Por más que diera varias vueltas en su cama, Undyne no podía dormir. Y esta vez no era por el escándalo del matrimonio canino que no conocían de la decencia en sus asuntos íntimos, sino porque no podía dejar de pensar en todo lo que había visto recientemente. Que Asgore la mandara de regreso por un tiempo a la casa de Gerson tras lo ocurrido, le inquietaba de muchas maneras. Pero también, que le diera esa rienda suelta tras tal revelación supondría que le tenía suma confianza para no decirlo a cualquiera ¿cierto? ¿Y con quién podría hablarlo y con quien no? Tal vez debió de preguntar eso antes.

Bueno, al menos había quienes claramente no les contaría nada al respecto, ahora que definitivamente eran sus enemigos. Siendo una venganza placentera a medias, por decirlo de alguna manera.

Papyrus le había hablado de ella. Una de las veces que se habían reunido para mojar sus pies en la orilla del mar, habían hablado de sus respectivas madres y la muerte de cada una. Mientras que su propio caso había sido un infortunio de salud cuando dio a luz a ella, Papyrus le había contado que había sido por culpa de unos humanos que habían ingresado a su casa, así que, saber que realmente estaba viva en el sótano de Asgore le era muy misterioso. Nada coincidía.

¿Qué había pasado en realidad? Las palabras de la sirena también estaban presentes en su mente cuando pensaba en aquella zona de la mansión, pero si bien sabía que trataba con un mafioso que evidentemente tendría cosas escabrosas consigo, le costaba empatar su personalidad burlona con eso. Porque Asgore podría ser imponente, fuerte y un gran líder, pero también era tan tranquilo cuando se trataba de cuidar sus plantas o preparar sus alimentos. Mientras que cada uno de los Gaster, su mera existencia le molestaba de muchas maneras. Esos malditos traidores, asesinos de inocentes… el que se casaría dentro de poco tiempo… ¡Nyaghh!

Al ser evidente que no podría dormir, terminó levantándose de golpe y tomando su bata para salir de su habitación un rato. Pretendiendo dirigirse hacia la cocina en busca de un vaso de leche con suma discreción para no despertar a nadie, sólo para toparse con no ser la única con insomnio esa noche.

-¿Lesser? –Recordó su nombre, pero el can apenas y le vio de reojo en respuesta. –¿Tampoco puedes dormir?

-Si fuese el caso, no estaría aquí. –El perro agitó su vaso, el cual contenía leche a medio tomar.

-Pese a que llevo días aquí, no habíamos frecuentado. –Se acercó con confianza. De todos los canes que parecían estar al servicio de Asgore y Gerson, Lesser era el que de algún modo le hacía sentirse más calmada. –¿Cómo te encuentras?

-Ocupado. Tengo un encargo especial que aún no he logrado concretar.

-¿Algo con lo que pueda ayudarte?

-Se nota que no has aprendido nada estando en este bando. –Finalmente le dirigió la mirada, mientras ella tomaba la jarra de leche para servirse para ella. –Ya te dije que las misiones, así como la información que te brindan, es solo para ti. No debes entrometerte en aquello que no es tu asunto.

Undyne dio un trago a su leche, tratando de reprimir una tenue sonrisa que fácilmente se habría tomado como burla. Asgore le había enseñado lo contrario, diferenciando aquello que estaba destinado a estar de rodillas y solo seguir órdenes o tomar el poder con tus propias manos sólo si lo deseabas. Lo cual le afirmaba todavía más el hecho de poder confiar en su maestro de lucha y de vida.

-Bueno, es que si es la razón por la cual te está quitando el sueño, supuse que podrías necesitar algo de ayuda. No tengo problema con dártela.

-¿Y qué me dices de ti? –Preguntó Lesser tras terminarse lo que quedaba de su vaso. –¿Qué es lo que te está quitando el sueño?

-La maldita injusticia. –Se limitó en responder con tal de no dar más detalles. Aunque Lesser le pareciera el más sensato de los perros, no significaba que podía abrirse con él. –Haré que paguen aquellos que me lastimaron y menospreciaron. Haré que se lamenten por todo mientras se pudren en la cárcel.

-¡Pfff! Debilucha.

-¿Disculpa? –Le disgustó su burla.

-A estas alturas, ¿en verdad crees que la cárcel es sinónimo de justicia? ¿Tienes idea de las veces que he pisado esas celdas y aun así me salgo con la mía? –Su sonrisa socarrona no le estaba gustando para nada, pero al menos estaba siendo menos apático que antes. –Sólo hay una manera de tener justicia en esta ciudad, y esa es matar.

-Ya he matado antes en nombre de la justicia de las circunstancias, pero hacerlo así sin más… No me siento lista para algo de esa magnitud todavía.

-Empieza con algo simple entonces. –El can se encogió de hombros, sirviéndose otro vaso de leche, aprovechando que ninguno la había guardado de regreso en el refrigerador. –¿Alguien que te haya disgustado en el pasado y que nadie más extrañaría?

Undyne se sintió extraña de estar pensando seriamente en eso. Si bien sus manos ya estaban manchadas, no sentía culpa por ello en cuanto habían sido por una buena causa o por circunstancias extraordinarias. Y si tuviera qué elegir, mataría a Don Gaster personalmente al ser el genuino asesino que había dado muerte a su padre, pero claramente eso no sería nada sencillo. Y había estado dispuesta a matar a la señora Gaster en un arrebato de ira, pero tal parecía que Asgore la tenía consigo por otras circunstancias que le compartió a medias, por denominarlo de alguna manera dicha breve conversación.

¿Alguien que le haya disgustado en el pasado? Sólo había varios humanos que no habían dejado de molestarla, de menospreciarla pese a sus esfuerzos, de hablar de ella a sus espaldas mientras tenía que limitarse a servir un estúpido café que… ¡Nyaghh!

-De hecho, si tengo a alguien en mente. –Comentó con amargura.

.

.

La incomodidad era tan densa en ese preciso momento, que fácilmente podría dispararle.

Sans miraba de vez en cuando hacia los lados con discreción en espera de que alguien tomara la iniciativa, pero al igual que él, todos estaban comiendo en silencio, sin apartar la vista de su propio plato que él de antemano ya sabía que estaría delicioso por el simple hecho de que Frisk lo había cocinado. Y si bien era todo un detalle que se hubiese arriesgado en entrar a su casa únicamente para darle una sorpresa de cumpleaños, habría preferido estar degustando la comida con ella en donde siempre se veían, en el auto, en un funeral o en cualquier otra parte menos incómoda que venía siendo su casa en ese preciso momento.

Aunque conociendo a su bonita florista, le daba la impresión que su cumpleaños sólo había sido una excusa para reunirlo con su familia. La cual los había puesto al descubierto los unos con los otros de tal manera que era difícil poder verse directamente ahora. Y pensar en eso le hizo soltar un suspiro de resignación que nadie prestó suficiente atención para romper con la tensión. Tal vez para Frisk las cosas parecían sencillas con sólo poder hablarlo, pero lastimosamente no lo era para todos. La última vez que habían hablado con total sinceridad en espera de poder resolver algo, hubo insultos y golpes de por medio, sin contar que destruyeron gran parte de un edificio para poder sacarla de entre tantos policías. Tal vez debió contarle eso para que no pensara precisamente en hacer algo como esto. Así que se apuntó mentalmente en mencionárselo para que no se repitiera la situación, dependiendo de cómo saldría de ésta, claro estaba.

Los extraños seguidores se habían retirado inmediatamente hacia la oficina, en espera de que su jefe fuera con ellos ante una reunión que no les compartió a los hijos su razón. Y no sabía en qué pensar que todos estuvieran en un solo punto aislado sin poder enterarse de lo que fuese a pasar por la noche en su zona y con varios enemigos deseosos de que cometieran errores para poder acabarlos finalmente. Pero aun así, estaban los tres Gaster y una añadida comiendo una tradicional cena italiana hecha por una descendiente japonesa. La cosa pintaba para risa si no fuera por la tensión del momento.

-¿Desde cuándo? –La voz fúnebre del jefe de familia desconcertó a todos en el instante, pero aún así optaron por no ser tan notorios con sus respectivos gestos. Sans sólo pudo ver de reojo que el viejo ya llevaba más de una copa de vino tomada. –¿Desde cuándo tienes una nueva habilidad?

-VAYA, ME SORPRENDE QUE POR FIN ME PRESTES ATENCIÓN. –Contestó Papyrus, sabiendo que se estaba dirigiendo hacia él. Aun así, no se dignó en verle directamente. Revolviendo su plato con el tenedor que no había soltado en todo ese momento. –JAMÁS TE HABRÍAS ENTERADO SINO FUERA PORQUE FRISK LO MENCIONÓ.

-Si estabas aprendiendo algo de tu magia, ¿por qué no me consultaste primero sobre qué hacer?

-SI HUBIERAS QUERIDO QUE APRENDIERA A TELETRANSPORTARME COMO USTEDES, ME LO HABRÍAS ENSEÑADO DESDE HACE TIEMPO. ASÍ DE SIMPLE.

-Te dije que les enseñé acorde a sus capacidades y…

-Y ESTÁS DE NUEVO MENOSPRECIANDOME. –Finalmente Papyrus alzó la mirada, molesto con la situación. –LO ESTOY LOGRANDO SIN TU AYUDA, ASÍ QUE NO TE ENTROMETAS.

Sans lo miró con tristeza. Tal vez debía decirle cuál era el verdadero problema en todo eso antes de que…

-El problema no es que sepas esa técnica, sino el cómo se obtiene. –Pese a que el viejo no se dignaba en levantar su mirada, (seguramente sabiendo que se toparía con un enfado inminente), su voz sonaba más apagada ahora que intuía lo mismo que Sans. –No les pude enseñar a invocar los blasters sin antes ser capaces de saber administrar su propia energía, no les puedo enseñar a invocar manos flotantes porque para eso tendrían que volverse padres primero. La teletransportación es el mismo caso de no poder enseñarse con facilidad, sólo que se requiere de sentimientos particulares para alimentar eso. Sentimientos que solo los "no muertos" como nosotros, somos capaces de generar de esa manera.

-¿A QUÉ TE REFIERES?

-Paps, se debe desear desaparecer para poder desaparecer. –Sans terminó interviniendo para apaciguar un poco la conversación. Aunque no esperaba poder lograrlo en su totalidad. –Osea, morir sin morir realmente.

Aquello había devuelto la tensión e incomodidad inmediatamente, pero a diferencia de cómo estaban antes, ahora Papyrus parecía anonadado con saber eso. Ciertamente, debió en su momento comentarle tal cosa en cuanto supo que había logrado hacerlo, pero había estado tan deseoso de su cita con Frisk que simplemente no le prestó tanta importancia en ese instante. Lo cual le hacía sentir mucho peor ahora que llegaban a ese punto. Tal vez debió de haber hablado con él después de la cita, tal vez debió acercarse para ofrecerse a enseñarle lo que sabía, pero ya era bastante tarde.

-Es más complejo que eso… pero lo resume de alguna manera. –Admitió el jefe sin poder mirar a nadie fijamente. Enfocándose mucho más en la lasagna frente a él, como si fuese indeciso si debía de seguir comiéndola o no. Parecía que apenas y le había dado un bocado, a comparación de la botella que había bajado en un nivel bastante visible. –Los sentimientos como la vergüenza, la ansiedad o la depresión alimentan lo suficiente esa técnica mágica. No hace falta llegar a ciertos extremos para lograrla, pero si experimentaste con fuerza tales sensaciones al grado de que pudiste hacerlo inconscientemente, es lo que me preocupa. ¿Qué fue lo que lo detonó?

-Se acostó con la hija de la líder sindical. –Nuevamente intervino Sans, sabiendo que Papyrus se molestaría mucho con él de antemano, pero tratando de que todo ataque fuese hacia él mejor que a su hermano. Ya después pediría disculpas por eso. –Lo cual tengo el presentimiento de que fue manipulación de la señora.

-De esa mujer no me sorprendería. –El jefe soltó su tenedor para comenzar a masajear sus sienes. –Papyrus, ¿tus huesos están completos?

-SI, NO PASÓ A MAYORES. –Respondió sin poder apagar de todo su molestia con el tema. –Y NO CREO QUE LA SEÑORA HAYA HECHO QUE TAMMY… BUENO…

-Una mujer enamorada haría lo que sea por su ser amado. –Comentó Muffet por lo bajo desde su sitio, manteniendo todos sus ojos sobre su plato a medio comer y entendiendo algo más que el resto no pudo en tan corta conversación. –También haría lo que sea para que sus miedos no se vuelvan realidad.

-¿TIENE MIEDO DE MI? –Se extrañó Papyrus.

-¿Hablas en voz de la experiencia? –Comentó Sans con el afán de burlarse.

-Hablo de que la princesita debe saber de antemano que lo suyo no es algo natural, pero desea que sea una realidad. –Muffet encajó su tenedor en el restante de la lasagna de su plato. Como si una parte de ella habría deseado que fuese su cráneo en su lugar. Sans sólo sonrió desde su sitio sin importarle. –Así que tal vez estaría buscando el modo de crear ese cariño entre ellos de una u otra forma. Aunque sí puede que la señora pudiera ser quien esté orquestando todo esto. Me pareció alguien malévola a su manera la última vez que la vi.

-Entonces sí hablas en voz de la experiencia.

Insistió Sans pese a saber que la arácnida le arrojaría lo que sea que tuviera a la mano en el instante, lo cual realmente ocurrió un par de veces y tuvo que ser detenido con magia antes de terminar rompiendo algo más que una de las tazas que aún permanecía rota en el suelo. Su intención había sido acabar con la incomodidad que se había estado formando y mantenido durante la conversación inicial, pero por la expresión de todos los presentes, parecía que no estaba logrando su vago cometido. Nuevamente se apuntó mentalmente en hablar con Frisk sobre no incitar de nuevo estas cosas con su familia.

-Ella solía decir que serías el niño más increíble que el mundo pudiera ver. Tan sano, tan lleno de energía y felicidad…

Muffet y Sans dejaron de molestarse tras escuchar al jefe hablar desde su sitio, pero en el instante les fue claro que tales palabras no iban dirigidas a ninguno de los dos. Sino al mismo esqueleto que estaba dándole hacia el frente al jefe, prestando atención un tanto anonadado de que tal oración pareciera ir dirigido hacia él. Cuyas palabras no sonaban como algo que pudiese decir particularmente él en toda la vida que recordaban con él llena de amargura, matanza y demás. O por lo menos, era muy lejano el recuerdo de algo fuera de todo eso.

-Ella nunca pudo aprender esa técnica. Y fui feliz de que fuese el caso, porque significaba que estaba logrando mi promesa de darle una vida feliz sin preocupaciones. –Pese a seguir hablando, el jefe estaba recargando sus puños entre sus cuencas agrietadas. Por lo que no permitía ver realmente qué expresión estaba teniendo en todo esto. –Sabía que no podría salvar a Sans de tales sensaciones al incluirlo directamente en todo, pero a ti… al menos creí poder alejarte de eso. Pero nuevamente fracasé.

-ESE HA SIDO SIEMPRE TU PROBLEMA, SIEMPRE ME ALEJAS. –Papyrus no se tentó al corazón con eso. –SANS Y TÚ SIEMPRE ME ESTUVIERON ALEJANDO DE COSAS IMPORTANTES. ¿CÓMO QUERÍAN QUE NO ME SINTIERA MENOSPRECIADO?

-Te consideramos el mejor de los tres, Paps. –Intervino nuevamente Sans. Le había desconcertado un poco la mención de su madre en la conversación, pero tuvo que poner ese detalle a un lado. Pensar en la posibilidad de que ella hubiera sabido esa técnica aquella vez… tal vez las cosas habrían sido diferentes. –No nos importaba mancharnos las manos con tal de que tú estuvieras mejor que nosotros. Pero es claro que por tu cuenta e insistencia cometiste tus propias estupideces, así que de nada… y gracias por nada.

-ERES EL PEOR PARA HABLAR SOBRE ESTUPIDECES, ¿SABES?.

-Estoy totalmente de acuerdo con eso. –Contestó el jefe inmediatamente.

-¡Hey! Yo solo intenté apaciguar las cosas aquí. –Se molestó Sans que ahora trataran de ir contra suya, cuando sólo quería que la poca paz pudiera mantenerse y no amargar la comida que su chica había preparado. –Además, somos lo que somos por culpa tuya. Así que esta maldita familia está rota por ti.

-Saben sobrevivir por mi. Tienen algo por lo qué aferrarse por mi. Yo debería decirles "de nada" a todos ustedes. –El viejo se quitó las manos del rostro para mostrar la oscuridad de sus cuencas. Levantándose en el acto y dejando el plato casi sin tocar. –Sabía que esto era una pérdida de tiempo. No debí creer…

Pese a estar parado, no dio un paso para retirarse de su sitio, mirando hacia abajo y contemplando con molestia la razón por la cual no podía irse de una buena vez. Instintivamente Sans y Papyrus observaron sus propios pies para notar las telarañas iluminadas que rodeaban sus pies y parte de sus piernas pegadas en las piernas de las sillas. Tan sólo hizo falta girarse hacia la chica para saber qué estaba pasando, la cual tenía ahora sus ojos iluminados sin poder mirar realmente a todos, al ser descubierta en una jugarreta que nadie previó desde antes.

-L-lo siento. –Muffet realmente parecía estar apenada, pero Sans sabía que sólo era con el jefe y no con los demás. –Pero estoy de acuerdo con Frisky.

-¿Frisky? –Interrogó Sans de inmediato.

-Sé que no les gusta hablar las cosas, pero ya están en un punto que es necesario. –Continuó Muffet con un tono demasiado deprimente para lo que acostumbraba a fingir. –Sé que a mi no me dicen nada, pero si a ella si… W.D., no quiero que sientas que estás sin salida de nuevo por culpa de este par.

-¿QUÉ…?

-¡Agghh! Necesito hablar seriamente con esa florista.

A Sans le costó un poco de trabajo procesar la situación. Si bien el jefe llevaba tiempo comportándose un poco extraño a lo que frecuentaba, siendo casi apático con las decisiones recientes de todos en la casa, nunca habría creído que… ¿estuviera de tal forma? Ni siquiera supo cómo formular sus propias conjeturas ante la sorpresa. ¡¿Qué demonios estaba pasando?! Si Muffet lo había mencionado… ¿acaso Frisk lo sabía? ¿De qué se estaba perdiendo? Pero ahora que lo pensaba demasiado, Frisk le había preguntado con cierta insistencia cada noche sobre si ya había hablado con el viejo. Teniendo mucho más sentido ahora que forzara la cena y actuase de modo tan suicida sin importarle lo que le hicieran a ella.

En todo el sentido de la palabra, estaban en una situación de vida o muerte.

-¿Esto es porque dije que hubiera preferido que hubieras muerto tú antes que mamá? –Soltó Sans sin poder medir su tacto a tiempo. A decir verdad, aunque lo hubiera pensado por semanas, no habría sabido cómo tocar el tema con quien debía de rendirle cuentas todavía. –Solo estaba enojado esa vez.

-¿ES PORQUE DIJE QUE YA NO INTENTARAS SER UNA FIGURA PATERNA CONMIGO? –Preguntó Papyrus con el mismo tono. Muy seguramente llegando a su misma incógnita de cómo manejar el tema.

-No es asunto de ustedes.

-¡Claro que sí! –Sans impulsivamente se había parado, pero por poco y se cae al estar todavía sujeto de los pies y sin poder usar su magia a causa de las telarañas luminosas. –¿Acaso quieres matarte? ¿Estás loco?

-¿Loco yo? ¿Lo dice el que ocasionalmente está al borde de la muerte sin pensarlo? –Finalmente entró en la exasperación el jefe de todos, aunque claramente se había estado aguantando en toda esa seriedad apática. –¿Creen que me satisface ver cómo arriesgan sus vidas? ¿En cómo corren peligro con situaciones de las preferiría alejarlos? ¿Ver cómo se alejan… y en cualquier momento podría no volver a saber nada de ustedes? ¡Son mis hijos, maldita sea! Son… todo lo que tengo y me importa. ¡Y ustedes solo se la pasan odiándome!

-NO SABÍA QU…

-¡No, no saben! No tienen ni idea de lo que es ser padre, de lo que es ver por toda una familia. Tener que abandonar todos tus sueños y esperanzas para hacer lo que sea necesario para sobrevivir con dos bocas por alimentar y que luego se volvieron tres. –Muffet se encogió en su asiento, apartando nuevamente la mirada de todos sin cerrar ni un solo ojo. Pese a su imprudencia que le haría empeorar su situación en la casa, parecía querer mantener su postura. Hasta cierto punto, le sorprendía que estuviese siendo capaz hasta de contradecir las ganas de retirarse del jefe. –¿Y acaso creen que me gustó tener que ser el que tomara tales decisiones? Por supuesto que no, pero alguien tenía que hacerlo y ustedes solo eran unos niños. Estábamos solos, estaba… solo.

En más de una ocasión, el jefe hizo rechinar sus dientes al estar sobre esforzándose entre palabras, rehusandose a volver a sentarse o a querer mostrarse vulnerable ante todos, pero ahora le era evidente a Sans que ya no sería suficiente de su parte. No tenía que ver sus cuencas agrietadas sin poder ser lo suficientemente oscuras, o sus manos enguantadas que se rehusaban a tomar nuevamente el tenedor por más que moviera sus dedos. Porque no era el alcohol que tenía encima, ni el estar ante todos ni el estar amarrado de los pies y sin poder usar su magia lo que lo tenía realmente derrotado.

La lasagna… realmente sabía igual a la que su madre preparaba.

-Extraño a su madre. No importa el tiempo, ni el lugar… siempre pienso en ella. Siempre duele. –Tocó su mano izquierda enguantada, donde todos sabían que aún portaba consigo ambos anillos plateados y desgastados. –Ustedes dos tienen tanto de ella que no debería de extrañarla por eso, pero en su lugar, terminé sintiéndome mal por notar que tienen demasiado de mí también. Ustedes son lo mejor de nosotros dos, pero por eso también tienen lo peor y eso me hace... desear poder eliminar todos mis errores, pero en el proceso terminé generando más y... yo...

Realmente era admirable sus intentos de no romperse frente a ellos. Muffet ya estaba soltando lágrimas silenciosas desde su sitio, teniendo que limpiarse con su servilleta de tela con cuidado para no romper su propia magia que ejercía sobre los presentes. Sans no estaba seguro si eso era por estar escuchando lo tanto que aun ama y amaría a su madre por la eternidad, o por el hecho de escuchar un lado sensible que a nadie le mostraba con facilidad.

-Comprendí porqué dejaron de llamarme padre, pero eso no significa que deje de serlo. –El viejo soltó un suspiro bastante grande y ruidoso, como si con ello quisiera sacar todo lo que se estaba conteniendo de romperse frente a ellos. Y tal vez si le había funcionado, ya que sus siguientes palabras sonaron menos cortadas. –Sans, sé lo que hace la florista en ti. Sé que sientes que el mundo no es tan malo sólo por haberla conocido… y siendo sincero, me tiene sorprendido que te genere las ganas de salir de tu pereza…

-A mi me tiene sorprendido que ninguno de ustedes ya la esté llamando "humana". –Comentó Sans en el acto, sin saber si aquello era bueno o no proviniendo de los integrantes de la casa.

-... y Papyrus, entiendo que tu complicación con el tema de las mujeres fue justamente por respetar mi regla. –Continuó sin hacer caso al comentario. –No sé lo que sientas por la hija de la líder sindical, pero si también estás pensando en seguir adelante con ella y el compromiso…

-NO LO HAGO PORQUE QUIERA, SINO PORQUE NO TENGO OTRA ALTERNATIVA. –Renegó su hermano desde su sitio, aunque ya no se le percibía enojado como lo estaba minutos antes.

-¿Entonces, quien te interesa es la rana?

-NO ES UNA RANA, Y… YA NO SÉ QUÉ ES LO QUE QUIERO AL RESPECTO. –Parecía incomodarle el tema. Tal vez, ni él mismo sabía ahora a quien quería o no, ya que no dio una respuesta concreta. –YO SIEMPRE LOS HE ELEGIDO A USTEDES, MI FAMILIA. PERO SIEMPRE PARECIERA QUE YO NUNCA ESTOY EN SUS PRIORIDADES. NI SIQUIERA CUANDO DEJARÉ DE FORMAR PARTE DE ESTA FAMILIA POR DECISIONES QUE YO NO TOMÉ.

-Eres mi hermanito, Paps. Nada en este mundo cambiará eso. –Aclaró en el instante para que no tuviera duda nunca más en su vida. –Ni siquiera un tonto documento que quiera obligarte a cambiarte el apellido.

-Y eres mi hijo, por más que quieran apartarme de sus vidas. –Finalmente se sentó el viejo, aparentemente más agotado que antes. –Fuiste el hijo que si pudimos planear.

-Espera. –Sans se giró tan rápido que fácilmente se habría roto el cuello. –¿Entonces dices que yo no fui planeado?

-No, fuiste la consecuencia de una noche que…

-¡No quiero escuchar esos detalles!

Exclamó inmediatamente. ¡Dioses! Nadie en el mundo le agradaría saber cómo fue concebido, pero al menos parecía que el tema había aligerado un poco la tensión en el ambiente, escuchando tenues risas en el instante. Pudiendo dar nuevamente bocados a su plato sin sentirse con la necesidad de estar atento de cualquier golpe. Y sabía que Frisk cocinaba delicioso, pero que realmente pudiera saber tan bien al grado de regresarle a un pasado feliz…

No, no era eso. Tal vez sería el caso del viejo, pero no el suyo. Él podía decir con certeza que estaba logrando sonreír sin pensar demasiado en aquellos tiempos, teniendo por fin un presente del cual disfrutar. Uno en el que podía dejar atrás sus tormentos y temores. Uno en el que tal vez podía ser una realidad poder reconciliarse con su familia. Uno en el que sentía que si podía decir que había cosas buenas que no se limitaban al tabaco y alcohol. Un presente donde conseguir flores todos los días no se sentía tedioso. Uno en el que valía la pena hacer ese detalle constante con tal de recibir siempre mejillas cada vez más sonrojadas y una sonrisa que cada vez más parecía más curveada.

Un presente que había dado inicio con una dinámica que le hizo sonreír en el instante, sabiendo lo que debía de hacer ahora.

-Bien familia… y agregada. –Comentó Sans tras decidirse finalmente, mientras escuchaba un "¡hey!" de protesta que decidió ignorar rotundamente. –Considerando que estamos en constante riesgo de morir en manos enemigas, creo que deberíamos aprovechar esta oportunidad para hablar realmente. Por más incómodo que sea esto para todos nosotros.

-Esto es humillante… pero estoy de acuerdo.

Extrañamente el jefe estuvo de su lado bastante rápido. Como si lo hubiese pensado demasiado desde antes, conforme estuvo tomándose casi toda la botella de vino por su cuenta y que claramente lo había ablandado junto con la lasagna. De manera tonta e innecesaria, Sans se sintió superior a él por la gran diferencia que podría soportar de alcohol en comparación.

-ESTA BIEN. –Papyrus se cruzó de brazos, estando un tanto a la defensiva pese a su decisión. Sin querer ver a nadie directamente. Muffet se limitó a aplaudir levemente mientras esbozaba una sonrisa de satisfacción. –¿Y… CÓMO EMPEZAMOS?

-¿Les parece una dinámica de preguntas y respuestas? –En cuanto lo mencionó, escuchó un fuerte resoplido de exasperación por parte del jefe.

-¡Oh! ¡Yo quiero empezar! –Muffet alzó una de sus manos, cuya sonrisa burlona avecinaba algo que no sería nada bueno. –¿Exactamente qué es lo que te gusta de Frisky?

-¿Frisky? –Preguntó Sans nuevamente. Inquietándole cada vez más ese apodo.

-ESA RESPUESTA YA ME LA DIJO A MI Y NO VALE LA PENA. –Irrumpió su hermano tras un deje de exasperación que rápidamente cambió a una sonrisa burlona no frecuente en él. ¿Qué demonios? –MEJOR PREGUNTEMOS SOBRE CÓMO LE HIZO PARA QUE ELLA SE FIJARA EN ÉL. CLARAMENTE NO ES UN BUEN PARTIDO.

-¡Hey! Tengo lo mío, ¿de acuerdo?

Bien, ahora se estaba arrepintiendo. Estaba claro que todos se enfocarían en hacerlo sentir incómodo por haberlo sugerido.

-Pues tocando el tema de las mujeres. –Comentó el viejo ante lo que seguramente se volvería otro momento incómodo para agregar sobre la mesa. Tal vez deberían de apartarle la botella de una buena vez. –Debo reconocer que parte de prohibirlas como distracciones o problemas, también fue porque no sabría como manejar la situación si se llegase a presentar.

-SI, ESO NOS QUEDÓ CLARO CUANDO NOS LLEVASTE A PERDER LA VIRGINIDAD.

-O cuando te robaste a una niña de circo de la que aún no nos podemos deshacer.

-¡Hey!

-Y ahora que están en eso, realmente no sé cómo manejar la situación. –Continuó el viejo sin importarle las interrupciones. Realmente parecía preocupado, aunque podría deberse a un agotamiento que parecía manifestarse para quedarse el resto de la noche con él. –Aunque algo de lo que la florista dijo me llamó la atención. Ella comentó algo que me dio a entender que la rechazaste, Sans.

-No le estoy dando certeza de una relación, que es muy diferente. –Aclaró Sans casi con prisa. –Tal y como confirmó ella, no quiero ponerla en peligro.

-Fuhuhuhu, por eso te llamó miedoso. –Parecía que Muffet se había recuperado rápido del malestar que había sentido recientemente, aunque bien podría estar fingiendo por el bien de la reunión cada vez menos tensa. –Ella tal vez sea una debilucha, una torpe e ignorante, pero sabe lo que quiere. Aunque se trate de un alcohólico vago como tú.

-Me sorprende que tú también estés hablado bien de ella. Todos ustedes. –Sans prefirió querer una aclaración al respecto, en lugar de tocar lo otro que a nadie le competía. –No es que me queje, por supuesto, pero siento que me perdí de algo.

-NO ERES EL ÚNICO QUE CONVIVE CON ELLA. ¿QUIÉN CREES QUE LE ENSEÑÓ A MANEJAR?

-¿Quién crees que eligió su vestido con el cual tuvieron su cita? Huhuhuhu.

-¿Quién crees que le enseñó a decir una oración en italiano lo suficientemente decente?

-Nada de eso responde mi pregunta.

-NUNCA LANZASTE UNA PREGUNTA, TORPE. –Sans era consciente de todo eso, pero no sabía cómo formular el hecho de realmente sorprenderle la aparente aceptación que estaban teniéndole, ya sea de un modo verbalmente sincero o no. –PERO SI PLANEABAS PREGUNTAR SOBRE POR QUÉ CONVIVO CON ELLA, PUES ES PORQUE TERMINÓ AGRADÁNDOME. Y VAYA QUE TENGO ESTÁNDARES ALTOS PARA ESO.

-A mí me exaspera de muchas maneras. –Mencionó el jefe sin dar más detalles que claramente tenía consigo. Para Sans, no pasaba desapercibido que la había defendido de la misma yakuza, aun cuando no les dio explicación de su razón. –Sobre todo porque no para de preguntar cosas sobre ti.

-CIERTO, PREGUNTA DEMASIADO SOBRE TI CASI TODO EL TIEMPO. "¿POR QUÉ SANS HACE TAL COSA POR MÍ?", "¿POR QUÉ SANS DICE QUE LE AGRADO?", "¿POR QUÉ A SANS NO LE GUSTA CONDUCIR?" "¿LOS ESQUELETOS PUEDEN BESAR?".

-"¿Qué eres para Sans?", "¿Por qué le gusto a Sans?", "¿Por qué no le puedo preguntar a Sans sobre qué quiere de mí?"–Muffet se unió a la burla de manera un tanto predecible. Incluso tratando de imitar su tono de voz que para nada se le acercaba. Su florista no tenía un tono dulzón fingido que sólo irritaba los oídos. –Enserio me sorprende lo lenta que fue en darse cuenta de que ya estaba atraída hacia ti.

Sans dio un trago a su copa para aparentar molestia con sus burlas, pero internamente estaba contento de poder escuchar esas cosas, por más infantiles que sonaran.

.

.

La reinauguración de La Madriguera, pese a ser más discreta que antes, había tenido un impacto positivo para el negocio. Y eso Frisk podía comprobarlo por el hecho de tener más trabajo en esas horas, requiriendo demasiada atención de su parte en variados puntos en los que terminaba requiriendo demasiadas manos. O en este caso, lianas que pudieran auxiliarla sin apartarse de ella.

-Esto es explotación laboral. –Comentó Flowey por tercera vez en la noche, estando sujeto con sus raíces en su brazo para no entorpecer todo movimiento y extendiendo las dos lianas que podía crear bajo sus aparentes limitaciones lejanas a la tierra. Aunque para Frisk más bien le parecía que él mismo se limitaba con tal de no afectarle directamente. –Tantos hijos, ¿y no pueden ser lo suficientemente considerados en dejar la ropa sucia en un solo sitio?

-He pensado lo mismo varias veces. –Admitió Frisk mientras metía cada prenda del suelo que estaba en su camino, ante tantos cambios de vestuario tan versátiles entre escenas que prefería no contemplar si se le daba la oportunidad. –Pero comprendo que tienen poco tiempo para pensar en el orden entre esos lapsos.

-Cada vez justificas más los malos comportamientos de otros. No me gusta eso.

-Porque no estoy justificando, Flowey. –Se reincorporó nuevamente para dirigirse al siguiente camerino. –Solo es algo de empatía.

La flor solo rechistó tras colocar la última prenda en el cesto tejido que Frisk llevaba consigo, cada vez más lleno pese a llevar tan sólo hora y media de estar abierto el negocio. Comprendiendo en silencio cuál era la queja de Flowey en todo eso, mas no aceptarla del todo tras su convivencia con tantos seres tan variados y coloridos en su tiempo viviendo en la ciudad. Conviviendo con un par de familias con sus respectivos problemas, comprendiendo sus actos y decisiones con tal de sobrevivir entre las pocas oportunidades que ellos mismos tenían que crear para sí mismos. Y si bien desacreditaba variedad de tales decisiones autodestructivas, aquello solo se trataba de su propia percepción. Tanto Muffet como Don Gaster le habían dejado claro eso en más de una ocasión como para dejar de tenerlo en mente.

Aunque sentir que debía de limitarse en variadas cosas sólo por esos hechos, no se sentía nada cómodo. Definitivamente la convivencia con muchos seres era un fastidio que bien podría denominarse como un dolor de cabeza innecesario. ¿Cómo le harían otros para tener la costumbre de tal dictamen social?

Por pensar en ello, olvidó tocar antes para ingresar al siguiente camerino, el cual se trataba el de los varones. Percibiendo en un simple reflejo de uno de los espejos que no se encontraba solo el lugar.

-¡Oh! ¡L-lo siento! –Se giró Frisk completamente apenada.

-Descuida, estoy vestido. –Comentó una voz que reconoció de inmediato. –Yo solo me estaba probando el traje.

Tomando la confianza por tratarse únicamente de Ronnie (y sobre todo, indicar que estaba vestido), se giró de vuelta para ahora contemplarlo con un traje tan elegante que no pudo evitar apreciarlo como algo visiblemente familiar, salvo por la ausencia de los sombreros que en más de una ocasión parecían ser un accesorio característico para estar completos. Siendo sincera, ya era bastante extraño no contemplar algo colorido, brillante con lentejuelas, plumas o muchos accesorios en algunos conejos.

-¿Cómo me veo? –Ronnie alzó un poco sus manos. –Este traje le perteneció a mi padre en su boda, pero se tuvo que hacer cambios en varias partes para que no me quedara chico.

-Parece la vestimenta de un mafioso.

-No sé si preocuparme por esa percepción. –El conejo rió fuertemente tras su comentario. –Sobre todo porque viniendo de ti, no sé si es tu forma de decir que me veo bien o no.

Frisk alzó la ceja sin entender la duda, ¿acaso un mafioso podría verse mal? Al menos los que conocía, siempre estaban con prendas elegantes, bien vestidos sin importar en dónde anduvieran o lo que estuvieran por hacer. ¿O sólo era un código de etiqueta para la propia familia Gaster? Francamente lo dudaba por los comentarios que le habían realizado en otras ocasiones, sobre reconocer en la lejanía la vestimenta de los esqueletos, aun cuando no fuese ellos quienes la portaran. Haciéndole comentarios a ella misma cuando había salido con el saco de Sans con tal de no portar frío, siendo que ahora lo tenía guardado con cuidado para que dejaran de molestarla con eso y para que Flowey no se atreviese a maltratarlo como los muchos otros que en algún momento tendrá que pagarle.

Y pensando en ellos… ¿Cómo la estarían pasando? ¿Les habría gustado la comida? ¿Estarían hablando finalmente o nuevamente habían dejado la comida a un lado? El leve aprieto en su brazo le regresó inmediatamente al lugar antes de perderse en su mente, siendo seguramente la intención de Flowey que ahora le pasaba prendas por medio de sus lianas extendidas. Cierto, estaba ahora trabajando y tenía mucho por hacer antes de dormir.

Pero con tan sólo adentrarse un poco a la pequeña habitación, pudo ver a través del reflejo que el conejo no había necesitado realmente una respuesta de su parte sobre cómo se veía con tales prendas elegantes y oscuras para lo que se frecuentaba en el lugar en el que habitaban. Porque claramente era él mismo quien no le agradaba su propio reflejo en ese preciso momento.

-Ronnie, ¿estás seguro de casarte?

-¿Eh? ¿A qué te refieres, cachorrita?

-A que no te veo contento con esa decisión. –Soltó finalmente, dejando la cesta con la ropa sucia en el suelo. –Tal vez me esté entrometiendo demasiado, pero Shyren no es el amor imposible de quien me hablaste antes, ¿cierto? No es con quien quisieras casarte.

El conejo corpulento no se giró para verla de frente como debería de ser una conversación, ni mucho menos le devolvió la mirada a través del reflejo que le hacía falta una buena limpiada ahora que lo pensaba esporádicamente. Por lo que dicha tenue sonrisa que estaba esbozando no iba dirigido a nadie en particular y que avecinaba una clásica respuesta que no llevaría a nada. Frisk suspiró sin esperar realmente una respuesta de su parte.

-Tranquila, cachorrita, yo…

-Me dijiste una vez que te exasperaba que tu madre quisiera forzar todo con una sonrisa. –Le interrumpió al notar que claramente le daría una excusa. Qué extraño, ya habían hablado de lo mismo anteriormente y aun así parecía llegar a lo mismo. –¿Por qué tu caso tendría que ser diferente?

-Por favor, no insistas.

-¿Cuánto tiempo crees que podrás mantener esa sonrisa? –Ignoró su petición, dando un paso al frente tras rodear el cesto de ropa sucia. Flowey tan sólo suspiró y se puso a trabajar por su parte. Ya le agradecería después por eso. –Tú mismo me lo dijiste una vez. "Una sonrisa no es sinónimo de que todo está bien". Y tú estás haciendo lo mismo de lo que te has quejado. Apartar a otros creyendo que pro…

Se detuvo en su propia oración, al mismo tiempo que contemplaba que el conejo alzaba sus orejas como si estuviese demasiado alerta de ella, presintiendo lo que claramente iba a decir y que le daba una respuesta mucho más allá de lo que pudiese conversarse en ese preciso segundo. Extrañamente, se sentía como si ella fuera una cazadora que tenía acorralado a su presa, la cual estaba por huir ante el peligro. Y por extraño que pareciera, se sentía aterradoramente bien.

-Estás protegiendo algo. –Definitivamente no era una pregunta. –O mejor dicho, a alguien.

Ronnie seguía sin girarse hacia ella, como si realmente tuviese la ganas de salir corriendo de ese lugar, pero siendo algo imposible al haber únicamente una sola salida y era la que ella misma estaba obstruyendo desde su llegada.

-¿Shyren lo sabe? –Le insistió tras obtener únicamente su silencio. Pero escuchar su propia pregunta le hizo darse cuenta de varias cosas más. –Claro que lo sabe, ella tampoco está contenta con esto y tú ya lo sabes, ¿cierto?

-Estás siendo agresivamente perspicaz, cachorrita. –Respondió con un deje de culpa que no pudo ocultarle, sin poder devolverle la mirada. Ni siquiera a través del espejo. –Creo que los mafiosos están siendo mala influencia para ti.

-¿Por qué están haciendo esto? –Preguntó sin importarle su comentario ni los leves jaloneos de Flowey, quien ya había terminado de recoger la ropa por ella. –¿Qué ganan con una mentira así?

-Libertad. –Contestó tan rápido, que aquello pareció darle el ánimo suficiente para atreverse finalmente a girarse. Dándole el frente con una aparente seguridad que sus orejas bajas lo contradecían inmediatamente. –Libertad de ser nosotros mismos. No preguntes más, porque jamás podrías entenderlo.

Parecía que ahora tenían un duelo de miradas, donde la misma humana ganaba con suma facilidad tras dar un paso más hacia el frente. Por extraño que pareciera, no podía olvidar las conversaciones pasadas con él respecto a la tristeza que le generaba tener un amor imposible. ¿Acaso casarse lo salvaba de algo que tenía prohibido? ¿Shyren estaba en la misma situación y por eso cada vez más irradiaba un aroma que ahora podía relacionar al olor que le recordaba a sus visitas a Waterfall? Inmediatamente le regresó a su mente la conversación con el señor de la iglesia ahora, pudiendo comprender finalmente porqué el señor se había abierto con ella con tal confesión.

Incluso amar era muy complicado en una ciudad donde tenían la regla absurda de "matar o morir", ¿cierto?

-Tal vez sí pueda hacerlo.

Finalmente dejó de retarlo con la mirada, retrocediendo sus pasos para tomar de vuelta el cesto de ropa y continuar con su labor que ya estaba atrasada. Si ambos estarían protegiéndose de una mirada crítica de la que no podrían quitarse de encima salvo de ese modo, definitivamente podría comprenderlo. No por decisión suya claro, pero tal parecía que Sans si le daría importancia a eso dentro de las otras excusas que ya le había dado, directa o indirectamente. Pensándolo de ese modo, el consejo de Muffet no sonaba tan cruel si no fuera porque era firme en importarle tener al esqueleto mafioso en su vida. ¿Esperar una incertidumbre así le haría una masoquista?

-¿Por qué te entrometes? –Le preguntó Flowey una vez que estuvieron lejos. –Si quieren vivir una falsedad es cosa de ellos, no tuya.

-Lo sé, pero me agradan y no quiero que la pasen mal.

-Pero esa no es tu decisión. –Le recalcó en cuanto llegaron al cuarto de lavado, estirándose ahora hacia la maceta que Frisk había dejado ahí y que ahora colocaba cuidadosamente sus raíces sobre la tierra. –Cada quien debe lidiar con sus propios tormentos.

-Yo pensaba eso antes, pero cuando recibes un saco sobre tus hombros en un mal momento, te das cuenta finalmente que necesitabas en ese instante el reconforte de alguien que pueda comprenderte.

Tan sólo recibió un gruñido como respuesta.

.

.

Sans nunca se había arrepentido tanto en su vida como lo estaba en ese preciso momento. Sin poder escapar de una extraña combinación entre querer fastidiarlo y poder desviar lo verdaderamente importante de lo que se suponía que era la oportunidad en todo eso. Vaya jodido no cumpleaños que estaba teniendo.

Hasta ahora, las únicas preguntas que habían sido puestas sobre la mesa habían sido sobre Frisk y lo que tenían o no tenían entre ellos. Y podría comprender de alguna manera que Papyrus y Muffet se enfocaran en ello, divirtiéndose con sus reacciones que cada vez más dejaban en claro lo fastidiado que estaba. Pero que ahora el viejo se les uniera era extremadamente molesto y vergonzoso por llevar todo a un nivel que bien le haría golpear lo que fuera en ese instante, sino fuera porque eso arruinaría la comida que cada vez era menos.

-¡Oh mierda! –Exclamó Sans tras lo terrorífico que había sido escucharlo con tales descripciones detalladas sobre cómo funcionaba la vagina humana. Teniendo como coro las múltiples risas del par de jóvenes que estaban haciendo un buen equipo en fastidiarle toda la noche. –¿En verdad vas a darme "la plática" justo a estas alturas?

-Lenguaje.

-¡Agghh! ¡Viejo, esto es demasiado incómodo!

-También lo es para mi. –Admitió el jefe mientras meneaba la botella que visiblemente ya estaba vacía desde hace una hora. –Pero si estás contemplando copular con una humana, es importante que al menos sepas las diferencias que hay en eso en humanas y monstruos.

-Creí que era aberrante para ti que me interesara por una humana, para empezar. –Le recordó en el instante, apelando a su disgusto en el tema para que dejara finalmente de hablar al respecto.

-Lo sigue siendo. Son genéticamente diferentes al grado de que no tiene sentido tal atracción entre ustedes. –Señaló en todo el sentido de la palabra, apuntándole con un dedo como si no fuese suficiente que todo estuviera siendo dirigido hacia él en lo que llevaba la noche. –Sobre todo porque no tienen ninguna oportunidad de que puedan reproducirse en caso de quererlo.

-Bueno, no hay nada comprobado al respecto aun. –Apartó su mirada con pena, por siquiera haber pensado en eso en alguna ocasión.

-No, definitivamente la florista no puede. –El jefe quiso darle otro trago a la botella, pero era obvio que le había sacado hasta la última gota por más que quisiera insistir en ella. Y antes de que Sans preguntara al respecto, bajó la botella sin medir del todo su soltura e hizo un ruido escandaloso sobre la mesa. –La alteración celular que posee impide ceder variados componentes que como mujer debería poder brindar, genéticamente hablando. A su vez, no da paso a cualquier cosa que represente un daño u obstrucción a la estabilidad del cuerpo. Teóricamente, ni siquiera podría perder el himen con tal alteración.

-Espera, ¡¿qué?! –Aquello le hizo levantarse de golpe, olvidando por completo que todavía se encontraba amarrado de los pies. Perdiendo levemente el equilibrio y teniendo que sujetarse de la mesa para no caerse. –¿De qué demonios estás hablando?

Finalmente las risas habían cesado tras el impacto que había sido tal dato.

-Analicé su sangre hace tiempo, ¿lo olvidas? –Sans gruñó, pero claro que no podía olvidarlo. –Le conté a ella gran parte de lo que observé en su sangre y las similitudes que tiene con DT-00X al respecto, pero no sobre esto en cuestión. Y no porque quisiera ocultárselo, sino porque ella prefirió preguntar cosas sobre ti después de eso.

Aunque fuese algo halagador tal oración al final, le preocupaba que Frisk no le estuviera dando importancia a la gravedad del asunto, y el mismo caso podría ser sobre no querer pensar en todo aquello que conllevara al Gran Don. ¿Acaso estaba en una especie de negación? Era inusual pensar algo así en ella con lo abierta que se mostraba siempre en todo aquello que se le cruzara por la cabeza.

También recordó las palabras de la señora Dremurr en cuanto le preguntó sobre algunas cosas. Una de sus respuestas había sido que le habían dado una "verdadera naturaleza", además de hablar sobre su estado como "fémina en el reino animal". Razones más para querer matarlos de una buena vez por todas. Se sentía como si para ellos, Frisk hubiera sido una mascota a la que esterilizaron con tal de no generarles problemas, aunque también pudiera haber más razones escalofriantes teniendo en cuenta la explicación de Flowey respecto a su objetivo de ser un arma biológica para obtener algo de un alma humana en particular. Cada vez sonaban peor las cosas.

Su familia, su herencia, su origen, su naturaleza… y ahora la posibilidad de poder siquiera embarazarse. Le habían arrebatado todo y Frisk todavía se preocupaba por ellos.

Tanto el viejo, como su hermano, Flowey, la yakuza, Mettaton, quien sea. Todos ellos deberán estar haciendo fila detrás de él, porque personalmente se encargará de matar a la maldita bestia con sus propias manos.

-Al principio creí que pudiese tratarse de algo neuronal por lo que tuve que hacer para regresarla a su estado habitual. –El jefe continuó sin darle mucha importancia a su enojo. –Pero ahora que lo pienso detenidamente, también pudiera haber algo en la parte hormonal.

-¿DE QUÉ HABLAS?

-Cuando entró en un estado salvaje, tuve que darle un choque a su cerebro para que reaccionara, lo que me hizo pensar en que todo lo primordial pudiese estar en el sistema nervioso. Pero no solo está el tema de su poco desarrollo como mujer, sino que también está su olfato desarrollado.

-¿Y ESO QUÉ REPRESENTA PARA ELLA?

-Que podría ser algo bueno… a medias. –Sans dejó de ver la mesa tras escuchar eso, mas no se sentó ante el enojo que aún permanecería en él por un buen rato. –Las neuronas son irrecuperables, pero las hormonas son tratables. En teoría, se podría apelar a su memoria olfativa para mantener un margen de control, pero hasta ahí llega mi conocimiento al respecto.

-No lo sé, Flowey mencionó que está muy seguro de que los mismos Dreemurr no tienen ni idea del efecto secundario que fue su olfato desarrollado, ya que solo les había importado estudiar la resistencia humana para empatarla en los monstruos. –Recordó Sans con demasiada seriedad. Estar hablando de ese tipo de cosas sobre ella, sin estar justamente ella en la conversación, no le estaba pareciendo apropiado. Frisk tenía que enterarse. –¿Les parece hablar de eso luego? Si seguimos en el tema, estaré por tumbar esta mesa.

-¿TE MOLESTA QUE HAYAN EXPERIMENTADO CON ELLA O QUE DEFINITIVAMENTE NO TENDRÁS NINGUNA OPORTUNIDAD DE HACER UNA VIDA FAMILIAR CON ELLA?

-Me molesta lo que le han hecho y que ella siga queriendo protegerlos de alguna manera. –Suspiró demasiado fuerte, esperando poder sacar toda su angustia con eso. Era demasiado pensar en un futuro con ella cuando no podía darle un digno presente de momento. –Pero supongo que ella siempre ha sido así para que no me sorprenda. El hecho de que nos acepte a todos nosotros como parte de su entorno es prueba de ello.

-Su ingenuidad y terquedad van a terminar matándola un día de estos. –Señaló Muffet tras apoyar un par de sus codos sobre la mesa. –Y también a ti Sans, porque evidentemente querrás evitarlo y ya no podremos alcanzarlos en sus respectivas estupideces.

-SI, FRISK NO PIENSA EN LAS CONSECUENCIAS DE LO QUE DICE, Y SANS ES MUY IMPULSIVO CUANDO ALGO LE ENOJA. –Señaló su hermano pese a no ser necesario. Todavía se encontraba sujetando la orilla de la mesa con fuerza pese a tener perfecto equilibrio ahora. –REALMENTE SERÍAN UNA PAREJA MUY SUICIDA.

-Llegando a ese punto… –El jefe de familia masajeó sus sienes antes de seguir hablando. El vino ya estaba haciendo de las suyas en su cráneo, además de quitarle algunas inhibiciones. –Tengo que reconocerlo finalmente. No puedo dar garantía de poder mantenerlos a salvo por más que lo desee. Lo único que he podido hacer en todo este tiempo, es darles las herramientas necesarias para que tengan la oportunidad de salvarse en este campo minado llamado Ebbot city. Papyrus, tienes a tu favor los intereses de la señora Temmie, ella te mantendrá a salvo con tal de no verse mal ella. Muffet, mantenerte sin registros de tu existencia te ha hecho un elemento fundamental para no ser detectados, pero también te protege en caso de ser descubierta, ya que no contarás con registros delictivos. Y en cuanto a ti, Sans…

-Si, ya sé que he cometido mis errores. –Se adelantó al regaño.

-... he decidido aceptar a la florista.

Papyrus, quien aún no se terminaba su lasagna, terminó soltando el tenedor sobre el plato, haciendo un escándalo acorde a la sorpresa. El propio Sans había terminado dejándose llevar por la gravedad, cayendo en su asiento en el instante. Aunque era evidente la simpatía que todos los presentes estaban teniendo hacia Frisk, definitivamente no se esperaba eso así sin más.

-Hay que reconocer que la florista tiene un talento natural para afrontar el peligro y salirse con la suya. Estamos todos sentados aquí como prueba de ello. –El viejo se mantuvo con las cuencas cerradas mientras hablaba, sin darse cuenta de la sorpresa que estaba generando en todos y la verdadera razón de ello. –Además está el tema de la yakuza. Si bien no quedamos en buenos términos tras su grosería de invadir territorio ajeno, parece que la misma florista podría negociar con el líder de estar en un punto favorable para ambos lados. Confío en que ella no permitirá que quieran controlarla en un futuro reencuentro.

-¿A-aceptar en qué sentido? –Fue lo único que pudo preguntar Sans tras eso.

-En el que tú consideres en cuanto dejen de incomodarme. Solo, por favor, deja de estar en tanto riesgo. –El viejo abrió sus cuencas agrietadas, pero en ellas solo había completa oscuridad. –Ya no puedo estar soportando tanto miedo de perderte un día de estos. Casi mueres en manos del Gran Don aquella vez, y yo… no pude hacer nada. Perdí el control y fuiste tú quien tuvo que tomar las riendas para salvarnos a todos. Por favor, sigue siendo ese hombre que puede mantener la mente fría en los momentos con más tensión. No el que se parece a mi, que comete errores por su propia impulsividad.

Era admirable lo mucho que el líder de la familia se había aguantado en soltar lágrimas frente a ellos, pero parecía que finalmente había llegado a un límite en el que simplemente ya no podía más. Soltando lágrimas silenciosas que le regresaron al instante en que tuvieron presente a la bestia más terrorífica que pudiera conocer en su vida. Entendiendo sus reclamos de querer corregirlo en sus errores que claramente comprendía al sentirse identificado. Tal vez sus propias torpezas hacían que él recordara su juventud, una en la que pasó una guerra con tal de poder seguir viendo a la enfermera que le tenía una gran sonrisa al final del día. Tal vez siendo un motor para poder mantenerse vivo en una constante lucha contra su apatía en un entorno gris con olor a pólvora. Y ahora estando sin ella, teniendo que seguir adelante con lo que pudiera aferrarse.

¿Y realmente podía culparlo por eso? Él mismo era consciente de las tonterías que estaba cometiendo por estar pensando en Frisk. De lo que sí podía culparlo era por obligarlo a convertirse en un asesino, en abandonar sus sueños con tal de poder mantenerse en un lúgubre lugar, en tener que aceptar sus tontas reglas, en tener que perder su virginidad con tal de no ser un problema su propio crecimiento… En muchas cosas que hacían de la lista larga y que formaban parte de un pasado que era doloroso si lo pensaba demasiado.

Tal vez esas ojeras, agotamiento y malestar no tenían algo que ver con el tema, pero algo dentro del jefe estaba cambiando si estaba hablando sobre Frisk con él, sin agresiones directas o desacuerdos. O más impresionante aún, hablando tal y como lo harían un padre y un hijo... a su manera, claro. Internamente estaba preocupado y asombrado por eso, como si una parte interna le estuviera advirtiendo que habría una trampa en cualquier momento al nunca poder lograr las cosas como quisiera, pero optó finalmente en no darle más lugar a ello con tal de permitirse, por primera vez en su vida, disfrutar realmente de algo nuevo que le llegaba desde su núcleo familiar.

No, no era el mejor padre del mundo, y tal vez jamás lo sería. Pero tampoco podía defenderse a sí mismo como el mejor hijo que alguien pudiera tener. Tenía que darle crédito en la paciencia que le había tenido en todo este tiempo, siendo que aun así, se preocupaba por él a su manera. Y si él estaba dispuesto a ceder con tal de no perderse el uno al otro, más le valía no quedarse atrás.

-La verdad es que no estaba necesitando tu aprobación, pero gracias. –Metió las manos en los bolsillos de su pantalón sin saber qué más hacer. Se sentía extraño estar de esa manera ante él, aún con la seriedad de siempre. –Ella es importante para mí.

-Lo sé.

-Pero también lo eres tú. Así que, por favor… no te rindas todavía conmigo ni contigo mismo. –Se encogió de hombros sin poder mantener la mirada fija en él. Era muy incómodo el momento ahora. –Heh, creo que sólo tú puedes aguantarme a esa escala y más me vale no perder eso.

-Cierto. –El viejo esbozó una tenue y cansada sonrisa que no había visto en mucho tiempo. –No creo que la florista sea paciente contigo.

Por más de un segundo lograron verse directamente, pero inmediatamente desviaron sus respectivas miradas al no poder con tanto. El viejo trató de disimular estar masajeando entre cuencas por un breve dolor de cabeza, cuando realmente estaba limpiándose las lágrimas que no había logrado contener por más tiempo. En cuanto a él, se deslizó un poco sobre su asiento, como si quisiera desaparecer en ese instante pese a que la arácnida aún no se lo permitiría. ¿En verdad ambos acaban de hablar sobre su interés amoroso y le daba (a su manera) el visto bueno? Si hace unos años alguien le hubiera avisado que tal cosa era posible, se habría burlado abiertamente mientras se enfocaría en soportar una botella de whisky más a su límite.

Aunque a pasos pequeños, algo parecía tener intención de estar cambiando. Pero no era el único tema a tocar sobre la mesa, por lo que no podían relajarse del todo todavía en cuanto tuvieran un asunto más por aclarar. Un punto que más les valía resolver pronto.

-Papyrus, una vez dijiste que en cuanto vengáramos a tu madre, te apartarías. –El jefe ahora se giró en su hermano, el cual a diferencia suya, estaba firme en su asiento. Con su plato vacío y con brazos cruzados a modo de defensiva. –Pero también quiero dejarte en claro que no tengo intenciones de perderte como mi hijo, tengas mi apellido o no. Así que, ¿qué es lo que quieres hacer? Respetaré cualquier decisión que tomes.

-ESTA FAMILIA ES UN CAOS, PERO AUN ASÍ, QUIERO SEGUIR SIENDO UN GASTER. –Respondió Papyrus sin siquiera pensarlo demasiado. –Y NO SOLO NECESITO SABER QUE ME APRECIAN COMO INTEGRANTE DE ESTA FAMILIA, SINO QUE TAMBIÉN NECESITO QUE CONFÍEN EN MÍ. NO SOY DÉBIL, NO TIENEN POR QUÉ PROTEGERME.

-No puedes culparnos por querer cuidar al menor de todos nosotros. –Mencionó Sans mientras se encogía de hombros.

-SI LOS CULPO, ESTOY MOLESTO CON MUCHAS COSAS DE CADA UNO DE USTEDES. LOS CULPO DE MUCHAS COSAS QUE HAN COMETIDO Y QUE ME PERJUDICAN DIRECTAMENTE… Y ES POR ESO QUE NO PERMITIRÉ NUNCA MÁS QUE SE ME SUBESTIME.

Papyrus se había puesto de pie conforme hablaba, estando sujetándose de la comisura de la mesa para no caerse al igual que había sido su caso hace unos minutos. Y por un momento a Sans le pareció que reclamaría por más cosas en el instante, manteniendo su expresión desafiante pese al rompimiento de la postura de brazos cruzados, pero tras un largo suspiro cambió todo eso. Observándolos con sus cuencas pequeñas que rara vez mostraban un brillo amenazante de su parte.

-PERO PUEDO PERDONARLOS, SI USTEDES ESTÁN DISPUESTOS A REALMENTE HACER ALGO AL RESPECTO. –Continuó su hermano con cierto pesar. –NUNCA ME IMAGINÉ CASADO, NI MUCHO MENOS POR ALGO FORZADO QUE ME APARTARÍA DE MI FAMILIA QUE TANTO HE LUCHADO POR TENER CONMIGO.

-Pues entonces, huesos a la obra. –Concluyó Sans poniéndose de pie nuevamente. ¿Que acaso la araña no entendía que no huirían ya? No tenía sentido mantener tal prisión sobre ellos todavía. –¿A quien debemos matar para acabar con esto?

-NO, ESTO NO SE SOLUCIONARÁ MATANDO A ALGUIEN… Y TAMPOCO QUIERO QUE SEA ASÍ. TAMMY ME AGRADA, AUNQUE LO QUE LE HICE ES… ALGO TERRIBLE. DUDO QUE VAYA A PERDONARME.

-Jamás lo sabrás si no hablas con ella. –Mencionó Muffet que los observaba con sus múltiples ojos luminosos. Dejando en claro de esa manera que ni aunque se pararan varias veces, no los soltaría hasta que todo se hablara finalmente. –Te has quedado contemplando el teléfono en más de una ocasión, pensándolo demasiado.

-¿ME SIGUES VIGILANDO? TE DIJE QUE NADA DE ESTO ERA ASUNTO TUYO.

-Estaba al pendiente por si necesitabas ayuda. –Admitió sin darle importancia. –Además, ahora me llama la atención que ni la princesita ni la señora se hayan contactado en todo este tiempo si te terminaste acostando con ella. Comienza a ser un poco obvio esto.

-PUES SI ESTÁ MOLESTA…

-No, tontito. ¿Qué no te das cuenta? –La multiojos soltó una tenue sonrisa que apenas y asomó uno de sus colmillos. –Debieron llamar para reclamar al respecto, tal vez para una insinuación de embarazo que claramente no fue dado, o simplemente por obligarte a hacerte responsable de desvirginarla. Pero en su lugar, se está dejando que te siga consumiendo la culpa en silencio.

Parecía que en todo ese tiempo que habían estado hablando sobre otras cosas, Muffet se había quedado analizando la situación con las bolas peludas de patas cortas. Porque el resto se miraron los unos a los otros sin entender del todo a qué se refería así sin más. La chica aumentó su sonrisa al percatarse del desconcierto que estaba generando.

-La nota periodística sobre su compromiso salió hace poco, y buscó dejar en claro lo taaanto que se quieren con muchas fotografías como evidencia. –Continuó Muffet con deje sarcástico. –Y pude ver el anillo antes de que lo entregaras, lo cual se esmeró en que fuese lo bastante grande y llamativo para que se enfocaran en eso si el beso fotografiado no fuera suficiente. Si la señora incitó todo eso, tal vez quiso en el momento que dejaras embarazada a su hija para tener una garantía más a su favor.

-O para tener un Temmie más asegurado. –Concluyó Sans inmediatamente.

-No realmente, siguen pensando como hombres. –Bufó la chica mientras giraba de alguna manera, todos sus ojos con exasperación y sin parpadear. – Puso como fecha límite del contrato un día antes de las elecciones, así que lo que teme es algo legal del que todavía tiene control antes de una posible alternancia de poder. Y como mujer, debe saber que muchos quieren quitarle ese puesto heredado tan importante y debe saberlo de antemano al grado de que toma medidas necesarias para que no sea el caso. Pero si está exponiendo a su hija con casi un desconocido y esmerándose en publicar el romance como de lugar, debe ser que haya algo que todavía pueda quitarle dicho poder. Algo que le genera más miedo que el hecho de comprometer a su hija con un mafioso.

-¿Algo como… qué?

-Algo como un bastardo.

Todos se giraron hacia el jefe que había hablado, el cual estaba recargando los codos sobre la mesa sin importarle la descortesía que tanto les enseñó sobre no hacerlo mientras comían. Parecía que estaba pensando demasiado eso tras las palabras de la arácnida que Sans debía de reconocer que su observación fue bastante interesante, por no decir muy intuitiva. Papyrus por su parte, parecía algo trastornado al ser un tema que le competía directamente.

-Uno de los canes matones del Gran Don con quien peleé, mostraba una magia particular híbrida. –Argumentó el líder mientras trataba de acomodar todas sus conjeturas en su mente, o por lo menos eso parecía que estaba haciendo tras seguir sin verlos directamente y enfocándose en la nada. –Por supuesto que podría no ser el caso si en cualquier lugar podría presentarse la situación de que dos bolas peludas hayan congeniado y dado vida a ese perro con habilidades de estiramiento no comunes de observar. Pero si lo que dice Muffet es cierto, esa podría ser una pista de su insistencia en un matrimonio que haría cambiar el apellido de Papyrus por el que le mantiene en el poder.

-Osea que el señor Temmie tuvo un amorío. Pero si el producto de eso trabaja para el Gran Don, ¿cómo es que no han usado eso a su favor?

-Puede que nadie sepa salvo la misma señora. Después de todo, tiene acceso a la información de una manera muy directa. –Un extraño brillo se asomó en sus cuencas agrietadas conforme hablaba. No parecía ser por molestia, pero se sentía como algo familiar al respecto. –Él siendo varón y existiendo la posibilidad de portar legalmente el apellido Temmie, podría quitarle todo con un buen abogado. Y tal vez pueda hacer algo al respecto en esta cuenta regresiva antes de las elecciones. Después de todo, es lo que le preocupa de algo que sabe de antemano y que no quiso compartirlo.

-La señora Temmie nos mencionó tanto a la familia Blook como a Mettaton como pista a lo que quiere que se haga para ella. –Muffet se giró al viejo para contemplarlo con suma ternura que sólo incomodaría el momento que necesitaba seriedad. Pero nadie la detuvo al tener que admitirse que estaba siendo muy objetiva en sus observaciones. Eso no pasaba muy a menudo que Sans recordara. –Y lo que tienen en común, además de ser familia distanciada, es el puerto de Waterfall.

-Y el alcalde está construyendo un parque de diversiones justo ahí como promoción turística, como se ha mencionado en varias noticias. –El brillo en sus cuencas aumentó en el instante. Definitivamente algo estaba avivándose en el viejo para que le valiera la mirada cursi de la arácnida y sólo se enfocara en las observaciones que daba. –Pues bien, le seguiremos el juego hasta averiguar realmente qué está ocurriendo en todo esto. Y la señora Temmie podrá creer todo lo que quiera sobre controlarnos a través de Papyrus, pero con esta información, seremos nosotros quienes controlemos al mismo sindicato de monstruos. El señor Fire se encargará de investigar sobre el can primero, para estar seguros de esto.

-Le avisaré entonces. –Mencionó Sans, recordando vagamente que su amigo aún tenía el pacto con su familia.

-Debo reconocer que lo que sea que esté orquestando esa mujer, es demasiado complejo para dar por hecho cada una de las conjeturas. –Mencionó el viejo mientras seguía pensando la situación, con esa mirada que no estaba enfocada en nada y que cada vez más parecía estar brillando sobre todos. –Pero esto podríamos usarlo a nuestro favor de más de una manera. Después de todo, tenemos un elemento más a nuestra disposición que se ha ofrecido de manera insistente.

-METTATON. –Concluyó Papyrus de inmediato.

-No me agrada que tengamos que aliarnos con él. –Comentó Sans al percatarse que toda la conversación se dirigía a eso.

-A mí tampoco, pero no contamos con tantas opciones favorables. –Admitió el jefe sin darle tanta importancia a ese hecho. –Él también sospecha de los movimientos de la líder sindical y además está invirtiendo en el parque de diversiones de Waterfall, por lo que está trabajando con algo directo con el alcalde. Además, con todo mi pesar, tengo que admitir que algo en toda su palabrería tuvo algo de razón. Más nos vale aliarnos con alguien que sepa burlarse del Gran Don y seguir vivo en todo este tiempo.

-Sigue sin agradarme la idea, sobre todo porque el hojalata mencionó a Frisk cuando conversé con él. –Aclaró Sans finalmente pese a que era algo que no había querido mencionar antes. –Insinuó saber su vinculación con el Gran Don como aparente debilidad.

-TIENE ALGO DE SENTIDO QUE SEPA ALGO AL RESPECTO, CONSIDERANDO QUE TRABAJÓ PARA ÉL ANTERIORMENTE.

-Considerando que yo también trabajé para él y nunca supe de la existencia de las niñas, no es el caso. –El jefe contradijo de inmediato. –No, el Gran Don manejó el tema con tal discreción, que únicamente presentándose la florista en la ciudad se pudo dar con tal información. Y siendo esta la situación, tengo una razón más para hablar seriamente con ella mañana.

-¿A qué te refieres? –Sans no pudo ocultar a tiempo su tono amenazante.

-Aceptarla en este círculo implica muchas cosas, Sans. Y una de ellas, es enseñarle a no hablar demasiado por el bien de nuestros intereses. –Pese a sus palabras, nuevamente pudo visualizarse una sonrisa tan tenue que difícilmente uno podía darse cuenta de eso. –Aunque creo que también es algo que podríamos usar a nuestro favor.

-No vamos a mentirle. –Aclaró de inmediato. –Ella odia que le mientan y que le oculten cosas.

-No dije nada sobre mentiras, sino de usar su aparente habilidad verbal diplomática… y agresiva a su manera. –Era evidente que había buscado palabras suaves para describir su carácter. –Si pudo con la policía de Hotland, con Gerson y con nosotros, tratar con un berrinchudo que se cree líder será pan comido para ella.

Sans rechistó desde su sitio, no pareciéndole para nada tal consideración que implicaba ponerle en una línea de fuego que jamás debería de existir para ella, aun cuando no se tratase de un peligro mayo a comparación de lo que estaban todos ellos. Recordando que aquella vez en el cementerio, el tipo se había atrevido a tomarla de la mano para contemplarla de cerca, pero siendo la misma Frisk quien le había recriminado desde antes por querer decirle qué hacer. Tal vez el viejo tenía razón sobre su carácter firme que tanto le fascinaba y aterraba dependiendo del momento, pero no quitaba el hecho de seguir siendo un problema. ¿Qué no entendían que quería alejarla de todo peligro posible?

-¿QUIERES QUE ELLA NEGOCIÉ CON LA YAKUZA TAN PRONTO? –Preguntó Papyrus en cuanto entendió a qué se refería.

-Si vamos a involucrarnos con el puerto de Waterfall, nos será conveniente esa neutralidad. –Concluyó el jefe de inmediato. –Ya que no contamos más con la alianza con los Blook y puede que tengamos problemas con ellos.

-Hablando de eso, ¿por qué no le preguntaste al líder de la yakuza sobre la razón de estarla vigilando en la distancia? –Preguntó Sans sin estar convencido de todo lo que se estaba hablando. Después de todo, no le había gustado nada que ese sujeto considerara a Frisk como un objeto de pertenencia. Y pensar en Frisk como una negociante para intereses a nombre de los Gaster, no le parecía un caso diferente. –Era una duda que tenías y no aprovechaste la oportunidad. En su lugar sólo lo amenazaste.

El brillo que había estado acumulándose, así como la sonrisa, desvanecieron en el instante ante un hartazgo con el que se sentía más acostumbrado en contemplarlo en él.

-Sé que es el alcohol hablando por mi, pero reconozco que esa imprudente, insolente y egoísta humana… no me parece tan desagradable pese a todo. –Soltó un gruñido tras su respuesta, a lo cual Sans sonrió abiertamente tras poder escuchar tal confesión. –Y al igual que Papyrus, tengo estándares muy altos para dar tal reconocimiento.

Sans iba a comentar algo a modo de burla, pero terminó guardándoselo para no romper con el momento. Finalmente todo estaba en sintonía, que si bien había varias cosas por tratar entre todo eso, se daba por satisfecho que la razón por la cual protegerían todos a Frisk no sería únicamente por considerarla importante para él. No tendría que estar gestionando constantemente sobre su seguridad o estar bastante alerta a cada uno con el temor de que algo malo pasara en el proceso.

Frisk la humana era importante para toda la familia Gaster a partir de ahora.

Aunque le gustaría que no la tomaran en cuenta como un eslabón débil entre los planes. Porque aquello sólo le confirmaba a sí mismo el hecho de estarla poniendo en peligro por culpa de haberse interesado en ella desde hace tiempo.

-Muy bien. –El jefe se puso de pie y tomó un par de copas y la salsera para acomodarlas junto a la ensaladera. Dejando en claro en el instante que usaría cada utensilio a la mano para usar la mesa como mapa de estrategia. –Esto es lo que haremos.

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No entendía cómo se había dejado convencer de acompañar a la anfibia en su aparente venganza espontánea, pero aun así Lesser estaba ahí, infiltrándose en la comisaría de Waterfall a altas horas de la noche y con suma discreción que fácilmente podrían meterlo en problemas en cuanto los detectaran. ¡¿Cómo demonios la anfibia no se daba cuenta?! ¿Que acaso era tonta? ¡Oh, por supuesto que era una tonta! Si ahora estaba invocando varias lanzas en el techo mientras esbozaba una sonrisa que dejaba en claro que le estaba divirtiendo destruir tal lugar. Recordándole internamente que se trataba de una aparente pupila del Gran Don y que tal vez ya le había gustado sentir que podía salirse con la suya por nomás. Pero qué idiota.

La verdad es que no sabía casi nada de esa chica, la cual el resto de los canes tenían nulo interés sobre su existencia pese a estar con Gerson y con el Gran Don con suma facilidad espontánea. Pero el resto del clan eran sumamente ineptos a comparación suya que pensaba en las cosas más importantes que sólo un futuro alfa como él podría ver. Había descubierto hace tan sólo unos minutos que ella había trabajado como secretaria del comisario de ese lugar, detestándolo por lo que le había hecho pasar únicamente por ser un monstruo. Y a su vez, apenas había descubierto que sabía usar la lengua de señas si ahora se estaban comunicando con suma facilidad de ese modo para dar señalamientos de algo que solo ellos dos pudiesen entender. Maldita sea, la anfibia estaba un paso adelante de él y ni en cuenta de en qué momento había ocurrido todo eso. Más le valía no volver a subestimarla tanto.

Además era fuerte. Muy fuerte.

-Comisario, sabía que lo encontraría aquí a esta hora. –Comentó Undyne tras pisar al sujeto que aparentemente había estado buscando. Sin darle oportunidad alguna de defenderse tras haberle roto los brazos antes. –Dígame, ¿cómo va la investigación sobre algunas desapariciones, eh?

-¿Se-señorita Fisher? ¡Cre-creí que estaba muerta!

-No soy débil como todos ustedes. Pero dígame, ¿dónde está el detective que me hizo esto? –Señaló su parche.

-N-no sé de qué hablas.

-Cierto, ustedes son malos para investigar y brindar justicia. –Comentó con un falso tono de aburrimiento, cuando su sonrisa afilada dejaba en claro estarse divirtiendo con tenerlo a sus pies. En todo el sentido de la palabra. –En fin, me tendré que conformar contigo solamente. Dos de azúcar y mucha crema, ¿no?

-¿Qué…? ¡AAAHHHHHH!

Hace un minuto le había pedido entre señas, que le dejara cerca la tetera cuyo contenido estaría hirviendo tras haberse quedado calentándose por demás tiempo. Y ahora contemplaba cómo la anfibia vertía tal contenido sobre su anterior jefe, quemándole la cara y sin darle oportunidad alguna de poder huir de ella. Lesser no le daba importancia a ese detalle tan banal, si el matrimonio con el que trabajaba en equipo solían hacer cosas más sádicas por puro entretenimiento. Pero lo que sí tenía su atención, era ver lo distinta que ahora ella se mostraba. No era la ingenua que había conocido en la mansión, ni la insistente con la que hacía un par de horas había conversado. Estaba irradiando suma confianza en ese instante que estaba matando lentamente al humano, pero no porque sintiera que tenía el control al respecto, sino porque estaba segura de estar impartiendo justicia por ella misma.

Undyne no era como los tontos canes con los que tenía que trabajar. Tal vez por eso tenía el reconocimiento de Gerson, del Gran Don… y tal vez él debería darle una oportunidad de conocerla mejor.

-Bien, ya podemos irnos. –La anfibia sacudió sus manos y acomodó algunos de los botones que se le habían desabrochado entre el forcejeo. Cierto, ahora recordaba cómo era que se había dejado convencer. Malditas hormonas. –El resto de la policía no tardará en presentarse aquí.

-Pudiste matarlo en su casa, ¿por qué hacerlo justamente aquí? –Soltó Lesser mientras contemplaba el ahora cadáver con su cara quemada y cuerpo perforado por las lanzas. –¿Por qué en una zona que claramente es peligrosa para esto?

-Porque aquí no solo fue donde perdí mi ojo. Aquí doy muerte a la que era yo antes. –Contestó con demasiada calma para alguien que se había cuestionado antes sobre si matar sin más o no. –Así que gracias por sugerirlo antes y acompañarme para no estar sola. Avísame si quieres ayuda a cambio por esto.

-De hecho…

Esperaron a salirse de ahí, teniendo que quemar algunas cosas para borrar cualquier clase de evidencia que pudiesen no prever a tiempo, y retirado lo suficiente para descartar que les estuviesen siguiendo en cuanto escucharon las sirenas de la policía. Vaya que Undyne tenía razón sobre ser lentos en esa zona.

Tal vez le habría podido pedir cualquier cosa ahora que estaba en deuda con ella por llevarla en el auto. Tal vez le habría pedido que le dejara lamer sus enormes pechos, o recostarse sobre sus piernas por un rato, o simplemente que matara a alguien más en su lugar, pero se conformó con ser escuchado si estaba aparentando ser más coherente que el resto del equipo de matones de élite. No esperaba soluciones en ello, por su puesto, pero la frustración de no poder dar con una en todo este tiempo le estaba inquietando, por no decir atormentando lentamente. Ya no podía cometer errores garrafales como haber perdido ante Don Gaster y alejarse del señor Gerson. Ya no podía ser la burla de la incompetencia.

-¿Así que estás buscando una coneja que cante? –Preguntó la anfibia tras escucharle pacientemente, estando en el asiento del copiloto sin disfrutar de la vista nocturna.

-Sí, sé que es una petición muy extraña, pero no estoy para cuestionar los asuntos del Gran Don.

-No creo que sea algo tan extraño. –Esbozó una sonrisa que tal vez pretendía generar simpatía. –De hecho, creo haber oído de alguien así.

-¿En verdad? –Alzó sus orejas por mero reflejo. Apartando la vista hacia el frente para contemplar ahora a su acompañante por un breve momento. –¿En dónde?

-En Snowdin. Las veces que había frecuentado el mercado en mi investigación sobre los Gaster, escuché entre algunos mercaderes hablar de un lugar donde podían acostarse con algunas conejas. Y creo recordar que mencionaron que cantaban, así que tal vez una de ellas podría ser la que buscas.

Ese maldito y lúgubre lugar…tenían la orden por parte de Gerson de vigilar la orilla divisoria entre Snowdin y Waterfall, mas no podían pasar más de ahí. ¿Cómo lo haría entonces? ¿Podría escudarse con el hecho de tener una orden más alta que la de Gerson? Pero si resultaba que no daba con nada, sería peor que burla, sino una escoria que le disminuría de nivel que ni su facilidad de hablar lengua de señas lo podría salvar. Tendría que pensar en algo, pero no sería en esta noche.

-Gracias, Undyne. –Comentó tras volver a mirar hacia el frente, encaminándose de vuelta hacia la mansión de Gerson.

-¿Para qué están los amigos?

Amigos… que palabra tan extraña para usar en el oficio que se encontraban.

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Sabía que las posibilidades de encontrarla dormida eran muy altas, pero aun así Sans quiso hacer una visita rápida una vez más antes de irse a dormir. Tanta plática y planificación le habían dejado un poco inquieto para relajarse tan pronto. Estando lamentándose de haber tenido que aceptar algunas cosas bien argumentadas de las que no tenía más alternativa que poner en manos ajenas tales cosas. Terminando toda la conversación en un simple e incómodo apretón de manos entre ellos, que daba inicio a una nueva oportunidad de hacer bien las cosas ahora que sus intereses fueron puestos sobre la mesa.

Y todo porque una bonita florista los había llamado miedosos en su propio territorio, en su propio techo. Si hace unos años hubiera pasado lo mismo, la habrían matado en el instante por tal atrevimiento.

Usando un Blaster para estar cómodo, se asomó por la ventana en la que frecuentaba dejarle flores desde el techo. Viendo por primera vez que Frisk compartía cama con otras dos conejas, estando durmiendo en una orilla en posición fetal mientras era acompañada por la flor que tenía sus pétalos enrollados y cabizbajos al estar también aparentemente durmiendo. Nunca se había cuestionado cómo era que tantos conejos podían vivir todos juntos en una misma casa y finalmente se le estaba respondiendo eso. Seguramente para Frisk no debería de ser cómoda tal situación.

Había pensado en el instante en retirarse, no queriendo despertarla tras sus desvelos que el trabajo y él le daban constantemente, pero parecía que había hecho un ruido minúsculo en algún movimiento, o tal vez había sido la sombra que había generado con su presencia tapando la luz de la luna, pero la chica se levantó levemente para contemplar la ventana por unos breves segundos. No tardando en levantarse por completo de la cama con cuidado para no despertar a nadie más, pero fallando en ello tras estar la flor al pendiente de ella de cualquier movimiento que hiciera. Vaya, había olvidado su sueño ligero… y que la flor era extremadamente protector con ella.

-¿Sans? –Susurró la chica en cuanto aparentemente pudo visualizar mejor su silueta. Acercándose a la ventana. –Creí que pasarías toda la noche con tu familia.

-Quería verte antes de irme a dormir. –Le sonrió aún más en cuanto notó su timidez por estarla contemplando soñolienta y en pijama. No era la primera vez que la veía así, pero nuevamente le daba gusto. –Sabes, si lo que querías era darme un regalo, tan sólo bastaba con que te pusieras un moño.

-Papyrus me dijo lo mismo. –Comentó la chica por lo bajo.

-Pero algo me dice que tu intención nunca fue esa, ¿o me equivoco? –Continuó Sans pese a todo. Y no requirió de una respuesta de su parte con el simple hecho de mantener su mirada en ella. –Hay veces en las que estoy de acuerdo con tu planta. Tienes un talento natural para meterte en problemas.

El mencionado lanzó un gruñido desde su sitio, aparentemente escuchando todo con suma atención y conteniéndose de hacer un escándalo con tal de no despertar al resto de las conejas que Sans se dispuso a no ver ni por un segundo. Después de todo, estaba asomándose en una habitación donde varias mujeres yacían dormidas. Ahora que lo pensaba, si había sido una mala idea de su parte aparecerse así a tales horas.

-¿No salió bien? –Preguntó Frisk mientras alzaba una ceja.

-Podrían mejorarse algunas cosas, pero creo que esto es un inicio favorable. –Hizo que su blaster disminuyera un poco su altura para pasar por la ventana y acercarse un poco más a ella. –Así que gracias, bonita. No hay día en el que deje de pensar que eres el rayo de sol que nunca creí recibir.

Sin pensárselo, la abrazó por la cintura mientras contemplaba el sonrojo en aumento de su florista. Ya había notado que le intimidaba su iniciativa con contacto físico tan directo, mas no le rechazaba al grado de poder concluir que le gustaba que lo hiciera. Y habría sido un lindo momento si no fuera porque algo le golpeó las manos para que la soltara, siendo que aquello ahora buscaba enredarse en la cintura para apartarla todavía más de él conforme le lanzaba una mirada que deseaba su muerte. ¿En qué momento la flor se había extendido hasta ahí? Iba a protestar por arruinar el buen momento, pero al igual que su cercanía con ella, Frisk tampoco se lo impidió a la flor. Muy seguramente estando más acostumbrada a su contacto físico que el de él, ya que ahora le acariciaba el tallo extendido, como si fuera suficiente para calmarlo de su expresión cada vez más aterradora.

Pese al disgusto de la situación, Sans comprendía que de cualquier manera era muy tarde para seguir ahí. Sobre todo en una habitación que le hacía sentirse incómodo sabiendo que habitaban varias mujeres a las que rogaba a todos los dioses no poder reconocer en su vida. Ya tenía demasiados problemas mentales como para acumular varios más.

-Gracias por tu visita, pero creo que deberías de irte, Sans. –Susurró Frisk tras calmar la irritación de la hierba mala. Dejando que se quedara enredado alrededor de su cintura y brazo, esperando que aquello no le estuviera lastimando. –Aunque, ¿es buen momento para decirte feliz cumpleaños?

-Supongo que sí.

-Feliz cumpleaños, Sans.

El esqueleto se limitó en dedicarle una gran sonrisa, sabiendo que Flowey no le permitiría poner ni un dedo encima de ella (siendo seguramente porque la pijama de tela delgada que traía puesta, hacía demasiado íntimo cualquier contacto). Pero no dándole importancia a ese hecho cuando tendría más momentos para volver a abrazarla, conversar… y mucho más.

Si, finalmente era un feliz cumpleaños para él.

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-Al final no hablamos con el jefe.

-No. Parece que tuvo un asunto más importante con su familia al final.

Pese a las horas que habían estado esperando en la oficina de Don Gaster, los cuatro sujetos grises finalmente tuvieron que concluir que dicha reunión no se daría en esa noche. Sobre todo porque al salir del estudio, pudieron ver que los integrantes de la familia habían dejado la mesa vacía y cada quien en sus respectivos cuartos. Por lo que no tenía sentido que siguieran ahí sin la atención de su jefe, encaminándose ahora hacia el departamento que Don Gaster les había comprado para que ellos vivieran ahí y estuvieran cerca de ellos para atender su mando a la inmediatez. Realmente tenían un jefe de lo más benevolente.

Pero en cuanto habían llegado al edificio, notaron a una figura particular acercándose a ellos con suma tranquilidad, aun cuando cualquiera que habitara en Snowdin trataba de evitarlos dada su vinculación con Don Gaster y todavía más a altas horas de la noche. Observándolos con un único ojo inmenso cubierto por su coraza con forma de almeja que conformaba lo que sería su cabeza.

Ninguno de ellos se sentía incómodo ni alerta con dicha presencia tan inusual, ya que en cuanto pudieron tenerla cerca, todos tuvieron el mismo sentimiento sin necesidad de verse los unos a los otros para comprobarlo.

La conocían, era uno de ellos. ¿Pero cómo era que lo sabían?

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Por ocasión especial tuve que darme ciertas pausas para poder escribir este capítulo. Si bien mis tiempos estuvieron limitados nuevamente, la muerte de mi tortuga me apagó entre lapsos. Para quienes me siguen en redes sociales, comprenderán que era un ser muy querido para mí y que realmente me causa una pesadez sentir que cada año consecutivo he estado perdiendo a alguien. Pero ahora yace en una maceta donde puse semillas, así que podré cuidar lo que surja de él de ahora en adelante.

La parte buena, es que parece que encontré un trabajo mucho mejor, el cual me ayudará a aligerar un poco más mis tiempos. Así que espero poder ponerme al corriente no solo con esta historia, sino con las otras que me apena estarles dando pausas demasiado largas para mi gusto.

Muchas gracias por la paciencia y cariño. ¡Los quiero mucho!

Michi fuera.

:)