Capítulo 8:
Arckumo
Yuya había salido tan aprisa de la escuela que apenas Yuzu pudo alcanzarlo a ver por el rabillo del ojo.
"¿Tenía algo que hacer?"
Se cuestionó, pero cuando vio como es que Yuya era llevado por el Señor Tsukumo a su auto y de ahí a una dirección desconocida, sintió como es que el aire se estancaba en sus pulmones.
Recién le había dicho a Yuya que deseaba ir con él a cualquier lugar nuevo que fuese para asegurarse que iba a estar bien, sin embargo...
Verlo irse sin siquiera mirar atrás, le hizo arder el alma.
"¿No acaso somos amigos?"
Yuzu temía que en algún momento Yuya se alejara de ella y la repudiara sin causa, como todos alguna vez le habían hecho.
No obstante, ver como es que Yuya se iba y la dejaba sola.
Hacia que una ira burbujeara por debajo de su estómago y por encima de su piel.
¿Cómo es que ese bufón se atrevía a abandonarla?
La postura de Yuzu se hizo sombría.
¿Yuya pensaba que era demasiado listo para enfrentarse solo al mundo?
¡Yuya no conocía nada!
Había sido un tonto todos estos años, y ¿se consideraba bueno ahora que había recibido un patrocinio?
¡Por favor!
Yuzu azoto varias veces su pie en contra del suelo, pero su ira no se calmaba.
"¿Qué necesito hacer para que entiendas? ¿Qué?"
La chica pensó una y otra vez, hasta que una voz lleno de un aire infantil le llamo.
—¿Tu eres la hermana Yuzu? ¡Esperaba tanto conocerte! —
—¡...! —
Yuzu se sobresalto.
No esperaba que nadie le hablara.
Pero ahora, un niño de cabello azul atado en coleta y una paleta de dulce en la boca le observaba de forma curiosa.
"¿Quién es este niño?"
Se preguntó, sin embargo como si su sola cuestión estuviera plasmada en su rostro.
El niño contesto.
—¡Mi nombre es Sora! Y es un placer conocerte. Ah, tu también conoces a Sakaki Yuya, ¿cierto?—
—Bueno... —
Yuzu se sintió extrañada.
¿Esto alguna vez le había pasado?
Usualmente la atención se la llevaba Yuya, no ella.
Así que era extraño.
—Se dice que una bonita señorita siempre acompaña a Sakaki Yuya, no me imaginaba que los rumores fueran ciertos. ¿Cómo es que alguien como tú conoce a Sakaki Yuya? —
—¡...! —
Las palabras que aparentaban ser dulces, en realidad eran insidiosas, pero Yuzu no se molesto en defender a quién la había abandonado.
—¿Bonita señorita? —
El niño sonrió ampliamente como si lo hubieran atrapado en una broma.
—Es lo primero que vi cuando llegue, a una bonita señorita. ¿Puedo llamarte Yuzu? —
El niño era durable, pero tenía una lengua llena de veneno.
Yuzu presentía que debía tener cuidado, no obstante.
Estaba tan molesta que lo siguiente que salió de su boca, sello su propio destino.
—...Sí, dime, ¿cómo conoces a Yuya? Tal vez pueda ayudarte. —
Por otro lado, Yuya se sentía mareado.
Muy mareado.
Luego de llegar con el Señor Tsukumo al edificio central de las Industrias Arckumo, lo había hecho caminar de un lado a otro.
Que una revisión aquí, otra por allá y otra mas adelante, habían hecho de su pobre cabeza explotar.
Pero el recorrido jamas se detuvo, de hecho tal vez incrementó.
—Este es el vestidor donde los duelistas dejan sus pertenecías o cambian sus ropas usuales. —Explico Hoshiyomi antes de mostrarle el amplio y lujoso lugar.
Para luego abrir una gaveta vacía.
—En un futuro podrás también dejar tus ropas aquí, si te sientes incómodo con las ropas de las Industrias, aquí puedes dejarlas y disponerlas a tu antojo. —
—Sí, gracias. —
—Y por aquí... —
Hoshiyomi continuó, como si ese momento representará todo su mundo.
—Están los salones de visión solida. Son campos de duelo pequeños para la práctica individual del duelista en camino a convertirse en profesional. —
"¿Duelista profesional?"
El interés de Yuya se disparó, y aunque Hoshiyomi explico algunas cosas más, Yuya dio varias vueltas de aquí allá.
La infraestructura era impresionante.
La opulencia que empapaba los ojos era atrayente.
Y aunque Yuya comparó el LDS con las Industrias Arckumo, se dijo que una no tenía nada que envidiar a la otra.
—Incluso tienen fusiones varias. —Susurro lleno de asombro.
Llamando la atención del mas alto.
Quien suspiró con un deje de cansino.
Por supuesto, Yuya solo prestaría atención a los duelos.
Que él se esforzara para impregnarle una buena imagen, era un trabajo aparte.
Por lo que esperando a que Yuya terminara de leer el currículum pegado a la pared, cruzó sus brazos en una pose relajada.
Aun tenían que ver varias cosas más, no obstante.
Recordó que aun no habían firmado el contrato.
—Joven Sakaki, ¿puedes acompañarme? —
Yuya se sobresalto por un momento, estaba tan sumergido en la lectura y el escrutinio que no presto atención a su acompañante.
"¿Se habrá molestado?"
Sus pensamientos rápidamente fueron sombríos, pero contrario a la cara que Yuya esperaba ver como cuando sus amigos lo acompañaban.
Hoshiyomi le miraba con una infinita y amable paciencia.
—Lo... lo siento. Pensé que me serviría conocer el plan de estudios. —
—Eres tan dedicado incluso en el primer día, ¿piensas que me molestaría? —
—Bueno... —
El halago fue inesperado, como lo fue el sonrojo que subió a su rostro.
¿Acaso el Señor Tsukumo no se molestaría?
Para Yuya era extraño, pero había un algo que le estaba agradando.
"¿No va a reprocharme?"
Alzo su vista una vez mas, y cuando sus ojos chocaron con los contrarios, un leve escalofrío surco por sus adentros.
"Esa mirada..."
La mirada de Hoshiyomi era intensa, pero así como apareció, en un parpadeo desapareció.
Y dando media vuelta para que el otro le siguiera, comento lo siguiente a hacer.
—Me gustaría darte todo un recorrido por las instalaciones, pero me temo que eso deberá ser para después, ahora tenemos que firmar nuestro contrato. —
—¿Qué...? Sí... —
Ay, Yuya se sentía como un volcán a punto de explotar.
¿Cómo se pudo olvidar de algo tan importante?
Debía darse un golpe a la cabeza.
Se sentía tan estúpido, que por un momento considero aventarse por uno de los ventanales.
¿Había cosa mas vergonzosa que olvidarse de firmar antes de comenzar?
Y pensar que ya estaba paseando como si el sitio le perteneciera.
Debía recomponerse, de otra manera, tal vez el Señor Tsukumo se daría cuenta del fraude que era.
—Es aquí... —
Dijo el mayor, y saliendo del elevador, indico a Yuya donde es que debía sentarse.
"¡Esto es...!"
Hubo una época en donde Yuya se sentaba a ver novelas con su mamá, ambos charlaban y se contaban sobre las tontearías que los protagonistas hacían.
Pero entre todo ello, a Yuya siempre le llamo la atención los lugares que se escogían para dar vida a las escenas llenas de dramatismo.
Oficinas ovales, mansiones, restaurantes, habitaciones de hotel era lo que mas había visto.
No obstante, lo que tenía al frente.
No se podía comparar con lo que ya conocía.
Las paredes que nunca le eran relevantes, parecían haber sido hechas solo con un pulcro mármol.
Los ventanales que sustituían a una pared, eran increíbles.
Y los decorados que alababan a la opulencia, no podían ser mas que estructuras exquisitas.
Yuya mismo no pudo evitar tener un sentimiento de inferioridad al entrar, incluso al sentarse en un sillón tan fino, sus pensamientos rodaron a compararse a sí mismo con un vagabundo.
Sentía que podía ensuciar la sala, o incluso la oficina con solo su presencia.
Así que mantuvo sus movimientos al mínimo, como si se horrorizara de solo pensar en romper algo.
"Ese escritorio vale lo que mi madre y yo usamos para vivir en un año."
La sorpresa y la estupefacción eran evidentes, por lo que no fue extraño que Hoshiyomi se carcajeara en un tono bajo.
"Yuya se ve adorable entre tanto esplendor."
Pensó, pero decidiendo que ya había sido suficiente contemplación.
Se acercó a su escritorio para sacar aquel documento que prometió.
—Me temo que no me detendré mucho en este punto, pero si tienes una duda, por favor no dudes en expresarla. —
El tono fue conciliador.
Y aunque Yuya intento no estar tan nervioso, le fue imposible en algún punto.
"Solo debo acostumbrarme."
Se repitió como un poderoso mantra.
Y tomando la pluma que el otro le presto, con un pulso digno de un malabarista, firmo todo lo que hiciese falta.
—También aquí... —
Señalo Hoshiyomi, y en menos de cinco minutos, el contrato ya se había celebrado.
—Y con esto, damos por oficializado nuestra alianza. —
Hoshiyomi anunció.
Y cuando Yuya había vuelto a respirar, agregó.
—Ahora que lo primordial se ha cumplido, pasemos a lo que hace falta.—
"¿...Lo que hace falta?"
Hoshiyomi sonrió, un poco muy feliz.
—Un cambio de imagen. —
Y un par de horas después, Yuya estaba atrapado entre un mar de personas. Los cuales preguntaban de vez en vez su opinión, mientras una maquilladora le atendía con vibrante diligencia.
—Señor Sakaki, mire un poco hacia arriba. —
—¿Así? —
—Mi Señor, ¿le gusta esta prenda? ¿Que opina si la cambiamos a otro color? Creo que estaría bien si lo hacemos combinar con sus ojos. —
Yuya asintió, lleno de un extraño sentimiento.
—Por favor, ¿podría alzar un poco mas sus manos. —
La pedicurista que también le atendía lo pidió amablemente, por lo que Yuya alzo un poco mas sus manos, antes de sentir como sus uñas eran finamente atendidas.
—¿Habían visto este tipo de piel antes? ¡Queda con todo! —
Chillo una de las diseñadoras cercanas a su posición, por lo que corriendo a su lado intento llamar su atención.
—¿Le parece bien si agregamos algunos vestidos? ¿Qué hay de las botas? Hoy en día no es raro que los jóvenes varones también los vistan, ¿qué opina? —
"¿Qué que opinaba?"
Yuya estaba avergonzado.
Pero apenas intentaba indagar sobre un tema, cuando ya le abordaban con otro.
—¿Puedes ver como es que esto se ve? Si lo maquillas así te veras igual de lindo como siempre; dejare lo necesario para que puedas hacerlo por ti mismo de ahora en adelante. —
—¿Debo estar maquillado? —
Mm, la inocencia de Yuya era refrescante.
No obstante, estaba rodeado de estrictos profesionales.
Tomándole de los hombros, manos y piernas le dijeron con caras serias.
—Eres la nueva cara de las Industrias Arckumo, sería malo si no te cuidaras. —
—¿Qué no lo sabe? Su persona ahora sera valuada en millones. No puedes aparentar menos de eso. —
"¿¡Cómo dijo...!?"
Yuya sentía que le dolía la cabeza.
Era curioso como es que había pasado de ser un don nadie a estar rodeado de lujos y privilegios.
Pero lo que parecía un sueño para muchas personas, para él se sintió asfixiante.
"¿Debo siempre estar a la altura?"
No esperaba en ningún momento que un patrocinio se sintiera así, mucho menos que tuviera un peso tan grande.
Sin embargo.
"Papá debe haber sentido lo mismo."
El recuerdo de su padre le daba la dosis de fortaleza que requería.
—¿Mi cara sera valuada en millones? —
—¡No solo eso! Usted será la nueva presencia de los duelos. Muchos querrán imitarlo. —
—Todos alabaran su nombre. —
—Y querrán conocerlo. —
—Así que no debe escatimar esfuerzos. —
Uy, tal pareciera su sueño era complicado.
¡Era todo un trabajo!
Y aun con eso, no se atrevió a defraudarlos.
—Comprendo. ¡Haré lo que pueda! Prometo no ser un estorbo. —
—¿Quien es un estorbo? —
Pregunto de pronto otra voz.
El tono indicaba que era joven, casi tanto como él.
Pero, había algo...
Que lo hacía sentir inferior.
De pronto quienes le rodeaban dieron un paso atrás, e inclinándose le dieron la bienvenida a aquel que había hablado.
Llenos de profesionalismo.
—Que los días sean maravillosos. Sea bienvenido, Señor Astral. —
"¿Astral?"
El ambiente antes cómodo, se enfrió.
Y cuando Yuya pensó que era grosero no saludar, el otro le hablo primero.
—Veo que has llegado, es bueno por fin conocerte. El Señor Hoshiyomi hablaba mucho de de ti. —
Yuya se sentía asombrado.
No, quizá incluso avergonzado.
El hombre frente a él aparentaba su edad, tal vez un par de años mayor.
Su cabello blanco tan puro como la nieve en invierno, sus ojos exóticamente dorados, y esa presencia que imponía su persona, eran tremendamente cautivantes.
Atractivos.
Tanto, que a Yuya le pareció extraño jamas haber oído hablar de él.
¿Como una gran belleza no era conocida en el mundo de la farándula?
Sus pies sintieron un movimiento, mas cuando se dio cuenta ya estaba saludando al joven frente a él, aunque no de una manera convencional.
—Mi nombre es Sakaki Yuya, ¿tú...? —
El otro que había tomado delicadamente su mano y dejado un beso, habló.
Con esa presencia, que era imposible olvidar.
—Mi nombre es Astral Encinereb. El Señor Hoshiyomi me había dicho que conocería a alguien que también acaba de llegar, me alegro mucho conocerte. —
"¿Te alegra conocerme...?"
Las mejillas de Yuya estaban rojas, y sus manos se sentían sudorosas.
Pero aun así se las arreglo para contestarle.
—Ya veo, el gusto es mío. Dijiste que, acabas de llegar. —
El extraño, que le miro suavemente asintió.
Antes de sonreírle como el sol en primavera.
—Así es, seremos compañeros de ahora en adelante. Llámame Astral, si no te incomoda. —
—Astral... —
Yuya susurró, y por un breve instante.
Sintió como si ese chico frente a él, ya lo hubiese conocido.
"¿Lo habré visto en algún lado...?"
Medito, mas regresando a sus deberes, los demás volvieron a llamarlo.
—¡Señor Yuya! Por favor aun tenemos mucho que hacer. —
—Mire hacia acá. —
—Creo que te he molestado. Fue un gusto conocerte. —
Dijo Astral, para luego encaminarse a la salida, aunque no sin antes mencionarle.
—No digas que eres un estorbo, mucho menos inferior. Ahora eres parte de las Industrias Arckumo, lo mínimo que puedes hacer, es apreciarte a ti mismo. ¡Kattobingu Yuya! —
—¿Katto...? —
Una punzada azoto su corazón.
Y aunque intento comprender el por qué, los demás siguieron llamándole.
"¿Será mi imaginación?"
Se cuestionó, pero como venia sucediendo antes de poder indagar.
El Señor Tsukumo llegaba, con una cara pálida.
