Ser el hermano mayor de una familia grande era complicado. No sólo tenía que ser el hombre de la casa de una forma u otra, sino que tenía que asegurarse de que sus hermanos tuvieran un buen ejemplo de hombría, que algunas de sus hermanas ingenuas no se metieran en problemas… o que su propia madre no fuese la que cometiera tales tonterías por su mismo optimismo excesivo. Ronnie sabía que no la tenía fácil, pero aun así siempre estaba dispuesto a llevar a cabo todo, aun cuando eso le alejara de sus propias metas personales.
Por lo que era cierto alivio para él contar con alguien con quien poder desquitarse de todas sus frustraciones por muy absurdas que se volvieran. Alguien que sabía escucharle sabiendo a la perfección todo lo que pasaba en su día a día. Alguien que sabía de antemano todo de él al estar viviendo en la misma casa. Una gran confidente que le cubría de cualquier cosa que requiriera.
-Así que por eso no has vuelto a entrenar. –Soltó finalmente Shyren tras escucharle parte de sus quejas. Estaban aprovechando el escándalo de la noche con algunas actuaciones y clientela emocionada, estando en la parte del bote de basura del exterior de La Madriguera siendo más que suficiente para pasar desapercibidos. –No deberías de dejar las cosas que te gustan por deberes que no deberían de ser tuyos, Ronnie.
-Mamá quiere acercarse de una forma u otra con los hijos Gaster de nuevo. Y eso parece que sólo lo lograría teniendo a la cachorrita que es el ser que les importa. –Suspiró con cierta resignación tras soltarlo. Se sentía extraño tener que escuchar eso saliendo de su propia boca, pero era una verdad que no podía ocultarse del todo. –No quiero que se presenten problemas de nuevo sólo por no estar al pendiente. Ya vez lo que ocurrió con sólo dejarla sola en la azotea, y ya van un par de veces que se me pierde cuando me acompaña a las compras. No quiero que tengamos problemas con la familia Gaster.
-¿Y si le explicamos eso a Frisk? –Se encogió de hombros la sirena, sin poder convencerse a sí misma de lo que proponía. –No es muy comunicativa, pero tal vez si entendiera realmente el peligro…
-Dudo que sea posible. Viste que hoy salió sin avisar a nadie y tardó en volver sin dar explicaciones. Y no sé qué pasó después de que se la llevaran del techo, pero después de eso ha sido más extraña. –Interrumpió el conejo en el acto al ser un caso inútil. Recargándose en la pared pese a lo contaminado que estaba ese lugar. –Somos varios conejos en un solo lugar y ninguno logramos escuchar sus verdaderos sentimientos. Solo… un llanto inconsolable que no se ve reflejado en su rostro indiferente. Hasta da miedo verla así a la cara si he de reconocerlo.
Realmente era algo que le preocupaba. ¿Qué clase de humana era que tenía un control tan extraño de sí misma? Podía percibir que había una clase de dolencia en ella por el llanto que podía percibir, pero era tan lejano que parecía que hasta ella misma se obligaba a callar su aparente tristeza. Para algunos podría tratarse de una gran fortaleza inquebrantable, pero para él no le parecía tan diferente a la sonrisa de su madre en los peores momentos. Ambas estaban en un estado en el que no eran capaces de darse cuenta de que preocupaban a los que les rodeaban porque no daban una mínima oportunidad de doblegarse ante algo.
-Me dijiste que la otra noche la viste con su novio y una flor parlante ¿no? Tal vez está triste por alguna discusión.
-Ya le pregunté de alguna manera, pero resulta que no es su novio.
-¿En verdad? Si ese esqueleto lleva varios días que se aparece en el techo. –El comentario de la sirena le sorprendió. La verdad es que no estaba tan al pendiente de esa zona por tanto trabajo que había tenido durante varios días. –En algunos de mis descansos lo he visto ahí arriba… Y me da la impresión de que pretende toparse con ella de nuevo, pero Frisk no parece querer subir si va a acostarse lo más temprano posible. Por eso creí que habían discutido o algo similar.
-Si se tratara de cualquier ser, podría suponer que es miedo a estar de frente a un mafioso como él. –Ronnie analizó la situación más de la cuenta. De una forma u otra, se preocupaba por ella pese a que no debería de ser un asunto que le compitiera. –Pero sin duda alguna no es el caso de Frisk.
Era un simple rumor que rondaba en Snowdin y que nadie parecía querer frenarlo por mucho que les costara la vida por el atrevimiento, pero una vez que se les veía juntos era imposible no pensar en otra cosa que el hecho de parecer una pareja muy extraña y conflictiva en esencia. Ya era un escándalo por la cuestión interespecie, pero pensar en la posibilidad y que de alguna manera a ellos no les importara eso… le daba una leve esperanza, por muy absurda y mínima que fuera, de que el amor era más grande que cualquier discriminación.
-Por la forma en la que me vio el primogénito Gaster, no me queda duda de que en verdad está interesado en la cachorrita. Ni siquiera tuve que escuchar su alma para darme cuenta de lo obvio. –Soltó sin saber a qué le llevaría la conversación. Hablarlo de alguna manera le hacía sentirse más ligero con todas sus cargas, pero sabía que eso jamás sería suficiente. –Pero si ella no parece querer verlo… me aterra que eso pudiera desatar un problema más grande y que nuestra familia corra peligro por eso. Los mafiosos son de mucho cuidado.
-Lo sé…
-¡Oh! Perdona, no quise… –Ronnie se lamentó ahora de haber tocado el tema por dejarse llevar con su frustración. Aunque hubieran pasado varios años, no cabía duda de que la sirena lamentaba cómo había terminado su hermana y única familia que le quedaba en el mundo. –Lo siento.
-Nunca me relacioné con los hijos, pero su madre y mi hermana eran las mejores amigas de tu mamá. –Continuó Shyren con una suave sonrisa, poniendo a un lado su propio malestar por el bien de él. –Eso debería de ser suficiente para no haber conflicto en todos nosotros ¿no?
-Eres demasiado optimista en eso, Shyren.
-Y tú demasiado pesimista, Ro. –La sirena agitó levemente su antena como si con ello pudiera tener su total atención. –Estás preocupándote por cosas que no te competen, pero ¿qué hay de ti? Ralph se enlistará en el ejército este año, se supone que estabas entrenando para estar con él, para seguirlo y protegerlo, ¿no es así?
-No puedo dejarlos a todos ustedes sólo por un capricho.
-Pero…
-Está bien, así deben de ser las cosas. –Puso una mano en su cabello para revolvérselo cariñosamente. –Mi deber es ser el hombre de la casa. Y lo que siento… no me haría el hombre de la casa, mucho menos irme.
Dolía demasiado la verdad, pero tenía que estar con los pies en el suelo cuando el resto de su familia no lo hacía. Su padre bien le había dicho que se había casado con una mujer extremadamente soñadora, pero que nunca creyó que gran parte de sus hijos resultasen igual. Por lo mismo ahora que su padre había muerto, como el mayor de todos tenía el deber de mantener al margen todo, protegerlos antes de que existiera la posibilidad de perder más integrantes de su alocada familia. Y estar tan cercanos a asuntos de mafiosos en definitiva no ayudaba para nada. Quería mucho a Frisk, sabía que sólo había inocencia en ella fuera de su frío comportamiento, pero no podía evitar pensar día con día el peligro que era tenerla con ellos. Tarde que temprano, los Gaster podrían molestarse por algo y culparlos. Sobre todo porque su madre no tenía la prudencia de tratarlos con moderación, como si esperara que el pasado que tenían fuese suficiente para controlarse o que mejoraran las cosas a su debido tiempo.
-Sabes que siempre te ayudaré a ocultar tus verdaderos sentimientos, Ro.
-Por eso y más eres mi mejor amiga, Shyren.
-Pero me gustaría que fueses feliz. –Continuó la sirena con un deje de tristeza. –No me retracto de nuestro pacto, pero si al menos intentaras decirle algo...
-¿Decirle qué? Lo asustaría con tan sólo mencionarlo.
Desde que Shyren sabía de su secreto, ella misma se había propuesto ayudarle sin importar hasta dónde llegarían las cosas. No le agradaba del todo la idea, pero contar con su apoyo sin discriminación le aligeraba tanto la mente, que no podía evitar sentirse agradecido de contar con alguien como ella desde niños. No sabía por cuánto tiempo podría ocultarlo con suma facilidad pese a sus esfuerzos, por lo que la misma sirena le había propuesto casarse con él con tal de protegerlo de la misma discriminación, ayudarle a desviar las miradas que podrían acusarlo al grado de empeorar todos sus esfuerzos. Podía comprender por qué nunca le había atraído la idea de prostituirse como gran parte de sus hermanos por eso, porque simplemente no le atraía lo que se suponía que debía de ser correcto para él.
Desconocía si había nacido así o si sólo se habían dado las cosas en el peor momento, pero desde que se había dado cuenta de cuánto amaba a Ralph... no paraba de estar aterrado en cada paso que daba. Ocultarlo le dolía, pero no tenía alternativa. La verdad llevaría muchos problemas tanto para él, para Ralph y para toda su familia que en verdad hacía lo posible por salir adelante con lo que tenían.
-Y también me gustaría que tú fueses feliz, Shyren. No hace falta que te sacrifiques por mí.
-No te debes preocupar por eso. Por más que lo intente, creo que... a mí no me atrae... nada. –Su amiga suspiró con leve frustración. Siempre le era complicado expresarlo, como si en verdad tratara de esforzarse a lo contrario. –Y como mujer eso sería un problema tarde que temprano. Así que esto de alguna manera es poder ayudarnos el uno al otro.
-El que no te atraiga nadie sexualmente no implica que no puedas enamorarte algún día, creo.
-Ya hay muchos quienes me han cortejado, pero simplemente nada. Y algunos lo toman como si me pusiera la difícil e insisten más. Es muy incómodo. –La sirena mostró la incomodidad que le generaba de sólo recordarlo. Ronnie sabía de antemano que eventualmente usaba su magia para tratar de ahuyentarlos, pero no le funcionaba por alguna razón desconocida. –Se supone que ya estoy en edad de que se me debería de ver casada. Si no fuera por ustedes, creo que me habría ido muy mal en la vida.
-Entonces somos un par de fenómenos en un mundo que no dudará en juzgarnos ¿eh?
-Sí, así es.
Ambos no supieron qué más decir tras eso. Tan sólo se quedaron viendo el cielo nocturno el resto de su descanso, estando a lado del bote de basura y sin una sola estrella que pudieran contemplar. Vaya forma de describir sus vidas.
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No importaba cuánto tiempo transcurriera en el lugar, Frisk simplemente no lograba acostumbrarse a ver a los conejos con tan poca ropa. No obstante, era parte de su trabajo estar ahí para ayudarles de vez en cuando a cambiarse con rapidez y recoger su ropa para tenerla en un punto para lavarla al día siguiente.
Al retirarse algunos de los conejos para entrar en escena, Frisk aprovechó para recolectar todas las prendas sucias y agilizar su trabajo. Notó de reojo que la dueña del lugar había entrado minutos después, pero no le dio importancia al estar haciendo lo que le correspondía. No obstante, se sintió extraña cuando la coneja se acercó a ella con un semblante sumamente fuera de lugar a su propia perspectiva. ¿Acaso no estaba haciendo bien las cosas?
-Cachorrita ¿estás bien?
-Sí, sólo estoy recogiendo estos...
-No me refiero a eso. –La señora le sujetó de la muñeca, haciendo que soltara de alguna manera todas las prendas que le había costado acomodar de tal manera para facilitarse el traslado. –Te noto más distante que de costumbre y eso me asusta.
-Oh... no hace falta que se preocupe. Solo es asunto mío.
Frisk estuvo dispuesta a cargar de nuevo todo y encaminarse a su trabajo antes de que se acumulara más dentro de los próximos minutos, pero no pudo hacer nada de eso al estar aún sujetada que, si bien no era un agarre fuerte y brusco a los que lamentablemente estaba acostumbrada por otros, era lo suficiente para retenerla. La coneja soltó un quejido y la obligó de una manera a sentarse en su pequeño camerino, terminando viéndose al espejo repleto de luces y sintiéndose algo disgustada por tal acto tan repentino cuando tenía cosas que hacer. ¿Qué caso tenía que le asignara un trabajo si no le permitía hacerlo? ¿O acaso pretendía maquillarla? A ella no le gustaban esa clase de cosas y ya lo había dejado más que claro. Le era incómodo sentir su cara con tales capas de grasa que fácilmente terminaban manchando su comida o a ella misma.
Antes de que pudiera hacerse más preguntas que seguramente no tendrían respuesta, vio a través del espejo que la señora Bonnie estaba con un semblante triste y tomaba el cepillo más cercano para comenzar a peinarla suavemente. Le era extraño todo, pero optó a esperar que algo de todo eso tuviera sentido a su ritmo. Después de todo, los conejos siempre le dejaban en claro que querían arreglarla todo el tiempo como si se tratase de una muñeca de porcelana con la cual jugar, aunque realmente comenzaba a pensar que pudieran verla como una mascota realmente al paso que iba.
-Frisk, ¿te sientes sola?
-¿Qué? –Aunque había oído perfectamente, le había desconcertado la pregunta tan repentina mientras estaba siendo cepillada lentamente. –¿Por qué...?
-Hay cosas que no se le pueden ocultar a una madre. –Soltó una tenue sonrisa sin parar con su labor de desenredarle el cabello pese a no ser necesario. Tal parecía que sólo había buscado una excusa para tenerla sentada ahí. –Y puede que aún no te conozca lo suficiente, pero en cuanto estés bajo mi techo, eres una hija más para mí.
-No hace falta que haga eso. Yo ya tengo... una mamá.
-No te oigo convencida. ¿Pasó algo para lo que estés distanciada de ella?
-Algo así. –Se limitó a decir al no necesitar de dar tantas explicaciones que ni ella misma comprendía todavía. –Ya sabía que no era su hija biológica de cualquier forma.
-No creo que haga falta serlo para ser una verdadera mamá. –Canturreó un poco la coneja con algo de ternura en su voz. –Aunque Shyren me tenga mucho respeto y quiera ayudarme en todo momento, yo la quiero como una hija más. Así que si me lo permites, puedo brindarte mi cariño materno si es lo que necesitas para sentirte en casa. Que creo que ese está siendo tu problema.
-Gracias, pero no hace falta. Me conformo con que me brinde trabajo, el cual no me está dejando terminarlo justo ahora.
En verdad que Frisk estaba tan agobiada con tantos temas que ya no sabía a qué darle importancia, y aun así, no podía evitar encontrar tan siquiera una respuesta de una sola cosa para calmarse y dormir como se debería. Y hablando con la señora en verdad creyó que le pasaría lo mismo que con los demás, que sólo le darían rodeos sin sentido o absurdas insistencias sólo le dejarían peor. Pero para sorpresa suya, la coneja simplemente se relajó de hombros antes de continuar hablando.
-Creo que ya veo dónde está tu problema… cerraste tu corazón desde hace mucho tiempo ¿no es así? –Le sonrió la coneja en el reflejo, sin darle importancia al desconcierto de la humana. –Puedo comprenderlo, es difícil abrirlo si ya experimentaste antes el dolor.
-No entiendo a qué se refiera.
-¿Sabes qué es lo que se dice de los conejos? Que somos sentimentalistas sin remedio, que por eso somos tan apasionados y débiles, pero lo que realmente pasa es que los conejos sabemos escuchar. Ese es nuestro tipo de magia. –Se explicó sin esperar a más confusiones. Tal parecía que se sentía en confianza de hablar de ello con ella. Incluso sus orejas se movían de tal forma como si de antenas receptoras se tratasen. Ahora se daba cuenta de eso. –No sólo palabras que salen de la boca, sino aquellos susurros que surgen desde el alma… y tu alma no para de llorar de forma desconsolada, pero a su vez no permite decir algo más. Eres muy interesante hasta en eso, cachorrita.
Frisk se sintió incómoda con tal información, como si no hubiera sido suficiente el contar con sus contantes invasiones sobre su persona, ahora resultaba que ni de sus sentimientos internos estaba a salvo de ellos. Pero al menos ahora entendía por qué los conejos estaban al tanto de ella, tal parecía que sólo querían consolarla al sentirla triste en todo momento. Tal vez se estaba viendo peor de lo que creía si ese era el caso.
¿Y cerrar su corazón a causa del dolor? Además de lo que estaba descubriendo de su familia y de los secretos que Flowey le tenía, sólo se le ocurría que la soledad en sí había sido lo suficiente para cerrarse. Si no sufría, su madre estaría bien dentro de lo que cabe ¿no? Nadie más podía ser fuerte por ella, eso sólo le correspondía a ella misma al ser su propia persona. Eso no tenía nada de malo ni mucho menos algo por lo que sentirse mal al respecto. ¿Entonces por qué los conejos lo veían como algo lamentable al grado de no dejarla en paz por más que lo pidiera? ¿Su aparente llanto interno era tan ruidoso? ¿Cómo lograría callarse en ese caso para que también dejaran de ser invasivos por ese medio?
-Es por eso que los conejos sabemos quiénes pueden ser considerados como buenos seres o no… y es algo realmente difícil, ya que todos tienen un fragmento que hace eco. Un recuerdo de lo que alguna vez fueron. –Continuó hablando la señora conejo sin importarle del todo su desconcierto. –Es imposible juzgar a carta abierta tras eso ¿no crees?
-¿Un fragmento que hace eco?
-Sí, las almas tanto de monstruos como humanas tienen ciertas diferencias, pero la capacidad de empatía en ambos es la misma. Éstas se modifican conforme crecen, adaptándose al ambiente que frecuentan y terminan volviéndose un eco de lo que solían ser, solían sentir… Una memoria. Es más fácil observarlo en los humanos que en monstruos, sus almas vienen a este mundo con un color extremadamente visible y comienzan a opacarse conforme crecen. Una especie de pérdida de inocencia tal vez, pero de algún modo permanece un tono de lo que alguna vez fueron.
-¿Qué tono tiene la mía? –Preguntó ahora curiosa por eso.
-Eso si no lo sé. Puedo escuchar las almas, no sacarlas para verlas. –Respondió con total paciencia y cariño, ahora arreglándole el cabello para moldeárselo un poco a como algunas de sus hijas se lo peinaban. –Las capacidades de la magia sigue siendo un misterio hasta para nosotros los monstruos. Supongo que pasa lo mismo con ustedes los humanos.
-Don Gaster dice que mi cuerpo no es normal como humana. –Recordó Frisk ahora que tocaban el tema. De alguna manera, en verdad le estaba relajando que estuviera peinándola y no sabía describir por qué lo era con algo tan cotidiano. –Que no debería de curarme tan rápido y varias cosas más de las que no comprendo.
-No me gustaría estar de acuerdo con ese amargado, pero él sabe mucho de anatomía humana, así que es probable. –El tono de su voz era más que suficiente para notar que la señora Bonnie no le agradaba mencionar eso, pero su expresión a través del reflejo del espejo era más de tristeza que enfado. –Que use ese conocimiento para malos hábitos es lamentable, pero por eso mismo puedo percibir que algo en él aspira todavía a la medicina.
-¿Considera que también cerró su corazón como me dice a mí?
-Es complicado.
Finalmente dejó de acomodarle su cabello y se apartó para ir en busca de un accesorio para adornarlo. Frisk quiso girarse para ver si podía ayudarla con algo, pero la coneja pareció adivinar su intención y apurarse con ello para evitarlo. No sabía cómo sentirse con tal detalle, pero al no tener el ánimo para protestar al respecto, se enfocó nuevamente en dar vista frente al espejo nuevamente y ver cómo le colocaba una cinta negra con sumo cuidado y que llevaba un par de grandes plumas que eran tan largas como sus orejas. Incluso le daba la impresión de tener orejas de conejo con eso.
-Cada quien maneja el dolor a su manera. Algunos aprenden a vivir con ello, mientras que otros no pueden soportarlo y se autodestruyen lenta o rápidamente. –La señora Bonnie la observaba todavía en el reflejo, teniendo sus suaves y peludas manos sobre sus hombros, como si con ello le indicara que aún no se levantara siguiera viendo su reflejo con un nuevo peinado. –Wingdings aceptó el dolor y lo usa como motivación un tanto escabrosa. Pero en tu caso... solo te cerraste a todo, incluso a ti misma. Y creo que es porque tienes miedo a verte vulnerable.
Frisk soltó un leve gruñido de incomodidad e intentó apartar la vista por completo del reflejo, pero la señora Bonnie no se lo permitió al estar todavía sujetando sus hombros. Así que tan sólo bajó la mirada al no estar de acuerdo con tal insistencia. Ella ya sabía de antemano que no le gustaba mostrarse mal ante seres que no venían al cabo, por lo mismo no le daba importancia. ¿Entonces por qué otros si lo hacían? ¿Por qué no se limitaban todos en vivir cada quien su vida sin afectar la de otros? Ella en verdad no quería molestar a nadie, mucho menos el intervenir en vidas ajena al no ser asunto suyo. ¿Por qué no hacían lo mismo con ella?
-Es difícil abrir tu corazón. Te vuelve vulnerable, sí, pero eso no te hace débil. –La señora Bonnie se apartó finalmente, pero Frisk pudo ver que se estaba dirigiendo a la pared donde tenía colocadas algunas fotografías. –Yo creo que vale la pena, aun cuando quepa posibilidades de seguir saliendo lastimado.
Antes de que pudiera pararse de ahí, la coneja ya había vuelto y traído unas cuantas fotografías para que las viera. Una de ellas ya la había visto, siendo Don Gaster y su mujer en un crucero, mientras que las otras dos se trataban directamente con la señora Bonnie, una en donde estaba con su esposo e hijos de niños, cosa que por alguna extraña razón le parecía que había más hijos ahí de los que conocía, ¿o simplemente estaba acostumbrada a ver menos ante sus evasivas? Y la última se trataba de la coneja junto con una chica bastante parecida a Shyren y la que reconoció como la señora Gaster, la mamá de Sans y Papyrus.
Frisk no tuvo que pensar demasiado para percatarse a qué se estaba refiriendo con tales cosas. Si bien siempre le notaba alegre y entusiasta por una pasión desmedida a su trabajo, la verdad es que era consciente de que tenía razones para estar triste por sus pérdidas durante años anteriores. Supuso que en verdad extrañaba a su esposo y a sus mejores amigas, y aun así apostaba a dar todo de sí misma en el escenario. Abrirse en su canto, en su baile y en su sonrisa que mostraba al momento de estar en la cima a la vista de todos.
Y con tan solo pensar eso... se sintió abrumada y temerosa. No se sentía capaz de hacer algo así. Ni siquiera podía soportar que un grupo de seres le estuvieran observando, mucho menos abrirse emocionalmente en un escenario figurativo. ¿Cómo abrirse ante alguien si ni ella misma sabía quién era realmente ahora?
Bajó las fotos en su regazo sin dejar de observarlas con tal de no ver hacia el espejo de nuevo. Aunque comprendiera lo que estaba tratando de decirle, su realidad marcaba otra cosa. Su familia le había apartado sin explicación alguna con tantos secretos que iba descubriendo sobre la marcha, y su mejor y único amigo le tenía igualmente secretos, pero además ahora le dolía el hecho de no poder conectar emocionalmente, como si solo ser escuchada ya no le fuese suficiente ahora que había tratado con múltiples personalidades a las que seguía sin comprender el porqué de sus acciones. Todos en La Madriguera eran amables, pero no se sentía en confianza para algo así ni con nadie más en el pueblo.
No, no era cierto... si había alguien que se había ganado su confianza, pero de quien se trataba volvía de la situación una total locura. Un asesino mafioso no debería de perfilar como alguien con quien brindarle tal cosa al grado de poder confiarle su propia vida ¿cierto? Pero por más que lo pensara en el momento, llegaba a la misma conclusión. Tuviera reglas o no la ciudad, él comprendía que no le era fácil poder mostrar algunas cosas y parecía estar satisfecho con tan sólo poder escucharla, pero a su vez el poder estar ahí para ella de cualquier manera. Ya sea con verla en la distancia, ponerle un saco sobre sus hombros... o un abrazo en un mal momento.
Seguramente algo iba mal con ella si aun con todo eso, no le estaba importando ya. ¿Qué otra explicación podría darse fuera de que estaba navegando en la locura de la incertidumbre existencial?
-Señora Bonnie, creo que tomaré mi descanso de una vez. –Levantó finalmente la mirada, pero ya no se enfocó en verse al espejo, sino directamente hacia la dueña del lugar. –Hay... algo que quiero hacer.
-De acuerdo. Abrígate bien antes de salir.
Frisk se desconcertó con eso, pero la coneja no le permitió decir algo más al retirarse con una gran sonrisa. ¿Cómo sabía que tenía intenciones de estar en el exterior? Sin darse más tiempo para cuestionárselo, dejó las fotografías en la mesita frente al espejo y se encaminó rápidamente hacia las escaleras que daban hacia el techo, sin darse tiempo de ir en busca de algo con qué abrigarse por una prisa fuera de lugar. Le era extraño estarlo haciendo de esa manera cuando días anteriores no se había sentido capaz de dar más pasos sobre los escalones, pero la conversación con la dueña del lugar le había dado impulso suficiente para seguir adelante y no quería dejar pasar eso.
Aun cuando fuese una estupidez total.
Abrió la puerta de golpe como si con ello le fuera suficiente para aceptar su propio impulso. Adentrándose en el techo y abrazándose en el acto al lamentarse de no haber ido por un suéter antes como le había sugerido la dueña de la casa. Pero aunque las posibilidades de no toparse con Sans eran casi un hecho (después de todo no tendría que estar ahí cada vez que ella lo pensara ¿cierto?), le era suficiente el estar ahí finalmente, tomando aire fresco invernal que se había negado a ella misma al no saber qué hacer con lo que se había percatado hace poco.
No obstante, no tardó en darse cuenta de su presencia.
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El esqueleto no daba crédito a lo que estaba viendo desde su posición más alta posible. Tras varios días de intentos, finalmente la chica estaba apareciendo en el techo. Se teletransportó detrás de ella, agradeciendo de que su espera de días había valido la pena, que de lo contrario habría tenido que recurrir ingresar al establecimiento y eso no le agradaba para nada. Quería evitarse toda molestia por mucho que quisiera estar con la humana que tenían bajo su aparente (y muy cuestionable) trabajo.
Quería darle una sorpresa a modo de jugarreta, pero Frisk se había girado tan rápido que le sorprendió que le hubiera detectado de inmediato. Por una cuestión de profesión y hábito, procuraba a toda costa ser sigiloso con su presa y a su vez rápido para no dar paso a una defensa o reflejo involuntario que pudiera ser contraproducente. Pero por la forma en la que se había girado la chica para estar de frente con él le indicaba de algún modo de que ya había detectado su presencia con tal precisión que habría asustado a cualquiera, pero él sólo estuvo sorprendido por un breve instante. Le agradaba más poder volver a verla finalmente como para pensar demasiado en esa clase de detalles.
-¡Hey! ¿Qué hay, bonita? Has estado muy ocupada estos días, ¿eh?
La chica no dijo nada, limitándose a observarlo con ese semblante indiferente que la volvía una constante enigma de lo que podría estar pensando o sintiendo en ese momento. Incluso le parecía que estaba más tensa de lo normal, aunque eso podría deberse al frío que aún permanecía en el ambiente. Después de todo, Frisk estaba abrazándose a sí misma con tal de obtener calor partiendo desde ella. Siendo ella así siempre, aun en los detalles más pequeños pero no insignificantes para él. Por lo mismo no pudo pasar desapercibida la forma en la que estaba oprimiendo su labio inferior, indicándole que estaba incómoda nuevamente. Y lo extraño en eso no era que lo estuviera, sino que no comentara nada al respecto.
Esperando que no fuese por su presencia tras varios días de intentos de verla, Sans tan sólo se quedó ahí esperando a alguna respuesta de su parte o que al menos dijera algo con lo cual comprender su parálisis o incomodidad, pero lo único que obtuvo además de su mirada fija, fue una pregunta con la que no supo cómo reaccionar.
-Sans, ¿por qué usas una loción?
-¿A qué te refieres? –Se extrañó el esqueleto mientras mantenía las manos en sus bolsillos. –Yo no uso esa clase de cosas.
-¿No? –Ahora fue ella quien se extrañó con su respuesta, pero fue suficiente para que se relajara un poco. –Hay un olor fuerte en ti... pero no es por el tabaco que fumas siempre. Es algo más.
-¿Un aroma en mí? –Preguntó con una sonrisa que poco a poco disminuía. Esperando que esa no fuese la razón por la cual estaba incómoda con su presencia. ¿Debió haberse dado un baño antes? –Yo no percibo nada. ¿A qué huelo?
-No lo sé… es confuso de describir. –La chica pareció pensarlo demasiado. Como si para ella no tuviera ningún sentido tampoco, aun cuando parecía que sólo ella lo estaba percibiendo. –Creo más bien que este olor podría denominarlo como "olor a Sans", porque sólo lo he olido en ti.
-¿Y es desagradable?
-No, más bien todo lo contrario. Es… relajante.
-Awwww ¿te soy relajante, bonita?
Rápidamente le guiñó una cuenca con burla y un deje de coquetería que no tuvo intensiones de ocultar. No quería admitirlo del todo, pero le había emocionado esa respuesta por mucho que la conversación había sido muy rara en el momento. Pero tras su jugarreta de siempre, la chica no parecía reaccionar como siempre. Al menos antes le contestaba de inmediato sin siquiera pensarlo, siendo extremadamente pura con sus pensamientos y opiniones, pero ahora tan sólo se había quedado callada sin responderle con frialdad o crudeza como siempre. ¿Qué le estaba pasando?
-¿Te están tratando bien aquí? –Se aventuró a preguntar, esperando dar con una razón y hacer algo en caso de tratarse de verdadero problema. –Sabes que si estos tipos te hacen algo, yo puedo...
-No hagas nada. –Respondió de inmediato, pero sin borrar su expresión fija e indiferente. –Y la familia Bunny son agradables conmigo.
-¿Entonces qué te ocurre?
-No puedo decírtelo. Se supone que no debería de hablarte de eso.
-¿Qué? –Sans no entendía qué le estaba pasando por la mente ahora. –¿Y desde cuándo eso es un limitante para ti, bonita?
-Es algo que no tiene sentido para mí de cualquier manera. –Frisk se giró finalmente para apoyarse en el barandal con cuidado y ver por un breve momento antes de volver a dirigirse a él. –¿Cómo has estado? ¿Y Flowey?
-Bien... y bien. –Estuvo tentado de sacar sus manos de sus bolsillos para colocarlas en los hombros de ella y sacudirla. En verdad notaba algo muy raro en ella, más de lo que frecuentaba serlo a su manera. –Lo había traído días anteriores, pero me dejó muy en claro de que no le gusta estar expuesto tanto tiempo en el frío. De saber que hoy por fin podría verte, lo habría traído para que dejara de quejarse tanto.
-No le des agua diario, eso aumenta su frío con este clima. –Contestó la chica casi por inercia, suponiendo que se debía a su profesionalismo con las plantas o lo que fuera que tuviera con el tema. –Basta con una vez cada tres días.
Sans se acercó lo suficiente para ponerse a lado de ella. En definitiva no había algo bien con ella si no había comentado nada sobre ver a su amigo de nuevo. ¿Qué demonios le estaba pasando? Ella siempre había sido fría, distante… pero no daba rodeos a un tema. Así que se limitó en estar ahí si no tenía intenciones de pedirle que se retirara o que le dejara sola, (aunque eso no lo haría de cualquier manera).
-Sans, ¿alguna vez te has sentido solo?
-Si.
-¿Y qué hiciste para acabar con ese sentimiento?
-Rompí las reglas. –La chica le miró confundida, por lo que Sans le sonrió para calmarla de lo que fuera que estuviera pasando por su mente. –Creo que ya sabes que el viejo nos tiene a Paps y a mí con reglas familiares para el negocio. Y una de ellas es no tener amistades.
-¿Tú tienes amigos?
-¡Auch! Esa es la bonita florista que conozco. –No pudo evitar reírse de su pregunta tan directa. Al menos ya no la notaba tan distante ni apagada. –Sí, tengo un amigo. Alguien que puede escucharme sin asustarse de todo lo que hago o golpearme si lo considera necesario, aunque sabiendo que le devolveré el golpe si lo intenta.
-Suena como una amistad muy rara.
-Mira quien habla. La flor y tú no son la normalidad andante. –Nuevamente se rio con su propio comentario. –Y por tu primera pregunta, supongo que estás teniendo problemas con él.
-Algo así. No creí que hubiera tantos secretos sobre mí. Y de algún modo puedo comprender que mi familia los tenga hacia mí por mucho que me duela… pero que Flowey haga lo mismo sin tener sentimientos, me es… triste.
-Entonces tal vez sea bueno que no lo haya traído hoy ¿eh? –Sacó sus manos de los bolsillos de su saco para apoyarse igualmente sobre el barandal. –No quisiera justificar a la planta, pero tal vez solo intentó hacer lo mejor para ti dentro de sus posibilidades. Quiera aceptarlo o no, mientras menos se sepa de uno en esta ciudad es la mejor manera de mantenerse a salvo de lo que sea. No sabes qué loco le dará por investigar sobre ti hasta dar con algo fuera de lo normal.
-Esta ciudad sabe más sobre mi padre que yo misma. –Sus manos comenzaron a temblar, pero Sans sabía identificar que eso no se debía al frío. –Pero aun así no puedo odiarlo, aun quisiera poder tener alguna explicación. Lo que sea con lo cual procesar porqué está haciendo esas cosas.
-Si te soy sincero, preferiría que te olvidaras del tema. Incluso que te olvidaras de que alguna vez le quisiste como padre. –Mencionó sin siquiera pensarlo. Aunque era un pésimo momento para ser sincero con eso, sabía ya de antemano que Frisk no descansaría de tales insistencias que le encaminarían a nada bueno. –No sólo por ser el asesino de mi madre, sino por todo lo que te ha hecho a ti.
La humana soltó un ligero quejido, dejando en claro que no le había agradado escuchar eso, mas no comentó nada más y se quedó mirando el paisaje nada atractivo que ofrecía la altura en la que se encontraban.
Sans no supo qué más hacer tras eso, por lo que agradeció poder ver el carrito del sujeto con los hot dogs, moviéndose con algo de dificultad al estar solo en busca de clientela nocturna por lo que notaba. Iba a teletransportarse ahí para comprarle un par, pero fue más que suficiente tener su atención lanzándole un hueso desde la altura en la que se encontraba, haciendo que el joven preparara de inmediato las cosas al verlo desde las alturas. A decir verdad, no quería apartarse de la humana ante el temor de que se retirara de nuevo y le fuese aun más dicíficl volver a verla. Aunque Frisk no fuera una chica que dejaba en claro sus emociones, de alguna manera era inevitable notar lo mal que se sentía, y sumando a eso que no quería hablar con el único ser al que consideraba como amigo, seguramente eso la estaba destrozando internamente más de lo que quisiera ella admitir.
Y nada mejor que una buena comida para aligerar las cosas ¿no? En cuanto vio que el sujeto del carrito de hot dogs ya había terminado, le gritó que lo pusiera a su cuenta mientras que activaba su ojo mágico para levitarlos lentamente hasta llegar a su altura. Aunque quisiera pagarle para no quedar mal frente a la chica, no encontraba su cartera. Bueno era que nunca guardaba ahí cosas comprometedoras que le identificaran, sólo dinero suficiente que nunca estaba demás tener a la mano.
-Buon appetito.
Le extendió uno de los hot dogs, la cual tomó casi de inmediato como su tuviera hambre y no lo sabía hasta el momento de tenerlo consigo. No obstante, no le dio ningún mordisco y se limitó a observarle directamente.
-Eco.
-¿Mmh?
-Tu ojo… brilla igual que una flor eco. –Señaló su propio ojo para indicarle particularmente que estaba observando su cuenca izquierda. La cual aún no paraba de brillar. –No me había dado cuenta de eso hasta ahora.
El esqueleto no supo qué decir tras eso. No sabía nada sobre plantas para saber si eso era algo bueno o no para la apasionada en esa clase de cosas. Por lo que esperó en silencio para que fuese suficiente indirecta de que necesitaba más información, pero aquello no pasó pronto, comenzando a comer su hot dog lentamente y en silencio. Sans intuyó que eso era mensaje suficiente para comprender que no era la gran cosa lo que le había dicho, así que dejó de iluminar su ojo azul para comer igual que ella.
No obstante, tras varios minutos en silencio que bien pudieron ser una hora entera, los hombros de la chica se encogieron antes de dar un último bocado a su hot dog que había decidido comer lo más lento posible, ya sea por querer saborearlo o por simplemente querer mantenerse ocupada el mayor tiempo posible antes de seguir hablando entre ellos.
-Cuando era niña, mi padre me mostró sobre las flores eco. Son flores que tardan mucho en crecer, además de que requieren de mucha hidratación constante. –Se explicó sin verle directamente. Parecía que se la pensaba demasiado en contarle eso. –Él me prometió que juntos cultivaríamos de esas flores para verlas brillar juntos. Pero eso nunca sucedió... y creo que nunca sucederá. Pero... ver tu ojo ahora... de alguna manera es como si pudiera cumplirme ese capricho infantil de ver ese brillo sin estar sola.
Sans sintió como su cráneo entero amenazaba con ponerse del mismo color que ella había admitido gustarle contemplar. Primero lo del aroma relajante y ahora esto ¿Cómo algo tan simple podía emocionarle tanto? Tuvo que apartar su mirada para controlarse, no obstante no pudo ocultar su felicidad con eso. En el lenguaje de la florista, le había dicho que había algo que le gustaba de él físicamente, ¿cierto? ¿O sólo estaba pensando más de la cuenta?
-Ahora que me dices esto, tengo el impulso de mantenerlo activado para siempre. –Admitió con una sonrisa bastante grande. –Pero la verdad es que es muy agotador.
-No hace falta que lo hagas. –Aunque no le estuviese viendo de frente, pudo notar que Frisk le sonrió algo conmovida por el detalle. –Me conformo con saber que puedo volver a verlo eventualmente.
-¿Eso significa que en verdad te agrada verme?
-Si. Me agrada verte. –Disminuyó su sonrisa ante el desconcierto. –Creo que ya te lo había dicho antes.
-Sí, pero no me canso de oírlo. –Notando que ya tenía el control de nuevo de sus ansias de ella, el esqueleto se giró para verle directamente con una felicidad que no tuvo intensiones de ocultarle. –Porque a mí también me gusta verte, bonita.
-En tu caso creo que es porque eres un acosador...
-Jajajaja, tal vez. Pero no puedo evitarlo.
-Pero por muy raro y preocupante que sea... debo admitir que ahora no me importa que lo seas. –Sans abrió sus cuentas bastante. En definitiva no esperaba que le dijera algo así, pero la chica parecía bastante seria diciéndole eso. –Debo estar muy mal si ahora no me importa qué tan peligroso seas o todo el mal que implica relacionarse contigo. Confío en ti sin importar lo que venga de ahora en adelante.
-Frisk...
-Así que, no me... es fácil decir esto, pero no estoy bien. –Continuó sin apartar su rostro ante la incomodidad que le generaba hablar al respecto, al igual que sus manos no paraban de temblar, pero aun así decidió mantenerse firme como siempre en todo lo que se proponía. Siendo maravillosa como siempre ante él que no paraba de contemplarla hasta en los mínimos detalles. –Mi objetivo de venir a la ciudad era poder reencontrarme con mi padre, pero no sólo he descubierto que ni siquiera fui adoptada por él, sino que es un mafioso más, un asesino... y yo... aun así quiero una explicación. Quiero verlo...porque si tú eres mi salvador con todo lo que eres... en verdad quiero pensar... que yo aún le importo también.
Sans sabía que no le era fácil a Frisk decir tales cosas, por lo que esperó pacientemente a que la chica siguiera soltando las cosas a su ritmo, a su espacio que merecía tener para abrirse poco a poco. Deseaba abrazarla nuevamente, consolarla de algo que evidentemente le estaba lastimando, pero por mucho que ese fuera su impulso, sabía que era más importante dejar que la chica tomara la iniciativa esta vez, notando lo difícil que le era siquiera hablar de lo que estaba sintiendo.
Pero el mensaje que le estaba dando no le generaba una satisfacción adecuada. Le estaba diciendo a su manera que la razón por la cual aún tenía fe en su falso padre, era porque lo estaba comparando con él. Eso le daba un mal sabor de boca en muchos sentidos, cosa que no podría admitirle al ser un casi milagro que la chica se abriera emocionalmente con él sin un arrebato de por medio.
-Es estúpido lo que siento sobre eso ¿cierto?
-Seamos dos estúpidos entonces. –Sabía que estaba tomando demasiada confianza de su parte en extender su mano para tomar la suya que había estado abrazándose, pero no podía contenerse más. Al menos eso tendría que ser suficiente para contener sus ansias si ella no hizo nada para evitarlo o apartar su agarre una vez que dejó en claro su intensión. –Porque aun cuando debería dejarte hacer tu vida para no generarte más problemas, no puedo evitar... querer...
Sans se detuvo por unos segundos al darse cuenta de lo que estaba haciendo de nuevo. Se había acercado demasiado a ella, teniendo su mano entrelazada mientras que la otra ya la había colocado en su mejilla sonrojada seguramente por el frío. ¡Maldita sea! ¿En qué momento había perdido el control tan rápido? No obstante, no parecía ser capaz de apartarse de nuevo y se lamentaba (a medias) por eso. Estarla viendo tan de cerca, con esos ojos embriagadores que no apartaban la mirada en ningún momento pese a lo que estaba ocurriendo, le incitaban a querer seguir adelante, a retarlo a atreverse de una maldita vez.
Pero era un maldito cobarde. No se atrevía a dar ese paso prohibido sabiendo que todo lo que por fin tenía con ella, podría arrojarse por la borda sólo por no tener un autocontrol.
-¿Querer... qué?
Preguntó Frisk en un susurro y con cierta timidez que no pudo dejar pasar desapercibido, sin apartarse pese a estar demasiado cerca el uno del otro. Sin apartar su mano que tenía en su mejilla cada vez más acalorada pese al invierno que les rodeaba. ¿QUÉ DEMONIOS? ¿Por qué Frisk no hacía algo para negarlo? Eso necesitaba justo de ella ahora, que le rechazara, que le empujara o incluso que le golpeara por su atrevimiento, que de lo contrario... ¡AHHH! ¡LE COSTABA MUCHO CONTENERSE!
-Yo...
-Dilo.
Sans abrió sus cuencas de la sorpresa. ¿Eso era acaso una petición o... un permiso?
Podía sentir su propio calor en todo su cráneo, acercándose aún más con esa simple palabra que le estaba incitando a dejarse llevar por sus instintos que imploraban por ella. Retándole a seguir adelante con algo que se había prometido dejar pasar por el bien de ambos. ¿Qué no se daba cuenta de lo difícil que le era contenerse de besarla? Al paso que iba, ni un beso le sería suficiente de sus ansias de ella con cada emoción interna que le generaba. Sentía su pecho a punto de explotar, y que Frisk no retrocediera ni le rechazara... le inquietaba y emocionaba.
No le estaba viendo con temor como la otra vez. Incluso podía apostar que le veía con paciencia, como si en verdad esperara... ¿Frisk siquiera se daba cuenta de lo que estaba pasando?
Él era quien le tenía sujeta, pero sentía que la situación era todo lo contrario.
-¿Sans?
Comentó Frisk en un susurro bastante suave y con un deje de timidez que le generó un cosquilleo en toda su columna por escuchar así su nombre proviniendo de ella. Sans ya no tenía ni idea de lo que le había preguntado o pedido... o cómo habían terminado así. Apenas y podía ser consciente de la situación en la que estaba y del gran esfuerzo que estaba haciendo por no dejarse llevar.
-Sans ¿estás intentando besarme?
-Si...
Le contestó sin pensarlo antes, notando que se estaba perdiendo de sí mismo al grado de volverse todo un idiota que se derretía por ella. ¿Y cómo no hacerlo si antes le había dicho lo bien que olía y que le gustaba sus ojos? ¿Cómo no estar rendido ante ella si aun con todo, ella no se apartaba en ningún momento? Incluso parecía que ahora ella era quien se acercaba... acercaba demasiado rápido...
Oh dioses...
Aunque la timidez era muy presente en todo su ser, la chica no mostró duda en poner sus suaves labios sobre su pómulo izquierdo por unos segundos y apartarse lo suficiente para procesarlo ambos con la cara colorada. Había sigo un gesto de muy poco tiempo y demasiado torpe como para ser tomado como un "beso en la mejilla", pero aun así le había gustado al grado de sentir su pecho a punto de explotar.
-Y-yo... es la primera vez que hago esto. –La cara de la chica estaba completamente roja, pero no parecía querer desviar la mirada al estar sumamente decidida en aceptar lo que había hecho. –No sé si estuvo bien. Y perdona si invadí tu espacio personal con eso, pero se estaba volviendo muy incómodo y quise acabar con eso.
Sans pensaba que podría invadirle todo lo que quisiera y cuantas veces quisiera. Estaba paralizado sin saber qué decir y cómo procesar lo que acaba de ocurrir. Frisk le había dado un beso. ¡FRISK LE HABÍA DADO UN BESO!
Había sido en su pómulo y no en la boca como había sido su intención impulsiva, pero aun así le había emocionado demasiado. Notaba que estaba quedando como tonto sin saber cómo reaccionar, sin saber siquiera qué hacer con sus propias manos y pies. Apenas y se daba cuenta de que ya no la estaba sujetando de la mejilla como antes y que su agarre de su mano se había suavizado al grado de poder soltarse en cualquier momento. Frisk parecía hablar de nuevo si estaba moviendo sus labios, pero su mente no había estado procesando ruidos externos hasta ahora que se esforzó en hacerlo.
-Yo soy sincera contigo todo el tiempo, así que por favor, hazlo tú también. –Frisk parecía sumamente temerosa con lo que estaba pidiendo, como si le costara decirlo tan a la ligera pese a ser algo que la caracterizaba demasiado. –No me apartes como los demás.
-Lo que me pides es complicado y peligroso. –Finalmente pudo hablar, notando que estaba ante algo serio, pero internamente no paraba de gritar de la emoción que agradecía que nadie pudiera escuchar. –Ya vez lo que te ha ocurrido sólo por simples rumores.
-Acepto las consecuencias.
-¡¿Qué?! Frisk, no entiendes...
-No, no entiendo, ese es el problema. –La timidez quedó a un lado para dar paso a una evidente molestia. –Estoy harta de no saber nada de mi entorno, de que me llamen tonta por no darme cuenta de las cosas cuando yo no puedo adivinar pensamientos y tampoco tendría que hacerlo. Yo... por supuesto que tengo miedo de cualquier respuesta. ¡Ni siquiera sé quién soy ahora!
-Frisk...
-No sé que soy para quienes llamo padres. No sé que soy para mi mejor amigo. Ni tampoco sé qué soy para los habitantes de este lugar si me tratan de una manera extraña. –Nuevamente oprimió su mano al haber estado todo el tiempo en un agarre que nunca tuvo intensión de soltarse mutuamente. –Tampoco sé lo que soy realmente para ti, ¡pero quiero saberlo! Porqué tú para mi eres un ángel. Alguien a quien le confío mi propia vida.
Si podía estar más paralizado de lo que ya estaba, lo estaba comprobando justo ahora. ¿En verdad no se estaba tratando de un sueño todo? Porque tantas cosas a la vez no podían ser ciertas y maravillosas. Puso toda su concentración en su mano entrelazada con la de ella, enfocándose en la suavidad y a su vez fuerza que le daba señal suficiente de que estaba en una realidad. Pero eso no lo sacó de su parálisis ni de su acalorada cara que apenas estaba procesando la información reciente. Seguramente estaba pareciendo un tonto ante ella, pero no podía culparse de eso. Realmente todo estaba siendo demasiado para él y estaba conteniéndose de no explotar.
De ser un simple conocido para ella, una posible molestia... a un ser celestial al que le daba el voto de confianza absoluta.
¡En verdad que iba a matarlo de un infarto!
-El cielo es algo que tengo negado por todos los pecados que he cometido y seguiré cometiendo. –Teniendo su mano sujeta, la levantó con suavidad hasta ponerla a la altura de su rostro. –No creo merecer tal término salvo que sea para representar a la muerte… pero haré un esfuerzo para seguir a la altura de tal reconocimiento de tu parte.
-No tienes que demostrarme nada, Sans. –Contestó Frisk con suma seguridad en sus propias palabras. –Sé de antemano que está mal de mi parte confiar en un mafioso como tú, pero me atengo a las consecuencias de mi propia decisión.
Sin más que decir, besó su mano como si de un pacto entre ellos se tratara, aunque era más para concluir sus ansias de besarla él mismo y corresponder a toda la felicidad que le estaba generando. Ya había tenido ese gesto con ella antes, pero era la primera vez que realmente significaba algo al tener claro sus sentimientos por ella.
-Sei la donna di cui sono innamorato. –Soltó su mano lentamente conforme dijo eso.
-¿Qué? ¿Eso qué significa?
-Te diré su significado cuando esté listo. –Le sonrió con algo de culpa por hacer así las cosas. –No soy tan valiente como tú, bonita. Así que te pido paciencia, por favor.
La seriedad de la chica fue innegable, pero terminó asintiendo en silencio al considerar que ya no había nada que decir por ahora. Sans lo tomó como señal suficiente para retirarse, después de todo ya eran altas horas de la noche y desapareció de su vista tras un leve cabeceo de su parte a modo de despedida final.
Si alguien tan maravillosa como ella le consideraba un ángel, aun con todo lo acontecido, tal vez las cosas no pintaba del todo mal para él.
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Ya escucho sus gritos desde mi trinchera, jajajajaja.
Tenía un calendario para las siguientes actualizaciones, pero la verdad es que me llegó mucho trabajo y de antemano sé que no podré cumplir con precisión actualizar a tales fechas. El siguiente capítulo quisiera subirlo antes de mi cumpleaños, pero ahora sí que no doy garantías absolutas en cuanto no viva de escribir historias y hacer dibujitos :'V
Así que nuevamente agradezco la paciencia y el cariño que siempre me brindan con sus comentarios. ¡Los quiero mucho!
¡Michi fuera!
n.n
