Notas: Vamos llegando al punto de inflexión de esta historia, la verdad es que tengo muchas ganas de descubriros todo, pero debo aprender a ser paciente. Iniciamos de nuevo con un flashback, ¿os resultan pesado o interesantes? Es posible que sea el último que describa con detalle si no os gustan, ¡os dejo empezar a leer!
Observé el delicado estampado de la tela entre mis dedos, fascinada. El acabado de los brocados era exquisito, uno no podía conseguir material de aquel calibre en cualquier lugar, estaba más que segura.
- De acuerdo, mi Señor, puedo aceptar su encargo. – Dije, con tono agradable. - ¿Sería tan amable de facilitarme las medidas para la persona que va a llevarlo? Si no dispone de ellas, podemos concretar una cita para tomarlas nosotras mismas sin costo adicional.
Alcé la vista para encontrarme con Sesshomaru, vestido con elegantes ropajes de época, como los de un señor feudal. Su regio porte le hacía destacar en la austeridad del taller en el que nos encontrábamos. El hombre me dedicó una cortés sonrisa.
- Puede confeccionarlo con sus propias medidas, señorita. Así estará perfecto. – Su forma de hablar era tan refinada como su apariencia.
Doble la tela cuidadosamente y la apoyé sobre el mostrador. Miré fijamente aquellos ojos dorados mientras contestaba, tajante:
- En ese caso, me veré obligada a rechazar su pedido, mi Señor. Planea obsequiarme el kimono una vez más cuando se encuentre acabado, ¿verdad? La última vez ya le dije que no puedo aceptarlo, y me puso en una situación comprometida por ello.
Sesshomaru me devolvió una mirada seria. El dorado de sus ojos se veía apagado, casi sin vida. Parecía dolido por aquel tajante rechazo, aunque eso no impidió que señalase con tenacidad:
- Tus ropas están destrozadas. No te vendría mal algún repuesto de mejor calidad y durabilidad.
Y no le faltaba razón. Las mangas de mi ropa se veían desgastadas, con algunos remiendos para evitar que comenzaran a deshilacharse. Sin embargo, negué con la cabeza.
- Agradezco su amabilidad. – Repliqué educadamente, dedicándole una reverencia mientras le ofrecía la tela. – Pero no soy merecedora de sus afectos. Le ruego busque ese tipo de favores en otro lugar.
Quedé perpleja ante mis propias palabras. ¿A qué tipo de "favores" se refería?
Sesshomaru suspiró con gravedad antes de aceptar el objeto que le estaba tendiendo, resignado.
- No era mi intención insinuar nada de esa índole, señorita. Lamento haberla ofendido.
Forcé una sonrisa mientras le observaba marcharte del establecimiento con paso pesado. Tan pronto como hubo desaparecido por la puerta, surgió una chica a toda velocidad desde detrás de una cortina, la cual parecía conducir a la trastienda.
- No soporto a ese condenado ricachón, es repulsivo. – Masculló la joven mientras se acercaba a mí. - ¿Estás bien?
La chica tomó mis manos entre las suyas, llevándoselas al pecho.
- No te preocupes, no creo que sea un hombre peligroso. Solo parece que se siente muy solo. – Musité, aún en voz baja.
La joven frente a mí frunció el ceño.
- ¿Cómo puedes sentir compasión por ese desgraciado? Es sabido por todos que se gasta su fortuna en el barrio rojo, y siempre busca chicas con rasgos físicos muy específicos, sospechosamente parecidos a los tuyos… Me da escalofríos sólo de pensarlo cada vez que viene a la tienda.
Lancé una mirada a la puerta por la cual se había marchado él. ¿De verdad lo único por lo que era conocido ese hombre de regio porte era por frecuentar prostíbulos? ¿Ése Sesshomaru?
- No lo sé, Hina… Simplemente, no puedo odiarle.
Parecía que mi yo del sueño también era dolorosamente consciente de la tristeza que inundaba aquellos ojos dorados. Entonces, mi acompañante soltó mi mano, sin ocultar su decepción. Además, pude percatarme de que ella estaba temblando antes de que lo hiciera.
- ¿Él te gusta? – Musitó la chica que respondía al nombre de Hina.
Me volteé hacia ella rápidamente.
- ¡Por supuesto que no! Sabes que no correspondo sus sentimientos en lo más mínimo… Él solamente me da lástima, eso es todo.
La joven me miró con los ojos brillantes, a punto de dejar caer una lágrima.
- ¿Aunque sea un varón apuesto y adinerado? – Susurró.
- No necesito a ningún hombre en mi vida. – Le aseguré, posando mi frente contra la suya. – Aunque el mundo jamás vaya a reconocer nuestra relación, yo sólo quiero estar contigo…
Hina se aferró a mí con las manos temblorosas. Yo limpié las lágrimas de sus mejillas con mis dedos antes de inclinarme para darle un beso tranquilizador. Sin embargo, apenas nuestros labios hicieran contacto, ella dio un respingo y retrocedió rápidamente.
Alguien había entrado en el taller.
Apagué el sonido de la alarma con los ojos aún cerrados. Me dolía la cabeza. Aquel sueño no había sido tan desagradable como el último, pero no lograba comprender por qué Sesshomaru seguía apareciendo en todos y cada uno de ellos. Aquello no tenía ningún sentido, y yo tenía muchas cosas de las que ocuparme, el trabajo me demandaba toda mi atención en aquel momento.
Pensé que ojalá existiese algún remedio en formato de cápsula para dejar de soñar. No podía permitirme darle más vueltas a algo que no aportaba nada más que dolores de cabeza y pensamientos intrusivos al respecto del hombre al que estaba conociendo románticamente.
Me preguntaba si aquellos sueños se detendrían cuando acabase la campaña de moda basada en un drama histórico. Eso podría explicar por qué en todos mis sueños aparecían escenarios y ropajes de épocas pasadas. Sí, quizás estaba trabajando demasiado, y esa era la fuente real de todos mis males.
Traté de consolarme pensando que la mayor parte del proceso ya estaba finalizado. Aquel día se realizaría la sesión de fotos para el catálogo, y una vez se diera el visto bueno, la colección sería lanzada publicamente. Entonces se celebraría un desfile de presentación con todas las colecciones de la temporada, donde todos los diseñadores debíamos asistir, y después, bueno…
Mi contrato finalizaba el mismo día del desfile, por lo que esperaba que mi desempeño y compromiso hubieran sido suficientes para asegurarme una prórroga; o incluso mejor, un puesto como diseñadora oficial de la marca, y no como becaria sin un cargo específico. Tenía todas mis esperanzas depositadas en aquel proyecto, como primer paso hacia la meta profesional de mis sueños.
Pero para que alguna de mis expectativas se hiciera realidad, tendría que levantarme de la cama, ¿verdad? Suspiré.
Después del día de la sesión de fotos, decidí que jamás volvería a decir que el trabajo de las modelos era sencillo. Cuando llegué al set para supervisar que todo transcurría tal y como se había previsto, me encontré con que las chicas que iban a modelar la ropa llevaban ya varias horas allí, esperando a que las maquillasen y peinasen correctamente conforme a los diferentes conceptos de la colección… Además de eso, para obtener únicamente una o dos fotos buenas, debían pasar casi una hora probando diferentes poses, algunas incómodas, simplemente enfrentándose a la cámara por sí mismas con expresión de seguridad… Admiraba que pudieran hacer todo aquello sin que su autoestima colapsase.
Por mi lado, yo pasé toda la mañana de un lado a otro ayudando con las labores de coordinación y revisión del concepto creativo. Estuve tantas horas sin sentarme que las plantas de mis pies comenzaron a resentirse por culpa de los incómodos tacones. Sin embargo, el sentimiento de realización conmigo misma aquel día no tenía precio.
Cuando finalmente nadie parecía necesitar de mí, me permití tomar asiento sobre una silla plegable mientras observaba absorta cómo trabajaban en el set. Sin embargo, apenas transcurrido un minuto, sentí una mano sobre mi hombro. Me giré, temiendo una reprimenda por no estar atendiendo alguna tarea adicional que requiriera mi atención…
- Disculpa, se me ha caído este pendiente, ¿podrías ayudarme a colocármelo?
Al escuchar aquella dulce voz, y encontrarme de frente con aquellos ojos almendrados me quedé de piedra.
- ¿A-Ayumi…? – Balbuceé, en estado de shock.
Ella también abrió los ojos en expresión de sorpresa al reconocerme. Ayumi se veía muy diferente, con su cabello cortado a la altura de los hombros en un tono melocotón, y aquel exuberante maquillaje de colores otoñales. Sin embargo, bajo todos aquellos cambios físicos, subyacía la razón por la cual no me sentía con fuerzas para volver a casa de mis padres, aquella persona con la cual no me atrevía a cruzarme… Desde que me había roto el corazón.
- Kaori… - Pronunció mi nombre en un hilo de voz lastimero, lanzando una daga directa a mi pecho, el cual comenzó a doler como si hubiera reabierto una herida que jamás había llegado a sanar del todo.
Entonces fue cuando me di cuenta de que ella llevaba puesto unos de mis diseños, en concreto el top estilo yukata de color amarillo con líneas rojas que imitaban los hilos rojos del destino… No podía creer que fuera una de las modelos, y que llevase precisamente uno de los patrones que yo había confeccionado con tanto cuidado junto con Sesshomaru… Aquello era muy bizarro, cuanto menos.
- Ah, perdona, se lo pediré a otra persona. – Intervino la chica con la voz ahogada, buscando desesperadamente con la mirada a alguien que no pareciera ocupado en la sala.
- No te preocupes, está bien. – Respondí con una calma que no sentía, poniéndome en pie. – Dámelo. – Le pedí mientras le ofrecía mi mano.
Sus cuidadas uñas rosadas rozaron mi piel al dejar caer el pendiente con forma de carta de hanafuda sobre mi palma. Sentía los latidos de mi desbocado corazón en mis oídos, engullendo el resto de sonidos a nuestro alrededor en el set. Ella se sujetó el cabello con ambas manos y me mostró su cuello. Tragué saliva antes de inclinarme sobre ella para colocar el accesorio en el lóbulo de su oreja. Al acercarme, pude oler la dulce fragancia de su perfume. Su piel me evocaba recuerdos íntimos en la cama de aquella habitación a la cual me costaba mucho regresar. El adorable lunar junto a su ojo izquierdo era invisible, cubierto bajo la gruesa capa de maquillaje, pero yo jamás podría olvidar el lugar exacto en el cual se encontraba…
Mis manos se detuvieron en seco cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, perdida en mis pensamientos. Ella hacía mucho que no era parte de mi vida porque así lo había decidido. ¿Por qué tenía que encontrarme de nuevo con ella sin previo aviso? ¿Por qué tenía que encontrarse allí en ese preciso día, hora y lugar? ¿Y por qué sentía tantas emociones intensas con sólo ver su rostro?
Comenzando a temblar, terminé de acomodar el pendiente en su sitio y forcé una sonrisa.
- Ya está, perfecto. – Musité, retrocediendo un paso. – No te entretengo más.
Ella me lanzó una mirada de preocupación mientras yo me alejaba rápidamente de allí. ¿Por qué tenía que doler tanto? ¿Por qué sentía que no había logrado superarla después de todo aquel tiempo?
Era injusto. ¿Por qué todo se sentía aún tan dolorosamente cercano? ¿Y qué derecho tenía ella para hacer temblar todo mi mundo con su mera presencia?
No pasaba nada, todo estaría bien, no tenía por qué volver a encontrármela nunca más, ¿verdad? Sólo iba a ser un día. Y por trabajo.
Podría sobrevivir a ello. Sí, podía.
Mientras llegaba a la cafetería del edificio, mi teléfono vibró furiosamente dentro del bolsillo de mi chaqueta. Se trataba del señor Miyazaki, preguntado qué tal iba todo en el set. Dejando escapar un profundo suspiro, le resumí los detalles de aquella mañana, con la esperanza de que aquella tarea lograse apartar la triste mirada de Ayumi de mi cabeza.
Por supuesto, no fue suficiente. Al terminar de mandar mis informes a la oficina, comprobé en la pantalla del teléfono que era pasado el mediodía. Nadie podría recriminarme por tomarme un descanso a aquella hora para comer, ¿verdad? Aunque sentía la boca de mi estómago atenazada, no tenía nada de hambre. Aunque todo era mejor que volver al set, donde ella podía seguir pululando.
Abrí la lista de contactos de mi teléfono, tentada de llamar a alguno de mis amigos para calmarme y tratar de continuar con el día con normalidad. Pero Tomoki seguramente iba a empezar a regañarme por no haber sido capaz de olvidar a mi exnovia tras tanto tiempo; y Momoka se la había encontrado en su peluquería, me extrañaría que no hubieran retomado el contacto… Después de todo, hubo un tiempo en el que todos éramos amigos. Y no me sentía bien desahogándome sobre ella a personas que la conocían de toda la vida. Seguramente me harían sentir que quería que todo volviese a ser como en los viejos tiempo, y aquella idea no terminaba de encajar en mi cabeza.
Contemplé entonces la posibilidad de llamar a Sesshomaru, aunque se sentía agridulce, tras la conversación de la noche anterior… Tampoco había tenido tiempo de comentar con él nada más al respecto. Aunque… tampoco era como si hubiéramos acabado en malos términos, ¿no? De todas formas, pensé que lo más probable sería que no contestase, seguramente estaría dando clase, o en mitad de alguna tutoría…
- Taisho al habla. – Respondió la voz del profesor con claridad.
Me sobresalté al escucharle. Me sentía tan fuera de mí que apenas era consciente de haber pulsado sobre el botón de llamada. Me llevé el aparato al oído rápidamente.
- Hola, Sesshomaru… - Le saludé, saliendo de mi asombro. - ¿No estás dando clase?
- Es la hora del almuerzo. – Contestó él como única justificación.
Empezaba a pensar que aquello no había sido buena idea. El silencio comenzaba a prolongarse, y yo me había quedado completamente en blanco al escuchar su voz. Además, debía de estar sonando como una estúpida, ¿cómo podía sorprenderme tanto si era yo quien había iniciado la llamada?
- ¿Ocurre algo, Kaori?
Sentí cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos con aquella pregunta inocua. ¿Y si Sesshomaru se enojaba aún más por llamarle para lloriquear sobre mi ex? Una cosa era hablarle de ella en pasado, pero decirle que me la había encontrado y que estaba sintiendo muchas cosas… ¿Era acaso eso justo para él? ¿En qué posición le dejaba toda aquella situación?
- Me sentía un poco mal por cómo había acabado nuestra conversación anoche… Quería saber si estás molesto conmigo por haber preguntado de más.
No estaba mintiendo, pero no me atrevía a poner sobre la mesa el motivo real que me había llevado a llamarle. Me sentía como si fuera una persona terrible. Debía serlo.
- No estoy molesto en absoluto. – Respondió él. – Siento si mi tono te hizo pensar lo contrario. Es un tema complicado.
Aquellas palabras curaron una parte de la ansiedad de mi corazón, la cual no había tenido tiempo apenas de procesar por lo frenética que se había vuelto mi rutina. A pesar de todo, él seguía siendo la misma persona en la cual podía apoyar si era necesario. Me preguntaba cómo lograba mantener sus emociones en calma en todo tipo de situaciones, y admiraba aquella cualidad de él.
En un momento de descuido por el alivio, una solitaria lágrima se derramó por mi mejilla. Aspiré por la nariz mientras limpiaba rápidamente la prueba de que mi mente estaba a punto de colapsar. Todo el cansancio de aquellos días se me echó encima como un tsunami. Necesitaba salir de aquella espiral de obligaciones por un momento y refugiarme en los brazos de aquel hombre que me transmitía tanta serenidad…
- ¿Va todo bien? – Preguntó Sesshomaru al otro lado de la línea. Debía de haber escuchado cómo me sonaba la nariz al empezar a llorar repentinamente.
- Me siento… un poco sobrepasada con todo ahora mismo… Me gustaría verte. – Musité.
- ¿A qué hora terminas hoy de trabajar?
- No lo sé. – Admití, sollozando. – Los eventos de hoy están sujetos a muchos imprevistos…
- Está bien, no pasa nada. – Dijo, tratando de tranquilizarme. – Yo estaré libre a partir de las seis de la tarde. Puedes llamar o escribirme en cuanto sepas algo. Pasaré a recogerte, ¿te parece bien?
- V-vale, gracias… - Musité, respirando entrecortadamente. – Perdóname por derrumbarme así de repente…
- Lo que necesites, Rin.
El cariño con el que aquel apodo salió de entre sus labios me hizo estremecer. ¿Cuál era la magia que hacía que su voz borrase todos mis miedos?
- Por ahora… ¿Te importa quedarte haciéndome compañía? Aunque no hable mucho.
Escuché el sonido de unos cubiertos al otro lado de la línea. No se escuchaba más ruido de fondo, por lo que me pregunté si almorzaría dentro de su mismo despacho. Aquella posibilidad era factible, ya que seguramente no podría obtener tranquilidad si lo hacía en la cantina de la universidad.
- En absoluto, no hay problema. ¿Tú aún no has comido?
Sesshomaru me dio conversación sobre temas banales mientras lograba que las preocupaciones abandonasen mi mente, abriéndome el apetito. Conseguí pedir un menú ligero en la cafetería, y me senté con la bandeja en una mesa mientras seguía charlando cómodamente con el profesor. Cuando estaba con él, sentía que nada podía dañarme, como si me encontrase dentro de un cálido oasis donde siempre podría refugiarme. Sabía que no era bueno depender de nadie, pero en aquel momento, más que nunca, me alegraba de poder contar con una persona así a mi lado.
- Temo que voy a tener que marcharme, va a terminar mi hora de descanso. – Anunció con pesar el profesor. - ¿Te sientes mejor?
Di un bocado a mi plato mientras contestaba, con más energía:
- Suficiente como para acabar el día de una pieza. Gracias.
- Me alegra escuchar eso. - Y no parecía que no dijera por decir. Una reconfortante nota de calidez teñía su voz. – Nos vemos luego.
Me despedí de él, y dejé el teléfono sobre la mesa. Con los hombros relajados, me dispuse a seguir comienzo, hasta que noté cómo alguien se aproximaba, con una bandeja entre las manos.
- Kaori, ¿puedo hablar contigo un momento?
La persona que esperaba de pie era Ayumi. Se había cambiado a un conjunto de ropa más cómodo, y se había limpiado el maquillaje de la cara, aunque conservaba el peinado y el lazo sobre el cabello intactos.
Por un momento, dudé. No sabía si era buena idea, pero ahora que me había tranquilizado un poco, tampoco sentía ganas de salir corriendo en dirección contraria. Es más, casi me generaba más curiosidad imaginarme el motivo por el que se había acercado a hablar conmigo específicamente. No parecía que esta vez me hubiera encontrado por casualidad.
Respiré hondo. Todo iba a estar bien.
- Sí, claro. – Respondí con educación.
Ella posó su porción de comida frente a la mía, y me dedicó una tensa sonrisa.
- No esperaba encontrarte aquí, ha sido una grata sorpresa. ¿Cómo has estado?
Aquella pureza y amabilidad me llevó de vuelta a mis días de instituto, donde podíamos conversar de aquella forma sin ninguna preocupación. Por culpa del miedo que se había estado gestando en mi corazón, casi había olvidado lo cómoda que me sentía interactuando con ella.
- Con mucho trabajo, como puedes ver. – Respondí, cortada. – Siento haber salido corriendo antes, eres la última persona que esperaba encontrarme aquí.
Ayumi dio un pequeño bocado a su comida. Se veía mucho más relajada que yo. ¿Quizás estaba siendo demasiado exagerada?
- No te preocupes, es comprensible, yo también me he sorprendido mucho cuando me he dado cuenta de que eras tú. Sólo estaba buscando a alguien que me echase una mano, y parecías ser la única persona disponible a simple vista... Menuda casualidad – Admitió ella, mostrando algo de nerviosismo. – Pero me alegro de que te vaya tan bien con tu trabajo, eso explica no haberte visto de vuelta por el barrio en estos años. – Reflexionó ella en voz alta, casi como si lo dijera para sí misma.
Estudié sus rasgos faciales en mitad del extraño silencio que se había instalado entre nosotras. Se sentía tan familiar, aunque tan distinta a la vez de la persona que había conocido. Más allá del físico y de los accesorios, su aura parecía haber evolucionado, se veía mucho más segura de sí misma y adulta, aunque seguía manteniendo aquel encanto natural y adorable que hacía que no pudiera despegar los ojos de ella.
- ¿Cómo está tu familia? – Le pregunté, tratando de dejar de mirarla de aquella forma tan descarada. - Me sorprende que hayas dejado el negocio.
Mi curiosidad genuina. Ella siempre había estado muy unida a sus padres, quienes eran personas muy tradicionales y devotas, con un sencillo negocio familiar. ¿Qué había ocurrido con aquel discurso de que no quería decepcionarlos, y que por eso no podíamos seguir juntas? ¿Qué había cambiado en aquella Ayumi complaciente que renunció a sus sueños y todo lo demás por ello?
- Pues obviamente no están muy contentos con mi decisión, pero… Me cansé de renunciar a mis sueños y a mí misma por creer que eso los haría más felices. Entonces, al final, me senté a hablar con ellos seriamente, y… - Su tono entonces comenzó a temblar por la emoción contenida. - Ya saben… Que no me gustan los hombres. – Sentenció de la forma más firme que pudo. – Su reacción no ha sido tan terrible como temía en su momento, y a pesar de sus reparos, al final han sabido aceptarlo.
Su delgada figura encogida sobre sí misma me generó una gran compasión. Sabía que siempre la había atemorizado que sus padres se enterasen de que era lesbiana.
- Me alegro mucho de que hayas podido decírselo. – Le dije, sonriendo de corazón.
Se merecía toda la comprensión y el cariño del mundo. Ayumi siempre había intentado seguir lo que se esperaba de ella, hasta el punto de quebrarse a sí misma… Y dinamitando nuestra relación en el proceso.
- Y… - Intervino ella, esquivando por primera vez mi mirada. - Siento mucho la manera en la que te aparaté de mi lado en ese momento. Tú no tenías culpa de nada de lo que yo estaba pasando. Es más, aunque siempre estuviste allí apoyándome… Y yo solamente te grité que no podía más, y que necesitaba cortar contigo porque, honestamente… No tenía nadie más con quien descargar toda la frustración que sentía. – Alzó la vista con una expresión genuina de arrepentimiento. – Pero sabía que no podía volver atrás después las palabras tan crueles que había usado, así no podía ni pensar en mirarte a la cara… Lo siento muchísimo por todo. Debería haber intentando hablar contigo para disculparme, al menos. Me porté muy mal contigo en aquellos últimos días.
Aquella disculpa fue tan repentina como gratificante. En el fondo, puede que yo ya fuera consciente de que no era mi culpa, y que no podía haber hecho nada por que las cosas acabasen de otra manera. Pero escuchado de sus labios, sin duda, se sintió liberador.
- Gracias… por venir a decirme todo esto, Ayumi. – Le respondí, sonriendo amargamente, con el corazón en un puño.
Sin embargo, a pesar de haber aceptado sus disculpas, el gesto de la joven seguía siendo cauteloso.
- ¿Te gustaría que…? ¿Volviéramos a empezar, Kaori? – Inquirió, en un hilo de voz. - Te he echado mucho de menos.
Su proposición detuvo todo mi mundo por un momento. Yo también la había extrañado, hasta el punto en el cual seguramente no había terminado de pasar página. Y justo entonces, que me estaba dando la paz para hacerlo, para seguir adelante con mi vida, sugería que volviésemos, como si no hubiera ocurrido nada… A pesar del profundo afecto por ella que quedaba en mi corazón, aquello no se sentía bien. Y mucho menos, cuando Sesshomaru estaba ahí para mí. Esperando a que yo terminase mi trabajo para vernos, aquella persona que había alegrado mi día.
- Ahora mismo… Estoy viendo a alguien. – Respondí, tajante.
Llegaba muchos años tarde para intentar arreglarlo, después de todo.
- Oh, claro, comprendo… - Carraspeó. - Aun así, ¿podemos intentar volver a ser amigas, al menos? Como al principio. ¿Eso estaría bien?
Habíamos sido tan cercanas casi como hermanas, y la había echado genuinamente en falta en mi vida. Sabía que podía seguir sin ella, pero realmente… Dada la oportunidad, no quería volver a perder el contacto con ella una vez más.
- Me encantaría. Dime tu número de teléfono.
Ella me sonrió, risueña como una niña mientras respondía:
- Es el mismo de siempre. ¿Lo tienes guardado aún?
- Hmm… - Medité mientras toqueteaba de forma distraída la pantalla de mi móvil. – Creo que sí.
La verdad era que no. Pero sería de locos admitir que, a pesar de haber eliminado su contacto tanto tiempo atrás, mis dedos aún recordaban la combinación numérica exacta que había marcado tantas veces con el teléfono fijo de mi casa para comunicarme con ella, casi desde que era una niña.
Al salir del trabajo, Sesshomaru me había recogido en su auto y me llevó a cenar a un sitio tranquilo, alejado del bullicio. Me estuvo contando anécdotas de su semana, para posteriormente preguntarme por mi día a día y lo ocupada que había estado.
Todo aquello había sido muy pacífico y agradable, pero no había podido evitar estar distraída. Quizás en parte porque estaba cansada, o en parte por la ansiedad ante los preparativos para el desfile de la colección… Pero, sobre todo, porque me había impactado reencontrarme con mi primer amor, y pareciera que íbamos a retomar el contacto… Era mucho que procesar para un solo día, pero no se sentía justo decírselo a profesor Taisho.
Sin embargo, nada pasaba por alto a la percepción de aquel hombre, por lo que mientras conducía de vuelta a mi casa, no dudó en preguntarme directamente:
- ¿Ha pasado algo más que quieras contarme? Te noto bastante distraída.
Podía culpar al estrés o la falta de sueño, pero sabía que había un motivo de peso mayor por el cual no había estado centrada.
- La verdad es que hoy en el trabajo me he encontrado con Ayumi… Mi exnovia. – Aclaré mirándole de soslayo para analizar su expresión. – Ella es la persona de la que te hablé, la chica que me ocultaba de todos como su pareja por miedo a que la descubrieran…
Una sombra casi imperceptible pareció cruzar la mirada del profesor. Sin embargo, mantuvo su gesto imperturbable, atento a la carretera mientras conducía.
- ¿Y cómo te sientes tú al respecto? – Me preguntó, con el mismo tono de voz monótono que empleaba con los desconocidos.
Sentí una punzada de dolor en el pecho al verlo así. ¿Era posible se estuviera comportando así para tratar de ocultar su decepción? ¿Estaría enfadado por aquel reencuentro?
- Tengo la cabeza hecha un lío… - Admití, con voz queda. – Al principio, me asusté y salí corriendo, ese fue el momento en el que te llamé, pero luego… Se sentía tan nostálgico y agradable volver a hablar con ella… No me gustaría que desapareciera de mi vida de nuevo.
- ¿Quieres volver con ella? – Me preguntó Sesshomaru con calma, deteniendo el coche frente a un semáforo en rojo.
- No… No estoy segura de que sea eso. Siempre hemos sido amigas, creo que sería mejor que pudiéramos volver a ese punto, nada más…
En ese momento, él me miró directamente, clavando sus felinos ojos dorados en mí. Me sentí sobrecogida ante de la intensidad y solemnidad de aquel gesto.
- ¿Hay algún motivo por el cuál sientas esos reparos? Porque, para mí, suenas como si aún tuvieras sentimientos por ella.
Aquellas palabras atravesaron mi alma con una precisión casi dolorosa. ¿Por qué parecía que podía ver a través de mí? ¿Por qué percibía con mayor claridad que yo lo que sentía? Aún no me había parado a meditarlo conmigo misma, pero… Seguramente Sesshomaru tenía razón, aunque a mí me costase reconocerlo.
- Es posible que así sea… Pero después de todo lo que ocurrió, tampoco me veo a mí misma siendo su pareja de nuevo. – Tan pronto como reconocí aquello en voz alta, la luz del semáforo cambió a verde, y el profesor desvió la mirada al frente para atender nuevamente la tarea de conducción. Sin la presión que me generaban sus orbes dorados, seguí hablando. – Es decir, no sé si ella ha cambiado o no, y, bueno… Estás tú. – Su seria expresión era inescrutable, como si toda aquella conversación fuera externa a él. – No has preguntado en ningún momento cómo te afecta todo esto a ti. ¿Qué sientes al respecto?
Mi garganta se sentía seca. Él respiró profundamente antes de contestar, con la voz grave y pesada:
- Esta cuestión no tiene nada que ver conmigo, Kaori. Si tus sentimientos cambiasen en algún momento, no tendría más remedio que aceptarlo, fuera cual fuera el resultado. Lo que yo piense al respecto está fuera de la discusión.
Sonaba torturado, casi como si hubiera aceptado que iba a ser reemplazado.
- A mí me importa saber lo que sientes, Sesshomaru.
La expresión del hombre pasó de tensa a sombría. Unos instantes más tarde, simplemente se veía abatido.
- Dame un segundo. – Musitó. – Voy a aparcar.
Asentí, y esperé pacientemente a que encontrase un hueco libre donde poder estacionar en coche. Él seguía viéndose triste cuando finalmente detuvo el vehículo y se volteó para mirarme.
- Sobre cómo me siento… - Murmuró, con la vista clavada en el volante. – Yo… Siento mucha atracción y aprecio por ti. – Entonces rodó sus ojos para observarme. – No creo que jamás pudiera verte como solo una amiga, Kaori.
Aquella declaración hizo mi corazón latir muy rápido. ¿Él acaso se estaba planteando algo más serio conmigo? Apenas hacía un par de meses que nos conocíamos, no tenía por qué significar algo tan a largo plazo, ¿no?
- ¿Quieres decir que…? Si conservase sentimientos románticos por Ayumi, ¿ya no podía seguir viéndote?
Él negó con la cabeza, categórico.
- Yo no te estoy pidiendo que me elijas. – Me explicó, paciente. – Puedes tener sentimientos por quien quieras, e incluso no me opongo a tener una relación abierta en la que ella estuviera involucrada. Sin embargo, si iniciases una relación monógama con ella, yo… Seguramente no podría quedarme al margen fingiendo ser tu amigo. No intento condicionarte con esto, pero no creo que pudiera jugar bien ese papel. No es lo que me gustaría. Y como has preguntado por ello, quería que lo supieras.
La aplastante sinceridad de sus palabras me dejó abrumada. Por un lado, sonaba desesperado por mantenerme cerca, incluso si había otra persona más en mi corazón; aunque por otro, parecía tener muy claro que prefería perderme por completo si no podía aspirar a tener una relación con implicaciones románticas e íntimas. No terminaba de comprender si su pensamiento era muy tradicional, o demasiado abierto. Su discurso se sentía lleno de emociones contradictorias. Cuando quieres a alguien, ¿no es más normal querer que permanezca en tu vida, aunque sea como amigos? ¿De verdad debía de ser todo o nada?
- ¿Quieres decir…? – Tragué saliva, antes de poder continuar hablando. - ¿Que desaparecerías de mi vida si yo eligiera a Ayumi como mi pareja? Única pareja, me refiero. – Añadí al final, descartando por completo la opción poliamorosa que él había mencionado.
Sesshomaru cerró los ojos un momento, recostándose sobre su asiento.
- Sí. – Respondió, sin atisbo de duda.
Mi estómago dio un vuelco ante aquella perspectiva. Era legítimo si él se sentía así, y yo tampoco tenía intención de llegar a nada más con Ayumi, así que no entendía… Por qué me estaba sintiendo tras profundamente triste.
- Gracias por sincerarte conmigo, Sesshomaru. – Respondí, incapaz de seguir siendo testigo de su abatimiento. – Respeto que te sientas de esa manera… Aunque, como he dicho antes, no tengo ninguna intención romántica con ella, por lo que… ¿Podemos seguir tú y yo como hasta ahora?
- ¿Quieres eso?
A pesar de lo importante que había sido aquella conversación, no había cambiado un ápice lo que sentía por aquel hombre. Quería conocerlo más profundamente, y una parte de mí quería hacerlo sonreír también. A cambio de la reconfortante sensación que me provocaba estar a su lado. No sabía si podía prometer en aquel punto algo más allá, pero no deseaba cambiar nada entre nosotros, de momento.
- Sí.
Sesshomaru se incorporó lentamente y posó la mano sobre las llaves, que seguían dentro del contacto del vehículo.
- Entonces, si estamos los dos de acuerdo, todo perfecto. – Musitó él, antes de lanzarme otra de sus intensas miradas. - ¿Hay algo más que quieras hablar conmigo, Rin?
Parpadeé, perpleja. ¿Se refería a algo en específico?
- No, de momento, no. Nada más. – Añadí con una tímida sonrisa, recolocándome un molesto mechón de cabello tras la oreja.
- Está bien. – El rugido del motor del coche crepitó mientras el vehículo se ponía en marcha. – Te dejo en tu casa, entonces. Debes de estar cansada.
Notas: Y por aquí lo dejamos, tengo la sensación de que he abierto temas bastante complejos e incluso controversiales según qué personas, pero así son las cosas en esta historia. La verdad es que he tenido que repasar en detalle las conversaciones de este capítulo, porque ambas han sido densas y me preocupabaa que no se entendieran bien, pero creo que han quedado potables.
Como ya he comentado al inicio del capítulo, se vienen cositas pronto, espero que tengáis ganas de actualización en dos semanas 3 ¡Os leo en comentarios!
