No era la primera vez que Frisk estaba en el extraño hogar de los esqueletos, cuya ausencia de ventanas reflejaba lo poco abiertos que eran en muchos aspectos de su vida. Pero si era la primera vez que ese lugar realmente no se sentía tan lúgubre o molesto como le había parecido las primeras veces pese a su destacable elegancia que abundaba entre paredes. Ya no estaba esa aparente pesadez o incomodidad que daba recorrer tales pasillos tras haberse quitado la venda de los ojos bajo el permiso del jefe y dueño de la casa. Pero de alguna manera, seguía teniendo un aroma a tierra que no le parecía desagradable, pero si bastante llamativo para algo que siempre aparentaba estar limpio. No se había percatado tanto de ese detalle en un principio, pero ahora que le hacían poder ingresar con los ojos cubiertos para no saber la ubicación exacta ni el cómo llegar, sus otros sentidos le indicaban que se sentía como si se bajara una colina con mucha tierra, mas no había nada de eso a su vista.
Era muy extraño, pero no tanto como el hecho de ver al jefe de familia sumamente preocupado por la chica que estuvo cargando hasta dejarla con cuidado en el largo sofá verde olivo. La cual si no estuviera inconsciente, muy seguramente se habría emocionado por tal gesto, pensó Frisk mientras los observaba.
-Planta, ¿qué fue exactamente lo que pasó? –Preguntó sin apartar su vista de la arácnida.
-Uno de los perros asesinos de la cabra nos golpeó con demasiada fuerza. –Respondió nuevamente Flowey desde su maceta, la cual seguía cargando Frisk hasta saber dónde colocarla. Había sido bueno que tuviera tal objeto listo en el auto para ayudarle en su recuperación. –Cubrí gran parte del impacto con mis lianas.
-Un golpe así, aun cuando fuese bastante fuerte, no es razón para que terminara de esta forma. –Finalmente apartó la vista de la chica para verle a él directamente ahora. Frisk no se había percatado de que en todo ese tiempo había tenido sus ojos luminosos. –¿Qué más ocurrió?
-Tuve que absorber parte de su energía para hacer frente al matrimonio sádico que por poco y la mata. –Frisk se sorprendió al escuchar eso. ¿Flowey podía absorber energía? ¿Qué más cosas podía hacer que aún desconocía de él? –Y después un poco más para atacar a todos los perros que estaban ahí. Ya estaba agotada cuando lo hice, así que todo en conjunto la…
-Eres un experimento que puede absorber almas. ¿Eres consciente de que pudiste matarla por hacer eso?
-Señor, Flowey hizo lo posible por traerla a salvo. –Intervino Frisk en cuanto se percató de que podría empeorar todo. –No tuvo intención de hacerle ningún daño.
Aunque eso no fuera suficiente para calmarlo, por lo menos le había detenido de un aparente conflicto que pudo desatarse entre ambos. Don Gaster había dejado de iluminar sus ojos por lo menos, cerrando sus agrietadas cuencas con cansancio para masajearlas un poco y después quitarse la gabardina que aparentemente ya le estorbaba.
-Florista, trae mi maletín que está en el sótano. –Le indicó mientras remangaba sus brazos. –Y después un vaso con agua.
Frisk dejó a Flowey junto a una lámpara y se dispuso a ayudar inmediatamente. No le agradaba tener que volver al sótano por las malas experiencias que había tenido ahí, pero al menos era un alivio que no estuviera el olor a sangre y putrefacción con el que relacionaba esa zona particular. ¿Acaso llevaban tiempo que no habían tenido cadáveres ahí? ¿Ya no estaban comercializando órganos a lo que recordaba que hacían? ¿Cuánto cobraban por un órgano para poder vivir de ello? Dejó esas preguntas para luego ahora que tenía prisa, encontrando el aparente maletín negro y llevándoselo consigo con la mayor prisa posible que el peso le permitía. ¿Qué tanto tenía guardado ahí? No pudo saberlo al dejarlo con su dueño, teniendo que dirigirse ahora hacia la cocina para servir el vaso con agua que le había pedido y que no sabía para qué lo necesitaba.
-No necesito tu ayuda, planta. –Escuchó que reprochaba Don Gaster a lo lejos.
-No lo hago por usted, lo hago por ella. –Gruñó Flowey en respuesta. Frisk ni siquiera se la pensó en dirigirse con ellos de inmediato. No cabía duda de que no podía dejar solos a ese par. –Me quiere culpar por lo ocurrido, pero a diferencia suya, yo si hice algo.
Frisk se acercó con ellos, esperando no tener que intervenir en una disputa que ameritara ataques de ambas partes, pero no parecía ser necesaria ni siquiera su presencia. Aunque ambos seres estuvieran discutiendo, estaban mayormente concentrados en la curación de Muffet quien aún estaba inconsciente. Siendo que Flowey sujetaba varios vendajes que estaban siendo desenredados, mientras que Don Gaster que estaba hincado ante el sofá, pasaba sus manos sobre la chica sin necesidad de tocarla, las cuales parecían estar emitiendo una tenue luz verde a través de ellas. Frisk reconoció que se trataba de magia curativa por las pocas veces que le había visto a su madre usarla, pero no habían tenido tan buenos resultados como lo que visiblemente estaba haciendo Don Gaster.
-Lo que hiciste es casi matarla con tu capacidad.
-No entiendo, ¿cómo absorber energía pudo matarla? –Preguntó Frisk al acercarse y tenderle el vaso, pero el esqueleto al tener las manos ocupadas, le pidió con un simple cabeceo que se esperara. –Y Flowey, ¿cómo es que puedes hacer eso? ¿Es como con las almas?
-Si, en promedio las almas de los monstruos son muy débiles, pero aun así, son una fuente de energía para mi que podría alterarme. Por eso cuando las absorbo, nunca pretendo quedarme con ellas. –Se adelantó Flowey en su explicación, con un deje molesto que no tuvo ninguna intención de ocultar. –El esqueleto viejo tiene la idea de que mi intención fue quedarme con su alma, o que pude haberla matado por el simple intento. Pero es claro que la subestima.
Don Gaster hizo un ruido con sus dientes que le dejaba en claro su desagrado, mas no tuvo intención de continuar tal conversación. Estando cerca con un vaso que debía de entregar cuando se lo indicara, Frisk se hincó a lado suyo para observar lo que estaba haciendo. Siéndole sorprendente lo que podía hacer en poco tiempo con sus heridas y raspones visibles, pero no llamándole tanto la atención como lo era observar sus manos, las cuales ya en otras oportunidades las había visto sin sus guantes negros habituales, pero ahora se percataba de un par de detalles que no se había cuestionado en su momento.
-¿Qué? –Preguntó Don Gaster sin dirigirle la mirada.
-Sus manos son agujeradas, ¿por qué? –Señaló Frisk pese a no ser necesario. Era claro que el esqueleto estaba atento a su entorno, aun cuando tuviera varias cosas por hacer en el instante. –Ni Sans ni Papyrus las tienen así.
-Los esqueletos cuando nos reproducimos perdemos una parte de nuestro cuerpo. –Contestó sin apartar de la vista lo que estaba haciendo justamente con sus manos. –No, no podemos elegir siempre qué parte. La mayoría de los casos es aleatorio.
-¿Y tiene dos agujeros porque tiene dos hijos? –Su silencio parecía ser suficiente respuesta. –¿No le dolió?
-No. Y antes de que lo preguntes, mi esposa también perdió parte de su cuerpo y tampoco le dolió. –Apartó sus manos tras haber terminado aparentemente con su trabajo. –Pero ella era mejor que yo en esto de la curación mágica, sin duda alguna.
-Sans me contó que ella fue enfermera en el ejército. –Mencionó mientras ahora le observaba limpiarle algunas heridas restantes con algo de algodón y unas pinzas. –Supongo que hacían buen trabajo en equipo cuando estaban juntos.
-Nuestras profesiones en el campo fueron diferentes, así que realmente no tuvimos la oportunidad de comprobarlo. –Terminó de limpiar las heridas que no había logrado eliminar con magia, y finalmente le pidió el vaso con agua que había estado sosteniendo en todo ese momento. –Mi trabajo era matar enemigos, y el de ella era salvar aliados.
-Entonces le hicieron creer que sus manos sólo servían para matar, pero usted en el fondo, siempre deseó hacer lo contrario. –Señaló sin pensarlo mucho, observándole tomar su agua. –Sus manos también pueden sanar a otros, salvar vidas. Sólo es cuestión de que lo decida.
Si Don Gaster tenía algo por decir con eso, no pudo saberlo tras el despertar de la arácnida frente a ellos. La cual parecía todavía contrariada tras abrir todos sus ojos con lentitud.
-¿Dónde…? –Murmuró Muffet mientras trataba de levantarse, pero con tan sólo querer apoyarse con uno de sus brazos, rápidamente despertó de golpe por el dolor. –¡Aaaahhh!
-No te muevas, tienes la mayoría de tus brazos lastimados. –Comentó Don Gaster con seriedad, pidiendo ahora los vendajes a Flowey para colocarlos. –No podrás hacer muchas cosas por al menos una semana.
-¿W.D.? –Preguntó con algo de sorpresa, pareciendo que era lo único que le importaba ahora además del dolor. Fue evidente un gran sonrojo de su parte ahora que parecía ser consciente de en dónde estaba y ante quién con cierta cercanía. –¿Fuiste a salvarme? ¿Los perros…?
-Escaparon. Y tengo preguntas sobre cómo fue que ingresaron en un punto de vigilancia de tu parte, pero es algo que hablaremos en otro momento. –Mencionó con seriedad mientras comenzaba la labor de vendarle con cuidado uno de los tantos brazos que tendría por curar. –Florista, ya que te quedarás esta noche aquí, ¿puedes encargarte de la cena?
-¿Ah? –Frisk se sorprendió de la hora. ¿En qué momento había pasado tanto tiempo para que ya fuera tarde? –Si, claro que puedo.
-Bien.
Frisk se levantó para ponerse a la brevedad con eso, dándose cuenta de que Muffet pese a tener muchos ojos, todos los tenía enfocados hacia el esqueleto que estaba vendando sus brazos con cuidado. No parecía ser consciente siquiera de la presencia de ella o la de Flowey, quien estaba ayudando todavía a sostener varias vendas desenredadas y que no parecía querer apartarse todavía hasta ver que estuviera completamente vendada.
Tal vez era el cansancio, pero le dio la impresión de que Flowey estaba mostrando un enfado genuino desde su silencio.
.
.
Sans había enfrentado muchas batallas y salido lo suficientemente bien de ellas para presumir que estaba con vida y de una sola pieza, pero en ese preciso momento, desearía poder estar en cualquier parte que ante el magnate más fastidioso y repugnante que estuviese pisando el planeta. Las formalidades no eran lo suyo ni mucho menos los tratos negociables, pero por órdenes del viejo tenía que cumplir con esa parte de lo que deseaba de él, más allá de ser una máquina asesina que era difícil de alcanzar. Una vez más, le fastidiaba que le recordara que la única carrera a la que podría aspirar era a ser jefe de la mafia.
Y hasta ahora, el robot no había parado de hablar sobre todos los aparentes beneficios que tendrían con la alianza con él tanto en presente como en futuro, alargando el tema más de lo necesario ante la evidencia de que quería marearlos no únicamente con la bebida. No solo parecía interesarle deshacerse del Gran Don que era lo que tenían en común y razón de estar ahí finalmente, por lo que ambos esqueletos le dejaron hablar hasta que realmente se requiriera su opinión. ¿En verdad era tan necesaria una alianza con ese sujeto como parte del plan?
-¿Y bien? ¿Tenemos finalmente un trato? –Mettaton levantó levemente su vaso mientras esbozaba un sonrisa molesta.
-Deja de tratarnos como la gentuza que frecuentas, hojalata. Que aun no nos has dicho lo que realmente queremos. –Sans se cruzó de brazos, comunicando sutilmente estar a la defensiva aun. El viejo le dijo que lo hiciera en caso de ver que las cosas aun no pintaran a su favor. Y vaya que había tenido que hacerlo. –Poder y dinero son cosas que conseguimos por nuestra cuenta, así que tales ofertas no nos interesan. Lo que queremos es lo que aún te guardas bajo la manga para que el Gran Don no te haya matado aún.
-Pero que poca visión futura tienen… En fin. –Se encogió de hombros como si no le diera importancia llegar al verdadero punto de todo. –Por supuesto que pueden contar con mi intelecto al respecto, eso es lo que hace que seamos un equipo, ¿no es así?
-UN EQUIPO NO SE TRAICIONA. –Mencionó Papyrus mientras agitaba su propio vaso a medio tomar. Para Sans eso era interesante, considerando que antes su hermano había admirado de alguna manera al millonario por su atrevimiento de crear algo propio. Pero ahora parecía que ya le daba igual esa parte. –Y TIENES HISTORIAL DE NO SER DE FIAR. ESA ES LA RAZÓN POR LA CUAL REQUERIMOS ALGO MÁS QUE UN SIMPLE TRATO DE TU PARTE.
-¿Acaso lo requieren en papel y pluma? Creí que ya habían tenido suficiente de eso con la atadura que tienes con la hija de la líder sindical. –Papyrus ahora se cruzó de brazos ante la molestia, mas no tuvo intención de responder a su hostigamiento. –Pero si eso quieren…
-Queremos toda la información sobre los reflectores de magia portátiles que estás fabricando. –Objetó Sans, queriendo llegar al maldito punto de una buena vez. –Queremos saber cómo se ven, cómo funcionan y cómo es que el Gran Don te considera un fastidio con eso.
-Oh, me temo que eso no puedo otorgárselos. Al menos no de momento. –Comentó Mettaton sin borrar su sonrisa confiada. –Si bien es mi patente registrada y gran invento, podría ocasionar mayores problemas si se divulga tal información fuera de los involucrados legalmente hablando. Créanme, esto va más allá del poder de un simple alcalde haciendo uso del prototipo consigo.
-¿Te das cuenta del daño que ocasionarás con eso a todos los monstruos?
-Los que ocasionan eso son basura mal hecha. Mi diseño no genera malestares, tú mismo pudiste comprobarlo sin querer. –Sans se limitó a dar un trago a su vaso de leche que a modo de burla le sirvió. –Pero descuiden, ya que tanto les preocupa, puedo mostrarles los planos. Pero eso tendrá que ser hasta después de las elecciones por cuestiones legales. Después de todo, yo también estoy atado a esos procesos.
Sans miró de reojo a su hermano, el cual también hizo lo mismo tras escuchar eso. Una vez más, parecía que la fecha de votación era sumamente importante para varios procesos, pero ¿por qué? ¿Eso era parte de lo que la señora Temmie estaba requiriendo de ellos para investigar o detener? Las piezas cada vez más parecían complejas, y no era lo suyo tratar de moverlas a sus casillas correctas.
-¿Entonces qué garantía puedes otorgarnos de que no debamos cortarte la cabeza nosotros mismos?
-Realmente ninguna en la que quieran creerme. A menos que consideren como una el hecho de que la policía me vincula con la florista y no he dicho nada al respecto. –Dio un trago a su bebida como pausa dramática, lo cual solo lo irritó mucho más de lo que sus palabras ya lo habían hecho. –Y no ha sido tarea fácil considerando su vinculación con el ser que ambas partes queremos muerto.
-Creí haberte advertido sobre no investigar más sobre ella. –Le observó con su ojo azul.
-En mi defensa, este dato llegó a mi de una forma muy inesperada. –Contestó Mettton de inmediato tras bajar suavemente su vaso, como si con ello pudiera reflejar una calma que claramente no estaba comunicando. –El gobierno lleva investigando a personas de rasgos asiáticos por una aparente denuncia, pero hay un detective en particular que se está interesando en investigar precisamente a Frisk y me interrogó únicamente por ella. La vincula directamente con el Gran Don porque ella misma se presentó como su pariente directo. Eso levantaría sospechas a cualquiera, ¿no creen?
Sans se limitó a gesticular una mueca de desagrado, tanto por escucharle pronunciar su nombre con confianza, como saber ese problema que claramente agravaría toda situación. Flowey ya le había advertido sobre el problema que presentaba como individuo sin papeles que legalmente se le considera muerta desde hace muchos años, por lo que eso no era sorpresa. Lo que sí lo era venía siendo lo adelantados que podría estar el cuerpo policiaco y lo mucho que podría entorpecer en sus intereses al ya no contar con el recurso de uno de ellos comprado. El apellido Dreemurr se había encargado particularmente de eso al señalarlos como traidores a la causa monstruo.
Podía recordar cómo había terminado Frisk al saber la verdad de quien había creído su padre, y al haberse preocupado demasiado por ella no pensó en cómo había dado con esa verdad entre tantos investigadores del mundo criminal que acechaba la ciudad. Debió imaginarse que ella misma se presentaría tal y como se consideraba sin saber los peligros o lo que terminaría topándose. ¿Qué tanto sabría la policía sobre ella? ¿Y por qué habrían buscado a Mettaton para algo así? Eso último lo inquietaba demasiado como todo lo demás, hasta que tuvo memoria del detonante particular de todo el conflicto que tenían con el Gran Don. Todo lo había provocado el maldito que tenía frente a él. Todo había ocurrido desde que se había llevado a Frisk fuera de su vigilancia cercana y había acudido a un auxilio que no había creído posible qué tan necesario se volvería realidad.
Una noche que él había descubierto que podía preocuparse por alguien más que no fuese su familia. Una noche en que la florista que vigilaba, no le importaba en absoluto lo que era realmente y que le había dado las gracias por haberle rescatado. Una noche en la que tal vez había comenzado a sentir algo genuinamente por ella y no se había dado cuenta, pero que también había detonado que el resto del mundo sí se percatara de eso.
Y ahora que eran pareja, las cosas podrían agravarse mucho más si no se tenía cuidado.
-TENDREMOS QUE DEJAR ESTA CONVERSACIÓN PARA OTRO MOMENTO. –Papyrus se levantó de golpe, desconcertando a ambos sin saber qué pasaba. –TENEMOS QUE RETIRARNOS POR AHORA. TE DAREMOS UNA RESPUESTA MAÑANA.
-¿Eh… de acuerdo?
Ni siquiera había esperado una verdadera respuesta o continuar el trato formal que tanto le habían recalcado que siguiera, estando arrastrándolo del brazo sin esperarse a que se levantara por su cuenta de su asiento. Tampoco esperó a que Mettaton quisiera despedirlos o preguntar algo más al respecto, teniendo que observarlos irse del lugar y no pudiendo preguntar nada él hasta asegurarse de estar lo suficientemente lejos de oídos inoportunos.
-ALGO PASÓ EN SNOWDIN. –Se adelantó Papyrus en su explicación al momento de llegar al auto. Levantando su mano para dejar a la vista la pequeña araña que no paraba de mover sus patas. –INVASIÓN EN LA MADRIGUERA.
No tuvo que repetirlo para tomar una decisión inmediata. Desapareciendo del lugar en el instante y teniendo un mal presentimiento con eso. No podía ser una simple coincidencia de que algo así pasara justamente cuando Papyrus y él estuvieron fuera, ¿o si?
Había visto de rápido La Madriguera algo destruida, sin contar que varios conejos estaban fuera en búsqueda de algo. Pero antes de que se acercara a preguntar qué había pasado y a quiénes había que matar, la sirena con su vestido de novia levemente arraigado se le acercó y le indicó que Frisk se había ido con el viejo. Y pese a estar desconcertado con tal escena y con el hecho de que parecía que no deseaba darle oportunidad a dar más pasos, tuvo más prisa en ver cómo se encontraba su pareja mucho antes que desear estar informado de qué había pasado en realidad. Muy seguramente Papyrus se encargaría de eso en cuanto llegara, al igual que le comprendería por qué se había ido tan rápido y dejado solo con el auto.
Pero en cuanto se había aparecido en su casa, contempló que la flor estaba en la sala con menos pétalos de lo que recordaba, el cual emitió una mueca de desagrado en cuanto le vio llegar. Al menos eso confirmaba que Frisk en efecto se encontraba ahí, pero que también algo malo había pasado para que la planta parlante terminara así, al igual que la arácnida que estaba bajando las escaleras y teniendo casi todos sus brazos vendados salvo por dos. Siendo que uno lo tenía ocupado para sujetarse del barandal ante el evidente dolor que estaba experimentando en cada movimiento.
-Vaya, hasta que te apareces.
-¿Qué fue lo que ocurrió?
-Si, estoy bien. Gracias por preguntar. –Reprochó hasta el momento de llegar al piso, colocándose frente a él. –Los malditos perros asesinos del Gran Don ingresaron a Snowdin. Y antes de que te lo preguntes, no, no sé cómo pudieron hacerlo sin que yo o mis arañas se enteraran de inmediato.
-¿Un punto ciego? –Preguntó al comprender que ese sería un severo problema, pero aun así no pudo evitar girarse constantemente en búsqueda de algo más. –¿Dónde…?
-Solo uno de los perros pareció entrar directamente y fue el que intenté apresar antes al identificarlo como "Lesser", pero el resto lo desconozco. –Continuó Muffet con su explicación, pero acto seguido esbozó una sonrisa al notarlo algo inquieto. –Tranquilo, Frisk no salió lastimada. Me encargué personalmente de que estuviera bien.
-Oh. –Ahora sí le prestó atención con todas sus heridas visibles. –Gracias.
-No lo hice por ti. Ella es mi amiga. –Sacó la lengua de modo burlón por un momento. Pese a estar adolorida y que no acostumbraban a reconocer algo del otro, no cabía duda de que siempre vería el modo de fastidiarlo. –¿Y Papyrus?
-Yo me adelanté en cuanto recibimos tu mensaje.
-¿Sans?
El esqueleto se giró para ver que Frisk se había encontrado en la cocina, que si bien era un alivio que en efecto estuviera ahí, nuevamente en su casa y bajo el permiso del viejo, le era extraño contemplarla con el vestido que había llevado para su primera cita. Siendo que ahora estaba algo rasgado ante algo que necesitaría una explicación para después. Por lo pronto, solo se acercó a ella para abrazarla y asegurarse de que en efecto se encontraba en buen estado, pero tan solo bastó tal cercanía para notar el leve temblor que tenía en su cuerpo para comunicarle lo suficiente. Y si bien Frisk le estaba devolviendo el abrazo, no parecía tener intenciones de hablar al momento. Casi como si con su silencio le pidiera no preguntarle por ahora.
Aparentemente el viejo le había permitido quedarse esta noche ante lo ocurrido en La Madriguera, a lo cual le había pedido el favor de que les preparara la cena pese a que él no estuvo presente, siendo muy seguramente por estarse encargando de lo ocurrido en busca de más posibles problemas a evitar. Igualmente Papyrus no se presentó en un buen rato, considerando que le estaría apoyando al momento de llegar a Snowdin y enterarse de lo sucedido por su cuenta. Sans sabía que debía de estar apoyando también, pero ver que Frisk estaba aguantándose algo, le ganó lo suficiente para preferir quedarse por más tiempo hasta que le permitieran quedarse a solas con ella. Pero ello no ocurrió pronto, siendo que Muffet narró un poco los hechos sobre cómo se había percatado de que Frisk y Flowey se habían retirado del evento y queriendo seguirlos, pero al final dándose cuenta a tiempo del perro quien había pretendido ser un casamentero.
Sans escuchó atentamente, al igual que a la flor que también parecía tener varias cosas por contar, pero la única que realmente necesitaba oír sobre lo acontecido no parecía tener intención de participar. Tan solo se limitaba en afirmar algunos hechos, mientras les servía un poco más o ayudaba a Muffet.
-Es una pena que se destruyera de nuevo el cabaret. Mi dinero se fue a la basura con eso. –Comentó Muffet tras un breve momento. –Supongo que esta vez no podrán operar en un buen tiempo.
-De cualquier forma, lo que menos necesita Snowdin es un lugar como ese.
Soltó Sans sin siquiera pensarlo. Pero parecía que aquello le llamó la atención a Frisk, notando su mirada en el instante sin saber por qué. Aunque algo le decía que parte de lo que le afectaba era justamente la familia conejo con la que había estado interactuando demasiado. Y con ello, recordó que la sirena le había impedido adentrarse más al decirle exactamente lo que quería. Casi como si el problema central proviniera específicamente de tal familia. Tal vez había hecho mal en retirarse tan pronto, o no estar investigando en ese instante como lo estaba haciendo su familia.
-En fin, gracias por la comida, Frisky. –Muffet se levantó con cuidado, mientras hacía que las pequeñas arañas le ayudaran a llevarse sus platos sucios hacia su sitio. –Flowey, ¿prefieres estar en la sala o en mi habitación?
-¿Qué? –La flor que había estado como centro de mesa en todo ese momento, se giró hacia la arácnida. –¿Por qué me preguntas eso?
-Porque este par está pidiendo estar a solas desde hace rato, huhuhuhu. Lo noto en sus miradas desde hace rato.
-¡¿Y por qué piensas que voy a dejarlos solos?!
-Va, va, mi habitación, será, huhuhu. –Con una de sus manos que no estaba vendada, cargó la maceta sin necesitar de su permiso. Pero la flor no hizo nada para hacer resistencia pese a la evidencia de que las tendría de ganar contra ella en ese momento. –Sirve que hablamos un poco de lo ocurrido.
-Aggh… como sea.
Sans agradeció la consideración de ambos con un simple cabeceo, aunque sabía de antemano que lo estaban haciendo más por Frisk que por él. No obstante, al momento de retirarse del comedor y dejando que las arañas hicieran la labor de recoger todo, Frisk les siguió el paso como si quisiera seguir cumpliendo labores que no le correspondían. Suspiró antes de seguirla y cerrar la puerta que daba a la cocina tras de él.
-¿Estás bien? –Soltó de inmediato.
-No.
-¿Puedes contarme qué ocurrió?
-Muffet y Flowey ya contaron gran parte. –Puso el resto de los platos en el lavabo y se puso a lavarlos. –Y muy seguramente tu padre te contará el resto cuando regrese.
-Ok. Esto es raro, que no quieras hablar de algo. ¿Por qué? –No obtuvo respuesta. Suficiente para colocarse a lado suyo. –Frisk, me estás preocupando. Sabes que no tienes por qué contener nada conmigo, ¿cierto?
-No quiero darte más motivos para matar a alguien. –Escuchar aquello le dolió demasiado. Papyrus había tenido razón, maldición. En verdad tenía mucho por hacer consigo mismo antes de divagar para darle una buena vida. –Pero, ¿puedo saber por qué la señora Bunny no te agrada? Ya había notado antes que te desagrada todo sobre ese lugar, pero desconozco el motivo.
-Lo siento. Creo que hay cosas de las que es mejor no saber nada, y tal vez esta sea una de esas.
-Sans, por favor.
-Pueeeeees…
-LA SEÑORA BUNNY PERMITIÓ QUE SUS HIJAS NOS VIOLARAN PARA VOLVERNOS HOMBRES. –Interrumpió Papyrus al momento de llegar a la cocina y servirse un vaso de leche por su cuenta. ¿En qué momento había llegado a la casa si no le había oído? Claro, se había aparecido cerca para practicar, ¿cierto? No parecía importarle estar interrumpiendo un momento en pareja tras escuchar a qué iba la conversación. Tal vez incluso optó por ponérselo más sencillo a su perspectiva tras la conversación que habían tenido. –NO HAY OTRO MODO DE DECIRLO.
-¡¿Qué?! –Escuchar eso la sacó de su trance deprimente, dejando de lavar los platos para ahora contemplar a ambos esqueletos en turnos, siendo evidente no poder dar crédito a lo que había oído pese a la claridad de las palabras empleadas. –Las conejas y ustedes… Oh, no.
-Es más complejo que eso. –Sans no pudo evitar ponerse nervioso con el tema, pero también molesto con su hermano tras la intromisión. –El viejo pagó por ello, creyendo que todo sería más fácil entre seres de confianza, pero la señora aceptó aun cuando somos los hijos de su mejor amiga. Fue más avara que leal al final.
Mencionar ello le había dejado un mal sabor de boca que tristemente había borrado la sazón de la comida de Frisk de hace unos minutos…
-¿Entonces es por eso que una de las conejas te llama "Sansy"?
… pero no se comparaba con la sensación que le había dejado escuchar eso. Sans se había quedado con la mente en blanco por un momento, sin saber siquiera cómo reaccionar adecuadamente, hasta que la dura realidad le golpeó de la peor forma posible: con los ojos alargados de su chica demasiado atentos a él. Mierda, mierda, mierda. ¿Qué es lo que exactamente sabía?
-NYEH HE HE, ESTO ACABA DE VOLVERSE DIVERTIDO. –Comentó Papyrus mientras regresaba por la botella de leche.
Maldita sea, debió suponer que alguien en esa casa pecadora le diría algo tarde que temprano. ¿O acaso había sido alguien más? Después de todo, varios no paraban de recordárselo cada vez que tenían intención de fastidiarlo. ¿Pero ahora qué le diría a ella? Claramente esperaría la verdad de eso, pero era bastante incómodo y degradante para él mismo. No podía ni imaginarse lo que podría ser para ella en cuanto supiera de eso.
-Buenoooo… –La mirada casi escarlata sobre él no estaba siendo piadosa. ¿O sólo eran sus propios nervios traicionándole en tan terrible momento? –En realidad ese es un apodo que Muffet me había dado cuando…
-Estuvieron comprometidos, sí. –Interrumpió Frisk sin darle espacio a más rodeos. Sans iba a contestar que fue cuando se llevaban bien de niños al vivir todos juntos siendo entrenados por el viejo, definitivamente no eso. Por alguna razón, parecía algo inquieta, más no le estaban temblando las manos como habitualmente parecía comunicarle que se estaba conteniendo de algo. Ahora no estaba seguro de si eso era bueno o no. –Por cierto, ¿tú le tenías un apodo a ella también?
Sans se mantuvo en silencio por un incómodo minuto. ¿Por qué tenía el presentimiento de estarse metiendo lentamente en terreno peligroso?
-Si, "Muffy". –Optó por no darle mucha importancia, pero la tensión que podía percibir de la humana era innegable tras su respuesta. ¿Acaso había gruñido? ¿Acaso…? No, definitivamente no podría ser lo que estaba pensando. Pero la intriga le podía más ahora, al grado de querer asegurarse de una manera u otra. Aun cuando podría tratarse de algo suicida de su parte. –O "Muffin", por los panecillos dulces que nos preparaba.
Recibió otro gruñido no tan sutil de su parte que ni con la risa de fondo de Papyrus pudo ser opacada. ¡Imposible! ¿Frisk estaba celosa? Frisk le estaba celando. ¡Le estaba celando! Tal vez era un terrible momento para sonreír por algo como eso y por cómo había estado hace unos minutos, pero no había podido evitarlo. ¿Y por qué estaba gruñendo? Aunque fuese en un tono bajo, era innegable que lo estaba haciendo.
-¿Le sigues diciendo así?
-No, ya ni siquiera nos llevamos bien. Tú misma te puedes dar cuenta de eso.
-¿Y por qué una de las conejas te llama también así? –Su sonrisa desapareció en un instante. Oh mierda, había olvidado ese detalle esporádicamente. –Eso aun no me lo respondes.
-Essss… una larga y penosa historia. –Terminó admitiendo, en espera de que no fuese tanta su curiosidad al respecto. –Que involucró mucho alcohol y desinhibiciones a flote que me metieron en problemas después.
-PROBLEMAS QUE NOS METIERON EN PROBLEMAS A TODOS, QUERRÁS DECIR.
-Vete, Papyrus. Esto no es asunto tuyo.
-NO, ESTO ES DEMASIADO ENTRETENIDO. –Su hermano ahora tenía la botella cristalina de leche consigo, sirviéndose nuevamente en su vaso pese a ser muy claro en que se la bebería toda con tal de permanecer ahí con todo el embrollo. –LO RECUERDO BIEN. FUE UNA NOCHE EN LA QUE HABÍAMOS METIDO DE CONTRABANDO UNAS COSAS A UNO DE LOS VAGONES DEL TREN, CUANDO ESTE IDIOTA QUISO IR A RELAJARSE AL BAR Y…
-Puedo contarlo por mi cuenta, gracias. –Remarcó demasiado su última palabra, queriendo dejarle en claro que ya no se entrometiera más. Pero Papyrus únicamente le dedicó una sonrisa de burla como respuesta. Dejándole en claro que era su venganza de haberse burlado de él con la bola de pelos con la que estaba comprometido. –Frisk, esa vez estaba demasiado borracho. Así que lo que te cuente él o alguien más, no vale, ¿de acuerdo?
-Pero sigues sin contarme nada aun. –Arqueó su ceja.
-Cierto, pero quiero dejarlo en claro antes. –No estaba seguro de si podía tomar sus manos en búsqueda de alguna calma o consideración de su parte. Ya que su chica tan solo estaba ahí, esperando respuestas mientras le dirigía una mirada que sólo producía frío y temor por su propia vida. ¿Cómo algo tan calmado le estaba produciendo tanto pánico ahora? –Además, ni siquiera recuerdo los detalles por lo mismo. Así que puede que solo agreguen más cosas a su beneficio.
-Tal vez tú no recuerdes algunas cosas, pero estuvimos varios testigos esa vez, huhuhuhu. –La voz empalagosa reconocible llegó tras su columna. Ni siquiera preguntó sobre por qué la maldita entrometida había querido regresar, aun con sus vendajes que ni siquiera le permitían estar cómoda.
-Creí que nos darías nuestro espacio.
-Y esa fue mi intención, pero creí que hablarían de otras cosas. No de tu peor anécdota, huhuhu. –Se acercó y colocó a un lado de Papyrus. –¿Qué tanto le ha contado?
-CASI NADA AÚN, ESTÁ EVITANDO DECIRLE QUE BEBIÓ SHOTS DE TEQUILA DESDE LOS PECHOS DE UNA CONEJA.
-Fuhuhuhuhu, llegué a tiempo entonces.
Sans estaba por matar a alguien en ese preciso momento, activando su ojo en el instante por mero reflejo de su enojo y observando a ese par que sólo estaban de entrometidos con el afán de fastidiarlo. Pero también quería desaparecer de la faz de la tierra, completamente avergonzado de que no solo se lo recordaran una vez más y soltándolo al aire, sino que ahora estaba su novia presente. La cual por muy extraño que pareciera, no estaba tan inquieta como lo había creído tras oír tal cosa. No había movido ni un músculo tras escuchar eso, ni hecho algún gesto de desagrado o enojo de su parte. Lo cual tampoco lo calmaba, sabiendo de antemano lo mucho que procuraba contenerse emocionalmente. Parecía estar congelada.
Para desgracia suya, recordaba el sentimiento de ese hecho. Había estado lo suficientemente deprimido para no querer pensar en nada más tras una jornada pesada, dejándose llevar por la nueva bebida que Grillby le ofrecía hasta que llegó esa coneja que le reconoció en la distancia. Le había hablado algo sobre sus hermanas gemelas desaparecidas y luego habían terminado así, completamente ebrios sin tener ningún afán de detenerse hasta que el cuerpo se los indicara o murieran por intoxicación. En verdad que había dado una vergüenza total aquella vez. Después de eso, el viejo había creado el fondo bancario exclusivo para "placeres" con tal de que no volviera a ocurrir tal escándalo y que todo fuese más privado, incluso de él mismo. Aunque claro, tras esa situación vergonzosa realmente no le quedaron ganas de intimar con nadie hasta el momento en el que conoció a Frisk. Y eso era algo que realmente nadie le creería tras ese suceso.
-"El tequila no es para cualquiera", me dijiste eso una vez. –Soltó Frisk sin verle precisamente a él, pareciendo que su mirada ahora estaba perdiéndose en algo más tras salir de su propia parálisis. –Supongo que hablaste en voz de la experiencia.
-Si, es una bebida muy traicionera. –Contestó Sans sin saber cómo tomarse eso.
-Así como tus hormonas, huhuhuhu.
-¡¿Me van a dejar continuar la historia?! –Se giró nuevamente hacia el par a modo de advertencia. Quería irse mejor a otra parte, llevándosela consigo para poder hablar a solas. Pero comenzaba a dudar que la florista quisiera hacerlo al darle la impresión de que le estaba costando poder procesar todo eso. –Frisk, yo… en verdad no recuerdo mucho, pero es cierto esa parte. Me embriagué tanto esa vez que no solo estuve divirtiéndome un rato con esa coneja, sino que divulgué parte de un plan importante que teníamos respecto al vagón que habíamos metido de contrabando… metiendo en problemas a toda la familia por varias semanas. Desde entonces, tuve que entrenarme a mí mismo para tener una tolerancia extrema al alcohol para que no me volviera a suceder.
-Pudiste solo dejar de beber de esa manera. –Cuestionó Frisk de inmediato, levantando levemente su mirada. –Y no entiendo, ¿divulgaste un plan a la coneja y eso fue un problema?
-A la coneja y a todo el bar. Junto con estar exclamando varias veces sobre gustarle sus pechos grandes. –Rio desde su sitio la maldita araña entrometida que sería su primera víctima a matar en cuanto acabara todo. –Papyrus y yo intentamos llegar a su rescate antes de que todo empeorara. Pero el muy idiota terminó teletransportándose a otra parte junto con ella, y no supimos de él hasta el día siguiente.
-JUSTO A TIEMPO PARA OCULTARNOS DE NUESTROS ENEMIGOS QUE SE ENTERARON DEL VAGÓN.
-Tuviste sexo con ella. –Concluyó Frisk por su cuenta. Siendo aparentemente lo único que le importó en todo eso.
-Esa es la parte que realmente no recuerdo por el estado en el que terminé. –Tuvo que volver a admitir Sans, al tener que aceptar su derrota y posible condena. –Pero tampoco quise quedarme a averiguarlo por cómo vi las cosas.
Una gran parte de Sans no había querido verle directamente por lo que sea que estuviera por decirle a continuación, pero Frisk tan solo parecía querer respirar a profundidad antes de hacerlo ella misma. Incluso parecía estar oliendo algo en el lugar que ayudaba a tranquilizarse tras la anécdota que le obligaron a admitir. Por lo menos ya no parecía estar paralizada, ni tampoco sus manos temblaban.
-¿Es por eso que aquella vez me dijiste eso? –Sans tuvo que esperar a que fuera más específica, al no entender a qué se refería. –Cuando apareciste en mi casa completamente ebrio, me preguntaste sobre si "lo hicimos". No había entendido a qué te referías, pero con todo esto creo ahora entenderlo. También tiene sentido que Papyrus fuera a mi casa ese día creyendo que teníamos una aventura.
-SI LO CREÍ.
-No estás ayudando en nada, hermano. –Le mencionó Sans entre dientes.
-NO ES MI INTENCIÓN SACARTE DE ESTA.
-¿Por eso es que varios me han llamado "la amante del esqueleto? –Pese a su pregunta, Frisk se veía bastante seria en sus palabras. – ¿Has tenido a otras así? ¿Connie fue tu amante?
-¡No! No tuve nada de eso. –Sacudió sus manos como si con ello pudiera borrar todo eso. Ni siquiera recordaba su nombre, ni mucho menos había querido saberlo en lo que le quedaba de vida. –Todo fue un maldito accidente. Un error. ¡Estaba ebrio!
-SI CLARO. FUE UN ACCIDENTE QUE TE TOMARAS UNA GRAN CANTIDAD DE ALCOHOL ESE DÍA.
-¡Váyanse de aquí, malditos hijos de…!
-¿Por qué están haciendo un escándalo a altas horas de la noche? –Preguntó el viejo tras pasar la entrada. Genial, ahora si estaba toda la maldita casa ahí. –No quiero a nadie impuntual mañana sólo porque se están desvelando. Tenemos mucho por hablar a primera hora.
Sans estaba harto. Estuvo por ponerse de pie e irse por su cuenta para no aparecerse en tal vez días o semanas, siendo seguramente soltero de por vida tras todo lo acontecido. Pero antes de siquiera dar un paso al frente, Frisk se secó las manos y se dirigió hacia ellos con paso decidido. No tenía ni idea de lo que iba realmente a hacer, hasta que notó que el viejo había estado comenzando a preparar café y que la chica le había retirado la cafetera sin consultarlo con nadie, ni mucho menos importándole la reacción evidente que obtendría tras tal acto.
-Señor, es muy tarde para que consuma café. –Comentó Frisk antes de que alguien más dijera algo al respecto. Tomando la jarra de cristal que estaba justo a un lado para comenzar a servir un vaso. –Necesita dormir más y estar hidratado para evitar esos dolores constantes de cabeza.
-¿Quién te crees que eres para decirme qué puedo y qué no puedo hacer en mi propia casa?
-Alguien que se preocupa por su salud. –Atajó Frisk con el mismo tono de voz, sonando más con frialdad que como un regaño. Le quitó la taza para entregarle el vaso con agua, antes de girarse hacia los otros dos entrometidos. –Y también por la de ustedes. Muffet, deberías de ir a acostarte para recuperarte de tus heridas.
-Debo adelantarme a preparar las cosas del desayuno de mañana.
-No te preocupes por eso, yo puedo encargarme del desayuno. Y Papyrus, también toma agua, la leche no es para quitar la sed.
-DE CUALQUIER FORMA CASI ME LA ACABÉ. –Respondió con una sonrisa sin nada de culpa, aceptando el vaso de agua que ahora le estaba entregando Frisk. –ESTÁS MUY TRANQUILA PARA LO QUE CREÍ.
-No realmente, solo que esperé a que ustedes le permitieran hablar a mi novio. –Frisk le estaba dando un poco la espalda al estar ante los tres entrometidos, así que Sans no podía ver qué expresión o no estaba mostrando ante ellos con tales palabras. –Sans pudo habérmelo contado, no hacía falta que ustedes empujaran la conversación. Pero ahora entiendo muchas cosas, y es con lo que me quedaré de todo esto.
-¿No te molesta? –Tuvo que preguntar Sans.
-Si, y mucho. Pero eso es asunto mío. –Respondió Frisk tan rápido que dejó claro que ni siquiera pensó en su respuesta, girándose hacia él ahora. –Además, es tu pasado, Sans. Forma parte de ti, pero esto es el presente. ¿Qué es lo que quieres de él?
-Estar contigo, por supuesto.
-Entonces eso es suficiente para mi.
Pese a la situación, le sonrió al ver que por lo menos no le terminaría tan pronto con semejante anécdota que había tenido que admitir los hechos. Frisk no parecía tener el ánimo de devolverle la sonrisa y no podía culparla por eso, pero al menos el simple cabeceo que hizo antes de volver a darle la espalda le calmó lo suficiente. Nuevamente pareció que inhalaba demasiado aire antes de volver a emplear palabra alguna, como si buscara un olor en particular en todo el lugar para dar con lo que quería y calmarse con eso.
-Desconozco qué clase de dinámica manejen entre ustedes cuando se trata de estas cosas, pero para futuras referencias, pediré de favor que puedan brindarnos el espacio suficiente para poder conversar al respecto. –Frisk había hablado un poco rápido con eso, como si quisiera seguir el hilo de su propia mente y le costara trabajo. –Hoy no pasé un buen día… y si no es mucha molestia, en verdad quiero estar con él a solas… por favor.
Por un momento, Sans creyó que el viejo se negaría con tal petición por mucho que la hubiese pedido por favor (y aún más cuando parecía haberla agregado entre cansancio y entre sentirse forzada a decirlo), pero para sorpresa suya, el jefe de familia había dado un largo trago de agua antes de siquiera tener intención de decir o hacer algo más. ¿Había sido imaginación suya o había sonreído antes de ponerse el vaso en los dientes? El cansancio y malestar estaba haciendo de las suyas en él, sin duda alguna.
Realmente accedieron a su petición aun cuando ella no vivía ahí ni tenía voto acorde a las reglas familiares del viejo. Tanto Muffet como Papyrus le habían sonreído a ambos antes de retirarse, sin pena ni culpa por el momento amargo que habían permitido que pasara, pero de alguna manera sintiéndose todavía mejor tras la reacción de Frisk con eso. ¿Acaso su hermano había esperado que reaccionara así? ¿Qué hubiera pasado si no fuese el caso? Ya luego le preguntaría en una mejor oportunidad calmada. De momento, tenía algo mucho más importante por atender.
Una vez que quedaron solos en la cocina, Frisk no se acercó a él nuevamente hasta que se sirvió un vaso de agua para ella misma, dado un gran trago que casi se quedaba sin aliento y luego mostrado lo que sin duda alguna era lo que le había preocupado en todo momento. Esta vez no eran sus manos las que mostraban lo mucho que se estaba conteniendo, pero eso no implicaba que lo estaba haciendo desde una simple mirada.
-Si te soy sincero, creí que realmente te mostrarías molesta. –Soltó Sans tras unos segundos de que por fin regresaran al comedor, sentándose a lado suyo. –Nadie te habría culpado por eso, ni siquiera yo.
-Me parece más preocupante que tengas un problema con la bebida en sí, que una cuestión del pasado que no me compete. –Soltó con una honestidad sumamente aplastante que iba acorde a lo que reflejaba su mirada ahora fija en él. –Además, hueles a rosas el día de hoy, así que me ayudó a calmarme un poco.
-¡Oh, cierto! –Sacó el par de rosas que había guardado en el bolsillo interno lateral de su saco. Lo había olvidado por completo. –Je, tenían una mejor presentación cuando las tomé.
Frisk agradeció en un tono bajo mientras recibía las rosas blancas, moviéndolas un poco entre sus dedos con tal de hacer algo con las manos en ese momento incómodo. Parecía que quería hablar de muchas cosas con él, pero no era lo suficientemente ordenada con su propia mente para saber qué tema abordar primero. O por lo menos, le daba esa impresión por la forma que le miraba fijamente y luego se perdía en un punto inexacto del lugar que claramente no estaba observando realmente. Si bien aquel gesto le habría parecido algo adorable en otro tipo de circunstancias, Sans se preocupó un poco de que pudiera pedir de la forma más formal el poder estar a solas con él, para luego no saber qué hacer por su propia cuenta después.
Sin duda alguna estaba agobiada y ella ni siquiera lo sabía.
-Ya que conoces mi momento más vergonzoso… ¿Qué tal si tú me cuentas uno tuyo? –Sans sabía que no era un excelente tema para tratar de ayudarle, pero no sabía qué más hacer de momento para apoyarle a salir de tal trance. –Dudo que sea mucho peor que lo que yo hice, jeje.
No obtuvo respuesta. Sans suspiró al confirmarse a sí mismo que había sido una terrible idea. Pues bien, ahora lo haría al estilo de ella, que era ir por la tangente. No era simple casualidad que le había preguntado por la señora Bunny para empezar.
-Cuéntame, bonita. ¿Qué fue lo que ocurrió con los conejos?
Sin más, su chica se soltó sin tener intención de omitir ningún detalle, siéndole de lo peor cada narrativa por la que había tenido que pasar en su ausencia. De vez en cuando hacía una pausa para respirar un poco, siendo evidente que le había dolido mucho más las palabras que había recibido que todo el daño físico en sí que había obtenido en todo ello. Sans, manteniéndose en silencio en todo momento para no interrumpirle, se apuntó mentalmente en no volver a dejarle sola de esa manera por más que tuviera otras cosas por hacer. A menos claro, que tuviera la garantía de estar en una zona donde realmente estaría protegida. Y esa nunca fue La Madriguera y su aún más despreciable familia que la habitaba.
Quería regresar y matar al primogénito de los conejos por haberle dicho tales cosas a su pareja, pero recordando las palabras de Papyrus, ello podría herir más a Frisk que ayudarle realmente. Por lo que tuvo que contenerse en esta ocasión únicamente al verla en mejor estado a lo que podría haber quedado con tal situación tan alarmante. No obstante, no tuvo ninguna intención de ocultar su desagrado en todo su cráneo, a lo cual la chica no paró de observarle con la seriedad de siempre, hasta terminar su relato y preguntándole.
-¿En qué piensas?
-En que fueron muy irracionales contigo. –Sans se limitó a contestar sin necesidad de mentirle, pero omitiendo detalles que claramente podrían empeorar todo. –Culpar a otros de lo que no hicieron en su incompetencia, no les devolverá su madre.
-¿Así te sentiste cuando tu mamá…?
-No. No… precisamente. –Terminó respondiendo con algo de incomodidad. Había olvidado que su novia tenía el aparente talento de hacerle sentir culpable por querer maldecir a otros con los que podría estar identificado. –Era un niño que tenía la idea de que al ser el hombre de la casa en ese momento, debía haber protegido a su madre de tales maleantes. Pero recalco que solo era un niño, no habría podido hacer nada más que empeorar las cosas. Lo que sí hice fue creer que debía volverme valiente y fuerte para proteger lo que quedaba de mi familia y que no se repitiera más, pero al final, solo terminé culpando al viejo por todo. Y eso no es muy maduro de mi parte, lo sé, pero no puedo evitar sentirlo así de vez en cuando. Así que… tal vez pueda comprender un poco a ese maldito conejo, pero no lo perdono por lo que te hizo.
-Pues creo que puedo entenderlos de algún modo con ese sentimiento. –Frisk se incorporó en su asiento, ahora ella viéndose un poco incómoda con la conversación que ella misma inició. –Pocos años después de mudarnos al pueblo, hice lo que pude para no ser una molestia para mi madre. Sabía lo triste que estaba todo el tiempo, así que me encargué personalmente de muchas cosas del hogar, creyendo que eso era hacerme cargo hasta que… terminé hartándome. Una parte de mi detestaba estar dentro de la casa al no soportar ese aire deprimido que irradiaba con su presencia, prefiriendo quedarme en mi invernadero a dormir incluso, pero creo que debí ser más empática con su dolor en lugar de creer que cada quien es responsable de lo que hace o no.
-Bonita, sólo eras una niña. Y tampoco era algo que tuvieras que hacer tú.
-Lo sé, pero aun así no puedo evitar sentir que pude haber hecho algo más. –Frisk desvió su mirada, a lo cual Sans intuyó que venía una mala percepción de su parte. –Sé que tengo mis razones para estar molesta con ella, culparla de muchas más, pero… ahora no puedo dejar de pensar en lo mucho que la extraño, ¿sabes?
Sans le observó con suma paciencia al comprender inmediatamente por qué había querido tocar el tema, sabiendo que no le era fácil hablar de sí misma sobre lo que sentía o su pasado en general. Por lo que ante él, estaba en un momento único en el que necesitaba más que nunca de su apoyo. No dudó en tomar su mano para entrelazarla con la suya en muestra de cariño, haciendo que soltara las rosas por un momento y dándole el impulso necesario para que soltara aquello que parecía querer sacar finalmente. Pero no parecía ser suficiente tras unos minutos de silencio no del todo incómodos.
Estaba ante una maravillosa mujer cuya personalidad visiblemente indiferente no impedía mostrar el hermoso corazón que tenía ante todo ser vivo. Solo alguien como ella podía otorgar perdón a aquellos que le habían lastimado lo suficiente que le dejarían secuelas de por vida, pero ahora se daba cuenta de que le hacía falta aprender a perdonarse a sí misma. Lastimosamente, no sabía cómo ayudarle con eso salvo el poder permanecer junto a ella todo el tiempo que requiriera.
Tanto la señora Dreemurr como la señora Bunny le parecían mujeres despreciables, pero para Frisk, habían sido figuras maternales de las que ahora se sentía culpable de lo sucedido.
-Ella también te quiere. Me di cuenta cuando fui a visitarla. –Comentó al pensar demasiado en eso. Frisk se giró nuevamente hacia él rápidamente. –Tal vez yo no esté de acuerdo con lo ocurrido, pero era genuina la preocupación que ella tenía por ti.
-¿Cómo la viste? –Preguntó de inmediato.
-Alcoholizada. –Comentó aún sabiendo que su respuesta no daría nada bueno a la conversación. –Supongo que fue su celebración navideña personal estar tomando un vino barato que habrá sacado de algún lugar, no sé, pero en parte eso ayudó a que fuera sincera en su totalidad.
-¿Qué fue lo que te dijo? –Por la mirada que le lanzaba, parecía tener toda intención de insistir hasta obtener algo.
-Estaba algo dispersa por la bebida, pero mencionó algunas cosas. –Suspiró un poco antes de proseguir. Mentalmente se cuestionaba sobre si era una buena idea o no decirle tales cosas, pero no deseaba mentirle en ningún momento. Y negarle la información solicitada no era una opción en cuanto lanzaba una pregunta. –Dijo conocer al líder de la yakuza, admitiendo tener un trato con él desde hace años para que te quedaras con ella y no con ellos.
-Eso explica por qué ese sujeto de cabello largo me conocía.
-Si, y también mencionó algunas cosas sobre tu estado físico, pero no le presté mucha atención en ese instante. –Sabía de antemano la mala idea que era decirle eso, pero aún así se lo había contado sabiendo que eso era lo que buscaba. Frisk observó su mano suelta con cierta tristeza, como si pudiera ver más allá de su suave piel. –Supongo que estaba demasiado preocupado por ti en ese momento como para pensar esa clase de cosas.
-Flowey finalmente me dijo qué tan anormal soy como humana. –Observó ahora su brazo, queriendo analizar las venas que se asomaban tenuemente. –Sobre que soy un defecto para los Dreemurr. Lo cual me hace pensar que tal vez todo eso de alejarnos de la ciudad, era para ocultar un error que cometieron. Algo de lo que yo no tengo la culpa, pero que ahora aquello corre por mis venas y puede afectarme en algunas maneras.
-¿Te dijo sobre los efectos secundarios?
-Sólo que mi mente se perdería. –Dejó de observar su brazo para ahora verle directamente. –¿A ti te dijo algo más?
-No, el viejo intuyó muchas cosas con el análisis de sangre que te hizo. –Sans se arrepintió de tocar el tema. Hubiera esperado de alguna manera que la flor pudiera decirle mucho más a ella de lo que le contó a él, pero vaya que se había equivocado. –Sobre que… tu olfato está muy desarrollado a comparación de otros humanos. Tienes una nariz asombrosa, bonita.
Una parte de él quería decirle sobre el problema que tendría como mujer que nunca pasaría por su periodo menstrual, pero no se sentía capaz de poder darle una noticia así. Apretando inconscientemente más su mano por el simple hecho de tener eso en mente, dejando que la chica se percatara de su malestar en el instante, mas no haciendo ninguna pregunta al limitarse a observarle en espera de que él mismo se comunicara en su momento. Era extraño poder entenderla también en sus silencios, pero fascinante a fin de cuentas. Como si fuera una particular melodía que solo él podía interpretar.
-No sé qué tan diferente sea mi olfato a comparación de otros humanos, pero sí sé que puedo distinguir el tipo de puro que fuman tu padre y tú. –Continuó Frisk al ver que no diría nada, mas no soltando su mano en ningún momento. –También puedo detectar el jabón de romero de Papyrus, el perfume dulce de Muffet, qué tan comible o no es algo y el aroma que dejas en tus sacos.
-Dijiste que te gustaba cómo olía ¿no? –Preguntó Sans tras soltar una sonrisa.
-Si, tienes un aroma único que me parece agradable. –Pese a todo, su chica le devolvió la sonrisa cansada al ser algo que ya habían hablado antes. Aliviándole en el instante que finalmente pareciera relajarse poco a poco. –Creo que si las flores eco tuvieran aroma, sería como el tuyo. Ya que al ver tu ojo luminoso me recuerdas a esas flores.
-¿Que no todas las flores tienen olor?
-No realmente. Las flores que pertenecen al rubro mágico, muy pocas transmiten un verdadero aroma. Y las que sí lo tienen son de mucho peligro porque son esencialmente carnívoras o venenosas. –Mantuvo su sonrisa al estar hablando particularmente de un tema que dominaba en su totalidad. Sans agradeció que llegaran a ese punto para borrar el malestar previo que había sido conversar sobre ciertos pasados. –Algunos depredadores usan a las flores eco para atraer presas por los sonidos que se transmiten las unas a las otras, ya que por lo regular son una especie que crece muy cerca de lagunas o ríos y reproducen el sonido del agua a quienes lo busquen. Por lo mismo es que también son muy útiles para cuando se está perdido, ya que la luz que emiten permite ver el camino hacia el agua.
-Entonces esas flores se tomaron muy enserio eso de que son la comunicación de la naturaleza, ¿eh? –Quiso hacerle reír con eso, pero generó el efecto contrario por haber interrumpido su aparente inspiración. –Lo siento, bonita. Continúa.
-Sans, ¿tratas de distraerme queriendo que hable solo de flores? –Preguntó Frisk al mantener ahora su mirada indiferente que le caracterizaba mucho. Mierda, ¿se había dado cuenta desde antes? –No hace falta que lo hagan. Puedo estar bien por mi cuenta.
-Sería un pésimo novio si no veo por tu bienestar en toda ocasión, bonita. –Comentó sin entender porqué había hablado en plural con eso. Y con tal de no hacer tanto ruido y hacer del movimiento menos aparatoso, usó su magia para acercar su silla con la de él para poder abrazarla con un solo brazo. Apegándole a él lo mayor posible. –Pero tampoco tienes por qué esforzarte en estar bien para mi. Siempre quiero que seas tú misma, aún cuando estés pasando por un mal día y tengas la necesidad de llorar o golpear a alguien. En esos momentos trataré de conseguir pañuelos o de sujetar al tipo para que puedas golpearlo. O mejor, yo mismo ayudándote a golpearlo. ¿De acuerdo?
-Espero que algo así nunca ocurra. –Se limitó a responder con cansancio cada vez más evidente. –Ya le brindé una cachetada a tu padre una vez y no quisiera volver a pasar por algo así.
-Habría dado lo que fuera para poder ver eso. –Soltó Sans con total sinceridad. Riéndose de solo pensarlo. –Vaya, ambos hemos golpeado al viejo en su momento. Supongo que esto podemos agregarlo a la lista de cosas que tenemos en común.
-¿Estás haciendo una lista de eso?
-No realmente, pero es una excusa más para estar siempre cerca de ti.
-No necesitas una excusa, Sans. –Le esbozó una tenue, pero aun así hermosa sonrisa en el instante. ¿Cómo no quedar perdidamente enamorado de ella con esa clase de gestos? –Al contrario, gracias por querer estar cerca de mi.
-Gracias a ti por existir, bonita. –Él era demasiado consciente de la sonrisa de bobo que le había sacado con tan solo esas palabras. Apegándose aún más a ella pese a no ser necesario.
-Eso es gracias a ti por salvarme tantas veces.
-Pues entonces gracias a ti por querer hacer del entorno un lugar mejor.
-Gracias a ti por formar parte de ese entorno.
-Gracias a ti por aceptar a este loco sin remedio como novio. –Apoyó su frente con la suya, queriendo contemplar desde muy cerca el sonrojo que se estaba formando en la chica. –Jeje, ¿quieres hacer de esto una competencia de ver quién tiene más por agradecer al otro? Porque puedo asegurarte de que ganaré, bonita.
-Pero si tú fuiste quien inició.
-Entonces lo terminaré. –Sujetó suavemente su barbilla, notando que ahora estaba acalorada por saber qué vendría a continuación. –Gracias por hacerme feliz, Frisk.
Estuvo a punto de besarla, pero su chica fue más rápida en lanzarse a abrazarlo con fuerza en una especie de arrebato que no contempló en el instante. Ella no frecuentaba a tomar esa clase de iniciativa así sin más por mera timidez o por el simple hecho de no saber si estaba bien hacerlo o no, pero esta vez no le había costado captar que había tenido la necesidad de un verdadero abrazo desde antes y simplemente no había podido contenerse más. Sans no dudó en devolverle el gesto sin importarle la breve interrupción de a lo que iba encaminado realmente. Ya que por lo que podía sentir en su cercanía, estaba buscando un consuelo total de todo lo que había tenido que pasar ese día. Ella tendría una fortaleza inigualable, pero no dejaba de tener sentimientos a fin de cuentas.
Sans besó su cabello mientras esperaba a que le dijera algo más, estando dispuesto a escucharla de todo desahogo que claramente aun no soltaba. Recordando levemente la vez que había terminado llorando desconsoladamente en su hombro tras descubrir la verdad de quienes había creído su familia en todo ese tiempo, ya que se sentía de la misma manera sin entrar a ese grado de desgarre del alma. Y pudo confirmarlo en cuanto finalmente la chica comenzó a abrirse en un tono demasiado bajo, pero siendo lo bastante audible para él dada la cercanía que tenían ambos.
-Quisiera decir que lo que dijo Ronnie sobre mí no me afectó, pero nunca he sido de decir mentiras. –Soltó Frisk poco a poco, abrazándose más hacia él aunque no fuera necesario. –Solo, por favor, no lo lastimes por ese hecho.
Sans se quedó en silencio por un momento. ¿Así que era por eso que no había querido decirle nada? Realmente tenía que ver cómo manejar ese tema.
-No puedo prometerte tales cosas, bonita. –Admitió pese a pensar mucho su respuesta. –No hago promesas de ningún tipo.
-Sans, en parte es mi cul…
-No, no es tu culpa. –Tuvo que romper el abrazo para verle directamente. Había intuido que algo así pasaría, pero le preocupaba a qué se estaba encaminando toda la conversación. El temor que le había inculcado Papyrus estaba apareciendo demasiado rápido. –Frisk, lo que sea que haya pasado, tú no tuviste nada que ver, ¿entendido?
-Pero yo aparté a Ronnie de su madre con tal de evitar las lanzas. Tal vez si hubiera hecho algo diferente…
-Tal vez habría muerto el conejo en ese instante. –Puso sus manos en sus mejillas, con tal de que le mirara con seriedad. –Frisk, me encanta que quieras ver siempre opciones favorables y deseo que siempre las encuentres, pero me temo que no siempre se puede salvar a todos por más que se desee. En casos así, sólo puedes tomar decisiones egoístas. Si yo hubiera estado ahí, sólo te habría sacado a ti y nada más. Y podría apostar que ese conejo habría optado por salvar a su madre mucho antes que a ti.
-Eso no es verdad, porque él nos sacó a tu padre y a mí de las vías del tren, antes de que pudiéramos morir aplastados. –Sans no pudo decir nada tras eso. Definitivamente era un dato que había desconocido y del que tal vez requería más explicaciones después. –Y aun así, salvar a la señora Bunny no solo lo haría por él y toda la familia, sino también por mi.
-Frisk, es muy probable que ella esté muerta.
-No, realmente lo dudo. Si la quisieran muerta, ¿por qué no hacerlo en ese instante? ¿Por qué llevársela a otra parte para eso? –El tono de su voz comenzó a elevarse poco a poco por su propia exaltación del tema. Aunque visiblemente estaba cansada y triste, no parecía estar dispuesta a ceder de ninguna manera. –Si solo quisieran matar por nomás, no habrían tenido problema con matar a su hermana en vez de solo cortarle una oreja. No habrían tenido problema en matar a todos, pero optaron por solo retirarse con un objetivo claro y logrado. La pregunta es, ¿por qué? ¿Qué querrían los matones con la señora Bunny?
Sans se mantuvo en silencio sin saber qué respuesta darle. Francamente, tocaba puntos bastante coherentes. ¿Por qué interesarse por la coneja para querer llevársela con ellos? Frisk había estado en esa boda, bien la habrían podido capturar para querer hacerle llegar y matarlo, o llevarla ante el mismo Gran Don. Pero una vez más podía concluir con eso que ni la élite asesina tenía idea de la existencia de Frisk, o de lo contrario serían unos excelentes actores limitados por la bestia y sus razones cada vez más confusas.
Necesitaba hablar con el viejo sobre lo que había conversado con Mettaton y sobre su perspectiva de lo que había ocurrido en la boda, pero no cabía duda de que no sería en esa misma noche. Todos los integrantes de la casa le habían concedido a Frisk el espacio para poder desahogarse con él, por lo que debía de corresponder como debía. Escuchándole en su totalidad, pero preocupándose por su bienestar ante todo.
-Sé que es algo casi imposible, pero trata de no agobiarte con todo esto, al menos por esta noche. –Teniendo sus manos sobre sus mejillas, le hizo agacharse un poco para darle un beso en su frente. –Aunque tengas argumentos interesantes, lo único que se puede hacer en circunstancias así, es descansar para poder pensar mejor las cosas después.
-Algo similar me dijo tu padre. –Admitió Frisk con algo de pesar. –Creí que tú tendrías algo mejor.
-Lo siento por no cumplir esa expectativa.
-Está bien. –Levantó sus manos para entrelazarlas con las suyas, impidiendo que dejara de sujetarle las mejillas que nuevamente estaban algo sonrojadas. Al menos de nuevo se había calmado. –Nuevamente gracias por querer estar conmigo, Sans.
-Per sempre, mia bella.
-Si vas a hablarme con mucha frecuencia en italiano, al menos deberías de enseñarme un poco. –Reprochó tras ahogar un bostezo. –Quiero poder entenderte, Sans.
El esqueleto solo le sonrió sin darle una respuesta ni avisarle que la teletransportaría en el instante para salir del área del comedor. Llevándola en el instante hacia su habitación y teniendo que sujetarla un poco tras lo repentino que había sido tal movimiento de su parte. Y al ver que su sonrojo había aumentado tras ver en dónde se encontraba a solas, le sonrió con algo de gracia de que estuviera concluyendo cosas demasiado apresuradas con tan sólo ver su cama en uno de los extremos. La cual debió de haber tendido para dar un mejor panorama.
-Tranquila, sólo te estoy dando tu espacio para que puedas descansar como se debe. Yo dormiré en el sofá. –Le aclaró antes de que pudiera decirle algo al respecto. –Eres de sueño ligero, así que con más razón requieres de una zona cerrada.
-¿Esta es tu habitación?
-Si, lo siento por el desorden.
-Está bien. Es solo que creo que nunca me imaginé cómo sería una habitación tuya. –Admitió mientras observaba hacia todas partes, aun cuando la oscuridad no le permitía mucho. –¿En verdad no tienes problema con que me quede esta noche aquí? Yo puedo dormir en el…
Teniendo todavía sus manos entrelazadas sosteniendo sus mejillas, Sans tuvo que robarle un beso antes de que siguiera insistiendo, encaminandole con ello hacia la cama para que finalmente se sentara en ella y siéndole endiabladamente encantador verla tan anonadada con ese simple par de acciones al momento de tener que separarse del beso.
En verdad que había muchas cosas que admiraba y anhelaba en ella, pero por ahora solo quería que descansara lo mayor posible. Aun cuando la posibilidad de que no lo hiciera eran altas.
-Buenas noches, bonita.
.
.
Era una ventaja que su cuerpo luminoso no levantara sospecha a su tío sobre que aún se encontraba despierta a altas horas de la noche. Y si por alguna razón no era suficiente, tenía la excusa perfecta para engañarlo tras tener demasiado papeleo consigo para justificarlo como tarea. La cual no tenía ni idea de cuál era realmente, considerando que llevaba días ausentándose de clases para enfocarse en su investigación.
Fuku llevaba varios días de desvelo organizando todos sus apuntes sobre cada interrogatorio que había hecho y cada punto de Snowdin que había observado meticulosamente, pero finalmente había dado con la pista que le faltaba para encontrar a su amiga tras mucha cautela de su parte.
No cabía duda, el orfanato era un punto ciego donde algunos maleantes se estaban llevando niños y jóvenes sin que se levantara sospechas. Lo cual encaminaba a que la desaparición de Skate proviniera desde ese punto hasta terminar en otra parte que, a lo que algunos niños rumoraban, se trataba de un callejón de Waterfall donde desaparecían por completo. Estaba ante algo muy importante y que no solo podría rescatar a su amiga de lo que fuera que quisieran con ella, sino también a muchos menores que seguramente estarían extrañando a sus familiares que los estarían dando por muertos a estas alturas. Pero si le mencionaba su investigación a la rebelión, a su tío o a quien sea, muy seguramente no le prestarían atención ni importancia. Incluso tal vez la regañarían y no estaba para esas boberías.
No tenía duda de que tendría que ser ella misma quien iría a averiguarlo.
Viendo la hora, finalmente se dispuso a guardar todo en una caja que había destinado para su investigación y la guardó debajo de su cama con suficiente cuidado para asegurarse de que no quedara al descubierto sin su presencia. Y también preparó su mochila con todo lo que consideraba útil para llevar consigo sin ser demasiado pesada o estorbosa, antes de acostarse y descansar lo mayor posible.
Mañana sería el día en que finalmente encontraría a su mejor amiga.
.
.
.
Una parte de mi quiso subir esto ayer, pero tuve que contenerme para apegarme a mi propio calendario, jajajaja. En verdad estoy determinada a que el capítulo 100 se suba este mismo año, así que prepárense para una oleada de capítulos sumamente largos de aquí a que llegue ese capítulo que me tiene emocionada.
¡Michi fuera!
:)
