Los rayos del sol que escapaban de la densa cortina le generaron a Mettaton la peor de las incomodidades tras una larga desvelada. Se rehusaba a despertar por completo queriendo ignorar lo molesto que era para su vista aquella luz fulminante, pero tras unos segundos fue más que imposible para él ser consciente de que la mañana amenazaba con no dejarlo dormir más. Malhumorado, terminó levantándose con algo de dificultad entre los varios cuerpos femeninos que albergaban en su inmensa cama, los cuales buscaban estar lo más pegadas a él pese a estar profundamente dormidas.
Se puso los pantalones que había arrojado al suelo, y apartando unas piernas sin preocupación alguna, pudo sentarse en el pequeño espacio para despabilarse poniendo sus manos en su rostro por un breve momento. La resaca comenzaba a ser una dificultad más para su lista de las peores cosas para iniciar un día, pero aun así trataba de despejar su mente y encontrarse en el mejor estado posible. Ignorando a las chicas tras de él que dormían plácidamente en su cama personal, se levantó hacia la mesa central de su inmensa habitación y se sirvió un trago pese a saber que no era el mejor aperitivo para una mañana. Le daba igual ello después de todo, su cuerpo no funcionaba igual que el de un humano o un monstruo.
Él era único en el mundo, se había asegurado personalmente de serlo.
Tras levantar el vaso con su bebida, con la poca luz que había en el lugar se percató que tenía en el mismo sitio una carpeta de investigaciones. No tenía ni qué pensarle para saber específicamente cuál era, ya que él mismo la había dejado en ese lugar tras no saber qué más hacer con ello. Si bien la curiosidad aun lo albergaba, sabía de antemano que sería estúpido de su parte tratar de indagar más en algo que le amenazaba de muerte.
Llevando la carpeta y bebida consigo hacia la habitación continua, rio para sus adentros con las sensaciones que le generaban tales recuerdos. No era la primera vez que corría peligro de muerte y ni tampoco sería la última, la vida era el negocio más redituable del mundo y quienes se dedicaban al bajo mundo lo sabían de antemano. Sin embargo a él no le gustaban esa clase de tratos tras ser de lo más insignificantes para él. No había un verdadero reto en ello para él en cosas así.
Mientras la mafia amenazaba con quitar vidas como parte de su labor de venta, él negociaba con darles una magnífica vida a sus clientes. El quitar contra dar… era claro que él sería siempre ganador con ello. Nadie comprendía el verdadero valor del dinero como él, era así como aun con la mafia teniendo sus negocios clandestinos y de mala muerte, él seguía siendo el más rico de todos. Él no tenía que amenazar a alguien con quitarles la vida para que le hicieran caso o le temieran, sus vidas ya le pertenecían desde mucho antes y sin que se dieran cuenta.
Monstruo o humano, empresario, político o ciudadano… todos le consumían más de una vez en sus cientos de empresas. Y en cuanto fuera dueño de todo monopolio, él siempre tendría el control de la vida de todos
Y aun con todo su conocimiento empresarial, con su carisma y gran aportación al mundo, decenas de seres osaban a llamarlo "traidor". Él no tenía la culpa de que no compartieran su visión, no tenía la culpa de que no fueran lo suficientemente valientes para arriesgarse a comparación de él. No iba a llevar de la mano a nadie que no fuese lo suficientemente capaz de comprender al mundo como él. Humanos o monstruos, todos necesitaban al dinero por igual, así que era claro hacia dónde tenía que apuntar sus metas ¿Por qué nadie entendía eso?
Sentándose cerca de la chimenea para mayor comodidad, se puso a revisar los documentos que había estado revisando hacía tiempo. Tras una nueva amenaza a su colección, le había quedado claro de que no podría investigar más pese a acabarse sus opciones de dónde escarbar. Había sido una pérdida de tiempo después de todo si al final no había podido obtener nada más que el odio de cierto esqueleto famoso por sus muertes en grandes cantidades, y que no hubiera creído posible sino hasta ver por cuenta propia como él solo había acabado con el grupo de asesinos pertenecientes al gran Don Dreemurr. Si él solo había acabado con todos sin permitirles salir del edificio y sin tener algo personal con ellos, era más que claro lo letal que podría ser con odio hacia alguien en particular. Aunque estuviera acostumbrado a las amenazas y desprecios de la gente, sabía perfectamente con qué no meterse. Después de todo, apreciaba su propia vida como para tener que ponerse ciertos límites necesarios como si de regla de negocio se tratase.
Arrojó con cuidado una de las hojas de la carpeta hacia la chimenea, después de todo ya no le servía tener aquello consigo. Por más que había pagado por tal información, realmente no había sido mucho lo que había podido obtener. ¿Acaso era la familia esqueleto quienes la mantenían oculta? Con eso de que le preguntara sobre lo que había investigado, seguramente había sido para saber de antemano que tanto había podido obtener fuera de su seguridad.
Mientras observaba cómo se consumía por el fuego con gran rapidez, se atrapó a sí mismo pensando una vez más en aquella noche. Algo que se supondría que sería un día más para él lleno de lujos y acaparando la atención como siempre, se había tornado uno... de los que por más que quisiera, no lograba sacar de su mente. Un día que tenía nombre y desconocía apellido.
Esa humana… ni siquiera era tan agraciada ni de buen porte ¿cómo era que le generaba tantas preguntas? La había elegido como compañía por sus rasgos orientales y por lo extremadamente joven que se veía, tanto que generaba dudas de si se trataba realmente de alguien mayor de edad ¿Cómo era entonces que tenía la atención del esqueleto? Y aún más importante ¿Qué no se suponía que la familia Gaster enemistaba con los humanos al igual que el resto de los grupos mafiosos? ¿O él había confundido la relación que tendrían esos dos? Por más que le pensaba, cada vez tenía menos sentido para él.
La debilidad de un hombre siempre era una mujer, y el encontrarle tal debilidad al esqueleto había sido una de las más grandes oportunidades que obtendría en su vida, si no fuera por el hecho de que las cosas habían dado un giro inesperado y nada provechoso para él. ¿Qué era lo que había fallado en sus cálculos? ¿Realmente la florista sólo era una cliente de su red protectora? ¿Se había equivocado en creer que había algo más?
Lanzó otro papel con leve enfado. Ni por el hecho de que le había dado el honor de ser su compañía para su propio evento, en todo momento la florista se había mostrado disgustada con el entorno. Le había llevado a comprar ropa, a arreglar como mujer decente y llevado a cenar en un lugar que jamás podría pagar ni vendiendo toda su florería de quinta ¿Cómo había osado en ser tan impertinente con él? Nunca había conocido a una mujer tan malagradecida como ella, era como si no supiera como ser una buena mujer para empezar. Y aun con todo lo que había tenido que soportar, la chica jamás le sonrió, cosa que había sido su indicativo a lo largo de aquella noche de que no podría acostarse con ella como habitualmente lo hacía con sus compañías seleccionadas al azar. Por su cuerpo y expresiones, sabía de antemano de que se trataba de alguien virgen sin necesidad de preguntarlo, y él le habría dado el honor de perder su virginidad con él si no fuera por su forma tan maleducada que había sido todo el tiempo.
Sin darse cuenta, había estado arrojando más papeles conforme se molestaba más con el recuerdo de esa noche. Detestaba sentir que no había tenido control de algo, y además, que había sido una mujer quien le había generado tantas complicaciones en cuestión de un lapso breve juntos. Y aun con todo ello, aun con su imprudencia y actitud tan grosera… ella había terminado salvándole… dos veces en la misma noche. Sin pensarlo, sin dudar, realmente esa humana le había salvado la vida de algo que no podría librar ni con los mejores doctores a la mano. Nadie podría curarle de algo así tras ser único en su forma.
Estando sus pensamientos tan confusos ahora, Mettaton se detuvo en arrojar las cosas al fuego sin darse cuenta de que únicamente le quedaba la foto que había prohibido exhibir en los medios. Observándola detenidamente, podía contemplar lo bien que él siempre salía en las fotos, pero también, lo tímida que se notaba la humana ante tantas miradas sobre ella. ¿Quién era esa florista? ¿Quién se creía para darse el lujo de la impertinencia?
¿Quién era ella para… tener su atención de esa forma tan fulminante?
Se decía de nuevo para sus adentros lo común e insignificante que se veía la chica, pero aun así algo le carcomía cada vez que pensaba en ella ¿Acaso era el hecho de tener que agradecerle el haberle mantenido con vida? ¿Estaría en deuda con ella ahora? Seguramente lo había hecho con tal de obtener algo de él al igual que todos, pero… si ella no sabía quién era él…
No queriendo pensar más en ella, arrojó la foto al fuego asegurándose de que terminase justo en el medio. Le dio un último trago a su bebida antes de querer retirarse del lugar, sin embargo se atrapó a sí mismo observando la fotografía siendo consumida por las llamas poco a poco. Viendo cómo su propio rostro había sido desvanecido ya junto con gran parte del papel. Queriendo ya deshacerse de aquella molestia de haberse topado con una humana tan grosera e inusual, cuya mirada impresa parecía observarle desde el fuego abrazador. Esa mirada llena de timidez por las cámaras y tanta atención… se le veía tan extraño estando a punto de desaparecer.
Una humana que le había salvado la vida sin importarle el hecho de que no le agradaba. Una humana que se había dado la tarea de hacer su propio negocio por muy pequeño e insignificante que fuera, una humana que no le importaba lo que la sociedad pensaría de ella… una emprendedora… justo como él.
Sorprendiéndose a sí mismo, terminó agachándose con prisa lanzando el vaso en algún lado haciéndose añicos, para tomar inmediatamente lo que quedaba de la foto ahora chamuscada. Estando arrodillado, sacudió como pudo el pedazo de la foto rescatada para extinguir por completo el fuego que amenazaba su completa extinción, y hasta que pudo notar que estaba a salvo fue que contempló lo que había quedado de imagen. Lo cual, sólo había conservado el rostro de la inusual chica.
-Señor Mettaton ¿Todo bien? –Uno de sus mayordomos había entrado con algo de prisa tras el sonido del vaso romperse. El magnate guardó con prisa el pedazo de foto en el bolsillo de su pantalón, como si lo hubieran atrapado en una mala movida. –No sabíamos que ya había despertado. Enseguida les traemos el desayuno.
-Lleva el mío a mi oficina. Me pondré a hacer unos pendientes. –Se levantó con naturalidad pese a lo raro que había sido para él sus acciones. –A las chicas dales lo que quieran desayunar y luego pídeles que ya se vayan. Ya se quedaron más tiempo de lo que permito, no quiero que piensen otra cosa.
-Si señor. –Se inclinó el mayordomo y se hizo a un lado mientras Mettaton salía del lugar.
En lo que el magnate recorría uno de sus grandes pasillos de su mansión para dirigirse a su oficina personal, volvió a sacar la foto para observarla en el camino con más calma. Pese a que la humana no se le podía apreciar sus ojos directamente, le daba la impresión de que podía ver más allá de lo que los seres comunes podían contemplar.
Frisk… había dicho que ese era su nombre, más nunca quiso compartirle su apellido. La florista le había querido regalar un ramo de orquídeas tras su explicación caprichosa, ¿eso significaba que era una chica que creía en el romance?
Mettaton terminó sonriendo mientras guardaba la foto nuevamente. En definitiva aun no despertaba por completo si se estaba haciendo mentalmente las preguntas más tontas.
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Si bien se había despertado tarde tras una noche de insomnio, Frisk había llevado a cabo la mañana laboral con total perfección. Le había llegado un pedido imprevisto de una gran cantidad de flores para un funeral, que tuvo que pedirle ayuda a Flowey para terminar todos los arreglos con tiempo. Y cuando por fin se habían llevado todo, se dispuso a barrer los pétalos que se habían expandido por todo el local. Faltaba poco para la hora de la comida y no quería dejar pendientes. No cuando tenía un margen muy corto para ir al parque y continuar con el arreglo que cada día más se notaban buenos resultados.
Aun cuando todavía se presentaban los robos de botes y el tiradero de deshechos de los paseantes, Frisk se mantenía en su postura firme de rescatar a toda costa el lugar por mucho que le fuera complicado. Le daba alegría ver que comenzaba a ver el producto de su esfuerzo con la tierra curada y los primeros brotes surgiendo. Sin embargo, aún tenía presente algunas complicaciones de las que no hallaba solución inmediata.
Uno de esos días labrando la tierra, le había tocado ver con horror varios anticonceptivos tirados sobre la tierra, los cuales a simple vista se podía contemplar que tenían poco tiempo de haber sido usados. Flowey se había burlado de ella en todo ese día por la expresión que había hecho con ello, pero por más que trataba de ignorar ese hecho, le seguía pareciendo desagradable que hicieran algo así en plena vía pública… y sin la decencia de al menos ponerlos en la basura.
Mientras seguía barriendo, sacudió su cabeza con tal de apartar ese recuerdo. Tenía que acabar pronto si quería seguir trabajando en el parque.
-Agghh… odio el otoño. –Exclamó Flowey desde el recibidor en donde uno de sus pétalos había caído sin más.
-Tranquilo Flowey, sólo es una vez al año que se te caen. –Frisk dejó de barrer para acercarse a su amigo y tomó el pétalo caído con suavidad. –Ve el lado bueno, esto hace que tus pétalos salgan más hermosos.
-Como tú no te quedas pelona cada año…
-Ya te dije que puedo hacerte una bufanda para la temporada.
-Que no.
Frisk simplemente rio con su comentario y fue por su bolsa con cosas para labrar la tierra, junto con su almuerzo listo para comer allá durante su labor. Flowey se había terminado enredando en el brazo de la chica al no querer que tuviera que cargar con su maceta. Sin más, ambos recorrieron el camino de siempre para dirigirse al parque que cada vez se veía menos abandonado. En lo que la flor se bajaba por cuenta propia para insertar sus raíces en la tierra, Frisk comenzó su habitual rutina de recoger la basura que siempre dejaban en el lugar. Ya había sido una costumbre portar consigo una bolsa de basura para recaudar todo.
En cuanto se acercó a los brotes que recientemente había plantado, para su sorpresa había un niño monstruo sujetando una lata con sus dientes y echando agua de esa forma a las plantas. Frisk estaba por preguntarse cómo era que se complicaba tanto regando las plantas así, hasta que se dio cuenta de que no tenía brazos. Conmovida por el gesto se acercó poco a poco, sin embargo en cuanto la notó, el niño horrorizado soltó la lata y se echó a correr como pudo.
-¡Espera! Yo no… -Frisk no sabía si alcanzarlo, pero no fue necesario tras ver cómo el niño se caía de cara sobre la tierra, por lo que se acercó y le ayudó a levantarse. – ¿Estás bien?
-¡P-por favor n-no me lastime! –Frisk notó su temblor mientras se encogía como podía.
-¿Por qué haría algo como eso?
-E-eres humana…
-Sí, pero ¿eso que tiene que ver?
Antes de seguir hablando, Flowey se había acercado atento a cualquier cosa que se presentara, pero el niño se sintió acorralado con ello y terminó haciéndose bola en el suelo completamente tembloroso. A Frisk se le hacía muy extraño tal comportamiento ¿por qué le tenía tanto miedo? No fue sino hasta que se acordó de los letreros en varios locales de que relacionó que podría tratarse del conflicto de especies.
Teniendo cautela de no asustarlo más, se quitó su guante para acariciar con cuidado la cabeza escamosa del niño, el cual se alarmó en cuanto notó su tacto, mas no se apartó tras notar que no estaba pasando nada más. Poco a poco comenzó a calmarse en cuanto sintió que le estaba acariciando con leve torpeza.
-Gracias por cuidar de las plantas en mi ausencia. –Le dijo Frisk tras esbozar una tenue sonrisa. –El parque está mejorando gracias a que has estado haciendo algo por cuenta propia ¿cierto?
El niño no contestó y siguió permaneciendo enroscado consigo mismo, pero el temblor que antes tenía había estado cesando conforme pasaban los minutos con su suave tacto. Le daba la impresión a la florista de que era la primera vez que alguien le acariciaba, y por las ropas que portaba, seguramente se trataba de alguien de calle.
Flowey le cuestionó con la mirada de si seguiría trabajando con la tierra, pero tras entender el silencio de la humana que aún permanecía con el niño, se dispuso a continuar el solo con el proceso para agilizar las cosas antes de que les agarrara la tarde. Sabía que Frisk no se apartaría de él hasta saber que estuviera del todo tranquilo, mas no estaba del todo seguro de que eso fuera bueno de su parte.
Para ser alguien nada sociable, la humana era de lo más moralista en cuanto a sus principios, cosa que Flowey ya sabía de qué le metería en problemas si estuviera sola en la ciudad tan pecadora que venía siendo Ebott. Le desesperaba tener que lidiar con ello y por lo mismo no podía apartarse de ella en ningún momento… pero tampoco quería que se perdiera esa forma de ser suya. Tal ingenuidad e ignorancia era producto de la sobreprotección, lo sabía de antemano, pero estaba dispuesto a afrontar cualquier cosa con intención de lastimarla con tal de seguir conservando su esencia personal.
Frisk era una luz cálida para su madre cabra desamparada… y lo era para él también, por mucho que no lo aceptara abiertamente. Toriel podría haberla dejado marchar por razones personales, pero él no permitiría que nada ni nadie la lastimaran aunque le costase la vida. Después de todo, su vida no tenía ningún valor a comparación de lo que era la de la humana. Y la decisión de ella de buscar a su padre la ponía en charola de plata para muchas situaciones caóticas fáciles de presentarse. Ya lo había experimentado por cuenta propia y la había librado por mera suerte, no podía permitir que eso ocurriese de nuevo.
Ya había fallado antes, no se perdonaría otra.
-Muchas gracias, Flowey –Le desconcertó la voz de la florista estando a lado suyo. –Continuaremos otro día, ya es momento de reabrir la florería.
-¿Y el niño? –Comenzó a enredarse en su brazo con cuidado.
-Le invité a comer el almuerzo juntos, pero en cuanto se lo mostré se lo robó y lo perdí de vista. –Se encogió de hombros tranquila mientras recogía sus cosas lista para marcharse.
-En verdad no puedo apartar la vista de ti ni por unos segundos. –Gruñó reprochándole con la mirada. –Hasta un niño discapacitado te roba.
-No hay problema, de igual forma quería dárselo. –Le sonrió con tal de calmarlo mientras caminaba de regreso.
-No aligeres la situación, te robó y punto.
Permanecieron en silencio mientras se dirigían hacia su casa para continuar con el trabajo. Tras varias cuadras recorridas, Frisk se detuvo de golpe tras ver que un vehículo rojo llamativo estaba estacionado frente a su local, el cual reconoció de inmediato sin tener que ver al esqueleto alto recargado en él. Se cuestionó por un momento de si debía acercarse o no, después de todo, aun le daba cierta incomodidad tras haberlo considerado una amenaza que atentaba contra su vida por varios días.
Sabiendo que no podía postergar más su llegada a su propio hogar, terminó acercándose tras suspirar fuertemente. El aprieto de Flowey sobre su brazo le advertía de que tuviera cuidado por cualquier cosa. Y justamente esa era una razón más para sentirse incómoda con el esqueleto alto. Si con Sans se ponía en modo defensivo, con el otro se ponía… hasta temeroso según percibía. ¿Acaso hacía algo mucho peor que Sans de matar gente a diestra y siniestra? ¿O se trataba de algo más? Fuera lo que fuera, sabía que su amigo jamás se lo diría, ya había notado que tenía sus secretos y que desviaba de tema cada vez que le preguntaba lo que fuera sobre la ciudad. Pero aun así era inevitable que dejara de cuestionarse sobre cómo era que su amigo flor supiera tanto de un lugar que era imposible que brotara.
-¡HUMANA! –Papyrus le saludó con un gesto de su sombrero en cuanto la vio. –YA ERA HORA DE QUE VINIERA.
-¿A qué… se debe su visita? –Le cuestionó un tanto perpleja, olvidándose de que no le había devuelto el saludo sintiéndose maleducada con eso, mas no reparó ello.
-¿ACASO LO OLVIDA? QUEDÉ DE VENIR MÁS A MENUDO PARA SER SU CONOCIDO.
-Sí, pero…
-Y DESPUÉS DE PENSAR EN CÓMO LOGRARLO EN POCO TIEMPO, POR FIN TENGO LA IDEA PERFECTA PARA ESO. –Le interrumpió sin darle importancia. Se quitó el sombrero y lo arrojó al asiento trasero. – ¿TENDRÍA UNA CITA CONMIGO?
La pregunta había sido tan repentina que Frisk terminó soltando sus cosas sin darse cuenta, pero el esqueleto con su magia lo había detenido con tiempo y guardado también en su vehículo junto con su sombrero lanzado. Era imposible saber quién tenía el peor gesto, si Frisk por lo anonadada que estaba, o Flowey por lo estupefacto de la situación. El agarre de sus lianas fue más doloroso para la humana, como si tratara de fusionarse de esa forma para apartarla de la situación tan incómoda.
Recordando con disgusto la cita con el robot magnate, Frisk se apresuró en darle una respuesta antes de meterse en un problema del mismo calibre. Había sido tan mal de boca aquel día como para querer repetirlo.
-N-no.
-LO TOMARÉ COMO UN SI.
-Pero si dije que n…
Sin avisarle siquiera, la había empujado al asiento de copiloto y le cerró la puerta como si de un caballero se tratase. Frisk iba a comentarle algo al respecto, pero el mafioso ya había ingresado a su lujoso vehículo y empezado a conducir con naturalidad sin importarle nada más. Flowey, quien parecía casi arrancarle su brazo ante su apriete excesivo, se encontraba vigilando a Papyrus de cualquier movimiento en falso mientras todos permanecían en un incómodo silencio.
Todo le era tan extraño a la joven que no sabía que pensar al respecto. Tras haber sido él tan crítico con ella por el simple hecho de ser humana ¿ahora le pedía una cita? Y peor aún ¿La forzaba a tener una con él? Recordaba claramente que la había juzgado de una forma racista tanto por humana como por sus rasgos orientales, sin contar el hecho de que le había atacado por supuestamente "tener una aventura" con su hermano y verlo como algo muy malo. No importaba por dónde le viera, no tenía ningún sentido tal espontaneidad de su parte.
Pero al no saber qué más hacer salvo esperar a que se detuviera en algún lado, la florista optó por ver la ventana con tal de evitar algo incómodo. No conocía el camino que se estaba recorriendo debido a que inusualmente salía de su hogar, pero por primera vez le llamó la atención lo pintoresco que era realmente el barrio. Ignorando el hecho de que muchos hogares se trataban de familias pobres, para Frisk fue más fascinante notar la arquitectura antigua que lo conformaban. Había una extraña belleza en el entorno que no logró describir el porqué de su interés.
-VAYA, ESTAMOS LLEGANDO A TIEMPO –La voz alzada del conductor la sacó de su trance. –YA ESTABA POR IRSE.
-¿Quién…?
No pudo terminar su pregunta tras notar que se estaban estacionando frente a un local un tanto arraigado que a simple vista se notaba la necesidad de mantenimiento. El letrero que colgaba de forma vertical indicaba que se trataba de un bar y que seguramente se iluminaba por las noches tras el cableado notorio que colgaba, pero no se comparaba con el letrero maltratado que estaba situado al lado de la entrada, el cual indicaba explícitamente que no se permitía el ingreso a humanos.
Pero por mucho que percibiera el peligro de ese lugar un tanto escondido, no le llamaba lo suficientemente su atención del momento como lo venía siendo el esqueleto que estaba recién saliendo del establecimiento, el cual les sonrió en cuanto el vehículo se detuvo por completo.
-He, esto sí que es raro de ver. –Sans se quitó el puro que había tenido entre sus dientes. – ¿Qué hay?
-ESTA MAÑANA TE DESAPARECISTE TAN RÁPIDO QUE NO PUDE DECIRTE DE QUE IRÍA POR LA HUMANA. –Le comentó sin bajarse del auto, impidiendo que ella pensara en escapar con prudencia. Había un tono de reproche en su voz que hizo al otro reír levemente. Frisk estaba dándose cuenta de que esa interacción entre ellos era de lo más habitual. –SABÍA QUE TE ENCONTRARÍA AQUÍ, MALDITO ALCOHÓLICO.
-Hey, no me digas así enfrente de ella. –Pese a quejarse, se rió aún más. –Es jugar sucio tratar de caerle bien mientras resaltas lo malo en mí.
Frisk iba a comentar algo sobre que ninguno de los dos le agradaba si siempre hacían lo que les placía con ella como si de un juguete se tratase, pero como si hubiera anticipado sus pensamientos, Flowey la detuvo apegándose más a ella para acaparar su atención. Contempló a su amigo un tanto estupefacta de que se mostrara tan cauteloso cada vez que se trataba de relacionar con los esqueletos, por lo que tomó su consejo en silencio y se mantuvo alerta lo más que pudo.
-EN FIN, VINE A TRAERTE A LA FLOR PARA QUE LA CUIDES EN LO QUE TENGO UNA CITA CON LA HUMANA.
-¿Qué? –El puro se calló de sus manos sin reparar en ello.
-¡¿Qué?! –Dijeron al unísono florista y flor.
-NO NOS PODEMOS CONOCER EL UNO AL OTRO MIENTRAS HAY ENTROMETIDOS. –Comentó como si fuera lo más obvio del mundo. –TIENE QUE SER TODO EN PRIVADO.
-Eeehh… entiendo eso, pero… -Quiso actuar con naturalidad como usualmente se mostraba, pero era algo evidente que estaba perplejo con esa noticia. – ¿Una cita? ¿Aceptó así sin más?
-Yo no accedí a nada. –Se excusó Frisk en el acto por mera urgencia. –Y sigo sin…
-TÓMALA PARA QUE NO PASE MÁS TIEMPO –Le interrumpió de nuevo, ignorándola de cierta forma grosera. –RECUERDA QUE LUEGO TENEMOS PENDIENTES PARA LA NOCHE.
-No soy niñero, bro. –Metió una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, mientras suspiraba fuertemente.
-ASÍ COMO VIGILAS A TUS PRESAS ANTES DE ASESINARLAS, ES LO MISMO CUIDÁNDOLAS.
-Pudiste usar una analogía menos incómoda. –Comentó por lo bajo, ahora sin el tono alegre. –Además ya tengo cosas que hacer esta tarde, así que lo siento, pero tendrá que ser otro día.
Sin aviso previo para nadie, un aura azulada invadió a Flowey paralizándolo por completo y apartándolo del apego que tenía hacia la humana. Frisk no entendía qué estaba pasando hasta que notó que se trataba de Papyrus empleando magia y moviéndolo al compás de su mano. Sin consideración ni prudencia, lo lanzó hacia su hermano para que lo atrapara por mero reflejo, como si de quitarse una basura de su saco se tratase.
-GRACIAS POR TODO, HERMANO, TE LO COMPENSARÉ. –Encendió el auto rápidamente. –NOS VEMOS MÁS TARDE.
Pisó el acelerador y desapareció de la vista dando la vuelta a la cuadra, dejando a un esqueleto cada vez más perplejo con todo y a una flor con expresión exaltada.
-Nononononononononono… ¡Frisk!
-Tranquilo hierba, no creo que pase nada malo. –Gruñó Sans resignado mientras tomaba el tallo de la flor con más fuerza. –Tampoco es de mi agrado tener que "cuidarte". Pero ya que tendremos que estar juntos en esto, lo mejor será tener una tregua para estas horas.
-No sé qué pretenden ustedes dos con Frisk, pero juro que…
-Ya lo hemos dicho más de una vez, sólo queremos agradarle. –Volvió a esbozar su habitual sonrisa y se giró de regreso hacia el local. –Necesitaré un trago para esto.
Ingresando al lugar de apariencia de mala muerte, se acercó a la barra mientras ignoraba algunas miradas curiosas de los pocos clientes que había. Se sentó en su lugar de siempre y se recargó mientras ponía a la flor en un tarro sucio y vacío que estaba a su alcance.
-¿Ahora me traes flores? Que detalle de tu parte. –Rió sarcásticamente el dueño del bar mientras se acercaba tras notar el regreso de su amigo.
-No te emociones. –Se rio con él. –Tráeme otra botella para tener que soportar esto.
Antes de que le preguntara a qué se refería, notó como la planta se movía molesto por el intento de florero en que lo había colocado. Sabiendo que no era momento para hacer preguntas, tomó una botella que tenía debajo de la barra para dársela y se retiró en el acto. Sabía reconocer cuando no debía de estar presente en algo y le daba la impresión de que aquella criatura rara tenía algo que ver con el tema frecuente de su amigo.
Mientras llevaba un trapo consigo para limpiar las mesas desocupadas, miraba de reojo la extraña escena, sorprendiéndose de que cuando su amigo había mencionado a una "flor guardiana" se trataba aparentemente de algo literal.
-Tengo interés en saber por qué andas tan… seco hoy. –Sans finalmente habló tras el tercer trago directo a la botella de whisky, mientras observaba detenidamente sus pétalos que se estaban tornando de un tono marrón, y la evidente falta de uno. –Pareciera que Frisk se hartó de ti y te está dejando morir.
-Me lo dice el mayor perdedor del mundo, a quien ella le dice en su cara que no le agrada. –Sonrió Flowey maliciosamente mientras se recargaba en el borde del tarro. Le era incómodo estar en un objeto de ese tipo y sin tierra con la cual reposar sus raíces, lo cual lo debilitaba aún más. –Y sobre tu intento de pregunta, no es asunto tuyo.
-Entonces cuéntame algo más interesante… Dt-00X –Le devolvió la misma sonrisa maliciosa mientras bajaba lentamente la botella. – ¿La chica sabe que vienes de un laboratorio?
El gruñido inconforme de la hierba fue suficiente respuesta para Sans, dándole un triunfo silencioso de lo más provechoso. No le agradaba el hecho de que tuviera que quedarse con la flor mientras Papyrus se divertía con Frisk en dónde sea que hayan ido, pero si podía sacar información interesante de la situación que se le presentaba fuera de la mirada desaprobatoria de la misma humana, sin lugar a dudas lo aprovecharía al máximo.
-Sería una desilusión para Frisk saber que eres sólo un objeto artificial. –Se encogió de hombros como si aquello fuese indiferente. –Con eso de que es fan de lo natural.
-No hables de ella como si realmente la conocieras. –Bufó en el acto.
-Con lo poco platicadora que es ella, dudo que tú también.
-Es mejor que no hable, cuando lo hace atrae a imbéciles como tú que atentan contra su integridad.
Aquello le dio mucha gracia al esqueleto ¿Desde cuándo a la planta le interesaba la integridad de alguien? Lo poco que conocía de él era lo sádico que podría ser. Cada vez le era más extraño la sobreprotección que tenía sobre una vida ajena a la suya, aunque a su vez, comprendía por qué si se trataba justamente de una mujer tan fascinante como lo venía siendo Frisk.
-Entiendo, quieres proteger a tu jardinera. –Dio un largo trago a su botella antes de seguir hablando. – ¿Y puedes protegerla del peligro que vienes siendo tú? Puedo comprender que quieras alejarla de los chicos malos como yo, pero ¿qué me dices del arma que se supone que vienes siendo? ¿Qué puede asegurarme de que no tratarás de matarla personalmente en cualquier momento?
-No soy un inestable, estúpido.
-Me lo dice el que escapó más de una vez. –Soltó la botella y la apartó un poco de él para ponerse en una postura más seria. –Ella en verdad me preocupa. Y si me entero que eres tú quien atenta contra su vida, cuenta con que yo personalmente te aniquilaré. Yo no me trago el cuento de que son grandes amigos, no cuando tú eres un objeto sin sentimientos.
-Entonces adelante, mátame. –Le retó sin expresión alguna. –Bórrame de la existencia y déjala sola en el mundo. Soy lo único que tiene.
-Difiero de esa opinión, margarita.
-Owww, me dirás que te tiene a ti, pero ambos sabemos que es ella quien no te traga el cuento de aliado. –Se burló mientras empleaba un gesto malicioso. –Ante sus ojos eres un asesino y no lo va a cambiar el que quieras matarme.
-En realidad iba a decir que tiene a su familia, no te tengas en tan alto estandarte. –Se encogió de hombros como si no le diera importancia.
-¡Ja! Suerte con encontrarla.
Sans volvió a tomar la botella para terminársela lentamente mientras sonreía para sus adentros. Acababa de hacer que la planta mordiera el anzuelo sin que se diera cuenta sobre lo que quería. Así que la flor en verdad sabía sobre la familia de la chica… Eso explicaría por qué se esmeraba tanto en mantener oculto su apellido. Tal vez Frisk no se hiciera idea del motivo por el cual tenía que hacerlo, pero si la flor se lo pedía firmemente era porque consideraba en verdad la opinión de él.
-Suerte tuviste tú de encontrar a una amante de las flores. Aunque si lo pensamos… es raro ¿no? Si ella es una pueblerina que no sabe nada de la ciudad, y tú un experimento citadino que escapó… son muchos kilómetros que estaban de por medio.
-Es claro que hui de la ciudad, imbécil. –Retomó su gesto serio tras mantenerse cauteloso en el tema que se estaba abordando. –Mientras más lejos de la loca, mejor.
-No creo que a tu creadora le agrade que te refieras a ella con ese término. –Rio mientras notaba que el dueño del bar pasaba por ahí para tomar unos vasos. Manteniéndose cauteloso de oídos no deseados, esperó a sentirse completamente solo antes de seguir hablando. – Si no quieres que te devuelva al tubo de ensayo de donde saliste, me dirás lo que quiero saber.
Flowey se mantuvo en silencio analizando su situación. Tras no estar en tierra no podía moverse ni estirarse a libertad, por lo que no tenía ninguna defensa con la cual pudiera invocar su magia. Y por otra parte, se encontraba en un lugar desconocido que seguramente se trataba de terreno provechoso para el mafioso, por lo que tampoco podía utilizar lo que fuera que pudiera tomar de ahí. Frisk se encontraba con el otro esqueleto igual de peligroso y en un lugar desconocido para él, por lo que si en un hipotético caso de que lograra escapar, no sabría en dónde buscarla.
En verdad estaba en un lío. Hubiera preferido que le amenazara con su vida, pero con entregarle a la loca… arruinaría aún más las cosas. No podía permitirlo. No cuando tenía que pensar por Frisk.
-¿Qué es lo que quisieras saber? ¿El color de su ropa interior? –Movió ligeramente sus pétalos cada vez más oxidados con tal de aligerar la tensión. –Con lo acosador que has sido, no me sorprendería que también fueses un pervertido.
-No, eso no es algo que preguntaría. –Se rio levemente con lo espontáneo que fue ese comentario. –Lo que realmente quiero que me digas es cómo fue que diste con ella. Para que te denomine como amigo, y con lo escéptica que es, he de suponer que se conocen desde hace años. ¿Su familia está de acuerdo con que tenga a una flor peligrosa consigo? O más bien ¿No les molesta que se relacione con un intento de monstruo?
Flowey no contestó de inmediato tras tratar de captar algo más allá de una simple pregunta, pero sólo le hacía entender que se estaba cuestionando de cómo un humano se relacionaba tan bien con los monstruos dado el racismo evidente… hasta que entendió que en tal cosa estaba el hecho de que tendría que mencionar sobre la familia de la chica para saber esa clase de datos. ¿Acaso lo tomaba por tonto?
Sin embargo comenzaba a causarle ruido el hecho de que insistiera con el tema. Podría tratarse de un tipo queriendo cobrar recompensa con una chica aparentemente indefensa, o de un macho abusivo queriendo propasarse con una jovencita solitaria e inexperta, pero al ser exclusivamente un sujeto con historial delictivo y con contactos nada deseados… empeoraba las cosas en gran magnitud. Había mencionado a su "creadora" ¿será acaso que seguía teniendo contacto con ella? Si era así, podría mandar todo al carajo.
Maldijo a Frisk en sus adentros. Debieron haberse mudado en cuanto se lo dijo.
-No te creo el cuento de que realmente te preocupa Frisk –Tras varios minutos en silencio, Flowey por fin habló en cuanto pudo ordenar sus ideas. –Pero si es así… si en verdad quieres algo bueno para ella, no te entrometas en su vida.
-Eso no fue lo que te preg…
-Ni tu vida ni la mía valen para nada. –Atajó tras un gruñido. –Sólo la suya importa. Y si piensas lo mismo que yo, no tratarás de escarbar más en su pasado. No invoques el infierno para ella, sólo eso pienso decirte.
De todo lo que le pudo haber dicho, eso sin lugar a dudas era lo que menos habría esperado de su parte. Sabía lo extraño que era la protección que le brindaba, pero que estuviese al extremo de valerle su propia vida con tal de que estuviera bien la de ella, le indicaba que realmente la apreciaba como ser vivo. Era raro, no cuadraba con lo que le habían advertido de él ni en lo que había conocido en el proceso.
-¿Es tu manera de rogarme?
-Velo como quieras. Sólo no quiero que sufra por tu intromisión.
Sans se quedó analizando la advertencia poco peculiar de la flor. "No invoques el infierno" ¿A qué se referiría con ello? Podía hacerse mil conjeturas al respecto, pero cada una le hacía sentir que se alejaba de una verdad realista.
-Ok… he de suponer que es un tema delicado entonces. –Finalmente comentó tras ordenar su mente. –Hablemos entonces de una tregua que tal vez podría beneficiar a ambos.
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Lo séeeeeeee, por fin pude actualizar! Aaaahhhhh!
Sé que había dicho que en Junio subiría este capítulo, pero por cuestiones laborales y migrañas intensas fue que no pude cumplir con ello. Una disculpa por haberlos ilusionado de esa forma. En verdad hago todo lo posible por no atrasarme con las actualizaciones, pero muchas veces está fuera de mi alcance :(
¿Qué tipo de tregua hablarán Sans y Flowey? ¿Qué pasará en la cita de Frisk y Papyrus?
Lo sabrán en el siguiente capítulo… tal vez :V
Michi fuera!
:)
