-Yo me encargaré del dinero de ahora en adelante, Frisk. –Contestó Flowey mientras le retiraba la chequera de su bolsillo, una vez que terminó el horario laboral y se fueran todos a sus respectivas habitaciones. –Tú no sabes cómo manejarlo.
-Se te olvida que yo estuve manejando mi propio negocio. Por supuesto que sé cómo.
-¡Para todo cobrabas un dólar! Y eso no es saber manejar el dinero. Si no sabías poner un precio a tu trabajo, mucho menos sabrás qué cantidades poner en cada cheque.
No hubo más objeción después de eso, notando que la chica estaba más distraída que con intención de alegarle que si podía hacer las cosas por su cuenta. Y no era necesario que se lo preguntara, era evidente que estaba pensando en aquello con lo que pudiera dar Don Gaster, sin saber si aquello le alegraría o no saberlo. Y francamente... no lo haría. Pero era algo tarde para detenerlo por completo. Lamentablemente no había podido hacer mucho una vez que la misma humana frente a él le había impedido hacer algo al respecto, poniéndose como escudo para proteger al mismo esqueleto una vez que aceptó que le sacaran sangre. Y por más cuidadoso que hubiera intentado ser, tarde que temprano la habría podido lastimar al ritmo que iban las cosas y era lo que menos quería.
Don Gaster había desaparecido de inmediato una vez que terminó con su cometido. Y si bien eso pintaba para mucha sospecha, lo único que le había extrañado a Frisk había sido que no había tocado su taza de café en ningún momento.
-No debiste aceptar. –Insistió Flowey tras pensar en todo ello.
-No debiste mantenerme en ignorancia. –Le contestó de inmediato con el mismo tono, pero aun así le permitió arroparla mientras se acomodaba en su cama, la cual evidentemente le era incómoda al estar con tantas conejas alrededor. Y por lo que notaba a simple vista, era algo mutuo, aunque era por estar él presente y no por la humana que pretendían adorar como un cachorro. –Don Gaster sabe cosas del cuerpo humano, puede que realmente averigüe qué es lo diferente en mí.
-Eres tú siendo tú, es suficiente para saber que eres mejor que otros humanos.
La humana le sonrió tenuemente, acariciándole el tallo con dos de sus dedos, agradeciéndole de ese modo su intento de cariño pese a todo. Aunque fuese algo que nunca hablaran, era un hecho que Frisk agradecía sus intentos de ser comprensivo. Y vaya que se esforzaba en serlo, pero eso ya no le era suficiente. No desde que había descubierto lo que era una verdadera interacción con otro ser con sentimientos, con opinión distinta o vida distinta. Algo con lo que realmente pudiera generar empatía o debate de lo que era la vida misma y tener más de un panorama. Su pequeño círculo de dos integrantes se había expandido aún más. Y él ya no le era suficiente tras eso, porque simplemente no podría darle esa clase de interacción nunca.
Pero que se tratara particularmente de Sans… le irritaba de muchas maneras. De todos los seres existentes, ¿por qué? ¿Por qué uno de los tipos que le estuvo cazando en su primer intento de escape? ¿Por qué el tipo que tantos problemas le llevaba y llevará ante una carencia de sentido común por parte de ambos? Y si bien podría matarlo en otra oportunidad, era evidente que Frisk ya no permitiría eso para que le pidiera particularmente no hacer nada más. Cosa que no podía evitar querer acceder a tal petición sólo porque hacía mucho que ella no le pedía algo que realmente quisiera. No se trataba de una petición con tal de mantener la paz en su entorno o con tal de no causar problemas. No, ahora se trataba de algo que realmente… (agghh)… quería.
-¿En verdad tanto te importa? –Preguntó Flowey sin verla directamente todavía, observando la ventana a medio cerrar con la cortina arraigada por lo vieja que estaba, como si fuese más interesante de apreciar que la humana a lado suyo. Pero su silencio tras ello le indicó que necesitaba que fuera más específico con ella. –Sabes que es un asesino, un mafioso. Si no te mató antes es porque le eres entretenida, algo nuevo o diferente. ¿Qué te garantiza que no te abandonará de nuevo a la suerte cuando le parezcas aburrida?
-Me atengo a las consecuencias si resulta todo lo que tú dices. –Contestó la chica de inmediato al entender a la primera. Habló con demasiada seguridad para su gusto. –No entiendo muchas cosas de él ni apruebo su estilo de vida, pero tiene mi confianza pese a todo. A diferencia de ustedes, él siempre me dejó en claro que se trataba de un asesino. No ocultó lo que era ante mí ni me mantuvo secretos.
-Y sigues con eso...
-Y ha sacrificado su vida para salvar la mía en varias ocasiones, aun cuando me había dicho que se alejaría de mí en todas esas veces, así que realmente no creo que… vaya a abandonarme sin un motivo antes.
Eso último sonó más a una súplica lanzada al aire que a una certeza. Y no podía culparla por eso. Frisk tomaba sus decisiones acorde a su propio sentido común y conocimiento, siendo sumamente lógica en todas sus percepciones ante un nulo conocimiento de la parte emocional que tenía. Pero el modo en el que terminaba conteniéndose de cosas que le gustaran o no con tal de mantener una tranquilidad en su entorno era extraña en muchos aspectos. No había sido complicado que ellos se volvieran amigos por el simple hecho de autodenominarse como tal, cosa que eventualmente la chica terminó acostumbrándose y agradeciendo de alguna manera pese a no hablarlo abiertamente en su momento. Por lo que si realmente estaba depositando por cuenta propia una confianza en un ser fuera de sus padres o él… debía de calmarlo por un lado. Pero no, ningún ser podría comprenderla como él lo hacía, ningún ser podría cuidarla como él. Ningún ser era digno de tanta pureza en un solo individuo. Mucho menos ese maldito esqueleto.
El cual parecía que lo habían invocado para mala suerte suya, notando a través de la poca visión que otorgaba la cortina, que estaba en el techo del establecimiento de a lado junto a uno de esos extraños seres grises. Muy seguramente en espera de que Frisk se apareciera como si de un balcón se tratase, una Julieta anhelando reencontrarse con su Romeo. ¡Iuuggh! Definitivamente debía de hacer algo al respecto.
Esperó que tanto Frisk como el resto de las chicas presentes se durmieran. Creyendo que eso podría espantar al esqueleto tarde que temprano para que se retirara en cuanto se diera cuenta de que no se presentaría. Pero al igual que aquella vez en año nuevo, mostró demasiada paciencia en seguir esperándola, así que se dispuso en moverse con sumo cuidado de ahí para dirigirse hacia el techo para acabar con todo eso. Teniendo que atravesar la habitación con sus lianas para desplazarse más rápido y sigilosamente posible, teniendo que confiar en que la joven estuviera bien por esos minutos en compañía de mocosas peludas.
En cuanto abrió la puerta que daba acceso al techo, notó que el esqueleto le había visto de inmediato y aparecido ante él en menos de un segundo. Dejando atrás al felino grisáceo que le había estado acompañando y que, por lo que alcanzaba a ver, hacía lo posible por llegar con ellos lo más pronto posible.
-Sigues vivo. –Soltó Flowey con desprecio.
-No gracias a ti, eso es seguro. –Contestó con el mismo tono.
-Y veo que ahora tú eres quien lleva niñera. –Soltó con toda intención de burlarse. Percatándose de que definitivamente el esqueleto no le importaba dejar atrás al sujeto. –El karma parece estar de mi lado al fin.
-No por mucho, margarita.
Podía notar a simple vista que el esqueleto se estaba conteniendo del dolor, haciendo un esfuerzo por estar ahí y muy seguramente no era por él tal esfuerzo. Y todo ello también pudiera ser la razón por la cual tenía un acompañante no grato por esa ocasión. Aun así, optó por ir al grano en toda la situación, tomando una decisión que no le agradaba para nada pero que, era necesaria a la altura de las circunstancias. Había lujos que ya no podía darse, aun cuando sabía que su propio racionamiento era suficiente para saber lo garrafal que era sucumbir a deseos de otros seres.
-No pienso aceptarlo. –Soltó al querer llegar lo más pronto posible al asunto. Prefería hablar a solas con la basura sonriente sin espectadores que no merecían saber el tema de la conversación. –No pienso permitir que algo tan corrupto como tú le arrastre a la peor escoria que puede ofrecer este mundo. No hay marcha atrás en la vida que tienes y no pienso permitir que Frisk tenga el mismo rumbo. Alguien como tú sólo está condenado a una vida miserable. ¿Quedó claro?
-Je… en verdad te molestó mi comentario. –El desgraciado se atrevió a reírse de la situación. –Asumo que Frisk ya se durmió si eres tú quien se presenta y solo.
No pensó en responder eso, molestándole que la mencionara aun tras el golpe que le había dado a modo de advertencia. Pero aquello tendría que dejarlo para otro momento. El felino parecía estar bajando el edificio de a lado al no poder saltar entre tanto hielo en los tejados.
-La carne ni siquiera es el verdadero problema. –Habló finalmente con un tono más bajo, reflejando algo de resignación que el esqueleto fácilmente notó. –No sé por qué se le da tanta importancia a eso.
-¿Por qué? –Preguntó el esqueleto, captando de inmediato a qué iba la conversación y la evidente prisa que tenía.
-Los humanos son omnívoros, son capaces de absorber los nutrientes derivados de otros tejidos tanto animales como vegetales. –Oficialmente Flowey bajó sus lianas para dejar en claro que sus intenciones, por ahora, no eran el ponerse agresivo nuevamente. Pero tampoco estaba para tolerarlo y no estar alerta. –Podrían estar durante un tiempo alimentándose de uno de los dos tipos de alimentos. Sin embargo, a largo plazo necesitan consumir toda serie de alimentos posibles para poder tener un correcto crecimiento y desarrollo. La cabra idiota lo sabía y por eso evitó que consumiera carne para frenar precisamente eso: su desarrollo. Además de considerar que tanta proteína le haría actuar como todo ser carnívoro en el reino animal.
-¿Creyeron que… podría afectarle? –Preguntó el esqueleto sin entender del todo. En definitiva el golpe que le había dado le había dejado más idiotizado de lo que por sí ya estaba.
-Eso creyó la cabra, pero yo opino lo contrario. Si su cuerpo no está acostumbrado, sería normal que su instinto se disparara a la menor de las provocaciones. Aunque al ser un proceso descontinuado, todo es un 50/50.
-¿Instinto? ¿A qué te refieres con "descontinuado"?
-A que Frisk es un proceso descontinuado. – Contestó inmediatamente y sin entrar en rodeos. Tal parecía que seguía sin entenderle. –Insisto, no sé los detalles, pero sí sé que aquello que las cabras le hicieron, pretendía estudiar la resistencia humana y ver cómo transferirlo a los monstruos. Pero eso tuvo un precio alto e irreparable. Razón por la cual frenaron por la culpa.
Había sido sumamente directo, tal y como seguramente lo había esperado desde hace tiempo. Sin embargo, Sans perdió el equilibrio al comprender demasiadas cosas en todo eso, terminando sentado en el suelo y dejando en claro en su expresión que se estaba imaginando la gravedad del asunto. Si quería más razones para odiar al maldito de Asgore Dreemurr, ahora las tenía.
-¿Qué precio? –Sans no pudo ocultar su enojo en eso.
-No puedo darte los detalles por ahora. Aunque francamente, tampoco quisiera dártelos. –Aclaró sin una pizca de sutileza. Observando cómo el felino se había perdido de vista, muy seguramente porque ahora se encontraría trepando el corto edificio en el que estaban. –El idiota de tu padre dijo que le disparó y actuó de modo primitivo. Si volvió a ser ella misma después de eso, es por pura suerte. No creo que se pueda contar con tal cosa si llegase a suceder de nuevo. Y ahora que Don Gaster le sacó sangre para analizarla…
-No si lo detengo, entiendo. –No le hizo más preguntas sobre cómo había ocurrido tal cosa y fue suficiente para agradecerlo. El esqueleto se paró, mostró su ojo azulado y movió una cantidad de nieve acumulada, arrojándola sin siquiera verla con tal de complicarle aún más la llegada al felino. Brindando a ambos un poco más de tiempo. –Necesitaré que después seas más comunicativo. No me agrada a qué va encaminada toda esta verdad.
-No, no lo es. –Admitió Flowey sin notar que le había calmado un poco hablar de ello. –Y para mi mala suerte, deberé usarte de nuevo para mantenerla a salvo si dices que tanto te importa. Últimamente he tenido una leve idea de la razón por la cual la hayan atraído a la ciudad… pero en verdad quisiera equivocarme.
-¿Y qué es?
-Frena al maldito de tu padre primero y después hablamos. –Gruñó de solo mencionarlo. –Te detesto, pero si odias tanto a Asgore Dremurr como para querer matarlo, y te preocupas tanto por Frisk como para darle prioridad en su bienestar, me es más que suficiente… por ahora.
Y al llegar el felino ante ellos, teniendo una cobertura de nieve que se quitaba mientras daba pasos y sin generar expresión alguna de molestia o frío por lo sucedido, Flowey optó por quedarse completamente callado mientras observaba con seriedad al esqueleto. Tal vez podría tratarse de un error nuevamente tener que acudir a él, pero dada la situación, tenía que ver toda oportunidad y moverla a su conveniencia. Y si Frisk le estaba depositando tal confianza, para bien o para mal, era una voluntad que no se atrevía a quitarle tras mucho tiempo en aislamiento emocional de su parte.
-Casi me matas, pero estoy aliviado de que hayas vuelto a ella al escaparte. –Sans puso una mano en el hombro del gato, el cual no pareció tener reacción alguna. Ni siquiera se veía cansado por todo lo que había tenido que esforzarse por llegar ahí. –Me confirmaste de nuevo que en efecto, ves por ella aunque no tengas sentimientos. No es una farsa de tu parte como aun quería creer.
-Ya te dije que elegí que ella debe vivir, es todo.
-Pues parece que elegiste ser su hermano protector. –La basura sonriente rió de su propio comentario. Aunque tuvieran prisa, no cabía duda de que no desaprovecharía la oportunidad de fastidiarlo. Pero debía admitir que era interesante lo bien que podía disimular frente al gato no estar preocupado por lo que acababa de revelarle. –Aunque siendo florista y flor, lo hace más raro de lo que suena.
Flowey no dijo nada después de eso. Tan sólo esperó a que la basura sonriente se fuera junto con el felino que estaba demasiado pegado a él. Queriendo meterse nuevamente a la casa para alejarse del maldito frío que no le hacía nada bien a su ser que aún no estaba listo para poder florecer nuevamente.
.
.
-¿Y bien? ¿Si funcionó?
-La señora Boom dice que aún es muy pronto para resultados.
Contestó Lesser mientras observaba lo mismo que el resto de los presentes, sin saber realmente qué era lo que estaban esperando que ocurriera. Tan sólo era una sirena con un casco visiblemente pesado, sin mover ninguna parte de su cuerpo por más estímulo que la señora Boom le aplicara en busca de algo que no compartía al momento. ¿Qué más podría obtenerse de eso? Al menos sabía que no estaba muerta, que de lo contrario no habría un cuerpo al cual mantener en ese estado, pero realmente actuaba como una, sin poder reaccionar a nada.
Don Dreemurr estaba ahí con ellos mientras miraba el aparente experimento del cual había pedido ser espectador de algún cambio, pero no se le notaba sumamente entusiasmado como otras veces le había tocado presenciar en cuanto al trabajo de la reptil. Si lo que quería era una nueva amalgama con ella, no entendía por qué la señora Alphys no lo hacía de una buena vez con tantos ingredientes a la mano. Aunque le incomodara saber de su existencia, no estaba para darse el lujo de comentarlo si estaba luchando por reconocimiento y tal vez un posible ascenso. Tenía la ventaja de poder ver esa clase de cosas, una confianza que no se le brindaba al resto de los canes por su propia dedicación de poder comunicarse con la señora. Definitivamente debía significar algo tarde que temprano, tendría su recompensa si se mantenía firme y sin opinar sobre lo que tenían al frente.
Aunque si debía de ser sincero, le gustaría estar en otra parte menos perturbadora. Tal vez en la habitación de la anfibia de grandes pechos, por ejemplo. ¿Le sabría a mariscos si los lame?
-No sirve si eso la mantiene como un vegetal, Alphys. –Don Dreemurr mencionó tras varios minutos en espera, sacándolo de sus pensamientos fuera de lugar. –Necesito a la sirena con su voluntad de vivir.
La reptil de escamas amarillentas movió las manos con demasiado énfasis para ignorar el tono en que las estaba empleando. Lesser no estaba seguro si traducir con tal precisión, aunque la risa del monstruo jefe le aclaró que no hacía falta, comprendiendo incluso la majadería empleada y causándole gracia sin ofenderse de algo que aún no entendía del todo.
-De acuerdo, asumo que en resumen, quisiste decirme que es mi culpa por haber apresurado esto, ¿no?
-Sí, es lo que dijo, señor. –Contestó Lesser con una tenue sonrisa. Agradeciendo internamente no tener que traducir las majaderías incluidas.
-Bien, supongo que puedo otorgar algo más de tiempo. –Don Dreemurr se encogió de hombros sin darle más importancia al asunto y después sacó múltiples puros del bolsillo de su saco. –Después de todo, hace falta un último ingrediente a la fórmula. ¿Qué dices, Lesser? ¿Quisieras encargarte de eso?
-¿Yo? –Alzó las orejas de modo sorprendido de que se dirigiera a él tan de repente. Incluso notó que estaba moviendo su cola ante la emoción que le provocaba lo que estaba pasando. –¿Qué es lo que necesita de mí, señor?
-Esta será una amalgama especial, así que se requieren ingredientes muy específicos. –Le sonrió con total amabilidad, cosa que sólo hizo emocionarlo aún más pese a querer mantenerse menos obvio. ¡Finalmente le estaba reconociendo! ¡Sabía que tarde que temprano brindarían frutos su esfuerzo! –Hace falta una coneja, pero no cualquiera. Es una viuda que nunca se registró como trabajadora, así que el sindicato no pudo ayudarme para dar con su paradero.
-¿Y cómo es, señor?
-No lo sé. –De su pulgar surgió una pequeña llama con la que prendió todos sus puros. –Sólo sé que canta.
Al menos esa era una pista, pero la falta de más detalles le complicaría tal búsqueda si tampoco le estaba brindando una ubicación en donde comenzar. Aun así, estaba dispuesto en lograr tal misión que le estaba encomendando, muy seguramente por ser algo que sólo podría otorgarle a alguien de confianza.
Tras no dar con algo más, el monstruo jefe se retiró con toda tranquilidad, dejando a su paso una fumarola como si de un tren a su paso se tratase. La señora Alphys le siguió tras dejar todo en su lugar y esa fue indicación suficiente para saber que él también debía retirarse de tal lugar. Y por un breve instante antes de dar la espalda a todo, le pareció que algo se había movido... y muy específicamente en la zona donde se encontraba la sirena sin reaccionar, pero tal vez sólo había sido su imaginación.
Después de todo, le perturbaba estar ahí con la extrañaba vibra que generaba alrededor con sus misterios y neblina mayormente acumulada por los puros que exhalaba el Gran Don. Agradeciendo en silencio poder retirarse de ahí de una buena vez, corriendo para alcanzar los pasos de sus superiores, pero sin darse cuenta de que las llaves del auto se le habían caído sobre el piso alfombrado.
Y mucho después tomados por la sirena que se había quitado el casco tras una hora después en soledad. Derramando lágrimas silenciosas que no lograba contener ante un miedo innegable.
.
.
Siempre estaba un paso adelante, sin omisión. Don Gaster sabía que sus hijos no tardarían en darse cuenta de lo que intentaba averiguar a través de la humana, a su vez de que estarían en desacuerdo (uno más que el otro, claro está), por lo que había anticipado el tener a Sans controlado con la peor forma que consideraría él y sin dejarle más opciones que no fuera tenerlo drogado por siempre (aunque poco le faltaba para tener que recurrir a eso). A Muffet le había encargado de no separarse de la humana hasta que recibiera su señal. Y Papyrus se había quedado con la idea sobre negociar sobre la estancia de la flor parlante sin más detalles, lo que le había dado la ventaja de tomar acción antes de que se percataran de lo que realmente había pasado.
Por lo que ahora se encontraba en el departamento de Muffet, analizando un par de muestras que había obtenido con la sangre que la humana le había cedido conscientemente y con herramientas que ya había dejado ahí anticipándose a cualquier hecho. Sabía que accedería tras varias conversaciones con ella en las que dejaba claro lo agobiada que estaba por ser ignorante a decisiones de otros, al igual que, por mucho que le disgustara estar agradecido con eso, era más diplomática y racional cuando estaba en calma, sin sobreponer emociones que sólo generarían incomodidad sin sentido o entorpecerían el caso. Y siendo así, había generado que con poco pudiera obtener más de ella que amenazándola directamente. Finalmente había captado que la violencia directa sólo la incitaba a mayor rebeldía de su parte, una defensa que no permitía ceder ante otra fuerza que le retuviera. Su propia esencia le impedía ser controlada de una u otra forma. Por lo que la respuesta para obtener buenos resultados con ella, era precisamente ser tal y como lo habría sido si hubiera tenido alguien con quien conversar. Y que fuese particularmente la humana quien le había aclarado ese hecho del que él mismo no se había dado cuenta… le perturbaba, pero no le daría lugar por ahora. No cuando tenía algo más importante por atender en poco tiempo.
De una u otra forma, la humana demostraba no ser alguien fácil y de mente fría que no cedía a voluntades de otros. Y si no fuera por tratarse de una despreciable humana, y que además estaba vinculada al maldito Gran Don, tal vez no vería mal ese carácter para su descendencia. Aun cuando el orgullo le decía que ni siquiera debería de pensar en ello cuando las probabilidades de que su apellido moriría con sus hijos eran más que un hecho. Aquello habría puesto muy triste a su esposa.
Dejando a un lado todos esos pensamientos, se apresuró en terminar su análisis de la primera prueba, antes de que pudieran tener alguna oportunidad de dar con él. Lamentablemente no contaría con sangre de sobra para analizar después porque muy seguramente Sans se encargaría de quitárselo sólo por enojo, así que si quería obtener resultados, era hacerlo ahora o nunca. Y si debía admitirlo, le era un tanto nostálgico hacerlo de ese modo, recordando el tiempo en el que trabajó junto al señor Sallow analizando varias muestras de diferentes humanos que muy seguramente habían sido víctimas del Gran Don. Aquellos días habían sido relajantes, sintiendo que realmente estaba haciendo algo bueno por su familia y por él para brindarles la calidad de vida que merecían, pero aquello había sido un garrafal error del que tardó en percatarse.
Acomodó su microscopio al dar con algo tras la primera exposición. Interesante, en definitiva sus células eran más resistentes que lo promedio ante una exposición. Eso aún no le explicaba su extraña reacción primitiva, pero si su anomalía de mantenerse lo más joven posible. El cuerpo de una humana promedio estaba hecho para almacenar la mayor cantidad de nutrientes posibles para brindar la mayor parte al momento de tener hijos. Y si la humana que estaba estudiando, aun en su adultez, no había pasado por la menstruación, significaba que su cuerpo se reusaba a ceder tales recursos con tal de permanecer en perfecto estado a toda costa. No le permitiría ninguna cortada o intruso que atentara con tal estabilidad biológica. Su sistema estaba en constante lucha por la supervivencia, sin dar paso a nada más por lo acelerado que estaba en busca de todo recurso. Lo que pudiera explicarle también porqué las balas habían ingresado en lugar de haber sido expulsadas. ¿Eso tenía un fin realmente o sólo era una extraña casualidad?
La aparente mutación celular era la clave de todo, estaba muy seguro de ello mientras apuntaba sus observaciones para estudiarlas en otro momento más calmado. No entendía aun porqué alguien habría querido hacer a un humano mucho más resistente de lo que por sí ya era por instinto, pero… ¿Y si aquello no afectaba a todas las células? ¿Y si la excepción eran las neuronas que no pudieran alcanzar tal velocidad regeneradora? Eso podría explicar de algún modo aquella reacción primitiva cuando su cuerpo se reusó a morir, como si se tratase de un efecto secundario de algo que no venía siendo natural, no compatible. Al igual que explicaba que no recordara nada.
El sistema nervioso era un campo de estudio con muy poco material con el cual basarse, por lo mismo le había interesado tanto en estudiarlo particularmente, a su vez que le había fascinado en su momento poder hablarlo con el señor Sallow y…
Detuvo todos sus pensamientos, así como la segunda prueba en sus manos sin necesidad a una nueva exposición. El sistema nervioso, tal vez ahí estaba la respuesta realmente. Después de todo, había logrado calmar a la humana con un choque neuronal que no había probado antes en seres vivos. ¿Se estaba tratando de un defecto como lo estaba pensando? ¿O ese era su objetivo en realidad? Ambas opciones eran muy posibles, de ambas se podía sacar una ventaja si sólo se buscara el modo de…
El modo…
-Que maldito. –Susurró para sí mismo.
Se apartó del microscopio y se enfocó en recargarse en el sofá con tal de calmarse un poco. No, no era posible. Lo que había estudiado, lo que había ayudado a analizar en su tiempo de servicio al apellido Dreemurr, había sido justamente el comportamiento celular y el sistema nervioso del ser humano. Lo que estaba observando en la muestra no podía ser una simple coincidencia. Lo que sea que le hubieran hecho a la humana, muy seguramente habían usado la investigación en la que él había participado de forma voluntaria ante la emoción de formar parte de algo cercano a su sueño. Una investigación incompleta tras su salida… pero tal vez ya habían obtenido de él lo que necesitaban saber para importarles eso. Sin siquiera saberlo, él había corroborado desde antes a que experimentaran en la humana terca con la que tomaba una taza de café de vez en cuando, a que la usaran como un objeto de prueba de algo que podrían intentar hacerle a toda la humanidad.
Ya no le cabía duda en esto. Sin querer, les había dado en charola de plata la respuesta a un aficionado falso biólogo y a un antropólogo acogido por eruditos, ambos emocionados sobre el comportamiento humano en sus diferentes perspectivas. Ambos queriendo ayudar a Asgore Dreemurr en lograr su meta.
La cual era una guerra, cuya magnitud podría ser peor de lo que había pensado antes.
.
.
Frisk no entendía cómo había terminado en una situación así. La mañana había iniciado de manera esperanzadora con tanta calma, sin los conejos encimándoseles que impedían hacer su trabajo (aunque eso se debía al temor que generaba Flowey si debía admitirlo) y nadie le había impedido salir como otras veces por ir finalmente acompañada por su amigo. Pero tan sólo había dado un par de pasos fuera de La Madriguera cuando una telaraña luminosa había envuelto a la flor con suma destreza, inmovilizándolo de una manera que nunca creyó posible. No había podido reaccionar a tiempo de la evidencia de quien se trataba, cuando su brazo fue tomado contra el suyo para ir caminando juntas fuera de sus objeciones y preguntas.
Y cuando finalmente se detuvo a unas pocas cuadras, se encontraban en una tienda de ropa que no había visto antes, aunque eso pudiera ser porque no le interesaba siquiera mirar más de unos cuantos segundos.
-¿Qué…?
-Te dije que iríamos a comprar ropa juntas un día de estos ¿no? –Canturreó la arácnida con toda gracia. –Pues hoy es ese día, vamos. Creo que puedo mejorar tu estilo.
-¿Por qué pareciera que muchos se esmeran en que no trabaje? –Resopló con cierta resignación al no ser soltada de su agarre de doble brazos sobre el suyo. Teniendo el otro ocupado sosteniendo a su amigo envuelto sin poder moverse y evidentemente molesto. –Tengo cosas que hacer, tal vez en otro momento.
-No, hoy es un excelente día, huhuhu. –Sonrió como si realmente disfrutara de su compañía, cuando ambas sabían perfectamente que no se soportaban. La arácnida se limitó en tomar varios vestidos al alcance para ponerlos a un lado de ella, evaluando cómo se le verían sin probárselos aun. Curiosamente, todos los que había elegido eran azules, tal y como le había mencionado aquella vez. –Mmmmm... Eres muy plana, así que nada de escotes. No se te ven nada mal los lizos, pero intentaremos algo un poco diferente. Con unos bonitos volantes podríamos relucir tu figura oculta.
-No entiendo...
-Muchas creen que no se debería mostrar demasiado, que hay que dejar cosas a la imaginación. –Muffet explicaba sin entender realmente su duda. Pese a estar muy concentrada en elegir varios vestidos para ella, sus ojos mantenían un brillo muy similar a las telarañas que envolvían a Flowey, lo que le confirmaba que aquello que estaba empleando impedía que su amigo se desquitara con ella por tal atrevimiento. –Pero yo creo que si se tiene estas bellezas, debería de lucirlas ¿no?
La arácnida se había quitado un poco su gabardina para mostrar en efecto, el escote de su vestido que enseñaba con total orgullo. Frisk no sólo se sintió incómoda de que hiciera tal cosa en público, sino que le disgustaba de alguna manera que no podía explicarse a sí misma. Y antes de siquiera cuestionarle realmente a qué se debía su insistencia, le tendió un par de vestidos al mismo tiempo que la soltaba y le quitaba la maceta envuelta en telaraña que hacía juego con el color de sus múltiples ojos.
-Vamos, pruébate estos dos. Yo cuidaré de Flowey mientras tanto.
-¿Por qué tu sí lo llamas por su nombre? –No pudo evitar extrañarse con eso, considerando que el resto de los Gaster se limitaban a mencionarlo como planta o con el código extraño que venía siendo como experimento.
-Bueno, es así como se presentó conmigo. –Muffet no le dio importancia a ese hecho. –Un nombre poco original, debo decir.
-Yo se lo puse.
-Pues que mala eres con los nombres, huhuhuhu.
Queriendo acabar con todo eso para que le dejara en paz, se metió al vestidor para probarse los vestidos que le había seleccionado rápidamente. Aunque pudiera ser un intento de jugar con ella o burlarse como frecuentaba hacerlo en el poco tiempo conociéndose, no podía pasar desapercibido que si le había elegido vestidos que le agradaban a simple vista. Últimamente estaba usando la ropa prestada de Shyren al serle menos llamativa y más cómoda si no fuera por el extraño olor salado que tenía. Por lo que tal vez no era mala la idea de tener una prenda que pudiera llamar como suya nuevamente. El resto de su ropa, así como muchas de sus cosas, habían sido destruidas ante la explosión de su hogar y trabajo, por lo que nunca se dio el tiempo de procesar qué tanto necesitaba realmente un nuevo guardarropa hasta que se terminó de poner un vestido y ahora se observaba en el espejo de adentro.
-Nadie me lo dijo directamente, pero supe que la señora Dreemurr te tuvo como una mascota. –Escuchó que Muffet le preguntaba al otro lado de la cortina. –¿Te atormentó o algo por el estilo?
-Como una hija. –Aclaró de inmediato sin molestarse por la comparativa. Don Gaster le había hecho esa observación también, por lo que era probable que tal término sólo era una citación de su parte. –No me atormentó, sólo... Fue su tristeza. Puedo estar agradecida por brindarme un techo y acogerme de una u otra forma, pero también debo aceptar que lo suyo no fue un cuidado precisamente. La extraño como madre, pero a su vez estoy molesta con ella, así que no sé cómo reaccionaría si volviera a verla en un caso hipotético.
Volver a verla… Hasta ella sabía que eso no pasaría. ¿Le había pedido no volver ni a comunicarse porque sabía que daría con la verdad tarde que temprano? ¿Era acaso una forma de deslindarse de todo lo ocasionado? ¿O sólo era un alivio de deshacerse de ella y no querer saber nada más de una aparente molestia?
-¿Te molesta que te hayan educado como hija cuando son los asesinos de tu verdadera familia?
-Me molesta que me hayan mentido. –Se limitó a responder solo eso. Para todo lo demás era demasiado complicado para ella misma todavía.
-¿Es cierto que los Dreemurr comen carne humana? ¿Crees que te estaban cuidando para ser devorada después?
-¿Qué? –Finalmente salió ante el disgusto de escuchar eso. –¿Por qué se tendría una idea tan absurda como esa?
-Son rumores que han circulado desde hace años. –Le respondió sin una pizca de importancia. Teniendo abrazada la maceta envuelta y mirándola como si evaluara qué tanto o no le quedaba esa prenda que había elegido para ella. –Muchos humanos han muerto en sus enormes manos, sin contar el terror que infunde con sólo su nombre en esta ciudad. Y francamente, eso no es ni la mitad de comparable a lo que hace su presencia en cuestión de segundos.
-¿Lo conociste? –Captó de inmediato.
-Sí, lo vi cuando mi querido W.D. tuvo su audiencia con él. Debo reconocer que me tuvo aterrada su presencia. –El tono de su voz lo reflejaba, disminuyendo el tono meloso que le disgustaba de su parte. –Si no fuera por Sansy, creo que todos habríamos muerto aquella vez.
Frisk tenía curiosidad de lo que había pasado aquella vez, pero de tan sólo escuchar que mencionaba a Sans con ese intento de apodo de nuevo, así como el hecho de saber que le había salvado la vida tal y como lo hacía con ella… No, no tenía que darle importancia a esa clase de cosas. No por ahora al menos.
Aquella vez había sido el momento en que la familia Gaster se había enterado de la verdad sobre su madre que mencionaban con tanta añoranza y cariño. Aquella vez había sido el momento en el que Sans había decidido apartarla para mantenerla alejada de todo, sin saber que se trataba particularmente del señor que estaba buscando en la ciudad. Y agradecía que no fuera el caso tras dar con la verdad de los hechos, pero aun así, realmente deseaba respuestas que pudieran aclararle el panorama en el que estaba metida desde la infancia. Esperaba que Don Gaster pudiera aclararle algo, aun cuando sus intenciones no eran precisamente ayudarla a ella, sino afectar a Asgore Dreemurr. ¿Y estaba haciendo lo correcto con eso? ¿Realmente debía permitirlo? ¿O debía ocultarse hasta poder obtener una clara respuesta de su parte? Todo era muy confuso por donde le viera, pero estaba lo suficientemente harta para tomar ese riesgo, aun cuando se tratase de un posible error más en conjunto de lo que era confiar en mafiosos. En convivir con mafiosos con toda cotidianidad al grado de sentirse más cómoda con ellos, que con una amorosa familia que le deseaba todo lo mejor a su manera, aun cuando tuvieran pocos recursos para repartir entre tantos integrantes.
Frisk suspiró de solo pensarlo. Definitivamente había algo muy malo en ella, ¿cierto? ¿Qué tal si sus errores eran tan grandes que terminaría cargando con la culpa de un posible enfrentamiento con su pad… Asgore Dreemurr? ¿O qué tal si lo correcto era frenarlo? ¿Qué tal si era necesario permitir que las cosas siguieran su curso? ¿Pero qué tal si uno de los dos bandos terminaba muerto… y era el incorrecto a detener? ¿Cómo podían vivir así los citadinos con su absurda regla de matar o morir? No importaba cuánto lo pensara, ninguna perspectiva le agradaba por donde le viera. Sólo sabía que no quería que nadie muriera, que se pudiera encontrar una solución más diplomática.
Pero tal parecía que esa no era una opción a la altura de la situación. Después de todo, una parte de ella hubiera preferido sentirse realmente mal por la muerte de su familia biológica, tal y como los Gaster sufrían por la señora Gaster. Al menos así estaban demostrando lo mucho que les importaba y querían. En cuanto ella… no podía sentir nada por completos desconocidos, aun cuando el causante de que fuese así las cosas se llamó su padre por toda su vida memorable y ahora no supiera qué hacer o qué sentir con exactitud.
-Y hablando de Sansy. –Frisk no pudo contener un resoplido de disgusto, cosa que la arácnida sólo lo tomó con gracia. –¿En qué posición tuvieron su primera vez?
-¿Primera vez en qué?
-Hablo de sexo, tontuela.
Flowey rápidamente se sacudió queriendo zafarse de todo ese agarre, pero las telarañas brillaron con más intensidad al igual que los ojos de la arácnida que sólo tomaba con diversión todo lo que estaba ocurriendo en ese instante, abrazando la maceta como si lo hiciera con un tierno peluche. Frisk sintió cómo su cara ardía de la pena, llegándole nuevamente la canción de la familia Bunny y sus explícitas referencias sobre lo que eran las posturas para tales acciones.
-N-no hemos hecho nada de eso. –Respondió con vergüenza de tener que aclarar eso, pero ante la sonrisa burlona de la chica, notó que sus palabras no habían sido adecuadas para defenderse. –Qui-quiero decir que no haremos nada de eso. No tenemos esa clase de interacción. ¡Y no quiero pensar en esa clase de c-cosas!
-¡Oh! Pero lo hiciste, pervertida. –Rio Muffet con tono burlón, pero a diferencia de otras veces parecía realmente divertirle su reacción. Frisk sólo volvió a meterse en el vestidor como si quisiera probarse el otro vestido, cuando sólo quería apartarse de la situación. –¡Ajá! ¡Te atrapé! Sí has pensado en eso con él. ¡Suéltalo todo!
-¡No es lo que tú crees! Enserio. Solo… –Se vio en el espejo, notando qué tan acalorada estaba y apenándole aún más verse de ese modo. Terminó tapándose la cara como si ello pudiera ayudar a no verse en ese estado. –Sólo me pregunté si Sans pensó en eso conmigo… si resulta que le gusto.
-¡Dahh! Muy seguramente ha pensado en acostarse contigo, tonta. –Escuchó que se burlaba de ella con toda malicia nuevamente. –Lo sorprendente es que no lo haya hecho ya. Es obvio que te tiene ganas, amiga.
Eso no la calmaba para nada, sino todo lo contrario. Pero se quitó las manos de la cara para mejor enfocarse en probarse el otro vestido y terminar de una buena vez con el extraño convivio que estaban teniendo.
-¿Tú ya has...? –Ni siquiera pudo terminar su pregunta ante la pena que todavía le daba pensar en ello.
-Por supuesto que no, me estoy guardando para mi querido W.D., huhuhu. –Le respondió al otro lado de la cortina. Entendiendo a qué iba dirigida su pregunta. –Virgen hasta el matrimonio. Como debe ser.
-¿Entonces por qué me preguntaste estas cosas a mí?
Tan solo recibió risas como respuesta. Confirmándole que sólo tenía intenciones de molestarla y, a lo que lograba escuchar como forcejeo, también a Flowey. ¿Cómo era que se daba tanta libertad de convivir con seres que claramente no tenían una buena opinión de ella? A diferencia de ella misma que sólo terminaba envuelta de acciones de otros, Muffet realmente tenía toda intención de meterse por su cuenta como si no tuviera nada que perder. Y tal vez esa era precisamente la razón. ¿Sans la consideraría molesta también? Se apuntó mentalmente en preguntarle en cuanto se vieran, pero ahora recordaba que Flowey le había lastimado lo suficiente para que Don Gaster se presentara personalmente a La Madriguera para hablar con toda la cordialidad que se permitía. Y siendo el día siguiente tras ese hecho…
-Muffet, ¿me estás haciendo probarme vestidos para tenerme alejada de algo?
Nuevamente obtuvo risas de al otro lado de la cortina, pero tras una breve pausa que sentía que estaba fuera de lugar, la arácnida entró al vestidor sin pedir permiso o preguntar si realmente podía. Frisk se molestó y cohibió con tal acción, ¿qué no se daba cuenta que aún no terminaba de cambiarse? ¿O acaso creen las citadinas que por estar entre mujeres no había problema de tal intromisión? Era incómodo de cualquier manera. Tenía el vestido puesto, pero sin acomodárselo del cierre o colocando los alargados volantes en donde no le estorbaran. ¿Y en dónde había dejado a Flowey si ya no lo llevaba consigo? Aunque sus ojos luminosos le indicaban de alguna manera que seguía siendo un prisionero de su magia.
-Vaya, no eres tan tonta cuando te lo propones. –Su sonrisa fue maliciosa, mostrando sus alargados colmillos pese a no ser necesario. –En efecto, te tengo secuestrada.
-¿Porqué?
-Para evitar que el baboso siga lastimándose por ti.
-¿Qué…? –Comenzó a preguntar, pero rápidamente se detuvo al tener la respuesta previamente. –Es por la sangre que me sacó Don Gaster, ¿cierto? ¿Creen que él esté en desacuerdo?
-No sé si ya lo sepa o no, pero mi querido W.D. prevé ese panorama. Y ya está demasiado herido por ahora como para que se esfuerce aún más en su estado. –Le respondió sin importarle la situación, en cambio, parecía que la estaba evaluando con la mirada para ver su vestido y si le quedaba realmente bien o no. Cosa que no tenía sentido para Frisk. –Tú fuiste quien accedió de cualquier manera, ¿no? Sólo por eso W.D. me pidió mantenerte a la raya sin opción de lastimarte esta vez, así que agradece que esté siendo piadoso contigo, que si me das razones justo ahora, yo no lo seré aun con la indicación. Y ahora quédate quieta, te estás poniendo esto mal.
-No entiendo. ¿Por qué sería mi culpa? –Preguntó con un deje molesto de que constantemente escuchara cosas por el estilo cuando algo malo pasaba en su entorno. Todo mientras que Muffet se dignaba en acomodarle los volantes sin su permiso. –Estoy harta de que siempre se me culpe de cosas similares. Yo no quiero que nadie salga lastimado, y por supuesto que no quiero ser un problema para alguien. Pero yo jamás pido que se preocupen por mí o se metan en mi vida como para que me culpen de sus propias consecuencias.
-Aunque ese sea el caso, humana, acepta que tampoco sabes nada sobre lo que es la vida. Lo que es el sentido común fuera de tu propia perspectiva. –Argumentó Muffet con demasiada rapidez, casi notándose que tenía las palabras adecuadas en la punta de la lengua desde antes y que había querido sacarlas en cuanto tuvo la oportunidad. –Y por estar de necia con eso, estás generando justamente lo que dices que no quieres. Acepta la ayuda que te viene, los gestos amables que te llegan y toda la atención brindada aunque no la pidas. No todas corremos con esa maldita suerte que te cargas.
-¿Cómo puedes llamar suerte a todo esto?
-Pues yo desearía haber tenido todo eso, idiota.
Frisk se detuvo en seco, estando antes a punto de argumentar que todo lo que le ocurría eran un conjunto de malestares que aún no sabía cómo procesarlo realmente, pero escuchar a la arácnida con un tono tan distinto le fue desconcertante. Le desagradaba cuando empleaba un tono meloso que no pasaba desapercibida la intención de mofarse de ella, por lo que al sentir que nuevamente estaba siendo espectadora de un breve momento en el que podía notar quien era realmente, sin duda alguna lo prefería. Aun cuando siguiera sin agradarle y sin tener intención de que fuese lo contrario.
-¿Sabes lo que es tener hambre en verdad? ¿Qué te traten como un fenómeno sólo por tener más extremidades que lo promedio? ¿Que tu propia madre te haya vendido al circo porque nunca le importaste? –Su voz sonaba molesta, pero aun así se dispuso a seguir acomodándole el vestido como si de vestir a una muñeca se tratase. –Falsa o no, tuviste una familia, ¿no? Seres que respondieron por ti y que te dieron todo. Y ahora tienes más familias debatiéndose por ti, queriéndote de una u otra forma como parte de ellos. Yo he tenido que luchar por ganarme un lugar y aun no lo logro realmente. Yo tengo que seguir esforzándome y tú sólo con existir ya te tratan como una mimada princesita. No me hables de que estás mal cuando realmente estás en el paraíso de lo que muchas desearíamos tener.
Poco le faltaba para que le mordiera con desprecio, pero agradeció que no fuese el caso. Sus colmillos eran tan delgados que Frisk se imaginó que sería como meter un par de alfileres al mismo tiempo.
¿En el paraíso, dice? No se sentía de ese modo tras lo agobiada que estaba con todas las mentiras que estaba descubriendo, con tantas amenazas de muerte (y en una siendo disparada al grado de realmente estarlo), pero con tal comparativa supo lo suficiente por lo cual parecía querer ser su amiga en un instante y odiarla a muerte al siguiente segundo. ¿Acaso era su modo de decirle que le habría agradado tener la vida que tenía? ¿O sólo que fantaseaba con ello, como si estar al lado de ella fuese suficiente? Cualquier opción era absurda por mucho que se le pensara, pero no opinó nada más al respecto. Podía percibir que realmente le afectaba, pero no sabía qué hacer con ello.
-Si Sans te importa, dejarás de meterte en problemas. Es claro que el iría por ti hasta el averno mismo y serían dos en dichos problemas. –Terminó de cerrarle el vestido y se apartó un poco para verlo y aprobarlo a lo que indicaba su mirada más calmada. Como si el reclamo anterior nunca hubiera pasado. –Lo suyo está condenado a no ser más allá de lo que son ahora, pero es un hecho de que nunca te abandonará. Así que, ¿por qué no mejor te conformas con eso?
Era extraño. Le molestaba que hablara de Sans, como si el tono de su voz o su mera existencia en la vida de él le fueran suficiente para no querer agradarle ante sus intromisiones molestas y fuera de lugar. Pero no era la primera vez que sentía que había más intenciones que solo ser una entrometida de algo que no le correspondía de ningún modo.
-¿Te preocupa Sans? –Finalmente preguntó.
-No como tú crees, celosita. –Soltó una risa mientras salía del vestidor al no tener nada más que hacer ahí. –Si muere, pondría muy triste a mi querido W.D. Y ya ha sufrido demasiado como para perder a un hijo también.
Frisk estaba segura de que no había sido del todo sincera al final, pero no indagó más en ello al no estar del todo segura de querer una respuesta más profunda. Ahora era Muffet quien se probaba vestidos y Frisk simplemente le esperaba al no poder irse con su amigo sujeto de esa manera, (el cual había pegado en una pared sin poder hacer nada y viendo la situación con suma molestia). Y parecía que ahí había acabado toda conversación hasta que la arácnida salió del vestidor con algo que había decidido probarse a último instante. Un vestido demasiado ajustado para su gusto, el cual no sólo mostraba su espalda descubierta, sino también sus piernas y escote. Lo de la espalda lo entendía si sus múltiples brazos lo necesitaban, pero para todo lo demás ¿no le apenaba mostrar tanto? ¿O al menos no le daba frío? Le había visto constantemente portar la gabardina gruesa que tenía a lado de su asiento mientras esperaba, por lo que estaba segura de que se aguantaba tal clima sólo por querer estar lo más cerca posible de Don Gaster.
-¿Sabes? Es algo halagador y divertido que te pongas celosa por mi presencia. –Comentó mientras se observaba a sí misma en el espejo. Evaluándose si el vestido le quedaba realmente o no. ¿Cómo le hacía para verse y mantener su magia al mismo tiempo? ¿Acaso no había diferencia? ¿O era por tener tantos ojos lo que le facilitaba? –Soy una mujer atractiva que de una u otra forma tiene cierta cercanía con Sans y vive en su mismo techo. Eso es lo que te incomoda, ¿no?
-Supongo...
-¿Y así sigues creyendo que no te atrae como pareja? ¡Pff! Lo tuyo sí que es negación. –Ahora se estaba probando sombreros, como si quisiera combinarlo con la prenda que tenía puesta. –Despreocúpate, nadie en su sano juicio se interesaría por alguien como él. Sin ofender, claro, huhuhuhu.
Frisk reconoció a uno de los monstruos grisáceos que estaban colaborando con la familia Gaster, estando al otro lado del vidrio quien parecía estar buscando precisamente a Muffet. La cual simplemente cabeceó de un modo sutil para indicarle algo que no requería de palabras para entenderse entre ellos. Frisk supuso que había sido una señal para indicarle que podía parar con la farsa de estar de compras, aunque si debía admitirlo, al final no había sido del todo desagradable fuera de la plática amenazante a mitad del convivio, o de haber tenido a su amigo en tal estado durante todo ese tiempo.
-Bien, humana. Paga.
-¿Qué? creí que...
-Sé que te dije que un día de estos te compraría un vestido, pero no será hoy. La otra vez sacaste un vestido de mi departamento y lo arruinaste. –Le recordó con toda malicia en su voz. –Es tu deber reponérmelo, huhuhu.
Frisk ni siquiera tuvo manera de defenderse de eso, aun cuando no había sido su idea de estar ahí en primer lugar. Sacó su monedero para pagar el par de vestidos en recepción, mientras la arácnida iba por Flowey y lo soltaba finalmente de su magia a la vez que le abrazaba con un aparente cariño.
.
.
Tenía que intentarlo. Aun cuando fuera demasiado riesgoso o no funcionara al final.
Lyra trataba de respirar profundo para tranquilizarse, sujetando las llaves contra su pecho para brindarse el valor necesario mientras esperaba a que su plan elaborado en poco tiempo funcionara. Lamentablemente para ella, había muy pocas cosas que podía hacer, aun cuando había descubierto que el casco intentaba tenerla en el mismo efecto de los tubos con líquido adormecedor siendo sustituido por gas controlado en un solo punto, pero no contaban con el hecho de poder segregar la suficiente baba en su cuerpo para poder quitárselo al no poder ser algo muy apretado. Aun cuando fueran crueles en muchas de sus operaciones, en verdad parecía que no quisieran hacerle daño. Pero sabía que ello no se debía a una piedad o consideración, sino sólo a un interés que no tenía intención de cumplirles ni en vida ni en muerte.
Y se habría acercado a la puerta si no fuera porque la tenían encadenada de la cola y no podía ir más allá del pequeño rincón donde la retenían. Tampoco eran tontos en eso. Así que su plan anterior tenía que ser pospuesto para dar paso a algo nuevo que debía de atender a la brevedad posible. Lo que había escuchado le había asustado, sabiendo que el hecho de que la bestia buscara a Bonnie no era una simple coincidencia, sino algo personal. Muy personal y cruel.
No permitiría que eso ocurriera, no permitiría volverse como aquellas gelatinosas cosas sin conciencia propia. No permitiría que su hermanita corriera peligro también si su sospecha de que estaba con Bonnie era más que un hecho. Como si no la conociera… Además de que le había prometido en su momento que ella siempre les ayudaría a dar un techo y comida sin importar lo que pasara en el futuro.
Así que ella tendría que dar de su parte para que, en donde fuera que estuvieran, no corrieran peligro alguno. Mientras escuchaba cómo alguien se estaba acercando, muy seguramente en busca de las llaves que tenía oprimidas en su pecho.
Excelente, el perro blanco de antes había llegado solo. No podía ser más que perfecto.
-¡¿Q…?!
Silencio, joven canino
Y concéntrate sólo en mi voz.
Prometo ser gentil contigo
Si te vuelves mi portavoz.
Canturreó al mismo tiempo en el que su luz se activaba, comenzando su plan con algo de prisa ante el posible corto momento con el que contaría. El perro de pelaje blanco como la nieve alzó las orejas en el instante, notando que su magia le había llegado de inmediato al ver que le observaba con una mirada sumamente perdida, acercándosele como un cachorrito y dejando que le acariciara suavemente entre sus orejas una vez que estuvo demasiado cerca. Justo como quería.
Lo que estaba por hacer jamás le funcionaría con la bestia, teniendo demasiada voluntad consigo para resistírsele a esa clase de conjuro, sin contar la equivalencia de poderes mágicos que le haría fracasar en el intento. Y sería el mismo caso con la reptil de escamas mostaza, que además de ser mujer, era carente de emociones que le despejaba de todo sentimiento que pudiera intentar manipular. Y había esperado una oportunidad como lo había sido la anfibia con la aparente atracción hacia las mujeres, pero le había salido fatal al contar con demasiada devoción por la bestia que la tenía prisionera. Así que no desaprovecharía esta nueva oportunidad, y tal vez la última que tendría.
Tenía que hacer que funcionara, aun cuando ello le costara demasiado poder mágico por mantener hasta que se ejecutara su cometido. Aun cuando el esfuerzo terminara matándola.
A mi hermana de vida, y a mi hermana de alma
Con mi último aliento yo las protegeré.
Que este guardián que mando les sea suficiente
Para que puedan estar finalmente bien.
Ordeno que les protejas, ordeno que les salves
Con garras y dientes si es necesario para corresponder mis deseos.
Es todo lo que pide mi alma para descansar en paz.
Es todo lo que quiero de ti, joven can.
Y tras alargar su última nota conforme se acercó a sus labios, lo besó para cerrar su conjuro. Para que lo llevara con él sin importar la distancia ni el tiempo. Sintiendo que el can le correspondía su beso sin siquiera saber que lo estaba haciendo o lo que estaba pasando. Era el modo en que el alma del ser encantado indicaba que de una u otra forma, cumpliría la petición a la que le había encadenado. Sucumbiendo a esa sensación más grande y poderosa que ni el sentido común podría frenar. Porque justamente estaba transmitiendo su amor en todo ello, su amor a sus seres queridos. Y para eso no había simulación, sólo recepción.
Una vez terminado el proceso, dejó caer las llaves en el lugar preciso en el que las había visto caer antes. Regresó a su posición antes de que recuperara la conciencia y se diera cuenta de lo que había pasado. Así que fue rápida en colocarse nuevamente el extraño casco y se mantuvo inmóvil después de chasquear los dedos y que su antena dejara de transmitir luz. Notando a simple vista que el perro se había desconcertado como si de una divagación por el cansancio se tratase, y yéndose tras varios minutos después al encontrar las llaves por las que había terminado ahí en primer lugar.
Lyra simplemente se enfocó en seguir con su papel de parecer una caída, aun cuando no tuviera espectadores cercanos. Y francamente, así se sentía con lo poco que le quedaba para ejercer aun su voluntad. Pero tenía que esforzarse pese a la tristeza y frustración en ella, porque no solo tenía que ver por ella en la situación presente tras muchos errores de su parte y pagando por cada uno en vida. Podía mantener una postura dentro del lugar y vigilar o cuidar lo que tenía cerca, pero nada por aquello que estaba fuera de su alcance.
Tenía que proteger a Shyren y a Bonnie, en donde sea que se encontraran. Aunque aquello terminara matándola en el proceso.
.
.
.
Hoy mi abuela habría cumplido 80 años… Además de a mi hermana, le había contado que estaba escribiendo una historia en internet y le había alegrado eso sabiendo lo mucho que siempre me ha gustado escribir y leer, pero con su Alzheimer avanzado, lo olvidó por completo un par de minutos después. Mi nuevo trabajo me ha acaparado más de lo que creí posible, pero hoy me vi en la necesidad de querer terminar este capítulo en honor a ella.
Nunca me cansaré de agradecerles infinitamente por el apoyo y cariño que me brindan día con día. ¡Los amo! Sus mensajes que me han mandado y fanarts que me han hecho los atesoro muchísimo. Son un motor para no rendirme en mis metas, y más en estos días que he terminado muy agotada de muchas cosas acumuladas.
Michi fuera!
:)
