Corrió lo más aprisa posible una vez que estuvo cerca de la mansión. ¡No sabía con cuanto tiempo podría contar y lo que pudiera pasarle al señor Gerson!
Abrió de un portazo el lugar sin importarle que algunos sirvientes se desconcertaran con su comportamiento. No tenía tiempo de verse educado pese a que se había esmerado demasiado en poder resaltar del resto de la manada así. Justamente su razón de todo estaba en un posible peligro por su descuido y no podría perdonárselo nunca. Al igual que jamás podría perdonárselo a ese maldito Don Gaster.
-¡Chicos! –Gritó Lesser una vez que estuvo bastante cerca de la sala elegante repleta de antigüedades seguramente costosas. –Hay un problema, tenemos que…
-¿Cuál es la prisa, joven Lesser?
La voz le hizo girarse abruptamente, sin poder dar crédito a lo que estaba viendo. ¿El señor estaba bien? ¿Cómo había logrado escapar estando los Gaster cerca de la fiscalía? Tan sólo estaba sentado ahí en uno de sus sillones mientras leía el periódico, siendo acompañado por su esposa de mirada indiferente que tomaba el té tranquilamente. Las galletas que estaban colocadas en la mesita olían excepcionalmente bien, pero no tenía tiempo para esa clase de cosas.
-Es muy temprano para esa clase de comportamientos ¿no crees? –Señaló la tortuga sin borrar su sonrisa. –Tus compañeros ya fueron a su vigilancia en la zona indicada.
-Yo… Don Gaster me transportó al mar. –Respondió un tanto apenado. –Lo busqué en Hotland de inmediato, pero jamás lo encontré ahí y en su lugar…. Vi que estaba todo destruido.
-Ya veo. –La tortuga dio vuelta de página a su periódico y le prestó más atención a ello que al can presente que hacía un esfuerzo en no verse débil. –Todo eso fue ayer y hasta hoy llegas aquí para buscarme. Cuanta protección de tu parte.
Lesser en verdad trató de mantener su rostro serio, pero instintivamente bajó las orejas sabiendo que había hecho algo mal. Siempre había tratado de esforzarse mucho más que le resto de su pequeña manada, aprendiendo el lenguaje de señas para ser tomado en cuenta para cosas más diplomáticas que de cacería en sí, queriendo verse más educado que el resto al grado de poder ser capaz de mantener una conversación amena tanto con la señora Boom hasta el mismo Don Dreemurr, pero siempre que sentía que estaba mejorando algo pasaba para que sus planes no se llevaran a cabo como quisiera. Toby siempre le había dicho que tenía grandes cualidades, pero el resto no parecía notar sus esfuerzos.
Justo por eso quería vengarlo mucho más que cualquier otro perro del grupo, justo por eso quería escalar mucho más. Nadie más podría cubrir su puesto. Pero si Gerson no era quien le tomara en cuenta primero, eso sería difícil que pasara. Aun cuando de todos los secuaces, era el único que podría servir de intérprete para su esposa cuando quedaba a solas con Don Dreemurr.
-Ya que pareces esperar una indicación, consigue las cosas para la cena de esta noche. –Comentó Gerson sin apartar la vista de su lectura, pero con una sonrisa que no le generaba calma. –Pídele el dinero a uno de los sirvientes y no tardes.
-S-si señor.
Se retiró tras dar una leve reverencia y mantuvo su cola y orejas bajas en todo momento. Gerson dio un leve vistazo dándole algo de gracia ese comportamiento suyo, pero rápidamente retomó su lectura al serle más interesante cada palabra escrita en una de las noticias principales con las que la ciudad había amanecido en varios medios impresos.
"Presencia de la mafia esqueleto causa revuelo en Hotland" "Nuevo avistamiento Gaster ¿deberíamos tener miedo?" "Ataque en la fiscalía de Hotland causa graves pérdidas". Por más que leyera la misma nota en diferentes medios, en ninguno parecía hacer mención de la causa por la que los esqueletos habían ocasionado todo eso. En ninguno parecía darle importancia al hecho de que se habían llevado a una humana consigo, y si bien eso podría ser una indirecta racista, Gerson consideraba que la posibilidad más grande era por el simple hecho de que no había registros de ella fuera de su permiso bancario, y él personalmente se había encargado de que eso fuera algo menor a comparación de todo lo demás. Además, si había sobornado a todos los presentes de que no se le había visto ahí, también tendrían que ocultar a la humana por lo mismo.
Aun así, la situación le parecía divertida.
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-Listo, ¿qué te parece?
-Estúpido.
Desde muy temprano, Flowey tuvo que soportar el hecho de que la arácnida le llevara a todos los rincones posibles del intento de casa. Por su situación inconsciente por varios días, más el hecho de estar cautivo en manos de la familia esqueleto, no se habría percatado de la fecha si no fuera porque la chica de muchos brazos se la pasaba cantando villancicos mientras decoraba con la mayor velocidad posible. Aparentemente quería sorprender al dueño del lugar ahora que habían podido verlo llegar en la noche con un semblante que dejaba en claro que no estaba de buen humor.
El día anterior había sido una total locura que le confirmaba el hecho de tener que alejarse de los Gaster a la brevedad. Pese a las múltiples preguntas de la arácnida en cuanto le vio llegar, el esqueleto mayor se había limitado en alzar su mano para detenerla de todo y se había girado para darles la espalda de todo. Flowey en ese momento había querido en verdad lanzarle sus raíces por mera frustración de no explicar algo sobre Frisk, pero la chica consigo nuevamente le había detenido con su extraña magia. Minutos después habían llegado los hermanos con apariencia cansada y se habían limitado en contestar el hecho de que Frisk se encontraba en una sola pieza y viva, pero la mirada que la basura sonriente le había lanzado en todo momento había sido suficiente señal de que "bien" no era una descripción con la cual definir su situación. Y fuera lo que fuera que haya pasado para tener esa expresión, Sans no le dijo nada al respecto y los había dejado solos.
En verdad había creído que horas más adelante se presentaría con él para interrogarle lo que evidentemente se estaba formulando en su cráneo, pero eso nunca pasó. En su lugar, tenía ahora que soportar las cursilerías de la chica araña que no paraba de preguntarle su opinión sobre dónde colocar el muérdago para beneficio suyo, pero eso era una total estupidez para él. ¿Por qué un parásito era tan usado para reclamar un beso? Jamás comprendería eso.
-Dime Flowey, además de agua y sol ¿puedes comer algo? –Preguntó la multiojos mientras aún no se decidía en dónde colocar el muérdago que había amarrado con un listón rojo, estando trepada entre paredes. –Hoy es la cena de nochebuena y suponiendo que nos acompañarás en la mesa…
-Insectos. –Le respondió mientras la miraba hacia arriba con total apatía. En verdad se estaba hartando de sus constantes insistencias de querer conocerlo o saber sobre Frisk. –Pero preferiría tener tierra.
-Bien, te conseguiré ambas cosas para esta noche.
-¿No te importa que coma un posible pariente tuyo?
-Las arañas no somos insectos, somos nuestra propia categoría, tontito, huhuhuhu. –Se burló la chica tras terminar de colocar el ramillo lo más alto posible. Por lo que notaba, además de sus habilidades de retención, también podía trepar las paredes con suma facilidad. Cada vez comprendía más porqué Don Gaster la tenía en sus filas. –No todos los insectos tienen buen sabor, prefiero las cosas dulces… y sobre las arañas, no saben tan mal cuando te acostumbras.
-¿Eres caníbal?
-Somos diferentes las arañas monstruo a las arañas comunes, así que no. –Respondió y acto seguido dio un salto que debía admitir que tenía mucho estilo. Se acomodó un poco su vestido y se acercó a él para levantar su florero en el que había colocado el moño que le había comprado. –Bien, ya terminé, ahora acompáñame a hacer el desayuno.
-No será necesario, Muffet. Nos llevaremos a DT-00X a la oficina.
Ambos se habían girado para ver que los tres esqueletos ya se habían levantado y con evidente cansancio que indicaba que no habían dormido suficiente. Principalmente Sans, el cual tenía unas ojeras bastante marcadas debajo de sus cuentas. Y fuera de ser extraño ese hecho en un esqueleto, optó por prepararse para lo peor una vez que la magia de Papyrus levantó el florero en el que estaba para terminar en sus manos. La chica de muchos brazos no le dio importancia pese a lo desconcertante que era ver a los tres de esa manera, tal parecía que no era la primera vez que los veía decididos en algo y se limitó a dirigirse hacia la cocina para preparar el desayuno que posiblemente nadie se dignaría en estar atento a ello. Era evidente que tenían otra cosa en mente que no daba espacio a la idea de ingerir alimentos pronto.
Una vez que llegaron a la oficina y lo pusieron sobre el escritorio a lado del marco de fotografía que se había aprendido en días anteriores, se enfocó en ver únicamente a los tres esqueletos frente a él que le observaban con una seriedad que podría asustar a cualquier mente débil. Estaba seguro de que esa era la mirada que lanzaban a sus víctimas poco antes de matarlos, pero eso no le importaba.
-¿Cómo está Frisk? –Soltó sin esperar a nada más.
-"Bien" no es una palabra para describir los hechos. –Contestó Sans con voz ronca, dejando en evidencia a todos lo poco que había dormido. –Tú supiste todo este tiempo el vínculo que tiene Frisk con el Gran Don, ¿cierto? Por eso no le permitiste dar a conocer su "apellido".
Antes de que pudiera decir algo con lo que desviar esa peligrosa idea, el esqueleto se le había adelantado y puesto a su alcance una carta algo arrugada que fácilmente identificó. Esa carta escrita a mano había sido guardada junto con las otras que tanto atesoraba Frisk en su cajón junto a la ventana de su habitación. Él mismo le había visto guardarlas y estaba más que seguro de que las había dejado ahí sin pensar en llevárselas consigo después. Al fin y al cabo él había revisado su maleta después para ver qué tanta cosa de utilidad había decidido tener consigo sin exponerse y empacado mucho después en su intento fallido de hacerla huir.
Ese maldito esqueleto estaba entrando en un terreno peligroso. Le había advertido que no investigara más al respecto si no quería problemas. Pero ahora le quedaba más en claro de que había roto su tregua.
-Así que si fuiste con la cabra. –Soltó con una sonrisa maliciosa. –Si diste con ella, ¿debo suponer que la mataste?
-NO FUE COINCIDENCIA QUE DIERAS CON LA HUMANA EN TU ÚLTIMA ESCAPADA ¿CIERTO? –Intervino el menor de los tres. –¿TU RAZÓN DE TUS ESCAPES FUE DAR CON ELLA? ¿CON LA SEÑORA DREEMURR Y CON LA HUMANA?
-No. Sólo me importa el bienestar de Frisk. –Aclaró pese a no ser necesario por lo que notaba. –La cabra es otra idiota que no me importa lo que le pase en adelante. Ella misma sabe a lo que se ha atenido en todo su tiempo.
-Me dejó muy en claro eso. –Contestó Sans mientras se le acercaba más. –También el hecho de que había hablado contigo previamente. Supongo que por eso es que sabes tanto sobre los Dreemurr y evitaste que Frisk mencionara algo al respecto. Aun cuando sabías que le estaba buscando bajo la idea de que fue adoptada por ellos.
-Si ya lo sabes, supongo que no tengo nada más que decir.
Le respondió mientras le miraba amenazadoramente de si daba un paso más cerca. Ahora que había recuperado sus raíces, podría extenderlas lo suficiente para estrangularlo. Y si bien no sería un movimiento inteligente de su parte teniendo a los otros dos Gaster presentes, no le importaba ahora. Le había advertido que no investigara más, que podría traerle el infierno a Frisk si indagaba más en la verdad. Y por la mirada cansada y molesta que tenía la basura sonriente, podía suponer que Frisk ya estaba experimentando parte de ese infierno que había querido evitarle. Si le estaban preguntando directamente todo eso, no había otra explicación más que el hecho de que la propia humana a la que se había empeñado en proteger había sido lastimada con lo peor para ella: con la verdad de los hechos.
Estando sola con tales respuestas, no podía imaginarse el estado posible en el que se encontraba. No podía estar sola así, no sin la protección necesaria para que no cometiera locuras que nadie además de él podría comprenderle. Necesitaba estar con ella.
-Te advertí que no la investigaras más. –Le gruñó Flowey sin necesidad de una respuesta suya. Era evidente que estaba en lo cierto por las cuencas cansadas de la basura no sonriente por ahora. –Ahora ha sido lastimada por tu culpa.
-Pese a la imprudencia de mi hijo… no ha sido el único que ha tenido que investigarla ante sus anomalías. –Comentó Don Gaster desde su sitio, observándole analíticamente y sentándose con una silla que jaló con su magia. –El pase bancario nos llevó a conocer la verdad sobre su vinculación con el Gran Don. Dime, ¿qué quiere Gerson con ella?
-¿Usaron…?
-El banco hizo que la policía la retuviera, pero el señor Boom fue quien arregló lo contrario. –Se adelantó Sans en responder, aparentemente queriendo dejar los rodeos a un lado. –Él es el esposo de tu creadora ¿qué es lo que quiere con Frisk?
-No lo sé. –Admitió en el acto.
-Con lo que eres y todo lo que sabes, no se puede evitar suponer que estás aliado con tus creadores. Queriendo encaminarla a lo que fuera que tienen en mente. –Le acusó ahora que estaba mucho más cerca de él. ¿Qué acaso pretendía intimidarlo con eso? Maldito idiota. –¿El Gran Don sabe que Frisk está en la ciudad? ¿Qué tiene todo ese dinero a su disposición?
-No lo sé.
-¿Hay algo que sí sepas, maldita hierba?
-Sí, que no debieron meterse en asuntos que no les corresponden. –Rió Flowey levemente pese a no ser una reacción precisamente adecuada a la situación. –Mátenme si eso es lo que quieren, pero no obtendrán nada. Ya les dije que ese par de reptiles locos jamás tuvo intenciones de ser comunicativos conmigo.
-¿ENTONCES PORQUÉ BUSCAR A LA HUMANA? TUVISTE QUE SABER DE ELLA DE ALGUNA MANERA PARA QUERER IR CON ELLA. –Señaló el esqueleto menor desde su posición, teniendo los brazos cruzados en todo momento. –LA PRIMERA VEZ QUE TE ESCAPASTE Y NOS CONTRATARON PARA DETENERTE, DIMOS CONTIGO CERCA DE SALIR DE SNOWDIN. SIGNIFICA QUE SABÍAS EN DÓNDE BUSCAR. TENÍAS UNA META A LA QUÉ DIRIGIRTE.
-Sólo quería salir de esta maldita ciudad. –Respondió rápidamente, borrando su sonrisa en el proceso de que le señalaran tal cosa. No era un recuerdo memorable el hecho de lo mal que había pasado esa vez. –Aquí todo es tan artificial que enferma.
-Gracioso que lo diga una flor no natural. –Comentó Sans por lo bajo.
-¿Y PORQUÉ DECIDIR QUEDARTE CON ELLA? ¿PORQUÉ NO MATARLA EN EL INSTANTE COMO A TODO LO DEMÁS? –Insistió Papyrus sin importarle todo lo demás presente. –LA HUMANA ME COMENTÓ CÓMO TE CONOCIÓ, ESTABAS HERIDO CUANDO DIO CONTIGO… PERO SABEMOS DE TUS CAPACIDADES. NO LA NECESITABAS PARA ESTAR MEJOR NI EN ESE INSTANTE NI DESPUÉS. TÚ DECIDISTE QUEDARTE CON ELLA. HAS DECIDIDO TODO ESTE TIEMPO MANTENERLA EN IGNORANCIA IGUAL QUE LOS DREEMURR.
-También señalaste que no sientes nada por ella, pero que elegiste que ella es importante. –Continuó Sans con un semblante que parecía haber dado con algo. No le gustaba para nada a lo que se estaban dirigiendo todos. Tenía que ver el modo de frenarlos. –Tú no puedes sentir, no puedes tener empatía hacia otros. Por lo que tu razón de quedarte con Frisk sólo porque te cuidó como una planta más no tiene sentido. No, tú desde antes decidiste que era importante…
-Porque la conociste desde antes. –Terminó la oración Don Gaster sin cambiar de expresión en ningún momento, pero por la de Sans, supuso que eso no era lo que había pensado su primogénito ni tampoco a lo que se estaba dirigiendo su argumento. –¿Acaso es porque son similares?
Flowey no tenía ninguna duda de que debía de ver la manera de escapar, pero era algo casi imposible teniendo los tres esqueletos frente a él en una habitación pequeña, sin contar el hecho de que estaba en una casa desconocida sin ventanas y que si tenía una mínima oportunidad de atravesar esa puerta, la arácnida estaba fuera y con toda capacidad de detenerle sin necesidad de fuerza bruta. Estaba atrapado sin posibilidad de alguna salida.
Don Gaster ya anteriormente le había insinuado sobre la similitud de sus células regenerativas de ambos. Y eso sólo podría significar dos casos: que aquello que creía que pasaría estaba dándose lentamente, o que el propio Don pudo experimentar algo de primera mano. Ninguna de las dos era algo favorecedor de su parte. Aun en su total ignorancia, Frisk tenía un autocontrol impresionante que le daba la suficiente ventaja a toda intervención externa, pero si la misma ahora sabía la verdad sobre los Dreemurr… tal vez no estaba teniendo tanto control por ahora. Eso no era bueno. Nada bueno.
Necesitaba estar con ella como dé lugar. ¿Pero cómo librarse de los esqueletos que estaban sabiendo demasiado?
-Creo que no se requiere de mucho conocimiento de biología para ver qué tan diferentes somos Frisk y yo. –Se burló con tal de ganar algo de tiempo en lo que trataba de idealizar algo. –Saben, yo soy una flor y ella una humana. Yo pertenezco a la flora y ella a…
-Pues esa humana no murió cuando le disparé al igual que la vez que Papyrus te disparó a ti.
-¡¿Qué?!
Exclamó Flowey olvidándose de estar planeando un escape. Incluso Sans había exclamado a la par y se había volteado hacia su padre con total sorpresa y enojo que no pretendió ocultar en ningún momento. Por lo visto, había cosas que no se comentaron entre ellos antes de intentar interrogarle todos juntos.
- Figlio di put… -Comenzó a soltar Sans, pero el señor rápidamente le detuvo poniendo una mano sobre su cara tras levantarse rápidamente.
-Intenté matar a la humana a quemarropa, pero justo en el instante en el que la di por muerta… fue otra. –Continuó Don Gaster estando en la misma cercanía de Sans, ignorando toda mirada de odio que le estuviera lanzando en el instante. –No sólo se regeneró sin tener herida alguna, actuó como una criatura salvaje.
-¿…Qué? –La mirada de Sans se suavizó un poco con eso.
Si bien era un excelente momento para alterarse y matar a todos los presentes por tal atrevimiento, las palabras del jefe de familia eran peores de cualquier cosa que se pudo haber imaginado. Si Frisk estuvo al borde de la muerte y no fue así… Y si la estaba describiendo como una criatura salvaje…
Oh no…
-SU GOLPE EN LA MEJILLA. –Comentó Papyrus desde su sitio, pensando en la situación. –Y SUS HERIDAS EN SUS BRAZOS.
-Viejo, creo que estás exagerando las cosas. –Comentó Sans. –Sé que Frisk es única, pero eso de que se regenere como tú insistes…
-Si no te has dado cuenta de que la humana es más rara de lo que parece, es que en verdad has sido ciego todo este tiempo. –Le señaló con algo de paciencia, pero poniendo una de sus manos sobre el escritorio para no perder la atención de la flor. –Justo por eso no quise que estuvieran en el mismo techo. Te necesito alerta, no idiotizado.
-¿Qué es lo que han hecho?
Flowey habló por lo bajo, pero había sido suficientemente auditivo para tener la atención de los presentes nuevamente. Tantos años de cuidados y preparación. Tantos momentos ayudando a que tuviera el control de sí misma sin percatarse de nada… se habían tirado por la borda por culpa de los malditos esqueletos que no sabían lo que era una vida privada. No, no podía permitir que pasara. No de nuevo.
Maldecía a la familia Gaster. Todos los males que habían estado afrontando era culpa de cada uno de ellos. Odiaba el día que los conoció, odiaba el día que Sans los había encontrado en la estación, en cada acoso suyo de su parte. Odiaba el haber intentado tener una tregua con él en posibilidad de tener alguna ventaja. Odiaba que el otro esqueleto idiota interviniera también y que le jefe la tomara todo como un conejillo de indias al cual inspeccionar a su voluntad. Los odiaba, los odiaba tanto… Pero aún más el hecho de que no pudo evitar que nada de eso pasara. Después de todo no era tan diferente a los Dreemurr ¿eh? Estaba cometiendo los mismos errores que se empeñó en que no pasarían en cuanto él tuviera el orden de las cosas en el entorno. Pero ese mismo entorno se le había adelantado.
Error, la propia humana que tanto se había esmerado en proteger se le estaba adelantando a todo. Ahora ni él era capaz de detenerle entonces.
-La humana no pareció ser consciente de su comportamiento hostil en ese momento, ni tampoco tuvo recuerdo alguno tras despertar. –Continuó Don Gaster queriendo su atención nuevamente. –Su regeneración no buscó la manera de rechazar aquello que no formaba parte de su cuerpo, sino que cerró sus heridas sin importarle las balas dentro de ella.
-Ahora comprendo por qué las arañas mencionaron que ella te golpeó. Lo tenías bien merecido.
-Es lo mismo que ocurre cuando tú absorbes las almas. Lo apropias a ti mismo, ¿cierto? –Insistió el jefe de familia sin importarle las palabras de su hijo. –La humana y tú son experimentos de esos locos.
-Viejo, el loco eres tú.
-Mi existencia se debe a manos de la muda. –Comentó Flowey sin dar a lugar el pensarlo demasiado, teniendo la atención nuevamente sin mucho esfuerzo. –Frisk es Frisk. Sólo eso.
Sabía Flowey que si se lo estaban preguntando a él directamente, significaba que ni a la cabra le pudieron sacar información, dispuesta a llevarse todo a la tumba por mucho que pudiera sufrir en el proceso. Para algunos podría ser un acto admirable y prueba de amor tanto maternal como marital, pero sabía que ese no era el caso. Todos eran unos malditos cobardes que estaban conformados por sus constantes errores y sus incapacidades de poder corregirlos. Y detestaba aún más que él formara parte de todo ello, aun cuando tuvo toda oportunidad de apartarse de todo eso en muchas oportunidades previas.
No había podido hacer algo para que Frisk supiera la verdad de los Dreemurr, no había podido evitar que le dañaran de esa manera tan drástica. Pero al menos podía hacer algo para que hubiera algunas cosas que era mejor que jamás supiera de antemano. Después de todo, esa fue la única cosa con la que estuvo de acuerdo con la señora cabra. La única razón que les mantuvo en suficiente aceptación del otro en la vida de la chica.
Así que les daría a los esqueletos algo con lo qué pensar. Algo lo suficientemente fuerte para desviar esa atención para enfocarse en algo que debería de preocuparles mucho más.
Él mismo.
-No puedo dar tantos detalles porque simplemente no los tengo. Se lo vengo diciendo muchas veces. –Contestó la flor sabiendo que no tenía mucho caso ocultarlo. Si no lo obtenían de él, le sacarían la verdad a Frisk a la fuerza y empeorarían todo. Al menos así podría ver la manera de que todo ello no llegara a sus oídos si los esqueletos comprendían por qué era necesario eso. No tenía otra alternativa más que esa después de todo. –Pero si sé que mi creación tuvo un objetivo mayor y tan particular que por eso la loca me quiere a toda costa consigo. Me necesitan.
-YA ERES UN ARMA BIOLÓGICA, ¿QUÉ MÁS SE PODRÍA OBTENER DE TI?
-No tengo alma, así que soy el recipiente perfecto para almacenar una sin el riesgo de ser manipulado por ello. No hay empatía en mí que me haga inestable. –Contestó sin importarle lo que pasaría de ahora en adelante con eso. –Me llaman "arma" sólo porque creen que al obtener aquello que ese cabrón quiere con tanto anhelo, podrán manejarme a su antojo sin que tenga objeción alguna. Lo cual es un error, ya que aunque no tenga emociones, si tengo voluntad para tomar decisiones.
-No existen casos que comprueben la posibilidad de que las almas puedan ser absorbidas ni por monstruos ni por humanos. Las almas de monstruos desaparecen casi al mismo tiempo que uno muere y las humanas apenas y duran poco después de perecer. –Señaló Don Gaster pese a que no era necesaria tal información tan obvia. –¿Por qué el Gran Don le interesarían tanto las almas?
-Sólo un alma le interesa en realidad. La de Masao Saito.
El silencio se mantuvo de tal manera que Flowey supo que había logrado su objetivo. Ya no estarían pensando en la humana al menos por un tiempo, cosa suficiente para poder pensar en algo después de lograr salir de esa casa.
-PERO… ¿QUÉ NO LLEVA MUERTO MUCHOS AÑOS? –Cuestionó Papyrus algo perplejo. –ESA ALMA DEBE LLEVAR MUCHO TIEMPO SIN EXISTIR.
-Su alma es tan poderosa, que ha permanecido aun tras su muerte. –Admitió la flor en el proceso, recordando su color y brillo de la vez que la vio. –La bestia la tiene como trofeo, pero desea aún más el poder que hay dentro de ella. Parece creer que aquello le ayudaría a moldear el mundo a su antojo, pero esa es la parte que desconozco del porqué tiene la idea de eso.
-Trofeo… –Susurró Sans para sí mismo.
-Un poder almacenado en un alma humana… sí que suena absurdo. –Contestó Don Gaster tras analizar demasiado la situación. –Pero si él necesita que alguien absorba esa alma, significa que él ya lo intentó y no pudo, o que no quiere correr el riesgo por una razón.
Tanto Papyrus como Don Gaster parecían estar analizando la situación, confirmándole a Flowey que había logrado su objetivo de desviarlos de su atención sobre la humana que tanto se empeñaba en proteger hasta de sí misma. Pero no le impresionó que no funcionara con Sans, el cual se había quedado callado sin tener la mirada fija en algún punto. Su mente parecía estar en otra parte, pero sus puños en definitiva estaban ahí, estando oprimidos por alguna razón que no compartió con nadie.
-El Gran Don siempre me pareció un sujeto… muy particular, pero todo indica que ha tenido una obsesión con los Saito. –Continuó Don Gaster mientras caminaba lentamente en el poco espacio que se había dedicado a ello. –El alma de El Jugador y la hija…
-Las dos. –Contestó Sans con evidente enojo. Lo que estuviera pensando en el momento, no le estaba causando ninguna gracia. –Tuvieron a las dos Saito y una de ellas murió junto con el único hijo que tenían.
Flowey le miró fijamente esperando que dijera algo más al respecto, pero el esqueleto no parecía querer soltar algo más. ¿Acaso Frisk le había contado? ¿O cómo era que sabía eso?
-Y SI ESA ALMA ES TAN IMPORTANTE, ¿PORQUÉ NO LA HAS TOMADO YA? ¿O ACASO NO PUDISTE EN SU MOMENTO?
-Ya he absorbido almas antes, como ustedes sabrán a la perfección. –Contestó con un deje de malicia en su respuesta. –No me generan un problema, pero sobre esa alma sólo me acercaron a ella una vez y no para intentar tomarla. Y antes de que pregunten, no sé qué es lo que pretendieron con eso. Sólo me tuvieron frente a esa alma sin poder tocarla.
Los esqueletos parecían tener algo en mente por la forma en la que se miraban entre ellos, comunicándose algo que claramente no parecían tener intención de compartirle. Pero no pudo hacer mención de eso ante la interrupción llamando a la puerta, siendo la arácnida quien tocaba la puerta pero sin importarle alguna indicación al pasar de una buena vez. Hasta para él que no generaba emociones, le pareció muy impertinente de su parte.
-El desayuno está listo. –Habló la chica sin que nadie le diera permiso ni de pasar ni de hablar. Al menos se había quedado parada junto a la puerta. –No permitan que se enfríe, huhuhu.
-Bien, la conversación la dejaremos aquí por ahora. –El jefe parecía molesto, pero el tono de su voz lo mantuvo lo suficientemente sereno conforme se apartaba de ellos. –Después de desayunar, Papyrus, recoge las comisiones de nuestra clientela y vigila tu parte. Sans, te quedas a vigilar a DT-00X, yo me haré cargo de tu parte.
-¿Qué? ¿Vas a ser tú quien salga? –Se extrañó Sans. –Viejo, a ti ni te importa salir, ¿por qué ahora quieres hacerlo?
-Quedamos en que no cuestionarías mis métodos.
El Don cruzó la puerta y se dirigió hacia el comedor, siendo acompañado por Papyrus y Muffet quien soltó una risilla particular ante el evidente enfado del esqueleto nada sonriente de momento. Por lo visto, más que una petición por parte del líder, se trataba de un castigo como quien mandaba a su cuarto por una jugarreta.
-No creas que no notamos que nos sigues ocultando cosas. –Murmuró Sans sin verlo directamente, prestando más atención a la puerta que habían dejado abierta. –Desviaste el tema de Frisk ¿por qué?
-No tengo que justificarme con ninguno de ustedes. –Murmuró Flowey de igual manera. Aunque le molestara su presencia y de que seguiría siendo "vigilado" por él, en definitiva no quería a más presentes. –Y menos contigo ahora que rompiste el pacto que tú mismo propusiste.
-La señora Dreemurr mencionó algo sobre comer carne y que te dijo a ti mismo ello. Creí que era por una cuestión de educación vegana o algo así… pero si te esmeraste en cambiarnos el tema, me da la impresión de que en efecto hay algo que estás ocultando de eso, ¿cierto?
Flowey se mantuvo en silencio.
-Bien, no me digas nada. Pero si realmente decidiste que Frisk es importante, demuéstraselo contándole la verdad que tanto ha estado buscando. Es obvio que sabes mucho más de lo que aparentas.
-No eres nadie para decirme qué hacer o no.
-La vi llorar, imbécil. –Finalmente le vio directamente, teniendo sus cuencas sin brillo alguno pero aun así sintiendo su mirada molesta. –En este instante está dolida sabiendo que ha vivido una mentira.
-No tenía que haberse enterado si no fuera por tu maldita intromisión constante.
-Si no le dices la verdad, sólo demuestras ser igual a los Dreemurr. –El esqueleto metió sus manos en sus bolsillos de su pantalón y dejó de verlo para comenzar a caminar lentamente hacia la salida. –Esta noche, le demostrarás si eres realmente su amigo o no.
Lo vio retirarse del lugar para dejarlo completamente solo, pensando en esas últimas palabras y en todo lo que tendría que hacer de ahora en adelante si le había declarado de esa manera que le llevaría personalmente con Frisk.
¿Decirle toda la verdad? Nunca podría hacerlo. Había cosas que en definitiva era mejor conservar en la tumba.
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Tras varias quejas recibidas tanto directas como indirectas, Kris se estaba dirigiendo hacia la habitación donde estaba la particular molestia de su gente. Desde que le había mandado el mensaje de que había negado su petición de salir por la fecha navideña, muchos de los miembros de su clan habían llegado con él dispuestos a arrancarse varios dedos por los pensamientos lujuriosos que estaban presentando a causa de las insistencias de la chica que les estaba dejando todo muy fácil. Les había perdonado sabiendo que no era culpa de ellos, pero en definitiva tenía que hablar con ella. Era el colmo que tuviera que hacerlo a esas alturas. ¿Por qué no dejaba de comportarse como una niña malcriada?
Sin necesidad de tocar al tener toda autoridad sobre ella, abrió la puerta y la cerró de golpe sabiendo que estaba ahí, rodeada de sus velas aromáticas e incienso que hacían del espacio cerrado más sofocante que de costumbre. Pero al ver que la razón de las quejas de su gente estaba desnuda en su cama, cubriéndose con su sábana de seda que dejaba muy poco a la imaginación, se quedó quieto mirándola sin decir palabra alguna. Esperando que comprendiera que su presencia tenía un significado, aun cuando sus adentros le decía que se volteara para al menos darle el espacio a que se vistiera apropiadamente.
-¿Qué no sabes tocar? –Le sonrió levemente la chica, permaneciendo acostada y con los brazos hacia arriba para resaltar aún más sus pechos bien formados. –¿O es que por fin te vas a atrever a algo?
-Chara, ¿qué te he dicho de insinuarte a nuestra gente?
-¿Qué quieres privarlos del placer como tú lo haces? –Soltó una risa con total descaro. –Hoy es nochebuena y no me dejarás salir. Esto es lo que me queda.
-No te voy a permitir andar como leona en celo sin objetivo alguno.
-No tenía intención de divertirme de esa manera… no ahora al menos. Te pedí salir para visitarlos, Kris. –Por primera vez en la conversación, Chara se mostró levemente disgustada, bajando los brazos y sacando una daga debajo de su almohada. –Navidad es una fecha familiar, concédeme esa salida para llevarles algo.
-Nosotros celebramos más el año nuevo, no debería importarte esta fecha.
-¡Agh!
Chara arrojó la daga hacia la pared de enfrente, clavando la hoja con total precisión en una flor marchita que tenía ahí de decoración y partiéndola en el instante. Kris al ver qué daga particular había arrojado, se acercó para sostenerla una vez más desde que se la había regalado. Por lo que notaba a simple vista, no era la primera vez que arrojaba el arma en esa pared, habiendo varios impactos marcados que arruinaban el papel tapiz que pretendía hacer ver el lugar más acogedor. ¿Cómo era que no podía respetar un arma tan importante? No cabía duda de su agilidad desarrollada en poco tiempo que la hacía un arma mortal en sus manos, pero merecía mucho más respeto que un simple uso cual dardo de entretenimiento.
-¿Si te conté que esta daga tiene una gemela? –Preguntó mientras observaba aún más el grabado de su hoja. –Esta la conservamos, pero la otra…
-La enterraste con él, si me lo dijiste. –Le interrumpió con evidente tono de exasperación. –Tumba que no me estás dejando visitar hoy.
-Iba a enterrarlo con las dos, pero algo me dijo que necesitaba conservar al menos esta. –Continuó hablando, haciendo caso omiso a su tono. –¿Te conté qué significa lo que tiene grabado?
-Kris, no quiero escuchar nada que me recuerde que no me estás permitiendo visitar a MI familia. –Chara recalcó tanto ese hecho, que no pudo evitar disgustarse con eso. Aunque fuera su descendiente, no comprendía que cualquiera de la yakuza habría deseado formar parte del maestro como ella lo tenía. –Si solo viniste a regañarme de que no moleste a tu gente, bien, no lo haré.
-Nuestra gente. –Ahora le tocó recalcar a él. –La yakuza somos tu familia, Chara.
-¿Quieres que me quite esto para que tengas una razón para ya irte? –Le amenazó, pero no pudo evitar soltar una risa por su propio comentario. –Je… Nunca creí que estar sin ropa fuera una amenaza para alguien. Sí que eres raro.
-¿Quieres saber algo raro de verdad? "Masao Saito" fue el nombre que se dio a sí mismo. Su verdadero nombre nadie lo supo. –Admitió Kris sin verla directamente. Sentándose en la cama sin invitación alguna, teniendo aún más su atención la daga que contemplaba en cada detalle. –Es un secreto que decidió llevarse a la tumba.
-¡¿Qué?! O sea que mi propio padre es tan desconocido que ni su nombre real sé. ¡Vaya! –Gruñó Chara levantándose en el acto. Teniendo al menos la decencia de sostener la sábana consigo en lo que se acercaba a ver la daga igualmente. Como si en ella hubiera estado esa respuesta y nunca se hubiera dado cuenta. –Entonces tampoco debería de considerarme a mí misma una Saito si no se trata de algo real.
-Por supuesto que es real, formas parte de la vida que él decidió crear. Eres su legado.
-Soy lo único que queda.
-Y por eso es que quiero que comprendas qué tan importante eres. Que comprendas qué tan valioso es ser parte de lo que él decidió construir. –Kris acarició levemente el grabado de la hoja, teniendo cuidado de ni dejar una huella dactilar a algo que jamás fue hecho para pertenecerle. –De este lado, está escrito su nombre "Masao", pero del otro… está escrito "Atacar".
-¡Pff! Que indicación tan directa para un arma.
-Búrlate, pero tu padre era muy justo en sus combates. La otra daga además de decir "Saito", tiene grabado "Perdonar" en el otro lado. –Molesto de que no le tomara importancia, se la devolvió esperando que comprendiera su valor. –Con una decidía matar y con la otra tener piedad. Nunca actuó por actuar, siempre tuvo un objetivo.
-Kris, sé que lo admiraste, enserio. –Chara tomó la daga, pero la puso sobre su almohada sin apartar la vista de él. –Tú tienes tu manera de honrarlo al haber tenido la oportunidad de conocerlo, pero la mía solo me queda visitarlo en su tumba. ¡Así que déjame ir!
-Hónralo vengando su muerte. –Se levantó de la cama al no soportar estar tanto tiempo a lado de ella con sólo una sábana cubriéndole. –Prepárate mental y físicamente para hacerlo. Solo así podrás salir realmente.
Agradeció el haberse levantado y estar cerca de la puerta, ya que en cuanto la abrió, notó que le había arrojado la sábana que le había estado cubriendo a modo de protesta. Optó por no verla más y cerró la puerta con cuidado para no permitir que cualquiera que pasara en el instante por el pasillo pudieran verla de esa manera.
No aguantaba más esa clase de arrebatos. Su legado o no, en definitiva no se le parecía nada a su maestro, pero Chara era lo único que realmente le quedaba de él ahora. Tal vez por ello era que no siempre podía ser exigente con ella, tal vez incluso era un tanto permisivo al esperar de su parte un mejor comportamiento digno de ser una Saito. Pero nada, todo con lo que se topaba con ella era una mala actitud bastante similar a los mexas y una aceptación casi denigrante hacia los monstruos por culpa de los mismos Dreemurr. No quedaba nada de Saito en ella por intervenciones de otros, pero ahora que la tenía consigo durante los últimos años simplemente no lograba moldearla a lo que debería de ser realmente.
Se encaminó de vuelta a la habitación de lujo en la que se estaba quedando, pero terminó retrocediendo para encaminarse ahora en donde tenía las cajas de sake que habían salvado. Si Chara tenía tanto deseo en llevarle algo… tal vez significaba que no todo estaba perdido con ella ¿cierto?
No podía permitirle salir, pero al menos podía hacer algo por ella si tanto le importaba.
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Frisk no quiso dar muchas explicaciones a cada conejo que se cruzaba en su camino. Tan solo quería salir a caminar sin estar acompañada por alguien. Quería estar sola y esa casa en definitiva era algo difícil de lograr, sin contar el hecho de que parecían querer darle demasiada atención que sólo terminaban incomodándole. Podía notarlo en sus miradas, estaban preocupados aun cuando no les dijera nada sobre lo que había pasado, como si supieran de antemano algo que no tenía intenciones de compartirles por tratarse de algo sumamente personal. Y si bien comprendía que no era algo prudente salir con el frío invernal y que además había sido tan reciente su desaparición momentánea, tuvo que aceptar la condición de que sólo daría una vuelta cerca del parque para que le permitieran hacerlo sola.
No había logrado dormir adecuadamente, la imagen de su padre envuelto en tantos crímenes atroces llegaba una y otra vez a su cabeza que no le daba lugar a nada más. Realmente tenía ganas de volver a llorar cada vez que eso le pasaba, pero no le daba lugar a ello. Ya había llorado suficiente y más le valía seguir adelante. Aun quería respuestas. Necesitaba que fuera él mismo quien le dijera todo eso. Aun quería creer que había una explicación para todo. Porque aun con tantos secretos, siendo adoptadas o no, todo el cariño que le habían brindado a ella y a su hermana había sido real ¿cierto?
La señora Bonnie le había prestado un suéter para andar por la calle, pero no era suficiente para dejar de sentir frío. Así que andaba caminando abrazándose a sí misma mientras se dirigía hacia el centro de Snowdin donde recordaba que estaba el parque que anteriormente se había esforzado en arreglar. Por su ausencia y por la nieve era casi un hecho para ella de que todo eso se había perdido, pero al menos podría tratar de retomarlo una vez que acabaran las nevadas. Tal vez hacer ello sería suficiente para distraerse por un tiempo.
Varias casas en el camino estaban con las decoraciones navideñas y uno que otro citadino pasaba mientras cantaban villancicos, por lo que se sentía la persona más fuera de lugar para tal celebridad en ese preciso momento. La familia conejo le habían comentado sobre los preparativos de la cena y que por supuesto la tenían en cuenta para todo, pero no tenía el ánimo suficiente para estar en una celebración familiar sin sentirse todo el tiempo una extraña. Dudaba que ellos si comprendieran eso y le dejaran estar en la habitación mientras ellos cenaban, por lo que ya se estaba preparando mentalmente para no dormir otra noche. Necesitaba ver pronto el conseguir casa propia para dejar de tener tal comodidad.
-¿Qué no has aprendido la lección de no andar sola, humana?
Frisk se giró hacia el punto donde provino esa voz, aun cuando había logrado reconocerla de inmediato a su mal gusto. Lo que menos quería ver en ese momento era a Don Gaster ¿Qué hacía ahí recargado en la pared leyendo el periódico? La gabardina negra que tenía puesta era tan larga que estaba segura de que le era suficiente para cubrirse de todo el frío que estaba habiendo en el entorno, pero ni así lograba hacerse la idea de que estuviera ahí de modo casual.
-Aunque estuviera sola, eso no sería impedimento para usted de hacerme algo. –Se limitó a contestarle eso, aun cuando tuviera preguntas sobre su presencia ahí. –Se me recomendó no salir del barrio, no hace falta que me vigile.
-En efecto, no debería de estarte vigilando.
Sintiendo que la conversación podría terminar ahí sin necesidad de protocolos educados, le dio la espalda para seguir caminando mientras recordaba la forma de dirigirse al parque. Y tras varias cuadras recorridas, podía detectar con suma facilidad que el esqueleto le estaba siguiendo a una distancia considerada. ¿Acaso quería algo de ella de nuevo? ¿Por qué no se lo había dicho en lugar de estarla acosando de esa manera? No pudo evitar recordar a Sans con eso, pero con la diferencia de que el jefe sí le incomodaba al grado de molestarle su presencia. Le había pasado lo mismo con Papyrus, pero al menos había logrado dar en algo en común de tal manera que pudiera generar cierta comodidad aun con su presencia, aun cuando no le entendiera del todo ni estuviera de acuerdo con muchas de sus opiniones. Con Sans había sido todo más directo, pero a su vez apacible al grado de agradarle que estuviera dispuesto a entablar una conversación amena. Por lo que acoso o no, ahora le agradaba su presencia.
Pero en el caso de Don Gaster simplemente no podía tolerarlo y no hacía falta preguntar para saber que se trataba de algo mutuo. ¿Entonces por qué le estaba siguiendo ahora? ¿Le atacaría de nuevo pese a estar en zona pública?
Su malestar se esfumó al momento de llegar al parque, viéndolo cubierto de nieve que le costó identificar a la primera que había llegado. Sabía que lo poco que había plantado no seguiría ahí, pero le sorprendió notar que al menos varias secciones tenían unas tablitas colocadas como si trataran de dividir la tierra, no recordaba haber hecho eso. Los juegos maltratados ahora estaban cubiertos de nieve que los hacía aún más imposibles de usar, a su vez que no había tanta basura como recordaba, aunque eso podría deberse a que la nieve cubría todo. ¡Habían dejado los botes de basura! Era un alivio que no se los habían robado de nuevo, pero no parecían ser usados adecuadamente.
Pero su atención principal estaba en el pino, que si bien seguía sin poder tener color, seguía firme en permanecer en el centro. Frisk no dudó en poner su mano sobre la corteza, notando que aún conservaba vida dentro de él y que estaba dispuesto en sobresalir nuevamente cuando el momento adecuado se presentara. Fue así, como aun con todos sus malestares, pudo emitir una sonrisa mientras acariciaba levemente el árbol. Al menos había alguien en todo Snowdin que estaba dispuesto a seguir adelante pese al entorno tan deplorable que le ponía todo en contra, por lo que puso además su frente sobre su corteza para transmitirle su gratitud. Si había un solo ser con esa fortaleza, no había duda de que ella también podía serlo.
Todos sus pensamientos fueron interrumpidos por un golpe frío en su nuca, desconcertándole de ver que había recibido una bola de nieve y que ahora le producía más frío del que por sí ya llevaba consigo. Mientras se sacudía lo que podía, se giró para ver cómo era que había llegado eso ahí, pero tal fue su sorpresa de notar que había unos niños arrojándose esas bolas de nieve entre ellos y que dos de ellos se estaban acercando a ella.
-¡Lo siento, señorita! No quise… –El niño se detuvo en seco cuando estuvo en suficiente cercanía de ella. Abrió los ojos con mucha sorpresa y sonrió antes de exclamar. –¡Señorita florista! ¡Ha vuelto!
-¡Siiiiiii! ¡Ha vuelto!
Extrañada de que ahora varios niños se estuvieran acercando a ella con tanta alegría en sus ojos, tuvo que limitarse a quedarse ahí quieta sin saber qué más hacer. No recordaba la mayoría de sus rostros, pero pudo identificar al menos a tres de ellos de la vez que había jugado con ellos antes de que uno de los padres la golpeara. ¿El resto también habían jugado con ella? ¿Habían sido tantos?
-¡Sabía que volvería!
-¿Dónde estuvo?
-¿Recibió nuestras flores?
-Ahhh… –Frisk no tenía ni idea de por qué tanta atención hacia ella. –¿Cómo han estado?
-¡Bien! Hemos cuidado el parque por usted. –Contestó el niño monstruo sin brazos, estando saltando de alegría para hacerse notar entre los demás. –Aunque nada ha florecido.
-¿Es cierto que es amante de un esqueleto? –Preguntó un niño humano en el acto. Siendo evidente que había tenido esa pregunta en la punta de la lengua y que no quería contenerla más.
-No, no lo soy. –Contestó cada vez más disgustada en el tema ¿qué todos en el barrio la llamaban así? –¿Ustedes pusieron esas tablitas en la tierra?
-¡Siiiiiiiii! Quisimos hacer las cosas como usted las hacía.
-¡Juegue con nosotros!
Sin esperar siquiera una respuesta de su parte, Frisk se vio arrastrada a jugar con ellos en el mismo punto donde anteriormente había jugado con ellos con una pelota. Ahora parecía que les divertía el simple hecho de arrojarse bolas de nieve entre ellos, los cuales habían formado equipos y tenían que ser el que más atacaba al contrario. Frisk no supo qué hacer en el instante, podía esquivarlas pero para lanzarlas era terrible. Uno que otro niño tuvo consideración de ella y de ser un juego de ataque, se convirtió en una aparente clase en el que todos trataban de enseñarle cómo hacer una bola de nieve hasta cómo arrojarla apropiadamente. Incluso parecía divertirles que fueran los que tuvieran que enseñarle a un adulto.
Frisk prestó atención pese a ser algo sumamente extraño, ya que no pudo evitar comparar a los niños con la familia Bunny o la familia Gaster, pareciendo ser necesitados de atención a toda costa, pero con la diferencia de que los niños le estaban pidiendo saber más de jardinería una vez que la nieve no estuviera presente en el barrio. Parecían en verdad interesados y por lo que pudo escuchar de uno que otro, ellos conservaron su equipo de jardinería desde la vez que no pudo volver al parque. Habían tratado de restaurar lo que sus padres habían destruido pero simplemente no supieron cómo.
Frisk terminó soltando una tenue sonrisa mientras los escuchaba lejanamente. Tal vez había fallado en tratar de hacer una zona de cultivo en el parque, pero extrañamente había sembrado algo más valioso y esperanzador a su vista. Ahora en Snowdin no sólo había un pino esforzándose en mantenerse vivo, también era el caso de los niños.
-Me da gusto ver que están todos juntos jugando. –Soltó sin pensárselo una vez que acomodó un poco sus ideas al respecto. –La otra vez parecían tener problemas por estar humanos y monstruos juntos.
-¡Eso es gracias a su amante, señorita!
-No tengo amante. –Su sonrisa se desvaneció en el instante. ¿Qué no era una palabra fuerte para el vocabulario de un infante?
-Su amante golpeó a mi padre después de que él la golpeara a usted. –Insistió el niño sin importarle su aclaración al respecto. –Ahora tiene miedo de que vuelva a ocurrir.
Frisk tardó un poco en hacer memoria al respecto, llegándole el mismo frío que había sentido aquella vez en la que Sans se había mostrado molesto con ella en la altura de un edificio desconocido. ¿Entonces Sans no había matado al señor? Era reconfortante saber eso, aunque eso de que le hubiera golpeado al grado de tener miedo tampoco era buena señal. El niño no parecía importarle la situación y eso también le alarmaba. ¿Qué nadie en la ciudad podía comprender las cosas sin violencia? ¿Estaban tan acostumbrados a ella que simplemente ya no les importa? ¿Por eso la frase "matar o morir" la tomaban los citadinos tan a la ligera? Si ella y su madre nunca se hubieran ido de la ciudad ¿habría terminado igual que los niños? ¿Tomando con normalidad tales actos de violencia?
Pensar en todo eso le hizo recordar nuevamente a su padre, en todo lo que había tenido que descubrir el día anterior. ¿Acaso el que se tratara de un delincuente… era por estar tanto en la ciudad? Terminó suspirando con cierta resignación, hasta ella sabía que no tenía sentido esa pregunta, no cuando se trataba del mismo ser que le enseñó a apreciar la vida.
Después de varios intentos de enseñarle a lanzar algo que simplemente no se le daba, los niños se pusieron a hablar sobre lo que esperaban obtener de regalo al día siguiente. Frisk se había limitado a escucharles con tal de distraerse nuevamente de sus propios pensamientos, pero comenzó a percatarse de las diferencias económicas entre ellos desde lo que cenarían hasta lo que harían con sus familias. Por lo que al despedirse de ella todos, la dejaron sola con muchas cosas por las qué pensar además de lo que ya había tenido consigo. Sentada en una de las bancas que había logrado retirarle la nieve, pero que aun así le producía demasiado frío.
Tal vez si había sido una mala idea salir a caminar para despejar su mente. Todo Snowdin con la navidad le recordaba a su familia y el hecho de qué tan disfuncional eran como las otras familias que ha estado conociendo.
El potente aroma a café le avisó antes de su llegada, pero aun así le fue sorpresivo ver a Don Gaster parado ante ella, extendiéndole un vaso desechable de papel que emitía un suave humo que le indicaba con su olor qué contenido tenía, mientras sostenía otro con cuidado. Sabía de su gusto particular a la cafeína, pero se sintió incómoda de que de nuevo se presentara la situación de que le invitara a degustar esa bebida.
-No contiene veneno. –Le dijo al ver que no lo agarraba.
-Su palabra no es garantía de eso. –Le respondió inmediatamente. No olvidaba cómo había sido la primera vez. –¿Por qué me lo ofrece?
-Porque evidentemente tengo que hablar contigo, humana. –Le contestó con seriedad, pero era evidente que le molestaba tan sólo estar ante ella. –Podemos ser civilizados en cuanto sepas comportarte.
Frisk iba a comentarle que quien no sabía comportarse era él mismo, con sus arrebatos impulsivos y agresividad completamente innecesaria, pero terminó aceptando tanto la bebida como su presencia al no tener el ánimo suficiente sin poder quitarse de la mente a sus padres. La bebida olía bastante bien si debía admitirlo, pero le extrañó ver que gran parte de su contenido era leche espumada. Creía que Don Gaster le gustaba el puro extracto de cafeína, ¿por qué le daba algo así? ¿En verdad no había problema si le daba un trago?
-Cappuccino.
-¿Mmm?
-Es cappuccino. –Mencionó nuevamente, sin verle directamente al tener mayor atención a su propia bebida, la cual era la misma por lo que notaba una vez que se sentó a lado suyo sin invitación. –Bebida de mi país, aunque este no se le acerca a su textura original.
Sin percibir algo malo, terminó dándole un pequeño trago en busca de obtener algo de calor con ello. Para cierta sorpresa suya no le supo desagradable, incluso le recordó un poco al té rooibos con leche, aunque se trataba de un sabor más fuerte. Mientras daba un segundo trago con más confianza, esperó a que el esqueleto dijera algo más que una explicación técnica de una bebida originaria de su país natal, pero eso tardó unos cuantos minutos sin que le viera de frente. Observando el pino sin hojas y cubierto de nieve entre sus ramas.
-Las lavandas eran su flor favorita. –Soltó sin aviso previo. Frisk tuvo que hacer un leve esfuerzo de memoria para entender a qué se refería. –Sólo yo sabía eso, ¿cómo es que tú supiste cosas sobre ella sólo con ver esas flores?
-Las flores son comunicación. Por su cuenta te indican dónde comer y vivir, a su vez en dónde no se debería de estar… y por sus mismas propiedades, uno mismo las busca de tal manera que reflejamos parte de nosotros por nuestras propias necesidades de ellas. –Se limitó a explicar eso sin necesidad de tantos detalles. Seguía incómoda con su presencia. –Las lavandas son flores que les gusta el sol, no les habría gustado vivir aquí.
-¿Y qué me dices de las amapolas?
-Son flores muy bonitas, pero muy invasivas si no se controlan a tiempo. –Respondió sin siquiera pensarlo. Hablar sobre su pasión de algún modo le relajaba mucho más que la bebida caliente que tenía sosteniendo en sus manos. –Hay muchas variaciones de ella, pero en sí todas son frágiles.
-¿Todo lo que sabes de plantas lo aprendiste del Gran Don?
-Si. Él ama a las flores, solíamos cuidar juntos un gran jardín en nuestra casa. –Se sintió extraña con eso, no estaba acostumbrada a ese término en el que se referían a su padre, como si no bastara el hecho de saber que se trataba de un delincuente, sino que los mismos criminales le tenían un título de superior. –¿Es de lo que quiere hablar realmente?
-Quisiera abordar varios temas, pero me limitaré a sólo uno por ahora. –Dio un nuevo trago a su bebida antes de continuar. –Detesto tener que llegar a esto, pero el que mi hijo se mantenga a salvo depende de tu prudencia, cosa que de antemano sé que no tienes y que lo compruebas aún más saliendo pese a lo ocurrido el día de ayer.
-Yo jamás le he pedido a Sans que se arriesgue por mí.
-Por consiguiente, eres un punto débil que no puedo permitir que se exponga tanto. –Continuó hablando el señor, haciendo caso omiso a sus propias palabras. –Toda una deshonra llegar a esto, pero te pido que dejes de exponerte de manera que cualquiera pueda secuestrarte.
-Muchos parecen llamarme amante de Sans. ¿Eso es lo que le preocupa? –Intentó entender a qué se estaba dirigiendo con toda esa acusación. –Descuide, Sans solo es un ángel para mí.
El esqueleto se le quedó mirando sin una expresión que pudiera definir con precisión, incluso sus cuencas agrietadas mostraban total oscuridad que dejaba en duda de si realmente la estaba viendo directamente a ella o si su visión estaba en algo más allá. Su bebida a medio terminar estaba enfriándose y él no le prestaba atención a eso. ¿Acaso había dicho algo realmente malo?
-¿Tu… qué?
-Bueno, conocí una iglesia hace poco… un lugar muy extraño. –Continuó hablando pese a que el esqueleto no parecía reaccionar del todo. Sus cuencas se mantenían bastante oscuras y con las grietas de ese modo hacían su aparente mirada en algo mucho peor. –Un señor de ahí me habló sobre lo que eran los ángeles guardianes. Y ya que no tenía una forma de definir a Sans antes… creo que es una buena forma para describirlo. Un ángel con saco en lugar de alas.
El esqueleto giró su cabeza para ver hacia el frente como si hubiera algo mucho mejor que ver ahí que a la humana que le estaba hablando, estando confundida por su reacción. Don Gaster se tapó los dientes como si estuviera pensando seriamente en sus palabras, pero por muy extraño que le pareciera creer tal cosa, por un instante le pareció haber escuchado algo como un gruñido tenue.
-¿Es tu forma de definir que sólo lo usas por tu seguridad, humana? –Preguntó finalmente sin apartar su mano de sus dientes, siendo un poco difícil escucharlo con total claridad. –¿Tienes el descaro de admitir eso ante mí?
-Me está malinterpretando. Yo no uso a nadie, señor. –Aclaró Frisk de inmediato con el mismo tono que le estaba empleando a ella. –Al principio Sans era un sujeto muy extraño para mí… y aun me parece que lo es, pero me agrada… Y de algún modo él ha estado ahí para salvarme de cosas que no le encuentro sentido sobre cómo ocurrieron, por lo que estoy agradecida. Yo no le he pedido nada ni mucho menos tengo intención de usarlo. Sólo… sé que me gusta su compañía ahora.
-Esto es peor. –Murmuró Don Gaster para sí mismo. Cubriéndose ahora las cuencas como si estuviera por darle un dolor de cabeza en cualquier momento. –Mucho peor.
-¿Está mal que lo denomine como un ángel?
El esqueleto no le respondió. Quitó la mano con la que había cubierto sus cuentas y se limitó a tomarse el resto de su bebida en silencio mientras parecía pensar demasiado en la situación. Frisk lo imitó con tal de hacer algo con sus manos, saboreando a su manera la cafeína en exceso que contenía un solo vaso, pero sin comprender del todo si había dicho algo que pudiera ofender ante su falta de conocimiento sobre los ángeles. ¿Acaso era más un insulto? ¿Debía de disculparse para evitar el malentendido? ¿O podría retirarse para que le dejara finalmente sola? Su compañía por más cortés que fuera a diferencia de las otras pocas veces, le incomodaba de igual manera.
-Ya que estamos en el tema… aclárame una cosa, humana. –Don Gaster arrojó el vaso de papel sin siquiera ver a dónde, pero Frisk pudo ver que por su magia, pudo direccionarlo rápidamente hacia el bote de basura más cercano. –¿Mi hijo y tú han tenido relaciones sexuales?
-¿Qué? –Frisk bajó el vaso a medio tomar con total desconcierto. ¿Por qué se estaba haciendo esa idea ahora? –Ya le dije que Sans y yo no…
-Bien, no crucen esa línea entonces. Todo esto ya es lo suficientemente aberrante como para que lo empeoren.
-¿Está decidiendo por la vida sexual de su hijo?
-Decido por su bienestar.
-¿Y lo es que le dé dinero para prostitutas? –Preguntó sin lograr darle sentido a todo. –No sé si se está contradiciendo sin darse cuenta, o si sólo me odia y por eso se está haciendo ideas raras sobre mí.
-Odio la arrogancia e hipocresía humana. Odio todo lo que conlleve Dreemurr. –Aclaró don Gaster sin borrar su semblante serio. –Y ambas cosas están en ti.
-Usted es el arrogante e hipócrita, señor. –Contestó Frisk, conteniendo su impulso de ponerse de pie ante él pese a que la altura no haría mucha diferencia, ni siquiera por él estar sentado. –Cree que es dueño de Snowdin y su gente, cree que es dueño de sus hijos… y cree que es el único que sufre y por ello que merece maltratar a otros.
-Sigue así, humana, y no me contendré nuevamente.
-No me importa sus amenazas al grado de querer matarme, señor. Soy dueña de mi propia vida, mi propio cuerpo y mi propia voz. –Finalmente si se paró al ya no estar soportando su presencia. En efecto, no le llegaba a la altura aun así. El esqueleto era bastante alto para ella aun estando sentado. –Si tanto le importa esta gente y sus hijos, haga algo al respecto para mostrarlo en lugar de aparentar controlarlos.
-¿Controlarlos? ¿Cómo lo que pretende el Gran Don con todos en Ebott city? –Igualmente se paró ante ella, mostrando su constante frialdad en su expresión hacia ella. –Aquel que llamas "padre" pretende moldearnos a todos a su propia conveniencia, a su propio entretenimiento. ¿Crees que soy controlador? Snowdin antes le perteneció a él, tuvo a todos aquí con miedo por su propia satisfacción. Yo les di libertad para tener sus negocios. Yo les di seguridad y justicia cuando la policía nos dio la espalda. Y no me interesa recibir un gracias o un reconocimiento, porque mientras humanos como tú creen que son los correctos, los que tienen la razón y palabra en esta vida, no tienen ni la más mínima consideración de comprender que ellos mismos nos orillaron a esto, a sobrevivir con base a sus reglas que solo buscan beneficiarse a ellos mismos. Y si yo tengo mis reglas hacia todos aquí, es justamente para combatir la hipocresía humana. Así que cuando me dices que yo soy el arrogante e hipócrita en esto, ¿crees que tu percepción del bien y el mal es la correcta sólo porque se trata de tu opinión desde tus privilegios?
-No, yo… –Retrocedió un poco.
-Y sobre esa bestia a la que defiendes hasta el grado de atreverte a golpearme, ¿crees en verdad que eres dueña de ti misma? ¿Crees que no tratan de controlarte con toda esa cantidad monetaria que te han dado? ¿Qué no te han estado controlando también haciéndote creer que eres su hija cuando él es la razón por la cual eres huérfana?
Dio otro paso atrás ahora que sentía que el señor había dado un paso adelante hacia ella conforme a sus palabras. Escuchar todo eso le hacía sentirse peor de lo que ya se había sentido antes, derramando sin darse cuenta a tiempo lo que le quedaba de café sobre la nieve, derritiéndola con eso. ¿La razón de ser huérfana era por él? ¿Acaso…? No, definitivamente no quería pensar en eso. No quería saber nada de eso… ¿O sí?
-No me hables de cosas que no comprendes, humana. Eres tan ignorante hasta de ti misma que por eso eres un peligro andante. –Continuó el señor sin importarle el malestar que no podía contener Frisk. No sabía que responderle realmente ante sus palabras por mucho que le doliera admitirlo en sus adentros. Ya estaba haciendo el suficiente esfuerzo de no mostrar sus lágrimas ante él. –Tengo mis razones más que suficientes para quererte lejos de mi familia y de todo lo que he construido para un mejor futuro para ellos.
No, no podía llorar. No de nuevo. Pero aun así, las lágrimas volvieron a surgir en silencio mientras sentía el temblor en sus manos que oprimía ante su propia frustración. Y aun así no quiso bajar su cabeza. Aun cuando detestara que ese señor en particular le viera débil, llorando por sus palabras que dolían ante varios puntos que no sabía cómo combatirlos, no quiso darle la satisfacción de no darle frente.
Tal vez si tenía razón, era ignorante de muchas cosas. Pero no era por elección propia. Criminal o no, el cariño familiar que habían tenido había sido real. Y esa era la parte que no lograba encajar con todo en cuanto a su vida. Esa era la parte que le mantenía de pie queriendo obtener una respuesta a todo, una aclaración.
-Aun así, antes de decidir por sus hijos de esa manera, debería de ver el recuperar su respeto. –Finalmente pudo emitir palabra, teniendo la vista nublada a causa de las lágrimas que habían quedado presas entre sus largas pestañas. –Yo tengo muchas complicaciones ahora, lo reconozco… pero aun así deseo poder estar en familia justo ahora. Y usted que ha tenido esa oportunidad en todo este tiempo, los ha apartado al grado de que ni siquiera lo consideran padre.
Por un instante creyó que le golpearía como anteriormente lo había hecho o amenazado, pero se quedó mirándola sin emitir una expresión alguna que indicara mayor enojo del que ya tenía consigo.
-Yo daría lo que fuera por tener a mi familia conmigo. A mis padres, a mis hermanos… Ser querida. –Continuó ahora que no parecía que le haría algo, aunque se mantuvo alerta por experiencias pasadas. Se detestaba a sí misma que no borrara las lágrimas consigo. –Usted es un padre, ellos son hermanos. Yo quisiera la oportunidad que ustedes tienen a la mano y se la pasan desperdiciándolo con tonterías violentas, con venganzas sin sentido. Ellos están necesitados de atención, de SU atención. Haga algo realmente con eso en lugar de venir a quejarse conmigo.
No queriendo estar más ahí, se giró para encaminarse lejos del esqueleto que de cualquier manera le alcanzaría con un simple pestañeo. Quería alejarse de su incómoda y molesta presencia, pero aún más porque no le estaba gustando poder controlarse. Si ya había llorado suficiente el día anterior ¿por qué aún tenía lágrimas por derramar? ¿Por qué no se estaba conteniendo como las otras veces?
La verdadera razón de ser huérfana… ¿acaso no había sido por un accidente automovilístico como le habían dicho? No había querido pensar en eso nunca al no necesitar de eso, pero ahora que se estaba enterando de haber estado viviendo con un delincuente altamente peligroso, cualquier cosa podría ser cierta después de eso. Muchos parecían insinuarle sobre sus rasgos orientales, incluso daban por hecho de que formaba parte de un linaje japonés. ¿Acaso si podría venir de esa cultura? ¿De verdad era necesario saber eso? Frisk sacudió su mente conforme caminaba sin un rumbo específico, sólo quería estar lejos de todo, aun cuando de lo que realmente quisiera huir no podía. Su mente no la dejaría en ningún momento.
Y su cara se estaba congelando por culpa de las lágrimas.
Sin darse cuenta a tiempo, se había estado encaminando en donde solía estar su hogar, su zona personal en donde había estado construyendo su nueva vida. Pero ahora que había llegado, tan sólo se topó con un tumulto de escombros cubiertos de nieve. Se limpió las lágrimas con tal de ver mejor el lugar, aun cuando eso no le ayudaba a calmarse, pero necesitaba comprobar que no se estaba imaginando el ver tanto color resaltando en ese desastre. Ver que realmente estaban hermosos tulipanes surgiendo entre las grietas, ¿cómo era eso posible?
Se acercó con cuidado sabiendo que podría tropezarse con algo, pero quería saber cómo se habían dado no sólo por haber algunas semillas que habían resistido a todo el impacto. Quitando algo de nieve e incomodándose por eso, notó que en algunas partes había ramos marchitos que no lograba haber tenido antes de toda la explosión. ¿Acaso alguien había dejado varias flores marchitarse ahí? Eso podría explicar que lo poco obtenido les había alimentado lo suficiente para hacer de ese sitio lo más adecuado para poder surgir, para poder florecer. Y recordando el momento en el que todo se había desbordado, algunos monstruos que habían muerto ahí habían ayudado también a adecuar el lugar para las plantas. De alguna manera, ese lugar se había vuelto un cementerio ahora de caninos que nunca llegó a conocer realmente.
No supo en qué momento Don Gaster se había aparecido a lado suyo, pero cuando notó su presencia no le dio importancia. Ver su casa destruida le molestaba y entristecía al mismo tiempo, pero ver que varias flores lograron surgir ante el desastre, le recordaban con su presencia que ella también tenía que florecer ante el desastre que estaba resultando su vida.
-Para alguien que se ha estado al borde de la muerte más de una vez, eres bastante imprudente. –Escuchó que le dijo el esqueleto tras varios minutos contemplando lo mismo, pero con diferentes formas.
-No le tengo miedo a la muerte, señor. Todos en algún momento nos iremos de este mundo, pero seamos humanos o monstruos, todos terminaremos alimentando a la tierra. –Contestó sin querer ver su cráneo agrietado, las flores frente a ella eran mejor vista que cualquier cosa. –No importa las diferencias que tengamos, porque al final todos seremos flores.
-Qué extraño modo de verlo.
Frisk no quiso contestarle, prefirió agacharse para acariciar algunos pétalos y agradecerles por estar ahí. No obstante, se dispuso a arrancar unas tres flores para improvisar un pequeño ramo. No tenía con qué amarrarlo, pero supuso que ante la carencia de cosas era más que suficiente tenerlo de ese modo. Extrañaba en verdad tener su profesión.
-¿Puede entregarlas a Sans?
Extendió el ramo para que el esqueleto a lado de ella las tomara, pero éste sólo se quedó perplejo por su petición, con sus cuencas agrietadas en total oscuridad. ¿Qué acaso le tomaría de mala manera todo lo que le dijera o hiciera ante él?
-¡¿Qué?!
-Son en agradecimiento por… haberme abrazado mientras lloraba. –Se ruborizó un poco por la pena de tener que admitir que había llorado esa vez, aun cuando no había podido ocultarlo a nadie en el momento. –Y por haberme escuchado, aun cuando no se trataba de un asunto suyo.
-¡No me involucren en sus cosas inmorales!
-¿Inmorales? Señor, usted es un líder de mafia que me ha torturado y casi matado. –Alzó una ceja con cierta exasperación. En definitiva no comprendía el modo de ver las cosas de algunos citadinos, pero cada vez más comprendía porqué Papyrus tenía un modo tan particular de ser. –Usted mismo dijo que no quiere que me acerque a Sans, así que…
-Acercarse en todo sentido, humana. Eso es un modo de… hacerlo también. –Por primera vez en su vida, el jefe de familia parecía incómodo. ¿Acaso no estaba acostumbrado a esa clase de regalos hacia otros? No estaba del todo segura si verlo así era mejor que amargado o enojado. –No humana, no le llevaré eso. Así que no vuelvas a intentar esta clase de cosas.
Frisk lamentó ahora haber arrancado esas tres flores si no cumplían con su destino, por lo que terminó llevándoselas consigo en su regreso a La Madriguera. Lamentablemente para ella estuvo siendo escoltada por el esqueleto que menos le agradaba, pero al menos agradecía el hecho de tener suficiente distancia el uno del otro y no tener que seguir hablando por más "cortés" que hubiera sido el intento de entablar una conversación fuera de toda agresión sin sentido. Por lo que notaba ahora, cada vez que quisiera salir tendría que afrontar el hecho de que Don Gaster le estaría vigilando personalmente. ¿Era su modo de evitar que Sans y ella no se vieran como decía? ¿Tanto le detestaba para tener que estar él presencialmente?
No le agradaba la idea, por lo que al entrar en el establecimiento y puesto las flores en agua, se apuntó mentalmente en que tendría que ver pronto el modo de rehacer su vida independiente. Pero al momento de siquiera pensarlo, tan sólo le venía la imagen de la florería en ruina total. Una parte de ella, aun quería ese lugar que le había pertenecido, que había limpiado y hecho un lugar para ella. Quería recuperar particularmente ese pequeño espacio. Y aun cuando tuviera dinero más que suficiente para lograrlo… otra parte de ella le decía que no tenía caso.
Don Gaster le había hecho mención de que Snowdin había estado en manos de su padre antes de él mismo. ¿Era por eso que le había regalado esa propiedad? Y si era así, ¿era correcto querer tener un sitio que seguramente formaba parte de un conjunto de malas decisiones? ¿El resultado de algo igualmente delictivo? ¿Era correcto querer usar el dinero también ante eso?
Nuevamente confundida y dolida con todo, se quedó mirando los tulipanes con tal de relajarse con eso hasta tener la mente despejada para disponerse a trabajar. Hacía mucho que no podía tener flores consigo y era un pequeño gesto agradable que la vida le estaba permitiendo.
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Al ver que esta misma semana es el aniversario de Flapper Florist ¡Tenía que actualizar a modo de celebración! Sin contar el epílogo, ¡este es el capítulo 60, nunca creí que llegaría tanto amor a estas alturas! En verdad que muchas gracias por tanto.
También aprovecho a avisar que en modo de celebración, haré una transmisión en vivo dibujando algo exclusivo de Flapper Florist. El aniversario es el jueves 11 de febrero, pero para tener mejor tiempo, lo haré para el viernes 12 a través de mi canal de youtube (búsquenme como michsonrisa). Podrán hacerme preguntas y las contestaré mientras dibujo. ¡Los espero!
Michi fuera!
:D
