La mañana había iniciado de lo más pacífico para el líder de los esqueletos. Desde hacía dos días, Gaster había notado lo entusiastas que estaban los dos menores en cuanto a iniciar sus actividades diarias se refería, pero por más que trataba de dar con el motivo de sus comportamientos tan inusuales, no encontraba nada más allá de lo mero superficial que se presentaba ante su vista. Cumplían como siempre con sus partes, nada había cambiado en sus rutinas.

Sin querer darle importancia a eso, se había encerrado en su escritorio para revisar sus administraciones suspendidas por variadas actividades en cuanto ellos se habían retirado a lo suyo. Aunque nunca lo comentara abiertamente, se preocupaba de que toda gestión estuviera en orden para prevenir cualquier cosa que tratara de llegarles en la retaguardia. Su trabajo y talento consistían en saber mucho antes que el enemigo, tener siempre la ventaja antes de que pudiera descubrirse. Usar todo lo que tenía al alcance a su favor.

Era así como había levantado a su familia ante todo el caos. Era quien pensaba por los tres.

Antes de que comenzara a revisar su archivero de pendientes, el llamado de la puerta le hizo enfocarse mejor en su café para que nadie más viera sus documentos en el acto. Se aseguró de que nada quedara a simple vista antes de contestar con la poca paciencia que tenía. Detestaba que le irrumpieran en momentos de suma concentración y paz.

-Adelante. –Aun cuando había dormido lo suficiente, su voz había sonado ronca ante el cansancio acumulado.

-Don Gaster, lamento la interrupción. –Se disculpó un gato monocromático asomándose por la puerta –Sabemos que no le gustan las situaciones así, pero tiene una visita algo… insistente.

-Nadie puede venir sin aviso previo y sin cita. –Le recordó sin siquiera verlo directamente. Le irritaba en cierta medida que no le hicieran caso en algo tan sencillo.

-Oww ¿Ni siquiera yo, querido?

Aquella voz suave le hizo levantar la cabeza en el acto sin soltar su bebida caliente. De todo lo que pudiera pasarle en esa mañana, lo que menos esperaría era contemplar a aquella chica asomándose en la puerta, sonriéndole con toda la inocencia del mundo con esos labios portando una tonalidad distinta a la que había acostumbrado en ella.

Tras unos segundos, suspiró resignado sin cambiar su expresión seria y le dio un sorbo a su café antes de terminar aceptando la visita. Con un ademán de su mano indicó que pasara mientras el monstruo sin color se retiraba en el acto, dejándolos solos en la habitación. La joven entró con total confianza y se sentó animadamente frente a él, mientras se recargaba en el escritorio con cuatro de sus seis brazos. Gaster simplemente la observó en silencio levemente irritado con su presencia. Le acababa de arruinar su calmada y organizada mañana por un posible capricho por parte de ella.

-Extrañaba ese gesto serio tuyo, te hace ver encantador, huhuhu –Canturreó mientras le sonreía.

-¿Qué es lo que quieres, Muffet? –Atajó a lo directo al no querer más rodeos de su parte.

-¿Además de que querer verte?

Gruñó cada vez más hastiado con ese comportamiento suyo. Por más que la largara, por más que le dijera que no quería nada de su parte, la arácnida siempre volvía con el mismo tema. Aunque no le gustara emplear violencia con una dama y mucho menos con una tan joven, la opción cada vez más le era tentadora en cuanto a esa chica se refería. No parecía querer entender de ningún modo. Le parecía hasta vulgar ese comportamiento suyo.

-Creo que fui muy claro con eso. Me es molesto tener que repetirlo –Se quitó los lentes al empeñarse con el café y los puso en su escritorio –Si no he sido grosero contigo, es porque debo de ser un ejemplo para mis hijos en cuanto a caballerosidad se refiere, pero cada vez más me lo pones difícil.

-Tal vez sea porque en verdad quiero que seas rudo conmigo –Se acercó más al escritorio coquetamente.

-Tienes la edad de mis hijos, Muffet… -Comenzó a decir sin perder los estribos.

-¿Y? A mí no me importa que seas mayor.

Volvió a suspirar cada vez más molesto. Estaba por llamar nuevamente a uno de sus seguidores para que la llevara a la salida antes de que realmente fuera agresivo, pero la arácnida previó su intención con suficiente tiempo para retirarse del escritorio y recargarse adecuadamente en su propio asiento. Su sonrisa coqueta le indicaba que todo se lo estaba tomando como un juego casual, en donde consistía en mostrar lo maleducada que era a la vista del esqueleto.

-La verdad es que vine a reclamarte algo –Cruzó un par de sus brazos mientras que otro estaba buscando algo de su bolsa y uno acomodándose suavemente el cabello –Me habías dicho que no necesitarías nada más de mi desde que tú consigues tu propia mercancía y en estado fresco, pero ya me he topado en más de una ocasión a los tuyos en mi zona de saqueo ¿Acaso pretendes ocultarme algo, W.D.?

-Señor Gaster para ti –Le recordó con un tono amargado. Detestaba esa confianza que se tomaba con su persona –Y nuestro tiempo de saquear tumbas ya terminó, tal y como ya te había dicho. Inventarte una excusa como esa para venir demuestra tu inmadurez e imprudencia.

-No estoy mintiendo, querido. En verdad vi a los tuyos en el cementerio que frecuento. Es imposible engañar a tantos ojos. –Rio levemente pese a querer verse más seria –Al principio creí que era una simple casualidad ver al hombre llama de tu zona, pero una segunda vez y con uno de tus hijos… y la misma tumba, supuse que ya no lo estaba siendo, huhuhuhu.

Por primera vez en su visita, el mafioso comenzó a prestarle atención sin mostrarlo realmente. Le dio un gran sorbo a su café de nuevo para tratar de analizar aquella extraña información sin verse evidente ante la molestia frente a él. Desde hacía años que habían dejado de saquear tumbas al aprovechar de primera mano los cuerpos que quedaban en variados conflictos victoriosos, y sus hijos sabían de antemano que ya no podrían acercarse a los terrenos de New Home al ser zona exclusiva de otra familia. Por lo que atreverse a ir a la capital sin invitación previa, era más que un peligro, era un acto estúpido.

No le cabía duda de que quien se refería la arácnida era más ni menos que Sans. No sólo por el hecho de mencionar al bartender implicado, sino porque sabía que Papyrus no hacía nada que él no permitiera, y porque a su primogénito le encantaba provocarlo como acto de rebeldía en cualquier oportunidad. Por más que trataba de corregir ese comportamiento inadecuado, enseñándole la importancia del negocio… éste siempre se rehusaba a comprender las cosas con prudencia.

Pero lo más raro del asunto era que había estado en un cementerio nuevamente. Y si había mandado al falsificador antes… ¿era porque estaba en busca de un dato? No existían cementerios de monstruos ante el hecho de que sus cuerpos se desintegraban distinto, por lo que si estaba en busca de una tumba, sin lugar a dudas se trataba de algo humano. ¿Qué dato podría interesarle de eso?

-Ok, Muffet, no sé qué pretendas acusando a uno de mis hijos con algo tan absurdo –Comenzó a decir en cuanto dejó su taza casi terminada sobre la mesa. Mantenía su rostro serio sin permitirse ninguna emoción más, analizando con la mirada a la arácnida en busca de algo más en su información. –Pero si insistes en que fue así, ¿de qué cementerio hablas?

-Me encanta cuando me vez tan… así –Suspiró Muffet sonrojada, sin prestarle realmente atención a la pregunta. Incluso le pareció que la temperatura de la chica se había elevado absurdamente –Me hace…

-Si no piensas actuar adecuadamente, será mejor que te retires de una vez –Irrumpió de inmediato lo que fuera que estaba pasando por la mente de la chica.

-¡No, no! Yo… fue en el cementerio de los ricos, es el mejor lugar para saquear cosas –Trató de mantener la compostura de inmediato, pero la mirada del mafioso aun la hacía acalorarse. Mostró el brazalete de oro que tenía en una de sus muñecas –Ésta la obtuve en una de las tumbas. Esos humanos son los únicos que los entierran con cosas de tan buen valor. Son tan extraños…

-Y la tumba que mencionaste ¿también es de valor?

-¿Ese intento de lápidas? Huhuhuhuhuhu. Destacan entre todas del cementerio, pero por lo lamentables que son –Se burló sin reparar en lo grosero que era hablar así de unos cuerpos en descanso eterno –Tal parece que fueron pobres en vida y que apenas y pudieron darse ese lujo en muerte de estar en tal zona. De todas las veces que he ido a ese cementerio, esas son las más aburridas.

Aquella información no era de mucho valor para él, pero el deje de curiosidad en el tema fue un impulso más grande que el de hacer que la arácnida se fuera de una vez por todas. Un conjunto de lápidas implicaba una familia enterrada junta, y si no tenían valor… ¿Por qué tantos cuerpos enterrados en una zona de ricos? Pagar un sólo lugar de ahí implicaba una gran cantidad de dinero, y que fueran más de uno…

Suspiró resignado, después de todo tendría que darle la razón de algún modo a la araña ante lo extraño que estaba siendo eso. Confiaba en que no diría nada a nadie más si se lo pidiera amablemente, pero eso no era algo que le agradara del todo en realidad.

-¿Cuántas lápidas son las que mencionas?

-Cuatro, dos de adultos y dos de infantes –Volvió a recargarse en el escritorio al sentir confianza nuevamente. El esqueleto reparó en que la araña buscaba resaltar su escote con tal postura, pero él lo ignoró por completo –No recuerdo si leí los nombres una vez, ya que no se les puede saquear nada salvo unas flores que parece que les dejan de vez en cuando. Nunca fueron de mi interés.

-Entonces todo lo que me cuentas sigue siendo absurdo.

-Te digo que es verdad –Reprochó un tanto disgustada de que no le creyera –Sé que vengo sin evidencia alguna, pero aun así vine a reclamarte de porqué hurtas en mis dominios en vez de pedírmelo personalmente. Sabes que puedo hacer cualquier cosa por ti.

-Mi mercancía ya la obtengo de primera mano, además, ya te había comentado que en caso de volver a necesitarte, mandaría a uno de mis seguidores a contactarte. No hace falta que te presentes sin siquiera avisar.

-Oh, vamos W.D…

-Señor Gaster.

-Cuando digo que haría cualquier cosa por ti… -Provocativamente comenzó a bajar aún más su prenda para mostrar su escote –Es cualquier cosa.

-Te he pedido variadas veces que te comportes, y sigues sin hacer caso a eso. Así que ni cumples con tus palabras –Gruñó cada vez más molesto. Ese comportamiento le era de lo más vulgar y su desagrado aumentaba conforme la arácnida se estaba acercando a él. –Ahora te pediré que te retires de una buena vez antes de que…

-Disculpe, Don Gaster, le llaman de… –El mismo gato monocromático volvió a aparecer en la puerta, pero se quedó estático al ver que la araña casi estaba encima del esqueleto –Oh… ¡lo siento! Creo que vine en un terrible momento.

-La señorita Muffet ya se iba en realidad –Comentó calmado el mafioso, agradeciendo internamente la interrupción pese a que no le agradara que no tocaran antes –Y dile a la operadora que pase la llamada a mi línea.

Muffet volvió a acomodarse su prenda y se retiró sin decir más, un tanto malhumorada de que le hubieran interrumpido todo. En cuanto se desapareció de la puerta, el gato simplemente quedó contemplando al líder de familia acomodándose en su asiento como si nada hubiera pasado. Se retiró antes de que le llamara la atención por su imprudencia y fue a hacer de inmediato el mandato cerrándole la puerta.

Gaster suspiró de frustración en cuanto estuvo solo. Aunque tuviera en mente lo que Sans trataba de ocultarle, en el momento se lamentaba más el haber recurrido en un tiempo a la arácnida ahora que no lograba deshacerse de ella de modo sutil y no grosero. No solo por lo extremadamente joven que era la chica, sino porque en verdad no estaba interesado en nada más así.

Solo había una mujer en su vida. Solo había una mujer que tendría lugar en su familia.

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Las golondrinas nuevamente fueron un bello despertar para la joven florista. Tanto que en gran parte de la mañana la inició alegremente haciendo sus pendientes antes de abrir el local y ponerse a hacer arreglos florales ante el impulso creativo que estaba teniendo. Sabía que de algún modo su buen humor también se debía a que Flowey la había forzado a dormir demasiado ante una enfermedad que no era para nada grave en ella. Incluso se había sentido mucho mejor al cabo de un par de horas que la había mandado a acostarse, pero la flor no le hizo caso para nada.

Le era de lo más tierno que la sobreprotegiera de alguna manera, pero le preocupaba su clientela asustada en presencia de la flor, dándole a entender que su trabajo atendiendo el lugar no fue nada grato para ambos lados.

-Los idiotas no sabían pedir –Se excusó en cuanto le pidió una explicación de que algunos estuvieran tras la vitrina, observando cada uno de sus movimientos para calcular sí podrían entrar –No tengo la culpa.

Frisk suspiró resignada, con lo que tuvo que regresarlo a su departamento para darles un respiro a sus clientes hasta que tomaran confianza de nuevo. La mañana estuvo de lo más tranquilo y las compras fluían de maravilla tras motivarse algunos a llevarse sus arreglos florales en cuanto recién los terminaba, por lo que el tiempo transcurrió más rápido de lo que había sentido.

-Lo sigo diciendo, pareciera que sólo sonríes a las flores.

Dejando de acomodar unas margaritas que recién había cortado para su uso, prestó atención al esqueleto que estaba recargado al otro lado de su recibidor, sonriéndole como siempre salvo por una bolsa de papel grande que traía consigo. No queriendo darle importancia, simplemente guardó las tijeras con las que había estado trabajando antes y puso a un lado el arreglo sin terminar. Sabía que era caso perdido en cuanto a ver variadas formas de que insistiera en visitarla, lo menos que podía ser al menos para ella era no ser descortés.

-Son las únicas que me entienden –Respondió finalmente, dejando de sonreír sin darse cuenta.

-En el mundo existen más cosas que flores ¿sabes? –Rió Sans mientras ponía la bolsa sobre el recibidor –Y con mejor tema de conversación.

-¿Qué es esto? –Por lo que notaba a simple vista, se trataba de algo proveniente de una tienda fina pese a no reconocer el logo.

-Un regalo para ti.

-¿Porqué? –Arqueó la ceja extrañada.

-Sólo quise darte algo –Se encogió de hombros con simpleza. La chica sí que era extraña hasta para recibir regalos. –Pero si quieres darle un motivo, puedes considerarlo como mi forma de agradecerte por haberme tenido en tu casa la otra noche.

-Yo solo estaba haciendo lo que cualquier persona haría –Se excusó sintiéndose incómoda con el asunto. Recordar el cómo se habían presentado todas las cosas le era un tanto embarazoso. –No tienes por qué darme algo por eso.

-Cualquier sujeto me habría echado a la calle o hasta matado –Comentó riéndose, como si fuera de lo más natural eso –Sólo acepta el regalo, Frisk, adelante. ¿O acaso es malo recibir cosas así de sólo conocidos?

La mencionada se extrañó con su comentario. Por más natural que se observase el mafioso, le parecía detectar que había algo distinto en él. ¿Por qué le daba la leve impresión de que no le gustaba la denominación que le tenía?

No queriendo volver más extraño el asunto, finalmente tomó el regalo y sacó lo que tenía dentro. Para su desconcierto, se trataba de una gabardina negra elegante cuya textura indicaba ser de lo más acogedora y caliente. Nunca había usado ese tipo de prendas, pero le parecía que era bastante bonito… y costoso. Desconocía por completo el tema de precios en cuanto a etiquetas de vestimentas, pero se le figuraba que era una prenda digna para eventos importantes o para lugares finos.

-Me dio la impresión de que pasas mucho frío en tu casa –Comentó Sans tras varios minutos en silencio –Snowdin tiene como lema que aquí es una tierra donde el sol no sale para nadie, por lo que el invierno se pondrá peor estando por entrar a otoño.

-Oh… Gracias –Seguía viendo la prenda un tanto perpleja. ¿Acaso se había visto tan deplorable de no tener muchas cosas en su casa? Lo cierto era que se trataba de un despiste de su parte y no por bajos recursos, aunque seguía empeñada en no tocar para nada el dinero de su herencia. –Aprecio el gesto, pero…

No pudo completar su oración al terminarse ahogando casi del susto con el movimiento repentino del esqueleto, el cual en forma veloz le había tomado de la barbilla para acercarla a su rostro.

Frisk se había paralizado del susto con lo que estaba pasando ¡¿Acaso iba…?! Sabía que tenía que hacer cualquier cosa para impedir su atrevimiento, pero realmente no sabía cómo actuar apropiadamente para situaciones como esa. Si lo golpeaba o empujaba… ¿Tendría repercusiones graves con su persona? ¿Y si se trataba de un malentendido y ella empeoraba todo por hacer algo? Se hacía muchas preguntas fugaces en el momento, pero tampoco le iba a permitir que fuera así de atrevido con ella cuando le había dejado muy en claro en qué término lo tenía.

Pero antes de que pudiera reaccionar con lo que fuera, el esqueleto sólo la había acercado lo suficiente deteniéndola a sólo milímetros de su cara. Verlo tan de cerca le ponía extremadamente incómoda y el que aún no le soltara de la barbilla la hacía estar en modo alerta.

-No, no me lo había imaginado –Comentó Sans con una gran sonrisa en lo que la miraba fijamente a los ojos. No pasó por alto la cara roja que tenía la humana por la cercanía, cosa que le causó bastante gracia. –Realmente tus ojos son como el vino.

Sintiéndose un tanto alivianada de ver que sus intenciones no eran lo que había pensado, se apartó de golpe tras no poder soportar más el estar en tal postura vergonzosa. El esqueleto sólo se reía de su reacción, pero para ella no tenía nada de gracia eso, era un abuso total de su espacio personal y confianza. Si se permitía cosas así con ella sólo por regalarle algo… lo mejor era no volver a aceptar nada proveniente de él.

Agradecía el hecho de que estuvieran divididos por el recibidor, que de lo contrario la cercanía habría sido mucho más incómoda.

-Te pediré que no vuelvas a hacer eso –Se atrevió a decir tras reponerse, aunque aún sentía arder su cara pese a querer controlarlo lo más posible.

-Lo siento, lo siento, pero ya no podía con mi curiosidad –Comentó de inmediato sin borrar su sonrisa. –Estuve pensando en estos días en si me lo había imaginado o no, pero realmente tienes unos ojos embriagantes, jeje.

Por su bochorno había captado tarde el juego de palabras que había en su oración, pero optó por no darle importancia y en mejor retomar su trabajo. Quería aprovechar el flujo de venta que estaba teniendo en tan pocas horas, pero tras regresar con sus margaritas, su mente dispersa en otras cosas no le ayudó para nada en diseñar mentalmente un acomodo distinto para su presentación.

-Sans ¿Eres un alcohólico? –Liberó la pregunta que tenía en su mente con tal de no mantener un silencio incómodo tras lo sucedido, pero tras unos segundos de parálisis se percató tarde de que había sido una terrible pregunta si lo que quería era desviar el tema. –Oh, realmente no tienes por qué responderme eso. Yo…

Pese a querer reparar su metida de pie, el esqueleto simplemente se carcajeó desde su sitio, cosa que desconcertó aún más a la humana que ya no podía concentrarse en su trabajo. ¿Por qué cada vez que sentía que le había dicho algo mal, él terminaba por reírse de ella?

-Supongo que es mi culpa que me tengas en esa percepción por aparecerme así en tu casa –Comentó Sans entre risas –Vaya, cada vez me será más difícil agradarte.

-Al principio creí que estabas en ese estado por andar afligido, pero cuando tu hermano mencionó que no era la primera vez… supuse que si tenías un problema con la bebida.

-¿Mmh? ¿Por qué creías que estaba afligido? –Le extrañó un poco, al grado de dejar de estar riendo.

-Bueno… mencionaste que venías de un cementerio, y… -Nuevamente se ruborizó al sentir que se estaba entrometiendo demasiado en algo que parecía muy personal. –Lo siento, no debí hacer conclusiones por mi cuenta.

Para su sorpresa, las cuencas del esqueleto quedaron en completa oscuridad por un breve tiempo. El que estuviera con tal expresión sin borrar su característica sonrisa le era un tanto escalofriante.

-¿Dije algo más?

-Sólo eso y… que te gusta como huelo.

Era oficial que ya no podía concentrarse en sus margaritas, por lo que terminó retirándose para ponerlas en agua antes de que comenzaran a marchitarse. Aunque en el fondo también había querido apartarse de su sitio tras sentirse cada vez más incómoda con recordar lo sucedido. Aunque le diera la espalda, sentía cómo el esqueleto le seguía observando con sus cuencas vacías.

-Una flor invernal ¿eh? –Susurró Sans en lo que se recargaba en el recibidor, recordando las palabras nada gratas que le había dicho el robot magnate.

-¿Mmh?

-Nada, nada –Suspiró un tanto resignado. –No estaba afligido ni nada por el estilo.

-¿Entonces por qué terminaste borracho? –Preguntó sin mirarlo directamente, concentrándose más en acomodar de la mejor forma posible sus margaritas.

Sans agradeció que no le estuviera mirando tras nuevamente tomarlo por sorpresa las preguntas de la humana. Admitía a sí mismo el gusto que tenía con la bebida (más de una vez se lo exageraba su hermano), pero mientras lo hacía para relajarse de todos sus conflictos personales como la vía más rápida, era la primera vez que había tomado porque se encontraba frustrado ante un enojo inexplicable. ¿Cómo explicarle que había terminado tomando en exceso… por ella?

Le había sido satisfactorio saber que la humana ya no corría peligro por su hermano, cosa que le había generado la frustración de no poder hacer nada más para mantenerla con cautela sin forzarla. Pero el que estuviera tan sola mientras se encontraba buscando a un sujeto… corriendo tanto peligro en una ciudad discriminatoria, siendo ella una joven tan inocente…

No tenía ni idea de quién se trataba el tipo, y estaba más que seguro de que la florista jamás se lo diría si se lo preguntara, pero el que se fuera a la ciudad para hacer su vida con la esperanza de poder topárselo como si de abejas a la miel se tratase, manteniéndose firme en un negocio manejado con su tutela… sin lugar a dudas, parecía ser alguien importante para ella. ¿Se trataría del tal Sageor Murderer? ¿Sería alguien más? ¿Humano o monstruo? ¿Amigo o…? No importaba cuántas preguntas se hiciera, fuera quien fuera, quería golpearlo.

Sin darse cuenta, terminó gruñendo para sí mismo ante el conflicto mental que enfrentaba desde su sitio. ¿Estaba enojado porque el sujeto estaba descuidando así a la chica? ¿O por saber que había alguien más en su casi inexistente círculo social? Aunque fuera inmaduro de su parte, deseó para sus adentros que nunca encontrara al sujeto que estaba buscando. Para que hiciera que se moviera de tal forma, sin importar los peligros, se trataba de un hombre que no la merecía.

-¿Sans? –La voz de la humana lo sacó de su trance.

-Si quieres que te responda eso, tú debes responderme una pregunta también –Actuó con naturalidad para no desconcertarla. –Últimamente sabes mucho más de mí que yo de ti. Eso es injusto ¿sabes?

-Ok… ¿qué quieres que te responda?

-¿Por qué te gustan tanto las flores?

Frisk, quien estaba terminando de posicionar adecuadamente las margaritas, se levantó un tanto gustosa de una pregunta así. Se volvió a acercar a su recibidor para guardar debajo de él la bolsa con el regalo recién dado, y se recargó en la barra pensando las palabras adecuadas para responder eso ante tanta inspiración a su alrededor.

-Las flores pueden ser delicadas y fuertes al mismo tiempo, hermosas y sutiles a la vez, pero más importante, son la manera en la que el planeta se comunica con el resto de los seres –Sonrió en lo que observaba las orquídeas que situó en una esquina –Indican dónde se puede descansar, dónde comer, dónde no acercarse… tantas señas tan sutiles que hay en el mundo y que sólo se requiere apreciar para comprender esos mensajes. Y cada una con su belleza tiene un mensaje para alguien más.

-Un tanto irónico que te guste eso de las flores, cuando tú no eres precisamente comunicativa, y cuando tienes una flor que literalmente habla –Soltó sin pensar el esqueleto.

Por primera vez, la florista rió con su comentario, lo cual sin lugar a dudas no esperaba el mafioso que se voltearan así las cosas. Le parecía que la pregunta realmente la había puesto de buen humor, cosa que le aclaraba aún más que lo que la hacía feliz era todo lo relacionado a esas plantas coloridas.

-Bueno… eso es parte de lo que me apasiona de las flores, pero supongo que también es porque gracias a ellas nunca me sentí en completa soledad. –Continuó hablando con la inspiración que mantenía sobre el tema –Flowey es el claro ejemplo de eso, ya que como tú dices, es quien me devuelve las palabras de forma directa, pero principalmente es quien me ha cuidado desde que nos conocemos. El resto de las flores me brindan alimento, paz, y son el vínculo más grande que he tenido con… bueno, no importa.

Se detuvo en su inspiración en cuanto notó que estaba hablando demás y no quería agobiarlo con sus ensoñaciones. Dialogar sobre flores le había agradado al igual que lo hacía al hablar con sus clientes, pero era la primera vez que mencionaba algo sobre ella que no fuera algo técnico como labor de venta. Supuso que eso sería algo que Flowey no aprobaría, pero consideró que no había dicho nada malo mientras no mencionara sus datos generales como le había advertido. Tanto cuidado le era de lo más extraño, pero al no saber cómo manejarse en la ciudad ante su dada inexperiencia, optaba siempre por hacerle caso tras mostrar ser más conocedor que ella.

Al notar que el esqueleto tenía permanentemente sus cuencas oscuras, supuso que realmente lo había estado agobiando con su respuesta.

-Supongo que te abrumé con tanto palabrerío –Arqueó una ceja. –Las flores no son para nada de tu interés, puedo comprender eso.

-No, no... –Regresó el esqueleto a su estado natural tras percatarse de su propia expresión –Puedes seguir hablándome de eso. Es interesante… tu gusto por las plantas.

Aunque sus palabras y sonrisa dijeran una cosa, Frisk sentía que no estaba siendo sincero.

-Yo ya te contesté suficiente tu pregunta, ahora mejor responde la mía –Comentó con seriedad. Le era complicado poder explicarlo, pero comenzaba a pensar que podía diferenciar sus sonrisas como si de sombreros por la mañana se tratasen – ¿Por qué terminaste ebrio la otra noche?

-Crucé bebidas esa noche, cosa que no suelo hacer –Respondió casi en el acto, como si hubiera pensado en su respuesta con anticipación –Y sin alimento antes, es muy fácil que se te suba el alcohol.

-Ya veo… –No pasaba por alto que estaba desviando el tema sobre el porqué había acudido a tomar, pero no quiso insistirle al considerar que se trataba de algo personal y respetó eso –Cuando fui con Mettaton a su fiesta, probé algo que nombraron margarita. Sabía horrible.

-El tequila no es para cualquiera –Rió un poco el esqueleto por inercia. –Y me sorprende que hayas tomado algo. Creí que eras de las que no tomaban.

-Y no lo hago. El eligió por mí al no querer que tomara agua. –Recordó con desagrado. Realmente no le había gustado como se había comportado con ella. –Lo mismo fue con la ropa.

El esqueleto había asentido con la cabeza sin prestarle atención a lo que había dicho, cosa que le molestó un poco a la humana de hacerle hablar cuando no le estaba escuchando en realidad. Se encontraba ahí parado buscando algo en sus bolsillos del saco, y tras un buen rato de silencio incómodo, por fin sacó el contenedor de sus puros y se puso uno en sus dientes.

-Ya sé que no puedo fumar aquí, tranquila. –Se adelantó Sans hablando entre dientes, en cuanto vio la expresión de la florista. –Tengo todavía varias cosas qué hacer, por lo que ya me retiraré. Espero que haya sido de tu agrado el regalo.

-Ahh… lo fue –Arqueó la ceja cada vez más extrañada con el comportamiento del mafioso. Había algo que no cuadraba para nada con lo que habitualmente era con ella, pero por más que lo analizaba con la mirada, no podía captar más allá que una sonrisa aparentemente falsa –Gracias.

Sans hizo un ademán con su sombrero y desapareció en el acto sin decir nada más, dejando a una desconcertada humana ante lo extraño que había sido todo. No queriendo darle importancia a eso, se dispuso a continuar con sus labores antes de que diera la tarde, pero por más que trataba de concentrarse no dejaba de cuestionarse sobre qué había pasado.

¿Había sido algo que había comentado? ¿Su explicación sobre las flores le había aburrido? Pero si él lo había preguntado… ¿O acaso había sido el preguntarle sobre el problema con la bebida? Fuera lo que fuera, estaba casi segura que había sido por algo que había comentado, por muy paranoico que sonase en su mente tal cuestionamiento.

En lo que barría con sumo cuidado algunos pétalos caídos, se recordó mentalmente que no debía de meterse en asuntos que no le pertenecían, sobre todo de seres con un historial tan delictivo que rayaba a lo escabroso.

Pero no podía evitarlo. Aunque supiera que era un criminal, aunque de antemano conociera su capacidad para matar seres y de extorsión locataria… Le hacía querer saber por qué le seguía buscando pese a todo. El que él se preocupara por ella al grado de rescatarla o alimentarla, e incluso que quisiera entablar conversación con ella en cualquier oportunidad con tal de conocerla, le daba a entender que de algún modo ella realmente le agradaba, por muy extraño que le sonase. Ella no era para nada social, pero le era un tanto reconfortante saber que a él eso no parecía importarle.

Sonrió levemente ante tal pensamiento mientras seguía barriendo. Tal vez después de todo, ya se estaba acostumbrando a su presencia en su vida.

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El bar se encontraba completamente vacío en cuanto apareció el esqueleto de la nada, sentándose en su lugar de siempre en espera de que su amigo en llamas apareciese a comenzar con sus actividades rutinarias. Prendió el puro que yacía en sus dientes y se recargó en la barra con tal de calmar la ansiedad que le estaba generando los miles de pensamientos que circulaban su mente.

Como si el humo fuera el mensaje suficiente de su llegada, el bartender había aparecido poco después mientras le tendía comida sin necesidad de preguntar siquiera. El esqueleto simplemente le sonrió mientras tomaba la comida en silencio.

-¿Y ahora qué pasó? –Preguntó Grillby tras un rato observándolo comer.

-Necesito que hagas un trabajo para mí. –Contestó sin más tras acabarse su hamburguesa lo más prisa posible, dejando el puro consumirse en su cenicero sin retomarlo. –Debo saber cuántas florerías hay en todo Ebott y sus respectivos dueños.

-Qué petición de lo más extraña. –Cuestionó el dueño del bar – ¿Ahora andas en busca de regalarle todas las flores posibles a tu humana?

-Sería algo tonto regalarle flores a una florista –Rio levemente el esqueleto.

-Mmmm, trabajadora de una florería entonces… Eso si no me lo habías dicho antes. –Comentó a si mismo Grillby, mientras analizaba un poco la situación. –A menos que estés en busca de implementar su trabajo, no me imagino qué es lo que quieres con tal dato.

-¿Vas a cuestionarme cada cosa que te pido? –Gruñó Sans mientras ponía a un lado su plato.

-Mientras sigas sin pagarme, sí. Además del hecho de que ya no hay vuelta atrás desde que me has contado de ella. –Rio por lo bajo en lo que tomaba el plato y lo ponía debajo de la barra. –Una mujer humana, trabajadora en una ciudad y envuelta en misterios que incluyen su inexistencia en el mundo. Cada vez entiendo menos tu interés en ella, me suena a que es un peligro hasta para sí misma.

-Es más que un peligro, es valiente a su modo. No sé cómo explicarlo. –Volvió a tomar su puro y fumó un poco antes de seguir hablando. –Tengo una posible pista nueva ahora, y para aclararla requiere saber sobre cada florería de la ciudad.

En lo que seguía fumando, pensó en lo que le había intuido la información de la humana. No pasó por alto que había callado sobre que las flores le eran más que una pasión, sino un recuerdo. Uno que aparentemente daba a entender que se trataba del mismo sujeto que estaba buscando.

¿Acaso por eso había abierto una florería? Si fuera así, había acertado en su hipótesis sobre que no estaba buscando tras considerar por su cuenta de que daría con él tarde que temprano. Si a los dos les vinculaba el gusto por las flores, daba por hecho de que en algún momento daría con él. Una jugada muy inteligente, una que no requeriría de ningún esfuerzo por su parte. La humana sí que le sorprendía cada vez más.

Sin embargo, estaba ante ese hecho que le carcomía por dentro. En algún momento realmente daría con el sujeto y… ¿Qué pasaría después? ¿Se iría de la ciudad tras lograr su cometido?

¿Se… iría con él?

Exhaló todo el humo ante una frustración cada vez más notoria. Le irritaba el hecho de que Frisk estuviera haciendo un esfuerzo por encontrar a alguien que seguramente le había dejado sola tras parte de su explicación sobre las flores. Soledad, había dicho soledad… Eso explicaba de algún modo su falta de conocimiento sobre socializar, y el que se sintiera incómoda con cumplidos y regalos.

Por más que le pensaba, seguía firme con su percepción de que aquel sujeto no se merecía que una mujer tan única como Frisk se tomara la molestia de buscarlo. Y el que lo recordara por las mismas flores que eran su profesión, podrían ser una tortura para ella en caso de que nunca lo consiguiera.

Snowdin era un lugar chico y muy fácil de ubicarse entre todos con sólo proponérselo, por lo que si el objetivo a encontrar se encontrara realmente en el barrio, ya habría terminado llegando a la única florería situada en el lugar desde hace tiempo. Si se quería dar con él, tendría que analizar cada florería de la ciudad partiendo de los dueños.

Uno de ellos tendría la respuesta que buscaba.

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Safksdlfhasjkflhasjfhalfhas por fin pude actualizar!

Para quienes me siguen en mis redes sociales, sabrán que en estos días ando trabajando en un festival haciendo dibujos aparte de mi trabajo, por lo que apenas y tengo tiempo para dormir (necesito un café justo ahora) X_X

Gracias por la espera, los quiero muchooo! 3

Zzzzzzzzzzzzzzzzzz… Waaa, no puedo dormir, ando en la oficina.

Michi fuera!