Snowdin era su hogar, era su dominio y nada se le escapaba de ahí… pero había quienes creían correr con suerte cuando realmente era un acto piadoso de su parte. Una oportunidad de que le demostraran lo contrario a sus intuiciones aunque al final nadie lo lograba, generándole una molesta decepción. Lamentablemente, sus hijos eran el mismo caso.
Por la densa noche presentada, así como por su gabardina que cubría casi todo su largo cuerpo, Gaster se encontraba tranquilamente terminando de fumar su puro mientras estaba parado frente a lo que para sus ojos era una vulgar pocilga, siendo acompañado en silencio por dos de sus seguidores de ojos saltones. La pobreza inminente era notoria en cada esquina del barrio, pero ese viejo terreno había estado abandonado por tantos años que le sorprendía que pudiera volver a ser habitado de un día para otro, y aún más sorprendente de que fuera utilizado para vender flores de forma un tanto sustentable. Claramente no estaba acondicionado para soportar el denso frío que abrazaba al barrio cuyo nombre le quedaba como anillo al dedo, por lo que la persona que lo estaba habitando sin lugar a dudas comprendía lo que era la escasez y aferrarse a lo que se tenía. Ese había sido su primer análisis con el simple hecho de observar tal fachada.
Odiaba tener que salir a hacer las cosas por cuenta propia si para eso había capacitado a todo su personal, pero por esa ocasión en particular necesitaba ver con sus propios ojos realmente qué estaba sucediendo. Había confiado en que le reportarían adecuadamente sobre el estatus de ese lugar en cuanto había abierto públicamente, pero conforme pasaban los meses y su hijo se mostraba más y más descuidado en cuanto a sus movimientos, supo que tenía que acatar la situación con sus propias manos.
De Sans ya nada le sorprendía por mucho que le enojara su actitud tan irresponsable con la causa familiar, pero Papyrus… esa sí que era una sorpresa decepcionante.
Desde que Muffet se había presentado con imprudencia a su hogar con esa daga vieja y sucia, le había quedado más que claro que su primogénito estaba involucrándose en temas humanos que presentaban un riesgo a su familia, por lo que no se tragaba que había sido únicamente para satisfacer una simple adicción como el alcohol. No podía hacer la vista gorda si se trataba en particular de un tema que la propia familia Dreemurr había erradicado por sus propios intereses. No quería esa clase de complicaciones y mucho menos que sus hijos indagaran en temas que no les competía. Él mismo se había alejado de lo siniestro que era ese ambiente con el Gran Dreemurr y había contado con la suerte de haber podido renunciar de forma pacífica y de crear su propio imperio en cuanto no interviniera en ningún interés de esa familia. Gracias a esa piedad otorgada era que podía cuidar de sus hijos enseñándoles a ser fuertes… pero tal parecía que se habían ablandado si habían perdonado una vida como la inquilina de ese viejo y roído lugar. Era claro que eso no se los había enseñado él ¿Dónde habían quedado sus máquinas asesinas que había educado tan meticulosamente? ¿Por qué brindaban tanta piedad a quien no lo merecía?
Uno de sus secuaces había estado observando a su hijo menor desde la mañana ante la sospecha que le había dado que llevara por cuenta propia a Muffet hasta su casa, el cual con sorpresa le había revelado que había estado a punto de matar a la florista de la forma que él mismo le había enseñado a distancia, para que luego se arrepintiera y bajara su arma para nuevamente dirigirse a hablar con ella de forma casual, no sin antes hablar con el dueño del bar que extrañamente se había encaminado a seguirlo a tal altura.
Ese sujeto en llamas… tal parecía que era una mala influencia para sus hijos después de tanto involucramiento con ellos. Por lo que se apuntó mentalmente hacerse cargo personalmente de él en primera instancia. Su debilidad era esa niña que tenía consigo según recordaba, así que contaba con que le sería muy sencillo controlarlo con eso.
Por ahora, tenía algo más importante que hacer.
Sabiendo que no se encontraba nadie en esa casa, así como que sus hijos se encontraban lejos y en vigilancia meticulosa de uno de sus seguidores, tomó a uno de sus acompañantes de lado y se teletransportó junto con él dentro del local. No necesitaba dar la indicación al otro de que avisara si alguien se aproximaba a la vivienda, era más que evidente para ellos cuál era su labor una vez que los tenía consigo. A veces deseaba que sus hijos fueran tan obedientes como ellos.
El reptil de grandes ojos y ausencia de brazos le esperaba pacientemente mientras le observaba moverse dentro del local repleto de plantas. Gaster invocó dos pares de manos translúcidas cuya tonalidad amatista le daba suficiente luz para contemplar lo que las manos revisaban sin que tuviera que tocarlas realmente. Aunque fuera un monstruo cuya lógica no dejaba huellas dactilares, era muy cuidadoso y limpio con sus movimientos al grado de contar con una memoria fotográfica más que perfecta para no levantar ninguna sospecha de sus actos. Después de todo, había sido así como había comenzado su carrera en el ámbito delictivo. Robar sin que nadie se diera cuenta era un arte que había perfeccionado con los años cuando más lo necesitó.
Con sinceridad no tenía una idea específica de lo que estaba buscando. La información que tenía sobre la florista únicamente era que se trataba de una humana joven que vivía sola en el piso superior del lugar, era más que suficiente para causarle un desagrado el hecho de que sus hijos hubieran tenido la intención de mantenerla oculta de él. ¿Por qué? Eso le encantaría saber y por ello se encontraba hurtando una casa ajena que no era ni valiosa ni de un interés particular. Tan sólo estaba esperando dar con algo que ameritara el comportamiento infantil de sus hijos en cuanto a ella. Si se trataba de alguien valiosa, podría manejar el asunto como si quisieran crear una extorsión hasta lograr alejarla de su territorio de ser necesario. Pero si se trataba de una humana común… significaría que sus hijos se habían ablandado por la especie enemiga. Eso sí que no podía permitirlo.
La florería era común e insignificante, no tenía nada de valor en ningún aspecto. Por lo que decidió subir al piso superior sabiendo que se encontraba ahí el hogar de la joven florista. Indicándole a sus manos suspendidas que abrieran la puerta por él, ingresó a lo que en primera instancia le pareció un hogar de lo más patético, aunque podía notar la limpieza cuidadosa que tenía sobre cada pieza vieja que tenía. Evaluando el lugar por las pertenencias, pudo concluir que todo había estado en abandono hasta que la chica había llegado a habitarlo, mas no había hecho nada para arreglar los evidentes fallos que en cualquier momento le generarían una complicación climática.
El departamento como tal era muy pequeño y adecuado para alguien que vivía sola, la sala y el comedor era casi un solo lugar y la cocina estaba tan pegada y pequeña que podía tomarse de la misma forma, por lo que revisar meticulosamente ciertos objetos con la luz que emanaban sus manos suspendidas le fue demasiado fácil y rápido. La casa no contaba con línea telefónica ni con ningún otro aparato eléctrico salvo el maltratado y viejo refrigerador, por lo que supuso que se trataba de alguien que aún no se actualizaba… o que no tenía el dinero suficiente para comprarse e instalar los aparatos necesarios para una buena vivienda. No parecía haber nada diferente e interesante, casi se estaba comenzando a irritar por haberse tomado la molestia de haber ido a revisar todo por cuenta propia.
Dio un vistazo al gran ventanal que tenía el lugar, el cual estaba descubierto en su totalidad y haciendo visible su intromisión en el lugar para cualquiera que tratara de asomarse. ¿Qué acaso la humana no sabía que se debían de cerrar las cortinas? ¿Su privacidad como mujer no le era importante? Tal vez eso era lo que tenía a sus hijos tan atentos con ella después de todo, eso le asqueó de siquiera pensarlo. Por lo que se metió a la única recámara queriendo acabar de una buena vez por todas.
Tan sólo había una única cama, un tocador con un espejo pequeño inclinado y una silla en una esquina que la chica usaba como buró aparentemente. Invocó más manos para revisar el clóset, mas no encontró nada interesante fuera de la poca ropa que tenía guardada y una bolsa con semillas. Si eso era todo lo que tenía la chica en la casa… le era demasiado raro, no por el hecho de mostrar una pobreza inminente y deplorable, sino por el hecho de no contar con ninguna fotografía puesta en las paredes, en algún marco o guardada en alguna cosa. No fue sino hasta que se puso a revisar los bolsillos de algunas prendas cuando dio con algo extremadamente interesante que le hizo detenerse por completo.
Era una cuenta bancaria relativamente reciente… con una cifra desorbitante de demasiados ceros anotados.
¿Cómo era que con tanto dinero vivía en ese estado? O aún más ¿por qué seguía viviendo en tal pocilga cuando claramente podría comprarse un edificio entero con eso? La hoja indicaba que tenía el permiso del titular de dicha cuenta para que "Frisk D." sacara la cantidad que quisiera cuantas veces ameritara. Si se trataba de una hija de millonarios ¿por qué vivir en tal pobreza? ¿Qué estaba planeando realmente esa humana y qué estaba haciendo con sus hijos? ¿O acaso la cuidaban por lo rica que era sin importarles su naturaleza inmunda? De ser así, no le cuadraba que la mantuvieran oculta si le daba igual eso.
Teniendo el documento sujeto, notó con cierto desagrado que tenía una araña trepando en la mano. No tenía que pensarle para saber que no era una simple casualidad su presencia tan cercana. Y más por el hecho de que notaba que ésta movía sus patas delanteras como si tratara de llamar su atención. No quería darle importancia al preferir bajar nuevamente por el secuaz que había dejado en el local vigilando, pero en cuanto vio que éste se encontraba ahí supo que había algo más en lo qué pensar.
-Señor Gaster… tiene un mensaje. –Susurró el monocromático reptil asomándose por la puerta.
Saliendo del lugar con cuidado, pudo notar que varias arañas estaban en la pequeña mesa poniéndose a lado de un contenedor tapado de cerámica, en posición precisa para formar las palabras "te vigilan desde las alturas". El esqueleto mayor no se la pensó más y tomó al reptil para desaparecerse de inmediato y aparecerse justamente sobre el techo del edificio siguiente, lanzando sus manos de tono amatista sobre el sujeto encapuchado que rápidamente pudo detener, haciendo que se cayera tras haberle sujetado los tobillos con demasiada fuerza.
-No me gusta que me vigilen. –Comentó el esqueleto con calma mientras mantenía a la pequeña araña caminando entre sus dedos. Lentamente se acercó hacia su víctima que tenía una máscara de madera puesta, la cual le fue un tanto despectiva a su gusto notando por sus manos descubiertas que se trataba de un humano el que la portaba ¿Acaso se estaba burlando de los monstruos con eso? –Pero creo que eso ya lo tenía en mente ¿cierto?
Notando cómo trataba de sacar un arma pulso cortante de figura romboide, el esqueleto invocó más manos para sujetar sus muñecas y cuello haciendo que soltara el arma de inmediato, a su vez que se encargaba con otras manos suspendidas el revisar que tantas pertenencias peligrosas tenía consigo aquel humano. Para cierta sorpresa, notó cómo había tratado de morder algo que había tenido entre sus dientes que logró quitarle de inmediato, a lo cual se trataba de una sustancia que lo habría matado de inmediato. Aquello avivó su interés en el sujeto, no le tenía miedo a la muerte.
-No tiene mi permiso para morir todavía.
Con los ojos ahora luminosos a conjunto de sus manos esqueléticas, contempló con cierto recelo la pistola pequeña cargada de balas y las pequeñas dagas de la misma forma que la otra más grande que había tenido guardadas en su cinturón. También revisó meticulosamente la libreta en la que por los números anotados, intuía que había anotado minuto por minuto los movimientos que había empleado él desde que se había dispuesto a recorrer la calle hasta llegar al local, mas no logró entender los garabatos que había hecho el sujeto como si los hubiera hecho con la intención de ser a modo de clave. Tal parecía que lo había estado siguiendo desde hacía una hora y no lo había notado. Se trataba sin lugar a dudas de un experto en cuanto a vigilancia cual sombra suya.
Sintiendo repulsión del sujeto, utilizó su magia para quitarle la máscara y ver de frente a quien había osado seguirle a altas horas de la noche. Por lo que notaba a la luz de la luna, se trataba de un humano bastante joven con muchas pecas en sus mejillas. Calculaba que a lo mucho tenía 18 años, era una lástima… había tenido una vida tan corta.
-No sé para quién trabaje, pero te aseguro que fue su peor decisión hacerle caso sobre seguirme. –Comentó el esqueleto con tranquilidad mientras le pasaba la libreta a su seguidor monocromático, el cual en ausencia de manos tuvo que agarrarla con la boca procurando no morder los delgados dedos de su jefe. –Pero aun así se presentó en un buen momento para mí, me hacía falta conseguir un hígado… y el suyo parece estar en buen estado.
Con un limpio movimiento de las manos que lo tenían sujeto de la cabeza, rompieron su cuello y desaparecieron en el acto al cumplir con su objetivo. Las demás aún se encontraban iluminando al mismo tono de sus ojos teniendo al ahora cadáver suspendido en el aire frente a él.
Gaster se quedó pensativo por varios segundos mientras contemplaba el cuerpo del humano elevado y el cómo salía una pequeña alma casi translúcida, cuyo tono anaranjado apenas y pudo contemplarse antes de que desapareciera en el acto. Aunque tuvieran una forma distinta a la de un monstruo, no era la primera vez que veía tal descomposición después de todo. Las almas humanas apenas y contenían un suave tono que apenas y podía ser visto antes de desaparecer de inmediato una vez muerto. Eran tan inútiles esas cosas que la situación era hasta graciosa por cómo los religiosos humanos trataban de justificarse como superiores con eso.
Humanos, monstruos… todos ya estaban habitando en el infierno. No había tanta diferencia del lugar al que ya estaban condenados.
Sabía que contaba con enemigos que tenía al margen, pero la máscara y anotaciones no le eran familiares de quienes había recibido amenazas antes. Tal parecía que se trataba de un nuevo enemigo, por lo que con más razón debía controlar a sus hijos por sus malas decisiones. Pero por lo pronto, tenía que regañar a cierta chica que nomás no comprendía lo que era la negación y privacidad. Otra a quien había entrenado y que de igual forma desperdiciaba su talento y oportunidades por caprichos. ¿Qué los jóvenes de hoy en día no razonaban ni eran agradecidos con lo que les daban?
-¿Cuál es tu excusa ahora, Muffet?
Saliendo detrás de un contenedor de agua en la que había permanecido oculta en silencio, la mencionada se acercó lentamente con una mirada entre arrepentida y asustada. Se estaba abrazando con demasiada fuerza ante un frío notorio pese a la prenda gruesa que tenía consigo.
-Vi que saliste de tu casa y… me preocupé. Tú sólo lo haces cuando es una negociación que sólo tú puedes hacer o cuando hay verdaderos problemas. –Comentó la chica arácnida una vez que estuvo frente a él, lo cual marcaba la mucha diferencia de estatura que había entre ellos. –Y cuando noté a ese humano, yo… fue lo único que se me ocurrió hacer.
-Fue un buen movimiento, Muffet. Reaccionaste apropiadamente.
Gaster pudo notar cómo las mejillas de la monstruo se enrojecían mientras sus múltiples ojos mostraban un brillo muy peculiar que reflejaba la luna apuntando únicamente hacia él como si fuera lo único importante para ella. Sabiendo qué significaba eso e incomodándose una vez más por esa situación, el esqueleto le dio la espalda mientras contemplaba la casa en la que había estado escarbando en busca de una buena razón que ameritara el comportamiento de sus hijos.
Y vaya que la había encontrado, pero era peor de lo que había podido imaginar.
Viendo de reojo al cadáver que seguía sosteniendo y a su vez analizando la situación sacando nuevamente la hoja de permiso del banco que se había llevado consigo, podría concluir que ese joven había estado vigilando realmente la casa y no a él en particular, por lo que de ser así… el problema pudiera tornarse de mayor magnitud a la que se había imaginado. Esa máscara, esa escritura extranjera, esas armas peculiares, el interés de Sans por el fallecido líder de la yakuza…
¿Pero en qué estaban pensando sus hijos en permitir un conflicto humano en su territorio? Si lo que esos sujetos querían era a la florista muerta… nada tenían que hacer para evitarlo. ¿Por dinero? No valía siquiera la pena ante tal situación. Recordaba muy bien el haberlos educado para no venderse por humanos ni mucho menos meterse en cosas que no les beneficiaba. ¿O acaso había algo más?
Era una humana y no protegían a humanos. Había dejado una regla en claro sobre eso. Pero más importante, no debían de permitir que un grupo delictivo casi extinto tratara de laborar a sus anchas en su territorio. Podrían incluso tratar de arrebatarles lo que con años y esfuerzo consiguió. Sabía que los humanos eran unos maleducados ¿pero dónde quedaba el respeto en cuanto a locaciones personales?
-Señor, lamento irrumpir en su trabajo. –El secuaz que había dejado vigilando fuera del lugar había terminado subiendo las densas escaleras expuestas tras saber que toda la situación se estaba desarrollando ahí. –Pero tengo un mensaje que nos manda uno de los nuestros sobre algo que oyó el día de hoy.
-¿Y qué es? –Preguntó sin más al preferir acabar con todo de una buena vez. Ya había sido un mal día.
-Escuchó que algunos locatarios llaman a la florista… "La amante del esqueleto".
Y tal parecía que aún no terminaba de empeorar.
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El alcalde de Ebott junto con su personal presente estaban guardando sus cosas para retirarse a la brevedad. Tras un largo discurso que aburrió de cierta forma a la flor oculta entre varias de su especie, finalmente podría comenzar su búsqueda inminente de la humana que lo había traído a tal lugar y se había separado de él. No fue hasta que la puerta se abrió que contempló a cierto robot trajeado que sus planes tendrían que ser otros.
-Ah, señor Blook, me temo que ya terminamos la reunión. –Comentó el regordete alcalde mientras le pasaba varias cosas a quien parecía ser su asistente. –Pero descuide, todo está en orden. Luego se le informará sobre los preparativos.
-Estaré esperando su llamada entonces.
-¿Todo bien con tu asunto? Si te demoró tanto, he de suponer que requirió más esfuerzo de lo planeado.
-Descuide, todo está en perfecto orden. –Sonrió como si estuviera posando para una fotografía digna de primera plana en el periódico.
Flowey maldijo mentalmente de ver tal cosa sabiendo lo que insinuaban de cierta forma. Si estaban hablando de Frisk podrían darse por muertos todos.
-Por cierto, estas plantas son de la florista que contrató ¿cierto?
-Así es ¿Eligió… una en particular?
-Siendo sincero, me da igual ese tipo de detalles. Así que lo dejo a su total criterio.
-Es un honor tal confianza. –Le sonrió tras cabecear un poco a modo de agradecimiento formal.
Sin más demora, el alcalde junto con todo su personal salieron de la sala con sus pertenencias que habían traído. Mettaton se esperó a que se hubieran retirado lo suficiente para comenzar a revisar en solitario las macetas de múltiples colores sin levantar alguna sospecha. En cuanto notó una en particular que ocultaba entre varios pétalos un rostro, acercó su mano para corroborar si se trataba de quien buscaba, el cual reaccionó más rápido que él al lanzar sus lianas con gran velocidad empujándolo hacia la pared y mientras lo apresaba en el proceso. El rostro siniestro que se estaba formando en la flor con ausencia de pétalos fue de lo más perturbador para él. ¿Cómo era que la humana andaba siempre con una cosa así?
-No sé qué es lo que quieres con Frisk para que la hayas citado aquí. –Comentó Flowey apegándose más hacia él y transformando su rostro cada vez más terrorífico. –Pero si le hiciste algo malo en mi ausencia, juro que te mataré.
-Y-yo… sólo vine por ti para llevarte con ella. –Le fue extraño a Mettaton tener que justificarse con una planta. –Te está esperando en el lobby.
La expresión de la planta cambió un poco en cuanto le dijo eso, casi como si se hubiera preocupado por una fracción de segundo. Pero Mettaton supuso que había sido sólo su imaginación tras ver cómo lo estaba oprimiendo con más fuerza, que si bien no le dolía, no sabía qué esperar de una planta parlante. Nunca había sabido de un monstruo de esa forma.
-¿Hay forma de llegar antes de que el alcalde esté por ahí? –Preguntó la flor. -¿Y está sola o con alguien más?
-Está sola… ¡Pero descuida! Hay mucha gente por ahí.
Comentó con cierta urgencia, sintiendo que la flor por alguna extraña razón le estuviera reclamando por dejar a su dueña sin compañía. Pero tal parecía que ese no había sido el verdadero motivo de su irritación ya que le apretó aún más las lianas, arrugando su costoso traje. Ahora comprendía porqué su trabajador que se había quedado con él había terminado traumado.
-Llévame con ella y más te vale que sea antes de que esa bola de estúpidos lleguen ahí.
Aunque no entendiera nada de lo que estaba pasando, optó por hacer caso asintiendo con la cabeza antes de que pudiera generar un mayor problema. La flor dejó de apretarlo y extendió sus lianas hacia la maceta de la que había salido, indicando de esa forma que lo llevara con eso. Algo avergonzado de lo que estaba por hacer para evitarse más cosas, lo levantó y lo sacó del lugar cuanto antes.
Si bien era extraño verse a sí mismo cargando una maceta de varias flores esponjosas que escondía a la peculiar flor con rostro, sabía que era lo mejor llevarlo de ese modo para no levantar sospecha de que había otro monstruo en el edificio además de él. No sería bueno para su reputación que se supiera de tal intromisión y aún más ante el hecho de que había sido error suyo y de su personal. Después de todo, el gobierno confiaba en él por su dinero y su control de masas. No iba a decaer por una estupidez como la que estaba llevando hacia el elevador en ese momento.
-¿Esta cosa no puede ir más rápido? –Preguntó la planta una vez que se cerraron las puertas del elevador y comenzó a andar.
-Solo tiene una velocidad.
Contestó Mettaton cada vez más incómodo con ese ser al que se veía obligado de responder y llevar. ¿Por qué tenía que pasar por esas cosas cuando se trataba de la florista? Era como si de alguna forma atrajera la rareza en su entorno. Y pese a eso, aun con toda amenaza y majadería de su parte, no pudo evitar querer volver a verla en busca… ¿de qué? ¿Qué había obtenido realmente de ella si hasta se había negado a su propuesta? ¿Qué tenía que hacer para que aquella mujer estuviera contenta con él? ¿Por qué no podía ser como el resto y quedar complacida por su mera atención hacia ella?
La odiaba… en verdad la odiaba. Nunca se había sentido tan insultado. Y aun así, estaba llevando a su amigo planta a escondidas para que ella estuviera de algún modo agradecida con él. ¿Qué demonios le estaba pasando?
Abriéndose las puertas del elevador pudieron ver ambos que el alcalde junto con su personal estaban atravesando la puerta de salida y despidiéndose en el acto. Mettaton no entendía nada, pero tal parecía que no habían visto a la florista sentada en uno de los cómodos sillones pacientemente y eso había aligerado el mal humor de la flor parlante. Sin más, se encaminó con naturalidad hacia ella mientras seguía cargando el arreglo floral demasiado llamativo que a uno que hacía voltear a uno que otro de los presentes.
-¿Flowey? –La humana se levantó en cuando lo vio acercarse con la maceta y se acercó para tomarlo por cuenta propia. – ¿Estás bien?
-Yo debería de preguntar lo mismo. ¿Por qué nunca haces caso sobre no separarte de mí? –Cuestionó irritada la flor con su dueña sin salir de su escondite entre varios pétalos, suponiendo que ello era para ocultar su calvicie. –Vayámonos de aquí ya.
La humana simplemente asintió con una sonrisa, aliviada de poder ver en buen estado a su amigo y abrazó la maceta con cariño como si fuera lo único que le importara en la vida. ¿Cómo era que un ser tan maléfico podía sacarle una sonrisa así a alguien como ella? Vaya que esa florista era una caja de sorpresas que no lograba comprender. ¿Qué cosas eran las que le agradaban y cuáles no?
Antes de que pudiera decirle algo a modo de despedida, Mettaton fue más rápido y sacó su cartera para sacar una de sus tarjetas personales. Al ver la foto que tenía guardada en ella de la chica que justamente estaba frente a él, la tapó con su pulgar como si pudiera ver lo que tenía pese a que ni siquiera le estaba prestando atención aun cuando estuviera junto a ella. Cerró su cartera con culpabilidad reprimida y esbozó su mejor sonrisa tras extenderle su tarjeta llamando su atención.
-Por si cambias de opinión… o cualquier cosa que necesites.
-Ammm… de acuerdo. –Finalmente aceptó la tarjeta y la vio por unos breves segundos. –Pero no sé usar un teléfono.
-¿Nunca has tenido uno? –Se extrañó el robot.
-Nunca lo he necesitado.
Volvió a tomar la tarjeta con rapidez y sacó una pluma elegante de su saco para anotar su dirección atrás de ella. No aceptaría como impedimento una justificación tan tonta como esa. Al diablo lo que fuera lo que le movía a hacer tales molestias por una única humana, si aún tenía oportunidad de hacerla mudarse de aquella zona tan mundana y tenerla lo más cerca posible, sin lugar a dudas lo haría por muy minúscula que fuera la posibilidad ahora.
-Esta es la dirección de mi mansión. –Señaló en cuanto la humana volvió a tomar la tarjeta. –Visítame cuando quieras… y para lo que quieras.
La expresión de la flor volvió a tornarse siniestra desde su leve escondite, dando a parecer de que había entendido la doble intención de sus palabras que claramente la humana no dado su semblante taciturno. Mettaton se sintió incómodo de tener esa mirada tan amenazante, más hizo caso omiso y la acompañó caminando hacia la salida de su edificio teniendo una mano metida en su saco. Por muy extraño que le pareciera la situación, esa planta se comportaba como un perro guardián con la chica.
-Realmente es una pena que no quieras formar parte. –Comentó Mettaton en búsqueda de hacer más plática en el camino. Realmente aun no quería despedirse tras sentir que no había obtenido nada de ella. –Podría conseguirte todas las flores que quisieras.
-Si usted tiene la capacidad de conseguir todo eso, entonces realmente no me necesitan. –Señaló la chica mirando hacia el frente, con un deje de incomodidad por la puerta giratoria.
-Yo sólo se reconocer una que otra flor y las propiedades de las orquídeas. –Pese a las palabras directas de la florista, el robot simplemente se limitó a reír de tal observación. Sí que la chica tenía un modo de ver las cosas muy objetivo. –Para quien trabajaba antes tenía varias de esas flores en su escritorio y hablaba sobre eso con demasiada pasión por ellas, así que fue inevitable que me las aprendiera de memoria.
Mettaton creyó que estaba viéndose como un tonto contándole algo así, pero muy por el contrario parecía que por primera vez contaba con su atención al haberse parado por completo frente a la puerta. Tal parecía que lo único que realmente le gustaba como tema de conversación eran las mismas plantas, aunque pudo detectar un leve brillo esperanzador en sus ojos ocultos entre sus largas pestañas. Por un momento tuvo el impulso de acercarse demasiado a ella para comprobar si no había sido su imaginación, a su vez que le daba curiosidad saber de qué color eran esos ojos de otras tierras que eran tan enigmáticos al igual que la misma humana que tenía presente.
-Si le gustaban mucho las flores… ¿Era alguien muy amable?
-Más bien… atemorizante. –Contestó el robot sin medir bien sus palabras, pero realmente no tenía otra descripción más adecuada. –Alguien de mucho cuidado.
Era la segunda vez que pensaba en su exjefe en tan poco tiempo que aquello no le agradaba. La primera había sido tras el atentado que había tenido en su hotel que casi no la habría contado si no fuera por la chica que tenía a lado suyo y que tanto le costaba poder devolverle el favor para dejar a lado el tema que le tenía invadida la mente. Si, admitía en sus adentros que si le daba pavor la bestia que se tornaba el mafioso de mafiosos, era más que consciente de que Don Dreemurr lo quería muerto y que volvería a intentar matarlo a la primera oportunidad, pero para aquello estaba planeando un as bajo la manga con el que contaba que le funcionaría en su momento. No sabía si realmente se ejecutaría como lo tenía en mente, pero en cuanto contara con tanto poder que sus mismos aliados no pudieran resolver varias cosas sin él estaba a salvo de alguna forma.
La ciudad entera ya estaba lamentando por haberlo discriminado una vez, pero su ambición aun no llegaba a su límite. Él no respondía a nadie más, él era su propio jefe por fin y tenía a la mano todo lo que quería. No perdería aquello sólo porque unos cuantos no compartían su visión de las cosas.
-Oh… ya veo. –La voz de la humana lo sacó de sus pensamientos. Sonaba un tanto decepcionada por su respuesta. –¿Qué le motivó entonces a traicionar a alguien a quien teme?
-Esa es una pregunta muy personal, lindura. –Sonrió con cierta picardía mientras atravesaban la puerta giratoria. Pudo notar que de nuevo la planta lo miraba con total irritación desde su maceta. –Pero puedo respondértela el día que quieras ir a visitarme.
-Eso no pasará. –Murmuró la flor desde su sitio, pero ambos lo escucharon con claridad.
-Bueno, fue bueno volver a verte, ¿Frisk…?
-Sólo Frisk.
Mettaton se limitó a reír al comprender que no sería fácil obtener ni siquiera ese dato suyo. Vaya que esa chica no daba el brazo a torcer en ninguna oportunidad por mucho que su inexperiencia sobre las cosas fuese notoria. Pese a todo lo que le molestaba e irritaba de ella, eso era algo que de cierta forma comenzaba a admirarle. Si estaba lanzándose como dueña de un negocio, esa cualidad sin lugar a dudas le sería útil.
Sacó su mano de su saco y con un solo movimiento elegante llamó la atención de su valet parking y pidió que le trajeran a uno de sus choferes para que la regresaran a su hogar. En lo que esperaban a que llegara el vehículo, el magnate se quedó observando a la humana que estaba asegurándose de que su flor estuviera bien pese a su estado deplorable. No entendía muchas cosas sobre la florista, pero al menos había comprendido de primera que su pasión por las plantas era más que inminente… a su vez que esa flor parlante en particular era realmente importante para ella si había hecho que se moviera de inmediato con tal de tenerlo de vuelta a la brevedad.
Flor que no dejaba de verlo de forma amenazante como si quisiera destrozarlo en cualquier momento. Genial, pensó Mettaton sin darle importancia, otro ser a la lista de quienes lo querían muerto, pero al menos esa chica lo había querido vivo pese a todo… eso era un buen cambio en su vida. Uno del que le había gustado haber obtenido algo en vez de quedarse con las manos vacías al final. ¿Por qué esa humana era tan difícil?
Llegando el vehículo elegante a la brevedad, el chofer se bajó teniendo la intención de abrirle la puerta a la florista, pero el dueño del lugar no se hizo esperar y le abrió la puerta él mismo para que la chica ingresara. La necesidad de quedar bien con ella para dejar el tema a un lado lo estaba carcomiendo más de lo que había creído, y aun así seguía sin lograrlo.
-En verdad no dudes en llamarme, cuenta con que recibiré la llamada personalmente. –Comentó el robot haciéndole un ademán de que ingresara al auto. –Al igual que la visita
-Gracias… de nuevo. –La humana arqueó la ceja algo incómoda sin meterse todavía. –Pero no creo que sea conveniente pedirle algo a quien traiciona con facilidad. ¿Qué garantiza que no quiera traicionar al alcalde en esto también?
Mettaton la observó indignado que lo dijera tan a la ligera. ¿Qué no se daba cuenta de lo grosera que sonaba decir tales cosas en público? Parecía que no pensaba en sus palabras antes de soltarlas.
-¿Así es como me vez entonces, lindura? –Comentó tratando de ocultar su enfado empleando una sonrisa forzada.
-Esa pregunta ya la he escuchado antes… -Susurró la chica para sí misma.
-Aun con todo lo que soy y tengo ¿me vez únicamente como un simple traidor? –Continuó Mettaton teniendo la puerta abierta todavía.
-Es lo único que sé realmente de usted.
Pese a todo, la humana se mantuvo firme antes de meterse al vehículo y cerrar la puerta para irse. Mettaton la observó partir mientras se mantenía rígido ante las últimas palabras que había escuchado de ella.
Un traidor… sólo lo veía como eso. ¿Acaso no entendía lo que había tenido que pasar para conseguir lo que ahora tenía? Ser amenazado de muerte e impedimento de su presencia en algunas zonas era el menor de sus problemas. Había tenido que hacer sacrificios que al final habían valido la pena si con ello estaba por fin en la cima contemplando a aquellos que lo habían menospreciado. Una simple humana no le haría sentirse inferior sólo por una vaga percepción. ¿Por qué era tan difícil de complacer? ¿Por qué no podía dejar el tema de lado como muchos otros?
"Es lo único que sé realmente de usted" había dicho… y se equivocaba. No, no lo sabía siquiera, pero tampoco le había contestado a su pregunta tan directa. ¿La culpa la tenía el esqueleto de que lo menospreciara? ¿Qué más le había dicho sobre él? ¿Por qué no lograba simpatizarle al igual que la flor parlante… o hacer que hablara de él con tal naturalidad como lo había hecho con el esqueleto?
No queriendo pensar más en eso, se adentró nuevamente a su edificio. Maldiciéndose en sus adentros la absurda necesidad de contemplar los arreglos florales que había dejado sin siquiera pedirlos de vuelta.
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Frisk nunca había sentido tanto alivio de regresar a su hogar como ahora lo estaba experimentando. No sólo por el hambre que había estado aguantándose ante la preocupación de no tener a Flowey consigo en un lugar desconocido y por las nulas oportunidades de hacerlo, sino porque realmente no le estaba agradando que las pocas veces que había terminado saliendo de su local era por problemas que de alguna forma terminaba involucrada.
Quería darse un baño antes de acostarse, pero optó por simplemente subirse a su piso y comer lo que había dejado antes de acostarse tras un día de lo más incómodo. Pero en cuando entró a su pequeño departamento instintivamente se detuvo en el centro contemplando el lugar más de la cuenta.
-¿Qué tienes? –Preguntó Flowey aun entre varias flores de la maceta.
-No… no es nada.
Le sonrió para calmarlo y siguió dando un par de pasos para acercarse en la mesa y dejar a su amigo ahí en lo que calentaría la comida puesta ahí. Pero por más que no quería darle importancia al pensar que pudiera ser su imaginación, una parte suya le indicaba que podría estar en un acierto nada cómodo.
Por muy ligero que fuera, el olor le era más que familiar. La casa olía a tabaco… o más bien, en puro.
Queriendo tomar el contenedor con su guisado, con cierto pesar notó que estaba repleto de arañas que habían estado comiendo de ello sin esperar más. Suspirando mientras cerraba de nuevo el recipiente para dejar atrás el tema del hambre, pensaba que al menos había quienes habían probado su comida después de todo, ya que la habían dejado plantada sin la oportunidad de comer en ningún modo.
¿O acaso… al final si se habían presentado y por eso olía a tabaco? Le desagradaba que los esqueletos se tomaran cierta libertad en cuanto a ella como si de un juego entretenido se tratase, pero delincuentes o no, era un límite muy grave el que quisieran presentarse a su propia casa cuando ni ella se había encontrado para pasarlos. Pero si algo tenía muy seguro, era que ese olor en particular era idéntico al puro que fumaba Sans. ¿Qué no le había advertido que en su hogar no se fumaba? Era el colmo la confianza que se tomaba con ella.
Confianza… algo que había hablado con Mettaton. No podía confiar en nadie de ellos por múltiples razones, pero gracias a tal conversación con el robot millonario se percató de que Sans daba su voto de confianza de algún modo pese a ser casi desconocidos el uno del otro.
Acariciando el tallo de su amigo quien se encontraba quitando las flores para quedarse solo con la maceta, Frisk le dijo un leve "buenas noches" antes de dirigirse a su habitación y cambiarse antes de acostarse. Aunque tuviera hambre, el sueño estaba dando más con ella de momento y no quería demorarse más con eso cuando al día siguiente tenía que trabajar.
Flowey terminó de quitar todas las inservibles flores y la puso a lado del contenedor repleto de arañas para estirar con mayor libertad sus raíces sobre la tierra que había perdido cierta calidez. No supo por cuánto tiempo se quedó trabajando con las plantas que le habían servido de camuflaje, pero la posición de la luna que emitía cierta luz sobre el ventanal le indicaba que ya se trataba de de un horario muy nocturno. Se quedó contemplando la casi nula vista que daba el ventanal mientras pensaba en lo que había escuchado previamente con suerte.
¿Así que la yakuza se había retomado pese a todo? Al escuchar el nombre de quien era el actual líder no le sorprendía después de todo, pero tampoco era una noticia nada grata. Sabía que tenía que hacer algo de inmediato para evitar cualquier complicación, pero las medidas sigilosas no siempre eran su fuerte si debía admitir para sus adentros.
A diferencia del sujeto que en cuestión de un pestañeo estaba frente a él, nublando la vista que había estado teniendo del ventanal descubierto.
-Maldito pervertido. –Soltó sin más Flowey susurrando, mientras no apartaba la vista de él. –Entrando a una casa ajena donde hay sólo una mujer dormida.
-En realidad… vengo a hablar contigo. –Susurró el mafioso con un semblante demasiado serio que no era grato a la luz de la luna.
-Si… yo también necesito hablar contigo seriamente de algo. –Contestó Flowey entonando lo más bajo posible su voz. –Pero aquí no, Frisk tiene el sueño muy ligero.
Tomando iniciativa y sin aviso previo, el esqueleto tomó su maceta y se teletransportaron en el local cuyas siluetas de las plantas a oscuras no eran nada tranquilizadoras para cualquiera que tuviera que estar ahí a tales horas. Sin embargo, para los dos sujetos que se estaban viéndose el uno al otro con un semblante serio amenazante, el verdadero peligro estaba a su vista, no queriendo doblegarse ante el otro bajo ningún modo.
Un asesino y un arma biológica… ambas potencias peligrosas que se odiaban el uno al otro, pero que estaban dando con un objetivo en común.
-Necesito que me digas qué sabes sobre Frisk. –Dijeron al unísono, desconcertándose ambos de tal sincronización.
-He… me debes una bebida. –Comentó la basura sonriente tomándolo con gracia.
-No estoy para bromas, idiota, en verdad exijo que me digas qué es lo que sabes sobre Frisk… para saber en dónde debo forzar la seguridad. –Alegó Flowey queriendo ir al grano del asunto. –Ella corre más peligro de lo que creí y ahora debo lidiar con eso.
-En la tregua tú me pediste que ya no la siguiera investigando ¿recuerdas? –Sonrió el esqueleto metiendo una de sus manos en su saco con cierta fanfarronería, mientras que con la otra aun sujetaba la maceta.
-Pero tampoco me dijiste qué fue lo que ya investigaste de ella.
Riéndose levemente, el mafioso se sentó en el suelo en una posición en la que se sintiera cómodo y dejó la maceta en el suelo a lado suyo dejándolo de ver para enfocarse mejor al frente, como si la puerta del local fuera mucho más llamativa para él que cualquier cosa.
-Realmente no me agradas ni me generas confianza, hierba, pero el que Frisk sí te la tenga a ti es la razón por la cual estoy acudiendo a ti. –Comentó sin hacerse esperar. Tal parecía que el tiempo no era lo que tenía a su favor. –Si te sirve de consuelo, esta podría ser la última vez que me verás en cuanto me brindes la información que necesito.
-¿Y qué es? –La flor omitió lo extraño que había sido todo eso.
-¿Quién es el sujeto que está buscando Frisk?
-¿Acaso me crees tan tonto como para decirte eso?
-Aunque sigas sin creerme, en verdad quiero ayudar. –De su bolsillo, sacó un puro y lo prendió inmediatamente como si ello pudiera relajarlo. Flowey iba a reclamarle que lo apagara de inmediato al serle desagradable el humo, pero el esqueleto fue más rápido en seguir hablando con cierta prisa notoria en su voz. –Lo de Papyrus ha sido suerte, pero ahora el viejo podría matarla si sigue aquí en Snowdin… y en definitiva no quiero eso. Lo mejor que puedo hacer por ella es no volver a estar en su vida para no arriesgarla con eso…
-Coincido en eso. –Interrumpió Flowey con cierta malicia.
-… pero aun así sé que no sería suficiente. Si puede estar a salvo con el sujeto, sea quien sea, que está buscando…
-Aun así no pienso decirte quién es. –Le volvió a interrumpir estando hastiado de lo patético que le estaba pareciendo el mafioso justo ahora. –Ahora tú dime qué es lo que sabes.
Sans se le quedó mirando por un breve momento tratando de ocultar la molestia que le generaba la terquedad de la planta. Pero sabiendo que contaba con poco tiempo antes de que su jefe se diera cuenta de su ausencia e hiciera sus propias conclusiones, sabía que tendría que recurrir a algo mucho más fuerte en cuanto a palabras.
-Aun no lo compruebo como tal, pero todo parece indicar que los humanos que andan vigilando a Frisk son de la yakuza. –Emitió un anillo de humo tras decir eso y se le quedó observando a la planta con su ojo luminoso, dando un tono extraño al oscuro local. –Pero por tu expresión… si a eso se le puede llamar así… tú sabes más al respecto.
-¿Qué te hace pensar eso?
-¿Tal vez porque… –Con lentitud, sacó la daga vieja que había estado guardando en el bolsillo interno de su saco, poniéndola en un acomodo perfecto para que la flor la contemplara y viera con la poca luz que emanaba su ojo el grabado que tenía, a lo cual por primera vez pudo notar que reflejaba alguna emoción fuera de la indiferencia. –… la humana con la que estás es hija de un líder yakuza caído?
-¡¿Dónde sacaste eso?!
Parecía que había hecho un esfuerzo por bajar el tono de su voz, pero su irritación fue más que notoria y Sans fue más rápido en quitar la daga antes de que las lianas de la planta lo hicieran. Ante su reacción más que evidente, el esqueleto sonrió con malicia de por fin tener una respuesta a algo por mucho que no se dijera abiertamente. Si la planta estaba reaccionando de esa forma, era que en efecto se trataba de lo que creía. Aquello no le generaba la satisfacción deseada, pero al menos tenía algo y no permitiría irse sólo con esa poca información.
Si la seguridad de Frisk era lo que estaba en juego, estaba dispuesto a tirar su última carta con tal de lograrlo. Sabía que con eso no se ganaría el cielo tras haber mandado a muchos al averno, pero si podía salvarla a ella de una forma mínima antes de no poder seguir viéndola, estaría más que satisfecho de haber conocido el cielo por la mera existencia de ella.
-En mi defensa, no fui yo quien dio con esto. –Empezó a decir Sans mirando la hoja del arma con tal de continuar con la plática de forma casual, por mucho que la tensión estuviera incrementándose entre ambos. –Pero esto solo fue el detonante para indagar que estaba por buen camino, hehe. Frisk no sabe nada de sus orígenes ¿cierto?
-No… y debe seguir así. –Finalmente admitió mirándolo con odio.
-¿Los yakuza quieren algo bueno con ella o no?
-Eso sí que no lo sé. –La expresión de la flor cambió un poco pese a mantener una notoria irritación. –Creí que ya no existirían nunca más, pero… si el alcalde está tomando medidas serias por ellos…
-¿El alcalde? –Ahora fue turno de Sans de extrañarse con eso.
-Estuve esta tarde infiltrado en una reunión de la alcaldía… y mencionó a su actual líder. –Dijo sin más la flor sin querer entrar a rodeos por mucho que el mafioso quisiera interrumpirle con preguntas. –Dio la orden de detener a cualquiera que presentara facciones orientales con tal de poder dar con él. Eso pone en otro riesgo a Frisk que no tenía contemplado, ya que ella no cuenta con nada de papeles… además de que si son ellos quienes la están vigilando…
-… podrían matarla con tal de eliminar cualquier pista. Si. –Terminó concluyendo Sans con algo de enfado tras dar con eso. Las cosas se estaban complicando más y no tenía mucho tiempo. –Comprendo cómo son las medidas necesarias a tomar en esos casos.
-Odio tener qué decirlo, pero necesito tu ayuda en esto. Puedo mantener a la raya el que Frisk no brinde información a cualquiera, pero no el mantenerla oculta de la ley si eso llegase a pasar.
-¿Y aun así no me brindas la información que pido? Si está buscando a un sujeto en la ciudad, eso podría solucionar el problema para esconderla.
-¡No estaría a salvo con él, estaría en mayor peligro todavía!
Aquello avivó el interés en el esqueleto que había dejado de ver la hora en el reloj de la pared. Si la flor sabía tal cosa ¿por qué estaba dejando que la chica siguiera buscando ciegamente? ¿Qué tanto sabía la planta para hacer tales cosas? ¿Y por qué si sabía que no era de confiar a su perspectiva planteada, aun así le daba cierta esperanza de poder dar con el sujeto que tanto anhelaba encontrar? Vaya mal amigo que era si la mantenía en tal estado.
-Entonces… ¿por qué estás dejando que lo busque? –Cuestionó Sans borrando por completo su sonrisa tras todos sus pensamientos. –Puedes detenerla en cuanto quieras, ya has dejado claro eso.
-Frisk es una terca, no sabe medir las consecuencias de sus actos como ya habrás notado. Lo mejor que he podido hacer es seguirle la corriente en cuanto a eso.
-¿Y qué planeas entonces si da con él?
-No dará con él nunca, así de simple.
-Pero si ella habla de ese tipo con tanto… cariño…
-Frisk no sabe nada de nada. Créeme, es mejor tenerla así.
-¿En ignorancia?
-En protección.
-¿De qué protección hablas si tiene todos los peligros posibles a su alrededor? –Argumentó Sans olvidando mantener su voz en tono bajo ante el enojo que le estaba provocando. – ¿Hay alguien siquiera en su vida en el que pueda confiar ella?
-Si, en mí. Nada más en mí.
-Eso sí que no lo demuestras, planta.
-No lo comprenderías…
-¿Ah no? ¿Por qué tenerla de esa forma entonces?
-¡Porque ya fallé una vez!
Exclamó con tal rabia que Sans pudo sentir como todas las flores presentes temblaron por un breve momento. En verdad no comprendía nada, pero el mafioso podía detectar que algo no andaba bien en la planta si estaba reflejando de alguna forma emociones por mucho que fuesen negativas. ¿Qué no le habían dicho que ese experimento no contaba con alma y por lo mismo no sentía nada? Parecía que desde que había hecho mención de la yakuza comenzaba a perder un aparente autocontrol.
-Esa mala decisión me costó todo… no permitiré que vuelva a pasar. –Siguió diciendo la planta tras bajar nuevamente su voz.
Le era más que obvio que cuando se trataba de un grupo delictivo nada bueno podría salir de algo así (experiencia por huesos propios después de todo), pero aun así sentía que algo se estaba escapando en todo eso. Todavía había varias cosas que aún no cuadraban. Faltaba algo que conectara con todo… ¿pero qué era?
-¿Flowey? ¿Por qué estas gritando?
Los dos presentes se voltearon sorprendidos de ver cómo la dueña del lugar había hecho acto de presencia un tanto adormilada mientras tallaba sus ojos del cansancio. Sans no pudo evitar pensar que se veía un tanto adorable de esa forma pese a saber que no era para nada correcto de su parte estar así en casa ajena y de una dama tan particular como ella.
En lo que se enderezaba para verse de un modo casual, apagando su puro sabiendo que a la florista no le gustaba para nada, la chica finalmente lo notó ahí presente y se abrazó a sí misma un tanto avergonzada de estar con su pijama ante él por mucho que no se notara nada ante la casi inminente oscuridad.
-¿Sans? ¿Qué haces aquí? ¿Estás borracho de nuevo?
-Ehhh…. No. –El esqueleto se maldijo por no haberse mejor desaparecido cuando había tenido oportunidad. –Sólo vine a decir hola.
-¿A las… 3 de la mañana? –Contempló el reloj de la pared algo extrañada.
-¿…Si?
Se encogió de hombros sabiendo que se estaba viendo como un completo tonto ante la chica, sin embargo ella sólo se le quedó viendo por un buen rato un tanto adormecida. Se acercó para tomar la maceta con su amigo del suelo y se levantó con cierta indiferencia, como si ya le diera igual su presencia a tales horas de la madrugada. No sabía si tomar aquello como algo bueno o no.
-Al menos vayamos a la cocina. Prepararé té.
Sin poder negarse a la amabilidad que le estaba brindando pese a la interrupción de su sueño y su hogar, Sans terminó subiendo al piso junto con ella y la flor para terminar esperando en el pequeño comedor. El tiempo límite que se había dado para no levantar sospechas a su jefe ya había pasado, por lo que sabía que estaba mal haber accedido a su ofrecimiento por mucho que realmente no quisiera estar en ningún otro lugar salvo ahí. No podía negarlo, la casa de Frisk la sentía más hogareña y cálida que la que se suponía que era su verdadero hogar.
Mientras observaba cómo la humana hervía algunas hierbas con un sueño notorio, notaba como la flor lo observaba de forma fulminante, como si pudiera correrlo con la simple mirada. Y aunque en el fondo estaba de acuerdo en que tendría que irse… en cuanto Frisk le puso su taza frente a él simplemente no pudo negarse. El olor que emitía el suave humo de su taza le era levemente familiar, mas no supo por qué.
-Gracias. –No supo nada más que decir.
-¿Está todo bien? –Preguntó Frisk en lo que se sentaba en el sitio frente a él y tomaba su taza con sumo cuidado.
-¿Por qué preguntas?
-Hueles a alcohol de nuevo… y a que fumaste.
-Así que oler tantas flores no te ha hecho perder el sentido del olfato ¿eh? –Nuevamente no supo qué decir al respecto salvo eso. En verdad se sentía como un tonto por la culpa de estar ahí, exponiéndola a un peligro sólo porque no quería negarle nada.
-Si… supongo.
La dueña del lugar le dio un pequeño trago a su bebida mientras notaba que el esqueleto desviaba la mirada como si fuera más importante su cocina que lo que pudiera decirle, asumiendo que podría seguir enojado con ella desde el incidente con el señor del parque. Sans siempre se había mostrado interesado en lo que fuera a decir por mucho que ella no supiera a ratos qué palabras emplear en los momentos precisos, por lo que ver que estaba en silencio ahí frente a ella, sin tomar el té que le había preparado y sin decir nada mas… le incomodaba de una forma inexplicable. ¿En verdad seguiría molesto con ella?
Pero entonces… ¿Porqué estaba ahí a altas horas de la noche? ¿Esperaba que le ofreciera de comer lo que había preparado para él y su hermano? Dudaba que fuera apropiado de su parte ahora que había terminado repleto de arañas. Además de que no le parecía sano ni apropiado comer algo fuerte para la madrugada. ¿Pero entonces eso significaba que no había sido él la razón por la que su casa olía a tabaco?
Frisk se consideraba alguien que apreciaba el silencio, pero por primera vez comenzaba a preocuparle tenerlo presente cuando cierto esqueleto insistente tan solo estaba ahí, espantándole el sueño y sin dejarle descansar. Quiso pensar en algo que pudiera ser tema de conversación al menos para no quedarse dormida y no verse grosera del impulso que estaba teniendo de mejor correrlo de sus aposentos, pero su instinto le decía que algo no andaba bien con él. ¿O acaso era que comenzaba a diferenciar entre sus múltiples sonrisas?
Recordando lo que le había preguntado Mettaton y ahora que lo tenía al frente, realmente seguía sin tener una respuesta clara. ¿Qué era Sans para ella? La primera respuesta que le llegaba a la mente era que se trataba de un mafioso… pero le era claro que no era la respuesta que estaba buscando al respecto.
-Sans, si no tuvieras que ser mafioso ¿qué te habría gustado ser?
El mencionado se giró hacia ella sorprendido de que fuese una pregunta así en particular la que le hiciera. No sólo se trataba de algo muy personal, sino que era hasta cierto punto una forma de afirmar que buscaba razones para agradarle pese a las posibles molestias que le estaba causando en ese momento. No pudo evitar sonreír como bobo ante ese pensamiento esperanzador, sin embargo su gesto fue opacado rápidamente por un deje de nostalgia nada gratificante para él.
¿Qué le habría gustado ser? Hacía mucho que no pensaba sobre eso, tanto que lo sentía como algo muy fuera de sí mismo. Algo que no le pertenecía.
-Cuando era niño… quería ser músico.
Frisk no pudo evitar mostrarse sorprendida con eso. Lo cierto era que no había pensado en alguna profesión en específica que encajara con él, pero músico era algo que en definitiva no se hubiera esperado de su parte. Y no sabía si era porque estaba acostumbrada a ciertos gestos de su parte o era el alcohol que tenía encima, pero era la primera vez que podía contemplarlo con esa sonrisa tenue en particular y con una mirada distante mientras sujetaba sus manos hacia el frente. Le daba la impresión de que por primera vez estaba viendo a su verdadero yo, nada de apariencias bromistas o coquetas, lo que le confirmaba que constantemente mostraba una postura defensiva sobre su persona que no lo delatara como el delincuente que venía siendo… ¿tal vez por protección? No estaba del todo segura.
Esperó pacientemente a que le dijera algo más, pero al notarlo perdido en sus pensamientos, Frisk sintió que había sido en extremo personal la pregunta que le había hecho y estaba por disculparse, pero el esqueleto soltó una ligera risa antes de que hiciera algo más como si hubiera previsto toda su intención.
-Seguramente piensas que es algo ridículo ¿cierto? –Cerró sus cuencas mientras mantenía su tenue sonrisa. Se le notaba cansado.
-Para nada, creo que es interesante. –Comentó con sinceridad y algo preocupada de que pensara que fuese ridículo la dedicación a un arte. – ¿Sabes tocar un instrumento?
-Mi madre me había enseñado a tocar el piano… pero yo le agarré más el gusto a los instrumentos de viento. –Se encogió de hombros mientras abría sus cuencas lentamente. –Mi favorito es el trombón.
-¿Tienes pulmones para eso?
-¿Es otra de tus preguntas discriminatorias sobre esqueletos? –Su sonrisa burlona volvió mientras se giraba hacia ella.
-En realidad lo digo por lo que fumas. –Se sonrojó un poco al recordar la vez que le había cuestionado si "tenía corazón" y que se tomara literalmente de esa forma, pero no había podido evitar cuestionar eso ante lo que le dictaba una lógica visible. – ¿Qué eso no es malo para la profesión? ¿O… algo?
-Como ya te habrás dado cuenta, al final no me dediqué a eso. Así que no hay problema.
-Pero si realmente si tienes pulmones… o algo así… de cualquier forma si es malo para tu salud ¿no?
-Awww ¿Te preocupas por mi salud, bonita? –Su postura burlona y su sonrisa coqueta habían vuelto a hacer acto de presencia. Ante la última palabra, Flowey se giró hacia el esqueleto con tal brusquedad que casi parecía haberse roto el tallo. –A este paso no podrás negar que realmente te agrado.
Frisk no dijo nada al respecto al hastiarle tal insistencia de su parte, pero en el fondo sabía que había algo de cierto en ese argumento tras haberlo pensado por su cuenta recientemente. Pudiera ser el caso de ser el único ser, además de Flowey o su familia, con el que podía tener una conversación más abierta sin necesidad de preocuparse de lo que fuera a decir. Y era raro considerando el hecho del peligro que implicaba relacionarse con un delincuente como él.
Agradarle… realmente quería pensar que era así ¿Pero y si era malo dejarse llevar por eso? ¿Y si al final se trataba de una fechoría de su parte?
-¿Y bien? ¿Cuál es tu sueño en la vida? –Sans irrumpió sus pensamientos.
-Tener a mi familia bien. –Contestó en el acto teniendo la respuesta casi de forma instantánea, pero le extrañó que el esqueleto estuviera aguantándose la risa ante eso.
-¿Enserio? ¿Así de simple? –Se bufó ante el desconcierto de la humana. –Te has mostrado tan fuerte, decidida y valiente… que uno juraría que tu sueño sería más ambicioso como conquistar al mundo o volverte la primera presidente de la historia.
.Me halaga que pienses así de mí… creo. –Pese a que se le hizo extraño su comentario, aun así esbozó una sonrisa cansada a modo de empatía. –Pero no me interesa nada de eso.
-¿Y no hay nada más que te interese?
-Me… gustan las flores. –No pudo reprimir un leve bostezo.
-Eso me es evidente. –Rio el esqueleto con mirada igualmente cansada. –Entonces supongo que tu plan de vida sólo es tener tu florería y ya.
-No me… interesa nada más.
Después de eso se quedaron tanto tiempo en silencio tomando levemente el té, que Sans se percató muy tarde de que la humana se había quedado dormida sobre la mesa hasta que notó que la flor parlante había estirado dos lianas para cargarla con suavidad. Sabiendo lo complicado que sería eso (y que no le permitiría siquiera acercarse a ella) evocó su magia para levantarla y llevarla poco a poco hacia su habitación, a lo cual la flor terminó accediendo sabiendo que no tenía la capacidad de hacerlo por su cuenta dada su notoria debilidad temporal. Aunque su curiosidad había sido muy grande, evitó en todo momento dar un vistazo a su cuarto y la dejó rápidamente en su cama sin que ella se percatara ante un gran cansancio que tenía encima.
Que mal… siquiera había podido despedirse apropiadamente. Pero al menos había tenido la oportunidad de tener una de sus fantásticas conversaciones.
-Ahora lárgate. –Susurró Flowey en cuando el esqueleto volvió al comedor. –Me es evidente que no me ayudarás a mantenerla oculta.
-Sólo puedo tenerla oculta de un peligro. Y ni siquiera creo poder lograrlo por mucho tiempo. –Comentó Sans mientras se reprimía las ganas de ver a la humana dormida. –El resto te corresponderá a ti dado que no piensas decirme nada. El viejo sospecha de mí y no se contendrá en hacer algo al respecto si considera que es un problema a deshacerse si mis sospechas llegan a ser acertadas, así que tendrán que irse de aquí al amanecer. Yo... haré lo que pueda para despistarlo de cualquier intento, así que sean rápidos. Snowdin no será seguro para ella ahora.
-No hay otro lugar al que quiera ir ella por ahora.
-Entonces regresen al lugar de donde vinieron.
-Ella no querrá. –Atajó de inmediato costándole trabajo seguir susurrando.
-Entonces tendrás que convencerle. –Se giró para evitar más complicaciones internas teniendo la habitación de la chica abierta. –Si sólo te tiene a ti, demuéstralo, hierba.
Sin decir nada más, el esqueleto se desapareció de la nada al igual que como había venido. Flowey se quedó contemplando por unos breves minutos el punto fijo en donde el mafioso se había ido meditando con seriedad sus palabras, detestando el hecho de estar de acuerdo en algo con él.
Era momento de decirle adiós a Snowdin.
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Antes que nada, les comento que ahora se cuenta con un grupo de amino en el que varios están subiendo fanarts, compartiendo sus teorías y muchas cosas más sobre varias cosas que hago. Por lo que los invito a MichSonrisas Amino para más cositas n.n. Varios fanarts que suban ahí los mostraré en algunos de los videos que haga sobre clips de ambos fanfics o sobre la señorita sonrisas (los que me han dibujado a mi tienen el cielo ganado con todo y zapatos, aaaaaahhhhh! ).
Los amo!
Michi fuera!
:)
