-¡Samy no te preocupes llamaremos a Padre!- gritó la menor cerca de la roca para que lo escuchara.

-Gracias- murmuró con voz llorosa Samael mientras se deslizaba hasta el suelo con la espalda apoyada en la pared interna de la roca.

Sin perder más tiempo ella levantó la mano -¡Mizza, Gizza!… Llamen a…- No pudo terminar de hablar porque en cosa de segundos estaba en el suelo. Miguel la tumbó e inmovilizó, le tapó la boca y nariz con una mano, con la otra retenía sus muñecas por sobre la cabeza. Trato inútilmente de sacarlo de encima, no entendía porque su hermano hacía esto, lágrimas de frustración aparecieron.

-Nosotros lo resolveremos… ¿No es necesario llamar a nadie?- Susurró el rubio mayor extrañamente molesto. Necesitaba resolver esto por sí mismo y demostrar que puede cuidar a sus hermanos menores, demostrar que es responsable.

Si bien una de las funciones de Mizza y Gizza es proteger a los menores, atacaron con suavidad a Miguel para que soltara a su hermana, eso lo distrajo brevemente -Auch… me mordiste- apartó la mano de su boca -¿Cómo te atreves?- levantó su mano, estaba dispuesto a abofetearla pero se detuvo -¿Qué estoy ha…- Sintió un fuerte jalón que lo elevó más de un metro lejos de su hermana, se petrifico.

-¿Qué… estás… haciendo… Miguel?- Esa voz la conocía perfectamente, trago saliva, giró lentamente su cabeza y se encontró con Azrael, estaba furioso -Her… herma… yo…- trato de hablar, pero estaba demasiado nervioso para hilar la frase.

Azrael lo bajo alejado de la menor -No quiero verte ahora Miguel- Le dijo molesto, arrastrando sus palabras -Te recomiendo que vayas a la tienda… ¡Ahora!-

No necesito más, se fue corriendo sin mirar atrás.

Azrael boto aire sonoramente por su nariz antes de girar hasta Salael -¿Estás bien?- preguntó con suavidad mientras la levantaba, en sus ojos aún habían lágrimas -¿Que sucedió? ¿Y Samael?- preguntó mientras la examinaba, frunció el ceño por las marcas que quedaron en sus muñecas, clavícula y hombro.

-Zazy- Estaba asustada, no esperaba esa reacción tan brusca, lo abrazó y lloró un poco más antes de responder -Debes traer a Padre… Samy está atrapado-

La apartó levemente con suavidad -¿Dónde?-

-Aquí- tocó la roca -Estábamos jugando a las escondidas y como no es muy bueno… creo una roca a su alrededor para ocultarse… pero… no hizo salida y ahora está atrapado adentro-

-Debe ser una broma- ladeo la cabeza.

-¡Es real!... ¡Estoy aquí!... ¡Atrapado!- gritó el menor, su voz se escuchaba extraña, con algo de eco y lejana a la vez -¡¿Qué sucedió?!-

-¡Nada!- Respondió su hermana, no quería preocuparlo -¡Zazy traerá a Padre!-

-Iré por él, pero debes quedarte aquí- Ella asintió -Mizza ve con Miguel y Gizza quédate aquí- Mizza voló hasta la tienda y Gizza se posó en el hombro de la menor.

Creó un portal y volvió a la asamblea, el representante de los Tronos estaba hablando, no le prestó atención. Volvió a tomar su asiento entre Leo y Gabriel, escribió el mensaje en un pergamino y le indico a su gemelo que se lo entregue a Joel.

El mayor lo leyó, parpadeó un par de veces y volvió a leerlo. Se golpeó la cara con la mano ante lo inverosímil e improbable de la situación, con sus dedos comenzó a golpear repetidamente la mesa, estaba impaciente. Cuando el representante de los Tronos terminó de hablar se levantó -Comprendemos lo que nos expone aquí el día de hoy representante- su padre lo miró extrañado -Pero… continuaremos discutiendo este tema después del receso- Todos lo miraron extrañados -Hemos estado aquí varias horas, así que los invitamos a deleitarse con un pequeño refrigerio que está en el salón de al lado- Se escucharon murmullos y sillas moverse.

-¿Qué sucede hijo?- preguntó en voz baja el creador mientras el auditorio se desocupaba, esto no estaba en el programa.

Azrael se acercó para explicarle en voz baja -Padre, Samy necesita tu ayuda urgente-

-¡¿Qué sucedió?!- se levantó preocupado.

El pelinegro rodó los ojos -Estaban jugando a las escondidas y Samy para ocultarse creó una roca a su alrededor, sin salida- ladeo la cabeza unos segundos -Ahora está atrapado dentro de la roca-

-Qué torpe- Comentó Gabriel, su Padre y Joel le dieron una mirada severa -Perdón- se disculpó rápidamente.

-Azrael llevame con los niños- El pelinegro asintió y creó el portal -Ustedes- se dirigió a sus hijos -No mencionen esto y salgan a compartir con los otros ángeles-

-Si Padre-

Cuando llegaron al lugar el Padre Celestial vio a su hija arrodillada con la frente apoyada en una roca -Mi pequeña-

Ante la mención la menor corrió hasta él con sus ojos llorosos -¡Papá!... que bueno que estas aquí- Abrazo su pierna.

Eso lo conmovió, bajo hasta su altura y le limpio las lagrimas -Tranquila mi pequeña estrellita- La abrazo -¿Y Miguel?-

Sin que su Padre se diese cuenta miró a su hermano mayor y negó con sutileza, a pesar de todo no quiere meterlo en problemas, sabe que si su Padre se entera de lo que hizo lo castigará severamente -Lo envié a la tienda Padre… está demasiado nervioso- Mintió en parte el mayor.

-Ve con él hijo-

-Si Padre- le dio una leve reverencia -Vamos Gizza… hermana-

Ella lo iba a seguir pero su Padre la tomó con suavidad por los hombros -Quédate- la menor miró hacia atrás y asintió, el pelinegro se fue como le ordenaron junto a su criatura.

El Padre creador se sentó frente a la roca con las piernas cruzadas con cada pie reposando en el muslo opuesto -Salael… Mi pequeña… acércate- apuntó al espacio entre sus piernas, ella se sentó de espaldas a su padre, él tomó sus manos con delicadeza y las llevó a la roca -¿Puedes sentirla?-

Cerró los ojos -Sí-

-Con lo que te he enseñado hasta ahora, puedes liberar a tu hermano-

Ella bajó la cabeza y abrió los ojos -Pensé en hacerlo… pero… ¿y si me equivoco?- expresó su preocupación -Samy creó la roca para que lo cubriera completamente… esta sentado y apoyado en ella-

-Sé que puedes hacerlo mi pequeña y dulce estrellita, sólo debes concentrarte y confiar en tí… hazlo… sé que puedes-

Su hija apretó los labios, claramente su padre no cambiará de opinión. Cerró los ojos y con las manos aún en la roca, visualizó la estructura completamente, boto aire por la boca y abrió sus ojos que ahora eran dorados y brillantes, su esclerótica negra, señal que su habilidad única se había activado. En segundos, bajo sus manos la roca dejó de ser sólida y se desvaneció completamente.

El padre sonrió satisfecho -Bien hecho mi pequeña estrellita- Beso su frente y ella sonrió tímidamente.

Samael que no esperaba esto cayó de espaldas cerca de ellos -Ouch- se quejó con suavidad.

-¡Samy!- Su hermana lo abrazó con felicidad, él le sonrió y correspondió el abrazo.

-Samael-

-¡Padre!- lo abrazó con una sonrisa -Gracias por ayudarme-

-Yo no…- Su hija negó detrás de su hermano, suspiró, él sabe que a su pequeña le incomoda que su habilidad sea destructiva y tan opuesta a la de su hermano casi gemelo -Samael… ¿Qué es lo que siempre te digo?-

El menor sonrió nervioso y trago saliva antes de contestar -Que no use mi habilidad por el momento si no estoy contigo Padre- bajó la mirada avergonzado.

-Así es… Me desobedeciste y mira las consecuencias- A pesar de que lo estaba regañando lo miraba divertido -Quedaste atrapado en tu creación… una roca- Evitó reír, en realidad le parecía divertido, sin embargo, no podía alentar aquello -Está vez se podía solucionar fácilmente, la siguiente vez ¿Quién sabe? -

-Lo siento Padre-

Con una mano levantó su rostro para que lo mire a los ojos -Por tu imprudencia no entrenaras conmigo por dos semanas-

-¡¿Qué?!... Pero Padre…- Guardó silencio cuando su progenitor levantó la mano.

-Sin negociaciones Samael-

-De acuerdo- Respondió de modo infantil bajando la mirada e inflando los cachetes.

Se levantó con sus hijos, uno en cada brazo, observó el cielo que comenzaba a oscurecerse -Creo que tendrán que pasar la noche en la tienda- les dijo mientras avanzaba.

-No hay problema- su pequeña se apegó a él -Es una experiencia… interesante-

-Así es… además solo debería ser hoy… ¿No?- complementó su pequeño.

Se detuvo y los miró con sospecha -No intenten nada extraño- les advirtió entrecerrando los ojos antes de continuar-

-¡Por supuesto que no!- Respondieron al mismo tiempo. No les creía mucho, pero hasta el momento no han hecho nada que los ponga en un peligro real. Ingresó a la tienda y sus hijos estaban sentados en lados opuestos alrededor de la mesa, Azrael se veía molesto con el ceño fruncido y Miguel estaba con los ojos llorosos mirando el piso -¿Qué sucede?-

-Nada- respondió el pelinegro secamente apoyándose en su codo desviando la mirada.

¿Quería saber lo que sucedía? Realmente no, por está vez lo dejara pasar, deben regresar pronto a la asamblea. Sintió que el rubio menor estaba impaciente por bajar, así que lo dejó ir.

-¡Mike!- Gritó mientras corría hacia él con una sonrisa, se lanzó con un abrazo, ambos terminaron en el suelo alfombrado.

El rubio mayor se sentó aún con su hermano abrazándolo por debajo de las axilas -Que bueno que ya estás libre- Acarició con dulzura su cabeza -No vuelvas a hacer algo como eso- le advirtió con el ceño fruncido -Me asustaste mucho-

-Perdón Mike- ocultó la cabeza en el pecho de su hermano.

El Padre sonrió ante la escena, sabe que la relación de ambos es de profunda hermandad y rivalidad, ama cuando es más de hermandad. Noto que su pequeña los observaba con una mirada extraña ¿Molesta? y sintió como apretaba con un poco más de fuerza su ropa donde se estaba afirmando, su hijo pelinegro miraba de la misma forma al rubio mayor, eso era extraño. Bajo a su hija con delicadeza y vio marcas doradas en sus muñecas, hombro y clavícula -¿Cómo sucedió esto?- Preguntó finalmente dejando al descubierto las marcas de sus muñecas -¿Y esto?- Apuntó su hombro y clavícula. Ella no respondió, Miguel se puso tenso y Azrael miró con el ceño fruncido al rubio mayor -¿Qué ocurrió?- Nadie respondió pero era evidente quién la lastimo -¿Miguel me puedes decir por qué tu hermana tiene esas marcas?- Pregunto serio.

-Yooo…- Trago saliva y retrocedió un poco -Fue mi culpa- confesó bajando la mirada. Abruptamente su Padre lo tomó de la oreja y lo sacó a rastras de la tienda.

Antes de que sus hermanos pudiesen reaccionar comenzaron a escuchar el inconfundible sonido de nalgadas directas en la piel, los dos menores se tomaron de las manos y cerraron los ojos, el mayor los abrazo tratando de cubrir sus oídos a la vez, materializó sus dos pares de alas para cubrirlos y tratar de aislar el sonido. Ambos lo abrazaron cuando escucharon el llanto de su hermano, prometía entre medio que no lo volvería a hacer y se disculpaba.

La menor no aguantó más, se liberó del abrazo de su hermano mayor corrió fuera de la tienda -¡Padre no sigas por favor!- pidió angustiada atrapando con ambas manos la mano de su progenitor que estaba a punto de bajar nuevamente para golpear a su hermano -Papá, por favor- Rogó con lágrimas en sus ojos y apoyando la mano de él en su pecho, estaba caliente -No necesitas lastimar a mi hermano por mi-

Miguel que estaba en el regazo de su Padre con su trasero al descubierto de color dorado por el castigo la miro desconcertado y preocupado "¿Está loca o qué?" nunca nadie se había atrevido a intervenir mientras otro es castigado.

-Papá- Se arrodillo, aún con lágrimas -Por favor Papá, es suficiente- su Padre la miró seriamente, pero eso no la intimidó -Por favor-

-Miguel… Levántate- Prácticamente gruñó, su hijo rápidamente lo hizo y regresó su ropa a la normalidad, se alejó un poco con la mirada baja. Sus otros dos hijos aparecieron en el marco de la tienda, no se atrevían a salir pero estaban atentos. Su pequeña seguía arrodillada frente a él tomando su mano, se veía más aliviada -Miguel- el aludido se tenso -Estás castigado, no podrás salir por dos semanas de tu habitación-

-Si Padre- se apresuró a responder en voz baja pero audible.

-Regresa a la tienda- Le ordenó con voz seca, su hijo se reverencio y obedeció.

Azrael estaba preocupado, tanto o más que sus hermanos, su respiración se detuvo al no saber qué ocurrirá con su hermana por intervenir de esa manera, desafiando de cierta forma la autoridad de su Padre y Creador.

Aun con la mano retenida por su hija que seguía arrodillada frente a él se acercó a su oído -Puede que seas mi única hija y mi favorita Salael… pero… No vuelvas a intervenir, no lo tolerare de nuevo… Yo soy tu creador, el creador de todo y todos… Nadie puede decirme que hacer y que no… Mis creaciones no me dicen que hacer, mis creaciones me obedecen-

Eso le dolió a la pequeña, en lo más profundo y le hizo cuestionar la veracidad del vínculo familiar. Soltó su mano abruptamente como si quemara, se levantó y por primera vez en su existencia se reverencio ante él -No volverá a ocurrir mi señor-

La voz fría, autómata y distante en conjunto con esa mirada vacía provocó que algo en su interior se revolviera, sintió un vacío, arrepentimiento por las palabras dichas, su respiración se detuvo y su boca se secó. Antes de que pudiera disculparse o abrazarla, ella se retiró sin darle la espalda, ver su rostro frío alejarse y perderse en la tienda le dolió. Se quedó mirando en silencio un momento -Azrael debemos regresar- dijo en contra de su instinto por seguirla, vio cómo su hijo se debatía entre obedecer o ir con su hermana menor, secretamente deseo que fuese con ella.

-Como ordenes Padre- le dio una reverencia antes de avanzar hasta él.

Apretó los labios y los transportó a ambos a la asamblea.

Cuando su Padre se retiró Miguel cerró la entrada, intercambiaron miradas de preocupación con Samael, ¿Qué pudo haberle dicho para que su hermana en unos segundos cambie tanto?

-Salael- ella lo miró, aún con esa mirada vacía, trago saliva -Lamento haberte lastimado… no volverá a ocurrir-

-Eso espero… no quiero que te vuelva a lastimar por mi culpa- el tono de voz era distinto eso los preocupo.

-Prepararé todo para que cenemos- Miguel avanzó hasta las cajas -Samy… ayudame-

-Cenen ustedes… yo no tengo hambre- sin mirarlos salió de la tienda.

-¡Sally espera!- el rubio menor corrió tras ella pero no la encontró, todo estaba oscuro -Sally- murmuró preocupado.

-Démosle algo de espacio Samy… no te preocupes… todo estará bien… ya veras- Lo abrazo, en realidad no estaba seguro de sus palabras.

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-¡Es suficiente!- Miguel dejó las cartas a un lado -Vamos a buscarla Samy-

El rubio menor se levantó -Ya era hora-

Ambos salieron de la tienda, afuera no se veía nada, Samael se concentró un poco levantó su mano izquierda y creó una esfera de luz cálida que los seguía e iluminaba los alrededores.

-Mizza y Gizza busquenla por favor- Les pidió Miguel.

Las criaturas de su hermano pelinegro volaron en direcciones opuestas, desde que salió la menor ambos estaban ansiosos y nerviosos.

-¡Sally!... ¡¿Dónde estás?!- Samael comenzó a llamarla -¡Sally!-

Caminaron varios minutos hasta que en la orilla de la laguna distinguieron una silueta, Mizza y Gizza volaron hasta ellos ansiosos para que los siguieran hasta la orilla.

A medida que se acercaban era más evidente que se trataba de su hermana, Samael se sentó a su derecha y a pesar de la incomodidad y dolor Miguel se sentó a su izquierda, las criaturas de Azrael se posaron en la hierba cerca de ellos.

-Hola- la saludaron con suavidad.

-Hola- respondió ella también en voz baja y sin mirarlos.

Era evidente que había estado llorando todo este tiempo y de hecho aún lo hacía, las lágrimas brotaban de sus ojos como un río, Samael la abrazo por la cinctura y Miguel por sobre sus hombros, ambos apoyaron sus cabezas en ella.

-¿Qué fue lo que Padre te dijo para que estés así?- Preguntó en voz baja y suave su hermano casi gemelo.

Ella negó suavemente -No deseo repetir sus palabras- bajó la mirada y apretó sus labios por un momento -Pero me dolió más que cualquier golpe físico que hubiese podido darme- Nunca ha sido castigada físicamente en realidad, pero podía imaginar que ese dolor no se compara al que siente ahora.

En su mente y corazón quedó la idea de que ellos son meras creaciones sin derechos para él, de los que puede disponer a su antojo y que los vínculos que dice tener son falsos. Las frases "Yo soy tu creador, el creador de todo y todos … Mis creaciones no me dicen que hacer, mis creaciones me obedecen" la hirieron e hicieron que la mención de "mi favorita" se sintiese falsa, si hubiese reemplazado las palabras creador y creaciones por padre e hijos todo sería distinto. Apartó a sus hermanos y comenzó a vomitar todo lo que estaba en su interior.

Miguel reaccionó rápidamente y tomó su cabello para que no se lo manche, era demasiado largo y lindo para él -Tranquila- acaricio su espalda.

-Deberíamos volver a la tienda… te podemos preparar una infusión deeee… ¡Menta!- Finalmente el rubio menor recordó el nombre de la hierba.

-Estoy bien Samy- se acurruco entre ellos -Quedémonos un poco más- miro el cielo estrellado -Nunca podemos estar los tres de noche afuera… Quién sabe cuando nos lo vuelvan a permitir-

-Supongo que tienes razón hermanita- Miguel comenzó a trenzar su cabello.

Ella los abrazo a ambos -Gracias por estar conmigo hermanos… los amo-

Las mejillas de ambos se tiñeron de dorado, sus corazones vibraron -Nosotros igual- Los tres compartieron un dulce abrazo bajo las estrellas.

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-¡Oh mira!… que lindos se ven-

Rafael rodó los ojos -No sé qué ves de lindo Gabriel-

Samael y Miguel estaban durmiendo destapados, uno encima del otro con los brazos y piernas dispersos, despreocupados totalmente, el rubio mayor dormía boca abajo con la frente pegada a la de su hermano menor, ambos babeando. Por otro lado su pequeña hermana se encuentra alejada de ellos, envuelta con las mantas hecha un ovillo, sólo su pequeña nariz está a la vista.

-Si son algo tiernos- comentó Leroy inseguro.

La asamblea había terminado poco después del amanecer, así que decidieron ir al jardín para desayunar con ellos en familia al aire libre. Los mayores se estaban encargando del desayuno y ellos debían preparar a sus hermanitos.

-Samy, Mike… Despierten- Gabriel se agacho junto a ellos y los movió con suavidad.

-¿Qué sucede?- murmuraron ambos adormilados con el cabello desordenado y baba seca en sus mejillas.

El mayor no pudo evitar reír -Buenos días… la asamblea terminó y hemos venido a desayunar con ustedes-

Rafael busco en el bolso de su hermano ropa limpia -Ven Mike, te ayudaré a cambiarte- el rubio se sentó con una mueca de dolor -¿Qué sucede?- se acercó preocupado -¿Te duele algo?-

Miguel bajo la mirada avergonzado -Es que… ayer Padre me castigó… y me duele al sentarse-

-¡Oh!... Dejame revisar-

Gabriel y Samael se alejaron para darles privacidad, Leroy se recostó junto a su hermana dándoles la espalda.

En la mano de Rafael apareció la energía verde sanadora, lo revisó e hizo una mueca al ver lo dorado que estaba su trasero aún, señal de lo duro del castigo. Resoplo, poco a poco con su magia sanadora lo regreso a la normalidad, su pequeño hermano puso cara de alivio -¿Por qué Padre te castigó de esta manera?-

El rubio sonrió nervioso -Es que… lastime a nuestra hermana- murmuró, Rafael lo miro serio y le dio un golpe suave en la cabeza -Ouch-

-No vuelvas a hacer algo como eso- Le advirtió serio.

-Por supuesto que no-

Rafael tomó su mano y lo llevó hasta donde había dejado su ropa -Te ayudaré-

El rubio ladeo la cabeza -De acuerdo- no le agradaba la idea, pero aceptó, ser mimado por un momento no era del todo malo.

Leroy movió a su hermana con delicadeza -Sally… despierta hermanita-

Ella se movió perezosamente para salir del capullo hecho con las mantas -Buenos días Ley- murmuró frotando sus ojos -¿Qué sucede?- sus hermanos la miraban extrañados.

-Tu cabello- parpadeo con sus cuatro ojos.

-¡Ah!... ¡Eso!... ¿No te gusta?-

-¿Cuándo hiciste eso?- Miguel estaba horrorizado.

La menor parpadeo un par de veces, se tocó su cabello que ahora le llega por sobre sus hombros y no en el muslo -Anoche… mientras ustedes roncaban- Respondió indiferente -Por cierto… ¿Qué hacen aquí?- Miro a sus hermanos mayores alternadamente.

Leroy tomó sus manos para ayudarla a levantarse -Vinimos a desayunar con ustedes… la asamblea término-

-¡Ah!... No tengo hambre- miro hacia otro lado.

Miguel se acercó a ella -Anoche tampoco cenaste… y vomitaste… debes comer algo-

Lo miro molesta, pensó en muchas formas de responder pero todas eran desagradables y ciertamente su hermano no tiene la culpa del horrible sentimiento que está en su interior, así que no respondió, soltó las manos de Leroy paso por el lado de Miguel y busco su ropa en silencio.

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No estaba seguro de si alguna vez había estado tan ansioso y nervioso como ahora, el Padre Creador acortó la asamblea porque no lograba olvidar la expresión de su pequeña. Se arrepentía de no haber aclarado las cosas y deseaba verla, pero una parte de él teme al rechazó, es el Padre creador puede ordenarles cosas a sus hijos y demás creaciones pero sabe que no puede obligarlos a cambiar sus sentimientos. Sus hijos mayores ya tenían la mesa lista y estaban sentados conversando entre ellos, la puerta de la tienda se abrió y espero con ansias las caras alegres de los más pequeños, deseaba que su pequeña corriera hasta él para abrazarlo como siempre suele hacerlo, pero no ocurrió.

-Buenos días Padre- lo saludaron tímidamente los rubios menores mientras se reverenciaban en el otro extremo de la mesa -Buenos días hermanos- Después de saludar Miguel se sentó entre Leliel y Rafael, Samael entre Joel y Gabriel.

A la Derecha del Padre se encuentran Joel, Samael, Gabriel y Azrael con un lugar libre, y a su izquierda Galim, Leliel, Miguel y Rafael con un lugar libres. Lo esperado es que Salael se siente al lado del pelinegro pero no lo hizo, se sentó junto a Rafael sin saludar y sin mirar a nadie, su usual sonrisa y brillo en los ojos no estaban, en su lugar había vacío. De los presentes en la mesa sólo tres saben que ella cambió por algo que le dijo su Padre, la miraron preocupados.

Azrael la examinó, se veía triste y dolida -¡Tu cabello!- exclamó con sorpresa al darse cuenta que ahora es mucho más corto, abrió los ojos desmesuradamente.

-Es más liviano y cómodo así- respondió indiferente sin mirarlo mientras movía de un lado para otro uno de los trozos de fruta que Rafael puso en su plato.

Si bien su hermano sanador no es del tipo cariñoso, es muy atento y preocupado, puso una infusión de menta y manzanilla frente a ella -Bebe esto… te hará bien-

Ella lo miró confundida, por cortesía tomó la taza, sintió el olor y vomitó al lado de su silla, un líquido espumoso ya que no había más comida en su interior -Lo siento- Se disculpó avergonzada y corrió a la tienda para envolverse con las mantas nuevamente.

Azrael y Rafael se levantaron automáticamente para ir a ver qué le sucedía, eso no era normal -Quédense aquí- su Padre se levantó -Yo iré… sigan desayunando-

Avanzó tranquilamente hasta la tienda, esta era una buena oportunidad para tener privacidad, busco brevemente a su pequeña. La menor estaba sentada en la colchoneta tapada completamente con las mantas tiritando. Avanzo en silencio hasta ella, tocó su hombro pero ella se movió para alejarse.

-No deseo que me toque mi Señor- Su voz era fría -Quiero estar sola-

-No Salael… es suficiente… debemos hablar- le dijo con voz firme -Así que deja que te vea para que hablemos-

Lentamente se destapó la cabeza, en sus ojos había lágrimas -¿Qué somos realmente?... ¿Hijos o meras creaciones?- preguntó, necesitaba saber -Los sentimientos que dices tener… ¿Son reales?-

El Padre celestial apretó sus labios y se sentó junto a ella -Siempre has sido diferente… tu forma de ver el mundo es distinta mi pequeña- Suspiró -Sé que mis palabras te dolieron y causaron todo esto… Lo lamento- Eligió con cuidado como seguir, su pequeña es más receptiva que sus otros hijos -Ustedes son mis amados hijos, eso es real… Sí me importan… Son los primeros, mis hijos y los amo… Nuestra familia es real mi pequeña-

Ella lo miró a los ojos -Tus palabras me dolieron mucho y sigue doliendo-

-Lo sé… Ahora lo sé y seré más cuidadoso- extendió su mano para que ella la tomara, dudo pero lo hizo, su pequeña mano estaba extrañamente caliente -Salael… Mi pequeña estrellita… Perdoname por favor… No quiero que te quedes con la sensación de que solo los veo como creaciones… Ustedes son mis hijos, mis niños-

Lo miro seriamente un momento -De acuerdo- Aceptó aunque en realidad no tiene muchas opciones. Él la abrazó -¿Puedo quedarme aquí y dormir un poco más?-

No le gustaba la idea pero se lo concedería -Está bien… Pero cuando despiertes debes comer un poco y beber agua-

No estaba segura de cuando el dolor desaparecería, pero aun así prefirió contestar como si nada hubiese pasado -Como digas papá-

Eso lo hizo extremadamente feliz, besó su mejilla, la arropó para que durmiera y se quedó con ella hasta que se durmió.

Salió de la tienda con una actitud distinta y una sonrisa, observó cómo sus hijos interactúan felices entre ellos, pensó en las palabras de su pequeña "¿Qué somos realmente?... ¿Hijos o meras creaciones?... Los sentimientos que dices tener… ¿Son reales?" Por supuesto que sus sentimientos son reales, por sus pequeños lo daría todo, todo lo que creaba y hacía era para ellos.