Historia Paralela 1


Las mujeres continuaron inmersas en su trabajo. Sonrisas condescendientes adornaban sus rostros, y aunque clientes vinieron a cuestionar sobre algunos productos, esto no fue impedimento una vez ambas saludaron elegantemente al poderoso hombre sentado frente a ellas.

—Es todo un placer ver una vez mas al Señor Tsukumo. Dígame, ¿su viaje fue placentero? —

—Nos honra con su presencia, ¿la atención fue adecuada? ¿Cumplimos con sus expectativas? —

Ambas mujeres bajaron la cabeza, y mientras el reconocimiento bailaba sobre sus ojos, el poderoso hombre apenas y las observo de pies a cabeza. Como su evaluara algo para sí mismo.

Y quizá había sido el ambiente que era naturalmente frío a causa de la hora mañanera, pero ambas féminas no pudieron evitar temblar con discreción.

¿Su Amo siempre fue así?

Se preguntaban ingenuamente, pero contrario a lo que se llenaba en sus cabezas. Hoshiyomi dio un breve suspiro.

—¿Él dijo algo además de la caída? ¿Mencionó algo sobre la pronta competencia? —

El par de mujeres se miraron por un momento como si no comprendieran, más luego de entender que su amo las había ignorado, fue que una de ellas respondió por la otra.

Con una dignidad, que fue difícil de descartar.

—El joven Yuya no mencionó nada sobre sus malestares, además de sus imperceptibles ojeras. —

Hoshiyomi entonces miro a la mujer que había hablado, y como si el hombre que fue amable con el niño se habría ido junto con esté, el hombre lleno de hielo dijo.

—¿Acaso se expreso mal sobre sí mismo? —

—Lleva haciendo eso como un mal hábito desde hace algunos años. —

—¿Desde cuándo? —

—Desde la desaparición de su padre. —

Mm, y ahí estaba otra vez. Era increíble que ese hombre que se hacia llamar padre, respondiera tan mal como en un principio.

"Hay cosas que nunca cambian."

Pensó Hoshiyomi lleno de desagrado, y aunque su frio rostro no se movió, el aura que desprendía ya decía mucho por él.

—No me extraña que sea así. —Murmuró, antes de que pasara suavemente sus dedos por el falso catálogo que le fue extendido.

En realidad, había muchas cosas que estaban mal.

Pero que Yuya hablara mal de sí mismo como un mecanismo tóxico aprendido y de defensa, bueno...

Le hacía enojar.

—¿Hay algo más de lo que se haya quejado? —

—En absoluto. —La mujer hablo, moviendo suavemente su cabeza. —El joven Sakaki suele guardar sus dolencias para sí mismo. —

Corroboró una vez mas la fémina, mientras hacia recordar al CEO cuando recibió el informe de Sakaki Yuya a través de ellas.

Ah, una vez mas todo parecía ser complicado. No obstante, Hoshiyomi ya sabía lo que tenía que hacer.

—Sigan monitoreando de cerca, prevengan todo lo que Yuya necesite. Si es necesario, intervengan adecuadamente. No dejen que las reconozca. —

—Por supuesto. —

Dijeron ambas mujeres mecánicamente, antes de que, como película de ficción. Ambas brillaran suavemente para cambiar de apariencia.

El cabello verde y azul, ahora era magenta y morado. Y los ojos que fueron elegantes, ahora desprendían un deje de indiferencia.

Mm, sí.

Era el disfraz perfecto.

Y aunque Hoshiyomi no lo demostró de buenas a primera, asintió una vez las mujeres se despidieron cortésmente.

Ah, Hoshiyomi había cubierto la primera necesidad de Sakaki Yuya, mandando a sus mejores aliadas para satisfacerlo, pero...

¿Esto era suficiente?

No.

En absoluto.

Por lo que torciendo una vez mas el catálogo vacío entre sus dedos, rápidamente hizo una llamada.

—Le he entregado las cartas. —Dijo, sin molestarse a saludar. —Así que puedes comenzar con la venta masiva. —

La persona que estaba detrás de la línea sonrió, y sin sentirse ofendido de ninguna manera, murmuró.

Con ese típico tono perverso suyo.

—¿Ya has lanzado los dados? Vaya, acabas de llegar ayer. Eres impresionante. —

Hoshiyomi no dijo nada, ni mostro alguna emoción.

Y quizá esto habría sido impensable en un pasado, pero ahora...

Sinceramente ya no importaba.

—Te lo encargo. Estoy ocupado. —

Y colgó.

Ya se ocuparía de lo que haga falta.

Y con ese pensamiento en mente, se levantó. Como si el puesto de belleza ya no le atrajera en lo mas mínimo.


Por otro lado, en lo alto de un lujoso edificio con el nombre "Arckumo". Un hombre de cabello naranja en punta, ojos esmeralda con profundas ojeras, y apariencia desalineada. Miraba su comunicador como si pudiera observar al hombre que le habló a través de él.

Aquello había sido la rutina desde que todo aquello había comenzado, no obstante.

El apuesto pero cansado hombre suspiró, lleno de pesar.

Le dolía enormemente en el alma contemplar tan vacío a su amigo.

Su hermano de otra madre.

Pero lo soporto.

Había prometido que ayudaría sin importar nada a su mejor amigo, y como hombre; cumpliría su promesa, aun cuando sentía que le arrastraban a un profundo abismo.

—Declara que la venta de cartas péndulo se abrirá a la brevedad. —

Ordeno al subordinado detrás de él, y observando cuidadosamente el duelo en la pantalla, añadió.

—Bloquea la venta a nuestros competidores, no dejes que obtengan ninguna de ellas. —

—¡Sí! —

Acato el subordinado, y dejándole solo. El hombre suspiró una vez mas lleno de pesar.

De alguna manera, sentía que algo pesado, estaba sobre sus hombros.

Aunque para ser sinceros, no es como que no quiera que todo suceda de ésta manera.

—No te preocupes Hoshiyomi; los recuperaremos a todos. A cada amigo, a cada hermano, a cada amante. Todos volverán a nuestro lado. —

Susurró para sí mismo, mientras cruzaba los brazos. Y contemplaba el nuevo nacimiento de un campeón del duelo de monstruos.

Sí. Esto era lo que había decidido.

Y había elegido seguir a su mejor amigo al infierno.

Por lo que alzando crudamente las comisuras de sus labios, sonrió con una locura propensa de la cordura.

—Ya verás, ese tipo. Lo pagará... —

—¡Señor Tokiyomi! La venta masiva ha iniciado. —Dijo de pronto el subordinado, quien regreso sobre sus pasos para informarle.

Y provocando una sonrisa mas grande, Tokiyomi asintió lleno de un extraño gozo.

—¡Qué comience la cacería! —