Notas: Feliz domingo, aunque siento no estar muy energética. Para ser sincera, estoy pasando por un momento bastante duro emocionalmente. Y no me encuentro bien, me cuesta mucho hacer cualquier cosa.

Incluido escribir.

Odiaría tener que hacer una pausa, tener que tomarme un tiempo, pero de verdad que quiero acabar esta historia sin contratiempos. Aunque me queda bastante por contar aún, así que haré lo que pueda.

Solo quería haceros saber en qué situación me encuentro respecto a la escritura.

De entre todos los escenarios imaginarios que se me habían pasado por la cabeza, la posibilidad de que Sesshomaru aceptase ir a terapia sin más jamás había estado entre ellas.

- ¿D-de verdad...? – Balbuceé, incapaz de creer que aquello hubiera sido tan sencillo.

El demonio se cruzó de brazos, privándome del reconfortante contacto de nuestros dedos entrelazados. Suspiró, agachando el rostro para ocultarme su expresión.

- Towa ya me ha insistido bastante con este asunto, así que no me ha quedado más remedio que considerarlo durante estos últimos días. – Respondió él antes de añadir con recelo. – Y ahora que tú me dices que es tan importante para ti, ¿acaso tengo derecho a negarme? No quiero haceros sufrir a ninguna de las dos por mi culpa.

El demonio se veía abatido, como si no tuviera caso seguir luchando una batalla que ya había perdido de antemano. No pude evitar sentirme culpable entonces por haber orquestado toda aquella situación gracias a la ayuda de Towa. Incluso cuando se trataba de una buena causa...

Recordé las palabras de Kirinmaru, respecto a que la terapia no sería útil si el paciente no estaba convencido de querer recibir ayuda. Y después de haber hablado con él, había logrado entender por qué: por mucho que Sesshomaru se sincerase, si no tenía intención de reflexionar, no podría ver nada distinto a lo que se había estado diciendo a sí mismo durante años.

Era por eso que no serviría de nada que acudiese de forma forzosa o por el bien de otras personas.

- Agradezco mucho tus buenos deseos para nosotras, pero... Opino que si decides ir... Tiene que ser por tu propio bien, no pensando en alguien más. – Traté de explicarle con torpeza. – Se trata de un proceso muy personal...

- Pero yo estoy bien. – Insistió el demonio, exhalando un exasperado suspiro de resignación. – No tengo nada que sanar, ha pasado tiempo más que suficiente para que mis heridas hayan cicatrizado, Kaori. Pero si queréis que hable con Kirinmaru, lo haré. Hace mucho tiempo que no nos encontramos, después de todo.

Tozudo como había esperado, no tenía palabras para hacerle entender en qué consistía exactamente la terapia psicológica. Hundí los hombros, sintiendo un desagradable mal sabor de boca. Aunque era un alivio que Sesshomaru se hubiera dispuesto a darle una oportunidad a aquel proceso...

Se me encogía la boca del estómago al pensar partir de ese momento lo único que podía hacer era confiar en que Kirinmaru lograría hacerle ver que no estaba bien, tal y como había logrado conmigo.

Y aunque ese era el camino correcto, me daba vértigo pensar que ya no caminaríamos acompañados de la mano como hasta ese instante. Cada uno tenía sus propias batallas que luchar.

De forma independiente y separada.

Suspiré profundamente, cerrando el paraguas antes de entrar al local en el que me había citado Kirinmaru. Me desagradaba profundamente exponerme a nuevos estímulos, especialmente en días de lluvia como aquel. La pegajosa humedad estival sofocaba mis vías respiratorias, pero, sobre todo, me impedía percibir todos los olores con claridad.

Y yo siempre me había fiado más de mi olfato incluso que de mis más racionales pensamientos. Por lo que aquella situación se me antojaba más desconcertante que caminar a ciegas.

La noche tampoco mejoró al encontrarme que el impresentable Lord del Este me esperaba sentado al fondo del local, con dos vasos de un licor ambarino esperando sobre la mesa. Su cara mostraba un ligero grado embriaguez, decorada por un rubor del mismo color que su llamativo cabello.

Le observé con recelo mientras entrecerraba los ojos. Aún no habían dado ni las diez de la noche y ya apestaba a alcohol... Muy a mi pesar, ocupé el asiento frente al demonio, el cual no se vio sorprendido por mi silenciosa aparición.

- Altamente poco profesional por su parte citarme en este tipo de bar de mala muerte, por no hablar de su estado. – Comenté sin ocultar lo repugnante que me resultaba aquel lugar. - ¿No le parece, "doctor Komaeda"?

Aquel era el nombre que me había facilitado Kaori. El apellido humano que el Lord del Este había elegido para borrar su ancestral identidad. Y no podía evitar que se me antojase completamente fuera de lugar verle tomando alcohol en aquella cantina, en lugar de portando su armadura en mitad del campo de batalla. Quizás se debía a que le tenía demasiado asociado al recuerdo de mi Padre...

A pesar de mi desagradable saludo, el demonio de rizos escarlata me sonrió despreocupadamente, ofreciéndome el vaso intacto que debía de haber estado reservando para mí.

- Me parecería más inapropiado que nos pusiéramos al día dentro de una fría consulta, después de tantos siglos sin tener noticias del otro. Prefiero hacerlo simplemente como antiguos colegas. – Fruncí el entrecejo, lanzándole una mirada reprobatoria por pronunciar en voz tan alta aquellas palabras tan incriminatorias. ¿Acaso la edad le estaba pasando factura y había perdido la noción de discreción? – No me mires así, Sesshomaru. ¿No te has percatado de que todas las personas dentro de este local son demonios, como tú y yo?

Bufé, empujando el vaso de whisky con el dorso de la mano en señal de rechazo. Lo último que necesitaba era enturbiar aún más mi capacidad de percepción. En el pasado, sin embargo, jamás hubiera tenido que preocuparme de que el alcohol pudiera enturbiar mi juicio...

- Es culpa de la lluvia. – Suspiré en respuesta. – Aunque no creo ser el único que ha visto mermada sus cualidades con los años... Gracias al forzoso cambio de dieta. – Añadí como advertencia para cualquiera de los presentes a los que se les hubiera podido pasar por la cabeza atacarme tras que Kirinmaru me hubiera obligado a admitir en voz alta que me veía desprovisto de mi agudo sentido del olfato mientras durase el aguacero.

Y no me cabía dudas de que todos los allí presentes habíamos sufrido cambios desde el período de esplendor de los yokai. Al descender el número de los nuestros, yo no había podido volver a cazar otros demonios para devorar su carne, por la mera dificultad para localizarlos que entrañaba su escasez; y para otros, la imposibilidad de seguir alimentándose de los humanos por temor a ser descubiertos y aniquilados también les debía de haber obligado, como a mí, a empezar a nutrirse con la comida procesada que se podía encontrar en las frías vitrinas de los supermercados del siglo XXI. Viviendo de alimentos rociados en conservantes y altamente procesados que no estaban pensados para cubrir nuestras necesidades, era imposible que nuestros poderes se hubieran mantenido al mismo nivel de eficiencia que siglos atrás. Aunque también tenía sus ventajas, puesto que la consecuente reducción de la intensidad nuestras auras demoníacas también ayudaban a camuflarnos entre los mortales escondidos de los ojos de quienes intentasen localizarnos entre ellos.

A pesar de todo, no podía evitar que enfuriase de sobremanera volverme incapaz de percibir sus sutiles olores en mitad de días lluvioso como aquel, por culpa de aquella amalgama de circunstancias.

- Te noto muy tenso. – Comentó Kirinmaru. – No hay necesidad de que te pongas a la defensiva. A estas alturas no creo que nadie recuerde quién fue tu Padre. Y si lo hace, tampoco creo que le queden ganas de buscar venganza. Estamos en un espacio seguro. – Añadió, dejando entrever su profesional actual, completamente opuesta a la hostilidad y desquicie de antaño.

Y por mucho que me molestasen sus aires de superioridad moral, sabía que tenía razón. Pero las viejas costumbres resultaban difíciles de abandonar, sobre todo cuando había sido perseguido toda mi vida por aquel maldito título y el nombre de Inu no Taisho. Suspiré antes de aceptar finalmente la bebida que Kirinmaru había pedido para mí, y le di un largo trago. El ardor que casi de inmediato descendió por mi garganta me sirvió como bofetada de vuelta al presente.

Resultaba demasiado sencillo sentirse transportado al pasado al encontrarse con alguien perteneciente a una realidad tan distante.

- Está bueno este whisky, ¿verdad? – Dijo el viejo amigo de mi padre, sonriendo abiertamente. – El que sirven en este bar es el mejor de todo el área metropolitana de Tokyo.

Deposité el vaso sobre la mesa sin hacer ni un solo ruido antes de replicar:

- Sigo prefiriendo el sabor del sake antes que este brebaje occidental.

El demonio de cabello rizado dejó escapar una amplia carcajada. Aunque podía percibir en su semblante que no encontraba nada divertido mi comentario, lo cual no llegaba a comprender. ¿Por qué iba a sentirse personal para él mi crítica hacia productos importados del otro lado del planeta?

- Un hombre de costumbres, por lo que veo... – Murmuró, girando el escaso contenido restante en su copa, distraído. – Es más que lógico aferrarse a lo que nos resulta familiar, ¿verdad? – Pude sentir el veneno subyaciendo bajo sus palabras, incluso si no comprendía el motivo de su actitud defensiva. – Nos hace sentir más seguros ante los cambios constantes del mundo, en especial a nosotros, las criaturas inmortales. – El tono de voz de Kirinmaru cada vez se volvía más grave, levantando la mirada del líquido ambarino con el que jugueteaba entre sus dedos. - Debe ser muy agradable recuperar a la mujer de la que estabas enamorado hace siglos, ¿no es así, Sesshomaru...? – Su acusación me atravesó a la vez que fijaba sus orbes esmeraldas en mí.

Autoritario, hostil, salvaje. Haciendo honor a la fama del implacable Lord del Este que había sido el mejor amigo y rival amistoso de mi padre. Me eché hacia delante en mi asiento, sosteniendo mi mentón sobre mi puño, sin dejarme amedrentar.

Nada de lo que ese demonio pudiera hacerme sobrepasaría ninguna de las peores regañinas de cualquiera de mis progenitores, incluso si se esforzaba por adoptar aquel rol parental.

- Creía que querías que nos pusiéramos al corriente de nuestras vidas, aunque tú ya pareces estar emitiendo un juicio muy claro de la mía, Kirinmaru. – Le llamé por su nombre, sin adornos, recordándole que estábamos interactuando como iguales, incluso si él me superaba en edad por siglos. Habíamos llegado a ostentar títulos del mismo calibre, por lo que no tenía sentido que tratase de crecerse conmigo o ejercer cualquier tipo de autoridad.

No iba a funcionar.

Consciente de que no iba a lograr infundirme miedo o respecto alguno, el Lord del Este bufó, abandonando su teatro previo, exasperado:

- En más detalle de lo que me gustaría, Sesshomaru. Admito que tu esposa poseía una belleza cautivadora, poco común entre las mortales, pero no dejo de encontrar deleznable que hayas estado persiguiendo su alma hasta volver a hacerla caer entre tus garras. – Aseveró con una humana expresión de consternación. - Y lo peor de todo es que esa chica del presente lo sabe, es consciente de ella es la reencarnación de tu relación pasada. ¿No te parece que es pasarse de la raya de lo moralmente correcto? – Me reclamó, sus ojos esmeraldas refulgiendo de forma intensa, a medio camino entre el enojo y el reproche.

Crucé los brazos sobre la mesa, molesto por aquella regañina sin venir a cuento. De reojo, noté que algunos clientes de la barra, e incluso el barista, nos lanzaban indiscretas miradas, interesados en conocer el chisme al completo. Era por eso que odiaba los lugares tan públicos como aquel...

- ¿Consideras que hubiese sido más correcto ocultarle la verdad? – Inquirí en voz baja. - ¿Dejarla vivir en una mentira?

Kirinmaru se llevó las manos a la cabeza, enterrando los dedos en sus enmarañados rizos escarlata. Respiró profundamente durante unos instantes para volver a expirar todo el aire comprimido en sus pulmones. El demonio bajó entonces los brazos con exasperación contenida para recuperar su bebida.

- En primer lugar, opino que es una terrible idea que te hayas acercado para conocerla. – Aseveró, conteniéndose por no quebrar el vaso que sostenía entre sus dedos. – Y puesto que has decidido activamente tener una relación con ella, ¿qué tiene de malo una mentira piadosa? – Replicó él de forma contundente. – Esa chica viviría mucho más en paz sin considerar la posibilidad de que no la ames por ella misma, sino por el recuerdo de tu difunta esposa.

Me abstuve de poner los ojos en blanco. Aquel hombre estaba hablando sin tener ni idea de la situación.

- Creía que no resultaba ético que los psicólogos emitieran juicios de valor o dirijan activamente las acciones de sus pacientes. – Repliqué en actitud defensiva.

- Déjame recordarte que no hemos dado comienzo a ningún proceso terapéutico, por lo que aún no eres mi paciente. – Replicó con una sonrisa ladina. – Así que aquí y ahora puedo decirte y reclamarte lo que me plazca. Como colega, y antiguo amigo de tu padre.

Conque de eso se trataba. Era por eso que había insistido en reencontrarnos en un ambiente más informal. Bufé, nada conforme con haber caído en su jugarreta.

- En cualquier caso, Kaori sabe perfectamente lo que siento y lo que no por ella. – Incidí con convicción. – Lo hemos hablado en varias ocasiones, y es consciente de que, aunque inicialmente me acercase por su relación espiritual con mi difunta esposa... Los sentimientos que tengo por Kaori son reales. Y no se tratan de una extensión o una réplica de mi relación con Rin, no tiene nada que ver...

- Aunque te haya asegurado que lo entiende racionalmente, - Me interrumpió Kirinmaru, – los sentimientos de los seres humanos son extremadamente frágiles y volubles, al igual que sus vidas. Esa joven sufre de una baja autoestima que no hace más que alimentar su miedo a no ser suficiente. Sin importar lo que le digas o lo que le demuestres, Sesshomaru. Y temo que pueda perder la cabeza a este paso. En todos los sentidos, he sido testigo de este proceso en incontables ocasiones...

Un pesado silencio se instaló no solo entre nosotros, sino en el radio de criaturas sobrenaturales que podían alcanzar a escuchar nuestra conversación. Chasqueé la lengua, mosqueado por aquel indiscreto espionaje por parte de los presentes. Mi carácter se estaba crispando más de la cuenta por culpa de aquella circunstancia, pero no quería perder los estribos.

Respiré profundamente, recordando vívidamente los rostros por quiénes había accedido a encontrarme con Kirinmaru.

- ¿Serías tan amable de explicarme a qué te refieres exactamente con eso de "perder la cabeza"? – Le pedí, bajando el tono de mi voz.

El antiguo Lord del Este sacudió la cabeza ligeramente, sus rizos meneándose sobre su frente y sienes. Quizás él también se había percatado de que estábamos atrayendo más atención de la deseada. Dio un nuevo trago al whisky, pensativo, y no alzó la mirada hacia mí hasta que se hubo templado su temperamento.

- Desde... - Comenzó a decir, con una nota de cautela presente en su perfecta dicción. - Que nos hemos visto forzados a vivir entre los mortales y a dejar de verlos como presas, las relaciones interraciales se han vuelto más comunes de lo que solían ser. – Admitió él, apesadumbrado. – Y siempre han sido tabú, desde tiempo ancestrales, por un mismo motivo: somos muy diferentes en naturaleza y valores, por lo que no es tarea sencilla que no acabe en tragedia, sin que ninguna de las partes salga traumatizada de por vida. No creo que nada de esto te tome por sorpresa, Sesshomaru. – Añadió, frunciendo las comisuras de sus labios, casi como si sintiese compasión por mi historia previa con Rin.

Incliné la cabeza, incapaz darle una sola réplica en contra. Yo mismo había sufrido las consecuencias de aquellas desdichadas circunstancias en numerosas ocasiones a lo largo de los siglos... Aunque con Kaori, creía haber llegado a encontrar por fin una manera de hacerlo funcionar a través de la sinceridad y la transparencia absoluta, algo que no había intentado ni siquiera con Rin. Porque a ella siempre le había intentado ocultar las realidades más dolorosas con el objetivo de proteger su sonrisa...

Su adorable y radiante expresión de pura felicidad.

- Claro que soy más que consciente de todas las complicaciones que implica. Pero, aun así, quiero intentar hacer las cosas bien... Deseo que esa mujer sea feliz, si es posible... a mi lado. – Confesé en apenas un susurro, extremadamente incómodo con la idea de compartir mis más íntimos sentimientos con tantos oídos indiscretos a nuestro alrededor.

Kirinmaru se llevó los dedos a la perilla, pensativo.

- ¿Por qué ella? – Preguntó.

Odiaba aquel tipo de interrogatorios, pero sabía que no tenía más remedio que dar una respuesta. No tendría sentido haber ido hasta allí para seguir cerrando mis sentimientos bajo llave.

- ... Porque se lo debo. – Suspiré.

Casi podía sentir cómo los demonios a nuestro alrededor se reclinaban en nuestra dirección para atinar a escuchar cómo continuaba la continuación. El aburrimiento de los seres inmortales no conocía los límites, desde luego.

- ¿A Kaori o a tu difunta esposa? – Incidió Kirinmaru.

- Preferiría seguir hablando de esto en un lugar más privado, realmente.

Le expresé mi incomodidad abiertamente al antiguo amigo de mi padre antes de darle un largo sorbo al whisky frente a mí.

- Lo entiendo. – Dijo él, observando atentamente cómo depositaba el vaso completamente vacío frente a mí, listo para marcharme de allí en cualquier momento. – Pero me gustaría escuchar tu respuesta para saber cómo orientar lo que vamos a trabajar en consulta.

- A su alma. – Bufé, poniéndome en pie con impaciencia.

El sonido de la silla sobresaltó a varios de los presentes, los cuales fingieron con las mejores de sus capacidades que seguían centrados en sus propios asuntos. Algunos con más éxito que otros.

Kirinmaru, sin embargo, no parecía dispuesto a marcharse del local tan pronto. Se reclinó en su asiento, cruzando los brazos sobre su pecho con expresión grave.

- Bueno, ya tenemos por donde empezar, Sesshomaru. Aprecio tu sinceridad.

- Nos veremos de nuevo en tu consulta, entonces. - Le di la espalda al demonio para marcharme de allí lo antes posible.

- Espera. – El llamado del Lord del Este me obligó a volverme sobre mis talones, no sin atravesarle furiosamente con la mirada. – Me gustaría que reflexionases que sobre algo antes de que volvamos a encontrarnos. – Permanecí en un sepulcral silencio a la espera de que escupiese su petición de última hora. Ante la ausencia de signos de negación, Kirinmaru prosiguió. - Opino que estás confundiendo el amor con esa mezcla de culpa y remordimiento que te consume. Incluso cuando no dudo que lo te unía a esa mujer de hace siglos fuera el sentimiento romántico... A días de hoy se ha convertido en una prisión oxidada que te envenena lentamente... A ti y a quien se atreva a entrar en íntimo contacto contigo, dentro de ese entorno contaminado.

Chasqueé la lengua, sintiendo una visceral furia ascender por mi garganta. ¿Cómo se atrevía a insinuar que mis preciados sentimientos por Rin se habían vuelto corrosivos...?

Aunque... Si me paraba a pensarlo en frío por un instante... Si recordaba cómo aquellos sentimientos me habían empujado a cometer los errores de los que más me había arrepentido a lo largo de mi existencia...

Podía concluir que se habían debido a dejarme llevar por emociones procedentes de relación con Rin, a pesar de que yo siempre había sido una persona guiada completamente por la razón. Hasta el último segundo en el que ella dejó de respirar.

Aquella posibilidad me resultó tan abrumadoramente dolorosa que no pude replicar palabra. De hacerlo, hubiera corrido el riesgo de derrumbarme allí mismo.

Con el objetivo de no volcar todas mis energías emocionales en Sesshomaru y su hija, había comenzado a pasar más parte de mi tiempo libre conmigo misma, o reconectando con mis seres queridos. Por un lado, me había puesto al día con algunas de mis series favoritas, escuchado los últimos álbumes de música lanzados al mercado e incluso había curioseado las últimas tendencias de moda tanto en pasarela como en editorial. Por otro, me había mensajeado con mis padres con más asiduidad de la habitual, aunque de momento había preferido no hablar con ellos por teléfono por temor a hablar más de la cuenta sobre temas que no estaba preparada para compartir con ninguno de ellos; y había acudido de forma más frecuentes a las quedadas nocturnas de Tomoki y Momoka.

Sin embargo, ninguno de los tres teníamos apenas noticias de Ayumi. Hacía poco que había comenzado el mes de agosto, por lo que sabíamos que seguramente se debía a su inminente debut, pero no por ello dejaba de ser preocupante. Yo misma le había escrito por privado en alguna que otra ocasión con la intención de verla y aclarar de una vez mis sentimientos por esa parte, pero no había obtenido respuesta alguna.

Sin embargo, su silencio fue finalmente quebrado una noche que llamó al timbre de mi apartamento, cuando ya me estaba preparando para irme a dormir.

- Buenas noches, Kaori. – Había saludado ella a través del telefonillo. – Soy Ayumi, ¿te pillo ocupada?

Su saludo sonó tan antinaturalmente casual que no hizo más que acrecentar mi preocupación.

- ¿Ayumi, qué haces aquí a estas horas...? – Le repliqué, confundida por su repentina aparición.

Esperaba escuchar su risa nerviosa al otro lado de la línea, más ella sólo exhaló un pesado suspiro.

- Siento haber venido sin avisar, los de la agencia me han confiscado el teléfono móvil. – Me explicó con un deje amargo en su voz. – Pero tienes razón, es demasiado tarde...

Alarmada por las circunstancias que mencionaba, sumado a la falta de entusiasmo y vitalidad habituales en ella, decidí invitarla a pasar:

- Estoy sola en casa, Ayumi. No interrumpes nada. – Le aseguré con firmeza. - Sube.

Ella me agradeció en un susurro. Sabía de sobras que algo no andaba bien. Ayumi únicamente se había comportado así en el pasado cuando había discutido fuertemente con sus padres, por lo que lo que hubiese sucedido debía de hacerla impactado de igual grado.

La esperé en el umbral de la puerta hasta que apareció subiendo en absoluto silencio por las escaleras, vestido completamente de negro en un atuendo deportivo. A pesar de encontrarnos en pleno verano, el pantalón le caía hasta cubrirle los tobillos por completo, y llevaba una chaqueta deportiva de manga larga. Los mechones de su cabello rosado pálido asomando por debajo de la gorra con visera frontal eran el único elemento que le daba color a su apariencia. Una mascarilla igual de oscura que el chándal cubría la mitad inferior de su rostro.

- Ayumi. – La llamé mientras la dejaba pasar al interior de mi apartamento, sorprendida por su inusual vestimenta. - ¿Qué ha sucedido? Todos hemos estado muy preocupados por ti...

La muchacha me dedicó una ligera inclinación de cabeza, escondiendo su rostro bajo la oscuridad que proyectaba la visera de su gorra.

- Bueno... Mucho jaleo con todas las preparaciones para el debut, ya sabes, lo normal...

Su tez se veía mucho más pálida de lo habitual, y podía notar que había adelgazado durante el tiempo que no nos habíamos visto. Además, sus pies tambaleaban ligeramente mientras luchaba por mantenerse en pie.

- ¿Por qué no pasas al salón y te sientas un poco? Ahora llevo algún snack de medianoche para las dos. – Le ofrecí con la mayor delicadeza posible.

- Gracias, pero... No te molestes en sacar comida para mí, no tengo hambre... - Replicó Ayumi en un hilo de voz.

La retuve del brazo antes de que pudiese avanzar, poniéndome seria. La chica perdió el equilibrio ante mi inesperado agarre, por lo que no pude evitar dejar caer su peso sobre mí. Su cuerpo era tan ligero que no me hizo retroceder ni un ápice, a pesar de que siempre habíamos tenido una altura y complexión similar. Y yo nunca había destacado especialmente por mi fuerza física, siendo la más enclenque de la clase de educación física, probablemente.

- Estás a dieta, ¿verdad? – La interrogué. Ayumi asintió, confirmando mis sospechas. A pesar de encontrarme en completo desacuerdo con aquella práctica, supe que no podía obligarla a atiborrarse, pues podía terminar vomitando todo por pura culpabilidad, lo cual sólo agravaría el problema. – No sacaré nada de comida basura, así que tienes que comer algo, ¿vale?

Ella accedió dócilmente, sin fuerzas para discutir ni llevarme la contraria. Entonces la dejé marchar hasta el salón, donde tomó asiento en el viejo sofá de mi apartamento.

En lugar de una infusión, que apenas se trataba de agua diluida, serví un contundente vaso de zumo, y troceé una manzana roja para animarla a llenarse el estómago. Al regresar al salón con la comida que había preparado, deposité la bandeja frente a la joven que seguía temblando ligeramente a pesar del calor asfixiante del mes de agosto.

- Come algo, Ayumi, por favor. – Le pedí, ofreciéndole un pedazo de fruta.

No sin reservas, mi ex novia alargó el brazo para aceptar el trozo de manzana. Lo observó durante unos segundos con recelo, librando una más que evidente lucha interior. Sin embargo, finalmente se retiró el cubrebocas del rostro y se obligó a sí misma a alimentarse.

Sus mejillas se veían hundidas y afectadas por una severa malnutrición.

- Gracias, Kaori... – Musitó ella. – De verdad que espero no haberte molestado con mi repentina visita...

Deposité una mano sobre su hombro con cuidado.

- Al contrario. Me alegro mucho de verte. – Le expresé con sinceridad. - ¿Quieres contarme qué ha sucedido?

- Bueno... He estado muy ocupada con el entrenamiento para el debut y todo eso, la verdad. – Aproveché mientras estaba distraía hablando para ponerle otro trozo de manzana entre los dedos. – También he perdido peso por eso, está claro...

La muchacha hizo una pausa para seguir comiendo, hambrienta como debía estar, por mucho que lo hubiese negado. Pero no convenía llevar el tema de vuelta a la comida si quería que siguiera reponiendo fuerzas, por lo que decidí no comentar nada al respecto.

- Esperaba que estuvieras más emocionada con todo esto, Ayumi... - Le dije, quitándole la gorra de la cabeza para dejarla a un lado del sofá. - ¿Estás segura de que no ha pasado algo más?

La futura idol juntó las rodillas, cabizbaja.

- Verás... Si te soy sincera, me siento un poco estafada. – Me explicó. - Al final han decidido incluirme en un grupo junto a otras tres chicas para el debut. Y no nos llevamos mal ni nada, pero creo que no encajo con el concepto tan infantil del álbum, porque ellas son mucho más jóvenes que yo, y... No sé, no es lo que me habían prometido inicialmente...

A pesar de la admiración que la joven de cabello rosado profesaba por las artistas pop, nunca le había llamado demasiado la atención el estilo kawaii o aniñado de los grupos más populares de los últimos años. Siempre había sentido una mayor predilección por un concepto más maduro e incluso dramático, con un repertorio de canciones con mayor carga emotiva.

Comprendía que no le entusiasmase la idea de formar parte de un grupo idol de canciones estridentes con letras más enfocadas en la sonoridad que en el significado. Ayumi siempre había apuntado a todo lo contrario.

- Es más que comprensible. Yo diría que te la han jugado porque los grupitos de niñas monas venden más entre el público que más consume merchandising.

Ayumi emitió una amarga risa:

- Al final Tomoki tenía razón, ser idol no consiste más que en encandilar a bobos que sueltan dinero por cualquier basura con la cara de la chica que les gusta impresa... - Se lamentó, dejando de comer.

- Es posible que una buena parte de la industria funcione así, pero... No creo que eso signifique que no vaya a haber personas que admiren tu talento. Sin eso, jamás habrías llegado hasta donde estás ahora, para empezar. Así que puedes que estar más que orgullosa de ti misma. Y si te da cuenta de que esto no es lo que quieres, también puedes retirarte.

La muchacha dejó escapar una lágrima, recostándose contra mi hombro.

- Soy una completa estúpida, ¿verdad...? Me paso toda la vida peleando con mis padres por mi libertad para meterme en una empresa que me controla tanto, o incluso más que ellos... – Ella emitió una risa ahogada, conteniendo el llanto. – Me siento completamente patética...

Llena de compasión por ella, la abracé contra mi pecho, consolándola en voz baja:

- Eso no es así, tú sólo querías cumplir tu sueño. Uno precioso y que siempre te ha llenado de ilusión. No dejes que nadie te haga arrepentirte de haber soñado con la música.

Ayumi guardó silencio a partir de ese momento, reconfortada con la simple cercanía. En ese momento alargué el brazo para tomar el mando a distancia y encendí el televisor. Tal y como habíamos hecho desde niñas cuando mi amiga lloraba, zapeé hasta encontrar una película ya empezada, y la dejé sonar de fondo mientras ella se iba calmando. La aliviaba no ser el centro de atención cuando se sentía mal. Con la ayuda de aquella distracción audiovisual, la muchacha fue ingiriendo poco a poco la comida que le había servido hasta caer dormida antes, de que aparecieran los créditos en la pantalla.

Su semblante mantenía la misma expresión de paz que durante su niñez y adolescencia, por lo que me alivió que se hubiese permitido cerrar los ojos. Preocupada de que pudiera desvelarse en mitad de la noche, me acurruqué a su lado para hacerle compañía en su sueño.

Como había hecho tantas otras veces a lo largo de mi vida.

- Muchísimas gracias por dejarme pasar la noche en tu casa, Kaori. – Me agradeció Ayumi a la mañana siguiente con una amplia reverencia, bastante más calmada tras un reparador descanso. – Siento haberte dado un espectáculo tan lamentable...

Tras haber desayunado juntas, ella me había pedido el teléfono móvil para llamar a su mánager y que viniese a recogerla en coche. No era que no pudiese regresar por su propio pie, pero a aquellas alturas ya debían de haber notado su ausencia en el dormitorio, por lo que Ayumi pensaban que comprobaban por sí mismos que no había pasado la noche con un hombre las consecuencias serían menos duras para ella por haberse escapado en mitad de la noche.

De modo que les habíamos facilitado mi dirección, y esperábamos a que el auto en cuestión pasase a recoger a la futura idol.

- Para eso estamos las amigas, no tienes que disculparte ni darme las gracias. – Le contesté con una sonrisa, sintiéndome mucho más tranquila de verla con más energía esa mañana. - Vas a seguir entrenando para tu debut, ¿entonces?

- De momento, al menos, sí. – Admitió Ayumi con nerviosismo. – No me gustaría rendirme antes de haberlo intentado.

Tomé sus delicadas manos entre las mías, dándoles un cariñoso apretón.

- No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Te estaré animando. – Le prometí.

Me pareció notar un ligero rubor ascender a las mejillas de la joven con aquel gesto.

- G-gracias, significa mucho para mí... - Musitó, desviando su mirada a la carretera, a la busca del auto que debía pasar por ella en breves. - Por cierto, se supone que esto es confidencial, pero vamos a dar un pequeño concierto promocional en el festival que se celebra en el parque Miyashita. Por si quieres pasarte a vernos, será completamente gratuito y al aire libre.

- ¡Por supuesto! – Acepté su invitación ilusionada, pues siempre había querido verla brillar sobre el escenario. - ¿Te importaría que fuera acompañada...? Ya sabes, de Sesshomaru.

Ayumi dudó unos instantes antes de devolverme una sonrisa.

- Por supuesto que no, Kaori, venid juntos. No hay problema alguno. – Me aseguró. – De hecho... Cuando recupere mi teléfono móvil, me gustaría que dieses su contacto, si es posible.

Abrí los ojos como platos ante su inesperada petición.

- ¿P-puedo saber para qué...? – Le pregunté, sin salir de mi asombro.

- Me gustaría disculparme con él personalmente. – Me explicó ella cruzando los brazos sobre el regazo. – No debería de haberle juzgado por todas las enseñanzas de mi familia sobre los demonios, y... Me gustaría aprender más sobre su especie, para poder elaborar mi propio criterio. No quiero seguir viviendo con miedo a una amenaza que posiblemente no sea tan real como me hicieron creer.

Recordando el terror y la convicción homicida que había mostrado la onmyoji en su batalla contra el demonio, me sorprendió gratamente que hubiese estado reflexionado sobre aquel episodio. Y con un enfoque tan positivo, además.

- Me temo que Sesshomaru no va a aceptar disculpas, puesto que no consideraba que hubieses hecho nada malo, pero se lo diré, igualmente. – Respondí casi con ternura, como quien le explicaba a un niño que no merecía castigo alguno. - Que quieres hablar con él.

Apenas Ayumi volvió a agradecerme, ambas nos sobresaltamos por el sonido de un claxon aproximándose en nuestra dirección. El vehículo se detuvo justo a nuestro lado, conducido por un hombre de mediana edad con cara de pocos amigos. Pero hubiera que su expresión se suavizó al reconocer que su artista efectivamente se encontraba con otra mujer, y que no se había escapado en mitad de la noche para acostarse con un hombre. Por primera vez en mi vida, agradecí la sociedad heteronormativa en la que vivíamos, puesto que simplemente darían por sentado que no podía haber ocurrido nada íntimo entre nosotros.

Aunque, a decir verdad, incluso si Ayumi era lesbiana, en este caso no se equivocaban.

Entre ella y yo ya no había nada más que amistad en esos momentos, no me cabía duda. En primer lugar, porque únicamente había pensado en ella como una amiga en apuros desde que la había visto aparecer en mi puerta. Y en segundo, porque incluso si hubiese vuelto a sentir mariposas en el estómago en su presencia, aquella noche me había dejado más que claro que se no encontraba emocionalmente disponible para ninguna relación romántica.

Con gestionar el estrés inherente de su profesión y luchar a diario con sus traumas familiares Ayumi ya tenía suficiente en su plato. Y lo único que yo podía hacer por ella era apoyarla en la distancia.

Como su mejor amiga.

Notas: Creo que una de mis escenas favoritas hasta el momento es cuando Kirinmaru le echa la bronca a Sesshomaru, nadie más le puede sermonear de ese modo, ni siquiera Towa. La verdad es que ni yo misma esperaba incluir más narración desde el punto de vista de Sesshomaru salvo los flashbacks, pero para poder distanciar a Kaori de todo lo que sucede no me ha quedado más remedio. Así ya no le tocará ser testigo de absolutamente todo.

Y en este capítulo finalmente se asienta su relación con Ayumi y puede despejar un poco sus sentimientos al respecto, aunque me apena mucho que las circunstancias no las hayan acompañado por tanto tiempo a ambas.

Bueno, ya para finalizar solo quería decir que voy a seguir esforzándome en estar mejor y en poder acabar esta historia. Siento mucho insistir en que no estoy pasando por un buen momento, pero no quiero seguir fingiendo que no ocurre nada en ningún ámbito de mi vida.

Gracias por vuestra comprensión y apoyo. Cuidaos mucho, muchísimo. Nos leemos.