Capítulo 9

Por lo que Anhelo


Abro mis ojos, viendo hacía la luna. Deben ser más o menos las nueve; por la posición de la luna puedo asegurarlo. Emilia respira lentamente a mi lado; toco un poco su mejilla, haciendo que despierte poco a poco.

—Nos quedamos dormidos… —Se levanta estirando sus brazos mientras bosteza—. ¿Cuándo harás un reloj? Su manejo del tiempo es mucho mejor que el nuestro, aunque el nuestro es más bonito, jeje.

La relojería es algo fundamental, tener al menos relojes mecánicos es una necesidad. Debido al grado de inclinación del sol al medio día hay sombras, pero no he visto que cambie en todo el tiempo que llevo aquí.

Eso significa que este mundo no gira como debería, si no que se mantiene estático. El campo magnético que lo protege probablemente está hecho de maná. Los efectos físicos copiados de la tierra probablemente son fruto de una historia que desconozco.

«Puede que no sepa hacer un reloj preciso, pero si puedo hacer algo diferente». Hasta entonces consideraba que los relojes mecánicos serían más precisos, pero, es diferente si hablamos de los relojes aquí.

«Hay una posibilidad de hacerlos, debo hablar con Echidna»

—¿No te basta con el reloj de sol que está en la mansión? —Betty y yo hicimos un reloj de sol hace mucho, pero aún no habíamos terminado uno mecánico; no tengo todo el conocimiento necesario—. Aunque tienes razón, debería terminarlo.

En el ejercito también hay uno y en la plaza hay otro, pero ciertamente no se pueden usar bien durante la noche o días nublados. Las personas no se han adaptado ya que siguen usando los horarios de este mundo, pero no sería un problema si simplemente hago una mejora en los términos del reloj que hay aquí.

El manejo del tiempo es sustancial para el bolsillo y el corazón.

—Antes de invierno, te regalaré un hermoso reloj. —Me levanto, sonriéndole. Empieza a caminar, juntando sus manos detrás de su espalda.

—¡Hmpf! ¡Ya veremos! —Se inclina para verme, guiñándome el ojo—. Si no lo haces entonces deberás hacer lo que yo te diga.

Asiento, suspirando con una sonrisa y mirando hacia el cielo sin decirle nada.

«Como si ya no lo estuviese haciendo».

Seguimos nuestro camino en silencio, apreciando el bosque que va desapareciendo con las nuevas construcciones. Lastimosamente es parte del avance de la sociedad; hacer modelos sustentables para ambos es nuestro deber.

Tras llegar a la mansión veo el gran carruaje frente a la entrada.

«No recuerdo carruajes a esta hora».

—¿Segura que quieres hacerlo ya? —pregunta Otto, mirando hacia la persona que es cubierta por la fuente de agua.

Emilia y yo nos acercamos, viendo que Rem y Otto están montando cosas al carruaje.

—Buenas noches. —Ambos saludamos, tomando su atención.

—Buenas noches —responden.

Emilia mira las cajas que están siendo empacadas, tomando la iniciativa y subiéndolas al carruaje. Rem, de inmediato, toma la mano de Emilia, mirándola con cierta preocupación.

—Ustedes tienen que partir mañana, deberían descansar. —Rem sonríe, y Emilia le sonríe de vuelta.

—Entonces terminemos rápido —afirma Emilia, haciendo que Rem acepte a regañadientes.

Puedo ver que Rem está bastante afectada. Tener que vivir aquí, donde prácticamente fue criada para servir a quien casi mata a su hermana. Tener que soportar ese sentimiento, tendiendo la posibilidad de tener una mejor vida, o al menos una alejada de esos recuerdos.

«Todo el odio acumulado en su corazón parece estar dirigiéndose hacia este lugar».

Dicen que es malo huir, pero no hay razón para lastimarse sin necesidad. Cuando pase el tiempo, podrá afrontarlo con una mejor visión de la vida que ahora que su hermana está mal.

Esta mansión es práctica, pues puedo entrenar magia, tener mi laboratorio y todo lo demás; además de que Grímnir está aquí. Pero prefiero dar unos pasos extras y trabajar en otra parte a seguir aquí.

Ayudamos a Rem a subir todo, por lo que es hora de irnos.

Otto no irá con nosotros a la capital, puesto que su deber es continuar con los proyectos. Cuando Emilia y yo nos despedimos, Otto me detiene.

—Acompáñame un momento. —Su mirada es nerviosa y a la vez triste. Sus manos tiemblan y parece indeciso.

—Bueno.

Camino junto a él hasta ir a una parte alejada del jardín. Me siento en una maseta, mirando a Otto con curiosidad. Camina de un lado a otro, probablemente pensando las palabras que decir. «¿Será sobre Rem?» Como ella se va y el sigue en la mansión, «debe dolerle bastante alejarse de ella, pues han vivido juntos varios meses ya».

—Quiero proponerle a Rem quedarme con ella. —Escucho la voz de Otto, pero de alguna forma mi mente no termina de procesarlo.

Lo miro con sorpresa, y la mirada nerviosa que espero en él se convierte en una mirada determinada. Otto me mira firmemente, aun cuando sus manos tiemblan.

Yo supe sobre el enamoramiento de Otto desde hace mucho.

Otto también se había dado cuenta y ciertamente hemos hablado sobre ello.

Es mi amigo, pero lo que está diciendo no es cualquier cosa. Una cosa es proponerle salir y luego mudarse, pero esto... esto es mucho más serio.

—¿No vas a decir nada? —pregunta, como si yo fuese un robot que da respuestas instantáneas.

—Espera… —Lo detengo, analizando más la situación.

Aunque los amigos también pueden vivir juntos, el problema es que esa no es la intención de Otto. Puedo verlo en sus ojos, él no quiere vivir como amigos. Con la situación de Ram eso es complicado, pareciendo como si se intentase aprovechar.

«Pero Otto no es de esos».

—¿Estás seguro? —pregunto, y Otto asiente.

Me quedo pensando un segundo y sus mejillas empiezan a enrojecerse.

—¿Sabes? Desde antes, ya nosotros… —Otto se acerca más, susurrándome al oído—. Nosotros ya nos hemos tomado de las manos y esas cosas.

Abro mis ojos, sorprendiéndome por esta revelación. Lo miro emocionado, puesto que realmente no creí habrían avanzado tanto. Me siento un poco mal porque no me lo contó antes, pero a la vez feliz.

—¿Qué cosas? —Lo miro con una sonrisa, deseoso del chisme que esta por contar. Otto abre los ojos y la boca un segundo, para luego darme la espalda.

—¡No te lo diré ahora! —exclama, dando un pisotón al suelo con fuerza. Mira hacía un lado, y la expresion que hace me sorprende: una sonrisa cargada de dolor, llena de melancolía y amor—. Sé que es un mal momento, pero también sé lo que la soledad le hace a su corazón.

Por un instante puedo ver el semblante inocente de Otto desaparecer. Con el pecho levantado y unos ojos fijos en la persona que quiere, parece que ha dado un paso diferente en el rumbo de su vida.

—Quiero ser quien le de apoyo, convertirme en alguien que sea invencible a su lado. —Hoy, los ojos de Otto brillan más que las estrellas, y su pecho parece lleno de anhelo y fuerza—. Quiero ayudarla con Ram; no será fácil para ella sostener su trabajo y cuidar de ella.

Yo sonrío, pues me alegra ver que mi amigo ha dado un paso hacia adelante.

Todos han ido avanzando, incluso Otto lo está haciendo ahora mismo.

—Has crecido. —Entrecruzo mis manos, sonriendo alegremente—. Otto Suwen, ¿qué crees que viene primero, las emociones o la razón?

Otto se queda mirándome, sin saber el motivo de mi pregunta. Su mirada se pierde un segundo, para luego mirar hacia abajo.

—Las emociones siempre vienen primero…

Las emociones son una respuesta del sistema límbico; la mayoría de los animales las tienen. Son esas respuestas, casi instantáneas, que permiten actuar ante impulsos; la forma primitiva de la razón, "el instinto".

Por eso yo no decidí aceptar a Emilia en ese entonces, ya que no sabía si era una decisión de mi razón o solo un impulso por haber visto una luz en medio de la oscuridad.

—Entonces, ¿quién está actuando en ti? —pregunto, y me mira dudoso.

Este se detiene un segundo, para luego sentarse a mi lado. Minutos pasan y yo solo espero con calma a que encuentre su respuesta.

—Tras lo de Roswaal la vi desmoronarse, la veo llorar sola, la veo llorar al ver a su hermana. Me duele, me duele mucho verla así. Su decisión de irse es la más acertada, pero, de alguna forma, me duele verla partir. —Mira hacia el cielo, extendiendo su mano hacia este—. Quiero verla feliz, quiero estar para ella, sin importar lo que pase. —Entonces aprieta su mano, haciendo un puño—. Pero no quiero aprovecharme de su dolor, si lo hiciera, no sería más que un rastrero. No soy capaz de hacerle ese daño, preferiría morir a hacerle eso.

Abro mis ojos al ver las emociones de Otto, casi sintiéndolas en mi propia piel. Siempre he admirado a Otto, pues a pesar de todas las dificultades se ha parado y ha avanzado. A pesar de su mala suerte siempre encuentra una forma de salir adelante.

—Sé que entiendes lo que digo, no es por amor únicamente. Ambas están mal, yo solo quiero poder aligerar su carga un poco. —Entrecruza sus manos, mirando hacía el suelo—. Yo tengo una carga de trabajo superior a la de ella, eso es algo que no había considerado hasta ahora, por eso no sé muy bien que hacer. Tampoco quiero ser un peso extra a su ya pesada espalda.

Un suspiro cargado de responsabilidad sale de su cuerpo, pero, no parece estar en duda. A pesar de decirlo, su cuerpo mismo irradia una determinación palpable a ayudarla. Puedo verlo, puedo ver que mi amigo ya tiene a alguien de quien no puede apartar la vista.

Es inevitable, ambos interactuaban entre ellos, se llevaban muy bien.

El amor florece entre más consideración y cuidado le pongas.

—Si le pregunto y no me acepta, no necesariamente significaría que no quiere, ¿cierto? —pregunta, y yo asiento—. Lo único que puedo hacer en este momento es estar con ella; es lo único que quiero hacer. Yo…

Otto abre los ojos, y el brillo en estos me dice que ha encontrado su respuesta.

—Ya entiendo a qué te referías, ciertamente, la respuesta ya la tenía, pero no la había pensado a detalle. —Otto sonríe, mirando hacia el cielo—. Quiero estar con ella, tanto mis emociones como mi razón me lo dicen. Solo quiero acompañarla, no quiero nada más; estar para ella cuando esté sufriendo, y si quiere que me aleje me alejaré por el tiempo que sea necesario.

Otto me mira fijamente, la determinación en sus palabras dándole más fuerza a su decisión. El hombre en frente de mí es alguien que ha pasado por una infinidad de cosas. Ahora, a pesar de faltarle un miembro, es capaz de cumplir sus labores a la perfección.

«Me disculpo por no buscar una alternativa a tu problema, mi amigo». Cierro mis ojos, sonriendo mientras este piensa. «Te prometo reemplazaré tu mano por una mejor, ese será tu regalo de cumpleaños».

—Mi carga de trabajo solo va a incrementar mientras encuentro gente que pueda hacer las tareas que necesito. —Un sudor frío baja de su frente—. Sé que no será fácil, pero, a la vez, siento que podré hacerlo. Sé que la situación no es fácil y que debería estar triste; de hecho, lo estoy. —Su sonrisa crece, mostrando una determinación palpable—. Pero de la misma forma que estoy triste siento una fuerza en mí que me quiere llevar a superarlo todo. ¿Tú lo entiendes?

Sonrío, asintiéndole de inmediato.

La gente subestima las emociones, creen que no son necesarias o que te hacen más débil. Creer eso, en sí mismo, es una debilidad. Son las emociones las que moldean nuestro cuerpo para superar nuestros límites.

Para creer y avanzar.

El amor que hay en el corazón de Otto le da la fuerza de creer, de tener fe en sí mismo y sacar adelante todo.

—No hay poder más grande que el de las emociones, así que estoy seguro de que podrás. —Sonrío, haciéndolo sonreír de vuelta—. Solo asegúrate de reconocer lo que sientes, el resto fluirá naturalmente.

Pensar que cosas pueden suceder es lo que hace la razón, reaccionar a ellas es lo que hacen las emociones. Ambas son importantes, pero siempre debemos tener en cuenta que la razón es la que nos va a dar las respuestas más lógicas.

Comprender que ambas importan es lo que hace a alguien ser más "maduro".

—Si quieres estar con ella no pierdes nada con preguntarle, si no te acepta puedes esperar a un mejor momento. —Me levanto, mirando al cielo—. Si te acepta, entonces perfecto; lo importante es que sea una decisión de los dos, no solo tuya. Pero bueno, al final la decisión la tomas tú.

«Me lavo las manos si sale mal».

Otto es quien debe saber más sobre Rem, asi que él es quien sabe si ella estaría dispuesta. Él sabe sobre lo que sufre en su interior y sobre lo mucho que quiere esto. Como amigo, mi único deber es guiarlo para que encuentre su respuesta.

«Debe ser suya, no mía».

—Lo… Lo voy a hacer. —Los ojos de Otto se iluminan cuando se levanta, sus dudas parecen haberse disipado. Aprieta sus manos, conteniendo el temblor en estas—. Tengo que verme fuert…

Lo golpeo con un manotazo en la espalda, haciéndolo gritar levemente e intentar sobarse con su única mano.

—¡Oye! —Otto me mira molesto, y yo le sonrío.

—Si sientes miedo no debes ocultarlo del todo, se honesto y fuerte al mismo tiempo. No hay necesidad de ocultar el miedo, puede salir, puede mostrar la importancia que le das.

Lo miro orgulloso, viendo que mi amigo ha dado un siguiente paso en su vida.

—Muéstrate como eres, mejora como eres. Ser tú es el mayor privilegio que esta vida te pude dar. Otto Suwen, eres un gran hombre, solo tienes que ser tú mismo.

Sonrío, y el abre sus ojos en sorpresa. Se queda mirando unos segundos, pero antes de sentirme más incómodo le levanto el pulgar.

—Si te rechaza nos alcoholizamos. —Guiño mi ojo, y el empieza a sonreír.

—¡Ja! Si tomase de la misma forma que tú, moriría. —Me extiende su puño, a lo que yo lo choco con el suyo—. ¡Perfecto!

«Buena suerte».

Otto camina lentamente hacía Rem, mientras yo me despido de ambos y cierro las puertas de la mansión. Cuando lo hago, veo una figura angelical esperándome.

—Tardaron un poco. —Emilia me mira con una sonrisa—. ¿De que hablaban?

Si le digo el chisme no dormiremos hablando sobre eso, asi que mejor lo dejo para otro día.

«Tengo que crear el plan a seguir».

—Quería pedirme un consejo sobre una decisión importante… —Emilia me mira, pero al ver mi rostro decide no preguntar.

Ambos caminamos por la mansión, yendo a nuestras habitaciones. Cuando estamos por separarnos agarra mi brazo, me giro para ver que quiere, pero rápidamente sus labios se depositan en mi mejilla, para luego alejarse corriendo.

—Buenas noches —dice, antes de desaparecer de mi vista.

—Buenas noches… —digo al aire, yendo a mi cuarto. Me quito el collar, colocándolo en la mesa de noche.

Mientras lo miro, lo tomo de nuevo y lentamente le doy un pequeño beso—

—Descansa bien, mi niña, tu papá saldrá adelante por tu bien.

Lo que Marco me dijo es cierto. Aún tengo muchas cosas en mi mente: quiero hablar con mi hermano cara a cara, quiero ver a mis padres y decirles lo que he hecho. Quiero mostrarles orgulloso que su hijo está avanzando.

Siento las lágrimas querer fluir, pero las detengo rápidamente.

«No quiero llorar ahora». A veces me gustaría tener esa fuerza mental que tiene Marco para estas situaciones; sé que es fruto de su experiencia, pero conmigo no es diferente. Yo no he vivido los horrores que él, pero sé que su forma de ser no es exclusivamente por eso.

Su forma de ser es tranquilizadora; como si lo supiera todo. No te sientes mal por pedirle ayuda porque su forma de explicar no te hace sentir como un tonto. Siempre hemos sido similares, su forma de hablar y la mía son prácticamente iguales.

La diferencia era en nuestras emociones y lo que intentábamos. Suelo ser usado como objetivo de broma, pero para mí eso está bien, me hace feliz porque sé que me respetan igualmente.

Después de la tragedia durante la batalla pude verlo.

Ha cambiado, lo noté de inmediato.

Pude ver emociones que antes eran difíciles de notar. Tiene miedo, pero aun asi se esfuerza por mantenerse erguido. Todos notaron la tristeza en su mirada cuando hablamos de las bajas y los problemas que había.

Sé que un gobernante debe mantenerse firme, pero para nosotros fue un sentimiento diferente.

Todos nos sentimos unidos en esa reunión. Por primera vez pude ver al ser humano detrás de esa barrera de fuerza.

Es como si fuese otra persona, pero, a la vez, sentí que mi amigo estaba conmigo.

Sigo caminando, acercándome más y más.

Asi como él pudo cambiar para bien, yo también puedo hacerlo. Tengo que dejar de creer que mi mala suerte solo hará que caiga. Quiero creer más allá, incluso más allá de lo que he logrado.

Mi suerte es mala, eso cierto.

La de Rem… bueno, tampoco es muy buena.

Pero ambos nos hemos mantenido en la adversidad, ambos hemos sufrido trasnochándonos juntos. Miro mi brazo, pensando si algún día podré recuperar mi mano.

«Aunque, me alegra, ya que gracias a no tener mi mano pude romper esa barrera».

No es un impedimento muy grande en este momento, pues ya aprendí a escribir con una prótesis hecha a medida. No es una mano, pero sirve para escribir y agarrar cosas. Sé que hay prótesis más avanzadas, pero no hemos encontrado un buen artesano o alguien dispuesta a venderla.

No me importa cuánto de mi dinero gaste, pero al menos quiero algo bien hecho.

La otra es hacer un trasplante como el que le hicieron a Lucas, pero todavía no hay nadie con una contextura similar a la mía. No quiero depender de ello, sería como desear la muerte de alguien para poder vivir yo.

«Solo de pensarlo me da nauseas».

He logrado muchas cosas a pesar de las adversidades, he llorado y sufrido mucho, pero me he levantado.

Por eso…

Miro hacía el frente, viendo como Rem termina de organizar todo. Veo el espacio que queda en el carruaje, deseoso de llenarlo.

Quiero ser yo quien la ayude, llegar a la casa y cocinar algo juntos.

No puedo evitarlo, quiero estar para ella, es lo que mi corazón anhela.

Rem mira hacia el cielo estrellado, la luna reflejándose sobre su hermosos ojos celeste. Su cabello ondea con el viento templado, y yo, doy un paso más.

Sus ojos se fijan en mí, mi corazón latiendo con una velocidad que me quita el aliento. Intento articular palabras, pero mi garganta se seca de inmediato.

«Primero vienen las emociones, luego la razón». Espero unos segundos, cerrando mis ojos para disipar un poco el miedo que me embarga.

—¿Estas bien? —pregunta, y yo asiento.

—Quiero hablar contigo. —Abro mis ojos, mirándola decidido.