Ebott City viene siendo, para el ojo más crítico, una zona caótica donde muchas cosas pueden ocurrir en tan solo un instante. ¿Y cómo no? Si con tantos extranjeros creyendo que podían realizar una nueva vida en sus calles, tantas especies tratando de encontrar un equilibrio entre las opciones de vivienda climáticas, pero siendo visiblemente un sueño no realizable por el simple hecho de no ser capaces de ponerse de acuerdo ni de comunicarse apropiadamente, era más que predecible que los choques surgirían en cualquier momento. Por ello y más, la ciudad era considerada por muchos medios de comunicación como la torre de Babel del presente. Un verdadero reto para el campo político al requerir mano firme para no perder la cordura en cada reto presentado. Pero no se comparaba al que tenía que lidiar día con día el cuerpo policiaco. Siendo que muchos terminaban rindiéndose ante lo agobiante que venía siendo los múltiples grupos delictivos que se estaban formando, o simplemente resignándose a que no podría generarse ningún cambio por más que la profesión ameritara combatir y creer lo contrario.
Y pese a todo pronóstico, hubo una época en la que realmente se podría denominar que existió un extraño orden dentro de todo el caos que conforma esencialmente la ciudad. Y todo inició con la llegada de un hombre proveniente de otro país. Un hombre que consideró que en tal caos, radicaba una verdadera belleza sin igual. Haciendo de Ebott City su patio de juegos en donde cualquiera era bienvenido a participar con él. Apostando, burlándose, divirtiéndose de todo aquel que pudiera considerar ser digno de ser reconocido ante tal astucia que lo catalogaba mucho más allá que un ser misterioso.
Hasta que finalmente tuvo un verdadero oponente que pudo hacerle frente y darle muerte. Lo que detonó que aquella torre de babel se volviese un infierno para muchos ante la miseria que generó estar en manos tan sádicas y nada pacientes. Ocasionando cada vez más grupos delictivos de los que podría tener otros países. Generándole mucho más trabajo del que podría contar con la única mano que tenía. Pero su trabajo como detective no era admirar el potencial de algunos actos delictivos, sino detenerlos mucho antes de que pudieran siquiera manifestarse. Y lamentablemente, sabía que había algo grande que debía de detener a toda costa, algo de lo que aún no era capaz de visualizar.
Algo que todo apuntaba a la jovencita de rasgos asiáticos.
Michael observaba su foto desde su pared repleta de casos que consideraba parte de un todo. Que si bien se trataba de una investigación de muchos años en busca de detener al monstruo más temible de todos, desde que había aparecido esa jovencita en su oficina, alegando que aquello no lo pudo haber hecho su padre, no podía quitársela de la mente ante las múltiples opciones que aquello podría significar. Desde un engaño con el que quisieran despistarlo de su objetivo algunos aliados de La Bestia, hasta algo aún más perturbador ante la seguridad y pureza con la que había hablado esa chica. Nadie le creía, pero en verdad había notado tristeza y temor de una verdad que todos en la ciudad sabían menos ella. Y aquello era más que suficiente para tener su atención. Siendo que indudablemente se trataba de un vil acto más de Asgore Dreemurr.
Pero… ¿cómo denominar a semejante chica realmente? ¿Era un trofeo más de La Bestia? ¿Un objeto de aprecio para la yakuza? ¿Un interés romántico para el magnate Blook? ¿Un elemento de despiste de los Gaster? Pese a lo poco que se podía saber de ella ante la falta de registros, existían varias vinculaciones hacia ella que aun así la hacían un misterio andante. Pero una corazonada le decía que ella era la clave de algo grande, algo que solo había presenciado hacía años con la llegada de El Jugador. Aunque aquello no significaba ni bueno ni malo claramente. No podía saberlo hasta que algo diera un tropiezo con el cual dar con más información. Pero todas esas vinculaciones eran bastante cuidadosas. Tan así, que la llegada de la chica podría denominarse como el tropiezo de todos ellos si su experiencia en el campo no le fallaba en sus predicciones.
Y eso solo la hacía una incógnita andante más. Ante tanto recelo, ¿cómo era posible que dejaran algo tan ignorante en las puertas de la policía aquella vez? Era como si algo o alguien en verdad hubiese querido que fuese así.
-Señor, hay un reporte de actividad sospechosa en el puerto. –El muchacho pelirrojo que tenía a su cargo irrumpió su concentración una vez más. Aunque le indicara que tocara primero, era bastante entusiasta con su trabajo para no poder contenerse ni siquiera de eso. Solo por eso se lo dejaba pasar. –Hombres comportándose extraño sin poder ser detenidos por sus esposas.
-¿Y eso qué tiene de raro? –Preguntó sin apartar de vista su tablero.
-Que parece que es una canción la que está generando eso. –Finalmente se giró hacia el policía, el cual estaba leyendo las notas que le habían entregado al respecto en busca de algo más. Pero siendo visible que estaba fallando en el proceso. –Suponen que es un monstruo rompiendo el toque de queda.
-No me interesa. –Suspiró con cansancio de tales boberías de las que se quejaba la gente. Si bien con tan poca descripción podía concluir que se trataba de una sirena, muy seguramente solo se trataba de un descuido de magia más al que se requeriría de poner una multa y ya. –Tengo cosas más importantes por atender.
-Pero señor, nos toca la guardia nocturna. Y además, es por la zona donde tenemos el reporte de estar la yakuza oculta. –El muchacho se acercó para señalar en efecto, la denuncia de un ciudadano respecto a haber escuchado algo por ahí. Cuando él realmente sabía que esa tortuga anciana no era un ciudadano cualquiera, aunque no tenía pruebas suficientes para decir lo contrario lamentablemente. –Podría investigar más, ¿no cree?
-Me estás insistiendo realmente porque sigues queriendo saber del paradero de tu hermano. –Ni siquiera había sido una pregunta. Desde que el chico se había unido a su equipo, siendo que nadie más había querido dada la peligrosa tarea que era investigar a La Bestia, supo que tenía un objetivo en específico más allá de solo querer cumplir con su labor. Y solo por ello podía admirar su valentía. –Ya te dije que las posibilidades de que esté muerto son altas.
-Lo sé, pero aun así creo que la yakuza debe ser detenida. Sea por mi hermano o no.
Michael sonrió. Ese era el espíritu que necesitaba. Era lo que la ciudad necesitaba y lo tenían consigo solamente.
-De acuerdo. Andando.
-Gracias señor. Porque incluso hay mención sobre unos esqueletos en el lugar. No sé si se trate de alguna coincidencia, pero…
-Nunca es una coincidencia. –El detective borró su sonrisa de inmediato y tomó el informe con prisa para leerlo. Aun cuando no era realmente necesario con semejante descripción al aire. –Muchacho, pide refuerzos para esto.
Su recluta ni siquiera cuestionó su orden al tener el entusiasmo de participar en algo grande. Mientras que Michael por otro lado, tuvo que contener el cierto nerviosismo que le dio leer que en tal descripción sobre esqueletos trajeados, mencionaban ser tres. A los tres… Nunca se les veía fuera de Snowdin. Lo sabía por la investigación que había dejado el otro detective desaparecido, encargado de estudiar a esos sujetos en particular. Razón por la cual había aprovechado en realizar un artículo sobre Snowdin en busca de una razón de su desaparición vinculada a esos esqueletos, pero lamentablemente no había encontrado nada. Como si en verdad se hubiera desvanecido de la faz de la Tierra.
Así que, ¿qué podría estar pasando para que los Gaster estuvieran presentes en Waterfall en su totalidad? Las posibilidades le daban una mala corazonada mientras observaba la foto del primogénito, vinculado igualmente a la joven de rasgos asiáticos.
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Sans quería darse prisa y sacar de una buena vez a Frisk de toda esta estupidez a la que nunca debió permitir involucrarla. Porque por más que supiera que estaba acompañada y que la flor en definitiva no permitiría que algo le pasara aunque le costara la vida, no le era suficiente para calmarse. Notar que la yakuza, la calaña adinerada de la ciudad y los Blook estaban en un mismo sector al que ellos mismos habían terminado en el medio de forma estúpida, no era definitivamente una situación agradable de la cual tomarla a la ligera.
En verdad quería desaparecerse y dirigirse personalmente ante ella, pero saber que su familia lo estaba necesitando en ese momento tan crucial le era suficiente para seguirse quedando. Permitiendo que Muffet les dirigiera el camino entre señas a la distancia en cuanto no pudieran permitirse escuchar un entorno que estaba en contra suya.
Aquel canto definitivamente debía de tratarse de una sirena, una que sabía de antemano qué tipos de objetivos tenía para saber qué clase de orden dar a sus oyentes. Y combatir algo así no sería tan sencillo. Ahora lograba entender qué clase de peligro había estado habitando La Madriguera en todo este tiempo y simplemente se dedicaba a apaciguar una clientela que fácilmente se podía salir de control. Incluso con la extraña petición que le había hecho sobre querer su ayuda en busca de la señora Bunny, bien pudo haberle controlado si lo hubiese querido. ¿Pero en su lugar le había implorado? Sans no estaba seguro de si era muy tonta o muy astuta, pero no tenía el interés suficiente para averiguar la respuesta.
Necesitaba darse prisa. Y estar fingiendo estar todavía controlado junto con los demás para no causar sospecha no le estaba ayudando. Sin contar que se estaba topando con demasiados moldsmal que se interponían cada vez más en el camino que solo hacían que fuese más difícil estar actuando. Esas malditas cosas pegajosas y sin cerebro solo estaban estorbando en los momentos menos apropiados.
Sin cerebro… claro. Los gelatinosos no estaban bajo el efecto del canto por su torpe naturaleza, razón por la cual iban en dirección contraria. ¿O acaso estaban ayudando a su manera? Lo dudaba bastante, pero ahora que observaba con atención, su insistencia en el camino ayudaba a que el mandato de canto fuese más complicado de cumplir. Salvando a aquellos que ya estaban en el acantilado y terminando pegándose en ellos. Sin importar que fuese humano o monstruo.
Aquello le estaba ayudando a formular un plan, pero lo olvidó por completo al momento de visualizar nuevamente a Muffet y sus indicaciones a distancia. La cual ya estaba siendo sujeta (por decirlo de algún modo) por fantasmas que habían dado con ella y ahora la estaban arrastrando fuera de todo el desfile de embobados oyentes.
-¡Muffet! –No pudo escuchar su propia exclamación.
Tanto el viejo como Papyrus se lanzaron a su auxilio sin pensárselo, teniendo presente que ella todavía se encontraba herida y dejando atrás todo intento de actuación hasta dar con el culpable de todo esto. Por lo que Sans prefirió que quedara en sus propias manos averiguarlo para eliminar la ventaja que los Blook estaban teniendo en el entorno, en lugar de ser uno más en auxilio de la multiojos cuando realmente no lo necesitaban.
Encontrar y aniquilar de una buena vez aquello que solo estaba arruinando las cosas y así poder ir finalmente en busca de Frisk, con la esperanza de poder llegar a tiempo antes de que pudiera estar en peligro inminente. Y si la sirena estaba haciendo que todos cayeran al acantilado, significaba que necesitaba tener buena vista para saber qué indicaciones darles y que tuviera forma de esparcir el sonido. La respuesta a eso eran las alcantarillas, específicamente las que daban con acceso hacia el mar.
Sans se teletransportó con prisa en espera de estar acertando con su conjetura esporádica, que si bien había acertado con las alcantarillas, había tenido que recorrer un poco más para dar con el verdadero paradero de la monstruo de las profundidades y leyendas marineras. Teniendo que aguantarse las ganas de vomitar por la peste que irradiaba tal zona y descubriendo que en efecto, la monstruo usaba a su favor el eco que la entrada de toda la cloaca le permitía mientras observaba en la distancia a todas las figuras que se lanzaban sin pensárselo a su mandato. Había sido algo bastante astuto si debía de admitirlo.
En efecto era una sirena, pero se veía bastante extraña a lo que él conocía sobre esa especie. Tenía una larga cabellera celeste que terminaba en rastas que cubrían parte de su desnudez y unas escamas brillosas de jade que podrían cautivar a simple vista sin necesidad de una voz previa, pero sus brazos y cola parecían plástico derretido, como si llevara tiempo quemándose con algo que ciertamente carecía de toda lógica. No parecía estar en buena salud, pero aun así podía cantar sin importarle el desgaste de magia que aquello producía si mal no recordaba por medio de la sirena de La Madriguera.
Se apareció delante de ella a la par que había sacado una de sus pistolas de plata para apuntarle directamente a la cabeza. Teniendo su atención en el instante.
-El telón ya se bajó. –Movió levemente el gatillo para que el sonido le fuese más que suficiente. –Una palabra más y la mato.
La aparente sorpresa que le había dado con su presencia en su escondite, había sido más que suficiente para que en efecto dejara de cantar. Quitándose finalmente las telarañas de los oídos con la mano disponible, para estar atento a lo que fuera que llegara con ellos ahora que había cesado el canto. Pero al momento de enfocar su vista realmente en él, fuese a matarla en el instante o no, su semblante cambió por completo en cuanto terminó cruzando miradas con él.
Fuera de que su labio inferior estaba temblando, a la sirena le costaba trabajo gesticular palabra alguna por el simple hecho de no parecer dar crédito al hecho de ser descubierta en su fechoría. O por lo menos eso le pareció hasta que la monstruo de brazos desfigurados finalmente pudo ordenar sus propias palabras.
-¿Eres… el pequeño Sans?
-Soy de estatura promedio. –Se excusó con enfado. No era la primera vez que alguien se mofaba de su estatura.
-No, no, es que… Solías robarte… algunas manzanas de mi puesto de frutas para solo babearlas... Y aplaudir cada vez que Ari cantaba… Solo sabías decir "guu" en aquel entonces. –Escuchar aquello le desconcertó de muchas maneras, pero a fin de cuentas tuvo su total atención. –No puedo creer lo tanto que has crecido… Te pareces tanto a ella… físicamente, al menos.
Mencionó eso último observando fijamente su pistola, a lo cual Sans dejó de apuntarla en el instante, sin poder dar crédito a lo que estaba pasando. Una sirena que no solo le conocía de pequeño al grado de él no ser capaz de recordarle apropiadamente, sino que conocía muy bien a su madre al grado de mostrar un genuino cariño con el simple timbre de su voz cansada al grado de quedar afónica en cualquier momento. Era algo imposible, pero aquello podía significar que se trataba de…
-¿Lyra… Watterson?
La sirena le sonrió en respuesta, con un alivio que indicaba que en cualquier momento se echaría a llorar.
No podía creerlo, sin embargo, lo estaba viendo. La estaba viendo ante él, sonriéndole con un agotamiento que indicaba lo tan enferma que se encontraba ante tantos descuidos de los que le era inimaginable pensar de momento. Esto era lo que el conejo maricón y la pez que le hacía tapadera trataron de decirle, aun cuando parecía una completa locura siquiera pensarlo. Pero tal vez, el hecho de que se hubieran arriesgado tanto con él debió de darle una pista de qué tan desesperados estaban para pensar que tal posibilidad no era tan absurda como pudiera creerse. Cosa que parecía que la misma sirena delante suyo había acudido a lo mismo ante una desesperación tan grande como lo era permitir ser utilizada por mafiosos.
Frisk había tenido razón. Asumir la muerte, aun cuando el tiempo indicaba toda posibilidad coherente, no era suficiente para darlo por hecho. Ver viva a una de las mejores amigas de su madre aún tras tantos años, podría significar realmente que la señora Bunny pudiese estar con vida. Que su esfuerzo no era tan vano como pudiera creerse.
-Sans, no tengo mucho tiempo, tienes que…
Había pasado tan rápido, que Sans no supo siquiera cómo actuar al respecto salvo tener todavía su pistola en mano por cualquier cosa que pudiera manifestarse ante eso. Fugazmente un fastasma había ingresado en ella para sofocarla, siendo notorio por la desesperación que estaba teniendo ella con sus manos en la garganta, pero aun así, parecía querer hacer el esfuerzo de mantenerse lo mayormente estable, siendo que, aquel esfuerzo parecía empeorar el estado de sus brazos y ahora intento de orejas que bien podían tomarse como aletas inferiores. La sirena le observaba con súplica, quitando una de sus manos del cuello con cierta fuerza de voluntad para tratar de escribir algo en la superficie, pero había sido algo en vano tras caer finalmente inconsciente sin que pudiera emitir palabra alguna.
Y si bien había creído que el fantasma utilizaría el cuerpo para controlarlo tal y como ya había visto que eran capaces, simplemente el fantasma salió de la espalda de la sirena y lanzó una mirada de desprecio antes de dirigirse específicamente a él.
Esos ojos tristes andantes que solían engañar a algunos incautos en primera instancia, pero que ciertamente le importaba un carajo las emociones ajenas. Definitivamente se trataba de Napsta Blook. El segundo al mando.
-Así que Sans Gaster está aquí. –La mirada fúnebre que le lanzaba era bastante irritante para su gusto. Nunca le cayó bien ese tipo y esta vez no era la excepción. –Debí suponer que tu traición a la causa monstruo solo iría en aumento.
-Napsta, no estoy aquí en son de un conflicto. –Sostener aún su arma le ayudaba a calmarse solamente, porque no era algo que sirviera contra él. –Solo quiero sacar de esta zona a una niña.
-No me importa lo que quieras, porque este es el día que no solo nos desharemos de una verdadera molestia que viene siendo la yakuza. –En efecto le estaba ignorando a medias, pero, ¿desde cuándo era tan parlanchín? Por lo regular eso se lo dejaba al otro. –Parece que también nos desharemos de los malagradecidos Gaster.
-Je… ¿en verdad no nos vas a permitir negociar? ¿Ni por los buenos tiempos?
-Esos tiempos se acabaron.
Sans maldijo en sus adentros, pero ver que la sirena había movido levemente su mano para dejar en claro que aún estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse estable aun con toda debilidad, le fue suficiente para tomar la decisión de luchar. Si Frisk pudiera decirle algo en ese momento, le diría que rescatara a la sirena como dé lugar. Y aunque aquello pudiera estorbarle en sus verdaderos intereses, necesitaba respuestas que solo ella pudiera darle. Además de impedir que sigan utilizándola para tal fechoría que los pondría en aprietos nuevamente.
Tendría que seguir confiando en que la flor hiciera bien su trabajo de protegerla.
-Entonces no hay de otra. –Guardó su pistola en su estuche y activó su ojo luminoso en el instante. –¿Bailamos?
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Pese al instinto de cazadora que tenía, Chara no necesitaba oír para guiarse. El olfato le ayudaba demasiado en casos como este, siendo el caso de poder registrar las habitaciones en donde seguramente habría niños todavía presos del pánico o algo mucho más. Acertando sin pensarlo demasiado, pero solo pudiendo tomar un camino hacia adelante y rescatar a lo que tuviera en su camino dadas las complicaciones que presentaría. El resto en verdad había tenido que encargárselos a la anfibia y ni siquiera estaba realmente segura de si lo haría o no. Teniendo que dejar aquello en la suerte de quienes podían ser capaces de sobrevivir en la ciudad o no.
Su objetivo principal era realmente encontrar a Kris ahora que había varios idiotas que estaban siendo manipulados, pero no verlo dentro de todo el lugar, estando ella todavía ahí sin que hubiera asistido por ella primero de manera protectora como siempre, le indicaba que ya se encontraba afuera. ¡Y eso no podía creerlo! Si la canción de sirena manipulaba a todo aquel que sintiera atracción hacia el sexo femenino, significaba que Kris no era tan indiferente a esas cosas como le había insistido anteriormente. Tan puro y disciplinado no era entonces, y eso le era suficiente para burlarse de él para el resto de su vida. Aunque claro, primero tenía que salir de ahí y dar con él fuera de todo el desmadre que se estaba armando.
El mundo era un lugar cruel donde cada quien se las ingeniaba como podía siendo que al final te quedabas solo. Chara no era la excepción a esa regla, pero he ahí, tratando de llevarse la mayor cantidad posible de mocosos fuera de ese lugar, confiando a la vez en una completa desconocida de que hará lo mismo en cualquier momento. Tal vez Kris estaba en lo cierto, era demasiado débil todavía si tanta importancia le daba a esas cosas aun con todo lo que le había tocado vivir. Por no decir, una idiota que aun creía en la posibilidad de tener siquiera sentimientos por alguien más.
Una idiota que por un breve momento de esperanza absurdo, creyó en la posibilidad de tener un objetivo de existencia fuera de una venganza.
Al estar con los oídos mayormente tapados no había podido escuchar con claridad el grito que una de las niñas había dado en cuanto habían logrado atravesar la entrada principal. En la cual además de no haber ninguna vigilancia, se encontraba completamente abierta a la exposición total. Lo cual le confirmaba mucho más que eran muchos idiotas los que habían caído en la manipulación sonora. Tenía que agradecerle en algún momento a aquella anfibia, se apuntó mientras dejaba que la menor que había estado sosteniendo en todo ese momento para que todos los demás le siguieran, correr hacia el hombre de fuego adulto con lentes que apenas y había puesto un pie en la entrada expuesta.
Tantos niños desaparecidos desde hace años, tantos dados por muertos… Y solo un padre se había dedicado en dar con el paradero. Y lo más sorprendente de todo era el poco tiempo con el que había dado con el lugar si esa niña de fuego llevaba tan poco en manos peligrosas, además del hecho de no parecer de forma visible que hubiera recibido ayuda de algún cuerpo policiaco. Pero Chara no estaba para admirar actos ajenos ahora, no cuando todavía tenía que encontrar al ahora no tan puro jefe que tenía.
La escena de tal abrazo efusivo entre ambos fuegos podría ser conmovedora si no fuera por la incomodidad que le daba. Pero si aquel sujeto se trataba de algo decente para lo que era la ciudad, eso significaba que podía dejar a todos los menores a su cargo.
Estuvo por apartarse de todos sin necesidad de decir algo al respecto, cuando nuevamente la niña de fuego la sujetó y le gritó mientras le señalaba el collar que aún tenía consigo. Y si bien no podía escucharle adecuadamente al tener los oídos tapados y por el ruido externo que era la vida nocturna de ciudad, pudo escuchar entre todo eso que mencionó el nombre de Frisk nuevamente. Señalando la puerta que recién habían atravesado y que nadie en su sano juicio quisiera regresar a cruzar. Nadie, a menos claro, que hubiera un verdadero motivo para hacerlo.
Ahora lograba entenderle, pero aquello solo comenzó a asustarla. ¿En verdad le estaba diciendo que Frisk estaba dentro? Eso era imposible… ¿o no? ¿Qué demonios hacer? ¿Qué demonios creer? ¿Se trataría realmente de la misma Frisk que ella conocía o solo una simple y cruel coincidencia? Podía sentir sus manos temblar mientras sujetaba su daga con fuerza, mientras que la otra era sujetada por la niña que le miraba con preocupación fuera de lugar para tratarse de un par de extrañas entre ellas.
Y aquel malestar incrementó en cuanto pudo ver a unos extraños muñecos flotantes acercándose hacia ellos. Teniendo que ponerse en posición de defensa mientras jalaba a la niña para que estuviese detrás de ella de modo protector. No había tratado mucho con ellos dado que Kris siempre la ponía aparte de esa clase de asuntos, pero los reconocía como el grupo criminal de fantasmas que generaban ciertos problemas a los intereses de la yakuza. No cabía duda de que siendo el caso, tenían que tratarse de ellos los causantes de todo el embrollo sonoro. Pero que se acercaran a la entrada expuesta podría significar que no solo se conformarían con sacar a los miembros de la yakuza y a su líder. Razón por la cual comenzó a gruñir por inercia.
Los malditos no solo tenían intenciones de acabar con el grupo oponente. Estaban dispuestos a llevarse la "mercancía" que implicaban ser los niños. Este día se estaba poniendo cada vez peor. ¿A qué darle prioridad? ¿A los niños, al desaparecido de su jefe o a la vana esperanza de que realmente se tratase de su hermana muerta? El leve temblor que sintió tras su espalda le dio una respuesta concreta. A la vez que el señor de fuego se acercó a ellas y se colocó de modo protector a lado suyo. Siendo un par de completos desconocidos que estaban teniendo en común querer proteger a un grupo de menores igualmente desconocidos. La mirada que se lanzaron el uno al otro, fugazmente, comunicó lo suficiente.
Pero qué extraño se estaba volviendo todo. ¿En qué momento permitió que estas cosas le importaran realmente? ¿Y por qué no podía darse la libertad de dejarle todo al sujeto de al lado suyo y enfocarse ella en sus propios asuntos? Tal vez la respuesta la tenía en el hecho de que no podría dejarle con la carga de estar resguardando al menos a siete mocosos mientras enfrentaba a mafiosos cuya habilidad natural de poseer lo que sea, ya sea algo con vida o no, era realmente para mantenerse alerta. Pero la ausencia de su jefe debía de preocuparle más, considerando que tan extraña manipulación a través del canto realmente le hubiese afectado. ¿En dónde estarían todos aquellos que habían quedado presos de tal control? El tiempo era apremiante en estos casos y no debía de darle prioridad a sentimentalismos que no le llevarían a nada.
Pero he ahí, gruñendo con más intensidad conforme se acercaban los peluches cuyo aroma le indicaba que frecuentaban estar en zona marítima. Notando en el instante cómo la niña de fuego y Skate les quitaban los tapones de oídos al percibir que aquella canción atonta mentes ya no estaba siendo presente.
-Frisk está dentro. –Susurró la fuego fatuo. No necesitó una respuesta de su parte para continuar hablando. Y francamente, Chara no era capaz de responder de momento a algo tan bizarro como la posibilidad de que en efecto fuese la misma Frisk de la que hablaban ambas. –Una anfibia la estaba amenazando.
-Tendrá que esperar, lamentablemente. –Susurró de igual manera el señor de lentes a lado suyo. ¿Acaso la conocía? –Necesito mantenerlos a salvo primero.
-¿Y tú eres…? –Comenzó a preguntar Chara por lo bajo. Sin saber si quería realmente una respuesta o no con eso.
-Un aliado dada la situación.
-Me refiero a… ¿qué eres de… Frisk?
-El mejor amigo del novio. –Por ese momento se giró a verle directamente por primera vez. Siendo una mirada muy interrogante para su gusto. –¿Y usted?
-Un fantasma del pasado, tal vez. –Ni siquiera su respuesta le generaba calma a ella, por lo que sabía que no era suficiente para el tipo. –Sea quien seas, encárgate de mantener a salvo a todos. Yo me encargo de estos tipos.
En sus adentros, esperaba que le entendiera que eso incluía ir en busca de la humana llamada como su hermana. No estando segura ni capaz de averiguar si realmente se trataba de la misma o no. Pero si alguien más se hiciera cargo… pudiera estar calmada de algún modo. Apenas y podía con ella misma y la estabilidad que pudiera permitirse de momento, como para estar pensando en alguien más que no sabía si le haría un bien o no.
-¿Pero qué tenemos aquí? ¿A un fan más de El Jugador? –Comentó uno de los peluches. Chara supuso que se lo decían a ella por la máscara que tenía. A lo cual estaban siendo un poco ignorantes dado que la máscara de su padre ni siquiera había permitido que mostrase sus labios a diferencia de ella. –¿Qué acaso no saben los de tu calaña que el tipo fue derrotado por el Gran Don? ¿No les es suficiente para darse por vencidos de una buena vez?
Chara no respondió por estar pensando demasiadas cosas a la vez y no ser capaz de momento en poder concentrarse en alguna de forma inmediata. Por lo que decidió enfocarse en su olfato, permitiendo que aquel instinto decidiera por ella ahora que su mente le estaba traicionando. Lanzándose a atacar en el instante teniendo daga en mano, a lo cual si no fuera por el muro de fuego que apareció a tiempo, un fantasma le habría atacado antes de que ella se percatara a tiempo. Tal parecía que los sujetos estaban escondidos, más de lo que pudiera percibir con su olfato ya que oler a un fantasma era imposible, pero dañarlo con fuego lo era también. Así que, lo que lo había detenido de poseerla, había sido realmente la precaución de no sentir aquella quemadura desde su cuerpo en caso de que la hubieran poseído.
-¿Le huyen al dolor? –Soltó Chara con cierta malicia en su voz. –Eso explica su ataque tan cobarde.
-Somos inteligentes, que es otra cosa. –Mencionó un peluche que ciertamente daba gracia que le hablara de esa manera con semejante intento de cara. –Hoy es el día que acabaremos con todos ustedes, malditos japoneses. ¡Ataquen!
Sin más, dejaron a la vista los múltiples cuchillos que tenían consigo para atacarles en el instante, con lo cual Chara sonrió con malicia. Para mala suerte de esos tontos fantasmas, ella era una experta en cuchillos… y en el dolor que provocan.
Lanzándose nuevamente, poniéndose en el medio de todo para recibir todo impacto sin que le llegara a los demás, recibiendo cada filo en su cuerpo, incluso permitiendo que les atravesara piernas o brazos. Siendo una posible mala imagen para niños presentes, pero no siendo algo que pudiera atender de momento ni importándole tanto dado el caso. Quedando completamente armada en todo su cuerpo, saltando hacia ellos y notando el pánico que estaba produciendo al percibir que les lastimaría con sus propias armas sin necesidad de quitárselas de su cuerpo.
Lo sabía. No la poseerían por el simple hecho de ser capaz de permitir todo daño y seguir adelante. Y tuviera que aceptarlo o no, Kris la había preparado para momentos como ese. Y hasta cierto punto, nunca se había sentido tan viva como ese instante. Saltando y golpeándolos con los cuchillos que tenía atravesados en su cuerpo. Obligándolos a salir de aquellos objetos con tal de no ser aniquilados de tal forma y haciendo que huyeran de forma cobarde. Pero a la vez, indicándole el camino que debía de tomar para encontrar a su jefe.
No tenía tiempo por perder si la canción no estaba más, ya que aquello podría significar un mayor problema ante una calma que no podía comprender hasta verlo con sus ojos. Pero darle la espalda a posibilidades…
-¡Señorita! ¿Sé encuentra bien? –Escuchó que uno de los niños preguntaba, a lo cual le sacaron una risa dada la situación. ¿Enserio es lo primero que preguntan al verle ensangrentada con tantos cuchillos en sus piernas y brazos? A decir verdad, estaba haciendo un gran esfuerzo por mantenerse serena para no empeorar su propia situación. –¡Necesita ser curada!
-¡Solo váyanse de aquí! –Exclamó sin tener la necesidad de verlos de frente. –Y no vuelvan.
Sin permitir que algo la detuviera, ni siquiera su propio sentido común, saltó hacia adelante para emprender carrera hacia donde los fantasmas se estaban dirigiendo. Sintiendo dolor en cada paso que daba y no permitiendo que aquello la detuviera de encontrar a su jefe, siendo lo único real que tenía pese a la mierda que implicaba eso en su vida.
Dándole la espalda a toda esperanza ante su propio temor de una realidad diferente que bien pudiera ser solo una ilusión.
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Undyne sacó su lanza del cuerpo en cuanto pudo asegurarse de haber acabado con ella con ese simple ataque. Notando que ni siquiera había tenido que hacerse cargo de los niños si ellos mismos habían decidido alejarse junto con la planta de la que tal vez tendría que hacerse cargo después. Incluso había notado que uno de ellos había gritado al haber contemplado tal ataque de su parte, pero no le daría importancia a aquello en cuanto no le estorbara en sus propios asuntos.
Lo tenía decidido. Se llevaría al cuerpo de la humana con ella y se los mostraría a los Gaster como advertencia de lo que les haría a ellos por su traición a los monstruos y venganza por la muerte de su padre. Siendo que seguramente provocaría lo suficiente para acabar con ellos de una buena vez y pudiendo estar en mejor posición con Asgore al acabar directamente con una molestia más para él. Incluso tal vez aquello podría hacer que se ganara el respeto de su equipo ahora que…
-Gñrrrrr…
Tal sonido inusual la mantuvo alerta. Notando de inmediato que había surgido del mismo cuerpo que estaba recién levantando con una mano tras haberse asegurado de que no respiraba más. ¿Seguía con vida? Bueno, no debía de quedarle mucho si seguía sangrando del pecho y… No, no estaba goteando más. ¿Qué demonios…?
-¡Grrraaaaww!
La humana se giró sin importar que la estaba sosteniendo de la parte trasera de su vestimenta, mordiéndole la mano como si fuese un perro callejero al que no le había gustado que intentaran llevárselo a alguna parte. Y si bien no había sido una fuerte mordida, le había desconcertado lo suficiente para soltarla y lanzarla fuera de ella, estando dispuesta a atacarla nuevamente si estaba dispuesta a mantener batalla todavía.
Era extraño, en verdad había estado segura de haberle matado, pero aún más, le había dado la impresión de que la humana no era del tipo que quisiera luchar en algún momento, sino de las mártires capaces de dar su vida con tal de salvar otras. Pero ahora que estaba tratando de lastimarla nuevamente con sus lanzas, siendo que incluso era capaz de atravesarla en más de una ocasión, no parecía ser capaz de detenerla. Incluso parecía que cada ataque mortal de su parte la hacía más y más agresiva sin importar las heridas que tuviera consigo. Teniendo que mantener su distancia más de una vez al no ser ni capaz de comprender qué era lo que estaba pasando ahora. ¿Cómo era posible que siguiera con vida? ¿Cómo era posible que no pudiera detenerla en cada ataque? ¿Y por qué era que estaba actuando como una criatura salvaje?
-¡Muere de una maldita vez, humana!
Exclamó al momento de poder atravesarla con una lanza y logrando arrojara hacia otro extremo en el proceso. Pero nuevamente no había sido suficiente. Ni siquiera parecía que su lanza le hiciera más daño, como si hubiera creado alguna defensa corporal que le hacía inmune a sus armas, como si rechazara rotundamente su propia magia a la vez que se fortalecía mucho más. Incluso en más de una ocasión hizo lo posible por golpearla con los barrotes para romperle los huesos, pero en una velocidad alarmante lograba recuperarse para nuevamente lanzarse hacia ella con toda intención de arañarle o morderle. Tal vez incluso tratar de ahorcarle dada la forma en la que tenía sus manos en más de una ocasión.
Era escalofriante, pero no se comparaba con la mirada que le lanzaba mientras trataba de alcanzarla en cada ataque. No parecía estar en sus cabales, como si estuviera en un trance sumamente violento que respondía a sus propios ataques una y otra vez hasta fortalecerse de todo ello. Y la sensación que le producía eso no le gustaba para nada, porque era como si estuviera ante una cazadora hambrienta, volviéndola a ella una presa fácil conforme le daba lo que quería. Logrando leer sus propios movimientos cada vez más, costándole mucho más ahora poder mantener cierta distancia hasta el grado de tener que usar una lanza para separarlas. Siendo que la humana la estaba mordiendo sin importarle el daño que pudiera causarle con ello, como si en verdad fuese capaz de poder romperla con su mordida pese a ser algo imposible salvo por una fuerza descomunal que solo ella y Asgore podían poseer con un duro entrenamiento.
Pero no era fuerza lo que estaba aplicando la humana en ella, cuestionó mientras hacía lo posible por apartarla. Notando como poco a poco, la humana en su mordida, hacía de la lanza algo suyo en lugar de estar a favor de ella. Cediendo ante su presión hasta estar logrando que desapareciera por el simple hecho de que es lo que quería la humana con su voluntad. Teniendo que patearla en el instante para alejarla ante un temor de lo que pudiera pasar si realmente la alcanzara.
-¿Qué…? ¿Qué demonios eres? –Preguntó al no poder ser capaz de comprenderlo, pero siendo evidente que la humana no estaba siendo capaz de hablar en su situación. –¿Qué es lo que se supone que eres?
Recibió un extraño rugido en respuesta mientras se posicionaba como si se tratase de un animal estando por atacar una vez más.
No tenía más alternativa. Tendría que huir.
Creó una barrera de lanzas para mantenerla alejada mientras emprendía carrera fuera de ese lugar, pero aquello no había sido suficiente al hecho de que la humana había saltado sin importar el filo que había logrado lastimarla en el proceso. Persiguiéndola usando sus manos y pies como si un animal de cuatro patas se tratase y provocando mucho más sus ganas de mantenerse alejada de ella. No tenía ni idea de lo que pasaría si la alcanzaba, pero no quería averiguarlo. La humana no era normal. Nada en ella tenía sentido en ese momento.
No se había dado cuenta en qué momento se le habían caído los tapones de sus oídos, pero por suerte ya no los estaba necesitando más ahora que no parecía percibir el canto nuevamente. Notando a la vez lo vacío que se encontraba ahora el lugar mientras seguía intentando detener a la humana creando barreras de lanza con intención de que en más de una ocasión la atravesaran. Pero por más pérdida de sangre que quisiera provocarle, no era ni capaz de hacerle frenar de ese modo por el simple hecho de que era capaz de sanar sus heridas a una velocidad alarmante, impidiendo matarla con la lógica que era la simple biología, pero pareciendo que tal regla no aplicaba en alguien tan extraña y, hasta cierto punto, terrorífica como ella. Mientras más daño quisiera causarle, su cuerpo estaba listo para curarse. Haciéndola mucho más agresiva en el proceso de manera innegable.
Pues bien, si la magia y la fuerza no estaban siendo la respuesta, tendría que acabarla con otra clase de lógica. Notando en el camino que había ductos de calefacción que implicaban que tuvieran gas acumulado en alguna parte. Recordando a su vez que en el área donde lograba escabullirse en ese lugar pecaminoso había precisamente tanques de gas que sin duda alguna le serían de ayuda. Sonriendo finalmente al sentir que nuevamente tenía el control de la situación.
-¡Te mataré tal y como lo intentaron ustedes conmigo! –Gritó al momento en el que invocó nuevamente una lanza para mantenerse lista con su plan. –¡Y usaré tus restos para restregarselos al maldito de Sans!
No parecía que la humana le entendiera, pero no le importó mientras todavía le siguiera en el camino para llevarla precisamente al punto donde pudiera acabarla. Solo que, había un enorme problema que no había visto antes y que solo le hizo sentirse completamente estúpida al momento de visualizarlo de paso, pero agradeciendo el hecho de no haber efectuado su plan todavía.
Estaba en un prostíbulo donde frecuentaban a ambientar cada habitación para mayor comodidad de lo que implicaba el placer, por lo que más de una habitación estaba decorada con velas aromáticas. Velas que nadie se dignó en apagar por estar controlados mentalmente. Por lo que tendría que darse prisa en salir de ahí para convertir todo aquello en la tumba de la maldita humana rara en todo aspecto. Tomando alguna de esas velas prendidas para tener todo listo en el momento y acabar de una buena vez con la extraña batalla que estaba afrontando.
Pero tal cual como una cazadora, al momento de entrar en la habitación la tuvo acorralada de forma bastante rápida para su gusto. La humana en verdad estaba dispuesta a perseguirla sin cansancio alguno, actuando de esa forma tan anormal y tumbando todo lo que tuviera a su paso que le impidiera llegar a ella. Incluyendo las velas prendidas que había contemplado usar para su plan. Notando de inmediato que ante tantas cosas de madera, tela e inciensos en los alrededores, todo era flamable con ese fuego que comenzaba a expandirse a una velocidad alarmante. Huyendo como pudo de ahí nuevamente, esperando que al menos aquello detuviera o ralentizara a la humana.
Pero no fue así. La humana ni siquiera le daba importancia al fuego. Como si le diera igual el dolor que le producía pese a lo evidente que era a la vista las quemaduras que se estaba provocando. Como si algo en ella estuviera tan familiarizada con ese elemento que solo lograba enfurecerla más. Atravesándolo con tal de alcanzarla, con tal de finalmente brindarle un cabezazo que realmente le dolió esta vez, pero que no se comparaba con el cansancio que estaba teniendo ante todo el esfuerzo y fuga que fue en vano hasta ese punto. Aún faltaba para llegar a la salida por la que ella misma había ingresado.
-¿Qué se supone que eres? –Preguntó nuevamente pese a ser evidente que no obtendría respuesta, pero ahora podía notar el temor en su propia voz. –¿Cómo es que no te mueres?
Recibió un arañazo en respuesta. Y luego otro, y luego una mordida… Sin poder defenderse más ante el cansancio y calor que estaba siendo presente. El fuego se estaba extendiendo en el pasillo y estaba sofocándola solo a ella. Su atacante parecía que podía seguir todavía un poco más. No era algo capaz de detenerse por medio de la fuerza, mucho menos capaz de matarse dentro de toda lógica. Justo como Asgore le había descrito a las amalgamas situadas en su mansión.
No se había dado cuenta antes por sus largas pestañas, pero estando muy cerca de ella, podía notar que la humana tenía ojos rojos. Era una pena que aquello fuera lo último que vería, antes de que todo se tornara negro ante ella.
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Alejar a los fantasmas que habían pretendido llevarse a Muffet había sido tarea fácil con tan solo su presencia y la de Papyrus, pero aquello no había funcionado del todo con los humanos restantes ahora que parecía que la canción había cesado. Y viendo que Sans no se encontraba con ellos, debía suponer que era gracias a él. La sensación que le había producido esa canción había sido demasiado sofocante y levemente familiar… eso simplemente no le gustaba. Por lo que en verdad esperaba que su hijo le hubiese dado una muerte apta al malestar que había producido.
Mientras tanto, Wingdings tenía que ver la forma de afrontar el hecho de estar en medio de lo que debía de ser una disputa entre yakuzas y fantasmas. Entre los cuales estaba ni más ni menos que el líder japonés al que le causó un tremendo malestar verlo tan campante en todo ello pese a lo que podría pasar en cualquier momento. Ese maldito en efecto estaba involucrado en todo el asunto, pero ver que algunos de sus hombres que tenían a la vista parte descuidadas de su cuerpo, pudo concluir más cosas que solamente lo enfurecieron más mientras se mantenía en silencio y analizando la situación.
No se conformaría con sacarle el corazón. Se encargaría personalmente de que todos sus órganos terminaran en los peores lugares posibles.
-Es una pena que estén involucrados en esto, Gasters. –Mencionó uno de los fantasmas. –La intención era fumigar a esta maldita plaga de humanos.
-Siguen siendo unos tontos si siguen creyendo que pueden contra nosotros. –Contestó el jefe de familia con la mayor calma posible en su voz, pero de alguna manera, tratando de transmitirle a Papyrus y Muffet que se prepararan por cualquier cosa. –No nos interesa lo que pretendan con ellos, por lo que tendremos piedad si nos permiten retirarnos y cada quien hacer lo suyo.
-Eso ya no es una opción para ustedes. –Argumentó otro fantasma. –Ahora que están aquí, serán la cereza del pastel que entregaremos al Gran Don. Le dará gusto saber que acabamos con un problema más para él.
Claro, para ellos era un buena oportunidad verlos fuera del barrio. Razón más para maldecirse en sus adentros de haber permitido que todo se fuera por la borda. Por más que agitara su anillo con delicadeza, no podía sentir la respuesta de la humana. Que si bien pudiera tratarse de algún incidente que le hiciera perder la pieza de joyería, no lo mantenía tranquilo las otras opciones que pudieran surgir con tantas amenazas presentes.
-Supongo que tenemos un enemigo en común en este momento, señor Gaster. –Mencionó el señor Yamaguchi desde su sitio. Dando algunas indicaciones a su gente para que se mantuviera en posición de ataque. –¿Tregua?
-Supone mal. –Contestó de inmediato. Iluminando sus ojos en el instante y haciendo que Papyrus y Muffet sacaran sus armas al mismo tiempo que iluminaran sus ojos. –¿En verdad creyó que nunca me daría cuenta de su falta de respeto con mi gente?
-Yo no ordené que se llevaran a la niña fuego, eso fue una estupidez de mi socio. –Aunque se mostrara visiblemente indiferente, su voz lo delataba. –El cual por cierto, ordené que mataran de inmediato.
-Ni siquiera me estoy refiriendo a eso. Hace varios días le dejé claro que no quería saber nada de usted ni su gente en mi territorio, pero principalmente, que no se acercaran a la florista. –Notó que Papyrus se había desconcertado un poco con ello, pero no le prestó atención. –Pero el humano que estuvo por sobrepasarse con ella tenía algo en particular que no solo le hace encajar con el escondite que ha estado teniendo en todo este momento. Y no hablo de la enfermedad de transmisión sexual que ya daba una pista de su inmoralidad.
El humano greñudo no parecía tener intención de mostrar un gesto ante tal insinuación, pero era evidente la tensión que estaba teniendo el momento al grado de parecer que podría agarrar su extraña espada en cualquier instante y apuntarle con ella.
-Supongo que no hace falta para usted que sea japonés o no, aquel que quiera realizarse curiosos tatuajes. –Señaló Wingdings a uno de sus hombres.
-Fue una prueba necesaria. –Terminó admitiendo al no tener alternativa. Sacando su arma finalmente que no haría nada con los ataques a distancia. –Supongo que ya saben que ella no es normal.
-MALDITO HIJO DE… ¡FUE TU CULPA!
-¡Tu le generaste ese malestar! –Exclamó Muffet con el mismo enfado.
Por estar conversando, o más bien discutiendo, no prestaron del todo atención a lo que los fantasmas ya se encontraban haciendo de forma precipitada. Ingresando a objetos del entorno que podían manipular con tal de causarles el mayor daño posible. Siendo uno de ellos, una retroexcavadora que había estado estacionada que seguramente estaba para la todavía construcción del parque temático cercano a su locación.
-Esto será todos contra todos, entonces. –Sentenció el líder de la yakuza mientras observaba el vehículo de construcción llegar en medio de todos.
-Los Blook son problema suyo. El mío es que usted sigue respirando.
En cuanto a cantidades disponibles, su familia tenía cierta desventaja, pero la compensaba perfectamente con talento, habilidad y destreza que él mismo se había encargado de que fuese así. No tenía que preocuparse de que no pudieran defenderse ante tantos ataques porque tanto Papyrus como Muffet, estaban perfectamente preparados para afrontar esa clase de situaciones. Aun cuando una se encontraba lastimada de varios de sus brazos, podía pelear perfectamente con sus dos brazos sanos, disparando a diestra y siniestra a los humanos mientras que con sus telarañas trataba de frenar los múltiples objetos que estuvieran a su alcance.
Mientras tanto Papyrus, la distancia era su mayor fuerte, pero ahora con una nueva habilidad que le permitía acercarse de manera sorpresiva, pudo complementarse a la perfección para apuñalar a varios humanos que ya estaban dispuestos a atacarle de forma deshonrosa. Enorgulleciéndolo con cada apuñalada que lograba con su huesos.
Y por su parte, Wingdings solo tenía un objetivo sabiendo que su gente podía encargarse de todo lo demás mientras tanto. Volviendo la situación jefe contra jefe sin tener intenciones de perder. Si Sans se llegaba a enterar de que aquel sujeto había incitado a que violaran a la florista, se volvería loco nuevamente. Por lo que estaba en sus manos acabar con esa escoria antes de que todo empeorara mucho más. Dándole una lección a todo aquel que intentara meterse con su gente una vez más.
Tenía que admitirlo, el humano era bastante bueno en el combate. Cada vez que trataba de jalarlo hacia él para acabarlo de inmediato, el japonés ya tenía un arma en mano dispuesto a lastimarle con ella. Haciendo que tuviera que alejarse de inmediato y cambiar su estrategia antes de que él hiciera lo mismo. Porque no solo estaban combatiendo físicamente, sino que estaban jugando con sus propias mentes, siendo una batalla de intelecto y fuerza al mismo tiempo. Las manos que invocaba con intención de retenerlo o apuñalarlo, eran detenidas por su afilada espada con la que parecía ser uno solo con ella por el modo que la blandía.
Y si no fuera por la retroexcavadora que intervenía constantemente, más de una vez habría sido lastimado con semejante filo no común en este país.
-MUFFET, MÁS TELARAÑA DE TU PARTE ESTARÍA BIEN.
-¿Tú puedes generar litros de saliva en poco tiempo? ¡Esto es igual!
En efecto estaban perdiendo demasiado tiempo con tal batalla sin sentido. Por lo que si no había alternativa, tendría que usar sus blasters para una retirada inmediata. Aun cuando había pretendido ahorrar energías para el escape final en caso de que se hubiese necesitado por casos como ese. Y no era algo que pudiera hacer todavía en cuanto no supiera siquiera de la humana o de Sans…
El cual parecía estar llegando de inmediato con sus propios blasters. Atacando al cielo ante algo que parecía estar bombardeándolo en todo el sentido de la palabra. Eso era malo, llamaría la atención de inmediato de cualquier ciudadano o policía en los alrededores. Sin contar que gastaría de inmediato a su hijo más imprudente. Y eso Sans ya debería de saberlo, por lo que debía de estar demasiado acorralado para tener que recurrir a ello, o demasiado idiotizado en el peor momento posible.
Y no podía culparlo ahora que notaba, conforme se acercaban hacia ellos, que Napsta estaba teniendo en sus alrededores múltiples bombas que le arrojaba una y otra vez que hasta hicieron que los fantasmas que habían estado controlando la retroexcavadora tuvieran que apartarse un poco antes de que una de las bombas los alcanzaran.
Ese sujeto cada vez más le parecía tan loco como su primo, pero esto ya era demasiado. El cual, por cierto, era demasiado sospechoso que no lo viese por ningún lado todavía. A Mad no le gustaba quedarse tan atrás de las cosas, sino que le gustaba poder llevarse el crédito de lo que sea por muy mínimo y absurdo que fuese. Por lo que su ausencia debía de significar que estaba participando también en alguna parte.
-Bien, las cosas se fueron a la mierda en muchos sentidos. –Comentó Sans a lado suyo en cuanto se apareció para alejarse de inmediato del fantasma. –Encárgate del loco mientras voy por…
-¿En verdad crees que eres el único preocupado en este momento, Sans? –Le reprochó de inmediato, teniendo que contenerse las ganas de darle un buen zape. –Aguanta un poco más, por favor.
-Pero Frisk…
-Confío en que podrá salir de donde sea que esté por ahora. No olvides que la he estado capacitando para esta clase de cosas. –Contestó con toda la confianza posible para poder calmarlo, pero ciertamente no sentirla por medio del anillo le estaba preocupando cada vez más. –Si yo puedo confiar en ella, tú como su pareja deberías de hacerlo mucho más.
Sans no le contestó, al menos no con palabras. Porque su posición de combate le dijo más que suficiente. De lo cual fue bastante oportuno ahora que un ser más hizo acto de presencia con toda intención de apuñalarlos con los cuchillos que tenía en todo su cuerpo. Había costado trabajo percibir que se trataba de una humana con semejante ataque. ¿Cómo demonios era que permanecía tan campante? Con tantas cosas cortantes en sus extremos debía de estar demasiado ensangrentada hasta este punto, por lo que no debería de ser capaz de caminar, mucho menos pelear. Pero lo estaba haciendo, con completa agresividad enfrentando a los dos a corto alcance, haciendo que se apartaran lo mayor posible del jefe japonés.
Pero lo más llamativo de ella dentro de toda esa locura, era que portaba una máscara de zorro blanco con detalles rojos. Justo como lo había hecho en su momento Masao Saito. Y parecía ser un elemento importante para la yakuza, ya que en cuanto hizo acto de presencia de una forma muy vistosa, el resto de los humanos y líder le dieron un espacio para que se acercara a ellos. Pareciendo que retomarían todo ataque hacia ellos sino fuera por la señal inmediata que le hizo al resto de su gente que todavía quedaba de pie.
-Vámonos. –Soltó el señor Yamaguchi con enojo.
-Pero podemos ganarl… –La humana enmascarada se giró hacia él.
-¡Dije vámonos!
La chica con máscara de zorro no dijo nada más. Sacando una bola de alguna parte de su ropa que terminó arrojando al suelo y que emitió inmediatamente una gran cantidad de humo que impidió poder ver lo que sea a su paso, no sin antes parecer que les había lanzado una mirada bastante interrogante que no pudo pasar desapercibido. Wingdings no tenía ni idea de lo que había pasado con tal presencia, pero parecía que no le había causado gusto al líder que ella estuviera ahí. Aun con la visible amenaza que podría presentar.
Lastimosamente no sería el día que mataría a ese odioso humano, pero aún quedaba la problemática de los fantasmas una vez que el humo se dispersó, dejando a la vista únicamente a todos los monstruos y la ausencia de todo humano.
-A…yu… da…
La voz del ser que se estaba arrastrando como podía para llegar hacia ellos, era apenas audible. Ante los hechos, debía de suponer que se trataba de la sirena que había causado todo el embrollo inicial. Pero verla en un estado tan deplorable, como si su cuerpo se estuviera derrotando mientras forzaba su paso teniendo a un par de seres gelatinosos pegados en su cuerpo que tal vez habían corrido la mala suerte de interponerse en su camino, daba demasiado mal aspecto al punto de ser desagradable. Incluso parecía que los fantasmas querían alejarse de ella.
-A… yu… da…
Wingdings estuvo por darle fin a esa miseria de vida que tantos problemas había causado, sino fuera por el hecho de que Sans le detuvo. Y a diferencia de los demás que le miraban con cierta repulsión, su hijo le observaba con total preocupación. Incluso con algo de lástima de la que necesitaría un mejor contexto para saber qué hacer con semejante presencia.
-No… me… qued… tie…mpo…A̧̢̨̛̐ͣ̎͛̾̏ͪ͊͟҉́͏͓̞͈̩̭͓̺̦yͫ̿̅͛ͤ̋̄̉͏͏̵͜͏̵̘̙͔̹̹̪̠̭͟͞û̷̶̧͖̗̹̝̼̳̠̖ͭ̔̇̍ͬͫ̂͜͞͝͝͡d̷̨͇̯͍͚͓̠̥͔ͣ̓̐ͧ͑̍͋ͪ̀͘͟͞͞͞ą̸̸͌ͩ̉̔ͫ͛͆̓҉́͠͞҉̭̬͚̦̘̼̩ͅa̴̷̢̧͎̳̬̙͚̼̮̮ͤ͋̿͐̍͒͋̃̀͢͝͡aͯ̎̊̿ͯ͆ͫ̓͟͝͝҉̶̡̧̙͔̮̟͉͎̲̺͝
Aquella última palabra había sonado como un grito múltiple que solo estaba para romper tímpanos ajenos, pero no parecía tener intención real de querer lastimarlos realmente. Parecía que comenzaba a hacerlo de manera incontrolable por la forma en la que ella misma se había detenido, sujetando ahora su propio cuello como si quisiera ahorcarse ella misma y fallando en el mero intento. Incluso parecía que estaba llorando si no fuera por la desfiguración que estaba teniendo en su rostro también, justo donde un moldsmal torpemente se le estaba subiendo sin entender lo que estaba pasando.
Y por extraño que pareciera, por ese breve momento buscó su mirada como si le conociera. Como si le implorara piedad por medio de las lágrimas que estaba soltando en su esfuerzo de seguir hacia adelante, siendo que nada más salvo ella misma le estaba deteniendo.
-Ą̷̸̴̵̵̨͈̝̗̟̼̞͙̦̈̃̉͛̈́̔̆̇͟r̡̡͛̍͂͋͊͒ͣ̍̀́̕͜͡҉̣̣͍͎͇̞̳ͅi̓̆̑͊ͯ͌̾͗҉̶̶̧̧̱̮̣̖͍̦̫̜̀͡͡a̴ͤͮ̈ͤͬ͒̿̎͟͏̴̨̗̙͙̩͕̦̕͘͜ͅͅl̐ͭ̎͊̓̃͐̋҉͏҉̨̻̪̱̪̭͉̪͔̕͘͜͢ ̷̸̵̶̧̬̖̭̱͉̜͖̞͋̈́ͦ̊ͯ̀ͬ͌̕͡͡V̛ͥ̓̀ͭ́͊̔ͪ̀͢͢͜͜͏͉̜̻̤̰̳͕̭͘ĩ̶̸̢̱̗̣̞̤͚͍͈̇̊̈́ͣ̈̿̿̀͢͞͞͠v̶̄̍͋̌̄͂̋͛͠҉̢̡̀҉̛̣̟̮̞̯̤̹̫ą̴ͬ͌̒ͩͫͮ͂̊͟͠͝͠҉̷̫̙̣͍̤̙̘̫ą̶̵̵̛͍̙͈͓̦͖̝̝̍ͬ̎͋̌͛̈́͢͠͞ā͛̇̀ͨ́̉̍̕̕͜͏̠̦̬̺͍̬͈̫͘͜͝͝ą̧̢̟̩̝̻̳͚̳̞̐ͭ͆ͫ̽̿ͤ̈͘͢͝͡͝ą̶̣̼͕̩̱̫̙̤ͬ̇ͣͨ̄̍ͫ̏̀́͘͢͢͞ L̷̡̨̝̯̠͉̗͕̮̲ͬ̓̉ͪ͂͋ͤ́̚͢͢͜͞a̷̴̡̨̛͇̙͓̻̯̙̻͑̓͋̆ͬ̉ͤ̂͘͝͞ͅ ̵̎ͦ̅̓̍ͥ̉̾͟͞҉̴̫̳̟̲̭̖̳̞̀̕͘t̡ͮ̃͆̀͗̍̀̀̚͢͜͠҉̪̬̦̰̳̳̺̟̕͜ị̶̴̧̖̠̯̫̗̬̞ͣ̈͋̌̍̈ͬ̃̕͘͟͞͞e̵̷̡ͮͮ̿̽͗͋̑̚͘̕͞͏̲̥̬̞̬̖̗̘͜nͨ̋̊̓ͩ̆ͭ̀͟͏̶̵̻̬̜̩̦̱̗̙̀̕͡͡ḙ̢̞̝̠̙̰̫̬͋̿̓ͥͫ͋ͫͦ͘̕̕͢͢͝͝ ̵̸̧̡̨̨̍̃͌͂̑ͮ̄̀͘҉̱͔̝̗̗͖̬̟Ḋ̷̆̋͆̀͐͆̎̀̀̕̕͜͡͏̻̬͔̹̳̭͈̘r̷̵̰̰̹̗̳͍̳͚̈̃̆̂͌̽̓͂́́́͘͟͞e̢̛̖̗̫̼̮̟͈͔̾ͬͧ̈́̄ͤ̅͌͘̕͟͟͟͡ę̸̸̷̯̖̹͎̮̬̳͕͋̾̍͐̾̽ͤͩ̕͜͜͡m̨̢̨̢̛͖͔̫̮͈̠̱̘̎ͤ̓̈́̑ͩͣͪ͢͢͡ŭ̶̡̋̈͑ͬ͌̓͆́͞͞͏̯̜̖̲̭̳̗̫̕͘r̵̸̡̨̫͔̭͈̻̗̱͇̔̈̆͌̔͋̋̅́͘͝͞r̢̓ͦ̑ͯ̋̏̃ͭ́͏̶́͝͏̨̞̳̭̳̮̩̯͙ ̴ͫ̂̍̅̅ͪͧ̌͏̷̶̨́͝҉̺̤̹͈̰͎̠ͅe̡̛̒̃̆̈̓̎͊͑͞҉̸͏҉̧̳̹̦͇̺̟͍ͅǹ̢̌͌͒̏ͩͦ̚͘͜͞҉̸̛̛͖͍̝̞̝̪̬̣c̷̢ͩͮͦ͒̓̉̄͋͏̸̸̡̻̹̣̞͎̞̬̣͝͡e̷̴̸̩̙͓̯̲͍̞͔̒͗͗ͣ̈́ͪ͛ͨ́́͟͜͡r̀̀ͫ͆̈̌̀̚̚͠͏̶̵̢̭̱̝͕̪͍̮̮́͟rͦ̍́͆̾̂̈̆̕͏̴̵̧̢̳̻̹̳̹͓̬́̕ͅä̵̵̽̇̅̊ͩ́̊̕͡͠͏̛͎̻͚͎̟̗̪͖͠d̴̴̢̧̢̨̜͍̠̮̬͚̹̻͋͊ͬ̆ͪ͐̌̓͜͞ä̶̧̡͂̏̏̉͌̋͆͠͏҉̥͇̙̘͖͓̱͍͟͢.ͬ̇̌̅ͦͫ͊̉͘͡҉̵̧̛̰̪̪̰͖̹̪̜̕͞
Wingdings se había apartado con semejante grito al igual que el resto. Por lo que ante una desesperación que ya no parecía ser capaz de controlar, la sirena terminó lanzándose ella misma hacia el mar. Sin que nada ni nadie pudiera detenerla por el simple hecho de ser incapaces de poder comprender qué era lo que había pasado. Pero extrañamente siéndole algo familiar aquella deformidad.
Aquella mirada que parecía querer decirle algo únicamente a él.
-¿Qué demonios… acaba de ocurrir? –Terminó preguntando Muffet con cierto temor.
-No lo sé. –Dejó de observar el punto en donde se había escabullido la sirena, para enfocarse únicamente en los fantasmas. Nada de lo ocurrido le daba buena espina, por lo que no estaba para más errores. Quisiera o no, tendría que ceder si era necesario. –Ve a buscarla, Sans. Te alcanzaremos en un momento.
No hubo necesidad de más explicaciones para que le hiciera caso. Aunque no saber exactamente en donde se verían sería un problema con los tiempos.
Podía escuchar a lo lejos a las patrullas aproximándose. Y estaba seguro de que los fantasmas también.
.
.
-¿Quién lo diría? Si tienes una debilidad después de todo.
-¿Y solo por eso crees que finalmente me has derrotado? Aun te queda mucho por aprender, Asgore.
-Eso ya lo veremos. ¿Tus últimas palabras, Masao?
-Mantente determinada… Frisk…
Frisk…
Frisk.
La mencionada abrió poco a poco los ojos ante un dolor que nunca había experimentado en su vida. Se sentía demasiado aturdida y cansada, pero aquella voz y el extraño llanto de un bebé que resonaba en una distancia muy lejana, le eran suficiente para hacer el esfuerzo de tratar de ponerse de pie. Cosa que le fue prácticamente imposible en el instante ante el mareo que le dio inmediatamente. Teniendo que recargarse todavía en el suelo que se sentía bastante caliente. Demasiado caliente.
Notar que estaba rodeada de grandes llamaradas no le fue para nada grato. ¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente? ¿Cómo se había detonado el incendio? ¿Los niños y Flowey habrán logrado escapar a tiempo? Se preguntaba mientras nuevamente hacía el esfuerzo por levantarse. Sabiendo que si no hacía algo al respecto ahora, moriría quemada sin que nadie pudiera rescatarla a tiempo.
Moriría, moriría… ¿Qué acaso no estuvo al borde de la muerte ya? Tocó inmediatamente su pecho, justo donde le dolía demasiado al grado de que el dolor parecía querer apresarla en el suelo una vez más. Pero en lugar de tener la lanza con la que le habían atravesado en ese preciso punto, simplemente no había nada más fuera de un vestido roto y ensangrentado que dejaba demasiada expuesta su piel para su gusto, pero no importando por ahora ante cosas más importantes por atender. Ni siquiera tenía una herida que comprobara el daño que había recibido al grado de dejarla inconsciente en el instante. Sin poder recordar nada más fuera del sabor y olor a sangre proveniente de ella misma.
Aquella vez que creyó morir en manos de Don Gaster, había despertado con las balas al lado suyo ante la intervención quirúrgica del mismo esqueleto. Y si bien había creído en ese momento que se había tratado de una curación extraña por parte de su atacante, su interrogación insistente sobre ser un experimento que tenía la capacidad de curarse con una velocidad impresionante le pareció, en aquel entonces, una completa locura. Pero… esto ya era demasiado de lo que podía siquiera procesar por ahora, más allá de considerar qué habían hecho con ella realmente los Dreemurr para tener que ser algo oculto de toda sociedad y de ella misma. No había nada ni nadie a la mano que pudiera ser detonante de tales curaciones en su cuerpo, lo que implicaba que había sido una cosa de ella misma solamente, aun cuando el entorno fuese un completo caos. Si la lanza no había logrado matarla, la herida y pérdida de sangre debieron hacerlo también. Por no decir que muy seguramente le habían perforado un pulmón o su propio corazón, lo que detonaría en verdad que ya no pudiera más, pero no había sido así. Podía sentir sus propios latidos y respirar con algo de dificultad ante la falta de oxígeno en el lugar, pero a fin de cuentas podía pese a las limitantes presentes.
¿Podía curarse al grado de ser muy inmediato? ¿Acaso… no podría morir?
Ya no se escuchaba más aquel llanto de bebé distante que, pese a parecer una locura, ya había escuchado antes. Ya no se escuchaba el extraño canto sin sentido que había controlado a muchos en el lugar. Pero sí podía escuchar como algunas cosas en el lugar comenzaban a desplomarse a causa del fuego en crecimiento y expansión, lo cual le indicaba que tenía que darse prisa. Necesitaba salir de ahí. Necesitaba saber si los niños estaban finalmente a salvo, si Flowey se encontraba mejor. Los Gaster, Grillby… Sans… Necesitaba estar con Sans. Necesitaba preguntarle si en verdad la amaba como ella creía o si era algo distinto a percepción. Necesitaba escucharlo… necesitaba…
La falta de oxígeno era en verdad un problema. Sintiendo cómo el mareo la estaba agobiando nuevamente al grado de caer de rodillas de golpe sin energía suficiente ni ganas para manterse serena ante un pánico que la estaba invadiendo nuevamente. Lastimándose aún más de lo que estaba ante el daño que podía sentir al menos por un agotamiento excesivo. Curarse con demasiada velocidad no le ayudaría si no lograba salir de ahí de inmediato. Estaba en un lugar oculto para muchos en algo que se encontraba bajo tierra cuya profundidad era incalculable para ella. Y si en verdad era prácticamente imposible que muriera por heridas, si llegaba a terminar aplastada con todo eso… ¿quedaría atrapada para siempre? ¿Estaría en agonía por una soledad que constantemente trataría de matarla sin éxito alguno por una regeneración antinatural? ¿Los demás la darían por muerta ante la lógica que dictaba tener tantas cosas encima y por el fuego que solo iba en aumento?
Fuego, fuego… al igual que el musgo, necesitaba de oxígeno, ¿cierto?. Y estando en un lugar tan cerrado, debía de tener algún escape. Una salida. O de lo contrario no podía seguir estando presente.
Nuevamente intentó ponerse de pie. No era momento para entrar en pánico. No podía seguir esperando a que alguien quisiera rescatarla. Tenía que lograrlo. Pero era tan difícil siquiera respirar, sin contar que el mareo podría hacerle caer directamente en el fuego y siendo tal vez, algo más tortuoso que quedar aplastada con todo eso…
"Mantente determinada, Frisk".
Nuevamente escuchó eso, pero aunque levantara la mirada para ver quién o qué era que la llamaba, no había nada salvo fuertes llamas que estaban en aumento. Y era extraño, ¿por qué todo se sentía tan… levemente familiar? ¿Acaso era porque debió morir en un principio de esa forma? ¿Siendo aplastada o quemada ante un incendio incontrolable sobre un sitio inmoral controlado por japoneses? ¿En verdad ese era su destino? ¿Su fin? Ni siquiera podía llorar ante la falta de oxígeno en el lugar y en ella misma, pero tampoco tenía el ánimo de hacerlo por mucho que tuviera miedo ante todo. Estuviera alucinando o no, tenía que avanzar, tenía que encontrar una salida por mucho que le costara ponerse de pie, por mucho que le costara respirar. Aun había cosas que quería hacer como para permitir terminar atrapada en un lugar como ese. Quería volver a tener su floristería junto con Flowey, quería seguir tomando café con Don Gaster, quería seguir saliendo de compras sin sentido con Muffet, quería enseñarle a cocinar a Papyrus, quería seguir con Sans. Hacer que ese futuro juntos fuese una realidad, pasara lo que pasara.
Por lo que, ante la dificultad de mantenerse de pie por más de un segundo, comenzó a gatear. No importaba el modo, tenía que salir de ahí como dé lugar. Su miedo, su angustia y desesperación, no eran nada comparado con su coraje. Con sus ganas de salir adelante. Si estaba en lo cierto, algo de fuego no la mataría y podría avanzar con ello aunque el dolor quisieran decirle lo contrario. Ya sabía cómo se sentía tener la piel quemada después de todo. Ya sabía lo que era quedarse sola, pero nunca sin opciones. No permitiría de nuevo quedarse paralizada ante algo así. Ella siempre tenía que poder afrontar todo, salir adelante con lo que tuviera al alcance… Era lo que Sans le había dicho que le había gustado de ella. ¿Cierto? ¡Tenía que salir de ahí!
Aunque fuera lento, aunque le doliera. Ella seguía hacia adelante a donde recordaba que se encontraba la habitación de Kris, justo en donde había visto la extraña salida junto con Flowey. Pero lo destrozado del lugar le hacían complicado poder reconocer las cosas, además de que el olor fuerte a quemado de plástico, madera y demás cosas en conjunto comenzaban a asquearle con lo poco que apenas y podía mantenerse consigo como parte de su propia oxigenación. No obstante hizo el esfuerzo de ignorarlo, siguiendo adelante entre gateos, aunque le dolieran las manos y rodillas ante el esfuerzo de que el calor no lograra alcanzarla. Chocando en el instante con un cuerpo que pudo reconocer de inmediato pese al mareo y falta de concentración por todo el sobre esfuerzo. ¿La anfibia… ? ¿Por qué la anfibia estaba ahí? ¿Qué había pasado para que terminara ahí en lugar de haber escapado con semejante fuego? Parecía estar con varias heridas visibles e inconsciente al no poder más, pero definitivamente viva si aun se encontraba su cuerpo. Vaya que era bastante resistente siendo el caso.
Frisk sabía que no era momento de seguir pensando en rescatar más seres, pero no podía dejarla ahí. Aunque intentó matarla y aunque demostrara querer matar a Sans, dejarla en un lugar así no le haría diferente a un asesino y era algo que definitivamente no quería. ¿Pero cómo llevarla consigo si ni siquiera podía mantenerse de pie por cuenta propia? ¿Cómo arrastrar un cuerpo que probablemente era más pesado que el suyo? La respuesta la tuvo al momento de acostarse por un momento ante el agotamiento, notando que podía colocarla en su espalda y llevarla así consigo como si jugara al caballito con ella. Cosa que tal vez sería una escena muy extraña de ver para alguien, pero no importándole por ahora ante toda urgencia.
Podía sentir su muy tenue respiración sobre su cuello ahora que había logrado posicionarla en su espalda. Definitivamente era más pesada que ella, lo cual le dificultaba mucho más andar, pero aun así no se rendía. Ambas tenían que salir de ahí, fuera como fuera. Pero, ¿cuánto había logrado avanzar realmente? ¿Cuánto le faltaba para llegar? ¿Siquiera podría dar con una verdadera salida?
¿Y desde cuándo estaba ese zorro blanco ante ella?
Ya estaba alucinando, ¿cierto? Era imposible que un animal estuviese ahí sin problema alguno, contemplándole con serenidad mientras estaba rodeado de fuego que no parecía hacerle daño ante lo traslúcido que parecía ser su pelaje tan blanco como la nieve salvo por algunos detalles carmesí… Si, definitivamente era una ilusión. La falta de oxígeno la estaba acabando realmente, pero su regeneración posiblemente era lo que aun la mantenía ahí, cosa que tal vez la terminarían llevando a la locura si no se daba prisa. ¿Pero cómo seguir andando? ¿Y hacia dónde? Apenas podía ver sus propias manos hacia al frente con facilidad ante tanto humo alrededor.
"Mantente determinada, Frisk".
De nuevo escuchó eso, pero por muy extraño que pareciera la situación, sintió como si el zorro fuese el que le hubiese hablado con esa voz profunda. ¿Por qué un animal podría hablar? ¿Y por qué se sentía todo tan familiar? Si ya se estaba volviendo completamente loca, tal vez no era tan mala idea intentar morir justo ahí.
"Recuerda para poder avanzar. Olvida para retroceder".
Frisk quiso preguntarle qué quiso decir con eso, pero se recordó a sí misma que si era una alucinación, producto de su falta de oxigenación, era evidente que no le respondería. No obstante, le había encontrado algo de sentido a esas palabras. Recordar para seguir adelante, eso era lo que en verdad estaba haciendo al tener en mente a los seres que formaban parte de su vida ahora y que quería seguir viendo. Pero aquello de olvidar para retroceder… ¿era una especie de alegoría de no aprender de sus errores? ¿Y por qué siquiera se estaba esforzando en entender palabras que eran producto de su imaginación? ¿Acaso su mente trataba de comunicarse con ella misma? ¿Eso tenía siquiera algo de sentido? Estaba muy cansada para tratar de regañarse a sí misma ahora.
Pero… aquello de olvidar… parecía también que había algo dentro de todo eso que le estaba haciendo recordar algo. Los aromas, el calor, las sensaciones que estaba experimentando ahora… todo parecía ser un vago recuerdo del que bien podría producirle un fuerte dolor de cabeza tratar de sobre esforzarse en un momento como ese, teniendo una mujer inconsciente sobre su espalda mientras ella seguía gateando en busca de alguna salida entre todas esas llamas y aparentes escombros. Y ante la falta de fuerza terminó cayendo sobre el suelo nuevamente, estando aplastada ahora por la anfibia que no parecía reaccionar en ningún momento. Terminando cerrando sus ojos ante el agotamiento, cansancio y demás que le tenían sumamente acabada físicamente hablando.
¿Acaso eso era a lo que llamaban ver tu vida a través de tus ojos antes de morir? El fuego… ella ya había estado rodeada de ello mucho antes. Por ello era que no precisamente le temía aunque supiera lo que significaba estar ante tal amenaza. Tal vez incluso ya había estado antes rodeada de zorros que habían querido comérsela, sin que nada ni nadie quisiera rescatarla… Y en todas esas había salido con vida. No tenía que olvidar eso, aun cuando se sintiera como si estuviera viendo imágenes de alguien más.
Abrió los ojos ante tal sentimiento, poniéndose nuevamente en posición de gateo teniendo el cuerpo todavía sobre ella. El zorro blanco ya no estaba ahí, pero por la forma en la que estaban las llamas, le indicaban que el oxígeno estaba en esa misma dirección, justo en donde había tenido su extraña alucinación de haber escuchado a un animal hablarle con demasiada calma. Así que siguió hacia adelante con toda la prisa que podía ante las múltiples dificultades que cargaba consigo. Aliviándole un poco el hecho de poder reconocer la habitación de Kris una vez que pudo atravesar cierto camino pese al calor y dolor. Notando que el fuego apuntaba hacia la puerta secreta que ella misma había dejado abierta y en donde, tal vez, Flowey y los niños habían logrado escapar.
Todavía tenía en sus propias manos, la opción de poder vivir.
Con todas las fuerzas que pudo tomar en el instante, se levantó como pudo, ignorando su propio mareo y ganas de caer dormida para poder arrojarse a ambas sobre la entrada, la cual parecía ser un extraño tobogán húmedo en ciertos ratos dada la caída que de una u otra forma, les daba e impulso para alejarse de ahí lo más pronto posible gracias a la gravedad y forma del túnel.
Una que otra vez tuvo que volver a levantarse, por supuesto, siendo que muy seguramente el pasadizo secreto que estaba recorriendo ahora no estaba hecho para ser una resbaladilla de entretenimiento húmeda por posible agua de mar, sino que ella misma lo estaba usando así sin importar lo tan lastimada que terminara entre golpes en superficies si con ello lograba salir de ahí. Llegándole cada vez más el olor a musgo que terminaba impregnado en ella entre roces y aliviándole mucho más el hecho de poder sentir el viento conforme podía ver la luz nocturna al final de ese túnel del que agradecía no estar cubierto ahora. Pudiendo ver un cielo nocturno a través de ello. Surgiendo finalmente entre piedras que ocultaban el agujero, tal cual como si fuese una flor nueva. Sintiéndose como si estuviera naciendo nuevamente ante un mundo tan complicado de comprender, pero maravilloso de contemplar.
Respirar nunca le había parecido tan increíble como en ese preciso instante.
Lo había logrado, en verdad lo había logrado.
Sabiendo que no era momento para detenerse todavía, jaló a la anfibia para que atravesara el agujero una vez que ella pudo salir por su cuenta. Pero aunque la dejara sentir el aire marítimo que les rodeaba y le permitiera escuchar las olas tan cercanas, no parecía ser suficiente para que despertara. No sabía cómo tomar el pulso a alguien, ni mucho menos si era lo correcto a hacer si de una anfibia estaba tratándose el asunto. ¿Acaso necesitaba de agua para poder reponerse?
Notando como poco a poco podía recuperar el ritmo de su propia respiración, tomó de los brazos a la anfibia y la arrastró con mayor facilidad ahora que se encontraban sobre la arena. Sintiendo su propio cabello terminando enredado por el mismo viento de mar que tanto estaba amando en ese preciso momento. Llegándole a la vez el olor a quemado de su propio cabello y ropa que no se habían podido salvar adecuadamente, mas no importándole la apariencia que tendría ahora y que podría reponer después.
Frisk no sabía que el mar podría tornarse más agresivo por la noche, ni mucho menos de cómo era eso posible, pero si las olas le ahorraban el tiempo de llegar a ellas le era más que suficiente. Dejándose sentir el agua salada sobre su pies una vez que llegó a la orilla, dejando que la anfibia sintiera tal agua en todo su cuerpo, pero aún sosteniéndole ante el miedo de que alguna de esas olas se la llevara ante la fuerza que sentía del mismo agua. Y era bastante curioso que el mar le hiciera recordar la misma esencia de la anfibia que había tratado de matarla, mientras que ella estaba haciendo lo posible porque viviera. Porque el agua que poco a poco tocaba sus cuerpos, le dolía demasiado ante las heridas que tenía. Cierto, el mar era agua salada, y tener demasiadas heridas hacían del momento una pésima combinación de la que no había reparado antes. Pero si aquello estaba ayudando a que la anfibia comenzara a abrir el ojo, recuperando visiblemente su respiración, valía la pena estar experimentando ese dolor por un momento más. Al menos esta vez tenía mayor control de cuándo apartarse o no, se dijo a sí misma.
Y cuando la anfibia poco a poco pudo moverse, supo que era el momento adecuado para soltarla. Siendo que pudo reincorporarse de golpe por cuenta propia y observando el entorno marítimo que les rodeaba, siendo tan distinto al lugar en el que estuvieron minutos antes que se habría convertido en su tumba si no hubiera hecho algo a tiempo.
Por un momento Frisk creyó que la anfibia retomaría sus ganas de querer matarla dada la mirada que le había lanzado tras dejar de observar el entorno, pero tan solo se quedó de pie ante ella. Sin ser capaz de emitir alguna palabra ante una posible necedad que comunicaba el único ojo visible que tenía. Por lo que observarla darle la espalda sin decirle algo al respecto, metiéndose por cuenta propia al mar y perdiéndose en él ante la oscuridad de la noche con cierta prisa, fue de lo mejor que pudo esperar realmente de su parte. Tal vez siendo su manera de agradecerle o no por su acto, no insistiendo más en querer matarla por ahora. Siendo incluso su manera de estar a mano a lo poco que podía interpretar con eso.
Observó sus manos por un momento al sacarlas del agua. Las cuales habían estado con varias heridas que le habían dolido bastante por arrastrarse con sobreesfuerzo, pero que ahora simplemente no estaban. ¿En verdad no podría morir con facilidad?
-¡Frisk!
Girarse de golpe la mareó nuevamente, pero no había podido evitarlo al reconocer en el instante la voz de su novio, cada vez más cerca hasta que de un instante para otro terminó apareciéndose justo ante ella para abrazarla de inmediato. Sin importarle el estado que visiblemente estuviera y muy probablemente manchando su elegante vestimenta que tanto lo caracterizaba desde que lo conocía. No obstante, le devolvió el abrazo sin pensarlo al estar realmente contenta de poder hacerlo una vez más, dejándose llevar por el aroma que siempre tenía consigo y que parecía que le era más que suficiente para sentirse calmada y segura en su extraña y atolondrada vida. Cosa que no sabía si era el mismo caso en él, ya que podía sentir cómo estaba temblando mientras la abrazaba con fuerza.
-Le rezaré a todos los dioses existentes por haber permitido que estuvieras con vida. –Mencionó Sans al poco tiempo, cosa que no tenía sentido para ella, pero no se sintió con ánimo para preguntarle por ahora. –Por un momento creí que te perdería si no daba contigo pronto.
Frisk sabía que tendría que decirle que eso en verdad había estado por pasar, pero se limitó por ahora a dejarse llevar por el abrazo que tanto había ansiado de su parte. Recordando así la breve conversación que habían dejado pendiente al tener que separarse por toda la misión de la que no estaba segura de si había sido un éxito o no. Francamente toda la situación había sido una locura en extremo de la que le estaba haciendo cuestionar demasiado sus propias decisiones.
-Sans, ¿en verdad me amas?
-¿Enserio preguntas eso justo ahora? –La risa que soltó tras eso fue música para sus oídos. Sabiendo que a diferencia de otras risas que le había escuchado de su parte, esta era completamente sincera. –¿Por qué nunca me dejas crear un momento romántico adecuado para esas cosas?
-Lo siento, supongo que soy algo impaciente.
-Pues me tendrás que esperar un poco más. –Le abrazó con más fuerza, notando así que había dejado de temblar finalmente. –Tengo que alejarte de aquí primero.
Frisk no entendía a qué se refería con exactitud, hasta que pudo ver de su lado cómo unos muñecos flotantes se acercaban con algo de prisa hacia ellos. Notando de cierta manera que tenían una especie de líder dentro de ellos para que se pusiera en la cabeza de tal grupo tan peculiar. ¿Eran monstruos? Nunca había visto algo como eso. Y no parecían estarse aproximando hacia ellos con intenciones amistosas si Sans había alumbrado su ojo azul tras girarse hacia ellos, colocándose de manera protectora delante de ella pese a no ser tan necesario.
-Vaya, vaya, vaya. El rumor era más que cierto. –Era demasiado extraño poder contemplar una especie de sonrisa en semejante muñeco descosido flotante. ¿Cómo le hacía para sostener el puro sin tener manos? –Sans Gaster tiene una amante humana después de todo.
-Novia. –Aclararon ambos al unísono.
-Me da igual. –Soltó el muñeco parlante con algo de enojo. –Entregaré las cenizas de ambos al Gran Don y me volveré su aliado favorito. ¡Nada podrá detenernos con semejante poder!
Frisk quiso levantarse en el instante, pero el cansancio y dolor de todo el sobreesfuerzo volvieron a ella de golpe con tan solo tratar de mover sus rodillas aún sobre la arena. Y aunque quisiera intervenir al respecto, lo cierto era que no tenía ni idea de qué hacer ahora salvo reconocer las ganas que tenía de poder caer dormida. Definitivamente había pasado por un día bastante agotador y lamentablemente aun no terminaba. Y por lo que podía notar en Sans, estaba pensando en lo mismo mientras se quitaba su saco y se lo colocaba como siempre, sobre sus hombros para que se cubriera de algo más que el frío. Recordando lo tan expuesta y mala imagen que seguramente daría a cualquiera por su vestimenta quemada, rota y ensangrentada que dejaba muy expuesto su pecho.
-SIEMPRE ME PARECIERON UNOS TONTOS. –La voz alzada de Papyrus le llegó detrás de ella, notando de esa manera que había llegado a tiempo para hacer frente a la amenaza, mas no se había esperado el hecho de que le colocaría también su propio saco al igual que como lo hacía Sans. –PERO NO CREÍ QUE LLEGARÍAN AL PUNTO DE SER IDIOTAS.
-¡Pero si tenemos aquí al Gran Papyrus Gaster! –Parecía que aquello era un intento de burla por parte del fantasma, pero Frisk podía notar su enfado desde donde estaba. –Pero qué decepción de que tú también quieras estar del lado de los humanos.
-Tonto. No se trata estar del lado de una especie en concreto, sino de ser capaces de poder proteger a quienes queremos. –¿Muffet también estaba llegando detrás de ella? ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Qué no se suponía que estaba vigilando Snowdin en ausencia de los esqueletos? ¿Y por qué le colocaba su elegante gabardina también? –Y tú y tu calaña está cometiendo el error de querer meterse con nosotros.
-¿"Nosotros"? ¿Enserio pretenden involucrar a esa humana en ese "nosotros" que mencionan?
-No te corresponde a ti decidir quién es digno de pertenecer a los Gaster o no, Mad. –Ahora escuchó la voz de Don Gaster llegando al punto que parecía ser de reunión de todos. Siendo que también le colocó su larga gabardina que cubría mucho más que todas las demás, siendo que había tenido que colocársela incluso en su cabeza ante su largo tamaño. ¿Tan mal aspecto tenía que por eso todos le habían colocado sus abrigos? –Esto solo nos corresponde a la familia.
Frisk pudo sentir sus mejillas arder con esa última palabra. ¿Acaso… la estaban incluyendo?
-Tiene que ser una maldita broma. –El muñeco en verdad parecía estar demasiado molesto con todo eso. –¡Es una humana, Wingdings! ¡Una maldita humana!
-Su nombre es Frisk. –Contestó el jefe. –Y lo que sea que quieras pretender con mi nuera y mi hijo, de una vez olvídalo y mejor encárgate de tu propia familia.
-¿Qué…? Napsta. –El muñeco murmuró la última palabra al parecer que había entendido algo con ello. –¡¿Qué demonios le hiciste?!
-Averígualo tú mismo.
El muñeco parecía en verdad molesto, pero entre el ruido de las sirenas policiacas cada vez más fuertes y la duda de lo que posiblemente le hicieron a un familiar suyo por las palabras de Don Gaster, terminó apartándose un poco para que el resto de los muñecos que estaban consigo se apartaran con demasiada prisa al final. Y parecía que no eran los únicos que tenían el apuro de retirarse ante la urgencia que parecían mostrar los Gaster con semejante sonido presente. Pero por la mirada de horror que algunos se lanzaban, algo indicaba que estaba saliendo mal acorde a lo que ellos planeaban.
-¿Por qué no usan la teletransportación? –Cuestionó Muffet con cierto nerviosismo.
-No… podemos. –Contestó Sans con temor en su voz. –Maldita sea…
Frisk no entendía del todo qué estaba pasando, pero con tan solo hacer el intento de levantarse, sintió una gran fuerza jalándola hacia un extremo casi con agresión. No tenía ni idea de quién de los tres esqueletos había sido, pero sabía que aquello que estaba sintiendo era por medio de la magia que le hacía sentir una presión en su pecho, moviéndola con fuerza hacia el punto más alejado posible del mar y de ellos. O por lo menos eso le había parecido que esa había sido la intención pese a que le habían dejado caer a una altura que le había lastimado por parte de algunas palmas en las que había aterrizado hasta caer al suelo.
No era normal que actuaran así, tampoco que la dejaran caer. Era como si no pudieran usar más su magia con facilidad, como si los apresara por completo en un solo punto, en ellos mismos únicamente. Justo como Don Gaster le había explicado que funcionaban los reflectores de magia.
Y al ver que varios vehículos estaban llegando y que varios policías salían directo hacia ellos con prisa mientras los apuntaban con sus pistolas, pudo comprender la situación con horror. Los monstruos se estaban mostrando demasiado debilitados ante algo que no podía ver, pero que definitivamente los estaba apresando en ese punto para que no pudieran escaparse. Teniendo la única opción de levantar sus manos ante la luz que los apuntaban y por la indicación que les daba la policía.
Oh no… Oh no. ¡Oh no!
Quiso emprender carrera hacia ellos al comprender de inmediato que los meterían a prisión y lo que pudiera pasar con ellos después. Pero estar demasiado debilitada todavía, además de las lianas que surgieron en el instante, la detuvieron de inmediato, incluso de poder gritar. Sintiendo que las lianas la forzaron a tragar algo pequeño de lo que no pudo siquiera ver.
-Lo siento, Frisk. –Pudo escuchar la voz de Flowey cerca de ella, debilitada todavía y con algo de emoción no antes percibido en él. Pero ella solo se enfocaba en ver a los monstruos siendo pisados por la misma policía. ¡Tenía que evitarlo! –Pero si hay algo en lo que pudimos coincidir todos en junta, es en mantenerte a salvo.
Pudo escuchar incluso los murmullos de los niños cercanos pese a querer concentrarse únicamente en los monstruos que estaban siendo esposados con violencia. ¿Desde qué momento estuvieron ahí? ¿Habían permanecido escondidos en todo este tiempo cerca de la salida de Kris? ¿Por qué no los vio antes al momento en el que salió ella? ¿Por qué Flowey no hizo algo hasta ahora? ¿Por qué… se sentía tan mareada?
"Familia Gaster. Quedan detenidos por todos los crímenes y cargos en su contra", "Tienen derecho a guardar silencio", eran cosas que podía escuchar en la distancia. Y comprendía que la habían apartado de todo eso para no involucrarla, pero no podía permitirlo. ¡No podía perderlos! ¡No quería perderlos!
-En verdad lo siento.
Sin poder moverse, sin poder gritar. Sin poder hacer absolutamente nada salvo llorar. Se quedó contemplando la terrible escena de cómo se los llevaba lejos hasta que el mareo pudo por completo con ella.
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Undyne había nadado lo más lejos posible que le permitían sus heridas, pero ni así le había sido suficiente para alejar sus pensamientos de todo lo ocurrido. ¿Qué demonios había sido todo eso? La humana había estado por matarla… ¿y luego la salvó? Había parecido que había recuperado finalmente la compostura, pero eso no quitaba el hecho de lo inusual y casi terrorífico que había sido toda la persecución.
Había nadado hasta el cansancio, hasta que ya no pudiera más y terminara lo más lejos posible de esa florista que tanto le estaba haciendo pensar en las amalgamas. Justo como la extraña sirena que había logrado cruzarse en su camino y que no le había dado tiempo de poder frenarse para defenderse, sino fuera por el hecho de importarle lo más mínimo su presencia. Tan solo había seguido nadando como si también estuviera queriendo alejarse, pero no pudiendo evitar relacionarla con la sirena de la mansión Dreemurr que estaba destinada a convertirse en las extrañas criaturas pegajosas al servicio del monstruo más poderoso de todos los tiempos.
Finalmente sacó la cabeza fuera del agua, contemplando la luna llena que daba una hermosa iluminación sobre el mar y que podría ser algo apreciado de ver sino fuera por las emociones que le agobiaban demasiado por ahora. Había terminado huyendo como una cobarde una vez más, y eso simplemente le molestaba mucho más. No era para eso que le estaba entrenando Asgore, se suponía que debía de volverse mucho más fuerte para afrontar todo lo que se impusiera en su paso.
Pero lo cierto era que la fuerza no había sido suficiente contra ella. ¿Entonces qué lo sería para detener semejante cosa? Ni el arma más afilada ni el fuego más intenso la habían detenido de ir tras ella. Que si bien no habían dolido realmente sus mordidas y rasguños, en caso de que se volviera mucho peor con el tiempo no era algo agradable de cuestionar. Si los Gaster tenían a su disposición algo como ella, significaba que tenían una forma de mantenerse a la defensiva con algo que simplemente no podía pararse. Algo que podría recibir todas las balas posibles por ellos y aún así mantenerse de pie con agresiones antinaturales para su propia percepción.
Con ello en mente, se mantuvo a flote hasta que pudo recuperar nuevamente sus energías para seguir nadando de regreso hacia otro punto aislado. Necesitaba comunicárselo al propio Asgore lo más pronto posible. Debía de saber que la yakuza, sus antiguos enemigos, habían estado presentes en aquello que había presenciado con su propio ojo.
Y que la traición de los Gaster era algo más intrigante de lo que se pensaba.
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Grillby no era partidario de ofrecer agua por el simple hecho de que no era algo que pudiera sostener con claridad sin que le hiciera un grado de daño por muy mínimo que fuera. Pero los visitantes que tenía de momento realmente necesitaban del agua como recurso importante, por lo que trasladó un vaso con cuidado hasta llegar a la habitación de su sobrina. Justo en donde había acostado a la aún dormida humana, la cual a pesar del estado en el que se encontraba, nunca había estado realmente sola desde el momento en que la había llevado cargando lejos de todo eso una vez que la encontró.
-Aquí tienes. –Colocó el vaso en la mesita del costado de la cama. Justo donde se encontraba la flor que había solicitado tal cosa. –Por mis manos es que no puede estar fría, pero espero que no sea de una temperatura inapropiada.
-Esta bien. –Se limitó a contestar la flor mientras dejaba que sus raíces ingresaran al vaso. Moviéndolas un poco para acostumbrarse al espacio reducido. –Es más que suficiente por ahora.
-¿Era necesario drogarla? –Soltó al no poder contenerse más.
-Si, ella no se habría detenido de otra forma. –Le contestó la flor sin apartar la vista de la humana. La cual no había soltado en ningún momento los múltiples abrigos y sacos que había tenido encima, y aun estando inconsciente parecía ser incapaz de soltarlos. Por las lágrimas que tenía sobre su rostro podía comprenderlo. –Nunca lo hace por su cuenta.
No supo qué decir tras eso. Si tenía que ser sincero, se estaba conteniendo demasiado de no ponerse a llorar en un momento como ese, en el que su sobrina necesitaba de atención tras lo que seguramente fue una situación traumática, además de tener que atender a la humana que no solo se trataba de la pareja de su mejor amigo, sino alguien que había estado dispuesta a arriesgarse con tal de que Fuku no tuviera que pasar más problemas del que todos en la ciudad eran constantemente propensos. ¿Y cómo había pagado por su ayuda? Sin poder hacer nada más salvo mantenerla en el mejor estado posible, aun cuando era una tarea que nadie podría cumplir tras lo ocurrido.
Había alcanzado a ver lo mayor posible, pero no había podido hacer nada más tras eso. Ante la llegada de la policía, Sans la había apartado como pudo de la situación con tal de no involucrarla, sabiendo que una vez presos… no se podría hacer mucho más con semejantes reflectores de magia. Y si él hubiera intervenido en ello, solo habría complicado mucho más las cosas. Y Sans no habría querido eso, si después de todo, le había dejado en claro que prefería que fuese un buen ciudadano, un buen ejemplo para su sobrina y muchos niños más. Y al final eso fue lo que tuvo que hacer.
Para bien o para mal, había tenido que permitir que la policía hiciera su trabajo, tanto con todos los niños rescatados como con los delincuentes capturados. Aun cuando permitir la mitad de aquello le había desgarrado por dentro al saber la pérdida que implicaba eso. El cuerpo policiaco no sería piadoso con ellos. Ni mucho menos con tantos testimonios y cargos en su contra.
Por todos sus crímenes y asesinatos comprobables, no cabía duda de que la sentencia sería la muerte. Y estando en época de elecciones, muy seguramente el alcalde se colgaría de eso. No necesitaba de ser un experto en la política para tal conclusión.
-¿Qué pasará en Snowdin sin los Gaster? –La pregunta de la flor lo sacó de sus pensamientos.
-Lo más probable es que otro grupo intente apoderarse de la zona. –Intuyó Grillby vagamente. –La estación del tren con su vinculación al puerto lo hace atractivo para algunas maniobras ilícitas. Razón por la cual los Blook y los Gaster estuvieron aliados en su momento.
-¿Y hay un modo de poder sacarlos a todos de prisión? –Su pregunta le dejó algo perplejo. En ningún momento parecía tener un genuino interés en la familia esqueleto. –Eres un ex detective o algo así tengo entendido. Debes saber algo al respecto.
-Los reflectores portátiles de magia lo hacen imposible ahora. Sin contar que no hay nadie que quiera aliarse con los Gaster desde que los consideran traidores. La reacción de los Blook en esto lo comprueba mucho más.
Sabía que su respuesta sonaba demasiado pesimista, pero no había otro modo de decirlo. En verdad se habían quedado sin opciones ante lo expuestos que estaban en todo. Los extraños seguidores que solo hacían caso a Don Gaster no se les vio por ningún lado desde que regresaron a Snowdin, por lo que bien pudieron haberse escapado para realizar una nueva vida ahora que su principal plan había fallado. Todo era posible en sujetos tan extraños y para ser sincero, no le interesaban lo suficiente salvo si serían de ayuda o no en caso de encontrarlos.
Pero fuera de ello, no había quienes realmente quisieran brindar apoyo a una familia pequeña y problemática como lo eran los Gaster. Ni el político más corrupto ni el delincuente más ágil querrían estar en la mira del Gran Don como lo estaban ellos.
-Entiendo. –La flor encogió un poco su tallo tras pensarlo demasiado. –Supongo que no queda más que hacer que Frisk quiera irse de la ciudad finalmente.
-Mientras tanto, quédense el tiempo que necesiten. –Grillby dio un paso hacia atrás, teniendo toda intención de apartarse nuevamente para dejarlos a solas. –Es lo menos que puedo hacer por ustedes.
Lo menos… Eso era demasiado injusto de que fuese así. Debería de poder hacer algo más tras todo lo que hicieron los esqueletos por él, pero teniendo a una niña por cuidar y dar una mejor vida, simplemente no podría arriesgarse más de lo que había estado por estar. Había reconocido en la distancia a su ex jefe, atendiendo personalmente el asunto de la captura de los Gaster y el tema de los niños que habían estado privados de su libertad y familias. Si le hubiese visto ahí, no cabría duda de que podría haber ocasionado más problemas.
Cerró la puerta dejándolos con el espacio necesario para que pudieran descansar en cuanto la humana no abriera los ojos. Dirigiéndose hacia su negocio que pese a tenerlo cerrado por la hora y día, necesitaba distraerse un poco antes de que no pudiera contenerse más. Pero al momento de llegar y colocarse en la barra, justo en donde Sans siempre le había esperado con un trago que él mismo se había robado cínicamente de su vitrina con confianza… no pudo más.
Su amigo le había ayudado tanto… ¿Y él como se lo estaba pagando? Tan solo había podido alejar a la novia de todo eso, pero en cuanto ella despertara tendría razones para culparle por todo.
-¿Tío Grill? –La voz de su sobrina viniendo por detrás le dio el tiempo suficiente para limpiarse la plasma del rostro. –¿Cómo se encuentra ella?
-Aun inconsciente, pero bastante estable en todo lo demás. –Se acomodó sus lentes de inmediato para pasar desapercibido el hecho de que había estado llorando en silencio. De algún modo le enternecía que su sobrina estuviese preocupada por alguien más tras lo que había tenido qué pasar a tan corta edad. Pero una vez más, le estaba demostrando lo tanto que estaba creciendo. –Es sorprendente que no tuviera ninguna herida tras todo lo ocurrido.
-A mi no me parece tan sorprendente. –Soltó Fuku de una forma que solo le podía confirmar que había estado pensando en ello en todo el tiempo desde el trayecto. –¿Viste cómo esa humana que me protegió recibió todos esos cuchillos? No parecía que le causara un verdadero daño y ella sabía que eso pasaría. Y la florista tiende a actuar similar cuando la he visto afrontar todo sin pensar en el peligro.
-¿A qué quieres llegar con eso, Fuku?
-A que no sé quién es esa humana que me mantuvo a salvo, pero es alguien cuyo nombre Frisk es importante. Se alteró un poco cuando la mencioné y me mostró esto como símbolo importante para averiguar si estábamos hablando de la misma persona. –Sacó un collar de oro que había guardado consigo desde la huida de aquel lugar. Ciertamente era idéntico al que Frisk solía portar con frecuencia, aunque esta vez no parecía ser el caso. –Puede que no solo se parezcan físicamente, son demasiadas coincidencias que hasta un mono podría descifrarlo. Tío Grill, ellas son hermanas. ¡Hermanas separadas!
Grillby sostuvo el collar para observarlo más de cerca, pero más allá del hecho de ser una joyería gastada, no comunicaba nada más salvo el hecho de que ambas humanas tenían el mismo gusto en joyería. Y era cierto, esa humana enmascarada había argumentado ser posiblemente un fantasma del pasado, por lo que las posibilidades no eran cero en tal conjetura de su sobrina, pero pensar que la hermana permanecía con vida tras todo, sonaba demasiado agotador para un momento como ese. Ni siquiera él sabía cómo procesarlo cuando de su parte solo le había causado cierto pesar no haberle agradecido por haber mantenido a salvo a su sobrina en semejante sitio. Fuese una extraña… muy extraña.
Aunque el hecho de estar portando una máscara de zorro, justo como lo había hecho El Jugador, debía de ser una pista bastante concreta a tal conjetura.
-Por lo pronto no digamos nada. –Terminó guardándolo consigo para revisarlo a detalle después. –Ella está por pasar demasiadas cosas como para darle algo más en qué pensar.
Porque tal vez mañana sería un nuevo día. Uno en el que la ciudad entera sabría de la detención de los Gaster. Un día en el que muchos harían sus siguientes jugadas con semejante noticia y se desate cierto caos para los habitantes de un simple barrio que implicaba Snowdin. Un día donde las flores seguirían floreciendo pese a todo, donde los pájaros seguirían cantando desde sus puestos dándole igual.
Un día en el que una florista despertaría... y haría que la ciudad conociera el significado de determinación.
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He aquí, sacando confeti de los bolsillos de mi pantalón ante la sorpresa de estar llegando tan lejos. ¡Este es el capítulo 100! Desde el 2017 escribiendo esta historia surgida en una cena romántica, siendo casi un millón de palabras en el transcurso… ¡aaaaahhhh! ¡En verdad no puedo creer que esté llegando a este momento!
Este año fue en extremo pesado para mí emocionalmente hablando. Tras los años anteriores con problemas laborales a causa de la pandemia, la muerte de mis abuelos y luego de Koopa, los problemas económicos que hicieron que tuviera que limitarme al extremo, cambio de casa ante un desalojo… y mucho más, terminaron agotándome al grado de afectar mi estado emocional en lo que se suponía que debía de ser un momento de calma. No obstante, seguí adelante por ser lo suficientemente terca y orgullosa para no dejarme vencer ni por mi misma, pero además y que fue un factor muy importante, fue por el apoyo de todos ustedes. El cariño, las palabras, los regalos, todo… en verdad fueron una pieza clave que me ayudó a mantenerme de pie este año. En verdad muchas gracias por acompañarme y seguir conmigo en esta locura de escribir una historia.
Feliz año a todos. Nos vemos en el siguiente con muchas emociones, adrenalina y romance en crecimiento que divide a toda una ciudad.
¡Michi fuera!
