Notas: Feliz domingo! Aunque vengo a decir de nuevo que he estado bastante bloqueada con la escritura, a ver si termino de pillar carrerilla ahora que he empezado a soltarme...
Tengo una sorpresita que anunciar al final, así que os dejo con el capítulo y luego nos leemos!
El profesor Taisho y yo nos desprendimos de las ropas empapadas nada más salir de la bañera. Ambos estuvimos de acuerdo en dejar las preguntas para más tarde, una vez nos hubiésemos secado el cuerpo y nos encontrásemos en un ambiente menos asfixiante. También necesitaba sofocar la sed que resecaba mi garganta y la hacía arder como si hubiese tragado arena. Después de haber atendido las necesidades más acuciantes, nos vestimos los albornoces blancos decorados con el logotipo del ryokan sobre la solapa del lado izquierdo, a la altura del pecho.
Cruzados de piernas sobre el tatami de la habitación, Sesshomaru me secaba el cabello con una toalla a mis espaldas.
- Esto… No sé ni por dónde empezar. – Musité, sintiendo mi mente aún pesada, como si la neblina y el vapor se hubiesen quedado para mermar mi percepción de forma permanente.
El demonio comenzó a desenredar mi cabello con suavidad, ayudándose de sus largos dedos; haciendo uso de la punta de sus garras para deshacer los nudos más finos.
- Puedes compartirme qué es lo que has vivido durante estas horas en primer lugar, si te parece bien. – Respondió Sesshomaru en tono suave. – Aún percibo tu respiración agitada, así que puedo escucharte hasta que te calmes.
Después te contaré yo, y así empezaremos a desentrañar esta peculiar situación, juntos.
Sus palabras susurradas eran tan dulces que se sentían como una cálida manta envolviéndome. Su presencia me curaba del terror pasado, insuflándome la seguridad que necesitaba. Exhalé una amplia bocanada de aire, aferrándome a mis rodillas hasta casi hacerme una bola.
- ¿Puedes…? ¿Puedes abrazarme otra vez, por favor?
A pesar de que su cercanía era casi lo primero que había percibido al despertar, aún temía poder caer de vuelta a la pesadilla en cualquier momento.
- Por supuesto que sí. – Accedió él apaciblemente.
Los brazos de Sesshomaru se cruzaron justo por encima de mi pecho, rodeándome con delicadeza. Sin riesgo de entorpecer mi respiración lo más mínimo. Reconfortada por su cercanía, cerré los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás, recostándome sobre su hombro. Sentía su respiración junto a mi garganta, produciéndome un agradable cosquilleo.
- Creía que había muerto, Sesshomaru. – Confesé, con la voz pendiente de un fino hilo. – No he estado más asustada en toda mi vida.
El demonio acarició mis clavículas por encima de la tela del albornoz, compasivo.
- ¿Quieres comenzar por contarme qué es lo que sucedió tras que yo me marchase, Kaori? – Preguntó él en un susurro tan bajo que me puso la piel de gallina.
Abrí los ojos, incorporándome hacia adelante para abrazarme a mis piernas.
- Estuve haciendo tiempo, esperando a que regresaras. – Le conté. – Al final, decidí darme un baño antes de irme a dormir, pero… Quizás me pasé de rosca al configurar el agua a tanta temperatura, no lo sé, pero… La cuestión es que comencé a marearme, tanto que ni siquiera pude ponerme en pie para regularla.
Y lo siguiente que supe es que me había despertado en un lugar neblinoso y vacío, sin más vida aparte de mí misma. Al menos, eso pensé en primera instancia.
Sesshomaru deshizo su abrazo para deslizarse justo a mi lado, buscando mis ojos con los suyos.
- Entiendo que pudieras pensar así al encontrarte en la nada más absoluta… - Sus palabras reconfortantes contrastaron con la ausencia de emoción en su expresión. Era como si estuviese analizando algo más, concentrando todos sus esfuerzos en algo que no tenía nada que ver con tranquilizar mis temores. - ¿A qué te refieres con eso de "en primera instancia"? ¿Viste algo que te hiciese cambiar de opinión, Kaori?
Su interrogatorio se sentía implacable a pesar de la suavidad con la que pronunciaba cada palabra. Parecía ávido de conocimiento, como si estuviera buscando la pieza perdida de un complicado rompecabezas.
Y aunque aún no comprendía en absoluto de qué iba aquello todavía, esperaba que la información que estaba por proporcionarle también respondiese a mis propias dudas.
- Comencé a caminar entre la niebla para encontrar una salida, pero había una pared invisible que me impedía avanzar más allá.
Rodeando el contorno de aquella muralla sin color acabé por toparme con un torii dorado. Aunque no podía atravesarlo, sí que había un rectángulo libre de niebla, por lo que decidí asomarme a echar un vistazo.
Ah, también me encontré otro ventanuco parecido en otro punto de aquel espacio, pero allí no había nadie. En cambio, al otro lado del torii… Había una habitación de hospital. Allí conocí a Marin.
Las pupilas del demonio se dilataron. Se veía más concentrado en sus propias cavilaciones que sorprendido, sin embargo. Como si no fuese la primera vez que escuchaba algo así.
Y resultaba extrañamente específico como para encontrarse dentro del rango habitual de conocimientos de un demonio o profesor de historia, en su defecto.
- Conoces el lugar del que te estoy hablando, ¿verdad? – Inquirí ante su semblante carente de emoción.
- No… exactamente. Nunca he estado allí. – Explicó llevándose la mano al mentón, pensativo.
- Pero estabas en el agua conmigo, ¿no? – Pregunté, extrañada.
¿De qué otro modo podía saber de lo que estaba hablando?
- Sí, pero no perdí el conocimiento ni fui transportado a ningún lugar. – Explicó, frunciendo el ceño, como si aún siguiera estrujándose los sesos en busca de una explicación satisfactoria. – Lo cual refuerza mi teoría.
- Dime. ¿De qué se trata? – Inquirí, desesperada por saber qué pasaba por su mente.
- No son más que mis conjeturas, pero… - Sesshomaru apretó los labios en una fina línea. - Veras, resulta que los demonios, al ser existencias inmortales, no poseemos más que una sola vida, de modo que todo nuestro ser se encuentra en el cuerpo que habitamos. Es decir, carecemos de alma, al contrario que los humanos, de modo que no nos es posible reencarnar en ningún otro ser vivo una vez nos llega el final.
Así que estoy bastante seguro de que ese lugar que describes se trataba del interior de tu alma. Eso explicaría que el incienso no tuviese efecto sobre mí cuando me sumergí en la bañera contigo. Y eso explicaría por qué pudiste entrar en contacto con tu anterior vida… Con Marin.
De modo que se había tratado de las sales de baño que había añadido, no de la temperatura del agua en sí.
Mis sueños sobre el pasado también habían comenzado a partir de una barra de incienso, si no me fallaba la memoria. Sesshomaru había encendido una para ayudarme a relajarme la primera vez que había visitado su apartamento.
Las piezas comenzaban a encajar lentamente en mi cabeza, la cual trabajaba a una velocidad menor que la acostumbrada mente del profesor Taisho. Pero comenzaba a vislumbrar los pensamientos que mantenían su cabeza tan ocupada.
- ¿No quieres saber qué fue lo que hablé con ella? – Pregunté, extrañada por su repentina falta de cuestionamiento en ese aspecto.
El hombre de cabello plateado cabeceó, incapaz de decidir si quería asentir o negar.
- Yo… No estoy seguro. – Admitió, cerrando los ojos con firmeza. – No tenía ni idea… Maldición. – El demonio golpeó el suelo de forma inesperada con su puño cerrado, frustrado. Jamás le había visto reaccionar de forma tan violenta y visceral. – Ella… ¿Me guardaba rencor? – Quiso saber, con la mirada oscurecida.
Negué con la cabeza, despacio. Sentía un miedo involuntario a que volviese a dar un golpe de forma brusca.
- Marin parecía extrañarte... – Musité con cautela. - Solo quería saber si habías cambiado mucho en el presente.
Los hombros del demonio se sacudieron ligeramente, como si estuviese conteniendo el llanto, un rugido, o ambas cosas a la vez.
- Estaban todas allí, ¿verdad…? Todas las mujeres que traje de vuelta con el poder de las perlas arcoíris… Siguen cautivas dentro de aquel espacio, ¿no es así?
Asentí, sin palabras ante su desgarradora desesperación. Entonces el demonio terminó de derrumbarse, derrotado ante aquella visión. Se dejó caer sobre el suelo, encogiéndose sobre sí mismo como si hubiese sido herido de muerte.
- ¿Así que he mandado a Rin de vuelta a ese averno…? – Murmuró de forma casi inaudible.
Pero no fui capaz de ignorarlo para respetar la privacidad de su duelo. No cuando había mencionado su nombre.
- ¿Qué quieres decir con eso…? – Quise saber, poniendo la mano sobre su hombro.
El Lord del Oeste alzó sus ojos hacia mí, suplicante. Frunció los labios y se obligó a erguirse, a pesar de que todo su ser delataba una debilidad extrema. Tomó asiento sobre sus talones y me miró fijamente, como si pudiese leer mi alma con sus extraños orbes dorados.
- Cuando regresé a la habitación, te encontré desfallecida al borde la bañera, Kaori, de madrugada. Te saqué de inmediato para comprobar qué te había sucedido, y tratar de hacerte despertar. Mientras te secaba para vestirte y evitar que te resfriases, o algo peor, abriste los ojos, pero… Me encontré con otra persona diferente. – Cerré los puños sobre mis muslos clavándome las uñas en la piel. Le escruté con una silenciosa interrogación en los labios. – Se trataba de Rin.
"Cuida de él, te lo ruego".
Recordé en ese preciso instante la temblorosa voz que me imploró antes de volver a abrir los ojos.
¿Acaso había sido… ella?
¿Nos habíamos intercambiado y había escuchado su voz al cruzarme con su conciencia?
- T-tu esposa… - Murmuré, bajando los párpados, incapaz de enfrentar sus pupilas llenas de emociones. – Y… ¿Qué pasó entre vosotros? – Inquirí, con un nudo en la garganta.
El profesor Taisho dirigió una mano hacia mi mejilla, aunque se detuvo en el aire cuando le volví el rostro. No pude evitar hacerlo de forma instintiva.
Los celos me corroían, envenenando mi interior y haciéndome sentir miserable.
- Hablamos. – Respondió, de forma escueta. – Del pasado. Del presente, y… Nos despedimos en condiciones antes de buscar la forma de hacerte regresar.
La burbujeante bilis comenzó a descender por mi garganta a medida que racionalizaba la situación. Sesshomaru parecía tan sinceramente desconcertado por el inesperado reencuentro con su esposa como yo misma. No era como si lo hubiese planeado a propósito.
De modo que sentía no tenía derecho a enfadarme con él ni recriminarle nada de lo que había sucedido. No después de que hubiera renunciado a la mujer que más amaba para traerme de vuelta.
Porque él había hecho lo correcto, a pesar de sus sentimientos. Me había devuelto mi cuerpo y mi vida a cambio de ella.
- Me alegro mucho de que hayas podido completar tu cometido inicial con este viaje, aunque haya resultado de esta forma tan inesperada. - Murmuré, volviendo la vista hacia su rostro. Él me observaba con cautela, como si pudiese vigilar de aquel modo cada pensamiento que cruzase por mi mente. – Aparte de hablar… ¿Llegasteis a hacer algo más allá, Sesshomaru?
Odiaba tener que preguntarle aquello. Pero no lograba sacudirme la sensación de que me estaba ocultando algo de forma deliberada, y no podía seguirlo ignorando. No cuando la punzada de culpabilidad se le notaba de forma tan evidente en el rostro.
Su ligero fruncimiento de labios no hizo más que confirmarme que mi corazonada había sido correcta.
- Sí. – Contestó el demonio, sincerándome por completo. – Nos abrazamos. La acaricié, y también… Nos besamos. – Admitió, sus ojos oscureciéndose bajo una oscura sombra de su tortura interna. – Lamento profundamente haber hecho todo eso con ella a través de tu cuerpo. Soy más que consciente de que no ha estado bien por mi parte, aunque no pude evitar desearlo en el momento. Te juro que no pasamos a nada más íntimo que eso…
Deposité las manos cerradas en puños sobre su pecho, rogándole en silencio que se detuviera.
- Está bien, Sesshomaru…– Le interrumpí, cerrando los ojos y agazapándome para ocultar el rostro en la curva de su cuello. – Lo entiendo perfectamente. No estoy enfadada por ello.
Y sabía que no mentía al decirle eso. Me parecía más que comprensible que no hubiera podido resistir el impulso de besar a su esposa tras quinientos años de incansable búsqueda. Aunque entenderlo y poder perdonarlo racionalmente no implicaba que no me sintiera dolida por ello.
Ella había llevado mi ropa. Le había rodeado con mis brazos. Y se había despedido de él para siempre con mi boca.
No tenía ni idea de cómo sentirme al respecto, salvo que no me creía con derecho para sentirme mal por lo sucedido. Después de todo, era yo la que se encontraba allí con él, en lugar de Rin…
Aunque necesitaría tiempo para procesar mis emociones al respecto. No era capaz de conectar la alegría que debería de estar sintiendo porque me hubiera "elegido" a mí.
Mientras yo me tragaba mis complicados sentimientos, Sesshomaru rodeó mis hombros con sus brazos, incapaz de decidirse sobre estrecharme contra su pecho o dejarme espacio.
- Lo siento mucho, Kaori. – Se disculpó, dibujando círculos con sus dedos entre mis omóplatos.
- No hace falta, solo… Necesito… Algo de tiempo para procesarlo. – Admití, separándome de él unos centímetros y rechazando su abrazo. - ¿Podemos hablar de otra cosa?
Sus ojos dorados refulgieron por un instante, reflejando de forma cristalina el dolor que le había provocado la distancia que había puesto entre nosotros de forma deliberada.
- Claro... Podemos hablar de lo que quieras. – Me concedió él, tratando de enmascarar con serenidad lo que verdaderamente albergaba su corazón.
- Hay un asunto que… - Comencé torpemente, por lo que carraspeé antes de empezar a hablar de nuevo. – Mientras estuve en ese lugar, dentro de mi alma, o lo fuese… Descubrí algo que me ha tenido inquieta, y quería comentarlo contigo.
El demonio cruzó las piernas por delante de sí mismo mientras seguíamos sentados sobre el suelo, cara a cara.
- Adelante.
Respiré hondo y aproveché el silencio para recolocarme yo también, echando todo el peso de mi cuerpo sobre mi cadera y brazo izquierdos. Estiré y contraje los dedos de los pies descalzos con nerviosismo.
- Como te he dicho antes, tuve la oportunidad de hablar con Marin. Al parecer, ella también podía hablar con la reencarnación previa a ella.
- Rinako, ¿verdad? – Inquirió él, para asegurarse de que estábamos hablando de la misma persona.
Recordaba con bastante claridad que ése era el nombre que Marin había mencionado, por lo que asentí sin dudar.
- Eso es. Le pedí que le preguntase a la costurera… Quien, por cierto, se llamaba Iori, sobre su atacante. – Sesshomaru respiró profundamente, aunque no supe discernir si se debió a conocer el nombre de aquella mujer tras tanto tiempo, o si le impresionaba más que se me hubiera ocurrido hacer mis averiguaciones mientras había estado inconsciente, desde su punto de vista. – Siento mucho haber indagado de más, pero desde que me hablaste de ella, las circunstancias que rodearon su asesinato me parecieron de lo más extrañas…
Según me dijo Marin, todo lo que Iori fue capaz de discernir en la oscuridad era que se trataba de una mujer que no había visto jamás, con el cabello plateado como de una anciana, pero con una piel lustrosa y jugosa como la de una muchacha. ¿Sabes de alguien que pudiera cumplir con aquella descripción en ese entonces? ¿Alguien que tendría algún motivo para atacarla?
La máscara del Lord del Oeste se hizo añicos mientras que me escuchaba con atención. Al principio, su expresión denotaba un profundo desconcierto; después, un terror inefable. Y en último lugar, sus ojos se tiñeron del color de la sangre mientras su gesto se agriaba en uno de pura ira.
- Zero… - Gruñó Sesshomaru, sus irises tornándose de un color azul claro sobre el fondo carmesí. Aquellos eran los ojos del perro demoníaco en el que le había visto convertirse en su enfrentamiento con Ayumi en el puerto. – Esa desgraciada…
A pesar del temor que me suscitaba el recuerdo de aquel monstruo, me mantuve anclada en el sitio. El nombre que había mencionado era tan familiar que no pude evitar preguntarle:
- ¿Zero? ¿La hermana de Kirinmaru? – Pregunté, sin salir de mi asombro por aquella inesperada conclusión. - Pero… ¿No debería tener el cabello rojo como él…? – O, al menos, así me la había imaginado yo cuando el doctor Komaeda me había hablado de ella.
Se me heló la sangre en las venas ante el gesto de negación de la cabeza de Sesshomaru.
- Los hermanos del Este sólo tenían los ojos esmeraldas en común. – Me informó, echando el peso sobre sus talones para ponerse en pie. - El color del cabello de Zero era plateado como la luz de luna.
Pero aquello significaba… ¿Que la persona responsable de la muerte de Rin la había seguido persiguiendo? ¿Era por eso que todas habían fallecido de forma tan sospechosa? ¿Porque Zero se había encargado personalmente de que jamás pudieran reencontrarse?
- Pero… ¿No te dijiste que Towa y Setsuna acabaron con ella? – Balbuceé, confundida.
- Eso mismo pensaba yo. – Sentenció el profesor Taisho con expresión grave. – Y no pienso descansar hasta llegar hasta el fondo de este asunto.
Incapaz de moverme debido al aterradora aura que rodeaba al demonio, le vi ponerse en pie y desaparecer en el interior del dormitorio. Escuché cómo tomaba algo de encima de la mesita de noche, y a continuación prosiguió un tenso silencio.
- ¿Kirinmaru? – Asumí que debía de haberlo contactado por teléfono, a juzgar por el nuevo silencio que siguió a su llamado. - ¡Me importa una mierda que sea de madrugada y que estemos fuera de tu puñetero horario laboral, maldición! – Explotó el demonio, furioso como nunca antes había sido testigo.
Escúchame bien y dime, ¿estás seguro de que tu hermana falleció cinco siglos atrás?
No, no estoy bebido ni estoy alucinando, joder.
No se trata de buscar venganza, ¡maldición! ¡Si esa arpía sigue viva, podría intentar hacerle daño a Kaori!
Mi pulso cayó en picado al ser consciente de la posición en el peligro real en la que me había visto envuelta sin apenas darme cuenta.
Después de su acalorada conversación con el doctor Komaeda, Sesshomaru había convenido que lo mejor era que ambos regresáramos a Tokyo lo antes posible. De modo que no nos quedó más remedio que renunciar al resto de días adicionales reservados de la habitación del ryokan.
A nuestra partida, no me atreví a vestir las mismas ropas que Rin había utilizado, de modo que reutilicé el cómodo atuendo que había vestido el día que llegamos al lugar. La cabeza me daba tantas vueltas que no me veía capaz de concentrarme en absoluto en pensar un nuevo conjunto de ropa con las prendas que había traído conmigo. Mientras empacábamos, el profesor Taisho exhibía un humor de perros, y aunque no lo estaba pagando directamente conmigo, no me había atrevido a mencionar una sola palabra desde que había estallado en cólera. Únicamente respondía en los casos en los que se dirigía a mí específicamente por cuestiones de estricta logística.
Quizás porque la posibilidad de estar en peligro se había hecho real tan de repente que aún me encontraba en estado de shock. Y no tenía ni idea de cómo procesar toda la incertidumbre, el miedo y el dolor sufridos en las últimas horas.
Sentada en el asiento del copiloto, me toqué los labios con aire distraído, recordando con pesar que él los había besado mientras Rin había habitado mi cuerpo. Todo mi ser se sentía víctima de algún tipo de traición o infidelidad, aunque Sesshomaru y yo no estábamos ni siquiera en una relación oficial.
Es más… Fuera lo que fuese que había entre nosotros, yo misma ya me estaba planteando cortarlo antes de que aquel jaleo sucediera. Pero ahora todo se había vuelto incluso más confuso…
- Kaori… - Me llamó él, con la vista clavada al frente y las manos centradas en la conducción del vehículo. – Siento mucho haber estallado de aquella manera antes… Te agradezco mucho que obtuvieses esa información y me la transmitieses.
Tardé unos segundos en ubicarme, como si mi cerebro funcionase de forma ralentizada. Se refería a lo que Marin había logrado averiguar sobre la asesina de Iori, claro.
- De nada. – Contesté, mi boca moviéndose en piloto automático. - Si ha conseguido ayudar lo más mínimo…
- Claro que ha sido valioso. – Los ojos del demonio me observaron por un fugaz instante antes de regresar a la carretera. - Y por eso mismo, quiero actuar con mucha más cautela que hasta ahora.
En primer lugar, si notas cualquier signo paranormal o sospechoso, necesito que me lo hagas saber al instante. – Me imploró, reduciendo la velocidad del vehículo para tomar una curva. - En segundo lugar, mantente alejada de cualquier mujer de ojos esmeralda que se cruce en tu camino, independientemente de su color de cabello. Si te está buscado, Zero podría estar usando tinte o una peluca para esconder su tonalidad natural. Si intenta llevar lentillas, será bastante evidente puesto que el color verde puede asomar por la circunferencia central, así que permanece alerta. – Asentí, de acuerdo con que toda precaución era poca hasta que supiéramos dónde se encontraba aquella temible mujer.
Y en último lugar, si fuera posible… Me gustaría que vinieras a vivir conmigo.
Aquel último punto me hizo girar la cabeza hacia él, sintiendo que me faltaba el aire en los pulmones.
- ¿C-cómo…? – Balbuceé, sobrecogida por la repentina proposición.
- Es por tu seguridad. – Aseguró Sesshomaru, incorporándose a la autopista con conexión directa a la capital nipona. - No podría perdonarme a mí mismo si te pasara algo mientras soy consciente de la situación. Hasta que no logremos ubicar el paradero de Zero y consigamos disuadirla de su propósito no podemos considerar que estés a salvo.
Presioné los nudillos contra mis muslos, sintiendo el conflicto surgir en mi interior. No estaba preparada para dar un paso así con él.
No hasta que aclarase qué iba a hacer con mis celos, tras el ultraje sufrido por mi cuerpo y mi temprana decisión de cortar la relación.
Aquello era demasiado complejo para procesarlo mientras él seguía concentrado en la conducción.
- N-no sé… - Musité. - ¿Podría pensármelo…?
Sesshomaru me observó de reojo, preocupado por mi tono.
- Podemos buscar otra alternativa si no te sientes cómoda conmigo ahora mismo. No era mi intención presionarte.
Asentí, agradecida por su cálida comprensión. Apoyé el codo sobre la ventanilla y me dediqué a observar el paisaje de forma distraída.
En contraposición con la luz que derramaba el sol sobre el mundo de los vivos, no pude evitar recordar la insondable oscuridad que envolvía el interior de mi alma. Allí donde todas aquellas mujeres que había vivido antes que yo existían sin posibilidad de descanso eterno, condenadas al olvido.
Hice un recuento en mi mente de los colores que había presenciado allí.
El rojo carmesí, correspondiente a Airin.
El azul índigo de la cortesana Himawari.
El naranja del sol poniente, el cual había dado luz a Iori.
El verde esmeralda, de Rinako.
El púrpura como el de una amatista, vinculado con Marin.
Y el dorado como los mismísimos ojos de Sesshomaru, el cual me había concedido la vida a mí.
Seis perlas. Del total de siete misteriosas joyas. Me mordí el labio, inquieta al pensar en mi propia muerte. En qué sería de mí si acabaría en el mismo lugar sombrío que las demás…
¿Qué sería de Sesshomaru?
¿Y qué tipo de persona me sucedería?
¿Ellos también acabarían enamorándose…?
¿Y se olvidaría de mí?
Por primera vez, empaticé con lo que Rin debía de haber sentido al reencontrarse con su esposo al verse en mi cuerpo. Y, sin embargo, ella tenía mejor corazón que yo, permitiéndome regresar en lugar de reclamar su lugar junto a Sesshomaru…
Estaba más que segura de que yo jamás hubiera vuelto en caso de que Rin le hubiese pedido al demonio quedarse a su lado. Le debía a vida a ella, pues de no ser por su consideración, yo…
- Kaori… - Me llamó el profesor Taisho, su expresión sombría. – Percibo el miedo en ti. – Oh, claro, había olvidado que su sentido del olfato era muy agudo, y más dentro de un espacio tan reducido como un coche. - No hace falta que hablemos, si no deseas hacerlo por cualquier motivo, pero…
Estoy aquí, y si puedo hacer algo por calmar tus preocupaciones… Me gustaría que lo compartieses conmigo.
Me revolví en mi asiento, envolviéndome con los brazos.
- Lo cierto que… Tengo muchas dudas sobre ti, y sobre… Nosotros. – Le respondí, tratando de ser lo más sincera posible. – Y todo lo que he visto y ha sucedido en las últimas horas no ha hecho más que acrecentar mis dudas. Así que me gustaría hacerte algunas preguntas. – Añadí, mirándole de refilón.
Frente a nosotros comenzaba a extenderse el paisaje urbano, indicando que nos estábamos adentrando en la zona metropolitana de Tokyo.
- Adelante. – Me animó.
Tragué saliva antes de humedecerme los labios, presa del nerviosismo.
- Sesshomaru, tú… Utilizaste la perla dorada para que el alma de Rin se reencarnase en mí, ¿no es cierto?
El demonio abrió los ojos como platos sin apartar la vista de la carretera.
- Así es. – Admitió con completa transparencia. – Lo viste, ¿verdad? Cuando estuviste en el rincón más profundo de tu alma…
- Sí. – Asentí, estirando los brazos para presionar mis palmas contras las rodillas, tratando de secarme el sudor nervioso de mis poros. – Lo que más me llamó la atención fue, bueno…
Que solo vi seis colores. Y tú siempre has dicho que se trataban de siete perlas, entonces, quería saber… Si aún conservas la última de ellas, y… Qué piensas hacer con ella… Una vez yo haya fallecido.
Sesshomaru agarró el volante con fuerza, exhalando un profundo suspiro.
- Sea lo que sea que te está pasando por la cabeza, te equivocas, Kaori. – Respondió el demonio. - Ya he consumido todas las Perlas Arcoíris. Tu muerte pondrá fin a este ciclo que inicié por puro egoísmo.
No era la primera vez que el profesor Taisho hacía alusión a que yo era su "última oportunidad", o algo así. Pero eso solo lo hacía todo más confuso aún.
- Pero allí solo había seis esferas de colores… - Le rebatí, agachando el rostro.
- Eso es porque he empleado la perla plateada para un deseo que no está relacionado con traer de vuelta a ningún alma. – Explicó, deteniendo el vehículo suavemente frente a un paso de peatones junto al que se había encendido una luz roja en nuestra dirección.
- ¿Qué deseo pediste? – Quise saber, intrigada.
Entonces el gesto del demonio se volvió sombrío mientras sus dedos tamborileaban sobre el volante del vehículo. Tras unos segundos de tenso silencio, Sesshomaru arrancó el coche para reanudar la marcha, ahora que el semáforo había cambiado a verde.
- Preferiría no cargarte con el peso que conlleva esa respuesta, Kaori. – Repuso él, girando hacia la derecha para conducir en dirección a mi apartamento. - Al menos de momento. Te noto muy agitada como para poder gestionarlo ahora mismo.
Apreté los nudillos, comenzando a frustrarme.
- Agitada es una palabra muy débil, Sesshomaru. – Estallé finalmente, desembotellando las emociones que burbujeaban a presión dentro de mí. - ¿Crees que puedo asimilar mucho mejor que corro inminente peligro de muerte? – Sollocé. – ¿Qué mi única salvación es mudarme con un hombre al que aún no conozco del todo, a sabiendas de que sigue pensando en otra mujer que no soy yo?
¿Piensas que es más sencillo para mí vivir con la única certeza de que quien preferirías que estuviese aquí fuese ella, y no yo? ¿Que solo soy una más en la ristra de mujeres que se parecen a Rin? ¿Qué soy tan reemplazable para ti como cualquiera de ellas…?
Sesshomaru dio un volantazo, obligándome a callar en el instante para evitar morderme la lengua. El vehículo se detuvo con un chirrido junto a la acera, sin molestarse en aparcar correctamente, simplemente procurando no entorpecer el tráfico a los demás.
"Qué considerado con la seguridad vial", pensé con hiriente sarcasmo.
- ¿… de veras piensas eso? – Inquirió él, cabizbajo.
Con las manos temblorosas, me desabroché el cinturón de seguridad, por si sentía la imperiosa necesidad de salir corriendo.
- No… No lo sé… - Gimoteé, sintiendo cómo las lágrimas se agolpaban en mis ojos. La montaña rusa de emociones me llevaba ahora por una vorágine de autodesprecio y angustia. – No, soy yo la que no está siendo justa. Lo siento mucho.
Entiendo la situación. – Al decirlo en voz alta, sentía que me ayudaba más a convencerme a mí misma que a él. - De verdad que me esfuerzo lo que no está en los escritos por ser comprensiva… - Insistí, ante su desconfiada mirada.
Pero no puedo evitar que me duela. – Al reconocérselo en voz alta, mis emociones comenzaron a desbordarse sin que pueda retenerlas por más tiempo. - Desde que he sabido que Rin ha estado en mi cuerpo, no puedo parar sentir que no soy más que un estorbo entre vosotros dos. Que… - Me enjugué las lágrimas con el dorso de la mano antes de que pudieran derramarse por mi rostro. - Que, si yo simplemente no existiera, si Rin hubiera permanecido en este cuerpo en mi lugar… Podríais haber recuperado vuestra vida juntos felizmente…
Sé que sólo me has traído de vuelta porque era lo correcto, Sesshomaru, no porque tú realmente así lo desearas…
Sesshomaru entonces acunó mi rostro entre sus manos, obligándome a enfrentar su mirada. El anhelo que se reflejaba en ellos me dejó sin respiración.
- No es así, en absoluto. – Sentenció el demonio con voz aterciopelada, haciendo que mi corazón se detuviese por un instante. Sus pulgares trazaron círculos sobre mis mejillas, secando las corrientes húmedas que habían comenzaron a descender sin mi permiso. - Por supuesto que era lo correcto hacerte regresar, Kaori. Tu cuerpo y la vida que has construido te pertenecen por pleno derecho. Pero no es sólo por eso que tomé la decisión de hacerte regresar.
Conoces buena parte de mi pasado, de modo que deberías saber que tiendo a actuar de forma egoísta, conforme a lo que conviene a mí, antes que ser justo con quienes me rodean. – Su rostro delataba que no se sentía orgulloso de algo rasgo suyo. Yo parpadeé, confundida, liberando dos nuevas lágrimas. – Es cierto que amo a Rin y jamás dejaré de hacerlo, pero… Eso no quiere decir que lo que siento por ti sea de menor magnitud.
Incluso si te cuesta creerlo, ambas sois las mujeres de las cuales estoy enamorado. Ahora y por siempre.
Jadeé, tratando de recuperar el aliento.
- ¿C-cómo…? – Balbuceé. - ¿D-de las dos… a la vez?
El demonio asintió, acariciando mi cabello para en gesto tranquilizador.
- Soy consciente de que para los humanos lo más común es elegir una única pareja, pero… Entre los Inugami las relaciones no monógamas son una dinámica más que normalizada, de modo que a mí no me resulta inconcebible la posibilidad de estar enamorado de dos personas de forma simultánea. – El demonio recorrió las facciones de mi cara lentamente con sus pulgares, despertando un agradable cosquilleo en mis terminaciones nerviosas.
Créeme cuando te digo que no te amo menos de lo que lo hago por Rin. – La ternura con la que su confesión salió de entre sus labios me desarmó por completo, haciendo que todo mi cuerpo se volviera de mantequilla.
Y, sobre todo, lamento haber tenido que enfrentarme a la posibilidad de perderte para darme cuenta de que mis sentimientos por ti alcanzaban tal magnitud. – Sesshomaru trazó círculos sobre mi frente, desordenando mi flequillo, sus ojos perdidos en el más amargo de los arrepentimientos. - Te había dado por sentado, mientras seguía atrapado por el dolor de la pérdida de mi esposa. Tampoco he tenido nunca valor suficiente para mencionarte antes esta posibilidad por la sensibilidad que te suscitaba la mera mención de su nombre, pero ahora sé que tenía que habértelo dicho antes. – Sus manos viajaron hasta mi nuca, manteniendo mi mirada fija en la suya.
Después de haber podido hablar con Rin por última vez he conseguido quedarme con la conciencia mucho más tranquila… Y ambos estuvimos de acuerdo en que lo nuestro ya había alcanzado su final hace mucho, de modo que no podía seguir aferrándome a su recuerdo. Porque la que fue mi esposa ya no pertenece a este mundo.
Seguiré enamorado de ella por siempre, pero… No pienso volver a permitir que eso nuble por más tiempo lo que siento por ti, Kaori.
Sobrecogida por la emoción, oculté mi llanto tras mis húmedas palmas. Aquello significaba que el alivio en su voz cuando yo había regresado había sido más que real.
Me sentía como una estúpida por haberme intentando convencer a mí misma de que no había sido más que su segundo plato todo este tiempo. De que la inseguridad me hubiese carcomido hasta lo más profundo de mi alma.
- Sesshomaru… - Gimoteé antes de rodear su cuello con mis brazos, deslizándome hasta su asiento para colocándome a horcajadas sobre él, con la delirante necesidad de sentirle más cerca. Apenas había sido consciente de la necesidad que sentía de refugiarme en su calor, a la vez que le había obligado a mantener las distancias. – Tienes razón, no lo comprendo del todo, porque nunca jamás se me había ocurrido esa posibilidad, pero…
No sabes lo feliz que me hace saber estás tan enamorado como yo de ti. Y que no soy una sustituta más.
El demonio se atrevió finalmente a rodear mi cintura en un abrazo, rozando su nariz con la mía delicadamente.
- Te lo recordaré las veces que sea necesario, Kaori. – Me aseguró en voz baja, acariciando mi mejilla con ternura.
Incapaz de mantener a raya mis emociones por más tiempo, agaché el rostro para besarle por primera vez desde que había recuperado mi cuerpo. Él me correspondió con dulzura, acariciando mi columna en sentido descendente.
Escuché el clic metálico cuando el demonio de desabrochó su propio cinturón de seguridad, antes de reclinar el asiento del conductor hacia atrás. Aquel desplazamiento me permitía una mayor holgura de movimiento mientras me encaramaba sobre él.
Sus grandes manos se enroscaron alrededor de mi cintura, sosteniéndome como si yo me tratase de su posesión más preciada. Aquella tierna demostración de afecto me derritió por dentro, provocándome una punzada de culpabilidad.
- No, no… - Negué, contrariada, incorporándome sobre su cadera. - Me estoy dejando llevar… - Musité para mí misma, provocándole una expresión de confusión. – Verás, Sesshomaru, yo… Iba a cortar contigo. Antes de que pasara todo esto.
Sé que estoy muy enamorada de ti, y que me atraes más que ninguna otra persona, pero… Tengo mucho miedo ahora mismo, y me hace mucho daño toda la situación que te rodea. – A pesar de que el demonio controlaba perfectamente sus músculos faciales, completamente inexpresivos, no pudo ocultar la tristeza y el temor que asomaban en sus pupilas.
Quiero… Necesito volver a distanciarme. – Admití, con la voz rota. - Un poco más, quizás. Entonces… No me veo viviendo contigo ahora mismo, Sesshomaru. No creo que sea buena idea.
El profesor Taisho asintió, un poco más calmado. Se apoyó sobre el codo y alargó su otro brazo para acariciar las puntas de mi cabello. Un agradable cosquilleo ascendió por los mechones hasta alcanzar mi cuero cabelludo, haciéndome estremecer por un momento.
- Está bien que te sientas así, y lo comprendo. Jamás querría forzarte a una situación en la que no te sintieras a gusto, Kaori. – Dijo con suavidad. - Respecto a tu protección, podemos barajar otras opciones… Porque no me quedo tranquilo dejándote sola, francamente. – Admitió, encogiéndose de hombros.
- ¿Tienes alguna alternativa en mente? – Le pregunté.
El demonio asintió, retirando su reconfortante tacto de mi cabello.
- Varias, de hecho. Se me ha ocurrido que podrías quedarte con Ayumi, aunque al ser humana temo que pueda ser la seguridad más débil de todas. Lo único que sé que es con ella estarás en un ambiente más cómodo y familiar para ti. – Asentí, comprendiendo los argumentos que exponía.
Sin embargo, quien opino que tendría mayores recursos para protegerte sería Kirinmaru. – Antes de que pudiese abrir la boca para replicar, Sesshomaru continuó. - Lo sé, comprendo que no te atraiga mucho la idea de mudarte con un completo desconocido como él, quien además es un antiguo demonio con un poder equiparable al mío… Me imaginaba que no te ilusionaría la idea, tu cara lo dice todo. – Añadió con una amarga sonrisa.
Únicamente te lo he mencionado por comentarte todas las opciones que tengo en mente. Pero, en realidad, quien que se me ocurre como término medio y elección más óptima sería Towa, pues confío mucho en sus habilidades de combate y sé que compartís un vínculo especial.
Así que, con todo esto en cuenta… La elección es toda tuya.
Me mordí el labio, reprimiendo las ganas que tenía de echarme a sus brazos de nuevo y agradecerle por todo. Por su infinita paciencia, por su amor incondicional, y por permitirme sentir completa libertad en mi toma de decisiones.
Entonces supe más que nunca que no quería perderle por nada del mundo, incluso si no podía gestionar lo que sentía hacia él en esos momentos.
Notas: De verdad que juro que prometo que intento que esto no sea tan dramático, así que prometo que se irán arreglando las cosas :')
La noticia que quería dar (aunque quizás sea una tontería) es que tengo intención de participar este año en el Sessrin Smut Week! Para quien no lo conozca, es una semana de publicaciones (ya sea en forma de dibujos o relatos, en mi casa) con varias temáticas predeterminadas, aunque todas bien calentitas~
Siempre había querido unirme, pero nunca me enteraba con margen suficiente para idear escribirlo todo (y no sé si me va a dar tiempo a todo, pero lo voy a intentar). Y como me veo tan bloqueada con la historia principal, he pensado que me vendría bien despejarme con algunas escenas spicy~
¿Lo leeréis cuando lo publique? ¿Tenéis ganas?
¡Nos leemos en dos semanas por aquí, igualmente! Gracias por vuestro constante apoyo y feedback :)
