Shyren amaba escuchar a su hermana cantar, pero aún más, escucharla a coro junto a sus mejores amigas. Desde que sus padres habían muerto y quedado solas, regularmente la contemplaba muy cansada por estar trabajando para mantener a ambas, fuera de todo peligro que no tuvieran que ser separadas. Pero cuando estaba con sus dos mejores amigas, realmente se le notaba muy feliz, creando coros espontáneos, bailando de un lado para otro e incluso creando canciones en conjunto que sería maravilloso poder escuchar en un escenario donde muchos seres le estuvieran aplaudiendo y no solo ella, quien las observaba con una sonrisa desde su asiento donde se suponía que debía de terminar de comer e irse a limpiar su habitación. ¡Pero no podía evitarlo, juntas eran grandiosas!

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Ve, ve, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

mariposa vuela ve ve

Esta es la historia de una mariposa tímida

que revoloteaba de flor en flor

Soñó y soñó con llegar al cielo.

Soñando de hora en hora.

Su hermana era extremadamente talentosa y su persona favorita en el mundo, pero las otras dos claramente no se quedaban atrás. Parecía que la señora conejo era quien creaba mayormente las coreografías que las otras dos gustosas le agarraban el ritmo. Y la señora esqueleto aparentemente componía las pistas con el simple hecho de usar lo que estuviera a la mano para comenzar a crear música, aunque de vez en cuando parecía que toda la tonada la tenía en su mente como si de un gran piano ante ella se tratara, o por lo menos eso parecía por el movimiento constante que hacía con sus manos. Incluso parecía anotar todo en una pequeña libreta que metía en su mandil para no olvidar ningún detalle que poco después les compartiría.

A veces agarraban algún cucharón como si fuese un micrófono, o la esqueleto movía algunos platos con su magia para que pareciera que las luces apuntaban hacia ellas, lo cual hacían que en más de una ocasión, la pequeña sirena soltara risitas por lo bajo mientras no paraba de verlas. Pese a ser mujeres casadas las mejores amigas de su hermana, parecían unas niñas jugando a ser grandes estrellas.

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Ve, ve, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

mariposa vuela ve ve

Hacia el cielo las mariposas

Todos revolotean

Hacia las estrellas por las mariposas

La pequeña sirena aplaudió en el instante que notó que habían terminado la canción. No conteniendose de reír al ver que las tres mujeres ahora hacían una reverencia ante ella, agradeciendo el regocijo como si se estuviese tratando de todo un espectáculo dado en algún teatro, y no en la pequeña y descuidada cocina de su casa que le faltaba muchas cosas para realmente considerarse una cocina.

Pocas veces las señoras frecuentaban la casa en donde vivía dado las respectivas actividades de cada una, por lo que no las conocía lo suficiente y tampoco tenía la valentía de poder indagar más sobre ellas. Pero le gustaba el semblante que había en su hermana mayor cuando estaban en el lugar, por lo que era más que suficiente para ella para denominarlas como buenas personas. Aunque claro, había veces que parecía que tenían sus respectivos desacuerdos.

-No, no. Ni siquiera lo mencionen. –Mencionó su hermana tras darles la espalda, dirigiéndose hacia la mesa en la que estaba para tomar un rebanada del postre que una de sus amigas había traído. Lyra era demasiado dulcera, por lo que no dudaba con que ella se lo podría acabar sola todo ese enorme pay. –Ya le dije que no a Aaron de cualquier forma. Si él debe entender que lo rechacé, ustedes también.

-Pero…

-¡Que no! No insistan. No me interesa estar como ustedes, atadas sin poder hacer lo que realmente quieren. –La sirena dio un gran mordisco a su rebanada, el cual podía ver por su expresión, que estaba delicioso. Esperaba poder comer un poco luego. –Se´ mu´er no meh hace ne cita a.

-No hables con la boca llena. Da el buen ejemplo a tu hermanita. –Se acercó la coneja para limpiarle las migajas de su rostro cual mamá. –Además, ser esposa y madre no te hace menos libre. Sólo es algo que deberías considerar para no quedarte sola.

-Ya tengo una familia. –Su hermana tomó su pequeña mano y la levantó un poco. –Esta pequeñita de aquí.

-Pero esta pequeñita también querrá hacer su vida. –Shyren se apenó demasiado de que la incluyeran en una conversación de adultos. –No la ates a tí sólo por tu terquedad.

-Shyren necesita que una mujer le inspire a no necesitar de un hombre.

-No se trata de necesitar a una pareja, Ly-Ly. –Intervino la esqueleto cuya voz dulce era muy relajante. –Vivir con tu pareja y luego hacer una familia, es una maravilla que no deberías de negarte por miedo.

-No tengo miedo a una relación. –Comentó Lyra con enfado, pero desviando la mirada con pena. –Y si no fuera por sus esposos, las tres podríamos estar luchando por nuestros sueños. ¿No se dan cuenta? Estaríamos en un escenario de verdad en este momento, en lugar de tener que estar encerradas cantando porque a sus maridos no les gusta que quieran ver por ustedes.

-Eso no es cierto y lo sabes, Lyra. –La coneja lanzó un tono de advertencia. –Tal vez tú tengas una perspectiva diferente por ser americana toda tu vida, pero nosotras ya estamos viviendo el sueño desde que logramos abandonar nuestras tierras.

-Aun cuando las extrañamos. –Agregó la esqueleto desde su sitio.

-El punto que queremos darte, es que sabemos que podrá verse frustrante que como mujeres no tengamos facilidades de obtener ciertas cosas por nuestra cuenta. –La conejo la tomó de la mano con dulzura, antes de que se dispusiera a tomar otra rebanada de pay. –Pero tampoco significa que sea el fin.

-No dudo de que quieran a sus esposos e hijos, torpes. De lo que sí dudo es que realmente estén satisfechas solo con eso. Ustedes cantan y bailan conmigo, es obvio que desean más. ¿Cómo pueden vivir negándose eso?

-Del mismo modo que estás dispuesta a lo que sea por la pequeña Shyren. –Ahora se acercó la mujer esqueeto, tomándole la otra mano con sumo cariño. –Amamos a nuestras familias y haríamos lo que fuera por ellos.

La mencionada se encogió en su sitio, queriendo retirarse de una buena vez al no interesarse en el tema. Pero ahora no era una pequeña niña apenada por estar entrometida en una conversación de adultos. Ahora era una treintañera sosteniendo el velo que usaría el día siguiente, siendo una futura novia triste pese a ser un plan que ya se había contemplado desde hace años. ¿Qué habría pensado su hermana si supiera que se estaba casando con tal de mantenerse segura de un mundo que no le dejaría ser como es? Seguramente se decepcionaría por haberse rendido de alguna manera, pero también le habría agradado de que al menos estuviera con el hijo de una de sus mejores amigas.

¿Y quién diría que aquella amiga que le reprochaba sobre ser feliz de otra manera, había terminado siendo dueña de un establecimiento con el escenario que tanto habían soñado? ¿Y estando por casarse justamente en el escenario que su hermana había soñado con estar? Dejó el velo en su sitio nuevamente, no queriendo pensar más en ello. No hablaba mucho sobre ella al saber que era un tema delicado para la señora Bonnie, aun cuando mutuamente podrían comprenderse a la perfección, pero realmente extrañaba a su hermana. Y aún más, no deseaba decepcionar a la señora que le había acogido tras la muerte de su hermana. Estaba infinitamente agradecida con ella, por lo que sentir que sería una realidad formar parte de la familia debía de ser algo más que un júbilo… Pero no así, no quitándole la oportunidad a su mejor amigo de poder ser feliz por su cuenta.

Aprovechando de alguna manera que la señora Bonnie le había dejado su recámara para esa noche previa a la boda, se asomó por la ventana para contemplar la luna sin que nadie se percatara de su semblante que dejaría en claro lo mal que se sentía con todo. Memorizando un poco sus votos matrimoniales que habían ensayado hacía unos momentos para no terminar titubeando como siempre en cuanto estuviera ante la mira de muchos, aun cuando casi todos se trataran de familia y amigos sumamente cercanos.

Amigos… menos uno, que Ronnie había decidido apartar de su vida en su totalidad con tal de no arrepentirse de nada. Cuando era evidente para ambos que le dolía demasiado tener que hacerlo de ese modo para no lastimarse aun más. Y aunque comprendiera su decisión y agradeciera también por la intención, desearía que su amigo decidiera por su propia felicidad antes que por la de los demás. En eso vaya que se parecía a su madre.

-Lyra, sé lo mucho que amaste a tus amigas. Y también lo mucho que valoraste las aspiraciones personales. –Aprovechando estando sola en cuatro paredes para que no le agarrara la pena, habló en tono bajo hacia el cielo. –¿Qué habrías hecho tú en mi lugar?

Sabía que era absurdo hablarle prácticamente a la nada, pero una parte de ella deseaba que pudiera escucharle en donde sea que estuviera.

.

.

Sans no tardó mucho en darse cuenta de que era muy malo para concentrarse en algunas cosas, y sobre todo cuando apenas y había logrado dormir algo. Por lo que su plan de pensar detenidamente en qué debería de hacer de ahora en adelante se fue al caño en cuanto se percató de que se había quedado dormido, al menos lo suficiente para considerar el día casi perdido tras la hora que indicaba su reloj en su mesita de noche. Y no queriendo perder más tiempo por más que sus cuencas le pidieran que siguiera en su descanso, se levantó para sacudir un poco su pantalón y dirigirse al sitio donde tenía asignado ver un pendiente familiar, antes que lo demás.

Y en cuanto se apareció dentro del bar de su amigo, sorpresivamente lo contempló con más gente que de costumbre, meneando sus respectivas copas con aire abatido que estaba fuera de lugar para una zona que aparentemente mostraba diversión a causa del mismo alcohol. O por lo menos, lo era así a esas horas antes de que los efectos fuesen más fuertes por el exceso y todo terminara en llantos o gritos fuera de tono y que fácilmente el bartender sabía atender de cualquier manera. Sujeto que estaba tranquilamente limpiando la barra principal y ahora le observaba llegar hacia él con calma.

-Grill, algo para brindar. –Mencionó en cuanto se sentó en su lugar de siempre.

-Con esta maldita ley seca, ya solo me queda Moonshine por ofrecer. –Tomó una botella debajo de la barra, la cual en efecto parecía ser reciclada. Eso explicaba el ambiente. –Siendo sincero, no creo que quieras consumir esta clase de alcohol por más resistencia que tengas.

-Frisk y yo nos volvimos novios ayer. –Soltó sin poder contenerlo más.

En el instante que lo dijo, el hombre de fuego destapó la botella con suma agilidad y prisa que sólo alguien de su puesto sabría cómo hacerlo. Aunque pudiera no costarle mucho trabajo considerando que había sido sellada simplemente con cera que el mismo monstruo eliminaba con el simple tacto y sin hacerle daño.

-¡Salud amigo! –Exclamó Grillby con una sonrisa sincera y sirviendo un par de vasos en el proceso. –En verdad que los dioses hacen milagros, que de lo contrario no creo posible que alguien te considere material decente para pareja.

-Tengo lo mío, idiota. –Tomó su vaso sin necesidad de permiso. –Al menos uno de los dos ya salió de su soltería.

-Cada quien elige su condena. –Se burló su amigo mientras ambos chocaban sus vasos y daban un gran trago en honor al buen cambio, pero arrepintiéndose ambos de hacer tal cosa. Definitivamente no era un buen alcohol. –¿Y cómo fue que se dio? ¿Dejaste que ella siguiera dando los pasos por los dos o por fin fuiste tú?

-Pasemos a un lado esos detalles. –Agitó su vaso, como si con ello pudiera mejorar su sabor. –La verdad es que principalmente vine por cuestiones de negocios.

-Lo del perro, ¿cierto? –Intuyó de inmediato, teniendo una mueca entre el disgusto por el trago y por la insistencia. –Hasta ahora no he dado con algo, pero es porque me han dado muy poco tiempo.

-Lamento eso, pero en verdad es algo que requerimos a la brevedad.

-Me están pidiendo investigar los oscuros secretos del sindicato, no es cualquier cosa.

-Lo sé, por eso estamos con el mejor investigador y falsificador clandestino.

-Soy el que no les puede negar nada, querrás decir. –Protestó con falsa molestia. Dejando su vaso sobre la barra a medio tomar. –De cualquier forma requiero de más tiempo. Si bien di con sus papeles, no he dado con nada que pudiera vincularlo con el fundador del sindicato de monstruos.

-¿A través de la madre no diste con algo?

-No, la canina fue una aparente servidora callejera de Hotland. –Sans rio por lo bajo con su mención. Grillby y optaba por no ser tan directo con algunas palabras, a menos que lo ameritaran. –Eso lo hace igual de difícil de registrar, sobre todo porque muy posiblemente dio a luz en cualquier parte clandestina o bajo cualquier techo si nos vemos esperanzadores. Pero si no te quieres ir con las manos vacías, por ahora te tengo un dato interesante: tuvo un tutor en su niñez.

-¿Y eso de qué me sirve? –Aunque no se lo pidiera, le sirvió más alcohol a su vaso.

-Tal vez de algo. Su nombre fue Toby Fox. –Antes de que le preguntara quién demonios era, su amigo sacó debajo de la barra una carpeta con las posibles respuestas que buscaba. –Fue un aliado del Gran Don, alfa de la élite asesina canina y un frecuente comprador de bebidas importadas de un mercader japonés antes del percance de perder la vida en un incendio. ¿Te suena?

-¡¿Qué?! –Ahora si tuvo su atención. Tomando la hoja de periódico vieja y recibo que se encontraban en la carpeta de investigación que apenas estaba creando su amigo para el caso. –¿Tuvo algo que ver con la muerte de El jugador?

El recibo era solo eso, un comprobante de haber hecho una gran compra de alcohol a un mercader que había facturado su manejo. Y la nota periodística no decía mucho realmente, tan sólo era sobre el perro reportado como asesinado. Y si bien los medios ocultaban una vez más la verdad de los acontecimientos que arruinaron la vida de Frisk y su familia, lo levemente impresionante era que la nota no era tan vieja como creía.

-Esto tiene menos de año que ocurrió. —Señaló Sans tras poco tiempo. —No tiene mucho de muerto.

-Si, y te sorprenderá saber la vinculación que tuvo con el sujeto que encontraste muerto hace meses. El vendedor japonés de alcohol de Waterfall. –Mencionó Grillby al ver que el esqueleto no le entendía. —No sé si el perro tenía algo que ver con la yakuza también, pero algo que podría ser un hecho, es…

-…Que la misma yakuza lo haya matado. –Concluyó Sans al entender de inmediato a qué se dirigía. —Maldición, esa sería una razón más para seguir el plan del viejo, pero estoy en desacuerdo.

Pese al sabor amargo desagradable que le generaba acabarse el trago que le habían servido, no se comparaba con el disgusto que le daba la situación cada vez más clara para la idea del viejo. Si bien era cierto que las posibilidades de que la yakuza escucharan a Frisk y no le hicieran daño en el proceso, no le generaba confianza permitir tal situación tras las malas experiencias que había tenido que soportar la chica con ese simple tema indirectamente. Además, estaba el hecho de que el líder greñudo la tomaba como un objeto que debía de recuperar tarde que temprano. Claramente ni Frisk ni todos los Gaster juntos lo permitirían, pero no quería que esa situación ocurriera y ameritara un escenario similar al que Frisk había terminado de espectadora y que muy seguramente todavía lo tenía en mente.

No era así como se había imaginado parte de su vida con ella, pero francamente era sumamente predecible que aquello pasaría y volvería a ocurrir en cualquier momento. Vaya vida de mierda que podía ofrecer. No entendía cómo era que se había merecido tal rayo de sol, pero sacudió su mente en el instante al no querer torturarse de esa manera tan pronto. Lo menos que podía hacer en situaciones así, era hacer un esfuerzo, ¿cierto? Disfrutar en lugar de quejarse y lamentarse.

-De acuerdo, Grill. Avísame cuando tengas algo más. –Apartó su vaso antes de que el dueño del lugar le sirviera más como siempre. El cual en efecto, ya había tenido la botella a punto de hacerlo y se había sorprendido de su negativa a más. –No puedo quedarme mucho tiempo. Ahora tengo responsabilidades de novio por cumplir.

-Puedo notar en tu sonrisa de bobo lo mucho que estás disfrutando decir esa palabra.

Le sonrió con afán de burlarse de él, pero sabiendo entre ambos que lo estaba felicitando sin necesidad de palabras. Agradeciéndole de la misma manera y desapareciendo del lugar para situarse en lo que se había vuelto su actividad favorita del día entero. Pero en cuanto se apareció en La Madriguera, no la encontró en el techo como frecuentaban cada noche, ni tampoco en su habitación tras asomarse brevemente a través de la ventana, donde únicamente estaba la flor que le observó con mirada maquiavélica y que ignoró rotundamente al retirarse de inmediato de ahí, antes de que le estrangulara.

Por la hora y por la flor que estaba sola, sabía que no había salido del establecimiento, por lo que no tuvo más alternativa que aparecerse dentro del cabaret en espera de encontrarla únicamente a ella y no a nadie más que incomodara el momento, lo cual agradeció que fuese el caso. Contemplándola trabajar de la misma manera que le había fascinado admirar desde el otro lado de una calle, pero ahora teniendo oportunidad y libertad de acercarse sin problema alguno. Incluso atreviéndose a abrazarla por detrás con total confianza, aunque asustándola un poco con ese gesto tras seguramente haber estado concentrada en sus flores y sin esperar a que alguien la importunara. No obstante, no lo apartó y eso le fue más que suficiente para concluir que no había problema de seguir así.

-¿Me extrañaste, bonita?

-No se puede extrañar a alguien que se presenta todos los días. –Respondió Frisk sin siquiera pensarlo demasiado. Sans solo soltó una tenue risa al ver que había cosas qué tal vez nunca cambiarían. Dejándose llevar un poco por ese aroma floral que se impregnaba en ella y que había extrañado. –Pero me gusta que estés conmigo.

-Me alegra que así sea. –Comentó con satisfacción, mientras tenía que soltarla para dejarle terminar. –¿Qué es lo que estás haciendo?

-Termino el ramo de flores que llevará Shyren. –Al decirlo, retomó su actividad y se mantuvo en silencio mientras él se limitaba a contemplarla hacer su trabajo. –Espero que le guste, ya que nunca me dijo qué era lo que quería.

Se había sentado en una de las sillas cercanas que tenían telas amarradas como parte de la decoración, para no tener que ser quien le irrumpiera en algo que aparentemente le habían dejado hacer sola, aunque conociéndola, muy seguramente por ser una petición suya. No tenía ni idea de cómo le había hecho para conseguir tantas flores y colgado en el techo, pero debía de reconocer que se veía bastante bien para ser algo que regularmente no le habría atraído la atención. Incluso le había hecho olvidar por un breve instante que se encontraba dentro de un cabaret que sólo le daba malos recuerdos cada vez que se dignaba en ingresar no precisamente por gusto.

Le esperó pacientemente hasta que la chica decidiera que había terminado. Dejando el ramo de la novia en lo que aparentemente era el altar donde casarían a los novios, cuando realmente se trataba de una mesa larga tapada con un largo mantel para cubrir imperfecciones y no podía culparlos con sus intentos, realmente se hacía lo que se podía con presupuesto ajustado.

Frisk se sentó a lado suyo tras un breve momento de contemplar el resultado de un posible esfuerzo de un día entero, pero aun así sin dejar de observar cada detalle en espera de dar con algún detalle que pudiera corregirse a tiempo de su parte. Sans aprovechó para pasar su brazo tras su asiento, en un afán de poder abrazarla después en cuanto realmente le indicara que había terminado.

-¿Y qué te parece?

-Hermosa. –Le guiñó una cuenca cuando la chica se giró para verle, la cual se mantuvo en silencio aun así en espera de una respuesta más concreta. –Oh, ¿te refieres a la decoración? Si, está muy bien.

-Hice lo que pude con lo que tenía. Papyrus me ayudó un poco. –Aunque la chica no dijera nada sobre su coquetería, su suave sonrojo era respuesta suficiente para él. –Después tuvimos un ensayo para ver las posiciones de cada uno, lo que se haría y una especie de discurso que no entendí muy bien. Algo sobre pedirle al agua, fuego, tierra y viento unas cosas mientras se amarraban sus manos con una cuerda.

-Los votos matrimoniales. –Le contestó antes de que hiciera la pregunta sobre qué eran, reconociéndolos en el instante que los describió. –Por tradición, se le pide a los dioses por el otro mientras se hace la unión de dos seres que estarán dispuestos a permanecer juntos. Es un ritual antiguo, pero que ha permanecido en nosotros los monstruos hasta hoy en día.

-He escuchado mucho que exclaman "dioses", pero no entiendo tampoco muy bien a lo que se refieran con eso.

-¿Nunca te hablaron de religión? Que suertuda. –Se acomodó en su asiento, sabiendo que tendría que aclarar todas las dudas de su bonita. Ya habían tocado ese tema en el cementerio, pero no cabía duda de que tendría más conjeturas al respecto, aunque él no era el sujeto apropiado para brindar respuestas que ni él tenía. –Las ideas del cielo y el infierno, en si hay un más allá y un juicio por tomar al morir, son cosas que parten de creencias milenarias. Los humanos tienden a tener religiones que hablan de un creador que observa desde las alturas y al que se le debe agradecer y alabar. Los monstruos tienden a tener variedad de dioses que implican tener un contacto directo con ellos de alguna manera, aun cuando no tengan una forma específica. No sé si me estoy explicando bien con esto.

-¿Tú crees en esas cosas? –Parecía que era lo único que había captado su atención. –Recuerdo que mencionaste antes sobre algo más allá de la muerte en el cementerio.

-No me considero religioso, pero sí creo en el cielo y en el infierno. –Se encogió de hombros mientras pensaba en ello. –Al menos, me convencí de que mi madre debía ganarse el cielo aunque fuese un monstruo.

-Entonces creer en esas cosas es sentir que nuestros seres queridos están en algún lado todavía pese a estar muertos. –Sans reprimió una risa para no ofenderla. La verdad es que le había parecido un comentario muy adorable de su parte, sobre todo porque ahora estaba acariciando levemente su collar dorado con forma de corazón. Muy seguramente pensando en los dos seres que venían siendo sus hermanos. –Me parece una manera de entrar en negación.

-Si, supongo que es algo así.

-Pero también, un pensamiento esperanzador. –Su chica le dedicó una hermosa sonrisa tras soltar su collar en seco. –Me alegra de que haya algo de esperanza en ti, siendo el caso.

Sans le devolvió el gesto al no saber qué más decir con eso, pero teniendo el impulso de estar más cerca de ella y poniendo su brazo sobre sus hombros para abrazarla y pegarla a él, sosteniendo ahora su mano con la otra dada la posición y siendo que la chica no le negó ningún tipo de contacto en todo el proceso, aunque sí pudo visualizar más de cerca un sonrojo que estuvo en aumento dada la cercanía. En efecto, no se consideraba un ser religioso o esperanzador, pero poder estar así con la chica que nunca creyó posible en tal realidad, le podría hacer ser un total creyente de lo que sea que lo haya permitido.

Sin embargo, había una realidad más aplastante ante ellos. Por las mismas religiones, racismo y variedades, era que jamás podría darle a Frisk aquello que estaba delante de ellos, decorado perfectamente con flores colgantes que sin duda alguna a ella le encantaría tener alguna vez. Nunca podría llevarla a un altar y pedirle a los dioses por ella bajo la unión de la naturaleza debido al simple hecho de que lo que tenían no era "natural" acorde a muchos estándares. Estaban condenados a permanecer ocultos en las sombras con tal de poder estar cerca el uno del otro, y eso no le parecía justo para alguien que se trataba del sol en su vida. Estaba condenando a Frisk en permanecer con él de esa manera ante caprichos que, si bien ella misma había incitado y accedido, seguía sin parecerle apropiado por brindarle de su parte.

Tampoco podría darle una familia, tanto por la posibilidad de ser genéticamente incompatibles, como por la alteración biológica que corría por las venas de Frisk. Además, ¿qué clase de peligro correrían por atreverse a algo que el mundo entero aborrecería? No, tampoco estaría dispuesto a condenar más seres en este mundo que jamás los aceptaría, por más que lo deseara. No traería a más seres al mundo donde ni él mismo era capaz de asegurar una vida digna y libre de peligro. Aunque también, ¿qué demonios estaba haciendo pensando en esa clase de cosas para empezar? Se rió internamente por su atrevimiento, tal vez siendo un poco intenso con sus emociones tan elevadas por estar tan cerca de ella de manera formal. Así que agradeció que la chica no pudiera leer su mente, que de lo contrario tal vez la asustaría con cosas tan precipitadas.

-¿En qué piensas? –Preguntó Frisk al instante, asustando un poco al esqueleto.

-Nada importante, bonita.

-Si te está incomodando, debe ser importante. –Levantó la manos que seguían sosteniéndose el uno al otro. Aclarándole de esa manera que podían comunicarse con ese simple tacto entre ellos. Si bien le gustaba eso, ahora se estaba presentando como un problema. –¿Qué es lo que te preocupa?

-¿No puedo ser un novio misterioso? –Le guiñó nuevamente una cuenca.

-Prefiero uno sincero. –Respondió con seriedad, rompiendo un poco con la postura que habían tenido para verle mayormente de frente sin pararse del asiento. –¿Qué ocurre?

-Por favor, no me hagas decirlo, que es vergonzoso. –Pidió mientras sostenía más fuerte su mano, esperando poder transmitirle su sinceridad con ello y que le fuese suficiente. –Mejor cuéntame cómo fue tu día. Debiste extrañar mucho dedicarte a las flores.

-Pues… si. Y hablando de eso, tu padre me ofreció reconstruir mi floristería, a cambio de que viva por un tiempo en donde me indique. –Comentó Frisk mientras mantenía su ceja alzada, claramente no convencida de dejar pasar el tema, pero accediendo a fin de cuentas de no insistir. –Considera que puedo ponerte en peligro porque te buscarían a través de mí. ¿Piensas lo mismo?

-Es una posibilidad muy grande que vayan tras de ti, considerando como vienen siendo nuestras vidas. –Pese a sonreírle, era evidente que no engañaría a nadie con eso y mucho menos a ella. Pero no recordaba haber hablado con el viejo sobre la reconstrucción del lugar. ¿Había tomado la decisión tras lo acontecido, o era algo más que simplemente no había pensado decirle? –Reconozco que puedo estar tranquilo si dejas de permanecer en este lugar.

-La familia Bunny son muy amables conmigo.

-También lo fueron con nosotros. Y al final sólo vieron por sus intereses como todos los demás.

-No podría imaginarme algo así. Pero tampoco de los Dreemurr y aun así… –No pudo terminar su oración, pareciendo que en efecto no quería tocar más el tema de momento. Sans lo agradeció en silencio. –Supongo que en esta ciudad, nadie es lo que parece.

No le tenía una respuesta agradable para eso, teniendo que limitarse a estar ahí para ella en silencio de lo que debería de ser un momento en el que debía consolarla o darle algo de esperanza. Pero no, tan sólo era una cosa más que no podía darle garantía en su vida. No obstante, se atrevió en darle un sutil beso en la mejilla para animarla de alguna manera, alegrándose a sí mismo realmente con ese gesto, al recordarse lo tanto que podía acercarse a ella ahora sin necesidad de verse como un acosador o un pervertido ahora. Y en efecto, al ver que la florista no le apartaba sino que, en lugar de ello, le dedicaba un sonrojo en aumento, no se contuvo en darle más hasta poder sacarle una sonrisa por lo menos.

Un beso que se volvió otro, y otro… hasta no darse cuenta de en qué momento terminó tan apegado a ella, pero no arrepintiéndose por ello al sentir todo el calor que comenzaba a irradiar por estar sujetándola de la cintura, pegando sus dientes en sus suaves labios, guiándola de forma sutil y suave en que podría colocar sus piernas sobre las suyas para mayor comodidad de ambos, pero negándose de alguna manera ante una evidente timidez consigo.

Y pese a que en otro tipo de circunstancias habría respetado y dejado de insistir, una parte de él quiso mucho más al sentir cómo su chica rodeaba su cuello con sus brazos que parecían reaccionar por cuenta propia, apegándose más a él con un suspiro que lo enloqueció al notar que la razón había sido por haber sujetado sus piernas descubiertas de forma insistente para finalmente colocarlas encima suyo. Atreviéndose de nuevo a acariciarlas lentamente hasta llegar a la comisura de su vestido, no queriendo detenerse ahí tras dejarse guiar por la suavidad de su chica, a su vez de los suspiros constantes que aparentemente lograba sacarle tan solo con eso y exitándolo en el instante por ese simple hecho.

Frisk rompió el beso ante una urgencia de aire que aparentemente tuvo en el instante. Teniendo sus frentes juntas mientras que a su vez, parecía querer observarlo directamente mientras el esqueleto ya tenía su mano dentro de su vestido. No parecía querer permitirle mucho ante la pena que reflejaba con sus mejillas carmesí, pero tampoco parecía querer detener su mano esquelética que ahora recorría su muslo con toda la suavidad que él mismo se permitía con el poco autocontrol que le quedaba. No quería espantarla, sabiendo que hace tan sólo un día había pasado por un momento traumático de tal índole, pero lo cierto era que le estaba costando moderarse esta vez ante una urgencia espontánea. Y ahora más que podía contemplar tan de cerca sus ojos embriagadores tras sus largas pestañas, cuya mirada que le lanzaba era tan diferente a muchas otras que había contemplado en ella desde que la conocía, que podría atreverse a suponer que en ella había más que simple curiosidad la que estaba teniendo en ese preciso instante.

¿Cómo demonios lograría detenerse con semejante imagen ante él? Teniendo a su chica abrazándole mientras le contemplaba con esa mirada de vino, labios suaves entreabiertos que aún soltaban leves suspiros, mejillas sumamente sonrojadas entre la pena y la emoción… y cuya cálida piel parecía reaccionar a su tacto de una manera sumamente atrayente con ese temblor que rodeaba su mano ahora atrapada entre sus muslos. La respuesta era simple: no podía. La deseaba. Cada centímetro de su esquelético cuerpo parecía necesitarla en ese preciso momento y el cosquilleo que estaba sintiendo en toda su columna le estaba implorando que por favor no se contuviera más. No obstante, realmente tuvo que detenerse con toda la voluntad que le quedaba todavía, antes de hacer algo de lo qué tal vez (o tal vez no), se arrepentiría después por su acto insensato.

Pero parecía que Frisk no pensaba lo mismo. Siendo ella ahora la que se había lanzado a besarlo a él tras notar que no habría más de su parte y queriendo todavía seguir. Emocionándole ese simple, pero excitante detalle, por estar experimentando una iniciativa suya al respecto de algo que parecía realmente gustarle más que apenarle. Y por si fuera poco, acomodándose por su cuenta para terminar sentada en sus piernas sin necesidad de permiso de su parte, dejando que el esqueleto siguiera teniendo su mano entre sus muslos cada vez más descubiertos y siendo una tentación que acabaría con su estabilidad mental.

-N-no preguntes. –Frisk le susurró tras separarse suavemente del beso.

Parecía que se lo decía más a sí misma que a él. No obstante, ni siquiera tuvo que repetírselo al perder el autocontrol que le había quedado tras escuchar su voz levemente sugerente para él. Lanzándose a besar su cuello descubierto con urgencia mientras oprimía sus muslos en espera de poder separarlos finalmente, pero siendo una petición no tomada por la misma chica que estaba encima suyo de forma voluntaria. ¿Aún así tenía su timidez consigo? Vaya que era un caso de lo más peculiar… pero esos simples gestos esporádicos sólo lo estaban emocionando mucho más, queriendo poder obtener más tal lado de ella. Así que aprovechó tenerla en tal forma para cargarla con suma facilidad, no avisándole de transportarla en menos de un pestañeo hacia la única superficie que había en el lugar y que tal vez no era una buena idea usarla para lo que estaban por hacer, pero ya no tenía mente para darle importancia a esa clase de cosas ni ningún otra.

-S-Sans… ¿Q-qué…?

-Confía en mí. –Le susurró antes de volver a besarla.

En otro tipo de circunstancias, incluso él mismo se habría reído de estarla llevando al altar de forma irónica a lo que había estado pensando minutos antes, pero ahora no quería pensar en nada más que en la humana de piel cálida y erizada que no le soltaba pese a todo. La había sentado en la mesa que tendría lugar principal a la ceremonia, estando él frente a ella todavía parado, pero de alguna manera incitándole a que no solo le recibiera con sus brazos ante la posición favorable. Encaminándole lentamente a que le rodeara con sus piernas sin la pena de estar viendo demás si ese estaba siendo realmente el problema. Siendo ahora el guía de cada movimiento entre ellos y disfrutando plenamente del proceso en cuanto la chica lentamente había accedido a la sugerencia no mencionada con palabras, sino con fuertes suspiros que poco a poco estaban volviéndose algo más que eso.

Frisk era cálida… muy cálida, como un sol. Tan sólo le bastaba algo de estimulación de su parte para que irradiara ese calor que le abrazaba en muchos sentidos y no podía estar más fascinado por eso. Adorando que le diese permiso de poder recorrer finalmente la suavidad de sus piernas sin limitaciones, completamente descubiertas entre tanto movimiento y notando que definitivamente era mucho más suave de lo que aparentaba. Aun así, no siéndole suficiente para satisfacer su necesidad de ella. Así que guiado por sus instintos, se apegó aún más, dejando que sus piernas que le rodeaban lo recibieran por completo al dejar que sintiera entre no tan sutiles roces, lo que le estaba provocando abajo, pidiendo que lo dejara salir de una vez de su prisión de tela y siendo una solicitud negada por él mismo al preferir ir más lento para que su chica no se asustara. Teniendo que reprimirse él mismo dirigiéndose hacia su cuello, el cual terminó mordiéndole en un arrebato que no tuvo ni idea de en qué momento surgió.

-S-Sans… ¡A-ah…!

Había sido tan solo un susurro casi ahogado por ella misma, pero sin lugar a dudas, lo que había escuchado en su lado izquierdo había sido un gemido y oh, dioses… era el sonido más exquisito que había oído en su vida. Quería más de eso.

No pudiendo más, decidió guiarla lentamente para acostarla en la mesa. Estando dispuesto a subirse también y…

-Cachorrita, ¿aún no terminas? ¿Necesitas ayuda?

Ambos jóvenes se detuvieron y giraron abruptamente hacia el punto donde habían escuchado la voz de la dueña del lugar, siendo que entre la sorpresa y los nervios, Sans la soltó sin reparar a tiempo que aquello casi le hacía golpearse la cabeza hacia atrás con la mesa si no fuera por haber puesto ella sus codos a tiempo, pero Frisk no protestó en absoluto al enfocarse más en bajarse de su asiento a su vez que bajaba su falda con prisa. Sans le ayudó un poco en eso mientras él acomodaba sus propias prendas y veía si había algo por acomodar también en el aparente altar que ya habían estado por profanar por el calor del momento, pero ya era algo tarde para intentar acomodar todo por más que usara su magia. Mierda, había olvidado por completo que en donde estaban era en La Madriguera, por más decorado que estuviese su interior.

-No hace falta que te esmeres tanto. –Continuó hablando la señora conforme se acercaba al punto, dejándose ver en muy poco tiempo en la entrada que conectaba con su casa. –Para mí ya luce her… ¡Oh!

La señora miró con sorpresa que él estuviera ahí, mas no comentó nada en el instante al girarse levemente hacia la chica completamente acalorada y apenada a lado suyo, para luego ver hacia el esqueleto. Así un par de veces más hasta que soltó una risa que sólo empeoró la vergüenza de la chica que parecía querer retirarse de una buena vez antes de que le preguntaran al respecto. Maldición, la señora se había dado cuenta, ¿cierto?

-Vaya… eh… Supongo que Frisk ya tenía la ayuda suficiente. –La coneja reprimió su risa entre palabras. Bajando sus orejas como un gesto voluntario de lo que tal vez, era su manera de evitar escuchar algo qué tal vez habría sido mejor no enterarse de ningún modo. –Su… supongo que te tendremos también mañana aquí, ¿no, Sans?

-¿Por qué habría de estar aquí?

Quiso disimular indiferencia, pero lo cierto es que aún estaba algo agitado por la forma en la que se habían detenido. Llegándole de golpe el sentido común y entendiendo la estupidez que había sido dejarse llevar de esa manera bajo un techo que repudiaba. Y además, ¿por qué demonios en el falso altar? Bien podría haberla llevado a otra parte fuera del establecimiento para empezar, tal vez en algún lugar bonito para hacer del momento algo inolvidable… o lo que sea. En verdad que ya ni podía con su propia estupidez. Tal vez por eso el viejo había hecho bien en no tenerlos bajo un mismo techo tan pronto.

-Bueno, Frisk es una invitada y puede llevar un acompañante. –La coneja se había girado hacia la florista, la cual no parecía tener capacidad de aparentar indiferencia ante lo sucedido. –Y supongo que no hay mejor compañía para ella que llevar a su pareja, ¿no?

La mencionada se limitó a asentir con la cabeza sin mirar a ninguna parte. Aunque no se hubiese presentado oportunidad para comprobarlo, algo le decía que las mentiras no eran lo suyo ante la sinceridad absoluta con la que siempre empleaba sus palabras. Por lo que estaba siendo un alivio que no dijera nada que pudiese empeorar la situación.

Y debía reconocérselo, la señora quería actuar como si no se hubiera enterado de nada, pero si realmente quería ayudar, sería mejor que se retirara de una vez para acabar con el momento que había dejado a Frisk sin palabras, pero sin soltar su mano que no supo en qué momento la había tomado, posiblemente en búsqueda de consuelo o calma ante algo que sin lugar a dudas le era bochornoso. Y parecía que la coneja había captado la indirecta con el silencio incómodo en el ambiente, ya que soltó nuevamente una leve risilla antes de girarse para apartarse sin necesidad de permiso, ya que ella era la dueña del lugar.

-No te desveles tanto, Frisk, que mañana será un día pesado. –Soltó la coneja mientras se retiraba lentamente y dándoles la espalda. –Un gusto volver a verte, Sans. Eres bienvenido para venir a desayunar.

Sans no tuvo necesidad de contestarle. Tan sólo observó cómo se retiraba, no sin antes percibir que había exclamado por lo bajo "¡Oh, la juventud!", antes de perderse de vista. Fue ahí cuando Frisk soltó un largo suspiro ante lo que había parecido que había olvidado cómo respirar en todo ese momento. Y al sentir que había soltado su mano, Sans metió sus manos en los bolsillos de su pantalón con tal de hacer algo, pero dándose cuenta de que había todavía un "asunto" que debió haber ocultado antes. Tan solo terminó riéndose por cómo habían terminado las cosas, tal vez siendo una buena anécdota para recordar después.

-Qué pena… –Soltó Frisk mientras se tapaba la cara, la cual no paraba de mostrarse en un tono escarlata sumamente adorable. –Lo siento, Sans. No puedo creer lo tanto que me dejé llevar.

-No tanto como lo que me dejé llevar yo. –Sonrió con picardía, aun cuando aquello no ayudaba para nada. –Y por si no lo notaste, lo estuve disfrutando.

-No sé lo que me pasa en momentos así contigo, pero me gusta y… me gusta que te guste también. Es algo extraño.

-No lo es. De hecho, creí que estas cosas te asustarían por… ya sabes.

-¿Por lo que me pasó ayer? –Frisk dejó de cubrir su cara con sus manos para verle nuevamente. –Descuida, estoy bien.

-Frisk…

-Y además, tú eres mi pareja y sé que quieres estas cosas conmigo, ¿no? –Parecía querer desviar el tema y no podía culparla. Solo por ello lo dejaría pasar por ahora. –La familia Bunny ya me cantó todo lo que debo saber al respecto, y Muffet me dijo hace tiempo que tú…

-Frisk, no hace falta apresuremos las cosas. –Sujetó sus manos para detenerla de toda divagación innecesaria. Lo que menos quería era que se atormentara con todo eso, aunque era curioso, cuando él mismo era quien se había apresurado mentalmente a cuestionar muchas cosas que definitivamente callaría de momento. –Tampoco negaré que quiero, ¡porque por supuesto que quiero! Y puedes comprobarlo tú misma mirando hacia abajo.

-N-no haré tal cosa.

-Pero mantengo mi palabra de que no haré nada que no quieras tú. –Continuó mientras le acercaba lentamente hacia él, juntando nuevamente sus frentes para calmarla y lográndolo aparentemente. –Si te hace sentir más cómoda, dejaré que tú marques el ritmo, ¿te parece?

-No, no me parece justo para ti. –Comentó inmediatamente, negando también con la cabeza pero sin separar sus frentes. –Te estarías aguantando.

-Es un sacrificio que estoy dispuesto a tomar. –Le guiñó una cuenca de nuevo, siendo que tal vez por la cercanía no se notaría. –Aunque te advierto que esta noche soñaré con tus piernas rodeándome.

-¡Sans!

-Yyyy muy seguramente muchas noches más.

-¡Sans!

Rompió con la postura para taparle el cráneo con sus manos, como si con ello pudiera evitar que realmente dejara de pensar en sus piernas, siendo que definitivamente en cuanto se teletransportara a su habitación, atendería su erección teniendo eso en su mente. Y Sans realmente no podía parar de reír tras su reacción. Por lo regular, siempre la contemplaba firme, decidida, fría ante los retos y sin miedo alguno. Pero ahora, contemplarla tan avergonzada y tiernamente vulnerable le hacía querer besarla, cosa que terminó haciendo hacia sus manos ya que no parecía estar dispuesta a quitarlas. Teniendo qué hacerlo él al tener que comenzar a despedirse de una buena vez, usando su magia para reacomodar las cosas de la mesa que pretendía ser un altar, aunque no recordara qué orden tenía cada cosa ni importándole tampoco.

-Buenas noches, bonita. Nos vemos mañana.

-¿Vendrás a la boda?

-No, siendo sincero, no quiero. Pero no es por eso que no vendré. Mañana estaré ocupado con cosas de la familia. —Por la expresión que le estaba dedicando, sabía que estaba pensando en preguntarle o no sobre si tal asunto implicaría un panorama similar al anterior, a lo cual solo le sonrió para tranquilizarla. —Descuida, no es nada de eso. Aunque puede que solo haya heridos emocionales, quién sabe.

-No entiendo, pero tampoco insistiré. —Respondió con un semblante que dejaba en claro no estar conforme con esa respuesta. —Entonces te veré hasta la noche, ¿cierto?

-Si, así es. ¿Podrás aguantar las ansias de mi varias horas?

-Estaré ocupada, así que se pasará rápido el día.

Sorpresivamente, Frisk le esbozó una tenue sonrisa tras decir eso. ¿Entonces le estaba diciendo que si tendría ansias de él o sólo lo estaba interpretando cada uno a su manera? Sin importar lo que fuera, Sans le devolvió la sonrisa y de una vez se fue, antes de que realmente ya no se quisiera apartar de ella y le valdría quien llegara al lugar o no.

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Desde hace horas que debió haber guardado el puesto de verduras, pero Ralph aun así se mantuvo inmóvil al tener la apatía suficiente para no importarle los futuros regaños que le daría su padre en cualquier momento. También sabía que debía de apurarse para continuar con su rutina de ejercicio con Aaron, pero lo que menos quería era escucharlo sobre asistir a la boda de Ronnie el día de mañana y tener que mentirle sobre no haber sido invitado por más que llevaran siendo amigos desde hace años. Cosa que todavía lo afligía más conforme lo seguía pensando.

Ronnie ya llevaba tiempo comportándose extraño, pero lo había atribuido a la carga que estaba siendo su numerosa familia con un negocio algo peligroso tras las leyes en contra. ¿Cómo demonios iba a saber que realmente se trataba de una vida de pareja que jamás le contó? ¿En qué momento pasó? Si bien era muy cercano a la sirena acogida a la casa, nunca le pareció que algo se había estado formulando entre ellos. Incluso le parecía que la sirena era una quedada por la edad que ya tenía. ¿Acaso era magia que tenía sobre él? Podría ser una posibilidad si no fuera porque lo poco que conocía sobre ella, era precisamente su timidez en extremo.

Levantó una caja de madera para comenzar a guardar las lechugas que no fueron compradas. Pensando seriamente en que tal vez la razón por no haber sido invitado al evento, habría sido por no haberse percatado de tales detalles cual mal amigo debía verse. Tal vez estaba molesto con él por lo mismo y tal vez la extraña humana de ojos alargados tenía razón y debía de hablar con él. Pero siendo la boda el día de mañana… No, no quería opacar lo que debería de ser un buen momento familiar, con sus absurdos reclamos.

-Disculpa, ¿aún tiene servicio? –Escuchó que un cliente sigiloso había llegado.

-Estoy cerrando, pero puedo todavía atenderle. –Contestó sin siquiera mirar al frente. Enfocándose más en las lechugas y en sus pensamientos. –¿Qué es lo que se le ofrece?

-En realidad ando en busca de una dirección. Un lugar donde hay muchos conejos que cantan.

-¿La familia Bunny? –Finalmente el reptil levantó la mirada para ver al cliente, el cual podía darse cuenta de que era un mamífero de pelaje moteado a lo que podía notar por sus ojos apenas descubiertos por la bufanda y sus manos que le estaban entregando un folleto que pudo notar que hablaba sobre el cabaret. Que extraño, no sabía que habían hecho publicidad de su establecimiento, aun cuando se trataba de algo oculto. –Si, usted está buscando La Madriguera, pero oí que ni hoy ni mañana abrirán por la boda.

Boda a la que no fue invitado, pensó nuevamente el reptil con gran incomodidad en su interior. ¿Acaso todo se había tratado de un malentendido y por ello le había apartado así de su vida sin aviso previo? Tal vez aún estaba a tiempo de poder hablar con ellos y felicitarlos.

-¿Boda? Ehhh… Pero yo… voy a asistir a esa boda. –Su voz no sonaba muy decidida, pero Ralph lo atribuía a que tenía esa bufanda gruesa casi ahorcándolo. Ya no hacía tanto frío, ¿o si? –Soy… un mensajero que les trae un regalo de un familiar lejano.

-Je, supongo que de Francia. –Sonrió al recordar la ascendencia de los padres de Ronnie.

-¡Si! Eh… justamente.

-Pues bien, la encuentra a orillas de aquí. –Le indicó con un sabor amargo en su boca que tenía que reprimir. –El motel no es muy llamativo, pero pertenece a la misma familia. La casa que está justo al lado, es el lugar que busca.

-Muchas gracias, joven reptil.

Sin comprarle nada, el mamífero se apartó con un andar que no le daba la impresión de tener mucha prisa de llegar a su destino, pero Raph se limitó a volver a guardar las lechugas en la caja. Pensando seriamente en que, tal vez, debería de ver el modo de darles un regalo de felicitación aunque no le dieran una explicación. A Ronnie siempre le gustaron las lechugas que vende en su puesto. ¿Y si aprovechaba al mensajero para no tener que hacerlo directamente?

Levantó la mirada en busca del repartidor extremadamente cubierto de prendas invernales, pero parecía que rápidamente se había puesto a andar para que no se viera en los alrededores en tan poco tiempo que le había apartado la vista. Parecía que su mala suerte estaba en aumento, por lo que era una razón más en dejar de pensar en tonterías y apurarse antes de que su padre llegara a golpearle por atrasarse nuevamente.

Aunque ahora que lo pensaba, era muy raro que un mensajero no encontrara una dirección particular.

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Lesser había esbozado una gran sonrisa en su camino tras haberse quitado la bufanda y limpiado con ella las manchas que se había pintado en las manos y ojos para poder cruzar la frontera de Snowdin sin levantar sospechas, siendo que por la hora, podría presentarse como una de mayor peligro considerando el lugar que estaba recorriendo sin haberle dado aviso a Gerson primero. Pero además de estar inspirado tras el asesinato del comisario de Waterfall, la pista que Undyne le había dado era tan jugosa que no pudo evitar tomar cartas en el asunto sin más preámbulos. Aun cuando implicaba meterse en problemas después con el resto del equipo.

Por lo que, al llegar a la dirección exacta que le habían indicado y contemplando de inmediato a una coneja cerca del contenedor de basura, no contuvo más sus ganas de mostrar sus filosos colmillos que resaltaban demasiado con el contraste de la noche, deseoso de morder de una buena vez a su presa y llevar a cabo su plan.

Finalmente había dado con lo que había estado buscando.

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Me acabo de comer una nieve de crema irlandesa con cono de waffle para terminar de escribir este capítulo, pero ahora me estoy arrepintiendo porque mi cuerpo se ha estado acostumbrando a no comer mucha grasa y ando teniendo náuseas que no me permiten disfrutar del sabor, jajajajaja. Para el siguiente capítulo que saldrá el 12 de agosto, preparen una buena botana para acompañar la lectura, que vendrá una lectura larga y sumamente interesante. Es todo lo que diré de momento ;)

¡Michi fuera!

:)