Había demasiadas rosas blancas en todo el gran jardín que recorrían lentamente con el único objetivo de ahorrar energía antes de su siguiente tarea, la cual tal vez requeriría de toda la magia posible. ¿Podría llevarse un par, guardarlas en su saco y que duraran lo suficiente para la noche? Aunque Frisk hubiera trabajado un día entero en la decoración florida del evento de los conejos, Sans estaba seguro de que le gustaría. Además, se estaban acabando sus opciones cercanas para obtener flores.

-NI SE TE OCURRA. –Le regañó su hermano sin siquiera mirarlo directamente, pero notando lo suficiente de que tenía su mano alzada para tocar una de las rosas. –SE SUPONE QUE NO DEBEMOS DEJAR HUELLA ALGUNA DE QUE ESTUVIMOS AQUÍ.

-No creo que noten la ausencia de una flor o dos. –Se burló de que quisiera ser tan meticuloso con esa clase de cosas, y aún más tras lo que vio en él. –Y no se compara con el impacto emocional que ejerciste sobre esa chihuahua albina.

-SU NOMBRE ES TAMARA.

-¿Qué no era Tammy?

-SÓLO SUS AMIGOS Y FAMILIARES LE DECIMOS ASÍ.

-Awww, ya van avanzando las cosas, ¿eh?

Tan solo recibió un gruñido molesto de su parte, dándole la columna mientras caminaba con mayor enojo. Sans solo sonrió mientras cortaba un par de rosas con un hueso que había invocado de rápido, guardando todo dentro de su saco en espera de que pudieran aguantar lo más posible para entregárselas a su bonita por la noche, y se dispuso a seguir los pasos de su hermano mientras no paraba de observarlo tras el asombro que le había dado cuánto había crecido, y no precisamente de altura que eso era más que obvio para todos.

En otros tiempos habría dudado de qué actitud tomaría Papyrus ante las circunstancias presentes, pero una vez más demostraba ser el mejor de los Gaster al tomar decisiones precipitadas con suma madurez, aun cuando lo involucraban directamente en acciones que no le agradaban del todo. Había roto todo el plan que habían hecho en una noche, si, pero la ejecución que le había dado había resultado mucho mejor de lo contemplado, e incluso habían ahorrado tiempo. Papyrus había decidido mantener su integridad antes que jugar con una joven que a leguas se notaba lo ingenua que era, pero también conservando los intereses que tenían como familia. Tal vez para algunos no sería importante ese detalle, pero para Sans, aquello era de aplaudirse, aun cuando estaba ahí para burlarse de él como en los viejos tiempos.

Papyrus había sido un niño entusiasta y lleno de energía, dispuesto a brindarla a todo aquel que necesitara de él. Jamás se lo había dicho por el simple hecho de no frecuentar a contarse las cosas, pero aquel comportamiento le recordaba mucho a su madre, estando de un lado para otro haciendo múltiples cosas para tener la casa siempre lista, atendiéndolos a ellos entre juegos y cuidados y sus propias actividades personales. Le agradaba mucho que pese a cómo se había dado las cosas al final, aun había cosas en él que no cambiaban del todo y que además se daba en la tarea de crecer por su cuenta. ¿Quién diría que se llevaría bien con la humana florista que se había atrevido a hablarle con rudeza? ¿Y que además se dispondría a convivir con ella y enseñado a conducir pese a su postura sobre las mujeres? Pese a su poca tolerancia de las cosas, Papyrus había decidido poner ello a un lado y comprender sus sentimientos por Frisk. Y no había día que no dejará de agradecer por el apoyo brindado.

Por eso y más, deseaba poder hacer lo mismo con él. Notando que pese a haber rechazado a la chica y a la vez dado una oportunidad de intentarlo, había algo en él que le incomodaba en todo eso.

-¿Quieres hablarlo? –Soltó tras llegar a su lado.

-SÓLO QUIERES MOLESTARME MÁS.

-No, en verdad quiero ayudarte. –Disminuyó su sonrisa con el afán de mostrarse un poco más serio con el tema. –Me contaste en su momento sobre la rana…

-NO ES UNA RANA.

-... y ahora estás con esto de la chihuahua…

-NO ES UN PERRO. PERO TAMPOCO SÉ QUÉ SEA REALMENTE.

-Deja de interrumpirme, que trato de decir algo importante.

-LO QUE SEA QUE QUIERAS DECIRME, NO VALDRÁ LA PENA, SANS. ME DA GUSTO QUE POR FIN SEAS FELIZ CON LA CHICA QUE TE GUSTA, PERO ERES UN PÉSIMO EJEMPLO A SEGUIR.

-Sé que no soy el príncipe azul que todas sueñan con tener, pero…

-NO LO ENTIENDES. FRISK PUEDE QUE NO SE PERCATE DE LA MAGNITUD DE LAS ESTUPIDECES QUE HACES SIN PENSAR, PERO YA COMIENZA A AFECTARLE, AUN CON SU NECEDAD DE NO QUERER ADMITIR SUS EMOCIONES. –El esqueleto alto se giró finalmente tras llegar ambos al auto estacionado y levemente escondido, mas no se subieron en el instante tras la conversación. –LE AFECTÓ EN SU MOMENTO QUE FUERAS CAPAZ DE MATAR AL SUJETO QUE LE GOLPEÓ EN EL PARQUE Y NI SIQUIERA HICISTE ALGO PARA COMPENSAR ESO. Y TIEMPO DESPUÉS, PASANDO POR UN MOMENTO EVIDENTEMENTE TRAUMÁTICO PARA ELLA, MATASTE AL TIPO DE LA MANERA MÁS SANGRIENTA POSIBLE ANTE SUS OJOS. ¡Y LE PEDISTE QUE FUERAN PAREJA TRAS ESO!

-Hey, no tienes ni idea de cómo fueron las cosas realmente. –Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón al no agradarle del todo lo que le decía. Aun cuando tuviera puntos válidos. –No hables de lo que no conoces, Paps.

-SÉ LO SUFICIENTE PORQUE TUVE QUE ENCARGARME YO ESAS DOS VECES DE VER CÓMO ESTABA, TORPE. –Papyrus se cruzó de brazos tras recargarse en el auto. Si bien no se le veía molesto, esa seriedad no era algo que frecuentara en él. –ELLA OPTÓ POR DECIR QUE SOLO ERA ASUNTO SUYO EN AMBOS CASOS, PERO ES EVIDENTE QUE TIENDE A AGUANTARSE LAS COSAS. Y TAL VEZ NO LA CONOZCA DEMASIADO, PERO CREO QUE SUMÁNDOLE A TU ESTUPIDEZ IMPULSIVA, TERMINARÍAS HACIÉNDOLE CREER QUE TODO LO MALO QUE LE LLEGASE A OCURRIR SERÍA CULPA SUYA POR TUS ARREBATOS. ASÍ QUE DIME, ¿EN VERDAD CREES QUE ERES DIGNO DE DARME CONSEJOS DE ALGO QUE TÚ MISMO HACES MAL?

Sans tuvo que reconocer en silencio que su hermano estaba en lo cierto. Se había dedicado a pensar tanto en no afectar la vida pacífica de Frisk fuera de toda índole mafiosa, que él mismo estaba provocándolo y creando algo mucho peor en algo que apenas y estaban iniciando. Era verdad, Frisk sería muy sincera en extremo en algunas cosas, pero en cuanto a sus emociones sólo le quedaba observar el temblor de sus manos para concluir que algo le molestaba o preocupaba, mas no lo compartiría con otros. Y si bien parecía que era de nervios de acero y de corazón frío, sabía que no era del todo cierto al haber contemplado en algunas ocasiones algunos momentos de vulnerabilidad que no parecía agradarle del todo a ella misma. Mientras el mundo le conocía firme e indomable, él le había visto llorar, temblar de miedo… necesitando de un abrazo que no sabía ni siquiera cómo pedir sin pena o culpa.

Genial, ya estaba siendo mal novio desde antes de que hubiesen empezado. En su defensa, Frisk sabía cómo era y aseguraba afrontar consecuencias de sus decisiones, pero ¿cuál sería el caso de las decisiones que tomaba él? Ahí estaba particularmente el problema, ¿cierto?

-SONARÁ LOCO, PERO CREO QUE EL JEFE LA COMPRENDE DE UNA MANERA QUE NINGUNO DE NOSOTROS LO HAGA. –Comentó Papyrus una vez que se subieron al auto y comenzaron a retirarse. –TAL VEZ PORQUE AMBOS SON DE PERSONALIDAD FRÍA Y ENOJONA.

-Bueno, ambos han estado hablando algunas mañanas. –Comentó Sans sin pensar mucho en el asunto. –Suena más loco que se puedan llevar bien.

-PUES HUBIERAS VISTO LO QUE PRESENCIÉ AYER. EL JEFE LA INSULTÓ DE ALGUNA MANERA, PERO PARECÍA QUE ELLA COMPRENDÍA QUE LO ESTABA HACIENDO PARA SACARLA DE SU ESTADO INDIFERENTE. INCLUSO MENCIONARON ALGO QUE PARECÍA QUE SOLO ENTRE ELLOS ENTENDÍAN. FUE MUY EXTRAÑO DE VER.

-¿Debería de preocuparme que mi novia se esté llevando bien con mi padre?

-¿LE VAS A SUMAR CELOS ABSURDOS A LO QUE APORTAS EN TU ABSURDA RELACIÓN?

-Soy nuevo en esto, ¿ok? Nunca creí que hubiera alguien que pudiera atraerme. –Sans sólo rió con su comentario, sabiendo desde antes que opinaría algo así y poniendo a un lado su percepción de crítica. –Pero aún más, que realmente pensara en algo serio… ¡Y que lo lograra!

-NYEH HEH HEH, ¿QUIÉN DIRÍA QUE SERÍAS UN ENAMORADO EMPEDERNIDO?

-Lo sé.

-Y POR LA FORMA EN LA QUE ELLA TE DEFENDIÓ AYER, SUPONGO QUE TIENE SENTIDO QUE LO LOGRARAS. –Pese a que Papyrus miraba hacia el frente mientras conducía, le dedicó una sonrisa tras toda la conversación. –NOS DEJÓ EN CLARO QUE NO SE TOMA TAN A LA LIGERA LA DISCRIMINACIÓN QUE LES RODEA, PERO QUE ESTÁ DISPUESTA A DEFENDER LO SUYO CON UÑAS Y DIENTES DE SER NECESARIO. Y TAL VEZ ESO SEA LO QUE LE AGRADA DE ALGUNA MANERA AL JEFE, ¿SABES? QUE ES UNA MUJER DE CARÁCTER FUERTE QUE NO SE DEJA DOBLEGAR NI ANTE LA MUERTE MISMA.

-Si, coincide con lo que quería para una mujer digna del apellido ¿no crees?

Pese a ser un comentario indiferente de su parte y de alguna manera con el afán de ser gracioso, por la forma en la que Papyrus casi frena de golpe supo que no había logrado verse tan indiferente como había creído.

-¿EN QUÉ DEMONIOS ANDAS PENSANDO?

-En estupideces, ya sabes.

-PUES DEBERÍAS DE PENSAR MÁS EN LO QUE TE DIJE SOBRE ARREGLAR TUS TORPEZAS ANTE ELLA.

-Y también en muchos factores que hace evidente que es absurdo pensar siquiera en ello. Descuida Paps, no estoy tan loco.

-ESO SÍ QUE FUE UNA MENTIRA.

Sans sólo rió con su comentario, no queriendo hablar más al respecto por ser algo que hasta a él le avergonzaba siquiera haberlo pensado. Haber visto los arreglos de una boda y hablar un poco del tema le había afectado de alguna manera, suponía. Pero aún más, saber que Frisk le correspondía de una manera sumamente acalorada por impulso, y por el bien de ambos debían de ralentizar algunas cosas.

Se mantuvieron en silencio el resto del camino hasta llegar a su siguiente destino y misión por lograr en el mismo día. El cual ambos coincidían sin siquiera hablarlo sobre ser el trabajo más exasperante que tendrían que afrontar sin la presencia del viejo. Sans no estaba acostumbrado a tener que ser el negociador al ser ese el papel principal del jefe, y si bien parecería que finalmente le brindaba la confianza suficiente y oportunidad para que lo lograra por su cuenta, lo cierto era que nuevamente le había terminado presionando de que comenzara a tomar en serio su papel como primogénito de una familia que heredaría un negocio nada grato. Y esta vez no pudo darle una negativa tras la conversación familiar donde habían terminado abriéndose emocionalmente de alguna manera.

Por esa razón, en lugar de dividirse y hacer cada uno su papel en las respectivas actividades que tenían por hacer fuera de Snowdin, se prefirió que estuvieran juntos para cubrir las partes que fueran necesarias en caso de meter el hueso donde no debían. Además, Papyrus aún no aprendía del todo a teletransportarse, así que si lo hubiera necesitado, Sans habría actuado inmediatamente antes de que la líder sindical notara su presencia.

Le habían llamado con anticipación para indicarle que se reunirían con él, por lo que no fue sorpresivo para ninguno que hubiese seguridad y suma discreción en el restaurante de Waterfall donde habían quedado de verse. Al menos había sido un buen detalle de contemplar tras el mal sabor de dientes que era estar ante semejante sujeto otra vez, y justo en la misma mesa donde había hablado anteriormente.

-Saludos. –Sonrió Mettaton desde su sitio donde los esperaba. –Me alegra poder reunirnos finalmente.

.

.

Frisk había querido decir algo tras la aparición de los dos canes de pelaje blanco ante ellos, pero el agarre de Flowey había sido indicativo suficiente para no hacer nada más al respecto. Sobre todo por la forma que ambos perros parecían estar olfateando el lugar sin discreción alguna, observando a la señora conejo que temblaba de miedo detrás de ella y que en cualquier momento se habría lanzado a correr hacia el otro extremo si no fuera por no haber salida.

-Parece ser que Lesser se divirtió antes que nosotros. –Sonrió la canina con una voz que pretendía ser amable, pero su mirada decía lo contrario conforme observaba la falta de oreja de la coneja. –¿Qué dices, cariño?

-Que es un grosero por no invitarnos, pero que debió de tener un motivo para hacer tal cosa. –Contestó el perro de poblado bigote, alzando un poco sus manos para dejar que apareciera en ellas un hacha y luego la apoyara en su hombro. –¿Nos lo pueden decir o tendremos que sacarles la respuesta?

-Los groseros son ustedes por pretender amenazarnos.

Soltó Frisk de inmediato, aun cuando el agarre de Flowey sobre su brazo era más fuerte. A estas alturas de la situación, sabía que de cualquier manera no tenían forma de mediar las cosas si los perros tenían intenciones de causarles daño por la forma directa en la que decían las cosas, aun cuando no fueran del todo necesarias las palabras para comprender que estaba ante asesinos. Hacían lo mismo que Muffet cuando quería verse amenazante, mostrando sus colmillos para dejar en claro que sólo les bastaría eso para acabar con su oponente, pero que no lo harían por el simple hecho de serles demasiado fácil. No le agradaba del todo poder comprender eso de antemano, ni tampoco el hecho de estar en un callejón donde la única forma de escape era que Flowey comenzara a trepar las paredes, pero seguramente no podría ser tan rápido si tenían a la señora consigo.

Los perros habían reído por su comentario, pero no les duró mucho en cuanto contemplaron la flor que no había querido decir nada en todo ese momento.

-¡Hey! Pero si tú eres el experimento que se le escapó a la señora Boom. –Señaló la canina tras dar un paso al frente con confianza. Mirándola ahora a ella con un gesto de burla. –Eso podría significar que…. esta humana es la amante del esqueleto, ¿no?

-Novia. –Contestó Frisk sin siquiera pensarlo. Estaba harta de ese comentario. –Soy su novia.

Rieron los perros como si aquello fuese más que un chiste. Si bien le molestó que lo tomaran con gracia, también le mantuvo alerta de lo que pudiera pasar a continuación. Dio un paso hacia atrás, chocando un poco con la señora conejo que no paraba de temblar y que poco le faltaba para desmayarse si no fuera por el hecho de saber que podría morir si lo hacía. No sabía cómo la mantendría a salvo cuando no tenía ni idea de cómo enfrentarse a ambos canes que ya tenían un hacha cada uno en sus respectivas manos. Pero antes de que tratara de pensar en algo, Flowey le señaló levemente una tarántula que estaba situada en una pared, entendiendo lo que quería decirle con eso.

-¡Ooooohhh! Disculpa entonces, "novia del esqueleto". –El perro hizo demasiado énfasis en las últimas palabras, casi como si quisiera decirlo con otro tono más agudo. ¿Acaso había tratado de imitar su voz o burlado de sus propias palabras así? –Parece que por fin podremos vengarnos de esos malditos traidores gracias a ti.

Frisk sabía a lo que se referían, pero no pudo contestarles algo tras las telarañas que surgieron en el momento que les separó de vista el tiempo suficiente para retroceder aún más y que Flowey extendiera sus lianas hacia lo que pudiera en las alturas y elevarse de inmediato. Siendo todo demasiado rápido antes de que más hachas surgieran de lados que la joven no se explicaba cómo era que habían llegado tan rápido hacia ellos y cortado la mayor cantidad posible. Si no fuera por la reacción rápida y múltiples manos de Muffet que les había sujetado a ambas, habrían caído en el instante hacia una posible muerte instantánea ya sea por la altura o por volverse presas de esos perros que no les importaría morder lo que se les atravesara en el camino.

No tenía ni idea de cómo era que su amiga se sujetaba de la pared, pero Frisk estaba impresionada de que fuese bastante habilidosa para sacarles de ahí de alguna manera. Aunque tal vez era demasiado pronto para estar realmente agradecida considerando el siguiente movimiento que había sido tratar de arrojarlas hacia uno de los balcones de manera impertinente, antes de que nuevas hachas trataran de cortarles en el sitio en el que estaban y destruyendo parte de la pared ante el impacto.

-Tu caballero azul está fuera en este momento, así que tendrás que conformarte con que seré yo quien te salve esta vez. –Comentó Muffet con algo de prisa, muy seguramente intuyendo que preguntaría por él en el instante al momento de incorporarse y ayudar a la señora que aun estaba anonadada con tanto movimiento. –Váyanse de aquí y manténganse a salvo en La Madriguera. Volveré en cuanto acabe con estos dos.

-Hay otro perro como estos en la casa. –Comentó Frisk de manera rápida.

-Lo sé, y ya me hice cargo. –Ver a Muffet en modo serio no era frecuente, pero aún menos el verla aparentemente preocupada mientras estaba alerta del siguiente ataque de los perros que sólo se reían desde su posición. –El maldito creyó que podría estar demasiado tiempo en Snowdin engañándome, eso no lo perdono.

Nuevamente sin saber de dónde provenían tales armas afiladas, un par de mayor tamaño aparecieron desde el cielo y estuvieron por cortales si no fuera por el hecho de que la arácnida les empujó hacia dentro del departamento antes de que impactaran, siendo que ella había terminado saltando hacia la otra pared para sujetarse con fuerza y estar dispuesta a detener a los perros tal y como había dicho que se encargaría. El balcón en el que habían estado terminó destrozado, lo cual hizo que tanto la señora conejo como los otros monstruos que vivían en el departamento que habían ingresado sin permiso, gritaran ante el terror de no saber qué estaba pasando. Y le gustara o no hacer caso a la orden, tuvo que retirarse al preocuparse también por la señora Bunny y el resto de la familia. Además, sabía que Muffet en verdad podría hacerse cargo de una manera ejemplar y sin necesidad de matar a nadie, ¿cierto? Ella no era como Sans o Papyrus después de todo.

Aunque, si en verdad no había alternativa… No, no quería pensar en eso por ahora. Tenía que darse prisa para llegar a la casa y boda que tal vez tendría que posponerse. Llevándose de la mano a la señora dueña del Motel y disculpándose de manera rápida con los habitantes del departamento sin siquiera mirarlos directamente. Flowey aún se encontraba enroscado en su brazo, pero extrañamente se había mantenido en silencio tras todo lo ocurrido. ¿En qué estaba pensando?

Los pies le dolían demasiado por estar corriendo con tacones que sorprendentemente no se habían roto con tanto movimiento, pero nada de ello le importó tanto como llegar a La Madriguera y revisar que todos estuvieran bien. A lo cual realmente fue una verdadera sorpresa el contemplar que todos estaban reunidos en el cabaret que ella había decorado y que ahora gran parte yacía en el suelo, teniendo como nuevo "adorno" a un perro albino cubierto de telarañas y pegado en la pared junto a la mesa que pretendía ser el altar, completamente inconsciente ante una posible batalla que no la había tenido de ganar desde que Muffet puso sus múltiples ojos sobre él. Frisk se sintió aliviada con ver todo eso, frenándose en seco para finalmente respirar ante la carrera que había dado. Dejándose caer sobre el suelo con tal de no seguir pisando, aun cuando había varios asientos disponibles hacia los lados.

-¡Leonnie!

La señora Bunny era quien había gritado, corriendo hacia ellos con un semblante aterrorizado tras ver que su hermana menor contaba con una oreja menos y estaba sumamente temerosa por todo lo que había pasado en un tiempo relativo. Varios conejos se habían acercado también para contemplar a su tía, a lo cual Frisk no prestó atención al no ser de su total interés por ahora, además de ser un asunto familiar que no le competía salvo el hecho de pensar en lo expuestos que estaban todos ahora ante tales sujetos. La hermana había dicho que el perro le había pedido que cantara, lo cual indicaba que estaba en busca de la señora Bunny si de señoras estaban hablando. ¿Por qué? En verdad parecían que los canes no tenían intenciones de ir por Sans o por ella, pero de algún modo, ahora le habían dado un motivo al estar ella en el medio. ¿Qué tenía que hacer? ¿Esperar era la respuesta por ahora? ¿Muffet podría encargarse por su cuenta?

-¿Estás bien?

Frisk levantó la cabeza para ver a la sirena dándole la mano para que se incorporara, a lo cual reconoció que se veía bastante bonita con su vestido de novia y velo que le había prestado la dueña de la casa. Ronnie estaba con su madre y tía, visiblemente preocupado por todo, pero bastante bien arreglado.

-Si, sólo me duelen los pies. –Comentó mientras tomaba su mano y se paraba para dirigirse hacia una de las sillas cercanas. –¿Esto arruinó tu boda?

-La aplazó por lo menos. –Le esbozó una tenue sonrisa de complicidad. –Ya no tenemos quien nos case hoy, así que… Ronnie podrá ser libre unos días más.

-Ronnie te dijo lo que he hablado con él, ¿cierto? –Intuyó de inmediato.

-Si, y gracias por preocuparte. –Shyren se sentó a lado suyo, colocando el ramo de flores consigo para seguir cuidándolo. Parecía que también quería estar lejos de la situación en la que sólo la familia debía involucrarse. –Pero creo que no todos podemos luchar por lo que queremos como tú. Algunos tenemos que aferrarnos a las oportunidades que nos llegan y desear que sea suficiente.

-Qué percepción tan mediocre. –Comentó Frisk mientras levantaba uno de sus pies, quitándose la zapatilla y masajearse un poco. La media se había roto por completo, pero aquello no le importó tras levantar su brazo y ver que ya no tenía las raíces enredadas con ella. ¿Dónde estaba Flowey? –Cuéntame. ¿Qué ocurrió aquí?

-El perro dio inicio a la ceremonia sin querer esperar a nadie más, pero actuó un poco extraño cuando llegué al altar. Algo… disperso, sin poder hablar apropiadamente. Fue ahí cuando la señorita araña llegó y peleó un poco con él. El perro se estiraba, pero luego parecía no ser capaz de pelear ni de concentrarse en sí mismo. Supongo que por la magia de la arácnida.

-La magia de Muffet no hace eso. –Comentó mientras seguía buscando a Flowey en los alrededores. No parecía haberse metido en algún lugar cercano. –O al menos eso creo.

-Pues la chica logró apresarlo en su telaraña. Y preguntó por ti después de eso.

Frisk enfocó su vista ahora en el perro que estaba inconsciente, envuelto en una telaraña que podría romper con facilidad si despertaba en cualquier momento. Supuso que esa era la razón por la cual Muffet dijo que volvería. Pero con tanto escándalo por parte de la familia e invitados preguntándose los unos a los otros qué había ocurrido, podrían despertarlo en cualquier momento. Si es que no estaba fingiendo para contraatacar en el mejor momento para él, ¿cierto? ¿Qué harían los Gaster en una situación así? Definitivamente matarían a sus objetivos, por lo que no era la opción que tomaría ella para apoyar de su lado mientras Muffet se encargaba de los otros. Y si Sans y Papyrus no estaban en Snowdin, significaba que Don Gaster era la opción que quedaba. Y francamente, le preocupaba siquiera invocarlo al pensar que podrían empeorar las cosas de manera catastrófica.

Flowey podría apresarlo con sus lianas que serían más resistentes. ¿Pero en dónde se había metido? Era extraño que desapareciera así sin decir algo previamente.

Y pasando todo muy rápido, en efecto el perro se había liberado de su delgada prisión y se había lanzado hacia la bola de conejos que todavía estaban atendiendo a la coneja de una sola oreja que apenas y era capaz de permanecer consciente ante tantos temores enfrentados. Frisk se había puesto de pie inmediatamente para llegar a tiempo, pero la señora Bunny se había puesto en el medio para servir de escudo de su familia misma. A lo cual, el perro terminó deteniéndose ante ella, con sus brazos colgando de alguna manera y encorvado por completo como si estuviera cansado. No parecía tener intenciones de atacar más, sobre todo por una mirada luminosa que por fin entendía a Shyren con su explicación de verse disperso.

-So…ta…no…

-¿Qué? –Preguntó la señora conejo sin saber si podía tomarse a la ligera su cambio repentino.

-Vi… va…

El perro parecía tener un debate consigo mismo, sujetándose la cabeza ahora y cayendo de rodillas ante un aparente problema de no recordar siquiera cómo mantenerse de pie con naturalidad. Fue ahí cuando la señora conejo alzó sus orejas y abrió sus ojos ante una sorpresa que solo ella estaba comprendiendo de alguna manera. Por lo que dejó de tener sus manos alzadas a los costados como si con ello tratara de ocultar a su familia, y se acercó poco a poco hacia el can que ya no parecía reconocer en dónde estaba.

-Mamá, no te acerques. La tía Leo acaba de decirnos que te estaba buscando a ti.

Uno de los hijos parecía querer advertirle al grado de querer tomar su brazo y hacerle retroceder, pero la señora hizo caso omiso a lo que quien sea le tratara de decir algo ahora. Incluso se había hincado para ver directamente hacia los ojos del perro, devolviéndole una mirada luminosa que no parecía saber que le estaba viendo directamente.

-Shyren, ¿de casualidad sabes romper o modificar un encantamiento de tu especie? –Preguntó la señora sin ver directamente a la sirena, pero sabiendo que estaba cerca.

-No realmente, ¿por qué?

-Creo que este perro tiene el beso de la muerte. –Con algo de valentía, lo tomó de su cara para poder verlo más de cerca, como si quisiera ver algo más allá en esos ojos luminosos. –Su alma dice una cosa, pero su voz otra. Podría morir si se sigue resistiendo.

-Vi… va…

-¿Viva? –Preguntó la conejo, acomodándole un poco su cabeza con sus manos sin miedo alguno, aun cuando estaba demasiado visible los dientes afilados que tenía. –¿Qué mensaje quieres darme?

-Vue… la… Ma… ri… po… sa…

Por un momento pareció completamente confundida, a lo cual Frisk podía entender ello si no tenía sentido alguno las palabras que estaba diciendo el perro aparentemente poseído. Frisk se acercó más al estar curiosa y preocupada por la señora, lo cual hizo lo mismo Ronnie tras indicarle a su familia con un par de señas que llevaran a la tía a una zona más calmada. Pero extrañamente, la señora conejo comenzó a soltar lágrimas silenciosas tras abrir demasiado sus ojos dorados en cuanto estuvieron relativamente cerca de ellos. Pareciendo que finalmente la dueña de la casa pudo encajar algo dentro de todas esas extrañas palabras casi ahogadas que soltaba en perro con algo de esfuerzo.

-Li-Li. –Sollozó la señora Bunny.

Para Frisk nada de eso parecía tener sentido todavía, pero para Ronnie parecía que algo dentro de todo realmente sí lo tenía tras la palabra de su madre, estando sus orejas en alto como si con ello pudiera escuchar mejor aquello que tampoco podía creérselo. Y si bien había querido preguntar por mera curiosidad, no tuvo tiempo para ello en cuanto varias luces azuladas comenzaron a manifestarse en el piso en el que estaban. Ni siquiera tuvo que pensarlo al reconocerlas de inmediato.

-¡Ronnie, cuidado!

Al ser el conejo que tenía cerca y al que también estaba sobre las múltiples luces azuladas, logró empujarlo lo suficiente para apartarlo de las lanzas que inmediatamente surgieron y rompieron todo a su paso. Pero también, teniendo que separarse de la señora Bunny y el perro al haber estado el impacto en medio de ellos. Dejándose entrever una anfibia de cabello corto de rojo intenso entre todas esas lanzas, acercándose lentamente hacia el perro y la coneja.

Esto comenzaba a ponerse peor.

Podía escuchar varios gritos en todo el lugar, pero Frisk no prestó atención a nada de eso, optando por ver más hacia el frente donde estaba un verdadero problema. La anfibia se había agachado para revisar al can que aparentemente estaba fuera de sí, ¿Tenía puesto un pantalón negro? ¿Qué no era una prenda masculina? También apuntó con su lanza a la señora Bunny para que no hiciera un mínimo movimiento. Aquello fue suficiente para que Ronnie se incorporara y no dudara en dar un gran salto para llegar hacia ellos, pero más lanzas aparecieron con todo el afán de dañarlo, lo cual el conejo pudo evitar de alguna manera al ser su ropa la mayor parte dañada tras haber terminado escudado por un reptil que había llegado a tiempo para cubrirlo. Frisk pudo reconocerlo como el vendedor de lechugas quejumbroso mientras trataba de acercarse por su cuenta. ¿Cómo lo haría con semejantes armas punzocortantes atravesando todo camino?

-¿R-ralph? –Escuchó que preguntó Ronnie algo anonadado.

-Sé que no me querías en tu boda. –Comentó el reptil que, ahora que lo observaba de rápido con su ropa rota por los impactos, estaba igual de corpulento que el conejo a lado suyo. –Pero creo que no soy el único colado.

No supo si hubo una respuesta tras eso, ya que el sonido familiar de un cráneo flotante a punto de disparar lo mismo que había hecho en el edificio de la fiscalía, fue suficiente para ella para volver a acercarse hacia el conejo y el reptil para pedirles que se agacharan antes de que surgiera lo peor. En lo cual parecía coincidir la anfibia tras ver todo hacia el frente, cuando tan sólo había dado un paso hacia el frente en cuanto sus miradas se habían cruzado en un solo segundo.

Frisk cerró sus ojos. Todo estaba resultando mal.

.

.

Muffet había tenido que dejar que su larga gabardina terminara en alguna parte del suelo al estorbarle en el combate. Dejando sus quejas sobre el frío para otro momento, y teniendo que usar todas sus manos para dispararles a los perros ante ella ahora que no le permitían acercarse, pero siendo algo complicado ante las múltiples hachas que mágicamente aparecían en ciertas zonas menos favorables para ella. Algunas de mayor o menor tamaño que no implicaban la cantidad de daño que podrían ocasionar si le alcanzaban. Tenía que estar demasiado alerta ahora que sus telarañas terminaban siendo cortadas con suma rapidez por las mismas armas afiladas, por lo que detenerlos por completo estaba siendo una opción cada vez más difícil de lograr.

-¿Nunca habías presenciado magia artesana, arañita? –Se burló el perro al ver su descontento con tantas armas en el ambiente que amenazaban con cortarle a ella y a todos sus intentos. –¡Vamos! Deja de estar huyendo, que será divertido cortar tus brazos uno por uno.

La mencionada ni se molestó en contestarles, queriendo acercárseles para morderlos de una maldita vez para acabar con sus patéticas vidas. Pero en cuanto tuvieran su magia a flote no podría hacerlo. Dispararles tampoco estaba funcionando al acabar y bloquear las mismas balas con sus hachas aparentemente irrompibles. Sus telarañas estaban siendo destruidas desde todos los ángulos al estarse cubriendo el uno del otro. ¿Cómo demonios lograría detenerlos a tiempo?

Era una batalla de resistencia, donde se tendría que ver si ella era quien soportaba más con sus múltiples formas de combatir, o ellos siendo una pareja con su perfecta sintonía que se protegían la espalda uno del otro. Aunque Muffet valorara sus propias capacidades y entrenamiento, por primera vez sentía que esta vez no la tendría de ganar estando completamente sola. Sus oponentes eran demasiado rápidos y disfrutaban sádicamente cada corte que hacían sin importar a qué lo hacían, notando en sus miradas y sonrisas que deseaban llegar a ella para cortarla y salir triunfantes de algo que sólo lo hacían por diversión.

No podía bajar la guardia ni detenerse en ningún segundo. Necesitaba un plan, necesitaba acorralarlos nuevamente en el callejón donde podría esparcir sus telarañas con mayor facilidad. Pero era claro que los canes se percatarían de ello de inmediato. Intentó atraer a la mayor cantidad de arañas posible en busca de lograrlo de alguna manera, pero requería de tiempo reunir tantas para que fuese una posibilidad, además de las que ya había enviado con W.D. en búsqueda de ayuda. En situaciones así había veces que había recurrido a sus propios atributos femeninos para hacer que sus víctimas miraran hacia donde ella quería, pero habiendo una mujer presente y siendo pareja del otro, no quería imaginarse del aumento de agresión que desataría si se atrevía a intentarlo. Además estaba enfrentando perros, cuyo olfato podían detectar hasta sus propios nervios para hacerles creer otra cosa. Necesitaba más información para saber cómo engañarlos, pero exponían demasiado su lado sádico para poder ver más allá de eso.

Moviéndose una y otra vez con la velocidad posible, queriendo que la siguieran hacia el punto favorable para ella pero haciéndole retroceder al muy seguramente percatarse de lo que realmente quería hacer. ¿Acaso no podría hacer nada más que esperar? No sabía si su querido había leído el mensaje ya o enterado de la situación, y siendo el caso, iría por la humana que venía siendo importante para su hijo, ¿cierto? Tal vez porque confiaba demasiado en sus habilidades y aptitudes, pero realmente necesitaba un par de manos extras esta vez por más inverosímil que sonara la situación. Los vigilantes estaban en sus respectivos puestos de vigilancia para cubrir ausencias. Sans y Papyrus estaban en Waterfall y no sabía cuánto tardarían, pero también sería el caso de que irían con Frisk primero con tal de asegurarse de que estaba bien.

Tener una amiga era complicado. Pese a admitir que le agradaba, no podía evitar seguir sintiendo envidia por esa humana que apenas y podía ver lo que tenía frente a ella. No era justo.

Si bien la familia Gaster la consideraban una mujer habilidosa, (cada uno a su respectiva manera, claro), no significaba que ella no necesitara ayuda de vez en cuando. Pero la hacía patética desearlo, ¿cierto? Pues bien, tenía que seguir esforzándose si el papel de la damisela en peligro no era para ella y ni le quedaba. Nuevamente, tenía que ser quien brindara mayor esfuerzo y que nunca se lo reconocerían, si es que vivía para contarlo.

Teniendo que rodar para evitar los cortes directos de los canes en conjunto, reconoció haber hecho un mal movimiento al ver que otra hacha le rozó a un lado bastante cerca, si no fuera por una liana que la jaló de inmediato hacia el otro extremo y la elevó teniéndola sujeta de la cintura para mantenerla lejos de tales ataques. Ni siquiera tuvo que cuestionarse de quién se trataba ante las obviedades, pero avivando su preocupación ante su presencia por más que le hubiera salvado justo a tiempo.

-Estás idiota si lo que pretendes es hacerlo todo sola. –Gruñó la flor en cuanto se dejó ver entre tantas lianas que no tenía idea de en qué momento las había manifestado. –Estos tipos no tendrán piedad de ti en nada. ¿Lo sabías?

-Pero, ¿ y Frisk?

Flowey no respondió, tal vez por no querer brindar información ante los presentes o porque simplemente no le apetecía contestar algo que tal vez era evidente. En su lugar, parecía tener intención de alejarla del lugar para hacerse cargo por su cuenta de la situación de alguna manera, poniéndola detrás de él de modo protector pese a ser evidente que no cubriría mucho con ello. En otro tipo de circunstancias se habría sentido halagada de tal gesto, pero no ahora que estaban en un conflicto que ahora también lo ponían en riesgo a él. Recordaba el tiempo que había permanecido inconsciente sin raíces, y tal vez aquella vez había corrido con suerte de poder contar con la oportunidad de regenerarse. Dudaba que ahora pudiera con semejantes hachas surgiendo de diferentes puntos.

-Awwww, la florecita protege a su comida. –Se burló el can tras manifestar un par de hachas y tenerlas en cada mano. –Es una pena que no será por mucho tiempo.

Era obvio que trataría de cortar todas esas lianas y que podría hacerlo con facilidad, pero sorpresivamente para la mayoría de los presentes, la flor gesticuló la misma expresión sádica que parecía coincidir con el mismo sentimiento, antes de arrojar la barrera de lianas con espinas rojas que había acumulado para darle con qué entretenerse, la cual rápidamente se volvió una bola en conjunto que lo convertía en un objeto peligroso a impactar. ¿Acaso su verdadera naturaleza era emitir el mayor daño posible? ¿Se contendría todo el tiempo por Frisk? Tenía sentido ahora que recordaba el experimento que era con el afán de ser un arma biológica. Pero peligroso o no, su punto débil no era favorecedor ante seres que creaban a diestra y siniestra objetos cortantes.

-Flowey, déjame esto a mi. No deberías de subestimarme.

-No lo hago.

Muffet le miró estupefacta, notando que el agarre de su liana sobre su cintura estaba siendo cada vez más fuerte, pero no lo suficiente para lastimarla. Supuso que trataba de indicarle que todavía no hiciera algo más, aunque por la mirada que le contemplaba, bien podría creer que realmente la guardaba para ser comida. Pero cualquiera que fuera la razón, comenzó a sentirse más débil en cada segundo sin poder explicarse apropiadamente de cómo era posible, hasta que notó que las lianas de la flor comenzaban a ser más gruesas al grado de poder golpear a los canes sin que pudieran cortar por completo la liana. ¿Acaso estaba drenando su energía para eso? La pesadez se sentía principalmente desde el pecho, pero no la estaba haciendo sentir mal del todo, como si hasta en eso estuviera teniendo el cuidado suficiente.

Sin querer interrumpir lo que fuera que estaba planificando Flowey, observó que sus gruesas lianas lograron perforar el cemento para extender sus raíces en la mayor tierra posible, que si bien no parecía ser mucha la que había localizado, era suficiente para que perforara más el cemento con semillas que no se explicaba cómo era que las había creado, pero que lograban similar balas que ahora distraían a los canes sin saber cómo reaccionar al respecto. Parecían querer evitarlas por si resultaban algo más que cosas que impactaran lo suficiente para perforarlos.

Ahora entendía. Flowey se estaba esforzando en que tuvieran el mayor tiempo posible sus ojos cerrados, sin que sospecharan lo suficiente para invocar más hachas sin pensarlo. Había sido un plan apresurado que fácilmente había podido fallar de inmediato, pero la suerte estaba de su lado si no estaba siendo el caso.

-¡Ahora Muffet!

Entendiendo de una manera muy apresurada que iba a lanzarla hacia ellos, se preparó para poder caer con destreza sobre los canes, que si bien todavía tenían armas cortantes a la mano, Muffet fue más rápida en amarrar sus manos con telaraña al momento de pisar sus caras y activar sus ojos para que su magia no fuese el mayor problema. Acto seguido tapó sus narices y amarró sus patas para no darles mayor escapatoria ni oportunidad posible.

Al momento de poder incorporarse con confianza, observó sus manos temblorosas por el esfuerzo, drenado de energía y adrenalina del momento. Ciertamente, le estaba costando mantener sus ojos abiertos ante el cansancio, pero aun así pudo emitir una sonrisa en agradecimiento hacia la flor cuyas lianas regresaron a su tamaño normal. Tal vez desde que se había separado de ella, no estaba segura de cómo era que funcionaba ese ser para ser realista.

-Bien. –La expresión de Flowey dejó de ser terrorífica para pasar a la amargada de siempre. –Ahora volvamos con Frisk y… ¡CUIDADO!

Muffet había girado hacia donde su instinto le indicó con prisa. Un enorme puño peludo y unas lianas cubriéndole con demasiada rapidez, fue lo último que pudo recordar.

.

.

Frisk abrió los ojos con cuidado. Sintiéndose algo contrariada al no reconocer de inmediato en dónde estaba por lo diferente que estaba el lugar ante tantos destrozos en el inmueble, habiendo incluso varias paredes destrozadas que dejaban en visto la calle y algunos transeutes que llegaban curiosos a asomarse a la escena. ¿Acaso se había golpeado la cabeza y perdido conocimiento por unos momentos? Todo parecía estar tan diferente a lo que recordaba instantes antes, además de estarse quitando algunos escombros de la cabeza tras dolerle demasiado al momento de levantarse. Por la luz que se asomaba podía responderse a sí misma que no había sido tanto tiempo, pero sí lo suficiente para perderse de algo aparentemente importante en todo eso.

¿Dónde estaban Ronnie y el vendedor de lechugas? ¿Dónde estaba la señora Bunny, el perro y la anfibia de un solo ojo? ¿Dónde estaba… quien sea que había creado ese cráneo flotante? ¿Había sido Sans? ¿Papyrus? ¿Don Gaster? Ninguno parecía estar a la vista, ni tampoco Flowey o Muffet. En su lugar solo había muchos conejos con ropas arraigadas y con mucho llanto de por medio ante un hogar destrozado que estaban siendo atendidos por el reptil corpulento. Notando a Shyren hablando con varios a su vez que igualmente parecía estar llorando.

Frisk ni siquiera sabía que hacer o decir ante tal escenario. Su temor de que ocurriera tal desastre se había hecho realidad con tan sólo haber regresado a La Madriguera. Justo lo que Flowey le había advertido que no hiciera. Pero poniendo a un lado todos sus malestares al estar ante algo más preocupante, se acercó a un grupo de conejos que temblaron un poco en cuanto le vieron llegar. Los cuales ni siquiera esperaron a que preguntara algo al respecto.

-Se la llevaron. –Lloriqueó la coneja que reconoció como Connie. –Se llevaron a mamá…

-¡¿Qué?! –La sujetó de los hombros con prisa y temor. –¿Hacia dónde?

-Suéltala. –La joven estaba tan contrariada con la noticia y todo el entorno, que ni siquiera pudo visualizar a tiempo que Ronnie se había acercado para jalarla del hombro de un modo nada sutil de su parte. –Esto es tu culpa.

-Ronnie, ¿qué…? –Ni siquiera pudo terminar su propia pregunta.

-Pude haberla alcanzado desde antes, pero tú me apartaste. –Sus orejas estaban indecisas de estar alzadas o no, lo cual de alguna manera le indicaba que el conejo estaba haciendo un esfuerzo de contenerse y a su vez de siquiera ser capaz de pensar con claridad. Bueno, justo ahora eran dos con la misma situación entonces. –Y Don Gaster solo se encargó de apartar sus aparentes enemigos, pero no le importó nada más.

-¿Don Gaster fue quien estuvo aquí, entonces?

-Nuestra familia ya había pasado por muchas desgracias, pero nada como tener que afrontar constantes amenazas de muerte, teniendo a mafiosos bajo nuestro techo o encima de él. –Alzó la voz al mismo tiempo que avanzó en sus pasos firmes y coléricos. Haciendo que ella misma retrocediera en el acto. –Teniendo que cuidar cada aspecto, cada paso y cada detalle con tal de no estar en la mira de ellos. Y todo esto ocurrió desde que acogimos en nuestra casa a la famosa "amante del esqueleto" que nadie quiere toparse porque con un simple rasguño que se le provoque, significa la muerte más tortuosa, pero que también no hace nada para siquiera evitarlo. Casi como si le divirtiera que otros tengan que tener cuidado con lo que le pase.

-¡Yo no…!

-Tal vez nuestra madre te tuvo piedad, o tal vez creyó que a través de ti podría hacer las paces con su pasado, pero sin importar cuál fuese la razón, todos nosotros hemos tenido que pagar por eso y simplemente ya no puedo permitirlo más. –Ronnie alzó su mano con agresión, mas no para querer golpearle ni a algo cercano. Simplemente para hacerle callar ante un enojo que no podía ni quería contener más. –No quiero que mi familia tenga algo más que ver contigo o con cualquier mafioso. Así que vete, novia del esqueleto. Vete de mi casa, vete de mi familia y vete de nuestras vidas.

-Ronnie, no hay tiempo para estas cosas. Tenemos que encontrar a…

-¡Largo!

El conejo podría verse imponente con sus músculos descubiertos por la ropa rasgada, y con el enojo y miedo que tenía consigo, pero aun así Frisk no retrocedió ningún paso más tras su exclamación casi orden. Si quería golpearla o empujarle para sacarla de ahí, tendría que hacerlo. Estaba dispuesta a escuchar los sentimientos reprimidos del mayor de los hermanos conejo, estaba dispuesta a contemplar un lado de él que nunca creyó posible con lo amable y atento que siempre le había parecido. Pero lo que no estaba dispuesta era a retroceder tras una situación emergente que no daba lugar a un enfado que no llevaría a nada más salvo el desquite. Necesitaban encontrar a la señora Bunny. Necesitaban darse prisa. Solo eso.

Pero en cuanto dio un paso al frente, uno de los hermanos conejos también se puso al frente, como si también quisiera hacerle retroceder. Siendo que poco después se unieron más hermanos y hermanas para estar a lado del mayor de todos, que si bien se mostraban más preocupados y angustiados que enojados, parecían estar de acuerdo con la única opinión que se escuchó en la zona. Frisk contempló a cada uno de ellos, queriendo apelar en silencio a su sentido común de alguna manera y que en lugar de tal arrebato, debían unirse para buscar a toda costa a su madre. ¿Por qué estaban únicamente ahí? ¿Por qué parecía que estaban resignados a que la habían perdido tan pronto? ¡Aún se podía hacer algo!

Tan solo le bastaron unos segundos para recordar otras palabras de Ronnie para entender su comportamiento. Estaban tan acostumbrados a ciertas pérdidas, que tan solo les quedaba resignarse a la cruda realidad y seguir adelante con lo que les quedaba. O en este caso, culpar a otros para poder dirigir el miedo e ira hacia un rostro que a una simple incertidumbre abstracta. Quería decirles que dejaran de actuar tan patéticamente, que siendo varios podrían aumentar la búsqueda y que debían apurarse si las posibilidades de que no estuviera tan lejos eran altas. Pero bastaba con ver esos ojos brillosos por las lágrimas de cada uno, así como múltiples orejas caídas, para comprender que no valía la pena decir algo al respecto, al menos no de momento.

Realmente no la querían ahí. Realmente se les hacía más fácil culparla a ella que tratar de hacer algo. Pues bien, no haría nada para que pensaran lo contrario. No era asunto suyo lo que se percibiera de ella, aun cuando causaba una molestia interna que el tiempo conviviendo con ellos se fuera a la basura por algo así. Y aun cuando supiera que no era asunto suyo lo que pensaran de ella o no, aun cuando supiera tales cosas… ¿por qué se sentía tan mal? ¿Por qué le dolía?

-Si no van a hacer algo, entonces quítense del camino. –Interrumpió Frisk sin mostrar ninguna expresión. –Yo no soy de quedarme con los brazos cruzados.

-No. Insisto en que te vayas. –Mencionó Ronnie, pareciendo que era el único que era capaz de decir algo en todo esto. Shyren se había acercado ahora, pero igualmente no parecía tener intención de decir algo. –Si realmente valoraste el tiempo y techo que te brindamos, nos dejarás en paz para no causarnos más desgracias.

Frisk abrió aún más sus ojos, entendiendo que tal vez no se habían rendido del todo. ¿Era por eso que no la querían en la búsqueda? ¿Porque consideraban que empeoraría toda la situación con su presencia? Separó sus labios para protestar al respecto, mas no emitió sonido alguno al darse cuenta de que no tenía un verdadero argumento con el qué defenderse tras eso. Con frustración, recordaba muy bien lo que había ocurrido en su propia casa, la cual sujetos similares la destrozaron antes de que la explotaran, y todo por querer llegar a Sans a través de ella. Flowey había resultado terriblemente lastimado tras eso, cuya recuperación fue mucho más lenta que lo promedio al no haber podido atenderlo como debía. También recordaba al señor que le había golpeado en el parque, siendo que había terminado golpeado por el mismo esqueleto. Y los sujetos en el hotel de Mettaton, y el señor que se había sobrepasado con ella… Su temor de la mañana se estaba cumpliendo peor de lo que había pensado.

Muchos sujetos podrían verla con temor a causa de la misma familia Gaster, a razón de ser "la novia del esqueleto". Entendiendo que lo permisivos que fueron los conejos con los mafiosos había sido por miedo y no por una comprensión o buena voluntad. ¿También lo habría sido la señora Bunny? ¿Eso de que quería invitar a Sans a desayunar o cenar había sido una mentira? ¿Todo eso de ser una hija más para ella mientras estuviera bajo su techo también lo había sido?

Cualquiera podría decir que la culpa estaba con la presencia de los Gaster, pero ella no lo percibía de esa manera tras realmente agradarle cada integrante de tan alocada familia. Además, no podía decir que su vida sería diferente si ahora conocía sus orígenes. ¿Qué tal si la mafia japonesa habría sido igual con ella? ¿O los Dreemurr? ¿Estaba condenada a ser considerada un mal augurio para quien quisiera estar cerca de ella por los criminales que le rodeaban? Si bien eso era cosa de los demás y no suya, ¿por qué le incomodaba tanto?

Cerró sus ojos por un momento, antes de terminar resignándose a que lo mejor era retirarse tal y como le exclamaban con enojo. Girándose para darles la espalda y encaminarse lentamente hacia el punto que había dejado su auto estacionado, pero no tardó en ser detenida por su brazo, la cual notó que se trataba de Shyren que se había apresurado a detenerla.

-Frisk, él sólo está asustado, no sabe lo que dice… –Comenzó a excusar la sirena.

-Sé que está asustado, pero también que sabe muy bien lo que dice. –Aunque su intención no fue verse grosera con ella, se apartó para que dejara de sujetarla y poder retirarse de inmediato. –Suerte con tu falsa boda.

Procuró andar con naturalidad en su camino, pero no pudo ocultarse ni a sí misma sus pasos apresurados que parecían querer dejar huella. Era una suerte de algún modo que sus cosas ya las hubiera guardado en el auto, el cual había estacionado algo retirado para dar espacio a los invitados que llegarían con su propio transporte. Aunque no la calmaba lo suficiente al seguir sin ver a Flowey para llevárselo consigo. ¿Se habría retirado al ver que ella no lo haría? Lo dudaba demasiado considerando lo mucho que trataba de mantenerla a salvo, aunque bien pudiera hartarse de ella, ¿cierto? Tal y como lo hicieron los conejos. Tal y como lo hizo el hombre que consideró que era su padre. ¿Tarde o temprano todos harían lo mismo? ¿Sans…? No, no quería dejar que esos pensamientos siguieran bombardeando su mente. Necesitaba concentrarse, necesitaba llegar a su auto y moverse de una buena vez.

Pero en cuanto se subió a su vehículo y cerró su puerta con una fuerza innecesaria, el olor a puro le llegó tan de golpe que ni siquiera tuvo que girarse para saber que ahora tenía un copiloto inoportuno que se había aparecido sin permiso.

-Sigo sin estar de acuerdo en que una mujer conduzca. –Don Gaster colocó el puro fuera de la ventana, teniendo al menos esa mínima consideración pese a que ya estaba apestando su auto que tal vez tendría que lavar muy pronto. –Pero este es tu auto ahora, aun cuando yo lo pagué en su momento.

Frisk ni siquiera deseó responderle, mucho menos preguntarle sobre qué había pasado después. Estaba demasiado agotada con tantas cosas por pensar, que tratar de lidiar una vez más con su actitud no era una buena idea. Sobre todo cuando parte de los destrozos en La Madriguera habían sido a causa suya.

-Noté que las flores que estaban en el ramo eran diferentes a las colgadas. ¿Qué tipo…?

-Por favor, Don Gaster, no estoy para hablar de esas cosas. –Interrumpió finalmente Frisk, sin tener todavía intención de mirarle directamente. –Solo quiero irme a donde sea que se supone que dormiré a partir de ahora. Así que, ¿hacia dónde debo dirigirme?

Tenía sus manos sujetando el volante con fuerza, esperando una indicación para comenzar a conducir y no estar andando sin sentido alguno por las calles de un Snowdin que aparentemente la detestaba a sus espaldas, pero el esqueleto se quedó mirándola desde el asiento del copiloto, sin emitir palabra alguna. Tal vez esperando algo más, tal vez sólo haciéndose el tonto de algo que sabía de antemano cuál era el verdadero problema de todo, mas no queriendo hablar más al respecto de su parte ni de ella. Ni siquiera sabía dónde estaba Flowey por ahora, ni Muffet, ni Sans ni nadie más. Sólo quería irse, tener que despejar su mente de alguna manera… y encontrar una solución lo más pronto posible. Pero había mucho ruido en su cabeza mientras más pasaba tiempo en aquella zona.

Pese a todo, se mantuvo lo mayormente paciente posible en espera de una indicación, conociendo lo suficiente al esqueleto a lado suyo que dejaba en claro no importarle lo que sintiera y agradeciéndole de alguna manera que no la tomara como los demás lo hacían. Sin embargo, de reojo contempló que el Don se cruzó de brazos antes de volver a emitir palabra alguna.

-Crees que lo que te dijo ese conejo es cierto. –Soltó sin necesidad de contexto.

-Es cosa de él lo que piense. No mía. –Respondió Frisk sin siquiera pensarlo, ni tampoco midiendo el tono molesto de su voz. Debió suponer que se había quedado cerca para escuchar todo. –¿En dónde es la dirección?

-No es tu responsabilidad ni culpa lo que le haya pasado a la coneja.

-No, pero quiero encontrarla lo más pronto posible. Primero dígame dónde…

-Podría estar muerta en este preciso momento y jamás lograrás encontrarla hecha polvo.

-¡Cállese ya! –Finalmente se giró hacia él con completo enfado, notando que el esqueleto también estaba molesto por haberle gritado y siendo que sus ojos amatista se lo confirmaban. Mas no le importaba lo que pensara o quisiera hacerle tras eso. –Usted no entiende. ¡Ella me ayudó desde que me encontró! ¡Me trató bien desde siempre y me acogió cuando supo que no tenía hogar! No me importa si lo hizo de buena fe o no. No me importa si es mi culpa o no. Si puedo hacer algo, yo haré lo que esté a mi alcance. No puedo quedarme sin hacer nada.

-¿Y qué piensas hacer? ¿Preguntar de puerta en puerta hasta dar con ella?

-Lo que tenga que hacerse. –Enfatizó con más molestia.

-¿De nuevo intentas salvar a alguien más porque no pudiste hacer nada con la señora Dreemurr?

Frisk no supo qué decir tras eso. Ni siquiera lo había pensado y ni recordado que le había contado algo al respecto sin brindar muchos detalles, pero ahora que lo mencionaba… ¿Acaso era eso? ¿Veía a Toriel en la señora Bunny? Cerró sus ojos para meditarlo un poco, pero no dio con ello en el instante si ambas señoras eran bastante diferentes en su forma de ser, de actuar y de hablar. Pero en cuanto a un instinto maternal hacia ella se refería, pudo recordar las palabras de la coneja respecto a preocuparse por ella como una hija más en cuanto permaneciera bajo su techo. No lo había apreciado tanto en su momento hasta ahora que lo pensaba y le dolía la situación mucho más. Habían hablado de Toriel incluso, pero nuevamente le había dado igual hasta ahora.

Estando ahí encerrada en el auto sin hacer nada no salvaría a la señora Bunny, pero ¿qué pasaba con la señora Dreemurr? Ella sabía de su decaída que apenas y daba algún indicio de estar viva. ¿Estando sola acaso le haría cometer algo a lo que había intentado Don Gaster? ¿Cuántas veces estuvo al borde de querer estar ante un tren? ¿Qué tal si en la soledad, se atrevería a tal cosa y nadie pudiera detenerla? ¿Qué tal... si esa era la razón de pedirle que no volviera ni se comunicara nunca más?

¡¿Por qué nunca pensó en esas cosas hasta ahora?!

-Yo... en verdad soy una tonta.

Se dejó llevar apoyando su cabeza sobre el volante. Definitivamente ella no servía para esa clase de cosas como ayudar o poder hacer sentir mejor a los demás. No cuando ella no tenía ni idea de qué hacer con su propia vida lleno de huecos que no lograba visualizar hasta que fuese muy tarde. ¿Alguien podría averiguar si la señora Dreemurr estaba bien en esos momentos? No solían hablar con vecinos como para tratar de contactar con alguien, sin contar que la casa estaba alejada de las demás de todo el pueblo. ¿Qué tan tarde era para intentar hacer algo? Ya habían pasado muchos meses, tal vez ya ni valía el esfuerzo a esas alturas, ¿cierto? ¿Por eso le había dicho estar tranquila de que fuese a la ciudad con Flowey? ¿Para que en verdad le dejaran sola y sin testigo alguno? Sans le había dicho algo sobre haberla visitado y que no le había hecho daño alguno por considerar que era alguien importante para ella, pero ¿seguiría estando igual?

No supo en qué momento había comenzado a soltar lágrimas silenciosas hasta que el esqueleto le había extendido un pañuelo que aparentemente había sacado de su bolsillo. Frisk tan sólo volvió a ver al esqueleto, sorprendiéndose no solo de que tuviese algo así consigo fuera de la imagen que tenía sobre él, sino que no estaba utilizando sus manos flotantes para pasarle algo con tal de no tocarle directamente pese a llevar siempre consigo los guantes negros. Se sintió incómoda de que terminara ella entristeciéndose tras dar con algo que ya no tenía caso querer hacer algo, pero aún más, que el esqueleto mayor se percatara nuevamente de un momento de debilidad de su parte cuando se suponía que solo ella era responsable de lo que sintiera o no.

Para bien o para mal. Adoptada o no, Toriel Dreemurr había sido una madre para ella. Y Bonnie Bunny también lo fue en su momento. Ambas situaciones le dolían en caso de perderlas.

-Serás ignorante, arrogante y muchas cosas más, pero tonta es un adjetivo que no creo que te describa todo el tiempo. Así que deja de usarla con frecuencia. –Frisk levantó la mirada con algo de curiosidad. ¿Acaso ese era su modo de reconocerle algo? ¿Le estaba elogiando? –Simplemente no estás acostumbrada a afrontar consecuencias de las que realmente no puedes hacer algo al respecto, salvo aceptar lo ocurrido.

-¿Qué? –Es lo único que pudo preguntar.

-Necesitas encontrar un equilibrio entre tus pies puestos sobre la tierra y tu mente volátil. –Continuó sin verla de frente. De algún modo, Frisk lo agradecía para que no viera su rostro aun con las lágrimas sin limpiar. ¿Lo estaría haciendo para darle su espacio de alguna manera? –Entiendo el enojo que da que alguien más se salga con la suya tras lastimarte, pero actuar sin pensar ante lo inevitable sólo hará que cometas más errores de los que no podrás remediar hasta que te detengas realmente. Y eso puede llevarte años o toda una vida.

-Pero mientras más tiempo pase, ella… ¡Auch!

-Eso fue por gritarme. –Le interrumpió con un coscorrón en la cabeza que, si bien no fue tan fuerte, aun así le había dolido. Y sin aviso, le dio otro con mejor intención que el primero de hacerle un verdadero daño. –Y esta por interrumpirme.

-Creí que ya no tenía intenciones de agredirme. –Le recordó entre breves reproches. Sobando su cabeza mientras le observaba con molestia, pero al menos eso le había hecho dejar de llorar.

-Tu error fue asumir que mantendría algo que ni tú lo estás haciendo en este momento. –Si bien le contemplaba serio como siempre, había algo en todo ello que se sentía distinto. –Sé que eres una majadera de primera, pero que me termines gritando que me calle es inaudito.

-De acuerdo, lo siento por eso. ¿Pero qué es lo que pretende decirme entonces? ¿Que simplemente acepte que está muerta? ¿Que tal si no lo está y por dejar de buscarla la torturan o algo similar?

-Sigue sin ser un asunto que te compete. Solo a ellos, y claramente no te quisieron ahí. –Tiró el puro acabado por la ventana, sin importarle del todo en dónde caía. –No te puedes meter en cada familia que se te atreviese sólo porque estuviste en una falsa.

Frisk pensó inmediatamente en varias palabras para insultarlo, pero las reprimió al preferir sujetar nuevamente el volante con fuerza innecesariamente. Queriendo avanzar de una buena vez, pero recordándose que no tenía idea de a dónde ir, y que una parte de ella esperaba que Flowey le encontrase en el punto que sabía que se había estacionado. Si es que deseaba seguir con ella, claro.

Justamente cuando creía que el esqueleto mayor estaba ahí para de algún modo asegurarse de que estaba mejor, únicamente estaba para recordarle las estupideces que de antemano ya sabía. Y además, ¿meterse en familias ajenas? Ella no había buscado ni a los Gaster ni a los Bunny, ellos simplemente habían llegado a ella y no dejado en paz hasta que tuvo que acostumbrarse a cada uno. ¿Y para qué? ¿Para que luego la apartaran? Aparentemente los Dreemurr ya lo habían hecho a su manera y apenas se percataba de eso si de un fallo andante se trataba. No había querido pensar en eso tras tantas cosas ocurridas, pero nuevamente taladraba su mente junto con todas las cosas que tenía acumuladas sin saber ahora a cuál enfocarse. Siendo que entre todo eso por fin entendía porqué le había dolido las palabras de Ronnie por más que no quisiera admitirlo.

Ella solamente era una joven que había llegado a la ciudad en busca de su padre, con el afán de reunir nuevamente a su pequeña familia que tanto quería pese a lo rota que estaba. Pero en lugar de eso, había terminado más sola de lo que había creído posible. Siendo que la mujer que había considerado como su madre muy posiblemente había llegado al suicidio. Siendo que el hombre que había considerado como su padre tal vez la había tomado como un objeto que terminó en fracaso. ¿Qué habrá sido ella realmente para los conejos? ¿Sólo la habían tenido con ellos por miedo? ¿En verdad Flowey la habría abandonado? ¿En verdad todos la abandonarían en algún momento? ¿Entonces para qué hacer el esfuerzo de tener empatía? ¿Para qué expresar emociones que tanto le exigían todos para que al final la apartaran sin considerar los de ella?

-Bájese de mi auto. –Indicó Frisk tras no querer verlo más. Quería volver a llorar, pero no lo haría frente a Don Gaster. No lo haría ante nadie nunca más. –Me voy.

-Estás emocionalmente inestable ahora, así que no. –Comentó Don Gaster con algo de indiferencia. –Créeme que no es interesante ver cómo una mujer en tu grado de alteración conduce y pueda maltratar un auto costoso como este.

-Quiere el maldito auto, ¡pues quédeselo!

No se sentía bien, eso era un hecho que ni siquiera podía ocultar tras haber soltado una palabra que no le gustaba frecuentar. Se bajó del auto con facilidad tras no haberse puesto el cinturón desde un principio. Cerrando la puerta de golpe y queriendo irse lo más lejos posible que le permitieran sus pies descalzos con medias rotas. Pero debió suponer que no le sería fácil retirarse por más apresurados que fuesen sus pasos. Teniendo al esqueleto ahora ante ella en una aparición que ni siquiera en un pestañeo pudo diferenciar el tiempo.

-Déjeme ir. –Demandó sin querer ver hacia arriba. –Así no seré un problema para su familia ni para ningún otra.

-No eres un problema… por ahora.

-¿Entonces qué quiere? ¿Por qué sigue aquí si ni siquiera le caigo bien?

En un movimiento algo inesperado, nuevamente sintió una mano sobre su cabeza, pero no para recibir otro coscorrón, sino para simplemente estar ahí, apoyándose en su cabello que muy seguramente estaba despeinado. Recordándole el gesto que había tenido con ella en la iglesia tras conversar. Y pese a que había esperado algo más que eso que pudiera aclararle algo, simplemente no pasó. Frisk no levantó la mirada a pesar de que podría obtener una mayor respuesta mirándole directamente, dejándose llevar un poco por el gesto que de alguna manera la detenía de todo intento de huida o lo que sea de su parte, simplemente por no tener el ánimo suficiente de más. Siendo extrañamente suficiente para poder intentar calmarse. Siendo más que suficiente para no poder contenerse más y soltarse a llorar pese a haberse prometido no hacerlo más ante alguien. Aunque Don Gaster le indicara que no se describiera como tonta, realmente se sentía como una por ni siquiera ser capaz de cumplirse a sí misma algo. Sobre pensar demasiado todo no ayudaría en nada, eso ya lo sabía. Pero no podía evitarlo.

-¿E-entonces qué… se hace en estos casos? –Hipó un poco entre palabras a causa del llanto. –¿Qué me queda por hacer?

-Aprender. –Contestó Don Gaster con su seriedad de siempre. Extendiéndole nuevamente el pañuelo que anteriormente ya le había dado y que seguramente lo había tirado tras levantarse y retirarse del auto. –Solo eso.

Frisk ya no tenía el ánimo ni energía suficiente para preguntar más. Optando por limpiarse nuevamente las lágrimas mientras pensaba que tendría que lavar ese pañuelo lo más pronto posible para entregárselo. Pero tras quitarse el pañuelo de la cara, pudo ver con demasiada claridad que el esqueleto se apartaba con prisa hacia la flor maltratada que se estaba arrastrando con dificultad por un tumulto que tenía arrastrando consigo y protegido con sus lianas, acercándose hacia ellos lentamente tras identificarlos desde la distancia.

Frisk también corrió hacia él, completamente preocupada al nunca haber pensado en la posibilidad de que la razón de ausencia fuese por estar herido.

-Un perro enorme nos golpeó y dejó adoloridos. –Se explicó Flowey en cuanto los tuvo cerca. Don Gaster inmediatamente se enfocó en el tumulto de lianas que dejaban ver poco a poco a Muffet inconsciente y herida tras apartarlas con cuidado. –Solo pude enfocarme en la retirada.

Don Gaster no hizo preguntas en el instante, teniendo su concentración en cargar ahora a la arácnida tras revisar su estado delicado a simple vista, dejándose notar lo preocupado que estaba sin necesidad de emitir palabra alguna. Frisk cargó a Flowey para hacer lo mismo en cuanto éste se deshizo de las lianas que ya no le servían y había dejado secarse para arrancarlas él mismo. Fue ahí cuando Frisk no se la pensó y abrazó a la planta pese al estado en el que estaba. Necesitaba conseguirle tierra y algo de agua lo más pronto posible, pero también sentirse aliviada que algo dentro de todo eso estaba siendo esperanzador.

-Creí que me habías dejado. –Le confesó en un susurro.

-Torpe, jamás haría eso. Solo fui a rescatar a nuestra amiga.

Frisk sonrió en agradecimiento, tanto por volver como por haber ido por Muffet que visiblemente no la habría contado sola. Si habían terminado en tal estado, no podía imaginarse lo que habían tenido que pasar también. Ya luego se pondrían al corriente el uno del otro de lo que habían afrontado, teniendo como prioridad ahora curar las heridas de ambos. Flowey tenía varios de sus pétalos maltratados, por lo que muy posiblemente tendría que arráncárselos para que crecieran unos nuevos. La ventaja que tenían al menos por ahora era que ya estaban en inicios de la primavera, por lo que no tendría que esperar tanto para eso.

-Florista, conduciré yo. –Comentó Don Gaster tras meter a Muffet al auto en la parte trasera, al lado de las pocas pertenencias que Frisk había guardado. –Necesito que tengas los ojos tapados para llevarlos.

Entendiendo que se refería a que les encaminaría hacia su casa para tales prevenciones y cuidados, sin dudarlo le entregó las llaves del auto tras meterse en la parte de copiloto ahora. Teniendo a una flor maltratada entre sus manos a la que acarició su tallo con cariño y agradecimiento.

.

.

Gerson procuraba ser un hombre paciente, considerado y amable sin importar de quién se tratara ante él, siendo que su ideología era que se podían atrapar más moscas con miel. Sin embargo había ciertas excepciones a su propia regla en cuanto le dieran motivos para actuar diferente. Después de todo, no le gustaban las sorpresas o aquello que estaba fuera de su rango de análisis. Tener que lidiar con tales cosas no era nada agradable para él, por lo que lo dejaba claro a aquellos que tenían la osadía o estupidez de llegar a ese punto ante él.

Siendo así, tenía a un grupo inepto de perros que habían tenido la semejante tontería de querer actuar por su cuenta pese a las indicaciones que ya les había dado. Algunos curándose heridas de batallas que pudieron ser evitadas fácilmente, siendo Greater, el perro más grande y bobo de todos, lloriqueando un poco por las enormes espinas que tenía encajadas en sus nudillos y que uno de sus compañeros le ayudaba a quitarse. Lo cual visiblemente pudo identificar que había sido obra de DT-00X.

Su error había sido suponer que podrían cumplir sus indicaciones el suficiente tiempo hasta que se lograra darles un mandato directo, claro, pero en verdad que había depositado demasiada confianza en una bola de tontos que generaban el suficiente miedo en la ciudad para seguir considerándolos como parte de la mafia encabezada por el prestigiosamente llamado Gran Don. Y aún con eso, de algún modo deseaba culpar al mismo Asgore de tales arrebatos de su gente de élite, siendo que él mismo se encargaba de llenarlos de ideas que luego se convertían en actos que terminaba encargándose él de arreglar. No por nada su labor en todo era ser el cerebro de varias operaciones. O por lo menos un hemisferio.

-Gracias, cariño. –Le comentó a su esposa que recién le había servido el té para acto seguido servirse a ella misma. Estando a su lado de manera indiferente tras observar a los patéticos seres que tenían ante ellos, teniendo el escritorio de modo divisorio para evitar querer golpearlos con su bastón. –Muy bien, ladren ahora, bola de insensatos. ¿Qué les hizo pensar que podían atravesar Snowdin sin consecuencias?

-Vimos que Lesser se pasó a Snowdin. –Comenzó a explicar Doggaresa mientras le quitaba a su esposo la telaraña que todavía tenía pegada en su ropa y pelaje. –Así que al ver que no regresaba, decidimos buscarlo.

-Y nosotros al oler que Dogamy y ella se pasaban hacia Snowdin, decidimos seguirlos por si se metían en problemas. –Se explicó ahora Doggo, el perro de pelaje moteado que destacaba entre los demás albinos. Quitándose con cuidado algunas espinas que claramente parecían ser dolorosas, pero disfrutándolas de una manera perturbadora que Gerson simplemente dejó pasar. –Y no nos equivocamos.

-Estuvimos peleando contra una arácnida y la flor parlante que la defendió en todo momento.

Aquello avivó el interés de Alphys, lo cual su esposo entendía perfectamente. ¿Así que DT-00X solo se enfocó en defender y todos los perros no pudieron con ello? Parecía que se estaba volviendo más fuerte a su propio ritmo, siendo una razón más para que su esposa quisiera recuperarlo como dé lugar, pero eso ya sería un tema por ver más adelante. Tenía otras prioridades en las cuales enfocarse que ver simples caprichos maritales.

-Primero estuvo protegiendo a la humana de rasgos orientales que nos dijo que viene siendo la amante del esqueleto traidor. –Se explicó Dogamy tras estirarse un poco con más libertad ahora que ya no tenía telarañas encima y que habían dejado sobre el escritorio. Las cuales ahora Alphys estaba recolectando con cuidado en un tubo de ensayo que frecuentaba cargar consigo. –La maldita se hizo llamar su novia con demasiada prepotencia.

Gerson dio un nuevo trago a su té para ocultar su sonrisa. Conocer los movimientos de su peón caótico, le interesaba mucho más que todo lo demás que sólo resultaban semejantes estupideces en cadena. ¿Así que novia, eh? Eso era algo que podría usar para luego. La pequeña Frisk tenía el coraje para admitir las cosas sin siquiera importarle consecuencias que muy seguramente ella ni sabía procesar, eso era parte de lo que había analizado de ella tras haberla visto de frente aquella vez en las oficinas policiacas. Pero, ¿dónde había estado el aparente enamorado en todo eso? Ninguno de los perros lo había mencionado ni al hermano, lo cual le indicaba de alguna manera que no estaban presentes en su propio territorio para que tuvieran que encargarse una simple chica de brazos múltiples y una flor parlante que hasta ahora había creído que solo le importaba la florista.

¿Acaso los Gaster planeaban algo para no estar presentes en su mayoría, en un conflicto que habrían podido matar a la humana? Tal vez era algo de lo que tenía que estar al pendiente más de lo que había creído.

-¿Y qué tienes que decir tras todo esto, Lesser? –Preguntó tras bajar su taza y queriendo llegar de una buena vez al punto central de todo eso. –Después de todo, tú provocaste esta insensatez, ¿cierto?

El perro albino había permanecido callado en todo momento, estando visiblemente desorientado al estarse sujetando la cabeza de vez en cuando, pero siendo claro que estaba escuchando todo desde su sitio al mover sus orejas frecuentemente a la par de tenía su cola metida entre las patas.

-Es un encargo personal que me hizo el mismo Gran Don. –Se excusó de frente, teniendo sus ojos entreabiertos con algo de dificultad, aun cuando no había tanta luz para que tuviera esa clase de molestia. –Yo solo me estaba enfocando en cumplirlo, aun cuando su orden había sido no cruzar esa frontera.

Alphys hizo una señal para indicarle que ella estaba al tanto, confirmando la veracidad de las palabras de Lesser. Gerson simplemente asintió con la cabeza sin querer decir nada al respecto si era un asunto superior a él, aun cuando le generaba un gran disgusto haber desconocido ese detalle que pudo haber prevenido toda semejante tontería. Ahora tenía consigo a un enorme perro cuya fuerza bruta no sería un recurso a corto plazo mientras se recuperaba de sus heridas, a un matrimonio deseoso de una revancha por lo que podía notar en sus sonrisas, y a un perro que evidentemente estaba ante un conjuro que lo volvía un enorme problema al no contar con su propia voluntad o confianza a su favor. De momento podría contar con Doggo al ser el menos dañado de todos, pero su masoquismo y falta de vista no lo hacía un recurso realmente agradable para él, por no decir algo inútil estando solo por mas habilidoso que fuese a su manera.

Genial, tenía puro incompetente ante una situación que requería de precisión e intelecto. Y aún más importante, requería obediencia para un verdadero éxito contra los Gaster.

-Parte de ello fue mi culpa, señor Gerson. –El mencionado se giró hacia la puerta, justo donde estaba la anfibia adentrándose un poco tras tocar la puerta al mismo tiempo para dar aviso de su llegada. Teniendo a la mano un botiquín que le había pedido que fuera por él. –Yo fui quien le dijo a Lesser en dónde buscar a la señora conejo. La cual, por cierto, está amarrada en la sala sin vigilancia. ¿No debería de estar alguien con ella?

-En realidad sólo puedo agradecerte, Undyne. –Le contestó Gerson tras esbozarle una sonrisa. Sin importarle realmente la pregunta al estar aparentemente controlado si la habían sedado en cuanto llegaron. –Si no fuera por ti, este tumulto de pelos no habrían pensado en escapar.

-Escapar no es nuestro estilo. ¡Eso es para miedosos! –Bufó Dogamy.

-Coincido en esa opinión, pero no se debe subestimar lo que los Gaster pueden hacer. Sobre todo a Don Gaster, cuyo ataque fue solo de advertencia de no acercarnos más. –Comentó Undyne tras acercarse y pasarles uno a uno lo que necesitaban. Siendo en su mayoría muchos vendajes de gran tamaño. –Yo más que nadie lo desea muerto, pero al no tener a la vista a los hermanos, concluí que lo mejor era retirarnos por si aparecían de la nada.

Finalmente, un pensamiento razonable dentro de toda la violencia. Aquello le dio una excelente idea que le hizo mantener su sonrisa al encontrar una solución a sus problemas recientes, pero que tal vez a su esposa no le agradaría para nada. Y a Asgore muy seguramente le causaría mucha gracia en cuanto le contara.

-Undyne, a partir de ahora serás quien encabece a este grupo de perros.

-¡¿Qué?! –Exclamaron varios canes con evidente enfado.

"¿Qué?" Gesticuló Alphys a lado suyo.

-¿Qué? –Apenas y pudo preguntar Undyne ante la sorpresa.

.

.

.

Creí que este capítulo no podría tenerlo listo para hoy, pero mi determinación de cumplir bien mis fechas para tener el capítulo 100 a finales del año fueron más grandes que mi cansancio. Si hay uno que otro error de dedo, se debe a que terminé de escribir el capítulo en mi ipad y no es precisamente amigable con la ortografía, así que una disculpa de antemano. (Hacer que me respete los nombres que detecta como mal escritos sólo porque no los conoce, es una odisea).

El siguiente capítulo estará el 9 de septiembre. Tal vez quieran tener botanas y pañuelos para ese día, quien sabe :V

¡Michi fuera!

:)