Frisk se observaba en el espejo de su cuarto mientras se desenredaba su cabello tras un buen baño. Estando ya en pijama, se encontraba cansada tras un día más tratando de rescatar lo que alguna vez fue un bello parque central, pero por más que trataba de relajarse para dormir, en su mente seguía circulando el tema de corrupción por parte de una figura autoritaria.
El pequeño reloj situado en su reloj marcaba que pasaba de la media noche. Estirándose un poco, se levantó para dirigirse a la cocina y servirse un té. Es lo que le quedaba para lograr ambientarse para una noche de descanso bien merecida.
Flowey se encontraba en la mesa resolviendo uno de los crucigramas del periódico con suma concentración. A Frisk le agradaba verlo de ese modo tan calmado a comparación de lo alerta que siempre se mostraba cada vez que trabajaban o estaban en la calle. Por muy extraño que le pareciera, actuaba como si sólo en la casa tuviera su propio momento de paz.
Le acompañó en silencio mientras tomaba de su taza humeante y observaba desde su ventanal el cielo nocturno completamente nublado. No pudo evitar sentir nostalgia tras un largo tiempo contemplando aquel cielo con falta de vida. En el pueblo donde había crecido, una de las cosas que más le fascinaban de él era la hermosa vista que tenía de las estrellas. Muchas de las noches en las que quería dormir en su invernadero, sentía como si pudiera volar hacia ellas levantando sus manos hacia el cielo, como si fuera tan fácil alcanzarlas.
Pero en la ciudad habitaban otra clase de luces, unas tan artificiales, tan forzadas… como mucha gente que habitaba el lugar.
Tras terminarse su taza, le dijo un tenue "buenas noches" a su amigo y comenzó a dirigirse hacia su habitación para finalmente dormir. Pero un estruendoso golpe la sobresaltó de tal manera que casi se cae del susto. Se giró completamente preocupada de que Flowey se hubiera caído de la mesa, pero en vez de ello, contempló algo mucho peor y que definitivamente no se hubiera imaginado toparse.
Completamente desalineado y fuera de sus cabales… se encontraba Sans apoyándose en la pared con la poca fuerza que tenía.
-¿Pero qué…? –Comenzó a exclamar molesto la flor mientras arrojaba el periódico fuera de la mesa.
Frisk se le adelantó acercándose a él preocupada. Pese a que le disgustaba que se hubiera aparecido así en su casa sin permiso y tan altas horas de la noche, notaba en él algo que no cuadraba bien. Generalmente lo veía formal y bien vestido, pero ahora parecía no saber siquiera cómo era ponerse en saco.
Tras acercarse a él directamente, notó la botella completamente vacía que tenía sujetando con más fuerza que con lo que podía sostenerse con la pared. Antes de que se retirara tras notar lo que realmente estaba pasando con él, Sans notó su presencia con una sonrisa bastante extraña y una mirada levemente perdida.
-Frrriiiiiiiiisshhhhh –Se abalanzó sobre ella dejándose caer. A Frisk le costó trabajo sostenerlo ante la sorpresa –Que milagrrrooo ¿Cómo… hic… estássssshhh?
-Apestas a alcohol –Comentó forcejeando tratando de hacerlo estar de pie.
-Tú hueles a floressssshh… hic… Hueles bien, siempre… hic… bien…
Sintiéndose incómoda con el abrazo forzado que tenían y el sentir como le olía su cabello, se las ingenió para ignorar todos sus comportamientos y poner su brazo sobre sus hombros y sujetándolo de la cintura para llevarlo lo mejor posible hacia su pequeña sala. La flor observaba todo con un semblante de lo más caótico, pero la humana lo pasó por alto tras tener su mente en algo más que las molestias de su amigo.
Al llegar al sofá y tras no poder sostenerlo más, terminó por arrojarlo con la mayor de las sutilezas posibles haciendo así que al menos se sentara, pero el esqueleto ebrio se la ponía complicado tras tratar de sujetarla lo más posible. Por un breve momento casi hacía que callera con él tras dejarlo caer en el sofá, pero las lianas de su amigo habían aparecido con bastante rapidez para jalarla de la cintura y apartarla del mafioso sonriente.
Flowey se sujetó con demasiada fuerza de la humana y se enredó lo más posible de ella para protegerla de algún modo. Aunque no le fuera grata la situación, agradecía que tuviera esa precaución con ella tras su desconcierto de lo que se le presentaba.
Ni siquiera sabía que los esqueletos pudieran emborracharse si aparentemente no tenían órganos como para ello, pero supuso que era uno de los miles misterios que tenía consigo el esqueleto sobre su persona. Sans balbuceaba algo, pero por su estado no se le entendía nada de lo que decía, por lo que le quedaba claro a Frisk que ni podría preguntarle cómo había sido que había terminado de tal forma, y sobre porqué había llegado a su casa en vez de la suya.
-No sé cómo tratar con alguien borracho. –Comentó finalmente tras tratar de pensar en una solución factible. Era la primera vez siquiera que veía a alguien estar de esa forma.
-Mátalo, así acabarás con su sufrimiento. –Dijo sin más Flowey, un tanto disgustado de su presencia.
-Flowey, hablo enserio.
-Yo también.
Suspiró resignada, si no se le ocurría un modo de bajarle su estado de embriaguez, al menos tendría que hacer para que durmiera en el acto. No podía dejarlo en la calle de esa forma si era un peligro para sí mismo. Tampoco sabía dónde vivía realmente el esqueleto, y aunque lo supiera, sería peligroso para sí misma tratar de llevarlo con quienes aparentemente la querían muerta por el simple hecho de ser humana.
-¿Cómo fue que terminaste así, Sans? ¿De dónde vienes?
-… un cementerio, un cementerio… –Apenas y era un balbuceo coherente.
Tras ello, Frisk lo miró con pena. Con lo poco que notaba de su situación, se trataba de un malestar que le causaba dolor al mafioso. ¿Se había muerto alguien importante para él y por eso había sucumbido al alcohol? Aunque no lo considerara justificable, optó por pasarlo por alto tras sentirse levemente identificada de lo que era perder a un ser querido. Instintivamente tocó su collar tras ese mal recuerdo.
-Lo lamento… -Fue lo único que se le ocurrió decir.
Sintiéndose segura de tener consigo a Flowey, le quitó la botella que sostenía todavía pese a estar vacía y la observó con tal de saber qué le había generado tal estado, pero por la tierra que tenía consigo y por la poca luz, le costaba ver la etiqueta con claridad.
Al volver querer prestarle atención, notó que se había quedado tumbado en el sillón por su cuenta y sus ronquidos hicieron aparición tras un cansancio notorio. Sintiéndose aliviada de no tener que pensar en alguna medida para dormirlo, comenzó a quitarle los zapatos con gran timidez. Le parecía que hacer tales cosas con él era extremadamente íntimo, pero si tenía que dejarlo descansar en su sofá, al menos se aseguraría de que estuviera lo más cómodo posible.
Se acercó a la mesa para colocar la botella vacía y suavemente a su amigo en su maceta, el cual no opuso resistencia alguna tras comprender con leve disgusto lo que pretendía.
-Voy por unas cobijas para él –Comentó tras notar su semblante enfadado –Vigílalo por cualquier cosa. Podría hacerse daño.
-Quien le hará daño soy yo por atreverse a venir –Gruñó.
-No está en un estado consciente de lo que hace –Lo defendió pese a que no se sentía cómoda con todo –Lo mejor será… cuidarlo hasta que esté bien mañana.
-No, ya pasamos muchas cosas malas por culpa suya. ¿Por qué demonios tenemos que seguir lidiando con él?
Frisk estaba de acuerdo con eso. Le había dado la impresión en la última vez que lo había visto que se había despedido de ella tras comentarle que su hermano posiblemente querría asesinarla. Si el esqueleto había llegado de esa forma ¿Significaba que ya no corría ese peligro? ¿O sólo tenía la mala suerte de que llegara en ese estado a su casa a tales horas de la noche?
Sin darle más importancia a ello, se retiró rumbo a su cuarto en busca de las cobijas. No tenía muchas cosas en su casa dado que no se había dado en la tarea de amueblar ni nada por el estilo, por lo que optó por darle su propia cobija con tal de protegerlo del inmenso frío nocturno que habituaba Snowdin.
Regresó con prisa a la sala y lo tapó con cuidado para tener que deslindarse de una buena vez de la situación. Se encontraba extremadamente incómoda y abochornada de tener a alguien más durmiendo en su casa que no fuera Flowey o ella, y por si fuera poco, a un delincuente peligroso, acosador personal y en gran estado de ebriedad.
Desconocía si se trataba de un acto valiente o muy estúpido de su parte, pero fuera lo que fuera, no iba a dejar en la deriva a alguien que le salvó de una posible muerte en una vez y de no perecer de hambre en otra. A su forma de verlo, retenerlo en su casa en su estado sería su forma de estar a mano con él.
Viendo que todo estaba en perfecto orden, se retiró nuevamente a su recámara para tumbarse en su cama y descansar al fin. Ya vería cómo lidiar con las cosas por la mañana.
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Una de las peores cosas que podrías hacer si deseas mantenerte a salvo en la noche, era situarte en uno de los callejones de Waterfall. El secreto a voces que circulaba sobre lo que pudieras encontrarte por ahí, era más que suficiente para no tomarlo a la ligera. Y aunque estuviera la clara advertencia, para muchos era más que adrenalina pura el enfrentar el peligro con tal de satisfacer cualquier curiosidad. Una leyenda urbana que los infantes tomaban como un reto que sería bien recompensado en caso de lograrlo.
Y así fue como muchas familias perdieron a sus hijos en tan absurdo reto.
Algunos decían que había una bestia que los devoraba y por eso no dejaban rastro, otros argumentaban que una banda los secuestraba para explotación… y muchos otros temían lo peor sobre que eran sacrificados por un grupo fanático de falsas deidades. Pero fuera lo que fuera, Undyne no pensaba quedarse con los brazos cruzados una vez más.
Le había costado trabajo retomar su vida tras descubrir que todo lo que había construido para ella en años se había ido por la borda. En su trabajo la daban por muerta y ni se habían preocupado en hacer un expediente en su búsqueda, sin un ojo, sin dinero, y tras una deuda acumulada, el banco le había retirado su hogar y pertenencias. Se encontraba sola en una ciudad a la que no le importaba su estado ni declaración de los hechos.
Y aun así, Undyne se empeñaba en hacer lo correcto. Su sueño de ser policía siempre había estado de la mano con sus principios de hacer el bien en el nombre de la justicia. Pero por más que trataba de sacar su vida en adelante con esa ideología, sus bolsillos comenzaban a rogarle por hacer algo más que sólo vivir de una idea.
Era por ello que había aceptado el trabajo sobre rescatar a una niña extraviada en aquel lugar. Tras un día en una de las tabernas de mala muerte del lugar, una pareja desesperada había acudido a ir a tal lugar en busca de quien pudiera ayudarles. Le habían ofrecido una gran cantidad monetaria si llegaba a traerlo de vuelta viva, sana y salva. Siendo algo acorde a sus ideales y aspiraciones, no tuvo problema con tomar tal encargo.
Llegando al famoso callejón, se aseguró de estar lo mayormente cubierta para no revelar con tiempo que se trataba de un monstruo. Había tenido que robar una larga gabardina que se había prometido en pagar en cuanto tuviera la oportunidad. Y su ojo perdido lo cubría con su abultado cabello que cada vez le era más difícil de mantener sus cuidados. Entró sin miedo alguno queriendo acabar con todo de una buena vez por todas.
No tenía nada de especial el lugar. Era exactamente igual a todos los callejones descuidados de la ciudad. Se quedó recargada en una de las paredes medio escondida esperando que algo se manifestara para detectar alguna entrada secreta o similar, pero tras varias horas en espera, terminó por exasperarse al grado de querer destruir todo el lugar con tal de encontrar algo. Antes de que ejecutara su idea, unos pasos aproximándose le advirtieron de que continuara oculta entre las sombras.
-¿Es aquí? –comentó una voz masculina.
-Si, supongo que haría falta decir la contraseña –Indicó otra voz mucho más grave.
Undyne escuchaba todo sumamente atenta en espera de tal revelación, pero una terrible sensación le recorrió el brazo le dio la advertencia de la rata que estaba recorriéndole sin preocupación. Se aguantó el asco de tenerla consigo con tal de no perder detalle ni de dar su ubicación en el lugar, sin embargo, un gato salido de la nada había hecho acto de presencia queriendo atacar su propio brazo en caza de la inmensa rata, encajándole sus garras al grado de ocasionarle un gran dolor, y por consiguiente, moviéndose con tal de retirarse a los dos animales que le ocasionaron revelar su estadía en el lugar.
-¿Pero qué tenemos aquí? –Uno de los humanos que habían llegado se acercó con gran interés arrinconándola sin salida -¿Una mujer?
Undyne miró con desprecio al sujeto en lo que se dejaba de tocarse su brazo lastimado para pasar de largo el dolor. Maldiciéndose a sí misma de rebelar su ubicación y de perder la única oportunidad que había tenido, contempló su entorno en busca de una salida de escape antes de que se atrevieran a querer hacerle algo.
-Es bastante mayor para lo que venimos ¿no? –Comentó el otro posicionándose a lado suyo –No es lo que nos prometieron que nos darían.
-Bueno… pero no está tan mal, mira –La señaló como si no le estuviera escuchando pese a tenerlo en frente –Tiene los pechos más grandes que haya visto.
La anfibia se percató de lo descubierto que estaba su escote tras el jaloneo que había tenido el gato, por lo que se tapó de inmediato por mucho que fuera tarde. No tuvo ni que pensarle demasiado para saber qué se tenían entre manos.
Dándole un gran coraje tras un mal sabor de boca del recuerdo, Undyne invocó una de sus lanzas de manera intimidante para que se apartaran y le dejaran retirarse, pero en cambio, los dos sujetos habían sacado sus armas respectivas para apuntarla de igual modo.
No les temía en absoluto, eran simple escoria ante su vista por atreverse a querer domar un tiburón pretendiendo pescar un atún.
-Será mejor que me dejen ir –Los apuntó con su lanza brillante –O sufrirán las consecuencias.
-Vaya, la gatita tiene garras, grrrrrr –Se bufó uno de ellos.
-Creo que más bien estamos hablando de una rana –Comentó el otro sin bajar su arma pese a la advertencia –Realmente no sé qué sea ¿Qué se supone que eres, monstruo?
-Tu peor pesadilla, si no es que te apartas ahora.
-Vamos, no hay necesidad de tanta brusquedad. Sólo queremos divertirnos –Comentó calmado el otro pese a no apartar su arma sobre ella. Parecía que todo le causaba gracia. –Te gustará pasarla con nosotros, te lo garantizo.
-No es como si te diéramos otra opción… -Comentó su compañero menos carismático.
Undyne gruñó asqueada. Estaba harta de esa situación, por lo que no se contendría con ellos a golpearlos en cuanto se atrevieran a tocarla. Se puso en una postura para atacarlos tras notar que se acercarían a ella, pero un ruido alarmó a todos los presentes haciendo que se desconcertaran por completo. Por un momento había pensado que se trataba del mismo gato que le había lastimado, pero con horror contempló que había sido el tropiezo de una niña coneja que había chocado contra unos botes cayéndose junto con ellos. ¿De dónde había salido? Estaban en un callejón sin salida y no parecía haber puertas en las paredes ¿Realmente había un compartimiento secreto? Fuera lo que fuera, había encontrado a la niña que venía siendo su encargo. La foto que había visto de ella lo comprobaba por completo.
-Oh ¿Qué hay pequeña? –Se giró uno de ellos bajando su arma para acercarse a ella.
Sin pensárselo, Undyne estuvo a punto de dar un salto apoyándose con la pared, pero en cuanto notó que el otro sujeto estaba por dispararle a ella, la ira y desesperación sucumbieron ante ella. No tenía que pensar demasiado para notar qué pretendían los sujetos y a qué venían a buscar. Si ella siendo adulto era bastante molesta la sensación de haber estado a punto de ser violada, no quería ni imaginarse de lo que pudiera ser para una menor.
No iba a tener más piedad, no iba a cuestionárselo más. En una velocidad sorprendente y con una adrenalina que no había experimentado antes, invocó sus lanzas surgiendo desde el suelo para ensartar en el acto a los dos humanos sin que pudieran percatarse de lo que había pasado.
La luz tenue que emitía sus lanzas era suficiente para poder contemplar los cadáveres que tenía ahora consigo, y a la aterrorizada niña que contemplaba al ser frente a ella. Por un momento pensó que se pondría a gritar y llorar ante tal imagen traumática, sin embargo, había corrido directamente hacia ella para abrazarla con gran fuerza. Desconcertada, la anfibia se agachó para verla mejor.
-Muchas gracias, me salvaste… -Simplemente dijo la conejita con un tono que reflejaba alivio.
Sin saber qué decir al respecto, Undyne se limitó a acariciarle la cabeza y a llevarla cargando fuera del lugar antes de que alguien se percatara de los cadáveres. No había querido pensar al respecto por lo rápido que había actuado sin cuestionamientos morales, sin embargo no dejaba de carcomerle en gran medida la fría realidad con la que cargaría de ahora en adelante.
Había matado. Se había convertido en una asesina ¿Cómo podía seguir en su postura idealista cuando ahora estaba en las mismas filas?
"Fue por defensa" se decía a sí misma en el camino rumbo a casa de los padres. "Está a salvo y tú también, fue lo correcto". Pero aun así le generaba gran malestar la situación ¿Acaso no habían sido las palabras de la vieja tortuga? ¿Sobre que los monstruos sólo eran delincuentes por defensa? ¿En verdad era cierto eso?
Llegando con la pareja, éstos la recibieron con excesivo entusiasmo y le agradecieron más veces de las que pudiera contar y necesitar. No estaba segura de requerir tales palabras de ellos y quería marcharse en cuanto antes sin importarle ya la ganancia monetaria, pero el padre conejo la detuvo con sutileza.
-Por favor, reciba esto –Le entregó la bolsa de tela con un peso considerable –Es lo menos que podemos hacer en gratitud por lo que hizo.
Gratitud por haber matado… aquello le daba un mal sabor de boca.
-Sólo cumplo con mi deber… deber…
Dijo lo último en casi un susurro tras tantas divagaciones en su cabeza. Esa adrenalina desatada, ese odio infinito… todo ello había sido suficiente para que no pensara ni por un momento en matar a aquellos humanos que la amenazaban a ella y a la niña. Había sido más que defensa propia, había sido… justicia.
Justicia que ella había prometido lograr.
Los humanos estaban mal, habían merecido lo que les hizo…
Su verdadera recompensa, era ver que una familia de monstruos no había caído en una de las atrocidades de los humanos…
Nadie defendía a los monstruos, siempre eran los afectados…
Pero no más, estaba ella ahora. Le quedaba más que claro ahora quienes eran verdaderamente los enemigos a vencer. A quienes debía de sucumbirlos ante la justicia.
Justicia que sólo podía darse con un solo camino. Después de todo… era esa la regla principal de la ciudad ¿no? Matar o morir.
-¿Señorita?
Undyne no pudo evitar esbozar una gran sonrisa ante la epifanía con la que se estaba presentando. Esa sensación de encontrar el camino que debía tomar, la estaba invadiendo de una energía extrañamente agradable para su gusto.
-No se preocupe –Sin más, tomó la bolsa con el dinero aparentando una mirada más calmada –Entre monstruos siempre nos ayudaremos.
Se retiró caminando tras no querer estar más ahí. Poco a poco había comenzado a acelerar el paso ante una necesidad de liberar endorfinas con una gran carrera. Poco a poco notaba cómo el cielo comenzaba a aclararse, indicándole la mañana que se aproximaba en su nueva vida. Una en la que necesitaba algo más que un simple ideal. Necesitaba un lugar dónde hospedarse mientras pensaba como comenzar a formar su nueva yo.
Era algo irracional de su parte, pero tras no pensar en nadie más encontrándose sola en el mundo, esperaba que la vieja tortuga estuviera en lo cierto sobre que entre monstruos se ayudaban, porque realmente necesitaba de su hospedaje en ese día mientras veía cómo organizarse.
Y le había dado la impresión de que él estaba en disposición de hacerlo.
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El dulce canto de las golondrinas le indicaban a Frisk que había amanecido, pero por primera vez, realmente no quería levantarse de la cama tras el cansancio que tenía consigo. La desvelada aun yacía sobre ella y le imploraba estar de ese modo un par de horas más, pero en cuanto comenzó a estornudar varias veces tras haber dormido sin taparse, fue suficiente indicativo de que se levantara al menos para cubrirse con su bata.
Con un leve mareo, se dispuso a dirigirse hacia la cocina para prepararse un té antes de que sus estornudos fueran algo más que no pudiera lidiar pronto, pero tras ver al esqueleto dormido en su sofá, el sueño se le esfumó por completo. Había olvidado la gran causa de su desvelo.
Se acercó a él para ver su estado aunque no supiera qué hacer sobre su caso. Su asombro fue ver que tenía pintarrajeada gran parte de todo su cráneo con un marcador permanente sin darse cuenta. No tuvo ni qué preguntarse quién había sido, pero para su sorpresa, no encontraba al causante por ningún lado.
Había girado hacia varios lados en espera de encontrarse con la maceta de su amigo, pero por más que buscaba detenidamente con la mirada, éste no se encontraba por ninguna parte de la casa. No fue sino hasta ver que la puerta de acceso a su departamento estaba abierta, lo cual le indicaba que había bajado al local para su autocuidado. A ella le gustaba realmente atenderlo de todo lo que necesitara como buena florista, pero de vez en cuando, a Flowey le gustaba hacerlo por su cuenta.
Se dirigió a su cocina en busca de un trapo y lo enmudeció un poco para regresar con el esqueleto y ver la forma de quitarle aquellos garabatos antes de que se despertara. Tras estar cerca de colocar el trapo y comenzar con su meta, la mano del mafioso había sido más rápida y la había sujetado de la muñeca con fuerza. Ante la sorpresa y susto de lo repentino que había sido todo, Frisk perdió el equilibrio y había caído encima suyo siendo jaloneada por él.
Sans entreabrió sus cuencas un tanto soñoliento de notar que algo había activado sus reflejos, pero en cuanto notó el rostro de la humana completamente roja a bastante cercanía de la suya y portando pijama, terminó por abrir sus cuencas por completo ante lo que se presentaba.
-He… ¿Ahora tendré esta clase de sueños? –Se dijo a sí mismo con una sonrisa.
-¡S-Sans! -Comentó toda apenada la humana tras tanta cercanía con él. –Mi muñeca…
-Esos ojos son tintos… justo como el vino –Dijo con algo de gracia –Supongo que sólo en sueños podré hacer que mi imaginación me responda esa incógnita.
-¿Qué? –Frisk trataba de levantarse, pero su mala postura y la falta de su brazo para apoyarse se le hacía complicado hacerlo dado que la seguía sujetando. ¿Qué no se daba cuenta de lo que estaba pasando? –Sans, suéltame por favor.
-Pff ¿Hasta en sueños vas a portarte así conmigo? Esto sí que es cruel.
-¡No estás soñando!
La exclamación desesperada, así como su forcejeo con tal de librarse de su agarre, habían sido suficientes para que poco a poco Sans se percatara de lo raro que estaba siendo todo. Antes de que pudiera analizar con más detenimiento, el dolor repentino en su cabeza a causa de la cruda le indicaba en qué situación se encontraba.
No estaba en su casa ni mucho menos en su propia habitación. En cambio, tenía a la florista encima suyo y bastante cerca al grado de poder contemplar su sonrojo por la vergüenza, así como poder ver que realmente estaba contemplando aquellos ojos alargados que se ocultaban entre sus largas pestañas. Y como cereza del pastel, ella se encontraba en bata lo suficientemente ligera para poder dejar ver la pijama que tenía puesta.
No, no estaba soñando. Y eso lo hacía más cómico para él.
Al darse cuenta de que la estaba sujetando con cierta fuerza, la soltó por completo para que se levantara con total movilidad. Él intentó hacer lo mismo, pero el penetrante dolor de cabeza lo detuvo con suficiente impacto para permanecer sentado en su sitio. Viendo su entorno poco a poco, contempló dónde se encontraba realmente.
-¿Cómo… fue que terminé aquí? –Sujetó su cabeza con sus manos, apoyando sus codos en sus piernas. El dolor comenzaba a ser una verdadera molestia para él.
-Es lo que iba a preguntarte –Frisk se encontraba sobando un poco su muñeca mientras se mantenía a cierta distancia del esqueleto –Te apareciste aquí en la madrugada completamente borracho.
Sus palabras fueron suficiente para que Sans comprendiera lo que había pasado. Le extrañaba que hubiera caído tan pronto en ese estado si generalmente podía soportar varias botellas más, pero al recordar que nunca había cruzado bebidas, así como haber probado una nueva sin saber qué era, supuso que aquello había sido suficiente para que le pegara con mayor cantidad equivalente.
Anotándose mentalmente no volver a hacerlo, simplemente se rió de cómo habían terminado las cosas. Al menos había caído en la casa de la humana y no en otro lugar en el que le pusiera en algún aprieto nada agradable. Podía considerarse con suerte si hasta había podido estar en esa situación cómica con la florista que sin lugar a dudas guardaría en sus recuerdos.
-Supongo que debo disculparme por haber venido a tu casa así sin más –Aventuró un poco en lo que levantaba la mirada para contemplar a la humana, la cual aún se encontraba un tanto abochornada tapándose con su bata sin mucho éxito –Espera, no lo hicimos ¿o sí?
-¿Hacer qué? –Le extrañó su pregunta sin más datos.
-Nah… olvídalo, ya vi que no –Se acomodó en su asiento riéndose de su inocencia.
Frisk estuvo extrañada con eso, pero optó por no darle más importancia y se dirigió nuevamente a la cocina para calentar agua para su té. Tras dar varios estornudos más, se apuró en tener todo listo antes de que realmente estuviera enferma.
-Oye ¿estás bien? –Escuchó que le preguntaba desde su asiento –Suenas como perro con resfriado.
-Si, estoy bien –Se sirvió con cuidado el agua en su taza. Tras ver el humo brotando se dio cuenta de que estaba siendo descortés –Tú… ¿quieres té?
-Ya que insistes… aunque agradecería más bien solo agua.
Finalmente se levantó del sofá para acompañarla en su pequeña mesa, pero en cuanto lo hizo notó cómo se resbalaba la cobija que había tenido consigo sin que se hubiera dado cuenta. La tomó un tanto extrañado de notar que la humana había tenido la consideración de cobijarlo pese a ser imprudente de su parte haber llegado así con ella. Tardó en procesar en la posibilidad de que la razón de sus constantes estornudos, así como el verla tratando de conseguir calor por medio de su bata o un té, se debía a que ella le había tapado con lo único que tenía.
Snowdin era un lugar bastante frío sin importar la estación en la que estuvieran, por lo que sus habitantes estaban acostumbrados a ir lo suficientemente abrigados al salir. El departamento de Frisk era bastante pequeño y aun cuando ya estuviera residiendo en él por meses, las señales del abandono que tuvo por años el lugar eran realmente notorios. ¿Cuántas veces había pasado frío?
A Sans le seguía siendo complicado comprender la forma de pensar de la humana, y más cuando le había dejado en claro que simplemente "no le desagradaba". Y sin embargo, aun cuando se había aparecido en su casa en un estado de ebriedad alto y ser de cierto modo una molestia para ella, aun así se disponía en ser amable con él sabiendo lo que su identidad criminal implica. La cruda seguía siendo una molestia en su cabeza, pero el pensar en la amabilidad que había en aquella chica, de algún modo le ayudaba a apaciguar aquel dolor.
Ahora entendía por qué se esmeraba en agradarle realmente, y porqué le había causado tanto disgusto haberse apartado de ella por días. Por primera vez, realmente estaba preocupado por una vida que no fuera la de su familia. Y no sólo por un simple hecho de que siga respirando como indicativo de que seguía existiendo, sino por su bienestar en general. Le encantaba descubrir algo nuevo en aquella chica, escuchar sus firmes y crudas palabras, verla apasionarse con las flores, descubriendo cosas nuevas para ella… y ser testigo de las pocas veces que mostraba alguna emoción.
No, no sólo le "agradaba" como le decía a Papyrus y Grillby. Ahora comprendía en dónde estaba en realidad el peligro.
-Lo siento… -Simplemente susurró.
-¿Mmh? ¿Qué dijiste? –Frisk le puso un vaso de agua.
El esqueleto no le dijo nada, tan sólo tomó el vaso y se lo tomó con desesperación. Acto seguido le quitó la jarra que tenía y también se la tomó por completo.
-Ah… supongo que tenías mucha sed –La humana no sabía cómo reaccionar con eso, pero su sonrisa burlona le indicaba que le estaba pidiendo más agua –Por cierto, puedes bañarte si gustas. O más bien… te lo recomiendo. Apestas a alcohol.
-Pudiste ser menos creativa para decirme que me querías desnudo –Le guiñó la cuenca un tanto divertido por su ofrecimiento –Pero ya que insistes…
-Sólo te dije que podrías bañarte… -Susurró para sí misma un tanto disgustada.
-Ok, ok, no fue buena broma, entiendo –Se rio tras notar su inexpresiva cara y se levantó de su asiento –Aceptaré tu ofrecimiento de cualquier forma.
Se dirigió hacia el baño y se encerró en él. Pero en cuanto vio su reflejo comprendió que el ofrecimiento no era sólo por el aroma a alcohol que emitía, sino por aquellos rayones que tenía en su cara cuyo culpable era más que evidente tras las palabras "idiota" puesta en varios lados. Simplemente se rio con ese acto tan infantil por parte de la planta y se dispuso a bañarse.
Frisk tomó su taza y bajó hacia su local para ver en qué estaba tardando su amigo. Lo descubrió en el recibidor tratando de rociarse agua por su cuenta sin mucho éxito con sus lianas que no coordinaba para sujetar el rociador y oprimirlo al mismo tiempo, por lo que se acercó a él esbozando una sonrisa para quitarle el aparato y hacerlo ella misma.
-No necesito tu ayuda –Gruñó en cuanto notó su presencia.
-Ya, ya, no pasa nada Flowey.
Rio levemente mientras acariciaba sus pétalos y los enmudecía, a lo cual también aprovechó para cortarle algunas malas raíces y a cambiarle la tierra de su maceta por algo mejor. Se encontraban ambos tranquilos en aquel ritual que tenían hasta que el llamado en la puerta interrumpió los cuidados.
Frisk sabía que era muy temprano como para tener clientes si sabían su horario, pero por lo que veía a través de la vitrina, se trataba de un carro elegante estacionado frente a su local. Suponiendo que se trataba de algo importante que requería de horario anticipado, entreabrió la puerta siendo consciente de que aún se encontraba en un estado nada presentable.
Pero en cuanto notó la alta figura presente, presintió que no había sido oportuno hacerlo de cualquier forma.
-¡HUMANA! –El esqueleto alto se quitó el sombrero a modo de respeto – ¿ME PERMITE PASAR?
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Esta vez no me tarde tanto en actualizar! (creo) :V
Estoy cerca de acabar mi diplomado, por lo que pronto estaré más libre para escribir y no tardarme tanto… aunque con eso de que es época electoral y mi trabajo son noticias, puede que no deba celebrar tan pronto T_T
Espero que les haya gustado este capítulo, ya que a partir de aquí se sabrán más cosas de varios personajes.
Y sé que lo digo mucho, pero en verdad muchas gracias por seguir acompañándome en esta historia. Realmente es muy motivador ver que les gusta, y ver sus comentarios es de las mejores medicinas para acabar con un día lleno de estrés por el trabajo. Los quiero mucho :3
Michi fuera!
:)
