Ya era de noche y los príncipes celestiales estaban cenando en el comedor junto a Galim, su padre estaba ocupado esa noche con una idea, por eso su ausencia. Aunque después de todo, nadie lo admitiría en voz alta, pero era lo mejor. Después del incidente de Samael, todo fue de mal a peor, su padre estaba irritado y por el más mínimo "error" eran severamente regañados. Milagrosamente sólo Leo se había salvado de ser regañado o castigado ese día.

Una vez que termino de regañar y castigar a Joel entró en la cocina para reprender al pequeño Samael por fugarse, quién no entendía muy bien la situación y se puso a llorar, Gabriel quiso interceder por su hermanito ganándose una reprimenda por entrometerse y por también haberlo descuidado, además se ganó una semana de castigo donde no podría salir del castillo. Cuando le preguntó a Leroy porque estaba ahí y no aprendiendo algo, como se supone que debía y se enteró de que Azarael lo había "castigado" una semana sin volar, lo regaño con rudeza y agregó otra semana de castigo sin volar y adicionar que en todo ese tiempo tampoco podría salir del castillo, Leroy comenzó a llorar silenciosamente, pero su padre lo ignoro.

Un poco antes del almuerzo Azrael y Rafael entraron sucios en busca de agua, al preguntar porque estaban así y enterarse de que fue porque Rafael pasó el punto de seguridad y su hermano tuvo que atraparlo, protegerlo con su propio cuerpo y alas para que la caída no fuera tan dolorosa para el menor, ambos fueron regañados y Rafael se sumó a los que no podían salir del castillo por una semana ni volar.

En el almuerzo fue el turno de Miguel quien se rehusaba a comer algunos de sus vegetales, fue regañado y obligado a tragarse cada uno de ellos a la fuerza hasta el final, fue demasiado tenso e incómodo.

El ánimo en realidad no era el mejor en ese momento, sólo querían tomar un baño y dormir, esperaban que al día siguiente su padre no estuviese tan molesto. Los cristales que iluminaban el comedor y castillo en general comenzaron a parpadear lentamente hasta que finalmente se apagaron, notaron que las estrellas que se podían ver siempre por el ventanal también habían perdido su luz.

-Esto es extraño- murmuró Gabriel

-¿Qué sucede Galim?- preguntaron al mismo tiempo Rafael y Leroy intrigados.

-No lo sé mis príncipes- respondió con sinceridad, sólo la llama dorada que tenía en vez de cabello los iluminaba y por su puesto su pequeño hermanito que aún seguía brillando.

-Ja, la pequeña lamparita al menos sirve de algo- se burló Azrael, el aludido lo miró ofendido, si había entendido que se burlaba de él.

Samael estaba sentado comiendo en el regazo de Joel, quien miró a su hermano pelinegro desaprobatoriamente -Ignoralo Samy, la verdad es que cuando era muy pequeño cayo de la cama y se golpeó tan fuerte que quedo así- su hermanito se puso a reír con dulzura aumentando su brillo y calidez.

-Ja ja, que divertido eres Joel, al menos eso hizo que la lamparita brillara un poco más-

-No lo llames así Az- Le advirtió el mayor comenzando a irritarse.

-¿O qué?- Lo desafió.

-¡Es suficiente!, sin peleas en la mesa- Les dijo Galim autoritariamente -Iremos todos a ver a su padre para saber qué sucede. Sin peleas ni disputas frente a él- Les advirtió, también estaba cansado de oír tantos regaños y castigos, él no podía intervenir en nada de eso, sólo había sido creado para servir a su señor, pero aún así no le gustaba que regañara a los príncipes, aunque la mayoría de las veces era más que justificado.

Todos se levantaron para seguir a Galim, Azrael tomó la mano de Leroy protectoramente, todo estaba realmente oscuro, Leo llevó en brazos a Miguel y le tomó la mano a Rafael, Joel hizo lo mismo con Samael y Gabriel. Galim iba al frente iluminando el camino, Joel iba al final iluminando con Samael aunque nunca admitiría en la vida que usaba a su hermano como lámpara para iluminar el entorno.

Iban a la planta superior, caminando, lo que implicaba escaleras. Usualmente irían volando, pero estaba oscuro y dos de ellos tenían prohibido volar, al llegar a la última escalera los hermanos de la segunda generación se sentían algo cansados por el esfuerzo físico de usar las piernas.

-No puedo creer que después tendremos que bajarlas todas- Se quejó con lágrimas exageradas Rafael, el menos atlético de los tres.

-De regreso puedo abrir un portal ¿si quieres?- si las miradas matarán, Joel ya habría muerto por causa de sus hermanos.

-¡¿Enserio Joel?! Pudiste haberlo hecho desde el principio- se quejó Azrael.

-Tú también puedes hacerlos Az- El pelinegro parpadeo un par de veces y miro a otro lado, levemente avergonzado.

-Ejem- Galim se aclaró la garganta para llamar la atención de todos -Por favor, no discutan frente a su padre y nada de bromas- miro al pelinegro -Ya es de noche y estoy seguro de que quieren dormir tranquilos, sin un nuevo castigo o regaño- No espero respuesta y tocó dos veces las puerta -Señor, entraré con los príncipes- No respondió, pero de todas formas entraron. También estaba oscuro ahí, sólo se veía la gran silueta del creador por la luz emitida por Galim y el pequeño Samael -¿Está todo bien señor? Hemos venido porque estábamos preocupados, las estrellas y las lámparas se apagaron-

-Si, si… ya que están aquí, acercarme a Samael- El menor apretó el pecho de su hermano Joel, aún estaba asustado por el regaño de su padre, su hermano mayor le beso la frente y se lo entregó al padre, se quedó parado cerca.

El padre creador tomó a su pequeña estrella de la mañana y la sentó en su cama, un pequeño bulto comenzó a moverse entre las sábanas. El pequeño sintió curiosidad y se acercó con cuidado bajo la mirada expectante de los presentes, su manita tocó al bultito que se quedó quieto por un momento, pero luego volvió a moverse trataba de salir de la tela, Samael miró expectante muy pegado a lo que parecía una entrada al mundo de las sábanas. Una pequeña cabeza apareció y los ojos del nuevo bultito quedaron pegados a los de Samael.

-¿Otro?, ¡tan rápido!- Azarael se tapó -Lo siento- se disculpó antes de ser regañado, posiblemente. Afortunadamente su padre estaba pendiente de los menores. La nueva creación, el último de los príncipes celestiales salió completamente de las sábanas con algo de dificultad y miraba fijamente a su hermano que brillaba, a pesar de la poca luz se podía distinguir que era más pequeño y con el cabello levemente ondulado relativamente largo, rubio con algunos mechones negros, su rostro era incluso más delicado que el de Gabriel, con grandes ojos de distinto color, pestañas muy largas y una diminuta nariz. Ambos se abrazaron descargando una aguda pero dulce risa infantil, los cristales volvieron a iluminarse casi cegadoramente por un momento al igual que las estrellas pero el pequeño Samael dejó de brillar cuando las luces se estabilizaron.

La luz reveló una tierna escena, un abrazo de los seres más pequeños y adorables del universo, cuando se separaron y el nuevo abrió los ojos, notaron que su ojo izquierdo era azul claro como el de Samael pero sin la apariencia estrellada y el derecho azul oscuro como el de Miguel, su apariencia en general era distinta.

-He decidido que el último de mis hijos, príncipes celestiales será una niña- Anunció el creador, "¿niña?" ese concepto era nuevo -Todos ustedes tienen la apariencia de varones a pesar de bueno, ya saben (no lo iba a explicar), pero está vez quise probar algo distinto que explicaré más adelante, una niña- Tomó a la menor entre sus brazos, Samael se acercó a su padre, no quería perderla de vista -Ella es la primera de su tipo, su nombre- soltó una risita traviesa -Es Salael Nightstar, la estrella de la noche- Sus hijos mayores rodaron los ojos por el a veces extraño sentido del humor de su padre -si bien todos ustedes son distintos, descubrirán que tiene otro tipo de atributos y cambiará de forma distinta con el paso de los años- Buscó con la mirada a su hijo pelinegro -Azrael es tu turno de hacerte cargo, cuidala muy bien por favor-

Él se acercó y se arrodillo frente a su padre para quedar a la altura de la menor -No te preocupes padre, yo me encargaré de él-

-Ella- corrigió de inmediato -con su incorporación algunos pronombres y palabras deben cambiarse, mañana los pondré al corriente- sus hijos y Galim asintieron -Leroy- miro al rubio -Debes ayudar a Azrael en el cuidado de tu nueva hermanita-

-¡Sí padre!- aceptó con entusiasmo, la verdad es que era algo que esperaba desde que apareció Miguel -¿Puedo cargar… la?-

-Claro, pero con cuidado-

El menor asintió, la levantó con cuidado y se quedó mirándola preocupado -¿Es normal que esté tan fría?- Azrael le tomó una mano a la menor, era verdad, la sentía fría y él tiene la temperatura corporal más baja, miró preocupado a su padre.

-En ella es normal, no se preocupen- Acarició una vez más el cabello de su nueva hija y beso su frente, antes de levantarse tomar a Samael y besar su frente también. Ya no estaba irritado, así que irradiaba amor, se lo entregó a Joel -Bien mis niños, ha sido un día largo y agotador, terminen lo que estaban haciendo y a la cama. La luz no volverá a apagarse por sí sola. Hasta mañana- Prácticamente los empujó fuera de su habitación a todos.

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De vuelta en el comedor, estaban terminando su cena con un ánimo totalmente distinto y nueva energía. La nueva hermanita estaba atenta a lo que hacían, sentada en el regazo de Leroy, los miraba con curiosidad.

Joel la miró fijamente -Es cierto padre no nos presentó- Se levantó, sentó a Samael con Gabriel y caminó hasta ella -Soy tu hermano mayor Joel- La tomó entre sus brazo, era muy fría y delicada -Después viene Leliel-

-Sólo dime Leo- tomó su pequeña manita a modo de saludo.

-Azrael es gemelo de Leo y él estará al cuidado de ti- el pelinegro sonrió.

-Pobre de ti peque- se burló Leo. El aludido lo miró con falsa indignación, la menor sencillamente se rió tiernamente.

-Luego está Gabriel, Rafael, estabas sentada con Leroy- Ella giró la cabeza en señal de que estaba captando la nueva información -De tu generación el mayor el Miguel-

-Hola, hermanita- la saludo y la abrazo tiernamente, ahora era doblemente hermano mayor, eso lo emocionaba.

-y Samael, también nació hoy pero durante la mañana- ella asintió -También nos acompaña esta noche alguien muy importante para nuestra familia… Él es Galim-

-Hola princesa es un gusto conocerla- con su único ojo le sonrió, estaba fascinada, acercó peligrosamente sus manos a las llamas de su cabeza -Eso no princesa, se va a lastimar si las toca- No parecía importarle a ella, así que su hermano la alejo. Nota mental para sus hermanos, le atrae el fuego peligrosamente.

Volvió a sentarla en el regazo de Leroy y dejo que Gabriel se siguiera haciendo cargo de Samael, la pequeña miraba con curiosidad el plato de su hermano y estiró su mano para alcanzar un trozo de fruta, se lo metió a la boca y sonrió con tanta felicidad que sus mejillas se pusieron doradas -Perdón, no te ofrecí nada- Se disculpó su hermano avergonzado, tomó otro plato más pequeño y colocó una variedad de alimentos para que eligiera, no deseaba que su primera experiencia comiendo fuera desagradable -Esto es para tí, come lo que te guste- le ofreció dulcemente.

Ella asintió y examinó cada elemento antes de tomar otra fruta, cuando los mayores terminaron de cenar se dieron cuenta de que ella sólo tomó del plato las frutas y algunas verduras, nada de carne.

Azarel se acercó, con el tenedor pincho un trozo de carne -prueba esto- ella negó y se tapó la boca con ambas manos -está rica, pruébala, aunque sea un trozo pequeño- ella volvió a negar, esta vez lo miraba con el ceño fruncido, no sedería -esto será un problema- Se quejo al recordar que su padre había regañado hoy a Miguel por no comer unos vegetales, seguramente también la regañaría más temprano que tarde si se negaba a comer carne frente a él. Suspiro con pesadez, "bien eso será un problema para el Azrael del futuro", No se preocuparía de eso ahora.

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Ya estaban todos en la cama dormidos, durante el baño habían descubierto que ella no tenía algo que todos ellos sí, supusieron que a eso se refería su padre y que por eso ella era una niña. Samael dormía junto a Joel, Miguel aún era pequeño así que dormía con Leo y Salael esta acostada con Azrael, Leroy dormía junto a Rafael y Gabriel dormía sólo pero con su cama pegada a la de sus dos hermanos de generación.

Miguel despertó con ganas de ir al baño, todo estaba oscuro, aún no aprendía a encender la pequeña esfera personal que le entregaba luz y aún era muy bajo para alcanzar la manilla de la puerta -Leo… Leo- susurro, mientras movía a su hermano.

-¿Qué sucede Mike?- pregunto adormilado en voz baja.

-Necesito ir al baño, ¿Puedes llevarme? por favor-

Perezosamente se levantó el aludido -Bien vamos- encendió la pequeña esfera luminosa con luz tenue para no despertar a nadie, tomó la mano de su hermanito y lo llevó hasta el baño que estaba frente a su habitación, la puerta la dejó abierta.

Instantáneamente dos pares de ojos se abrieron, los hermanos más jóvenes se sentaron y se miraron, una sonrisa cómplice se dibujó en sus rostros, rodaron hasta el borde de la cama, esperaron unos segundos por si sus cuidadores reaccionan pero no lo hicieron así que bajaron de sus respectivas camas y caminaron torpemente hasta la puerta.

Leo volvió con su hermano nuevamente dormido en sus brazos y cerró la puerta, no se dio cuenta de la ausencia de los más pequeños.