemos ganas, podríamos… Tocarnos… juntos.
- ¿Mientras escuchamos la voz del otro dándose placer?
Su voz delataba el deseo que le había provocado aquella propuesta.
- S-sí… - Asentí. – Si te parece bien, no sé si ha sonado muy raro.
- Está bien. – Accedió, convencido. – Pero sólo tienes permitido usar tus manos, nada de juguetes extraños. - Aquello me pilló por sorpresa, parecía que le había gustado la última vez. – Voy a dictarte lo que yo haría, en caso de encontrarme allí a tu lado.
Tragué saliva, fascinada por la seguridad en sí mismo que desprendía.
- Está bien.
- ¿Llevas algo de ropa ahora mismo? – Preguntó, curioso.
- Sólo una toalla. – Admití, sintiéndome sexy. - ¿Y tú?
- Estoy completamente vestido. Iba a salir para tu casa, ¿recuerdas?
- ¿Y piensas quedarte así? – Le reproché en tono coqueto.
Escuché el sonido de la tela deslizándose sobre su piel mientras se desvestía.
- Cuánta exigencia. – Comentó, divertido.
- Nunca me has dado el placer de desnudarte, déjame al menos que me lo imagine.
Sesshomaru pasó por alto mi provocación, continuando con su tarea. Lo única que llegaba al escuchar al otro lado de la línea era el leve frufrú de la ropa. Aguardé impaciente, colocándome boca arriba con las manos sobre el vientre.
- Disculpa la espera. – Habló él, finalmente. – ¿He estimulado tu imaginación lo suficiente, Rin?
- Hmm, no ha estado mal, aunque… Sigo esperando a que estimules ciertas áreas de mi cuerpo.
Él dejó escapar una risa ronca.
- Veo que no te gusta andarte con rodeos. De acuerdo, no tienes ningún juguete al alcance, ¿verdad?
- Sólo tengo mis manos. – Comencé a sentir un cosquilleo en mi bajo vientre por la anticipación.
- Muy bien. – El grave y oscuro tono de su voz me hizo estremecer. - ¿Cómo estás colocada?
- Estoy tumbada mirando al techo.
Él meditó durante unos segundos, y emitió un chasquido de inconformidad con la lengua.
- No está bien así, no… Ponte a cuatro patas.
Obedecí sus instrucciones, sintiendo algo de frío. Esperaba que no se demorase demasiado, y me hiciera entrar en calor lo antes posible. Además, mi cuerpo se sentía pesado por el ajetreo de la semana, y no sabía si lograría aguantar mucho tiempo así.
- Ya. – Anuncié, observando la pantalla negra del móvil.
- Perfecto, ahora acaricia muy despacio tus labios exteriores. – Me sorprendió comprobar cómo ya estaba húmeda únicamente tras haber escuchado su voz. Suspiré ante el delicado contacto. – Eso es, no tengas prisa…
Recorrí mi intimidad, rozándola con mis dedos, luchando contra el incesable tembleque de mis piernas. A cada segundo que pasaba, el cansancio físico se hacía más patente.
- E-esta postura… - Musité.
- ¿Ocurre algo? – Inquirió el, preocupado por el débil sonido de mi voz.
Pensé que podía simplemente volver a tumbarme, dejando que él se siguiera alimentando de la fantasía que estaba comenzando a crear. Sin embargo, no había necesidad alguna de mentir por un asunto tan trivial, por lo que decidí ser sincera con él:
- Me cuesta un poco mantenerme en esta postura… No tengo muchas fuerzas. – Admití.
- Ponte cómoda, entonces. Y simplemente déjame escucharte.
Agradecida, me dejé caer de lado, con el brazo ente los muslos. Podía oír su respiración al otro lado de la línea, profunda y agitada.
- ¿No vas a darme más instrucciones? – Pregunté.
- No, no te preocupes. Hazlo como más te guste, Rin. – Dijo Sesshomaru con dulzura.
Cerré los ojos, imaginando su cuerpo sobre el mío, tal y como había aparecido en mis sueños. Dejé escapar un suspiro al rozar mi clítoris. Él respondió con un gemido en voz baja. Aquel sonido tan cerca de mi oído encendió mis sentidos.
Introduje un dedo en mi interior, imaginando a aquel hombre dentro de mi mientras sujetaba mi cadera desde detrás. Sus amplias manos recorriendo mis muslos y atrayéndome hacia él para hundirse más profundamente. Gemí mientras me movía en mi interior, escuchando la respiración entrecortada de Sesshomaru. Imaginé que se abrazaba a mí, compartiendo el mismo placer al estar unidos, fundiéndonos en uno solo despacio, de forma paciente y cariñosa. Aquella imagen aumentaba el cosquilleo de la parte baja de mi estómago. Me mordí el labio mientras metía un segundo dedo con impaciencia.
Sin apenas compartir palabras entre nosotros, ambos desfogamos nuestras ganas con nuestras propias manos hasta quedar jadeantes, escuchando los sonidos de placer del contrario. Me abracé a mi almohada, completamente desnuda, con el teléfono de mi móvil justo al lado.
Observé la pantalla en negro mientras divagaba en mis propios pensamientos, recordando la fantasía que había tenido en mente mientras me masturbaba. Comenzaba a pensar que tenía más ganas de las que quería admitir de que me hiciera el amor de forma más convencional…
- Esto… ¿Sesshomaru? – Le llamé en un susurró.
- ¿Sí? – Resonó a través del altavoz del dispositivo.
- N-no es mi intención presionarte, ni nada así, pero… ¿Por qué no quieres que lleguemos al final? – Inquirí con curiosidad. - Quiero decir… ¿Hay algún motivo? No me da la sensación que te desagrade la idea en sí. Si no te importa hablar de ello. – Añadí finalmente, preocupada ante su posible reacción.
El hombre permaneció unos segundos en silencio al otro lado de la línea. ¿Le habría molestado que me metiera donde no me llamaban? ¿Había sido una pregunta demasiado intrusiva?
- Creo que ya lo he dicho antes, pero… No quiero hacerte daño, Rin.
La manera tan delicada en la que pronunció mi apodo hizo que mi corazón se encogiera. Casi más que preocupación, lo que subyacía bajo su tono parecía miedo.
- B-bueno… Quizás me estoy confundiendo, pero habiéndolo visto ya… Es cierto que es g-grande, pero… creo que puedo manejarlo… - Musité, para tratar de aliviar sus cavilaciones.
Él dejó escapar una liviana risa entre dientes. Su respiración seguía siendo entrecortada.
- No tengo dudas de ello, Kaori. Te recuerdo que mis dedos han estado dentro de ti… - Aquella mención de lo que habíamos hecho anteriormente me hizo sonrojar ligeramente. – Bueno, aunque creo que será más cómodo para ti cuando logren entrar 3 dedos… - Añadió con picardía, intensificando mi rubor hasta el punto de sentir calor. Agradecí enormemente que no pudiera ver la cara de idiota que se me había quedado. – Aunque… No se trata de eso.
Parpadeé, perpleja.
- ¿N-no lo decías entonces por tu tamaño? – Balbuceé, confusa.
Sesshomaru dejó escapar una risa entre dientes.
- No soy tan pretencioso. – Respondió, divertido por mi errónea asunción.
Es cierto que era orgulloso y no temía en demostrar sus cualidades, pero no era el tipo de persona que iba alardeando o exagerando sus logros.
- ¿Entonces a qué te refieres con "hacerme daño"? – Inquirí, comenzando a recuperar la compostura.
- Yo… - Musitó, pensativo. – Me gusta… el sexo duro. – Admitió, con cautela. – En mitad del acto, es posible que mientras estoy centrado en mi propio placer me vuelva demasiado rudo y pueda lastimarte. Y no deseo eso, pero me cuesta controlarlo. Es por eso que, para evitar riesgos innecesarios, prefiero no avanzar en ese aspecto.
Era difícil de creer aquellas declaraciones tras haber comprobado lo tiernas y cautelosas que podían llegar a ser sus manos. Rebusqué en lo más profundo de mi mente, buscando una explicación más específica de a lo que podía referirse con "sexo duro".
- ¿Te refieres a la estrangulación, por ejemplo? – Pregunté, recordando lo que me había pedido la última vez que había estado en mi casa.
- No exactamente… En ese caso concreto sólo me gusta recibirlo, no me excita la idea de asfixiar a nadie. – Tenía que admitir que aquello me tranquilizó de sobremanera, pues era una práctica peligrosa, además de que su fuerza y corpulencia física superaban a la mía con creces. – Pero… podría dejar marcas en tu cuerpo, por lo que no creo que te agrade, Kaori. Es por eso que prefiero permanecer en prácticas más seguras, en las cuales pueda mantener el control y evitar situaciones desagradables.
Mi cabeza comenzó a buscar en sus registros de memorias prácticas concretas que se pudieran catalogar como "sexo duro", en un intento de comprender a qué se refería exactamente.
- Enonces… ¿algo como BDSM? – Inquirí. Ante su sepulcral silencio, seguí ofreciendo alternativas. - ¿Masoquismo? ¿Spanking? – Tampoco reaccionó ante la mención de aquellas prácticas concretas. - ¿Fisting? – Mencioné, optando por otro ámbito distintos.
- Para, para, no entiendo nada de lo que dices… - Me interrumpió él. - ¿Fishteen? – Murmuró tratando de imitar pobremente mi pronunciación.
Aquel hombre era extremadamente inteligente, pero no parecía llevarse nada bien con el inglés.
- N-no importa, olvida lo que he dicho… - No iba a explicarle todo aquello por mi propia salud mental, si no quería explotar como una olla express de la vergüenza. Si no le sonaban aquellos términos, debía de ser algo distinto. – Lo que entiendo que es te refieres a algo violento, ¿no es así?
- Así es… – Admitió, reservado.
- Entonces, quizás, si me lo explicase podríamos probar, con cuidado… - Enrollé un mechón de mi cabello alrededor de mi dedo índica de forma nerviosa. - Nunca he hecho algo así en la cama, pero quién sabe… Si podría gustarme. Sé que soy menuda físicamente, y que tú eres mucho más grande y robusto, pero… Podemos hablarlo, ¿no? – Busqué confirmación ante su silencio, con el corazón en un puño.
- No. – Sentenció, tajante. – Es peligroso y no deseo causarte daño de ningún tipo, y mucho menos por mi propia excitación sexual. Ya está decidido.
Aquella rotunda negativa me dejó algo fría, pero si era algo que realmente no deseaba compartir conmigo, no podía obligarle, por lo que no me quedaba más remedio que dejarlo estar. Tragué saliva.
- Está bien, bueno… Es tarde. Creo que me voy a dormir ya. – Musité.
- Rin… - Me llamó él, suavizando su tono. – Buenas noches.
Su despedida resonó con un eco triste en mis oídos antes de colgar la llamada. Con miles de pensamientos dando vueltas en la cabeza, me puse mi cómodo pijama antes de meterme entre las sábanas y configurar el sonido de mi alarma para el día siguiente.
Mientras cerraba los ojos para tratar de quedarme dormida, no era capaz de despegarme del paladar la sensación agridulce de aquella conversación.
Notas: Bueno, Sesshomaru más soltando más información, poco a poco. La verdad es que intento dejar pistas que no seas muy evidentes pero que vayan arrojando un poco de luz sobre su situación. Tengo que decir que siento si las partes de lemon no están demasiado detalladas, me ha costado concentrarme y me atascaba mucho en esas escenas, he tenido muchas cosas en la cabeza… Espero poder darle mayor calidad en los siguientes capítulos, pero la verdad es que ha sido un mal momento para escribir estas escenas, ya que había bastante contenido de ese tipo en esta actualización...
¡Nos leemos en dos semanas, si no surge ningún inconveniente!
