El invierno era una época que todos los que vivían en Snowdin detestaban. El frío siempre presente era tan lúgubre que era contagioso en los mismos seres. Pero para Fuku, cualquier estación del año era lo mismo, una temperatura que tenía negada por su simple naturaleza con la que había venido al mundo. Y era una verdadera pena para ella, ya que internamente deseaba poder sentir alguna vez en su vida aquel frío del que todos se quejaban, comprender las quejas al respecto cuando visualmente era la época que mejor aparentaba Snowdin. La nieve era verdaderamente hermosa a comparación de tanto gris en los alrededores constantes.
Mientras caminaba, contemplaba algunas vitrinas en espera de poder dar con el regalo perfecto para su tío. La navidad estaba tan cerca que quería estar lista lo más pronto posible, aun cuando no pudiera conseguir algo bueno con tan poco presupuesto consigo. Su mesada no le daba para tanto.
-¡Hey Fuku! –Aquella exclamación le hizo girarse de inmediato, contemplando cómo su amiga púrpura corría rápidamente y deteniéndose de golpe tras estar frente a ella. –Te saltaste las clases de nuevo ¿eh?
-Es inútil estar en esas cuatro paredes, siempre nos dicen lo mismo. –Bufó con enfado de que sólo le hubiera buscado para eso. –Desearía que al menos fuera un monstruo quien nos diera clases y nos comprendiera sobre por qué no todo el tiempo podemos contener nuestra magia.
-¿Tu tío sigue sin saber de ese incidente?
-No creo que tenga por qué saberlo, ya tiene otras cosas en qué pensar.
Comenzó a caminar lentamente, observando las demás vitrinas a su paso mientras era ahora acompañada por su amiga. No tenía ganas de llegar pronto a su casa si se suponía que aún se encontraba en la escuela, por lo que toparse con Skate era una excusa para alargar su recorrido. Todavía quería encontrar un regalo que se apegara a la cantidad monetaria que tenía consigo, pero era bastante complicado al ver que gran parte de los productos habían aumentado de precio o no podía entrar por esos estúpidos letreros que le negaban ingresar por ser un monstruo. En verdad que odiaba todo eso.
-Hablando de tu tío… Es amigo de ese esqueleto sonriente, ¿cierto?
-Para mí desgracia, sí.
-¿Sabes si es cierto lo que dicen de él? ¿Eso de que tiene a una humana como amante?
-¡Pfff! ¿Quién en su sano juicio crearía esa clase de rumor? –Se burló en el acto, dirigiéndole de nuevo la mirada a su amiga. –Ese idiota es un vagabundo sin futuro del que nadie se fijaría.
-Bueno, a mí me parece alguien atractivo.
-Asco con tus gustos.
-Jajajajajajajajaja, vamos, solo tengo curiosidad. –Continuó la joven monstruo mientras seguían caminando. –Muchos han estado hablando de que se trataba de la florista que tuvo la explosión por fuga de gas. Pero Nike dice que su vecino dijo que su primo vio cómo la familia esqueleto la salvó antes de la explosión. Quería saber si era cierto.
-No he oído nada de eso, aunque puede que se deba que no me importan esa clase de cosas. –Señaló con algo de frialdad en su voz, queriendo concentrarse en los aparadores a la vista y deseando que pudiera entrar en alguno que diera con el regalo perfecto. –Ese esqueleto sólo le ocasiona problemas a mi tío. Detesto cada vez que lo veo tan campante en el bar, sin pagar nada de lo que consume, pidiéndole cosas ilegales…
-Tal vez acepta todo eso porque le tiene miedo. –Señaló Skate tratando de analizar la situación. –Con eso de que es un mafioso temido…
-No, no es esa clase de miedo al menos. Más bien creo que le recuerda… a cómo era convivir con mi papá.
Se detuvo nuevamente tras ese pensamiento, disimulando su leve tristeza observando los pasteles que se contemplaban a través del cristal, tales delicias que no podría obtener con tales precios elevados por la época navideña. Era pequeña en aquel entonces como para poder memorizar cada detalle de esos tiempos, pero tenía presente de algún modo lo bien que se llevaban entre insultos y bromas que no lograba comprender en aquel momento. Ahora su tío era todo lo que tenía y en verdad le dolía lo tanto que se arriesgaba manteniendo una amistad tan peligrosa. No quería perderlo también a él.
También sabía del sacrificio que hacía su tío para que ella tuviera la oportunidad de una vida escolar. Sans podría tener razón en cuanto contar con ese beneficio que muchos monstruos como su amiga Skate no tenían, pero estaba harta de que se reprimiera tanto su naturaleza no compatible con los intereses de los humanos.
Si sus padres hubieran usado su magia en aquel momento… estaba segura de que no habrían muerto.
No quería problemas, deseaba que todas esas barreras acabaran para que no hubiera más muertes insensatas. Quería que se tuviera equidad en la ciudad, que los humanos comprendieran que podían tener los mismos beneficios de los que ellos gozaban, pero en cuanto hubiera tantos malos ejemplos andando tan campantes como Sans, en verdad que ese futuro parecía estarse alejando más y más. Esa sublime visión por la cual luchaba junto con varios más que estaban dispuestos a despertar.
-¿En verdad no sabes nada…?
-Que no. –Comentó de inmediato, sin apartar la vista de los pasteles que claramente no le interesaban.
-Bueno, bueno, no te insisto más, jeje. –Rió la joven monstruo sin preocuparle en lo más mínimo su reacción tan cortante. –Vaya, para ser alguien de fuego, eres bastante fría cuando te lo propones.
-De alguna manera tenía que encajar con este lugar ¿no?
Prosiguió con su lenta caminata sabiendo que continuaría siendo acompañada en su búsqueda sin siquiera pedírselo. Aunque fueran de temperamentos diferentes, realmente la consideraba su mejor amiga al estar juntas en la misma lucha. Skate estaba de acuerdo en el hecho de que las cosas mejorarían si un monstruo tuviera las mismas oportunidades, incluso ella deseaba poder ingresar a un club deportivo algún día. Los deportes en ámbito profesional, así como muchas cosas, no se les tenían permitido. Y si bien estaba luchando en las manifestaciones que organizaban, la posibilidad de que aquello pudiera lograrse era casi nulo al ser también mujer. Ambas estaban destinadas a permanecer en algo que a ninguna de las dos les parecía tentador a futuro.
O lograban casarse con cualquier hombre para poder ser mantenidas de algún modo, o les esperaría miseria total al haber trabajos muy limitados para mujeres que además eran monstruos. Era por eso que había tantos matrimonios infelices, pensaba Fuku con seriedad.
-¿Por qué crees que al esqueleto sonriente le diera por tener a una humana de amante? ¿Se habrá hartado de las monstruos?
-¿En verdad no vas a dejar ese maldito tema? –Preguntó Fuku con total hartazgo.
-Eres la única que conozco con la que pudiera hablar de ese tema. –Se excusó con algo de gracia en su tono de voz. –Sólo piénsalo, además de la incompatibilidad genética, está prohibido las relaciones amorosas entre monstruos y humanos, incluso es ilegal que adopten especies que no sean semejantes como para que existiera esa clase de familias. Si es verdad esto, ¡es un verdadero escándalo!
-Skate, en lo que menos quiero pensar, es en la posible patética vida amorosa de un vagabundo como ese. –Aclaró de una buena vez con toda la paciencia posible que le quedaba en cuanto al tema. –Créeme, nadie en su sano juicio, además de la rara de ti, encontraría "atractivo" a alguien como él. No tienes ni idea de la cantidad de alcohol que ingiere diario, ni de su facilidad de dormirse literalmente en donde sea. Si para un monstruo es un don nadie, para una humana mucho menos.
-Hey, estás opinando como los demás.
-¡Aggh! Es que no entiendes nada.
-No, tú no entiendes nada. ¿Qué no lo estás viendo? Si una humana está interesada románticamente por un monstruo… significaría que nosotros tenemos razón de que podemos convivir en equidad. De que hay humanos dispuestos a comprenderlo. ¡Que nuestra lucha es real y posible!
Nuevamente Fuku se detuvo, pero ahora no fingió estar interesada en alguna vitrina cercana. En verdad que no lo había pensado. Sans, el que tanto le criticaba y burlaba por sus ideales, ¿realmente la comprendía de algún modo? ¿El integrante de una familia mafiosa que públicamente detestaba a los humanos? Sonaba bastante absurdo, aunque conociendo a ese esqueleto… sí que era bastante raro en sus cosas, por lo que la posibilidad de que en verdad estuviera manteniendo un romance con una humana, era bastante interesante ahora que lo pensaba con mayor seriedad.
Sans era una cosa anormal, pero una humana… ¿sería verdad o simples rumores que se inventaba la gente? Tanto tiempo deseando de que hubiera aunque fuera un simple humano que pudiera comprender que monstruos y humanos pudieran tener los mismos privilegios, ¿y Sans la había tenido consigo todo ese tiempo? Si se trataba de una humana que quisiera entablar una relación romántica con un monstruo, significaría que también querría que tuvieran los mismos derechos, las mismas oportunidades, un buen futuro. Y el que todos estuvieran prestando atención en ese tema preciso, dejando de ignorar o aparentar que no pasaba nada…
-¿Entonces hablas de hacer ese par… como un símbolo de nuestra lucha? –Concluyó la chica flameante, tras pensarlo con detenimiento.
-¡Por fin lo comprendiste! –Exclamó contenta su amiga, casi queriendo aplaudirle y siendo detenida en el acto por su mirada de advertencia. –Todos hablan de eso como algo indignante, pero en caso de ser real, hace más sólida la situación. Ruido que no hemos podido generar en meses. Así que si sabes algo…
-Está bien… le preguntaré a mi tío qué es lo que sabe al respecto.
-¡Gracias! ¡Eres la mejor!
Tras varios locales recorridos, finalmente la chica púrpura se despidió con una gran sonrisa y corriendo rápidamente como sólo ella podía hacerlo. Fuku se quedó contemplando un momento cómo desaparecía de la vista, mientras pensaba todavía en aquel tema que terminó bombardéandola mentalmente.
Su meta de obtener un buen regalo para su tío había desaparecido tras eso.
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El recorrido en el automóvil lujoso era de lo más extraño para Undyne, pero de igual forma no pensaba en quejarse por ello tras agradecer tener que separarse de aquella pareja de canes. Escucharlos cómo copulaban casi todas las noches era un verdadero fastidio. Consideraba como una falta de respeto que fueran tan escandalosos en una casa que no les pertenecía. No cabía duda de que la generosidad de Gerson no tenía límites, al igual que su tolerancia aparentemente.
Tras varios días desde el atentado a la florería, Undyne estuvo conviviendo con los nuevos visitantes de la tortuga al estar todos en la misma casa elegante. Aunque fueran todos unos perros (en varios sentidos de la palabra), no parecían agradarse los unos a los otros por lo que podía percibir, los conflictos entre ellos parecían ser comunes sin llegar a lo físico. Respetaban a Gerson de una manera destacable, pero los comentarios que hacían a sus espaldas eran tan desagradables que más de una vez tuvo que intervenir al ser una gran falta de respeto. De eso sólo obtuvo gruñidos o risas burlonas, pero no parecían tener intenciones de agredirla directamente. Aunque claro, las posibilidades de que ella no les agradaba eran muy grandes. Incluso podía apostar de que hablaban mal de ella a sus espaldas al igual que como lo hacían con Gerson.
Era un mal ambiente… pero le recordaba levemente a cómo había sido su estadía en la comisaría. Entre policías y detectives no se agradaban entre ellos, pero en cuanto todos hicieran su trabajo, el jefe no le importaba esa clase de detalles. Incluso sabiendo que él mismo no agradaba a todos.
Porque eso era la vida laboral en una gran ciudad… un conjunto de hipócritas deseando verte caer para poder pisotearte. Un océano rodeado de distintas especies en busca de sobrevivir como pudieran. Un océano donde el tiburón es el ser más temido… y ella estaba dispuesta a ser uno.
Aunque claro, parecía estar a punto de conocer a uno mucho más grande.
Gerson le había indicado la noche anterior de que por fin le presentaría a su amigo con el cual colaboraba. Undyne no se mostró insegura en ningún momento tras sentirse halagada con todo trato, pero ahora que parecía estar entrando en los terrenos de dicho sujeto, estaba realmente asombrada de lo inmenso que era su hogar. Y siendo tan sólo una entrada.
La cantidad de flora en el camino era realmente sorprendente. No entendía por qué con tanto lujo que pudiera darse alguien con una mansión tan inmensa, se limitara exclusivamente a decorar con flores en el entorno. No fue hasta que observó a lo lejos a algunos monstruos recolectando minuciosamente las flores al igual que algunas hierbas, pareciendo que se trataban de agricultores exclusivos, que intuyó de que tenían algún uso tales plantas además de sólo ser decorativas como si de una colorida entrada se tratase.
Alguien rico y con antecedentes mafiosos… no tuvo que pensarle demasiado para concluir que se trataban de hierbas destinadas a volverse drogas ilegales. Aquello le inquietó en mayor manera y sin poder reflejarlo a su acompañante que iba de lo más tranquilo a lado de ella en la parte trasera del auto. Estaba agradecida con las acciones del señor Gerson y su hospitalidad, además de la oportunidad que nadie más le había brindado de poder tomar justicia con sus manos. Y aun cuando no fue victoriosa su estrategia, (con varias muertes cobradas en el proceso) Gerson le había atendido de la misma manera tan amable como lo había sido desde el principio sin preocuparse del resultado catastrófico. Por lo que su oferta de hablar con alguien más importante para ofrecerle una propuesta de trabajo acorde a sus habilidades, era más que un honor que no podía rechazar.
Pero conforme se acercaban al lugar, pensaba seriamente en las palabras de la prostituta acorde a la extraña libertad que ahora tenía siendo una muerta registrada. Y por muy extraño que pareciera, había percibido que aquella humana se lo decía tan enserio tras esa sonrisa burlona. Detestaba sentirse de ese modo tras estar a minutos de llegar con aquel sujeto importante, pero la forma en la que parecía querer arrojarse en aquel peligroso precipicio, le indicaba de muchas maneras que realmente prefería la muerte verdadera que sólo ser alguien que el mundo dio por hecho de que ya no estaba. ¿Qué agonía tendría que estar pasando para lamentarse de ese modo con una sonrisa en su rostro? Había sido una chica muy extraña, pero no era alguien quien podría olvidar por más que quisiera. Una completa desconocida que le conoció más que muchos seres, y siendo el caso de que sólo un par de veces coincidió con ella.
En cuanto Papyrus… tampoco podía quitarse de la mente la acusación que le hizo sobre no ser tan diferente de él, si estaba accediendo adentrarse a un mundo delictivo. Pero él más que cualquiera debería de poder comprenderla ¿cierto? ¿O acaso eran tan distintos ahora… que todo aquello que fueron ya no existía nunca más? Pensar en eso le generaba una incomodidad tan grande que no sabía expresar con palabras claras.
Fuera lo que fuera, le había prometido que sólo ella los detendría de sus fechorías… y lo cumpliría sin importar el medio ahora.
-Bienvenido sea, señor Doom. –Un mayordomo con apariencia de búho les atendió en cuanto bajaron del auto. –Y señorita…
-Fisher. Undyne Fisher. –Contestó con calma la tortuga, sonriéndole en el proceso. –Me parece que nos esperan en su oficina. No queremos hacerle esperar.
-Por supuesto, los acompañaré.
Al entrar en la mansión, para su sorpresa aun había varias flores en la entrada, pasando sobre lo que parecía ser una cúpula de cristal con sus flores más preciadas si las tenía separadas del esto. Y si bien era impresionante y sumamente bello ante sus ojos, la leve angustia que comenzaba a experimentar era más grande que cualquier sentimiento que pudiera generarle la vista. Había olvidado preguntar sobre algo importante y hasta ahora lo recordaba.
-Si se me considera muerta, ¿es importante que se sepa quién soy realmente? –Preguntó la anfibia mientras caminaban hacia su destino. –Usted aun no me dice a quién voy a dirigirme en cambio.
-Oh, son gajes del oficio. Nada de qué preocuparse. –Contestó la tortuga mientras andaba con su bastón a modo de apoyo. –A mi socio le gusta estar bien informado antes de cualquier presentación por simple seguridad. Y en cuanto a que no he dicho su nombre aun… es porque a él sólo le gusta presentarse. Nadie dice su nombre con total confianza.
¿Y ahora se lo decía cuando estaban dentro de la impresionante mansión? Aquello avivó su estado de alerta, pensando seriamente si debió pensarse con mucha prudencia el aceptar tal cosa. No tenía escapatoria alguna si ahora se estaba adentrando lo suficiente para planificarse una salida, así como no poder inventarse una excusa a última hora para zafarse de una situación que en un principio ella había accedido. ¿Pero qué demonios le pasaba ahora? No debía de ponerse tan nerviosa por un simple detalle que aquel sujeto podría haber obtenido en cualquier registro sobre su muerte ¿cierto? No había nada más de que preocuparse… ¿cierto?
Si estaba cometiendo un acto tan imprudente como lo había hecho en el prostíbulo… No, no podía seguir cometiendo esa clase de errores. No podría correr con la misma suerte, si se podía llamar de algún modo.
Mientras se encaminaban a su destino dentro de las grandes paredes, Undyne quedaba impresionada con el hecho de parecer una casa para un ser de grandes dimensiones. Las puertas parecían ser de una forma tan amplia, que podría asegurar que podrían entrar elefantes sin problema alguno. Ni siquiera ella usando tacones podría evitar sentirse pequeña entre los pasillos.
Cada rincón parecía ser sumamente seleccionado con elegancia y orden… hasta que contempló una de las paredes raspadas con tal profundidad que por un momento pensó en detenerse por el asombro. Era un zarpazo de lo más impresionante ¿y al resto no parecía preocuparle? No había rastro de sangre ni polvo en esa pared, pero no dudaba que cualquiera podría haber muerto con tal ataque. Y mientras seguían caminando, había más y más paredes con lo mismo.
¡¿Qué demonios había provocado tal cosa?!
El búho se detuvo en una puerta y voló un poco para abrirla y darles el paso, mas no los acompañó dentro y dejó que estuvieran solos en aquel extraño lugar. Parecía ser una oficina a lo que indicaba el gran escritorio situado en el fondo, pero las grandes ventanas sin vidrios tras un evidente rompimiento… Realmente se sentía inquieta con todo, por lo que se preparó mentalmente en atacar de ser necesario para salir. Al menos ya había encontrado una posible escapatoria.
La aparición de la esposa de Gerson le calmó solo un poco, sintiéndose en la mayor compañía posible ante conocidos para convencerse de que nada malo estaba pasando, por mucho que su propia intuición le quisiera indicar lo contrario. Eran seres amables, seres que le habían dado hospedaje sin miramiento alguno, seres que la comprendían en verdad. Aunque Papyrus se suponía que la comprendía…
Sacudió su mente al no querer darle espacio a eso. Era el peor momento para titubear por sentimentalismos que ya no iban al cabo, se recordó. Pero en cuanto vio que tal monstruo entraba sin preocupación alguna, realmente tuvo que contenerse de no invocar sus lanzas en ese instante.
El cuerpo policiaco tenía registros de varios delincuentes en la mira, pero sólo había de uno que tenía la indicación de "tirar a matar" de ser necesario. Un monstruo que catalogaban como "bestia" por mucho que fuese un término despectivo, pero que no lograban tener una mejor descripción para dejar en claro de porqué causaba un terror atroz tener la posibilidad de estar frente a él.
Apodado por algunos como "El Gran Don" por causar un gran temor y admiración de otros jefes de la mafia, doblegándolos a sus propios intereses. Alabado por otros como "El rey" por el poder que tenía consigo sin necesidad de presentarse en algún sitio. Pero para la autoridad, sólo era Asgore Dreemurr, la bestia de Ebott city.
Había leído descripciones en informes policiacos, pero ninguno se le acercaba a comparación de lo que tenía en frente. El tamaño era bastante superior a cualquier monstruo que conociera de su existencia, pero estaba segura de que su pelaje y cuernos jugaban un papel importante en tal impresión. Aunque las garras repletas de anillos y ojos dorados eran mucho más llamativos que todo lo demás, a su perspectiva. Era un monstruo jefe en todo el sentido de la palabra.
Undyne no pudo evitar dar un paso hacia atrás en cuanto el monstruo jefe avanzaba cerca de ellos, pero el descomunal monstruo simplemente se rió de su reacción y se sentó frente a ellos sin darle importancia.
-Por tu reacción, jovencita, diría que sabes quién soy. –Sonrió el monstruo con algo de gracia, mostrando sus colmillos blancos como marfiles y seguramente afilados que podrían arrancar cabezas de un solo mordisco. –Bien, así me ahorraré algunas presentaciones. Gerson, Alphys, pueden dejarnos solos un rato.
Ni siquiera había sido una sugerencia o pregunta lo que había indicado, sino una completa orden que fue ejecutada sin titubeo alguno. La anfibia contempló con cierto temor que le dejaran sola ante tal monstruo de terrible reputación, pero Gerson le sonrió con calma antes de retirarse por completo, tratando de comunicarle que no había nada de qué preocuparse.
-¿Té?
La voz calmada del monstruo le hizo volverse hacia él de nuevo, el cual comenzaba a servir en unas tazas dicho contenido hirviendo a lo que le indicaba el humo. Ni siquiera había esperado su respuesta para servirle o no, dando por hecho de que tomaría junto con él.
-Ah… no, g-gracias.
-Descuida, no está adulterado ni envenenado. –Volvió a sonreír el monstruo, pasándole de igual manera la taza que se veía bastante pequeña entre sus garras. Por mera cortesía y sin saber qué hacer realmente, Undyne terminó tomándola entre sus manos. –Supongo que no fue una buena experiencia la que pasaste con eso.
-¿Cómo…?
-Ya sé algunas cosas sobre ti. Undyne Fisher, participante del programa de inclusión por parte del Sindicato de Trabajadores Monstruo. Secretaria de la comisaría ubicada en Waterfall... Debiste tener un gran perfil para estar en ese puesto, ¿no? –Continuó el Gran Don sin esperar a que terminara su pregunta. –Aunque sabiendo cómo laboran en el mismo sindicato, supongo que hiciste algo para poder tener la oportunidad en algo tan específico. Dime qué fue.
Nuevamente su tono con excesiva confianza le indicaba que no le preguntaba por mera cortesía, ni porque quisiera entablar una conversación amistosa por mucho que quisiera aparentarlo con su sonrisa, sino porque realmente demandaba saberlo de su propia versión. No le cabía duda de que el monstruo frente a ella sabía del temor que generaba con su presencia y no dudaba en aprovechar esa situación. Algo incomodada y molesta con ese hecho, se apuntó mentalmente en no dejarse doblegar ante eso. Si Gerson, siendo tan amable y atento confiaba en ese sujeto, debía de averiguar el porqué de la forma más diplomática posible. Aunque ahora que lo pensaba, también podría ser por el miedo que generaba ¿cierto?
-Hice un trato con la líder sindical, de mantener comunicación conveniente para ella cuando lo solicitara, eso incluso disminuía mi tasa de impuestos. –Contestó finalmente tras sentirse más segura de sí misma.
-Ya veo… Bien, dejaré eso para luego. –Habló para sí mismo el monstruo y suspiró con evidente falsa resignación. Se apoyó sobre su escritorio, mostrando lo musculosos que eran sus brazos con ese simple movimiento casual. –Ahora cuéntame sobre cómo te sentirse sobre matar por primera vez.
-¿Disculpa? ¿Cómo es que usted…?
-Jovencita, si le estás dando demasiada importancia en cómo es que sé un par de hechos tuyos, significa que eres una pececilla más en este océano lleno de oportunidades a la vista, temerosa de su propio potencial por querer apegarse a reglas puestas por seres que te quieren doblegada. –Nuevamente suspiró tras rodar sus ojos dorados con leve aburrimiento. –Jamás podrías haber sido una policía con un comportamiento así. Parece que nunca lo intentaste realmente.
Cada palabra suya ardía de tal forma que Undyne estaba por romper la taza que tenía entre sus manos. Si no fuera por la prudencia que le quedaba, habría terminado arrojándola sobre la cara del sujeto ante ella. ¿Qué nunca lo intentó realmente? ¿Quién se creía ese sujeto de opinar algo así? ¡No tenía ni idea por todo lo que tuvo que pasar! Cada vez comprendía menos sobre porqué Gerson quería presentarle un sujeto así.
-Si tuvieras verdadero sentido de vocación, habrías intentado entregar a aquellos tipos que atentaban contra tu integridad a sujetos uniformados que solo ven por humanos. Pero en lugar de eso… los mataste y te fuiste del lugar.
-No aparente conocerme, no tiene ni idea de quién soy realmente. –Finalmente contestó al no soportar que le siguiera insultando de tal manera, por mucho que dolieran sus palabras. Dejó la taza sobre el escritorio al no poder contener sus ganas de arrojársela directamente. –Podrá saber uno que otro dato sobre mi pasado, pero no pretenda saber qué es lo que quiero o quién soy.
-Pues si fueras realmente una aspirante a policía, habrías intentado detenerme en el momento en el que me viste. Habrías reportado a Gerson al saber que formaba parte de un grupo delictivo. Habrías huido en busca de cualquier autoridad para reportar lo que hay aquí… pero nada de eso hiciste. –Tomó su propia taza de un sorbido y sin importarle qué tan caliente estuviera. Después de ello volvió a mirarle fijamente con ese deje de burla hacia su persona que no le estaba gustando para nada. Podría jurar incluso que parecí querer provocarla si seguía de ese modo. ¿O era un exceso de confianza sobre su propia fuerza? No estaba del todo segura. –No, no quieres ser policía, sólo estás enojada con una vida que consideras que no ha sido agradable contigo. Lo que quieres es desquitarte con algo, mientras esperas que finalmente te alaben por eso para formar parte de algo que claramente no le importarás nunca. Tu inseguridad y falta de aceptación de ti misma es tan evidente, que no me cabe duda de que los abusos que han hecho hacia ti fueron por eso.
-¡¿Y usted cómo podría saber eso?! ¡No tiene ni idea por lo que he tenido que pasar! –Exclamó Undyne molesta con todo su discurso. Incluso sintió un cosquilleo en sus manos que le indicaban que podría invocar su magia en cualquier momento.
-Todos tenemos una historia que contar, jovencita. Pero mientras sigas viendo por un sistema que te quiere de rodillas, jamás serás la triunfadora, jamás podrás ser fuerte.
-¡Yo soy fuerte!
-¿Y de qué te sirve la fuerza si no la usas? –El monstruo jefe volvió a servirse el té con sumo cuidado, lo cual era sorprendente que no se le rompiera con su simple agarre. –¿De qué te sirve tener magia si no piensas usarla cuando tu instinto te lo indica?
Tras eso último, instintivamente Undyne oprimió sus puños al ver que había sido descubierta. Pero aun así el ser delante de ella no se veía molesto en absoluto, incluso podía jurar que había una indiferencia de si le quisiera atacar o no, de si le agradaba o no. Era un ser muy extraño con unas palabras bastante crudas… y con toques realistas por más que le doliera en el orgullo. Le había dicho una verdad que ella misma no había querido reparar por simple negación, queriendo apegarse a sus principios pese a que sus manos ya estaban manchadas.
Ella estaba molesta con el sistema, aquello que sólo parecía favorecer a los humanos mientras los monstruos debían escarbar como pudieran para sobrevivir ante tantos límites. Había sobrevivido a esas injusticias con un gran precio de por medio. Su propia vida en anonimato, su ojo, su trabajo, su integridad… habían sido demasiadas pérdidas en tan poco tiempo, y sin embargo, seguía de pie. No le cabía duda, ella realmente era fuerte. No necesitaba que alguien más le dijera que no, ni tampoco estaba para permitirlo.
Tras permanecer sentada y en silencio, estuvo dispuesta a ponerse de pie para retirarse con cordialidad y alerta permanente por si las cosas se agravaban, pero tal parecía que la sonrisa del monstruo le indicaba que podía percibir sus intenciones como si se tratase de un libro abierto para él. Aquella sonrisa repleta de colmillos no le agradaba del todo.
-Antes de que quieras retirarte, quiero hablar de algo contigo que pudiera ser de tu interés. –De su saco, sacó varios puros y los prendió todos con su pulgar que emitía una pequeña llama, indicándole que no sólo debía de preocuparse de su evidente fuerza descomunal. –Supe que habías salvado a una niña de unos humanos, así que quiero compensarte.
-¿Qué?
-Si tanto te interesa el trabajo que tenías, aun cuando se tratara de tenerte doblegada, así como la patética vida que tenías antes… todo eso puedo devolvértelo con una llamada. –Por primera vez en la reunión, Undyne podía percibir amabilidad e interés de parte suya pese a la ligera arrogancia que irradiaba con su simple mirada. –Puedo arreglar eso con la líder sindical y sería como si nada hubiera pasado, oh… por fin despertar de una realidad y descubrir lo que este mundo tiene en verdad para ti.
-Me suena a que quisiera algo de mí a cambio. –Jactó de inmediato sin permitirse morder el anzuelo que claramente le había lanzado. Después de todo estaba tratando con un delincuente peligroso del que se suponía que estaba dispuesta a trabajar con él antes de saber de quién se trataba realmente. –¿Cuál vendría siendo su precio?
-Yo no pido mucho, sólo que no sirvan a ninguna causa que favorezca a los humanos. Yo no quiero a nadie de rodillas, yo quiero a todos los monstruos de pie, luchar por nuestra libertad.
-Lo que usted hace no favorece en nada a ningún monstruo, sólo da la razón de que somos lo que describen. –Señaló en el acto, cruzándose de brazos al sentir que podía estar a la defensiva sin estar en peligro de momento. –Mi lucha siempre ha sido la justicia, verdadera justicia y eso no tiene género ni especie. Los humanos serán los más favorecidos en todo esto, sí, pero jamás olvido que fue un monstruo quien me arrebató a mi padre.
-¿Así que tu idea es que predique con el ejemplo de que los monstruos somos buenos y merecemos amor? Una ideología bastante absurda y llena de ingenuidad, el mundo no funciona así, jovencita, ya deberías saberlo a estas alturas. –Fumó todos los puros que tenía entre sus garras y liberó bastante humo, generando calor rápidamente en el lugar pese a no contar con cristales que lo contuvieran. –Querer apegarte a algo así no te devolverá a tu padre, no te dará la justicia ni paz que buscas.
-¿Y supongo que lo que hace usted, si lo hará?
-El sistema de los humanos me llaman delincuente. Yo me considero más bien un visionario, el gran jugador de este tablero llamado vida. Y alguien así no puede ser detenido por nada ni nadie. –El monstruo jefe rió levemente sin darle importancia a su comportamiento a la defensiva. Puso sus múltiples puros en el cenicero que tenía al alcance antes de seguir hablando con ella. –Los humanos creen que viven tiempos de paz al posicionarse ellos mismos en la cima, pero eso está por acabarse. Yo les daré a todos los monstruos el lugar que en verdad nos merecemos en el mundo, traeré la verdadera justicia y paz que se nos ha negado.
-¿A qué se refiere?
-Hablo de una guerra, jovencita. Una verdadera Gran Guerra.
Undyne abrió su ojo con sorpresa ante esa declaración. La guerra entre países había generado un problema global que seguían arrastrando económicamente y moralmente. Muchos extranjeros habían terminado huyendo hacia Estados Unidos en busca de alejarse de todo, pero siendo caso inútil al presentar evidentes conflictos internos que cada vez más se reflejaban en el comercio. Pasar por una guerra tan pronto sería en verdad devastador, algo que acabaría con miles de vidas si llegaba a lograrlo. Y por el ser que daba tales palabras, sabía que contaba con el poder para invocar a varios monstruos del mundo en levantarse contra los humanos.
Tenía rencores hacia los humanos, sí, pero una guerra a esa escala eran palabras mayores.
-Los humanos solo entienden de poder y se posicionaron por encima de nosotros. Creen que pueden contra nosotros cuando son igual de débiles que cualquier ser vivo. –Continuó el monstruo jefe al interpretar su silencio como señal suficiente. –Ellos solo son resistentes, pero nosotros tenemos magia, una que nos obligan a reprimir, a ocultar por considerarla pagana y que claramente nos envidian por eso. Su total ignorancia será su perdición… y seremos nosotros quienes dominemos la cadena alimenticia. Somos superiores y ellos lo saben. Así que te pregunto de nuevo. ¿Qué sentiste cuando mataste a esos humanos?
-Sentí… que por fin estaba logrando justicia. –Admitió mientras bajaba levemente la voz, un tanto inconforme con su persona. Todo era tan confuso ahora. –Mi rencor hacia ellos me mantuvo viva en los peores momentos, pero…
"No debería de ser así ¿cierto?" concluyó en su mente. Con cosas así, ahora se daba cuenta de que en efecto, no tenía lo suficiente para volverse la policía que tanto había soñado. Papyrus tendría razón en haber terminado convirtiéndose en algo que no debería acorde a sus convicciones. Ella sólo quería cumplir su promesa con él, quería justicia para su padre, y en su desesperación por no lograr nada, había terminado a ese punto. Ante el mafioso más temido que fácilmente podría acabar con ella de un solo golpe y sin embargo estaba ahí, queriendo saber más, queriendo conocer más y no para entregarlo a las autoridades, sino para tener un motivo para sentir que estaba haciendo lo correcto en su nueva vida.
Queriendo ser parte de algo que le diera sentido a sus nuevas decisiones.
-Te entiendo, yo pasé por lo mismo. –Undyne levantó levemente la mirada para prestar mayor atención al monstruo frente a ella. –Aunque no lo parezca, comprendo tu ingenuidad porque yo fui como tú. No hay compasión para nosotros los monstruos, no importa cuanto lo desees, no importa cuánto quieras hacer la diferencia bajo la brújula de la moralidad que ellos mismos crearon. Nosotros sólo estamos defendiéndonos de la vida que nos dejaron, no permiten nada más de ahí. ¿Crees que eso es justicia?
-No.
-¿Entonces por qué sigues creyendo que lo que hago está "mal"? Tu y yo somos iguales, jovencita, sólo que yo decidí despertar, no permanecer de rodillas nunca más. Y eso es lo que quiero para todos los monstruos. –Tomó de vuelta sus puros y dio una leve fumada antes de proseguir. El humo parecía aumentar bastante rápido en el lugar tras eso. –Así que dime sobre cómo quieres que te compense por tu buena acción. ¿Deseas la misma mediocre vida que tuviste antes? ¿O estás dispuesta a demostrar el orgullo que es ser un monstruo con la oportunidad que tienes de iniciar de nuevo? Yo puedo enseñarte lo que es ser fuerte en verdad.
El monstruo jefe se quedó en silencio, observándola con calma en espera de su respuesta. Pero Undyne solo había terminado un tanto cautivada por todas sus últimas palabras al respecto. Tenía razón, no eran tan diferentes y muchos monstruos estaban en las mismas. ¿Por qué ella debería seguir en lo mismo? Claramente ella no era importante para los humanos, pero entre monstruos siempre se ayudarían. Teniendo eso en mente, no había razón por la cual sentirse mal por su pasado. No había marcha atrás, contaba con una nueva oportunidad ahora, sobrevivió a las injusticias de los humanos que la querían doblegada. Y estaba ahí ahora, con la capacidad de obtener justicia. Verdadera justicia.
Y respecto a la familia esqueleto, ya luego pensaría en eso.
Finalmente, tomó la taza que había dejado en el escritorio. Sintiendo el calor que todavía irradiaba el utensilio ante la temperatura que estuvo expuesta, pero ahora no le incomodaba como la primera vez que lo había sujetado. Ahora ese calor era agradable estando en sus manos.
-Enséñeme a ser fuerte como usted.
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Su tío detestaba que entrara por la puerta del bar por su edad, pero si llegaba a entrar por el otro lado estaba segura de que podría descubrirla de que había llegado temprano. Sabía que no se encontraba en el lugar tras haberle dicho que tenía cosas qué hacer, pero no podía correr ese riesgo con lo astuto que era en cuanto a varias señales que dejara en sus pasos.
Pero para su mala suerte, encontró de nuevo al esqueleto vagabundo sentado cerca de la barra, tomando la mercancía que claramente no pagaría. Skate estaba loca, ese sujeto no era material para un romance. Mucho menos para uno tan polémico.
-Se supone que está cerrado ¿No es muy temprano para que estés aquí?
-¿No es muy temprano para que vuelvas de la escuela? –Le preguntó cínicamente el esqueleto sonriente mientras la observaba acercarse. Tenía una botella de whisky en la mano, tomándosela directamente con descaro. –No me digas que te fugaste de nuevo. Creí que ya habíamos tenido esa conversación.
-No eres nadie para tratar de educarme. –Le reprochó con enfado mientras terminaba al otro lado de la barra. Fue así como observó que tenía un florero a lado suyo con una flor algo moribunda. –¿Vienes a traerle flores a mi tío? ¿O por qué ese detalle tan… marchito?
-Marchita tu cara, niña.
El que la flor hubiera hablado le había sorprendido en gran manera. No sabía de qué hubiera una clase de monstruo de ese tipo, o al menos nunca había visto una así. Sans sólo se rió de su reacción mientras se rehusaba a soltar su botella.
-No le hagas caso, sólo es algo irritable.
-Es una flor muy rara. –Comentó Fuku por lo bajo.
-Se lo decía a la flor… pero bueno. –Rió con más fuerza el esqueleto, con su chiste que sólo a él le había causado gracia. –Sé que tú no deberías de estar en el bar, eres muy joven para que se te vea aquí.
-Tú eres el que no debería de estar en el bar. Este no es tu lugar como para entrar tan campante. –Refunfuñó cada vez más molesta con su presencia.
-Entiendo de eso. –Reprochó la planta parlante, observando al esqueleto con evidente odio mientras flotaba en su florero de cristal. –No paraba de entrar a la florería a sus anchas. Todo fue su culpa tras eso.
-¿Florería? ¡¿Entonces lo que se rumora… es cierto?! De que tienes un am…
-No sé qué te enseñen en la escuela, pero ya deberías de saber que los rumores solo son eso. Rumores. –Interrumpió el esqueleto rápidamente, bajando levemente la botella separándola de sus dientes.
-Pero algunos dicen que te vieron…
-Vuelve a la escuela, niña. Antes de que Grill venga.
-¡Tú no eres nadie para mandarme así! Tú sólo eres un sujeto malo y ya.
-Soy un adulto diciéndole a una menor que debería de volver a la escuela. Si, que maaaaalo estoy siendo hoy. –Puso su mano en su frente, aparentando dramatismo sin sentido que hizo que la planta extraña rodara lo que tenía de ojos sin darle importancia. –Peor que todos mis crímenes cometidos. ¡Deberían arrestarme por lo que te digo! ¡Nooooo!
-¿Ya estás borracho? Porque estás actuando como un tonto ahora. –Le reprochó Fuku, dispuesta a no retirarse de ahí. –Bueno, siempre eres un tonto, pero hoy lo estás más de lo normal.
-¿Te preocupa mi estado?
-No, pero si me pregunto cómo es que la gente hizo ese rumor de ti. Dudo que tuvieras siquiera el interés de que alguien te gu…
-Te daré un dólar si te vas ahora mismo a la escuela ¿ok?
El esqueleto sacó el billete frente a ella rápidamente, cosa que le fue verdaderamente extraño. Por alguna razón, le daba la impresión de que Sans percibía justamente de lo que quería hablar y no le estaba permitiendo. ¿Acaso eso significaba que se estaba en lo cierto? ¿Tenía un amor prohibido? ¿Y por qué no hablar de eso? Si era algo que pudiera avergonzarlo o no querer admitirlo sin entrar en sus típicas bromas, era completamente absurdo. Ella no era de mente cerrada como varios en la ciudad.
-Alguien te g…
-Que sean diez, pues. Pero te vas ahora.
Fuku sonrió mientras observaba cómo sacaba los billetes delante de ella. Tal parecía que le había encontrado una debilidad al monstruo mafioso de la que podría sacar ventaja, al menos por ahora.
-Cien dólares y me voy sin decir nada más. –Se cruzó de brazos con satisfacción.
-Es mucho dinero para una niña como tú, aprende a ganártelo primero.
-Claro, como si lo tuyo se tratase de un trabajo digno. –Rodó los ojos en el acto, pero manteniéndose firme. –Tómalo o déjalo. O de lo contrario te preguntaré por…
-Bien, bien, niña malcriada. –El esqueleto dejó la botella sobre la barra, con evidente mal humor incitado por su bebida seguramente. Sacó su cartera de su saco mientras era observado por la flor con algo de interés. –Vete ya y deja de creer en rumores tontos ¿ok?
Mientras tomaba el dinero y lo guardaba consigo, le sonrió con satisfacción e hizo caso a la petición de retirarse sin decir nada más al respecto. Pero su intención nunca fue dirigirse de nueva cuenta a la escuela, sino que ahora que por fin tenía el dinero suficiente para comprar un buen regalo, se iría directamente a las tiendas que había observado. Tenía bastante tiempo para comprarlo, envolverlo y esconderlo antes de la llegada de la navidad. Por fin algo bueno le había salido en el día.
Quería volver a encontrarse con Skate lo más pronto posible. Aunque no hubiera podido preguntarle directamente, su reacción tan distinta a otras había sido más que suficiente. Y estaba segura de que había sido gracias a la cantidad de alcohol que tenía encima de sabrá cuantas botellas que ya habría tomado, porque de lo contrario habría sido por esa flor extraña consigo y eso no tendría sentido. ¡Qué suerte había tenido!
Así que Sans contaba un interés amoroso… ese sí que era un buen chiste.
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¿En qué momento pasó tan rápido un mes? D: con tantas cosas que me han pasado, siento que he pasado por toda una vida en tan sólo mayo, jajaja.
Quería actualizar antes para no perder el ritmo de actualizar esta historia quincenalmente, pero en poco tiempo formé parte del recorte de personal a causa del covid-19, caí en tristeza, me levanté y encontré un nuevo trabajo. Todo eso en una semana, jajajajaja.
Muchas gracias por seguir esta historia, sus comentarios me motivan a seguir adelante con este escrito. Los amo!
Michi fuera!
:)
