-Mamá, ¿qué es ese lugar?

A Frisk no le gustaba retirarse de su casa o jardín que con mucho esmero cuidaba a su corta edad, pero su mamá de vez en cuando le pedía que le acompañara por las compras de la semana y ayudarle a cargar con algunas cosas. Y si bien no había mucho por conocer del pueblo, había un punto que eventualmente cruzaban en la lejanía y que era lo único que en más de una ocasión captaba su suficiente atención al tratarse de un terreno suficientemente amplio, al que algunos pueblerinos llevaban ramos de flores que podía distinguir de inmediato en una vista rápida. Incluso podría apostar que algunas de esas flores habían pertenecido a los primeros brotes de su jardín personal, pero no iba a reclamarles a desconocidos por ello al no saber siquiera cómo empezar una conversación para algo así. ¿Cómo se les pide a los adultos que dejen que las flores crecieran bien antes de ser arrancadas? Su padre le había enseñado muy bien eso, pero tal parecía que no todos los adultos lo sabían con exactitud. Tal vez sólo su padre y ella al amar tanto las flores lo sabían y otros no... Quién sabe.

Había preguntado finalmente al observar que de nuevo había seres que entraban a ese lugar para dejar ramos que no estaban listos para ser plantados, pero su madre simplemente mantuvo su camino en silencio, llevando consigo algunas bolsas con ingredientes que terminarían almacenados en la cocina en poco tiempo y que Frisk terminaría siendo quien tendría que acomodarlas con el apoyo de una silla para alcanzar algunas alturas.

-¿Mamá? –Insistió pese a todo.

-Es... un cementerio, mi niña. –Finalmente le contestó la monstruo sin necesidad de enfocar su vista a ese lugar. –Un lugar donde los humanos muertos descansan.

-¿Por qué algo muerto tendría que descansar? –Le extrañó a la niña de nueve años que le acompañaba en el trayecto de vuelta a casa.

-Me refiero a... Olvídalo, Frisk. Sólo camina.

-Papá me dijo que todos al morir nos volveremos flores. –Recordó con cierta alegría mientras apresuraba sus pequeños pasos para estar a la par con su mamá monstruo con gran comparativa de estaturas. – No tiene sentido que se le lleve flores a los muertos si nosotros seremos flores, ¿no crees, mamá?

-Supongo...

-Si los humanos muertos están en un cementerio, ¿dónde descansan los monstruos muertos? –Se cuestionó mientras ladeaba un poco la única bolsa que estaba cargando que contenía algunos condimentos. Estaba segura de que si conseguía semillas de algunas cosas de ahí ya no tendrían necesidad de comprarlas luego y tener que salir de casa. –¿Llevan flores para plantarlas ahí? Así no se pueden plantar, mami. No tienen raíces.

-Sé que no, mi niña.

El tono de su voz había disminuido, pero el que tomara su pequeña mano para tenerla a la par de sus pasos era indicio de que no debía quedarse atrás. Tal vez a su mamá tampoco le agradaba salir tanto y apenas se estaba dando cuenta de eso. Con más razón debía apresurarse en crear el huerto con lo que le había enseñado su papá.

-¿Dónde descansan los monstruos muertos? –Volvió a preguntar al no obtener respuesta.

-No tienen un lugar como un cementerio. –Le contestó tras un tenue suspiro que apenas y pudo notar la niña. –Descansan en algo que se elige... como un objeto.

-¿Entonces en dónde descansan Asriel y Chara? –Le extrañó que fuesen cosas diferentes. –¿Podemos llevarles flores también?

Rápidamente sintió que su pequeña mano era oprimida con fuerza, incomodándole de muchas maneras sobre todo porque la monstruo había apresurado su paso estando ahora muy cerca de su entrada a su casa y lejos del centro del pueblo.

-¿Mamá? –Se preocupó por el cambio de humor de su mamá. –Mami ¿estás bien? ¿Tampoco te gusta salir? ¿Quieres...?

-¡Deja de hacer tantas preguntas, Frisk!

La monstruo jefe finalmente se había detenido y girado para encararla con un rostro no contento... aunque hacía tiempo que no le notaba una gran sonrisa si debía de ser sincera. Verla así le dolía tanto como su pequeña mano que había sentido inmediatamente el fuego que había surgido de su mano con la que la sostenía todavía. Ante la fuerza de la monstruo, no pudo retirarse por más que quisiera.

-¡Mami!

-¡OH POR...! –El fuego desapareció tan rápido como había iniciado. La soltó finalmente tras un evidente temblor que terminó haciéndole caer de sentón ante el miedo que reflejaba ahora en su mirada. –Frisk, yo...

Le dolía mucho, pero estaba haciendo un esfuerzo por no entrar en llanto frente a ella. Sabía que eso a su madre le hacía daño también como aparentemente lo hacían sus preguntas ahora que lo había experimentado. Su mamá tenía sus propias manos cubriendo su hocico como si estuviera a punto de decir algo que no quería que saliera a modo de palabras, pero finalmente las apartó para ahora tomar su pequeño bracito y revisar la quemadura que le había dejado. Inmediatamente sintió que su madre estaba temblando ante el tacto.

-¿Mamá...?

-¡Lo siento, lo siento, lo siento!

Sollozó mientras parecía querer curarla con magia, pero había sido un caso inútil al no generar nada más con sus manos. Frisk admitía estar temerosa de ello si segundos antes habían surgido llamas de sus grandes manos peludas, pero al no obtener nada más terminó jalándola hacia ella y abrazándola con fuerza de inmediato. Fue así como notó que de nuevo su madre estaba llorando, justo como esa noche en la que sus hermanos no volvieron nunca más. ¿Acaso eso era lo que la había puesto así de nuevo? ¿Había sido su culpa de que su mamá llorara de nuevo? ¿Por preguntar sobre sus hermanos? ¿O por hacer tantas preguntas solamente como le había dicho?

Sintiéndose culpable de que su mamá estuviera así de nuevo, le devolvió el abrazo para calmarla.

-Estoy bien, mamá. –Finalmente le dijo para calmarla. –Ya no me duele.

-¡L-lo siento, mi niña! E-en v-verdad lo siento...

Duraron mucho tiempo en esa postura al grado de volverse algo incómodo para la niña, queriendo soltarse para mostrarle su brazo que en efecto ya no le dolía. Pero en cuanto pudo hacer tales cosas, su madre simplemente se levantó para encaminarse hacia la casa sin tomarla de la mano de nuevo para entrar juntas y olvidando las bolsas que había estado cargando antes.

Frisk supuso que lo mejor era que ella se encargara de meter las bolsas al ver que su madre nue nuevo estaba indispuesta, pero eso requirió hacer varias vueltas al no poder ella sola con todas ellas. Incluso se puso a guardarlas en sus respectivos lugares sabiendo desde un principio que sería ella quien tendría que acomodarlas. Aunque algunas cosas las dejó en la mesa al optar que las usaría para preparar la comida, ya que su mamá nuevamente no salió de su habitación durante horas. Arrastrando la silla para alcanzar la estufa, se puso a preparar la comida con el mayor silencio posible. Aunque no le era del todo grato ver el fuego nuevamente al sentir lo doloroso que era que estuviera al contacto con la piel, no tenía oportunidad de quejarse al respecto. Además, ya ni siquiera tenía la quemadura en su brazo como para darle importancia.

Y aquella vez fue una de muchas en las que tuvo que prepararse de comer ella sola, pero también una de muchas en las que se enfocó en concentrarse únicamente en lo que hacía con sus manos para no tener que pensar en nada más que pudiera meterla en problemas nuevamente. Cuando no estaba cocinando, estaba realizando jardinería. Y cuando no estaba con sus plantas, estaba cocinando. Así de simple y sencillo era su rutina.

Pero ahora el ritmo de su vida era sumamente extraño conforme daba más pasos hacia adelante. Sobre todo porque nunca se imaginó a sí misma en cada cosa que había terminado realizando en su estadía en Ebott City. Había subido un tren, había tenido que interactuar con muchos seres, había sido acompañante de un empresario para una fiesta, había sido dueña de un negocio propio, había sido sirvienta de mafiosos y de un cabaret... Y ahora estaba recorriendo un cementerio.

Dado que nunca había estado dentro de uno, le era extraño ver que muchas tumbas parecían abarcar espacios innecesarios para cumplir con tal función de formar parte del ciclo de la vida. Tantas piezas de cemento en los alrededores, incluso algunas parecían ser pequeñas casas que sólo protegían algo que no valía realmente la pena y con figuras que levemente reconocía como similares a la iglesia... ¿Por qué tener algo tan galardonado para proteger un cuerpo? Tantos ramos colocados en varias lápidas y ninguna flor que pudiera surgir en esa tierra le indicaban que al menos en el cementerio que estaba recorriendo, no estaban permitiendo que las plantas siguieran su curso. Al menos el pasto era un tenue avistamiento de que la tierra hacía lo que podía con lo obtenido.

Tenía muchas preguntas al respecto sobre porqué Sans le había traído a ese lugar tan particular, aunque se hacía una idea de lo que pudiera ser. ¿Aún se encontraban en Snowdin? El clima le indicaba de alguna forma que si podrían estar muy aislados del lugar en el que deberían de estar, mas no comentó nada al prestar más atención a sus propios pasos y a tener cuidado de no lastimarse con el par de rosas rojas que sujetaba. Además de estar mal cortadas cuyos tallos dejaban pista de haber sido arrancadas a la fuerza, sus espinas expuestas eran de mucho cuidado. ¿De dónde las había sacado Sans? ¿Y por qué se las había dado? ¿Acaso...?

-Aquí. –Finalmente habló Sans tras el breve recorrido. –Mereces conocer esto.

Frisk no tuvo que pensar demasiado al momento de ver lo mismo que el esqueleto. A diferencia de las extravagantes tumbas de alrededor, frente a ellos junto a un árbol de ramas delgadas y con muy pocas hojas por el invierno, había cuatro lápidas que no dejaban visible alguna indicación o nombre para saber de quiénes se trataban en vida y que bien habrían podido pasar desapercibidas como simples piedras dentro del terreno. Sin esperar alguna indicación de parte de Sans, se acercó poco a poco sin saber qué tan correcto o no era estar sumamente cerca de ello. Sobre todo al notar que el esqueleto había dejado de avanzar y quedado estático a suficiente distancia, aunque bien pudiera ser el caso de darle su espacio para algo que debía ser un momento suyo.

Las lápidas estaban talladas de tal manera que no se pudiera distinguir nombres, pero su corazón estaba lo suficientemente acelerado para saber que algo en ella le estaba confirmando algo que ni había tenido tiempo de preguntarse.

-Hace años, la prensa publicó sobre un trágico incendio que se llevó la vida de un mercader de bebidas alcohólicas importadas... y de su familia. –Escuchó que Sans le explicaba a lo lejos, pero Frisk no se giró en ningún momento al optar seguir viendo las lápidas. –Mi amigo logró dar con las actas de defunción y así dio con estas lápidas que, aunque no lo parezca, están a sus nombres.

-Son de mi sangre. –Soltó inmediatamente, pero tras pensarlo demasiado, simplemente se atrevió a decir: –Mi... familia.

Le costaba expresarlo de ese modo, aun cuando esa fuera la realidad. Pero por más que quisiera visualizar un rostro de lo que sería su padre biológico cuyo nombre ahora conocía... simplemente le llegaba a la mente el rostro de Asgore Dreemurr. Un rostro peludo y sonriente, no uno como aquellas fotografías de la fiscalía.

No queriendo pensar mucho al respecto, se agachó para ver más de cerca una de las lápidas grandes, pero en efecto parecía que se había maltratado las zonas donde había rastro de haber tenido letras talladas. Por lo que con la mano que tenía libre, acarició con suavidad esas talladuras como si de ese modo pudiera obtener algo más que simples incógnitas, pero no había nada más.

-Son dos grandes y dos pequeñas. –Retomó el habla mientras seguía acariciando las lápidas.

-Dos adultos y dos menores. –Contestó Sans desde su sitio. Parecía que había tomado la decisión de no acercarse hasta que ella se lo indicara ¿cierto? –Son las tumbas de Masao Saito, Midori Saito... y las pequeñas Chara Saito y Frisk Saito.

Escuchar eso le hizo detener su movimiento de estar acariciando las lápidas, mas no pudo mantenerse del todo estática ante el temblor de sus manos que nuevamente hacía acto de presencia y ahora lastimándose con las espinas por ello. No obstante, no soltó las flores en ningún momento pese a ser un dolor más allá de lo incómodo y que en otro momento le habría hecho soltarlas de inmediato. Esos nombres juntos se escuchaban realmente... como si fueran uno solo. No como unos extraños individuales en un mundo incomprensible. Eran nombres que juntos sonaban que formaban parte de un grupo en el cual poder sentir que no estaban solos en el mundo. Ser extraños juntos.

Sintió una gota en su mano que se reusaba a soltar las rosas. No tardó en darse cuenta de que era una lágrima que no había dado aviso de haber salido en algún momento, por lo que se limpió sus ojos con la otra mano para no dejar correr a las demás que apenas comenzaba a sentirlas.

-¿Esta se supone que es mi tumba? –Señaló mientras tocaba la piedra con algo de incomodidad. –¿Me declararon muerta al igual que Chara? Pero ambas estuvimos vivas. Y además... no hay ningún cuerpo en este par de tumbas.

-¿Cómo sabes que en la de tu hermana no está ahí al menos?

-Porque la tierra está completamente seca en estas dos. –Comentó tras volver a ver la tierra. Era algo que se había dado cuenta en el instante. –En las tumbas con lápidas grandes, la tierra está nutrida y... hay indicios de que hubo hierba surgiendo, pero fue removida con grandes cantidades. Tal vez con una pala grande.

-¡Wow! ¿Puedes saber eso con sólo ver la tierra? –Sans finalmente se acercó ante la sorpresa.

-Te lo dije antes, Sans. –Apartó la mano de las piedras para tocar la tierra de la que se supone que era su tumba. Era extraña la sensación de estar pisando un lugar en el que se suponía que estaba "descansando". –Las flores son comunicación. En este caso, es vida comunicando donde hubo vida.

-Eres en verdad impresionante. –Sans se agachó para estar en la misma postura que ella, queriendo revisar la tierra de igual manera para tratar de entender su argumento. –En efecto, la tierra de aquí fue removida hace unos meses... Temo decir que fue por culpa mía. Muffet me atrapó revisando estas tumbas la única vez que había venido, así que se puso a revisarlas.

-Supongo que esa debe ser una falta de respeto. –Comentó Frisk de inmediato. –Se supone que la gente entierra a los muertos para que descansen.

-Lo es.

-Aunque sigo sin entender qué se descansa en realidad. –Admitió mientras seguía tocando la tierra con cuidado, como si estuviera en un punto sagrado y no sabría explicarse por qué lo era. –La muerte es eso, un final de la vida. Comprendo por qué se entierran los cuerpos humanos al momento de perecer, si con ello se cumple con el ciclo de la vida, pero eso de que se perciba como "descanso"...

-Se cree que hay algo más allá de la muerte. Es... para algunos, una percepción esperanzadora para no temerle.

-¿Tú le temes a la muerte?

-¿Te sorprende que sea así? –Sans soltó una leve risa, mas no esperó a que le respondiera. –Yo fui un nacimiento prematuro, por lo que tuve riesgo de morir en cualquier momento y sobreviví al esfuerzo de mis padres. Desde bebé estoy luchando contra la muerte, pero aun así aquí estoy.

Frisk le escuchó con atención y nuevamente tocó la lápida en donde podría ser su tumba. Si el mundo le consideraba como una muerta desde hace muchos años, ¿entonces qué vendría siendo? ¿También la convertía en alguien que había estado luchando contra la muerte incontables veces? Estar en el lugar donde ella debía de haber estado muerta desde bebé le explicaba muchas cosas, una de ellas el que no se diera con documentos suyos en vigencia. La otra era porqué Flowey le había protegido de muchas cosas, y si bien percibía que tuvo buenas intenciones en ese hecho, aun le incomodaba que no fuera sincero con ella durante muchos años.

Por fin estaba ante algo aclarado. Ella había sido Frisk Saito, la hija de un señor japonés que también había sido delincuente... y que fue asesinado por Asgore Dreemurr... ¿para quedarse con Chara y con ella? Aun había algo extraño en eso, no explicaba que fuera tan amable con ellas pero malo con su padre biológico. Pero nada era tan extraño como estar ante su propia tumba. Definitivamente su vida era algo muy surreal.

-Aunque no haya un cuerpo aquí, Frisk Saito está muerta. –Finalmente se levantó al no necesitar más de estar tan cerca de la lápida. –Nunca tuve la oportunidad de ser una Saito… y resulta que jamás fui adoptada, así que ahora no puedo considerarme una Dreemurr con lo que sé ahora. Solo soy... Frisk. Y ya.

-Aborrezco lo que te hicieron, pero si hay algo por agradecer, es por el hecho de que te mantuvieron con vida. –Sans se levantó de igual manera, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón con aire despreocupado. –Así pude conocerte.

Frisk se quedó viendo las lápidas una vez más, sintiéndose cada vez más extraña de estar ante algo así, pero comprendiendo porqué Sans la había llevado a ese lugar. Tenía un origen y ese era su ascendencia japonesa. ¿Debía de aprender a hablar japonés ahora para estar como Sans con su italiano? ¿Sería muy difícil de aprender? ¿Cómo lograría aprender algo que no tenía ni idea de cómo era su escritura?

Sin darse cuenta de en qué momento había oprimido su mano que sostenía las rosas, se lastimó nuevamente con las espinas que habían terminado manchadas con su sangre ahora que las observaba con detenimiento. ¿Sans le había dado flores para cumplir con el extraño protocolo de llevar flores a los muertos? ¿Ya había contemplado llevarla a ese lugar en el momento que se presentó tan temprano en el techo? ¿Y de dónde las había sacado? La punta del tallo mostraba que era muy reciente su corte, siendo que todavía podría hacer algo para rescatar el tallo para obtener raíces nuevamente. Pero si se trataba de algo que debía de dejar en las tumbas, no podría hacerlo.

Era extraño, pero era la primera vez que alguien le daba realmente lo que quería. La verdad de su existencia... y un par de flores. Era más que suficiente para ella para sentirse tranquila.

-¿Te lastimaste? –Notó Sans ahora que observaba su mano con las flores.

-No es nada, no...

Sin tiempo de reaccionar ni procesar lo que estaba pasando, Sans inmediatamente la empujó con fuerza suficiente para tumbarla en la tierra, haciendo que se lastimara aún más su mano que sostenía todavía las rosas con espinas. Sin tiempo para quejarse del dolor, Frisk no comprendía que estaba pasando hasta que notó que algo afilado había terminado impactado en la lápida que habían estado observando segundos antes. ¿Eso era una especie de cuchillo? Tenía una forma muy extraña para tratarse de uno, pero inmediatamente lo relacionó a su llave del local ante la forma tan peculiar de parecer una estrella de cuatro picos.

Comprendiendo que alguien había lanzado eso con intenciones de lastimarlos, a Frisk no le sorprendió que Sans estuviera a la defensiva con varios huesos afilados flotando a modo de protección de ambos. Incluso ahora estaba observando que el esqueleto tenía su ojo azulado hacia el frente con una expresión que le indicaba que estaba preocupado. ¿Acaso mataría a quien había lanzado eso con tal de no dejar testigos nuevamente? Ante tal pensamiento, no dudó en levantarse para tratar de detenerlo si era necesario, pero su atención fue completamente desviada al notar que el sujeto que les había lanzado eso estaba frente a ellos. Y por la forma en la que estaba parado, le daba la impresión de que no tenía intenciones de retirarse ante la amenaza evidente que comunicaba Sans con su mera presencia.

El cielo estaba poco a poco oscureciéndose para dar paso a la noche, pero aun había luz suficiente para notar que se trataba de un humano con tanto cabello que hacía complicado poder ver sus ojos. ¿Cómo era que lograba ver?

En una mano tenía otra estrella de cuatro picos que seguramente tenía intenciones de lanzarles ante cualquier indicio de amenaza, mientras que en la otra sostenía una botella que inmediatamente le recordó a la que había llevado Sans aquella vez que se había presentado completamente borracho.

-¿Frisk?

La mencionada ni siquiera supo cómo reaccionar al escuchar la voz del humano ante ellos. ¿Por qué ese sujeto extraño sabía su nombre? El día que poco a poco daba paso a su fin, se estaba tornando sumamente extraño conforme pasaban los segundos.

-Eres de la yakuza. –La voz de Sans reflejaba no estar de humor ante su presencia. –Finalmente uno de ustedes da la cara... si se puede decir de algún modo con todo ese cabello encima.

-No son tus asuntos, Gaster. –El humano dio un paso al frente mientras guardaba la estrella de cuatro picos dentro de su gabardina. Esa no fue razón para que Sans bajara la guardia. –Y no deberían de estar aquí.

-¿Por qué no? –Finalmente Frisk se levantó ante la curiosidad, poniendo a un lado el hecho de que el desconocido supiera el apellido de Sans. –¿Quién es usted para querer impedirlo?

-Alguien que está aliviado de verte con vida.

-Eso no responde la pregunta. –Insistió Frisk mientras ella ahora daba un paso al frente. Notaba de reojo que Sans estaba atento a los movimientos de ambos, por lo que tenía confianza suficiente en que él impediría que sufriera daño en caso de presentarse problemas, pero eso no garantizaba nada para la vida del extraño. –¿Por qué usted sabe mi nombre?

El humano se mantuvo en silencio mientras daba otro paso. Razón más para que Sans mantuviera sus huesos apuntándole de forma amenazante. Frisk imitó su actitud dando otro paso al frente, tanto para frenar a Sans de matar a alguien más, como el hecho de enfrentar al desconocido que le inquietaba de gran manera que supiera su nombre. No obstante, el humano sacó una espada delgada que no se explicaba cómo la había mantenido oculta en su gabardina y pudiendo caminar con eso, blandiéndola con suma rapidez a tiempo que el esqueleto había arrojado los huesos sin aviso previo por atreverse a dar un paso más hacia ellos. ¿Por qué ese sujeto cargaba con una espada? ¿Cuántas cosas afiladas tenía ocultas en esa gabardina?

Rápidamente sintió que la jalaban de su pecho y movían hacia otro punto levemente alejado de ellos dos que ya estaban combatiendo con una agilidad impresionante. Terminó apoyándose en otra lápida ajena y soltando finalmente las rosas que sólo estaban lastimando cada vez más su mano ensangrentada. Y tras notar que una pequeña hormiga se había subido a su mano, la retiró con cuidado, colocándola de nuevo en la lápida antes de quitarse el saco costoso e interponerse en ambos combatientes antes de que fuera muy tarde.

No estaba muy segura, pero su experiencia en cosas así le daba la impresión de que ambos estaban peleando con tal de no dejar testigo de la presencia del otro en ese lugar. ¿Qué no podían resolver las cosas hablando y ya? ¡¿Por qué se complicaban tanto?!

-¡Basta los dos! –Exclamó mientras se encaminaba con prisa entre los dos. Extendiendo sus brazos para finalmente separarlos estando ella en el medio.

-Nunca intervengas en una batalla si no es para combatir tu misma. –Preguntó rápidamente el humano aun con su espada hacia el frente. Estando tan de cerca ahora, notaba que su cabello era realmente castaño oscuro y no negro como le había dado la impresión en distancia. –Deshonras a tu padre de este modo.

-No me importa deshonrar a un hombre que jamás conocí. –Atajó Frisk con el mismo tono, poniendo ahora a un lado el hecho de escuchar que ese sujeto sabía a quién le pertenecía una de las tumbas. Sabía demasiado para ser un simple desconocido, ¿cierto? –Y tampoco me importa lo que opine usted al respecto.

-¡Estás ante su tumba! ¿Cómo osas...?

-¿Quién eres y porqué sabes quién soy?

Pese a que tanto cabello sobre su rostro impedía ver su total expresión, era evidente que al humano le estaba disgustando su insistencia, mas no opinó ni contestó nada más tras eso. En su lugar, se quedó contemplando su mano con la cual le estaba haciendo una barrera que claramente no le detendría en fuerza, siendo la mano ensangrentada la que tenía frente suyo. Pero de una u otra forma, respetaba que estuviera en medio de los dos. Sans hacía lo mismo de su lado, que si bien no tenía ningún hueso flotando ahora, estaba segura de que ese no era impedimento para que hiciera algo sin aviso previo. Ya había sido espectadora de sus habilidades como para darse el lujo de la duda. No quería repetir un suceso similar al sujeto que le había golpeado en el parque.

Pero a sorpresa suya, el humano la había tomado de la muñeca y jalado inmediatamente como si quisiera ver la palma de su mano ensangrentada más de cerca. Frisk se había extrañado con ello al mismo tiempo que le había incomodado que le tomara de esa forma, pero antes de que pudiera decir algo al respecto, la había jalado aún más para agacharse y verla directamente a los ojos ante la diferencia de estaturas. Tanta cercanía con un desconocido era en extremo incómodo, pero en tal cercanía de miradas por fin pudo ver los ojos ocultos tras todo ese cabello encima. Tenía los ojos oscuros, pero alargados y muy parecidos a los de Chara y a los suyos. ¿Se trataba de un hombre japonés entonces? ¿O más bien de ascendencia japonesa? ¿Así se veía un hombre con esas facciones? Era la primera vez que contemplaba uno, aunque hubiera agradecido que no fuera tan de cerca sin la confianza requerida. El hombre no sostenía su muñeca con fuerza, pero si se mostraba sorprendido mientras la miraba directamente a los ojos.

Y por lo mismo, ambos humanos no habían puesto atención a los nuevos huesos afilados que les rodeaban.

- A. –Definitivamente la voz de Sans sonaba molesta detrás de ella.

-¿Te lo hicieron también a ti? –Le preguntó el humano sin importarle la amenaza.

-¿Qué... cosa? –Preguntó Frisk sin entender.

El desconcierto del humano era inminente, por lo que terminó haciendo caso a la amenaza del esqueleto y mantuvo sus manos a la altura de su rostro al tiempo en el que había soltado tanto la chica como su espada. Dio un par de pasos largos hacia atrás para dar suficiente distancia entre ellos, pero sin apartar la mirada de ella en ningún momento. Frisk no estaba segura de qué había pasado, pero no le parecía que pudiera ser un sujeto peligroso. Si hubiera querido hacer un verdadero daño, ya los habría intentado matar minutos antes con tantas cosas afiladas que pudiera sacar de su gabardina. Además, ante tanta cercanía instantánea, pudo darse cuenta de una cosa un tanto extraña. ¿Por qué olía a musgo? La ciudad no tenía el clima ni lugar adecuado para algo así, que ella supiera.

Sans se colocó al frente de ella para no permitirle que la tomara de nuevo, manteniendo sus huesos flotando y apuntando al humano extraño ante ellos. Frisk no dudó en tomarle de la mano para comunicarle todo sin necesidad de palabras, justo como la vez previa a lanzarse del edificio. Y no estaba segura de si esa vez le había entendido, porque el esqueleto le devolvió el gesto de inmediato, mas no bajó la guardia teniendo su ojo azul sobre el desconocido.

-¿Así que el rumor es cierto? –Preguntó el humano mientras los observaba con seriedad, teniendo sus manos levantadas. –¿Lo que dice Snowdin de ustedes dos?

-Así que tienes pelotas para admitir que han estado recorriendo territorio ajeno. –Atajó Sans con una risa fuera de lugar. Aunque estuviera sonriendo, el tono de su voz y su ojo luminoso indicaba que no era gracia lo que le estaba dando el momento. –Curioso, creí que eran unos cobardes por limitarse a sólo observar en tanta distancia.

Frisk abrió la boca a punto de preguntar de qué estaban hablando... o sobre porqué mencionaban algunas pelotas, pero Sans nuevamente oprimió su mano para indicarle inmediatamente que no dijera nada.

-No tengo intenciones de que seamos enemigos, Gaster. –Lentamente estuvo bajando sus manos, quedando en una postura que parecía estar por abrazar el aire. –Solo no estorben.

Antes de que Sans estuviera por hacer algo con su magia, el humano sacó una pequeña pelota de uno de sus bolsillos y la arrojó al suelo, ¿esa era la pelota de la que hablaban? El humo que había surgido no le permitía ver nada, pero no se comparaba con la incomodidad que daba al olerlo. No estaba segura de sí se trataba de un incienso muy intenso o de algo mucho más fuerte. Tan solo pudo mantenerse con una mano cubriendo su nariz y boca mientras que con la otra aun sostenía a Sans que se había puesto de escudo de frente ante cualquier cosa que pudiera pasar en ese instante. Y tras varios segundos, el esqueleto los transportó en un punto más aislado para alejarse de todo ese denso humo.

Pero ahora que podían ver con claridad desde un nuevo punto, el humano extraño ya no se encontraba ni tampoco su espada delgada. Sans aun así se mantuvo alerta de cualquier nuevo movimiento, pero pasaron varios minutos para darse cuenta de que no pasaría nada más al haber terminado huyendo, dejándoles con muchas preguntas y con la botella que había arrojado al suelo entre el combate. En lo que Sans se ponía a inspeccionar a los alrededores, Frisk la levantó para contemplarla mejor. No tenía más dudas, era idéntica a la que Sans había llevado aquella noche en la que había estado muy borracho en su casa. Tenía las letras ilegibles con las que Papyrus le había acusado racistamente de haber emborrachado a su hermano.

-Maldita sea... –Sans se acercó lentamente al no poder obtener nada más. Por lo visto, el sujeto había huido o muy rápido, o se había ocultado bastante bien. –Esto es malo.

-¿Te preocupa que sea alguien que nos haya visto aquí? –Intuyó Frisk de inmediato.

-Si. –Gruñó el esqueleto mientras caminaba en círculos. –De nuevo cometí un error. ¡Maldición!

Frisk lo observó en silencio sin saber qué decirle, pero comprendiendo a qué se estaba refiriendo. Los problemas que tenía él y su familia eran porque hubo testigos de que la salvaron ¿no era así? Seguía sin darle mucho sentido a esa complicación, pero muchas cosas en la ciudad no lo tenían para ella. No obstante, si para Sans se trataba de un serio problema, debía de hacer algo también para que dejara de serlo. Al menos… no había matado a nadie esta vez en su presencia.

-No creo que sea peligroso, Sans. No tenía intenciones de lastimarnos enserio. –Señaló mientras le veía seguir caminando sin un punto específico, pero sin detenerse ni alejarse de ella que aún estaba quieta. –Ni siquiera me da la impresión de que sea un verdadero asesino como tú.

-¿De nuevo teniendo fe en desconocidos menos en mí? –Gruñó Sans sin mirarla. Frisk tomó ello como su manera de mostrar frustración ante algo que no sabía cómo manejarlo. –Debiste dejarme que lo matara. Ahora no sabemos qué…

-Si matar es tu solución para todo, seguirás teniendo los mismos errores en una cadena que no parece tener fin. –Le contestó con seriedad y leve molestia de que siguiera con lo mismo. –Ese señor sabía quién era yo y quién eras tú desde antes. Si nos quisiera muertos, ya lo habríamos estado desde mucho antes. Además, dijo que no tenía intenciones de ser tu enemigo ni tampoco te hizo daño alguno al final.

-Eso no garantiza nada, Frisk. ¡Aghh! No debí traerte aquí.

-Todo lo contrario. –Bajó la botella que había estado observando por unos segundos y se encaminó hacia él. –Te agradezco que lo hayas hecho.

-Se supone que ni tú ni yo debemos salir de Snowdin. Ese es el trato que tengo con el viejo para que no te haga nada. –Aclaró Sans al detenerse, pero sin borrar del todo lo exasperado que estaba. –Si por algo se entera, no me quiero imaginar lo que podría hacerte.

-Me atengo a esas consecuencias entonces.

-Frisk, basta. Yo… ya veré que hago.

-¿Tienes que hacerlo todo tú solo? –Se detuvo frente a él con suma seriedad. No le gustaba cuando se ponía con esa actitud. Le recordaba demasiado a cómo se había puesto cuando el señor le había golpeado. –Si esto me incumbe, deja que me encargue también.

Sans habló por lo bajo en otro idioma sabiendo que no le entendería, pero para Frisk fue suficiente para comprender que se estaba quejando de algo. En verdad que comenzaba a molestarle ese comportamiento de él, pero por ahora, tenía cosas más importantes en las qué pensar que en sus simples arrebatos. Ese humano parecía haber tenido intenciones de visitar las mismas tumbas que ellos, incluso estaba llevando la botella que ahora tenía en sus manos. ¿Acaso se podía llevar algo más a las tumbas además de flores? Y aún más importante, ¿por qué estaba visitando las tumbas?

El desconocido había dicho que estaba aliviado de verle con vida. ¿Acaso también había ido a visitar su tumba? Sans había dicho que además de ser un delincuente más, su padre biológico había sido un mercader de bebidas importadas. Justo… como la que estaba sosteniendo ¿verdad? ¿Y además había dicho que era de la yakuza?

-La vez que fuiste borracho a mi casa, mencionaste un cementerio. –Recordó en el instante, levantando su mirada para observar directamente al esqueleto a lado de ella. –¿Venías de aquí?

-Si. –Admitió Sans de inmediato, calmándose un poco. –Y si, estaba investigando de ti en esos momentos.

-También mencionaste algo sobre que la yakuza observaba algo de lejos. ¿Por qué no me dijiste nada de esto?

-Porque aún no sabía que tan confiable o no era decirte estas cosas. No confiaba en tu amigo con pétalos y… aun no lo hago, de hecho. –Aclaró el esqueleto al finalmente devolverle la mirada. –Sigue sin querer hablar nada sobre lo que sabe, y me consta que quiere protegerte, pero la razón es un enigma si estamos hablando de algo que no genera empatía con nada ni nadie.

Frisk quería decir algo para defenderlo, pero simplemente no le salieron las palabras una vez más. A ella le constaba que Flowey le quería a su manera, pero el que no fuera sincero desde un principio le dolía de gran manera y aún más sabiendo que no podía entenderlo, sobre todo porque le habría podido evitar muchos dolores previos. Aunque también si debía sincerarse consigo misma, Flowey tenía razón sobre el hecho de que habría hecho lo posible por buscar a su padre sin importar lo que supiera. Estar en esas alturas era un claro indicio de eso.

Y pensar en cómo le conocía demasiado y le protegía a toda costa… solo le hizo extrañarlo.

-No tenía idea de qué tantas cosas sobre ti desconocías. –Comentó Sans tras un rato, sacándola de sus pensamientos de esa manera. –Lamento no haberte rebelado todo esto antes para aclararte las cosas.

-Descuida, no eras tú quien debía darme estas explicaciones en primera instancia. –Admitió Frisk con cierto pesar. –Y te agradezco de que puedas otorgarme estas respuestas. Puedo estar más tranquila ahora.

El esqueleto terminó suspirando con evidente resignación. Al final, simplemente emitió una tenue sonrisa que reflejaba que ya se había calmado lo suficiente.

-En fin. Déjame revisar tu herida, bonita.

-Estoy bien, Sans. –Le indicó, pero el esqueleto hizo caso omiso y tomó su mano que ya tenía la sangre seca. Tuvo que sostener la botella con una sola mano ahora. –Ya no me duele.

-Solo deja que...

Las cuencas de Sans se oscurecieron rápidamente mientras veía la palma de su mano, justa la misma expresión que había hecho el desconocido al ver la misma mano. ¿Acaso tenía algo malo? Si ya no le dolía ni estaba sangrando ya. Pero antes de que pudiera preguntar sobre si pasaba algo malo, cerró sus cuencas por un momento y le sonrió al momento de abrirlas para verle directamente.

-Será mejor que nos retiremos de una vez. Creo que ha sido demasiado por hoy.

-De acuerdo. –Aunque le extrañara tal comportamiento, estuvo a favor de retirarse si ya se encontraban casi a oscuras. –Solo… deja hago un par de cosas.

Fue a recoger el saco de Sans y a su vez las rosas que había arrojado en el momento. Iba a dejarlas en las tumbas de sus padres biológicos junto con la botella que tenía consigo (ya que ambas cosas las tenía con ese objetivo, directa o indirectamente) pero al agacharse y ver que la pequeña hormiga estaba ahora recorriendo una de las rosas entre sus pétalos, se detuvo a sí misma en si debía de retirarlas de ahí. Vio que en la tumba que estaba tenía el nombre escrito de "A. Morineau" y, a diferencia de las otras tumbas de alrededor, además de la de su familia biológica, no tenían nada como ofrenda. Por lo que apartó su mano y decidió dejarlas ahí. Tal vez era lo mejor dejarlas para alguien más.

Además, las tumbas con nombres tachados no se quedarían sin flores. El árbol que tenían cerca tenía ramas muy delgadas que le indicaba que además de poder enredarse con lo que tuvieran de paso, generarían densas flores cuando fuese el momento. Le gustaría poder qué clase de flores generaría, por lo que se apuntó que sin importar lo que fuera su pasado, volvería hasta poder darle fin a sus múltiples dudas.

Dejó la botella entre ambas lápidas grandes, comprendiendo que esa botella la había llevado el sujeto desconocido de mucho cabello particularmente para ellos. Había muchas cosas que aún no comprendía, pero al menos… había una persona en el mundo que los visitaba. ¿Eso podría significar que su padre biológico, delincuente o no, era alguien digno de extrañarse?

Se acercó donde Sans le esperaba y asintió con la cabeza para indicarle que estaba lista, a lo que él le tomó nuevamente su mano y desaparecieron de ese lugar sin dejar otro rastro más.

.

.

Kris caminaba lentamente sobre las calles de New Home con tal de no llamar la atención, pero lo cierto era que tenía mucha prisa en dar con algún transporte que le regresara al deplorable e impuro lugar al que debía de reconocer como su escondite. Aun con sus ansias de querer volver y obtener más información ahora que había tenido la inevitable oportunidad de tenerla de frente.

Frisk estaba viva, no había muerto en aquella "explosión de gas". Eso era realmente un alivio, no había fallado en la promesa de querer mantener a salvo las dos hijas de su maestro. Pero el que su mano se hubiera curado tan rápido, y esos ojos aunque no fueran rojos, tuvieran un tono muy similar… Definitivamente no eran coincidencias que pudiera pasar desapercibidas. Pensar en ello sólo le hizo querer apresurar su paso una vez más ante la frustración y enfado que le generaba.

Había sido un tonto. ¡Por supuesto que esas malditas bestias no dudaron en hacérselo a ella también! ¿En verdad había pensado en su momento que habían tenido piedad en la menor de todos? ¿Qué los Dreemurr se hubieran tentado el corazón aun con todo lo demás que hicieron? Era por eso que no habían sufrido del todo cuando habían perdido a Chara, porque les quedaba todavía una. Por eso habían estado tan tranquilos tras el incidente, por eso habían tratado de ocultarla… Por eso había huido tan rápido en cuanto supieron que había descubierto que estaba viva e iba por ella…

Debía mantenerse sereno, apartarse de todo malestar para tener siempre el control de sus propias emociones, pero lo que había presenciado realmente le había molestado. Haber dejado que Frisk estuviera en manos de esa mujer y luego optar por mantenerla distanciada de todo había sido una mala decisión. Frisk se había acostumbrado tanto a los monstruos que parecía preferirlos a ellos antes que a su propia especie. ¡Incluso había visto con sus propios ojos qué tanta cercanía tenía con uno! Ese maldito rumor era real si ninguno de los dos tuvo intenciones de desmentirlo. Era una cosa en la que por desgracia, se parecía a Chara. Además de una terquedad inminente. Aunque con esa seriedad que le había demostrado y firmeza ante el peligro, se acercaba mucho más a su maestro de lo que Chara parecía tan lejana a ser como él, cosa que le hacía sentir que se había equivocado aún más en sus decisiones en cuanto a ellas.

Si habían estado ante las tumbas, eso significaba claramente que por fin la menor de los Saito sabía la verdad, que de lo contrario jamás habría llegado a algo que él mismo tuvo que ocultar por seguridad de todo. Rayando con cierto pesar los nombres de su maestro y su mujer con tal de protegerlos aun en muerte. Pero Frisk no parecía tener idea de lo que tenía corriendo en sus venas. Eso parecía más extraño y peligroso a su vez. ¿Qué pretendían los Dreemurr con eso?

Cuando por fin pudo conseguir un taxi entre tanta caminata, pensó seriamente por un momento en dar la indicación hacia Waterfall, pero si su gente ya se estaba encargando de que Chara se mantuviera encerrada y oculta, prefería que se mantuviera así hasta resolver cosas que no podía seguir ignorando o dando la espalda por seguridad de los suyos.

Ya lo había pospuesto demasiado. Era momento de visitar a Toriel-san.

.

.

.

Este capítulo lo dedico a mi abuelita, quien ahora está en el cielo acompañando a mi abuelo. La hormiguita es un guiño a ella, que era el apodo que le dio mi abuelito por ser muy trabajadora y dedicada a lo que se propusiera. En el momento que comencé a escribir este capítulo fue su velorio y no pude asistir porque en mi trabajo no me lo permitieron, y por un familiar que nos puso muchas complicaciones (larga historia de la que no quiero dar detalles). Así que en lugar de trabajar en entregas que urgen, me puse a escribir esto porque se lo pregunté a mis ovarios y me dijeron que simón.

Por supuesto que todo eso me duele... pero al menos pude hacerle esto. Una tumba en la que Frisk pudo dejar flores por mí. (Lo cual hizo todo extraño de cómo coincidieron las cosas… enserio. En su principio tenía visualizado que Frisk iba a dejar las rosas en las tumbas de sus padres, pero hice este cambio ante lo repentino que fue lo de mi abuela).

Sin más, agradezco mucho su apoyo a lo largo de esta historia.

Michi fuera!

:)