Era una noche como cualquier otra. Una en la que un niño esperaba pacientemente mientras contemplaba el paisaje desde las alturas. Meneando sus pies en la comisura en riesgo de que se le pudiera caer uno de sus zapatos por tal atrevimiento, pero sin dejar de hacerlo tras ser lo único que lo estaba calmando.
-¡Howdy!
Kris miró hacia abajo tras escuchar el saludo, no pudiendo evitar regañarlo con la mirada por estar exclamando y claramente siendo ignorado por eso. ¿Dónde quedaba la discreción de su reunión? A veces ese monstruo jefe era demasiado confiado, pero pudiera ser obra de su despreciable padre. Razón más para estarse cuestionando cómo era posible que siguiera accediendo a dichas reuniones.
-Sé que me tardé esta vez, pero quise conseguir esto. –Mencionó el niño cabra al llegar trepando con cuidado, entregándole después desde su mochila una rebanada de pay de canela recién horneado que había podido oler desde que había llegado al escondite enramado con él. –Dijiste que extrañabas los postres de mi mamá, ¿no?
Kris no contestó, sabiendo que estar degustando la rebanada inmediatamente con las manos por no esperar por los cubiertos, era suficiente respuesta para el monstruo al lado suyo. El cual le estaba sonriendo mientras tomaba su propia porción para acompañarle. Sentándose a lado suyo mientras ambos contemplaban la luna desde la casa de árbol donde frecuentaban reunirse, fuera de toda mirada adulta y/o enemiga que pudiese generar una mala situación para ambos.
-Vaya, no mentías. –El monstruo sostenía su cuchara mientras no paraba de observarlo. –En verdad te gustan.
-¿Por qué habría de mentir sobre esto? –Preguntó el niño tras acabarse su bocado.
-No sé, tal vez porque mentiste sobre muchas cosas al momento de conocerte. –Pese a la acusación, no parecía disgustado con eso. –Me alegra de que por fin me tengas confianza para dejar de hacerlo.
-No te hagas ideas, Dreemurr. Por ser hijo de ella, sé que debo mantener cautela de ti. –Le comentó el niño sin siquiera pensarlo. Más le valía dejar las cosas en claro. –Y siendo hijo de él…
-... es que no quieres ser mi amigo. –El monstruo cabra terminó la oración por él, siendo evidente su desagrado por su comentario. –Si, lo entiendo. No hace falta que me lo repitas. Pero sabes… es una pena. Ya que juntos podríamos arreglar el desastre que ambos generaron.
-Phi faeto fo ifo nafa fao. –Comentó Kris con la boca llena, pero al ser evidente que no se le había entendido, tragó rápido y repitió. –Mi maestro no hizo nada malo.
-Debe ser agradable poder tener ese cariño a uno de los bandos, aun con la evidente muestra de que si hicieron cosas malas. –Continuó Dreemurr con cierta calma en su voz, siendo evidente que contuvo una risa por haberle escuchado con la boca llena. –En fin, lo único que quiero es que mis hermanitas no tengan que sufrir más por estas tonterías.
-No son tus…
-Daría lo que fuera por ellas, ya que por lo que me concierne solo a mi, son la única familia que realmente tengo. –Ahora le observaba con una seriedad extraña proveniente de él. Al menos claro, desde que lo había conocido le había parecido que siempre tenía una sonrisa consigo, pero tal vez ahora finalmente le mostraría su verdadera naturaleza. –No me importa lo que tú o muchos otros piensen al respecto. Solo hago lo que un buen hermano mayor haría.
No era la primera vez que le escuchaba decir eso, y si bien no paraba de escucharse absurdo, a su vez podía entender la necesidad de buscar armar lo que sea que podría llamarse familia con lo que se tuviera en el entorno. Su mentor había sido una figura paterna para él, si, pero también Toriel-san había sido una figura afectiva para él en ese tiempo en el que habían vivido juntos y felices. Razón más que suficiente para sentirse dolido con el hecho de que la monstruo prefiriera irse con el enemigo del maestro y que siguiera con él pese a volverse el asesino y aniquilador de la yakuza. Teniendo que ser él quien mantuviera los restos con lo que podía y sin ella que pudiera apoyarle tal y como lo había hecho con Saito-sensei.
Estaba solo, estaba aterrado, y lo único que podía hacer en circunstancias así era limpiarse las lágrimas él solo para seguir adelante. Había gente mayor que él que estaban poniéndole confianza absoluta sobre él para poder hacer algo. No iba a decepcionarlos. Siendo la razón por la cual buscar una postura neutra con el hijo del enemigo, todo con tal de poder restaurar el legado que había quedado desde las cenizas. Ya que gracias a Asriel Dreemurr, era que se había enterado de que las niñas Saito estaban vivas y que se podía hacer algo para sacarlas de las garras de su padre, tras haber sido el mismo monstruo quien le había buscado a él con esa noticia y una bandera blanca en son de no estar con intenciones agresivas entre ellos. Y debía de reconocer que en ese instante estuvo más a la defensiva que otra cosa, pero poco a poco tuvo que ceder con tal de poder recuperar la poca esperanza que tenía de tener algo de su maestro sin que se perdiera.
Ambos tenían consigo una carga pesada sobre sus hombros pese a tratarse de ser unos niños, pero no cabía duda de que estaban dispuestos en hacer algo al respecto con tal responsabilidad.
-Por lo pronto, Frisk está a salvo. –Continuó el monstruo, retomando su vista hacia la luna. Con un plato a medio acabar en sus manos y sin prestarle más atención. –Mi padre parece tenerle un cierto favoritismo que puede que la descarte de estas cosas. A quien urge sacar primero de esto es a Chara, antes de que empeore.
-¿Exactamente qué es lo que le hacen?
-No lo sé. Ella dice no recordar casi nada cuando la ponen a prueba, pero que siempre termina con las manos con sangre. Sin saber si se trata de la suya o de alguien más. –No parecía ser una conversación agradable para él. –No sé qué quiere mi padre con eso, pero si le hace daño, definitivamente no es bueno.
Kris se le quedó observando en espera de obtener más información tras eso, pero tan sólo obtuvo por varios minutos de espera un incómodo momento donde se podía sentir su frustración. Parecía que su preocupación por las niñas era genuina, pero el joven yakuza temía estar cometiendo un error en poner su total confianza en un monstruo cuyos padres le habían hecho daño y arrebatado todo, cada uno a su respectiva manera. Pero quisiera aceptarlo o no, era todo lo que tenía. Asriel Dreemurr era el único niño con quien podía hablar y que además podía entenderle de alguna manera. ¿Pero él también tendrá momentos con ganas de llorar de la frustración por no saber qué hacer?
-¿En verdad… crees que se pueda? –Soltó Kris.
-¿Qué cosa? –El monstruo se giró hacia él, extrañado con su pregunta.
-Detener la maldad de tu padre.
-Tengo la esperanza de que sea así. –Simplificó su respuesta sin darle una cuestión directa. Tal vez era lo mejor para ambos para no hacerse ilusiones. Tal vez ambos estaban coincidiendo por esta vez, que daba miedo las enormes manos de la bestia. –Mis padres tienen la idea errónea de que convivir con humanos solo es posible a través del control. Yo creo que ambos lados pueden convivir en paz con tan solo aceptar al otro. Y es por eso que… quiero detenerlo. Para crear un entorno donde no sea raro decir que mis hermanas son humanas y yo un monstruo. Un entorno en el que tú y yo podamos ser amigos sin importar nuestros orígenes.
-¿Por qué insistes tanto en querer ser mi amigo?
-Porque eres el único que puede entenderme.
Kris no pudo evitar abrir aún más sus ojos por la sorpresa de escuchar eso. Ignorando incluso el plato a medio comer que le estaba entregando. ¿Entonces él pensaba lo mismo? Tuvo que agradecer que tenía su cabello sobre sus ojos y que estaban en pleno horario nocturno para que el monstruo no se percatara de que había estado por llorar en un momento de debilidad suya.
Si quería ser su amigo, en verdad quería serlo. ¿Pero qué habría pensado su maestro en una situación así? ¿Le habría agradado que fuese amigo del hijo de su asesino? Dudaba bastante eso por múltiples razones.
-¿Y qué sería de ti si acabamos con esto? –Preguntó Kris para no tener que pensar más en eso.
-No me gusta la violencia, así que me enfocaría en poder hacer felices a mis hermanitas. –Insistió tanto en entregarle el plato, que el joven yakuza terminó aceptando. –Tal vez con un trabajo o dos para pagar la escuela de ellas que sí pueden estudiar. Tal vez después conozcan a unos especialistas y puedan casarse con ellos que les garanticen una buena vida… con hijos, casa grande y esas cosas.
Kris terminó comiendo la rebanada de pay mientras le escuchaba. Si bien no le había respondido sobre qué haría él con su propia vida, la devoción sobre darle una buena vida a las niñas hizo que terminara sonriendo antes de dar un último bocado que le supo mucho mejor que todos los demás. Tener una carga pesada sobre sus hombros a corta edad no era lo único que tenían en común. También estaba la situación sobre querer mantener a salvo el legado Saito. Y con ello, terminó aceptando en silencio poder brindar su confianza al monstruo jefe.
Pero al final, solo había sido un maldito mentiroso más en tal familia tan despreciable. Un recordatorio más de porqué no podía bajar la guardia con ningún monstruo.
Teniendo que resignarse en haber cometido un error en confiar, en ese momento que había llevado a la muerte a una de las niñas Saito sin que pudiera hacer nada para impedirlo. Teniendo que tomar decisiones precipitadas al ver que estaban llevándose lejos a la otra. Teniendo que negociar todo lo que tenía consigo con un mexicano problemático, todo con tal de que les dieran a la Saito que habían creído muerta por un tiempo. Teniendo siempre que ver por un legado malagradecido pese a estar sobre esforzándose demasiado por esas dos. Y ahora, estarse arriesgando en una zona donde le dejaron en claro que no estaba siendo bienvenido.
Sosteniendo con sumo cuidado la camisa ensangrentada que había encontrado, Kris podía concluir varias cosas respecto a las hermanas Saito y la alteración que el maldito Don Dreemurr había orquestado. Una de ellas, que ambas eran muy diferentes pese a generar problemas a su respectiva manera. Aunque tuviesen lamentablemente el mismo caso, no parecían manifestarlo de la misma proporción o detonación.
Había tenido que verlo con sus propios ojos, aun cuando aquello hubiese sido permitir que el cuerpo de la menor descendiente fuese ultrajado inmoralmente. Aun cuando se estaba arriesgando demasiado en presentarse nuevamente en territorio enemigo tras tal amenaza. No podía quedarse con la duda durante su observación a distancia, aprovechando que le había costado convencer y drogar a uno de su gente para hacerse pasar por un mercader, sin saber si realmente funcionaría en el instante o no. Notando que la chica se había percatado de su andar tan inusual y acosador antes de que la atrapara. Sabía también que Frisk no tenía conocimiento alguno para poder defenderse, pero sí tenía la misma alteración… ¿por qué? ¿Por qué no se detonó su estado salvaje? Con Chara había sido así la primera vez que había tenido que verlo con sus propios ojos, aun cuando ya era consciente de su aparentemente experimentación corriendo por sus venas. Chara había matado a su atacante y recuperado su estado normal tras un tiempo apartada, perdiendo la noción del tiempo y la memoria en todo lo que había hecho. Pero Frisk… no parecía siquiera haber un indicio de que estuviese por entrar en tal estado. ¿O acaso en ella había otro tipo de experimentación más avanzada o de menor grado? ¿O más bien era que tenía más control consigo?
En lugar de que fuese la Saito menor, había sido su amante quien le había dado un fin sangriento tras haber encontrado las bolsas tiradas frente al callejón. Quedándose el tiempo suficiente en su escondite en espera de poder contemplar algo tras eso, algo que le indicara más que sólo una sensibilidad olfativa que claramente parecía molestarle. Pero no, todo quedó en eso y tuvo que retirarse en cuanto vio que el esqueleto había traído consigo a la arácnida que no quería volver a ver en su vida. Aunque también había traído a la extraña flor que Frisk tenía consigo y de la que tenía muy poca información salvo de ser un acompañante muy particular. Si se había manifestado algo más en la joven después de ello, ya no pudo ser testigo de tal situación. Teniendo que retirarse de Snowdin antes de que dieran con él nuevamente, notando que claramente el apellido Gaster no estaría de humor para un enfrentamiento más y ni él tampoco.
En efecto, parecía que los Gaster cuidaban de Frisk de múltiples maneras, pero en experiencia suya, al final los monstruos sólo veían por sí mismos, por lo que necesitaba sacar a Frisk de esa familia antes de que la usaran para sus propios beneficios. Aunque por lo pronto, tenía que admitir que era una conveniencia más que favorable para sus propios intereses, en cuanto tuviera que mantener el secreto de la existencia de una de la otra. Un precio que de una u otra manera, le generaba un mal sabor de boca. Una razón más para matar al maldito de Asgore Dreemurr lo más pronto posible, pero aquel plan quedaba lejano en cuanto Chara no estuviese lista ni en cuanto no obtuviese la información que necesitaba para dar su siguiente paso de conquista sobre Ebott City.
Estando solo mientras daba sus pasos sobre Waterfall, tiró la camisa inservible en uno de los tambos con fuego que los vagabundos dejaban en los callejones con tal de obtener calor en las noches húmedas que frecuentaba el lugar. Aunque nadie se lo pidiera y los Gaster no se lo agradecerían en lo absoluto, colaboraría en disminuir una situación desfavorable a la hija menor de su maestro. Si después de todo, había tenido que hacerle pasar un mal rato con tal de poder comprobar algo y fallado rotundamente en el proceso.
Aun así, necesitaba saber a qué se estaba enfrentando en cuanto a su proceso. De lo contrario, no tendría sentido que una fuerza mayor la hubiese atraído a la ciudad donde estaría en constante peligro. Toriel-san lo había permitido, aún con todo su ruego sobre tenerla consigo y riesgo de que la matase por romper su trato con él. ¿Realmente qué había cambiado para dejar de mantener todas las barreras y cuidados? ¿Qué es lo que se estaba esperando de ella? Esas preguntas solo eran una razón más para tenerla al margen, lejos de la yakuza y de Chara en caso de ser algo que pudiera perjudicarlos a corto plazo.
Si fuera tan sencillo como presentarse a la mansión donde la bestia se encontraba, ya lo habría hecho desde antes. Pero no sólo contaba con múltiples barreras que impedían el acceso a él, sino que debía de reconocer que el monstruo era demasiado astuto y letal al momento de combatir. Razón para requerir una estrategia para debilitarlo antes, razón para reunir a toda la gente posible a nombre de la yakuza.
Razón para necesitar que Chara estuviese lista para afrontarlo, ya que en cuanto estuviesen ambos frente a él, sólo ella tendría oportunidades de sobrevivir mientras él se encargaría de cubrirla con todas sus posibilidades. Pero primero, necesitaba saber lo que pretendía hacer el gobierno con el puerto de Waterfall, ya que aquello podría darle una gran ventaja o una ruina total a sus planes. Los rumores al respecto no eran nada buenos, y cada vez que intentaban averiguar algo, los malditos de los Blook siempre se interponían.
Llegando al Pozo de los Deseos, se encaminó inmediatamente a la habitación que terminaba pidiendo que vigilaran por el propio bien de la chica que yacía ahí. Ordenando ahora que ambos guardias se retiraran para que le dejaran a solas con ella, pero limitándose a simplemente tocar su puerta con educación.
-¿Chara? –Llamó en cuanto no tuvo respuesta.
-¿Kris? Es demasiado temprano. –Reprochó la chica con voz adormilada al otro lado de la puerta. Así que esperó pacientemente a que abriera la puerta, esperando que estuviese al menos presentable para verla, aunque siendo predecible que no sería así en cuanto la vio en pijama. –Hay quienes sí disfrutamos del descanso, ¿sabes?
-Arréglate un poco. Desayunemos juntos esta vez.
-¿Ah? ¿Y ahora qué te picó?
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Pese al agotamiento que tenía consigo, Sans no había dormido ante el temor de que todo se tratase de un extraño y a su vez magnífico sueño. Uno en el que por más que alguien le hubiese dicho que fuera posible y en tal orden del día alocado, no lo habría creído posible jamás.
Frisk es su novia. Frisk es su novia. Frisk es su novia. ¡Frisk es su novia!
Mirando hacia el techo con sus manos recargando su cráneo, pensó durante horas sobre qué enfoque darle realmente al paso que daba en su vida. ¿Debería de alegrarse por lo que tenía ahora, o preocuparse de cómo se habían dado las cosas para ese punto? En la oscuridad de su cuarto podía imaginar el rostro de su bonita, sonriéndole por atreverse a seguir adelante con lo que claramente ambos querían. Pero también, podía ver la expresión de horror que había tenido ante él tras haber masacrado a su atacante ante ella. Había podido apreciar ambas expresiones tan sólo por una noche, pero el final había sido una sonrisa que le había motivado lo suficiente para querer seguir adelante. Con tal de poder hacer que todos los cierres de día tengan ese mismo punto y aparte curvado sin importar qué tan difícil sea la batalla por afrontar.
Pero al igual que muchas cosas de su vida, tampoco podría asegurarlo por más que quisiera. ¿En verdad había sido una buena idea volverse pareja tras eso? Las relaciones interespecie eran un tabú de lo más juzgado socialmente, sin contar el hecho de que no tenían futuro por términos legales y aparentemente biológicos. Y sobre todo, él era un criminal buscado cuya lucha diaria estaba en poder sobrevivir un día más. ¿Qué tipo de novio será para ella con todo eso? ¿Qué calidad de vida le brindaría estando a su lado?
Terminó levantándose de su cama sin necesidad de la alarma. No podía evitarlo, estaba más nervioso que emocionado con el paso que había decidido tomar.
Todo soñoliento, se teletransportó fuera de su recámara para darse una ducha. Recordando que debió de hacerlo desde hace horas y que lo había olvidado por completo por estar pensando en su nuevo presente. Tras ver que su familia también valoraba a Frisk, y saber que sus sentimientos eran correspondidos, no había evitado tener el impulso de mandar todo al carajo y aprovechar la felicidad que se le estaba otorgando. Queriendo disfrutar del momento y oportunidad que muy probablemente no se le presentaría más… como si el universo finalmente se decidiera en ponerle algo bueno en su vida por lo qué considerar que valía la pena permanecer vivo. Pero al llegar a su casa tras dejar que Frisk regresara a su habitación, todas las dudas y temores llegaron de golpe al comprender lo que acababa de hacer.
Frisk le había aceptado tal y como era. Viendo lo despiadado que podía hacer. Y aun así, quiso estar a su lado de manera formal, dándole una respuesta sin una pizca de duda en su decisión. Aunque estuviera dejando que el agua fría de la regadera cayera sobre su cráneo, podía sentir lo acalorado que estaba con tan sólo pensar en ella. En verdad que todavía le costaba trabajo hacerse la idea de que realmente estaba pasando. Tras el tiempo que le había observado al otro lado de la calle, siendo considerado como un acosador por eso, finalmente era novio de la bonita florista de carácter frío e indomable que no temía a nada.
-¡SANS! YA LLEVAS MÁS DE MEDIA HORA AHÍ. –Escuchó la voz inconfundible de su hermano al otro lado de la puerta. –TE ESTAMOS ESPERANDO PARA DESAYUNAR.
Sans apenas y pudo responder para que le dejara en paz. Teniendo que arreglarse pronto antes de que lo volvieran a buscar pese a desear poder regresar a su habitación para dormir tan siquiera un poco, aun cuando no se lo permitirían ahora que finalmente estaban organizándose tras poner sus propios asuntos e intereses sobre la mesa.
-Te presentas tarde, Sans. –Comentó el viejo en cuanto le vio llegar al comedor.
-... días. –Comentó tras un bostezo. Acercándose con paso lento ante el cansancio, pero sin borrar su sonrisa. –¿Qué tenemos para hoy?
-Daré la nueva organización estratégica que tendremos de ahora en adelante.
-Hablaba de la comida, pero bueno.
-Tras lo que ocurrió el día de ayer, no me cabe duda de que aún hay quienes creen que pueden desafiarnos. –Continuó el viejo mientras levantaba su taza y dejaba que Muffet colocara su plato de desayuno finalmente. En efecto, parecía que le habían esperado para ingerir cualquier alimento. Vaya que las cosas estaban cambiando. –Así que ampliaremos nuestros puntos de vigilancia ahora que Sans regresará a sus actividades y tenemos un nuevo miembro.
-¿Así que ya me sacarás de tu aparente castigo? –Sans no pudo evitar burlarse de eso. Sabiendo que todos coincidirían con él en que quitarle trabajo y aun así mantenerlo no era precisamente algo por lo cual sentirse torturado.
-ME ALEGRA VER QUE ESTÁS DE BUEN HUMOR PESE A LO SUCEDIDO. –Comentó Papyrus tras llegar con su plato servido por él mismo. Sentándose a lado suyo y luego girándose de vuelta hacia el jefe tras comprender algo. –¿MIEMBRO? ¿ALGUIEN ADEMÁS DE FRISK?
-¡¿Están considerando a mi novia como miembro?! –Exclamó Sans ante la sorpresa y preocupación.
-¿NOVIA?/¿Novia? –Preguntaron al unísono tanto Papyrus que ahora se había girado hacia él y Muffet, quien apenas había colocado su plato servido ante él.
-¡Déjenme terminar todos! –Exclamó el viejo con enfado.
Sans terminó encogiéndose en su asiento pensando seriamente en si era mejor que se retirara de nuevo ante demasiadas emociones que aún no sabía cómo procesar, a su vez de su metida de hueso de darles la noticia de esa manera tan casual ante algo que parecía ser importante por hablar. Considerando el semblante del viejo que le observó con las cuencas oscuras por un breve momento, muy seguramente desacreditándolo por su acción tan precipitada de anoche. Pues bien, lo hecho, hecho estaba. Y por más nervioso que estuviera, sería el idiota más grande del mundo si ahora se arrepentía.
Pese a que finalmente todos se habían quedado callados tras su reclamo, el esqueleto mayor de todos no continuó hasta que Muffet terminara de servir los platos y se sentara con ellos. Siendo evidente que aquella consideración hiciera que la monstruo se ruborizarse mientras no dejaba de contemplarlo de una manera incómoda para el resto de los presentes. En verdad que era impresionante la tolerancia del jefe ante tal acoso, pero aún más que fuese prudente en no exponerla o correrla por tal atrevimiento. Y ahora que lo pensaba, había logrado hablar de la incomodidad que él había tenido, su hermano y el viejo… mas no tenían ni idea de qué se haría con respecto a ella. Aquella acogida que si bien era bastante útil para la familia, no quitaba el hecho de ser una molestia andante con sus insistencias.
Aunque, sí debía de reconocerlo un poco, anoche había sido realmente comprensiva en todo. Ni siquiera tuvo el afán de burlarse por él o reclamarle después por hacerle atender sus propios asuntos, sino todo lo contrario, callándose y acudiendo de inmediato para hacer algo al respecto al ser la única mujer con la cual acudir para tal revisión y cuidado. Aun cuando también estuviese molesto con ella por haber sido tal situación en una zona que debió de estar vigilando. Tal vez siendo la razón por la cual no había protestado tras ser su manera de estar a mano.
-Como les decía… No, no es por la florista. Tenemos un sujeto más que servirá a nuestra familia. –Finalmente habló el jefe tras ver que todos estaban atentos. –Al igual que el resto, no tiene ni idea de su identidad, pero sí sobre nosotros. Sólo que esta vez se trata de alguien del género femenino.
-¿UN SEGUIDOR GRIS MÁS? –Comprendió Papyrus antes que el resto.
-¿De dónde salen esos sujetos?
-No lo sé, pero el resto siente que la conocen, mas no saben de dónde o porqué. Solo que la consideran parte de ellos y viceversa. –El jefe contempló su taza a medio subir, la cual seguramente estaba por acabarse. –Presenta un caso de memoria primaria que podría ser contraproducente, pero no correré riesgos en dejar a la intemperie a alguien que pueda saber cosas sobre nosotros sin siquiera saber cómo o por cuánto tiempo. Así que ella sólo se encargará de trabajos menores.
-¿Pero qué tal si es una trampa? –Cuestionó Muffet. –El resto son hombres, pero si estás diciendo que ahora es una mujer cuando antes no aceptabas a nadie así para el negocio…
-Uno de ellos me dijo que lo único que logra recordar es una luz verde. –Mencionó Sans tras recordarlo, ahogándose las ganas de burlarse de la arácnida con su comentario. –Pero es todo lo que me pudo decir.
-¿Qué? –Ahora sí el viejo bajó su taza. –Cuando yo les pregunté en su momento, no tenían ningún recuerdo.
-¿SERÁ QUE APENAS ESTÁN LOGRANDO RECONSTRUIR SU MEMORIA TRAS TANTO TIEMPO?
-La memoria es un campo de investigación muy amplio del que aún no hay nada preciso de cómo se dé. Pero es una posibilidad. –Se quedó meditando el jefe, como si quisiera encontrar una mejor respuesta que eso y siendo evidente que había fracasado en eso. –Una luz verde… podría ser una cuestión de magia la razón por la cual no recuerden nada, pero el color mencionado no coincide para algo así.
Para Sans no era un tema de suma importancia, optando mejor por comenzar a desayunar y deseando que le dejaran solo en cualquier momento para poder irse a dormir aunque sea unos minutos.
-Pasando a otro tema, ya que fuiste tan impulsivo de iniciar su relación sin esperar un mejor momento… –El viejo parecía molesto ahora que le dirigía la mirada únicamente a él mientras hablaba, pero también parecía incómodo y nervioso. Bien, al menos él no era el único que se sentía así con el paso que había dado. –Es una razón más para tener a la florista lo más cerca posible para evitar percances como el de anoche. En este momento están ayudándola con sus cosas para cambiar de domicilio hoy mismo.
-¿Estás diciendo que vivirá con nosotros? –Cuestionó Sans con algo de sorpresa.
-No, no los quiero juntos bajo mi techo donde se pondrán a hacer cosas inmorales. –Sans soltó una carcajada tras su comentario, evidentemente enojándolo más. ¿Si se daba cuenta que aquello "inmoral" que mencionaba, podría hacerse sin su permiso y cuando menos se lo esperara? –Vivirá con los seguidores, ahora qué hay una mujer ahí ahora. Ellos se encargarán de vigilar y protegerla por turnos. Mientras que tú, Sans, nuevamente te encargarás de vigilar la zona centro por las mañanas mientras yo la sigo preparando para negociar con la yakuza.
-Espera. Ahora que es mi novia, ¿tú serás quien conviva con ella?
-La estoy capacitando para que su lengua no sea un problema para nuestra familia, Sans. –Le recordó con un deje de molestia. –Al menos deberías de agradecerme la consideración.
-FRISK PASÓ POR UN MOMENTO TRAUMÁTICO, ¿Y ACTO SEGUIDO COMIENZAN A FORMALIZAR SU RELACIÓN? –Su hermano nuevamente se giró hacia él, con el mismo semblante del viejo que dejaban en claro lo mucho que se parecían físicamente. –¿QUÉ NO PUDIERON PENSAR EN UN MEJOR ESCENARIO PARA ESO?
-Creo que simplemente no pensamos en un escenario y ya. –Aceptó Sans con una sonrisa.
-¡PFFFFF! ESE ES EL PROBLEMA DE USTEDES DOS. ¡NO PIENSAN!
Sans solo se encogió de hombros no queriendo aparentar preocupación al respecto, aun cuando se tratase de una mentira que aparentemente el viejo no tragaba por la forma en que le estaba observando. Más no dijo nada más con ello, cumpliendo con su palabra de que aceptaría a Frisk en la forma en la que él deseara integrarla.
A Frisk no le interesaba nada que tuviera que ver con la mafia o el rubro criminal ante una ética y moralidad firme, pero… escucharla anoche decaída y con inseguridad sobre querer comprenderle respecto a tener o no opciones para la justificación de algunos actos… le preocupaba. Ella no era así, ¿acaso ya se lo había cuestionado desde antes? ¿Acaso por eso… había aceptado estar con él? Fue así como recordó las palabras que en más de una ocasión le repitió sobre estar con él. "Asumo las consecuencias". ¡¿Acaso estaba dispuesta a ceder su propia moralidad con tal de estar con él?! No, no, no, no. Lo estaba sobre pensando demasiado únicamente. No podía ser eso, no podía permitir que fuese así las cosas entre ellos. No podía permitir que su sola presencia junto a ella fuese la razón por la cual acabar con la cosa buena que había llegado a su vida.
Aunque finalmente lo dejaran solo tras acabar el desayuno, Sans supo que no podría dormir aunque su cuerpo se lo pidiera. Necesitaba en ese preciso instante pensar en cómo ser un buen novio para la florista a la que no quería que perdiese su esencia. O de lo contrario no podría perdonárselo jamás.
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Kris andaba actuando muy extraño últimamente, pero despertarla temprano únicamente por querer desayunar con ella la alertaba más que todos sus aparentes arrebatos ante algo que le molestaba. Estando ahora sentados en la manera tradicional japonesa que le desagradaba a ella por ser tan incómodo para su gusto, pero teniendo que reconocer que todo olía delicioso en cuanto les trajeron la comida recién preparada.
-¿Y vas a decirme algo o sólo me quisiste de dama de compañía? –Soltó Chara en cuanto comenzó a servirse, no queriendo posponer eso más tiempo ante el malestar que tenía consigo de haberle despertado tan de madrugada para ella. –Aquí hay muchas mujeres que lo habrían hecho con más gusto que yo, ¿sabes?
-¿No puedes esperar siquiera al postre?
-¿Tendré postre? –Preguntó Chara ahora sí con gusto. –Enamorarte te ha ablandado.
-Ya te dije que no es nada de eso. –Respondió con su característica amargura. La chica sólo rió con eso, al menos molestarlo hacía que valiera la pena madrugar. –Chara, quiero que me cuentes cómo te sentiste la primera vez que perdiste el control de tu alteración.
-¿Y ahora por qué te dio el interés? –Preguntó sin verle directamente.
-Solo responde.
Chara metió el primer bocado a su boca, dándole la excusa de verle directamente sin verse obligada en el instante en darle una respuesta. Definitivamente su jefe había estado actuando de manera inusual desde hace poco tiempo, pero ahora podía notar un cierto patrón del que no se había percatado antes hasta ahora que contemplaba lo que les habían servido.
Pescado, exceso de condimentos… La otra vez teniendo una loción consigo… Últimamente Kris llevaba ocultando su olor siempre que estuviese cerca de ella. Si no fuera porque lo conocía lo suficiente, diría que finalmente tendría consideración en no hacerle pasar un mal momento ante su sensibilidad olfativa, pero no era el caso. Algo quería ocultarle para que estuviese tomando medidas extras y con la mayor discreción posible para que ella ni siquiera sospechara de él. Pero para lástima suya, nada se le podía escapar en esa clase de cosas.
Terminó pasando la comida antes de decidir contestarle con una sonrisa indiferente. Sea lo que sea que pretendía ocultarle, tenía que ver con ella para esa clase de prevenciones.
-No puedo recordar muchas cosas cuando entro en ese estado, ya te lo había dicho. –Aclaró mientras se servía más comida en su plato. Pretendiendo ser de un apetito feroz para mantener su mentira y alimentar a la mocosa que no paraba de visitarla. –Pero la primera vez fue porque ese maldito reptil tuerto me dejó con lobos hambrientos que trataron de comerme. Cuando reaccioné, solo yo estaba viva y con mucha sangre en mis manos y cara.
-¿Y luego?
-Los demás casos fueron similares, ¿qué quieres que te diga aparte de eso? –Chara se metió un bocado más a su boca, teniendo ahora un sabor amargo que tuvo que contenerse para que el jefe no notara que era un recuerdo desagradable para ella. –Si tanto te preocupa sólo por esa vez que me dejé llevar…
-¿Cómo te sentiste con eso?
-¿Además de aterrada? –Quiso maldecir en el momento, pero tuvo que contenerse. –Solo era una niña que no tenía ni idea de lo que pasaba, Kris. Lamento no darte una conversación interesante, pero es todo lo que puedo darte a la situación.
-Tu padre solía decir que para ocultar una carta, se necesitaba mostrar muchas otras a la vista para despistar. –Mencionó el oyabun con demasiada calma. Apenas y tomando su té pese a la vasta comida que tenían ante ellos. –Sé que ya me habías dado información de tu caso y hemos trabajado con eso para que puedas controlarlo, pero ahora necesito encontrar la carta oculta en esto, Chara.
-¿A qué te refieres?
-A que creo que está la posibilidad de que puedas controlar tu estado salvaje y tu consciencia al mismo tiempo.
-¿Qué? –Soltó los palillos, dejando que cayeran sobre el bowl que aún sostenía. –¿No crees que si se pudiera, ya lo habría intentado?
-Nunca intentas lo suficiente.
Chara rodó los ojos, aun cuando la majadería claramente no le gustaría al jefe. Era su culpa por haberle hecho despertar y desayunar tan temprano a lo que frecuentaba. Permanecieron en silencio el resto de la comida, lo cual le ayudaba a enfocarse con su olfato sin verse sospechosa en cuanto se le viera degustar la comida con algo de ruido innecesario. Necesitaba descubrir qué era lo que Kris le quería ocultar nuevamente, pero tanto condimento lo estaba ocultando lo suficiente para que aquello que tuviese consigo, fuese tan sutil que no lo pudiera percibir ella. Aunque tal vez sólo estaba de paranoica y estaba sobre esforzándose en algo que simplemente no existía.
Y en cuanto llegó el momento del postre, con cierta satisfacción percibió que era algo con chocolate, aunque también la puso alerta en cuanto colocaron el pudín frente a ella. ¿Por qué la estaba consintiendo ahora? Aunque supiera que le gustaba el chocolate, se lo restringía por el simple hecho de considerar que todo placer era un simple distractor de su entrenamiento. Definitivamente le pasaba algo raro a su jefe y no lograba comprenderlo.
-Tengo un regalo para ti.
-¿Ah? –Chara ni siquiera se quitó la cuchara de la boca al escuchar eso. Enserio, ¿qué demonios le pasaba? Ya comenzaba a asustarla un poco. –Vas a matarme, ¿cierto?
El greñudo que tenía por jefe no contestó su pregunta entre broma y enserio, dejando que se quedara con la duda hasta que un miembro de la yakuza le trajera una caja de madera que pidió que se la entregaran a ella. Parecía que el señor que cargaba tal cosa no estaba anímicamente de acuerdo con que se la dieran, pero tampoco estaba para cuestionar las órdenes del jefe. Así que con curiosidad abrió la caja para descubrir que se trataba de una especie de antifaz de madera pintado a mano, la cual por la educación que Kris le dio en su momento sobre la cultura japonesa, pudo reconocer que era originaria de ese país, teniendo la forma de un zorro blanco con detalles rojos y dorados.
-Esta máscara le perteneció a tu madre. –Chara dejó de contemplar el objeto para ahora observar a su jefe. –Debo decir que te pareces mucho. Físicamente hablando, al menos.
-Creí que su rostro también había permanecido oculto. O al menos en su mayoría. –Comentó en cuanto vio que sólo cubría la parte de los ojos. Levantándola para contemplarla mejor. Pese a ser de madera, se sentía ligera. –Supongo que conociste su rostro cuando la mataron y la enterraste.
-Fue un accidente conocer su rostro. Tenía todas las intenciones de enterrarla con esto, pero… –Se detuvo en su explicación, que si bien era difícil saber si tenía una expresión con todo ese cabello encima, parecía que era algo que le molestaba recordar. –Terminé guardando la máscara al igual que la daga. Y en cuanto supe que estabas viva, no dudé ningún instante en que te las entregaría a ti. La primogénita.
-Pues gracias por regalarme cosas que arrebataste a cadáveres. –Soltó con tal de acabar con esa breve tensión, aun cuando su comentario claramente no se tomaría a bien para cualquiera que estuviese escuchando en la habitación. –Pero aun no me has dicho qué intenciones tienes esta vez. Tú no eres detallista ni sentimentalista, Kris. ¿Qué vas a pedirme ahora?
-Que uses esa máscara para la misión que tengo para ti. –Escuchar eso le hizo olvidar por completo su objetivo olfativo. –Tú y yo saldremos de cacería a Hotland.
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Por las vías del tren era muy tranquilo cuando nadie pasaba por ahí, lo cual venía siendo a ciertas horas particulares que hacían del lugar más que perfecto para practicar magia fuera de la mirada acusadora de varios humanos envidiosos de su talento. Razón por la cual Papyrus había decidido ese lugar en particular para estar practicando su nueva habilidad desbloqueada. Y si bien había hecho que Frisk le acompañara y le hiciera sus observaciones en su momento, esta ocasión era muy diferente.
-Concéntrate, Papyrus. –Mencionó su jefe una vez más.
-ESO HAGO. –Protestó con voz agitada.
-Pues concéntrate más, que eso no es suficiente.
El esqueleto menor de la familia no dijo nada más, reincorporándose nuevamente para el intento número quince del día. Maldiciendo en su mente ante el agotamiento energético que estaba teniendo y que aun así no parecía serle suficiente esfuerzo a su instructor.
En la cena que finalmente habían tenido como familia, habían acordado variedad de cosas en el bienestar de la mayoría, y uno de ellos, había sido que lo entrenaran apropiadamente en la teletransportación ahora que estaba teniendo tal habilidad consigo. El mismo jefe había sido quien había decidido hacerlo, no siéndole precisamente grato tener que pasar tiempo con él de esa manera, pero tampoco queriendo protestar al respecto con el afán de no perder la oportunidad. Y si bien debía de ser también una oportunidad para demostrarle lo bueno que era y que había descuidado por tanto tiempo, sus torpezas recientes indicaban ahora todo lo contrario ante un breve nerviosismo que no admitiría en voz alta.
Había olvidado lo que era recibir un entrenamiento de su parte. Y francamente no los había extrañado en absoluto. El jefe tendía a ponerlos al límite siempre cuando se trataba de entrenarlos para que fuesen los más fuertes y agilidosos posibles, pero esta vez al menos, sólo estaba siendo muy prepotente con él y ya. Era una extraña mejora de la que no estaba seguro de si la apreciaba o no.
A los pocos minutos observaron que uno de los autos del jefe se acercaba hacia ellos. Sabiendo que estaba siendo manejado por el felino gris de rostro algo indefinido que se suponía que debía de ir con Frisk y sus cosas, lo cual daba a entender con su presencia que la situación no se había dado como el jefe había planeado. Y ver la mueca que ya estaba haciendo antes de que el felino se bajase del vehículo era prueba de eso.
-Señor, la flor parlante no nos permitió acercarnos a ella en cuanto se rehusó a tomar su ayuda. –Mencionó el gato sin necesidad de saludar primero. –No pudimos hacer nada más tras varios intentos.
-Esa florista… –Gruñó el esqueleto mayor mientras se acercaba a él, sabiendo que no dejaría pasar ningún segundo más para encargarse personalmente de la situación. –Vamos Papyrus.
El mencionado creyó que inmediatamente se teletransportarían al sentir que le había tomado del hombro, pero con sorpresa se percató que de manera silenciosa, le estaba pidiendo que fuese él quien guiara esta vez el traslado. Y por la emoción y los nervios ante tal confianza en el mismo entrenamiento, había dirigido a ambos en la teletransportación hacia el lugar que sabía que debían de dirigirse, mas no en una altura apropiada. A lo cual terminaron suspendidos un metro y medio más de donde estaba el suelo y teniendo que caer en el instante al no haber nada que los sujetara a la mano.
-Trata de pensar más en superficies, Papyrus. –Comentó el jefe mientras sujetaba sus rodillas.
-SI, ENTIENDO. –Terminó admitiendo el regaño.
Aunque no le agradara tener que ingresar a La Madriguera ante tantos malos recuerdos, no era la primera vez que había recurrido a ese lugar con tal de desviar la atención del jefe y sus rígidas reglas. Siendo que una de esas ocasiones había sido particularmente para ocultar a la humana de interés de Sans. Y estar justamente ahora con él, buscando precisamente a la misma humana para sacarla de ahí, era verdaderamente extraño. Vaya que habían cambiado algunas cosas en poco tiempo.
-Te dije que era su decisión. –Comentó la señora coneja en cuanto les abrió la puerta y observó a ambos con una sonrisa burlona.
-¿Dónde está? –Preguntó el jefe sin siquiera saludar. Si después de todo, la coneja había tenido la misma descortesía con él.
-Arreglando el escenario para la boda. Hoy no habrá show esta noche porque es el ensayo antes del gran evento.
-La estás explotando.
-¡Ella no quiso ayuda de nadie! Quiso estar sola. –La señora bajó sus orejas. –No ha permitido que nos acerquemos, sabiendo lo que le preguntaremos.
El jefe no quiso escuchar más, desapareciendo del lugar en menos de un segundo y llevándoselo consigo sin siquiera avisarle hacia el punto donde estaba oculto el cabaret. Teniendo que reaccionar rápido ante unas lianas que estuvieron por golpearlos en cuanto se notó su presencia en el lugar. Y vaya que la flor había sido rápida en reaccionar ante el mínimo movimiento, aunque tal vez ya se había esperado su presencia y simplemente había estado alerta con anticipación.
Era extraño observar el diferente acomodo que habían dado al lugar que siempre lo destinaban a placeres visuales y auditivos. Estando las mesas guardadas y las sillas acomodadas en hileras divididas para dejar al centro el pasillo donde saldrían los aparentes novios que no tenía ni idea de quiénes se quisieran casar en semejante lugar pecador. Contemplando que en algunas esquinas había flores ya acomodadas y amarradas de una manera estratégica para que lucieran los aparentes ramos, pero viendo por el aparente orden, que todavía faltaban bastantes por acomodar en cada punto. Siendo la humana de ojos alargados quien se estaba encargando por su propia cuenta en la distancia, sin siquiera percatarse de ninguna visita ante su profunda concentración en las flores que no eran parlantes.
-Ella ya dijo que no. No sean insistentes. –Gruñó la flor que sí hablaba.
-NO VINIMOS A DAR PELEA. –Aclaró Papyrus mientras observaba sus lianas que movía peligrosamente.
-No me importa eso. No podré hacerle nada a su estúpido… aggghhh... –Ni siquiera quiso mencionar la palabra al ser algo que evidentemente le irritaba y no estaba de acuerdo. Y por la "calma" que presentaba, la florista debió contarle la noticia recién iniciando el día. –… porque Frisk me lo pidió, pero no dijo nada de ustedes dos, así que más les vale irse al infierno de donde vinieron.
-SOLO QUEREMOS QUE ESTÉ EN UN LUGAR MÁS CÓMODO Y AGRADABLE. –Aclaró con tal de no alterar más la situación. Aun cuando no fuese precisamente grato tener que negociar con una planta. –¿NO QUIERES ESO TAMBIÉN?
-Por supuesto que eso quiero. He querido sacarla de este maldito barrio desde antes que todos ustedes se volvieran una verdadera molestia. –Sus lianas comenzaron a mostrar unas rojas que claramente no eran una buena señal. –¿Pero qué creen? Ustedes son los culpables de que no tengamos maneras óptimas para hacerlo, ustedes son los culpables de que no tengamos nuestro verdadero hogar porque lo explotaron y ustedes son los malditos culpables de cada cosa que le ha pasado y que le ha hecho pasar un mal rato. ¿Un lugar cómodo y agradable, dicen? Pues eso es lejos de sus malditos problemas que traen consigo.
-Escucha, planta, nosotros…
-No, escuchen ustedes. ¿Tienen idea de cuánto tiempo ha pasado desde que podía hacer eso? –Con una de sus lianas, señaló a la chica que no paraba de hacer los arreglos florales que aparentemente iría en cada pilar y esquina. –Ella pasó por un momento traumático y ya ni siquiera se está permitiendo poder disfrutar de lo que le gusta. Y aun cuando la razón sea para distraerse y no pensar más en eso, al menos deberían dejarle esto.
El jefe no parecía estar del todo de acuerdo, pero Papyrus se concentró en observar a la humana, en recordar cómo había sido que la habían conocido y que en efecto, siempre parecía que lo único que disfrutaba al grado de poder sacarle una sonrisa, era precisamente tratar con flores, pero esta vez no parecía ser el caso, contemplándola lo suficientemente calmada tras lo ocurrido la noche anterior. Una parte de él también quería pensar que el motivo era por el paso que había dado con su hermano, pero con lo que sabía de la florista, muy probablemente estaba poniendo a un lado el tema con tal de relajarse de lo que pudiera ser algo complicado para ella. Podía recordar cómo había reaccionado la vez que Sans se había hecho cargo del sujeto que se había atrevido a golpearla, por lo que debió de ser muy similar la situación.
Tal vez la humana que aun no notaba la presencia de ambos esqueletos por estar concentrada, debía de estar en una especie de negación ahora mismo. Sin ser realmente consciente de que su actitud no era precisamente sana debido a que lo único que conocía era la forma de llevar a cabo las cosas lo mayor pacíficas posibles, incluso con ella misma.
Sin pensarlo más, decidió agacharse con tal de estar a la altura de la maceta. Ignorando la mirada interrogatoria de la planta que aún tenía sus lianas a modo de barrera.
-AHORA TE LLAMAS FLOWEY, ¿CIERTO? –La flor no dio respuesta, pero al menos su silencio era señal de estar esperando algo más y no apartarlo. –ESCUCHA, ENTENDEMOS QUE NOSOTROS NO TENEMOS UN BUEN HISTORIAL CONTIGO… NI TAMPOCO CON ELLA, PERO ESTAMOS SIENDO SINCEROS EN QUE QUEREMOS ALGO BUENO PARA ELLA AHORA. ALEJARLA DE POSIBLES PELIGROS QUE PUEDAN PRESENTARSE EN OTRO MOMENTO, PERO NO ALEJARLA DE TI.
-No traten de ser condescendientes conmigo, que solo muestran lo patéticos que son.
Papyrus sonrió al notar que su plan de distracción había funcionado y que el jefe había comprendido en el instante. Notando la rapidez con la que se había teletransportado hacia el otro lado para acercarse a la humana que finalmente notó su presencia al estar ante ella. Pero en lugar de llevársela consigo de una buena vez, se puso a observar la decoración que claramente faltaba mucho por terminar.
-¿Don Gaster? –La chica se extrañó aún más de verlo sentarse en el lugar, y francamente, también él. –Lo siento, en este momento no puedo atenderlo. Tengo mucho que…
-¿Cómo se llaman estas flores?
-¿Eh? Ah, pues… son claveles.
-¿Por qué estas flores para una boda?
-No pude conseguir muchas semillas para hacer mucha variedad. –Contestó mientras apartaba la mirada nuevamente del esqueleto, concentrándose nuevamente en amarrar el puñado de flores que tenía consigo junto con lo que parecían hojas largas y algo raro como ramas. –Y los novios no tienen flores favoritas, ni color favorito, ni algún dato que pudiera ayudarme en decidir algo apropiado y exclusivo para ellos… Así que serán claveles. Después de todo, tienen un buen significado para una boda, creo yo.
-¿Cuál es su significado?
Tanto Papyrus como Flowey miraban la escena extrañados, pero al menos al esqueleto menor de todos le costó un poco menos comprender (con cierto asombro para ser sinceros), que el jefe trataba de ayudarla en distraerla de lo que sea que pudiera estar atravesando por su mente, aun cuando tal vez terminaría atrasándola aún más con una actividad que muy probablemente no le pagarían. Sans no le creería jamás si le contara que el jefe estaba mostrando una especie de afecto a su manera, aun con su mirada fría y tono que cualquiera podría interpretar como un breve enfado que no estaba a lugar. Pero realmente estaba contemplando por su propia cuenta que quería distraerla no para llevársela consigo a la fuerza, sino para que dejara de pensar algo que parecía ser evidente si no lograba sonreír a las flores que tanto apreciaba.
Y parecía que Flowey también lo había notado, bajando sus lianas y su defensa al ver que no sería necesaria, aun cuando claramente le irritaba ese hecho del que ya no tenía control ya. Fue así como Papyrus decidió acompañarles en tal aparente actividad, sentándose igualmente en una de las sillas destinadas para invitados y saludando a la chica que no parecía mostrar ninguna expresión con su llegada. Tal vez porque ya había notado su presencia en cuanto el jefe había aparecido ante ella sin tacto alguno.
-¿CÓMO CONSEGUISTE TANTAS FLORES EN TAN POCO TIEMPO? –Le preguntó en cuanto se acomodó.
-Gracias a Flowey, solo necesité de semillas y él aceleró su crecimiento.
-YA VEO. ¿Y NECESITAS MÁS QUE ESTÁS?
-Me gustaría, pero no creo tener tiempo para…
-¿Dónde las conseguimos? –Se adelantó el jefe.
-¿Ah? –La chica nuevamente detuvo sus manos ante la sorpresa. Mostrando finalmente una emoción al menos. –No estoy entendiendo qué ocurre con ustedes.
-ESTAMOS AQUÍ PARA AYUDARTE, FRISK. –Tuvo que aclarar Papyrus con una sonrisa, sabiendo que la voz y expresión frívola del jefe no ayudaban a dar ese mensaje. –¿QUÉ NECESITAS Y DÓNDE PODEMOS CONSEGUIRLO?
-Pues… si pudieran conseguirme unas cosas de pantano lo podría agradecer, pero no creo que quieran manchar su elegante ropa tan temprano. –Visiblemente se pudo percibir que sus manos al estar quietas de toda actividad, ahora estaban temblando con un agarre que estaba más de la cuenta. –¿Ustedes siempre usan ropa negra para que la sangre no se…?
-¿Qué es lo que necesitas del pantano? –El jefe alzó un poco su voz para callar su pregunta que claramente indicaba que seguía pensando en el suceso. –¿O pensaste en algo más que claveles?
-Me habría gustado conseguir también rosas, pero no sé de dónde las consiga Sans cuando me las regala casi todas las mañanas. Debí preguntarle.
-SUPONGO QUE ESTABAN TAN ACARAMELADOS ANOCHE COMO PARA TENER EN MENTE OTRAS COSAS. –Soltó con afán de burlarse, pero rápidamente se dio cuenta de que había sido un error en cuanto vio que la chica le prestaba demasiada atención. Incluso la flor se había acercado extendiendo sus lianas para llegar a ella y para estar a su lado de manera posesiva. –OH, HUESOS.
-¿Están aquí porque estaban preocupados por Sans? –Intuyó la florista alzando una ceja. Papyrus apenas se estaba percatando que esa sutil seña la hacía más de la cuenta. –¿Él está bien? ¿Acaso…?
-ESTÁ TAN BOBO COMO SIEMPRE DESDE QUE TE CONOCE. –Alzó su mano para detenerla en sus preguntas, sonriéndole con toda paciencia posible dado que le tocaría tomar ese rol en el momento. Además, había sido culpa suya que se tocara el tema. –NI SIQUIERA SE ESPERÓ EN DARNOS LA NOTICIA APROPIADAMENTE DE LO EMOCIONADO QUE ESTÁ, ASÍ QUE DESCUIDA.
-¿Entonces vinieron a preguntarme sobre mi propia postura? –La chica definitivamente ya no estaba haciendo nada con sus arreglos florales. Maldita sea, en verdad había metido el hueso donde no. –Sé que ustedes no están de acuerdo, pero nuestra relación es solamente nuestra decisión y cosa nuestra. Es todo lo que obtendrán de mí al respecto, así que si me disculpan, tengo cosas por hacer y no tengo tiempo para…
-Hipócrita.
Papyrus suspiró con resignación en cuanto escuchó tal palabra proveniente del jefe. Lo que sea que se había estado logrando en un inicio, claramente había acabado por culpa suya. Era evidente que Frisk entraría a la defensiva con facilidad y que el jefe de familia no tendría paciencia con su actitud. Ahora que lo pensaba, ambos tenían actitudes que chocaban demasiado, por lo que no podía siquiera imaginarse cómo había sido que pudieran convivir antes para empezar. En verdad que nadie le creería sobre haber presenciado un momento algo conmovedor entre ellos, ni siquiera él podía creérselo ahora.
-Para ser alguien que no piensa antes de hablar, eres muy reservada con tus propias emociones. Lo cual aviva aún más mi opinión sobre ti respecto a la hipocresía que mantienes. –El esqueleto mayor masajeó sus sienes ante un posible dolor de cabeza venidero. –¿Me has pedido que me desahogue cuando tú no piensas hacerlo? ¿Me has pedido que muestre vulnerabilidad cuando tú te mantienes a la defensiva?
-Como me sienta o no, es responsabilidad mía, señor. –Insistió la humana, aunque visiblemente pudo notarse que desvió su mirada.
-En mi postura podría decir lo mismo, ¿sabes? Y henos aquí. –El jefe se cruzó de brazos, manteniendo una mirada firme y algo retadora. –Nos llamaste miedosos en nuestra propia casa, pues ahora yo te llamo cobarde por no permitirte desahogarte.
-No necesito desahogarme, necesito que me dejen hacer mi trabajo.
-Cobarde.
Aunque el esqueleto mayor permaneciera de brazos cruzados, varias manos flotantes se habían manifestado y tumbado varios de los arreglos florales que aparentemente ya estaban listos. Por ese instante, Papyrus pensó seriamente en llevarse al jefe de ahí antes de que todo empeorara, sobre todo porque la flor en verdad parecía estar dispuesta en hacer algo que ya les había advertido y que tal vez la florista no le parecería del todo mal, considerando que ahora sí estaban contemplando una expresión genuina en ella y era una de total molestia.
Pero en cuanto estuvo por hacer o decir algo, el jefe rompió su postura para sujetarlo del hombro. En silencio, de alguna manera le estaba indicando que todo estaba siendo un plan suyo.
-¿Esto es por haber roto su taza? –Preguntó Frisk con un tono no característico en ella.
-Si. Era de cerámica Deruta. –Tal vez no era realmente un plan de su parte. Si no lo conociera, diría que estaba disfrutando poder regresársela. Ese sutil brillo en sus ojos era muestra de eso. –Mi turno de preguntar. ¿Cómo te sientes?
-No estábamos en la dinámica.
-Muy tarde, ahora responde, florista cobarde.
-¿Por qué está siendo tan…?
-¿Exasperante? ¿Entrometido? ¿Creo erróneamente que podré entenderte? –Si, definitivamente el jefe estaba disfrutando a su manera el momento. Aun cuando su seriedad quisiera aparentar lo contrario. –No es tu turno de hacer una pregunta.
-Lo que quiere escuchar es que estoy asustada y que estoy cometiendo un error por salir con su hijo. ¿cierto? ¡Pues no será así! –Frisk terminó exclamando mientras apartaba a la planta de ella, aun cuando este se negaba con la mirada y no sirviera de nada. –Me gusta Sans y no me importa lo que usted o cualquier ser de esta ciudad piense al respecto con sus absurdas percepciones racistas. Aun con lo que es, aun con lo que no dejará de ser y lo que vi anoche que de antemano comprendo que hay posibilidad de repetirse, yo sigo adelante. Y… ya sé que se vé mal que mi novio sea quien quiere ser el asesino de los Dreemurr. Está mal que me esté agradando toda la familia entera que quiere matar a los seres que forman parte de mi pasado. Pero aun así estoy aquí porque algo de lo que NADIE puede culparme, es de ser una cobarde. ¿Me entendió? Porque… lo que sea que esté formándose en mi vida… sea bueno o no… no quiero perderlo. Porque es todo lo que tengo y… comprendo finalmente que… he sido una tonta todo este tiempo.
Se notaba que Frisk se sentía terrible a esas alturas, presintiendo ella misma cómo sus ojos amenazaban con humedecerse en cualquier momento pese a querer mantener una postura firme como siempre ante ellos, rehusandose a verse mal acorde a sus firmes palabras que en ningún momento presentaron titubeo, pero sí la falta de aire por el sobre esfuerzo. ¿Por qué creía que habían llegado con ella para hablar de Sans? Bueno, ya había ocurrido en el pasado, por lo que pudiera que se había quedado con esa idea persistente. Y si bien sonaba agradable el verdadero aprecio que la chica tenía hacia ellos y hacia su hermano, algo en sus palabras le preocupó. ¿Acaso lo que realmente le atormentaba a Frisk no era el acto en sí del sujeto, sino todo lo que le hacía cuestionarse sobre su vida? ¿Cómo demonios había llegado a ese punto con tan sólo un hecho? Tal parecía que no estaba traumada por el intento de violación, sino porque se había puesto en duda a sí misma sobre su postura moral.
En efecto no era una cobarde. Pero sí una orgullosa.
Una orgullosa al igual que el esqueleto que estaba sentado a lado suyo.
-Al menos ya no estás en negación. –Soltó el jefe sin tacto. Papyrus en verdad tuvo que reprimirse las ganas de llevárselo lejos de ahí. –Aunque no dijiste precisamente cosas que responden mi pregunta. A menos claro, que tu vasto reclamo fuese tu manera de decir resumidamente que estás molesta contigo misma.
-Si ya lo sabía, ¿entonces por qué me están molestando?
-Porque una entrometida humana me dijo una vez que sentirse culpable de las cosas no solucionará nada. –Papyrus no tenía ni idea de lo que estaban hablando, pero parecía que era algo que sólo entre ellos podrían comprender. –Ni tampoco cargar con tus malestares para no ser una carga para otros. Esa humana es muy irritante, pero quiera aceptarlo o no, tenía razón. Y ahora no permite aceptar que está aterrada finalmente ante algo que no sabe cómo procesar.
-Está hablando de mi.
-Así es. ¿Y sabes qué más me dijiste ese día? Que merecía ser feliz, aun cuando he tratado de matarte y tal vez un día de estos lo haga si me sigues fastidiando.
-¡Atrévete hijo de…! –Exclamó la flor, pero Frisk le detuvo en el acto antes de que se estirara.
-Y no sé muchas cosas sobre ti, pero sí que no por nada eres una florista. Siempre pareciera que hablas de plantas y ahora no te estás permitiendo disfrutar esto por estar pensando en algo de lo que no tienes control. –El jefe se puso de pie, notándose demasiada diferencia de estaturas entre ambos. –Así que deja tu terquedad por una vez, que no vinimos a interrogarte por Sans. Y también dínos qué maldita sea es lo que necesitas para terminar este maldito trabajo, para después sacarte de este maldito lugar.
Frisk le observó por varios segundos y luego soltó un suspiro largo, uno con el cual sacó toda su tensión y les dedicó finalmente una tenue sonrisa que aligeró rápidamente las cosas, como si con todo ello comprendiera de antemano que estaban haciendo todo por su propio bien. Tal vez Sans sea el ahora novio de la humana que tenían ante ellos, pero Papyrus sabía que acababa de presenciar una discusión que le confirmaba de alguna manera que ese par de orgullosos se comprendían de una manera extraña. ¿Cómo era posible que insultarse y agredirse verbalmente había funcionado? Tal vez la humana ya tenía experiencia a tal actitud con la planta parlante, pero seguía siendo algo extraño considerando que el objetivo fue hacerle sentirse mejor.
-Necesito que vuelvan a acomodar lo que tiraron. –Comentó Frisk en cuanto retomó la actividad de sus manos, revisando que estuviese bien el arreglo que había pospuesto. –Y en cuanto a "sacarme" de este lugar, no gracias. Tengo que trabajar.
-FRISK, NO TENDRÍAS POR QUÉ TRABAJAR. –Le aclaró el esqueleto menor al ver que no estaba comprendiendo la situación. –NOSOTROS TE MANTENDRÍAMOS.
-No, gracias. –Repitió con calma. –Necesito ahorrar para reconstruir mi hogar y mi negocio. Y eso no lo lograré dejando que me mantengan, además de que no lo necesito.
-PERO SEGURAMENTE GANAS UNA MISERIA AQUÍ. ¿CUÁNDO CREES QUE SE DARÁ TAL SITUACIÓN PARA TI? -Papyrus terminó poniéndose también de pie ante una breve frustración. Definitivamente la humana era terca en los peores momentos. –MIRA, ESTO ES ALGO QUE NO DECIMOS MUY A MENUDO, PERO NOS PREOCUPASTE.
-Muffet me lo dijo, pero ahora estoy bien. Ustedes tienen sus luchas, y esta es la mía.
-Tú floristería será reconstruida. –Comentó el jefe tan inmediato, que desconcertó a todos los presentes. Papyrus le observó sin entender del todo. ¿Eso era parte del plan? No recordaba que lo hubiese mencionado en la mañana, aunque tal vez por el desconcierto de la noticia sobre el paso del par de tórtolos había desviado las cosas. –Antes de que me preguntes, florista, yo solo me estoy responsabilizando de los errores cometidos por mi familia en el pasado. No pienses otra cosa.
-¿Por qué…? –Comenzó a preguntar la chica, pero el jefe le interrumpió.
-La propuesta que no te permitiste escuchar de mi gente, es que te hospedes en el lugar que hemos asignado para ti hasta que esté remodelado tu terreno. Como líder de la familia Gaster, es mi modo de estar a mano ante un percance que no debió de ocurrir. ¿Quedó claro?
-Gracias, pero no encuentro razón para moverme de aquí siendo el caso. –Insistió la chica con su tono indiferente. La flor ni siquiera ocultó su risa burlona tras eso. –Puedo esperar aquí mientras renuevan mi negocio, que en lo otro me da la impresión de que solo quiere tenerme controlada nuevamente más que por una simple preocupación.
-Sabes que la razón por la cual fue el percance en tu floristería, fue por el rumor sobre "la amante del esqueleto" ¿cierto? –El viejo hizo una mueca de desagrado por haber tenido que pronunciar tal cosa. –Aunque queramos tener el control, las palabras corren más rápido que todas las balas que pudiéramos soltar. Nuestros enemigos no tardarían en buscarte con tal de llegar a Sans, poniendo en peligro incluso a los integrantes de este lugar. Y si realmente te importa como lo exclamaste hace un momento, aceptarás las medidas de seguridad.
-¿Está de acuerdo con que seamos pareja? –Soltó Frisk al ser aparentemente lo único que le llamó la atención.
-Creí que no te importaba lo que pensara al respecto.
-Y en efecto no me importa.
-Pues quédate con eso. –Gruñó el jefe ante una paciencia cada vez más agotada. –¿Aceptarás o no?
La chica miró a Flowey antes de darles una respuesta, el cual sólo rodó los ojos ante una comunicación mutua que solo ellos aparentemente entendían, ya que ella terminó dejando el arreglo floral nuevamente para acariciar el tallo de su amigo, esbozando una sutil sonrisa en el proceso. Y no parecía que le hubiese pedido su opinión al respecto realmente, ya que acto seguido dijo:
-Está bien. Pero tengo una condición. –Retomó la vista en ellos, manteniendo la sonrisa que bien podría desvanecerse en cualquier momento. –Y es que respeten mi libertad y decisiones. No solo la de ustedes se tendrá en cuenta.
-¿En verdad crees que estás en posición de negociar?
-Fueron ustedes los que acudieron a mi, no yo.
Papyrus tuvo que taparse los dientes antes de soltar una carcajada. No cabía duda de que con eso, la paciencia del jefe se había acabado, así como sus ganas de seguir insistiendo en algo que aparentemente ya había decidido desde media conversación. Tal vez nunca había sido su intención, pero había hecho que terminaran ante ella y no al revés. Definitivamente había cometido un error en llamarla cobarde hace unos minutos, atreviéndose a verle la cara de una manera tan ejemplar que definitivamente le contaría a Sans en cuanto se le presentara la oportunidad.
El mayor de los esqueletos podría haber sido agresivo ante tal descaro, pero en su lugar, también había cubierto sus dientes por un breve momento antes de recuperar toda compostura frívola. ¿Qué demonios acababa de pasar?
-Haz lo que quieras. –Se giró para comenzar a retirarse y dio un par de pasos. –Sólo no seas un problema para nuestra familia o ya sabes lo que te espera.
-¿No me ayudarán con los preparativos de la boda? –Insistió la chica.
-Esa oferta ya pasó.
-PUEDO AYUDARTE YO. –Se ofreció Papyrus ante el cambio positivo que había dado todo al final. –¿QUÉ NECESITAS?
Con ello había sido más que suficiente para indicarle al jefe que si se quedaría un poco más, sabiendo que el entrenamiento había terminado de cualquier manera. Notando que el esqueleto mayor se había desaparecido ante su vista sin ningún aviso previo ni despido ante una irritación evidente, pero que sorpresivamente se contuvo de hacer algo más que solo darles la columna ante una jugada impresionante de Frisk, aun cuando muy posiblemente no había sido su intención llevarle la contraria de manera ejemplar.
Papyrus terminó sonriendo mientras ayudaba a la humana con el desacomodo que el jefe había hecho. Agradeciendo en silencio por los buenos cambios que realmente estaban pasando, aun cuando fueran grandes o pequeños dependiendo de sus perspectivas. Tal vez él mismo también había cambiado en algo y aún no se daba cuenta.
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No tienen ni idea de lo feliz que soy porque por fin estoy logrando organizarme, jajajajajaja. Tras tantos años queriendo una, pude comprarme un ipad para poder escribir en todo lugar y dibujar digitalmente a la mano, así que espero que dentro de poco podré retomar muchos proyectos y pendientes. Uno de ellos siendo el abrir mi tienda online de productos ilustrados. ¡Deseenme suerte!
¡Michi fuera!
:)
